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Principios de sabiduría indígena
 – 
 (III Parte)
EL DIOS “I” DE LOS PUQUINAS Y LOS PACHAKUTIS
 
Por: Javier Lajo
“...los pueblos amerindios tienen un mejor conocimiento de los
cambios y cataclismos de la tierra desde el comienzo de los
tiempos.”
Vine Deloria Jr.
En el mundo andino esta aun vigente la “aspiración” de
re-ligarse con la Pachamama a través de re-equilibrar al mundo a partir del equilibrio de la pareja humana (expresado
en el “ídolo” Puquina de Illawi), y de esta con la comunidad
-sociedad y finalmente con la naturaleza, es decir la sociedad Inka y la cultura andina en general, no sólo habrían querido
“monitorear” el ángulo de incidencia de los rayos solares sobre la tierra, a través del sistema de “Intiwatanas”
 (o piedras donde se amarra el ángulo de incidencia del sol sobre la tierra) construidos a lo largo del Qhapaq Ñan, como línea recta
geodésica, cual “sistema radiestésico” hemisférico;
sino que
queda registro de haber habido la “intención” de controlar
1
, rectificar o re-establecer el ángulo óptimo del eje
terrestre, a través de lo que llamaremos el “vínculo privilegiado” del ser humano con la naturaleza
. Esta forma cuasi-
mística y particular de “re
-
ligare”
 del hombre con la Pachamama, de nuestra cultura andina, a través de la rectificación (o Pachakuti humano) del ángulo del eje terrestre,
es la que explicaría la presencia y características de un “fundador”  paradigmático, “el maestro inconforme”: Tunupa Wiracocha, el
“Hacedor y criador”
 del mundo, aquel que
“... por (eso) su
actuar en el pasado se ofrece imperfecto o defectuoso
 ,
 y lo en cuanto rectifica y perfecciona
...
 su obra,
 
es que adquiere la nota esencial más importante que es la de poder y mando de todo lo existente
2
 (Rivara, 2000: I: 114). Esto significa superar o impedir la catástrofe planetaria o el llamado
“Apocat
a
stasis”, en muchos
idiomas. Una de las conclusiones que se desprenden de nuestro texto, sugiere la pre-existencia en el mundo andino de una
vincularidad 
 cosmos-hombre, o
 pacha-runa
, o lo que es lo mismo: el Yanan-Tinkuy
intin-pacha-runa
, (o
Wiracocha-Pacha- Runa
, en Rivara, 2000: I) alcanzado en la sociedad Inka, les habría  permitido a nuestros antepasados, entre otras cosas, intentar el control sobre el equilibrio del eje terrestre en su ángulo óptimo de rotación, y con ello el mantenimiento del
“ORDEN DEL  MUNDO”
; dado que la inclinación mayor, sucesiva, genera un
1
 
Esta “vocación” o “voluntad” de manejar o “amarrar” el ángulo de incidencia del Sol sobre la Tierra con los INTIWATANAS, está
 vigente en forma masiva en el pueblo aymara hoy en día, cuando vemos en la Municipalidad de El Alto, en La Paz, Bolivia, que el Alcalde y los pobladores encargaron a un grupo de artistas una gran escultura en mármol de la Cruz Tiwanacota, y la han erigido como un gran monumento llamado PUERTO DEL SOL, declarando explícitamente que SU VOLUNTAD ES AMARRAR AL SOL. (Diario El Alteño, La Paz, edición del 9 de octubre del 2004)
 
2
 
Rivara, de Tuesta María Luisa
; Pensamiento Prehispánico y Filosofía Colonial en el Perú. Editorial: Fondo de Cultura Económica, Lima, 2000.
ILLAWI
 
“ OLO”
 PUQUINA DE ILAVE Puno-Perú)
 
 
conjunto de desórdenes climáticos que se empeoran cada año. Entonces, esta línea de reflexión nos lleva a sostener la hipótesis de que con el sistema del Qhapaq Ñan (y en general con lo que hemos
denominado como “pensamiento paritario” o “pensamiento Qhapaq”) que servía como el principal C’eje del Tawantinsuyu, se intentaba desde la sociedad humana, desde su “víncularidad” y desde su equilibrio “Hampi” (
Kreimer,1999
3
), con la naturaleza, mantener la inclinación óptima, o en su
defecto, revertir el deterioro, o rectificar el ángulo del eje a través de un “Pachakuti humano”.
 Es decir sostenemos que los Inkas, tenían la aspiración y el mecanismo para controlar y detener
la catástrofe o cataclismo mayor llamado “Pachakuti”, que literalmente significa: El mundo se da vuelta. Estos “Pachakutis cósmicos” serían terroríficas catástrofes planetarias
4
, periódicas o cíclicas, cuya huella del último ha quedado regist
rado como “diluvio universal” o “Unu Pachakuti” (María
Rivara, 2000: I:107) con los cuales la vida en la tierra vuelve cíclicamente a sus inicios. Estas serían catástrofes planetarias que reinician el ciclo de la vida sobre la tierra. Georges Cuvier (1769 a 1832) en
su “Discours sur les révolutions du globe” (1812), había argumentado y explicado la extinción de las
especies animales fósiles mediante CATASTROFES PLANETARIAS que habrían destruido  periódicamente la Tierra y todas las especies vivientes de cada etapa geológica. Esta teoría de las catástrofes, según la cual se sucedieron faunas muy diversas a lo largo del tiempo y, cada una de ellas, fue aniquilada totalmente por una catástrofe planetaria con la creación de una fauna nueva, fue divulgada en su obra dedicada a los huesos fósiles,
 Recherches sur les ossements fossiles
5
 , (1812)
. Para Cuvier, los cataclismos debieron ser bruscos, súbitos y no graduales, como lo prueban estratos geológicos volcados y distorsionados. Las únicas causas que encuentra par 
a estas ’volcaduras’, tuvieron que ser ‘diluvios’ o levantamientos violentos del suelo oceánico. Aquí George Cuvier está hablando indudablemente de lo que nuestro pueblo indígena andino conoce como “Pachakutis”.
Sostenemos aquí que la sociedad andina d
esarrolla una “praxis sagrada” histórica y una “aspiración trascendente” (como lo es en occidente la religión y la espiritualidad) para detener la catástrofe o “P
a
chakuti cósmico”, a través de un “Pachakuti humano”, que revierta el ángulo a su inclinación óptima y con esto hacer de la Tierra una “verdadera morada de inmortalidad”, que se explica en cuanto
3
 
Kreimer, Elizabeth
;
 
«El Espacio del Juego en el Encuentro Intercultural». Congreso de Espiritualidad Nativa Tarapoto; 1999.
 
4
 
El térm
ino de “catástrofe” también deviene o está relacionado con la idea del MITO, como “CAMBIO VIOLENTO” , Cuvier lo desarrolla para la paleontología
en el libro citado y Sorel hace lo mismo en el campo de lo político y social. (Ver: Nicola Abbagnano, 1997)
 
5
 
http://www.mala.bc.ca/~johnstoi/cuvier.htm
 
 
que la cultura humana obtenga un “continum ininterrumpido”
en su historia y su evolución biológica y que esto además, sea un justo premio a la conquista d
e su “equilibrio humano” y la “vincularidad” con
el cosmos;
o por lo menos a preservar lo m
áximo posible del “remanente que queda” de la
cultura humana después del cataclismo
.
Esta “praxis sagrada” explicaría también la arquitectura megalítica y el “urbanismo de alta montaña” – 
si se le puede llamar así-
a las construcciones de las ciudades Inkas o las “Ñaupa Llactas”
actuales, en la cima de los escarpados picos de la cordillera andina, en clara prevención a los cataclismos, inundaciones y avenidas, que serían provocadas por la inestabilidad total del eje de
rotación de la Tierra, cuando “es el tiempo del Pachakuti”. Todo esta vocación y prevención a los “cataclismos cósmicos”, tendría que ver no solamente
con el avance de la ciencia y la tecnología del hombre andino, sino con la superación de una
“conciencia individual primitiva y monomaniaca” (megalómana, ególatra y desequilibrada) y la
conquista de una conciencia comunitaria superior, medio-ambiental y cósmica.
Queda claro que para el mundo andino
esto no es un problema de “religión”, de “moral” o de “ética”, sino de niveles o estados de conciencia que representan para los andinos, los “vínculos complementarios y proporcionales” del hombre con la comunidad y con la naturaleza.
Ahora podemos entender porqué el Eje del Mundo para la mayoría de la culturas tradicionales
ha sido el “Dios” primigenio
6
, y porqué ha encandilado a toda la humanidad en diversas latitudes y
eras, y porqué también este “comportamiento planetario” ha marcado con fuego volcánic
o la conciencia de todas las humanidades. En todas las culturas, todas las religiones, incluyendo la cristiana, han registrado estos ciclos que terminan cada uno con cataclismos planetarios que destruyen
la humanidad como una forma “de purificación”
7
, que
en nuestra visión andina esta situación “impura” estaría referida a la imposibilidad “de recuperar 
-
equilibrio del mundo”.
Siempre es fácil sospechar, y de manera hipotética ensayar respuestas, y la respuesta más directa es que han sido los cataclismos o catástrofes planetarias, cuyo nombre en nuestra cultura andina, llevan la misma raíz
8
. Los hemos llamado milenariamente: “Pachakutis” palabra que significa literalmente que “el mundo se da vuelta”. Estas “volteretas” del planeta, son las que han dejado una
huella traumática imperecedera, atávica en el alma humana. Es por esto que al territorio de la tierra donde el ser humano se vinculaba con el Dios
‘I’ 
, se le ha llamado en occidente:
Centro del Mundo, Corazón del Mundo, Tierra Santa, Omphalos, Chemia, Tierra Pura, Tierra de los Santos, Tierra o  Morada de Inmortalidad, Tierra de los Vivos, Tierra sin Mal, Paradesha, Paradis, Pardes, Paraíso,  Árbol de la Vida
, y otras denominaciones por el estilo
.
 ¿Qué otra cosa podría haber detrás de este mito
del “paraíso terrenal”; que la relación del hombre con “I” o el “Dios” primigenio?. Con estos avances,
 pensamos que hay que seguir investigando sobre, ¿Qué relación habría entre el mito del Paraíso
Terrenal o “Edén” y el territorio andino sobre el que esta construido el
 
“Qhapaq Ñan”?, y ¿Qué
significación tendría en la actualidad la evidente relación entre la sociedad Inka con el tema de la
“Utopía” en occidente?.
 
6
 
R. Genón explica
bien la relación o coincidencias en varias culturas, sobre el Dios ‘I’; “......en efecto, no solamente es equivalente de la ‘iod’ hebrea, ...no solamente la letra’I’ representa la unidad en la numeración latina, en razón de su forma rectilínea, que es la
mas simple de las formas geométricas. Sino que
incluso en la lengua china, la palabra ‘i’ significa ‘unidad’, y Tai
-
i es la ‘Gran Unidad’, que está representada simbólicamente como residiendo en la estrella
polar, lo cual está lleno de significado pues vol
viendo a la letra ‘I’ de los alfabetos occidentales, percibimos que, siendo una recta vertical, es por ello mismo adecuada para simbolizar el EJE DEL MUNDO”.
 
7
 
Ver: Mercea Eliade, “El mito del eterno retorno”, Edit. Artemisa, México 1985.
 
8
 
“Kata
-tata
y”, significa terremoto en quechua y “Kata
-
ri” es la gran diagonal o “eje de la tierra”, una de las dos serpientes míticas andinas que cuidan la vida
sobre la tierra.

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