EL PAPADO Y EL MISTERIO DE LA SÁBANA SANTA
La actual propietaria de la Sábana Santa, la Iglesia, tras ser donada por la Casa de Saboya, ha mantenido siempre una prudente distancia de la misma no queriendo tildarla de reliquia, sí de icono del cristianismo. icono del cristianismo. Pese a esto, lo cierto es que ha recibiendo, en diferentes ocasiones el apoyo del papado a través de diferentes pontífices que no han dudado en expresar su devoción público al lienzo de Turín.
¿QUÉ ES LA SÁBANA SANTA?
Sin duda, es uno de los objetos que más provocan mi fascinación y admiración, ese objeto es el más analizado, investigado y estudiado de la Cristiandad y casi del mundo; su importancia va más allá de la Fe y la Ciencia; su trascendencia es tal que tiene un impacto directo sobre millones de personas, me estoy refiriendo a la Sábana Santa, la llamada Síndone de Turín.
Es una pieza de lino de 4,36 m por 1,10 m; muestra la imagen frontal y dorsal de una persona de 1,82 m de estatura que se tapa las partes pudendas. La imagen de la persona que contiene es de color parduzco, apenas se puede contemplar desde corta distancia, sin embargo, si nos alejamos y la observamos, vemos cómo ante nuestros ojos comienza a formarse la imagen del Hombre de la Sábana Santa.
Reconozco mi decepción tras ver la reliquia en la última ostensión tras su restauración, en el pase realizado para la prensa y los medios de comunicación la Sábana Santa lucía remozada, más clara y sin la tela de Holanda –que servía para tensarla–; pero aun así seguía conteniendo un eterno y sagrado secreto, un inmortal misterio.
El Hombre de la Sábana Santa muestra huellas de una pasión conocida, de la Pasión de Cristo. Es un hombre que ha sido crucificado, así nos lo muestra que haya sido clavado por las extremidades, por las “muñecas” y los pies, que ha sido azotado cruel y terriblemente, que se le ha colocado algo en la cabeza que le ha provocado múltiples laceraciones y heridas; pero además presenta en uno de sus costados una tremenda herida producida por un objeto punzante de la cual ha manado abundante sangre.
Si revisamos la Historia de nuestra Humanidad hay unos documentos que recogen la muerte de una persona hacia el año 30 d.C. o 33 d.C., que distaba mucho de ser un malhechor o un enemigo de Roma. Pero Él ya tenía su destino escrito desde antes de nacer, y aquel destino era la cruz.
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