El niño que pudo ser rey
no de los mayores atractivos de las historias relativas a Arturo de Bretaña reside en la manera en que el rey de Camelot llegó a sentarse en el trono de Inglaterra. Pese a su origen supuestamente nobiliario, el monarca medieval, que se lanzó a la aventura de unificar a los pueblos británicos en una sola nación, alcanzó su corona por sacar una mítica espada), desde que este era solo un chaval que soñaba con la Dama del Lago y los amores de Lancelot y Ginebra. “A lo largo de mi adolescencia, dibujaba pequeñas viñetas en los libros escolares donde la espada Excalibur surgía de una bañera; era la yuxtaposición de lo doméstico y lo moderno en un mito ancestral. Aunque después dejé de lado la idea, lentamente ha seguido gestándose en mi interior desde entonces”, comenta Cornish.
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