¿ES EFICAZ LA HOMEOPOTÍA? ¿TERAPIA ALTERNATIVA O FRAUDE?
La homeopatía comienza a desarrollarse en el año 1790 a partir de la “intuición” de Samuel Hahnemann (1755-1843), médico alemán que entonces había decidido dejar de ejercer su profesión, frustrado frente a los continuos fracasos de una medicina todavía incipiente y que no se había encauzado dentro del método científico. Hahnemann era profesor de idiomas–aparte de su idioma natal, hablaba con soltura inglés, francés, italiano, griego y latín y había comenzado a dominar otras lenguas como el árabe y el hebreo–, por lo que decidió entonces ganarse la vida traduciendo libros para una editorial. Fue precisamente durante la traducción del Tratado de Materia Médica, de William Cullen (1710-1790), donde leyó que la corteza del árbol de quina resultaba eficaz en el tratamiento de la malaria. Tras experimentar sobre sí mismo–no sin cierto escepticismo– Hahnemann descubrió que, paradójicamente, si a una persona sana se le suministraba quina, comenzaría a experimentar un estado febril muy similar al del paludismo. Fue así cómo se inspiró para formular el principio de “simila similibus curantur”, esto es, “lo semejante cura lo semejante”. Sobre esta Ley de Similitud que expresa que la misma sustancia cuya ingestión provoca unos síntomas, es la que abriga precisamente la capacidad para erradicarlos se cimenta el propio término de homeopatía–del griego homois (similar) y pathos (enfermedad o sufrimiento)–; en contraposición a la medicina alopática–alos (diferente)–, que es la que se instala en el paradigma de la ciencia oficial.
En la época en que fue formulado, el principio de similitud–o ley de analogía– no era una idea desencaminada: ya había sido advertida por , padre de la medicina, en el siglo (1493-1541).
