EL MUNDO renace de sus cenizas
PERIODISTA Y ESCRITORA
El proceso de reconstrucción cobró fuerza en 1946. Con las demoliciones y reestructuraciones las ciudades empezaron a salir del caos, incluso las más arrasadas, como Varsovia o Stalingrado. Tal era el nivel de destrucción, que los arquitectos hubieron de replantear las urbes. En Berlín, las mujeres aprendían albañilería para suplir la falta de mano de obra y el reciclaje estaba a la orden del día. Los ladrillos se reutilizaban, los cascos de la Wehrmacht se convertían en escurridores, los lanzagranadas en cacerolas, los neumáticos en suelas de zapatos… Los berlineses aprendieron a convivir con las ruinas, y la mejor prueba de su optimismo fue el aumento de la natalidad. Sencillamente, había ganas de volver a disfrutar de la vida.
También eran tiempos de cambios políticos: Italia abolió la monarquía y abrazó la república; en Francia nació la IV República; las mujeres podían por fin votar allí y en Bélgica; la banca, los transportes y la energía pasaron a manos del Estado en Gran Bretaña y Francia, donde se crearon sendos sistemas que garantizaban la asistencia sanitaria a toda la población.
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