Año/Cero

EL BAUTISMO DE FUEGO DEL TEMPLE

Aescasos metros del Museo del Louvre y de la plaza de las Pirámides se yergue la Torre de Saint Jacques, el punto de partida donde los peregrinos a Santiago de Compostela se reunían para tomar la Vía Turonensis hacia la tumba del apóstol en Galicia. Para reconocerse mutuamente usaban una vieira como emblema, también llamada la Concha del Peregrino, cuando no la cruz latina encarnada con los tres brazos superiores rematados en flor de lis y el inferior en forma de daga, simbolizando en cierto sentido el hecho de haber tomado la espada en nombre de Cristo en pos de partir hacia una cruzada interior.

EL JUICIO DE DIOS

No obstante, en otra torre más al norte –o al menos en lo que queda de ella–, comienza una peregrinación bastante más exclusiva y discreta, la de los herederos de la Orden del Temple que deciden recorrer el sendero que su último Gran Maestre, Jacques de Molay, tuvo que hacer antes de ser quemado en la hoguera frente a la catedral de Notre Dame. Como distintivo, algunos de ellos siguen usando la vieja cruz patada propia de los caballeros templarios, aunque la mayoría prefieren utilizar una discreta tórtola, el blasón que portaban los custodios del Grial según el poema artúrico de Wolfram Von Eschenbach y que solo los iniciados en los secretos de la hermandad blanca serán capaces de identificar.

Varios cronistas medievales aseguran que en la mañana del 13 de octubre de 1307, los esbirros del rey Felipe IV el Hermoso, encabezados por Guillermo de Nogaret, entraron en la Torre del Temple de París, así como en las encomiendas templarias de Francia, y arrestaron a todos los miembros de la orden que hallaron en ellas, incluido el último Gran Maestre, acusándolo de herejía, idolatría y traición a la Iglesia. Cinco días más tarde, el 18 de octubre, el Gran Inquisidor, Guillermo de París, comenzó personalmente los interrogatorios a los ciento treinta y ocho templarios que mantenía encerrados en las mazmorras de la capital del Sena, poniendo especial interés en los siguientes puntos: que los nuevos caballeros, tan pronto como eran investidos, eran conducidos a una cámara secreta donde se les hacía renegar de la cruz y escupir sobre ella; que adoraban a un extraño ídolo llamado Baphomet; que eran amigos de los sarracenos; que no creían en el bautizo infantil; que estaban obligados a cohabitar carnalmente los unos con los otros y que la correa de sus hábitos estaba encantada por los poderes del Baphomet.

Temiendo una revuelta por parte del pueblo para liberar al Gran Maestre

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