ESPÍAS AL SERVICIO DEL KREMLIN
ue fuese comunista es más que dudoso, pero de lo que no cabe duda es de que Einstein mantuvo un apasionado romance con una rusa, Margarita Konenkova, que resultó ser, espía en territorio estadounidense. Sus servicios al Kremlin fueron revelados en 1994 en las memorias de ex espía ruso y miembro del Pável Sudoplátov. Después del lanzamiento de la bomba H, al parecer Margarita convenció a Einstein para que se entrevistara con el vicecónsul soviético en Nueva York, Pável Mijaílov, en realidad un célebre espía. En noviembre de 1945, el físico le agradeció «sus buenos consejos para escribir a la Academia de Ciencias de la Unión Soviética». A finales de 1945 Konenkova regresó a Moscú, donde falleció en 1982. No volverían a verse. En 1998, el periodista ruso Oleg Odnolenko –del que apenas existe información en la Red… extraño– analizó las cartas que se intercambiaron y creyó descubrir en ellas que el físico pasaba información a su amante sobre el programa nuclear alemán –probablemente desconociendo su verdadera identidad–. En junio de aquel año, la casa sacaba a subasta nueve de esas cartas –de un total de más de 300–. Al parecer, ambos se conocieron en 1935, gracias a su hija Margot, y durante diez años se escribieron utilizando un lenguaje íntimo y en clave.
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