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SIDRAGASO
EL PLACER DE LA TENTACIÓN
LD
Lemnos Drawing
Primera edición: 2012
Comentarios: lemnosdrawing@gmail.com
CC BY-ND 2.0
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Sidragaso
Embriagados por el vino y confundida su
mente por los efectos del mismo, todos acep-
taron tal propuesta sin meditarlo un momento.
Theodor dio entonces dos fuertes palmadas y
la puerta de la estancia se abrió de par en par.
En la entrada se encontraba Sylvia, quien solo
vestía la blanca camisa de lino y sobre esta una
capa escarlata con capucha. Ella entró y se
quitó el capuz dejando ver su blonda cabellera,
que enmarcaba el candoroso rostro, en el cual
resaltaban los azules ojos y los rosados labios.
Luego desató la capa, que cayó tras su es-
palda, y caminó con solo la camisa, entre los
atónitos comerciantes, hasta llegar al centro de
la estancia, donde se levantó y quitó la prenda,
terminando completamente desnuda ante el
nutrido grupo de varones. Estos, jubilosos,
contemplaban extasiados el marmóreo cuerpo
y se miraban unos a otros haciendo sátiras
muecas. Dominada por la voluptuosidad, ella
se contagió de aquella impúdica alegría y em-
pezó a bailar en medio de los hombres, quienes
entre risotadas comenzaron a marcar el ritmo
con palmadas.
Atento a todo lo que ocurría, Theodor or-
denó a sus criados traer instrumentos músicos,
para acrecentar aún más el festivo ambiente.
Sylvia, entregada por completo a la efusión de
sus ardores, continuó bailando e incitó a todos
los presentes a acompañarla y a desnudarse
como ella. Despojados de todo vestido y con los
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turgentes espetones, aquellas lascivas mario-
netas no pudieron contener más sus pasiones y
lanzáronse sobre ella como hambrientas onzas;
siendo los primeros Laurencio, Valdemar, Yani,
Tarek y Nicholo, cerrándose así el infernal pen-
táculo. La ofuscada mujer, en lujuriosa crápula,
se entregó al obsceno placer de la orgía y con
todos yació. No hubo ni uno solo que tuviera
sentido suficiente, castidad bastante para no
pecar con ella.
Embriagado y apartado de la estancia, Gün-
ther no pudo escuchar ni saber todo lo que
en aquella habitación ocurría; por otra parte
Hans, fiel sirviente de la familia, retozaba con
una mozuela de la casa, ajeno a tan escandaloso
suceso; solo el perverso barón del infierno fue
testigo de la caída de aquella mujer y de la co-
rrupción de su alma, a la cual pudo contemplar,
con aguda mirada, en los rictus de placer que
en su rostro se dibujaban.
El convite finalizó poco antes del alba. Los
invitados, plenamente satisfechos, abando-
naron uno a uno la residencia. Ella terminó
agotada y tendida sobre la mesa. Theodor or-
denó que cubrieran su desnudez, la condujeran
al dormitorio y la depositaran en el lecho junto a
su marido. Ya muy avanzada la mañana, ambos
se presentaron ante su anfitrión, quien los sa-
ludó muy cortésmente y les comunicó después,
que todos sus invitados estaban dispuestos
a comprar las telas y solo faltaba que él fijara
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el precio. En el transcurrir del día, la venta de
todos los paños se realizó y Günther amasó una
cuantiosa fortuna.
Dichosos por tales acontecimientos, el mer-
cader y su esposa regresaron a Augsburgo y se
dedicaron a llevar una vida de opulencia. Él no
escatimaba en gastos por complacerla y man-
daba confeccionar y traer los más preciados ar-
tículos de todos los lugares del Sacro Imperio,
así como de tierras lejanas. Por otra parte, ella
vivía feliz en medio de las adulaciones que le
prodigaban las más distinguidas familias de la
ciudad. La dicha se completó, cuando meses
después ella presentó claras evidencias de em-
barazo. Todos en Augsburgo se alegraron con
tal noticia y felicitaban a la pareja, deseando
que el hijo primogénito pudiera ser un varón.
Sylvia mantuvo ocultó su oscuro secreto y
dejó creer al marido lo que más le convenía. Fi-
nalmente, con grandes complicaciones que la
llevaron al borde de la muerte, ella dio a luz y las
consecuencias de su aberración se manifestaron,
cuando la matrona recibió un producto deforme
y grotesco, que al mirarlo no pudo evitar emitir
un grito de horror. Al contemplar la madre el en-
gendro que había concebido, le causó tal desola-
ción, que el alma abandonó su cuerpo y expiró su
último aliento.
Enloquecido por el dolor, Günther tomó al
recién nacido y con sus propias manos le dio
muerte; y sin poder comprender lo que había
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sucedido, él corrió violentamente a todos los
presentes y abandonó los inertes cuerpos de
su esposa e hijo. Luego partió de la ciudad, con
toda su hacienda, y poco se supo de él después.
Una vez que toda la casa quedó sola, maléficos
espectros aparecieron y entre golpes e insultos
condujeron el alma de aquella dama al abismal
infierno.
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Lemnos Drawing es un proyecto y marca personal
bajo el cual se edita y publica el trabajo creativo y
académico realizado por Juan Manuel Pérez Gar-
cía, escritor, editor y docente, con estudios en Len-
gua y Literaturas Hispánicas, en la Universidad Na-
cional Autónoma de México. Si deseas conocer más
sobre su labor literaria y leer diversas publicaciones
de su autoría, como son microcuentos, cuentos bre-
ves, cuentos, poesías, ensayos y crónicas, accede al
siguiente enlace:
https://lemnosdrawing.blogspot.com
LD
Sidragaso. El placer de la tentación, de Juan Manuel
Pérez García, se terminó el mes de julio de 2012 en
los estudios de Lemnos Drawing. Primera edición.
Su composición se realizó en tipo Georgia en 12:00,
14:00 y 16:00 puntos. La edición es exclusivamente
digital.