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VALORIZANDO

Yo admiraba profundamente a mi padre; en su escritorio de pie ante el tablero trabajaba horas, mientras yo jugaba con una cigarrera en forma de avin. En las alas estaban los cigarrillos, y en la cola los fsforos. Complaciente y bondadoso l me dejaba jugar y yo adivinaba su entusiasmo por su trabajo. El le enseaba a mi madre, Hortencia Nez del Prado, proyectos como la Urbanizacin de Miraflores y otros trabajos. Yo supe por ella que el Edificio de la Municipalidad fue proyectado por mi padre as como los trabajos de ingeniera y la obra que dirigi hasta su terminacin sin cobrar honorarios. Los nios no comprenden la poltica de las cosas llanas como ellos las ven. Por eso despus de la Revolucin del 30 que derroc a Hernando Siles a quien pap acompa como Ministro de Instruccin, un da le pregunt porqu no le daban la condecoracin del Cndor de los Andes. El call un momento y luego muy serio me contest: Nelly, las medallas no tienen el valor que tu crees, no hagas nada en la vida por ellas ni por dinero. Pon tu empeo en hacer tu trabajo lo mejor que puedas Mira, si yo tuviera que dar el Cndor de los Andes, se la dara a ese indio adobero que contemplo cada maana muy temprano: Cuelga su saco, se remanga los pantalones y con los pies desnudos pisa el barro y hace los adobes ms perfectos que imaginar se pueda. Con ellos puedo levantar mis edificios. Por entonces era muy nia para comprender la leccin. Transcurrieron muchos aos. Al contemplar a mi padre en la hora del crepsculo de su vida, cuando se dilua como esta tarde al entregar su alma al infinito de la noche, se me hizo clara la leccin que ahora la trasmito. Todos somos adoberos que con humildad debemos pisar el barro de nuestra vida y trabajarla. El lo hizo da a da. A su muerte, sus obras eran para mi como las montaas que l am. Sufr mucho al ver El Estadio Hernando Siles caer en polvo; me recordaba su muerte. Me sent cuando era nia, ahora ya no tena sus palabras de consuelo. De pronto, como por arte de magia, Jaime Senz le dedica un captulo en Vidas y Muertes con ese conocimiento que solo tienen los poetas. Nelly Villanueva de Barrero

EMILIO VILLANUEVA, JUNTO A SU ESPOSA HORTENCIA Y SUS HIJOS NELLY Y FERNANDO

LA HISTORIA

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