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En cuanto Isabel oy el saludo de Mara, salt la criatura en su vientre. Se llen Isabel del Espritu Santo y dijo a voz en grito:
Proclama mi alma la grandeza del Seor, se alegra mi espritu en Dios, mi Salvador, porque ha mirado la humillacin de su esclava.
Lc 2, 39-48
La imagen de la mujer, liberada del dragn, recuerdo de la primera Eva y anuncio de la nueva Eva ha sido aplicada por la tradicin cristiana a Mara.
En ella vemos tambin anticipado el triunfo de la humanidad entera, de la comunidad cristiana y de cada uno de nosotros.
La exaltacin de los humildes, Nuestro triunfo sobre la muerte Y la esperanza de una victoria final sobre el mal.
He ah el triple mensaje de la liturgia de esta fiesta de la Asuncin de Mara, Madre de Dios y Madre nuestra.
Es pronunciada por Isabel, la madre de Juan Bautista, y dedicada a Mara, la Madre de Jess. Las dos han llegado a ser madres de forma extraordinaria. Su encuentro es una celebracin de la vida que ambas estn gestando y del Dios que la ha hecho posible.
Mara
es feliz por haber credo en Dios, por haber escuchado su palabra y haber aceptado que se cumpliera en ella.
Por ese don primero y por su respuesta perseverante y lcida, Mara es proclamada como la creyente.
Los que se nos ofrecen como dioses salvadores portadores de felicidad no son ms que dolos que tienen ojos y no ven, manos y no acarician, y no hay voz en su garganta.
Creer, refleja claramente ese acto de la fe que consiste en la confianza recproca y en la donacin que se nos hace.
En un mundo que ha perdido la vivencia de la providencia de Dios, es fcil confiar la propia suerte a artilugios econmicos o mgicos, que parecen asegurarnos el futuro.
La primera bienaventuranza, la dirigida a Mara, interpela, pues, a todo creyente, a la Iglesia y a la humanidad entera.
No podemos tenerle miedo a Dios. Creer en Dios no nos hace menos personas, como a veces se piensa. Nos hace ms sinceros para con Dios y ms generosos para con sus hijos, nuestros hermanos.
Seor Dios, en la asuncin de Mara a los cielos, nos has ofrecido un icono de tu presencia en la historia humana. T has cambiado nuestros modelos de evaluacin. Elevas a los humildes y abajas a los soberbios. Bendito seas por siempre, Seor! Amn.
Texto: Jos Romn Flecha Andrs PALABRA DEL SEOR Salamanca Presentacin: Antonia Castro Panero Msica: Ave Mara