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ALERGIAS Gustavo Guerrero Derechos reservados, Gustavo Guerrero 2008

Bueno, pues ha llegado el momento de las confesiones. Mis alergias comenzaron cuando le entr diario al jugo de zanahoria hace unos cuatro aos. Por aquellas fechas yo me encontraba cursando los ltimos meses del Bachilleres, y precisamente falt al examen final de literatura a causa de que un lunes de ingrato recuerdo amanec con los labios tan hinchados que parecan los de un pescado apocalptico. Sobra decir que mi madre hasta se priv al descubrir mi rostro monstruoso, y que se fue por unos huevos a la cocina para hacerme una limpia de la que an recuerdo el paso terrible del cascarn por mi boca y cachetes. El caso fue que no se me bajaba ni tantito la pinche hinchazn, y mi jefa no tuvo otra que llevarme al mdico, quien me escrut como debi hacer Darwin con los pinzones de las Galpagos, para declarar que tena una reaccin alrgica, lo cual me son como los trminos terribles con que nos espantaba el maestro de Biologa en la secundaria. Ahora bien, en esos momentos yo no tena ni idea de que esa mutacin de mi rostro se deba a una intolerancia repentina a las zanahorias. Por eso me despach con medio litro de jugo unos das despus de que mi cara volvi a la normalidad gracias a unas pastillitas que me apendejaron durante el tiempo en que se cortejan y aparean los hipoptamos. Me qued bien clara la causa de mi nuevo mal cuando sent un cosquilleo nefasto en la boca luego de que me tom aquel zumo letal Ergo: adis para siempre a esas verduras que perturbaron al conejo Bugs. Y total, que despus de algunos aos me vinieron a la cabeza todos esos recuerdos dolorosos cuando esta maana amanec con la diestra como manopla de beisbolista. As que me fui a la farmacia por las pastillas de marras y me las tragu en caliente mientras pensaba a qu diantres se deba ahora esta nueva mutacin. He llegado a un veredicto imposible luego de horas de estar exprimindome el coco: la nueva respuesta de mi cuerpo se debe a los pinginos y gansitos que me he tragado los ltimos das, luego de trabajar de gua en este zoolgico en el que la gente se pasma por igual ante un len aptico y apestoso que frente a unas jirafas embotadas por el sol. As las cosas, no me queda otra que volver a mis lonches a la antigita: viles tortas de huevo con frijoles, o de jamn y queso de puerco. Todo sea por no verme una vez ms con el rostro como de mdico brujo de Tanzania.

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