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w w w . m e d i a c i o n e s .

n e t

Sobre
“Culturas híbridas.
Estrategias para entrar y salir
de la modernidad”
Jesús Martín-Barbero

Reseña
(en: Magazín Dominical, No. 445,
El Espectador, Noviembre 3 de 1991)

« (…) la reflexión de García Canclini adquiere su más


claro perfil y muestra lo que tiene de profundamente
innovadora: dejando atrás pesados lastres teóricos e
ideológicos, la industria cultural es analizada como
matriz de desorganización y reorganización de una
experiencia temporal mucho más compatible con las
desterritorializaciones y relocalizaciones que implican
las migraciones sociales y las fragmentaciones culturales
de la vida urbana que la que configuran la cultura de
élite o la cultura popular, ambas ligadas a una
temporalidad “moderna”; esto es, una experiencia
hecha de sedimentaciones, acumulaciones e
innovaciones. Industria cultural y comunicaciones
masivas designan los nuevos procesos de producción y
circulación de la cultura, que corresponden no sólo a
innovaciones tecnológicas sino a nuevas formas de la
sensibilidad, a nuevos tipos de recepción, de disfrute y
apropiación. »
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En el título está ya el desafío. El adjetivo desacomoda tanto


a los nostálgicos de autenticidades como a los valedores de
sincretismos. Lo híbrido es lo contrario de lo puro y no con-
duce necesariamente a la síntesis, es sobre todo mezcla y
revoltura; como el tiempo que propone el subtitulo, relación
híbrida también –hecha de pre y post– con la modernidad.

A esa propuesta llega García Canclini después de un lar-


go trabajo de reflexión e investigación sobre las culturas del
arte y las populares. Un trabajo que fue pionero por estas
tierras en recolocar los estudios estéticos al interior de la
investigación social, introduciendo en el debate cruces teó-
ricos y metodológicos que permitieron interpelar al arte
desde ámbitos –la industria, la comunicación, los consu-
mos– replanteadores de las inercias idealistas y sociologis-
tas. Pionero también en reubicar el estudio de las culturas
populares a distancia tanto del culturalismo antropológico y
su idealizada autonomía como de los instrumentalismos
populistas, haciendo con ello pensables la interacción de las
culturas populares con las sociedades nacionales y la inser-
ción de lo popular en lo masivo trasnacional.

El libro que reseñamos marca sin duda un punto de lle-


gada en ese recorrido y un hito en los estudios culturales de

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América Latina. Y lo es ante todo por ayudarnos a pensar la


diferencia no al margen sino desde el debate a la moderni-
dad, haciendo de ese debate aquí no una forma de escape a
los “atrasos” y las contradicciones de la situación latinoa-
mericana sino, por el contrario, una ocasión y un modo de
acceso a las cuestiones más radicales y las crisis más nues-
tras. No extraña entonces que el libro arranque colocando
la modernidad de los filósofos en el terreno de los sociólo-
gos: una torsión que permite “referir” la autonomía del
arte/la cultura –rasgo definitorio de la modernidad– a cues-
tiones primero de método y después de historia y política
culturales. Mirando desde ahí, García Canclini hace un ba-
lance a la vez del proyecto moderno y del debate mismo: de
lo que significa la crisis de las vanguardias y la reorganiza-
ción del mercado cultural en torno a una lógica cada día
más alejada de las “bellas artes”, mientras la estética mo-
derna se transforma postmodernamente en ideología para
consumidores.

Bibliófago en su hábitat (foto de Julio Romero).

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El segundo desplazamiento busca romper con dos prejui-


cios para hacer abordable la cuestión central. No es un
déficit de modernización lo que ha hecho imposible la mo-
dernidad en América Latina, y son las “optimizadas imáge-
nes” de la modernidad europea, con las que hemos medido
nuestros procesos, las que nos han impedido reconocer la
modernidad propia. Pues ni la modernidad en Europa fue el
resultado lineal de la modernización socioeconómica, ni el
modernismo latinoamericano se limitó a imitar y traducir.
Tanto allá como acá la modernidad se produce en la inter-
acción de diferentes temporalidades históricas. En Europa
fueron “un orden dominante semiaristocrático, una econo-
mía semiindustrializada y un movimiento obrero semiemer-
gente o semiinsurgente” (Perry Anderson); pero, ¿cuáles
son esas temporalidades en América Latina y “qué contra-
dicciones genera su cruce”?, se pregunta García Canclini. Y
a responder esos interrogantes va a dedicar gran parte del
libro; ya que es en ese cruce donde “el mestizaje” se trans-
forma en culturas híbridas, donde las tradiciones dejan de
ser algo exterior y contrario a la modernidad, y donde las
ideas importadas, las “ideas fuera de lugar” (según R. Sch-
warz) se incorporan a la trama de los dislocamientos y las
desviaciones, de las traducciones y las reelaboraciones con
que se hace la propia historia cultural.

Lo que, enfocando el hoy, va a implicar el desmontaje de


las estratagemas que hacen rentable política y culturalmente
aquella separación que atribuye a la élite un perfil moderno,
al tiempo que recluye lo indígena y lo colonial en los secto-
res populares, coloca la masificación de los bienes culturales
en los antípodas del desarrollo cultural, propone al Estado
dedicarse a la conservación de la tradición dejándole a la
iniciativa privada la tarea de modernizar, de renovar e in-
ventar; y permite adherir fascinadamente a la moderniza-
ción tecnológica mientras se profesa miedo y asco a la in-

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dustrialización de la creatividad y la democratización de los


públicos. Desmontaje que es la clave para enfrentar no sólo
el desconcierto y la ineficacia de las izquierdas, sino tam-
bién la perspicacia y la tramposa eficiencia de los neocon-
servadores a la hora de concebir estrategias y proponer
políticas culturales “para salir de la crisis”.

No especulando sino aportando una información plural y


precisa en cada caso, García Canclini lleva a cabo un pa-
ciente trabajo de desenmascaramiento de esas estratagemas
en las teorías y en las políticas. Desde la redefinición del
sentido del patrimonio, esa “base secreta de la simulación
que nos mantiene juntos”, a partir de lo que tiene de ideo-
logía sustancialista –ocultación de su formación social– y
legitimadora de exclusiones pero también de capital cultural
de un país, de teatralización del poder, escenificación de lo
nacional y ritualización de la identidad. Y la deconstruc-
ción de los usos de lo popular en lo que tienen de puesta en
escena, de construcción efectuada en la investigación que
busca a toda costa recortarlo de la reorganización masiva,
fijarlo en formas artesanales de producción y distribución, y
custodiarlo como reserva imaginaria de los nacionalismos;
en la comunicación que tiende a identificar pueblo con
público y espectador, a confundir popular con la populari-
dad como “lugar del éxito” y por ello, de la fugacidad y la
obsolescencia rápida, ignorando lo que en lo popular hay de
memoria y sedimentación; en el populismo político que
valorando el potencial transformador del pueblo acaba
simulando su participación y su acción. Hasta la reelabora-
ción de la crítica de la industria cultural, punto en el cual la
reflexión de García Canclini adquiere su más claro perfil y
muestra lo que tiene de profundamente innovadora: dejan-
do atrás pesados lastres teóricos e ideológicos, la industria
cultural es analizada como matriz de desorganización y
reorganización de una experiencia temporal mucho más
compatible con las desterritorializaciones y relocalizaciones

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que implican las migraciones sociales y las fragmentaciones


culturales de la vida urbana que la que configuran la cultura
de élite o la cultura popular, ambas ligadas a una tempora-
lidad “moderna”; esto es, una experiencia hecha de sedi-
mentaciones, acumulaciones e innovaciones. Industria cul-
tural y comunicaciones masivas designan los nuevos proce-
sos de producción y circulación de la cultura, que corres-
ponden no sólo a innovaciones tecnológicas sino a nuevas
formas de la sensibilidad, a nuevos tipos de recepción, de
disfrute y apropiación. Y que tienen si no su origen al me-
nos su correlato más decisivo en las nuevas formas de so-
ciabilidad con que la gente enfrenta la heterogeneidad sim-
bólica y la inabarcabilidad de la ciudad. Es desde esa re-
lación que adquiere espesor cultural lo que pasa en y por los
medios y las nuevas tecnologías de comunicación: el modo
en que los medios constituyen lo público integrando un imagi-
nario que de alguna manera articula el imaginario urbano
disgregado, o en que la espectacularización televisiva susti-
tuye la teatralidad callejera de la política; y el debilitamiento
del sentido histórico y las concepciones globalizadoras que
conlleva la inmersión en unas tecnologías que –como el
video-clip o los videojuegos– desmaterializan y descontex-
tualizan proponiendo la discontinuidad como hábito perceptivo
dominante, al mismo tiempo que cargan de creatividad y
sensualidad la relación con la tecnología.

Lo que García Canclini propone en este libro como agen-


da de los estudios culturales rediseña tanto los objetos de las
disciplinas –antropología, sociología, economía, comunica-
ción– como el inter-texto de sus hasta ahora formales y
tímidas relaciones, y mueve entonces el piso en que se
asientan las demarcaciones y sacude los hábitos y las ruti-
nas de la investigación. Pero, atención: porque lo que este
libro pone en juego no son sólo nuevos objetos y nuevas
estrategias de investigación, sino nuevos modos de concebir
y plantear las luchas que se producen entre la cultura y el

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poder, entre lógica del mercado y producción simbólica,


entre modernización y democratización. Y nuevos modos
de asumir esas luchas sin los sustancialismos e instrumenta-
lismos de antaño, buscando “ser radicales sin ser fundamen-
talistas”.

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