LABRADOR. TODO PÁMPANO QUE EN MI NO LLEVA FRUTO, LO QUITARÁ; Y TODO AQUÉL QUE LLEVA FRUTO, LO LIMPIARÁ; PARA QUE LLEVE MÁS FRUTO" (San Juan Cáp. 15- vers. 1-8)
Al decir Jesús estas palabras lo hacía con el
conocimiento cabal de la veracidad de esta expresión; porque tenía ante sus ojos la evidencia de una viña plantada con primor, en un recuesto lugar fértil; con vides escogidas y destinada a dar frutos agradables; pero que lamentablemente, sólo dio uvas silvestres. Con cuanta razón Jesús lloró sobre la ciudad de Jerusalén, comprendiendo el cumplimiento cercano, dada la profecía de Isaías contra aquellas vides que no llevaban frutos agradables y con cuanta dureza y claridad hubo de reprenderles diciendo: ¡Ay de vosotros Escribas y Fariseos hipócritas! porque limpiáis lo de fuera del vaso y del plato, pero de dentro estáis llenos de robo y de injusticia. (Mateo Cáp. 23 vers. 25). Pero sí con amargura lloró por aquellas vides, también dio un testimonio con gozo, diciendo de Natanael: "He aquí un verdadero israelita, en el cual no hay engaño"; pues éste como sarmiento apegado a la vid, oraba siempre con fe tratando de dar un fruto agradable a Dios. Todo ser que reconozca que Jesús es la Vid verdadera y desee que la savia bendita de ella, aliente su vida para dar fruto agradable, ha de estar como pámpano apegado al tronco, para obtener de Él la sustancia necesaria, porque separada de la Vid es imposible dar frutos de Dios. Es necesario entonces, hacer nuestro testimonio que Jesús diera de Natanael, orando con fe, deponiendo nuestras personalidades, dejándonos podar por el Labrador, para así experimentar el gozo de la promesa cumplida: "Yo en ellos y tú en mi, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos, como también a mi me has amado. (San Juan Cáp. 17 vers. 23).
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Hermanos, es el momento de servir a Dios, porque: No me elegistéis vosotros
a mí; mas yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, Él os lo de". (San Juan Cáp. 15 vers. 16).