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Habla el Concilio
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costado de Cristo dormido en la cruz nació el sacramento admirable de la Iglesia entera"
(SC 5).
El decreto sobre las misiones -Ad Gentes- cita en los números 1 y 5 lo que asienta la
Lumen Gentium. No cabe duda de que esta definición que hace de sí misma la Iglesia nos
cuestiona y nos obliga a profundizar su naturaleza y su misión.
San Pablo usa la palabra griega mysterium para indicar el plan de salvación que Dios va
revelando: "me fue concedida la gracia de anunciar a los gentiles la inescrutable riqueza
de Cristo, y esclarecer cómo se va realizando el misterio escondido desde siglos en Dios"
(Ef 3, 8).
A partir del segundo siglo, la palabra latina sacramentum se usa para traducir el término
griego mysterion. Tertuliano utiliza esta palabra refiriéndose solamente al Bautismo y a la
Eucaristía. Desde entonces se emplea para indicar los signos que comunican la gracia
santificante.
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Cómo la Iglesia es Sacramento
No se trata de un octavo sacramento que añadió el concilio, más bien nos descubre la raíz
de donde, por voluntad de Cristo, brotan los siete sacramentos.
Para aclarar esto, conviene detenernos un momento sobre la primera forma usada por el
texto conciliar: "La Iglesia es en Cristo como sacramento" (LG 1). Se trata de una
semejanza, de una analogía. Al hablar, no se usa la palabra sacramento en sentido
estricto, sino en sentido amplio.
No obstante, hay que tener presente que el mismo Concilio, más adelante, supera esa
preocupación de aclarar para no caer en el error y declara: "La Iglesia es sacramento
universal de salvación" (LG 48).
Esto nos obliga a buscar, más allá de la forma, el sentido que tiene su contenido.
Ella es el "Cuerpo de Cristo", la "esposa inmaculada del Cordero", el "pueblo de Dios" ...
Está en función a la acción salvadora de Cristo. Y así, como Cristo es el sacramento del
Padre, la Iglesia es, análogamente, el sacramento de Cristo.
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Sacramento de Comunión y Participación
Los documentos de Puebla nos dan una grande aportación sobre la acción de Cristo en su
Iglesia referente a la comunicación de los hombres y a su participación en la vida
trinitaria. Es suficiente citar algunos párrafos que tratan de este tema para formarnos una
idea.
Antes de este texto, encontramos descritas las raíces desde donde brota nuestra
comunicación y participación:
"Cristo nos revela que la vida divina es comunión trinitaria. Padre, Hijo y Espíritu viven,
en perfecta intercomunión de amor, el misterio supremo de la unidad. De allí procede
todo amor y toda comunión, para grandeza y dignidad de la existencia humana" (DP 212).
-"Por Cristo, único Mediador, la humanidad participa de la vida trinitaria. Cristo hoy,
principalmente con su actividad pascual nos lleva a la participación del misterio de Dios.
Por su solidaridad con nosotros, nos hace capaces de vivificar nuestra actividad con el
amor y de transformar nuestro trabajo y nuestra historia en gesto litúrgico" (DP 213).
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son las principales fuentes de salvación con las cuales la Iglesia ofrece a los hombres los
más eficaces medios para llegar a la patria definitiva. Estos medios engendran hombres e
instituciones que inciden profundamente en la orientación de la historia de los hombres.
Conviene descubrir la importancia de estas dos fuentes para empaparse bien de sus
energías y ser así miembros vivos y fuertes de esta Iglesia, que Dios quiere que sea
sacramento de salvación para todos los hombres.
En el primer curso experimentamos la fuerza que tiene la Palabra de Dios para cambiar
las mentes y los corazones de los hombres.
Vale la pena que veamos el aprecio y el uso que hace la Iglesia de este tesoro, teniendo
presentes algunos textos del Concilio.
A través de esta palabra divina, la Iglesia descubre los auténticos valores humanos, los
hace conocer, y, si es el caso, los defiende con valentía.
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La primera e insustituible acción salvadora de la Iglesia es el anuncio de la Palabra de
Dios a todo el mundo. Se trata de una tarea difícil y comprometedora: difícil, por el
rechazo que el mundo opone al evangelio; comprometedora, porque esta predicación
exige ser acompañada por el testimonio. Pero, a esta dificultad hay que contraponer, para
animarnos, la eficacia que ella tiene: "La Palabra de Dios es viva y eficaz, más penetrante
que una espada de doble filo" (Heb 4, 12). También el Concilio nos subraya esta fuerza
cuando dice que "es tan grande el poder y la fuerza de la Palabra de Dios, que constituye
sustento y vigor de la Iglesia, firmeza de fe para sus hijos, alimento del alma, fuente
límpida y perenne de vida espiritual (DV 21).
Es una lástima que muchos católicos no hayan descubierto todavía el poder que tiene la
Palabra de Dios, para hacer abundante uso de ella.
El mundo cambiará en la medida en que perciba y acepte este mensaje divino. Todos los
que hemos escuchado la Palabra de Dios sabernos, por experiencia, que esta afirmación
es verdadera, porque ha producido en nosotros cambios profundos. Si antes se vivía en la
desesperación, en la agresión, en el odio y en el pesimismo, ahora brilla la vida en el
esfuerzo de superación y en las obras de amor. Todo cambia cuando se compone el
interior del hombre.
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La Palabra de Dios es bálsamo, vigor, luz ... es pureza. Es Cristo que viene y lo hace todo
nuevo.
Es verdad que no todos están capacitados para el anuncio de la Palabra de Dios; pero
todos podemos colaborar con el testimonio y con el esfuerzo de convencimiento para
facilitar a los hermanos su encuentro con el mensaje de salvación.
Sale sobrando recordar que ninguno está autorizado para interpretar la Sagrada Escritura
a su gusto. Es fundamental ser dóciles a las directrices de la Iglesia.
Como hemos anotado al principio de esta lección, la otra forma de como la Iglesia
santifica a los hombres es administrando los siete Sacramentos. Estos son signos
sensibles para significar y producir la gracia.
Los momentos más importantes de nuestra vida están marcados con un encuentro más
profundo con Cristo, mediante
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la recepción de un Sacramento. Así tenernos el Bautismo que nos consagra como hijos de
Dios; la Confirmación, signo de la fortaleza, que nos ayuda a llegar a la madurez
cristiana; la Eucaristía, que nos alimenta con el Cuerpo de Cristo; la Reconciliación, que
sana nuestras heridas, reconciliándonos con Dios y los hermanos; el Matrimonio, que
consagra el amor de los que quieren fundar un hogar; la Ordenación Sacerdotal, que
habilita al hombre para el servicio sagrado; la Unción de Los Enfermos, que nos auxilia en
los momentos de enfermedad. De paso anotamos la importancia que tiene la
evangelización para prepararse a una mejor comprensión y aprovechamiento de los
Sacramentos.
Estas riquezas de gracia divina merecen un estudio más detenido y profundo: esto
constituye el contenido de otro curso de evangelización sobre las Sacramentos.
Examinemos brevemente estos cuatro atributos que indican los rasgos esenciales de la
Iglesia y de su misión, entresacando algunos párrafos del Catecismo de la Iglesia Católica.
1. La Iglesia es Una
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a todos los hombres con Dios ... restituyendo la unidad de todos en un solo pueblo y en
un solo cuerpo" (LG 78, 3).
Estos dos motivos, presentados por el Concilio nos hacen entender que pertenece a la
esencia misma de la Iglesia ser una.
Hay que notar que esta unidad no excluye la diversidad de dones, cargos, condiciones y
modos de vida.
Pero la unidad de la Iglesia peregrina está asegurada por vínculos visibles de comunión:
a) la profesión de una misma fe recibida de los Apóstoles; b) la celebración común del
culto divino, sobre todo de los sacramentos; c) la sucesión apostólica por el sacramento
del Orden que conserva la concordia fraterna de la familia de Dios. (CIC 815).
2. La Iglesia es Santa
El Concilio nos dice por qué la Iglesia es santa, no obstante albergue en su seno
pecadores: "La fe confiesa que la Iglesia ... no puede dejar de ser santa. En efecto, Cristo,
el Hijo de Dios, a quien con el Padre y con el Espíritu se proclama 'el solo Santo', amó a
su Iglesia como a su esposa. El se entregó por ella para santificarla, la unió a Sí mismo
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su propio cuerpo y la llenó de Espíritu Santo para gloria de Dios" (LG 39).
La Iglesia, unida a Cristo, está santificada por El; por El y con El, ella también ha sido
hecha santificadora. Todas las obras de la Iglesia se esfuerzan en conseguir la
santificación de los hombres en Cristo y la glorificación de Dios (CIC 824).
3. La Iglesia es Católica
La Iglesia es católica por dos motivos: porque posee integralmente la verdad, que es
Cristo, y porque es enviado a todos los hombres.
Respecto al primer motivo, San Ignacio de Antioquía enseña: "Allí donde está Cristo
Jesús, está la Iglesia católica. En ella subsiste la plenitud del Cuerpo de Cristo unido a una
Cabeza (CIC 830).
Aquí hay que anotar que cada una de las Iglesias particulares es "católica" por los dos
motivos enunciados arriba y por su comunión a la Iglesia de Roma "que preside en la
caridad" (Sn. Ignacio de Antioquía). San Ireneo nos da la razón de esta última afirmación:
"Porque con esta Iglesia en razón de su origen más excelente debe necesariamente
acomodarse toda Iglesia, es decir, los fieles de todas partes" (CIC 834).
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Quién pertenece a la Iglesia Católica
El Catecismo de Iglesia Católica en sus números 836-839 presenta la doctrina del Vat II.
He aquí los textos:
"Todos los hombres, por tanto, están invitados a esta unidad católica del Pueblo de Dios
... A esta unidad pertenecen de diversas maneras o a ella están destinados los católicos,
los demás cristianos e incluso todos los hombres en general llamados a la salvación por la
gracia de Dios" (LG 13).
"La Iglesia se siente unida por muchas razones con todos los que se honran con el nombre
de cristianos a causa del bautismo, aunque no profesan la fe en su integridad o no
conserven la unidad de la comunión bajo el sucesor de Pedro" (LG 15). "Los que creen en
Cristo y han recibido ritualmente el bautismo están en una cierta comunión, aunque no
perfecta, con la Iglesia católica" (UR 3). Con las Iglesias ortodoxas, esta comunión es tan
profunda "que le falta muy poco para que alcance la plenitud que haría posible una
celebración común de la Eucaristía del Señor" (Pablo VI, discurso 14 diciembre 1975;
cf UR 13-18).
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Los que todavía no han recibido el Evangelio también están ordenados al Pueblo de Dios
de diversas naciones (LG 16).
Más adelante el "Catecismo de la Iglesia Católica" aclara la suerte que espera a los que
ignoran el Evangelio y la obligación que tiene la Iglesia de evangelizar:
"Aunque Dios, por caminos conocidos sólo por Él, puede llevar a la fe, sin la que es
imposible agradarle (Hb 11, 6), a los hombres que ignoran el Evangelio sin culpa propia,
corresponde, sin embargo, a la Iglesia la necesidad y, al mismo tiempo, el derecho
sagrado de evangelizar (AG 7).
4. La Iglesia es Apostólica
La Iglesia es apostólica en el sentido que procede de la que Cristo fundó sobre los
apóstoles, cuenta con la enseñanza de ellos y está dirigida por el Papa y los Obispos que
son sucesores de Pedro y de los otros apóstoles.
Estas notas dan garantía de su autenticidad histórica y doctrinal. En los primeros siglos
del cristianismo se le daba mucha importancia a estos elementos para distinguir la
auténtica Iglesia de Cristo de las contaminadas por las herejías. Nadie tiene el derecho de
fundar una nueva Iglesia y llamarla cristiana si ésta no es la que él fundó.
La Iglesia es Misionera
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En los últimos años, el Papa Juan Pablo II ha insistido sobre la necesidad de que todos los
cristianos sientan esa vocación de trabajar con denuedo para la evangelización.
Conclusión
Esta es nuestra Iglesia, éstos somos nosotros si vivimos nuestra vocación de cristianos en
la comunidad que Cristo fundó:
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PRINCIPALES CONCEPTOS DE ESTA LECCION
1. Con cierta insistencia y claridad, el Concilio nos presenta a la Iglesia como sacramento
de salvación.
2. La palabra sacramento quiere decir signo que significa y produce la gracia y plan de
salvación que Dios ha revelado.
3. La Iglesia es signo e instrumento de la unión íntima con Dios y todos los hombres entre
sí. Es Cristo quien realiza esta misión de comunión universal y de participación trinitaria,
mediante la Iglesia.
4. La Iglesia salva a los hombres principalmente con estos dos medios: predicando el
evangelio y administrando los sacramentos.
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PRINCIPALES CONCEPTOS DE ESTA LECCION (cont.)
7. El Catecismo de la Iglesia nos demuestra porqué la auténtica Iglesia debe ser: una,
santa, católica y apostólica.
8. La Iglesia es esencialmente misionera, y, por lo tanto, todos los que forman parte de
ella deben sentir la importancia de participar en la evangelización.
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