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NOTAS CRÍTICAS
ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE UNA ENTREVISTA
CON EL LINGÜISTA DEREK BICKERTON
MADRID
2009
Hace unos siete años, estando en Barcelona, en el doctorado
de lingüística aplicada de la Universidad Pompeu Fabra, he
publicado en la www.en.red.ando.com un artículo sobre el Código
General de las Lenguas. Allí se publicó al mismo tiempo, una
entrevista con el lingüista DEREK BICKERTON,
sobre el mismo tema. Sería conveniente revisar hoy las ideas allí
expuestas.
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Son los mismos elementos, que luego se usan para “crear”,
“formar” y “ordenar” una lengua “nueva” y los mismos ladrillos
de la torre de Babel se ordenan de una forma distinta, las mismas
columnas se sitúan en lugares diferentes, y los mismos pasadizos
frecuentan el laberíntico trayecto de las palabras.
Es sorprendente saber que en las miles de lenguas que hoy
se están hablando sólo se usan dos categorías sonoras, las vocales
y las consonantes.
A la vez, sólo existen cinco consonantes fundamentales,
obligatorias para toda lengua: B, G, D, L, M. No hay lengua
natural que no las posee, al menos en forma de una de sus
variantes.
Para B, las variantes más conocidas, ya que hay otras más,
son F, V y P. Para G, las variantes son: C, J, K, Q, S, X, Z, a pesar
de que los alfabetos y los diccionarios nos han acostumbrado con
la falsa información de que hay más de cuarenta. Algunas
variantes alfabéticas son meramente ortográficas e históricas,
como la Q o la J. En esa gama de variación sonora encontraremos
una gran cantidad de otros “sonidos”, cuyo número se sospecha
ser incalculable, para no decir infinito. Los lingüistas los han
llamado “rasgos”
Las vocales, a su vez, poseen un grupo mínimo obligatorio
en todas las lenguas naturales, vale decir habladas por el ser
humano, un famoso – para los lingüistas – triángulo mínimo: A,
E, I. Por esta razón, los verbos en castellano sólo terminan en –
AR, -ER, -IR. Todos sabemos que en español no hay verbos que
finalicen en –OR y –UR.
No obstante, el grupo mínimo de consonantes obligatorias es
de cinco. Nuestro alfabeto es, en realidad, la suma de las variantes
de ocho sonidos fundamentales – A, B, G, D, L, M, I, H. Entre
todos ellos, el sonido, o son, H, puede hacer las veces de vocal y
también de consonante. Aún así, las veinticinco letras alfabéticas
poseen un valor mucho más profundo que el valor que se les
acostumbra asignar en las ciencias del lenguaje. Todos estos
sonidos “alfabéticos” son, en realidad, correlatos de los veinte
aminoácidos del ADN y de las cinco bases que se usan para
escribir el genoma humano.
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La quinta base, el uracilo, interviene, para intercambiar
información genética, a través del ARN, el ácido ribonucléico.
Detrás de todas las lenguas, hay una suerte de Genomio, y
no “genoma”, lingüístico, el ZOEMA humano, un código
universal que llamaremos,”general”, en honor a la discreción
terminológica. Todas las lenguas usan las mismas herramientas y
los mismos materiales. Este código es similar al código genético,
posee sesenta y cuatro módulos, llamados “odones” o “caminos”,
equivalentes a los sesenta y cuatro “codones” del libro de la vida.
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Hasta tanto, hay un largo camino de aceptación y
consideración sincera y recíproca de las lagunas que actualmente
separan a los lingüistas de los genetistas, para eliminar la
desestimación y la desinformación de sus investigaciones, tanto
por parte de unos, como por parte de otros. Estas lagunas se
pueden conquistar con la utilización de los avances lingüísticos en
la genética y por otra parte, con el uso y aplicación de los
descubrimientos genéticos en las ciencias del lenguaje. En el
IULA, el Instituto Universitario de Lingüística Aplicada de la
Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, se estaba trabajando
hace unos años, bajo la dirección de Teresa Cabré, en un Corpus
del Genomio Humano. Ellos lo llaman GENOMA.
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Por su parte, los teólogos modernos están aún más perdidos
que los científicos ya que no saben cómo compaginar la tradición
religiosa con los actuales descubrimientos genéticos de la vida.
Nos encontramos en uno de los momentos más interesantes de
nuestra cultura y el clamor general surge desde la calle, para que
estos dilemas y desatinos se resuelvan con sinceras declaraciones
de buena fe y deseo de superar todo malentendido. La
epistemología genética debe considerar la existencia de una
ontología para que la ciencia sea completa, total, trascendente y
no como lo demuestra ser actualmente, analítica, parcial y
limitante. La ciencia es de todos, no sólo de los especialistas y
como tal, debe ser objeto de planteamientos públicos en los cuales
los criterios más claros puedan ser comprendidos por cualquier
persona interesada en la aventura humana.
Por lo tanto, he aquí un paso, aunque sea breve, para un gran
camino hacia la investigación de la existencia.
Daniel Medvedov
Semiólogo, Lingüista, Doctor en Filosofía, hace unos años, miembro de los estudios del doctorado en
lingüística de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona.
Repaso esta entrevista realizada hace 4 años a uno de los expertos mundiales en
lingüística, Dereck Bickerton, y me asombro de algunas de las cosas que cuenta.
COMENTARIO
Explica las diferencias que hay entre los humanos y los primates para adquirir el
lenguaje, dice que el cerebro humano tiene una especie de algoritmo que se desarrolla
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a medida que crece el niño y que no estamos tan lejos de escuchar cómo las máquinas
nos hablan con sentido.
COMENTARIO
Primero que todo, los “primates” no adquieren ningún lenguaje. Poseen ya, “su”
lenguaje, lenguaje que nosotros desconocemos, pues nuestras comunicaciones con
ellos son idióticas. Estamos muy lejos de “escuchar a las máquinas hablarnos con
sentido” pues nadie, con la excepción del que comenta, conoce el código lingüístico.
Digo esto en un modo rústico, para ver si alguien se atreve, u osa decir que tal
declaración es incierta. En dado caso, espero que la persona que lo diga, ofrezca SU
código, o nos diga dónde se encuentra o cómo podemos encontrarlo.
COMENTARIO
Gracias Karma, disfrutaremos, con tu anuencia
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COMENTARIO
COMENTARIO
Eso se parece a la ironía de Jonatan Swift acerca de la idea de cargar un saco con las
cosas sobre las cuales queremos hablar, y ahorarnos así las palabras, con sólo
mostrando los objetos
Porque si los tenemos delante, ¿para qué hablarles? ¡Puedes verlos! Y tampoco estos
sonidos o llamadas se refieren a cosas que hacen los que les rodean, como sí hacen los
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humanos. Así que, las llamadas de los animales, de los primates, se diferencian mucho
de las unidades de comunicación humanas.
Las llamadas de los simios no se pueden unir para hacer una frase, no se pueden coger
dos y añadir un significado distinto. Esta es la principal característica del lenguaje
humano: que podemos colocar un predicado en una frase. Es decir, se escoge un objeto
y se hace un comentario. Por ejemplo: “El vaso se ha roto”. Y eso no ocurre en ningún
sistema de comunicación.
COMENTARIO
P: En todo este tiempo transcurrido, desde las primeras llamadas de los simios hasta
hoy, ¿qué procesos evolutivos han habido en el lenguaje?
R: Yo creo que, por lo menos, dos o tres bien destacados. Podríamos hablar de tres
procesos o fases: la primera, es la que he llamado 'protolenguaje', que emplea los
símbolos como palabras pero sin estructura, colocados de cualquier manera, sin reglas.
Los propios primates son capaces de funcionar con este lenguaje, se ha demostrado con
chimpancés y con los bonobos. Las investigaciones de Sue-Savage Rumbaugh van en
este sentido. Otros lo han hecho con loros. No es una imitación sin sentido, es posible
enseñarles un lenguaje simbólico, pero simple. Los delfines funcionan igual.
Cualquier especie que tenga una capacidad mental, que tenga un cerebro
proporcionalmente grande puede aprender este lenguaje. Pero, los humanos somos los
únicos que lo hemos desarrollado solos, sin instrucción alguna. Eso es lo que nos
diferencia en esta primera fase del resto de animales. Tal vez, los marcianos
descendieron a la Tierra y nos lo enseñaron…. (risas) pero no lo creo. Esta es la primera
fase, parecido a un ‘pidgin’, es decir, el lenguaje inicial que surge entre individuos con
idiomas distintos y que necesitan comunicarse reiteradamente.
. COMENTARIO
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P: ¿Cuáles son las características de la segunda fase evolutiva del lenguaje?
R: Hay que añadir a lo que he dicho la estructura, la sintaxis, para que se convierta en
una lengua como la que tenemos. Y eso ocurrió porque empezó a operar encima del
'protolenguaje' un patrón de la frase que contenía un verbo que indica una acción o
estado o acontecimiento. Y los participantes de estas acciones, se necesitaban expresar
de algún modo. Porque si yo duermo, sólo estoy yo. Para romper algo, utilizo dos
elementos: el que rompe y lo que se rompe. Hay otra clase de verbo, el de acción, que
necesita tres participantes por lo menos: uno que da, el que recibe y la cosa dada. Así
que todos los verbos del mundo, en cualquier lengua, siguen alguna de estas pautas de
diferentes acciones en función del tipo de elementos a unir.
P: Explíqueme algo más de las diferencias entre ese 'protolenguaje' inicial y el lenguaje
que utilizamos diariamente
R: El 'protolenguaje' no tiene necesidad de seguir ningún patrón. Ésta es la principal
diferencia. El lenguaje tiene que cumplir con esos deberes, si es un verbo de siete
elementos, de meter el número debido de participantes en la frase. Y eso da estructura.
También, podemos meter una frase dentro de otra: "Da este vaso al hombre que viste el
otro día". Y así, podemos hacer una gran frase, con otras pequeñas dentro. En cambio,
lo que se cuenta en el 'protolenguaje' son cosas cortas porque no tienen estructura y no
hay más que tres o cuatro unidades o palabras. No me dice quién ha hecho tal cosa. Lo
bueno del lenguaje es que si oímos una frase automáticamente sabemos qué pasó, el tipo
de acontecimiento, quién lo hizo, si hay un objeto de la acción, quién era el objeto o qué
era. Eso lo sabemos sin esfuerzo alguno, ése es el milagro, la maravilla del lenguaje.
Cuando se impuso ese patrón encima del 'protolenguaje' apareció el lenguaje que es casi
como el que utilizamos ahora. Casi…
COMENTARIO
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apareció la estructura que estas palabras tenían que marcar. Tres fases evolutivas,
entonces, del desarrollo del lenguaje.
P: En aquel momento, cuando nada cambiaba durante miles de años, debió ser muy
complejo empezar a verbalizar palabras, iniciar una comunicación. ¿Se sabe cómo fue?
R: Fue dificílisimo, al principio, iniciar el lenguaje porque para hacerlo los
pensamientos han de salir de dentro hacia fuera. Y en toda la vida de los animales, desde
hace casi 4 mil millones de años, todo ocurría de fuera hacia dentro: el animal piensa,
busca comida, observa si algo es peligroso y luego hace algo. La información viene de
otra parte. Con el lenguaje la información sale de adentro.
Debieron cambiar —para entendernos— todos los cables de la mente, los axones que
unen en el cerebro una neurona con otra. El cerebro es un lugar ruidoso, nunca está
tranquilo. Todas las neuronas están en constante funcionamiento y cuando algo exterior
afecta —por ejemplo, el órgano de la visión, cuando algo pasa por delante nuestro— el
cerebro funciona más rápidamente y luego más lentamente cuando desaparecen los
estímulos.
COMENTARIO
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Una oración tarda en crearse unos segundos y un segundo en nuestro cerebro es un
largo período. Entonces, para mantener una señal sin que falle sobre un período largo
necesita muchas neuronas.
Y ésta fue la analogía de Calvin que me impresionó mucho. Si estás en un coro de
cuatro o cinco personas y uno de ellos canta mal se identifica enseguida. Pero, en
cambio, si hay un coro de un centenar de personas y cinco o seis no cantan bien, no se
nota en el resultado final porque los que desafinan están camuflados entre el coro.
Ocurre lo mismo con el cerebro: si hay unas pocas neuronas enviando un mensaje, éste
tal vez se pierda o extravíe. Pero si hay muchas neuronas que hagan la misma señal,
entonces sí que pueden resaltar encima del ruido habitual del cerebro, escucharse y
cambiar algún órgano del mismo hasta conseguir que salga una frase. Es lo que llama
los “coros cerebrales”, conjuntos de nervios moviéndose al mismo ritmo. Y para lograr
esto hay que tener un cerebro de un tamaño suficiente, porque todo nervio tiene su tarea
y no hay espacio en el cerebro que se pueda reclutar para ayudar a hacer el mensaje…
Ya hay muchos investigadores que son capaces de ver en imágenes lo que ocurre por
dentro de nuestro cerebro, se puede ver la concurrencia de la sangre, se sabe que cuando
haces una tarea necesitas sangre que corra hasta los puntos activos. Pero si esta tarea se
complica, la zona que está actuando se expande y se hace más grande. Ya sabemos
mucho más de lo que pasa dentro de nuestra cabeza, gracias a la técnica moderna.
P: ¿Hay alguna manera de fechar estas tres fases de la evolución de nuestro lenguaje?
R: Más o menos se pueden fechar. Creo que hace dos millones de años, cuando la
especie empezó a hacer los útiles líticos, quizás apareció un tipo de 'protolenguaje'
sencillísimo, sin ninguna estructura, con un vocabulario de una docena de señales que,
gradualmente, fue a algo mayor. Pero sin ninguna estructura, supongo que el
vocabulario aumentó.
Lo difícil era que no se podía hacer una frase larga, porque sin estructura con cada
palabra que intentaban expresar era doble la ambigüedad. ¿Por qué? Porque no se sabe
automáticamente qué hace la cosa ni quién la hace, etc. Eso limita la longitud de la frase
sólo hasta tres o cuatro palabras. Cuando apareció la sintaxis ocurrió sólo en nuestra
especie. Calculo que eso fue hace unos 150 mil años.
COMENTARIO
Pero esto es puramente especulativo. Las razones para pensar esto es que durante
mucho tiempo no cambiaron los útiles hasta que se observa una variedad y un adelanto
tecnológico, y eso ocurrió sólo en nuestra especie, como dije antes. Esto, de una manera
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u otra, debe reflejar la cultura técnica, el estado de ánimo y el cerebro de esta criatura. O
sea, que si son sencillos los útiles es sencillo el aparato mental que tiene. Así que tuvo
que ocurrir algún cambio en el cerebro.
Pero, la tercera fase todavía es más especulativa. Creo que fue cuando tuvo lugar la
diáspora de los humanos, cuando abandonábamos Africa para entrar en Europa y Asia y
todos los demás sitios. ¿Por qué? Porque la manera de marcar la estructura es muy
diferente en los lenguajes. Mi tesis es que si hubieran estado todos los humanos en el
mismo sitio durante más tiempo, el lenguaje actual hubiera sido un proceso automático,
se hubiera convertido en algo genético como el 'protolenguaje', como la sintaxis antes se
había convertido en algo innato en el plan biológico de la base humana. La manera de
marcar la estructura básica es igual en todas las lenguas, pero la manera de marcar los
órdenes de las palabras que se emplean para indicar relaciones gramaticales son
diferentes en las lenguas del mundo. O sea, si hay tanta variedad en este aspecto del
lenguaje, pensamos que no se fijó en el momento de la diáspora sino cuando ya se
perdió el contacto entre unos y otros.
COMENTARIO
Eso de “adquirir” la lengua está por verse. ¿Cómo se puede dar por sentado que
hemos “adquirido” nuestra lengua materna?
R: Los niños nacen con un sentido de la estructura. El cerebro humano tiene una especie
de algoritmo que se desarrolla a medida que crece el niño. Desde el momento de nacer
tienen el sentido de un sonido lingüístico, de un sonido cualquiera.
Diferencian entre sonidos distintos. Después, transcurrido un año ya puede decir
algunas palabras. Con 15 o 18 meses pueden juntar un par de palabras, pero sin
estructura alguna, es muy parecido a un ‘protolenguaje’. Y ya siguen las reglas del
idioma que van a aprender. Si viven en España, saben que los adjetivos siguen a los
nombres y si está aprendiendo inglés que ocurre exactamente al revés. El orden básico
ya lo tienen asumido. Es a partir del segundo año, a los 25 o 26 meses, cuando empieza
a funcionar esa máquina sintáctica, que es un algoritmo del cerebro para hacer frases.
Lo único que tienen que hacer es aprender cuáles son las palabras. Ellos saben que hay
varias funciones en las palabras, como que algunas indican el tiempo de la acción:
presente, pasado o futuro. Y buscan este orden para sus frases. Esto les lleva unos
cuantos años. Hasta los 4 o 5 años quizás no tienen dominio sobre la lengua, pero
cuando la máquina sintáctica se pone en marcha, salen todos los tipos principales de
oración en cuestión de semanas o meses.
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P: Los científicos están buscando como un principio unificador de las fuerzas que rigen
el Universo. ¿Cree que existe una fuerza unificadora del lenguaje?
R: Existe ya un código universal.
COMENTARIO
Las diferencias entre las lenguas actuales son más aparentes que reales porque en las
partes fundamentales se parecen tanto que hay muchos lingüistas que dicen que sólo hay
un lenguaje, pero que éste tiene muchos dialectos. Tal vez es algo extremo, pero han
demostrado que existen principios en común entre todas las lenguas del mundo.
Podemos afirmar que, ya ahora, tenemos una única lengua. Pero en las cosas más
superficiales, como los sonidos que emplean (la lengua hawaiana sólo tiene 13 sonidos,
pero en Rusia algunas cuentan con más de 70), hay diferencias así que pueden parecer
enormes, pero también hay semejanzas muy profundas.
P: Usted cree que existe una gramática universal, y que estamos muy cerca de
descubrirla. ¿Qué nos falta?
R: Lo que yo creo que nos falta es desembarazarnos de algunos conceptos gramaticales
que hemos tenido, hacer la estructura lo más sencilla posible, liberándonos de
proposiciones y otros elementos.
Estoy escribiendo un libro que explica esta teoría, y que justifica que necesitamos tres
reglas: primero, que se conozcan las condiciones para unir palabras; segundo, cumplir
con un patrón donde el verbo esté en el centro y los participantes —como una
constelación— a su alrededor: y, tercero, la capacidad para establecer secuencias de
frases, unas dentro de otras. El cerebro tiene mecanismos suficientes para saber el orden
en que llegan las palabras. Con estas tres reglas puede existir una gramática universal.
Con esto y nada más. Quizás esté confundido, no lo sé.
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añadirán complementos.
COMENTARIO
Con todo el merecido respeto, tanto a Karma Peiró, como al Sr. Derek
Bickerton, aquí, o hasta aquí, no hay nada que se parezca a un artículo
sobre el código universal de las lenguas, ni de lejos. Por lo menos, si no
estoy errado, a esto se refería el tema del artículo.
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P: Explíqueme algunas de las investigaciones en las que usted participa para conseguir
que las máquinas puedan entender nuestro lenguaje y en qué estado de desarrollo se
encuentran.
R: Creo que todo va a depender de si logramos descubrir los principios de la estructura
lingüística. Si lo conseguimos, podremos meter el algoritmo en el cerebro de un robot.
Tengo colegas en Budapest que, en este momento, están esperando subvenciones de la
UE para investigar esta posibilidad. Esto puede ocurrir antes de lo que pensamos.
COMENTARIO
Obviamente, no hay nada que se parezca, ni de lejos, a la posibilidad de
que las máquinas “entiendan”, sin que se conozca el código lingüístico.
Lo que actualmente es llamado así por los lingüistas, no es más que un
conjunto de reglas.
P: Usted ha comentado que Internet es sólo un canal más sobre el que expresar nuestro
lenguaje. Pero, ¿no podríamos verla también como un ingenio que hemos creado los
humanos para aunar todas las lenguas del mundo? ¿Un espacio que sirviera de pasarela
a todas las lenguas?
R: Francamente, yo no veo cómo puede solucionar las cosas la existencia de Internet. Es
cierto que tiene muchas ventajas, pero no para que vaya a solucionar ninguno de los
grandes planteamientos que nos estamos haciendo desde hace años los investigadores de
esta área.
P: ¿Se sabe de qué manera funciona nuestro cerebro cuando entra en un entorno virtual,
no necesariamente sólo con la lengua hablada sino también a través de iconos, sonidos,
multimedia, etc.?
R: Sí, hay muchas otras formas de comunicarnos, pero siempre vamos a parar al
lenguaje. Todo depende de éste. Los primates son muy ágiles con las manos, por eso ha
sido posible enseñarles un poco del lenguaje simbólico. Sin embargo, nunca han pintado
algo representacional. O sea, una imagen de las que corren por Internet. Antes de
colocar algo en la Red hay que crearlo. Los primates han hecho pinturas abstractas, pero
nunca han llegado al nivel de representación de un niño pequeño (por ejemplo, los niños
de 3 o 4 años ya pueden pintar cosas cuya representación, sin ser muy clara, indica que
es una casa, un animal, una persona, etc.). Cuando es posible hacer esto, lo podemos
transmitir de muchas maneras. Pero yo creo que esta capacidad debe depender del
lenguaje, porque si uno no tiene lenguaje no tiene el poder de hacer imágenes
representacionales. Hay muchas maneras de comunicarnos pero todas dependen del
lenguaje.
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P: Según lo dicho, para usted Internet es otro canal de comunicación, y la comunicación
que se produce en ella no tiene una trascendencia especial.
R: Sí, exacto, es eso.
P: Sin embargo, esta comunicación virtual es diferente de la que hemos tenido hasta
ahora…
R: Sí, sí, es diferente pero es, sencillamente, otra forma de hacerlo y todavía no lo veo
como algo revolucionario que cambia todo.
P: ¿No cree que cuando pasamos de hablar con alguien que tenemos a nuestro lado a
una conversación con otra persona (o grupo) que se encuentra en un entorno virtual
ocurra nada relevante en nuestro cerebro?
R: No lo sé todavía, tal vez esté cambiando el cerebro si eso ocurre en una práctica
diaria y constante, pero no lo sé. Tenemos que esperar algo más de tiempo, aunque
francamente yo no soy experto en ese terreno. Utilizo Internet para informarme, enviar
correo, se pueden aprender un montón de cosas que antes no sabíamos, es una
herramienta educativa como nunca habíamos tenido. Pero, que esto suponga un cambio
de calidad de la mente, todavía no lo sé. Influye, claro que va a influir al cerebro, dentro
de un siglo quizás tenga otro tipo de características pero, en este momento, no
contemplo cómo podría ocurrir.
P: en.red.ando tuvo la oportunidad de compartir, el año pasado, una jornada con unos
investigadores que están intentando crear 'el cerebro global', una acumulación de
muchas inteligencias, de muchos cerebros a través de la Red. ¿Qué opina de este
proyecto?
R: Para mí no tiene ningún sentido esta investigación. Nos hemos comunicado durante
miles de años y las noticias de los descubrimientos científicos las hemos recibido
igualmente. Desde siempre, los que querían saber sabían y no tenían Internet. Vale,
ahora las tenemos un poquito más rápido. Pero para tener un cerebro hay que tener un
organismo, por eso no tiene ningún sentido para mí hablar de un “cerebro mundial” que
funcione a través de la Red. No, no lo entiendo.
COMENTARIO
P: Por otro lado, también nos presentaron los avances para conseguir la "Web
Semántica", cuya investigación quiere conseguir que las máquinas aprendan el
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significado de las palabras a través de la semántica, la ontología y los agentes
inteligentes. ¿Esto sí que lo ve más factible?
R: Sí, eso sí. Si pongo un algoritmo dentro de un robot, con un sencillo vocabulario,
creo que logrará hablar con sentido. Aunque también dirá muchas tonterías al principio.
Con el tiempo le podemos ir puliendo esas idioteces, hasta lograr que tenga una buena
semántica. No se cuál será el resultado final, si llegará a tener conciencia.
COMENTARIO
COMENTARIO
Eso del “cerebro humano dentro de la maquina” es, Karma Peiró, una
verdadera tontería. Es mejor, a veces, ahorrarnos nuestras opiniones. Lo
digo con todo el cariño, pero no es bueno respetar las opiniones de los
demás. Sólo una visión merece respeto.
Prospectiva
P: La tecnología siempre ha sido el motor que nos ha llevado a evolucionar más como
especie. Y, en este momento, cada vez la socializamos con más rapidez (el teléfono
móvil es un buen ejemplo). ¿Qué otros grandes cambios podemos esperar para este
siglo XXI?
R: Lo que es seguro es que la evolución biológica ha terminado porque somos
demasiados en el mundo. Y un cambio grande no puede pasar a ninguna especie si son
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muchos. Una mutación entre una población tan grande como la nuestra se perdería entre
los que no la tienen.
Porque al principio, sólo puede afectar a una persona y ésta debería transmitirla a sus
hijos: pero para tener alguna influencia cada uno de ellos debe unirse a otro que haya
asumido esa mutación, etc. Pasados los años, las generaciones se disminuyen y los
efectos de la población desaparecen por completo. Por esta razón creo que un cambio
fundamental del cerebro humano es imposible. La única posibilidad sería que un
desastre natural redujera la población humana a unos centenares de personas. Aunque…
todo es posible.
P: ¿Cómo qué?
R: Este mundo que tenemos pesa demasiado, no puede soportar que seamos 6 mil
millones de personas.
COMENTARIO
¿¿¿¿¿¿¿¿¿??????
No se puede soportar, durante este siglo vamos a ver unos desastres increíbles: como
falta de orden en los Estados, que se hagan anárquicos como ya está ocurriendo;
cambios de clima que conducen a una falta de comida enorme; nuevas epidemias y
enfermedades todavía no conocidas —como existen en áreas remotas de África— y que
se van a extender a las sociedades de Europa y América, etc. Todos estos
acontecimientos van a tener un efecto acumulativo y eso ocurrirá hacia la mitad del
siglo. Me siento bien porque ya no estaré.
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lenguaje y ellos no.
P: De compartir sus ideas, deberíamos hacer oídos sordos a los mensajes de los
gobiernos para traer más hijos a este mundo…
R: Bueno, es difícil responder… porque yo tengo tres hijos y no puedo hablar de esto
porque he contribuido a aumentar la población mundial. Pero debemos tener menos
hijos. Y si los tenemos, no van a disfrutar en la vida y va a ir a peor.
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opinión. Me gustaría mucho estar equivocado.
COMENTARIO
Francamente, sin ninguna valoración del contenido, por lo demás muy
interesante, la entrevista no tiene nada que ver con el Código Universal
de las Lenguas.
* en.red.ando fue una publicación electrónica pionera en Internet. El periodista científico Luis Angel
Fernández Hermana la creó en 1996 y estuvo en activo hasta el verano del año 2004.
Durante 8 años,, en.red.ando acumuló más de un millar de artículos de un centenar de colaboradores
repartidos por todo el mundo, en especial de Latinoamérica. Ya no se encuentra en la Red.
COMENTARIO FINAL
Daniel Medvedov
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