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Etnografía y Observación Participante


Paul Atkinson & Martín Hammerseley
- Paul Atkinson & Marta Hammersley, "Ethonography and participant observation" (110-136). In N.
K. Denzin & Y. Linclon (1998) - Strategie of Qualitative Inquiry. Thousand Oaks, London, N. Delhi: Sage
Publications.

Los métodos etnográficos, confiando substancialmente o en parte en la "observación de


participante, "tienen un largo carrera si algo sondado(chekered) en las ciencias sociales. Han
sido empleados, en varios guises, por los eruditos identificados con una variedad de
disciplinas. En este capítulo no procuraremos una revisión comprensiva de la literatura
metodológica histórica y contemporánea. Algo(Más bien), nos centraremos en varios temas
complementarios que se relacionen con algunas de las fuentes y de las dimensiones de la
diversidad y de la diferencia en la investigación etnográfica, las tensiones recurrentes dentro
de la amplia tradición etnográfica, y las respuestas contemporáneas a éstas.

La definición del término etnografía ha estado sujeto a controversia. Para algunos se


refiere a un paradigma filosófico al cual se... faz una consolidación(compromisso) total; para
otros designa un método que uno utilice a medida que es apropiado. Y, claro, hay posiciones
entre estos extremos.
En términos prácticos, la etnografía se refiere generalmente a formas de investigación
social que tiene un número substancial de las características siguientes:
•un énfasis fuerte en explorar la naturaleza de fenómenos sociales determinados, más bien
que precisar a las hipótesis de la prueba sobre ellas;
•una tendencia a trabajar sobre todo con datos no 'estructurados ', es decir, datos que no se
han sido codificados actualmente la colección de datos, en términos de un conjunto cerrado
de categorías analíticas;
•investigación de un número pequeño de casos, de quizás apenas un caso, detalladamente;
•análisis de los datos que implican la interpretación explícita de los significados y de las
funciones de las acciones humanas, el producto de las cuales toma principalmente la forma
de descripciones y de explicaciones verbales, con la cuantificación y el análisis estadístico
desempeñando un papel subordinado en la mayoría.

La definición de observación participante ha sido menos polémica, pero su significado


no es más fácil de fijar abajo. Una distinción se traza a veces entre observación participante y
observación no participante, (esta) ? el anterior, referido a la observación realizada cuando el
investigador está desempeñando un papel establecido en la escena estudiada. Sin embargo,
aunque es importante reconocer la variación que se encontrará en los papeles adoptados por
los observadores, esta dicotomía simple no es muy útil, no lo menos porque parece implicar
que el observador no participante no desempeña ningún papel reconocido en todos. Éste
puede ser el caso, pero no necesita ser. Más sutil es la tipología cuádruple extensamente
usada:
•observador completo(total),
•observador (como) participante,
•participante como observador,
•y participante completo(total) (Gold, 1958; Junker, 1960).

Incluso esto tiende para ejecutar juntas varias dimensiones de la variación, tales como
el siguiente:
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•si el investigador es conocido para ser investigador por todos los que son estudiados,
o solamente por alguno, o por ningunos;
•cuanto, y lo qué, es sabido sobre la investigación/investigador por quien;
•qué clases de actividades están y cuales no son enganchadas por el investigador en el
campo, y cómo ésta (la o lo) localiza (a él o a ella) ? en lo referente a los varios
conceptos de categoría y de grupo usada por los participantes;
•cuál es la orientación del investigador ; como totalmente (com que parcela) él o ella
adopta consciente la orientación del iniciado(insider) o del forastero(outsider).
Por otra parte, se ha discutido que, en un sentido, toda la investigación social es una
forma de observación participante, porque no podemos estudiar el mundo social sin ser parte
de él (Hammersley y Atkinson, 1983). Desde este punto de vista la observación participante
no es una determinada de la técnica de la investigación mas un modo de estar-en-el-mundo
característico de investigadores.

La etnografía y la observación participante se han demandado para representar un


acercamiento interpretativo únicamente humanístico, en oposición a supuestas(mente)
posiciones científicas " y "positivistas". En el mismo tiempo, dentro de la tradición
etnográfica hay autores abrazando una postura "científica", en oposição a los que rechazan
explícitamente esto en favor de una advogacía(defensa) enganchada/contrat. y de una postura
crítica. El (intertwine)_______ filosófico, ético, y metodológico de los hilos. Satisfacen y se
unen para formar "escuelas determinadas" o subtipos de etnografía; se enganchan con los
diversos movimientos teóricos y 'maneras'? (funcionalismo estructural, interacionismo
simbólico, antropología cultural y cognoscitiva, feminismo, marxismo, etnometodologia,
teoría crítica, estudios culturales, pos-modernismo, etc...). Nunca hay una ortodoxia. Más
bien, hay un proceso constante de oposiciones, de heterodoxias y de herejías sucesivas. Tal
como el etnógrafo en el campo oferece/cultiva a menudo la posición del "nativo/natural
marginal" (Freilich, 1970), así los etnógrafos intentan colectivamente distanciarse, en varias
ocasiones, de versiones de la ortodoxia "de corriente/maestria". Éstos están engarzados? en
los mitos de la creación de la pp etnografía. Se llevan en dirección a discusiones
contemporáneas y diferencias por cima/allá de la metodología. El foco determinado para la
controversia metodológica o epistemológico cambia, por supuesto. Discusiones anteriores se
refirieron a los problemas de la colección de datos, de la inferencia, y del asunto. En las
secciones más últimas de este capítulo examinamos controversias más recientes, incluyendo
ésas referentes al carácter textual de la etnografía y de los problemas de la representación y de
la autoridad asociadas a ésa. Las preocupaciones de moda del pos-estructuralismo y del pos-
modernismo estimularan interese en estas nuevas ediciones y fornecerán nueva inclinación en
temas más viejos. Han dado un nuevo borde crítico a las ediciones metodológicas recurrentes:
las tensiones entre observación desinteresada y la defensa/advocacía política, entre el
"científico" y el " humano", entre el "objetivo" y el "estético." La Etnografía, quizás, nunca
ha sido tan popular dentro de las ciencias sociales. En el mismo tiempo, sus racionales
nunca han sido más conformes a escrutinio y a la revisión críticas.

• Un bosquejo(sketch) histórico.
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Los principios de las modernas formas de trabajo en el terreno etnográfico são


identificadas generalmente con la rotación por los antropólogos sociales y culturales en el fin
del siglo diecinueve y inicio siglo veinte hacia recoger datos de primera mano. Se mira a
menudo como más significativo aquí a Malinowski (1922) trabajador de terreno en las islas de
Trobriand, la distinción de cual laico pone en su preocupación para documentar la vida social
diaria de los isleños (Burgess,1982, pp. 2-4; Kaberry, l957; Richards, 1939; Young, 1979).
Sin embargo, no hay principios simples y uncontroversos en la historia, y algunos
comentaristas han tomado una visión más larga, trazando elementos de la orientación
etnográfica hasta (regressar) al siglo 18 y 19 la filosofía alemana de (Hammersley, 1989), al
renacimiento (Rowe, 1965), y mismo a los escritos de los antigos, por ejemplo, Herodotus
(Wax, 1971).

Aunque en su estilo y sustancia determinados la etnografía es un fenómeno del siglo


XX, su historia temprana puede ser iluminante. Ha sido formada ciertamente por su asociación
con interés occidental en el carácter de las sociedades non-Ocidentales y de los varios motivos
subyacentes que interesan (Asad, 1973; Clifford, 1988; Marcus Y Fischer, 1986). Igualmente,
sin embargo, refleja la influencia del historicismo, una orientación que proviene en grande
parte del renacimiento, pero desarrollado teóricamente en el diecinueveavo siglo como
hermeneutica, el estudio de los principios de entender los textos históricos. En el corazón de
esto estaba un reconocimiento que la gente del pasado era diferente en cultura de la de hoy -de
hecho, ese los que vivieron en diversos períodos de la historia occidental inabitados? diversos
mundos culturales. Esto no es sólo una cuestión de reconocimiento de diferencias, sino
también del juicio que estas diferencias no pueden ser entendidas correctamente
considerándolos en términos de la desviación deplorable de las normas del observador aquí y
ahora o como muestras del atraso cultural. Y no era largo, antes de que este reconocimiento de
diferencias culturales también fuera aplicado por Ocidentais a las sociedades contemporáneas
con sus las propias, especialmente a las culturas nuevamente descubiertas de América del sur y
del este. Más importante de todos, el historicismo planteó el problema metodológico de si
y cómo otras culturas podrían ser entendidas, un problema que todavía(aún) ocupa el
corazón de la etnografía moderna.

Quizás la característica más distintiva del vigésimo siglo a este respecto es el


cresciente reconocimiento de que el problema de la comprensión no está restringido al estudio
de últimas épocas y de otras sociedades -se aplica también al estudio de sus propios
alrededores sociales. La aplicación del método etnográfico de los antropólogos y de los
sociólogos Ocidentais a la investigación de sus sociedades ha sido una característica central de
la ciencia social del vigésimo siglo (Cole, 1977). Además, esto no es sólo una cuestión del
descubrimiento de bolsillos de cultura "tradicional" en las periferias de estas sociedades (por
ejemplo, vea a Arensberg y Kimball, 1940), también implica el reconocimiento de que las
culturas diversas deben ser encontradas en centros metropolitanos (e.g., Hannerz, 1969;
Suttles, 1968; Whyte, l955, 1981).

El ejecutarse al lado y influenciando estes progresos foi la institutionalización de las


ciencias sociales en universidades occidentales, un proceso que visualizaba las crisis
recurrentes, la mayoría de las cuales se centraron en la posibilidad, el carácter, y la
deseabilidad de una ciencia de la vida social. En el diecinueveavo siglo el conflicto fue
trazado entre los que procuraban aplicar un concepción empiricista del método natural
de la ciencia al estudio del comportamiento humano y los que vieron un modelo diferente
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de erudición (scholarship) como apropiado a la humanidades y a las ciencias sociales.


Para ésos/aquellos influenciados por las hermeneuticas, la investigación social era distinta de
ciencia física porque al intentar entender acciones y instituciones humanas podríamos trazar
nuestra propia experiencia y conocimiento cultural, y con esa comprensión del alcance
baseado en lo que compartimos con otros seres humanos, a pesar de diferencias culturales.
Otros han puesto el énfasis en la diferencia entre la preocupación de las ciencias naturales con
el descubrimiento de las leyes universales (es decir una orientación nomotética) y de la tarea
de las ciencias humanas como entender fenómenos determinados en sus contextos socio-
históricos (una orientación idiográfica) (para la discusión de estas posiciones, ver, e.g., Frisby,
1976; Hammersley, 1989; von Wright, 1971).

Ha habido una tendencia para los etnógrafos y otros para mirar atrás en esta historia
para verla como la historia de un conflicto entre dos lados: el paradigma del positivismo en
la una mano contra el paradigma interpretativo o hermenêutico en la otra, con la
etnografía asumido para pertenecer al último (Filstead, 1970; J. K. Smith, 1989; Smith Y
Heshusius, 1986). Esto es un cuadro engañoso, sin embargo. Qué encontramos cuando
miramos más de cerca, es una diversidad de ideas sobre el carácter de la vida social humana y
cómo debe ser entendido, así como sobre la naturaleza del método en ciencia natural y su
importancia al estudio del comportamiento humano. Para ilustrar esta punta que miraremos
abreviadamente a las dos de las fases dominantes en el desarrollo de la etnografía en el
vigésimo siglo: el trabajo de los fundadores de la antropología moderna y de la de la escuela
de Chicago de la sociología.

Diferencia poco para nuestros propósitos aquí quién uno toma como la figura
dominante en la fundación de la antropología moderna. Los tres de los candidatos principales
-Boas, Malinowski, y Radcliffe-Brown -fueron confiados a la antropología como ciencia, no
obstante quizás como clase especial de ciencia. Y la etnografía era central a su idea de que era
científico sobre el trabajo antropológico: Implicó la colección de información de primera
mano por el antropólogo y la descripción de las características sociales y culturales de
sociedades "primitivas" existentes -- en contraste con tentativas de deducir su historia o de
juzgarlas en términos del nivel evolutivo. En otras palabras, la motivación primera de parte
de los tres fundadores era el rechazamiento de la especulación en favor de la
investigación empírica, un tema que ha sido siempre una característica central del empirismo,
aunque no exclusivo a ella. Además, todos tomaron las ciencias naturales como modelo
importante para la antropología, aunque no una que ser seguida de modo escravo. Radcliffe-
Brown's (1948) apunta(desejava) crear una " ciencia natural de la sociedad ", no era
discrepante, en términos generales, con las orientaciones de Malinowski o de boas (véase
también Harriss 1969; Leach, 1957). Al mismo tiempo, los tres creyeron que los fenómenos
sociales y culturales eran diferentes en carácter de fenómenos físicos y tuvieron que ser
entendidos en términos de su naturaleza distintiva, una idea que condujo algunos de sus
seguidores (notablemente los de Boas) posteriormente a negar la conveniencia del modelo
científico (por ejemplo, vea Radin, 1931/1965; vea también la discusión en Harris, 1969).
Pero ese modelo, de alguna forma, nunca fue abandonado totalmente por el bulto de
antropólogos, aunque está probablemente bajo más presión hoy que siempre antes. La tensión
dentro del etnografía, entre la ciencia y la humanidad, estaba presente del comienzo; y, como
veremos, nunca no se ha resuelto (Redfield, 1962).

Aunque la sociología de Chicago de los años 20 y de los años 30 no parece haber sido
influenciada fuertemente por la antropología, su orientación era similar en muchos respectos.
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El más llamativo de todos, para nosotros hoy, era el poco cuestionamiento de la importancia
de la ciencia natural como modelo metodológico para la investigación social. Incluso el
discusión entre los abogados del estudio de caso y del método estadístico que rabiaron en los
años 20 y los años 30 fue enmarcado en términos de interpretaciones conflictivas de ciencia
más bien do que entre aceptación y el rechazamiento de él (Bulmer, 1984; Hammersley, 1989;
Harvey, 1987). La figura más influyente en Chicago era por supuesto Roberto Park, que
casava una preocupación del reportero con el concreto y único a una justificação filosófica
neo-Kantian por tal foco en términos del carácter idiográfico de las ciencias culturales. Pero
él, como William I. Thomas antes de él, mezcló esto con un interés nomotético en el
descubrimiento de leyes socio-culturales (Park y Burgess, 1921,1969). Una influencia
importante en esta tentativa, por muchos en la escuela de Chicago, de fundir influencias
científicas y hermeneuticas era la filosofía pragmática, especialmente las escritas de William
James, John Dewey, y George Herbert Mead. Todos estos filósofos intentaron combinar una
orientación científica al estudio del comportamiento humano con la herencia del idealismo y
del historicismo alemanes. De hecho, se parecen haber mirado una lectura científica de Hegel
como proporcionar los medios de superar las divisiones, tales como aquellas entre las ciencias
y humanidades. De nuevo, sin embargo, esta síntesis procurada se debe juzgar por no haber
sido de enteramente acertada.

La historia subsiguiente de la etnografía, en la antropología y sociología, refleja la


tensión continua entre la atracción y el rechazamiento al modelo de las ciencias naturales; sin
embargo, con pocos que abandonan un poste/lugar para el otro. Además, en años recientes la
etnografía ha atestiguado la gran diversificación, con acercamientos algo diversos que eran
adoptados en diversas áreas, guiadas por diversas preocupaciones (de la descripción socio-
cultural tradicional, a través del trabajo aplicado diseñado para informar a fabricantes de
política, a una consolidación a la defensa y a fomentar la emancipación política.) Y estas
diversas metas se asocian variadas vezes a diversas formas de práctica etnográfica:
tradicional, longo-termo, investigación en profundidad que es abandonada a veces para - el
trabajo en el terreno condensado
- o la confianza primaria en entrevistas no estructuradas,
- o para el trabajo o la participación de la consulta en luchas políticas.

En la sección siguiente miraremos más detalladamente los discusiones principales a las


cuales la historia ambivalente y el carácter diverso de la etnografía moderno han conducido:
la cuestión de si la etnografía es o puede ser científica; preguntas sobre el lazo apropiado
entre la investigación etnográfica y la práctica social y política; y, finalmente, argumentos que
rodean las estrategias textuales usadas por etnógrafos para representar las vidas de otros, y de
las ediciones metodológicas, estéticas, éticas, y políticas planteadas por éstos. Estos varios
temas, por supuesto, se correlacionan con frecuencia de cerca.

• Etnografía : Ciencia o no?


Como observamos en la sección anterior, la cuestión de si puede haber una ciencia de
la vida social ha preocupado a científicos sociales para más que un siglo, y ha sido un
elemento especialmente importante en mucho pensamiento metodológico sobre etnografía. Sin
embargo, esta pregunta no es una que se puede contestar provechosamente simplemente en el
afirmativo o negativo. Hay una gama más amplia de respuestas posibles. Hay tres
dimensiones que estructuran este rango de posibilidades:
- puede haber diferencias en las opiniones sobre cual de las ciencias naturales será
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tomada como paradigmática para el método científico;


- puede haber varias interpretaciones incluso de cualquier método llevado a cabo para
ser característico de ciencias determinadas en tiempos determinados;
- puede ser desacuerdo sobre qué aspectos del método científico natural deben y no se
deben aplicar a la investigación social.

Mucho pensamiento sobre la metodología etnográfica en años recientes se ha basado


en un rechazamiento del "positivismo," concebido ampliamente como la visión que la
investigación social debe adoptar método científico, que este método está ejemplificado en el
trabajo de físicos modernos, y que consiste en la prueba rigurosa de hipótesis por medio de los
datos que toman la forma de medidas cuantitativas. La investigación sociológica cuantitativa
se considera a menudo como ejemplificación de este punto de vista positivista, y ha sido
criticado por los etnógrafos por no poder capturar la verdadera naturaleza del comportamiento
social humano.
Esto se presenta porque confía en el estudio de configuraciones artificiales (en el caso
de experimentos-survey researh) y/o en lo qué la gente dice más bien que lo que ella lo hace
(en el caso de la investigación de la encuesta);
- porque intenta reducir los significados a lo que es "observable";
- y porque trata fenómenos sociales según lo definido más claramente y estáticamente
de lo que son,
- y como productos mecánicos de factores sociales y psicológicos.
Éste no debe decir que los métodos cuantitativos son rechazados en total por etnógrafos; de
hecho, las formas estructuradas de colección de datos y el análisis de datos cuantitativo se
emplean con frecuencia, a un cierto grado o a otro, en trabajo etnográfico. Se rechaza qué es
la idea que estos métodos son los únicos legítimos, o aún el más importante, únicos. Esto
implica un rechazamiento no tanto del método cuantitativo o de la ciencia natural como
modelo, pero más bien del positivismo .(4)

Sin embargo, en años recientes una actitud más radical ha aparecido que se parece a
menudo implicar el rechazamiento del método cuantitativo y del modelo científico. Mientras
que contemporáneamente los etnógrafos preguntaron por el lazo con frecuencia asumido entre
la ciencia y la cuantificación, éste es menos común ahora; a menudo, se rechazan los dos
juntos (véase, e.g., a Lincoln y a Guba, 1985; J. K. Smith, 1989). En parte, esto refleja un
desilusión cultural general con ciencia natural. Ahora se ve extensamente como la fuente del
armamento altamente destructivo y de la contaminación planetaria substancial, por ejemplo.
De hecho, algunos lo miran como fuerza opresiva que domina el mundo moderno. Los
elementos de esta visión deben ser encontrados en los escritos de teóricos críticos (véase
sostenido, 1981; Wellmer, 1569/1974) y en el trabajo de las feministas, donde la ciencia se
asocia a veces a la agresión masculina y patriarcal? (véase, por ejemplo, Harding, 1986).
Cualquiera de estos acercamientos han llegado a ser influyentes entre etnógrafos y han
conducido muchos para moverse lejos del modelo de la ciencia hacia las alternativas a
explorar que abren de nuevo conexiones con las humanidades (véase, e.g., Eisner, 1985, 1988,
1991).
En parte, lo que está implicado aquí es una cuestión de la objetividad de la
investigación social, investigación etnográfica incluida. Por ejemplo, es discutido por
feministas que los resultados de mucha investigación social, incluyendo trabajo etnográfico,
reflejan las asunciones masculinas de los investigadores. No es justo que tengan tendido para
descuidar y para desacreditar de vez en cuando las actividades y las experiencias de mujeres,
mientras que la perspectiva entera en el mundo que proporcionan es limitada por su punto de
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vista masculino. Esto no es disímil en carácter a las anteriores críticas Marxistas del carácter
ideológico de la ciencia social burguesa, y las críticas análogas que se han encontrado de largo
entre abogados de la sociología negra (para una discusión que trace estos paralelos, vea
Hammersley, 1992a).

Cada vez más, sin embargo, este desafío para la objetividad de la etnografia (y a otra)
investigación se ha desarrollado en una cuestiónamiento más fundamental de la misma
posibilidad del conocimiento científico social. Se precisa que los resultados/cálculos
producidas por los investigadores son construcciones, y que ellos reflejan las
presuposiciones y las circunstancias socio-históricas de su producción. Esto se sostiene
para contradecir la aspiración de la ciencia social (incluyendo mucha etnografía ) en producir
conocimiento universalmente válido, es decir, que capta la naturaleza del mundo social. En el
pasado, los etnógrafos confiaron muy a menudo en argumentos sobre la gran capacidad de su
acercamiento de representar la naturaleza de la realidad social acuradamente/exactamente
(véase, e.g., Blumer, 1969). Tales argumentos son más raros actualmente, bajo influencia de
varias formas de anti-realismo, si el constructivismo (Guba, 1990), hermeneutica filosófica (J.
K. Smith, 1989), o pos-estructuralismo (Clough, 1992; Denzin, 1990; Lather, 1991).

Una ilustración interesante de la última de estas influencias debe ser encontrada en


comentarios por Denzin y Richardson en un conflicto reciente sobre la exactitud/precisión de
Whyte (1955) en estudios etnográficos clásicos del norte de Boston End. El estudio pionero de
Whyte se referia a documentar los varios aspectos de las vidas de la gente en esta comunidad,
especialmente los "muchachos de la esquina." La precisión/exactitud de los resul-
tados/cálculos de Whyte es questionada por Boelen (1992) en base de algunas entrevistas
recientes, se bien que los resultados originales son defendidos por un miembro sobreviviente
de los Muchachos de la Esquina (Orlandella, 1992). Saliendo fora da tangente, Denzin (1992)
y Richardson (1992) rejectan/ despiden con eficacia este conflicto considerando que todos los
resultados son construcciones y toda la cuestión de cual resultado representa más exactamente
realidad es sin sentido.

También asociado a esta crítica radical hay una tendencia a dirigir algunas de las
críticas que se han aplicado hace tiempo a la investigación cuantitativa en la propria etnografía
tradicional. Ahora es vista también por alguno como ____reifying fenómenos sociales, como
demandando maestría ilegítima sobre la gente estudiada, como siendo basado en lazos de la
jerarquía, control, etcétera... De hecho, se ha discutido que eso representa una forma más
sutil de control que la investigación cuantitativa porque puede conseguir más cercano a
la gente estudiada, para descubrir los detalles de su comportamiento y de los innards de su
experiencia (Finch, 1986; Stacey, 1988).

El desafío epistemológico a las credenciales de la etnografía que está en la raíz de estas


críticas es indudablemente fructuoso en muchos respectos. Algunos de los argumentos
promovían etnografía contra método cuantitativo y para para justificar sus características están
abiertos a un cuestioamiento sério. Para tomar apenas un ejemplo, toda la noción de qué
cuenta como teoría en etnografía está mal definida, y el concepto de la "descripción
teórica" que ha dirigido mucha investigación etnográfica en sociología es de valor dudoso
(Hammersley, 1992b, cap.1). Al mismo tiempo, hay una tendencia para esto custionamiento
para conducir al escepticismo y al relativismo. No está siempre clara cómo es minucioso
este relativismo y escepticismo. Parece a menudo ser aplicado selectivamente, pero sin mucha
indicación de qué principios pudieron ser la base de la selectividad (Woolgar y Pawluch, 1985,
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se refieren a esto en otro contexto como "gerrymandering__ ontológico"). Donde se hace la


tentativa de abrazar el escepticismo y el relativismo sinceramente, por otra parte, el punto final
se parece probablemente ser un nihilismo debilitante. Lo que se requiere, nos parece, es una
nueva valoración cuidadosa de los argumentos metodológicos y filosóficos que rodean el
concepto de la ciencia y del lazo de la etnografía a esto. Sobretodo, no debemos ser
engañados en si se asume que nos hacen frente simplemente con una opción entre el
dogmatismo y el relativismo, entre un solo concepto opresivo de la ciencia y de un cierto
alternativa únicamente de la liberación.

Teoría y práctica (socio-política).


Otra área de desacuerdo y de discusión que ha pasado con gran saliencia en años
recientes es la cuestión del lazo entre la investigación etnográfica y la práctica social y
política. En el pasado, y probablemente aún hoy, la mayoría de la etnografía se ha dirigido
hacia contribuir al conocimiento disciplinario más bien que hacia solucionar problemas
prácticos. Aunque tal trabajo puede contribuir en última instancia (al) conocimiento de la
importancia pública amplia, esta contribución no ha sido generalmente muy inmediata o
específica. Además, el conocimiento producido se ha presentado a menudo tan valioso para su
propio motivo como mucho en cuanto a cualquier valor instrumental tiene.

Aunque(Si bien que) los etnógrafos han deseado generalmente enderezar/dirigir esos
más allá de los límites de sus comunidades disciplinarias, éste no ha implicado muy a menudo
ninguna desviación marcada de la clase(tipo) de investigación, o aún la clase de presentación
escrita, apropiada al trabajo académico. El lazo entre la investigación y la práctica asumida
aquí es lo qué se ha llamado el modelo de la aclaración (Bulmer, 1982; Janowitz, 1971;
para un concepto más elaborado de los variados papeles posibles del investigador, vea
Silverman, 1985, 1989). Sin embargo, no toda la investigación etnográfica ha funcionado en
este modelo. Durante mucho tiempo, el movimiento aplicado de la antropología en los Estados
Unidos ha ejemplificado una diversa postura, siendo específicamente tratado con el realizar la
investigación que es designada para enderezar y para contribuir directamente a la
solución de problemas prácticos. Ésta es una tradición que ha prosperado y se ha
transformado en los años recientes, siendo aplicada con maestría dentro de la sociedad de
corriente de los EEUU., no justa afuera él (Eddy y Partridge, 1978; van Willigen, 1986).
Además, su orientación práctica y política se ha separado más extensamente, con el modelo
disciplinario viniendo bajo creciente crítica.

Incluso esos antropólogos y sociólogos referidos sobre todo a contribuir al


conocimiento disciplinario lo han sentido a veces como necesario para enganchar la defensa
a la gente que han estudiado. Además, ha habido llamadas para que éste sea desarrollado
más lejos - de hecho, para ser integrado en el proceso de la investigación (Paine, 1985). Se
sugiere que por su misma antropología de la naturaleza (y la punta puede ser extendido sin la
distorsión al trabajo etnográfico en general) implica una " representación " de otros incluso
cuando no demanda explícitamente hablar para o a nombre de ellos. Y se discute que hay
responsabilidades éticas y políticas que se presentan de este hecho.

Sin embargo, ni este argumento ni la clase de práctica recomendada en base de él es


directa. Trazando en su propia experiencia, Hastrup y Elsass (1990) precisan que el contexto
en el cual cualquier defensa ocurre es complejo: No se compone simplemente de haber un
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grupo oprimido y de un grupo opresor, sino de una diversidad de individuos y de grupos


motivados por varios ideales e intereses, y persiguiendo varias estrategias políticas. Además,
el grupo " que se representa" (a ser representado) no es siempre internamente homogéneo y
raramente se ordena democráticamente. También, hay a menudo incertidumbre genuina sobre
qué está y no está en los intereses del grupo y de miembros de él. En detalle, hay el peligro de
adoptar mitos etnográficos, tal como los grupos indios representan las " islas de cultura" que
se deben defender contra los aparentes colonos culturales, o como hablan los informadores "
verdades culturales."

En años recientes también ha habido una aplicación cada vez mayor de los métodos
etnográficos, por los sociólogos, antropólogos, y otros, en campos aplicados tales como
educación, salud, y política social. Esto refleja, en parte, una declinación de la confianza en la
investigación cuantitativa de parte de provedores de fondos y una buena voluntad de parte de
algunos de ellos de financiar la investigación cualitativa. En Gran Bretaña, irónicamente, esta
tendencia ha sido más obvia en el campo del estudio de mercados comerciales que en el
trabajo de fundo-gobierno, aunque hay muestras del cambio (Walker, 1985). Este cambio es
también evidente en los Estados Unidos, en donde, por ejemplo, las evaluaciones federales
financiadas en la educación tienen cada vez más implicados componentes etnográficas (véase
a Fetterman, 1988; Fetterman Y Pitman, 1986; Rist, 1981). En el mismo tiempo, ha habido
una cierta discusión sobre si, y en qué sentidos, esta investigación aplicada es etnográfica.
Algunos antropólogos, en detalle, lo ven como abandonar los elementos dominantes qué
(ellos) miraban como etnografía (Wolcott, el an o 80). Y es verdad que en varios respectos
esta tendencia ha dado lugar a la modificación significativa de la práctica etnográfica. Un
ejemplo interesante es el trabajo en el terreno condensado abogado y practicado por algunos
investigadores en el campo de la evaluación educativa (véase, e.g., Walker, 1978; para un
gravamen, vea Atkinson y Delamont, 1985).

Se han asociado a veces a los movimientos hacia formas más aplicadas de trabajo
etnográfica llamadas la investigación de colaboración. En parte, éstos se han presentado
fuera de la preocupación por la carencia del impacto que la investigación etnográfica(y otra)
ha tenido en la práctica social y política. Algunos creen que su impacto sería mayor si los
médicos? (practitioners) fueran ellos mismos implicados en el proceso de investigación,
porque esa implicación sería probablemente para cambiar la investigación y hacerla más
prácticamente relevante y porque serían motivados para sacar/ de ella el resultado de estar
implicados. Tienen sido otras influencias importantes que empujan en la dirección de la
investigación de colaboración, sea como sea, la notable teoría crítica marxista y el feminismo.
Éstos exigen que la investigación contribuya a las luchas políticas de los grupos oprimidos, no
simplemente la clase obrera, pero también mujeres, minorías étnicas, el lisiado, etcétera. Y la
consolidación con la colaboración proviene un reconceptualización de la meta política central
de la izquierda como la extensión de la democracia, y la creencia que ésas confiadas a esa
meta deben ejemplificar su consolidación a ella en la práctica de la investigación. Desde este
punto de vista, el trabajo etnográfica tradicional se ha criticado por incorporar un lazo
hierarquico y no democratico entre el investigador y investigado, porque es el antigo/anterior
quién toma las decisiones sobre qué estudiar y cómo estudiarlo, y que voz se representa en la
etnografía escrita (véase, por ejemplo, Gitlin, Siegel, y Boru, 1989).

Hay pocas dudas de la necesidad de los etnógrafos repensar el lazo entre su trabajo y
práctica social y política. Sin embargo, sería un error, en nuestra opinión, intentar
reestructurar la etnografía con base en una (sola) concepción (simples) de ese
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lazo/relacionamiento. Sobretodo, es de importancia considerable de que no perdemos de vista


cuál ha sido hasta ahora la meta de la investigación etnográfica, a saber, la producción del
conocimiento. No debemos sustituir esto por la búsqueda de las metas prácticas que,
aunque a veces valorables en sí mismas, son más dignas en términos generales de nuestro
tiempo y de esfuerzo, do que la búsqueda del conocimiento(!!!). Éste es especialmente así
cuando estas metas son de!! una clase que podemos ser mucho menos capazes de alcanzar. Es
verdad que la investigación convencional nunca cambia el mundo de un golpe, y que a
menudo puede no tener mucho efecto incluso a largo plazo. Pero eso no significa que no tiene
valor. Es también digno de recordar que cambiar el mundo puede estar para el peor así como
para el mejor. Las tentativas utópicas de hacer política por medio de la investigación no están
al servicio de nadie.

Retórica y representación
En años recientes la literatura en la etnografía y en la observación participante ha sido
enriquecida por una recopilación creciente de reflexiones en el retórica de resultados/pesquisa
etnográficos. Se ha dado la atención, por ejemplo, a la estética y la ética de textos
etnográficos, incluyendo el lazo entre la autoridad y profesión de escritor, y de hecho a las
conexiones entre retórica, la representación, y la lógica ! generalmente. Esta "vuelta retórica"
entre etnógrafos es/hace parte de un movimiento mucho más amplio de la
erudición(scholarship) hacia un interés en la retórica de la incuesta/pregunta que se ha
manifestado en muchas de las disciplinas humanas y sociales. Ha enganchado con las varias
importantes(a menudo difusas) tendencias teóricas y metodológicas- por lo menos feminismo,
pos-estructuralismo, y pos-modernismo.

Las contribuciones más significativas, y más tempranas, vinieron de científicos


sociales y de antropólogos culturales y sociales. Más recientemente, la atención ha sido
prestada a esta cuestión por los sociólogos. Aunque las disciplinas respectivas tienen énfasis
levemente diversos, los amplios temas han sido similares:
- la convencionalidad de textos etnográficos,
- la representación del "Self" y del "Otro" en tales textos,
- el carácter de las etnografías como genero textual,
- la naturaleza de la argumentación etnografica y la retórica de la evidencia.

El punto de partida para este " redescobierta retórica" ha sido el reconocimiento de que
no hay manera perfectamente transparente o neutral de representar el mundo natural o social.
Por ejemplo, mismo si (que sea) "impersonal " y formulaic ___el trabajo del cientista natural,
él se mantiene en un lazo/relacionamiento "natural" con los fenómenos y los acontecimientos
que describe. En el contrario, los productos textuales de la ciencia natural son altamente
convencionales. Su garantía evidente de autenticidad y credibilidad es dependiente de las
estrategias compartidas adoptadas de los programas de lectura y interpretación.!!!

Apenas de la misma manera, las ciencias humanas trazan en los conjuntos comunes de
dispositivos convencionales de construcción y transportan sus representaciones características
de escenas sociales, de agentes, y de significados culturales. Así en los escritos extensos de
White (1973) en la escrita de textos históricos ha ejercido una larga influencia más allá de la
historiografía. Asimismo, los comentarios tuertos y eruditos de McCloskey's (1985) en la
retórica de la economía han proporcionado importantes pruebas patrones y exemplars. Entre
los antropólogos sociales y culturales, la etnografía o la monografía estándar era - para una
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franja considerable - un formato tomado de primera como verdadero(taken-for-granted).


Como Boon (1983) precisa, sin embargo, el marco típico de monografías antropológicas
impuso un modelo común, más bien encendido que revelando uno adentro, el extenso arsenal
de las sociedades humanas que él describió. Él defiende/discute que la forma "clásica" de la
monografía antropológica fuera, personificación/encarnación directa, si no implícita, de las
asunciones del dominio de la antropología del funcionalismo.!!!!

La línea divisoria de las aguas del conocimiento crítico de la textualidad etnografica


era la colección altamente influyente de papeles corregidos por Clifford y Marcus (1986),
Writting Culture. Los trabajos reunieron en la colección, todos acentúan, de varias maneras, la
naturaleza de la imposición textual que la antropología ejerce sobre su assunto. Acentúan la
compleja interacción de influencias literarias y retóricas, históricas y ideológicas en la
producción y recepción de etnografías antropológicas.

El volumen de Clifford y de Marcus está en parte, pero no perfectamente, paralelo al


de Geertz (1973), que comenzó a afirmar que podrían los escritos antropológicos pueden ser
mirados como "ficción," en el sentido en que están hechos: Son hechas a mano por sus
autores y formadas por dispositivo y convenciones "literarias". Geertz (1988) continuó más
adelante a documentar los estilos literarios distintivos usados por un número de figuras
fundantes, sea Británicos, sea americanos. De la misma manera, varios contribuidores del
volumen de Clifford y de Marcus, procuran iluminar los antecedentes y paralelos "literarios"
para los escritos etnográficos. Pratt (1986, 991), por ejemplo, desarrolló allí - y a otra parte --
los contrastes paralelos y self-conscious entre etnografía antropológica y escrita de
bolsillo/viaje.

En una vena similar, la contribución temprana de Atkinson (1982) exploró algunas de


las orígenes y de los paralelos literarios para la etnografía sociológica asociada a la escuela de
Chicago. En común con muchos de los comentarios antropológicos que aparecían en aquella
época, el trabajo de Atkinson fue influenciado por aspectos de la crítica literaria
contemporánea. La teoría estructuralista y pos-estruturalista acentuaron que el "realismo" de
la escrita realista ficticia(de ficción) trazó en convenciones determinadas de lectura y escrita.
De la misma manera, era posible explorar como la autenticidad de los resultados/cálculos
"efectivas"(factual), como las etnografías, fue generando igualmente (y muy similar) medios
convencionales.?!?

Algunos aspectos de los antecedentes y de las convergencias "literarios" se han


delienado/bosquejado en la literatura. Para la antropología, los comentaristas han trazado la
atención a las afinidades literárias bien como a las biográficas entre el trabajo de Malinowski y
de Conrad (Clifford, 1988), entre el surealismo y e la etnografía francesa (Clifford, 1988), y en
los escritos poéticos de Benedict y de Sapir (Brady, 1991; Prattis, 1985). Para un algo menor
fragmento, las tradiciones sociológicas han explorado desde una perspectiva semejantemente
literaria. Atkinson (1982) hace una identificación preliminar de las etnografías urbanas de la
escuela de Chicago con las novelas naturalistas y realistas de la literatura americana. Pero si
las comunidades intelectuales respectivas desean perseguir estos esquemas, hay todavia
mucho por hacer. Todavía tenemos algunas pocas examinaciones detalladas de cultura general
y - en el sentido más amplio- contextos "literarios" dentro de los cuales determinadas
tradiciones etnograficas se han formado. En Gran Bretaña, por ejemplo, las fundaciones
sociológicas puestas por los investigadores urbanos tales como Booth y Rowntree tienen
importantes afinidades con varios modelos literarios. El periodismo de investigación de
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escritores más populares, y los productos ficcionales de autores como Dickens, proporcionan
mezclas ricas del realismo, de melodrama, y de grotesco que encuentran sus paralelos en el
tono, el estilo, y las sensibilidades de la tradición sociológica. Asimismo, la larga y rica
tradición de estudios de "comunidad" en ambas lados del Atlântico necesita una lectura
cuidadosa contra el tipo de análisis literarios del contraste entre el urbano y rural fornecida,
por ejemplo, por Raymond Williams (1973).

La punta de tal análisis "literario" no es simplemente crear paralelos y contrastes "


interesantes ", ni siquiera? procurar rastrear los antecedentes literarios de textos antropológicos
o sociológicos determinados. Es, más bién, quitar la falsa distinción entre "ciencia" y
"retórica." La dialéctica esencial entre el estético y el humanístico?, por un lado, y el lógico y
científico, por el otro, se reafirma así. Un reconocimiento de la calidad convencional y de
los antecedentes literarios del texto etnográfico, por su parte, plantea preguntas sobre las
características distintivas de la etnografía como un genero de producto textual. No es
suficiente, a los ojos de muchos comentaristas contemporáneos, observar simplemente que
nuestros textos son (en la 'acepción' de Geertz) ficción. Es importante asociar a las
convenciones que se despliegan en construir estilos antropológicos y sociológicos
determinados. Es así posible explorar lazos entre escuelas de pensamiento, de tradiciones y de
la profesión de escritor individual con repertorios de dispositivo textual a través de los cuales
se construyen los resultados/cálculos 'escolares'.

Esta identificación del estilo y del genre ha tomado varios giros. Un grupo de los
antropólogos británicos (Fardon, 1990) ha explorado cómo diversos estilos textuales han
condecido/acordado con diversos 'vieses' y preocupaciones regionales. (alternadamente
critican a varios de los críticos "textuales" por tratar la etnografía antropológica como más o
menos un tipo textual indiferenciado.) Asimismo, la contribución altamente influyente de Van
Maanen (1988) explora las características de varios modos de escrita etnográfica. Más
notablemente, quizás, él pone en contraste los estilos de los resultados "realistas" y
"confesionales" de los sociólogos y de los antropólogos, siendo el estilo anterior típicamente
central, el último tradicionalmente siendo más marginal, quizás relegado a un apéndice
metodológico. Este contraste, que se construye en salida para la producción etnografica, es
ella misma una convención textual basada por la tensión entre el "personal" y el "impersonal"
(que) ha sido manejada por los sucesivos autores y escuelas de etnografía.

En las etnografías "clásicos" de la sociología y de la antropología urbanas, las


convenciones de la producción textual no eran siempre evidentes. La razón es simple: Sus
autores y programas de lectura trazaron en los paradigmas y los dispositivos textuales que eran
enteramente familiares y "naturales." Así las etnografías altamente "legibles", tales como la
Street Corner Society de Whyte(1955), transportaron resultados vivos de configuraciones
sociales en virtud de sus calidades " literarias ". Como Gusfield (1990), entre otros, ha
precisado en un análisis de Liebow Tally's Corner(1967), tal como la etnografía realista
alcanza sus efectos a través de sus estructuras narrativas y de sus dispositivos retóricos y
estilísticos. Semejantemente, trazando explícitamente en modelos de la crítica literaria, así
como en el trabajo de los comentaristas anteriores (e.g., Brown, l977; Edmondson, 1984;
Atkinson, 1990) identifica los métodos y los adornos textuales recurrentes por los cuales los
textos etnográficos han sido construidos. Él mira varios elementos estándares del análisis
literario, y examina así el uso de varios dispositivos y tropes importantes. Por ejemplo, las
formas narrativas se utilizan para transportar resultados de la acción y de la causalidad
sociales. Asimismo, los "caracteres"? o a los agentes en el resultado son reunidos fuera de los
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fragmentos narrativos y descriptivos. Por lo tanto, los etnógrafos utilizan su


capacidad/competencia "literaria" para reconstruir la acción social y los agentes sociales. En
común con muchos otros críticos y comentaristas, Atkinson rastrea el uso de las varias figuras
del discurso - tropes? - como metáfora, ironía, y synedoque. La demostración que la
"etnografía" está basada en recursos literarios convencionales, por supuesto, no invalida su
uso. Elogia un uso disciplinado de ellos: El uso del realismo etnográfico nunca puede ser
inocente en el futuro. Pero no hay razón en esa cuenta(score) isolado para buscar fuera formas
literarias alternativas, aunque algunos críticos y comentaristas hayan defendido y praticado
escrita etnografica que parte del texto realista convencional de varias maneras (ex.
Crapanzano,1980; Dweyer, 1982; Krieger, 1983; Shostak, 1981; Woolgar, 1988).

En las manos de muchos, la vuelta/giro textual o retórica sirve intereses estéticos o


metodológicos no justos, pero tiene implicaciones inescapablemente éticas y políticas. Mucha
de la reflexión antropológica se ha centrado en la representación textual del Autor y del Otro
en la etnografía. Aquí, por supuesto, los antropólogos encuentran un interés común con
críticos culturales más generales, como Said's (1978) resultado del Orientalismo, o a Spivak
(1989) (véase a Pratt, 1992, para un ejemplar que trae los intereses juntos). Se discute que una
paradoja miente en el centro/corazón del esfuerzo etnográfico y "de la etnografía" como
producto textual. De un lado está la consolidación del etnógrafo epistemológico, personal, y
el compromiso moral a si o a sus anfitriones. La imagen - a menudo, la realidad - de la
inmersión prolongada en "el campo" y el énfasis en la observación participante confía el
etnógrafo a un mundo social compartido/dividido. Él o ella ha se torna un "extranjero" o
'marginal natural" para emprender sobre un proceso de aprendizaje cultural, lo que es
prognosticado en un grado de "entrega/rendición" "al Otro" (véase Wolff, 1964).
La epistemologia de la observación participante se reclina sobre el principio de la interacción
y de la "reciprocidad de perspectivas" entre los agentes sociales. La retórica es así
igualitaria: observador y observado como habitantes de un campo social y cultural
compartido, sus culturas respectivas diferentes pero iguales, y capaces del
reconocimiento mutuo en virtud de una humanidad compartida. Los textos clásicos de la
etnografía, por otra parte, tienen (se demanda) todos muchas veces inscribieron una distinción
radical entre el Autor y el Otro. Las técnicas "realistas" del reportaje etnográfico estándar
pueden dotar implícitamente el etnógrafo - como el Narrador implicado - con una mirada fija
privilegiada que reproduzca la omnisciencia del autor característica de muchos ejemplos de la
ficción narrativa.
El texto trae juntos agentes y cultura bajo los auspicios de un único, todo-
circundante?(ambiente) punto de vista. Por el contrario, el Otro es retribuído/rendido
solamente como el objeto de la mirada fija del etnógrafo. La voz del etnógrafo es
privilegiada, la del Otro es silenciada. Por consiguiente, ha habido varios movimientos para
producir textos etnográficos que substituyen el modo "monologic" por formas más
"dialógicas", en las cuales el texto permite una multiplicidad de "voces." Esta perspectiva
reúne una consolidación textual, metodológica, y moral. La adopción auto-consiente de
Dwyer (1982) de un formato textual dialogico es una contribución de la prueba patrón a este
estilo de la presentación, aunque falta un acercamiento dialogico hecho y derecho.

Las preocupaciones morales de comentaristas en retórica etnografica han sido


producidas por los abogados de puntos de vista feministas (véase Stanley y Wise, 1983). Las
prácticas textuales de un privilegiado observador "Occidental" se pueden comparar a la
inscripción de un discurso masculino privilegiado. Por lo tanto, ha habido tentativas de
producir los textos feministas que derriban los formatos tomados de primera como verdaderos.
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El estilo del "secuencia-de-sentido/conciencia" de Krieger (1983) es ofrecido como ejemplar


(véase DeVault, 1990). La valoración feminista de la escrita etnográfico/a es alternadamente
parte de una valoración más general de la escrita científica social y de un interés en varios
géneros - lo más notablemente la biografía y la autobiografía (véase a Stanley, 1990, 1992;
vea también a D. Smith, 1987, pp.105ff.). Stanley y Wise, Smith, y otros proporcionan a una
conexión interesante entre un punto de vista feminista y una preparación/rapidez para las
formas textuales como problemáticas. La preocupación es epistemológica y ética, personal y
profesional. Del punto de vista feminista, por supuesto, están todos implicados en un otro.

La vuelta retórica también se relaciona íntimamente con una tendencia "posmoderna"


en la construcción de la etnografía. La etnografía postmoderna explora las
discontinuidades, las paradojas, y las inconsistencias de la cultura y de la acción. En
contraste con la supuesto etnografía "moderna", eso no resuelve ni reconcilia esas diferencias.
La etnografía moderna clásica (los asimientos del pos-modernismo) trajo las varias
representaciones fragmentarias de la vida social bajo los auspicios de una narrativa dominante
y de un único punto de vista, privilegiado. El autor pos-moderno intenta disolver esa
disjuntura entre observador y observados. El trope (fig. de retórica) de la "observación
participante," que capta la ambivalencia de la distancia y de la familiaridad, es substituido por
el del "diálogo,"mostrando" "la naturaleza cooperativa y de colaboración de la situación
etnografica " (Tyler, 1986, p. 126).

Por otra parte, la etnografía postmoderna se sostiene para adoptar una actitud
radicalmente alternativa hacia su carácter textual. Tyler (1986), por ejemplo, rechaza
cualquier demanda que la etnografía se puede decir que "representa" el mundo social. Él
prefiere la terminología y las imágenes de la "evocación" (aunque él omite la consideración de
lo que se está evocando). Una discusión sofisticada de la evocación y de la "complejidad
etnografica " también es proporcionada por Strathern (1991). El tema de la posmodernidad y
de textos etnográficos posmoderna está dialecticamente relacionado. Esto se ilustra
conveniente en los resultados de Dorst (1989) de una ciudad americana, Chadd's Ford . Allí
Dorst describe cómo este suburbio de Pennsylvania se crea a través de varias formas de
representación y de actos de la identificación (no menos identificación con y a través de las
pinturas de Andrew Wyeth). Dorst clasifica varios dispositivos locales por el que los aspectos
superficiales del lugar estén ideados.

Rose (1989) ha escrito una versión aún más extrema de un texto tan posmoderno. Una
vez más depende de la colación y de la yuxtaposición de colecciones llamativo de diversos
materiales. Incorpora rotaciones radicales no justas del tema y de la perspectiva pero también
llamativo de diversos estilos de la escrita. (Como se ha precisado, la etnografía desde
Bateson, 1936, Naven, era un ejemplo temprano de una cuenta etnografica textual variada;
vea Clifford, 1988, p. 146.) Aunque la etnografía "realista" sigue siendo claramente viva y
bien, está también claro que - para mejor o peor - la vuelta posmoderna animará a algunos
sociólogos y antropólogos que experimenten con estilos y formatos textuales. En hacer así
pues, ayudarán a centrarse la atención en el carácter convencional de toda la reportaje
etnográfico. Se tornará parte del conocimiento del arte de autores etnográficos (en) que las
formas y los estilos textuales serán reconocidos y explorados tímidamente (véase Atkinson,
1990). De esta manera, una variedad de estilos textuales puede llegar a ser característica de
los géneros de la etnografía.

En años recientes ha habido un énfasis constante en la retórica o "poética" de la


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etnografía que ha habido un cierto peligro de la atención indebida a estas ediciones literarias y
estéticas. Los problemas de la lógica y de la inferencia se han obscurecido. El
reconocimiento que los textos escolares(scholary) tienen aspectos convencionales y literarios
se parece haber conducido a algunos praticantes/médicos a extremos indebidos. Como hemos
observado, la experimentación textual - a veces a la punta del oscurantismo - ahora se ha
emprendido, particularmente en el nombre del "posmodernismo." Este énfasis en la
textualidad está, sin embargo, en peligro de privilegiar la retórica sobre lo "científico" o
racional. Hammersley (1991.1993) sugiere que necesitemos prestar la atención a las
estrategias de lectura y escrita de la etnografía, pero para evaluar sobre todo la calidad de
argumentos y del uso de la evidencia. Como la mayoría de los comentaristas "textuales", él
reconoce que mucho del argumento sociológico o antropológico procede implícitamente. Es
transportado en el arreglo textual de la narrativa, de las descripciones, y de los tropes. Pero él
aboga la atención crítica explícita a esos elementos textuales para evaluar la calidad de los
argumentos - mismo que transportados. Él reafirma así el aspecto más "científico" de la
evaluación total de la empreendimento etnográfico.

• Hacia una conclusión: Crisis y renovaciones contemporáneas.

Los acercamientos de Etnográficos a la investigación social se han adoptado en


disciplinas numerosas y campos aplicados: antropología social y cultural, sociología,
geografía humana, estudios de organización, investigación educativa, estudios culturales. Es
significativo que en ningunas de estas áreas disciplinarias hay una sola orientación filosófica o
teórica que pueda demandar un análisis racional/razonado para la etnografía y la observación
participante. A través del espectro de las ciencias sociales, el uso y la justificación de la
etnografía es marcado por la diversidad más bien que por el consenso. Sobre esa base, es
discutible que es vano intentar identificar diversos tipos de "investigación cualitativa." Más
bién, uno tiene que reconocer diversas posiciones teóricas o epistemologicas, cada una de las
cuales puede endosar una versión del trabajo etnográfico. Es ciertamente un error a
intentar elevar "etnografía" (o una cierta categoría equivalente) al estatus de un cuasi-
paradigma en su propio derecho. Hay algunos puntos comunes, por supuesto, pero es
visible que muchos recientes o contemporáneos definen sus actividades en términos de cuáles
no son - en oposición a perspectivas menos preferidas - más bien que de una manera positiva.

Historicamente, por ejemplo, ha habido poco en campo común entre las súplicas
metodológicas de la sociología y de la antropología. Y esas súplicas alternadamente no se
ponen a tierra muy exactamente en las historias reales de los campos respectivos. Muchos
sociólogos han demandado una afinidad electiva (por lo menos) entre la observación
participante y el interacionismo simbólico (Williams, 1976). Uno puede encontrar de hecho
muchos puntos de contacto entre la visión de los interacionistas del agente/actor social, de la
acción social, y del orden social y de la realización práctica del trabajo en el terreno. Ambos
realzan el fragmento al cual los significados y comprensiones emergen por medio de procesos
y transacciones de (la) interacción. En ese contexto, la sociología de la escuela de Chicago se
invoca a menudo como la inspiración originante. Es, por lo tanto, irónico la pp sociología de
Chicago no fue especialmente dominada por el trabajo etnográfico de campo;
- que la temprana etnografía urbana de la escuela de Chicago no era necesariamente
muy similar a acercamientos más recientes;
- que la sociología urbana anterior de Chicago no fue afirmada exclusivamente en el
"interacionismo simbólico" - que era en gran parte una codificación subsecuente de
presuposiciones.
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Asimismo, otros identifican una etnografía etnometodologicamente


informada/participada/(sin forma). Aquí la tensión está en la investigación de los métodos
diarios para la realización práctica de la vida social. Implica a menudo algo de una relajación
de una versión "pura" de la etnometodologia. El último se traza encendido, a menudo
ecleticamente y conjuntamente con otras perspectivas, para iluminar asuntos y problemas del
interés de una sociología más convencional, más de corriente/maestria. Si la etnometodologia
se puede o no mostrar para vivir/manter-se hasta las demandas de algunos de sus
praticadores/médicos de que es una disciplina únicamente fundamental o "fundacional", no
hay duda que ha fornecido significativamente el tema, y nuevas preguntas de la investigación,
para las orientaciones etnograficas.
Sin embargo, ha introducido algunas limitaciones específicas. 1- Con su énfasis en
el análisis detallado de la interacción hablada, algunas versiones del etnometodologia han
tendido para animar una vista algo restricta de qué constituye "el campo." A si la confianza
demasiado grande se pone en el análisis de la interacción hablada, después el campo de la
investigación puede reducirse esas configuraciones y las situaciones para las cuales las
grabaciones audio o video pueden ser hechas.
2- De la misma manera, la contribución especial de la observación participante se niega, o se
reduce a un papel muy de menor importancia en la adquisición de un conocimiento de fondo
del contexto social (Atkinson, 1992). La misma punta se puede hacer sobre la contribución
del análisis del discurso (véase, por ejemplo, Potter y Wetherell, 1987). Cerrar? la atención a
las formas de lenguaje y la interacción social es indudablemente importantes adjuntos a
acercamientos etnográfico holisticos más generales. Pero no pueden ser completamente
substituidos por el enquesta/pregunta etnografica.

3- En otros cuartos, un énfasis en la semiótica o la hermenéutica ha informado la colección de


datos y análisis etnográfica. Aquí una atención a la cultura como sistema de muestras y de
textos proporciona al ímpetu principal. En etnografía la metáfora textual de la cultura ha
encontrado a su autor importante en Geertz, que formuló la "descripción gruesa" realza la
interpretación del significado cultural. Esta perspectiva interpretativa en antropología cultural
contrasta claramente con opiniones más formales y - según los interpretivists -- reducionistas
tales como el estructuralismo o la etno-ciencia . El acercamiento interpretativo implica un
relativismo que evite un acercamiento nomotetico, mientras que autoriza la capacidad
del etnógrafo de interpretar culturas y sus manifestaciones locales. El Interpretivismo en
este modo concibe "cultura" en términos de su propio poetica - sus metáforas, tropes, y otras
formas de la representación. Este sentido de la "textualidad" de la vida social ha sido, por su
parte, conectado a un conocimiento aumentado del carácter textual "de la (propria) etnografía"
(itself), como mencionamos anteriormente. Hay puntos comunes y adornos recurrentes que se
ejecutan con la tradición etnografica entera. Con todo, no hay un único lazo de un-para-un
entre la etnografía y cualquiera perspectiva teórica dada. No es el caso que toda la
etnografía se ha emprendido bajo auspicios de una ortodoxia epistemológica. Más bien,
las características distintivas del trabajo etnográfico diferenciado han sido deferentemente
llamadas a ser disciplinas y tendencias diferentes. Como hemos intentado mostrar, esto ha
producido un campo divagador altamente complejo y discutible.

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