El espritu en la mquina

Por: Klaus Ziegler

El 5 de diciembre de 2006 qued claro que el mejor ajedrecista del planeta ya no ser de carne y hueso. Ese da Deep Fritz aprovech cada falta, cada error tctico de Vladimir Krmnik, el campen mundial del momento, para pulverizarlo en un encuentro pactado a seis partidas, denominado el match por el orgullo de la humanidad, que finaliz con un resultado de cuatro partidas en tablas y dos a favor de la mquina.

Durante la tercera partida Deep Fritz sacrific un pen para lograr un mejor desarrollo de sus piezas, a pesar de que por lo general el juego de una mquina evita aquellas posiciones de inferioridad material. Tras la rplica del joven ruso, el autmata, en vez de atacar como todos esperaban, realiz una jugada defensiva. El silencio se apoder de la sala; Deep Fritz pareca pensar. Krmnik, desconcertado ante su adversario, un golem fro y sin rostro capaz de jugar con el genio de Alekhine y la imaginacin de Capablanca, pudo lograr las tablas despus de 44 movimientos. El juego, celebrado en Bonn, fue un gran triunfo para la inteligencia artificial y la estocada final para algunos romnticos que an sostenan que los robots jams superaran a los humanos jugando a los escaques, por ser el ajedrez m s arte que estrategia y menos clculo que intuicin. La idea de que aquellas destrezas que consideramos exclusivas de los humanos puedan ser usurpadas por las mquinas resulta sacrlega para la mayora. Un cerebro de silicio, capaz de tramar una celada, despierta la peor de las pesadillas de la ciencia ficcin: la suplantacin final del hombre por la mquina. Los argumentos que se han dado para descartar esta posibilidad se reducen a los prejuicios cartesianos del fantasma en la mquina, o la creencia d e que aquellas expresiones del intelecto, la ciencia, la literatura y las artes no pueden reducirse a destellos sinpticos o a patrones electroqumicos en el interior de ese kilo y medio de tejido gelatinoso que llamamos cerebro. Es cierto que Deep Fritz es un monstruo de la fuerza bruta, capaz de analizar diez millones de posiciones por segundo y de anticipar hasta 26 movimientos, pero un

monstruo cuyas partidas calificaramos de virtuosas, bellas e imaginativas si se atribuyeran a un jugador humano. Si Deep Fritz en realidad piensa o no, depender de la definicin que convengamos en darle al trmino. Lo cierto es que esta mquina no slo juega como un humano, sino mejor que el ms grande de los maestros.