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!Ea, Bruno!
!Ea, Giordano!
Te recuerdo,
¡Oh, Santo de la
Memoria!
Madrid
2009
He puesto esta ilustración para sugerir que los sujetos que han participado a
la quema de Bruno en la hoguera eran de otra raza, no eran animales, ni
pertenecían a la categoría de los Caballeros de la Mano al Pecho de El
Greco.
Giordano Bruno
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Cornel Medvedov
GIORDANO BRUNO
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Las palabras latinas del mártir Giordano Bruno y su
firme e irrevocable decisión de negarse a abjurar,
afirmando la corrección de su filosofía, interpretada de
modo torcido y miserable por el tribunal eclesiástico y de
la cual estaba dispuesto a dar razones:
“Fra Giordano [...] dixit quod non debet nec vult
rescipiscere, et non habet quid rescipiscat nec habet
materiam rescipiscendi, et nescit, super quo debet
rescipisci...” ( Declaración del 21 de diciembre; Cfr. Spampanato V.,
Documenti della vita di Giordano Bruno, Florencia, 1933, pag.183)
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Sin embargo la actitud de firme mantenimiento de la
propia filosofía, finalmente adoptada por Bruno
permaneció conscientemente digna e imperturbable, hasta
el final.
No mucho después de pronunciar estas palabras,
Bruno fue llevado al Campo dei Fiori, con la lengua en
una sucia trampa y fue quemado vivo.
¡Miserables asesinos!
Si a la lectura de la sentencia respondió con sus
célebres palabras - “ Maiori forsan cum timore
sententiam in me fertis quam ego accipiam ” -, en el
momento de la ejecución expresó con un gesto elocuente
su vocación filosófica y el último sentido de su
pensamiento: “. . . hodie igitur ad rogum sive piram
deductus, cum Salvatoris crucifixi imago ei iam morituro
ostenderetur, torvo eam vultu aspernatus reiecit “
( Vid. el relato de C. Schoppius en la famosa carta del
17 de febrero de 1600, recogida en Spampanato: Documenti, pp.198-204)
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Según estas palabras, la actividad de Giordano Bruno
puede representar, hoy día, no solamente un motivo de
rehabilitación, lo que nada vale, sino de consideración
retroactiva, similar al caso de Galileo. Muchos cardenales
se oponían a la actitud que el Papa Juan Pablo II adoptaba,
in motu propio, frente a estos hechos de triste memoria.
En el mismo catecismo, (entrada 2298), el texto
describe con sumo detalle la actitud que debe adoptar la
Iglesia frente a tales ocurrencias:
En tiempos pasados, se recurrió de modo ordinario a
prácticas crueles por parte de las autoridades legítimas
para mantener la ley y el orden, con frecuencia sin protesta
de los pastores de la Iglesia, que incluso adoptaron, en sus
propios tribunales las prescripciones del derecho romano
sobre la tortura. Junto a estos hechos lamentables, la
Iglesia ha enseñado siempre el deber de clemencia y
misericordia; prohibió a los clérigos derramar sangre.
En tiempos recientes se ha hecho evidente que estas
prácticas crueles no eran, ni necesarias para el orden
público, ni conformes a los derechos legítimos de la
persona humana. Al contrario, estas prácticas conducen a
las peores degradaciones. Es preciso esforzarse por su
abolición, y orar por las víctimas y sus verdugos.
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impíos resucitarán (¡también!) en incorruptibilidad e
inmortalidad, pero no serán glorificados... (ibid. pag. 720)
Sentencia cierta , agrega el texto.
6
Decía Andrés Maurois (L’Instinct du bonheur, XXIII.) que la
mayoría de nuestros dolores, los morales, naturalmente,
proceden de que tenemos palabras para describirlos. . .
Les damos cuerpo, e incluso un cuerpo que no es el
suyo, porque las palabras de todo el mundo no
corresponden nunca a nuestros sufrimientos, que son una
especie siempre nueva y distinta.
Pasaba yo una vez al lado de un parque, en Madrid, y
de repente, arrimada a un árbol, una mujer lloraba diciendo
en voz baja: . . . Nadie sabe mi dolor. . . Nadie sabe mi
dolor. . .
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complejos grafos de conexión entre uno y el otro de los
involucrados en ese binomio de triste memoria. Para
comprender a fondo el problema de la tortura, habría que
penetrar hondamente en el núcleo del dolor.
8
momento de sereno silencio, ,
silencio.