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Si yendo por la calle te enfrentas con un Triste, busca tu salvacin en la otra vereda; y en premio, la Cordura te adornar la sien con una fresca rama de cedrn o de mirto. Si tu encuentro fatal con un Triste sucede ya en el tranva ya en el autobs, descenders al punto del vehculo innoble y aguardars el otro con naturalidad; entonces la Prudencia te llenar las manos de aleles y los bolsillos de castaas. Si, por desdicha, un Triste visitara tu hogar, espera dignamente a que se marche; y luego, con urgencia, lavars el asiento donde ubic sus nalgas tormentosas, y rompers el vaso en que ha bebido, y quemars en tu saln de seda nueve granos de incienso con tres de cinamomo. Buscars en seguida la casa de un Alegre; pues en verdad te digo que vale ms la rota pantufla de un Alegre que la sandalia nueva de los tristes Porque la tristeza es el juego mas siniestro del demonio

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