Primera ediciéa
Primera edicion en esp
FRANZ BOAS
EL ARTE
PRIMITIVO
a Versién expaiola de
Aadviéu Recinos
Kultrforskning,
FONDO I: ‘TURA ECONOMICA
Buenos Aires 4 444
He : [ DEP. L
ertPREFACIO
exfuerzo por dar una descripcion
ica de los rargos fundamentales del arte primitive. Bl dee.
arrolto del tema se basa en dos principios que, a mi juicio, debieren
seruir de guia en todos los estudios acerca de las manifestaciones
de 1a vida entre los pueblos primisivos: el primero comiste om In
identidad fundememal de los procesos mentales de todas las raza
ruestros dias; y el segundo, en la
jeural como resultado de acon.
Pebe haber existido una época en que el equipo mental del
hombre era diferente de lo que es hoy di
‘cionando desde un estado semejante al que se encuentra entre loc
‘onos superiores. Dicha época es
Geefentran bulls de asa organizacién mental inferior en ninguna
de las razas bumanas
le me creo competente para
‘ficos com fundamento en esta experiencia, los procesos
‘bre son los mismos en todas partes, sin diseincid;
25 suponen la existencia de un equipo
tivo diferente del del hombre civilizado, Y-
La conducta de cads 1mo, cual
Perteneaca, se determina por el material tradicional a,
los mrisonos n
Nuestra expe tradicional nos ba enseitado 4
cl eurso de los sucesos objetivas como el producto de
cidn definida y objetiva. La ley inexorable de con
posible sujetar el nrundo externa a la in
mentales. De a8 PREFACIO.
por los fendmenos del bipnotisino y la sugestién en los cuales estas
lineas ya no parecen estar diseiamence trazadas. Nuestro ambiente
culeural ba grabado tan profundamente esta mocién en nuestra inte-
ligencia, que considerames como am hecho fundamental que los
fenémenos maseriales, particularmente fuera de Ia conducta del
hombre, mntca pueden ser influidos por los procesos mentales y
subjetivos. Con toda, cada deseo vebenreme iniplica la posibilidad
de realizarse, y las avaciones encamimadas a conseguir beneficios
objetivos o recibir ausilio no difieren en principio de los esfuerzos
del bombre priuritiva realizedos con el propdsito de intervenir en ef
curso incontrolable de la uaturaleza. La credulidad con que se-
acepten iorias fantésticas selativas a la salud, el brote coustante
de sectas religiosas con abstrusos principios dogmitices, asi como
les modas en las doctrines cientificas y filoséficas, denmuestran lo
endeble de nuestra presensi6v de fabricar wn sistema racional del
amido.
Todo aquel que ha vivido entre tribus primitivas, que ba com-
partido sus gaces y dolores, sus privaciones y sus comodidades, que
‘ve en ellas no solamente objetos de estudio que bay que examina
coino una céiata ev el microscopio, sino seres buemanos que sienten
é ev que no bay tal “mente primitive”, ni una
2 “preldgica” de peusar, sino que cada individuo
rimitioa” es ta hontbre, 0 un nifio de
4a misina clase, de tx misina manera de pensar, de sentir y de obvar
gue un bombre, una mujer oun nito de muestra propia sociedad.
Los investigedores olvidant con demasinda facilidad que Ia légi
a de ta cienciz ~ese ideal inasequible del deseubrit
ciones puras de eausa a efecto, no conaninadas de vinguna clase
de prejuicia emotive ni de opinién comprabada~ no es la tdgica de
Ja vida. Los semtimientos que motkcau nuestra resistencia a ciertas
cosas estén siempre presentes entre nosetros. Recuerdo anc cuando
era mmuckacko y mre daban clase de religion —0 sea de dows
seutiy una inbibicton insuperable para prommnciar la palabra “Dios
¥ ma me podian hacer que contestara una pregunta que e
como respuesta 1a mencionada palabra. Si yo iubiera.tenida, wis
edad, babria buscado y encoutrado wna explicacidn satisfactoria de
idn. Todo el rmmdo sabe por experiencia que bay cie
fos actos que wo podemos realizar, trivectorias de pensmmiento que
20 podenies seguir y palabras que no podemos prowuncisr, porque
contra los actos bey objeciones emotivas, 0 los pensamientos en-
cuentran fuertes resistencias y eucuelcen tan bondamente smestra
vida intin que no pueden expresarse con palabras, Serta acertado
Alarnar a estas cosas tabtis sociales, No hace falta més que reducirios
i
|
PREFACIO °
4 una forma doginética connin para transformarlos en verdaderos
tabi,
alr mungla? Creo que.si rt “ruchacho sorpren-
diera'a alznien escupiendo sobre su fotografia y haciéndola peda-
208, s¢ sentivia con razén ultrajado. Sé que si esto me bubiera acon-
tecido a mi cuando cra estudiante se babria producido wi duelo
y yo habria hecho todo lo posible por inferir a wii adversario in
inatura lo que me babis echo in effigic, y habria considerado
‘ni tritmfo como ta comipensacién del dato que se me habia ca
sado; todo esto sin significado alguna psicoanalitico. No creo que
mis semimientos lxubieran diferido gran cosa de los de otros jéve~
nes. En esto también, la reduccidn a wna forma comin y a wr
doxma nos harta retroceder a actitudes “ndgicas”.
Todos aquellos que estén comvencidos de muestra superioridad
mental y de la incapacidad de los primitivos para pensar con clari-
dad, pueden leer con provecho Ia coleccién de supersticiones de
estudiantes, universitarios reunida por el doctor Tozser? y las Innti~
nosas observaciones de los que sustentan las creencias en ellas con-
tenidas.
Otras consideraciones debieran ponernos en guardia contra la
suposicién de que existe una diferencia radical entre ta mencalidad
primitiva y la del hombre civilizado. Nos agrada ver esta diferencia
en rma mayor libertad mental del individuo com respecto a la escla-
vitud social, expresada en rma actitud critica libre que hace posible
4a faculeed creadora individual
Nuestra demasiado bien ponderada educacién cientifica no ba
demostrado ser hasta abora una salvaguardia contra ia seduccién
que ejercen en nosotros las Wannadas enotivas, mi ba evitado que
Aceptemos conro el Enangelio los nds monstruoso: absurdos cuct-
do se 1105 presentan con suficiente energia, aplomo y autoridad. La
‘lela guerra, entre todas las cosas, con su propaganda organisada,
tanto oficial come particular, nos deberia hacer comprende: esta
verdad. Las opiniones propagadas con energta y los hechos falsos
hibilmente diseminados, influyen en el criterio de las gentes y no
sélo, por cierto, en el de aquellos que carecen de suficiente educa
cidn, El intelectual es engattado con la misma facilidad que el igno-
rante por santurronas profesiones de fe que se ajustan a los precep-
+08 morales del tiempo y del lugar y lisonjean la creencia de que se
est obrando bien; se promuncian sobre el conflicto entre los actos
y las palabras, y cnando proceden de personas autorizadas, hacen
aparecer a las criminales conto santos.
1A. M. Tozzer, Sociat Ori
pp. 282
and Social Continwities, Naeva York, 1995,