La increble historia del pintor O. Kokoschka y su mueca.

MUECA ENVUELTA, OBRA DE J. ROSENQUIST (1992) y AUTORRETRATO, DEL AMIGO KOKOSCHKA Las cartas ms disparatadas que jams haya escrito artista alguno son, sin duda, las que Oscar Kokoschka le enviaba a la seorita M. de Stuttgart, ya abandonado por su amante Alma Mahler, encargndole una mueca para mitigar sus soledad. En estas cartas, el pintor daba todo tipo de variadas y exigentes indicaciones para la fabricacin de la misma, a saber: deba tener tacto de carne, grasa y huesos donde correspondiera, ser articulada, tener boca que se pudiera abrir y enseara lengua y dientes. No era necesario que se sostuviera en pie, pero s que stos fueran ms bien huesudos, de bailarina, y de un tamao preciso. Las crneas deban ser pintadas con esmalte de uas, tener abundante vello pbico y aparentar una edad de entre 35 y 40 aos. De lo contrario, segn palabras textuales, no sera mujer, sino monstruo y l quedara afligido para el resto de su vida. Sin embargo, se neg a colaborar directamente en su fabricacin, pese a la enorme dificultad de encontrar ciertos materiales en esa poca, porque le horrorizaba tocar materias muertas como el algodn o las plumas. Mientras esperaba el envo, Kokoschka se dedic a comprarle todo tipo de lencera, vestidos y complementos elegantes e incluso instruy a su cochero sobre itinerarios de futuros paseos de la mueca. Para celebrar la llegada del pedido, organiz una recepcin en su casa. El anticlmax fue terrible, porque lo que sali de la enorme caja era un espanto envuelto en sedas y pieles. Los amigos presentes se burlaron del pintor y ste, en un ataque de rabia, cogi la mueca y corri a enterrarla en el jardn mientras la orquesta tocaba msica clsica. Pero librarse de ella tampoco iba a resultar fcil, ya que esa misma noche se present la polica en su casa, advertida por un paseante que haba visto cmo una mujer era desnudada, asesinada y enterrada all mismo. El caso es que el pintor desisti de la idea porque, al parecer, tiempo despus fue visto con la mueca en el palco de la pera varias veces, y la us como modelo para sus cuadros, con lo que le dio un fin ms o menos honorable.