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1962
El cuaderno de clase tiene una estructura determinada por un sistema de reglas que
organiza sus elementos textuales y que le dan cohesión. Comparte algunas
características con otros textos didácticos, ya impresos (manuales, revistas, cuadernos
1 En una investigación donde se tomó como referencia este trabajo, Alicia Tenutto
(Contexto educativo Nº 7), compara cuadernos de clase de 1984 con otros de 1997 (en
Argentina) y señala: “Se encuentran en ambos “marcas”, únicamente de la docente. Los
códigos usados en el primer cuaderno son: muy bien, bien, muy bien 10, y solo en
contadas ocasiones muy lindo. En el segundo se le suman: caritas tristes y caritas
sonrientes. Recordemos que Constance Kamii, en el ”Primer Congreso de Estimulación
Temprana” realizado en Bs. As. en 1998 expresó que con esto solo enfatizamos la
dependencia con el adulto, y nos hallamos lejos de favorecer el pensamiento
heterónomo del niño. También se utiliza: precioso, te felicito, y ¡qué bien! No se
corrigen los errores del área de Lengua, pero si los de Matemática.
de actividades), ya escritos por el docente, que sirven para testimoniar la tarea
del aula (carpeta didáctica, cuaderno de temas, guías de trabajo).
Pero también existe el camino inverso: la escuela cree controlar a través del
cuaderno de clase de los alumnos a sus familias. Una maestra señala: “Los padres no
leen las comunicaciones, ni las tareas, ni las notas de los niños. Se creen que son
arbolitos que hay que regar de vez en cuando. No se ocupan de ellos, no les miran los
cuadernos.”.
La familia parece aceptar que el cuaderno de sus hijos los refleja. Muchos
señalan que “lo ayudan” cuando está trabajando, le copian los ejercicios cuando se
ausentan, lo comparan con los de sus compañeros y familiares, lo ocultan.
Para la familia, lo que está en el cuaderno es sinónimo de lo que el niño sabe. Muchos
pedidos de atención psicopedagógica vienen acompañados con el cuaderno de
clase como prueba de las dificultades de aprendizaje. Una madre dice: “Yo lo
miro siempre, hay trabajos peores y otros mejores, no sé si tiene un déficit intelectual o
de maduración.”. Otra mamá señala: “Las notas de la maestra es lo único que me
interesa porque demuestra el rendimiento del chico, si la nota no es favorable reviso el
error.”.
¿Cuáles son las reglas de juego que se establecen en esa interacción cuando el
cuaderno es producido?
Cuando los niños sacan el cuaderno de clase, cada uno debe disponerse en un
lugar recortado, bajo la mirada del maestro. Al ser individual, no permite un espacio
compartido en una tarea grupal. Hay niños que hasta construyen en sus mesas una
“casita” con útiles como una fortaleza que rodea al cuaderno para evitar que sus
compañeros lo miren. Está prohibido “copiarse” del compañero, sólo hay que copiarse
del docente, la mirada debe dirigirse a él. La postura de los niños es distinta, no se
puede escribir de cualquier modo. “Esa letra no se entiende nada, Juan, escribí más
redondito y más grande, parecen mosquitos.”. “Subrayen con regla, prolijo, nada de
borrones.”.
Las estrategias de los alumnos muestran que intentan seguir la lógica del
maestro. Están atentos a sus instrucciones tratando de averiguar qué quiere que se haga
en cada momento, cómo quiere ver el cuaderno de clase, ya que luego los evaluará. Las
preguntas se dirigen al docente, y están referidas a los elementos enmarcativos:
“¿ponemos título?”, “trazamos línea larga o corta?”; a los decorativos: “¿con marcador
o lápiz?”, “¿podemos dibujar en cada oración?”. También se interesan por la forma de
presentar el contenido: “¿ponemos en columna las cuentas con unidad y decena?” y a la
evaluación: “¿va a poner muy bien o felicitado?”. Pero en muy pocas oportunidades
preguntan respecto a la lógica del contenido.
A modo de conclusiones.
De ahí que nos preguntamos en qué medida el alumno es el autor del cuaderno
de clase, hasta qué punto a través de él se evalúa a un niño “ideal” que corresponde a un
proyecto pedagógico históricamente determinado o a un niño real actual.
…
Nuestra hipótesis es que el cuaderno de clase podría permitir en un verdadero
acto de escritura, que el sujeto de aprendizaje despliegue su competencia comunicativa
en un marco normativo más flexible y con una teoría de aprendizaje que le dé cabida,
permitiendo así una real evaluación del proceso de producción de conocimientos.
El cuaderno es estructurante, en la medida en que puede permitir que el sujeto
organice el discurso para que sea eficaz y que guarde la memoria de sus aprendizajes
escolares.
Leído muchos años más tarde, algo de la primera impresión subsiste. Hoy,
Foucault está mucho “más a mano”; el sustento teórico del análisis de las autoras es más
“visible”. Curiosamente, hoy, mucho después los maestros y las maestras continúan
transitando por los mismos caminos “naturales”, realizando los mismos ritos, reiterando
lo que la costumbre ha cristalizado.
¿Quién quiere hacer los deberes? Muy pocos. Sólo algunos (habría que ver por qué)
piden: -Hoy, ¿no llevamos deberes?
¿Quién quiere “corregir” los deberes? Nadie. Ningún docente asigna a esta “parte de su
labor” demasiada atención debido a la poca o nula significación que tienen desde el
punto de vista de la enseñanza-aprendizaje.
Con los deberes ocurren las cosas más insólitas: hechos por el hermano mayor, por la
madre u otro familiar o vecino, a veces por varios (aparecen distintos tipos de letra en
deberes de diferentes días), deberes “muy prolijos” o “muy bien hechos” que no
coinciden con la actuación del niño en clase, deberes sin hacer...
¿Y qué hacer con “los deberes sin hacer”. El maestro no puede dejar impune esta
actitud de rebeldía del niño, esta lógica infantil que rechaza la tarea: -Sin recreo. Harás
la “tarea domiciliaria” en clase (hasta suena surrealista). Pero el maestro en ese tiempo
de recreo debe cuidar el recreo, es la hora del té (o la del mate para los más osados). ¿Y
si son varios los “radicales” omisos? Muchos, nos hacemos los olvidadizos hasta que
algún alcahuete, que nunca falta, dice: -Maestro, fulanito salió al recreo y no trajo los
deberes. Sólo queda una opción: -No te preocupes. Fulanito mañana va a tener que
hacer los de hoy y los de ayer (más surrealismo).
Terminemos con esto. Liberemos a los niños. Liberémoslos, liberándonos. Los padres
y todas las personas de la comunidad junto a los docentes tienen otras tareas que
realizar juntos. Pronto las vamos a encarar (ya comenzaron).
No me gusta lo de hacer deberes
así que no esperes
que juegue a tu juego
el del ego de inflar.
“Jardín de infantes.”
La tabaré.De disco Sopita de gansos