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En esta reseña, pretendo mostrar brevemente las líneas generales del texto “México: del

antiguo régimen a la revolución” del eminente historiador François Xavier Guerra. Para
este fin, daré cuenta en primera instancia de la estructura general del texto, exponiendo
simultáneamente sus conclusiones y posteriormente sus objetivos; después de esto,
hablaré un poco de las apuestas teóricas y metodológicas que se hacen evidentes en el
texto.
Sin más preámbulos, podríamos comenzar diciendo que, tal como su título lo explicita,
el libro (fruto de años de investigación exhaustiva) ofrece una mirada panorámica sobre
el México decimonónico, sacando a flote los actores, los acontecimientos y las
tensiones sociales, que conllevaron ineluctablemente a la Revolución Mexicana; ahora
bien, para exponernos su trabajo, Guerra estructura el texto en dos tomos. En el
primero, centra su atención en ofrecernos un amplio contexto histórico
prerrevolucionario que parte de la constitución liberal de 1857 y llega hasta las
mutaciones socio-culturales de principios del Siglo XX, pasando por una descripción
minuciosa del porfiriato: los actores y sus vínculos, las contradicciones ideológicas, los
conflictos campo-ciudad y el proceso de transición hacia la modernidad. Aquel escrito
del 57 que en un principio no pudo ser aplicado y condujo a múltiples disturbios, sería
posteriormente el referente por excelencia de la élite moderna, ya que encarnaba los
conceptos primordiales de la ideología liberal: los derechos del hombre como individuo
autónomo, el sufragio “universal” como sustento de la democracia, la libertad, la
igualdad, etc. Aunque en la teoría, la constitución era el triunfo de las ideas liberales
decimonónicas, en la práctica aquellos preceptos entraban en contradicción con los
vínculos de sociabilidad que se había arraigado desde la colonia, y por lo tanto eran
violados sistemáticamente. Una vez Porfirio Díaz (personaje principal de la obra) llega
al poder en el 76 gracias a una connivencia estratégica de facciones regionales y
familiares, intenta imponer el “orden” con un régimen militarista exitoso que le da
credibilidad y prestigio, basando su mandato en aquel escrito del 57 que
paradójicamente él mismo incumplía: más que una nación cuyo pueblo es soberano y
que está conformada por ciudadanos indiferenciados, el poder se fundamentaba en una
tradicional y extensa red de clientelas familiares que excluía explícitamente a las
facciones contrarias y a los iletrados (es decir, la gran mayoría de la población). Así
pues, Díaz aparece más como un mediador entre los intereses nacionales encontrados
que como un simple presidente; era el eje que equilibraba las fuerzas sociales
encontradas en aquel México conmocionado. Los favores, las clientelas, las amistades,
y hasta los vínculos de parentesco que Díaz estratégicamente organizó a su favor, fue el
factor principal de donde se derivó su relativa estabilidad en el poder. Aquellos vínculos
y solidaridades no eran exclusivos de Diaz: La sociedad en general (sobretodo la rural)
estaba estructurada por sociabilidades del “antiguo régimen”, es decir, se remitía a los
imaginarios, comunitarios, gremiales, y caudillistas forjados a lo largo de su historia,
precisamente los que el liberalismo se empeñaba en desarraigar. Es en este proceso de
aplicación del modelo liberal moderno liderado por Díaz y las élites cultivadas, donde
se fraguan los conflictos sociales que saldrán a flote en la revolución, y que rompen
aquel consenso nacional que había legitimado el porfiriato; los que principalmente
desarrolla el autor en este volumen son: La pérdida de la autonomía municipal, que
reducía los pueblos (bastiones rurales por excelencia) a la intransigente, impositiva y
contradictoria jurisdicción estatal; la desamortización y la creación de la propiedad
moderna en detrimento de las comunidades campesinas; la expansión estatal que somete
casi todos los aspectos de la vida cotidiana a un riguroso control; la modernización
económica espontánea e inecuánime que beneficia ante todo las regiones de explotación
minera, industrial y agroalimentaria del norte; la involución en el proceso de
escolarización derivada de una exclusividad educacional del ámbito urbano y privado;
la implantación del modelo ideológico liberal-positivista en la educación que evidencia
el factor más importante de desequilibrio: la ficción democrática, aspecto que
profundiza el autor con gran erudición y argumentos contundentes a lo largo de su texto.
El segundo tomo de la obra, Guerra lo dedica principalmente a explicar el
desmoronamiento del régimen de Díaz, y en segunda instancia, da cuenta del acervo
documental en el cual fundamenta sus argumentaciones. En el primer punto, desarrolla
y profundiza los elementos que convergen en la dimisión de Porfirio, entre ellos: el
nacimiento de los clubes liberales de oposición, cuyos participantes hacían manifiesta
su desavenencia ideológica con la “dictadura democrática” de Díaz a través de la prensa
y el proselitismo; el dilema en el que Díaz se encontraba al no saber si nombrar un
sucesor o seguir en el poder, (y que al optar por la segunda opción encontró una
reticencia generalizada); los movimientos que habían agenciado Flores Magón y
Madero por diversas regiones en contra del reeleccionismo; La crisis económica de
1907 que desencadena toda una serie de consecuencias negativas en todo México; los
conflictos surgidos por la posesión de tierras productivas entre los desposeídos y los
hacendados protegidos; el cambio de funcionarios porfiristas por unos “neutros” en las
instituciones estatales que desestructura la red de favores y clientelas que sostenían a
Díaz, y hasta la propia edad del “dictador” son algunos de los elementos que propone el
autor como causantes de la revolución. Sin embargo, existe un problema que subyace a
todas estas causas particulares y que se expresa como un suceso de larga duración; el
conflicto entre la modernidad y la tradición es, además de la hipótesis principal del
autor, el hilo conductor que une cada punto de la investigación. Es partiendo de esta
hipótesis, propia del autor y fruto de anteriores estudios más generales1, que le es
posible al lector hilvanar los acontecimientos que le son expuestos de forma coherente
en un problema central. Es aquí donde radica la diferencia de este trabajo con otras
investigaciones: mucho más que un temario tedioso, el autor desarrolla desde su marco
referencial, un problema que argumenta en una exposición lógica de lo acontecido en el
México del porfiriato. La propiedad de la tierra, la autonomía local, los métodos
judiciales, los sistemas fiscales, las sociabilidades rurales, la iglesia y sus fueros, sus
escuelas, su culto, las escuelas preparatorias, las universidades, el contenido de la
enseñanza
Al parecer, el objetivo principal de Guerra en su texto sería la explicación de la
revolución, pero no es así; este no deja de ser un objetivo secundario más. El objetivo
principal (desde mi lectura) reside en el desentrañamiento de la sociedad mexicana de la
segunda mitad del Siglo XIX, para poder comprobar hasta donde llega la influencia de
las corrientes políticas modernas hijas de la revolución francesa, y cuales son sus
consecuencias concretas en la cultura política latinoamericana (aunque trabaje el caso
específico de México). Es ahí donde radica su interés: dar cuenta de los procesos
históricos que evidencian las contradicciones implícitas en la aplicación de un cuerpo
ideológico “moderno” que responde a las especificidades políticas europeas, al contexto
latinoamericano, cuya cultura era hija de la contrarreforma y la monarquía . Ahora bien,
de esta cuestión tan general se derivan otras más particulares: ¿cómo estaban
conformados los antiguos lazos de sociabilidad? ¿cómo inciden las medidas liberales en
la desestabilización de éstos?, ¿qué papel juega aquí la figura histórica de Porfirio
Díaz?, ¿Cuál es la situación económica y política en el campo?, ¿cómo están
conformadas las élites de aquella sociedad?, ¿Qué factores podrían explicar la
revolución?. También de estos objetivos secundarios, se derivan hipótesis particulares
que intentan dar una explicación al problema, hipótesis que se hacen evidentes en la
estructura del texto y las conclusiones.

1
François Xavier Guerra, “Modernidad e Independencias”, Ed. Fondo de Cultura Económica.
Ahora bien, en el aspecto teórico, es también evidente para quien se acerque al texto que
Guerra bebe directamente de las fuentes teóricas de los Annales: en lo que respecta a la
temporalidad trabaja un modelo que da cuenta de el proceso estructural del período que
aborda (de larga duración), y así mismo se remite a las coyunturas y a los
acontecimientos particulares que se derivan de aquella estructura. También explica sus
resultados investigativos desde una dinámica constante y recíproca entre la sociedad y
el individuo, lo que muestra su profesionalidad en el oficio del historiador. En el
tratamiento de sus fuentes, además de utilizar el novedoso método de la prosopografía
(un análisis biográfico exhaustivo por grupos familiares y comunidades), organiza de tal
modo la información obtenida de las fuentes que logra hacer interpretaciones y
categorizaciones seriales de acuerdo a la pregunta con que a abordado dicha
documentación, que van más allá del documento particular y dan cuenta de las
tendencias recurrentes más inusitadas. Por último podríamos asegurar que el trabajo de
Guerra logra una excelente síntesis de las herramientas históricas cuantitativas
(economía, demografía, etc.) y las socio-políticas que él mismo ha construido de forma
particular a lo largo de su carrera.2

2
Nos remitimos al libro “Modernidad e Independencias”, particularmente a la introducción donde
explicita el concepto por él trabajado de cultura política.

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