Você está na página 1de 177

Volumen 25

Traducciones II

Antigüedades griegas – Antigüedades romanas – Nociones de lógica

Pág.

Antigüedades Griegas 11

Antigüedades Romanas 99

Nociones de Lógica 213


JOSE MARTI
Obras Completas

25
Traducciones

EDITORIAL DE CIENCIAS SOCIALES, LA HABANA, 1991


0 Sobre la presente edición: TRADUCCIONES
Editorial de Ciencias Sociales, 1992

II

AìVTIGüEDADES GRIEGAS

AXTlGtiEDADES ROMANAS

NOCIONES DE LóGlC.4

1sns 959-06-0028-X
950.06-0080-8
'959.06-0053-C

Editorial dc Ciencias Sociales, callc 14, No. 4104, Playa. Ciuchd cl~ 1~1
Habatq Cuba.
NOTA PRELIMINAR

En este segundo volumen de traducciones se incluyen las


tres obras didácticas que Martí tradujo del inglés al castellano
para Ia Casa Appleton de Nueva York.
Las dos primeras, de la serie Antigüedades Clásicas, son:
Antigüedades Griegas, por J. ll. Mahaffy. Con láminas.
D. Appleton y Cía., IVucva York, 1883.
Antigüedades Rommas, por A. S. Wilkins. Con lhminas.
D. Appleton y Cía., NueCa York, 1883.
Además,
Nociones de Lógica, por W. Stanley Jevons. D. Appleton
y Cía., Nueva York, 1883.
Con lo que cobró por la traducción del libro de Stanley
Jevons, Martí pudo traer a su padre a Nueva YorJc para una
breve visita.
C.4PíTULO 1

RASGOSGENERALESDEL PUEBLOGRIEGO
El conocimiento de la historia y literatura de la antigua Grecia nos
cs extraordinariamente importante, porque ningún pueblo ha tomado un
interés más vivo en los asuntos nacionales que el pueblo griego,-ni
ninguno ha escrito libros tan numerosos, bellos y afamados.
De aquellos tiempos y obras célebres se ha hablado ya en las Cartillas
de Historia y Literatura Griegas, publicadas en esta miama serie. Pero
no podemos entender bien la historia de Grecia, ni gozar bastante con
la lectura de los libros griegos, sin conocer algo de la vida privada de
aquel pueblo, de sus usos y costumbres, de sua diversiones y clases de
trabajo, de su religión y de sus leyes. Porque si en algunas cosa8
pensaban como nosotros, en otras pensaban muy distintamente. Entre
los atenienses, por ejemplo, como entre nosotros, ae consideraba propio
de gente mal educada el andar de prisa por las calles, a hablar a voz
cn cuello; pero si un cabslIero salía a paseo sin su bastón, era mirado
por la policía como infractor de las buenas costumbres, y puesto preso
durante la noche. Es verdad que cuidaban más que nosotros de alimentar
y educar bien a sus hijos; pero en cambio solian exponer voluntaria-
mente a la muerte a los recién nacidos, cuando creian los padres que
10shijos eran ya demasiado numerosos. Hoy nos parece la vida de los
griegos una mezcla curiosa de crueldad y bondad, de rudeza y refina.
miento. Al describirla iremos viendo que su existencia y carácter tenian
rasgostan peculiaresy marcadoscomo los de las nacionesque hoy existen.
2. Caracteres generales de la raza.- Como todos los griegos hablaban
la misma lengua, y adoraban los mismos dioses, se sentían distintos de
los pueblos que vivían alrededor de ellos, a los que llamaban bárbaros.
Este orgullo nacional es uno de los caracterw que dominan en au
ARTICüEDADES GRIEGAS 15
14 MARTí / TRADCCCIUSES

Pero también tuvieron defectos, tan arraigados y tenaces que aún


histuria. Y el or,nullo no era sin motivo.-porque, puesto en contraste hoy afean el carácter de los habitantes modernos de la Grecia. Eran
con las demás razas de la Europa meridional, aparecía el griego de color excesivamente aficionados al poder, p al dinero que suele ayudar a con.
hermoso. y de faccianfs simétricas y be!las. Como se desarrollaba más quistarlo, y usaban sin reparo de todo género de medios para alcanzar
lentamente que sus vecinos. EU educación era más perfecta. más dura- autorida¿ y riqueza. No eran veraces, y mentían y mgañaban sin reparo,
dero su vigor. y PU ancianidad más dilatada. Todavía hoy, los que si les venía de ello provecho.
viajan por Grecia se sorprenden del gran número de ancianos robustos
Eran ingratos, en lo que se parecen a las gentes de hoy, y no per-
y saludables que hallan a cada paso. El excelente clima del país, ayudado
donaban a los que les habían llevado ventaja en algún lance, disputa
de las costumbres sobrias de los naturales, ha hecho de los griegos una
o condición. En cuanto a crueldad, se diferenciaban poco de sus vecinos
raza esbelta y sana,-de lo que no hay prueba mejor que la rareza de
los bárbaros. Aunque siempre estaban en guerra, no se distinguían por
hallar en lus libros griegos menciones de padecimientos de la dentadura,
valerosos: y se sabe que solían llorar antea de entrar en batalla, y em-
y la b!ancura y regularidad notables Ile los dientes de los griegos
prender la fugz apenas había comenzado el combate. Se ve, pues, que
:i,or 1 ernos.
‘9 a semejanza de todos los hombres, los griegos poseían a la vez buenas y
,i. j’e!;rmencia JP SU cii’~dils.--L‘ur:iiì t’!: de esperar de los hijos
malas cualidades.
<: .;; i: i’? <Llr,oí!r se iìiì*:l-,li:, c!cr :iE?:* SUil?d i:.: ;;:.~Pz:E eran de carácter
! %.r-‘!uy rjj+~j~t-~.l,;q ‘1 :c-:ll,. ;,,‘~:ii.~..; $i!, :iiT,+.:ryijr: y regocijo. Su 5. Caracteres especiales de tribu particulures.-Cuando se habla
>>
I” :r;!>:o y ht~:.rJ;,:suTd niJt:ir:lka li? I:,ir.la!; i u:-cp> h:ibiles de la belleza de los griegos como de un pueblo, no debe olvidarse que estaban sepa-
C,‘, 19% !:bleto? cj”? ;o> ri-.ri‘~~?!r,n, 5’ tt;twiigos v~ht:;nen:es de toda fealdad. rados en muchas tribus distintas, y que éstas ocupaban comarcas, islas
XIrban t,iAta iml)t;rtanria a ia bellrza, qlue FC saI$e :;un 2egaron a adorxrla, y ciudades propias, que se señalabana veces por sus diferentes aficiones
y costumbres. Eran algunos de los griegos montañeses rudos; otros,
y solían aíirmar que i a i xrmosura
-. era cosa igual a la bondad, si no
mercaderes y gentes de mar; otros, pastores y labriegos. IXferian los
mejor que ella. Cuando querían decir de un hombre que era cabailcro
dialectos de aquellas tribus tanto como difieren ahora en Inglaterra los
perfecto, lo llamaban kclovaga~hos, que quiere decir “hermoso y bueno”’
entendiendo por “hermoso” que Io era en su conducta y en su aspecto, del Somersetshire y las Montañas: y como no pertenecian, como ios
ingleses pertenecen, a un solo imperio, solía haber mayor variedad
Y poi “buer;o” que !o era por su nacimiento y su carácter.-Pero no
eran vivaces solamenteen JU manera de amar la belleza, Siempre estaban aún en las costumbres de las tribus que en sus dialectos. Esto aumenta
prontos a reirse de un chasco, .Z llorar sobre un infortunio, a indignarse la dificultad de describir los usos de iOS griegos, porque en algunas
de una injusticia, R deleitarse con III-G travesura, a atemorizarse ante comarcas era celebrado lo que se tenía por vituperable en otras. Acos-
lo solemne, a mofarse de todo 10 absurdo. tumbraban, por e,jemplo, las doncellas de Esparta disputar el triunfo o
4. Su surdwa.--Esta vivacidad de sus afectos ks hahrk extraviado los hombres en los juegos ptiblícos, lo cual era mal visto por los de
a menudo, ;7 no haber sido por su gran cl>ríEu..ru, que fue tamblkn cualidad Atenas, que tenían prohibido a sus doncellas hasta el asistir (B aquellos
nolaiJi1ísìma de! puAlo griego. Ponían indomabie empeño en dixutirlo juegos. No podría asegurarsede una manera absoluta que tal diversidad
y entender!0 todo; gustaban de conocer icìs aspectosdiferentes de cada en las costumbres proviniera de la diferencia de tribu, o de la fuerza
rxestik, j’ cedían, POi io común, a: wto dr la mayoría. Esa condición de las circunstancias. Es opinión general que la raza de los dorios era
de In coTd!jTa Iqe !la que :es hizo 8mar en pojiti-3 los conse{ . v las austera, áspera y parca, y la de los jonios blanda, dócil y suntuosa, y
ciudades, y odiar Ja soleda& v ins !iranoT: DO;* ia cordura amaron YE que los eolios y aqueos tenían a la vez de jonios y de dorios. Pero esta
h-9 artes 1~ simettria y ta proporción, y aborrecieron ia vaguedad Y la creencia nació de que los espartanos, que eran dorios, habían sido edu-
0rnamentac~ó.n exces:va ; por 1a cordura prefirieron en -sII !iteratura )a cados por Licurgo en el amor a la sencillez, y en el silencio y la obe-
CiarJdad 7 la mhderscií>n a la ampuiosldad v ei ia!so sentimlentn -Por diencia. Otros dorios, como los corintios y tarentinos, tenían condiciones
estas buenas dotes cnpita!c.-3 se distinguieror. 10s Sriegos y liegaron 3 ser enteramente diversas: así era usual tachar a los jonios de ostentosos
grande5 y ;3Ti~PSt>F.
16 MARTÍ / TRADUCCIONES

y cobardes, aunque no hubo ciudad griega que mostrara en aquellos rección de artistas helénicos, pueden pasar ante hombrea entendidos por
tiempos más energía y bravura que Atenas y Mileto. obras de Grecia.
6. Unidad de la vida griega.-Pero puede decirse, en general, que 7. Preponderancia de la Cda de ciudad.-la vida del campo entra
los griegos que vivían en las ricas colonias del Asia Menor y mediodía por gran parte en la vida moderna: nuestras llanuras y colinas están
de Italia, y que lindaban con poderosos bárbaros, eran más amigos de sembradasde haciendas y casasbien provistas. Pero este modo de vivir
los goces y el lujo que los de la madre patria, “nutrida siempre con era raro entre los antiguos griegos, y es más raro aún entre los griegos
pobreza”, por lo que sus hijos, acostumbrados a la economía y diligencia, contemporáneos. El temor a los piratas y saqueadoresen los primeros
adquirían hábitos no comunes de libertad y valor. Se afirma que el ca- tiempos, y la afición a la sociedad y a las cosas públicas, sacaban a los
rácter de los varios dialectos viene en apoyo de esta opinión, pero no hombres del campo, y los traían a las ciudades, donde hallaban refugio
todos los escritores concuerdan en ella, ni en el modo de estimar el y compaííía. Sólo los tiranos favorecian la vida campestre. Por eso
carácter diverso de los dorios, jonios y eolios. Había también algunos leemos en Homero que lejanas haciendas, pertenecientes a los nobles,
distritos montañosos, como Acarnania, Etolia, y ciertas partes de Arcadia, estaban confiadas al manejo de leales esclavos, que criaban ganado en
cuyos habitantes eran mucho menos cultos que los del resto de la Grecia, ellas, y lo cebaban para los usos de la ciudad. En tiempos de Hesíodo,
aunque por su lengua y usos generales fuesen siempre contados entre sólo el pobre labrador vivía en el campo: las gentes ociosas y elegantes
los griegos, y no entre los bárbaros. Porque, a pesar de todas esas dife- vivían siempre en las ciudades. Noticias semejantesencontramos al leer
rencias, hubo constantemente una singular unidad entre los griegos, por los novelas griegas de los últimos tiempos, tales como la “Historia de
la que ellos mismos se sentían distintos de los demás pueblos, y supe- Dafnis y Cloe”, donde se ve que los ciudadanos ricos de Mitilene tenían
riores a ellos. Era como una especie de gran masonería, y como un lazo por costumbre visitar de tarde en tarde a sus arrendatarios y ganado.
que atase a los habitantes más lejanos, cualesquiera que fueran el lugar y No se conocen más que dos casosde que la gente patricia de Grecia resi-
ocasión en que se hallaran. De esta manera se veían como conciuda- diese voluntaria y habitualmente en el campo. Tucídides y Aristófanes
danos, y se podían entender sin tropiezo, el comerciante de Masilia,’ en nos cuentan cuán lujosamente vivían en sus haciendas los nobles del
la Galia, y el de Trapezo, cerca del Cáucaso,-el de Olbia, en el Euxino, htica, y cuán rara vez iban a Atenas. Y Polibío dice que era tan afi-
y el de Cirene, en Africa; en tanto que los miembros de otras naciones cionada al campo la nobleza de la Elida, que solían los nobles no ir a
de la tierra se comunicaban con dificultad. Esa era aquella unidad de la ciudad durante toda una generación. Venía de que el Atica estaba
la raza helénica que envanecía tanto a los helenos, unidad demostrada en protegida de ataques inesperados, durante la época primitiva, por BUS
el común lenguaje, en la religión-o religiones-comunes, en las grandes fortalezas y flotas, y de que los griegos por común acuerdo respetaban,
fiestas nacionales, y en su costumbre de mirarse como un conjunto opuesto a causa de los juegos olímpicos, como tierra sagrada la comarca de la
a ios habitantes del resto del mundo a quienes miraban como a simples Elida. Por eao Jenofonte, a quien agradaban mucho las diversiones que
bárbaros. Acaso pueda dar idea de aquel orgullo nacional de los griegos el campo proporciona, se establecióen la Elida al retirarse de susguerras.
el de los pueblos de ahora, que llaman extranjeros a cuantos no hablan Pero debemosconsiderar la vida de ciudad como la preferida por los
su lengua. griegos.
Esta unidad de tipo se nota, sobre todo, en el arte helénico. No han 8. Apariencia general de las sociedades griegos.-Las ciudades
llegado a nosotros sus pinturas, ni su música; pero en los restos de SUS griegas más antiguas estaban usualmente a algunas millas del mar, por
edificios y esculturas, respira un delicado espíritu de excelencia, una miedo a los piratas que merodeaban por las costas. Estas ciudades no
combinación de dignidad y gracia, una unión de lo natural y lo ideal, eran al principio más que un castillo o acrópolis, lugar fortificado donde
que hace casi inimitables las maravillas del arte griego. Ni las mejores se refugiaban los habitantes vecinos en ocasiones de peligro. En las
obras romanas, hechas en emulación y copia de las griegas, y bajo la di- mismasantiquísimas ruinas de Tirintia en la llanura de Argos, tenemos
ejemplo notable de aquellas construcciones. Cuando la población crecía,
1 Hoy Mamella. fabricaban sus ciudades alrededor del fuerte, y las amurallaban. Pero e;
18 MARTí / TRADUCCIONES ASTIGkFD.4DES GRIEGAS 19

acrlpolis, o fuerte de la colina, construido por lo común en despeñaderos doméstica9. Ya \-premos como eran los templos, al hablar de lo9 edificios
escarpados, era por supuesto la parte más defendida y segura de la ciudad. públicos de lo9 ;ritago9: hablemos ahora de su9 casas privadas.
Se alzaban también en ella los antiguos templos, y se suponía que mo- 10. Plnno generui de :a CCISCILcriega.-Edificamos nosotros las ca9a9
raba en su recinto el dios que tenía a la ciudad bajo su especial amparo dando el frcntc, a la9 calleo, como para que sus adorno9 puedan ser admi-
y guarda, todo lo cual hacia que se tuviera generalmente el acrópolis rados desde afuera: los griegos, por el contrario, ponían empeño en
como lugar sagrado, en el que no se edificaban casas particulares. Si eeparar sus moradas de la vía pública. Jamás abrían en sus paredes
prosperaba la ciudad, habilitaban cerca de ella una ensenada para buques, ventanas bajas que diestn a la calle: parecían sus casa9 muros cerrados,
o construían a la orilla del mar una ciudad de puerto, donde los interrumpidos 9610 por una recia puerta, con su eplspaster (manilla) y
mercaderes y marinos hacían su tráfico. Por eso Atenas con su Acró- su rhoptron (aitluba). Se abría la puerta hacia afuera, lo que la hacía
polis está a tres milla& del mar más cercano, y a más de cuatro más segura para los habitantes de la casa; pero cuando iban Estos a salir,
millas del Pireo, que llegó al fin a ser su puerto, por lo excelente acostumbraban llamar pcJr la parte de adentro jy>sofein, en oposición
de su bahía. Y lo mismo Argos, Megara y otras ciudades. Corinto al kroyein del visitante), no fuera a ser que al abrirse la puerta de pronto,
tenía hasta dos puertos, uno a cada mar, y ambos a algunas millas de echase por tierra a alguno de los que pasaban. Las puertas de las casas
distancia de la alta roca en que se levantaba el Acrocorinto, como llamaban ricas no daban a 13 calle, sino a un pórtico (prothyron!, el cual no era
a su formidable ciudadela. Sólo Esparta carecía de fuerte, porque las tenido como parte de la casa. En lo interior, ia pxerta daba a un estrecho
entradas a su llanura eran ásperas y difíciles, y podían ser fácilmente pasadizo (thyroon), a uno de cuyos lados estaba el puesto del portero
defendidas. Ni murallas tenía siquiera, por lo que parecía de lejos como (thyromeion), donde sentaban a un esclavo que, por ser ya imítil para
un grupo pequeño de aldeas pobres. Pero ésta era una excepción notable. otros oficios, dedicaban al de vigi!ar la puerta o a cuidar los niños. Lle-
9. Allí donde el monte en que se alzaba el fuerte no era bastante vaba el pasadizo a un patio cuadrado abierto (ayie, peristylos) que hacía
inexpugnable, cercaban la ciudadela con murallas, y la proveían de cis- de centro a la casa, rodeado de una columnata o clauetro con techo, y
ternas de agua, excepto en casos raros, como el de Corinto, donde en la al cual tenían salida el comedor y los diversos cuarto9 de 109 hombres.
cima de la roca había una abundante fuente. Si de lo alto de una de aque- Ese era tambien el plano común de las casas romanas, y ése es todavia
llas grandes fortalezas se miraba a la ciudad que se extendía a sus faldas, el de las casa9 de los italianos modernos: la mayor parte de los palacios
llamaban particularmente le atención los templos y edificios públicos, de Génova y Florencia estan edificados de este modo. Frente a la en-
construidos para mover por su apariencia exterior, le admiración, en trada había una segunda puerta (metaylos), que conducía del patio a
tanto que perecían pobres y ruines las cases privadas. Grandes e impo- los aposento9 de las mujeres (gynaikoonitis): allí estaba el thalamos, la
nentes eran también las plazas públicas y los mercados, rodeados a menudo alcoba de los dueños. En las casa9 ricas, se construia3 los aposentos de
de columnatas y pórticos, donde solían reunirse e tomar el sol los habi- las mujeres alrededor de un segundo .patio semejante al primero; pero
tantes de la ciudad, y aun dormir de noche. Hileras de estatuas emhe- era más comun, para ocupar menor espacio, edific.ar estos aposentos en
Ilecían las columnatas de las plazas; pero las calles eran estreches y un segundo piso crpcroon] levantado sobre ia parte del fondo del pri-
sucias. Se diferenciaban principalmente aquellas ciudades de las nuestras mero; y comunicado con este por una escalera que iba a dar al patio
en que no se veían en ellas eses torres, agujas, pináculos y minaretes central. Preferían ios griegos vivir en piso bajo, por lo que no eran
que en las nuestras se ven, porque los arquitecto9 griegos preferían los sus habitaciores masas gigantescas, grandes como montes, como son ahora
techos pianos, y no fabricaban jamás casas de muchos pisos. No había las casas en 13s CiUí!ai:eS europeas. Los dormitorios y gabinetes, alre-
allí tampoco ese bosque de chimeneas que desfigure tantas ciudades mo- dedor 44 patio, eran por lo comtin pequeños Y oscuros, como que la
dernas, lo cual compensaba con ventaja la falta de suntuosos campanarios. ‘*ch2 .es
I venia unicamenta por la pUeit?A que da:la 9 ia ~oluinnata. El piso
Todas las cases privadas eran sencillas e insignificantes, porque los griegos aho tenía Ventana9 ~‘:::Ly.~icioz, jootagooqoi I. El tzrho era tejado-como
no construían sus cesas para que les viesen de afuere, sino para liber- Ins nuestros, y Ei33 !ian o q,ue pe podia 79sear por 3. Ponían al fondo de
tarse del bullicio y desagrados de la calle, y procurarse comodidades !a casa las cìespenssii y cuartos cìe desahogo, IJ ce-c3 de d!;s la cocina:
20 MARTí / TRADUCCIONES
AKTifGLEDADES GRIEGAS 21

que era la única habitación que tenía chimenea (kapnc, kapnodock).


Rara vez se uecesitabaencender fuego en los otros aposentos:si se nece-
sitaba, los calentaban con braserosde carbón de piedra o leña (anthrakia.
prraynoi). Y como estas habitaciones daban a la galería abierta, estaban
siempre frescas en verano. No hay que decir que los palacios de lor
primeros tr!‘es, J las casas de campo de los ricos patricios del Atica
tenían aposentosy patios mayores que los de las casas comunes de la
ciudad: mas en el plano, no eran diferentes. Cuenta Homero de los
salonesde In gente principal que tenían las paredes ornamentadas con
láminas de brillantes metales,-cuya moda conservó Foción en su casa
de Atenas, y de la cual hay huellas aún en la casa llamada del Tesoro de
Atreo, cerca de Micenas. No usaron de la pintura al fresco (zoografía)
ni embellecieron con ricos colores sus paredes, hasta el siglo cuarto antes
de J. C.; mas desde entonces fueron estos adornos tan generales, que
apenas había en Pompeya (ciudad verdaderamente griega, aunque estaba
en Italia)-casa que no estuviese hermoseada de este modo. Pintaban
en las paredesgrandes espacioscuadrados de negro, escarlata o amarillo,
rodeados de ricos bordecl de flores. en cuyo centro solía haber muy
lindas figuras, si podia el dueño soportar el gasto que este lujo de oma-
mentación acarreaba. En 1os aposentos del palacio que ahora excavan
en el Palatino, en Roma, pueden verse todavia muestrasde aquel género
de adorno, aunque ejecutados ya con mayor arte y esmero.
0 0 - ll. El ajuur de la casa.-Como el ciudadano griego vivia princi-
.
-JI 0
l
Il- 8 palmente al aire libre. y en público, y no veía su casa más que como
lugar seguro y conveniente para guardar su familia y almacenar sus pro-
piedades, no es extraño que sus muebles (ta epipIa) no fuesen muy tra-
bajados ni costosos. Facilitaba esta economin lo reducido del espacio de
los aposentos, y el desfavor con que los griegos miraban las grandes
reuniones de extraños en la casa propia. A más, demuestran la sencillez
del ajuar griego, los bajos precios de los muebles, a que se hacía fre-
cuente alusión en los tribunales de Atenns: aunque había ciudades, como
la opulenta Síbaris, donde los muebles eran suntuosos. Luego, con la
decadencia del espíritu nacional, se hizo mBs ostentosa la vida privada.
Debemos, pues, tener por cierto que fue barato y sencillo el ajuar
doméstico de los primeros griegos, aunque lo distinguían tal gracia de
dibujo y belleza de forma que no han sido jamás igualadas. Cuidaban
tanto de la utilidad real de sus muebles, como de su apariencia her.
mosa. La silla griega frecuentemente dibujada en los vasos de aquel
Frc. l.-Plano de una casa griega con dos p~~tios (A y B) tiempo y rrproducida en miirmol en la hilera del frente del teatro de
22
11 \RTí ,’ TRiDCCCIOSES 23
ANTIGÜEDADES GRIEGAS

Atenas, con;0 hoy aún se ve, es ia silla más cómoda y práctica hasta el sus puertos grandes muelles (neooria), y lonjas (deigmata), donde ex-
día imaginada. Iguale5 en belleza y buenas con(Jic.iriner de uso son los hibían los mercaderes muestras de los cargamentos que les encomendaban
numerosisimos vasos, frascos y jarros descubiertos en muchas partes de para su venta. Ya después de la época del arquitecto Hipódamo (MI
Grecia. Se tienen especiales noticias de las sillas fc!i/roi), banquetas y
a. de C.) comenzaron a trazar sus calles comunes en ángulos rectos, de
literas fklinai), ornamentadas ricamente en maderas exquisitas, con có- cuya manera reconstruyeron el Pireo, que quedó algo semejanteal plano
modos cojines, no semejantes por cierto a los cojines de los muebles de de Nueva York. Había funcionarios (astynomoi) encargados de cuidar
ahora. Usaban también sillas de brazos de respaldo alto y banquetas cerra-
de los edificos, acueductos y caminos públicos, de la seguridad de las
dizas (okladiai), Dormían contentos los hombres de la edad primitiva, calles, y de que no usurpasen porción alguna de ellas los ciudadanos
particularmente los de c!ases pobres, en frazadas burdas o pieles tendidas privados.
sobre cl suelo, con las que hacían también, y aún hacen, cama impro- 13. Los tempbs.--Pero los templos eran, con mucha ventaja, los
visada a algún inesperado hukped; pero ios griegos dormían sobre co!- edificios más notables. Tanta importancia tuvieron los templos en las
chanes de lana, tendidos sobre bancas. Sólo usaban de mesas para comer: ciudades griegas, como las iglesias en las ciudades de la Edad Media.
sacaban las mesas a la habitación donde comían, y se las ponían, sin Verlos era el principal deseo de todos los visitantes y viajeros. Con
otro apoyo ni pie, sobre las piernas. En los tiempos primitivos, cada tanta solidez los construian, que han durado hasta hoy porciones de
comensal tenía una mesa para sí. Esta carencia de mesas fijas debe de ellos, con cuya ayuda podemosestudiarlos, y describir su plano y estruc-
haber sido el mayor contraste, en cuanto al ajuar de la casa, entre los tura. Las ruinas más notables de los templos de Grecia, están en Pesto
griegos y nosotros. Escribian sobre la rodilla, como hacen aún hoy los (Posidonia), cerca de Salerno (fig. 2) ; en Girgenti (Agrigento) en la
orientales, o sobre el brazo de una litera. Parece que coiocaban sobre costa meridional de Sicilia; en Egina; en Sunio; y sobre todo en Atenas,
trípodes todos los objetos de adorno que embellecían sus aposentos, y en el Atica. Se han descubierto los cimientos de otros muchos. Entre
los cuales solían ser vasos muy ricos de metal precioso y labor muy esme- los más celebrados, allá en edades remotas, se cuentan el de Hera en
rada. Debieron ser también notables la variedad y hermowra m.aravi- Samos, el de Artemiz en Efeso, el de Apolo en Delfos, y el de Atene (el
llosas de SUS lámparas. Poseian toda espwie de tazas, tazones, jarras, y Partenón) en Atenas. Edificábanlos todos en lugares que habian sido,
vasijas para vino, agua y aceite. De los nombres de los utensilios de desde tiempos muy lejanos, consagrados a algún dios, los cuales eran
cocina, hay larguísimas listas, y no era su ajuar de rocina probablemente generalmente “lugares altos” como aquellos de que hablan las Antiguas
muy diverso del de las casas de Pompeya. TJsaban platos y fuentes, y Escrituras. Los dioses fueron adorados al principio en la forma de
a veces cuchiilo~~ y cncharas en sus comidas, pero nunca tenedores. piedras brutas, o de árboles, tallados algunasveces ásperamentea manera
12. Lo.5 edifitii23 pUólicos de los griegos.-Porlico (stoai) y puerlas.- de imagen. Había un altar ante el dios; pero no techo o templo. Mas
Contrastaban co3 aquellas, ) a veces rudas, casas privadas de los cuando los griegos comenzaron a esculpir estatuas de mármol, y a pre-
griegos---he&; :tii:r pxra ser vistas desde adentro--sus suntnosisimo: sentar ricas ofrendas a sus divinidades, ze hizo ya preciso proveer a los
y belios erlifl<,iss púbiicos, construidos principalmente para que se los diosesde moradas dignas de ellos.
admirase drsde afuera. Circundaban comlínmente sus lugares públicos 14. Para esto, comenzaron por imitar en piedra los edificios co-
de reun;& iuc~~a:, y SUS mercados de hermosas rolumnatas, que solían munes de madera sustentadospor postes verticales, sobre los que atrave.
ser de m,årmc,! y pintadas al fresco; por lo que parecía a los griegos, que saban horizontalmente las vigas del techo, que subia hacia el centro
se jwltahan
A siii Lî í!l>criti: sobre las C:GÜ~ nacionales, que estaban como en dos planos ascendentes,por medio de otras vigas, hasta acabar en
en el patio i;-, s..: : ::-a propia. distinto sóio en el mayor tamaño. Por caballete en el remate. No empleaban el arco., Enriquecieron este plano
el ágora que s. T’ i)-Iì P o7npeya - podemos hacernos idea de aquellos pór- sencillo, multiplicando los soporte,Q verticales, tallando las superficies y
ticos. Lon5truiaí>
” tambitk con grnn Irte y riqueza ias puertas de sus extremos de las viga0 de la techumbre, y coloreando el conjunto de rico
ciudades. La portada í protylaia) (ie la :k:rópo:is de Atenas era consi- azul, encarnado y oro. Eae es el templo de orden dórico, reformado, mas
derada como un modeio de beikTa en toda ;a Grecia. Fabricaban en no mejorado, por el jónico, y má9 tarde por el corintio. Se diferencian
24 MARTi / TRUHJCCIONES

estos tres órdenes c-n la clase dc columnas que en ellos se usan, y en el


entablamento. o remate de la constr-lcción sobre las columnas. La columna
dórica (fig.2) arranca derechamente del pavimento, sin tener, como las
de los demas órdenes, una base de diverso molde. El fuste es estriado:
bastante grueso, y ligeramente hinchado (entu$is) hacia la mitad. Líneas
pronunciadas marcan la separación de las estrías. En los temp!os mas
antiguos, la altura del pilar dórico era cuatro veces y media mayor que
su propio diámetro. Remata la columna un ancho capitel plano (echinos)
de forma circular, sobre el que va un tambor cuadrado, o ábnco (fig. 3a).
Sobre éste va el nlqnitrnle, ancho dintel, con el que se representaba la
viga o solera de madera de los primeros edificios: y como sobre ésta
tendían las vigas que formaban el techo, las cuales mostraban por sobre
la solera sus cabezas, se originó de aquí la segunda porción del enta-
blamento dórico, llamado friso, que consta de triglifos, que representan
las cabezas de las antiguas vigas, acanalados por mayor adorno, y de
metopas (metopai), anchos trozos de piedra, enriquecidos con figuras,
nuestos como para llenar el espacio que debía quedar hueco entre cada
dos vigas. Sobre el friso venía la cornisa, o porción saliente del entabla-
mento, y como remate del conjunto el caballete, que era una superficie
plana triangu!ar, o pedimento, embellecida por lo común con obras de
escultura. Los pilares, así como las estatuas, estaban pintados de rojo,
azul y amarillo, y se usaba del dorado con gran profusión. Los órdenes
jónico y corintio diferian del dórico en el dibujo del capitel; en el enta-
blamento, que construían como una moldura plana, exornada con obras
de pintura y escultura; en que sus columnas descansabansobre una base
que no cra parte de su fuste; y en que sus fustes, más airosos y esbeltos,
ostentaban estrías separadas (fig. 3b y 3~). Podian los templos tener
columnas sólo en la fachada (prostilio), o en la fachada y el fondo
(anfiprostilio), 0 p or sus cuatro lados (pcripteral) como en la fig. 2.-Y
aun podían tener dos hileras de columnas ell cada lado (clipteral) como
el templo dc Júpiter Olímpico en Atenas. Estos eran los caracteres culmi-
nantes de la suntuosa f;íbrica de los templos, y bastan para dar idea de
su hermosura.
15. Es de notar que las columnas jónicas, aunque empleadasfre-
cuentemente cn el Asia Menor, fueron rara vez usadasen Grecia; salvo
para ornamentar templos pequeI?os,y trabajados con mucho esmero, o
para adornar el interior de las casas. Ni las columnas corintias, desco-
nocidas hasta los tiempos de Alejandro, vinieron a estar en boga en
Grecia hasta la fpoca de la dominación romana.
ASTIGCEDADES GRIEGAS "7

El exterior de aquellos templos era espléndido, y 9119 anchas col?Jrn-


natas y peldaños propios para acomodar muchedumbre de concurren!. :.
pero la porción comprendida entre las paredes, o cella, era humiL!e y
oscura. Se diyidía generalmente en: antecámara (pronaos), el sagrarlo
(naos), y el tesoro, con otros aposentos pequeños detrás del sagrarlu
(opisthodomos). E n éste sólo estaba techada la parte que cubría la estatua
del dios; el resto estaba en parte abierto, para dar libre salida a laE
columnas de incienso y humo de 103 sacrificios: los griegos pensaban
que las plegarias debían ofrecerse al aire libre. Había en los templos
grandes una columnata que circundaba la pared exterior del cella, y era
paralela a la columnata exterior; esta segunda columnata sustentaba el
techo. Ya hablaremos, al estudiar la religión griega, de SUS varios dioses
y de las festividades de su culto. Se asemejaban por su estilo a los templos
las columnatas y pórticos que solían edificar alrededor de las plazas
Fxc. 3a de mercado, y a lo largo de los muelles, en las ciudades de puerto de mar.
1. Fuste
2. Capitel t T,“l$y’ 1 Friso 16. Fortalezas y murallas.-Ya éstas no eran imitaciones de edificios
3. Abaco 7: Cornisa de madera, ni se las construía por mero adorno, sino que las hacían de
4. Alquitrabe
grandes trozos de piedra sin tallar, colosales y rudos, que apilaban en
forma de muralla como mejor viniesen. Esta clase de construcción es
la que se conoce con el nombre de ciclópea. Todavía existen en Tirintia
pasadizos cubiertos en una espesísima muralla con ventanas, construida
de este modo hercúleo. Hubo despue-‘Q un estilo ya más adelantado de
fabricar fuertes y muros, que se llama poligonal, en el que se usaban las
piedras cortadas en pedazos, aunque no en cuadro, y se las ajustaba con
ayuda de piedras más pequeñas, y cascajo. Con tanto esmero eran tra-
bajados estos muros poligonales, que alguno hay en que es difícil hallar
hoy las junturas, como sucede con el de Megara. Esa apretada unión,
sin uso de mezcla alguna, de grandes piedras cortadas en cuadro, y mera-
mente empalmadas con hierro o plomo, es el rasgo común de las más
sólidas murallas griegas, de las de Eleuteras, de las de Filos, de las de
Mesene, donde el más blando corte y el mis acabado ajuste concurren
a hacer imperecederos aquellos monumentos de la Grecia. De esa manera
cuenta Tucídides que fortificaron el Pireo, pero allí destruyeron de intento
la gran obra, y apenas quedan de ella vestigios que permitan juzgar de
su grandeza.

Frc. 3L FIC. .k
CAPÍTULO 11

HOMBRES Y PROPIEDADES

1 7. El ciudadano griego.-Ya hemos descrito las ciudades y edificioa


de Grecia: tiempo es de que trabemos mayor conocimiento con el pueblo
que en ellos vivía. Veremos primero cómo vivía un ciudadano común,
de edad viril, y luego de explicar su modo de vivir, estudiaremos el de
otros miembrosde la sociedad,en susrelacionescon esteciudadano adulto.
Los Estados griegos sólo reconocian como individuo del cuerpo polf-
tico al ciudadano, y a los derechos y peticiones de éste acomodaban sua
leyes y decretos. Hubo, por supuesto, tiempos y lugares en que mandó
un tirano, o UI grupo de aristócratas, y en que no gozaba la masa de
los ciudadanos del ejercicio de los derechos públicos. Pero aun en esas
{pocas y comarcas, el tráfico, In conversación animada, los ejercicios
corporales llencban el día. Es cierto que en Esparta se enseíiaba a los
jóvenes la modestia extrema y el silencio, y a que, aun en la conversación
corriente, madurasen con despacio lo que habían de decir, y lo dijesen
del modo más breve y sobrio posible: se parecían en eso las reuniones de
los espartanosa las juntas de Estado de los indios del norte de América.
Pero este caso de Esparta era excepcional: en todo el resto de Grecia,
se vivía mSs o la manera de Atenas que a la de la ruda Esparta.
18. Cómo empleaba usualmente el grie60 el dio.-Los griegos apren-
dieron de los babilonios la división del día en doce horas, y se atribuye
II Platón el invento de un reloj de agua que marcaba a su vez de igual
manera las horas de la noche. Pero en la vida ordinaria, y en confor-
midad con el uso antiguo, se miraba la noche y el día que le seguía como
un día sólo (nydhemeron), el cual era dividido en siete partes. Tres
de éstascaían dentro de las horas de la noche: la una (esperos) cuando
se encendían las lámparas; la otra, que comprendía las horas tranquilas
.:o XMTí , TRiDL’CCIOSES
ANTIGÜEDADES GRIEGAS 31

dz la noc!lr inzcjui nll.fes); y la tercera (orthos). el a!ha. cuando empe- en pasear por los pórticos, u otros lugares de recreo, o en dormir y
zaban a cantar los gallos. Tocaban al día. pur tanto. las cuatro partes charlar, como a su gusto pluguiese. Parece que también durante esta
restalIte-: la primera porción de la mañana lprooij; ias horas de la
parte del día se daba curso a los procesos, se oían acusaciones y de-
mañanr cerc,Jnns al nlediodía. en que ya comenzaba a llenarse de gente fensas, y se recibían pruebas. El almuerzo de las clases ricas era sucu-
la plaza del mercado (peri plethoysan agoran); las horas de calor del lento y abundoso: tal vez este almuerzo servía a los niños de comida,
mediodia /res mesc:nOrias), y las últimas horas de la tarde (peri deikvz). y consistía, como el moderno almuerzo griego, en manjares calientes y
Como sucede hoy en toc!l); lo‘: psi-c.5 del rur de Europa. donde el mediodía vino. Se tenía, sin embargo, por lujo hacer dos comidas fuertes en el
es hora de sueño o de pcrem. 103 griegos se levantaban muy temprano, día, y el beber mucho vino antes de la comida era cosa tan censurada
casi con la primera luz del alba. iYo debieron tener por costumbre bañarse Si refrescaba el día, salían otra vez
y mal vista entonces como ahora.
a aquella hora, porque no hay vestigios de que entrara en sus hábitos los hombres, unos a hacer ejercicios gimnásticos, que en los últimos
tomar IJañO dgUtl0 por la mañana. En los primeros tiempos llevaron tiempos terminaban por un baño caliente, otros a ver hacer ejercicios a
el cabello largo, y muy peinado, 3 juzgar por lo que se ve en las monedas los demás y a conversar con sus amigos. Hacia la postura del 301 volvían
de la cpoca; y eso debía causarles alguna molestia. Pero el afeitarse la a su3 casas a tomar la comida (deipnon), la principal del día y la única
barba no vino a ponerse en boga hasta el reinado de Alejandro, y aun con que los griegos regalaban a sus amigos. Si era persona muy atu-
entonces el afeitarse a menudo y tener dientes muy blancos era mirado diosa, o político principal, consagraba el griego la noche a la conver-
como señal de carácter ligero y casquivano. sación o a la música, ya al lado de su familia, ya en las casas de SUS
19. La ocupación de la ma&na.-hego que se vestía. tomaba el conocidos. Si era hombre político, o amigo del estudio, se acostaba tem-
griego un desayuno muy ligero, que se llamaba akratismos, el cual corres- prano: y si tenía afición a divertirse, solía estar en pie toda la noche,
ponde al café que se toma ahora al levantarse en Grecia y en otros y terminada la primera fiesta, ir a llamar, de brazo con su9 amigos
muchos pueblos. Este desayuno no tenía por objeto saciar el apetito, sino bulliciosos, a las puertas de quien seguramente no esperaba verse obli-
más bien tenerlo entretenido hasta la hora del almuerzo. Se dice que gado a aquellas horas a preparar a 3~3 huéspedes improvisado hanquete.
consistía el desayuno en pan y vino. Iba luego el griego a visitar a En las antiguas ciudades griegas, no había casinos, ni establecimientos
aquellas personas a quienes deseaba hablar de negocios, antes de que abiertos al público durante la noche. Con el correr del tiempo, y por ese
saliesen de sus casas.-Lo mismo hacían en Roma.-Terminadas las vi- amor a las comodidades y el lujo que va dominando en los pueblos a
sitas, tomaba su paseo matinal a pie o a caballo. Si vivía en la ciudad? medida que se prolonga su existencia, fueron dejándose para hora más
ésta era la hora de ir a ver su hacienda y cosechas, y dar órdenes al adelantada las comidas. Nunca tomaron el deipnon los griegos de Homero
mayordomo de su finca: si vivía en el campo, había de emprender viaje después del mediodía, y aun antes solían tomarlo, cuando se preparaban
temprano para estar en la ciudad a la hora en que ernpezaba a acudir a emprender en el día alguna faena ruda, al cabo de la cual volvían
gente a la plaza del mercado: porque si había negocios importantes que a casa con la noche a tomar la cena (dorpon). Así comen todavía antes
discutir, se reunía en las primeras horas la asamblea; y, en todo caso, allí de las doce los húngaros, y los labriegos holandeses de Africa, que con-
hallaba a sus amigos, visitaba las ventas y las tiendas, y, si era mercader, servan las prácticas antiguas. En los tiempos históricos de Atenas, ya
en aquella porción del día practicaba sus operaciones de Bolsa. no hallamos la comida antes de las cuatro de la tarde, por lo que muchos
20. Las ILOIXS de comida.-Cesaban al mediodía todos los negocios, traducen equivocadamente (deipnon) por “cena”, lo que nunca fue. NO
quedaban deqiertos los lugares públicos, y volvía el griego a su casa: a es necesario indicar que a medida que la comida (deipnon) se tomaba
tomar su almuerzo (aristan). Todavia emplean de ese modo los griegos más tarde, iba la cena (dorpon) dejando de hacerse poco a poco.
modernos en el campo, la mitad del día que precede al almuerzo. Las 21. Los vestidos de Zas griegos.-41 vestido de un caballero griego
clases pobres? que comían mrís temprano por la tarde, y se desayunaban era muy sencillo en forma y en color. Usaba una camisa o traje interior
probablemente con algo más que vino y pan por la mañana. ocupaban de lana (chitoon o epoomis), sin mangas, y ceñida al cuerpo alrededor
las horas del mediodía en ir a rasurarse la barba o aderezarse el cabello, del talle por un cinturón. Cuando creció el lujo, usaron los atenienses
32 MARTÍ / TRNXJCCIONES ANTIGfiEDADES GRIEGAS 33

representan vestidos de esta manera, como puede verse en el retrato de


Sófocles (fig. 4), copiado de una celebrada estatua de la colección Late-
rana en Roma. El blanco era el color de etiqueta para el chitón y el
manto; pero se usaban frecuentemente otros colores, y en especial matices
del encarnado, el azul y el verde.
22. Solían los griegos, cuando estaban empleados en un trabajo
activo, doblar el manto (imation), y sujetárselo por sobre el hombro con
un alfiler o un broche. Hacian esto en imitación de otros mantos meis
pequeños y gruesos (chloina, chlamys), algunos de los cuales eran de
forma circular, tomados de Macedonia. Llevaban el chlamys en las guerras
y en los viajes. No parece que usasenlos griegos sombrero; sino que
fue siempre costumbre crrtre ellos llevar la cabeza descubierta. En caso
de mal tiempo, se ponían un gorro de pieles o de cuero (kyne), muy
ajustado a la cabeza: este gorro era generalmenteusado por los esclavos.
Cuando andaban viajando, llevaban también, para ampararse del sol,
sombreros de fieltro de anchas alas (petasos, pilidion). Por lo común
ihan descalzos; pero solían usar dentro de casa pantuflas bordadas (em-
budes), y en las calles, sandalias sostenidascon elegantes correas. En
la caza y la guerra, llevaban borceguíes o coturnos (kothornoi) de varias
clases, que les cubrían buena parte de la pierna. Si a esto añadimos
un bastón,-que ya en los tiempos de Demóstenesera obligatorio en
Atenas, y que no dejaron de usar jamás los espartanos,-y una sortija
de sello (sfragis), tenemos acabada la descripción de las prendas de
vestir del caballero en Grecia. En la época de Sócrates, un epoomis, o
ttinica, costaba 10 dracmas (como dos pesosnuestros), y un (imdion),
Frc. 4.-Sí>focles,vestidocon sóloel rma&w.
(Retrato conservadoen el MuseoLaterano,de Roma.) o manto, de 16 a 20, y un par de zapatos, ocho. Los labradores y
esclavos no usaban más que el chitón con mangas, aunque, si estaban
hilo en vez de lana, y los jonios llevaron tan largo el chitón que tocaba en el campo, se vestían de pieles curtidas. Vkta en conjunto una mucha
a los pies, y le solían añadir mangas. Consideraron siempre los panta- dumbre griega, debe haber parecido de un color blanco espesoy lanoao,
lones como una moda extranjera, impropia del pueblo griego. Sobre el animado con puntos carmesíes,verdeoscuros y azu’les.
chitón llevaban un gran manto (imation), de forma semejante a la de 23. Los alimentos de los griegos.-La alimentación de los griego1
un manto escocés,pero más cuadrado (Lelrugoonon), el cual se arrollaban variaba tanto, en relación con los productos de sus comarcas y SUS me-
sobre el cuerpo de manera que sólo dejaba libres la cabeza y el brazo dios personales,que no es fácil dar de ella una idea general. Es inoficioso
derecho. Se consideraba el manto como la parte principal del vestido, advertir que comían de muy distinta manera aquellos héroes antehistó-
porque si bien se tenía por acto descortés llevar el manto abierto, y ricos de Homero, que los griegos históricos que existieron despuésde
se miraba como si estuviese desnudo al que no 10 llevase, aunque llevara aquella edad maravillosa. Nos cuentan de los héroes, acaso con exagera-
el chitón puesto,-juzgaban plenamente vestido al que iba envuelto en ción, que comían al día varias veces sendasporciones de carne asada, o
su manto, aunque no llevase bajo él el ch&% interior. Muchas de las preparada en parrillas,--nunca hervida,-sin más aditamento que
efigies en piedra de hombres famososque han llegado hasta nosotros, los cierta clase de pan, y vino. La carne era de vaca, carnero, venado 7,
ASTIGtiEDADES GRIEGAS 3.5
34 hlARTí / TR4DUCCIONES
El pez de agua dulce, sí se exceptúan las anguilas del lago Copaís, m
en especial, de puerco. Hablan también de pescados y de queso. pero Beocia, no gozaba de tanto crédito como los varios peces de agua salada,
éstos parece que eran manjares de la ;ente de la costa: y de pastores, y mariscos, que pueblan con tanta abundancia las aguas griegas. Había,
nunca catados por los héroes sino cuando no había carne asada a mano. además, considerable tráfico en pescado salado, que venía del mar Negro,
Este exceso dz comida animal fue muy desagradable a los griegos de y de las más lejanas costas españolas.
tiempos posteriores. que usaban sólo de ella en la preparación de los 25. Sin cesar se oía hablar en Atenas del mercado de pescado, del
atletas para la lucha; aunque parece que en Beocia y en la Italia del de queso, del de legumbres; pero rara vez se oía hablar de carniceros,
sur gustaron siempre de la carne; puesto que los hijos de uno y otro o del mercado de carne. Se diría que el comer carne estuvo sólo reser-
pueblo gozaron constante fama de ser muy aficionados a los placeres vado a las fiestas de sacrificios, pues en el lenguaje común la carne de
de la mesa. ia carnicería era llamada “víctima” (hiereion), en oposición a thera,
24. Consistía ordinariamente la comida del hombre pobre en mucho carne de caza. Como en los tiempos heroicos, comían vaca, carnero,
de lo que hace hoy la comida de la moderna Grecia: en pan, aceitunas, cabrito y puerco, y salaban este último, para hacer de él longanizas.
higos, queso y ajos, con un poco de vino barato, y algo de sopa y De las carnes de caza, la más buscada era la de liebre. Las aves eran
carne en los días de lujo. Pero el pan común de los antiguos griegos comida usual; y de las silvestres ninguna lograba mejor precio que el
no era fermentado, ni cocido, sino una simple masa (maza, de mattoo), tordo. Abundaban los huevos, pero la mantequilla escaseaba, y en su
de harina de cebada (alfita) que mojaban, cuando estaba seca! en agua, lugar se servían, como hoy mismo en la Grecia de nuestros días, del
o en vino y aceite, y que comían sin más aderezo que éste. Más debía aceite de oliva. El arte de la cocina Ileg8 a ser sumamente estimado,
parecerse aquel pan a potaje que a nigún otro manjar: y ése era el cuando ya el lujo se había generalizado en Grecia, por lo que en las
pan de todos en Esparta.. Gastaban los ricos harina de trigo (aleura), comedias que nos pintan los últimos tiempos de aquel pueblo, se nota
con la que hacían pan (artos). Pero el pan era tan generalmente con- con extrañeza la extraordinaria importancia que los autores cómicos
siderado entre los griegos, y en particular entre los atenienses, como el daban a los cocineros.
alimento principal, que todos los demás comestibles, y la carne misma, 26. Las bebtilw de los griegos.-Gustaban mucho los griegos de
eran llamados opson, o aperitivos, a no ser los dulces (tragemata), que antes, como los de hoy, de beber agua buena, y la tenían en alto precio,
eran como nuestros postres. Así pasaba también entre los habitantes aunque sus ciudades no estaban bien surtidas del agua que requerían
de !a antigua Escocia, que no cocían el pan. Había muchas clases de los demás usos urbanos. Entendían bien la manera de enfriar el agua,
pan de trigo, ya de harina fina, ya de harinas mezcladas. Había también 5’ otras bebidas, con hielo. Después del agua, la bebida que más les
unos pa.ste!illos (plakoyntes melipckta) que rociaban con miel, porque agradaba era la leche: pero no la de vaca, que les pareció siempre
los griegos sólo usaban el azúcar (sí es que llegaron a conocerla) en malsana, en cuya creencia les imitan los griegos actuales, que rechazan
medicinas; y perfumaban estos pasteles con semillas varías. No es fácil igualmente la leche de vaca, y la mantequilla. Les parecía buena la
conocer sus hortalizas por sus nombres; pero es seguro que conocieron primera leche de las cabras y ovejas; pero antes, como ahora, preferían
diversas clases de guisantes, judías, arvejas, cebollas, berros, perejil y los pastores griegos convertir toda la leche en queso. El uso del vino
tomillo. Comían también trufas y setas. Hervían en sopa estas legumbres cundió pronto, y se hizo general. Se distinguía por el color: el negro
y otras semejar;;cs, o las servían caiientes, con salsas, o las aderezaban era el de más cuerpo J el más dulce; el blanco era el más suave; y el
en ensalada. Ponían en encurtido las aceitunas, como las ponemos nos- amarillo de oro (kyrrasj era seco, y consíderacio como el más saludable.
otros, para usarlas después como estimulantes del apetito. Tenían en Se distinguía también el vino por la comarca que lo producía, y por 10s
mucha estimación los higos secos y las uvas pasas (ischades). Era por años que contaba de cosechado; pero no se señalaba por pertenecer a
supuesto mis co:ii-jn esta alimentacibn vegetal en las ca$as de campo, la cosecha de un año especial, como se señalan ahora los vinos de
cuyos dueños cogían los frutos de sus huertas propias. El uso del pescado Francia : nos parece que esta manera de distinguir los vinos, fue des-
llegó a ser tan frecuente en las ciudades, y sobre todo en Atenas, que conocida en Grecia y en Sicilia. Las islas rocallosas y las costas, muchas
al cabo vino a consagrarse al pescado particularmente la palabra opson.
36 MARTÍ / TRADUCCIONES ANTIGÜEDADES GRIEGAS 37

de ellas de suelo volcánico, producían el mejor vino. Lo hacían con 28. De la propiedad territorial.-En todas las épocas de la historia
gran cuidado: el primer jugo que salía de la prensa despuésdel pisoneo, griega se estimó la riquezs que consistía en tierras como el mejor y más
era tenido como el mejor; y de las uvas ya prensadas sacaban vinos importante género de riqueza, y el hacendado gozaba de privilegios y
comunes o vinagre. Solían hervirlo, y mezclarlo con agua salada para derechos no concedidos a otros propietarios, por acaudaladosque fuesen.
la exportación, a cuya mezcla daban arcma con hierbas y frutillas fra- Esta opinión tenía su fundamento en la forma primitiva de la sociedad
gantes. Conservaban este vino en grandes jarras de barro, selladas con griega. Se ve claramente en Homero que los nobles poseian la porción
resina de pino. Cuando 1‘ban a usarlo, tenían por hábito colarlo y mayor de tierra como propiedad privada suya, J Ia riqueza misma de
enfriarlo con hielo, y mezclarlo siempre con una buena cantidad de los reyes consistía en su mayor parte en fincas de campo, Era también
agua. No bebía vino la gente de buenas costumbres sin poner por costumbre ofrecerlas como regalo a los bienhechores públicos y a otras
cada tanto de él, un tanto de agua. Decían que era propio de gente personas distinguidas. Sólo por lo que Hesíodo dice puede apreciarse
baja, y peligroso, el uso del vino puro, uso digno sólo de la gente la cantidad de tierra que pbseía la gente común: describe Hesíodo lo que
bárbara del Norte. Hoy, a los mismos griegos desagrada por io fuerte llamaríamos ahora “arrendamientos”, o la ocupación de pequeñas por-
el vino de ,Grecia, y ni los naturales, ni los que viajan por el país, lo ciones de tierra por personas pobres; pero no dice el poeta si ocupaban
beben sin aguarlo. A más de ser así por naturaleza el vino de los climas la tierra gratuitamente, o si pagaban por ella renta a los nobles. No
meridionales, el de Grecia parece aún mucho más fuerte, por el hábito parece que pagasenrenta, por lo menos en Beocín, cuyas ásperaspen-
que los griegos tienen de perfumar casi todos sus vinos con resina de dientes podemos imaginar que estuvieron entonces, como están ahora,
abeto. abandonadas, o cubiertas de árboles. Podía poseer aquellas haciendas
27. De las propiedades de los griegos en general.--Los griegos cla- cualquiera que tuviese la perseverancia necesaria para limpiar el bosque
sificaban sus bienesconforme a su uso, y a su naturaleza. Sí la propiedad y cultivar el terreno. Ya en tiempos posteriores, cuando preponderaron
era tal que sólo producía placer al dueño, la llamaban muerta (argon); laa aristocracias, tomaron éstaspara sí las tierras, por lo que en Siracusa
y si dejaba provecho directo, útil o fructuosa (energon, chresimon). y otros lugares las llamaban las “poseedoras de la tierra” (gamoroi),
Era más citada que ésta la otra división en visible e invisible (oy& para distinguir esta clase de la de los trabajadores y los traficante-s.
lanera y afanes), que aproximadamente corresponde a nuestra división de Se dice que en algunos Estados, como en Esparta, distribuían la tierra
la propiedad en real y personaì. Pero los griegos induian el dinero co- Ios nobles, o raza conquistadora, de modo que la porción mayor quedase
rriente, depositado en un banco, en la propiedad real. No hay que decir repartida en espacios iguales entre ellos, que encargaban luego de SU
que la propiedad mis importante era la territorial (eggeios oy&), así labranza a sus esclavos o dependientes,-y la porción menor entre IOS
como la de casas en la ciudad, haciendas de campo, y, a veces, minas primitivos propietarios, que habían de pagar una renta al Estado. Por
tomadas al Estado en alquiler perpetuo. De estaspropiedades se llevaban de contado que tal igualdad de porciones, si existió alguna vez, no pudo
durar largo tiempo. En todos los Estadoa hallamos la misma perpetua
registros públicos: y cuando requerían los sucesos la imposición de
queja; en todos se lamentan los más de que la tierra, en tanto que la
contribuciones especiales,éstas se pagaban sobre ese género de bienes,
muchedumbre perece de hambre, es poseída por los menos; en todos
y conforme al precio con que figurasen en los registros públicos. La
se oye el clamor del desheredadocontra el privilegiado.-Los atenienses
propiedad personal o invisible consistía en todo lo mueble,-ajuar de acallaban estas reclamaciones distribuyendo los terrenos de las costas
clsa, prendas de vestido, ganados, y, sobre todo, esclavos, a los que o islas que conquistaban, entre los ciudadanos más pobres, los cuales
empleaban en diversos oficios, o en las faenas domésticas. En tiempos conservaban sus derechos de ciudadanos en Atenas, a la par qtie estaban
de guerra y de grandes impuestos, era común enire los griegos “disipar” en posesión de su hacienda en la comarca extranjera (kleroychiui).
sus bienes (ufanizein ten oysiaB), lo cual no quería decir malgastarlos, 29. La tierra era desnuda y arable (psite), o piantada de drboles
sino convertirlos en propiedad invisible, esto es, invisible para el Estado, (pefyteymene). Había también pastos en montaíias pedregosas,llamadas
y por tanto c.senta de contribuciones. en Atica felleis, o fellea, y generalmente eschatiai. En la época histórica,
38 XIARTí /’ TRIDL’CCIONES
ANTICtiEDADES GRIEGAS

era costumbre del Eutado dar en a!quiler. casi siempre perpetuo. estos ministrador era el na~kkros, ya fuese el propio amo, o su representante.
terrenos. como Sucedía especi:ilmente con las minas: 0 pr9n las corpo- o un arrendatario que la subarrendase. El alquiler (nqlon) ordinario
lacione.5 reli;icl5ns y po!iticns !ac qne los alquilaban; o los trabajaban de las casas de campo en Atica era de ocho a ocho y tres cuartos por
prclp:Harios p=rIicu!ares para su piopio beneficio con WC rxlal-os y
ciento de su valor total, que es casi lo mismo que un constructor se
e:np!enc!o~. Los oradores mehcionahan a menudo en las relaciones de
propone hoy obtener como premio del dinero que invierte en las casas qae
propiedntlrr;. las hacienda‘: tle campo. Ya se ha dicho (.\rt. 21.1 cuáles edifica. Pero cuando recordamos que el tipo comlín del interés no era
eran sus producciones principa!cs. No hay medio de fijar el valor de
el cinco por ciento, como entre nosotros, sino el doce, tenemos prueba
la tierra e:ltrc los yriepoc. porque si bien se hallan refrrenciss frecuentes mayor de la baratura de las casas y de su alquiler en Grecia. Aunque
al precio de tal o cual tierra. no nos dicen el espacio que ocupaba la hemos de tener presente que como el griego empleaba la mayor parte
tierra en cue-tión; pero el tipo bajo de los precios corrientes de que
del día fuera de la casa, ésta no era para él tan importante como lo
se Ilal!labn en :!tica. indica que la propiedad territ,>rial cstaha muy
es a los moradoras de climas más ásperos y fríos.
subdividida.
32. De la propiedad minera.-En cuanto a las demás clases de
30. De In p:-o;)krln;! w&nn.-Ya hemos dicho que las antiguas casas
propiedad real, aquella de que más sabemos, y que fue quizá la más
griegas, cowtruidas en calles estrechas e irregulares. tenían poco valor,
importante, es la minera. H a b ía minas de oro y plata en muchas partes
por ser muy cm:illnl E ) wcasas _. * _ ce1 ornnmrntos. Leotiquitlrs. que era rey
de Grecia, de las que las de Tasos. de oro, y las de Laurion, de plata.
de Esparta el Uño 30 ante; tle J. C., no pudo contener su asombro al
son las más conocidas. Los fenicios fueron probablemente los descu.
ver en Corinto un ttxcho a:tcronado de madera. Demóstenes nos dice
bridores de ambas. Dícese que el Estado ateniense acostumbraba dar
que en la misma ipoca eran tan humildes las casas de los atenienses
a un arrendatario en alquiler perpetuo el derecho de explotar una mina
más famosos que en nada se diferenciaban de las de sus vecinos. Como
mediante una cuota, cuya importancia no sabemos, pagadera al entrar
es natural. estas casas. que fueron constantemente las usua!es en Grecia,
en el goce del derecho, y una renta de cuatro por ciento sobre los
tuvieron siempre muy bajo precio. Hablan las historias de una que no
productos de la mina alquilada. Se dividía asi en lotes parciales cada
valía más que tres “minns”, que son como unos se5enta pesos nuestros,
mineral, y el arrendatario de cada lote podía venderlo, o tomar dinero
y de otra en Eleusis que valía cinco minas. Demóstenes, al descri!>ir una
sobre él. como sobre cualquiera otra propiedad suya. Estaba encomendada
casa que llama pequeña, dice que valía siete minas. que vienen a ser
a empleados especiales la vigilancia del laboreo de las minas, y del
unos ciento cuarenta pesos. Pero lucro Alcibíades. v otros hombres pago puntual de las rentas, así como se tienen ahora empleados que
cultos de SU tiempo. comenzaron a decorar sus casas COJI pinturas, moda
inspeccionen las casas de alambique, y cuiden de cobrar en tiempo opor-
que llegó a ser después común en ‘Tanagra. Esta y otras mejoras hicieron
tuno las contribucinocs. El producto de las minas de Laurion era gran
subir el precio de algunas ca-as a cuarenta o cincuenta minas. Pasión,
fuente de riqueza para Atenas: no aprovecharon menos a Filipo de
banquero rico: poseyó una que alquilaba para habitaciones, y fue tasada
Macedonia las minas de oro de Tracia. Rendían los minerales tan grandes
cn 100 minas.
provechos, porque no estaban trabajados por obreros libres, cuya labor
31. Todos esos precios son muy Ilajos, comparados con los que está sujeta a huelgas y al aumento de salarios, sino por esclavos cum-
paFamos hoy por nuestras casas, > pueden erplicarw sólo por el hecho prados o alquilados para aquella recia faena.
de que Atenas. que era acaso la ciudad mcís populosa y cara de Grecia, 33. De la propiw’ad personnl o mueble.-El dinero.-La parte más
había encerrado dentro de EUS murallas un espacio mayor del que reque- importante dc la propiedad personal era la posesión de esclavos. y la
rIan s?is cxas. lo que hac: lr que robrczc Ficali~pre terreno cn que edificar. de dinero corriente. Yarían los escritores griegos en la clasificación del
Parece que los ciudadanos de Atenas no invertían más que la quinta dinero, y generalmente hallamos que las sumas que un ciudadano depo-
parte de su caudal en sus casas de vivienda, a menos que no comprasen sitaba en un banco, se consideraban como porción de su propiedad real
casas con ánimo de especular con ellas, dándolas en alquiler. Una casa Escaseaban mucho indudablemente en
en los tribunales de justicia.
arrendada a muchos inquilinos se llamaba synoiliia y no oikiu; y su ad- Grecia el oro y la plata antes de las guerras con Persia: las primeras
40 AiriTIGi;.EDADES GRIEGAS 41
MARTí / TRADUCCIONES

sumas cuantiosas que poseyó Grecia, fueron presentes hechos a la nación lugares de sc tránsito, como hacen ahora muchos banqueros en todos
por el rey de Lidia, y otros monarcas de Asia. Aun en tiempos pos- los países.
teriores, no eran comunes las grandes fortunas: los griegos empleaban 35. Hablaremos despu& de la acuñación de la moneda. A los fcni-
la mayor parte de su caudal en esclavos, y en vasos de plata y oro. cias, y principalmente a los cartagineses, se debe la invencion de un
Mencionaban siempre estos vasos en los inventarios de bienes, y es de cuño que representaba determinado valor, mucho mayor que el intrínseco
notar que el dinero representa sólo una fracción pequeña en el monto del metal usado en el cuño. Pero éste no lo conocieron los griegos, que
total de aquellas listas. Los Estados, además, guardaban en depósito sólo usaron bonos formales para el pago de 1s suma especificada en
sumas considerables de dinero, por ser éste tan escaso entre los ciuda- ellos. Parece, rin embargo, que el pueblo de Rizancio hizo con hierro
danos, y cosa muy difícil, por consiguiente, hacerse pronto de él en aquel cuño representativo.
el caso de una crisis súbita. Por esta razón subía al doce por ciento 36. De los e~cl<zvos.--Nos es difícil considerar hoy a los esclavos
el premio del dinero, cuyo tipo aumentaba aun cuando se hacia el como los consideraban los antiguos, que nu hacían gran diíerencia entre
préstamo sin suficiente garantía. Era negocio común prestar a un dueño sus esclavosy los muebles de la casa, sino que los miraban corno parte
de buque la suma necesaria para cargar su barco, y llevar la carga a de éstos, y más como a caballos y bueyes que como a seres humanos.
un puerto extranjero: si se iba a pique el barco, con él se perdía el Ningún filósofo griego, por benévolo que fuese, hizo objeción aiguna,
dinero prestado, pero si volvía en salvo, el prestador no se contentaba siquiera indirecta, a ia institución de ila esclavitud: Aristtteles llego a
con menos que con el veinticinco o treinta por ciento de las ganancias. decir que era necesaria y natural en toda sociedad. Pero hubo griegos
Así nos cuentan que se hacía casi todo el comercio del Pireo. Excusado que se opusieron a que se rebajase a la condición de esclavos a hijos de
es decir que ofreciendo garantia mayor la tierra, o un negocio bien Grecia, porque debía dejarse sólo para los bárbaros el ser degradados
establecido, el dinero prestado sobre ellos obtenía mucho menor premio. de aquella manera: por esta razón no se consideraba wlpable de crimen
34. Los templos fueron los primeros bancos de Grecia. Depositaban 0 injusticia alguna al general griego que vendía sus prisioneros de
en ellos, para asegurarlos de riesgos, todo género de valores. Los sacer- guerra como esclavos, por más que algunas veces se tachase de cruel
dotes mismos teman la costumbre de prestar dinero, especiaimente a los esta conducta. Es innegable, sin embargo, que un gran número de
Estados, siempre que el Gobierno de éstos les diese en garantía los griegos, criados quizá en el lujo y el regalo, cayeron en esclavitud, en
bienes públicos. Pero luego vinieron a ser los bancos instituciones de los primeros tiempos de Grecia, a manos de los piratas, según nos cuenta
carácter completamente privado. Daban al banco el nombre de trapeza. Homero; y más tarde a consecuencia de las fieras guerras civiles, que
cuya palabra sólo había servido al principio para designar la mesa de siempre fueron en Grecia numerosas; y en toda época por la costumbre,
los cambistas, y los banqueros llevaban cuentas escrupulosas de las autorizada por el Estado, de que el que recogiese y criase un niño
operaciones de sus casas, A menudo quebraban estos banqueros privados, expósito, usara de él como de un siervo. Solían !os griegos dar muerte
y a estas quiebras llamaban cortésmente “rehacer su mesa”. Pasión era a fos habitantes de las ciudades de que se apoderaban en sus guerras;
ei nombre de un banquero famoso de Atenas, que fue al principio de pero dejaban casi siempre con vida a las mujeres y a los niños, a quienes
su vida esclavo, mas llegó a valer tanto que la ciudad le declaró hijo vendían luego como esclavos. En algunas comarcas, como en Laconia
suyo, y ordenó que su nombre fuese inscrito en uno de los más impor- y Tesalia, los puebios primitivos vencidos vivían en trabajosa servidum-
tantes demes porque mantuvo en pie su banco en una ocasión de alarma bre; sus hijos eran míseros siervos, adscritos a la tierra, y considerados
como una mera parte de ésta; y se mantenían con los productos del
nacional cuando todos los demás bancos quebraron y desaparecieron,
terreno, de los que habían de ahorrar la cantidad necesaria para pagar
con lo que salvó el crédito público. Se cuenta que las cartas de la casa
de Pasión servían como de cartas de crédito por toda Grecia al viajero al amo una crecida renta. En Esparta llamaba.11a eslos siervos ilotas;
en Tesalia, penestas; y en Creta, clarotas. Estos hombres desventurados
afortunado que las alcanzaba, porque n-> había mercader griego que no
tuviese asuntos con Pasión. Es sabido que él daba a los viajeros cartas tenían, a más de todas sus cargas, la obligación de acompañar a sus
dueños como soldadosde armas ligeras en tiempo de guerra. Sus deses-
circular22 ; que lea habilitaban para procurarse dinero en todos loa
43 WWTí / TRADUCCIONES AXTICtiEDADES GRIEGAS 43

peradas y temibles insurrecciones. tan enérgicas como frecuentes, mues- de Platea caballería que defendiese al menos las vituallas contra los
tran que se !es trataba con grandísima dureza e injusticia. Escritor ate- persas,-puesto que los tesalios no estaban del lado de loa griegos;
r.ier~=<: hav que se lamenta con amargura de que la licencia hubiese ni los lacedemonios tuvieron caballería hasta el año 424 antes de J.C.
iic,:ado a tanto en Atenas, que los esclavos andaban ya por la ciudad Por eso, en Tesalia, y en algunos otros escasos lugares, reservaban los
te:tidoc como la gente libre, y no daban señal de miedo ni reverencia caballos para los casos de guerra, y para las carreras ostentosas de los
tua::do se les encontraba por las calles. juegos olímpicos y las procesiones oficiales en las festividades religiosas.
:17. Es cierto qke, en conjunto, trataban mejor a los esclavos en En Atenas era señal de gran prodigalidad o extraordinaria riqurzn
Atew; q~~c en otras ciudades. pero aflige rerordar que a cada paso se tener caballos, y guiar en las fiestas un carro tirado de cuatro de ellos.
1(,. uolll<-tIa rn los tribunales a !a tortura, porque era costumbre de los Los miembros del cuerpo de caballería pertenecían a la clase más rica.
durñt~ l~~lcrse del testimonio de sus esclavos para probar mejor sus y cada uno sostenía un caballo para las exigencias del servicio. Un mal
dichos. y la ley ateniense no daba fe a las declaraciones de los siervos, caballo no costaba menos de tres minas, lo cual no era mucho, pero era
a mrnor qlle 710 las confirmasen en el instante del tormento. Nicias más,de lo que costaba un buen esclavo. Doce minas parece haber sido
mismo. aunque fue x-arón piadoso y venerable, alquilaba sus esclavos el precio de una jaca ordinaria. Enorme y enteramente excepcional es
por miI!arrs para que tr:lha!asen en las minas de plata de Laurion, de la suma de trece talentos en que se cuenta que fue pagado “Bucéfalo”,
la’ !]ut‘ se exhalaba un humo tan dañino. y donde era la vida tan dura el caballo de Alejandro. Se llamó en un tiempo “bucéfalos”, o cabezas
1. n~~r?c~a. que el contratista p:~pabs anualmente por el alquiler de cada de buey, a unos caballos de casta especial, de cuello y cabeza cortos y
ciclado !,~ mitad de su precio: &e inpnera que ri sops)rlaban la bárbara anchos, muy celebrados en Tesalia. Otras buenas castas venían de Sicione.
-+ida de la mina tres años. Nicias -L--i!:ía una y media veces el preríu Cirene y Sicilia, a las cuales marcaban con letras: con la k o con la
de 5:1s esclavos. El contratista e5trti0 lllkiipado a devolver al dueño loe antigua c, y llamaban samforas o koppatias. Bien puede ser que c qui-
wclavw en nhzero . sin ver que iit5 (1taro v,)!viar? flwnen 10s mismos que siera decir Sícione, y la k Kirene, que era como se escribía Cirene
EF alquiidron, con tal que completasen i;rtia! suma. Lw duefiirs empleaban entonces. Se ve, pues, que en Grecia eran los caballos más bien objeto
tlc!ilwr-atlzmente 3 los esclavos k?il ios oficios .rrtlis l:ik5. KO era muy de lujo que fuente de riqueza.
r~~;i,itin rl precio común de los siprvos. Acaso !:o paqaha de cuarenta 39. Para tiro de carruajes y viajar con carga, usaban burros, y
p05. nitnque, cuando adornaban al esclavo rn-\ritur+ especiales: solla principalmente mulas ; éstas las usan aún er, Grecia. No se sabe por
lkgar mu precio a doscientos. Componían el Vestllici de !os siervos una cierto cuánto pagaban por ellas. Se tienen miís noticias acerca de los
túliica de una sola manga, y un gorro de piel, a la manerr; de ìa más bueyes; y en los tiempos homkicos, cuando aún no era conocida la
!raia ger:te campesina. Pronto veremos en qué se ocupaban, y qué moneda acuñada, se fijaba el valor de un objeto por el número de bueyes
pr»bsbilidades tenían de recobrar su libertad. que por él habrían de darse; y una cosa no valía una onza o dos, sino
38. De los gnnndos.-El animal doméstico más importante en Grecia, “uno o dos bueyes”. De esa prktica nació la palabra latina pecunia,
como rn cl reto de Europa? era el caballo. Entre los nobles de Homero, que significa dinero, y viene de pecus, ganado.
que ihan en carros a sus viajes y guerras, no había animal más usado: Pero a medida que fue creciendo la nación, y con ella las propie-
tres mil caballos se dice que poseía un jefe troyano. Sus carros solían dades, tanta tierra de pasto fue destinada a otros usos que apenas criaban
ccr, sin embargo. tirados por mulas. Ya después fueron cayendo e:? ya más bueyes que los necesarios para la labranza y los sacrificios. La
desu-o los carros en la guerra. y los carruajes para viajar, lo cual :- carne de vaca era tenida por alimento pesado, excepto en Beocia; y 13
debió quizás a la escasez y mala condición de los caminos: sólo CI? leche de vaca no fue nunca grata a los griegos. En comarcas apartadas,
cl Asia Menor conservaron las antiguas prácticas. En vez de los carros nomo Eubea y el Epiro, había aún grandes manadas, como en los nlre-
usaban caballerías y bestias de carga, sin que aparezca por eso que fuese dedores de Orcomeno; pero, por lo común, los cueros, y el ganado mismo,
muy importante la caballería griega. Los atenienses, por ejemplo, no eran traídos del mar IXegro y de Cirene. Dicen que un buey valía en
tenian caaallos en la batalla de Maratón; ni tuvieron tampoco en la Atenas en tiempo de Solón cinco dracmas, o un peso,-aunque solían
44 MARTí / TRADUCCIONES
APíTIGkEDADES GRIEGAS 45

pacar rr~cho más por ellos; pero esto no era tanto por la abundancia 42. Poco se sabe también de lo9 cerdos, a no 9er que hacían con
o baratura de los bueyes, cuanto por la escasez de moneda acuñada sus pieles ásperas vesilduras, y que los héroes de Homero gustaban
que había en toda Grecia. Por eso hallamos en el año 400 antes de J.C.
mvcho de su carne. Refiére9e que se criaban grandísimas manadasen Ia9
muy aumentado el precio, a tal punto que llegó a 50 dracmas. No valía
regiones montañosasde la Arcadia, Laconia y Etolia, alimentándose de
menos de 100 dracmas un buey que pudiera servir de premio a los
bellotas en los encinares. Las aves no eran comida muy usual, por lo
triunfadores en juegos.
que no figuran mucho entre los bienesde los griegos. Del gallo dicen que
40. Nos dicen que en la época de Solón un buey valía cinco ovejas;
era un ave de Persia, como ei faisán lo es de Colchia; y el pavo real bri-
pero. probablemente, la diferencia fue luego mayor; porque, a la par que
llaba como un objeto curioso en Atenas en tiempo de Pericles. Daban
los bueyes se iban haciendo escasos,no había empleo más común en
gran importancia a la cría de las abejes, como que eran para ellos las
Grecia que el de criar ovejas y cabras. Aún hoy puede observar el viajero
colmenaslo que los ingenios de azúcar son hoy para nosotros: todos sus
cómo no podía sacarse otro provecho de un país en su mayor parte
dulces los hacían de miel. La de Himeto era, y ea aún, la mejor de
alpestre, lleno de rocas, de ásperaspendientes, de profundos barrancos;
Grecia, aunque el Himeto es un monte estéril, en que sólo florecen en
donde el accesoera difícil, y el cultivo ni fácil ni fecundo. Pero ahora,
abundancia menudas plantas silvestres.
en aquellos campos desoladosy desiertos, los pastorea han invadido con
sus rebaííos de cabras y ovejas muchas comarcas ricas, teatro un día 43. ConszXeraciones generales sobre La riqueza griega.-Parece indu-
de floreciente y esmeradaagricultura. dable que la mayor parte de la riqueza de los griegos consistía en estae
42. Se vestía el antiguo campesino griego de pieles de oveja; hacía haciendas de campo, que, en representación de sus dueños, administrahan
dependientes,esclavosy pastores, cuando lo9 dueños vivían en la ciudad.
queso, y se regalaba con la carne de los corderillas en los días de fiesta
y sacrificios. No sabemosque importasen lana en Grecia, sino que las Hay razón para creer que no depositaban grandes sumas de dinero en
colonia9 jónicas del Asia Menor, tales como Mileto y Laodicea, eran muy bancos, ni poseían, como los orientales, verdaderos tesoros en prenda9
celebradas por sus exquisitas telas de lana, que hacían de la de los re- de vestir, ni gastaban tanto como los romanos y nosotros en muebles y
baños de Misia y Frigia. En varios lugares de Grecia había distritos no obras de arte. Pero por las guerras e invasiones frecuentes, esta riqueza
menos famosos por sus tejidos de lana, tanto, que los manto9 de Palene agrícola era precaria, y sujeta a desaparecer súbitamente. La riqueza
eran dadoscomo premio a los vencedoresen ciertos juegos locales. Acaso en casas, que en las ciudades amuralladas estaban seguras, es por BU
es .4rcadia la comarca griega que ha cambiado menos en esta y otras propia naturaleza también perecedera. No era, pues, grande, juzgando
en conjunto, la riqueza particular, y aquellos monumentosespléndidosde
cosas. Todavía hoy van los pastores en verano con sus rebaños nume-
los mejores tiempos del arte griego fueron el exclusivo resultado del espf-
rosos a las alturas nevadas de Cilene, y viven como los campesinossuizos
ritu público, no de empresa o generosidad de particulares. No sabemos
en pintorescascabañasmientras dura la estaciónestival. Rajan en invierno
de fortuna de rico griego que subime a más de $250,000, cuya suma
a 109pastoscalientes de Argos y Corinto, donde se amparan del frío bajo
parecía entonces tan extraordinaria como podría parecer hoy una de
una tienda de pieles que levantan a la sombra de un olivo añoso, en
cinco millones.
tanto que los perro9 vigilantes ladran y corren por entre el rebaño, junto
44. Ya hemos estudiado la9 habitaciones, las costumbres diarias, y
dentro de una espesacerca. De estos cercados y también de pesebres
las propiedades de los griegos. Estudiemos ahora al griego en relación
habla Homero.
con los que vivían junto a &-con au hogar, su esposa,hijos y siervos,
En el siglo cuarto antes de J. C., costaba una oveja en Atenas de -con sus conciudadanos, y sus negocios y placeres,-con sus dio9e9, en
10 a 20 dracmas, y era mayor su precio mientras mejor fuese su lana. el ejercicio de su religión. Estudiemos despuéssu9 nociones de la ley
Nada especial se sabe de las cabras: las criaban entonces como ahora, y de ia justicia.
de un modo semejante al de criar ovejas, y hacían de su pelo cuerdas
y telas burdas.
CAPÍTULO III

EL GRIEGO EN SU HOGAR

45. Caracteres generales del hogar griego.-En tanto que el ciuda-


dano ponía por sobre todas las cosas su libertad y sus derechos como
miembro del Estado, lo cual produjo en muchos casos una democracia
de ciudadanos-este principio era desconocido dentro del hogar, donde
era el griego un verdadero déspota, que gobernaba con señorío absoluto
cobre los miembros inferiores de la familia, entre los que no había más
grados legales que los de libertad o servidumbre. Evitaban mucho las
leyes intervenir en los derechos domésticos del griego, que podía por
esto impunemente cometer crueldades e injusticias. Y si por cometerlas,
bus familiares airados le daban muerte, todos los esclavos de la casa eran
condenados a morir, a no ser que denunciasen al culpable. Mo podia
existir ei hogar, excepto acaso en Esparta, sin el dueño. Si éste moría,
su vitida volvía a entrar bajo la guarda de su padre, o hermano mayor,
o hijo: y esto se llevó a tal extremo que los hombres desposaban en su
lecho de muerte a sus esposas con aquellos de sus amigos que estimaban
capaces de tratar con bondad a la viuda y a sus hijos. Es innecesario
observar que las esposas y criados inteligentes se enseñoreaban a veces
del señor y mandaban en vez de él; pero un hogar griego era, por lo
general, una monarquía absoluta, cuando no despótica.
46. La seBora de la c<isa.--Su vestido.-Dos eran los estilos de trajes
de mujer más favorecidos: el uno era el dórico, notable por su sencillez:
ias doncellas de Esparta no solían usar más que una simple y ligera ves-
tidura, sujeta con broches a lo largo de ambos lados del cuerpo, cuyo
vestido era muy criticado por los vecinos de los espartanos. Sobre éste
iba el peplo dórico, abrochado sobre los hombros, que dejaba ambos
brazos desnudos. Las de Jonia llevaban un largo chitón de hilo con
MARTí / TRADUCCIONES ANTICtiEDADES GRIEGAS 49

mangas, que tocaba al suelo, y sobre él un manto suelto, sujeto con


un cinturon, que conforme a la moda dominante, se usaba alto o bajo,
mientras que la otra banda, que llamaban strofion, ia llevaban debajo
del chitón, al uso moderno. Por lo común, las jóvenes solteras no usaban
adorno alguno en el cabelio, pero las casadas cargaban su peinado de
cintas, bandas, redes y coronil!as. Muchas mujeres se teíiían el cabello,
para lo cual el color en boga era eI castaño, o un rojo vivo. Trabajaban
con especial esmero el calzado de las mujeres; y por las numerosas figuras
de barro cocido que embellecen los museos, se ve que la dama de Grecia
usaba abanico y quitasol. Mujeres y hombres se adornaban las manos
con sortijas; las mujeres llevaban además pendientes, y aros, por lo
comun de oro, en las muñecas y tobillos. Contra estos ornamentos sun-
tuosos se dictaron diversas leyes, y llegaron a ser prohibidos en los
tiempos de peligro nacional o de pobreza. En cincuenta minas, que son
poco más de sesenta onzas, suma para aquellos tiempos muy conside
derable, se estimaban los objetos de adorno de una señora rica. El color
común del vestido de las mujeres era ei blanco, pero hablan las historias
de unos mantos de color de azafrán, y de otros realzados con flores.
47. Deberes de la mujer griega.-El género de vida del caballero
griego, que le obligaba a estar casi siempre fuera de su casa; sus nume-
rosos quehaceres políticos, y los frecuentes y arduos oficios de la guerra,
debieron hacer más necesaria aún para el griego una tierna esposa, que
lo que para los hombres de nuestros tiempos IO es; pero no parece, sin
embargo, que los hombres de Grecia, excepto los de Esparta, supiesen
estimar las altas condicione1 de la mujer para el cumplimiento de sus
nobles deberes. Sólo entre los espartanos era Ia seSora de la casa una
persona de importancia real, dueña de presentarse libremente en público,
y de expresar su opinión, respetada en los asuntos nacionales. En la
culta Atenas, por el contrario, se enseñaba apenas a la mujer a hilar y a
cocinar, y a administrar las eimples medicinas que en las enfermedades
de poco peligro pudieran necesitar las gentes de su casa. Pesar la lana
que habian de hilar sus esclavas, e hilar ella misma en su huso, fueron
siempre para la mujer griega deberes principales. Si era dama de alta
clase, no se dejaba ver de los caballeros que venian a la casa, ni recibía
más visitas que !as de sus amigas fntimas, o ks de aquellos caballeros
que estuvieran unidos con elia por parentesco cercano. Rara vez se pre.
sentaba en público, a no ser para asistir a los funerales de algún miembro
de su familia, o a alguna procesión religiosa o sacrificio. La mujer de
Ftc. S.-Figura de mujer (cariátide) vestida del chito’n.
cubierto con el peplo dórico Esparta gozaba de toda la libertad que podía serle necesaria; pero la
50 MthTí / TRADL-CCIOSES
4NTICüEDADEE GRIEGAS 51
de citenas llevaba una existencia recogida y negligente. Puede ser qu: a la suya, es porque en Grecia eran considerados todos los ciudadanos
en otros Estados viviesen sin tanta libertad. pero sin tantrn enco,zimienttr. iguales en nacimiento, y tenidos por nulos e ilegales los matrimonios con
Es verdad que en los cantos de Homero aparecen muy dueñas de sí gente extranjera. Se tenía como una buena acción, que se recomendaba
mismas y muy altivas las mujeres griegas; pero debe tenerse en cuenta calurosamente,el contraer matrimonio con una doncella ciudadana pobre.
que aquéllas eran esposas e hijas de principes reinantes, que prohable-
49. Vestidos de boda.-Aunque el matrimonio fue para los griegos
mente cor:.servaron igual importancia en los tiempos histkicos de Grecia,
un perfecto contrato civil, celebrado con el propósito de mantener el
en las comarcas en que las hubo. Se sabe, por ejemplo, que las damas hogar domktico, y dar ciudadanos al Estado,-creían, sin embargo,
de la aristocracia, como Elpinice, hermana de Cimón, vivían a su al!Jrdrío
como hoy aún se cree, que era esencial a la celebración de este contrato
aun en Atenas, e iban donde querían. Sucedía lo mismo en todas partes
una solemnidad religiosa; y aunque no servía en esta ceremonia un
entre las gentes pobres, que no podian mantener a sus esposas e hijas
sacerdote de oficio, consistía la fiesta en plegarias y ofrendas a los dioses
en aquella vida de holganza y reclusión que estaba desgraciadamente en
protectores del matrimonio, o sean, por lo común, Zeus, Hera, Afrodita
boga en las clases SUfJeriGreS.
y Artemis; pero muchas localidades tenían además sus ceremonias espe-
43. Sus derechos.-Todavía era puesta en práctica, en tiempos de ciales. Para casarse preferían, aunque no en todas partes, los días de
Homero. la bárbara costumbre de comprar B los padres las doncellas que luna llena y los mesesde invierno. Creían necesario bañarse, antes del
se C!e%'2!i2n en Irlatiirr;oniu, y CU3ndO 110 13 COInpI’klkM Cl marid;?: Se Id matrimonio, por vía de purificación, en el agua más sagrada de la co-
crfrcría e! padre como un presente. Colín el padre. sin embargo, dar marca. Obedecían estrictamente a los agüeros, y dedicaban ofrendas
2 ia Ilija una parte del prwio que recibid por clla. Si se uc!;3raban votivas a los dioses. Cerraba los preliminares de matrimonio una solem-
!le-pii& del malrimtiniu los hiposos, vo:Yíu al p7dre la parte c:L’~ había nidad doméstica, que tenía a la vez de fiesta y de sacrificio, a la cual
(lado a la hija: pero era entünces deber c!el pzdre devolv?~ ei precio asistía la novia, cubierta con un velo espeso,y acompañadade sus amigos.
total que el novio 1~. habia pagado por eiln al hacerse el inatr;mi):Tii,. Consistía generalmente esta fiesta en un banquete que debió de llegar a
iv 0 parece que !iui?icr.3 tenid,, la hija derectn íegal alguno. .-hJ3ild0 l-5 ser muy suntuoso, puesto que se creyó necesario dictar leyes que fijaron
tiempos, íue dernpada esta costumbre de pagar dinero por !a ey?ow: p en treinta el ntimero máximo de convidados,-y era cosa frecuente oír
ya era el padre quien daha ai marido, con su hija, una &te. iz cual censurasde la vulgar ostentación de que se hacía gala en aquellas mesas.
se consideraba comi> uropiedad del marido que la ndminictr>>a wmc Ya adelantada la noche, llevaban a la novia en procesión solemne a la
suya, mientras viviese c’on $1 su esposa: pero si el rnatrimonio se ir&-- casa conyugal, lo que hacían casi siempre en carruaje, en el que tomaba
rcunipis por ~ep,.-ración o por divorcio, debía el ecpzo devo!;.r~ la dote asiento la novia entre el novio y su testigo. Iban ambosnovios cubiertos
al pnc!re. y aun pagar el dieciocho por ciento cobre ella si dexoraha la de guirnaldas, y perfumados ricamente, y les acompañaba en la marcha
r!evo!u:ión. .J;ra contra los usos, y probab!ernente contra !as leyes, d:i el bullicioso concurso, cantando al son de flautas y arpaa el himeneo, o
muchos Estaclus de Grecia, contraer seFundo matrimonio darante la vida canto de bodas. Era deber especial de la madre de la novia ir detrás
íie la t>rirnera esposa, mas se toleraba, y aun reconocía el concubinato. del carruaje, con una antorcha encendida, y tocaba a la madre del
La mtljpr casada tenía c-n Arenas el derecho de act:sar ante los tribu- novio recibirles, también antorcha en mano, en los umbrales de la casa
Cales a c’1 marido de mal tr:~tamiento, y (le aparecer en persona ante el conyugal. Llevaba consigo la novia algunos utensilios domésticos, y a
tribunal y servir de ?c;tigo t’n el proceso. Parece que establecieron la su llegada a la casa del marido, le hacían presente de otros, y de ricos
cliste ca)mo para qke cir;-ic,-e lle ohsi~culo el divorcio, que obligaba a la dulces. A la mañana sigúiente, se separaban los recién casadospor un
dwolucik de la cii;te recibida; pero se sabe que las herederas solían día, y el novio dormía en la casa de su suegro, adonde la novia le enviaba
pecar de soberbia \ u1taneri.a: y n cada paso se hal!an en los libros griegos un traje de regalo. Hasta entonces no recibía la joven pareja a sus
conseios a 1115 homhrr~, par3 que no se c3532n cc’n mujer m& rica amigos, que les congratulaban en la visita, y les hacían regalos de boda,
n mejor empsrent& tille eiloz: y si no hallxnos consejos 3 los jól-enes, a los que llamaban anakdypteria, porque en aquel día se presentaba la
para que no cw:~! *-‘.L jeren matrimonio con personas de condición inferior novia sin velo a sus amigos. Ta1ea eran las ceremonias usuales de un
52 MARTÍ / TRADUCCIONES ANTIGtiEDADES GRIEGAS 53

matrimonio griego, aunque en varios lugares preservaban muchas cos- de vasos de la época, por el uso de un pañuelo que se ceñían de modo
tumbres antiguas y rudas: la más primitiva de todas estas, era la de particular a la cabeza.
Esparta, donde el novio fingía llevarse a la novia por la fuerza; y la 51. De los juguetes y entretenimientos de los niños.-Habiendo sido
seguía visitando en secreto hasta algún tiempo después del matrimonio. tan ingenioso el pueblo griego, no se extrañará que elaborase todo
Este matrimonio por captura es aún común entre salvajes, y acusa un género de juguetes para los niños, que por su parte imaginaban para
estado menos adelantado de civilización que el que revela el matrimonio sus diversiones todos los juegos que ahora se conocen, y otros muchos
por compra, ya común en los tiempos de Homero. más. Aristóteles .dconseja que se den juguetes a los niños, porque si no
50. Del nacimiento de los niños, y del modo de tratarlos.---Se acos- se los dan, romperán las cosas de la casa. El sonajero que anda hoy
tumbraba en Atenas, y acaso en algunas otras comarcas, anunciar a los en manos de nuestros pequeñuelosfue invención muy celebrada del buen
amigos y vecinos el nacimiento de los hijos, colgando en la puerta una filósofo Arquitas, que vivió antes de Aristóteles. También Piatón se
corona de olivo, si era varón el recién nacido, o una cinta de lana si queja del bullicio perpetuo de los niños pequeños, y de la travesura de
era hembra. La ley griega daba a los padres el derecho de dominio los mayores: de todo lo cual puede deducirse que los niños griegos
absoluto, como sobre cualquiera otra porción de su propiedad, sobre sus corrian parejas con los nuestros en lo revoltosos. Tenían pelotas, aros,
hijos, por lo que estaba permitido el bárbaro uso de exponer los recién columpios, caballos y dados, y las niñas tenían muñecas, y anímales
nacidos a la muerte, lo cual hacían a menudo, para ahorrarse gastos, varios de barro y madera, como los que llenan ahora las arcas de Noé
cuando era niña el nuevo hijo. Ya se explicó que estos expósitos que- de las jugueterías. Jugaban a las escondidas, a la gallina ciega, a frío
daban esclavos de quien los recogía y criaba. Pero, en cambio, las y caliente, a la morra italiana, y a muchos otros juegos que los pacientes
leyes favorecían especialmente a los padres de familias numerosas. Si alemanesy los historiadores minuciosos han tratado en vano de expli-
no “exponían” el hijo,-de cuya práctica viene la palabra “expósito”, carse; pero no parece que las personas mayores fuesen muy aficionadas
lo purificaban solemnementeal quinto día de la venida al mundo del a esta clase de diversiones, ni que las tuvieran en gran número: jugaban
infante, y al séptimo se reunían los parientes en una fiesta de sacrificio, a la pelota, mas de un modo muy sencillo, y a los dados. Ya hablaremos
en la que daban nombre al niño. Tenían en esto de los nombres cos- especialmentede los ejercicios gimnásticos.
tumbres iguales a las nuestras, y unas veces le ponían el nombre de sus 52. De Ia educación griega.-Los griegos educaban a sus hijas como
padres o abuelos; otras, por cualquier razón de interés o capricho, para que viesen y oyesen tan poco como fuera posible. Salían éstas de
nombres diversos. No se tiene noticia de que antes de los tiempos mace- sus casas solamente en las raras ocasiones de reremonía pública, y
dónicos celebraran con fiestas periódicas el dia aniversario del naci- conocían el arte de hilar y tejer lana, y los oficios de cocina. No anda-
miento; y el encargo que hizo Epicuro de que celebrasenel suyo después remos descaminadossi afirmamos que eran pocas las que podían leer
de su muerte, pareció a aquellos griegos una encomienda singular. y escribir. Educaban, por lo contrario, a los varones con gran cuidado,
Solían los ricos alquilar nodrizas para que criasen a sus hijos, y es y no hubo asunto de que los legisladores y filósofos de Grecia cuidasen
notorio que a ese oficio se vieron reducidas respetablesciudadanas de tanto como de la educación intelectual y física de sus ciudadanos. No
Atenas en los difíciles tiempos que siguieron a la guerra del Peloponeso. regía en Grecia el sistema de escuelaspúblicas que en nuestros tiempos
Sus nodrizas más estimadas eran las de Lacedemonia, y a veces las rige, excepto en Esparta, donde el Estado nombraba un maestro, y sacaba
compraban a gran precio entre los cautivos, porque gozaban fama de a los niños de la guarda de sus padres. Vivían juntos los niños espar-
criar los niños sin mantillas, y hacerlos robustos y valerosos. Los griegos, tanos, al cuidado de otros de mayor edad, y de maestros, de modo que
como nosotros, ponían en cunas a sus hijos, y les daban miel, así como el sistemade monitores en el colegio, era de práctica común. Les excitaban
ahora les damos azúcar. Hasta en el traje de las nodrizas había seme- a decidir por la fuerza sus pendencias, y, no menos que los jóvenes de
janzas entre el!os y nosotros, porque si suelen las amas de cría en nuestros tiempos, eran extraordinariamente aficionados a los ejercicios
Europa ostentar en las ciudades los pintorescos trajes de sus aldeas, se físicos y juegos atliticos. Pero aquella preparación y disciplina de la
señalaban entre los griegos las nodrizas, como revelan muchos relieves escuela pública duraban mucho más en Esparta que en nuestros pueblos
54 MARTÍ / TR.4DUCCIONES -~~TICUEDADES GRIEGAS 55

modernos, porque no abarcaba sólo el período de la escuela, sino el de viene de la costumbre de argumentar con exceso que tenían los sofistas
la universidad además. griegos. Eran éstos semejantes por su categoría a los catedráticos de
53. En los demás Estados de Grecia, que no eran en verdad más nuestras universidades, y su enseñanza coronaha la educación literaria del
que ciudades, o suburbios de ciudades, había escuelas de día, adonde estudiante griego. Las cuotas que se pagaban por su trabajo a los diversos
iban y de donde volvían los niños acompañados de un esclavo especial, maestros. estaban en relación con su importancia. Algunos sofistas acu-
encargado ya de esta humilde tarea por su incapacidad para otras de mularon grandes fortunas, y exigían cuotas muy subidas; pero parece
más importancia, a quien llamaban pedagogo, o “guiador de niños”, que que los meros maestros de escuela recibían un mísero salario.
es palabra que no significó nunca entre los griegos maestro de escuela 55. De 1a.s materias de enscñan.za.-Nunca pensaron los griegos en
o educador, como significa entre nosotros. Trataban a los niños en hacer objeto de estudio usual el conocimiento de las lenguas extranjeras:
Grecia con wan severidad, y los sujetaban a constante represión y se contentaban con saber leer y escribir la suya. No la aprendían en
vigilancia. No les permitían frecuentar las plazas de mercado, turbu- libros de lectura, elementales, sino en las obras de los grandes poetas
lentas y ruidosas; y los castigaban a veces corporalmente. Distinguían épicos y líricos, especialmente en la s de Homero, y en la sentenciosa
a los niños atenienses tal modestia y reserva pudorosas, que en verdad fi!osofía de Hesíodo, Solón, Focílides y tantos otros, cuyos libros servían
les igualan apenas en estas cualidades las niñas de nuestros días. A de texto en las escuelas. De modo que apenas conocía ias letras el niño
pesar de esto, habla Platón de los niños de poca edad de su tiempo griego, ya leía los clásicos de su nación; y corno solian los libros andar
como de las más avisadas, rebeldes e indómitas criaturas. escasos, le hacían aprender gran parte de los clásicos de memoria: el
54. De krs escuelas y de los maestros.-No hay razón para creer maestro iba explicando las lecciones morales que, ya enseñadas de
que fuera tenido en especial consideraoión el oficio de maestro de intento, ya accidentalmente, habían sembrado los poetas y los filósofos
escuela, salvo en Esparta, por supuesto, donde era el maestro una en sus obras. Eran éstas er, las escuelas de los griegos, lo que la Biblia
especie de Ministro de Educación. En Grecia, como en nuestros países, y los himnos son hoy en las escuelas de los ingleses. A todo esto se
las escuelas eran instituciones de especulación privada, obligadas por llamaba grammatike, lo que con la música (mousike), y la gimnástica
disposición de las autoridades a abrirse a la salida del sol y cerrarse a (gymnastike), completaba la educación de! niíío en Grecia. Excluían eso
la puesta, y donde no se permitía entrar a holgazanear a hombres de que llamamos nosotros “las cuentas” 0 las “cuatro ìeglas”: pero incluian
edad mayor. Los maestros de los niños en su primera edad, que no lo que las cuatro reglas no producen, el beneficioso cultivo de la música,
hacían más que enseñarles las letras, pertenecían a la clase baja, y aun y los caballerescos entretenimientos campestres. No es seguro que ense-
solían desempeñar sus funciones al aire libre, como los antiguos maestros -laran en fas escuelas a nadar, aunque Herodoto dice que los griegos eran
de campo de Irlanda, que hacían escuela del soto silvestre, o de la nadadores ágiles. Mas ya desde el siglo cuarto antes de J. C. hay pruebas
sombra de un cercado. Era el grammatikos el maestro, ya superior, de de que comenzaron a enseñar geometría y aritmética elementales, y
leer y escribir, y a su casa llamaban, como a la de los retóricos y también dibujo.
filósofos, schole, o lugar de descanso. En cuanto a la educación del En cuanto a música, se suponia, como se supone ahora de las niñas,
cuerpo y del buen gusto, a la cultura atlética y a la estética, había que no había niño griego que no estuviera dotado de excelente oído
el paidotribes, o maestro, y el kitharistes, o profesor de música. Aquél ruúrico, por lo que les enseñaban a todos a tocar la flauta o el arpa, y a
enseñaba en la palestra (que así llamaban a la escuela de ejercicios cantar acompañados de ellas. Esto ofrecía a los niños nueva ocasión de
corporales) las habilidades y juegos atléticos de que hacían gala después aprender los versos líricos de aquellos magnos poetas, porque fue siempre
los ciudadanos adultos en los gimnasios, recreo principal, y verdadero dote excelente de la música griega el realzar las palabras del canto, y no
orgu!lo, de toda ciudad griega. Los maestros de segundas letras eran, ahogarlas, como es ahora uso. Aristóteles, y otros con él, se lamentan
naturalmente, más considerados que los de primeras, mas no tanto de que los aficionados perdían excesivo tiempo en e; cultivo de la
como los de retórica y filosofía, llamados “sofístas”, cuya palabra, como música difícil; y en los tratados de música que han llegado hasta nosotros
se ve, no significaba entonces lo que ahora, aunque la nueva acepción .K ve que en Grecia atendían y enseñaban con más esmero que nos-
56 MARTí / TRADUCCIOSES 57
MTICCEDADES GRIEGAS

otros la teoría de la mkica y las leyes del sonido. No son muy gratos
frotaban luego con arena, antes de entrar en sus ejercicios, y se lim-
al oído los cantos griegos que hasta nosotros han llegado; pero sabemos
piaban despu& con un estregador, 0 strigil, 0, en tiempos posteriores,
que acordaban sus instrumentos con arreglo a principios muy sutiles y
tomando un baño.
estrictos, y sabían de armonía y leyes del tono tanto como nosotros.
57. De lo que hach nl entrar en la mayor edad.-Parece que era
Grandes atenienses, como Cimón, solían cantar, y acompañar sus cantos práctica agradable a los Estados griegos la de emancipar pronto a 10s
en el arpa, o lira, como llamaríamos ahora al arpa griega. Cuidaban la
hijos del dominio paterno. Así, apenas acabada su niñez, durante
también mucho los griegos de los efectos morales de la música, y de
cual eran llamados paides, o niños, entraban a ser efeboi, u “hombres
que no los perjudicase la figura o estilo del cantor. Llamaban modos
de edad”, y cuando cumplían dieciséis o dieciocho años, eran solemne-
a sus escalas: y en los tonos ponían mós atención que la que ahora mente incluidos en la lista de ciudadanos. Esto se hacía en Atenas en
ponemos: había un tono belicoso y varonil, el tono dórico, y otros
una ceremonia religiosa en que el nuevo ciudadano prestaba formal
débiles y afeminados, y aun inmorales, como el mixo-lidio. Las mismas
juramento, declaraba su respeto a las leyes y religión de su ciudad, y
creencias tienen los chinos modernos sobre los efectos morales de
prometía defenderla contra invasores y sediciosos. Inscribían su nombre
1a música. Colocaban los griegos la tónica en medio de la escala, y entonces en la matricula (to leziarchikon grammateion) de SU deme, o
usaban principalmente de nuestra escala menor. Distinguían con nombres
parroquia. Ya d esd e entonces podía tomar parte en los debates de la
y signos diferentes las notas de las varias octavas que usaban, y tenían casarse, y hacer todo lo que era propio
asamb!ea, pleitear en tribuna!es,
tarnbikn signos diversos para la música instrumental y la vocal. No se sabe cómo quedaba respecto de sus padres:
de tos ciudadanos.
56. De los ejercicios gimn&ticos.-Daban preferente atención en sábese sólo que si se incapacitaba el padre para dirigir sus negocios,
sus ejercicios gimnásticos a aquellos que estaban en boga en las contiendas podía el hijo pedir que así lo declarase el tribunal, y entrar él en posesión
públicas en los juegos, tales como arrojar el disco, correr, y luchar,-y de los bienes paternos antes de la muerte del padre. Antes de que los
8. los más necesarios en la guerra, como lanzar el dardo, manejar la jóvenes se estableciesen, los empleaban durante dos años en el servicio
espada y el escudo, y montar a caballo. El pugilato no era ejercicio muy de guarniciones y en la guarda de las fronterns del Estado, durante cuyo
bien considerado: ni parece que los griegos sobresaliesen en él, ni que hu- tiempo de servicio eran llamados peripoloi. Este aprendizaje les prepa-
bieran podido competir con uno de los modernos púgiles de Inglaterra. El raba convenientemente para la guerra, y les familiarizaba con los límites
combate más rrrio era el pancracio, en que se permitía a los combatientes, de su país. Aún están en pie en el Atica restos de aquellos fuertes que
que peleaban desnudos y sin armas, el uso de todo género de violencia fueron en un tiempo guardados por los jóvenes de Atenas.
que pudiese postrar al adversario: peleaban, por lo tanto, en el pancracio 58. Los criados de la casa.-Excepto algunos de los trabajadores
con manos y con pies, cuando no con las uñas y los dientes: se abrazaban, de campo, y las nodrizas, que algunas veces, en los tiempos de gran
se echaban por tierra, se pateaban, intentaban sacarse los ojos, SC rnor- pobreza pública, solían ser muieres libres que se alquilaban para des-
dían. Había saltadores maravillosos como aquel Failo de Crotón, que empeñar este oficio,-todos los demás criados del servicio doméstico
saltó cuarenta y cuatro pies; pero como saltó probahlemente en pendiente eran esclavos. El cocinero (mageiros) era casi siempre un hombre libre.
inclinada, y cor! ayuda artificial, bien puede ser que la hazaña no fuese Antes del tiempo de Macedonia, el cocinero no v-ivía, en la casa, como
mayor que la de ciertos saltadores modernos. Los espartanos prohibieron los demós criados, sino que SC le alquilaba el dia en que para alguna
especialmente el pugilato y el pancracio, porque no les parecía bien que comida extraordinaria se tenía necesidad de sus servicios. En las casas
el vencido hubiese de confesar, como en esos juegos confesaba, su ricas, era muy grande el número de criados: los principales de éstos
derrota, ni tuviera que avergonzarse de ella; ni permitían tampoco eran: el mayordomo general; el despensero, que cuidaba de la despensa
profesores de estos juegos. Se cree que los gimnastas griegos conocieron y la bodega; el esclavo que iba a la compra en el mercado; el portero;
todos los ejercicios gimnásticos de nuestros días. Trabajaban siempre unos esclavos que preparaban !as comidas; el akolouthos, que acompañaba
desnudos en los gimnasios, porque era cualidad muy estimada la de a su señor en los paseos, y era sirviente indispensable; la nodriza; el
tener el cutis quemado del sol. Se untaban el cuerpo con aceite, se Jo paidagoogos, que llevaba los niños a la escuela; y la camarera de la
58 MARTí / TRADUCCIONES .WTIGL.EDADES GRIEGAS 59

señora. En las casas más ricas había también un caballerizo o mozo de cientos cincuenta pesos. También eran comunes los gatos, tan comunes,
mulas. Se parecía aquella vida, a juzgar por el número y empleo de los que los criados culpables solían acusarles alevosamente de cuanto desa-
criados, a la de ios paises que conservan aún cn nuestros días la escla- fuero y quebradura había en la casa; y hablan los libros de los gatos
vitud, o la han tenido hasta hace poco tiempo. De la compra y valor míseros, merodeando melancólicos por los desiertos techos. Tenían en
de estos esclavos, ya hablamos. Solían los dueños, en premio de su jaulas pájaros curiosos, como objeto de lujo, tales como faisanes y
fidelidad, darles libertad, lo cual hacían frecuentemertte al morir; pero pavos reales, y echaban a pelear las codornices, como se echan a pelear
no por quedar libres se convertían en ciudadanos los esclavos, sino que ahora los gallos.
quedaban en la ciudad como extranjeros residentes, y bajo el patronato 61. Ceremonias de los entierros.-Terminaremos nuestra reseña de
de su dueño, o de los herederos de éste. la casa griega, narrando lo que en ella acontecía cuando hería la muerte
59. A medida que disminuía la población libre de Grecia, iba a alguno de sus miembros.-En el instante de la agonía, echaban al
haciéndose más común el emancipar a los esclavos, a tal extremo que moribundo un velo sobre el rostro, para que nadie lo viese, y luego
hubo tiempo en que estas emancipaciones fueron el acontecimiento capita! lo descubrían por un momento para cerrarle los ojos y la boca. Lavaban
en la vida de las pequeñas ciudades. Recuerdos vivos de aquellas fre- despuk el cuerpo las mujeres de la familia, lo perfumaban con untos
cuentes emancipaciones se nos ofrecen aún en millares de inscripciones, olorosos, lo vestían de blanco, ponían sobre el cadrjver una guirnalda,
ya en lápidas, ya en losas funerarias,-que tal parece que fueron y le colocaban sobre un lecho adornado de ramas, al pie del cual
tantas que faltó espacio para consignarlas. Aconteció lo mismo en el esparcía aromas una vasija de perfume. A esta exposición del cadáver
Imperio Romano; pero allí el siervo emancipado obtuvo los derechos y llamaban prothesis, y la hacían en el corredor de entrada de la casa,
posición del ciudadano, lo que no sucedió en Grecia. Los más ilustrados con los pies del difunto hacia- la puerta. Del lado de afuera de ésta
moralistas de ambos países aconsejaban que se fuese benévolo para con ponían una rama de ciprés, y agua, con la que rociaban a los que salían,
los esclavos, y que se les diese libertad con frecuencia, porque ése era como para librarles del contagio del muerto. Un solo día estaba de
el deber de dueños humanos; mas ninguno de aquellos escritores soñó cuerpo presente el difundo, durante todo el cual los hombres y mujeres
en la total abo!ición de la erciavitud, que miraban como institución de su parentela, con otros dolientes alquilados, rodeaban el ataúd y se
establecida por la naturaleza. Y 1o mismo hicieron los primitivos Santos lamentaban en coro amargamente, como hoy mismo hacen los campesinos
Padres cristianos, de los que no podría citarse opinión alguna que en Irlanda. Esta lamentación, en mucho uso en toda Asia, fue muy
hubiera condenado la esclavitud como principio. censurada y restringida por los legisladores griegos, que en especial
60. Los animales domésticos.-Los más valiosos entre ellos eran los condenaron el arrancarse los cabellos y el lacerarse la cara, que eran
caballos y las mulas. No parece que los trataran con muestras de especial cosas que hacían a un mismo tiempo. El entierro se celebraba a la hora
afecto, pero cuidaban de ellos con esmero; y cuando volvían los dueños del alba, antes de que el sol pudiese brillar sobre el cadáver. En época
de sus faenas, permitían a sus mulas y caballos que se revolcasen en posterior colocaban en los labios del muerto una pequeña moneda, para
la tierra antes de entrar en la caballeriza, cuya costumbre se observa que pagase con ella su pasaje a las regiones inferiores, costumbre que
aUn en la Italia meridional donde subsiste el uso griego de llevar en un se conserva todavía en algunas comarcas de Grecia. Abrían la procesión
carro cu,i. ) caballos en hilera. El más común y apreciado de los ani- funeral los parientes varones, y detrás de ellos seguían las mujeres de
males domésticos fue el perro, que es aún miembro importante de la la casa. En Atenas y en otros lugares, donde se mantenía en gran
sociedad griega en nuestros días. Para cazar, tenían perros de diversas reclusión a las mujeres, sólo las parientas de edad y muy cercanas
castas, a los que escogían por sus condiciones de olfato o ligereza. Había asistían al entierro, porque era sabido que, por la falta de ocasiones
mastines, y también perros de adorno, como fa’lderos, muchos de los de ver en otra parte a las doncellas, acechaban 10s jóvenes la ocasión
cuales están representados en las tristes escenas de despedida en 1~s de verlas que les daba la fúnebre ceremonia. Cuando ya habían puesto
relieves de las tumbas. De su fidelidad se cuentan historias numerosas. al muerto en su tumba, le llamaban en alta voz por su nombre, y le
Un hermoso perro, que pertenecía a Alcibíades, costó como unos tres- decían el adiós último. Seguía a esto una fiesta funeral, y ofrendas en
60 MARTí / TRADUCCIO?JES ANTJGFEDADES GRIEGAS 61

la sepultura; pero era corto e! tiempo del duelo, y de llevar vestidos esclavos,para mantenerse cerca de él: porque los griegos creían que, si
negros u oscuros, pues no pasaba de doce días en Esparta, ni de un bien era eterna su separación del muerto, continuaba éste viviendo, e
mes en Atenas; sólo en Ceos, por excepción, llevaba la madre el luto interesándoseen los asuntos de los hombres, y en faenas semejantes a
de su hijo adolescente todo un año. No se pronunciaban como en Roma las de Ios vivos. Llenos de árboles y flores estaban casi siempre los
oraciones laudatorias de los muertos que no habían tenido en vida poblados arrabales en que se erigían los cementerios que servían de
carácter publico, sino que reservabau estos discursos para los funerales paseo favorito a los moradores de la ciudad. Los cadáveres de los
de carácter nacional, como cuando se daba sepultura a los huesos de criminales que habían sido ejecutados eran devueltos a sus parientes,
los que habían muerto en la guerra, y habían sido quemados en el mismo o, en casos extremos, sepultados en lugar lejano y escondido, allá por
campo de batalla. Traían en urnas a sus casas s-us cenizas, y las honraban algún barranco u hondonada ocultos a los ojos y apartados del tráfico
como si el cuerpo de los muertos hubiera estado en la casa. Es verdad de los hombres: allí vivía entre sus victima5 el verdugo (dentokoinos),
que quemaban usualmente el cadáver de los que morían en guerras o que era comúnmente un escl.avo del Estado. Bbratro llamaban a este
en viajes, y que conocían desde remotos tiempos esta práctica, pero la cementerio en Atenas, y Ceados en Esparta.
incineración nunca fue de uso general en Grecia. Juzgaban de impor-
tancia extrema el acto de echar tierra sobre el muerto, y cuando éste
no podía ser hallado, abrían, sin embargo, una fosa, y a los bordes
de la sepultura vacía tributaban al difunto ausente los acostumbrados
honores.
62. Monumentos sepulcrales .-En los tiempos antiguos, sepultaban
a los muertos en sus tierras propias, y cerca de la casa que en vida
habitaron. Luego prohibieron que se enterrasen los cadáveres dentro
de las murallas de la ciudad, a no ser que fuera el muerto un gran
bienhechor público, a los cuales se reverenciaba como a héroes, y sobre
cuyas fosas erigían altares. Todos los demás eran enterrados en el más
hermoso y poblado arrabal, generalmente a una y otra margen del
camino público, como en Atenas y en Siracusa, cuyas tumbas e ins-
cripciones llamaban fuertemente la atención de cuantos cerca de ellas
pasaban. Fueron al principio los monumentos sepulcrales, rudas y ma-
.
cizas eminencias de tierra, a las que ya luego cercaban con piedras
grandes: andando el tiempo, idearon cavar anchos huecos, a modo de
aposentos, en la tierra o la roca,--+ hicieron de ellos bóvedas para
sepultar a los kembros de la familia, sobre las cuales levantaban her-
mososmonumentosde mármol, pintados y esculpidos ricamente. Grandes
como templos, eran a veces aquellos monumentos. Las esculturas con
que los adornaban, representaban escenasde la vida y ocupaciones del
difunto, o cuadros de despedida, donde se veía al muerto diciendo adiós
a sus familiares y amigos: no nos quedan de la vida griega restos más
bellos y conmovedores que algunas de estas tumbas. En el aposento
del muerto ponían regalos, figuras de barro, dijes y vaso5 lujosos; y fue
uso de los tiempos primitivo5 sacrificarle animales favoritos, y aun
CAPí’TULO Iv

VID:4 PÚBLICA DEL CIUDADANO GRIEGO

Consideraremos ahora la vida del griego en sus relaciones con la


sociedad, con sus conciudadanos más allá del recinto doméstico.
63. Rangos y clases en la sociedad griega.-la aristocracia de la
primitiva sociedad griega no se distinguía por ‘pomposos títulos como
la aristocracia de nuestros tiempos, sino que se llamaba sencillamente
por el nombre del linaje a que pertenecía, y descansaba sobre la propiedad
exclusiva de la tierra y el goce de derechos cívicos. Un Alcmeónida era
respetado en Grecia por el mismo estilo que el miembro de un clan, o
tribu antigua, lo es ahora en Escocia; pero sufrían mk de pobreza
los primitivos nobles griegos que los actuales escoceses. En los tiempos
aristocráticos, era mirado con desprecio por la nobleza hacendada todo
oficio o comercio, y el ocio tenido como el hermano de la libertad. Había
Estados, como Esparta, donde el ocuparse en cualquier oficio privaba
a un hombre de los derechos políticos, y cuando no de éstos, de toda
influencia pública. Ni en las exaltadas democracias de días posteriores,
se extinguieron completamente estas ideas, y hubo siempre en el ánimo
de los griegos marcada preocupación contra toda labor manual, que
obligaba a los hombres a una existencia demasiado servil, y les hacía
descuidar el desarrollo del cuerpo en los ejercicios y los juegos, y el
de la mente por medio de las prácticas sociales. No gustaban tampoco
los griegos de las faenas mercantiles; pero esto obedecía a diferentes
causas. Consideraban como fraudulentos los provechos logrados en el
comercio al por menor, y veían con temor la vida de dependencia y
susto que había de llevar el mercader .en toda ciudad griega que no
fuese la suya, porque en todas partes eran tratados los forasteros sin
generosidad ni justicia. Así era que el ciudadano pobre de Atenas, que
6s
64 AIrrEcutDADm GRIEGAS
MARTÍ / TRADUCCIONES

queadores. El arte de zapaterfa eshaba repartido entre diversas clases de


vivía de Ia pequeña paga diaria de diez centavos, que le daba la ciudad por
operarios. En el mercado había siempre cocineros, que se alquilaban por el
servir de jurado en los procesos, o ejercer otros cargos públicos, miraba con
dfa, cordeleros, curtidores, y muchos perfumistas y drogueros. A los curti-
desdén al artesano rico, encerrado durante todo el día en una estrecha y
dores los obligaban generalmente a tener sus curtimbres fuera de la ciudad.
sombrfa tienda, u obligado a trabajar sin descanso en la caliente atmósfera de
Podemos tambien considerar indudablemente el servicio militar en mar y en
un horno. De esto venía que la mayor parte de las tiendas en Atenas, y de los
tierra como uno de los más comunes entre los griegos, practicado desde
oficios, estuviesen en manos de forasteros matriculados, los cuales pagaban
tiempos muy remotos en Asia, y en todas las épocas de la historia de Grecia
ciertas contribuciones al Estado, y con la acumulación de crecidas ganancias
por los arcadios, que eran como los suizos de aquel mundo antiguo. Cuatro
compensaban el riesgo de ser perseguidos y saqueados por los cíudadanos en
óbolos, colectados a veces en tiempos diffciles, eran la paga usual de un
los días de peligro y penuria. Aquellos artesanos y mercaderes pueden ser
soldado o marinero mercenario. Cuando la fácil ocupación que en las nuevas
comparados, por su posición social y política, con los judíos en la Edad
colonias del Asia Menor, Ponto y Magna Grecia habian hallado los jóvenes
Media, que vivían por todas las ciudades de Europa ocupados én el comercio
audaces vino a menos, y al acabarse al fin, con la presencia en aquellas
yen la usura, y privados del goce de los derechos públicos, y del de poseer
comarcas de nuevas razas y nuevos imperios, este oficio de soldado, ingrato
tierras. Los despreciabany los persegufan, pero los toleraban como útiles,
y mal mirado como era, llegó a ser sumamente común. De esos aventureros
y aun como necesarios. No eran, por el contrario, despreciados en modo
estaba hecho aquel afamado ejercito de los diez mil que, abanderados en las
alguno los ricos capitalistas que podían, por medio de mayordomos y nume-
filas de Ciro el joven por el amor de la paga y el saqueo, volvieron al cabo
rosos esclavos, atender a pingues negocios, por más que fueran sumamente
luego de grandes azares, salvos a Grecia, merced a la pericia y serenidad de
vergonzosos los medios de que se valfan para acumular fortuna. Pero el
Jenofonte. Y Agesilao y Cleomenes mismos, reyes de Esparta, no tuvieron
misero hombre libre a quien obligaba su pobreza a recurrir a un trabajo
a menos servir en Egipto como mercenarios.
manual, era tenido en poco más que un ruin esclavo. Había en tiempos 65. Trabajos ntercantiles.-Hablemos primero de los comerciantes
de Homero ciertas clases privilegiadas, como el docto en curar, el adivino, inferiores, los comerciantes al por menor, que compraban los frutos de
el bardo, o el hábil trabajador del bronce; así como en época posterior los agricultores y los productos de la industria de los artesanos, para
eran, en algunos sentidos, estimados como personas de respeto el escultor venderlos luego con ganancia en los mercados y ciudades. Era muy
y el sofsta, aunque el hecho de que ganaban dinero, por consagrar su tiempo socorrida la costumbre de vender los propios productos en el mercado;
a otros, les dañó siempre considerablemente a los ojos de los griegos. pero no hay que decir que los pescadores, o los pastores, no podfan dejar
64. Los principales ojkios.- Gran parte de los tejidos ordinariós y de sus praderas ni sus aguas para emprender diariamente el largo camino a la
los artículos de panadería eran hechos por los esclavos dentro de las mismas plaza de la ciudad. Por eso habfa en las poblaciones populosas, como
casas. El más importante de los trabajadores que atendían a las demás Atenas, muchos vendedores de carne, de pescado, de legumbres, de
necesidades de la vida, era el arquitecto, que solfa ser grande y alta persona, varios frutos, y especialmente de vino, que iban y venian por la ciudad
y en realidad, el único hombre de trabajo mencionado entre aqúellas gentes vendiendo en sus carros. Acusaban a todos aquellos vendedores de abuso
e insolencia, al pescadero de vender pescado viejo, al vinatero de echar
con singular respeto. A sus órdenes trabajaban albañiles, carpinteros, y
agua en su vino: había gran vocerfa en las calles, y a menudo el comprador
ebanistas. Parece que fue muy crecido el gremio de alfareros, porque había
mismo decía a gritos en el mercado lo que querfa comprar.
gran demanda de los productos de su arte, y no eran muy usados los vasos de 66. El comerciante al por mayor era, sin duda, persona de más
cristal ni los de madera. Separadamente había lampareros, joyeros, armeros, importancia, como que el desarrollo del comercio vino al fin a poner
fabricantes de instrumentos de música, etc. Tejedores, había pocos, y sastres la clase opulenta de la ciudad enfrente de la áspera aristocracia de
menos, -porque las formas de los vestidos eran muy sencillas, y las modas hacendados, y fue generalmente el elemento que dio en tierra con las
no cambiaban; pero abundaban, por otra parte, los tintoreros y los blan- aiiejas oligarqufas. Muchos ciudadanos de respeto, excepto entre los
66 ANTIGÜEDADES GRIEGAS 67
bfAld / ntADlJccroNBs

~artanos, no veían descrédito en consagrarse a este género de n-w abarcaba seis manos, o pie y medio. Medían las superficies con el
7 ~&UIO de ellos desdeñabainvertir en ellos dinero como eión. pletro cuadrado, y con subdivisiones semejantes.
corno el tráfico por tierra en Grecia es extremadamente dificil J dilatado, Las medidas cúbicas tenisn por base, tanto para sólidos como para
se hacia por mar casi todo el comercio, por lo que el mercader era a liquidos, el kotyle, de la capacidad de una media pinta inglesa, que es
menudo llamado armador. Sólo del comercio de Atenas se tienen no- aproximadamente como un medio cuartillo español. En las medidas
ticias detalladas (3 19). de líquidos, doce kotykzi hacían un choys, y 124 kotylai un nretretes o
Hemos de imaginarnos las aguas de Grecia, no como están ahora, amphoreys, que era como el barril o tonel de ahora. En las medidas
abandonadas y desiertas, sin que anime a veces una gran bahía o un de sólidos, cuatro kotylai hacían un choiniks, treinta y dos pintas o
robusto braxo de mar, un alegre botecillo,-sino rebosando, en los meses cuartillos un ekteys, y 192 un medimno.
de verano, la riqueza p la vida. Poeta griego hubo que llamó a los En esas medidas variaban los tipos egineto, ático y olímpico. El
marinos, por ser tan numerosos, “hormigas de la mar”, que iban de ultimo, aunque traído originariamente de Babilonia, era algo más pe-
una región a otra apresuradamente con infatigable industria. Había a queño, porque el pie cúbico babilonio era mayor en un tercio que el
lo largo de los muelles embarcaderos públicos y almacenes, y a ellos olímpico, y a este olímpico era el pie ático como 27 a 20, y el egineto
traía las muestrasde su cargamento el dueño del buque. Si se exceptúan como 9 a 4. Del mismo modo, los babilonios habían fijado un pie
los traficantes en esclavos y maíz, no se limitaban los mercaderesgriegos cúbico de agua de lluvia como el peso típico de su “talento”. El talento
a comarciar en una clase de frutos, sino en todos aquellos en que vieran ático era mucho menor, y pesaba además solamente dos terceras partes
probabilidades de ganancia. Alfarería de Samos y de Atenas; hermosas del metretes de agua, mientras que el egineto era casi igual al babilonio,
telas de lana y alfombras asirias de Mileto; papel, ungüentos y cristal como lo era también el antiguo talento eubeico, reducido por Solón.
de Egipto ; pescado salado, maíz y pieles del mar Negro ; esclavos y Pero todos estos diversos talentos se asemejabanen tener 60 minas;
madera de construcción de la Tracia y Macedonia; marfil y especias cada mina, cien dracmas; cada dracma, seis óbolos. Esasvoces “egineto”
de Cirene,--eran algunos de los artículos que incesantementeatravesaban y “eubeico”, muestran que el comercio de Grecia estuvo al principio,
las concurridas aguasgriegas. Los comerciantes eran mirados en algunos en su mayor parte, en manos de esospueblos, donde, por tanto, fueron
lugares con tal particular aprecio, que se les eximia del pago de contri- fijados primeramente los pesos y monedas: el tipo ático vino a ser
buciones y del servicio militar; mas en nada se marcaba tanto este luego casi general. El talento ático valía unas setenta y tres onzas espa-
especial favor como en concederles, aun durante los mesesmuertos del ñolas; la mina, por consiguiente, poco más de una onza, y unos veinte
invierno, rápido y privilegiado juicio en todas sus contiendas legales centavos el dracma; y el óbolo unos tres centavos. Este dracma ático
sobre cumplimiento de contratos, y en cualquiera otro proceso que era de plata, único metal que por mucho tiempo se acuñó en Grecia,
tuviesen empeñado. porque el oro era muy escaso. Las minas macedónicasfueron las pri-
67. De los pesos, medida y monedas.-De los babilonios, por con- meras que proporcionaron oro bastante para cubrid las demandas de la
ducto de los fenicios, vinieron a Grecia estos grandes auxiliares del amonedación. También venía de Sicilia y de la Magna Grecia la moneda
comercio, pero con tantas variantes que el cómputo de valores conforme de cobre, y en ambos paises consideraban el talento como un peso de
a los diferentes tipos es muy intrincado. En cuanto a las medidas de cobre, e igual sólo a seis dracmas áticos, y aun a menos. Había en
longitud parece que el estadio (stadium) olimpico fue comúnmente acep- Atenas piezas de plata de cuatro y ocho dracmas, y medios y cuartos
tado en toda Grecia. Era el estadio como una cuadragésima parte de la de óbolo. Más tarde dividieron el óbolo en ocho chalkoi que eran de
milla geográfica inglesa, y se dividia en seis pletros de a cien pies cada cobre, y cada uno de ellos en siete lepta, de modo que estando en USO
uno, y en cien orgyai, que era, como el I;la/ter de los alemanes,de seis un cuño menor que un maravedí, esto muestra en cuánta mayor escasez
piea. Cada pie, que venia a ser como el pie inglés, estaba subdividido de moneda se estaba antes que ahora, y cómo los tesoros públicos y las
en cuatro marws, y cada una de éstasen cuatro pulgadas. El ana o codo fortunas privadas de aquel tiempo, que nos parecen tan mezquinas, eran
68 ylllf/- ANTIcüEDADEs CmEas 69

en realidad grandes en proporción a los precios pagados por los objeta & cuyas hazañas enaltecen la historia: asf obraron Pausan& Temístocles y
lujo más caros. otros. Aunque la profesión de ingeniero militar no era muy favorecida, se
Mermar el cuño, y USU en Cl la liga, fueron ardides usuales entre los ejercitaba en ella con txito y fama cierto número de hombre notables, como
griegos, cuyas monedas locales alcanzaban raramente, según parece, curso Artemón, cuyo genio mecánico les hacía muy estimados y titiles.
general. Era privilegio de la moneda ática el ser en todas partes recibida, 70. III. L4 u@cfa.-Como los griegos podían defenderse a si propios,
por razón de SU excelencia. Dijimos antes que el pueblo no tenía moneda
parece que la tarea de los alx@dos estaba reducida a dar consejos amistosos a los
representativa, como nuestro papel moneda, salvo en los casos aislados en
litigantes, ya componerles los discursos que habían de pronunciar ante losjueces,
que usaron moneda de hierro, como cuentan que hicieron en Bizancio. Ya
se habló (en el artículo 34) de la naturaleza y operaciones de sus bancos. de cuyo trabajo, muy socorridos en Atenas, se sacaba gran provecho. En
Pero les fueron cosas desconocidas el tráfico en monedas y la Lonja, Habia algunos casosse permitía que amigos ayudasen en su defensa a los litigan-
en los tiempos de Demóstenes hombres de negocios, muy inteligentes, tes, y hablasen además de ellos, pero la ley no reconocía directamente al
a quienes se suponía dueños de grandes cantidades ocultas, aun en abogado retribuido. Cuando el Estado empleaba a un fscal público, le pagaba
las épocas de paz, bajo tierra; lo que prueba cuán poco conocian la utilidad solamente por cada discurso un dracma, lo que los hace recordar aquella nota
de la inversión del dinero. de la Edad Media de que habla el inglés Hallam, donde consta que ,ocho
68. Las profesiortes superiores: 1. Lapolítica.-Se miraba en los centavos y la comida era toda la paga de un abogado de aquel tiempo. Pero a
Estados griegos como un deber y un honor el desempeño de todo alto los horadores distinguidos como Demóstenes se pagaba privadamente con-
empleo político, mas no como profesión; de manera que en Grecia, siderables sumas. Como las democracias permiten a los ciudadanos acusar
como en Inglaterra a los miembros del Parlamento, no se pagaban libremente y sin riesgo toda violación de la ley que 1legue.a su noticia, se creó
salarios a los que desempeñaban altos puestos. Es cierto, sin embargo, en Grecia la profesión de los sicofantas, que degeneró por lo común en la de
que los provechos indirectos eran grandes, porque no se acostumbraba
espia o denunciador. Siempre estamos los viles sicofantas obteniendo en
entonces sobornar, como ahora se acostumbra, a los electores, sino a los
secreto dinero de los ricos y de los políticos con amenazas de acusación.
mismos funcionarios supremos. Y dicen que aún sucede esto en Grecia, donde
el soborno de los electores es muy raro. A los empleados de menor impor- 71. IV. L.a literatwu-A más de los maestros de escuela, cuya tarea seveía
tancia, tales como secretarios y ujieres, pagaban salarios moderados. más como oficio que como profesión (artículo 54), existían los sofistas, que
Cuando Atenas lleg6 a ser ciudad imperial, recibfan el pueblo sobe- era el nombre dado a los retóricos y filbsofos. De su enseñanza, ya se dijo que
rano cuantiosos emolumentos de las contribuciones de sus súbditos. se equiparaba en orden e importancia a la de nuestras universidades, y
Por ejemplo, los ciudadanos atenienses a quienes se empleaba como que se la tenía por superior a los de las escuelas. Ser discípulo de Isócrates
dicastas, o jueces en los jurados, recibfan tres óbolos diarios,-de cuya valía tanto en Grecia como en cualquier pueblo moderno vale serlo de
s-urna vivía la mayor parte de los ciudadanos de Atenas. Se les distribuía la universidad más afamada. Enseiiaban los sofistas ciencias políticas,
también una suma bastante para que costeasen su entrada en el teatro, y retórica, crítica literaria, y las ciencias superiores de un modo práctico;
sus regocijos en las grandes fiestas de la ciudad. Todos estos provechos y a pesar de que no les miraban con favor los partidarios austeros del
eran resultado directo de los privilegios políticos que hacfan apetecible primitivo y sencillo gobierno de la sobria Grecia antigua, sellenaban las
el goce de la ciudadania.
escuelas de alumnos, y de cuotas sus arcas. Al principio, cobraban por su
69. II. La guerra.-Como eran común el oficio de soldado merce-
nario, lo era, en consecuencia, el de general de estos soldados: ya se dijo enseñanza sumas enormes, mas luego fueron tantos los sofistas, y la
que griegos tan distinguidos como Agesilao y deomenes lo fueron. Y competencia tan reñida, que el’término medio del precio de un curso
como la paga de un general ~610 era cuatro veces mayor que la de un era de cinco a diez minas. El curso duraba un’os tres años.
soldado, es evidente que en la violencia y el saqueo buscaban la ganancia No sabemos de autoresque ganasen su vida con sus libros, a no
que les negaba su salario: así se enriquecieron muchos de esos generales ser los poetas, a los cuales solían pagar copiosamente los Estados y los
70 MAFlTf / TRADucc10NEs ANTIGÜEDADES GRIEGAS 71

reyes los cantos que les encomendaban, y cuyas obras dramáticas eran llegaron a ser personajes importantes, en ma sociedad que había ya
perpetuo manantial de honor y de provecho. Los ejemplares de libros perdido, por el ocio y sus goces, el amor de más altas empreaaa
se multiplicaban fácilmente haciéndolos copiar a numerosos esclavos, y 79. VI. La medicina y la cirugía-le profesión médica gozó síem-
eso explica cómo pudo venderse en un dracma, cuando ya andaba escaso, pre de alta estima entre los griegos, desde los dias de Macaón y Podalirio,
el libro de Anaxágoras: esto fue en una tienda de libros permanente a quienes recuerda Homero, hasta los de los doctores del tiempo de
de Atenas, que traficaba en sus obras con comarcas tan lejanas como Platón, que solían visitar- a sus enfermos acompaiiados de un orador,
las del mar Negro. Mas las colecciones de libros no fueron comunes encargado de persuadir a los pacientes rebeldes a tomar sus remedios.
hasta después de la época de Eurípides, y no sabemos que con escribir Nació esta práctica de aquella de los griegos a discutirlo todo, que
libros se hiciese fortuna. De Anaxágoras mismo, aunque lo amaba tanto hacía que las gentes no se sometiesen ciegamente al mandato ajeno, ya
la generación en que vivía, se dice que murió en la pobreza. No cabe en leyes, ya en política, ya en religión, ya en medicina. No había
duda de que los antiguos rapsodas épicos vivían en las cortes de los cuerpos médicos acreditados, como nuestras Escuelas de Medicina y
reyes de la paga con que éstos remuneraban sus cantares. Escuelas de Práctica en los hospitales, cuyas cédulas fuesen reconocidas
72. V. La.s bellas artes.-B’ len se ve en las ruinas de sus obras por toda la Grecia, aunque sí había ciertos gremios médrcos que gozabar
de arte, que la profesión de arquitecto era tenida como la más impor- de fama considerable.
tante entre las de los artistas, y pagada con mayor largueza. Eran sin Abundaban, por supuesto, los charlatanea y supersticiosos, que tra-
disputa los arquitectos hombres muy cultos, y entendidos en literatura, ficaban en amuletos y encantos, y los escl3vos curanderos, que visitaban
como Ictino, por ejemplo, uno de los constructores del Partenón, que a los esclavos enfermos; pero no sólo estaban bien remunerados los
escribió luego un libro especial sobre este maravilloso templo. No se miembros distinguidos de la profesión, sino que eran públicamente nom-
estimaba mucho al principio a los escultores y pintores, ni eran aquéllos brados por las ciudades como médicos del Estado. Recibían por las
en los primeros tiempos de su arte, más que hábiles obreros,-que ea, labores de este puesto un salario que no bajaba de $2,250 al año, el
según parece, la misma situación en que se han hallado en casi todas cual era magno sueldo en Grecia. Esosmédicos daban consulta al pueblo
las grandes épocas artísticas. Hombres’ como Fidias y Polignoto, que sin cobrar por ella cuotas especiales.
rayaban a más alto nivel, trabajaban a menudo sin aceptar paga alguna; Cas más famosas escuelas de medicina estuvieron en Crotón, en
pero los escultores que adornaron el Erecteón en Atenas, que fue uno Cnido, en Rodas, y en Cos, de fundador de cuya escuela goza fama
de los más bellos templos de Grecia, recibieron paga, ya diaria, que Hipócrates. Esas escuelaseran gremios, o corporaciones de artesanos,
nunca fue más de uno o dos dracmas, ya en junto por cierta parte al entrar en las cuales quedaba ligado el novicio por un notabilisimo y
de la obra, no subiendo de unos 200 a 240 dracmas, que equivalen a solemnejuramento. Los miembros de esascorporaciones estabanespecial-
50 pesos nuestros, lo que les era pagado por cada figura mayor, o grupo mente exentos por la ley de algunas ciudades de ser perseguidos por
de pequeñas figuras. Esto era en tiempos de Pericles, cuando había al- homicidio, caso de que muriesen sus pacientes. Tan notables son, por
el buen sentido y la observación profunda que revelan las descripciones
canzado el arte extraordinaria perfección. Ya en tiempos posteriores,
de sintomns y el tratamiento de varias enfermedades, que se conservan
se pagaron enormes precios por las grandes obras de los escultores y
aún en las obras atribuidas a Hipócrates, que con razón las consideran
pintores, aunque fue siempre difícil y precaria la situación de los artistas
los más competentes jueces como la base de la medicina racional en
de menos valía. Europa.
Cosa semejante pasaba con la música. El cantar y tocar por afición 74. VII. Empleos religiosos.-A más de los agoreros y adivinos
era habilidad común; pero no se consideraba decoroso vivir del ejercicio ambulantes que andaban por la Grecia de comarca en comarca, a la
de estas dotes, y los músicos de profesión eran mirados con igual desdén manera de los monjes limosneros de Italia, y los cuales no gozaban de
que los actores y juglares, y los demás que vivían de divertir a los ricos. prestigio alguno, ni lo sabian inspirar con su carácter,-había muchos
En época más cercana, sin embargo, hubo músicos y actores famosos que sacerdocios hereditarios ligados a templos especiales,que daban poco
72 bIARTf / TR4DuccIoms ANTIGÜEDADES GRIEGAS 73

quehacer a los sacerdotes y lea producían muy buenaa rentas Se eom- aperitivos, y luego venía el primer servicio de pescado, carne y aves,
praban a veces estos empleos por dinero. Había también profetas inds aderezados de diversos modos, a cuyos manjares seguía el servicio
pendientes de los templos, hombre9 de alto carácter y señalada influencia, último, que era el de los dulces. No acostumbraban beber vino alguno
como Lamón, el caudillo de 109 colonos de Turio. Nada se sabe de durante la comida; sino, acaso, agua. Cuando se había acabado de
sus sueldos. comer, vertían agua los esclavos en las manos de los huéspedes, que
75. Prácticas sociuk-Antes de hablar de la religión de los griegos, ae las habían ya enjuagado con bocados de masa, que tiraban debajo
digamos algo de otras práctica9 sociales suyaa de más alegre género. de la mesa. A esto seguía un brindis con vino puro al “buen demonio”
Estas pueden dividirse en fiestas domésticas, visitas, juegos atléticos y -en Atica por lo menos. En seguida venía el himno de gracias, acabado
jiestcu públiciis, si es que cabe separar lo que casi siempre andaba unido. el cual levantaban los manteles, o los cambiaban para la fiesta de beber.
A creer lo que nos cuenta Homero, aquellos heroico9 caudillos estaban Mezclaban el vino en una gran vasija de cuya clase había generalmente
a todas horas dispuestos a regalarse con pesadas raciones de carne, pan tres en el comedor, y al ser cada una de ellas descubierta por los wlavos,
y vino. No cuidaban mucho del método en las horas, pero parece que se ofrecía una libación,-de la primera a los dioses olímpicos, de la
la usual de tomar su deipnon, o comida, era al mediodía, que es la hora segunda a los héroes, y a Zeus Soter de la tercera. Ostentaban usual-
que generalmente eligen para comer los pueblos nacientes. A la comide mente los huéspedes en estas fiestas la cabeza ceñida de guirnaldas, y
de la tarde, semejante al deipnon, llamaban dorpon, de modo que las bebían los unos a la salud de los otros. Aquélla era la hora de la
comidas de los héroes de Homero corresponden exactamente a laa de conversación y de los cantos, acompañados a veces, aunque no siempre,
los griegos de nuestra época. Pero la antigua Grecia, como la moderna de la lira; se decían chistes: se proponían enigmas; y era el lance más
Europa, fue dilatando sus horas de comer a tal extremo, que el refrigerio ameno de aquella chispeante fiesta la scoliQ, que consistía en que uno
del mediodía, vino a caer en plena tarde, y el de ésta en la noche, de los huéspedes iniciase un canto que había de ser continuado en la
por lo que hemos de tener en cuenta que en loa tiempos históricos de medida y el sentido por aquel de los comensales al cual pasase la rama
Grecia, no se hizo nunca comida de invitación antes de las cinco de de mirto que tenía en la mano. También jugaban al cotabos, cuyo
la tarde. juego consistía sólo en oír cómo caían las últimas gotas de sus copas
Cuando un caballero griego era invitado a comer, llevaba consigo uno en una taza de metal, cuyo sonido tomaban como agüero a sus empresas
de sus esclavos, que solía atenderle especialmente en el servicio de la amorosas. Había además divertídores de oficio; bufones que venían a
mesa, como es costumbre todavía en las comarcas poco civilixadas de la comida sin haber sido invitados (parhitos), y eran convertidos en
Grecia. Mas aunque no le sirviera en la meaa, se encargaba el esclavo el hazmerreír de la tertulia; juglares que hacían suertes; y en ciertas
de guardar los zapatos del caballero, de los que éste se despojaba al ocasione9 una especie de baile en que danzaban los criados de la casa.
entrar en la casa de la comida. Los de la casa salían al punto al PWO Había también bailarinas y tocadoras de flauta, mas de éstas solía
del huésped, con una vasija de agua, que le vertían sobre laa manoa prescindir la gente seria. Se jugaba con frecuencia al ajedrez y a los
Se reunían los invitados en el comedor miamo, y ocupaban sus puesta dados, aunque no tal vez cuando había entrado ya la noche. No eran
en las literas, a las que subían apoyando el pie en una banqueta. En la muy diferente9 de las de ahora las fiestas de beber de los tiempos más
edad homérica, comían los griegos sentados, y cada uno en una mesilla recientes.
separada; pero creció el lujo, y con él la costumbre de reclinarse, alzado 76. Visitas y viujes .-Era fama, merecida todavía por las posadaa
el cuerpo sobre un codo, en tanto que los niños y damas respetables, actuales de Grecia, que acomodaban mal a los caminante9 los posaderos
si por acaso comían alguna vez con los hombres, habían de sentarse, y griegos, y que éstos eran gente abusadora, cuando no de mal nombre,
no de reclinarse, y de comer en mesa aparte de la de los varones. Dos, todo lo cual retraía a los griegos de viajar por placer, a menos que
o a lo sumo tres huéspedas, ocupaban cada litera, y tenían una mesa fuesen a alguna fiesta pública, o reunión de atletas, donde los acomo.
para sí. Usaban cucharas, y cuchillas a veces, mas nunca tenedores. daban con especial cuidado, o a la casa de un amigo, que les invitaba
Consistía la comida en hierbas, pescado salado y ostras, a manera de a visitarle en su hogar en una ciudad extranjera.
74 MAslIf / mADuccxoRm ANTIGÜEDADES GRIEGAS 75

No habfa viajero que no se apresurasea ver, apenas llegaba a una de caballo, y cuando no se tenía éste, no habia más medio que el de andar
las grandes ciudades de la Grecia, las ricas colecciones de arte que en (y con la palabra bodirein, andar, se expresa) si se quería visitar el
ellas atraian principalmente la atención de los curiosos. Alli estaban país. Solia~~ir los esclaws llevando el equipaje, en el que iba la cama
los templos venerables por su antigüedad o dignos de observación por del viajero, porque los griegos dormían comúnmente sobre el suelo,
la magnificencia de su fábrica; y en los templos, las estatuas de los envueitos L’II alfombras. Por mar las comunicaciones eran muy nume-
dioses, y laa efigies de triunfadores y de héroes, esculpidas por artífices rosas y baratas, en verdad, tan baratas cuanto incómodas. Inmigrantes
famosos. Casi todas las paredes interiores de pórticos y templos estaban hay que vienen de Europa a América mejor tratados que lo que lo eran
cubiertas de pinturas al fresco, o de cuadros en lienzo que les daban los pxajeros griegos; pero era costumbre de aquel pueblo viajar por
apariencia suntuosa. mar ~610 en la estación hermosa, cuando ya el calor recio del verano
Asi como visitan ahora ávidamente los viajeros que pasan por ciuda- hacia insoportable la estancia en los camarotes.
des memorables, como Amberes o Ruán, las iglesias, los cuadros, las 77. Jw!as de atletas.-Se disputaban los atletas el triunfo en las
estatuas u obras de talla y laa antigüedades, asi no había griego bien ocasiones de las fiestas públicas; y apenas había grandes fiestas sin
educado que no amase calurosamente las artes, y creyese que estaba aquellas disputas, por lo que en este párrafo y el siguiente, hemos de
incompleta su vida cuando no había visto las maravillas artísticas de estudiar en dos aspectos separados aquel que era el mayor y más animado
Grecia. Muchedumbres iban a admirar la estatua de Zeus en Olimpia, regocijo de la gente griega. Los griegos combinaron siempre la religión
de mano de Fidias; la de Eros de Praxiteles en Tespis; la vaca de y el recreo. La más grande de estas justas públicas era sin duda la que
Mirón en Atenas. Sin cesar se estaban sacandocopias de aquellas grandes con grnn pompa se celebraba en Olimpia cada cinco años. Desde el
obras, y a esta costumbre debemosel beneficio inestimable de hallar en 776 antes de J. C. se llevaba escrupúlosamente registro de los nombres
las galerias romanas fieles imitaciones de las obras maestras de la escul- de los vencedores en aquellos combates. Gradualmente fueron abriéndose
tura griega, traidas de Grecia misma. las fiestas u todos los del Peloponeso, y luego a todos los griegos europeos,
Cada Estado notable tenía un representante en las ciudades de im- y al cabo, 600 años antes de J. C., a todos los de las colonias. Esta
portancia, llamado proxenus, que era como nuestros cónsules, mas no amplitud fue seguida por la sucesión rápida de las justas atléticas en
era posible que el proxenw diese albergue a todos los viajeros de su Delfos (XG), en el istmo de Corinto (582) y en Roma (576 antes
Estado, aunque recibía siempre en su casa a los viajeros oficiales. No de J. C.). Se celebraban en honor de los dioses peculiares del lugar:
había familia distinguida que no tuviese en las ciudades extranjeras en De!fos celebraban a Apolo, a Poseidón en el istmo, y al poderoso
parientes y amigos ligados a ella por obligaciones de mutua hospitalidad. Zeus en ;?l’emea y Olimpia, Si se estaba en guerra, en la época en que
Prolongábanse estas amistades de generación en generación, y cuando debían celebrarse los juegos olímpicos, se declarabg una solemne tregua,
el viajero no conocia al dueño de la casa adonde iba a presentarse mientras duraban bstos: y allí iba toda Grecia a pozar del espectáculo
como huésped, llevaba consigo un presente de cariño enviado por su de los juegos; allí se encontraban los amigos, hablaban de negocios y
familia a la del jefe de aquella en que intentaba hospedarse. Le señalaba a vece de asuntos nacionales, y se publicaban o anunciaban nuevas
el dueño a su llegada los aposentos que le destinaba, y le proveía de obras e invenciones nuevas. Era como una gran kermesse de nuestros
luz, fuego y sal. Le enviaba también su comida el primer dia, y le días; o como un día de fiesta eclesiástica de la Edad Media. En Delfos
invitaba a comer luego; pero en todo lo demás habían de atender al predominaban las contiendas de poetas y de músicos, y en los demás
huésped los criados que llevaba consigo, y era tarea del viajero cuidar lugares, las de atletas. Había también carreras de caballos, de carros
de su manutención y de la de su comitiva. En cuanto al modo de viajar, y de jinetes.
como viajaban tanto por mar, no parece que hubiera comodidades nota- 78. Consistían las contiendas atléticas en carreras de 200 yardas,
bles para hacer viajes por tierra. Para Delfos, y Olimpia, y otros lugares llamadas stadion, porque se recorría en ellas sólo una vez el espacio
públicos, había buenos caminos, por los que se podia andar en carruaje; del combate; de 400, o diuylon, carrera doble; y otra de milla y media
pero en todas las demás comarcas se viajaba en mulas de carga y a llamada dolichos, por ir una vez y otra en torno a la arena de la
contienda. Otra carrera habla, de corredores vestidos de toda su hogar, y no muy dado a leer, era por de contado mucho mayor que la de las
armadura. Penratlon llamaban a una disputa de cinco géneros, en la gentes que llenan en nuestro tiempo los teatros, bien que hay que tener en
que se coronaba triunfador al que quedaba victorioso en tres: con- cuenta que aquellos dramas eran ~610 puestos en escena dos veces en el aiio,
sistía en una breve carrera, lucha, pugilato, tiro del disco y tiro de y siempre nuevos, y a menudo de grandfsimo merito. Pero, a pesar de todas
la jabalina. Los competidores se preparaban para aquellos juegos estas razones, cuesta trabajo imaginar c6mo podfan oh, con tanta calma y
muy cuidadosamente y no podían entrar en ellos sino luego de salir gozo, fiestas tan largas. Dicen que mientras duraba la representacibn les
inmaculados de la investigación de los helanodicai o jueces, a repartían dulces y vino, y de lo que cuenta Aristóteles se deduce que se
quienes se encomendaba que inquiriesen la pura descendencia distraían comiendo dulces cuando la representación les parecfa mala. Ele-
helénica de los competidores, y la limpieza de su reputación. Eran gían por suerte cierto número de jueces, los cuales adjudicaban al autor de
elegidos los helanodicai un año antes de cada fiesta, y es fama que los mejores dramas el premio, que era al principio una cabra. Iba unido a
aquellos jueces ponían gran celo en el cumplimiento de sus deberes. cada grupo de tragedias, como por vía de contraste, un drama satfrico o
79. Aunque se cuentan de aquellos atletas cosas extraordi- jocoserio, y otras veces alternaban con las obras trágicas las comedias, de las
narias, no es de creer que los griegos poseyesen la maestría de que que nos ofrecen esplendidas muestras las muy afamadas de Aristófanes.
hoy hacen gala los atletas de Inglaterra. Lo prueban dos cosas: Eran aquellas comedias de Aristófanes amarguísimas sátiras contra las
dicen de los corredores que rompían a correr voceando: y de los costumbres, tendencias y polftica de su tiempo. No rebufa el gran poeta el
púgiles, que llevaban los puños pesadamente envueltos en guantes chiste bajo, ni faltaban acaso en sus escenas animadas, lances que lastimarían
de cuero, y que no dirigían el golpe recto a la cabeza del contrario, hoy castos ofdos; pero rebosan a la par de ellos sus comedias, censura
sino dando al puño, para llegar a la cabeza, un movimiento circular. honesta y consejo saludable. Se asemejan por el lenguaje y la intención
Ni se cree que se preparasen bien para la pelea, porque describen aquellas obras cómicas a los artículos de fondo de nuestros diarios, y a
a los hombres ya dispuestos a ella como soñolientos: comían du- nuestras revistas. No se admitían mujeres en la representación de las come-
rante la preparación enormes cantidades de carne, y estaban obli- dias.
gados a jurar que las prácticas de su preparación habían durado diez Aquellas fiestas intelectuales, aunque preparadas para el beneficio de
meses. Generales famosos, como Alejandro y Filopémenes, condena- la religión, vinieron a ser agente poderoso en los sucesos públicos y en la
ban estos ejercicios porque no les parecían propios para producir cultura de la época; bien se entiende con qué fervor debieron amarlas los
buenos soldados; pero es lo cierto que aquella mezcla de certámenes habitantes de la libre Grecia. Los colosales restos de los teatros griegos en
artísticos y atléticos daba a las fiestas griegas más hermosura y varios lugares, en Siracusa, Argos, Atenas, y aun en ciudades más pequeñas
grandeza que las que realzan hoy las nuestras. y oscuras, muestran que la población entera acudía al teatro. En época
80. Certámenes musicales y dramáticos.- A más de aquellos posterior, los teatros sirvieron muchas veces de lugar de asamblea pública,
juegos, se estimulaba a contender en las fiestas públicas a los músicos en las ciudades democráticas.
y a los poetas, cuyas nobles justas animaban peculiarmente los juegos 81. Fiestaspública.r.-Los juegos y las fiestas dramáticas eran celebrados
píticos, celebrados en Delfos, y las dionisíacas, en Atenas. En tal boga en honor de los dioses, o de los héroes muertos,,como en aquella fiesta que
llegaron a estar estos certámenes, que no había anuncio mejor para una describe la Ilíada en los funerales de Patroclo; mas esta parte de la s&:.mni-
obra de poesía o música nueva, que ser dada a conocer en uno de ellos. De dad, aunque lleg6 a ser luego principal, era al principio secundaria. Consistfa
este modo, y para honrar al dios Dionisos, fueron escritas, y repre- verdaderamente la fiesta en sacrificios, plegarias y procesiones. Como ea los
sentadas, en Atenas las tragedias grandiosas que nos ha legado el genio sacrificios daban muerte a gran numero de tictimas, los combinaban cz~ las
helénico. Por una cuota de dos óbolos, que les proporcionaba el Estado, fiestas públicas. Una inscripci6n nos revela que en una de esa.5solemnidades
podían un ciudadano y su esposa, y en algunas fiestas los mismos extran- fueron muertos cientasesenta y nueve bueyes. Era parte importante de toda
jeros residentes, tomar asientos en el teatro, y oír cuatro dramas de procesibn (en lo cual nos asemejamos a los griegos) el aparato marcial; figu-
Esquilo puestos en competencia contra cuatro de Sófocles, y otros cuatro
de Eurípides. La paciencia de un auditorio poco amigo de estarse en el
ANTIGÜEDADES CIUECAS 79
78 MARTI / TR.ADucc10NEs
raban notablemente en las procesiones la milicia, los ciudadanos ar-
mados, y los de a caballo. En el friso que circundaba la pared al
interior del Partenón en Atenas, se ha conservado por fortuna una
representación espléndida de aquellas procesiones (fig. 6). La mayor
parte de los relieves están en el Museo Británico, así como algunos
moldes de fragmentos más bellos que se conservan en Atenas. Can-
taban también en las fiestas grandes odas corales; y había danzas sun-
tuosas, para cuyo buen éxito no ahorraban cuidados ni gastos. Pero
hemosde decir que, como para amenguar el esplendorde las solemnidades
y justas de atletas, se aglomeraban con ocasión de ellas toda especie
de saltimbanquis, juglares, cubileteros, y otras gentes bribonas, como
esas que pululan ahora y vociferan en las ferias. Así se explica cómo
Cicerón protestó indignado de que hubiesen dicho que había ido a los
juegos olímpicos; tal como un sacerdote de nuestros tiempos se indignaría
de que le acusasende haber estado en una corrida de toros. No había,
cn cambio, institución más humana y benévola que la de las fiestas domés-
ticas de cada ciudad griéga. Eran como nuestrosdomingos y días feriados,
y en ellas solían juntarse, y divertirse honestamente, las buenas gentes
trabajadoras. El1as eran para los esclavosinfelices ocasión de especiales
regocijos; y aunque por lo común eran tratados como bestias más que
como hombres, en esos días al menos gozaban de algún bienestar y con-
tento. Las mujeres mismas, en aquellas ciudades empeñadasen no de-
jarlas ver la luz, aguardaban con ansia los días de procesión, en que
les era permitido tomar parte en el regocijo general, y ver algo del
mundo. Hasta “el extranjero que estaba dentro de sus puertas”, 0 venía
a unirse a las prácticas del culto, era recibido con hospitalidad y con
cariño. Suspendían las ejecuciones y castigos; ponían a los presos en
libertad bajo fianza; aplazaban en honor de los dioseslas multas, o sen-
tencias legales en los pleitos de deudas, y no veneraban a los dioseacon
gravedad ni tristeza, sino con gozo.
CAPíTuLo v

RELIGIÓN Y LEYES DE GRECIA

La descripición del aspecto público y risueño de las grandes fiestas


griegas nos lleva naturalmente a examinar su significación seria, a hablar
de los dioses adorados en ellas, y a contar la manera con que esperaban
los griegos conquistar su favor. Requerían muy minucioso estudio los
diversisimos detalles del culto, en cada ciudad diferentes. Veamos en SU
aspecto general la religión de Grecia.
82. Elementos varios de la religión griega.-Casi todas las religiones
del antiguo mundo nacieron de la reunión de creencias varias y encon-
tradas a veces; mas en ninguna, merced a la acción de distintas causas
históricas y al aislamiento geográfico de los diversos Estados, se jun-
taron tantas como en la religión griega. Las ideas generales de nuestros
antepasados arianos, o indoeuropeos, están visiblemente reproducidas en
los rasgos fundamentales de la mitologia helénica. Parece innegable que
las fuerzas y operaciones de la naturaleza, como el Sol, el Alba, las Tor-
mentas y las Nubes, fueron adoradas como divinidades en la India y
en la Persia; y la mitologia de la Grecia conserva en forma griega, 10s
nombres mismos de aquellas abstracciones asiáticas;-tal fue, pues, su
elemento primitivo.
Pero los griegos, movidos por un poderoso instinto de explicar toda
acción de la naturaleza por la voluntad y la pasión, transformaron casi
todas aquellas fuerzas naturales en personas. Así vinieron a ser los dioses
de los griegos divinidades personales, con pasiones semejantes a las de
los hombres. Las invenciones de los sacerdotes, y las aspiraciones de los
creyentes, determinaron en cada una de aquellas comunidades aisladaa
el cuko especial de los varios dioses, sin que tuviesen loa miembros de
una ciudad en mucha cuenta las formas del culto de sus vecinos. DO
82 MAR74 / lnADuccxom A.XTICäEDADES CRIEGAS
83

este modo llegó a afirma- aun en los tiempos menos remotos, que la 84. Carácter local de 20 religión.-Aparte de la distinta clasificación
nsidencia favorita de Zeus era Dodona u Olimpia; Samos o Argos, la
de los dioses en dioses del cielo, o de la tierra, como las ninfas, o de las
de Hera; la de Atenea, Atenas. Aun entre los judíos podemos hallar ana- regiones profundas, se daba mucha importancia al lugar en que el dios
logías de estas creencias, pues para los judíos era Jerusalén la especial
era adorado.-Esto provenía en algunos casos de que el dios había sido
morada de Jehová, acerca de lo cual tuvieron amarga controversia con
originariamente una divinidad local, adorada sólo en un lugar determi-
los samaritanos, que mantenían que Jehová había de ser adorado en el nado, el cual quedaba siendo, luego que su culto se extendía, SU san-
Monte Geriõim. Otras veces, como sucedía con los oráculos,
tuario peculiar y favorito.
83. Los poetas geneai&icos que por aquellos tiempos surgieron, se elegían de propósito cavernas lúgubres, donde hervian vapores SUI-
crearon poemas como “La Teogonía” de Hesíodo, en que aparecen m furosos , que transportaban al sacerdote, o una piedra que había caido
relación activa y personal todos los dioses y sus cultos, y se inventan de los cielos, o algún lugar herido por el rayo. De ahí que todos estos
matrimonios y parentescos entre las divinidades, basados a menudo en sitios estuvieran bajo el favor y guarda especial de dioses determinados.-
aquella peculiar manera pictórica con que concebían los pueblos antiguos Era también uso tributar reverencia a los héroes y antepasados en el
los fenómenos de la Naturaleza. Casi se puede decir que aquellos poetas lugar de su tumba, o en el que había sido teatro de alguna de sus mí-
establecieron la teología de la nación. A par de ellos, o inmediatamente ticas hazañas.
después de ellos, aparecieron los poetas estrictamente épicos, más afi- 85. Su carácter nacional.-A pesar de todos estos cultos domésticos,
cionados ya a cantar las alabanzas de los hombres que las de los dioses, la religión de los griegos era esencialmente nacional. Los poetas antiguos
pero que representaban a las divinidades como viviendo de manera serna habían introducido un sistema acabado en su teología, y, aunque los dioses
jante a la de los príncipes humanos, para explicar así su acción celeste tuvieran moradas preferidas, su poder era en todas las comarcas acatado,
en los asuntos de la tierra. Los poemas de Homero y su escuela famí- y su omnipresencia creída por todos. No ponían los griegos mucho reparo
liarizaron a la nación con sus genealogías antiguas, e imbuyeron una en identificar dioses extraños a los suyos; ni se distinguía su religión por
creencia general en el carácter humano de los dioses, creencia perpetuada ese espíritu exclusivo que distingue a la religión moderna. Cuando el
en toda la historia griega, y afirmada con hondas raíces en la mente oráculo de Delfos inspiraba la conducta de los griegos, era él quien deter-
vulgar, luego que la escultura y la pintura vinieron en ayuda de la minaba el lugar y el tiempo en que habían de establecerse nuevos cultos,
poesía, y representaron a los dioses dotados ya de las pasiones de los y los muertos ilustres debían ser perpetuamente venerados como héroes.
hombres y con formas humanas.-De eso surgieron. todos aquellos mitos Los grandes juegos y fiestas públicas de Grecia contribuían también a
sobre las aventuras de los dioses, que han disgustado y preocupado a armonizar los cultos, porque en ellos se reunía toda la Grecia a honrar
los comentadores serios de la religión griega. al mismo dios con las mismas ceremonias. Los oficios y solemnidades
Pero en tanto que el arte mantenía aquel mundano, y aun inmoral, religiosos fueron además comúnmente aceptados como -los medios gene-
aspecto de los dioses, espíritus más profundos y puros buscaron y rales de señalar las estaciones y los afios, en la época en que no se conocía
hallaron en los mbterios y en los servicios secretos consuelo y espe- aún manera más acabada dc establecer las fechas. Así se ve en Tucí-
dides,- cual, no sólo fija una fecha diciendo quiénes eran entonces
ranza. Es sabido que aquellos misterios, y muy especialmente los de
los magistrados anuales ei Atenas, sino marcando que se estaba en el
Eleusis, al mismo tiempo que en nada se oponían a las creencias popu-
año cuadragésimo octavo del sacerdocio de Crisis en Argos: de igual
lares, enseñaban los dogmas de la vida futura y de la retribución de las
modo se recuerda a los vencedores olímpicos y carneyanos. En los Evan-
buenas obras, de tal manera que los iniciados gozaban de paz y de ven-
gelios cristianos, en el de San Lucas, por ejemplo, puede también verse
tura durante la vida y embellecían con su firme esperanza en un mundo esta manera de determinar un año por varios hechos independientes
mejor la hora de su muerte. Decayó luego la nación, y vinieron a ella, entre si.
con la influencia extranjera, dioses y cultos de otros países. No nos toca 86. Los dioses olímpicos.-Se fijaba generalmente en doce el número
examinarlos. de los dioses superiores, por su poder y privilegios, a las demás divini-
84 MARTf / TmDtlccloHm ANTIGÜEDADES GRIEGAS 85

dades, mas nunca hubo número irrevocablemente cierto de ellos. A la cabeza 87. Divinidades rerresrres.-Casi extraño parece haber sido a los griegos
del Olimpo estaba Zeus, el padre de los dioses y los hombres, del que decían el sentimiento de lo pintoresco a la naturaleza, mas lo reemplazaban poblan-
que había destronado a los Titanes y a Saturno, deidades acaso de razas do los ríos, las fuentes y los bosques de seres sobrehumanos que amparaban y
conquistadas que habían desaparecido ante las de los helenos. En Olimpia amaban la naturaleza externa, y tenían en aquellos lugares su hogar y su templo.
(de la Elida) estaba el mayor templo y la más impónente imagen de Zeus, la No contaban a estos seres en el número de los dioses olímpicos. Pan era uno
imagen famosa que esculpió el gran Fidias. Hera llamaban a la diosa del de los habitantes imaginarios de los bosques, reconocido como dios por los
matrimonio, hermana y esposa de Zeus venerada en Samos y en Argos. Tras pastores, y de quien, por los miedos que causaba, vino esta palabra que es
de ellos aparece, en los tiempos históricos, Apolo, cuyo culto tomaron los aún tan usada y enérgica en nuestro 1enguaje:pánico. Las ninfas habitaban
dorios de los jonios, los cuales le habían elevado un templo suntuosfsimo, e en los lagos; las ltantadnadus en los árboles; los ríos estaban poblados de dioses
instituido en su honor una gran fiesta en Delos; pero cuando figura luego numerosos. Se imaginaban los griegos a estas deidades danzando en los claros
entre los dorios a la cabeza de todos los demás dioses de Grecia, no es en la de los bosques, vagando en torno de apacibles fuentes. La hora del
forma jbnica, sino en la del Apolo Pitio de Delfos, en la Fócida. En los días mediodía era para el dios Pan la hora del sueño, que no debía perturbar
de Homero, eran más importantes Posefdbn, dios del mar y hermano de con sus sonidos la avena del pastor respetuoso. Abundan en la Ilíada y la
Zeus, yAtenea, la especial protectora del Atica y de Atenas, que figura como Odisea plegarias a estos dioses, y en especial a los de los ríos; y el antiguo
personaje tan principal en la Ilíada y en la Odisea. La llamaban hija de Zeus, griego que erraba solitario por los bosques, iba siempre agitado por temor
y era la diosa de las artes y las ciencias. Tracia fue la morada querida de Ares, de sorprender en su retiro a alguna de aquellas ninfas o diosas, lo cual era
el dios de la guerra. Afrodita, cuyo culto es confundido a veces con el de la tenido por accidente que acarreaba súbita ceguera, cuando no la muerte.
Astarté de los asirios y fenicios, era la diosa del amor. Su hijo, Eros, 88. Deidades de las regiones tenebrosas.-Estas no contaban ~610 en su
personifica el deseo en todas sus formas. En Artemis veían su deidad los número a Plutón, Perséfone y Hermes como escoltas de los muertos, sino a
cazadores, aunque solían también adorarla como diosa de la región de las los héroes y antepasados a quienes se habían alzado altares y se tributaban
tinieblas. Era hermana de Apolo, y a ambos hermanos daban por madre a honores. Era tan común rendir culto a los muertos, que apenas hubo griego
Latona, otra esposa de Zeus, y por cuna a Delos. Llamábase Danéter la diosa famoso en los primeros tiempos a quien no honrase,-los miembros de su
del maíz y de la agricultura, venerada en los misterios de Eleusis yen lugares linaje al menos,-de esa manera singular. Luego, ya se dijo que fue atributo
varios, a par de su hija Cora, esposa de Plutbn, hermano de Zeus, y rey de del oráculo señalar a los héroes que merecían culto. Pero hay razón para
los muertos, que era, por lo tanto, el dios de los espacios lóbregos. Hermes creer que, más que el oráculo, regía en esto el capricho o la licencia. Se creía
figuraba como mensajero de los dioses, dios de las ganancias, y escolta de muy generalmente que el rango y ventura de los muertos dependía de los
los muertos; lo veneraban especialmente en los cruceros de las calles; y honores que en su tumba les tributasen sus parientes, por lo cual era uno
daban el nombre de hertnai a grandes piedras, realzadas con su imagen, y de los más solemnes deberes de los hijos acudir como ofrendas en
puestas como demarcadoras de límites. determinadas estaciones del afro a la sepultura de sus padres.
Bastan estos ejemplos. Podemos añadir, sin embargo, el caso de 89. Los ntinistros de la religión .-Ya se habló de ellos en el artículo 74.
Heracles, quien, venerado primero largo tiempo como héroe, lo fue Puede dividírseles en patriarcales y profesionales. Muchos de los servicios
después como dios del Olimpo. Fuera difícil averiguar, por ~610 el aspecto religiosos estaban a cargo del dueño de la casa, el que oficiaba como
exterior de los templos, a qué dioses se adoraba en ellos; pero general- sacerdote en su propio hogar, o de un especial linaje de familias, que había
mente en los consagrados a divinidades, la estatua miraba al saliente y se heredado esta condición de sus antecesores. Por esto estaban a cargo de
hallaba la puerta principal en la fachada oriental: en los de los héroes, la los Eumólpidas de Atenas los misterios de Eleusis. Tocaba también a
estatua miraba al poniente. ciertos magistrados el ejercicio de algunas de las prácticas de la religión;
86 MARTÍ / TRADUCCIONES ANT1ChDADE.s GRIEGAS 87

y para que cumpliese los deberes religiosos de los antiguos reyes, conser- y oráculos. Hay en sus libros clásicos evidencia indirecta de que el pueblo
vaban los atenienses, aun después de abolida en Atenas la monarquia, común hablaba usualmente de la divinidad como si sólo- fuera una,- da
un rey arconte. Ad emás de estos ministros, debidos al carácter patriarcal que creía cou firmeza en la dirección de los actos humanos por una
de la sociedad griega de los tiempos primitivos, había otros profesionales, Providencia divina, que obraba con arreglo a bondad y a justicia, y de
divididos, como entre los hebreos, en sacerdotes y profetas. Los sacer- que entendía que la devoción profunda de los creyentes era tan grata a
dotes pertenecían a los templos, donde dirigian las ceremonias de los los dioses como la ostentación de las prácticas del culto. No se limitaban
sacrificios, e instruían a los creyentes en sus deberes religiosos. Los pro- a solicitar del favor celeste meras ventajas físicas como la salud, la fecun-
fetas no pertenecían a templo alguno, sino que acompafiaban general- didad o la hermosura, sino que le pedían el cuidado y amparo de ,la li-
mente toda empresa importante, para ofrecer en los momentos oportunos bertad de la nación y la grandeza pública. En el profundo amor o los dio-
loa sacrificios necesarios, y revelar al pueblo la voluntad de los dioses, ses, y en el vehemente deseo de serles gratos, están inspirados los más
por medio de agüeros, sutSos y todos los varios modos de la vieja ciencia grandes monumentos de su poesía, escultura y arquitectura, por más que
de la profecía. En el cuerpo de sacerdotes de Delfos estaban reunidos hasta nosotros sólo hayan llegado como aisladas obras de arte.
ambos oficios, y daban respuestas por medio de su profetisa en el oráculo Hemos visto ya al griego en sus relaciones con los dioses: veámosle
del dios. La posición social del profeta fue muy varia, siendo él ya muy ahora en sus relaciones legales con sw conciudadanos.
alto personaje, ya adivino vulgar y vagabundo. Nunca llegó a ser entre 92. Nociones generales de la libertad y de las leyes.-Lo que se
los griegos casta compacta y organizada la del clero, ni ejerció influjo sabe hasta hoy de la legislación griega obliga a creer que no fue tan
marcado en la política, ni moldeó la nación a su capricho. No había ordenada y perfecta como la de Roma, sino que -fue creciendo gradual-
allí las luchas modernas de la Iglesia y del Estado, ni el predominio de mente de las tradiciones de las costumbres patriarcales, en las que la
uno de estos poderes sobre el otro. Las diferencias del culto, el aparta- autoridad del linaje y la de la familia eran leyes supremas, y de las
miento de las diversas comunidades, la ausencia del espíritu de castas, necesidades del Estado, que tenía que protegerse de los enemigos exte-
arrancaron ese poder, y libraron de tales contiendas, al sacerdocio griego. riores y de los delincuentes domésticos. Por eso se miraba el griego, en
90. Carácter general del culto religioso.--Como en todas las reli- casi todo lo que se rozaba con la propiedad, como miembro de un linaje
giones, la oración es el principal rasgo de la griega. Pero cuando el griego de familias, en cuyo beneficio caía la herencia de sus bienes, si no tenía
evocaba a los dioses en el templo, procuraba atraérselos con sacrificios a su muerte herederos más directos. No ha de olvidarse que eran también
de bueyes, cabras y otros animales, y con el aroma del incienso: y creía parte importante de su religión los sacrificios y fiestas de los antiguos
a los dioses obligados en lealtad a oírle. Los animales eran a veces grupos de familias. Se consideraba además al Estado absoluto señor de
totalmente quemados (holocaustos) ; y a veces parcialmente, usando de la vida y hacienda de los ciudadanos, de modo que no entendían los
la otra parte fresca en una fiesta religiosa. Pronunciaba también el cre- griegos por libertad ese goce garantizado de derechos personales que por
yente anatemas e imprecaciones contra sus enemigos, 0 contra sí mismo, libertad se entiende ahora. La libertad era para los griegos aquella con-
si había dejado de cumplir algún deber solemne. Cuando estaban en dición del Estado, en la cual todos los ciudadanos disfrutaban de seguridad
duda o en dificultad, llevaban al oráculo una ofrenda, para propiciarse personal, independencia de sus opiniones, derecho de contraer matrimonio
la buena voluntad del dios a quien pedían consejo, que se lo daba por con miembros de diversa familia, y derecho de poseer bienes.
los labios de su sacerdote. Es indudable que los oráculos hicieron mucho 93. Pero nunca fueron éstos los derechos de toda la población. El
bien moral en Grecia. Ya quedan descritas las fiestas y los juegos, que cuerpo libre y gobernante de los ciudadanos estaba rodeado de mujeres
eran tenidos como porción muy importante de los deberes religiosos. y niños, de esclavos y residentes extranjeros, que no gozaban de ninguno
91. Sentimiento religioso.-Como es seguro que la mayor bondad de estos beneficios, o disfrutaban sólo de porción muy escasa de ellos.
y pureza de una religión no está en sus prácticas y ceremonias, no sería Equivalía la libertad griega a un conjunto de derechos de la clase privi-
cuerdo juzgar de la piedad de los griegos por las imágenes que pueblan legiada, y se distinguía a menudo por su marcada injusticia para con
sus arte3 y literatura, 0 por las supersticiones que revelan sus sacrificios las clases inferiores. Rara vez se mezclaba el Estado por medio de sus
88 MmTf / mcADucc10N3m ANTICtiEDADES GRIEGAS 09

bya en los asuntoa de e&as clases, mas cuando se mezclaba lo hacía 95. No entra en nuestro plan hablar de los varios empleos públicos
cual dueño que manda en las cosas de su esclavo. Eran frecuentemente en los numerosos Estados griegos, pero debemos decir algo de los proce-
uuntos de leyes, el número de invitados que podían tomar parte en las dimientos legales que aseguraban el goce de los derechos, y castigaban
comidas, el costo de las fiestas privadas y la prodigalidad en el modo sus infracciones. Por desgracia, sólo son conocidos los procedimientos
de vivir. Un orador irrespetuoso podía ser, aun en la misma Atenas, legales de la ciudad de Atenas, aunque podemos estar seguros de que
rudamente lanzado del benaa por la policía. éstos fueron más numerosos y complicados que los de ninguna de las
94. Arhcraciu, democraciu y tiranía en SUS relaciones con ka vida democracias, por no decir también de las aristocracias griegas. En las
@&r.-Odio grande y muy arraigado tenían los griegos a la tiranía, aristocracias, no es de creer que difiriesen mucho los procedimientos ordí-
en primer lugar porque se daba a uno de su número, a quien no le reco- narios de los del tiempo de Hesíodo, en que los príncipes se sentaban a
nocían ningún derecho, el poder absoluto; en segundo lugar porque el hacer de jueces, y decidian en las contiendas de su pueblo, sin que les
gobernante podía, sin obstáculo ni reparación, disponer de la familia y ayudase u obligase aparentemente ley alguna escrita, y sin que hubiera
bienes de loe ciudadanos. Es más, 1.0s tiranos aun cuando, por otra parte, a quien apelar de su sentencia. Legisladores muy celebrados solían pro-
fuesen justos y benévolos, no permitian aquellas discusiones por corrillos mulgar leyes escritas en algunos pocos casos;-mas el hecho mismo de
ociosos en la plaza del mercado, que semejantes, en el fondo, si no en celebrarlos tanto, muestra cuán rara era esta práctica. Analicemos, pues,
la forma, a las que tolera entre loa modernos la prensa libre, fomentaban los procedimientos legales en Atenas, cuyo código era el más acabado
inquietudes y concitaban a la insurrección. Los tiranos borraban también de todos los de la Grecia.
la marcada distinción entre las clases privilegiadas y las que no gozaban 96. Los tribunales atenienses.-Como los atenienses tenían grandes
de privilegios, y amparaban con su favor a los extranjeros y libertos aún relaciones comerciales con el populoso puerto del Pireo, y como todo pro-
m4s que a los ciudadanos. Asi, en tanto que a los poetas y artistas apro. ceso importante venía a Atenas, era la ocupación principal de la clase
techaba el gobierno de aquellos tiranos, p bajo él crecía la cultura, sentían privilegiada, servir de jueces en los tribunales, y dictar sentencias. Había,
IM clases políticas malestar intolerable. En las aristocracias, por otra primeramente, los magistrados anuales, cuyas funciones estaban cuidadoaa-
parte, eran las clasea privilegiadas como una pequeña democracia rodeada mente definidas: el Arconte Epónimo, por cuyo nombre se distinguía el
por gran población de libertos pobres, fácilmente contentos con que lea año, y al cual tocaba decidir en los pleitos de herencia y en las contiendas
aseguraeen el bienestar material, pero, de lo contrario, enemigos vio= de familia; el arconte rey, que dirimía querellas religiosas; el polemarca,
lentos y peligrosos, bastante fuertes a veces para dar en tierra con sus que conocía de los pleitos entre extranjeros. Había, además de éstos,
opresores. Dijimos ya que la democracia griega no fue más que la otros seis arcontes, o Tesmotetes, y los Once, que gozaban de jurisdicción
extensión de los privilegios de la aristocracia’a todos los verdaderos ciu- sumaria en los casos de policía, tenían a su cargo el gobierno de las
dadanos, que mandaban a una población mucho mayor de esclavos y cárceles, e inspeccionaban las ejecuciones y castigos. Había también 10s
subordinados. Los deberea y derechos de la clase gobernante consistían, Cuarenta, que andaban por todo el pais, celebrando sesiones, y decidiendo
tanto en las aristocracias como en las democracias, en administrar y en en ellas los casos humildes. Nombraba el Estado un crecido cuerpo de
juzgar. El ciudadano libre de Atenas podía ser urchoon, o magistrado, Erbitros, a los que se suponía que tocaba el juicio en primera instancia,
dihteq o juez, en cuyo cargo entraba el de jurado, o simple idiootes, y el deber de procurar que rematase en transacciti pacífica y barata el
cuando no desempeñaba aquellos empleos. Le ocupaba el servicio público pleito. Todos estos tribunales y magistrados, que eran elegidos anual-
gran parte de su tiempo, lo cual era carga grata y recibida como honor, mente, estaban sujetos a la apelación que de sus sentencias se hacía ante
por lo que no solía ser remunerada con dinero. Se daba sueldo, por el los dicartas, o tribunal de jurados, tomados del pueblo, que para turnar
contrario, a los secretarios y otros empleados, así como a los miembros en este empleo se subdividía en grupos llamados helias~aí, tribunal com-
del numeroso jurado de Atenas-cuya paga se inventó para proporcionar puesto de 200 a 500 miembros, que diariamente se reunían a dar SU
a los ciudadanos libres modo decoroso de vivir de los dineros levantados juicio en los procesos. No había en este tribunal jueces profesionales
con impuestos entre los aliados y los súbditos. que guiasen a los jurados, ni era permitido a éstos consultarse entre d,
90 bíAlt?í / mADIJccIoNEs ASTIG~EDADES GRIEGAS 91

sino que habían de dar en votación inmediata su veredicto. Estos au- podía el demandado acusarla de falsa o defectuosa, lo que constituia una
premos tribunales del pueblo soberano tenían siempre tanta ocupación, y de las varias excepciones con que esquivaba el demandado contestación
era tan arriesgado el someterse a una sentencia ya irrevocable, que pre- de la demanda. Se consideraba tan importante el derecho de hablar el
ferian por lo común los litigantes sujetar la decisión de sus contiendas primero ante el jurado, que no hahia maña ni recurso a que no se acu-
a los árbitros o a los magistrados especiales. Como todos eran elegidos diese para formalizar esa excepción.
por la suerte, sus decisiones podían ser buenas o malas: a los arcontes, Cuando se había dado cuenta de la citación al arconte, y &ste había
por lo menos, les era permitido aconsejarse de asesores expertos, y es conocido de ella, pagaba cada parte al tribunal las costas judiciales, que
además probable que tuviesen prácticas de tradición y precedentes en los era un tanto por ciento insignificante de la suma disputada en el juicio,-y
juicios de sus antecesores, que los jurados no tenían. Imponían a veces cuyas costas iban al Estado, aunque entonces, como ahora, se acostum-
silencio a uno de los litigantes, y otras veces rehusaban oír a ambas braba condenar al pago de las costes de ambos litigantes a aquel que
partes del caso. Tenían la rara autoridad de decidir, en los pleitos pri- perdía el pleito. Hemos dicho ya, que se acudía ante todo a uno de loa
vados por lo menos, contra la ley y la evidencia, y de su decisión no árbitros, por si podía poner paz entre los contendientes; mas si no hallaba
había reparo, a no ser que se probase que había cometido perjurio el árbitro medio de que transigiesen amistosamente las partes del litigio,
uno de los testigos. Es, pues, seguro. que, en tanto que los tribunales sellaba todos los documentos y pruebas que le habían sido presentados,
inferiores estaban generalmente manejados con habilidad y conciencia, los que se exhibían luego de nuevo ante el juez en el proceso formal.
aquel tribunal .wpremo, con su muchedumbre de jueces, era arbitrario, Ambes partes juraban entonces que lo que decían era lo cierto. Se
caprichoso, y en extremo inseguro. Aquellas asambleas de jueces populares sometía a tortura a los esclavos para arrancarles sus declaraciones, las
eran, por su naturaleza misma, completamente irresponsables, mientras que, según testimonio general de los oradores, eran tenidas por las más
que todos los magistrados especiales podían ser obligados a dar cuenta dignas de fe. Si se suponia que una de las partes ocultaba algún hecho,
de su conducta, en la investigación que se acostumbraba abrir al fin del era usual que la parte sospechada ofreciese a sus esclavos en tortura,
año. No había ardid a que no acudiesen los litigantes para excitar la y que rehusase ofrecerlos cuando, excitado a ello, no tenia fe en este
conmiseración y simpatía de los dicastas: lloraban en el tribunal, llevaban punto de su caso. Largo espacio de tiempo se empleaba en estos movi-
consigo a sus hijos pequeños, invocaban en su favor pasadas hazañas, mientos preparatorios del proceso, del que no hemos mencionado todos
movían todo género de escándalo a sus adversarios. No era, pues, raro, los detalles,
con sistema tan irregular, que fuesen condenados muchas veces hombres 98. Pero cuando el caso pasaba a los heliastas, el procedimiento era
cuya inocencia se probaba luego. Parece haber sido tan barata la vida muy simple. En los pleitos privados, cada parte hablaba dos veces. Los
en Atenas, que la suma diaria de tres óbolos fue casi suficiente para magistrndos que entendian en la preparación del caso, determinaban la
mantener a una familia pobre, por lo que se acomodaba bien un ciuda- duración de los discursos, con arreglo a la importancia del asunto. Deter-
dano poco rico a sentarse en el jurado a oír pleitos de poderosos, sin minaban esto de una manera muy curiosa, concediendo a cada uno de
cuidar de más género de trabajo que de aquel que le aseguraba tan los iitigantes cierto número de medidas del reloj de agua (clepsidra), el
holgadamente sus tres óbolos. En Lap Abejas, que es comedia magnífica cual paraban cuando se interrumpía el discurso para leer alguna parte
de Aristófanes, hay una deleitosa pintura de aquella clase original de de las pruebas a que hacía referencia el orador: y reanudada la oración,
ciudadanos. reanudaba su marcha la clepsidra. También parece que los testigos afír-
97. Procedimientos legales ordinarios.-Se abría el proceso por la maban con juramento sus aseveraciones. La prueba de oídas, en que se
citación que al demandado hacía el demandante, acompañado de testigos. aseguraba “haber oído decir”, era contraria a la ley, salvo cuando se
Como los griegos solían estar poco en su casa, se verificaban a veces trataba de lo que dijo o hizo en vida una persona ya muerta, que no
estas citaciones en las calles o en la plaza del mercado. Se daba cuenta podía por tanto ser traida al juicio. En todos los demás casos, se admitían
formal al magistrado de haber así procedido, con el objeto de obtener solamente las pruebas directas. Pero los tribunal* solian permitir víola-
ser escuchado en pleito; y si no había sido perfectamente legal la citación. ciones de sus propias leyes, por no haber juez profesional que las impi-
92 MARTi / TMDuccIom ANTIGÜEDADESCRIEGAS 93
diesa Era tambib permftido probar la buena o mala conducta, p muy los reos No bien se descubria la ausencia de un preso, la anunciahan
notables discursos no fueron a voces m¿s que vigorosos ataques persa- los Once, excitando a su persecución y captura, en un bando publico.
XI&S al adversario en el Litigio. Aunque las partes estaban obligadas l Pero como el destierro era castigo tan severo, no era en verdad librarse
presentarse pemonahnent~ y a hablar por si, podian también emplear de gran pena, el salvarse de la muerte. Parece que había en Atenas un
abogados, para que pronunciasen y escribiesen los discursos requeridos verdugo público, que vivía junto al Báratro, y el cual daba cumplimiento
en la defensa de los clientes. Era oficio común el de escribir lor discursoa a las sentencias capitales. Daba unas veces garrote a los condenados,
que los litigantes habían de pronunciar ante los jueces. otras los mataba a filo de espada, otras a palos: o los arrojaba vivos en
99. Votaba al fin-4 jurado. Si habia empate en los votos, se tenía el Báratro, aunque éste no era tan profundo que ocasionase una segura
por sentencia favorable al acusado; pero aun en casos capitales, bastaba muerte. Pero todos ésos eran casos extremos. Generalmente, se daba el
la mayoría en un voto para que se le tuviese por condenado. Cuando cadáver del ajusticiado a sus amigos.
la pena no estaba fijada por la ley, se discutía de nuevo por el cobro No siempre iba seguida de pérdida de bienes la pena de destierro:
de daños, en cuya contienda adicional proponían el demandante y el si era una razón política la causa del ostracismo, quedaban salvos siempre
demandado la suma que cada uno de ellos creía justa. Elegia el tribunal los bienes del desterrado. Pero pena muy temida era (&nia) la que
la que le pare& estar puesta en razón; mas parece que había de elegir privaba al griego de todos los privilegios de la ciudadanía, y en virtud
una u otra, sin que le fuera dado señalar los daños en una suma media, de la cual por tanto no podía poseer bienes, ni casarse legalmente con
conciliatoria de ambas proposiciones, lo cual hacía que ambas partes calcu- mujer ciudadana, ni hablar por sí en el tribunal ni en la asamblea.
lasen la suya honradamente. En este caso sí era permitido a los jurados 101. Cáku4o gene& de los crímenes,-Si inquirimos cuáles eran
consultarse. Si no lograba el demandante obtener la quinta parte de los a los ojos del griego los crímenes más graves, y cuáles los más simples,
votos del tribunal, quedaba obligado al pago de una multa de l,ooO vemos que miraban con indulgencia los delitos cometidos en arrebato
dracmas, cuando el proceso había sido público, y si había sido privado, súbito, o por falta de dominio sobre si, en tanto que castigaban con
le compelían a abonar al demandado la sexta parte de la suma por la mano severísima los crímenes urdidos con deliberación, y señalados por
cual le demandaba. Si se apartaba de la demanda, luego de haber entrado bajeza de alma. El homicidio, por ejemplo, y los alborotos de la gente
en el procedimiento prelimiiar, había de pagar aquella misma parte de ebria, en caso de que no fuera un magistrado la víctima, eran expiados
la ruma. por el culpable dando satisfacción cumplida al ofendido o a sus parientes.
100. El cwnplimiento de las penas.-!% hacía gracia de un corto No intervenía el Estado en el término del caso, sino para prevenir la
espacio de tiempo a la parte condenada, pasado el cual, había de dar repetición de la falta. El hurto, por el contrario, y el robo con asalto,
garantías a la parte favorecida, si la pena había sido pecuniaria; y af eran castigados sumariamente con la muerte, aun en Atenas, cuyo pueblo
no las daba, se le perseguía de nuevo por irreverencia al tribunal, a cuyn generoso tomó siempre especialísimo empeño en evitar, a los hombres
acusación seguían nuevas penas. Si se trataba de una deuda al Estado, libres y a los mismos esclavos, toda afrenta personal. Los antiguos c&
el deudor era privado al punto de sus derechos, y había de dar irune= digos fueron censurados en tiempos posteriores por eu~+gor excesivo, así
diatamente fiansu para librarse de la prisión, sin que esto pudiera salvar como hoy recordamos con espanto los días en que se ahorcaba al mísero
sus bienes de la persecución del Estado, que los tomaba todos para sf, que había hurtado una oveja.
si esto era preciso, para cobrarse la deuda. Si la pena impuesta era cor. 102. Las kyes intemucionakv, y ku de kz guerra-Aunque todaa las
poral, se entregaba el condenado a los Once, que cuidaban de castigarle, ciudades griegas eran consideradas como Estados separados, muy celosos
o de darle muerte: así murió Sócrates. Cuando un ciudadano era conda de su autonomía e independencia ,-bien sentían que estaban unidas entre
nado a morir, se cumplía la sentencia dándole a beber cicuta. Le per. sí por lazos más estrechos que los que atan a pueblos totalmente extran.
mitian tener junto a si en la hora de la muerte a sus amigos, favor que jeros. Había entre ellas ciertas cortesías y privilegios tácitos, como el
según parece le concedían todas las noches durante el tiempo de su de asistir cual miembros de una misma ciudad a los juegos nacionales, a
pidón, por lo que uo ea de extrañar que fuesen frecuentes las fugas de los templos, a los mercados y ciudades de comercio. No podría defi=
94 bfARTf / TRADuccIoNss AKTIGÜEDADES GRIEGAS 9s

nirse de un modo preciso aquella vaga unión; pero apenas acudia on que se celebraban en determinados días del mes, y a veces en acuerdo
Estado a recias medidas en la guerra, apelaban los otros a aquel espíritu con los quehaceres de la labranza. La fiesta de la vendimia no hubiera
de unión en tantas prácticas demostrado. Así se explica cómo fue tachado tenido, por ejemplo, significación alguna, a no celebrarla en el tiempo
de violar las leyes internacionales de Grecia el decreto de Atenas que mismo para ella señalado en el calendario, porque concordaba con la
excluia a los megarianos de todos los mercados del Atica. Muchas de estación propia para vendimiar. Vulgar y prácticamente, dividían el
Ias primitivas contiendas entre las ciudades fueron dichosamente termi- año en tres partes: la primavera; el verano, que incluía la fpoca de la
nadas por arbitramento, y esta idea hermosa, civilizada y humana, DO cosecha y la de la vendimia; y el invierno, la estación de las tormentas.
entendida aún por algunas naciones modernas, acudía siempre a la mente Las lindas fiestas de la primavera celebraban‘el despertar de la naturaleza
de los pueblos griegos cuando los dividía alguna querella: casi a un de lo noche y el frío, con las purificaciones usuales en los nacimientos,
tiempo proponian las ciudades, en el mayor número de sua debates, y la siembra de los campos. Las fiestas del verano simbolizaban la
someterlos a decisión de árbitros. Ya en guerra, era siempre costumbre fiereza del calor del sol, el beneficio de las ricas cosechas de maiz, y los
dar muerte a los enemigos prisioneros, sobre todo, cuando eran gente regocijos de la alegre vendimia. Las fiestas de invierno consistían en
hábil para la batalla; pero este hábito cesó luego, cuando cayó la rudas diversiones campesinas, celebradas por lo común en honor de
guerra en manos de soldados mercenarios. Las mujeres y los niños Dionisos, en las cuales los hombres, acabada ya la faena, se entregaban
eran puestos en venta como esclavos; pero es de creer que no subía al ocio y los festejos, y a entretener la estación lluviosa con risas y
de una mina, o de unos veinte pesos nuestros, el rescate de un prisio- alegrías. Esas eran las fiestas de cada año, celebradas en sus respectivas
nero de guerra, ni sabemos de casos en que se negasen los captores estaciones, sin parar mientes en el año oficial, que daba en algunas
a aceptar el rescate de su prisionero. No peleaban los ejércitos de ciudades en la primavera, en el solsticio de verano o de invierno en
ciudadanos de Grecia sino en el verano, y volvían a sus hogares en otras, y en otras en el equinoccio de otoño. Variaban por eso los nombres
el invierno, lo que parece indicar que era entonces más fría de 10 de los meses con su nunwración, y el mes tercero en una ciudad corres-
que es ahora aquella tierra, en que el calor excesivo hace casi impo- pondía al sexto en otra, y así todo. Se hizo, por tanto, necesario concertar
sible viajar por ella en el verano. una medido común de tiempo, la cual vino a ser la celebración de la+
103. El calendario, y el modo de fijar las fechar.-Tan difícil fue cuatro grandes fiestas nacionales. Como aquellas fiestas eran procla-
a los griegos como a las demás naciones ajustar los días, meses y madas solemnemente por toda la Grecia, y a su anuncio se entibiaban
años de modo que correspondieran cabaimente al cambio natural de las las iras y se deponían las armas, se hicieron de ellas puntos de partida
estaciones. Usaron el mes lunar de veintinueve días y medio, por lo que para contar el tiempo, de cuyas alteraciones y marcha llevaban registro
lIamó Solón al día 30 “el uno (antes del nuevo mes) y el nuevo”, porque con el mayor cuidado los sacerdotes, que eran las más sabias y fide-
contaban los últimos diez días hacia atrás. Pero doce de aquellos meses dignas autoridades en cosas astronómicas. Los juegos olímpicos (art. 77)
lunares, de 30 y de 29 días alternativamente, hacían un año demasiado se celebraban por consiguiente cada quinto año, con la primera luna
corto para año solar, por lo que fue necesario crear más largos periodos, llena que venía después del solsticio de estío el cual caía en el mes
el primero de ellos, de ocho años, mediante los cuales, añadiendo un mes Partenio o en el Apolonio del año Eleano. Al cabo vinieron los griegos
a cada tercer, quinto y octavo año, venía a quedar compensada la dife- a contar su tiempo por las olimpiadas, como nosotros contamos el nuestro
rencia. Imaginó luego el astrónomo Metón (432 antes de J. C.) un por la era cristiana. Celebraban los juegos píticos el día séptimo del mes
período más complicado de 19 años, para acercarse más al cómputo beocio Bucatio, con intervalos semejantes a los de los olímpicos, de
exacto. Hasta después de la era cristiana no fue usado en Grecia el manera que cada fiesta coincidiese con el otoño del tercer año de una
año solar. olimpíada. Cada tres años se repetían los otros dos juegos nacionales,
104. Bs fácil imaginar cuán perpleja andaría la gente campesina de modo que los ístmicos cayesen en la mitad del verano, entre el segundo
con aquellos ajustes de meses, sobre todo si se tiene en cuenta que los y tercero, y entre el cuarto y primero de los años olímpicos. Los nemeos
nombres de éstos habían sido fijados en relación con ciertas fiestas, tenían lugar en invierno y verano alternativamente. Con la ayuda de
96 MAlmf / TltADvccloltm A.YTxGüEDADEs GRIEGA3 97

estas fechas fijw jumo con laa n@&rahuas anaaka, y el recuento de la grandeza de aquella nación famosa, porque hubo en ella condiciones
los años que iban corridos desde que tal señalado sacerdote habia morales que viciaron la masa vulgar de la sociedad, aunque jamás
entrado a desempeñar su ministerio, se industriaron los griegos para empequeñecieronla importancia de los grandes maestrosdel pensamiento
establecer entre si un modo general y seguro de medir el tiempo. y de la acción, como Esquilo y Pericles. Lo mismo sucede acaso en
105. Los nombra de los meses.-Acabamos de decir que eran los todo pueblo: los grandes escritores están por encima de la populosa
meses muy varios, y diferentes en cada uno de los Estados,-y que mayoria, y hablan una lengua más pura, y viven en atmósfera más alta
tomaban sus nombres de alguna fiesta local, muy antigua a vetea, y de afectos y virtudes que aquella en que respiran las gentes vulgares.
completamente oscurecida luego por alguna nueva y más importante Muy deseable es, por eso mismo, que se saque a luz el aspecto común
ceremonia. No habían dado nombre a los mesea por las fiestas da y sombrío de la vida de los pueblos, porque no caigamos en el engaño
Eleusis, las Panateneas, o las de Dionisos, sino por fiestas particularw de levantarlos a mayor gloria que la que merecen, y otribuir a sus
y parciales, cuyo caso es tal ves único en la historia. Véanse aqui por hijos adocenados las grandes virtudes y talentos eximios de sus grandes
vfa de muestra: el año comenzaba con el solsticio de verano, y el primer hijos. Mas,-después de estas oportunas medidas de cautela,-+.1
mes (del 21 de junio al 21 de julio) era llamado Hecutombuion, wihlado hecho extraordinario que sorprende a los que conocen y entienden a
por ser el mes de las fiestas panateneas, que se celebraban comúnmente los griegos, es la frecuencia desusada con que apareció entre ellos el
cada año, J cada cuatro años con especial esplendor. Segufau eI dichoso y excepcional privilegio del genic. No acierta el hombre a
Metugeitnion, el Boedromion, mes de las fiestas eleusinias, el Pyonepsion, explicar el origen de uno solo de los hombres grandiosos que maravillan
el de la fiesta de Apaturia, el Mcr#rrcrctcrion, que correspondía a nuestro al mundo, icuando menos el de tantos.t Pero la naturaleza generosa
noviembre, y en el cual caían las fiestas dionisíacas en loe campos, el favoreció a Grecia con un número considerable de hijos extraordinarios:
Pbseideon, el Gzmelion, el Antester&, mea de las flores, el Elofeboüon, la humanidad lee sus libros con regocijo; la historia recuerda con
el Mwkhion, el Targelion, y el Sciroforion. Un gran número de fiestas amorosa admiración sus hazagas, su cordura, su elegancia y sus des-
caían en diversos días de cada uno de estos meses, que es lo mismo gracias, y la antigua Grecia subsiste como uno de los pueblos mis
que sucede ahora en nuestro calendario con las festividades de los santos. grandes que han aparecido sobre la tierra,-porque nada favorece
Bien puede ser que esta profusión de días festivos hubiera contribuido tanto a la fama de un pueblo, ni le da tanto derecho a la admiración
a dar al pueblo de Atenas aquella fama de amigo del ocio, que le echaban de la posteridad, como las altus virtudes y los grandes talentos de
en cara sus rivales en la época misma de su mayor grandeza y energia, sus hijos.
cuando eran Pericles y Temístocles sus jefes. En cuanto a los esclavos,
aunque es cierto que los de la ciudad solian tomar parte ,en los placeres F 1 N
de los días festivos, aquellos siervos miseros .que trabajaban en las
minas gozaban sólo de cuatro días de descanso en todo el año.
106. Conclwión .-Ya dejamos dicho en breve lo más importante
de la vida griega, en lo que se refiere a los ciudadanos particulares.
Pero para apreciar cumplidamente la verdadera grandeza de aquel pate=
blo, es necesario conocer su animadisima historia política, sus valerosas
luchas por la libertad, el desarrollo de su legislación y su comercio, y
más necesario acaso estudiar su incomparable literatura, en la que, l
la par de los más acabados modelos de perfecta prosa, y de las excelen-
cias del lenguaje oratorio e histórico, se muestra toda forma de poeafa
en su grado más alto de hermoeur4 la épica y la dramática, la lirica
y la idílica. La vida dom&& de Ios griegoa 110euseña bastaata bfen
TRADUCCIONES

ANTIGÜEDADES ROMANAS
CAPíTULO i

EL CARACTER ROMANO

Los grandes hechos del pueblo romano, y cl crecimiento de su imperio,


desde el montoncillo de chozas de pastores sobre las colinas c?e la margen
del río Tíber, hasta los má+ lejanos limites del mundo civilizado, han
sido narrados ya en otro r?e los libros de esta serie (Nociones de Historia
de Roma). Pero, si deseamos llegar a conocer cabalmente la esistencia
de una nación, no cs bastante que sepamos de las batallas que lidiaron
sus hijos, de las tierras que conquistaron, o de la vida I!C los grandes
y sabios que se scllalnron entre el!os. Necesitamos poder representrir-
noslos tales como fueron cn su vida diaria. n’ecesitamos saber cómo
eran las casas en que vivían, los manjares de que se alimentaban, los
vestidos que les eran propios. Hemos de averiguar cómo distribuían su
tiempo, en qué comercios y profesiones trabajaban, cómo Fe conducían
con sus mujeres, hijos y criados. Hemos de esforzarnos por penetrar en
su concepto de la vida, y en lo que pensaban acerca del modo de
emplearla, y de sus deberes para con sus vecinos, con otras naciones y
con los poderes invisibles. Si en el estudio de la historia de todo pueblo.
es bueno no prescindir de cosas como éstas, porque nos ayudan a rehacer
en la mente su existencia con mayor claridad y certidumbre, fuera impo-
sible prescindir de ellas al estudiar a los griegos y a los romnnos. Se
corre especial riesgo de adquirir nociones vagas y occuras de la vida
real de estos pueblos cn aquellos tiempos que hoy I~GJ’ parecen tall
distantes. Llamamos a las lenguas que se hablaban entonces “lenguas
muertas”, y lo son en reõ!idad, en el sentido de que las form;s en que
se las habla ahora, difieren mucho de aquclias cn que fueron habladas
en los pueblos de su cuna. Mas no debiknnos olvidw que nada vive
hoy tan poderosamente como los pensamientos inspirados por los poemas
102 MARTí / TIuDucc10NEs ANTIGÜEDADES ROMANAS 103

y las esculturas de Grecia, y por las leyes y el gobierno de Roma. Y en certidumbre. Qué sea lo que determine lo que una nación ha de ser,
las brumas y oscuridad de un pasado distante, perdemos todo sentido es uno de los más hondos problemas de la historia. La ciencia del
de una vida que fue como la nuestra propia en sus usuales cuidados y lenguaje nos enseña de una manera cierta que los antecesoresde las
ocupaciones. razas italianas, y de todas las tribus de Grecia, así como los de los
Será, pues, el principal objeto de este pequeño libro, ayudar en algún celtas, los germanos, los eslavos, los persas y los hindús, vivían juntos
modo a representar con sus colores naturales aquella antigua vida romana, como un pueblo unido comúnmente,aunque con escasapropiedad, llamado
y dar carne y sangre, para verlos así mÉs de cerca y conocerlos mejor, de los arianos. Pera despuésde que estos pueblos se disgregaron, cen-
a los que no son demasiado a menudo más que fantasmas vagos e imá- tenares, y aun millares, dc aiios debieron pasar, antes de que’ los
genes confusas de la historia. hallásemosde nuevo en el campo de la historia. De cómo vivían, apenas
2. El canícter nacional romano.-Comenzamos a tener noticias del tenemos el más ligero conocimiento. Consta sólo que cada tribu debe
pueblo de Roma en el tiempo en que su colonia, a la orilla del Tr&r, de haber vivido de un modo muy diferente de las otras. No pueden
empezó a señalarse sobre el resto de las ciudades latinas como la más haber diferido mucho al principio sus leyes y gobierno, ni sus costumbres
fuerte, aunque la más joven, de todas. Fue Roma edificada por una y faenas, ni su conocimiento de la naturaleza y de las artes, ni sus
colonia de latinos sobre un grupo de colinas de no grande altura, que creencias religiosas y ceremonias. El método, llamado comparativo, de
se levantaban en apretada cercanía a la margen meridional del Tiher. estudiar las lenguas, la política y la religión, nos ayuda a adquirir
SU sitio mismo parece decimos cuál fue el objeto de su fundación. Si alguna noción de lo que al principio tuvieron en común; y podemos
se remonta el Tíber desdesu boca, veseclaramente que las colinas romanas ver cómo compartkn los gérmenes de mucho que fue luego desenvuelto
son el puesto más vecino al mar en que podía levantarse una fortaleza en muy diversos modos. Pero las diferencias de clima y paisaje, de
que amparase a los comerciantes latinos de sus enemigos los etruscos, alimento y ocupaciones, de los pueblos extranjeros con quienes trafi-
que vivian al norte. Fue, pues, la ciudad de Roma en su primera forma, caban o batallaban, de 10s gobiernos bajo los cuales separadamente
como un puesto de avanzada mercantil fortificado para las ciudades de vivían, vinieron a dar a cada rama aislada de aquel gran tronco un
la liga latina. Pero no lo fue largo tiempo. Por más que no podamos carácter casi. propio. Así vemos cómo los griegos y los italianos, a
fiamos mucho de las leyendas que nos cuentan la historia de aquelloe pesar de ser cercanos parientes, vivían y pensaban de manera notable-
primitivos días, de ellas y de muchas de las costumbres de tiempos mente distinta. Aquellas cosas más caras a los griegos, eran de poca
posteriores, aparece razón para creer en la temprana reunión de las importancia a los ojos dc los romanos. Y los griegos cuidaban poco
que comenzaron siendo dos ciudades separadas, y continuaron siendo de caer en prácticas que parecían a los romanos abominables. Los de
una. Los sabinos de la comarca interior montañosa, y los latinos de la
Grecia tenían a veces como cualidades aquellas que los de Roma miraban
llanura, tenían su fortaleza de avanzada sobre una de las colinas que
como deshonrososvicios. De ahí que, más tarde, cuando los griegos
quedaron luego comprendidas dentro de las murallas de Roma. Desde
y los romanos se hallaron en más íntimo contacto, se notase a menudo
el Palatino, los latinos, y los sabinos desde el Quirinal, veíanse con
entre ellos una especiede antipatía hija de algo semejante al desprecio.
encono, cual rivales celosos. Mas no podía ser duradera una vida de
Los verdaderos romanos despreciaban, con orgullo de dueños, la falaz,
enemistad entre hombres acampados a tan corta distancia que la lanza
arrojada desdeel campamento de los unos podía clavarse en los umbrales servil y aduladora falsedad de los degenerados griegos de su tiempo:
de las tiendas de los campamentosde los otros. 0 habían de combatirse en tanto que los griegos astutos se mofaban disimuladamente del señor
hasta morir, o habían de juntarse en amistosa alianza. Esto último fue insolente a quien con sus lisonjas seducían, y sentían igual desdén por
por fortuna lo que hicieron. De la unión de los dos se formó el pueblo la ignorancia y rusticidad de los romanos, ya fuese ésta abierta y sin
romano de los quirites (popdus Romunu~ QrUritium). Bien puede ser disfraz, ya quisiera encubrirse con la ociosa afectación de proteger las
que la mezcla de aquellas dos rasas diversas fuese la que diera al pueblo artes y las letras. Más claramente se vio aquella manera de sentir en
romano su propio carácter distintivo: mas no podemos tener de ese el tiempo del Imperio, cuando ya habían caído de su más noble estado
104 MARTf / TlukDucc105 AKUTKGÜEDADES ROMANAS los

los romanos como los griegos. Mas eso había de surgir naturalmente historia de los primeros tiempos de la ciudad es poco más que una
de la esencial diferencia entre el carácter de Lsn dos grandes naciones. larga serie de luchas entre los patricios, que poseían ya todos los dere-
3. L+a base del carhcter romano.-En la base del carácter romano chos de los ciudadanos, y los plebeyos, que se vieron al principio
estaba el hábito de obedecer a la autoridad. Este empezó con sus privados de gran número de esos derechos. En una ciudad griega,
primeros años. Ya veremos después cómo toda ley y orden estaban cada una de aquellas luchas hubiera ensangrentado las calles, con poca
fundados en el poder absoluto del padre en el hogar. Lo que el padre esperanza de que terminara en un pacífico avenimiento, sino con el
era a la familia, eso era el Estado al cuerpo general de ciudadanos. estrago o el destierro de uno de los dos bandos rivales. Muchos tumultos
Aquellos en cuyas manos residía la autoridad, disfrutaban de su pleno leemos que hubo en Roma, mas pocos de entre ellos, si alguno, fueron
e ilimitado poder durante todo el tiempo de su oficio. Luego que un causa de que se vertiese sangre: es verdad que tenemos noticia de
magistrado cesaba en su empleo, podía ser procesado y castigado por hechos bkbaros y tiránicos de los romanos, pero éstos los hacían en
el pueblo por cualquier falta que hubiera cometido; mas mientras era el curso regular de las leyes, o entraban estrictamente en las funciones
magistrado del pueblo, nadie podía atreverse a resistir sus órdenes, ni de los magistrados. Y al cabo los dos grandes partidos se unieron pací-
a tomarle cuenta de sus actos. Como crimen extraordinario, merecedor ficamente, rivales sólo en servir bien a la patria, y en llevar adelante
de instantánea muerte, era visto el negarse a obedecer las órdenes de sus águilas victoriosas sobre todos sua enemigos. Este hábito de obe.
un magistrado legítimo. Con recursos varios templaban las leyes el diencia, esta reverencia a la autoridad, fue tal vez entre todas las
poder despótico, así puesto en las manos de los magistrados. Era el cualidades de los romanos la que contribuyó más a hacer tan poderoso
primer recurso el de nombrar, lo cual se hacía con raras excepciones, su influjo en la historia del mundo. Su porfiada e infatigable energía,
loa magistrados por pares, y en autoridad y en todo iguales, con lo su indómito valor en la contrariedad y en la derrota, y su ardentísimo
que cada magistrado tenía junto a sí un colega, con poder tan ilimitado amor patrio, fueron cualidades comunes a otras naciones que han dejado
como el suyo. De modo que, fuese cualquiera el mandato del uno, muy ligera huella de su paso. Pero los romanos añadían a estos méritos
podk el otro prohibirlo; y se permitía naturalmente que el derecho de su prontitud en obedecer las leyes, en someterse a la disciplina, en
obstrucción sobrepujase al derecho de acción. El poder de las diversas trabajar con sus conciudadanos por el bien común. Puede ser que
autoridades estaba, además de esto, limitado muy estrechamente, si no este eficaz poder de la acción unida date de aquel tiempo en que los
por la ley positiva, por la costumbre no escrita. Obedecían los romanos latinos y sabinos se juntaron para formar un solo Estado, que com-
a la costumbre con la misma humildad que a loa decretos de los prendiese y rigiese a ambos. En verdad que no hubo nunca pueblo
magistrados, o a las leyes escritas. La costumbre de sus antepasados algunos donde, con más celo que en Roma, fuese el bien del Estado
(naos miorum) tenfa para ellos fuerza obligatoria. Y si permitian el objeto de cada ciudadano. En algunas de las ciudades de Grecia,
que los que se apartaban de ella quedasen sin castigo de los hombrea, y especialmente en Esparta, tomó el Estado a su cargo el organizar la
era porque se estaba seguro de que la ira de los dioses caería sobre vida de todos sus miembros, en un extremo al que no llegó nunca
el innovador. Pensaban poco los romanos en lo que un cónsul tenfa la acción del Estado en Roma. Mas había entre ellas notable diferencia.
facultad de decretar: lo que los cónsules anteriores habían acostumbrado Todo se hacía en Esparta por el Estado; pero no todo se hacia para el
hacer, era lo que tomaban como guía de aus acciones. Mas estas trabas Estado. Gran número de aquellas leyes tenían por único objeto el per.
se fueron debilitando, hasta venir a parar en ser ineficaces, con el curso feccionamiento individual del ciudadano. Bien puede ser que el Estado
del tiempo; y la historia doméstica de Roma es en gran parte la historia en conjunto hubiese sido mucho más fuerte y feliz bajo más libres
da repetidos atentados para acomodar antiguos empleos a posterior= y generosas leyes; pero es dudoso que cada ciudadano de Esparta
necesidades por medios no extraños al espíritu de la constitución. Pero hubiera alcanzado el mismo perfecto desarrollo con una vida menos
lo que ahora estamos estudiando es el carácter general de la nación recia y austera. Distinto era el caso en Roma. El gobierno se mezclaba
romana, y para entenderlo cabalmente debemos partir de este hábito poco en la educación de los ciudadanos. Elegfanse unos magistrados
de. obediencia, que estaba en la rafa de la vida de aquel pueblo. La de mucha autoridad, llamados cemores, a loa cuales re encomendaba
106 MARTi / TRADUCCIONES ANTIGÜEDADES ROMNWS 107

que mirasen por las vidas y hábitos del pueblo romano. Pero su que los planes se madurasen con largo y deliberado pensamiento, y
principal deber era el de cuidar que se observasen laa costumbres de que luego de bien madurados, se fuese sobrio y resuelto en su reali-
los antepasados (mos muiorum), oponerse a las novedades que se in- zación. Crecía esta cualidad de punto, a los ojos por lo menos de
tentasen en ellas, y señalar con la censura pública los vicios o crimenes los hombres de la última República, si a ella se añadían la benevo-
notorios. En su hogar, en las lecciones y en el ejemplo de su padre. lencia y el ingenio: lo cual dio bien a entender Cicerón en el elogio que
aprendia el niño romano a vivir para su patria, y a estar, por sobre hizo de Escipión el Africano, a quien tuvo como al ideal de los nobles de
todas las cosas, orgulloso del nombre de ciudadano de Roma. Y apren- Roma, y en cuyo elogio enumera y celebra todas estas cualidades emi-
día bien su lección. nentes. Pero la parte más esencial del carácter romano, y la que fuegomo
4. El respeto de los romanos 4 las ma+res.-En ninguna nación su misma médula, era su inmutable y reposada honradez.
del mundo antiguo se tributó a las mujeres tanto honor como en Roma. 6. Defectos del carácter romano.-Cuanto hasta aquí hemos dicho de
Es verdad que, en aquellos tiempos antiguos, la esposa pasaba, a los los romanos es más propio para inspirarnos respeto que afecto. Y, en
ojos de la ley, al poder, a la mano (manus) del esposo. Es verdad verdad, respeto es el sentimiento que naturalmente despierta un romano
que los derechos del esposo sobre ella no tenían más límite que los del verdadero tipo antiguo. No faltaron después, en los últimos tiempos
que la religión y los sentimientos del pueblo habian establecido. Pero de la República, y en los del Imperio, caracteres dotados de mayores en-
estos sentimientos requerían que la esposa fuese tratada con respeto, y cantos. Las cartas de Plinio el Joven, por ejemplo, nos muestran un
aun con reverencia. En la familia, donde el esposo era señor, no era hombre que, aunque no estuvo exento de debilidades, merece ser llamado
la mujer menos señora. Eran sus especiales atributos el cuidar de los cumplido caballero. Pero Plinio, y los hombres de su época que se le
esclavos de la casa, y el unirse a ellos para hilar la lana con que habían asemejan, se habían aprovechado de todo lo que había de mejor en las
de tejerse después los vestidos de la familia. Aun en los días fastuosos letras y artes de la Grecia. Aún conservaban el vigoroso nervio de los
y desordenados del Imperio, complacíanse nobles señoras en practicar esta primeros días; mas no tenían ya su aspereza. Pero, excepto en estos
humilde costumbre de los antiguos, y Augusto mismo tenía orgullo en últimos casos favorables, es cierto que las cualidades que prestan tal en-
llevar el vestido que le había hilado y hecho su altiva y aristocrática canto a los hombres de Atenas, estuvieron en notable ausencia en los
esposa Livia. Ya diremos después más de la posición de las mujeres: hombres de Roma. Distinguíanse los griegos por su carácter simpático
queremos ~610 hacer notar aquí que uno de los principales elementos del (“Antigüedades Griegas”; art. 3) : y los romanos querían poco, y áspe-
carácter nacional romano, fue su simple, pura y bien ordenada vida de ramente. Los griegos preciaban la hermosura sobre todas las cosas, y
familia. apenas podían concebir cosa buena que no fuese bella. El romano no
5. Ideal del carácter entre los romanos.-Con una sola palabra, la pudo nunca ser artista; y aquellas esculturas que adornaban los jardines
palabra gravitas, se describe cl carácter tenido por perfecto entre los y calles de Roma, y que llegaron a estar en gran favor y boga, eran,
romanos. No es fácil hallar palabra moderna cuyo significado se con una excepción apenas, de mano de extranjeros. Para el griego, la
ajuste de un modo preciso a la latina grauitas. Porque no es gravedd, noción de virtud (areté) correspondía a la de excelencia, y es probable
como pudiera traducir el lector profano. Dignidad es tal vez la voz que que se usó por primera vez la frase para determinar la perfecta pro-
corresponde a la latina. Todo aquello que contribuía a dar a un hombre ducción de algún objeto hermoso. Para el romano consistía la virtud en
peso e influencia entre sus conciudadanos, era expresado con la palabra varoniles hechos, y en la presteza para obrar y osar en las batallas. Los
gravitas. Era graw3a.s directamente opuesta a hitas, con cuya VOZ se griegos se enorgullecían de su desemejanza de los bcírbaros, que hablaban
significaba todo cuanto podía hacer parecer a un hombre como de poca otra lengua y adoraban otros dioses; pero confesaban por lo menos que
importancia a los ojos de sus conciudadanos. La pueril e inoportuna tenían algunos deberes para con ellos. Los romanos miraban a cada
chanza estaba, por de contado, reñida con la gravitas: mas no se limi- extranjero como enemigo, y usaban de una misma palabra para designar
bban a excluir las chanzas las exigencias de esta cualidad insigne. a ambos. Cicerón nos dice que esto era una muestra del natural bené-
La temeridad y la ligereza eran defectos opuetos a ella. Ella exigía volo de los primeros romanos, que no queriendo llamar enemigos ni a
108 MARTf / mADuccxoNm
.4?iTlGiit2DADES ROMAXAs 109
los que batallaban contra ellos, les llamaban simplemente extranjeroa.
Pero Cicerón vivió en una época en que la mente de los hombrea estaba gozábanse en asistir a las carreras de carros en el circo, p l la combata
crueles de los gladiadores (gladiufori) entre sí mismos, o contra terriblea
llena de los pensamientos que habían traido a ella los sabios y buenos
fieras. Atenas tenía orgullo en ser conocida como la escuela de la Grecia;
maestros griegos. Seguros podemos estar de que si sua antepasados
usaron la misma palabra (hostti) para enemigos y para extranjeros, era y aun en los días de su decadencia lastimosa, afluían a ella en muche-
dumbre visitadores de todas partes de la tierra, que iban a contemplar
precisamente porque pensaban que cada extranjero era un enemigo, con
sus obras de arte, a escuchar a sus maestros de retórica y filosofía, o
quien habian de enredar batalla cuando les pluguieae. No se sentían con
a aprender su magnífica literatura en el lugar mismo en que Platón había
deber alguno hacia una nación vecina, sino después de haber celebrado
con ella un tratado de paz: y aun entonces, ajustaban estrechamente su enseñado, a la sombra de los espesos olivos, en la Academia, o en que
cl henchido teatro había oído con estremecimiento las majestuosas tra-
deber a la mera letra del tratado. A menudo hallamos a los romanos
gedias de Sófocles. En número aún mayor acudían los extranjeros a la
tachando de pérfidos a sus enemigos; pero en casi todos los casos de
que da cuenta la historia, la perfidia no fue de los enemigos de Roma, Roma de los emperadores, pero iban alli solamente a llevar sus talentos
al mercado más caro, o a aumentar sus fortunas en aquel centro de la
sino de los romanos. Y cuenta que juzgamos a éstos por la narración
riqueza y el poder del mundo.
de sus propios historiadores: que a habemos sido conservadas historias
escritas por sus rivales, talea como los samnitas 0 cartagineses, es fijo
que hallaríamos en ellas más numerosos casos de la mala fe de Roma.
En otro punto diferían también notablemente romanos y griegos: en
el amor a las discusiones. Ya en otra parte (“Antigüedades Griegas”,
art. 4) se ha mostrado de cuánto beneficio fueron éstas a los griegos,
y especialmente a los atenienses. Es verdad que en Roma, como en Atenas,
hubo asambleas de todos los ciudadanos, encargadas de decidir sobre
todas las cuestiones importantes; los hombres principal- del Estado pro-
nunciaban discursos ante estas asambleas; y era tenida en mucho la fa-
cultad de hablar bien, la cual se cultivaba con esmero, mayormente en
los últimos días de la República. Mas no deleitaba tanto el libre debate
a los romanos como a los atenienses. Ni sentían los romanos, habituados
a obedecer, la misma necesidad de discutir plenamente todo asunto, antes
de decidirse a seguir el parecer de sus caudillos. Causaba al pueblo de
Atenas regocijo sentarse en el teatro todo un día, a oír los diálogos de
sus famosas tragedias, que hoy nos parecen juegoa de palabras ricamente
hilados. En Roma sólo fueron populares las farsas p las pantomimas: en
la representación de las tragedias, ocupábanae principalmente del esplendor
de los vestidos, y de las maravillosas procesiones que se sacaban a la
escena. Y era de ver cómo a la mitad de la comedia más deliciosa, aban-
donaban de súbito el teatro para ir a ver danzar a saltimbanquis, o pelear
a pugilistas. Pasatiempo grato era para los de Atenas oir las ingeniosas
defensas y arengas que se pronunciaban sobre el escenario, con las que
recordaban sus luchas oratorias, de ellos muy favorecidas, o las animadas
nsambleas del pueblo: los romanos, por lo menos en sus últimos tiempos,
CAPÍTULO II

LAS HABITACIONESDE LOS ROMANOS

1. La vida en la ciudat# y en el campo.-Es probable que Roma no


fuese al principio más que un puesto de avanzada mercantil; pero de
esto no se sigue que los romanos fuesen principalmente mercaderes. El
Estado romano, en grado mayor tal vez que Estado alguno en la historia,
estaba fundado en el cultivo de Ia tierra. Tenía cada ciudadano su
campo, y su casa en él, y en campo y casa trabajaba con sus manos
propias. Mal podía ganar su vida el ciudadano que no tenía hacienda
suya. Hubo en Roma, en sus primeros días, ciertos gremios de artesanos:
tocadores de flauta, trabajadores del oro y del cobre, curtidores, carpin-
teros, tintoreros, alfareros, zapateros: y en aquel tiempo no se miraban
aún mal estos oficios, como se miraron luego, cuando vinieron a ser casi
constantemente desempeñados por esclavos. Mas estaban privados aquellos
artesanos de entrar a servir en el ejército y, por tanto, del rango que el
servicio de las armas traía consigo. No había alli profesiones científicas,
como las que hay entre nosotros ahora, que congregasen en las grandes
ciudades a las gentes de buena cuna y educación: los primeros doctores
y maestros fueron en tiempo posterior de Grecia a Roma: los nobles
servían de abogados a sus clientes, sin cobrar de ellos por este servicio
pago alguno; y los sacerdotes, como después veremos, en nada se aseme-
jaban a los de nuestros tiempos. Ni había allí grandes comerciantes, tales
como los que hacen prósperas las ciudades en nuestra época. Nada tenían
los romanos que exportar, más que los productos de la tierra; su país
no era rico en minerales; y en punto a industrias, no fabricaban m6s que
los toscos objetos que necesitaban para el uso diario. De aquí que los
únicos comerciantes entre ellos fueran los poseedores de tierras, los
cuales a menudo tenían buques en que llevaban sus vinos y su maíx,
ll2 MARlí / ntADucctom!3 ANTtCi;:RDAUR!t ROMANAS 113
por la corriente del Tiber, a las ciudades de Grecia y Ptruria, J eepe primeros tiempos en sus haciendas en el campo. Desgraciadamente, no
ciabnente a las de Sioilía, de donde trafan las naves en retorno obraa ae ha salvado modelo alguno de las casas de campo de aquella época,
de arte y de lujo, perfumea, lienzos, marfil, incienso y púrpura. como se salvaron los de casasy tiendas de Pompeya. Ni podía esperarse
Vemos, pues, que el campo era de más importancia que la ciudad
en la vida de un romano común; por lo que describiremos primero el
hogar del romano en el campo, o su uik Y observaremos de paso cata
nueva diferencia entre romanoa y griegoa. (V. “Antigüedadea Griegaa”,
artículo 7).
2. La cam romana.-Muy semejantea a 1~ primeras casas de loa
griegoa, parecen haber sido las primeras que edificaron los romanoa.
Cubrían con un techo puntiagudo de paja o tejamanil, cuatro rudaa
paredes de madera: dejaban en la mitad del techo una abertura para
que por ella w escapase el humo; debajo de la abertura del techo cavaban
en el suelo un agujero que recogía y guardaba el agua que cafa en él
por el agujero del techo: y éste fue al principio el meguron de Homero,
y el alrirun-aposento negro-de los romanos. Mas, cada una de diverso
modo, mejoraron pronto ambas naciones aquel albergue rudo. Comeu-
aaron los griegos a edificar sus casas en la forma de una hilera de cuartos,
alineados en rededor de un patio central, los cuales eran usados por los
hombres de la familia, porque para las mujeres construian otra hilera
de cuartos en rededor de otro patio al fondo, o, en las casas más pobrea,
sobre la primera hilera, como un segundo piso. Los romanos, por eu
parte, no abandonaron nunca au atriwn, y en las casas más pobres aíía-
dieron poco a él. De las numerosas casas descubiertas en las excavaciones
en la ciudad enterrada de Pompeya,l varias hay construidas de esta sen-
cilla manera. No se ve en ellas aún más que una espaciosa habitación, Frc. L-Plano de una casa de Pompeya
abierta a la lua en el centro, con una o dos partes cerradas por medias
paredes,para comedor y alcoba. La casa cuyo plano muestra la fig. la, que aún se conservaran, porque una habitación común campestre no
nos da a conocer el próximo adelanto. El ottiwn (A) es aún el priu- pudo estar edificada de manera que sufriese sin completa ruina la obra
cipal aposento de la casa; mas ya se notan ditamente las varias habi- de millares de años. No nos describen los escritores romanos las casas
taciones que dan a él. Todas, excepto una, están cerradas por puertaa, ordinarias del pueblo, sino las grandes y espléndidasvih!us de los nobles,
y hay un cómodo paaadixo que lleva de la calle al atriwn. En este caso de las que, por falta de espacio no nos es permitido hablar en este libro.
hay también un piao alto, pero no siempre hallamos estoa pisos. Era Mas en lo que sabemosde las casas de los simples ciudadanos, no hay
es la clase de casas en que probablemente vivían los romanos de loa nada que nos haga imaginar que eran distintas del plano que aquí
damos. El atriwn, era, pues, el aposento común. Alli a la luz que venía
del agujero cuadrado en el techo-el compluvium-cocíanse los manjares
en el hogar de la familia; alli, sentadosen torno de la mesacomún, gus-
taban de ellos los padres, los hijos y los esclavos; allí se sentaban las
mujeres de la casa, a hilar su lana; y allí mismo, en los primeros diaa
MARTf / TRADucc10NEs ANTIGÜEDADES ROMANAS
115
de Roma, estaba el lecho de los jefes del hogar. Más tarde, fueronse
que servían ya de comedor, ya de alcoba, ya de trastera. Fueron laa
quitando al atriwn algunas porciones, que ae usaron como cuartos de
casascreciendo en magnificencia, y entoncesse agregó a esa nueva parte
guardar, dormitorios, y habitaciones para huésnedea.
L de ellas otro segundo y mayor jardín, alrededor del cual construyeron
Ya en la fig. 1s se observa el primer cambio importante que se bko
en esta especie de casas. Uno de los aposentos (e) queda completa- también habitaciones. Pero la casa común de Roma en los últimos días
de la República se componía de las tres partes principales que hemos
mente abierto al atrium, sin que de él lo separe puerta alguna: éste
mencionado: 1) el atrium, con los aposentosque lo rodeaban, y el pasa-
vino a ser con el tiempo una de las porciones ordinarias de toda casa: se
le llamaba el tablinzm, y era usado por el dueño como su habitación dizo que llevaba de aquél a la calle; 2) el tablinum en medio de la casa,
privada. En él guardaba sus papelea (tabuiize), y su dinero: desde él con uno de los fauces a cada lado; 3) y el peristylium, por detrás de todo,
rodeado de aposentos, o sin ellos. Debe recordarse que ni el atriwn ni
podía vigilar, tranquilamente sentado, todo lo que en la casa sucedía.
el tablinum tienen partes que se les asemejenen las casas griegas; y
El influjo de los griegos trajo luego una segunda adición. Detrás
del tablinum, y comunicada a veces con el dniun por dos estrechos nasa- que el peristylium, o peristilo, aunque introducido en Roma por los arqui-
__ -- tectos de Grecia, no era cosa frecuente en las casasgriegas.
dizos llamados fauces, unióse a la casa un patio o jardín cercado de
paredes. Este estaba rodeado de columnas, por lo cual, de la palabra Tal era la casa de un hacendado romano en los buenos tiempos pri-
griega stylos, que quiere decir columna, se dio a esta parte de la casa el mitivos de la República. Mas vino época en que ya no se hallaban en
nombre de perzktylium. Roma aquellos fornidos agricultores que habían sido antes su orgullo y
No era éste al principio más que un jardín,
sostén. Sus huesosemblanquecían los campos de batalla en que Roma
AWOl?ORrUS había confirmado con sangre de sus hijos su poderoso imperio: en vez
de ellos, cultivaban los campos cuadrillas de esclavos cargados de ca-
denas, que vivían amontonados como rebaños en míseras barracas, que
tenían más de prisiones que de casasde labriegos (“Nociones de Historia
de Roma”, pág. 55). Alzábanse en los campos, solamente,ademásde los
corrales de los esclavos, los magníficos palacios de sus dueños. Hemos
de volver a las ciudades para ver la morada común de los ciudadanos.
3. La ciudad romana.-No debe haber parecido en su conjunto una
ciudad romana muy distinta de una ciudad griega; porque las mismas
causasobraban en ambas para darles una común apariencia. Aún más
oue
x--
en Grecia, surgió allí la “ciudad” de un lugar fortificado de refugio,
_.
una “altura” ‘(capitolium), 0 ‘Yortaleza” (am), a la cual acudían en
busca de amparo los habitantes de las aldeas en tiempo de peligro. Allí
se alzaban los templos de los dioses y diosas nacionales: cerca de ellos
estaba la plaza de mercado (forum) que servía al mismo tiempo de
asiento a los tribunales de justicia, y de lugar de reunión a las asambleas
populares; y en torno a la cual se levantaron luego las casasde los ciuda-
#?Ic.2.-phuro de uua casa común romsna, A A A: dormitorios (cubicda), cuartoa danos. De aquí que tengamos casi siempre una altura central, coronada
para fwardar (cellaa. penariae)
por una fortaleza, tan segura como pudiera el pueblo hacerla; y a cuyo
alrededor se extendían, por las faldas de esta fortificada colina, las calles
usado como sitio de recreo, y en ocasiones,según parece, para cosasde
y las casasde la ciudad. Ruines y estrechaseran por lo común aquellas
utilidad, porque solían sembrar en él frutos de hortaliza. Pero luego, en
calles. Hacían las casas de ladrillo, y en su mayor parte estucadas o
las casasmás espaciosas,fue también el peristylim rodeado de cuartos,
blanqueadas,mas sin ningún otro adorno. Cubrían sus ventanas, escasas
116 bfAETf/nADuccRmn ANTXüED.U>ES ROMNUS 11:

y pequeñas, con persianaa o celosías, porque aunque no lea era dacono= de Ceres, a la ciudad de Pompeya. No se sabe de un modo cierto el
cido el vidrio, vendiase II tan alto precio que era lujo extra60 y costoso objeto de este edificio, mas parece que fue una especie de Bolsa, y tal
el ~~10. Rodeaba a la ciudad, como a la fortaleza, una muralla; pero, vez una Bolsa especial para los curtidores, puesto que éstos erigieron eu
en tanto que el muro de la fortalexa sólo tenía una puerta, para mayor el templo una estatua de la sacerdotisa. Rodeaba todo el foro una alta
seguridad, el de la ciudad tenía siempre tres o cuatro, y aún más, para hilera de columnas dobles, excepto en un espacio en que la fachada de
mayor conveniencia. La perspectiva desde la ciudadela era a menudo deli- un templo rompia la línea, y ernn todas las columnas de mármol blanco
ciosa. No había aUi eaas torres y agujas que rompen loa contornos de de Corinto. Sin gran esfuerzo imagina la fantasía cuán espléndida vista
una población moderna; y era raro que en las ciudades pequeñas tuvieran debe de haber sido aquélla cn las alegresmaiianas,cn que llenaba el ancho
las casaa más de un solo piso. Pero las lindas casas blanqueadas, ilumi- foro una alborotadora muchedumbre, no obligada aún a ampararse en
nadas de Ueno por el brillante sol de Italia, eran puestas en relieve por la sombra del resplandor fogoso del sol del mediodía.
los jardines del peristilq, y el humo azul que ascendia en columnas 4. La ciudad de Roma.-No fue distinta al principio la ciudad de
ondeando blandamente de las hogueras de leña encendidas en el atrium, Roma de otras ciudades latinas, aunque sobrepujó mucho a todas ellas.
vestian como de un mágico velo, bien distinto en verdad de ese nubarrón Eran sus calles más estrechase irregulares. A creer lo que pasaba como
sombrío que se cierne sobre las poblaciones inglesas, las alegres y lumi- cierto entre los romanos, luego que los galos destruyeron la ciudad,
uosas ciudades romanas. Mas como las casas particulares eran a menudo reconstruyó el pueblo sus casas como y donde le plugo, por lo que no
mezquinas y pobres, hallaban mayor deleite los ojos en los templos y pudo haber orden ni regularidad en la ciudad nueva. De las siete colinas
edificios públicos. Estaban éstos en su parte mayor en torno al forum, sobre que estaba edificada ésta: la Capitolina, que era la más empinada
el lugar de reunión de los ciudadanos. Podemos tomar a Pompeya como y distante de todas, quedó siempre destinada a sus antiguos USOS: levan-
ejemplo de una ciudad no muy grande. Hallamos en el foro principal tábase en una de sus eminencias el gran templo consagrado a Júpiter,
un templo de Júpiter en un extremo, al que hacia frente, en el otro, un Juno y Minerva; y en otra estaba el arz. o ciudadela. El monte Palatino,
edificio que parece haber sido la tesorería de la ciudad, y en algunoa donde se establecieronprimero los latinos, llegó a ser en días posteriores
de cuyos aposentos se reunían tal vea los magistrados. De un lado del el lugar favorito para las grandes casasde ciudad de los nobles romanos.
foro estaba lo que se llamaba la basílica Esta era la sala de justicia, En las faldas de las colinas, y en la tierra baja vivían los ciudadanos
espléndido edificio sustentado por veintiocho grandes columnas, y en el más pobres. La tierra llegó a valer mucho, y la población de la ciudad
fondo del cual, frente a la puerta, alzábase el tribunal, desde el que vefan n crecer tanto, que al cabo comenzaron a añadir piso sobre piso en lo
loa magistrados los procesas. Venía después un magnífico templo da alto de las casas. En Roma, como en la antigua ciudad de Edimburgo,
Venus, que era la diosa patrona de la ciudad, cuyo templo se levantaba edificábanse muchas de las casas en las laderas de las colinas, con
aobre un elevado basamento, y estaba rodeado por cuarenta columna lo que el frente de la casaparecía levantarse a grandísima altura, mientraa
pintadas de brillantes colorea. Seguía a éste una columnata (porticus) que e! fondo tenia apenas tres o cuatro pisos. Hacíanse casi siempre de
embellecida con pinturas, la cual servía como lugar público para con- madera los pisos más altos, y eran a menudo bastante frágiles. Sobre.
versaciones y paseos. Daba al Este, y por tanto era fresca en las tardos, salían a veces unos a otros, y parecían colgar sobre la calle, como en
y sitio muy agradable para pasear J hablar en calma; sin dejar de ver las ciudades antiguas de Inglaterra. Esto daba a las calles un agradable
por eso el bullicioso y animado foro. Había junto a éste un edificio abo= frescor, aunque las hacia oscuras y estrechas. Era de uso alquilar loe
vedado y bajo, con varios calabozos, usado como cárcel de la ciudad. pisos altos para alojamientos (cetzúcalc), y en verdad que vivir en una
Del otro lado del foro, II la izquierda del templo de Júpiter, levantábase buhardilla no era más deseable entonces en Roma que pueda ser eu
otro de mayor tamaño, que ae supone era el de Augusto. Venía después nuestros tiempos. Sabemosde un pobre poeta de la época de los empb
la casa de consejo, y al lado de ésta otro templo, consagrado a Mer- radores que tenia que subir doscientos escalones:y esto no era caso slu-
curio, o tal vez a Quirino. El resto de esta parte estaba casi completa- guiar, sino muy frecuente. En gran temor del fuego estaban siempre loa
mente lleno con un espiéudidoedificio, donativo de Eumaquia, secerdotisa imoradores de las casas; pero es fama que no corrían menor riesgo los
118 MARTi / TRADUCCIONES ANTIGÜEDADES ROMANAS 119
que pasaban por las calles, a los cuales echaban descuidadamente de especialmente,porque sirvieron de modelo a nuestras iglesias cristianas,
las ventanas de las casas los trastos rotos y los desperdicios de la lim- y porque muchas de ellas fueron usadascomo iglesias cuando adoptó el
pieza. Sólo dos grandes espacios abiertos rompian aquella masa de casaa Imperio la religión de Cristo. No eran a propósito, como veremos
amontonadas. En el medio de la ciudad, entre el monte Palatino y el luego (pág. 200), los templos de los dioses paganos para contener las
Capitolio, estaba el lugar de reunión de los ciudadanos, y el centro de congregaciones cristianas, aun cuando éstas no hubiesen pensado que
estaban ya profanados por haberse adorado en ellos falsos dioses. Pero
la basílica estaba construida de modo que cabía en ella gran número de
personas. Tenía una nave central, separada por columnas de otras dos
naves laterales, sobre las cuales había a veces galerias. A uno o a ambos
extremos había un descanso,en forma de círculo, y con arcos, llamado
apse, en donde se sentaba el tribunal que entendía en los procesos. Pero
el cuerpo del edificio servía de lugar de paseo para los ociosos, o como
punto de reunión para los negociantes, como se usaba del viejo templo
de San Pablo en tiempos de Enrique VIII y de Isabel. A más de estos
edificios, estaban en el Foro la Casa del Senado, y un templo famoso
de Cástor y Pólux, y en el extremo del Foro que venía a caer bajo el
Capitolio había templos antiguos a la Concordia y a Saturno, y junto
8 ellos las oficinas públicas. El Foro mismo estaba lleno de arcos, estatuas
y columnas; y enfrente a la Casa del Senado se levantaba la célebre
tribuna (Rostra), que era una plataforma adornada con los espolonesde
los buques de guerra tomados a los enemigos, desde la cual hablaban
a los ciudadanos reunidos los oradores de Roma.
El segundo de los espaciosabiertos que se veían mirando a la ciudad
desde el Capitolio, estaba entre el monte Palatino y el Aventino. Era
el Chus A4aximus, sitio señaladodesdelos primeros días de la República
para las carreras y los juegos, de que los romanos se mostraron siempre
sumamenteapasionados.
Otro gran espacio abierto había al noroeste del Capítolio, y extendido
hacia el río, que alli se encorvaba como para abarcarlo. Era aquél el
famoso Campo de Marte, o Campu.sMartiu.s. Estaba fuera de los muros
de la antigua ciudad, y es ahora la parte más populosa de la moderna
Roma. Una antigua leyenda cuenta como estuvo cubierto en un tiempo
FIC. 3.-Plano de Roma por los maizales de los Tarquinos, y como, cuando los tiranos fueron
expulsados, echó abajo el pueblo colérico sus cosechas,y las arrojó al
la vida de la ciudad, el Forum Romanum. Allí se guardaba el escudo rio como malditas, en tanto que consagraba aquella tierra a Marte, y la
de Vesta, y el altar en que mantenían siempre afdiendo el fuego doméstico dedicaba a servir de lugar de ejercicio a los soldados de la República,
las vírgenes sagradas. Al 1ado se alzaba la casa del pontífice, el regio y de juegos a sus ciudadanos. No hubo alli en los tiempos de la Repú-
o palacio, donde vivió Julio César, y alrededor del cual, en tiempo de blica más edificios que uno o dos templos; ni se hacía en el Campo de
Cesar, había dos grandes basílicas. Estas basílicas nos interesan muy Marte ceremonia de importancia, a no ser cuando se citaba al pueblo
la0 Ymrí / TRADlJcclonEs 121
ANTlCtEDADES ROMAXAS
a que concurriese en sus órdenes militares (Comiticr Ceruuriata) pera
habian sido los pisos superiores destruidos por entero. Pero en la casa
elegir sus magistrados, decretarse sus leyes, y decidir la guerra o la paz.
poco ha descubierta en el Palatino, y llamada la casa de Livia, vese
Pero los emperadores alzaron en aquel Campo muchos de sus más her- pintada en un fresco una calle romana, igual en todo a la de una de
mosos edificios; y en los últimos tiempos, cuando los papas se habían las ciudades del Oriente en nuestros días, con sus blancas paredes, inte-
avecindado ya en el monte Vaticano, fue atraída la población hacia aquellos
rrumpidas sólo por escasasy altas ventanillas, y por humildes pórticos.
lugares, y una densa masa de casas cubrió el que había sido campo
No tenemos razón para suponer que no eran sumamente sencillos los
de recreo de los ciudadanos. adornos de la parte exterior de aquellas casas. Mas no era asi por cierto
Salvas estas excepciones, con razón podemós imaginarnos la ciudad eu lo interior. Hasta en las casas más pobres resplandecían, pintadas
de Roma en los días de Céear como una red de estrechas y sinuosas ave- de brillantes colores, las paredes, enriquecidas con pinturas al fresco,
nidas. Sólo había dos caminos (wiae) propios para el tránsito de grandes buen número de las cuales ha llegado hasta nosotros en toda su pureza.
carruajes. En el resto de las calles, luchaban trabajosamente las literas No eran algunas veces estas pinturas más que caprichos decorativos,
de los poderosos para abrirse paso por entre la muchedumbre de tran- dibujos de fantástica omamentación; pero más a menudo eran cuadros
aeúntes, que en grandes grupos las llenaban, deleitándose, como aún hoy interesantes y acabados, que ponen hoy de relieve a nuestros ojos las
ae deleitan los habitantes de las calurosas ciudades del mediodía, en escenasde la vida diaria de aquel pueblo. En una de estas paredes
platicar desde el alba hasta la noche al aire libre, a la sombra benigna vemos en un lugar el interior de un establecimiento de batanero, y
de aquellas imponentes casas señoriales. Mal provistas y pobres eran las en otio un vendedor de pan en la plaza de mercado, cercado de ISUS
tiendas, por lo que las calles estaban henchidas de buhoneros y reven. panes, que tiene extendidos ante él en una mesilla; y en otro lugar vemos
dedores de toda clase de productos. Marcial nos cuenta de aquellos mozos
una escena de hacienda de campo, y más allá un banquete. En estas
voceadores que venían de las bajas y sucias regiones del otro lado del
pinturas, tanto como en las ruinas mismas, podemos aprender el modo
Tíber a cambiar fósforos de azufre por vidrio y frascos rotos, a vender
de vivir de los romanos. Por desventura, la mayor parte de aquellos
guisantes cocidos a los vagabundos de las calles, a andar ofreciendo los
frescos tienen por asunto los hechos y maravillas de los diosesy héroes
callos calientes que sacaban de las cocinas humeantes, o a enseñar las
culebras venenosas que hacían gala de haber encantado. Y de todos los de la mitología griega, por lo que son más útiles al estudio de la bis.
terrores de la vida de ciudad, uno de los peores era aquella constante toria, que al del estado propio de aquel pueblo. El piso en las casas
batahola, y tanto ruido de pregones y cosas semejantes. más pobres era de barro batido, y mezclado con tiestos de frascos rotos:
pero en las moradas de los ricos era de baldosasde mármol, o de trabajo
5. Ajuar de la casa .-Ya hemos visto cómo se construían general-
mente las casas, y cuál era el aspecto de una ciudad romana. Entremos de mosaico, el cual hacian encojando en una capa de yeso trocillos de
ahora en una de sus casas, y tratemos de representárnosla tal como apa- mármol, vidrio y piedras preciosas, y ajustando con ellos caprichosas
recía en su interior. Tomaremos como ejemplo una casa de un ciudadano figuras geométricas, y a veces acabadísimos cuadros. En Pompeya se
común de la clase media, teniendo en cuenta que si había por una parte ha hallado una espléndida muestra de estos cuadros de mosaico, en
magníficos palacios mucho más hermosos que ella, también había por uno en que está pintado, con elegancia suma y verdad grande, la batalla
la otra gran numero de viviendas más llanas y humildes. Lo que pri- de Alejandro y Darío en Isso. Tiene este mosaico dieciséis pies de
mero nos sorprende al empujar las hojas de la puerta (fores) es el seña- largo, y ocho de ancho, pero, a pesar de su tamaño, está trabajado con
ladísimo contraste entre la apariencia general de la parte exterior y tan marnvil!osa menuda, y riqueza tan grande de detalle, que en cada
la interior de la casa. Preparaban sus casas los romanos, lo mismo puigada cuadrada están contenidas ciento cincuenta piezas diferentes. El
que los griegos, para vivir en ellas, y no para que las viesen desde vigor del dibujo, la brillantez de los colores, el poder y maestría de los
afuera. Era por esto la parte exterior muy sencilla y desnuda. No grupos, se unen para hacer de ésta una de las más admirables obras de
podemos darnos por muy ciertos de cómo lucía el frente de una casa, arte que la antigüedad nos ha legado. No son muy frecuentes mosaicos
porque, desgracfadamente, en easi todas las descubiertas en Pompeya de esta clase; pero en casi todas las casas de Pompeya se halla alguna
ANRCÜEDADES ROMANAS 123

obra de este género. Y ea común hallar a la entrada de la casa alguna


palabra de salutación (saloe) incrustada en el pavimento para desear la
bienvenida al visitante: pero en otras puertas se leía una frase menos
agradable: Cave canem ( icuidado con el perro!), lo cual estaba escrito
debajo de un cuadro de mosaico que representaba un perro guardfan
encadenado, mirando con tal fiereza que más parecía convidar al visitante
a apartarse de la casa que a entrar en habitación tan bien guardada.
Muy pocos muebles, y ninguno a veces, ostentaba el atrium. Según
las antiguas costumbres, en el atrium había de estar el altar de los lures
(pág. 199) reflejado en el agua del impluuium, mas sólo se observaba
esta práctica como fórmula, y el ara de los sacrificios estaba general-
mente en el interior. Alrededor de las paredes se colocaban las estatuas,
ya de dioses y héroes, ya de los antepasados de la familia; y desde los
armarios (armariu) que se veían abiertos en las paredes, miraban las
severas y descoloridas mascarillas (imagines) que reproducían las fac-
ciones de aquellos miembros de la familia que hubiesen desempeñado
durante su vida altos empleos (pág. 168). Piro para estudiar los muebles,
hemos de levantar las cortinas que cubrían las puertas, y entrar en las
habitaciones más pequeñas que estaban a cada uno de los lados del atriwn.
Veamos primero el triclinium, que así llamaban al comedor. Este era
una innovación de los últimos tiempos. Al principio, como hemos visto
antes, se disponía la mesa en público (in propatulo) en el a.trium: allí
se sentaban el esposo y la esposa, con los niños al pie de su asiento, o
sentados en mesa separada, y los esclavos o empleados humildes, en
bancos cercanos, comiendo de los manjares que les pasaban. Mas luego
vino a ser costumbre del marido y sus huéspedes reclinarse en los asientos,
a la manera de los griegos, lo cual no hicieron nunca las damas, ni en
Grecia ni en Roma (“Antigüedades Griegas”, art. 75)) porque se tenía
por extravagante y deshonesto, de cuyas faltas fueron acusadas algunas
que lo hicieron. Ya luego hubo cuartos separados para las comidas, las
que rara vez eran grandes, porque no estaba en boga entre los romanos
juntar a comer mucho número de gentes. Y en las casas opulentas había
a menudo diversos comedores para las varias estaciones del año. La
mesa era comúnmente cuadrada; y rodeada en tres de sus lados por los
lechos (kcti), que eran los asientos que usaban en sus comidas los
romanos, y que en griego eran llamados klinai, de lo que vino que la
mesa misma, y después el cuarto en que la mesa se servía, tomasen el
nombre de triclinium. El kctus estaba hecho de manera que en él cu-
WTICÜEDADES ROMANAS 1%
124 MARTf / rnADuccIoNEs
en los rudos tiempos primitivos. Vino luego una especie de banqueta que
piesen tres huéspeden. Era caai riempre ana armazón de madera, con
podía doblarse, y cuyo3 pie3 eran cruzados: la famosa sella cur& (“silla
fajas de un borde a otro, que descansaba sobre hermosos piea. En
de carro”), concedida sólo a los más oltos magistrados, es una clase de
las casas rica3 incrustaban h madera de loa kcti con marfil, o metales
esta nueva forma, en la cual los pies, a la par que cruzados, eran curvos,
preciosos, y a veces con bronce, artísticamente trabajado. Sobre eatos
y cuya armazón estaba cubierta con láminas de marfil. La elegante y
ki echaban colchones (tori) rellenos con lana o plumas y ponían l
cómoda silla de ancho espaldar redondo, y asiento de blando cojín, era
cada huésped un cojín (puluinw) en que loa huéspedes descansaban el
de nombre y origen griego (cathedra): usábaseprincipalmente en los
brazo izquierdo cuando se reclinaban en la mesa. Sobre los lechos tendiaa
aposento3de las mujeres, y sólo en los últimos tiempos vinieron a servirse
coberturas (vestes stragulue), que los poderosos hacían teñir de púrpura
de ella como de silla común los ciudadanos más ostentosos. Había tam-
de Tiro. En los últimos días de la República se pusieron en boga las
bién en Roma cl legitimo y antiguo equivalente de la “silla del abuelo”
mm redondas, y entonces ae disponian los kcti alineados en tomo
que adorna los hogares de Inglaterra, y era el pesado y macizo ~olium,
de ellas en la forma de la letra C. Solían hacerse estas mesas de trozos
de alto respaldo, alguna3 reces tallado con esmero,con dos sólidos brazos,
de las más raras maderas, y descansaban ya en tres pies ricamente tallados,
y con una banquetilla para los pies a menudo fija a ella. Bien podemos
ya en un solo pie central. Nunca fue Cicerón hombre muy opulento, y
imaginarnos, conforme a los uso3 antiguos, que uno de ellos habría en
a pesar de eso se dice que dio mb de cinco mil libras esterlinas por una
el alrium; porque en una silla de esta clase se sentabasiempre el pater-
de estas mesarr. Y aun hablan los historiadores de otras por las que ae
familias para recibir por las maKana3la3 visites de susclientes (pág. 128).
pagaron más altos precios. Además del tridinium, o mesa de comer,
En los dias de Cicerón y Horacio era costumbre usar de una especie de
podríamos haber visto en el comedor varias trípodes, de las que usaban
sofá (lectus lucubratorius), para reclinarse mientras se leía o escribía en
para poner en ellas las jarras y la vajilla, 0 para que sustentasen ricos
las tablillas: no parece que fueran muy diferente3 esos asientos de los
jarrones de adorno: se han encontrado muy lindos ejemplares de éstoa
kcti del triclinium. Dedúceseque la3 camasen los dormitorios eran alco-
en las excavaciones de Pompeya. Pero lo que tal vez noa hubiera llamado
bas, abierta3 en las paredes, y en la3 cuales tendian las almohadas y
más que todo la atención, habría sido la variedad y hermosura maravillosas
colchones; -pero moldescuidadosos,tomados-dellodo petrificado alrededor
de las lámparas, y de los pedestales que las sostenían. Muchas de éstas,
de aqwllos muebles, ante3 de que se convirtieran en cenizas, nos mues-
hallada3 en Pompeya, eran de bronce, mas hace poco se descubrió una que
tran nún la forma de algunas camas de madera, no muy desemejantes
era toda de oro: ésta y las otras muestran la gracia suma y habilidades
de las que están en uso ahora. Conócesetambién una mampara plegadiza,
singulares de aquellos excelentes artifices. Pero difícilmente podemos
que parece haber pertenecido a un dormitorio, y cuyo contorno noa ha
imaginar que su utilidad fuese igual a su belleza, porque la mecha con-
sido revelado por el mismo hábil procedimiento. Debe recordarse 3iempre
sistía sólo en unoa cuantos hilos torcidos holgadamente, que entraban por
que todo lo que sabemosdel ajuar de los romanos no3 viene de una
un agujero hecho en la parte alta de la vasija que contenía el aceite, sin
6poca en que ya los griego3 habian estado enseñando por largo tiempo
que usasen de bombillo alguno que evitase la oscilación de la llama, y
sus ertes al pueblo de Italia, como han venido haciendo despuéscon
la resguardase del viento. Es verdad que raras veces usaban de sillas en
toda nación civilizada. Poco o nada podemosdecir por tanto, del ajuar
el comedor, pero en los demás cuartos de la casa no había por cierto
de las primera3 casas romanas, si no es que hay!razón para creer que
escasez de ellas. Tenemos abundantes muestras de aquellas sillas en las
fue Ilano eu extremo. Son la3 formas y moda3 de Grecia, los dibujo3
pinturas murales de Pompeya, y en esculturas de otros lugares; sólo han
de Grecia, y la habilidad de 103 artifices griegos, los que se nos revelan
llegado hasta nosotros las que estaban trabajadas con metales y piedra;
en las preciosa3 reliquia3 pompeyanas. Mas esto no importa mucho,
porque las sillas y escabeles de madera de las casas pompeyanas, como
porque no tenemosrazón para creer que las casasde Cicerón o de C&ar
todos los demás objetos de madera, se deshicieron mucho tiempo hace en
debiesen meno3 al buen gusto y maestría de los griegos, que las que
cenizas. La3 sillas de forma más sencilla eran las de asiento sin respaldo,
ahora se abren a nuestros ojos en la bahía de Nápoles. Y parece también
con cuatro pies perpendiculares, que fue la clase más comúnmente usada
126 burrrí / lnAnuccIoNEs

cierto que los muebles de una casa en Roma eran mucho menos nume-
rosos que los de nuestras casas. Si añadimos a>los artículos ya mencio-
nados unas cuantas arcas (armar iu), puestas acá y allá, ya tenemos
idea cabal del ajuar entero de una casa en Roma. En Roma como en
Grecia, no parece que el mueblaje entrase como parte principal en las
posesiones de las familias.

tiPíTUL0 111

LA VIDA DIARIA DE LOS ROMANOS

1. La vida en la ci&ad y en el campo.-Afas ahora que hemos visto


algo de la casa del romano, probemos a seguirle en sus diarios negocios
y placeres. Bien poca descripción ha menester la vida de los primeros
tiempos en el campo. Levantábase el labrador con el sol, ofrecía su
sacrificio matinal, y se regalaba con su humilde almuerzo. Ibase luego
al campo, basta que el calor del mediodía le anunciaba que era hora
de volver a su comida y a su siesta. Y después de su descanso trabajaba
de nuevo, hasta que la puesta del sol le llamaba a su cena y a un temprano
sueño. Sólo interrumpían esta constante y pacífica labor los días de
fiesta de la familia, o los de celebración de los dioses y a veres una
visita al mercado más cercano en uno de los dias de feria (nwuhae),
que se celebraban cuatro veces cada mes, y donde iban los labradores
a vender los productos de su labranza, y a comprar las pocas cosas
necesarias para la familia que no se hacían en la casa misma. Pero la
vida de ciudad, especialmente en los últimos días de la República, y en
los del Imperio, era mucho más variada, si no más ocupada. Para
estudiarla bien habremos de escoger entre la vida de uno de los de la
clase alta, o la del cliente, o el esclavo, porque no existía allí la clase
media. Ea población de Roma tendía cada vez más a dividirse en dos
grandes capas. Formábase por una parte la capa alta de los miembros
de las antiguas familias romanas, tanto patricias cuanto plebeyas, que
habían venido ennobleciéndose por centurias con el ejercicio de altisimos
empleos, p enriqueciéndose con el saqueo de las provincias; pero en suma
mucho mayor entraban a aumentar esa capa alta los “hombres nuevos”
que eran a menudo libertos de los emperadores y los noblea, que por
128 5lAal-f / nADucuonts
AXTICÜFXMJJES ROMANAS 129

toda clase de engaños y bajesas babían logrado hallar el camino de la


opulencia y los honores. Y bajo ellos estaba la masa del pueblo, que y otros se quedan para solicitar ayuda en sua negocios, o consejo en
vivía en su mayor parte del maía que distribufa el Estado libremente, materia5 legales, o para enterarse de lo que desea y proyecta su patrono
para aquel día. Así pasan las primera5 dos horas de la mañana, a no
o de la bondad de mua patronos, y que no pedía más que “pan y juegoa
ser que algún deber especial de cortesía a un amigo (officium) haya
en el circon.
obligado al señor a salir de casa antes de la hora de costumbre. Si estu-
2. La visito de la mGmu.-Entremos, pues, en uno de loa palacios viese enfermo, o no dispuesto a recibir visitas, permanecen cerradas las
que coronan el Palatino o el Esquilino, y veamos cómo su dueño emplea
puertas del utrium, y circula rápidamente entre la murmuradora mucha
el día. Todavía no ha asomado el sol, y ya antes del canto del gallo
dumbre la mala nueva de que no habrá dádiva aquel día.
está el vestíbulo henchido de muchedumbre de clientes que vienen a
hacer su visita de la mallana a su patrono. Llevan la zogu nacional, que 3. Divisiones del dúa.-Aquí debemos detenemos para decir que
es incómodo traje, pero indispensable para toda visita de ceremonia, los romanos tenían dos modos diversos de dividir el dia. El día civil
o formal comenzaba, como el nuestro, con la medianoche, y estaba re-
como la toga y el bonete de los catedráticos en nuestras antiguas univer.
partido en 24 horas. Pero el día natural, conforme al cual concertaban
sidades. El mayordomo penetra por la multitud y escudri6a las cara5
los actos de la vida común, comenzaba con la salida del sol y terminaba
cuidadosamente, para que ningún intruso sin licencia entre a compartir
con la puesta, y estaba dividido en doce horas de igual duración, que
las liberalidades del señor. Viene luego el séquito de esclavos, portadorar
empezaban a contarse cuando el sol salía. Pero en Roma un día en los
de la dádiva de la mañana (sport&). Esta es la desairada costumbre
mesesmás crudos del invierno dura apenas nueve horas, mientras que
que ha remplazado la bondadosa hospitalidad de aquellos primeros días
en medio del verano dura un tanto más de quince. De aquí que una
mejores. Hubo un tiempo en que, como en los castillos de Inglaterra, el
“hora” del invierno no dure en verdad más de tres cuartos de hora, a la
dependiente pobre era bienvenido a la mesa del patrono, donde tenía su
vez que una de verano dura un poco más de una hora y cuarto. La hora
puesto regular, aunque era un puesto humilde. Y ahora tiene a favor
séptima empezó siempre al mediodía; pero la hora segunda en junio
grande ser invitado de áspera manera, después de aguardar paciente-
empezaba como a las 5 y 45 minutos de la mañana, en tanto que en
mente todo un largo día, a la comida de la tarde. Ahora viene con su
diciembre no comenzabasino como a las 8 y 15 minutos.
cesta ,-algunas veces a la hora de comer, pero más a menudo a la
visita de la mañana-para recabar el alimento que al mayordomo plaaca 4. Los negociosdel dio.-A la tercera hora de la mañana empezaban
darle. Unas veces es pan y vino; y parece que otra5 solía aíiadirle carnes los negocios del día; pero antes de esto era costumbre tomar una ligera
calientes,-que eran tal ves las sobras recalentada5 de la comida del comida (ientacu¿wn), que corresponde.más al panecillo y al café de los
día anterior: porque leemos de unos hornos portátiles que los cliente5 franceses que al almuerzo de Inglaterra. Consistía solamente en pan,
habían hecho traer por sus esclavos, para conservar en calor sus vituallas. ya mojado en vino, ya acompañado de algún manjar ligero y gustoso,
Desaparece en otra5 casas todo vestigio de este uso, y cada uno de los tal como miel, aceitunas, dátiles o queso. Leemosen Marcial como los
visitantes recibe, en vez de cosas de comer y beber, poco más de un chelfn, muchachos, en su camino a la clase de la mañana, compraban para SU
que era en moneda romana 25 ases, para comprar su comida por sí mismo. ientoculum una especiede pastel en la panadería. Despuésde este sencillo
Mas ya se abren las puertas del atrio, y los cliente5 se precipitan a saludar refrigerio, el dueño de la casa sale con el séquito de sus clientes que
u su patrono. Si es éste uno de los de la antigua escuela, recibelos con en todo su camino le acompañan. Si tiene algo que hacer en los tribunales
la mano extendida, y los abraza uno tras otro; pero la soberbia de 105 ya por su propia cuenta, ya como abogado de otros, ésta es la hora de ir
nuevos advenedizos les mueve apenas a contestar desdeiiosamenteal hu- a ellos, a defender su causa, y a recibir los aplausoscon que sus clientes
milde saludo, “isalve, señor!” (Ave, domine!), al mismo tiempo que premian su elocuencia. Si está libre de negocios, puede ir a visitar a
se vuelve el orgulloso magnate al esclavo que le asiste (nomcnctir) un amigo, o a saber de otro que está enfermo, o a buscar nuevas de
a preguntarle el nombre de su visitante. Una ves cambiados los saludos, algún ausente, o a hacer la corte a alguna rica viuda, de quien espere
muchos de los clientes abandonan la casa para ir a hacer visita l otra, algún legado. Ta! vez es deber suyo aparecer en unos esponsaleso una
boda, o asistir a la firma de algún testamento, o acompañar al hijo de
AVTIGÜEDADES ROMASM 131
130 MARTí / TRADUCCIONES

pereza traídos a Roma de tierras extranjeras. Al cabo vino a ser la


un amigo al Foro, en la ceremonia de investir el traje viril (pág. 163),
costumbre general. Tácito nos refiere como, en una ciudad romana en
o auxiliar a algún pariente a preparar sus elecciones. En cualquier caso
Africa, un hombre de humilde nacimiento estaba paseando “en el medio
el de esperar que sus clientes sigan afanosamente su litera, en la que
del día por las desiertas columnatas”, cuando vio una figura espectral,
va el patrono con holgura, llevado por seis altos esclavos, y anden tras
de mayor tamaño que el humano, que le prometió en lo futuro altos
él colina abajo y colina arriba, a través de la apretada muchedumbre,
honores. Tácito coloca esta leyenda de fantasmas al mediodía, como
y hundiendo los pies en la inmundicia de aquellas calles mal cuidadas y
pudiéramos nosotros naturalmente colocarla en la medianoche. Roma
mal pavimentadas. A menudo no se despiden los clientes antes de la hora
misma fue tomada por el godo Alarico en una hora en que su descuidada
décima del día, hasta la cual han aguardado en vano a que se les invitase
guarnición estaba sumida en el sueño de la siesta.
a sentarse a la mesa del patrono, y se van al cabo, descontentos de su
chelín de dádiva, que se les da en vez de la comida que aguardaban. 6. luegos y ejercicios.-Luego de la siesta sigue, como consecuen-
Pero si el patrono es un poco más dado a la comodidad y al reposo, cia natural, el ejercicio diario. Hacían los jóvenes éste en forma de
volverá a su casa al mediodía, que ea la hora que se mira frecuente- divertimientos militares en el Campo de Marte, donde corrían, saltaban,
mente como el término natural de los negocios. Entonces, si no lo ha luchaban, esgrimían, y ejecutaban otros varios ejercicios gimnásticos.
hecho antes, toma la primera comida sustanciosa del día, el prandium, Pero ni los ancianos podían descuidarlo sin ser tachados de indolencia.
que viene a ser lo que los franceses llaman déjeun-er à k four&etts. La diversión favorita de éstos era, como es aún en Italia, el juego de
En los antiguos tiempos había sido costumbre hacer de la cena la comida pelota. Tenía toda casa rica una habitación destinada a este juego
del mediodía, por lo que el prandium era un verdadero almuerzo; mas (spheristerium), la cual estaba generalmente junto a los baños. Y los
poco a poco se fue dilatando la hora de la cena, como ha ido sucediendo grandes baños públicos, de los que hablaremos sin demora, proveian
en Inglaterra, dcn de imb o un tiempo en que la reina Isabel comía al lugares semejantes para el beneficio de los ciudadanos pobres. Los
mediodía, y como sucedió tarnbién en Atenas (UAntigüedades Griegas”, jugadores se desnudaban para el juego, y hasta de sus zapatos se des-
art. 20). Y así el prandiwn, como el ariston griego o ei déjeuner francés, pojaban: en invierno calentaban el cuarto para evitar resfriarse durante
vino a ser una interrupción en los trabajos de la mañana, y no una este recreo. Créeseque usaron tres clasesde pelota. La mayor, aunque
comida tomada antes de que empezasen. Consistía en platos de carne, la más ligera, era la follis, llena de aire, como esa pelota grande que
calientes y fríos, pescado, legumbres, frutas, pan y vino. los inglesesjuegan con los pies: daban en ella con la mano o el brazo,
provisto algunas veces de guantes. Esta manera de juego era, a lo que
5. La siesta.-D espuéedel prandium venía el descansodel mediodía
parece, reposada, y propia sólo para ancianos y niños: hubo un tiempo
(meridiatio), o siesta. No era esta costumbre tan general en Roma como
en que Augusto gozaba extremadamente en ella. La pelota que seguía
lo fue en Atenas o como lo es hoy mismo en la moderna Italia. Allí en
a la fo& en tamaño era la paganica, mas no sabemospor qué se la
verano se cierran las tiendas y las iglesias mismas; nadie se aventura
llamaba así ni cuál era el modo especial en que la usaban. La última
a salir a las calles y la tranquilidad al mediodía es más grande aún que
clase era la pila, una pelota pequeña, rellena de plumas, y usada en
a medianoche. Pero en Roma los negocios judiciales, las sesionesde los
muchos y diversos juegos. No son siempre claras las descripciones de
tribunales, las asambleasdel pueblo y el Senado, continuaban sin inte-
Estos; pero podemos ver que el juego favorito, el trigon, debe haber
rrupción. Cicerón nos cuenta que no podía tomar su siesta, hasta que
correspondido a nuestro modo habitual de jugarlo, en que uno lanza
no había dejado terminada su tarea diaria en el Foro. Tal vez en los
al aire la pelota, y otro la coge y la devuelve: y parece que lo jugaban
primitivos tiempos fue éste uno de los numerososaspectosen que la vida
con seis pelotas a un tiempo entre tres jugadores. Había además el
de la ciudad difería de la del campo: cuesta trabajo creer que los
hrpastum, que era una especiede reñidísima disputa entre varios juga-
labradores pudieran continuar sus faenas en las horas del mediodía, bajo
dores para apoderarse de la pelota, o tal vez de varias de ellas. Cicerón
el ardiente sol de Italia, en el caluroso mes de agosto. Pero en las ciu-
y Horacio nos dicen que no gustaban mucho de estos juegos: pero esto
dades, no hallamos huella de esta costumbre hasta los últimos años de
no quiere decir en modo alguno que fueran despreciadospor los romanos.
la República, en que nace del crecimiento de los hábitos de bienestar y
132 MARTÍ / TRADUCCIONES
ANTIGÜEDADES
ROMANAS 133
El famoso augur Mucio Scévola, que fue el más sabio abogado de su
algunos puntos desfigura la verdad, en ver de guiar a ella. De todos
tiempo, era un expertísimo jugador de pe!ota, y usaba regocijarse diaria-
modos, no hemos menester BU ayuda, gracias al gran número de ruinas
mente con este juego después de BUS trabajos en los tribunales, y aquel
que aún nos quedan. El baño romano no difería mucho de ese a que
mismo severo filósofo, Catón el Joven, fue a menudo visto juglndolo en
ahora se da el nombre de turco. Requería por lo meno9tres habitaciones
publico en el Campo de Marte. Pero Séneca nos habla de aquellos que
(celku) para las cuatro clases de baño que, ya separada, ya sucesiva-
consagraban todo BU tiempo al juego de pelota, como hablaría hoy un
mente, acostumbraban tomar los romanos. Eran estas tres habitaciones:
hombre grave de uno que viviese completamente entregado a uno de
1) el frigidarium, el baño frío, junto al cual, o en el cual, alguno9 de
nuestros fútiles recreos.
loa bañistas se quitaban sus vestidos, y eran después untados; 2) el
7. Los barios .-El tiempo concedido al ejercicio, aunque regular, tepidarium, un cuarto caliente, también destinado a desnudarse en él,
no era largo. Al dar la octava hora, sonaban las campanas de los baños y untarse el cuerpo, si los bañistas temían resfriarse; 3) el ccrldarium,
públicos como señal de que ya estaban abiertos, y el pueblo acudía en aposento caldeado, en el que los bañistas podían tomar, ya un baño de
muchedumbre a aquel que era uno de BUSmás grandes y usuales pIaceres. aire caliente, como en el baño turco, ya un baño caliente ordinario.
En los primeros tiempos, no solían tomar el baño sino a las nundinue. Pero, por de contado, en las grande9 casas,cada uno de estos aposentos
y nada más que por limpieza, por lo que laa primeras casas de baño, tenía otros varios más pequeños adjuntos a él; y ademásde los cuartos
tnnto privadas cuanto públicas, parecen haber sido muy sencillas. A lo usados para el baño, había otros para satisfacer diversas exigencias
sumo tenían dos aposentos, uno para el baño frío de inmersión, y otro del trato social, o para ejercicio. Construíanse comúnmente juntos dos
para el caliente; aunque no había baño que gustase tanto, a los romanos órdenes de baños, para el uso de los hombres el uno, y el otro para el
jóvenes al menos, como el echarse a nado en el río Tíber. Pero allá de las mujeres. Estaba en medio de ambos el horno, que calentaba
por los tiempos lejanos de la segunda guerra púnica, comenzaron los todo el edificio, y sobre éste, y contiguos, los dos cuartos caldario, alzados
especuladores a construir baños (balineae o balneae) a semejanza del
sobre arcos, para que el calor del horno pudiese pasar libremente por
bakaneia griego, los cuales vinieron a remplazar a los primitivos lava-
debajo de ellos. Y había ademástubos de barro, que conducían el calor
deros, que se llamaban Lavatrina. Al principio, como aconteció en Grecia por las dobles paredes de los aposentos. Sobre los hornos habia también
en tiempos de Aristófanes, las gentes apegadasal antiguo modo de vivir grandes receptáculos, que suministraban agua caliente, cada vez que de
se opusieron con energía a estos suntuosos hábitos, y los tuvieron por
ésta se necesitaba.
enervantes y corruptores. Pero en esto, como en muchas otras cosas, lo
Pagaban a la entrada los bañistas la cuota de admisión, que era en
extranjero llegó a ser pronto popular. Creció el número de baños: dícese
los baños públicos tma suma pequeñísima, un quadrans, o poco más de
que Agripa, el amigo de Augusto, añadió unos ciento setenta a los que
un centavo, aunque en los baños que pertenecían a especúladores
ya estaban en uso. Los emperadoreshicieron construir luego muy vastos
privados se pagaban por supuesto cuotas mucho más altas. Entraban
edificios que llamaban thermae, donde había a la vez baños, gimnasios,
luego en el cuarto caliente (tepidariwn), 0 en el frío (frigidariwn),
y a veces bibliotecas. No hay en Roma ruinas mayores que las que se
conforme a sus gustos, o en los baños mayores, en uno de los cuartos
conocen con el nombre de Baños de Tito, de Caracalla y de Diocleciano.
Al fii, no hubo ciudad en las provincias, no hubo apenas aldea, que de desnudarse(apodyteriu) unidos a aquéllos. Había esclavosde servicio,
encargados de cuidar de los vestidos, y de hacer cuanto el baño re-
no tuviese baño público. Muchos de éstos han sido descubiertos; pero
quiriese: y los baíiístas se sentaban algunos momentos en los bancos
ninguno está mejor conservado que los dos que se hallaron en Pompeya.
alrededor del cuarto, para transpirar en abundancia. Existía en Pompeya
Con ayuda de ellos, podremos formarnos idea completa de aquella cos-
una fuente de agua fría en medio del tepidarium, en la que los bañistas
tumbre que deleitaba tanto a los romanos. Corre en libros, y aun en
podían refrescarse si hallaban que el calor era excesivo; mas no parece
obras de recientes escritores, una lámina en que está representado un
que esto haya sido muy usado. De ese cuarto iban al caldarium;
baño romano, la cual dicen que es copia de una pimura mural que fue
donde tomaban el baño caliente, al principio en tinajas grandes (crlvei)
hallada en las Termas de Tito. Pero esa lámina es una invención; y en
distribuidas por el cuarto, y más tarde en un estanque (pi..rcina), ahon-
134 MARTÍ / TRADUCCIONES ANTICUEDADES ROMANAS
135

dado en el centro del piso. Como eate cuarto estaba lleno de vapor
caliente, hallamos que los asientoseran en él de madera: y no de bronce,
como en el tepidarium, donde no corrían el mismo riesgo de enmohecerse.
Aquí había siempre jofainas de agua fría (labra), que se vertía copiosa-
mente sobre los baiiistas: baño había, del cual poseemosla descripción,
en el que estas jofainas eran de plata maciza. Despuésdel baño caliente,
volvían los bañistas al cuarto frío, donde había siempre un ancho es-
tanque de agua (piscina) en que sumergían el cuerpo. Algunos, sin
embargo, preferían otro estanque abierto al raso, y menos frío por
tanto. Venía luego una importante parte del baño con el frotamiento,
aunque mejor fuera decir el raspamiento (destringere), al que seguían
los untos. No bien estaba terminado el baño frío, entraba el bañista
en el cuarto caliente (tepidarium), o mejor en un cuarto especial (des-
trictorium, unctwium): allí le raspaban con un instrumento hecho para
este objeto, llamado el strigilis, del cual nos han llegado muchas mues-
tras: le frotaban luego con toallas de hilo, y le untaban el cuerpo final-
mente de aceites perfumados y de ungüentos. Oímos hablar a menudo
de esclavos que seguían a sus señores o señoras a los baños, llevando
consigo varios strigili, toallas, y ánforas de aceites (ampulhe). Repo-
saban después los bañistas en loa varios lugares de descanso, que en
abundancia había en las grandes thermae, o iban a ver los juegos de
la palestra, o daban una o dos vueltas por las columnatas, en tanto que
llegaba la hora de volverse a sus casas a comer.
Había otro cuarto no mencionado todavía, que se asemejaba aún
más a un baño turco que los ya descritos. Era el hconicum, puesto en
boga por Agripa. Construíanlo generalmente sobre el horno; pero no
parece que hubiera habido en él agua alguna: de modo que lo usaban
simplemente como un baño de calor. No se ve que formase parte del
baño diario usual, sino que estaba reservado a los enfermos, o a aquellos
que querían curarse de una indigestión por la transpiración violenta. La Frc. S.-Baño particular pequeño
lámina siguiente representa un pequeño baño particular descubierto en A. Entrada F. Caldarium
1855 en el pueblo de Caerleon (Montmouthsbire). Muestra bien clara- B. Frigidarium G. Estanque de agua
mente cómo se hacía pasar el calor de un aposento a otro ; pero carece caliente
C. Estanque de agua Lía
por completo de los cuartos más pequeños,y de lugares para reposo y
D. Apodyteriam H. Cuarto calien*-
ejercicio, que eran parte tan principal en los baños públicos de la especie
de los hallados en Pompeya, y en muchos otros lugares. E. Tepidarium 1. Horno
8. La comida.-Después del baño se tomaba la principal comida del
día, esto es, a la hora novena regularmente, que era como a las dos y
media de la tarde en verano, y como a la una y media en invierno.
136 MARn’ / TluDuccxom ANTIGÜEDADES ROblANAS 137

Esta era la cena, con respecto a lo cusl se cometen muy frecuentemente innecesario. En el tiempo de Plauto, como 200 años antes de J. C.,
dos errores. Es el primero el de escribir coenu por cenu, la cual es vemos que cuando había de darse una fiesta, se tomaba en alquk,
equivocación muy grande. Como otras muchas equivocaciones en el como se hacía en Atenas, un cocinero del mercado. Pero luego los coci-
deletreo de las palabras latinas, ésta nació de que se supuso que la neros (toqui) y reposteros (pistores) vinieron a ser de los más caros y
palabra venía de otra griega koiné, o “comida común”, con la que la preciados entre los esclavos. Tal vez en las fiestas, que seguían a los
voz latina no tiene relación alguna. Cena es genuino vocablo latino, y no sacrificios, nació en los romanos el deseo de vivir más agradablemente;
prestado, y significa sencillamente, “comida”. Es el segundo error el y el conocimiento del lujo de los griegos dio lugar a uns prodigalidad
de que se la traduzca a veces por nuestra voz “cena”, cuya traducción tan excesiva, que excedió pronto en mucho a la de los mismos ,ate-
sólo sería correcta para aquellos, si hay algunos, que acostumbrasen níenses. Tenemos narraciones de comidas en tiempo de los emperadores,
cenar antes de las tres de la tarde. Había casos, por supuesto, de cena cp,e apenas sería posible sobrepujar por la profusa e inconsiderada
a hora más adelantada de la tarde, como sucedía con los que estaban glutonería practicada en ellas.
ocupados en los tribunales hasta la hora décima del día; pero la hora Ya se ha descrito el comedor. Ocupaban en él sus puestos el amo
novena era la usual. Un error semejante se comete en el uso de la de la casa y sus huéspedes, reclinándose en sus literas en torno de la
palabra griega deipnon, traducida algunas veces por “cena”, cuando mesa, sobre la cual no se ponían manteles por temor de esconder sus
nunca significó esto en griego. Lo que nos parece casi singular, sin primores. Cada h uésped tenía su servilleta (mappa), ya porque le
embargo, es que, cuando se celebraban banquetes lujosos, no se comen- proveyese de ella el dueño, ya porque, como era más usual, la hubiese
zasen, como los comenzaríamos nosotros, más tarde que a la hora acos- traído consigo de su propia casa. Como cada uno descansaba sobre
tumbrada, sino más temprano: así que comer antes de la hora usual su codo izquierdo, era imposible el uso de tenedor y cuchillo: en verdad
en el día (de die) era mirado como una prueba de gran lujo; y un la costumbre de comer con tenedor, no se remonta a más de quinientos
banquete que se celebraba temprano, un tempesti~uum convivium, era años, y parece haber sido inventada en Italia, a fines del siglo XIV.
tanto como decir banquete suntuoso. Naturalmente un banquete que Usaban de tenedores, sin embargo, los encargados de trinchar, los rualea
comenzaba con anticipación podía también ser prolongado hasta muy cortaban la carne antes de que fuese colocada en la mesa. Estudiábase
tarde, tal vez hasta que la luz de la mañana hiriese el rostro de IOS muy cuidadosamente el arte de trinchar, en escuelas especiales, donde
disipados huéspedes. Aun aquellos que vivían con la mayor modestia, se ejercitaban los aprendices con modelos de madera. De las cucharas
acostumbraban hacer, después de la comida, muy larga sobremesa. (ligulue) si usaban, para los platos que las requerían; pero empleaban
En los primeros tiempos consístia la comida, así como el almuerzo, principalmente los dedos, como hacen hoy aún en el Oriente. No se
en el potaje nacional (pulmentum), hecho de trigo común, o trigo sabe de cierto que pusiesen cuchillos para las comidas; pero como se
candeal (far): y eso quedó siendo por mucho tiempo la comida de las han hallado en los sepulcros, al lado de manjares, cucharas y cuchillos
clases más pobres. Así Plauto, al hablar de la obra de un ensamblador, de cabo de marfil, es probable que fuese costumbre ponerlos en las
dice que no estaba hecha por un “rudo obrero romano, comedor de po- mesas. Lo que jamás faltaba en éstas era el salero. Hasta en las casas
taje”. Sólo le añadían legumbres de varias clases, tales como guisantes, más pobres lo tenían, sí era posible, de plata, y lo miraban como un
judías, lentejas (legumina) o coles, puerros y cebollas (hokra): mas rara vaso sagrado. No sólo usaban de la sal para aderezar sus viandas, sino
vez comían carne, aun en las mesas de los nobles. Hasta el pan se usaba que la mezclaban con la harina (mola s&a) en el sacrificio, el cual
escasamente: cuando necesitaban de él, lo hacían en sus propios hornos se ofrecía en el curso de la comida. En las casas ricas cargábase la
las mujeres o los esclavos, como fue costumbre hasta hace poco en las mesa de vajilla de plata, la cual cuando no era necesaria para la comida,
comarcas rurales de Italia. No hubo en Roma comercio de panadería se colocaba para que fuese vista en el aparador [ab-). A una comida
hasta la tercera guerra macedónica, cerca de seiscientos años despu& de de invitación todos iban, por de contado, con su mejor vestido: la
la fecha en que comúnmente se fíja la fundación de la ciudad. Sin incómoda togu era remplazada por un traje de comer, de alegres colores
esfuerzo podemos creer que un cocinero era, en aquellos días, un fsmiliar (pág. 165), y en vez de los zapatos comunes, se ponían sandaliaa
138 MAFtTí / TFUDUCCIONES ANTIGÜEDADES ROMANAS 139

(sokae). Pero tan pronto como un huésped se había reclinado en su libaciones de vino eran ofrecida3 a los dioses de la casa (lares) en el
litera, le quitaba su esclavo, que con él había venido de su casa, las altar de la familia: despuésdel establecimiento del Imperio recibía igual
sandalias, y quedaba encargado de ellas, hasta que su eeííor volvía a homenaje el genio del emperador. Venían entonces los postres, o “se-
pedirlas, lo que era la señal de la partida. gundasmesas” (secundaemensae), en las que se servían frutas y pasteles,
Había en una comida ordinaria tres servicios distintos. Llamaban al como entre nosotros. En especial parecen haber sido muy varios y
primero gustw o gustatio, o algunas veces promulsio, porque se tomaba abundantes los platos de pastelería, porque hallamos mención de muy
ante3 de beber el muhwn, o vino endulzado con miel. Este servicio era crecido número de ellos, aunque no es cosa fácil distinguirlos. El más
una invención de los últimos tiempos, y consistía en todas aquellas cosaa común de los antiguos dulces nacionales era la placenta, un pastel hecho
que se suponía habían de excitar el apetito para los manjares más sus- con queso y miel, y el hganum, especie de fruta de sartén. Otros de-
tanciosos que yenian después. Eran en su mayor parte legumbres pican- muestran en su3 nombres griegos, que fueron de posterior importación.
tes, como acedera, lechuga, pepinillo3 y cole3 en encurtido, rábanos, 9. Las bebidas.-La única bebida de uso común era el vino. Rara
setas, y cosasJemejantes,a la3 que solían añadir ostras y algún pequeño vez lo bebían sin mezcla: beberlo puro era tenido como muestra de
pescado en escabeche, como sardinas, y huevos: de donde viene el intemperancia. Mezclábasele a cada huésped a su gusto, durante la
proverbio ab ovo oque ad mala: “desde el principio hasta el fin”. comida, en su propia copa; y andaban los esclavo3 en torno de la
Seguía entonces la cena verdadera, que se componía al principio de un mesa ofreciendo a los convidados agua caliente y fría, aunque de aquélla
servicio solo, como aquellas “judías con tocino” que nos cuenta Horacio usaban más que de ésta por creer que la mezcla con agua caliente era
que comía en 3u hacienda da campo. Pero despuésvinieron a hacerse más saludable. A veces, sin embargo, ponían hielo en el vino o enfriaban
frecuentes seis o siete servicio3 (fercula), y cada uno de ellos constaba la mezcla con nieve en vasijas para esto preparadas, algunas de las
de cierto número de platos, que traían colocados en pila uno sobre otro. cuales aún existen.
Casi sería tarea sin término la de contar las varias especiesde pescados, Acababa la comida con los postres. Pero, en los tiempo3 de mayor
carnes y aves, que se recogian en 10smás distantes rincones de la tierra ostentación, 103 romanos tomaron de 103 griegos la costumbre del syw
para saciar la gula de 103 opulento3 romanos del Imperio. Debemoscon- posium, en latín comlssatio. A esto llamaban graeco more bibere (beber
tentarnos con decir que, a pesar de toda su prodigalidad, jamás llegaron a la griega.) Alzaban todos 103 platos de la mesa; traían 103 esclavos
los romanos a tener buen gusto en las cosas de la me3a. Su3 manjarw guirnaldas, especialmentede rosas, y perfumes; añadíansea veces en este
se distinguían más por su rareza y gran precio TJe por su delicadeza punto de la comida nuevos huéspedes; y dábansea beber los comensales.
y oportunidad. Bien puede imaginarse cómo se burlaría un griego de la A la suerte de los dado3 encomendaban la elección de un “rey de la
exuberante profusión de manjares que henchía la mesa de su vulgar fiesta”, o “árbitro del beber” (rex conviuii, arbiter bibendi). Colocábase
patrono romano. Sin entrar en detalles, que ocuparían mucho espacio, en medio de la mesala gran ponchera (crater), y se mezclaban en ella
mencionaremos dos artículos, que hoy se sirven en todas las mesas,y el vino y el agua con arreglo a las órdenes del árbitro. A veces, por
nunca pusieron en las de Roma. Plinio habla del azúcar (saccharum), si se prefería juntar el vino con agua caliente, tenía la ponchera un
como de “una especiede goma blanca, recogida de las cañas en la Arabia espacio en el centro donde poner brasas; algo como la3 grande3 tazas
y en la India, blanda a los dientes, y de uso sólo en medicina”. Para en que preparamos ahora el té. En las ruinas de Pompeya se ha hallado
endulzar, usaban miel. Lo mismo sucedía con la mantequilla (blltyrum), una de esta3hermosísimasponcheras, con su tapa y remate. Cada huésped
que los doctores recomendaban como emplasto, pero que en sus uaos tenía su copa (poculum), la cual se llenaba del líquido de la ponchera
de cocina era remplazada, como lo es aún en 51 mediodía de Europa, con un cucharón (cyaths) que contenía como la cuarta parte de laa
por el aceite de oliva. copa3 que ahora usamos. Era costumbre que el árbitro decidiesecuánta3
Luego de haberse consumido los diversos servicios de la cena, había veces había de vaciarse el cucharón en cada copa, cada vez que éstas
un breve silencio, mientras que la harina salada (mokr salsa) y las hubieran de llenarse nuevamente. Y si se bebía a la salud de alguien,
140 MARTf / TRADUCCIONES ANTIGÜEDADES ROMANAS 141

se vertía en cada copa tantas veces el cyathus cuantas letras tenía el Desde los tiempos más antiguos fue uso en Roma emplear a un
nombre de aquel a cuya salud se hacía la lihacíón. Muchos eran los flautista en los banquetes, aunque parece que sólo se servian de él en
vinos que gozaban de favor en Roma; pero los más preciados eran el el momento de ofrecer el sacrificio a los dioses del hogar. Pero después
Cecubano, el Setino, el Falerno, e! Másico y el Caleno, que eran todos llegó a ponerse en boga acompañar las comidas de todo género de
de las vides de Campania, o de las de la parte del Lacio que daha a música y canto. Conforme se iban corrompiendo los gustos, fuéronae
ella. De los vinos griegos, se preferían el de Tasos, el de Cbío, y el de añadiendo a estas diversiones saltimbanquis y pantomimas, bufones y
Lesbos. Era uso también mezclar el vino, no sólo con especias, sino mágicos, bailarinas y enanos. Y hubo vez, en los tiempos del Imperio,
con aceites perfumados. en que fue parte de una comida una pelea de gladiadores.
10. Di.stracciones sociales.-Los romanos, en su mayor parte, gus-
taban mucho menos que los griegos de los placeres intelectuales que la
sociedad proporciona. Casi no habia caballero griego que no supiese
entonar una canción, o acompañar su propio canto con la lira. Jamás
se ha sabido de nada semejante entre los romanos. Eran famosos los
enigmas y chistes de las comidas de Atenas: nada había en Roma que
recordase estas ingeniosas prácticas atenienses, a no ser el empeño de
algún tenaz poetastro en añadir nueva fatiga a las de la orgía con la
lectura de sus últimos versos. De lo que gustaban mucho era de los
juegos de azar. Las frecuentes leyes expedidas contra ellos muestran
cuán favorecida era esta práctica, y cuán inútil la ley para extinguirla.
Usaban dos clasesde dados: los de la primera (tesserae) eran, como
los nuestros, unos cubos que tenian marcados en cada una de sus seis
caras números desde uno hasta seis. Jugaban con dos, y a veces con
tres de éstos: los tiraban, como nosotros, de la cajilla de dados (phimw
o fritiih), y ganaba el que echaba el número más alto. Los de la
segunda clase (tdi) fueron al principio simples nudillos de animales,
y se jugaba con ellos del mismo modo con que juegan aún los niños
ahora; pero luego se hicieron de materiales diversos, y se les usó como
dados. Siempre retuvieron casi toda su forma primitiva, por lo que
redondeaban los dos extremos, y quedaban sólo cuatro caras en que,
al ser arrojados, pudiesen descansar. Los marcaban con los números
1, 3, 4 y 6. Para jugar con los tali, usaban cuatro. El punto más alto,
llamado Venw, era aquel en que todos los números que salian eran
distintos; y el más bajo llamado “el perro” (canis) era aquel en que
salían los cuatro unos. Otras veces usaban de los tuli como si fueran
tesserae, y ganaba aquel que hiciese mayor número de puntos. A más de
las puestas,que iban a poder de quien ganaba, no hay duda de que era
uso muy frecuente apostar en el juego.
CAPíTULO Iv

LA FAMILIA RROMANA

1. La idea de la familia.-Ya dijimos que la familia era la verda-


dera clave del Estado romano. Hasta cierto punto, lo mismo sucedía
en todos los pueblos del tronco ariano. Una familia se desarrollaba en
varias, y estas varias formaban una tribu, y tal se cree que ha sido el
origen de todos los Estados. Creíase que cada ciudadano estaba unido
a todos los demás, ya por actual parentesco, ya por lazos de adopción,
que eran mirados como equivalentes a los de la sangre. El rey era el
jefe natural de la nación, como si mantuviese aún por herencia el
puesto que fue una ves ocupado por el padre de la familia de que la
nación había surgido. Pero ya desde muy temprano hallamos que no
acostumbraba el rey hacer cosa de grande importancia sin oír la opinión
de los padres (pa.tres,l, que eran las cabezas de los varios grupos de
familias. Y si se trataba de paz o de guerra, no las decidía el rey,
sino la gran asamblea de los jefes de todos aquellos hogares. El deseo
de dar a cada ciudadano adulto la mayor suma posible de libertad de
acción, había por fuerza de aflojar los lazos que unían el hijo al padre,
y el miembro de cada grupo de familias al que hacía de cabeza de él.
No nos quedan ya más que huellas aisladas de aquella unión estrecha y
entera dependencia que debieron ser en un tiempo universales. En
cuanto a Roma, tal fue por mucho tiempo la constitución del Estado.
El poder legal del padre (patrio potestas) era la consecuencia natural
de su puesto como cabeza de la familia. El solo podía hablar y obrar
por ella; él era el sacerdote de los dioses domésticos; él era, a los ojos
de la ley, el único poseedor de la propiedad familiar. Y con aquel amor
a 10 consistente y a lo práctico que ya hemos dicho que le distinguía,
no era natural que tratase el romano de poner límites a su poder. La
14.4 I&ARTÍ / TRADUCCIONES ANTIGüEDADE ROMANAS 145
esposa estaba legalmente “en la mano” (in manu) de su esposo, y todos 2. Los nombres.-Los nombres miamo5 de loa romanos enseñan Ia
los derechos que su padre había tenido sobre ella, en tanto que vivía la importancia que en aquel pueblo tenía la familia en el Estado. Cada
hija en su casa, todos eran transmitidos al ciudadano a quien, sin que le ciudadano griego llevaba un nombre suyo propio, que era generalmente
hubiese elegido ella, era dado por esposa (in matrimonium dedti). Si el de su abuelo, J a veces el de su padre, y que en otra5 ocasionesera
le nacían hijos, eran puestos a los pies del padre, y quedaba completa- elegido, como lo elegimos nosotros, sin más razón que la de aer nombre
mente a discreción suya el acogerlos (surcipsre, rollere) y criarlos, o el eufónico y tener apariencia Uaristrocrática”, y preferían los nombres
exponerlos a la muerte. Solían ahogar a los niños que nacían débilea y largos. En los negocios públicos, y en los asuntos oficiales, solían
deformes, y hubo casos en que perdió un niño la vida, sin más razón añadirse el nombre del padre, y, en los primeros tiempos, el de la familia
que la de haber nacido en un día nefasto. Esta costumbre de hacer a que el griego pertenecía: así Cimón, el rival de Pericles, era conocido
morir a los niños parece haber sido tan constante con las hembras, que, oficiaimente como Cimón (hijo) de Milcíades. Aquí podemos notar que
mientras que por lo común es siempre un tanto mayor en los pueblos el padre de Milcíades se había llamado también Cimón, y Milcíades su
el número de niñas hembras que el de varones, en Roma sucedía que era abuelo. Pero despuésse hizo costumbre no tener en cuenta el nombre
considerablementemenor el número de las mujeres. A Tácito le pareció de lá familia, y poner en lugar de él el deme, o cantón, en que vivía.
extraño que entre los germanos no fuera objeto de ley el poner límite Así el orador Demóstenesse le llamaba en los documentas públicos,
al número de hijos. Pero tardó poco Italia en purgar este pecado. MQ Demóstenes (hijo) de Demóstenes,el Paianiano. En Roma había cos-
que otra causa alguna, fue la escasezde hombres lo que causó la caída tumbres muy diferentes. Allí el nombre de la familia era el nornen,
del Imperio bajo aquellas mismas tribus que estaban orgullosas de au el nombre por excelencia. Este fue siempre en las verdaderas familia5
gran muchedumbre de familias. Pero la rigurosa lógica de la mente romana5 un adjetivo en -ka, y tal vez, como sabemosque lo era en
romana hizo que fuera dado al padre este poder de vida y muerte sobre gran número de casos, un patronímico, que significaba “hijo de.. .“,
sus hijos, y en días posteriores, su presunción cobarde le condujo a toar como tantos nombres ingleses, espaiioles, etc. Todos los miembros de
de este atributo grandemente. Conforme a la letra de la ley, la pcrtriu cada grupo de familias llevaban este nombre. Si eran mujeres, lo usaban
potestus cesaba sólo por la muerte del padre, por ser éste penado con en su terminación femenina. Llevábanlo también loa clientes y los libertos.
destierro, que acarreaba la pérdida de la cuidadanra, o porque el padre Pero cada uno tenía ademásun praenomen que era suyo propio, y que
emancipase al hijo: de otro modo, vivía el hijo en total dependencia venía a ser como nuestro nombre de pila. De éstos sólo empleaban unos
del padre, sin que le fuese siquiera permitido tener propiedad suya, dieciocho, y de cuatro o cinco de ellos usaban casi exclusivamente dettr-
ya la ganase o heredase, porque toda iba a la familia, lo que es decir minadas familias. No era a veces fácil dar con la significación de loa
que iba al padre, como cabeza de ella. Sólo en sus actos públicos de praenomina, aunque, a lo que puede deducirse, se referían a la hora y
condiciones del nacimiento del ntio. Acostumbrábase en los tiempos
ciudadano podía obrar como le pluguiese. En eso el Estado, como la
remotos designar a cada uno formalmente con el uso de su propio
suprema autoridad, atropellaba los derechos de la autoridad del padre.
praenomen y el nomen, junto con el prenombre de su padre, así: “Q.
CTnaanécdota nos muestra claramente esto. En tiempos de la segunda
Fabius, M.f.“, quería decir: “Quintus Fabius, Marcii filius”, Quinto
guerra púnica, Fabius Cunctator, viejo y afortunado general, fue enviado
Fabio, hijo de Marcio. Como los grupos de familias crecían rápidamente,
a servir como teniente bajo su hijo, que era uno de los cónsules del
y se distribuían en familias varias, reunidas sólo entre sí por los ritos
año. El hijo salió a encontrar al padre, y ante él iban como era de
comunes en que tomaban todas parte, estas familias nuevas vinieron a
costumbre, uno tras otro, sus lictores. Ya había pasado en su caballo
distinguirse por medio de apellidos, añadidos al nombre propio del
por delante de once de los lictores de la comitiva de su hijo el anciano
grupo. Estos apellidos (cognomen) eran muy a menudo meros apodos.
cuando el joven cónsul le ordenó enérgicamente que se apease. El padre
Y los romanos no parecen haber sido menos aficionados a señalar a
entonces, saltando de 5u caballo, exclamó: “Yo sólo queria ver, hijo
un hombre por alguna particularidad de su persona, que pueden serlo
mío, si recordabas, como debes, que eres un cónsul romano.”
hoy los estudiante5 de Inglaterra. Era a veces el apodo un agradable
146 MARTf / TRADUCCIONES ANTIGÜEDADES ROMANAS 147

cumplimiento como los de Pukhcr (hermoso) y de Nero (varonil), que e individual, el romano era llamado con un nombre que designaba por
llevaban respectivamente dos de las familias de los Claudios. Pero otras sí mismo la familia a que pertenecía.
veces el caso era contrario: a Tito Marcio, el poeta cómico, le pusieron de
Y esto era aún más cierto en los nombres de las mujeres. En los
apellido Plauto (patituerto) ; a Quinto Horacio le decían Flacco (de
primeros tiempos conocíaselas sólo como mujeres pertenecientes a tal
orejas largas y colgantes) ; a Publio Ovidio le llamaban Naso (nari-
familia, a lí: de Fabio, a la de Valerio, a la de Emilio. Y si dos mujeres
gudo) ; y a Marco Tulio Cicerón, el orador famoso, le venía su último
perttnecían a la misma casa de un Fabio, se las distinguía llamándolas
nombre más de que un antepasado suyo babia tenido en el rostro una
“la (mujer) mayor” (maior) o “la menor” (minor) de Fabio. Al cabo,
verruga del tamaño de un garbanzo, que de haber sido el primero en
ya en los tiempos del Imperio, alcanzaron las mujeres mayor libertad,
cultivar esta legumbre. Cossus quiere decir arrugado; Calvus calvo;
respeto y prominencia, y entonces también tuvieron su apellido, y dos
Catón agudo; Bruto estúpido; y César significa probablemente gran
a veces.
golpeador. Daban primero estos nombres a algún miembro de una
3. Matrimonio-D os eran las principales clases de matrimonio en
familia a quien cuadraban, y luego se hacían hereditarios, y eran usados
Roma: en una la mujer pasaba completamente del poder (manus) de su
sin más repugnancia que aquella con que usan hoy los suyos los que se
padre al de su esposo; en la otra no, sino que quedaba bajo el poder
llaman Grueso o Chico, Moreno, Blanco o Prieto. Y fueron luego usados
de su padre. La primera clase pareció en los primeros tiempos prefe-
en documentos formales, pero siempre de modo que su origen se viese
rible; pero cayó luego en casi total desuso. Un matrimonio de esa clase
claramente, para lo cual eran colocados despuésdel nombre propio. El
primera podía hacerse de tres modos. Era el primero la forma reli-
nombre oficial de Cicerón sería Marcus Tullius M.f. Mn. (Marci nepos;
giosa de la confurreatio; para la cual se requería la presencia del Poutí-
sobrino de Marco) Cicero. Notaremos de paso cómo esto confirma la
costumbre de dar al hijo mayor el prenombre de su padre: hay lápidas fice Máximo y el Sacerdote de Jove (“Flamen Dialis”, página 202), y
a másla concurrencia de diez ciudadanosromanos que hiciesen de testigos:
funerarias que muestran ejemplos de que esta costumbre había sido fíel-
y en la ‘ceremonia se partía solemnementeun pastel de farro sagrado
mente observada durante cinco generaciones, con el visible objeto de
(far-especie de semilla parecida al trigo) del cual probaban el novio
mostrar que aquel que estaba allí enterrado pertenecía a una rama de
y la novia. Había ademásel matrimonio por usus, en el cual la esposa
una familia que había sido por todo aquel tiempo su cabeza legal. Por
pasaba al poder legal del esposo, por el mero hecho de haber vivido
de contado que los miembros de la familia se llamaban entre sí por sus
con él como esposo suyo todo un año, sin haber dejado en todo este
prenombres, como los llamamos nosotros en nuestras casaspor nuestros
espacio de tiempo su casa por tres días seguidos. Y el tercer modo de
nombres de pila. Y esto mismo hacían entre sí los amigos íntimos, o
matrimonio era el coemptio, o matrimonio por compra, en el cual el padre
aquellos que tenían empeño en parecerlo de otros. Usábase del apellido
vendía formalmente su hija al novio, al mismo tiempo que, en presencia
en el trato ordinario, al cual sólo se añadía el prenombre en caso de
de testigos, declaraba la hija que consentía en aquella venta. Pero estas
querer demostrar comedimiento o vehemencia. Y el nombre propio vino
formas, y la más simple que se usó luego, y que vino a ser la más
quedando reducido a mera fórmula. Muy descuidadasfueron en tiempo
común, no parecen haberse diferenciado sino a los ojos de la ley: el
de los emperadoreslas antiguas reglas en que se usó el prenombre como
resto de las ceremonias nupciales eran casi las mismas en todas estas
el nombre ordinario, como sucedió con los emperadores Cayo y Tito, y
formas. Venían primero los desposorios, cumplidos cuando se habían
en que el apellido vino a ser usado en lugar del prenombre aun en el
cambiado las palabras ispondesne? spondeo, despuésde las cuale+ como
trato doméstico, como en el caso de Nerón. La confusión llegó a ser
solemoshacer ahora nosotros, ofrecía el novio a la novia un anilH>, como
al cabo tan completa que vemos por fin a un hombre complacido en
en garantia de que sería fiel a la palabra que acababa de empeiíar. Era
ostentar, como un grande de España, treinta nombres, amontonados des-
también acostumbrado que la novia hiciese a su desposadoalgún presente
cuidadamente, y sin la menor tentativa de orden.
más valioso, como una prenda de su fe, al cual llamaban arra; y este
Pero en lo que debe ponerse especial atención es en que, mientras presente se perdía si no llegaba a verificarse el matrimonio. En la ma-
que un griego no era apenas conocido más que por su nombre propio ñana del día de boda, y antes de que el sol saliese,tomaban los auspicios
148 MARTÍ / TRADUCCIONES ANTIGÜEDADES ROMANAS 149

ya los augures, ya los harwpices (pág. 202). Vestía entonces la novia en la casa, ni en las casas romanas existía departamento semejante.
una túnica blanca, y llevaba cubierta la cabeza con un resplandeciente Eran en Roma las mujeres casadas las veneradas señoras del hogar.
velo rojo (/lammeum); partianle el cabello en seis guedejas, con la Hilaban y tejian con sus hijas y sus doncellas (ancilhe), pero no hacía9
punta de una lanza, y se lo ataban luego con cintas. Cuando ya estaban labores serviles, como la de moler grano o cocinar. Erales permitido salir
los huéspedesreunidos en la casa del padre de la novia, eran los auspicios a hacer visitas, y recibirlas, y hasta acompañaban a sus espososa los
declarados, y las palabras del contrato matrimonial pronunciadas en pre- teatros y a los juegos: todos les abrían paso en las calles, y se tenía
sencia de los testigos. Variaba el lenguaje usado en la ceremonia según por merecedor de la muerte al que osaseinsultar a una mujer. Las vemos
fueran los novios patricios o plebeyos: si ambos eran patricios, usábase a menudo fervorosamente interesadas en los asuntosde la nación, y sus
la confarreatio; y si alguno de ellos, o los dos eran plebeyos, usábanse maridos buscaban respetuosamentesu consejo. Era de notar en Roma,
las fórmulas del coemptio. Luego de dichas las palabras sagradas, la como se ha notado despuésen pueblos modernos, que en la conversación
mujer casada, amiga de la familia, que asistía a la novia en la ceremonia usual de las damas educadas hallábase el mejor modelo de acabada pro-
(pronuba) ponía sus manos sobre los hombros de ambos novios, y les nunciacióo y de pureza de lenguaje. Deléitanse los escritores de los
conducía al altar de la casa, a ofrecer alli sacrificios a los antiguos dioses últimos tiempos en ensalzar la sobria, grave y sencilla vida de las mu-
romanos. Ofrecianse ese día una vaca, un cerdo y una oveja; y mientras jeres de la primera época de Roma; vida que en los días del Imperio
que el auspex repetía la usual plegaria, el novio y la novia daban vueltas sólo podia hallarse por acasoec los hogares campesinos. Pero las mujeres,
al altar, tomados de la mano. Acabado el sacrificio, saludaban los hués- lo mismo que los hombres de Roma, inspiran más respeto y veneración
pedes a los recién casados, pronunciando en alta voz la palabra feliciter, que afecto ardiente. No eran, como vamos a ver ahora, tan ignorantes
y empezaba la fiesta nupcial. Venida la noche, simulábase que arran- como las esposasde los ciudadanos de Atenas; mas eran poco refinadas,
caban por fuerza a la novia de los brazos de su madre, y llevábanla en y se las acusabafrecuentemente de altaneras y ásperas. Nadie sufrió más
procesión regocijada a la casa del novio. Abrían la procesión los por- que las mujeres en la decadencia general de la virtud romana, que vino
tadores de antorchas y tocadores de flauta; unianse.al séquito los que tras el rápido enriquecimiento y gigantesco poderío de la República, y
lo querían; resonaba todo el camino con los gritos de Talo.wio, tal vex la pérdida de su antigua fe. La libertad vino a ser licencia. Los divorcios
el nombre de un antiguo dios del matrimonio, y con canciones poco eran fáciles, y sumamentecomunes; la sencillez de los primeros tiempos
decentes; y el novio echaba puñados de nuecesa los chicuelos, en señal se trocó en desordenadaprodigalidad y desmedido lujo. Aún se repiten
de que ya para él habían acabado los dias infantiles. Cuando la pro- muy hermosasanécdotas, en que resplandecen,hasta en aquellos tiempos
cesión había llegado a la casa del novio, untaba la novia los pilares de pervertidos del Imperio, la bondad y fidelidad de las mujeres romanas.
la puerta, y les envolvía alrededor lana; levantábanla al pasar por el Pero, en su conjunto, no podemos dudar de que susvidas y pensamientos
umbral, para que no tropezase, ni tocasen sus pies objeto alguno que habían descendidoa muy gran bajeza. Hizo esfuerzos por reformar aquel
fuese de mal agüero, y su esposola recibía en el atrium y le deseabaque estado de cosasel emperador Augusto. Pero en verdad que ni su ejemplo,
viniese en buena hora a compartir “su agua y su fuego”, emblemas de ni el de los potentados de su corte, estaba hecho para poner coto al
una vida que desde aquel punto habían de llevar aparejada. Celebrábase desastre. Y las cosas fueron yendo de mal en peor por espacio de un
al día siguiente una segunda fiesta nupcial (repotia) en la casa del siglo despuésde su muerte.
marido, en la cual hacia la nueva esposasus primeras ofrendas a laa 5. Los niños.-E ran los niños considerados al principio como de
divinidades del hogar de que venia a ser miembro. Y ya quedaba siendo la absoluta propiedad del padre. Vimos ya que éste podía hacer lo que
una matrona romana, con todos los honores y derechos que con tanta le pluguiese con sus hijos recién nacidos. Pero muy en los albores de
largueza concedían los romanos a sus matronas. Roma, fue mandado por ley que ninguno expusiese a morir a un hijo,
4. Posición de las mujeres.-la s mujeres casadasvivían en Roma ni a la primera hija que le naciese, a menos que no fueran deformes o
de manera muy distinta que las de Atenas o los Estados jónicos raquíticos. Mas digamos de nuevo que no hay duda de que las niñas
de Grecia. No se las enclaustraba en el departamento de las mujeres eran expuestas a morir con muy gran frecuencia. La suerte de estas
150 MARTÍ / TRADUCCIONES ANTIGÜEDADES ROMAX’AS 151

criaturas era a menudo muy triste. Si no morían de abandono, eran escuelas estudiaban juntos las niñas y los niños; mas no debieron ense-
recogidas por gentes que las guardaban junto a sí por cierto tiempo, ñarles sino muy poco más de lo que ya hemos dicho, a no ser que
para venderlas más tarde como esclavas. Eran a veces mendigos los que añadiesen por gala un poco de canto, e hiciesen aprender a los escolares
las recogían, los cuales las deformaban bárbaramente, como se nos cuenta las antiguar baladas del país. Estaban estas baladas escritas en el metro
que hacen aún en Italia, para excitar la bondad de las almas compasivas saturnino, de cuyo género de verso tienen los ingleses una excelente
con sus desventuras, y acumular dinero de este modo. Si el padre se muestra en aquel de un cantar de nodriza, The queen was in her parlar,
decidía a acoger a un niño y educarlo, la madre misma, en los primeros coutiing out her money, y que, traducido con ligera variante, para
días de Roma, le criaba a sus pechos y cuidaba de él. Más tarde, se conservar el acento latino, vendría a ser así en castellano: “La reina allí
hicieron ya comunes las nodrizas (nutrices). Estaba también a cargo en su sala, contaba sti dinero”. Cantaban aquellas baladas en las fiestas
de la madre la primera educación del hijo, la cual fue al principio tarea los niños y los huéspedes. Pero en esto, como en muchas otras cosas,
simple, porque consistía más en habituarlo a buenas costumbres que en hubo cambios muy grandes cuando, después de la primera guerra púnica,
transmitirle conocimientos. Poníase mucho esmero en enseñar a los niños vivieron en más íntimo trato con los griegos los romanos. Mucho habían
a amar a su país y a venerar sus leyes, a ser sinceros, leales y honrados ya aprendido en verdad éstos de los griegos de la Baja Italia y de Sicilia,
en palabras y hechos, a tributar el debido homenaje a los dioses de la pero luego vinieron griegos a establecerse en Roma, y hallaron mucho
nación y del hogar, y sobre todas las cosas, a obedecer sin murmuración favor entre las gentes principales, y especialmente en Escípión y sus
ni réplica. Cuando ya el niño era mayor, comenzaba el padre a cuidar amigos. Comenzó entonces a estudiarse la literatura en las escuelas. Tal
de él, le tenía a su lado todo el tiempo que le era posible, le llevaba al vez el más antiguo libro de escuela latino fue una traducción de la
campo consigo, a trabajar en los quehaceres de la labranza, o al Foro Odisea, de Homero, hecha en el antiguo metro saturnino por Livio
a sus negocios, y le enseñaba a montar a caballo, a nadar, y a usar las Andrónico, liberto de Marco Livio, por lo que llevaba el nomen de éste.
armas de la guerra. Cuéntase que hubo un tiempo en que se permitía Esta versión de Andrónico es áspera e inculta, pero llenaba el objeto
que los niños acompañasen a sus padres a las asambleas del Senado; pero con que se la hizo, que fue el de comenzar a revelar a los estudiantes
cayó en desuso esta costumbre, porque las madres mortificaban grande- el puro y valiosísimo tesoro de la poesía griega. Por la misma época,
mente a sus hijos para obligarlos a que les contasen lo que habían estado o poco después de ella, vivieron los más antiguos de los poetas romanos,
discutiendo los senadores. En un punto eran distintos los ejercicios del Nevio, Ennio y Plauto, cuyas obras sirvieron también de texto en las
niño romano de los del niño griego. Ejercitábanse los griegos para dar escuelas. Ya por entonces, era común el estudiar el griego; y se com-
a su cuerpo fuerza y hermosura, y no había cosa que estimasen en tanto praban a menudo esclavas griegas para que sirviesen de ayas a los niños.
como a un atleta victorioso; mientras que los juegos y ejercicios de los Griego era también generalmente, y llamado con su nombre griego
romanos iban exclusivamente encaminados a hacer de los hijos de Roma paedagogus, el esclavo encargado de vigilar a los niños cuando iban a
guerreros hábiles y fuertes. No honraban sus conciudadanos la elegancia la escuela y venían de ella, y de cuidarlos en sus horas de juego, ense-
y energía del cuerpo, sino el vigor y proeza en las batallas, por lo que ñarles maneras cultas, y apartarlos de malas compañías. No enseñaba
dirigían su educación, más que a hacerse ágiles y esbeltos, a hacerse aquel esclavo a los niños más cosas que éstas, a no ser lo que de su
resistentes y fornidos. Era también, al principio, de uso que el padre lengua nativa pudiesen aprender ellos conversando: así lo dice Varrón:
enseñase al hijo aquellas cosas que habían de serle más necesarias en instituit paedagogus, docet magister; y así se ve en San Pablo, que
vida. Nunca excedió esta enseñanza de un poco de lectura y escritura, su uso de la palabra paedagogw (Gal. III, 24) no atribuye a éste el
un tanto de aritmética, y algo de las leyes y tradiciones del país. Pero cargo de dar lecciones, sino de educar moralmente. Pero, por de contado,
es de creer que hubo escuelas en Roma desde muy remota época, porque ejercía este esclavo gran influencia en el carácter de los niños: por lo
leemos que Virginia iba a una en el Foro en el año 450 antes de Cristo: que los padres le elegían con gran cuidado, y daban este empleo al que
y abundan las referencias a las escuelas de otras ciudades en documentos les parecía más digno entre su servidumbre. Dícese que fue un gramático
de tiempos no lejanos de aquellos años primitivos. Parece que en aquellas griego, llamado Crates, el que, allá 170 años antes de J.C., abrió la
152 UARTÍ / TRADUCCIOIWS A?VTICüEDADES ROYANAS 153
primera escuela romana donde se estudió formalmente la literatura
eacasosy caros, pero en la época de los emperadores,empleaban ya loa
griega. Habia ido a Roma como enviado del rey Atalo de Pérgamo;
libreros tal y tan escogido número de esclavos amanuenses,que parece
pero, estando ya en Roma, se quebró una pierna, y, detenido por esto
que llegaron a ser al cabo tan baratos los libros en Roma como la
en la ciudad, comenzó a dar lecciones de “gramática”, como decían
que a más bajo precio puedan venderse entre nosotros. Para aprender
entonces,y que eran lo que llamamosahora, en nuestraslenguas modernas,
a escribir, usaban primero loa muchachos de unas tablillas cubiertas
lecciones de literatura. Hiciéronse populares y fueron concurridísimaa
de cera, en las ‘que dibujaban las letras con un instrumento puntiagudo
las clases de Crates. Pero antes de este tiempo había habido muchos
que llamaban styllls: empezaban por copiar por encima letras trazadar
maestrosgriegos en casasparticulares; romanos eminentes habian escrito
ya por el maestro, que guiaba a veces sus manos: y luego trataban de
ya historias en griego; y los frecuentes chistes de las comedias de
imitar las letras por si mismos. Cuando estaban un tanto adelantados,
Plauto, que no podian ser entendidos por quien no tuviese conocimiento escribian sobre papel (charta), hecho de la planta llamada papyrus, y
de la lengua griega, prueban que ésta era ya bastante familiar a mucho
usaban para ello tinta y plumas hechas de cañas. El papel de que ae
número de romanos, y auh a aquellos de clase más baja.
servían en las escuelasera comúnmente el que habia servido ya por
6. Las escuelasde Roma.-Por mucho tiempo estuvo reducida la un lado para cuentas, o para libros que no habían hallado compradores.
enseñanzaen las escuelasordinarias a materias elementales,tales como Cuidábase de que las palabras que los discípulos habian de copiar
leer, escribir y contar, junto con el estudio de la literatura. Livio, Nevio fuesen versos o proverbios que encerrasen alguna enseñanza útil, como
y Ennio eran aún enseñados en las escuelasen la niñez de Horacio, se:hace hoy en los cuadernos de escritura de nuestras escuelas. Parece
mHs de cien años despuésde la muerte del último de ellos, cuando ya que los romanos estimaron más la rapidez en el escribir que la limpieza
la lengua en que hablaron parecía a los modernos romanos muy ruda de la letra: y, en tiempo de Cicerón, llegó a usarseuna especiede taqui-
J- anticuada. Aún en vida de Cicerón, usábansesus discursoscomo libro grafía. Era también muy apreciada la prontitud en calcular, y había
de texto en las escuelas; y a poco de haber muerto Virgilio y Horacio, maestros especialesde aritmética que enseñabanlos modos más rápidos
fueron sus obras, para no dejar ya de serlo nunca, libros familiares en de resolver problemas,y deducir intereses,sin necesidadde usar de cifras.
las escuelas. Pero acaso fue sólo en las de la capital donde se enseñó 7. Castigos.-Las varillas estaban siempre al lado de los maestros
literatura griega; puesto que vemos que el padre de Iloracio, que se en las escuelasromanas de los primeros tiempos. Nos cuenta Plauto
esforzó grandemente y gastó buenos dineros en la educación de aquel que si se equivocaba un discípulo en una sola letra en su lectura, estaba
su hijo único, le sacó de Venusía, que era ciudad de campo, apenas pronto todo negro y azul, “listado como la capa de su aya”. Y Marcial
cumplió Horacio doce años, y le llevó a Roma a que estudiase. Enviá- nos dice que era uno de los mayores enojos de la vida de la ciudad, oir,
banse los niños a la escuela cuando ya andaban en siete años. .Si lo ya antes del canto del gallo, resonar el aire con el ruido de los azotes
podían sus padres, iban acompañadosde unos esclaJos(capsarii) que les y clamores de los niños en las escuelas. Quintiliano, el más famoso
llevaban sus libros y sus tablillas de escribir; pero era 10 más frecuente maestro de su tiempo, que floreció entre los años 70 y 90 antes de
que las llevasen los niños mismos, como nos dice Horacio, y que fuesen Cristo, protestó vigorosamente contra esta envilecedora costumbre de
acompañadosde un solo esclavo, que se llamaba pedissequus. Era en Io azotar; pero una pintura de Herculano, que pertefiece al mismo período,
general la escuela un cuarto en el piso bajo, abierto a la calle, como muestra que en aquella misma época era uso, como lo es aún hoy en
se usa aún hoy en el Oriente. Enseñábasea leer en clase, repitiendo ciertas escuelasbárbaras, y lo practicaba en Inglaterra el Colegio de
los niños despuésdel maestro, en cierto modo de canto, primero las Eton, hacer montar a un discípulo en las espaldasde otro, y darle aIlf
letras, y luego las sílabas, y luego toda la palabra; lo que no era tarea de azotes.
tan dificil como en otras lenguas, porque las palabras latinas se pro- 8. Vacaciones en lar escuelas.-Había dos en el año. Era una en
nunciaban exactamente como se escribían. Pero los garabatos hallados diciembre, en los días de las Saturnales, época de generales regocijos,
en laa paredes de Pompeya demuestran que no era un arte completa- en los cuales hasta a los esclavos era permitido tomar parte. Era Ia
mente común la ortografía, Loa libroa fueron en loa primeror tiempos otra en marzo, en la Quinquatria, o fiesta de Minerva, que duraba del
154 MARTÍ / TRADUCCIONES ANTR%EDADES ROMANAS 155
día 19 al 25. Considerábaseesta fiesta como el término del curso escolar:
y maestros de Grecia. Pero cuando los maestros griegos de retórica
y entonces era cuando los niños pagaban a la escuelasde la ciudad BUS
fueron a Roma, halláronse recibidos muy cariñosamente. Verdad es que
cuotas anuales, y cuando los nuevos que entraban traían un presente
fueron en un tiempo en que no eran ya las armas el único camino de
(Minerval) al maestro, para que ofreciese sacrificio por ellos a la diosa,
los empleosy la gloria, y en que habla grandes procesospolíticos, venidos
y les ganase su favor. En las escuelasde campo, pagábanse las cuotas
del mal gobierno de las provincias por los nobles romanos (véase
mensualmente; y los cuatro meses del verano, en que se recogía la
Nociones de Historia de Roma, pág. 81). Púsose, pues, en boga que
cosecha de los olivos y las vides, era también época de vacaciones. No
todo romano de buena posición, después.de haber acabado su curso
sabemosque haya sido ésta la costumbre en Roma: pero como entonces,
en la escuela de literatura, 0 con un maestro particular, entrase a
lo mismo que ahora, era Roma ciudad muy insalubre en agosto y
estudiar oratoria con alguno de aquellos profesores griegos. Había
septiembre, es probable que los hijos de los m& ricos ciudadanos a lo
también profesores latinos de retórica, mas no se les tenía en mucho
menos, fuesen durante este tiempo con sus padres a sus casasde campo,
aprecio. Ejercitábanse los alumnos de aquellasescuelasen hacer discursos
o a sus villas a las márgenesdel mar. Decía Marcial que habían apren-
en pro de una u otra de las partes que contendían en el supuesto caso
dido bastante si habían aprendido a quedar con salud.
señalado para debate, y era de ver cuánta atención ponían en descubrir
9. Posicih del maestro de escuela.-No es menester decir que la argumentos oportunos, en arreglarlos de modo que causasenmás seguro
estima en que se tenía al maestro de escuela, dependía de sus propios efecto, en elegir adecuado lenguaje, acomodando en él de modo propio
merecimientos,de su mayor o menor ciencia, y del respeto que inspirase las figuras del discurso; en manejar la voz con destreza, y en dirigir
su reputación. Hallamos varios casos de hombres, que luego de buscar acertadamente sus gestos y miradas. Cicerón, en su magna obra Sobre
en vano fortuna por todos los demás caminos, se dedicaban a enseñar el Orador, tacha de erradas y poco conformes a la práctica, muchas de
niños. Ni gran estima, ni gran paga lograban éstos, que no merecían
las reglas que en esas escuelasse enseñaban: pero no cabe duda de
más, por su dura faena. Era también frecuente que hombres de más
que aquella enseñanza práctica contribuyó mucho a formar la raza de
mérito fueran recompensadoscon muy poca largueza. Los literatores, oradores que abundaba en los últimos tiempos de la República. Cicerón
o, como diríamos nosotros, profesores de literatura, estaban obligados
mismo estudiaba y practicaba con gran diligencia. Se consideraban 10s
a tener en la punta de los dedos todo lo que pudiera saber un humano, jóvenes en edad propia para entrar en aquellas escuelas de retórica,
de los personajesde las tragedias y epopeyas griegas y latinas, y habían cuando ya habían sido investidos con la toga viril (pág 162) ; pero en
de estar siempre prontos a responder a los que, en su camino al baño tiempo de los emperadore.. 9 se hizo común que la retórica se enseñase
o a la casa en la hora de comida, les preguntaban quién fue la nodriza en las escuelasordinarias, donde los jóvenes discípulos aturdían 10s oídos
de Anquises, y en qué tierra nació la nuera de Anquemolo, y a cuántos
del maestro con sus altas y extravagantes roces.
años llegó Acestes,o cuántos cántaros de vino dieron los de Sicilia n Eneas
ll. Educación universitaria.--No en Roma, sino en las ciudades
y sus troyanos. Y aun así, ganaban menos en un año que lo que gana
orientales de Grecia, y especialmenteen Atenas, terminaban su educación
hoy en Inglaterra un jockey en una sola carrera de caballos. Eran dema-
los romanos de casas notables y opulentas. Atenas podrá ser llamada,
siado numerososlos maestros que venían de Grecia a Roma, y muy ani-
mada la competencia entre ellos, para que pudieran alcanzar grandes en realidad, la Universidad del Imperio Romano. Muy lejanos estaban
precios por la enseñanzade susletras. Pero no sucedíaasí con los retóricos ya los días hermososde su libertad y de su gloka, y aún iban a ella,
como a su hogar común y querido, los escritores y maestros de todas
famosos de que vamos a hablar ahora.
las comarcas civilizadas de la tierra. Allí iban en muchedumbre IOS
10. Escuelas de retórica.-La facultad de hablar bien había sido jóvenes ronnnros a oir explicar a sus principales mantenedoreslos cuatro
siempre muy preciada en Roma, cual debe serlo en todo Estado libre:
grandes sistemasde filosofía que contendían en aquel tiempo. Es verdad
mas no habían cuidado mucho los romanos de estudiar atentamente el que nos dicen que Virgilio estudió filosofía con un maestro griego en
arte de la retórica. Estudióse ésta primero Un Sicilia, y más tarde y Roma; y es una de las más deliciosas de sus composiciones menores
mejor en Atenas, donde vivieron y florecieron los más ilustres oradores
aquella en que nos cuenta el regocijo con que volvía de las huecas
156 mGüEDADES ROMNMS 157
MARrf / TRADucc10ms

disputas de las escuelas de retórica a las más serias cuestiones de Ie ir escoltando a su señor cada vez que aparecía éste en público, llevar su
filosofía. Pero Horacio fue a buscar a Atenas mayor ciencia; y a Aterraa litera, abrirle paso por las calles estrechas, irle recordando el nombre
fue Cicerón, y su hijo, y su sobrino, y en suma, cuantos tenían tiempo de sus conocidos o clientes, o hacer sus recados. Pero en todas las
y hacienda para hacer el viaje. casas poderosas hallábanse esclavos, y en gran número a veces, que
habían recibido educación muy distinta de la que se requería para las
12. LOS esclavos.-En Roma, como en casi todas las demás naciones
faenas domesticas, o para asistir en el séquito de sirvientes en la sala
antiguas de que tenemos algún conocimiento, fue conocida la esclavitud
de los banquetes o en el Foro. No pequeña parte de los negocios del
desde los tiempos primitivos, sólo que los esclavos no eran entonces
dueíio era manejada por sus siervos; ni era pequeña la suma de diver-
numerosos. Ni gran necesidad de la ayuda de esclavos, ni gran dinero
siones que el dueño les debía. Porque se les instruía para escribientes,
con que comprarlos había, cuando el ciudadano mismo, auxiliado por
para secretarios, para copistas, para bibliotecarios, para lectores, para
sus hijos, cultivaba Ja pequeña hacienda en que vivía. Pero cada batalla
actores, para cantantes y músicos de todos géneros, y para bufones.
en que quedaban victoriosas las legiones de la República, aumentaba
Gran parte de la industria fabril de Roma estaba en manos de esclavos,
con los prisioneros que en ella se hacian el número de los esclavos
lo cual hacía gran mal a los ciudadanos pobres porque .les quedaban
de los ciudadanos. Y luego, conforme crecía en riqueza la ciudad,
pocas cosas en que poder ganar su vida honestamente. Algunas veces,
iban trayendo a Roma en abundancia esclavos desde pueblos extranjeros
por supuesto, desempeñabaun esclavo dos oficios: dicese de Atico, el
o, en tiempos posteriores, de las provincias todas del Imperio, pues era
amigo de Cicerón, que cada uno de sus lacayos (pedissequii), era
natural que viniesen los siervos en gran número, de las regiones más
también apto para copiar libros y leer en alta voz. Mas no abundan
pobres al centro de su lujo y opulencia. Así, gradualmente, llegó a haber mucho estos casos. Por lo común, cada esclavo tenía su oficio propio,
inmenso número de ellos. Esto vino, en parte, de la extinción de como lo tienen ahora en la India los criados indígenas; de modo que
aquellos agricultores primitivos, cuyas haciendas fueron absorbidas por sin esfuerzo podemosimaginar cl número de ellos que habría usualmente
las grandes haciendas (Iatifundia) de los nobles (Nociones r.fe Historia en los grandes palacios romanos.
de Roma, pág. 80) ; y en parte de que #ía tras dia iban en aumento 14. Esckwos del campo.-L a j amilia rústica, en cambio, era tenida
la extravagancia y esplendor de la ciudad. Vemos que, en tiempo del más para provecho que para ostentación. Lar romanos, agricultores
Imperio, había apenas romano tan pobre que no tuviese algún esclavo inteligentes y expertos, conocían el modo de sacar el mayor provecho
suyo: Horacio habla de sí mismo como de quien vive con extremada de la labor de sus siervos. Dedicáronse casi todos al principio al cultivo
modestia, cuando sólo para el servicio de la mesa tenía en su casa del trigo; pero luego que las riquísimas tierras de pan llevar de Sicilia
tres de ellos. Y se nos dice que no era cosa extraordinaria que un y Africa fueron añadidas al Imperio, vino a ser mejor, como en muchos
noble poseyesediez o veinte mil siervos, o más a veces. puntos de Europa acontece ahora, dedicar sus esfuerzos a la crianza de
13. Los eschwos domésticos.-L a reunión de todos estosesclavosera ganado. El aumento del número de siervos, y de la extensión de las
llamada familia, palabra que difería de tal manera de lo que con ella fincas, contribuyó también a esto; porque los trabajos de labranza exigen
significamos nosotros, que leemos en César de una familia que constaba mayor maestría y vigilancia más celosa que la guarda de manadas
de 10,000 almas. Dividíase generalmente en dos partes: 1) familia y rebaños, que pueden corretear por las colinas sueltosy medio silvestres.
urbana, 2) familia rústica. La jamilia urbana vivía en la casa de ciudad De aqui que, aunque no faltaban brazos para arar y segar, fuese siendo
del dueño, e incluía todos aquellos esclavos que mantenía a su lado el cada vez mayor el número de los siervos del campo empleados como
señor por ostentación y lujo. En los últimos tiempos de la República, boyeros, porqueros o pastores. El olivo y la vid eran porción muy
valiosa de la agricultura italiana, y es indudable que de uno y otra
y en los del Imperio, eran los esclavossumamentenumerosos,y desempa
cuidaban, en parte al menos, los esclavos. Pero ea casi seguro que en
ñaban los más varios oficios. Una porción de ellos cuidaba de los apo-
sentosy los muebles; otra de la cocina y el servicio de la mesa; otra de los la labor de ambos hallaban su más común empleo los campesinoslibres
que trabajaban a jornal. Solía ser que el producto de las cosechasde
trajes y faenas de tocador del dueño y la dueña. Era el oficio de otros
158 MARTÍ / TRADUCCIONES
APiTlGiiEDADES ROMANAS 159
los olivares y viñedos se vendiese por contrato, y en este caso el com-
a suerte del esclavo, pues se le miraba como un miembro de la
prador de las cosechas enviaba a recogerlas a sus propios siervos o
familia, y comía y bebía con suc dueños, aunque en distinta mesa, y
trabajadores. Llamábase uilicw al siervo que tenía a su cargo la ha- partía con su señor la labor diaria. Pero, si halia menos crueldad
cienda, y en ausenciadel dueño dirgia todos los trabajos; pero a menudo, bárbara, había más inclemente dureza. En la época de los emperadores,
como sucedía en las grandes fincas, el uiliclls estaba a las órdenes de la mas suave enseñanzade la filosofía griega habia ejercido y~ marcado
un agente libre (procurator). Por supuesto que era más ruda la faena influjo en la alta clase romana. Catón, modelo perfecto del austero
de los siervos del campo que la de los de la ciudad: por lo que se romano primitivo (Nociones de Historia de Roma, pág. 74), tenía por
consideraba recio castigo para un esclavo el enviarle de la casa de la máxima que un esclavo había de estar siempre trabajando, o durmiendo.
ciudad a trabajar en los campos, de la misma manera que en loe Estados Aun en las fiestas (fertae) hallaba toda clase de trabajos que dar a
del Sur de la Unión Norteamericana los esclavosdomésticos que perdían
hacer a sus esclavos. Si alguno de ellos caia enfermo, era señal de que
el favor de su dueño eran enviados a trabajar en !os plantíos de algodón había comido demasiado. Aconseja a un hacendado que venda de una
15. Del modo de tratar a los exlovos.--Parece que los romanos vez el ganado, las ovejas enfermas, los carros y aperos rotos, los esclavos
trataban peor a sus esclavos que los griegos. Es verdad que los griegos ancianos y enfermos, y otras cosas inútiles. Plutarco, el fiXsof0 griego,
solian mostrarse crueles e inconsideradasen cuanto a la suma de trabajo que escribió la vida de Catón. 250 años despuésde la muerte del severo
que exigían de sus siervos, y obraban con ellos con total olvido de los romano, dice de esto: “ES para mí señal de condición excesivamente
títulos de común parentesco que hay entre hombre y hombre. Perc si áspera en el hombre la creencia de que puede usar del trabajo de sus
no usaban de sus siervos con más consideración que aquella con que siervos como del de los brutos, y echarlos y venderlos en su ancianidad,
trataban a sus caballos, al menos no los trataban peor que a éstcs. El pensando que no ha de haber más trato entre homltre y hombre, que en
romano era por naturaleza duro e implacable; nunca se ahorraba a sí tanto que se saca algún provecho de él. . . En cuanto a mí, no vendería
propio dolor ni fatiga en el cumplimiento de su deber; ni pensó nunca, yo, por culpa de su edad, mi buey de tiro, cuanto menos por una pieza
por cierto, en ahorrárselo a sus esclavos. Prohibía la ley al griego que de moneda a un pobre anciano, ni le echaría de mí tan duramente; que
matase a sussiervos, o los tratase con crueldad. El dueño romano podía es como echarlo de su propio país, el sacarlo del lugar donde ha vivido
hacer con sus esclavos lo que le pluguiese, como con cualquiera otro tanto tiempo, y de aquel modo de vida a que está acostumbrado, más
objeto de su pertenencia. Es verdad que se registra un caso en que se cuando ha de ser ya tan inútil al que lo compra como al que lo vende.”
puso limite a la autoridad del dueño. Había en tiempo de Augusto un Pero, a despecho de estas enseñanzas de clemencia, en esos mismos
romano opulento, llamado Vedio Polio, que gustaba mucho de tener tiempos de Plutarco eran más numerososy horribles los actos de crueldad
lampreas en sus estanques, y cada vez que se encolerizaba contra un con los esclavos. Si sabían ya mejor entonceslos hombres lo que habían
esclavo, hacía que le echasen al estanque, para que sirviese de alimento de hacer, tardaban más en hacerlo. Era en aquel tiempo dicho común
a sus lampreas. Una vez que el Emperador comía con Polio, uno de el de que un hombre tenía tantos enemigos cuantos eran sus esclavos.
aquellos siervos infortunados rompió una copa de cristal, y al punto No podemos maravillarnos de esto, cuando sabemosde qué modo los
ordenó Polio que el criado poco diestro fuese echado a sus peces, como trataban. En muchos lugares def país, era uso hacenks trabajar cargados
tenía de uso. En vano le pidió Augusto que lo perdonase. Airado en- de cadenas. De noche los encerraban en grandes barracones (ergastula),
tonces el Emperador, y disgustado, como es fácil creer, de la crueldad subterráneos en parte, iluminados sólo por pequeñas ventanas, puestas
de Polio, ordenó que se rompiesen al punto todas las copas de la casa, a tal altura que no podían los esclavos ver afuera por ellas. En Roma
y que se llenasen de sus tiestos los estanques de los peces. Pero bien misma era uso tener ai portero encadenado a la puerta como un perro.
puede concebirse cómo andaban entonces las cosas, cuando atrocidades En las casas grandes había un siervo (silentiariu), cuyo oficio era
como éstas eran castigadas tan ligeramente, y eso porque quiso el azar hacer que se guardase completo silencio entre sus compañeros de servi-
que acontecieseel caso en la presencia del Emperador. En los primeros dumbre, y el más ligero ruido, una tos, un estornudo, eran al punto
y sencillos tiempos de la República, no era, en algún sentido, tan mísera castigados y con golpes. Les daban 8 comer las cosas más ruines.
160 ANTIGÜEDADES ROMANAS 161
MARTf / TRNXJCCIONES

Catón dice, que en aumento de sus raciones mensuales de trigo, van a nadie. No lo ocultaba nadie. Cuando lo capturaban, le marcaban en
tener unas cuantas aceitunas pasadas, de las que es preciso deshacerse la frente son un hierro ardiendo una F (/ugitivus), y le enviaban a
pronto; y cuando hayan dado fin a éstas, puede ser que tengan un trabajar por años, si no por su vida entera, cargado de cadenas. Aún
poco de pescado salado y vinagre. Hasta de sus pobres gajes les privaba hay en Roma un collar, que llevó puesto al cuello un fugitivo, y tiene
el vilicus para su propio provecho. Dábanles una vez cada dos años esta inscripción : “Fui: tene me: cum revocaveris me d (omino) m(eo)
un manto y un par de zapatos de madera; y cada año, una túnica En Zonino accipis solidum”, esto es, con unos cuatro pesos fuertes.
nada se ve más aquella economía que distinguía tanto al hacendado 16. Los libertos.- Bien se ve, pues, cuán triste era la vida de un
romano, que en el exigir a los esclavos que diesen al vi&& sus vestidos esclavo en la familia rústica. Trabajaba durante todo el día por la
viejos, con los cuales hacían colchas de retazos (centones). Los castigos más ruin comida y el más miserable alojamiento, expuesto siempre a
eran numerosos y crueles. Por las culpas ligeras les azotaban con las los golpes de un dueño cruel, o de un mayordomo más cruel todavía,
varillas (virga), o con un haz de vástagos de olmo (ulmei). Más dolo- aunque también esclavo. No había para él más probabilidad de vivir
rosos eran los azotes dados con un látigo (scutica), o tira de cuero libre que la de escapar en salvo a los bosques, y morar en ellos como
(lorum), semejante al látigo de cuero de buey que usan en América. un bandido, o la de unirse a uno de aquellos alzamientos que estallaban
Pero la flagelnción era el castigo más terrible (flugrum o flagellum). comúnmente, cuando se hacía ya el cautiverio demasiado amargo e
Hacía de azote para este castigo un manojo de cuerdas en que habían insoportable, alzamientos que sofocaban y castigaban los romanos COII
amarrado muchos nudos, e insertado pedazos de hueso, y a veces severidad inmisericordiosa. Más probabilidades de mejora tenían los
garfios, para rasgar las carnes. No es maravilla que muchos esclavos esclavos de la ciudad. Si era su dueño bondadoso, permitíase al esclavo
muriesen bajo los golpes de este espantoso instrumento. Y para que no que guardase sus propios ahorros (peclllium), y que, si a tanto le alcan-
se moviesen y fórcejeasen mientras recibían los azotes, solían suspen- zaban, rescatase con ellos su libertad. Era también frecuente, que ya en
derlos en el aire, con pesas atadas a los pies. Otro modo de castigar vida, o ya al morir, diese el dueño, por medio de testamento, la libertad
era la /urca, pieza de madera en forma de V que ponían en el cuello a sus esclavos. Si había dado su señor los pasos necesarios, hacíanse
del esclavo, y a cuyos extremos le ataban ambos brazos. Raras veces les los siervos ciudadanos romanos; y aunque eran siempre considerados
daban muerte, en atención al valor que como objeto de propiedad tenían como libertos (libertini), podían llegar a ocupar con el tiempo en el
los siervos; mas sí decidían dársela, clavaban al esclavo en una cruz, Estado cualquier puesto que su talento alcanzase a conquistarles. Además,
que es uno de los más dolorosos modos de morir que puedan ser los esclavos de Roma no eran siempre de raza inferior, como los negros
imaginados. A creer a los escritores romanos, las mujeres eran aún en América. Eran a menudo inteligentes y bien educados griegos, en
mucho más crueles con sus esclavos que los dueños; y los castigaban muchos sentidos más capaces que sus dueños romanos. Así les llegamos
sin piedad por la más fútil ofensa. En Grecia podían al menos los a ver en los tiempos del Imperio, levantados a gran riqueza y poder
siervos fugarse algunas veces: nunca en Roma. Allá donde eran muchos, por el favor de los emperadores. Algunos de ellos fueron encargados del
y pequeños y contiguos los Estados, no era empresa muy difícil huir gobierno de las provincias, otros del mando de flotas, y más de una vez
de uno a otro; y aunque en tiempos de paz, los Estados limítrofes vemos la ciudad de Roma misma, en la ausencia del emperador, puesta
devolvían, caso de ser pedidos, a los siervos fugitivos de los Estados bajo el poder ilimitado de uno de sus libertos. Pero, por supuesto, la
amigos, no así en tiempo de guerra. Por esto leemos que cuando los gran mayoría de los libertos continuaban. siendo siempre los pobres
espartanos se apoderaron de Deceleia, fortaleza en Atica, se unieron a dependientes de sus primitivos dueños, prontos en su mayor parte a
ellos 20,000 siervos, que quedaron libres, Pero idónde habían de obedecer sus mandatos, buenos o malos, viviendo de su generosidad, o
refugiarse en tan vasto imperio como el de Roma? Apenas se fugaba del trigo que distribuía el Estado gratuitamente, y robusteciendo con
un siervo, ya estaban llenos los muros de las ciudades vecinas de descrip grandes creces aquella muchedumbre de gentualla perezosa y vagabunda
ciones del fugitivo, ya andaba por las calles el pregonero público que pululaba en las calles de Roma. No hay plaga mayor, ni maldición
ofreciendo recompensa al que lo hallara y entregase. No lo ayudaba miís grande para un país que la esclavitud; pero en Roma todo lo
162 MARTÍ / TRADUCCIONES ANTIGÜEDADES ROMANAS
163
que hacía mayor este mal, se hallaba en exceso, y, por número mayor de razones
que el que podemos explicar aquí, vino a ser esta peste de la esclavitud la ruina
del Estado.
17. Materiales de los vestidos.-Un romano del tiempo de la República se
vestía casi enteramente de telas de lana. Las de hilo no eran desconocidas,
porque el lino crecía en varias partes de Italia, y era hilado y tejido para
diversos usos domésticos. Y había tribus italianas que usaban vestidos de
hilo como los griegos de la Jonia. Pero en Roma no era usada esta tela mas
que para unos calzoncillos cortos (subligacula) o unas fajas con que se
envolvían las caderas, o para pañuelos de bolsillo. No conocían tal vez el
algodón en más forma que en la de muselinas de la India (carbasa), que
solfan importar ya en los últimos tiempos, y eran tenidas como cosa de
gran lujo. Novino a usarse la seda comúnmente hasta los días de los últimos
emperadores. Mas ya en la época de la República traían sedas del
Oriente, que eran usadas por las mujeres. Y en tiempos tan distantes como
los de Aristóteles, que murió 322 años antes de Cristo, eran traídos los
gusanos en caravanas de China a la isla de Cos, donde fabricaban con
la seda muy delgados y casi diáfanos vestidos, llamados Coae vestes.
Más tarde usaron los romanos esta clase de géneros; y vinieron a
hacerse comunes las imitaciones de ellos en finas telas de hilo. Pero
hasta la época de los emperadores, hemos de imaginarnos siempre
a los romanos, ya hombres, ya mujeres, vestidos con géneros de lana.
18. Vestido de los hombres.-El vestido propio de un romano era la
toga. Era ésta un gran trozo de paño, como de quince pies de largo y diez
de ancho; por lo que no quedaba tan cuadrada como el manto griego.
Parece que redondeaban las esquinas, como para darle una forma un tanto
oval. Cuando habían de usarla, la plegaban por la parte larga en dos dobleces,
pero no precisamente por el medio, para que un doblez quedase más ancho
que el otro. Echábanse por sobre el hombro izquierdo una de las puntas,
de modo que cayese casi tocando el suelo por delante; y traían de detrás
por debajo del hombro derecho, que quedaba desnudo, la parte más larga,
que se echaban también por sobre el hombro izquierdo, haciéndola caer un
poco en pliegue sobre el pecho, y dejando colgar sobre la espalda la punta de
esta parte del vestido. Los pliegues de la toga eran dispuestos con muy gran
cuidado, de modo que cubriesen, en tanto como fuera posible, el lado derecho,
y que colgasen graciosamente por delante del cuerpo. Por último, parece
que sacaban afuera el extremo que había quedado colgando al principio Frc. ó.-Toga romana
164 MARTi / TRNNJCCIONES N+TIGüEDADES ROMANAS 165

debajo de los pliegues, y lo recogían entre ellos, como para qne quedase y la cual era bastante ancha para que se la pudiese llevar sobre la toga.
todo bien sujeto, y se mantuviese en su propio sitio el traje. No usaron Como ésta podía ser de colores vivos, usábanla en ocasiones como
los romanos de la primera época más vestidos que la toga sobre el adorno; pero en tiempo de Cicerón, era mal visto llevar esta clase de
subligacuhm: y se cree que lo usaban lo mismo las mujeres que los togas, y Augusto prohibió expresamente que se entrase en el Foro con
hombres, y de día como de noche. Y aun en tiempos posteriores vestían ellas. La laena se parecía en su forma al sagum; pero estaba hecha,
de esta manera los candidatos d empleos, y los amantes de las antiguas como la paenula, de una especie de bayeta: en tiempos posteriores, sin
costumbres, como Catón el Joven. Mas se hizo al cabo común llevar embargo, parece que se la hizo de fina púrpura. Todos éstos eran
bajo la toga una especie de camisa que llamaban twicu. La túnica vestidos de salir. En la casa, no se sabe que usaran pieza alguna sobre
estaba hecha de dos piezas cosidas por los lados. Carecía de mangas, la túnica, excepto en los banquetes, cuyo traje propio era la synthesti,
0 las tenía sumamente cortas; y llevar una túnica con mangas que vestido .cómodo de alegres colores. Escarlata, purpura, azul celeste,
cubriesen el brazo hasta la muñeca era tenido en tiempo de Cicerón como verde y violeta, eran los colores usualesde la synthesis.
señal de afeminamiento, aunque despuésvino a ser éste el modo cons- 19. Vestido de las mujeres.-El vestido propio de la matrona ro-
tante de llevarla. Solían también usar bajo la túnica otra pieza ajustada mana ‘era la stola. Era ésta una túnica larga que llegaba hasta los pies,
con mangas, llamada subucuh. Y a veces usaban más de una túnica. con mangas cortas, ceñida alrededor del talle, y rematada en el borde
Cuentan de Augusto que, porque sufría mucho del frío, llevaba en el inferior por un vuelo o ribete (instita). Bajo la stolu se ponían una
invierno cuatro túnicas debajo de la toga, a más de la subucula. La túnica interior (subucula), y otra pieza ajustada (fascia). El manto de
túnica, como la toga, era siempre de paño de lana blanco; pero la de salir era la pulla. Parece que las que usaban la stola, llevaban la palla
los senadoresse distinguía por una franja de púrpura que la atravesaba, plegada sobre el cuerpo de un modo muy semejante al que tenían los
en la parte de delante, de alto a bajo, y la de los caballeros, esto es, los hombres de llevar la toga. Pero las jóvenes y las extranjeras, que no
ciudadanos ricos, por dos de estasfranjas. usaban stola, plegaban su palla de un modo muy semejante al chiton
La toga era también el vestido de calle propio del ciudadano. En dorio. Doblaban el paño blanco, que era cuadrado, a lo largo de uno
el Foro y en las calles de la ciudad la llevaban siempre; estaba prohibido de sus lados, de modo que como una tercera parte de él quedasedoble;
usarla a los esclavos y a los extranjeros; y los niños romanos, que y se lo echaban así por encima del cuerpo, recogiéndoselo sobre el
hasta que entraban en diecisiete años llevaban una toga ribeteada de
hombro derecho, de manera que la parte doble cayese colgando por de-
púrpura, eran, cuando habían llegado a esta edad, llevados por suspadres
lante. Quedaba cubierto todo el lado izquierdo, cuyo brazo sacaban
y amigos al Foro, donde hacían su aparición formal vestidos ya de la
por debajo del paño, el cual recogían luego bajo el brazo, dejando libre
toga blanca, y se registraban como ciudadanos romanos. Así Virgilio
éste entre la parte alta del manto y el recogido. El lado derecho que-
llama a los romanos “los señoresdel mundo, el pueblo que usa la toga”.
daba todo abierto, sujeto sólo por sobre el hombro, y por el ceñidor
Pero la toga era una incómoda y pesada vestidura; por lo que vino
quedando reducido su uso a las ocasiones de ceremonia. Las clases que se ponían a la cintura. Pero las jóvenes dorias no usaban más que
pobres se contentaban generalmente con la túnica, y en tiempo frío o el chiton, en tanto que las romanas llevaban siempre también bajo él
húmedo llevaban sobre ella la puanula, una especiede capa sin mangas, una túnica.
abotonada por delante, y un poco justa al cuerpo, hecha comúnmente 20. Artículos de uso para la cabeza y el calzado.-No usaban som-
de un paño oscuro y grueso, como la bayeta, o de cuero. Sagum llamaban breros ordinariamente los romanos. Ni sus mujeres los usaban. Cuando
a un abrigo más suelto de la misma clase, que dejaba los brazos más estaban de viaje, se amparaban los hombres del sol con un sombrero de
libres: usábanlo principalmente los soldadosy los labradores. Un sugwn anchas alas (petasus, causiu) ; y unos semejantesllevaban en el teatro
rojo que llevaban los generales era conocido con el nombre de palu.& con el mismo objeto cuando el viento excesivo impedía que pusiesen
mentum. La kzcerna, con que se solían abrigar las gentes ricas, era una los toldos de usanza. El nativo pileus, que era un gorro ajustado de
clasemásfina de sagum, a la que añadían a vecesuna capucha (cucuUu,r), fieltro, parece haber sido usado solamente por los artesanos y los es-
166 MARTí / TRADUCCIONES ANTICiiEDADES ROMANAS 167

clavos.Jamás salían sin velo las mujeres, y porque salió sin él una
romana, SBdivorció de ella su marido. Pero no eran aquellos velos como
esos que usan aún en el Oriente, que cubren todo el rostro. De esa
costumbre de salir al sol con la cabeza descubierta venía tal vez que
los romanos sufriesen tanto de la vista, como sucede ahora por razón
semejantea los egipcios.
Los zapatos (calcei) eran parte importante del vestido, y diferian
según el rango del que los usase. El mutleus rojo era el zapato de los
cónsules; y el de los senadores, uno negro atado con cuatro correas,
y adornado con una media luna de plata en el empeine. El de los ciu-
dadanos comunesera un zapato negro bastante parecido al nuestro. Las
clases pobres se calzaban con zapatos de madera, como los zuecos que
llevan los campesinosen Francia, y los chanclos que usan los del Lanca-
shire. Pero no se acostumbraba llevar el calceus, sino cuando se iba
vestido de toga. En la casa no usaban zapatos, sino sandalias (soleae),,
que consistían en una suela de cuero, sujeta al pie por una correa que
pasaba entre el dedo grueso y el contiguo, y se ataba alrededor del
tobillo con otra correa que salía del talón de la suela. Pero durante
la comida, hasta de las sandalias se despojaban, y los huéspedesse
reclinaban en sus literas descalzos (véase pág. 123).
21. Objetos de adorno.-Acostumbraban usar los hombres un anillo.
Fue éste de hierro al. principio, pero luego los senadores,y los caballeros
(equites) después, ostentaban anillos de oro. Durante el Imperio, era
común ya llevar muchos anillos, adornados con piedras preciosas,talladas
a veces muy hermosamente. Emp1eaban estos anillos como sellos; y
muchos han llegado hasta nosotros, y son pagados por cierto a muy
alto precio. Fueron las damas de Roma aficionadísimas a toda clase
de articulos de adorno, embellecidos con todo género de joyas. En
collares, pendientes, brazaletes, broches, cadenas y sortijas hacían os-
tentación de su riqueza, y agotaban con estos excesos a menudo las
arcas de sus esposos. De las piedras preciosas, el diamante era ya
entonces la más estimada; pero también se sabe de enormes sumas
pagadas como precio de perlas y esmeraldas. Los hijos de padres libres
llevaban al cuello un relicario de oro (bulla), redondo o en forma de
corazón, que dejaban de usar, al mismo tiempo que la toga praetextu,
FIS 7.-Criada. con stola de mangas y palla, vistiendo a una cuando entraban en la edad viril. Era este relicario no sólo como adorno,
novia la stola con instita y la palla.
sino como amuleto, para librarse del “mal .de ojo”; y aquellos que no
podían costear una bulla de oro, usaban en vez de ella un nudo de cuero.
168 BfAFtTí / TRADUCCIONES
ANTICikDADES ROMANAS 169
22. La barba y el cabello.-Podemos notar que los romanos primiti- armoniosas en honor de la gloria del muerto. Seguían a los mtísicos unas
vos se dejaban crecer las barbas y el cabello. Escipión el Africano fue el mujeres que llamaban praeficae, a quienes alquilaban para que fuesen
primero que puso en boga el afeitarse diariamente; y desde su tiempo entonando canticos (nenia) de lamentación por la partida del difunto.
hasta el del emperador Adriano, acostumbrábase llevar corto el cabello, Ya en últimos tiempos tomaban parte los actores en esta solemnidad, y
y toda la barba rasa. Pero Adriano dej6 crecer su barba para que le recitaban en ellas oportunos pasajes de los poetas, y-por mas que choque
cubriese ciertas cicatrices que tema en el rostro: y sus cortesanos a nuestro modo de pensar moderno- bufoneaban y decían chanzas. A esto
siguieron su ejemplo. Había cuatro excepciones, sin embargo, a esta seguía, si el muerto era un noble, la parte más sorprendente de la procesión.
costumbre de ir afeitados constantemente. Los hombres de las clases Ya se ha dicho que había en las paredes del atrium en las casas, unos nichos
pobres no tenían tiempo que perder en visitas diarias a las tiendas de en que se guardaban las mascarillas de cera (imagines) de todos los antepa-
barbería; los petimetres de la época de Cicerón gustaban más -por lo que sados de la familia que hubiesen desempeñado algún empleo curul. Y en
les llamaban bene barbati- de llevar las barbas peinadas y aderezadas con los funerales se alquilaban actores que se pusiesen estas mascarillas, enne-
lindura que de ir con la faz lisa; los filósofos, y a veces los poetas, llevaban grecidas por el tiempo, mas donde podían verse aún las facciones de los altos
la barba crecida como señal de su profesión; y los hombres de todas las romanos a quienes recordaban, y que asistiesen en el séquito, ya a pie, ya a
clases se la dejaban crecer mientras estaban de duelo. Recortaban caballo, con los mismos vestidos que cada uno de aquellos prohombres
(tondere) o afeitaban (radere) la barba con una navaja (novacula) en había usado en vida, y acompañados de una comitiva de lictores. Parecía
las tiendas de barbería, que eran en Roma, como han sido siempre en como si todos los ilustres antepasados de la casa se hubieran levantado de
Italia, lugares muy favorecidos para platicar y dejar correr el tiempo. sus tumbas para acompafiar hasta la suya a su descendiente. Venía después
23. Los funerales.-En nada se demostraba tanto el honor y alta en su féretro el muerto, rodeado de los trofeos que hubiese ganado en las
consideración en que era tenido un digno ciudadano de Roma como en los batallas, o en más pacíficas contiendas. Los niños, parientes, amigos, clien-
ritos de sus funerales. No bien había exhalado el último aliento, el pariente res y libertos, asistían al funeral vestidos de duelo, y era aquélla ocasión
más cercano le cerraba los ojos; y todos los presentes se unían en un clamor, en que los hombres se cubrían la cabeza con un velo, y la única en que
llamándole por su nombre (conclumabahtr). Si su silencio resultaba ser el de dejaban de usarlo las mujeres. Iba así el séquito hasta el Forum; colocaban
la muerte, tributaban a su cadáver los últimos respetos. Los muñidores el cadáver frente a la tribuna; sentábanse en semicírculo alrededor de él,
(libitinarii), que tenían su oficina en el templo de Venus Libitina, recibían en las sillas curules, los que representaban a sus antepasados; contaba un
la orden de preparar un funeral, y en frente de la casa era plantado un hijo del muerto, o uno de los parientes más cercanos, las hazañas de
pino o un ciprés, porque ninguno entrase sin saber que había allí muerto, aquellos cuyos rostros estaban antebél, y la manera con que el difunto
y el consiguiente riesgo de contagio. Tendían el cadáver en el atrium con había cumplido los deberes de hijo de tal casa. Formábase la procesión
los pies hacia la puerta de entrada, vestido de toga, ya sencilla, ya con la de nuevo, y seguía andando fuera de las puertas de la ciudad por una de las
franja de púrpura de los magistrados, con arreglo al rango del difunto. calzadas. Más allá de los muros de Roma, al lado de la tumba de la familia,
Llegado el día de los funerales, un pregonero (praeco) citaba al pueblo alzabase la pira funeral. Ponían en ella el cuerpo, rociado con olores, y
a acudir a ellos, con estas palabras: “Ved aquí a un ciudadano (guiris) coronado de guirnaldas, como postrera muestra de cariño. Entonces, desvia-
muerto; si alguno puede acompañarlo [v. g. a L. Titius, hijo de Lucius], la dos los ojos, acercaba la antorcha a la pira el pariente más cercano, y las llamas
hora ha llegado: ahora le están sacando de su casa”. No se celebran los ascendían por el aire entre los llantos de los dolientes y las notas de los
funerales, como en Atenas, antes de romper el día, sino a cualquier hora cuernos y las flautas. Y cuando ya nada quedaba de la pira, recogían las
de este que fuese conveniente. Abrían el séquito los tocadores de flauta, cenizas del cuerpo, y las apagaban con vino. Las secaban en paños, las
trompeta y cuerno, tocando alternadamente notas tristes, y melodías cerraban en la urna funeral, y las colocaban en un nicho en la sepultura. Un
MARTí / TRADUCCIONES
170

sacerdote rociaba tres veces con agua purificadora a los dolientes, y los
despedía con el solemne ilicet (podéis iros). Pronunciábase la última despe-
dida (vale) y el séquito volvía a emprender el camino de la ciudad. Teman al
principio una tiesta funeral junto ala tumba; mas luego se tuvo esta fiesta en
la casa del difunto, y se hacían juegos, y especialmente combates de gladia-
dores, como honor a la memoria del muerto. Solía ser que enterrasen el
cuerpo en un ataúd (arca) en vez de quemarlo; pero, en lo demás, eran
iguales las ceremonias. Si el muerto era pobre, no hay que decir que los CAPÍTULO v
funerales eran mucho más sencillos: dábanle sepultura en un cementerio
público en el monte Esquilino, y, para ahorro de gastos, se hacían de noche
LA VIDA PÚBLICA DE LOS ROMANOS
las ceremonias.
1. La vida en la ciudad.-Hemos tratado de representarnos al romano
en su casa; le hemos visto en sus comidas, en su baño, en su ejercicio; hemos
intentado saber algo de su esposa, hijos y esclavos. Sigámosle ahora en su
vida en la ciudad: hagamos por verle en el trato con sus conciudadanos. Mas
no debemos olvidar, ante todo, que los asuntos públicos entraban por
parte mucho menos prominente en la vida de un ciudadano de la clase
media, o de los bajos órdenes de Roma, que en la de los habitantes de
una ciudad griega como Atenas. No digo menos importante; sin duda, en
la gran lucha entre patricios y plebeyos, el espíritu de partido rayó muy
alto; y como las gentes nobles y las comunes luchaban con igual brío por
algo que les importaba grandemente, las asambleas de los ciudadanos y
las elecciones de los magistrados eran, por de contado, cosas del más grande
interés. Pero los romanos nunca cuidaron mucho de la discusión en sí
misma; y, salvo cuando iba a hablarse en el Foro de algún asunto de
importancia extrema, se satisfacían con dejar la dirección general de los
negocios a los hombres de Estado eminentes (véase pág. 104). Y los tribu-
nales mismos, que proporcionaban tanta ocupación a los ciudadanos de
Atenas (Antigüedades Griegas, art. 96), o no requerían jurados, o tomaban
los requeridos de entre los romanos de la clase rica. Era, pues, la vida en
la ciudad,menos amada que en Grecia: en los antiguos tiempos, especial-
mente, gran número de los ciudadanos vivían en sus haciendas, a diez o
veinte millas de Roma, y no venían ala ciudad sino cuando los llamaban
a ella negocios importantes. Las principales ocasiones de su venida a
Roma, eran las de celebración de los comicios (contitia), asambleas del
pueblo, en que éste elegía magistrados, dictaba leyes, y decidía de la
172 MARTÍ / TIUDUCCIONES ANTIGÜEDADES ROMANAS 173

paz y de la guerra. De estas asambleas había tres clases: en una de cosaspolitícas se hizo imposible para ciudadanos de peno y respeto;
(comitiu curiata) sólo eran admitidos los patricios; a la segunda (comitia los cuales sintieron un verdadero alivio cuando, con la venida del Im-
centuriala) podían concurrir todos los ciudadanos; pero llegada la hora perio, vinieron a quedar aquellas asambleassin poder alguno real, y
del voto, estaban arregladas las cosas de manera que los más ancianos y reducidas a formalidad sin importancia.
ricos tenían más peso en la votación que los más jóvenes y pobres; a 2. Elecciones.-Pero en el tiempo de Cicerón y César, todavía ee
la tercera clase (comida tributa) venían todos los ciudadanos, y votaban mostraba grande interés en las elecciones. Doble era la razón de esto.
en grupos, no conforme a su edad o riqueza, sino conforme a la porción En primer lugar,. había casi desaparecido la antigua distinción entre
del campo en-que cada hombre tenía su tierra. Parece que al principio patricios y plebeyos, a lo menos en los asuntos prácticos. Se había
no se permitía que votase, ni aun en los comicios por tribus, a aquel sreado una nueva clase de nobles (nobiles), formados de aquellos cuyos
que no poseyese alguna tierra suya; pero después desapareció esta padres, o antepasados,habían desempeñadoaltos empleosde Estado. La
restricción. Pueden leerse en la historia de Roma los cambios que elección para una de las magistraturas más importantes, daba al electo
fueron sufriendo estas asambleas. Lo que más nos importa saber ahora el derecho de entrada en el Senado, y a sus hijos el de ser admitida
es que, antes del fin de la República, ya no se reunían en verdad más en las filas de esta nueva nobleza. Las provincias de Roma estaban
que para elegir magistrados. Por desventura los romanos no dieron además gobernadas enteramente por nobles enviados a ellas por el
nunca con el medio único que puede hacer duradero en una nación Senado, después que habían terminado su año de empleo como pre
grande el gobierno por el pueblo, y este medio es el de que el pueblo tores o como cónsules. Tenían estos gobernadores, aun. cuando fuesen
elija representantesque discutan y resuelvan en su nombre. Natural era justos y honrados, muchas ocasiones de aumentar en las provincias su
que, cuando el gobierno de Roma se extendía solamente al de la ciudad riqueza; y cuando, como acontecía demasiadoa menudo, eran inclinados
misma, y el de una comarca de escasasmillas en torno de ella, tuviera a la corrupción y a la violencia+ no había apenas límite al botín que
cada ciudadano el derecho de aparecer en persona a hablar y votar en acaparaban con todo género de abusosentre los desgraciadosprovincianos.
las asambleasdel pueblo. Pero cuando los ciudadanos romanos llegaron Su única traba era el temor de ser perseguidos por mal gobierno luego
H estar esparcidos por todas partes de Italia, es claro que no podía ya de su vuelta a Roma; pero los tribunales que los habían de proce+ar
asistir a las asambleas sino muy corto número de ellos. Gran suma eran tan corrompidos, que el cohecho aseguraba casi siempre la absolu-
de la autoridad cayó, por tanto, en manos de aquellos que vivían en la ción a los más desvergonzadosgobernadores. Se recuerda, a propósito de
ciudad, o muy cerca de ella. Surgió entonces la práctica de celebrar, esto, a un noble romano, que se mostraba deseosode conservar el go-
no asambleasregulares (comitia), sino otras reuniones (contienes), de bierno de su provincia por tres años: en el primero contaba con acumular
carácter completamente libre y público, como las grandes reuniones en dinero bastante para pagar las deudas que había contraído para lograr
que acostumbra hoy juntarse a oír hablar de sus asuntosel pueblo inglés. que se le nombrase para aquel gobierno; en el segundo, amontonaría
Y en esascontienes, todo aquel que quería, esclavo o libre, ciudadano el caudal suficiente para cohechar al juez que había de absolverle des-
r) extranjero, podía ocupar un puesto, y aplaudir o silbar cuando le pu& de su vuelta; y en el tercero, reuniría toda la fortuna que le era
pluguiese. No había muchos que tuvieran el valor de que dio muestras menester para vivir holgadamente el resto de au vida. Pero por mucho
Escipíón el Joven, cuando le voceaban en una de estasjuntas. “iCallaos”, que el pueblo abandonasela dirección de sus asuntos a aquellos hombres
exclamó, “hijastros de Italia! iPensáis que he de temer a aquellos a principales a quienes distinguía con su favor, guardaba siempre en eun
quienes yo mismo he enviado en cadenas al mercado de esclavos?” Por manos las riendas de las eleciones, por lo que podía obtener algo para
eso los hombres principales de aquel tiempo hacían por ganarse el apoyo su beneficio por medio de aquellos a quienes ayudaba con sus votos.
de la “opinión pública” de “la gentualla de la plaza del mercado”, como En los años en que Roma batallaba por su propia vida con enemigoa
Cicerón solía llamarla. Y los más grandes asuntos del Estado se decidían como Pirro, como los samnitas, como Aníbal, era dificil que los ejércitos
por la influencia que los hombres pudientes podían por este medio ejercer de la nación fuesen puestosbajo el mando de hombres que no merecíeaen
en las autoridades. Es fácil, pues, entender cómo toda discusión seria crédito de caudillos hábiles y valerosoa. Hubo vea en que el magistrado
174 MARTÍ / TRADUCCIONES ANTIGÜEDADES ROMANAS 175

que presidía una elección se negó a aceptar el voto del pueblo en favor más ocasionesdaba para esto, por ser del deber de los ediles cuidar de
de un candidato que él no creia idóneo; y les ordenó que se volviesen la mayor parte de los juegos públicos, lo que le daba oportunidad de
y votasen por alguno mejor. Pero, conforme iba creciendo el Imperio gastar mucho más de lo que el Estado proveía para costear aquellas
y el peligro de que pereciera a manos de sus enemigos parecía menor, funciones. Pero a veces un pretor hacía lo mismo.
fue siendo la popularidad del candidato el motivo de que el pueblo le 4. La votación.-Fijaba el día de la elección el magistrado que había
eligiese,popularidad que ce ganaba en ocasiones,o se asegurabaal menos, de presidirla, de acuerdo, por lo común, con !os deseosdel Senado. Los
por el soborno. No mucho despnésde la segunda guerra púnica fue ya comicios por centurias, que elegían los magistradossuperiores, se reunían
necesario dictar una ley contra el soborno. Pero se halló que era punto siempre en el Campo de Marte, fuera de las murallas de la ciudad: los
menos que imposible ponerla en práctica, en tanto que los ricos se comicios por tribus, que elegían a los tribunos y a los ediles, y a loa
mostraran deseososde comprar los votos del pueblo, y el pueblo de ven- magistrados menos importantes, solían reunirse en el mismo lugar, 0
derlos. Leyes tras leyes fueron dictadas sobre esto, cada una más severa en el Foro o el Circo. El Campo dc Marte estaba dividido en departa-
que la que le precedía, sin que diesen más fruto que el de que se mentos, a los cuales pasaban las tribus o centurias para registrar sus
ingeniasennuevos modos de eludirlas, a tal extremo que nunca fue mayor votos. Fue uso al principio poner a la entrada de cada división a un
esta práctica del soborno que en los últimos días de la República. empleado que tenía el encargo de preguntar a los ciudadanos por quién
3. Los trabajos de Za candidatura.-Cuando un romano deseabaser daban sus votos, los cuales eran apuntados al candidato corriendo una
electo para una magistratura, había de ir solicitando (ambire) los votos señal (punctum) en una tablilla puesta enfrente de su nombre, por 10
de sus electores. A esto se llamaba ambitu,s o ambitio, de donde, con que la frase de Horacio punctum /erre significa “ganar un voto”. Pero
ligero cambio de sentido, viene nuestra palabra ambición. Acostumbraba luego se mandó por ley que la votación se hiciese por boletas, que entonces
el pretendiente presentarse en el Foro, en el Campo de Marte; y en eran tablillas, de las que cada votante recibía una (tabello) en la cual
otros lugares de recreo público, con su toga nuevamente teñida de blanco escribía el nombre del candidato a quien favorecía. Contábanselos votos,
(candida), por lo que fue llamado todo pretendiente candidatus. Acom- y anunciaba el resultado el presidente.
pañado por amigos influyentes (deductores) y seguido por un grupo 5. Honores de los magistrados.-Cómo vinieron los romanos a tener
6US diferentes clasesde magistrados, y qué autoridad tenía cada uno de
de clientes y ciudadanos pobres (sectatores), andaba de uno y otro lado
estrechando las manos de los votantes (prensatio), y pidiéndoles su ellos, ha sido ya dicho en la Cartilla de HMtoria Romana. Pero no estará
apoyo. Un nomenclator le asistía, cuyo oficio era decirle los nombres de másque digamos aquí algo de los honoresque los magistradosrecibían,
de aquellos a quienespudiera no conocer, para que se dirigiese a ellos sin si queremoshacernos una idea más cabal de la vida de Roma en tiempo
tropiezo. Luego que la jurisdicción de Roma se extendió sobre toda de Cicerón. El signo especial de la autoridad de la magistratura era el
la Italia (Nociones de Historia de Roma, págs. 92 y 93), se hiio algunas acompañamiento de los lictores. Llamábase así a unos empleados que
veces necesario viajar por las ciudades del campo para asegurarse 10s iban en fila, uno tras otro, delante del magistrado, para abririe paso por
votos de sus habitantes; y cuando Cicerón contendió para ser electo al las callesatestadasde gente, y cumplir susórdenes. Iban siempre vestidos
Consulado, llegó a pensar en ir con este objeto a las colonias de la Galia con la toga nacional, y llevaban en la mano izquietda, descansándolasen
Cisalpina. Por de contado que aquel que había regalado con fiestas o sus hombros, ias famosasfaces. Eran éstasunos haces de varas de olmo
actos semejantes de liberalidad a sus conciudadanos y vecinos, contaba atadas alrededor de un hacha, y servían a la vez de símbolo del derecho
que en la lucha le amparaseel favor de éstos. Regalar a los ciudadanos de los magistrados de azotar y decapitar a los delincuentes, y de instru-
estaba prohibido por diversas leyes, mas casi siempre se hallaba modo mentos para aplicar el castigo. Sólo que dentro de las murallas de la
de evadirlas. Pero era cosa bastante común, que antes de que se pre- ciudad, ningún magistrado tenía derecho de vida y muerte sobre los
sentase un romano como candidato, diera juegos, banquetes y espec- ciudadanos: y, en señal de esto, el hacha era sacadade las fascescada vez
táculos, lo cual hacía a veces cuando estaba aún en posesión de un que los lictores aparecían en las calles de Roma. Los cónsules,y todos
empleo inferior a aquel a que aspiraba. El empleo de edil era el que aquellos a quienes era concedida su autoridad (pro consule) para mandar
176 bfARTí / WUCCIONES ANTIGihMDES ROMANAS 177

un ejército o gobernar una provincia, llevaban doce lictores. Ib pretor estuviese en peligro la vida de un ciudadano, se apelasedel riesgo ante
tenía seis, generalmente; pero cuando estaba en Roma, sólo tenía doz. la asamblea de todos los que gozaban del derecho de ciudad. Vino al
Un edil no gozaba de ninguno, a menos que hiciera las veces de juez; mismo tiempo a ser costumbre que el cónsul encomendasea otros ciuda-
y es sorprendente que no fuese tampoco permitido el uso de lictores a danos, como a representantes de él, el deber de juzgar en los procesos.
la que era en cierto sentido una de las más altas magistraturas de Roma: Cuidemos ahora de explicar con claridad cuál era la diferencia entre los
la censura. Tenían también los magistradossuspropios asientosde honor: que en la ley moderna son conocidos con los nombres de delitos civiles y
el de los superiores era la silla curul (sellu curulis), que fue en zu origen criminales. No era por completo IR diferencia de entonces la misma de
una silla colocada en un carro (carrus), pero que después,cuando se hizo ahora; pero podemos decir que, en general, el primer grupo +cluía
difícil andar en vehículo de esta clase por las calles de Roma, quedó con- aquellos delitos de que pedían reparación los ciudadanos privados; y
vertida en una silla de forma especial (pág. 125). El asiento de los en el segundo grupo entraban todos aquellos a quienes los magistrados
tribunos plebeyos era un banco (subsellium), y en él se sentaban todos imponían castigos por ofensas al Estado. De los delitos criminales,
juntos. En muchos lugares leemosque,era visto como un derecho peculiar los quaestores eran los jueces, especialmente cuando se hacían al ciu-
de los magistrados el permanecer sentados,en tanto que los ciudadanos dadano cargos capitales, esto es, cargos que traían consigo, de ser
estaban de pie en su presencia. Ya se dijo cómo vestían los magistrados: probados, la pérdida del caput (del “derecho de cabeza” del ciuda-
aquí añadiremos que un general victorioso llevaba en el acto del triunfo, dano, que le daba su puesto en la comunidad). Porque ha de tenerse en
no sólo la toga de púrpura bordada (toga picta), y una túnica adornada cuenta que un ciudadano perdía su caput, tanto por ser expulsado del
con figuras labradas en oro (tunica palmata), sino que ademásllevaba en gremio de ciudadanos de Roma, como porque su cabeza fuera arrancada
su mano un cetro de marfil, que tenía en el remate un águila, el ave de sus hombros. Parece que al principio eran mirados los quaestores
sagrada de Júpiter, y se ceñía a la frente una corona de hojas de laurel. como representantesde la autoridad real o consular, por lo que se podía
6. Los tribunales.-En los tiempos primitivos, era considerado el apelar de ellos al pueblo congregado en asamblea,donde se discutía el caso
rey como el padre de la nación, y tenía el mismo poder sobre todos los en tres reuniones separadas,hasta que en una cuarta reunión se decidía,
ciudadanos que el padre sobre todos los miembros de su familia. Casti- por votos, si la asambleaconfirmaba o anulaba la decisión del magistrado.
gaba las ofensas hechas al Estado, o a algún miembro de él, conforme Luego cambió la posición de los quaestores. Cuando ya la nación era más
a sus propias ideas de la justicia; y sólo estaba limitada esta autoridad numerosa, pareció aquella manera de apekción al pueblo inconveniente y
del rey por las costumbresde susantepasados,que tenían para él fuerza de tosca. Los quuestores,elegidos ya por el pueblo, vinieron a ser conside-
leyes. Podía conceder el derecho de apelar de su juicio ante los ciudadanos rados como representantesde éste; por lo tanto, ayudados de un consejo
reunidos en asambleapública; mas no hay razón para creer que estuviese (consilium) de senadores,examinaban toda acusación que era traída ante
obligado a conceder estederecho de apelación. Cuando la ofensa era ligera, ellos; y dictaban sentencia, cuya sentencia era tenida como la misma del
él decidía la suma de la multa que había de pagar el injuriador al inju- pueblo, que la había pronunciado por la boca de sus representantes, de
riado. Y si la ofensa era más grave, él podía lanzar al criminal del gremio modo que no habia apelación. Hubo luego otro cambio, que ha sido
sagrado de los ciudadanos, declararle consagrado (sacer) a los diosesin- causade que se haya juzgado másde una vez equivocadamente la posición
fernales, y hacerle morir del modo que mejor le pareciera. Podía llamar real de lo3 quaestores. Las penm que éstos imponían solían ser multas,
a que le aconsejasena los ciudadanos de más edad (senatores), y aun y era encomiendade ellos administrar el dinero así recogido en beneficio
encargar el juicio de un caso a diputados que aquéllos eligiesen de entre del Estado. Pusiéronse luego también a su cuidado otros géneros de
ellos. Parece haber habido también dos quaestoresparricidii, cuyo oficio ingresos; y como la nación crecía en riqueza, pronto sucedió que el cuidar
era dar caza y traer a proceso a los asesinos,y probablemente a otros de la hacienda venía a ser la parte principal de su trabajo. Y además,
criminales. Despuésde la expulsión de los reyes, su derecho de juzgar como sehacían guerras a muy gran distancia de la ciudad, y los quaestorcs
y sentenciar pasó a los cónsulez; pero ya había una ley de la República, tenían que acompañar, como los pagadores de hoy, a los ejércitos, vinieron
y fue de las primeraz de ésta, en la que ze ordenaba que cada vez que a ser incompatibles estos deberes con los otros de juez. Por eso fue
178 MARTÍ / TRADUCCIONES ANncüEDADEs ROMANAS 179

costumbre, durante cierto tiempo, nombrar comisionados especiales, lla- derechos de ciudadano de Roma. A las comisiones permanentes sólo iban,
mados también quaestores, que examinasen en nombre del pueblo las por supuesto, los casos de delitos graves: conocían de los de menor impor-
acusaciones gravea, y pronunciasen sobre ellas las sentencias que apro- tancia 10s triumuiri cupitales, 103 cuales ejercían una jurisdicción sumaria
base su consilium. Pero esta innovación pareció también inadecuada, semejante a la que ejercen hoy en Inglaterra los magistrados de policía.
y de difícil uso, conforme iba siendo mayor el número de ciudadanos; Fueron al principio estos triumviri unos empleados a quienes encomen-
y, en vez de señalar un comisionado y un consilium especiales para cada daba el pretor o ei edil la guarda de la ciudad durante la noche, el arresto
caso, estableciéronse comisiones perpetuas (quaestiones perpetuae). Fue de los ladrones y bandidos, y el proveer a los riesgos que ocasionasen los
la primera de éstas nombrada 149 años antes de J. C. para procesar a frecuentes incendios: entonces eran llamados triumviri nocturni. ‘Pero
los gobernadores que habían oprimido a sus provincias; y luego se crearon luego dejaron de ser nombrados por el edil o el pretor, los elegía el
otras varias, cada una de las cuales entendía en una particular especie pueblo, y tenían ya facultades judiciales. De propia autoridad podían
de delitos. Estas eran en realidad representaciones de la asamblea general castigar 8 los esclavos y a los extranjeros; y había en el Foro una
del pueblo; por lo que tampoco había apelación de ellas. Al principio, columna llamada la Columna Maeniu, donde esta clase de criminales eran
los miembros de la comisión fueron siempre elegidos entre los senadores: azotados por los siervos de los triumviri en tanto que un pregonero
fue una de las reformas de Cayo Grato la de que se eligiesen entre decía en altas voces su delito. Cuando los delincuentes eran ciudadanos,
aquellos acaudalados comerciantes llamados equites (caballeros) ; pero, o los delitos eran graves, no parece que estos magistrados hicieran más
después de varios cambios, vino a ser la práctica que se eligiesen estos que preparar el caso para que continuase entendiendo en él un tribunal
miembros en parte entre los senadores, en parte entre los caballeros, y superior.
en otra parte entre los individuos de un cuerpo de oficiales menores, 7. Pleitos civiles.-Cuando un ciudadano deseaba perseguir a otro
llamados tribuni aerarii. El presidente de la quuestio era verdaderamente por cualquier daño que hubiera recibido de él personalmente, los tri-
uno de los pretores; pero, como el número de comisiones llegó a -ser
bunales y los procedimientos eran distintos de esos que llevamos ya des-
crecido, ocupaba frecuentemente el puesto del pretor un representante
critos. No nos sería posible entrar en aquellos detalles de la legislación
suyo, llamado iudex quaestionis. Todo ciudadano podía aparecer como
privada de los romanos, por más que sea este estudio interesantísimo,
acusador; y era común que un hombre joven y ansioso de distinguirse,
y de gran importancia, por el influjo extraordinario que las ideas de
que deseaba ejercitarse en el arte de hablar, e irse haciendo conocer
los romanos sobre la propiedad, la herencia y los contratos, han ejercido
como hombre político, acusase al gobernador de una provincia de abusos
de autoridad, o de soborno al candidato para un alto empleo. Los hombres en todo país civilizado. Mas tal vez podamos dar alguna idea del modo
de más edad se limitaban, en su mayor parte, a defender a parientes o con que conducían generalmente aquellos pleitos. Ya hemos visto cómo,
amigos acusados, por lo que casi todos los discursos que pronunció en asuntos criminales, residió en el rey primero, y en los cónsules luego,
Cicerón en los tribunales, excepto aquellos en que, al comienzo de su la facultad de juzgar, y cómo un representante solía portarse, y dirigir
carrera, acusó a Verres, fueron en defensa de unos o de otros. A todo todo el proceso, en vez de ellos. Pero en los casos de ,acción privada o
ciudadano estaba también permitido hablar en defensa de los acusados, civil era un tanto diferente. La acción se dividía en dos partes, en la
y había a veces tres o cuatro abogados (patroni) tomando parte en un primera, el magistrado presidente, que luego fue siempre el pretor, cui-
mismo proceso. Prohibía la ley que se pagase honorario alguno a los daba sólo de que el pleito fuese establecido con arreglo a derecho, y
abogados; mas parece que eludían la ley muy a menudo, porque el ejercer en la forma propia, después de lo cual lo pasaba a un experto (jrtiex)
la abogacía con éxito era buen modo de llegar a adquirir, no sólo poder que tenía a su cargo examinar todas las cuestiones de hecho, y fallar
e influencia, sino la posesión de bienes considerables. Se votaba en el en consecuencia. Cuando el pleito estaba en la primera parte, decían que
tribunal por boleta, como en las elecciones: y la sentencia, en el mayor estaba in jure; si en la segunda que in judieio. En la primera época
número de casos, era que el culpable fuese “privado del agua y del de la República el demandante tenía que establecer su acción en exacto
fuego”, esto es, que debía ser desterrado de Italia, y desposeído de los acuerdo con ciertas frases usadas en las leyes; y asi leemos de un hombre
180 MARTÍ / TIUDUCCIONER 181
ANTIGÜEDADES ROMANAS

que demandó a un vecino por ciertos daños que éste le había hecho en
clase que ellos; ya que del modo más indecoroso vendiesen por unos
sus vikdos, y perdió su pleito porque la ley a cuyo amparo lo seguía,
cuantos dineros la justicia; ya que ejercieran en ellos y en sus decisiones
no hablaba de viñedos, sino de árboles. Al principio, los patricios mantu-
visible influjo las parcialidades políticas. En cambio, no bien se eman-
vieron en secreto el conocimiento de las palabras de las leyes, y por ciparon las leyes de la tutela sofocante en que las tenían los patricios,
tanto del modo eficaz de valerse de ellas, de manera que la gente común es fama que los tribunales civiles obraban con gran brillo y cordura.
no podía ejercitar sus derechos sin la asistencia de un patricio. Y esto La ley que ellos aplicaban era clara y precisa; y si solía pecar de exceso
duró doscientos años después de la expulsión de los reyes, hasta que de forma, no pecaba a lo menos de parcialidad. Convidaban aquellos
Cneo Flavio, secretario del famoso censor Apio Claudio, puso en lista, tribunales a las clases altas, de las cuales eran escogidos los magistrados,
con o sin permiso de este último, las formas de Derecho, y las sacó al abogados y expertos, a ejercitarse en el conocimiento de las leyes, y en
público en el Foro. Poco tiempo después, hubo reformas grandes en los
las prácticas del arte de la palabra. Mas no tenian las clases inferiores
procedimientos. Era al principio obligación del querellante establecer probabilidad de lograr acceso a ellos; con lo que se descuidaba comple-
su querella (legi.s uctio) bajo su propia responsabilidad, y luego fue el
tamente el que había sido uno de los medios más poderosos de educación
pretor quien, después de oída la queja, la ponía en formzh, con lo que en Grecia, y particularmente en Atenas.
quedaba ya establecido el pleito. Tiénese al sacramento por la más an- Vamos ahora a hablar de aquel aspecto de la vida pública que con-
tigua de las prácticas legales: en ella ambos contendientes ponían en servaba todos sus encantos para los más humildes súbditos de los empe-
poder del tribunal determinada suma, que variaba con el monto de la radores. Juvenal dice del pueblo de a-que1 tiempo: “La nación que un
propiedad que se disputaban, la cual suma era como una prenda (sacra- día repartió mandos, magistraturas, ejércitos, y todo lo demás, ahora se
mentum) de que decían verdad en lo que cada uno de ellos alegaba. mantiene de dos únicas cosas y sólo muestra ansia y pasión por ellas:
Seguía entonces el pleito, y el experto lo fallaba: recobraba el victorioso pan y juegos de circo.” De los juegos de circo vamos a hablar ahora.
su depósito, y lo perdía el vencido, para pagar con él los gastos del tri- 8. Juegos públicos.-Cierto es que existían en Roma juegos de toda
bunal. También usaban de otros métodos, pero lo principal de todos ellos clase desde los tiempos primitivos, aunque las historias que nos cuentan
es que el magistrado presidente establece la ley que rige el caso y atiende de los juegos de aquellos romanos no son de creer, en la forma en que
a que el pleito esté en forma oportuna para el juicio, y lo da luego a ahora las tenemos. Mas no pudo haber juegos de circo antes del tiempo
un experto a que decida cuál de ambas partes está en razón en lo que de Tarquino Prisco; porque fue él quien secó el valle pantanoso que de
alega sobre hechos. Cuando el caso era difícil, solía el pretor enviarlo, extendía del Palatino al Aventino, y quien comenzó a hacer allí el Circo;
no a un solo experto, sino al tribunal de los ciento (centumuiri), que que antes de él no había lugar en Roma a propósito para carreras y
era, a lo que parece, electo por el pueblo, para que auxiliarse al pretor juegos de esta suerte. Como otras muchas de sus innovaciones, los juegos,
en casos graves. Cuando un ciudadano romano tenía trabado proceso a lo que parece, fueron traídos a Roma de sus vecinos del Norte, los
contra un extranjero, conocía de él un pequeño tribunal especial, llamado etruscos, aunque es visible que luego se añadieron a ellos muchas de- las
de los recuperatores: no había allí ninguna de aquellas interminables formas de diversión usadas en las fiestas griegas. Singular nos parece
formalidades de un pleito ordinario, por lo que solía suceder que los que los juegos fueran celebrados, al principio, como un modo de tener
ciudadanos romanos sometiesen la decisión de sus querellas a este cuerpo propicios a los dioses; y que los observasen especialmente, a manera de
de jueces. deberes, como medio de honrar a los poderes de la tierra, que podían
conceder o rehusar la salud a los hombres, y hacer estériles o fecundos
Bien se ve en lo que va dicho que los tribunales romanos tenían
los campos y los ganados. Por eso vemos a menudo que se celebran
todo aquel carácter práctico que era de esperar en un pueblo que lo
juegos públicos en tiempos de hambre o peste.
tenía en grado tan alto. En los grandes procesos criminales sí erraban
Tenía el Gran Circo de Roma como 600 varas de largo y 200 de ancho:
a menudo lastimosamente. Ya era que los jurados sentenciaban con
en torno de todo él había hileras de asientos para los espectadores, de
lenidad, por ser llamados a juzgar a acusados que pertenecían a la misma
las que las delanteras eran de piedra, y estaban reservadas para los
182 MARTI' / TRbDUCCIONES
.4KTIGi!EDMES ROSIA?iAS 183

senadores y caballeros, y las de detrás eran de madera, y abiertas al uso


de todos ios ciudadanos. Ciento cincuenta mil personas cabían en el
Circo en los días de Julio César; pero luego el Circo fue destruido
por el fuego, y reconstruido en mayor tamaño, por lo que llegaron a
caber en él a un tiempo 250,000 espectadores. A un extremo del Circo
había como unas cuevas o caballerizas (carceres), de dbnde arrancaban a
la vez los carros que competían en la carrera: se extendía por todo el
centro un muro bajo (spina), adornado con estatuas, pilares,, altares
y escudos; y al remate de cada uno de los lados, estaba el lugar de
dar la vuelta (meta), que consistía en tres columnas juntas, alrededor
de las cuales giraban los carros. El número usual de vueltas en cada
corrida (missus) eran siete, que venían a hacer algo más de tres millas,
y a cada extremo de la spina estaban siete grandes bolas, de la forma
de un huevo, colocadas sobre una columna, las cuales iban quitando a
medida que las vueltas iban siendo corridas, para que los espectadores
pudieran saber sin esfuerzo cuántas quedaban por correr. LOS juegos
introducidos por Tarquino Prisco fueron en honor de las divinidades
a quienes levantó tan gran templo sobre el Capitolio (pág. 203) : Júpiter,
Juno y Minerva. L!amaban a estos juegos Ladi Romani o Lu& Magni,
y duraron al principio un día, y más tarde cinco días, que comenzaban
el 4 de setiembre. Pero a más de éstos había muchos otros juegos, en
honor de varios diosesy diosas, siendo los más importantes los Megahsiu,
a principios de abril, los FZoraEia, al fin del mismo mes, y los Lu&
Apoliinaris, en los primeros días de julio. En tíempo de Augusto había
66 dias en el año destinados por el Estado a juegos públicos; pero, en
la época de los emperadores que le sucedieron fueron tantos y de tal
duración, que 135 días de los del año eran de juegos en la época de
Marco Aurelio. Y, sobre éstos, había aún otros juegos que ofrecían
(ludi uotiui) por algunas victorias señaladas, los generales del Estado,
y otros que el Senado mandaba hacer en tiempos de peligro o enfermedad
(ludi imperativi); y juegos funerales, que eran los que, con ocasión de
la muerte de algún hombre eminente, celebraban los miembros de su
casa en honor del difunto. De manera que no faltaba a los romanos
modo de satisfacer el ansía de aquellos regocijos en que hallaban tan
vivo deleite. Si se esperaban juegos de inusitado esplendor, la ciudad
se henchía de visitantes de todas partes de Italia, y aun de distantes
provincias: cuando el triunfo de Julio César, tan apretada y fuera de
medida era la multitud, que muchos murieron en ella golpeados y aho-
gados. Los juegos públicos pueden ser divididos en tres clases: 1, 10s
MARTÍ / TRADUCCIONES ANTIGÜEDADES ROMMAS 185

Ludi Circettses, juegos del Circo; 2, los Ludi Scaenici, las representaciones partir los regocijos del Senado y el pueblo de Roma. Ya entran por la
en elTeztro; 3, losAhera Gladiatotia, que eran exhibiciones de gladiadores, gran puerta del Circo, que se se abre junto a los cruceres, los músicos.
comúnmente celebradas en el Anfiteatro. Tras ellos, reclinado en su carro, y a la cabeza de la procesión (pompa) que
9. Juegos del Circo.-Hagamos por imaginarnos el espectáculo que está aquel día a su cargo, entra en la arena el cónsul. Lleva el vestido
ofrecía el Circo en uno de los días de juegos romanos en tiempos del Imperio, consagrado a Jove Capitolino, que no ha de llevar el cónsul más que en estos
ya se ha hablado por toda Roma mucho de los juegos, de antemano. Los grandes días de fiestas, o en aquellos en que en suntuoso triunfo sube el Foro
tribunales están cerrados; el Senado está de vacaciones. Algunos de los hasta su templo (pág. 203). Con togas blancas como la nieve, van los clientes
abogados y políticos de nota han seguido el ejemplo de Cicerón, y cambiado del cónsul junto a su carro. Y tras elfos los jóvenes ciudadanos en escuadro-
el aire impuro de un setiembre romano por las blandas brisas de Tusculum nes de caballería, o filas de infantes; los que han de ser actores en los varios
o Preneste, y la apetecida paz del campo. Pero más que henchido está el juegos; los carros; los cantores; los sacerdotes. Y como corona del conjunto
vacío que dejan, por los extranjeros que llenan a Roma. Aún no asoma el vienen las imágenes de los dioses y diosas. A unos los traen en andas Ifercula);
alba, y ya se ven ríos de gente asaltando los asientos más altos del Circo; a otros en los carros sagrados (rensae), tirados por elefantes, caballos o
porque el Circo es muy vasto, pero aun así es pequeño para albergar la mulas; y ante ellos el incienso hiende el aire, huyendo en humo espeso de los
muchedumbre que quiere ver los juegos. Hombres y mujeres se sientan hermosos incensarios de oro y plata. No bien aparecen las divinidades, y ya
juntos, mas no está permitido entrar a los esclavos: y todos los que van, van rompe el Circo en clamores de aplauso y en invocaciones caprichosas. Pero
con la toga. Emplean las largas horas de espera en ardiente plática sobre los si el emperador está en los juegos -y era raro en verdad que no estuviese-
méritos de las caballerizas que van a contender en las carreras, sobre las la bienvenida que recibe, si no menos bulliciosa, es mucho más formal. Nadie
últimas noticias de la salud de los caballos y guiadores. Las nuevas corren aplaude hasta que da la señal de aplaudir el empleado que de trecho en
de boca en boca. Las apuestas son numerosas y crecidas. Acá y allá hay trecho anda para esto por entre la multitud. Mas suele suceder, que, a pesar
algunos silenciosos y cabizbajos, que están pensando tristemente en que no de tantas precauciones oficiales, se den al viento gritos menos gratos: porque
será para ellos el gozo de ver la estremecedora lucha; porque como son la voz de la libertad halla vía amplia y segura por entre aquella impenetrable
pobres, y los puestos del Circo se venden a buen precio, ellos vinieron allf muchedumbre. Y es frecuente que cuando el emperador viene asía la faz de
de madrugada para tomar lugar (iocarii), y venderlo luego a un caballero su pueblo en estos juegos del Circo, oiga en ellos tales expresiones de los
dormilón y adinerado, bastante rico para pagarles por su puesto una suma sentimientos populares como en ninguna otrta parte hubiera nunca oído.
suficiente para manetenerles una semana. La masa humana crece, y no es Pero ya están también en sus asientos todos aquellos que entraron con la
tarea fácil para los designatores ir colocando a cada cual en su propio puesto. resplandeciente procesión. Todos miran al cónsul en su palco elevadísimo.
Aquelquevasaltandoporentrelasgentes, echadode todaspartesybuscando Jinetes veloces han estado cruzando en todas vías la arena, para enterarse
en vano sitio, es un mísero intruso que se desliz6 en las filas destinadas a de si está todo a punto, a anunciar a los espectaodóres el comienzo de los
los senadores y caballeros, y ha sido sacado de ellas, como el triste de juegos. Ya arroja el cónsul a la arena un lienzo (mappa). Ya están abiertas las
quien Marcial nos cuenta las desdichas, y obligado a buscar incómodo puertas de los carceres. Ya se precipitan en el Circo, como si viniesen despeña-
refugio allá en lo último de las más altas hileras. Al cabo, ya no hay asiento dos, cuatro carros de cuatro caballos cada uno. Dos de los caballos vienen
libre; hasta la hilera más baja, elpodium, está llena de bote en bote de los sujetos al carro; los otros dos vienen sin más atadura que los tirantes. Los
privilegiados que tienen sitio en ella, de embajadores extranjeros, de sena- carros son de dos ruedas, pequeños y ligeros. Los que los guían van de pie
dores, de magistrados, de magnates de cuenta, de vfrgenes vestales. Los en ellos, reclinados sobre las riendas que llevan cruzadas por la espalda;
sones de lejanas músicas hieren los oídos de la revuelta y bulliciosa multi- pero en su cinto va un cuchillo; para cortarlas en caso de accidente. Cada
tud: es que los dioses van llegando desde la eminencia del Capitolio a com- uno de los carros va todo de un color, porque todo ha de ser en el carro
186 MARTi / TRADUCCIONES AXTIGFEDADES ROLIANAS 187
de un color mismo, el vestido del grúa, y el carro en sí, y el arreo de los caballos, a las tiendecillas que llenan la columnata que rodea los asientos más altos
y cada carro es de un color diverso. Así los distinguen los espectadores. Así del Circo, y compra con gran prisa algo de comer y beber, a menos que sea
los unos saludaban aI encarnado, los otros al blanco, los otros al azul. En uno de los días en que el emperador, o el magistrado que preside los juegos,
Roma hay cuatro grandes establecimientos de carreras, poseídos por dife- proveen de refrescos a los espectadores de la fiesta, a les que millares de
rentes compañías; y en estos establecimientos alquila el magistrado que esclavos reparten en sus asientos las muestras de la liberalidad de su señor. Y
costea los juegos todo lo que para ellos necesita. Los dos más antiguos llevan recomienzan al punto las carreras, hasta que ya van contadas veinticinco. Si
librea blanca (albatu) y roja (ncssat4) respectivamente: luego vinieron la verde recordamos que en cada una se corrían mas de tres millas, y que había de haber
@ra.sinu) y la azul (venek~). Pero esta vez la verde es la favorecida. Bien podemos forzosamente algún intervalo entre ellas, bien podemos imaginarnos que
notas en el clamor que la saluda que su partido @do) está esta vez en mayoría. aquellas multitudes emprendían la vuelta a sus casas cuando ya se dibu-
En tanto van los veloces vehículos adelantando en su carrera, con la spina a su jaban en el cielo las sombras de la noche. Apenas es creíble que Domiciano
izquierda, puesto el propósito de cada uno en ir delante de sus rivales al llegar pudiera dar juegos en que llegó a haber cien carreras en un solo día, aun
a la estación más próxima. La mayor prueba de habilidad está en el modo de cuando el número de giros hubiese sido de cinco, y no siete como eran.
dar vuelta a lametu: darla con un paso de innecesaria anchura es perder tiempo Tales escenas ofrecía una contienda de carros en el Circo. Pero de
y distancia en la carrera; darla demasiado cerca es correr el riesgo de una suerte ningún modo eran éstas las únicas diversiones que en él había. A veces
semejante a aquella de Orestes a la que alude Sófocles en su Electro mezclábanse en el día combates atléticos, carreras de caminadores, saltos,
luchas, partidas de tejo y barra, escenas de pugilato. Llenábase otras veces
“Al revolver de su corcel, de pronto de caudales de agua la colosal arena, y era la fiesta entonces un simulacro
Da en el pilar más apartado, rompe de batalla naval. Pero no había clase de juego que regocijase más a los
De la rueda veloz los radios finos romanos que el vena&, o caza, en el cual se echaban a lidiar bestias feroces
Junto al eje mismo, y cayendo entre sí, o fieras y hombres prácticos en batallar con ellas. Registrábanse
Del carro afuera, por la arena dura, todos los rincones del Imperio para traer de ellos animales extraños, y el
Rota la brida, el triste es arrastrado.” número que se llegó a exhibir de éstos fue tal que no parece que pueda
dársele crédito. Pompeyo, en su segundo consulado, proveyó al Circo con
Cuando los carros han dado al cabo sin tropiezo ni daño trece vueltas a la 500 leones y 410 panteras y leopardos para juegos que duraron cinco
metu, llena el aire el clamor de los partidarios de las libreas competidoras. Ya días; Julio César echó una vez en la arena 400 leones; y Augusto, en la
han llegado al séptimo giro: ya va a lograrse, o a perderse el triunfo ambicio- famosa tablilla en que narra los hechos de su reinado, cuenta entre sus
nado: cuelgan sobre sus caballos los guiadores animándolos con voces, hazañas la de haber hecho morir 3,500 elefantes en el Circo.
gesto y látigo; la excitación llega a su colmo; al fin un carro toca la lfnea 10. El teatro.-Comparado con el ardor loco con que asistían los
blanca (alba linea) trazada sobre la arena como punto de parada y de triunfo, romanos a los juegos del Circo, el teatro no era objeto de especial
y el guiador victorioso es conducido a recibir del presidente de los juegos su atención. Ni eran sus atractivos de muy alto carácter. Representábanse
buena recompensa, a pasar entre la muchedumbre que aplaude, y a entrar al en él, sin duda, aquellos primeros juegos dramáticos de Roma, que
otro extremo del Circo por la puerta reservada a los vencedores. Sigue luego consistían principalmente en un tiroteo de chistes violentos entre los acto-
otro missu.s, y otro, y todavía otro: y brilla el sol de Italia sobre aquehmar res, jóvenes por lo común de buena posición; y en este molde continuaron
ondeante de cabezas descubiertas; y no da nadie señales de descontento o de vaciándose las comedias populares llamadas atellanas, que fueron traf-
fatiga. No se usaron en el Circo sombreros anchos hasta después del tiempo das a Roma de Campania, y en que solo tomaban parte ciudadanos.
de Calígula. Al mediodía hay un largo entreacto; precipítase el público Parece que los primeros actores de profesión que hubo en Roma, fueron
188 MARTí / TRADUCCIONES ANTIGÜEDADES ROMNUS 189

allá de Etruria, 364 años antes de J. C.; mas éstos se limitaron a acróbatas, payasos, ventrilocuos, y toda esta caterva de gente de feria.
danzas y mímicas fantásticas, puestas en escena al compás de la música Y en medio de la más solemne tragedia, pedía el pueblo que sacasen
de la flauta, sin cantos ni diálogos. Como unos 120 años después de a bailar a la escena un oso enseñado, o que un par de púgiles diesen
esto, un liberto griego llamado Livio Andrónico, introdujo las primeras práctica muestra de su ciencia.
comedias propias, que traducía, o adaptaba a la escena latina, de la No fue en su origen el teatro romano más que una especie de
griega. Andrónico, como todos los que escribían piezas de teatro en tosca plataforma alzada al aire libre, donde aquellos que no habían traído
su tiempo, tomaba parte como actor en las representaciones. Se dividían consigo asientos de sus casas, como hacían en Inglaterra los que iban
aquellas comedias en dos partes: las diuerbia, o diálogos y discursos, a oír el teatro del Globo o al de Blackfriars los dramas de Shakespeare,
que eran recitados, y los cantica, o partes líricas, que eran cantados, habían de estarse en pie pacientemente durante toda la representación.
con acompañamiento de mdsica. Nos dicen que Livio se veía con tal Ya luego era uso construir teatros de madera para los varios juegos;
irecuencia forzado a repetir sus cantos, que perdió a poco la voz; por pero, no bien aquellas fiestas para que eran construidos SF acababan,
lo que pidió permiso al pueblo, de quien lo obtuvo, para poner junto echábanlos abajo. Pompeyo fue el primero que dotó a Roma de un
al tocador de flauta a un esclavo que tenía a su cargo la porción de teatro de piedra, en el año 55 antes de J. C. Dos más se añadieron
canto, en tanto que él les acompañaba con apropiados gestos. Quedó durante el reinado de Augusto; y éstos bastaban a las necesidades de
como usual en el teatro de Roma la costumbre así nacida; y ya nunca una población que probablemente no contaba menos de un millón de
cantaban los actores sus cantica, sino que hacian como si las cantasen, almas : cierto es que en el más pequeño de aquellos teatros cabían
mientras que el que las entonaba realmente estaba oculto a un lado de 20,000 espectadores, y no menos de 40,000 en el más grande. Seiialá-
la escena. No mostraron nunca los romanos gran afición por las tra- banse los puestos a los ciudadanos conforme a su rango; si era un
gedias, ni parece que las sufrieran ya en tiempos del Imperio, sino por senador, se sentaba en la orquesta-que era el “lugar de baile” del
la ocasión que proporcionaban para mostrar en escena inusitado y extra- coro de los teatros griegos; sí caballero, tenía asiento en una de las
vagante lujo. Las comedias eran algo más populares; pero hay a pro- catorce hileras que seguían a las de los senadores. En el resto se
pósito de ellas dos cosas que nos sorprenden, Es la primera, que sentaban los ciudadanos comunes. La entrada era libre. No tenía techo
gozaban de mucho más favor las camaediae paZZiatae,-llamadas así el teatro; sino que ponían para ampararse del sol grandes toldos (vela)
del pallium griego, de que iban vestidos sus personajes,-en cuyas y mantenían el aire fresco, y perfumado con maderas olorosas. No eran
comedias, adaptadas del teatro de Grecia, se conservaban los caracteres, los actores, como en Atenas, artistas respetados y considerados, sino
modales y escenas de aquella nación, que las comaediue togatae en que que por lo común hacían de actores los esclavos del dueño de la com-
se pintaban, celebraban o mofaban las costumbres de Roma. Y es la pañía (dominus gregis), a quien los alquilaba el magistrado presidente.
segunda, que no hubo poeta cómico que llegase a bencer al primero de Es verdad que hallamos excepciones de esto, como la del actor Roscio,
ellos que tuvo Roma, Tito Marcio Plauto, a cuyo nombre sólo puede y la del trágico Esopo, ambos acaudalados, y amigos de Cicerón. IJn
unirse el de Terencio, que llegó a aproximársele en mérito. Pero había actor necesitaba ser hombre de esmerada educación y cultura, por lo
otro género de ‘diversiones en el teatro que era mucho más gustado que que, si era siervo, proporcionaba grandes provechos a su señor.
las comedias: era el de las pantomimas (pantomimes), que consistían ll. Gladiadores.-De Grecia habían sido llevadas a Roma todas
exclusivamente en música y bailes. Tenía en ellos un solo actor a su estas maneras de divertimiento público, y eran griegos los que tomaban
cargo 21 narrar toda una historia, que solía ser larga y complicada, parte en ellas con más lucimiento y fama. Mas había otra especie de
y era con frecuencia poco ejemplar y decorosa. Amaba y celebraba diversión, de que ningún autor romano habla con elogio, por más que
mucho el pueblo a los actores que le hacían reír con este género de el pueblo le tuvo afición señaladísima. Y esta costumbre era completa-
fiesta, los cuales recibían por tal habilidad muy buena paga. Habia, mente de cuna italiana. Eran los combates de gladiadores. Es probable
a más de esto, variedad suma de prestidigitadores, bailarines en cuerda, que esta costumbre naciese de la de sacrificar esclavos en las tumbas
190 MARTi / TRADUCCIONES ANTICCEDADES ROMANAS 191

de susdueños: permitióse luego a los siervos lidiar entre sí por susvidas; Cuando un gladiador perdía sus armas, o caía herido, su suerte estaba
hasta que vino a ser hábito de especuladoreseducarlos para estoscombates, en las manos de los espectadores. Si había lidiado bien y con bravura, con
y alquilarlos a cualquiera que quisiese dar exhibición de ellos. Estos com- susaplausosy con el ondear de suspañuelos significaban su voluntad de
bates fueron traídos a Roma de Etruria, donde la opulencia de los nobles les que sele dejase vivo; pero si estaban de humor bárbaro, o el vencido no
permitía, de mucho tiempo atrás, regalarsecon todo género de divertimientos había logrado agradarles, volvían hacia el suelo en silencio el pulgar, y el
crueles y licenciosos.Al principio, sólo había lides en ocasión de funerales, y gladiador recibía el golpe mortal.
sedaban en el Foro. Pero como creció el gusto de estasluchasbarbaras, y con
la demanda pública el número de combatientes, vino a usarseel Circo para
el horrible espectáculo; y no había romano empeiíado en ganarseel favor de
su pueblo, que no lo cortejara regalándole con una serie de estasluchas. Mas
la forma del Circo sólo seprestaba bien a las carreras; por lo que, en tiempo
de Julio César, idearon una mejora ingeniosa. Erigían dos grandes teatros
de madera contiguos: cuando habían servido ya para su objeto, hacían
girar completamente uno de ellos sobre ejes,sin que el auditorio tuviese que
dejar suspuestos,y lo traían junto al otro, de modo que losasientos,en gradas,
formaran una figura oval alrededor de la arena que quedaba en el centro.
A esto llamabananfiteatro, y seacomodaba perfectamente a dicho género
de fiestas.A semejanzade esta construcción, sehicieron luego otros anfitea-
tros en Roma; y uno de ellos, el famoso Coliseo, es una de las más grandes
masasque han acumulado jamasbrazos humanos.Fue erigido el Colosseum
en los reinadosde Vespasiano,Tito y Domiciano, y cabíanen él, segúnsc cree,
unos 90.000espectadores.Está ahora muy deteriorado por el tiempo, por los
terremotos y, más que por todo, por lasdesatentadascorrerías de los papasy
nobles romanos en la Edad Media; pero aun permanecealtivo, acasola más
monumental de todas las grandesruinas del universo. En muchascosassería
semejantela descripción ya hecha de un día en el Circo, a la que hiciéramos
ahora de uno de los días de estos combates.Era la misma muchedumbre
aglomerada, la misma pompa y esplendor, el mismo frenesí salvaje. Había
gladiadores de diversas clases, y se ajustaban sus nombres a su manera
de armarsey combatir. Uno de los combatesfavoritos era el de un retiarius,
que no iba cubierto de amardura defensiva, sino de una red en que hacer
caer a su adversario, y un tridente, con que herirlo cuando lo tenía ya preso
en sushilos, -y un gladiador armado de todas armas, al modo de los galos o
samnitas,que había de perseguir al retiutius si éste erraba el golpe, y darle
muerte antesde que tuviese ocasión de repetirlo. Era lo común que pelea-
sen en parejas; pero hubo veces en que batallaron bandos contra bandos.
CAPíTuLO VI

LA RELIGIÓN DE LOS ROMANOS

1. Es siempre difícil dar una idea exacta de las creencias reli-


giosas y modo de sentir de un pueblo. Abundan tanto en ellas prácticas
que nos parecen singulares, y profesamoscredos tan diversos, y enemigos
a veces de los de los pueblos que estudiamos, que corremos riesgo de
no hallar lo que en ellos hubiera de verdadero y bueno. Pero esta
dificultad sube de punto al estudiar la religión de los romanos. Aquellos
de sus escritores cuyas obras han llegado hasta nosotros, vivían ya
en una época en que la nación había recibido amplia y largamente las
enseñanzasgriegas. Y los griegos J los romanos habían venido a pensar
de modo muy diferente acerca de los poderes invisibles. Es verdad que
hubo un tiempo remoto, allá cuando tenian ambos su primitivo hogar
común, en que adoraban a iguales dioses, y eran las formas del culto de
unos y otros casi las mismas. Mas ya han pasado muchos años desde
aqueilos albores. Ya han estado viviendo en diferentes tierras los ‘dos
pueblos. Ya con el nuevo establecimiento, tienen costumbres nuevas.
Ya han habitado en la cercanía ,de vecinos muy diversos. De ahí que
cuando, no tanto de los libros de sus escritores clásicos como de loa
restos de antiguos usos que aún tenían fuerza entre ellos, queremos
deducir las creencias primitivas de loa romanos, hallamos que eran ya
éstas distintas en todo de las de los griegos. Tal ves será mejor tratar
de bosquejar aquí la historia de su desarrollo y cambios; y así podremos
ver más fácilmente cuánto de estas creencias era originario del pueblo
de Roma, y cuánto les fue enseñadoluego por los poetas y pensadores
de la Grecia.
2. Los dioses primitivos.- Parece que la primera concepción de
los poderes invisibles que nació en la mente de los hombres de la rasa
194 YARTí / TRADUCCIONRS
ANTKÜEDADES ROMARA.
1%
& les fue inspirada por la contemplación de los inmensos ámbitoa
del cielo. En éste imaginaban ver la morada, y en cierto modo, la blecedor”, que daba fortaleza a los Estados; pero vemos que tenía igual
forma del poder que dirige el universo. Le llamaban Dyalw, “el bri- nombre en la India, y que alli parece haber querido decir “aquel que
llante”, palabra que en griego vino 8 ser Zew, y en latín lovis. Pare está en pie”, erguido en el carro del Sol. El nombre con el cual se
cíales su poder, poder de padre; y así fue uso en la India, en Grecia y veneraba más a Júpiter, y que no vino a ser usado sino en tiempo
posterior a este de que hablamos, he el de Optbms MuUNW. Al lado
en Alemania añadir la palabra “padre” a su nombre, por lo que Jovis
de Júpiter, el dios de los cielos, había una diosa, venerada a la par
vino a convertirse en Iuppiter (lovi-pater) y en Jupiter luego. No podemos
hablar con certidumbre de tiempos de que ‘no nos ha llegado nada también por griegos y romanos, que era Vesta, 0 He&42 entre los griegos,
la diosa del fuego doméstico y del hogar, la cual representaba ótro e
escrito; pero en cuanto hasta hoy se sabe, los hombres no creyeron al
importantísimo aspecto de la religión nacional. Pronto veremos cuánto
principio en muchos diferentes dioses, sino en muchas formas diferentes
espacio ocupaba la- familia en la religión de los romanos; y de esta
de la acción de u6 poder grande y único. Hubo, pues, en los primeros
tiempos, muchos nombres de Dios, sin que, por esto, se creyese en muchos religión de familia, Vesta era el centro y la encamación.
dioses, sino en que unas veces mostraba El su poder en una forma, y Júpiter y Vesta eran las únicas deidades que los romanos y los
otras veces en otra. De estos nombres diversos, unos quedaron siempre griegos habían derivado de sus comunes antecesores. Algunas hubo que
como epítetos, pero otros llegaron a ser usados como para designar los romanos fueron tomando luego de los griegos. Otras hubo en que
distintos dioses, y éste fue el modo con que el politeísmo, o creencia los griegos creían ver algunos de sus propios dioses y diosas; y los
en muchos dioses, vino a esparcirse rápidamente por diversos pueblos. romanos creían de buen grado todo lo que pudiese demostrar parentesco
Podemos ver claramente cómo obraban entre los romanos estos dos suyo con la nación que, en varios sentidos, tenían en tan señalada reva
procedimientos. Su gran dios Júpiter, era adorado bajo muchos nombres. rencia. P ero estas semejanzas eran en su mayor parte fantásticas, y
El primero, y el más común acaso en toda Italia, era Iupiter Leucetim, tenían por razón única una aparente comunidad de atributos, o un casual
el dios de la luz, del brillante cielo del día. Luego había lupz2er Sum- parecido en los nombres. Sea ejemplo de esto el dios más venerado entre
manus, el dios del cielo de la noche. En esta forma fue en un tiempo las tribus italianas, Marte o Mavorle. Era, como su nombre va diciendo,
venerado con especiales honores, por cuanto las tormentas nocturnas son el dios de la “virilidad”. E st a envuelve poder creador, por lo que le mi-
más tremendas e imponentes, por lo sombrías y raras, que las que por raban como al padre del pueblo, y el siempre jovial y siempre generoso
el dfa acontecen. Pero llegó a degradarse este culto de manera tal que dios de la abundancia. Le tenían consagrada la estación de la primavera;
ya sólo invocaban al Swnmarw los ladronea que se deslizan por las y el nombre del primer mes de ella, Marzo (Murtius), es el nombre de
ciudades al favor del reposo y de las sombras. El dios del Cielo era Mors. A él le ofrecían en tributo las primicias del año; a él le oraba el
además mirado como el manejador del rayo por lo que le adoraban labrador para que se mostrasen fecundas sus ovejas y sus vacas. Y el
como Jupiter Pi&r, el anonadador. Y como también llamaban p,i.Wr nombre de Gradivus, por él que también le conocían, significa ‘el dios
en Roma al que quebraba o molía el trigo para hacer harina, y pan con del desarrollo”. Pero es sabido que tenían los romanos como una
ella, los últimos romanos no podían entender por qué había de llevar de las mayores pruebas de virilidad la bizarría, por lo que Marte vino
Júpiter tal nombre. Ovidio nos cuenta acerca de su origen una pueril a ser también el dios de la guerra. Mas sucedía que el dios de la guerra
historia; pero es indudable que le llamaron así porque era el dios cuyos entre los griegos se llamaba Ares; pero el concepto que tenían de él
rayos podían anonadar a sus enemigos. Tenían además a Jupiter Fe- en Grecia era diverso del que tenían de Marte en Roma. Ares es el dios
r&riuc, a quien un general romano que había dado muerte al caudillo de la guerra destructor: en fuerza era divino, pero en mente y corazón
enemigo trajo sus despojos en triunfo; mas no es completamente claro brutal y salvaje. En Homero no es él, sino Atenea, la diosa de la sabí-
duria, quien da la victoria a los héroes; y Ares mismo es herido por
el origen de este nombre: tal vez significó el Golpeador. Los romanoa
un hombre, y huye del campo gritando. Se ve, pues, como no fueron
del tiempo de Cicerón creían que Iupiter Stator era ei“Detentar”;
uno Ares y Marte, y como no es acertado confundirlos. En otros casoa,
esto es, el que detenía la fuga de los soldados en la batalla, o “el Esta-
es aún menor la semejanza en la naturaleza de las deidades, aunque aea
1% MARTf / TRADUCCIORES ANTIGÜEDADES ROMANAS 197

mayor la de sus nombres. Los romanos tenían un dios del domicilio, griego, los dioses que se les asemejan por su naturaleza, vivían Vena,
del herctum, a quien llamaban Eercuhs o Hercuks. En realidad, era UIB diosa de la pureza y de la gracia, y Neptuno, cuyo dominio se extiende
dios de los agricultores, pero como allá en los tiempo9 remoto9 no habfa sobre los lagos y ríos interiores, como sobre el mar desconocido. Y
más propiedad que la tierra y los aperos de labranza, vino a ser Hérc&s confusamente envueltos en vagos y fantásticos contornos, movíanse en
el dios guardian de toda propiedad de los romanos, y por tanto, el dios la asamblea divina inunmerables poderes celestiales, cuyos nombre9 nos
del comercio. En las calles de todas las ciudades, en las orilla9 de parecen extraños, mas cuyo conocimiento nos ayuda a formar idea pre-
todos los caminos, había alares a Hércules, en los cuales trocaban sus cisa del espíritu de la religión romana. No había acción en la vida,
juramentos y remataban sus tratos los comerciantes; y a Hércules se le desde la más trascendental hasta la más humilde, que no tuviese su propio
tributaba, en la forma de un banquete, del que suponfan que participaba espiritu protector. Allá se ve a Vaticano, que pone en los labios del
en unión de los sacrificadores, el diezmo de todas las ganancias que niño que nace el primer grito; allí a Fahlino, que le enseña sus pri-
acarrease el tráfico. Difícil fuera hallar dios más distinto de éste que el meras palabras; allí a Educa, que le instruye en la manera de comer;
Herakh que los griegos de la ultima época presentaban a 109 romanos y a Potina, que le dice cómo ha de beber; y a Abeona, que le acompaña
como el mismo Hércules de éstos. Nada tenía que hacer Heracles con cuando sale del hogar; y a Iterducu, que le guía en su camino; y a
propiedades ni con fincas: es, y su nombre lo va publicando, “la gloria Domiduca, que le lleva a casa; y a Adeonu, que le recibe en ella de
del aire del cielo”, el dios del Sol. Su vida es una vida de faena y batalla nuevo. Se sabe de no menos de 43 dioses, cuyo empleo era mirar de
por los hombres. Su carrera es oscurecida, y acaso estorbada, por las uno u otro modo por las acciones de los niños; y además de las dívini-
nubes que se aglomeran a su paso; pero él las esparce y avienta con su dades superiores, se sabe de 10 dioses cuya tarea era cuidar del matri-
marcha, y muere al fin de soberbia y gloriosa manera. Solía ser que monio en sus varios aspectos. A la Madre Tierra y a Ceres demandaban
los romano9 tomasen de los griegos un atributo o función de alguna de con plegarias que fuesen abundante9 las cosechas; mas no estaba com-
sus divinidades, sin tener en cuenta nada más de ella, como cuando intro- pleta esta porción del culto, si el agricultor no invocaba, a la par que
dujeron el culto dc un nuevo dios del comercio, Mercurios, tomándole a ellas, “al espíritu de romper la tierra, y al de ararla en cuadro, al
este único atributo a Hermes, que era en verdad dios del comercio, mas espíritu del surco y del arado, al espíritu de echar la semilla y desmenuxar
lo era también de muchas otras cosas. No sigamos, pues, a los romano9 los terrones, al espíritu del desyerbamiento y al de la siega, al espíritu de
en usar de nombres latino9 para significar los dioses griegos, porque llevar el trigo a los graneros y al de sacarlo luego de ellos”.
erraríamos. Tal vez hemos hablado ya de todos los dioses importante9
3. Modò de pensar de los romanos acerca de sus dioses.-Estos
de los primeros tiempos: Júpiter, Ve-sta, Marte y Hércules. Pero hemos
hechos nos muestran qué eran a los ojos de los romanos sus dioses. No
de añadirle otros muchos dioses, si queremos imaginarnos la asamblea
celeste. Contábanse en primer lugar las deidades de la vida del campo, eran seres vivientes, sino simple9 abstracciones. La vivaz fantasía de
antes de la época de la fundación de Roma: Saturno, el dios de la siembra los griegos hacía de cada una de las divinidades de su religión un ser
y labranza de los campos; Ceres, o DCU Diu, como en un tiempo la real, más bello, más fuerte y más aabio, pero casi tan humano como
llamaron, la cual simbolizaba el poder fertilixador de la tierra que hace el hombre. Sus dioses amaban, aborrecían, se querellaban, hacían laa
florecer y dar fruto a las cosechas; Paks y Fauno, divinidades de 108 paces, se aparecían 8 los mortales, y aun aolfan vivir cierto tiempo entre
rebaños pastoriles. Había las dos grande9 diosas, trafdas acaso a los ro- ellos en forma de hombres. No hay mitología más fecunda y hermosa
manos por los sabinos que se juntaron con ellos, Jww, el tipo de la que la griega. Pero icómo podían los romanos tener leyenda9 que contar
majestuosa perfección femenil; y Mfneruu, la encarnación de la sabidmía. de concepciones tan vagas y nebulosa9 como “la diosa de la partida del
Había el dios de dos caras, Jano, el dios que abrfa y cerraba, el dios hogar” o “el espíritu de arar en cuadro”? No podemos presentar en
del Sol, que traía el dfa que nace, y deja a su partida el mundo en sombras: contraste con la maravillosa riqueza de la mitología griega, más que
y con él su hermana, Diana, la diosa de la Luna, la reina de la noche. Y brevísimo numero de mezquinas leyenda9 italianas, que hablan en au
al.& aunque en puesto mucho más bajo que e.l que tenían en el Olimpo mayor parte de un niño maravilloso, preservado en su juventud por
198 MARTf / TRADuccxoNRs ANllCüJtDADRS ROMANAS 199

especial favor del cielo, que fundó una ciudad, y le dio leyes, y deaapa- No iba, por lo que se ve, eccaminada a corregir los mayores defectos
reció a! fin de la tierra tan misteriosamente como había venido a ella. del pueblo la religión de Roma. Nada había en ella que pudiese hacerlo
La religión de los romanos no era en modo alguno una teología: no menos áspero, cruel y rapaz. Y había mucho en cambio que animase
enseñaba a los hombres lo que los dioses eran en sí mismos: enseñaba aquel modo evasivo y desleal que tan frecuentemente le deshonraba en su
sólo cuáles eran los deberes que los hombrea tenían para con ellos, y loa trato con otras naciones. Pero sí fortalecía aquella religión los hábitos
medios de conquistarse su favor. No pretendían saber cuál era la natu- de obediencia; sí desenvolvía la idea del deber; sí recordaba al hombre
raleza de los dioses: de éstos se ha dicho con razón que abandonaban que tenía que cumplir en su vida obligaciones. Poco alegraba ni embe-
el invisible mundo espiritual sin límites, para ejercer su influjo en la llecía la vida del romano el culto a los dioses; pero hacía de él un mejor
vida humana; pero que antes de que los ojos de los humanos hubieran siervo del Estado y contribuía así la religión largamente al bienestnr y
podido distinguir su forma, ni su corazón aficionarse a ellos, se habían la firmeza de la patria.
sumergido en él de nuevo fuera de la vista y tacto de los hombres, como 4. Los espíritus de los muertos.-Debemos echar una ojeada a otro
una onda en el seno de los mares. Todo lo que los romanos sabían de aspecto de la religión primitiva de los romanos, por la muy grande
sus dioses era que la costumbre de sus padres les ordenaba ofrecerles influencia que con esta parte tuvo en el pensamiento y aun en la historia
plegarias y sacrificios en determinadas épocas y estaciones. Hacer esto política de Roma. Creíase que no padecían jamás los espíritus de los
era su ineludible obligación (religio); y la santidad (sanctitas), según que dejaban la tierra, y que vivían en una especie de vida de sombra,
las palabras mismas de Cicerón, no era más que el conocimiento de loa rondando en torno de la tumba en que sus cuerpos estaban encerrndos,
ritos con que habían de relebrarse las sacras ceremonias. Si se oraba y debiendo todo su bienestar al honor que recibiesen de sus descendientes.
a punto y se ofrecían oportunamente los sacrificios, ya se tenía a Dios Nació con Roma esta creencia, y estuvo en Roma tan arraigada como
propicio, y acabado con él un contrato; el sacrificador había cumplido en la Grecia o en la India. Era grandisimo infortunio para una familia
con su parte de él: tocaba ya a 10s dioses cumplir con la suya. Se ha quedar extinguida, porque iquién cuidaba entonces de los espíritus de
dicho que la esencia de la religión griega era obrar con la sanción de los muertos? Por eso se tenía como grave infortunio y crimen serio
los dioses, como se habría obrado sin ella. El espíritu de la religión morir sin haber contraído matrimonio: estaba el que así moria conde-
romana era casi totalmente opuesto al griego: era el de hacer lo que nado no sólo a perder para si mismo todos los honores que hubieran
no gustaba de hacer el hombre, porque los dioses le demandaban que lo aquietado su espíritu después de su muerte, sino a defraudar a los espí-
hiciese. Sólo que tanto griegos como romanos, en los primeros tiempos ritus de sus antepasados de las ofrendas de que hubieran gozado de otro
a lo menos, teman noción escasa, si tenían alguna, de que lo que los modo. Tributábanse estos honores en la hoguera donde ardía el fuego
dioses querían de los hombres, era lo que la justicia ordenaba a éstoa doméstico, que era el centro de la vida de la familia. Era Yesta la
que hiciesen. La moralidad tenía poco que ver con la religión. Había, diosa de este fuego; pero se le unían en este culto los espíritus lares o
ya lo dijimos, un contrato hecho, para obtener .el logro de ciertos bene- penates, de cuya verdadera naturaleza no se tiene conocimiento cierto.
ficios terrenales, en cambio de ciertos honores. Pero en la religión, como Pero cuando recordamos la importancia concedida a aquellos honores
en la ley, miraban más a la letra que al espíritu. Sí un romano ofrecía tributados a las almas de los muertos; cuando meditamos en que se hacían
vino al padre Jbve, y no le de& de manera muy precisa, que era aquella aquellas sacras ofrendas en la tumba misma en que se suponía que el
copa de vino que tenía en su mano lo que le ofrendaba, y no más, tenía espíritu del difunto honrado tenía su morada; cuando hacemos memoria
derecho la deidad a reclamar para sí toda la cosecha de los viñedos de que en los tiempos primitivos era enterrado el padre de la casa en
del romano en aquel año. En cambio, sí el culto del dios requería que se el propio hogar doméstico,-crernos sin esfuerzo que los lares y penates
le tributasen en sacrificio cien cabezas cada año, por la letra de la ley eran los espíritus deificados de los antepasados. Los espíritus que habían
estaba el dios obligado a recibir cien cabezas de ajo; y sí tenía derecho sido descuidados se trocaban en fantasmas maléficos (larvae, lemures);
a un animal, éste podía aer, si convenía así más que sacrificárselo vivo, y los que recibían los honores debidos, se trocaban en los benévoloa
de pasta o de cera. guardianes del bienestar de la familia (lares, penates). Dos conae-
ANTIGÜEDADES RObfANAfl 201
200 MA& / TTlADuccxoNEs
cual se había erigido un altar (ara). Siempre que era posible, se
cuencias trascendentes nacían de esta creencia en la vital importancia del construía el templo de modo que la entrada de la cella diese al oeste,
culto de los espfritus domésticos. Una era que, siendo el paterfamilias el para que el adorador del dios, de pie ante el ara, quedase a la vez
linico sacerdote que dirigía este culto, tema la autoridad de excluir de los mirando a la imagen y al este. Y esa misma posición conserva aún la
sacrificios a aquel a quien juzgase indigno de tomar parte en ellos; de lo mayor parte de las iglesias cristianas. Pero el templo era mirado
que venia, en algún grado al menos, aquella noción de la autoridad ilimitada solamente como lamorada del dios, y no como lugar de tributarle culto,
del padre de que ya hemos hablado. Era la otra consecuencia que no ni de congregarse a recibir all: enseñanza. La construcción de edificios
pudiese estar presente al sacrificio de la familia sino el que fuese miembro de mayor hermosura destinados a templos, vino a señalar una epoca
de ella. Se miraba como sacrilegio que alguno asistiese al culto de antepa- de adelanto en la religión romana, merced al influjo que en ella
sados de quienes no descendiera realmente, o en cuya familia no tuviera, por ejercieron los pueblos extraños.
el lazo de la adopción legal al menos, el carácter de hijo. Es indudable que Los sacerdotes no constituyeron nunca en Roma una clase espe-
cial como en Egipto, y como en muchas naciones modernas. No necesitaban
este modo de sentir contribuyó en mucho a conservar aquella pureza de la
de particular preparación, porque no eran en modo alguno los educadores
vida domestica, que fÚe en la época primera tan grande honor de Roma. Pero del pueblo. Fue su única tarea la de ofrecer, a los dioses nacionales, los
no se ha olvidado que la república era considerada como una gran familia. Así sacrificios que les eran debidos, conforme a los ritos de uso. No estaban
como cada casa tema su hogar doméstico propio, así la nación tenía su hogar excluidos de los demás empleos, sino que, por el contrario, se acostum-
com6n en el templo de Vesta, y sus ritos religiosos comunes, en los que no podía braba escoger a los más ilustres hombres de Estado y generales para
tomar parte extranjero alguno. Ahora bien, los plebeyos eran forasteros que que desempeñasen los varios sacerdocios. Pueden distinguirse dos
habían venido a establecerse en Roma; pero, a los ojos severos de los clases diversas: 1) la de los que tenían la dirección general de los
romanos, no teman vida de familia propia, ni derecho a compartir la vida asuntos de la religión, de quienes apenas puede decirse que fuesen
de familia de la nación. Ni siquiera estaban casados conforme a la ley romana, sacerdotes; 2) y la de los sacerdotes de las divinidades particula-
ni podían por tanto ser verdaderospulres. Que pidiesenpara sí los derechos de res. De la primera clase, había dos grandes collegia, o grupos de colegas,
los ciudadanos, y quisieran que se les permitiese ofrecer, como magistrados y otros de menor importancia. Los mayores en el honor y en la autoridad
eran lospontífices,-cuyo nombre parece venir deports, en su signitica-
populares, sacriticios a los dioses de la nación,-parecía a los romanos lo mismo
ción primera de camino,-por haber tenido, según se cree, a su cargo el
que si un extranjero intentara introducirse en las ceremonias del culto domés-
cuidado de las comunicaciones entre la ciudad y las demás comarcas del
tico, y usurpar el puesto del padre como sacerdote de la casa. Por de Estado. Pero su jurisdicción se extendía sobre todo lo concerniente a
contado que no eran éstos los únicos motivos que inspiraban a los patricios la religión, incluso el regular el Calendario, el señalar los días en que
en aquella su larga y tenaz lucha con los plebeyos; pero, en lo Íntimo, impulsá- debían reunirse los tribunales, y el determinar a veces el curso de los
balos por parte principal a aquella prolongada resistencia a los clamores de procedimientos de la ley: en suma, todo lo que ellos mismos llamaban “la
la plebe, el deseo de conservar en su pureza primitiva los ritos religiosos. ciencia de las cosas divinas y humanas”. Llamábase al jefe de los pontífi-
5. Los sacerdotes y los templos.-Templum quiere decir en su ces Pontifex Marimus, y era la cabeza oficial de la.religión de Roma;
significaci6n propia, lugar seííalado para objetos sacros, y podfa ser aunque tenía tan poco de eclesiástico este alto cargo, que Julio
usado con igual precisión por un augur, para designar el sitio apartado César fue Pontífice Máximo durante todo el tiempo que empleó
en que hacía sus observaciones, o la porción del cielo que escogía para en subyugar la Galia. Tenía este sumo sacerdote cuatro colegas, todos
investigar en ella los agüeros. Luego, sin perder por eso su acepción patricios; pero luego fueron añadidos a su colegio cuatro plebeyos.
primera, el templum fue ya el edificio consagrado al culto de los dioses. En Seguían a aquellos en importancia y rango los augures, que te-
los tiempos antiguos, de los que vamos ahora contando, consistía ~610 el nían por oficio inquirir la voluntad de los dioses sobre cada una de
templum en una cella o aposento, donde estaba la imagen’ de la las medidas que intentaba tomar el Estado. Esto lo hacían observando,
divinidad; y otras veces, no era más que un simple nicho,(aedicula) ante el
202 bfARTf / TRADucc10ms NVTKÜEDADES ROMANAS 203

por ciertas misteriosas reglas, los buenos y malos agüeros en el vuelo cabera con coronas de laa hojas consagradas al dios en cuyo honor
o ato de las aves, lo cual constituía la discipüna, o ciencia de agorar. se reunian, un pregonero imponía silencio, porque no fuera a oirse
NO ha de confundirse a los augures con los orzí~pkes, o adivinos, que durante el rito palabra de mal agüero. El tocador de flauta (tibicen),
eran forasteros, venidos de Etruria. Estos pretendían poseer el don de presente siempre a todo solemne sacrificio, tocaba dulce música; cu-
profecía en grado mucho mayor que los augures, los cuales sólo reve- brianse todos los asistentes la cabeza; repetía el sacrificador la plegaria
laban en términos generales si loa dioses rehusaban u otorgaban su señalada por el sacerdote o pontífice; la victima, adornada con guirnal-
auxilio, mientras que ellos sabían hallar en la luz de los relámpagos y das (serta) y con cintas (vittue), era lentamente llevada al altar; un
en las entrañas de las víctimas respuestas más minuciosas y profundas. criado (popa) la derribaba con un golpe de mazo, y la degollaba con
Pero los arúspices no alcanzaron jamás el rango de los augures. Catón un cuchillo. Era la sangre recogida en ancha tara, y vertida sobre el
prohibió a su mayordomo que consultase a uno de ellos; y Cicerón, a altar; rociaban de nuevo las entrañas (ex&) con incienso, harina y vino,
quien envaneció grandemente el ser electo miembro del colegio de los y las quemaban en las llamas. Con la carne (viscera) se festejaba la fa-
augures, habla como de cosa vergonzosa de que un arúspice hubiera milia, o en las ocasiones de sacrificio público, los sacerdotes.
sido admitido en el Senado por Julio César. Pero ni los pontífices ni 7. Cambios en la religión romana.-Señalemos muy rápidamente
los augures podían consultar a los dioses, ni dar consejo, sin recibir las influencias varias que trajeron nuevas deidades a Roma. Muy rápi-
para ello invitación de los magistrados. El derecho de “investigar los damente ha de ser; mas aun así ha de servirnos para ver con claridad
auspicios” era de aquellos a quienes el pueblo había elegido para ejer- mayor cuán distinta fue en esto, como en tantas otras cosas, la Roma
citarlo; pero el sacerdote, cuya ciencia honraba de esta manera la ciudad, de César de la Roma de la primera República. Tiénese por el primer
no había de usarla sino cuando se lo encomendase así el Estado. Los cambio notable el que se debió a Tarquino Prisco, el cual trajo artesanos
más señalados, entre los sacerdotes de las divinidades especiales, eran de Etruria para que construyesen sobre el monte Capitolino el hermoso
los tres Flumines (encendedores) de Iove, Marte y Quirirw, los doce templo en que habían de ser honrados Júpiter, Juno y Minerva. De
Sulii o “sacerdotes saltadores” de Marte, y los doce “Hermanos de los Tarquino mismo, nada se sabe de manera cierta: pero no puede dudarse
Campos” (Fratres Ardes), que invocaban a la Dea Dia para bendecir que marcó época en la historia de Roma la creación de un templo en
las siembras. Y a éstos debemos añadir las seis Yirgenes Vestales, que que Júpiter el rey, con su nuevo título de Optimw Maximw, había de
mantenían siempre encendido el fuego sagrado en el templo de Vesta, ser honrado en unión de las otras dos deidades capitolinas, el cual
venerado como el hogar común de la ciudad. Tales eran los dioses que templo fue tal que la ciudad vio en él por mucho tiempo la más grande
adoraba Roma en sus primeros tiempos, y tales los sacerdotes a quienes obra de arte que embellecia a Roma. Luego, cuando se cierra la época
estaban encomendadas laa faenas de su culto. de los reyes, cuéntanos la historia de la Sibila y de sus libros, lo que
6. El rituuZ.-Las formas del culto eran en su mayor parte brillantes es de particular importancia, porque muestra el comienzo de aquella
y sencillas. No había aquel sentimiento profundo del pecado que quiere segura influencia que ejerció Grecia en Roma en cosas religiosas. A dos
penitencia, tal como lo hubo en algunas de las creencias de la Grecia; guardianes se encomendó la vigilancia de los libros sibilinos; pero luego
ni deseo alguno de purificación o desarrollo moral: laa bendiciones que se aumentaron estos guardianes hasta 10, y llegaron a ser 15. Ese fue
de las deidades se pedían eran de cosas de la tierra, y de cuanto llevase el primer colegio sagrado que se abrió a los plebeyos; y cuanto luego
a vivir con opulencia y gratamente en ella. Pero había, en cambio, se innovó y cambió, fue debido a su influjo. Los libros sagrados con-
poco de lúgubre o terrible en aquel culto. Consistía, principalmente, tenian en primer lugar los oráculos pronunciados por la sacerdotisa de
en cánticos y danzas, a lo que seguía un sacrificio a los dioses, el cual Apolo, por lo que este dios vino a ser familiar a los romanos, aunque
era parte muy favorecida de los de la fiesta, y les proporcionaba un al principio no le conocieran sino por el nombre corrompido de Apertu,
cambio muy grato de sus acostumbrados alimentos vegetales. Cuando “el que abre”. Poco después fueron introducidas en Roma tres deidades
los que desempeñaban los oficios del culto se habían bañado en un griegas: Demeter, Persephone y Dionisos, identificadas con las antiguas
arroyo de agua corriente, vestido sus cándidas togas, y coronado la Ceres, Libera y Liber de Italia: parece que, con ocasión del templo
204 MARTi / TRADtlcctonEs ANTIGÜEDADES XOMANAS 205

que se elevó a estas deidades, trabajaron por ves primera en Roma vida más pura y elevada. Cuanto se hizo en Roma para evitar la ver-
artistas de Grecia, en ves de los de Etruria. Un siglo más tarde, los libros gonzosa decadencia a que, en los últimos días del Imperio, habían venido
sibilinos ordenaron a los romanos que instituyesen una nueva fiesta en los descendientes de aquellos sencillos y magnos varones de la República
honor de Hmakks, tenido ya por el mismo dios Herauks. Pasó otro primitiva,-fue hecho por los filósofos griegos. Ni de echar una ojeada
siglo, y por mandato de los mismos libros, fue solemnemente traído a a su obra tenemos ya tiempo. Pero siempre debe ser recordado con
Roma el dios de las curaciones, Askkpios, y adorado desde entonces agradecimiento, que cuando parecía que era ya el mal el señor único
con el nombre de Aescukpius. Y crecían las conquistas romanas, y con de Roma; cuando vivían los poderosos con egoísta lujo, dados sin freno
ellas el númeo de dioses de apartados paises que hallaban nuevo templo alguno a todo género de abominable vicio, o mirando con ojos desma-
a la margen del Tíber. En época tan remota como la de la guerra con yados el envilecimiento y ruina de su pueblo; cuando la vasta muche-
Anfbal, hablaron de nuevo los libros famosos, en obediencia a los cuales dumbre de pobres de la ciudad era como hambriento y vagabundo
se fue a buscar a Sicilia a F’enus de Eryx, diosa de origen fenicio que ejército de abandonados mendigos, y cuando el cáncer de la esclavitud
tenía poco de común con la antigua Venus de Italia. Y no había termi- mordía el corazón mismo de la nación que lo alimentaba;-vivían aún
nado aún esa misma guerra, cuando ya estaba en Roma, por decreto de en medio de todos ellos, animándolos con sus vidas y fortaleciéndolos
los libros como siempre, la Gran Madre Ideana (Magna Mater), a quien con sus enseñanzas, algunos de los varones más sabios y más puros cuyas
trajeron de Pesino, en la Frigia, y en cuyo honor fundaron los Juegos palabras y obra recogió la antigüedad y ha venido trayendo la admiración
Megalesios. Entretanto, se había establecido en Roma una muchedumbre piadosa hasta nosotros.
de extranjeros, que venían acompañados de las creencias y ritos de su5 8. ConclusiOn .-A haber tenido espacio, mucho más hubiera podido
tierras nativas. Roma lo toleraba. Se tenía como deber de todo hombre decirse de la vida del pueblo romano. Hubiéramos seguido a uno de sus
el de rendir culto a 105 dioses de su nación en la manera acostumbrada. ejércitos famosos en su serena marcha al campo de batalla en que iba
Si algún ciudadano romano quería unir a sus propios dioses nacionales a ganar prez y provecho para su nación. Y hubiéramos visto las valiente
los dioses de otro pueblo, acatábalo el Estado, en cuanto no faltase por legiones, y sus divisiones varias; las armas de los soldados; la distribu
eao a los deberes que su condición de ciudadano le imponía. Las divi- ción del campamento; el orden de la línea de batalla. 0, volviendo lolr
nidades extranjeras que hallaron más favor en Roma, y a la caída de ojos a las grandes obras que por todas partes de la inmensa tierra que
la República, fueron las que venían del Oriente: y de éstas, las más fue suya dejaron los romanos,- hubiéramos descrito sus caminos, sus
veneradas eran las del Egipto. El culto de 105 dioses romanos había puentes, sus acueductos. Y el saber de tanta cosa antigua y maravilla,
sido siempre, en gran parte, más bien asunto de obligación formularia, de la división que bacía del tiempo el Calendario2, de los pesos y
que de sentimientos ardientes y reales; y como, con el correr del tiempo, monedas en uso, de los modos de tráfico y comercio, del interés del
habían perdido aquellas anticuadas ceremonias la escasa significación dinero, de los ingresos del Estado,-hubiera compensado de sobra nuestro
que en un tiempo tuvieron, creáronse vías nuevas, y expresáronse en estudio. Pero todo esto ha de buscarse en i>bras de más extensión.
otras formas, los sentimientos religiosos. Esto explica la popularidad Este pequeño libro habrá hecho bastante, si ha alcanzado a mostrar en
señaladísima que alcanzaron entre altos y bajos algunas supersticiones rudo y elemental contorno algo de la vida diaria de aquel poderoso
del Oriente, y, por sobre todas ellas, las de las tres divinidades egipcias pueblo, que, arrancando del más humilde origen, ha dejado en el mundo
Ida, Osti y Serapis. No podemos detenemos a examinar las formas una huella mayor que la de ningún otro pueblo conocido en la historia
de estos cultos: mas sépanse tres cosas de especial importancia: los de los hombres.
sacerdotes de eatas divinidades, a diferencia de los de Roma, constituían
una clase completamente apartada de los usuales tratos de la vida, y
tendían vehementemente a excitar los sentimientos religiosos; mas, como
loa romanos, descuidaban el culto de 105 deberes morales, y no habfa
nada en w doctrina que pudiese inspirar a sus sectarios eI deseo de una 2 Ver el Apéndice.
APENDICE
I.-LA MONEDA ROMANA

En la época primitiva de todas las naciones arianas, la moneda


acufiada fue desconocida, y el valor estimado en ganados (pecus), de
donde vino el nombre que se dio luego a la moneda (pecunia). De aquí
que las primeras leyes fijasen lo que se había de pagar por multas en
ganado, y no en dinero, y aún se conservan grandes piezas de bronce
halladas en Italia, que pesan como cinco libras, y en las que están
impresas figuras de animales: parece que después usaron de esas piezas
para ofrendas sagradas, luego que las remplazó en el comercio la moneda
acuñada. Como el oro y la plata eran aún muy raros en Italia, el cobre
fue hecho el tipo de la moneda, y los precios eran estimados en libras
de cobre. Ya en tiempo de los decenviros (Nociones de Historia de:
Roma, pág. 28) empezaron los romanos a acuñar moneda de cobre ligado
con estaño y plomo. La moneda mayor era el as, que se suponía pesaba
una libra; pero por las muestras de as libralis no deterioradas que han
sido descubiertas, se ve que pesaba diez onzas (unciae), en vez de doce.
Hicieron esta reducción para que equivaliese a la moneda siciliana
(nummus) que estaba entonces en gran uso en el comercio, cuando la
plata valía 250 veces su peso en cobre. El as era en aquella época fun-
dido, y no acuñado, y en Roma tenía por una cara la cabeza de
Jano, y por la otra la proa de un buque. Acuñaban también el semij
(medio al); el triens, que valía nominalmsnte 4 onzas de libra; el
quudrans (3 onzas) ; el sextans (2 onzas), y la uncia (una onza). Todas
estas monedas llevaban por uno de sus lados la proa del buque, J
por el otro la cabeza de alguna divinidad particular. Por grados fue el
03 bajando en peso y en valor: poco tiempo antes de la primera guerra
púnica, le redujeron primero a cuatro onzas, y después a dos: las otras
monedas conservaron sus nombres9 mas sufrieron también una gradual
disminución en sus valores. Ya por el tiempo de la última reducción,
ANTIGÜEDADES RO- 211
210 MARTí / TRADUCCIONES

sábado judío. Estaba cada mes dividido por el Idus, esto es, el día en
era la plata el tipo de la moneda, en vez del cobre; y acuñaron tres
que la luna está en todo su brillo, el cual era en los meses primitivamente
monedas de plata: el àenariw, igual a diez ares reducidos; el qdnarius,
largos (marzo, mayo, julio y octubre), como el 15 del mes, y en los
equivalente a cinco de estos ases; y el sestirtius, que valía dos y medio.
otros meses del año, como el 13; y marcaban otra división las Nonae
Durante la segunda guerra púnica, fue el as reducido a una onza; antes
(nonas), que caían, como diríamos nosotros, en día 8, pero para loa
del tiempo de César, ya no valia más que media; y luego descendió hasta
no valer mas que un tercio de onza. El sou francés ofrece un paralelo romanos, que las contaban a su modo, en el noveno día (nonw) antes
de los idus, esto es, en el día 7, ó el 5, del mes. Llamaban al primer
a este caso del (LF, porque aunque es descendiente directo del soliduu
día de cada mes las Kakndae (calendas), porque fue uso en tiempos
latino, que valió tres pesos fuertes y setenta y cinco centavos, vale ahora
primitivos que uno de los pontífices menores vigilase y anunciara (k&re)
cosa de medio centavo. En tiempos de Cicerón hallamos, pues,
su aparición al pueblo. Los demás días del mes eran contados hacia
El cs, que valía un centavo;
atrás, partiendo de las nonas, de los idus, o de las calendas del mea
El sestertius, que valía como dos centavos;
subsecuente, comprendiéndolas siempre en la cuenta: el 5 de mano,
El denarilcs, que valía como la décima parte del antiguo maravedí
por ejemplo, era llamado el tercer día antes de las nonas, marzo 7.
de plata.
El denurius era la moneda de plata de uso corriente; el sestertiw, No es necesario decir que al principio los meses deben de haber sido
incómodo por pequeño, era rara vez acuñado; pero se hacían todas las meses Zunures. En los nombres de los meses que aún se conservan entre
cuentas en sestertii, o en nummi, como frecuentemente los llamaban. Era nosotros, podemos ver que el año comenzaba con marzo. Pero nos es
regla usar del genitivo de plural sestertium después de millia; así que imposible decir cómo hacían que un año de diez meses lunares, concer-
3,000 sestertii equivalían a triu millzb sestertium; pero luego fue usada tase, ni aun aproximadamente, con un año solar de 365 días y medio.
la palabra sestertium como singular neutro, y decían triu sestertia. Debe Varios pareceres se han dado, todos inciertos. Por la época de los
recordarse, sin embargo, que el sestertium no fue nunca una moneda, decenviros, se abandonó la cuenta por meses lunares, y se ajustó un
sino una entidad numérica usada para contar, como equivalente a mil cómputo nuevo, según el cual marzo, mayo, julio y octubre tenían 31
sestertii, o, poco más o menos, a ocho libras esterlinas y diez chelines. días, febrero 28, y los demas meses, 29. Como este año de 355 días era
Si se trataba de sumas que excediesen a un millón de sestercios, era demasiado corto para que concertase con el curso del sol, intercalááronse
común usar el adverbio numeral: así, que 2.~,000 de sestercios, equi- 22 ó 23 días, cada segundo año, por la mitad de febrero, interrumpién-
valían a vicies centena milliu sestertium. Las palabras centena millia dose la cuenta regular de los días después de los idus, hasta que el
eran generalmente omitidas; de modo que vicies sestertium, y aun vicies mensis interkalaris había pasado. Pero esta intercalación era un tanto
solo, significa “veinte veces (cien mil) sestercios”. excesiva; y a más, observada con poca precisión, porque los pontífices
Acuñábase en Roma muy poco oro antes de que las victorias de Sila añadían días, o dejaban de añadirlos, conforme cuadrase a su voluntad
y Pompeyo en el Oriente trajesen gran riqueza a la ciudad. Julio César de acortar el tiempo de empleo de un enemigo, o prolongar el de un
fue el primero que hizo del oro tipo de la moneda: su aureus, o como amigo, 0 conforme conviniese a otras razones meramente personales.
le llamaron luego solidus, valía 25 denarii o cien sestercios. Ya por el tiempo de Julio César, el Calendario había venido a confusión
extraordinaria, y los meses dejaron de caer en absoluto en sus estaciones
propias. Por ejemplo, César dice en su Guerra Civil: “Era el 4 de
II.-EL CALENDARIO ROMANO enero, y el invierno se aproximaba”: y la fecha real era el 5 de noviem-
bre. Llegado a la dictadura, remedió este mal fijando el número de días
La división del tiempo en semanas no estuvo en uso en Roma antes del mes como están ahora, dando así al año 365 días, en vez de 355;
de la introducción del cristianismo; pero ya los romanos tenían cono-
luego mandó que cada cuatro años, se contase dos veces el dia sexto
cimiento de que los judíos acostumbraban guardar como sagrado cada
antes de las calendas de marzo. De este modo fue de trescientos sesenta
séptimo día: escritores como Horacio y Juvenal hicieron referencia aI
212 blNtTf / IRADUCCIONES

y cinco dias y un cuarto la duración del año, lo cual estaba tan cerca
de la verdad que el pequeño error causado a la larga en el cómputo de
siglos, no fue de muy gran monta.
Los nombres de los meseseran mensis lanuariuc, Febrwrk, Martius,
Aprilis, Maius, Juniw, Quintil+ Sextilis, September, October, November,
December. Despuésde la muerte de Julio César, el men.& Quintilis fue
llamado en honor suyo mensis Illliw; y, a imitación de esto, el men&
Sertilis recibió luego el nombre de Augwtur. La tabla siguiente da las
fechas romanas, luego de la reforma de César, en correspondencia con
algunas de nuestras fechas actuales, por las que puede calcularse fácil-
mente el resto. Ha de tenerse en cuenta: 1) que el nombre de mes es
un adjetivo que concuerda con las palabras femeninas Kalendae, Nonae,
Idus; 2) que la fecha está en ablativo; 3) que, por una atracción cu- TRADUCCIONES
riosa, en vez de decir, por ejemplo, quarto die ante Nonas Januariuu, es,
más común decir ante quurtum diem Nonas Januarias, esto es, “antes
(el cuarto día) de las nonas de enero”.
lVOCI0NE.S DE L6GICA
Días JANUARIUS APRILIS MARTIUS
del (lo mismoparajunio,
mes (lo mismoparaagosto setiembre
y (lo mismo para mayo,
actual y diciembre) noviembre). julio y octubre)

1 Kal. Jan. Kal. Apr. Kal. Mart.


a.d. N Non. Jan. a.d. xv Non. Apr. a-d. VI Non. Mart.
i PriNo>anJan. PriNo,No;prApr. a.d. IV Non. Mart.
a.d. III Non. Mart.
65 a.d. VIII Id. jan. a.d. VII; Id. Apr. Pri$onUohafart.
a.d. vn Id. Jan. a.d. VII Id. Apr.
B a.d. VI Id. Jan. a.d. VI Id. Apr. a.d. v& Id. Mart.
Pr;: Ja!an.. Prid. Id. Apr. a.d. IV Id. Mart.
:3 Id. Apr. a.d. III Id. Mart.
a.d. xu’ KaI: Feb. a.d. xvm Kal. Mai. Prifd Id.i.art.
:5 a.d. XVIII Kal. Feb. a.d. XVII Kd. Mai.
16 a.d. XVII KaL Feb. a.d. XVI Kal. Mai. a.d. xvh Kal. Apr.
a.d. III Kal. Feb. Prid. Kal. Mai. a.d. III Kal. Apr.
: Prid. KaL Feb. Prid. KaL Apr.
*

(De la Gramática Latina de Roby, tomo 1, Aphdice D.1

FIN
INTRODUCCION

M. JOIJFCDAN, divertidísimo personaje de una de las comedias de


Molière, dio muestras de gran sorpresa al caer en cuenta de que había
estado durante cuarenta años hablando en prosa sin saberlo. Pues de
cada cien personas, acaso habrá noventa y nueve que se sorprenderían
de igual manera si se lea dijese que habían estado por largo tiempo
convirtiendo proposiciones, urdiendo silogismos, cayendo en paradojas,
construyendo hipótesis, y distribuyendo en clases los géneros y las
especies.
Si se preguntara a estas noventa y nueve personas si eran lógicos,
responderían probablemente que no lo eran. Y en parte tendrían razón;
porque presumo que hay un número todavía mayor de personas educadas
que no tienen idea clara de lo que es Lógica. Sin embargo, en cierto
sentido, no hay quien no haya sido un lógico desde que comenzó a hablar.
Es verdad que pudieran preguntarnos: “iPues si de todos modos
hemos de ser lógicos, a qué necesitamos libros de Lógica?” A esto
hemos de decir que hay lógicos y iógícos. No hay quien no sea lógico
en cierto modo o grado; pero por desventura hay muchos que son lógicos
malos, lo cual les ocasiona grandes perjuicios. Esto mismo acontece en
otros varios ramos: no hay quien no sea en cierto modo gimnasta, aun
cuando ignore acaso la significación de este nombre: nadie puede subir
a un árbol, saltar un cercado, salvar un portón, sin ser, en más o en
menos, un gimnasta: pero aquellos que quisiesen hacer con propiedad y
ligereza tales ejercicios, y dar desarrollo conveniente a su sistema muscu-
lar, con lo cual se asegura al cuerpo la buena salud, y al individuo en
lances apurados una sólida defensa,-habrán de aprender de un maestro
hábil en los secretos de la gimnasia, las artes atléticas.
Ser un buen lógico es, sin embargo, cosa mucho más importante que
ser un buen gimnasta; porque la tógico nos enseña a razonar bien, y
216 MARTÍ / TRADucctoNzs

el razonamiento nos da la sabiduría; y la sabi¿uríu, como Lord Bacon


dijo, es el poder. Como atletas, como seres dotados de mera fuerza y
ligereza corporales, no hay hombre que pueda por un momento compa-
rarse con los tigras, los caballos o los monos; pero con el poder que da
el conocimiento, el hombre doma al caballo, rinde al tigre, y burla al
mono. El cuerpo más Írágil y flojo dotado de la mente más lógica ha
de vencer a la larga, porque le ea dado prever lo futuro, calcular loa
resultados de las acciones, evitar equivocaciones que pudieran ser fatales,
y descubrir los medios de poner en práctica cosas que habían venido II
pareciendo imposibles. Si criaturas de tan ruin tamaño como las hormigaa
tuviesen la mente más poderosa que la del hombre, destruirían al cabo
a los hombres, o los convertirían en esclavos sumisos de las hormigas. DEL MODO CON QUE RAZONAMOS COMÚNMENTE
Es verdad que no podemos hacer, en caso alguno, uso de nuestros
ojos y oídos, sin adquirir por medio de ellos algún nuevo conocimiento,
y este beneficio es también privilegio del resto de los animales; pero
Nuestro modo más común de razonar consiste en esperar que, si ae
lo que da al hombre el poder no ea eae mero conocimiento que viene
dan circunstancias semejantes a otras que antes se dieron, las cosas
del uso de los sentidos, sino ese otro conocimiento más profundo que s~l
continúen sucediendo del modo en que antes han sucedido en semejantes
llama Cienciu. Pueden las gentes estar viendo, y oyendo, y sintiendo
circunstancias. Si un relámpago ha iluminado de súbito el cielo, espero
durantei toda BU existencia, sin llegar a penetrar la naturaleza de laa
que le siga el trueno al punto, porque en los casos anteriores, el trueno
cosas que ven, ni de las palabras que oyen, ni de las impresionea que
ha seguido siempre al relámpago. Si me ofrecen una hermosa fruta
reciben. Pero la razón es el ojo de la mente, que DOS hace penetrar
redonda y amarilla, creo que es una naranja, y sin vacilar la como,
la causa de la existencia de las cosas, y el momento y el modo en que
porque hasta ahora se han venido comiendo frutas semejantes sin que
los sucesos deben acaecer o no acaecer. El lógico dirige sus esfuerzos
a nadie hagan daño. Por esta sencillísima manera de razonar se descubrió
a averiguar con exactitud la naturaleza, leyes y modos de obrar de esta
el oro de Australia. Un hombre llamado Hargreaves observó que las
facultad de la razón que hace a los hombrea poderosos. Ya queda dicho
montañas de la Nueva Gales del Sur se parecían a las de California,
que todos razonamos, mal o bien; pero la Lógica es la ciencia del raso-
donde había estado él cavando en minas de oro; por lo que vino a
namiento, y nos habilita para distinguir el raciocinio bueno, que lleva
deducir que, siendo semejantes los montes del país nuevo a los califor-
a la verdad, del malo, que constantemente conduce a los hombres a todo
nianos en varios aspectos, habían de serlo también en otros, y tendrían
género de errores e infortunios.
también las entrañas henchidas de oro. Y a pocas pruebas que hizo,
vio que había razonado bien, y que había oro.
Pero en este sencillo modo de raxonar de semejante a semejante, nos
engañamos a menudo. Cuando aquellas cosas que creemos que son
semejantes a otras, lo son en verdad, no hay riesgo en este género de
raciocinio; pero a veces parecen semejantes cosas que no lo son: dos
especies de hongos, o dos especies de frutas, pueden asemejarse tanto
por su apariencia exterior que no haya entre eIlas diferencia visible;
mas una de esas especies puede ser buena de comer, y la otra venenosa.
Y no sería imposible que la fruta que creemos que es naranja, por
218 MARTi / TRADuccIoNEs NOCIONES DE LÓGICA 219

parecer= en todo a las naranjas, no lo sea en modo alguno, sino otra trozo frío de metal que es, absorberá en sí gran suma de calor; pero,
nueva especie de fruta que nos ea desconocida. colocado de otro modo, hará más bien que daño, porque favorecerá
Tan acostumbrado se está a usar de frazadas para calentarse el cuerpo la entrada del aire en la hoguera, y acelerará así su combustión.
con ellas, que se ve con sorpresa usar también las frazadas para con- Se entiende por ley general de la naturaleza todo aquello que es
servar el hielo frío, y para prevenir que se deshaga. Esperando que verdad respecto de muchos objetos: el conjunto de las leyes natur&
la misma causa produzca el mismo efecto, se imagina que la frazada constituye la ciencia A poco que reflexionemos, echaremos de ver que
habría de calentar el hielo, como calienta el cuerpo. Pero éste no sería la lógica debe enseñarnos dos cosas diferentes con arreglo a las leyes
en realidad el efecto semejante. Lo que la frazada hace siempre es de la naturaleza; la una es, el modo de descubrirlas: y la otra, el modo
impedir que el calor pase de un lado a otro; así, envolviéndonos en ella de usar de ellas despuésde descubiertas. Se llama razonamiento indo-
el cuerpo al acostarnos, estorbamos que el calor de nuestro cuerpo pase tivo al que nos sirve para averiguar una verdad común a mllchos objeto9
al aire más frío pue nos rodea; y, envolviendo en la frazada el hielo, diferentes. Nuestro oído y vista, y otros sentidos, nos dicen lo que su-
estorbamos que el calor del aire pase al hielo frío. En loa países donde cede alrededor de nosotros, y de esto, por un razonamiento propio,
el rigor del invierno obliga a tener encendido el fuego en las habita- podemos a menudo remontarnos a descubrir las leyes de la naturaleza
ciones, los sirvientes suelen razonar en falso. Clavan el atizador entre en consecuenciade las cuales acaecen los efectos que nuestros sentidoa
los carbones, y lo dejan clavado, como si creyesen que la mera presencia nos transmiten.
del atizador ayudase a encender el fuego,-10 cual deducen de que
Observando que las nubes, la lluvia, la nieve, el granizo, el rocío, la
en algunas ocasiones anteriores, el fuego había prendido mejor cuando
neblina, y las brumas, son todas formas varias del agua, que parecen
dejaban el atizador dentro de él: pero no observaron que el atizador en
salir del aire, descubriremos, con un método oportuno de investigación,
estos casos, había sido colocado de manera que alzase un poco los
que todo aire húmedo, cuando llega a cierto grado de enfriamiento,
carbones, para que por entre ellos colase el aire libremente, lo cual
produce partículas de agua: y hallamos que hay un suceso o estado
sí ayuda mucho a que se encienda pronto el fuego.
siempre igual en las causas de todas estas COSM.
Lo cierto es que sólo cuando las cosas son de veras semejantes,
Por el razonamiento deductivo, hacemosprecisamentelo contrario, y
podemos esperar que se produzcan de ellas resultados parecidos. Las
mismas causas producen los mismos efectos; pero la dificultad está en deducimos de las leyes de la naturaleza lo que acontecerá en consecuen-
saber cuándo las causas son las mismas. Estas averiguaciones requieren cia de ellas. Inferir es hallar lo que ser6 cierto, si alguna otra cosa es
raciocinios mucho más escrupulosos que los que generalmente usamos. ya cierta. Sabiendo que el aire húmedo produce cuando se enfría par-
Es menester investigar qué cosas van siempre y en todas partes unidas tículas de agua, puede inferirse que una botella de vino helada se
a otras, e ir en esta investigación hasta donde ya nuestro poder de ver cubrirá en verano de gotas de agua. Los filósofos han descubierto por
y adivinar nos abandone. Es necesario hallar las leyes generales que inducción que todos los cuerpos tienden a caer sobre la tierra como
enseñan las cosas que hun de suceder cuando se acwnulan determinadas piedras: luego por deducción puedo inferir que la luna debe tender a
circunstancius. A veces el fuego se enciende, y a veces no: luego las caer sobre la tierra. Pudiera parecer que toda la dificultad del razona-
circunstancias en uno de los casos son distintas, porque el fuego no miento estriba en descubrir laa leyes por inducción, y que debemoscierta-
tiene voluntad, y si se dispuso y prendió la hoguera exactamente como mente aprender a descubrir las leyes antes de aprender la manera de
se dispuso y prendió otra, debe arder bien, como ardió la otra. Para usarlas. Lo cierto, sin embargo, es que no podemos entender el razona-
este caso hemos de saber qué cosas favorecen siempre la comunicación miento inductivo hasta que no hayamos entendido previamente el ra-
rápida del fuego, tales como la presencia y libre entrada del aire, y la zonamiento deductivo.
ausencia de humedad y de todo lo que, como ella, pueda absorber o Antes de que pueda decirse que conocemospropiamente lo que una
sacar fuera el calor. Y así sabremos que un atizador frío, puesto de ley de la naturaleza significa, hemos de estar en capacidad de ver a
cierto modo en la hoguera, le hará más daño que bien, porque, como dónde conduce, esto es, de inferir sus consecuencias.Yo no puedo decir
!z?o MAnTf / TIuDuccIoF?Es

si una ley es verdadera o no, hasta que yo no vea si concuerda con lo que
sucede en la naturaleza. Cuando los filósofos llegaron a concluir que
todos los cuerpos tendían a caer sobre la tierra, debieron haber estado
ya en aptitud de prever, que la luna, que es un cuerpo, tendería a caer
aobre la tierra ,-a fin de inquirir si esto era verdad o no. Más ade-
lante demostraré de un modo pleno que en realidad ejercitamos el
razonamiento inductivo por el uso del deductivo. Veamos ahora en qué
consiste éste.
III

iQUÉ ES RAZONAMIENTODEDUCTIVO?

Tomemos un caso de razonamiento simple: un argumento, como le


llaman a menudo, y veamos de qué modo está construido. Cuando
vemos una especie particular de hongo blanco y rosado, y lo cogemos,
porque creemos que es una seta, y sabemos que las setas son buenas de
comer, ciertamente razonamos por un argumento, que pudiéramos pre-
sentar de esta manera:
Todas las setas son buenas de comer.
Este hongo es una seta.
Luego, este hongo es bueno de comer.
Aquí hay tres sentencias que establecen tres hechos diversos: pero
cuando conocemos los dos primeros hechos, aprendemos o recogemos ei
tercero de los otros dos. Cuando llegamos al conocimiento de un hecho
por otros hechos, inferimos o razonamos, y hacemos eato en la mente.
De este modo nos ayuda el raciocinio a cerciorarnos de la naturaleza
de un objeto sin experimentarla en él directamente. Si necesitásemos
siempre probar un manjar para saber si era bueno o malo de comer,
serían extraordinariamente frecuentes los casos de envenenamiento. Pero
la apariencia y peculiaridades de una seta pueden ser averiguadas sin
peligro por la vista o el olfato; y razonando sobre este dato y el hecho
ya bien conocido de que las setas son buenas de comer, llego sin riesgo
ni tropiezo a la conclusión de que el hongo especial que tenemos ante
los ojos es bueno de comer. Razonar, pues, es derivar un conocimiento
de otro conocimiento.
222 MARTf / TRADuccxoms NOCIONES DE LÓGICA 223

Examinemos ahora con más cuidado las partes de que se compone cinio; y 3 esto precisamente viene la Lógica: a enseñar las reglas que
el argumento que hemos construido a propósito de las setas. En él hay sirven para raciocinar. Lo que primero importa, y antes de todo ha de
tres sentencias, que, porque ponen los hechos ante nosotros, se llaman aprenderse, es conocer exactamente lo que son los términos y cuántas
proposiciones. La primera proposición nos dice que “todas las setasson clase3 de ellos hay; luego habremos de aprender qué son las proposicio-
buenas de comer”, o, lo que es exactamente lo mismo, que “todas las nes, y cuántas clases hay de ellas. Después de que sepamos esto, veremos
setas son cosas buenas de comer”. Esta proposición tiene tres partes cómo una proposición puede, por medio del razonamiento, irse derivando
principales. En ella hay dos especiesde cosas puestas en inmediata de otras proposiciones, en la clase de argumento llamarlo silogismo.
relación: “setas”, y %osas buenas de comer”. Cada una de estas partes Consta, pues, de tres partes Lu Lógica Deductiva: la una trata ‘de los
de la proposición está expresada, por supuesto, por los nombres de las términos, la otra de las proposiciones, y la otra de los silogismos. Ya
cosasa que se refieren, y como el nombre “seta” está a un extremo de se va viendo que los términos y las proposiciones no son más que los
la proposición, y “cosas buenas de comer” está en el otro extremo, se meros instrumentos que usamos para raciocinar: y es cosa salida que
llama a estas dos partes términos, o extremos de la proposición. Sirve no se puede aprender un oficio si no se empieza por aprender el USO
de lazo de unión a estos dos extremos la palabra “están”, por lo que de los instrumentos que se emplean en él. Empecemos, pues, por estu-
a ésta, como a todas las palabras que unen los términos de una propo- diar las diferentes clases de términos y proposiciones, antes de entrar
sición, se la llama “cópula”, esto es, eslabón, lazo. Aun nos queda en la en el estudio de los silogismos.
proposición una palabra que no hemos examinado, la palabra todas.
Esta palabra nos dice aquí cuántas de las setas son buenas de comer;
y sirve para indicarnos que no hay seta que no sea buena de comer;
que cuantas setas hay< son buenas de comer. De modo que como sirve
para señalar la cantidad de las setas que son buenas para comidas,
llamaremos a esta palabra “todas” el signo de cantidad.
Laa otras dos proposiciones están construidas, poco más o menos,
del mismo modo. Cuando digo: “Este hongo es una seta”, tclmbién uso
dos términos: “Me hongo”, y “seta”, reunidos por la cópula es. En la
tercera proposición, que derivamos de las dos primeras, loa términos
“‘este hongo” y “cosas buenas de comer” aparecen de nuevo, juntos
también por la misma cópula es. Se observará que cada término ea
usado doa veces en el argumento: “este hongo” se encuentra en la
proposición segunda, y en la tercera; “seta” en la primera y segunda;
y “cosas buenas de comer” en la primera y tercera. En nuestro examen,
pues, hemos aprendido que un argumento de esta clase se compone de
tres proposiciones y de tres términos, y que cada proposición se forma
reuniendo dos de los términos por medio de una cópula. Cuando rela-
cionamos términos, hacemos una proposición, y cuando relacionamos
proposiciones, hacemos un argumento, o un caso de raciocinio.
Si nos diéramos a juntar toda clase de proposiciones, y a suponer
que ya por esto estábamosrazonando, no obtendríamos por lo común
más que estrambóticos absurdos. Para construir un buen argumento,
es necesario obedecer estrechamente a ciertas reglas que guían el racio-
IV

DIFERENTES CLASES DE TÉRMINOS 0 NOMBRES

Vemos ya que se llama términos a los nombres de las cosas, a las


palabras que sirven para expresar las cosas que ponemos en relación
inmediata en la proposición. Estos nombres en Lógica, aunque son los
nombres de las cosas comparadas, no tienen una significación tan estrecha,
ni una acepción tan limitada, como los nombres en Gramática. Nombra
aqui es el conjunto de palabras que forma uno de los términos, una
de las dos cosas comparadas en la proposición, y reunidas por medio d6
la cópula. Un nombre en Lógica puede abarcar más de un nombre en
Gramática. Un solo término puede comprender un número vario de
nombres gramaticales, ya substantivos, ya adjetivos. Otras veces, en
cada término, o nombre lógico, no hay más que un solo nombre gra-
matical. Cuando decimos: “L os d iamantes son combustibles”, el término
primero es el simple substantivo “diamantes”, y el segundo, el simple
adjetivo “combustibles”. Pero si decimos “La Reina de Inglaterra es la
Emperatriz de la India”, anunciando asi el nuevo titulo honorífico que
se ha añadido al de reina de Inglaterra, hacemos una proposición de
dos términos, cada uno de los cuales está computkto de dos nombres:
“La Reina de Inglaterra” es un término: “la emperatriz de la India” es
el otro. He aquí cómo se llama en Lógica nombre a esta reunión de
palabras que contiene dos nombres: Reinu e Inglaterra, y a la otra que
contiene también otros dos: Emperatriz e India. Un término de la pro-
posición puede llegar a tener,-sin dejar de ser por eso un término
solo ,-un número considerable de palabras. Digamos ahora: “La biblio-
teca de Alejandría fue la más rica y famosa del mundo antiguo”. El
226 bfARTÍ / TRADIJCCIOXES NOCIORES DE LÓGICA

primer término es “la biblioteca de Alejandría”; “fue” es la cópula Pero pudiera hacerse aquí la observación de que, puesto que aun
que junta el primer término al segundo, y el segundo término es todo las cosas de que sólo hay un ejemplar, como el obelisco de Luxor, se
el resto de la frase. Se ve, pues, cómo un término en Lógica puede componen de muchas partículas de materia, el nombre del conjunto debe
constar de un número indefinido de nombres, substantivos o adjetivos, ser el nombre de todas las partes que lo forman. La porción del Conti-
y de todos los artículos, preposiciones y conjunciones necesarios para nente Antiguo que se llama Asia está formada de muchas llanuras, lagos,
enlazarlos. Y continuará siendo un solo término, en tanto que, por montañas y ríos; P o 1inesia es el nombre de un número crecidísimo de
muchas palabras y atributos diversos que reúna, con todos ellos hace islas esparcidas en cierta región del Océano Pacífico: y sin embargo,
referencia a un solo objeto, o a una sola colección o clase de objetos, Asii y Polinesia son cada una un conjunto, una entidad aparte. No
cuyo nombre o nombres constituyen el otro término de la proposición. existen dos obeliscos de Luxor; ni dos Polinesias. De aquí, que cada
Veamos ahora cuáles son las diferentes clases de términos. uno de estos términos sea un término singular, y no general, porque un
A veces un término no se refiere más que a una sola personn o cosa, término singular puede ser el nombre de muchas cosas, siempre que todas
de la que no hay más que un ejemplo; y es singular por lo tanto, puesto éstas estén reunidas en un solo grupo o colección que bajo un nombre
que de su clase no hay más que una. Si hablo en una proposición del único las comprenda a todas. Polinesia no es el nombre de una isla sola,
“obelisco de Luxor” que admiran los viajeros en París, o de “la cascada sino de un archipiélago numeroso en el Océano Pacífico. A esta clase
del Tequendama”, cada uno de estos términos se referirá a un objeto de términos se les llama términos colectivos, porque el nombre que la
solo, porque de Luxor no hay más que un obelisco, ni de Tequendama forma es el de muchas cosas reunidas en un conjunto. Biblioteca es el
hay más que una cascada. Por esto se llama en Lógica û esta clase nombre colectivo de muchos libros reunidos; constelación, de muchas
de términos, términos singulares, porque cada término sirve exclusiva- estrellas; muchedumbre, de mucha gente.
mente para nombrar una sola cosa. Dijimos ya que nombre general es el que conviene a muchas cosas
No son, sin embargo, loa términos singulares, los que más se usan de igual género, y añadiremos que conviene además separadamente a
al hablar y al escribir, sino los generales, como se llama a aquellos que cada una de las cosas que entran en el género. Así, isla ea el nombre
designan objetos de cuya clase hay ejemplares numerosos. Si digo de cada una, y de cualquiera, de las mil porciones de tierra que entran
8 formar la Polinesia. Isla es, pues, un término general; Polinesia, un
“estrella” no es lo mismo que si digo “obelisco de Luxor”, porque hay
término singular y colectivo. En todo el mundo es hoy famosa la Biblio-
millones de objetos brillantes y luminosos que se conocen con este nombre
teca del Museo Británico, tan rica en libros que no se cree que haya
común de “estrella”. Cuand 0 d’igo, pues, que laa estrellas son cuerpos
otra más rica que ella: cuando decimos Biblioteca del Museo Británico,
celestes, se entiende que esto que digo conviene a todas las estrellas: el
damos este nombre a una gran colección de libros; pero no a cada uno
término conviene al género de cosas llamadas estrellas, por lo que a de los libros que entran en la colección: y porque es nombre de una,
esta clase de términos se ha dado el nombre de generales. En sirviendo la llamamos término singular: y porque es nombre de colección, término
para señalar más de un objeto de la misma clase, ya se llama generol colectivo. Pero hay, sin embargo, gran número de colecciones de libros,
el término, bien sea que señale solamente dos o tres objetos, o personas, más o menos ricas, en varias partes del mundo; de modo que el término
bien que sexíale un número considerable e indeterminado. “El rey “biblioteca”, aunque es colectivo en cuanto se refiere a los libros de cada
actual de Siam” es término general, puesto que designa de igual manera colección en particular, es además general, puesto que con el mismo
a uno u otro de los dos reyes que existen ahora en aquella lejana nombre se conocen todas las colecciones de libros. Vemos, pues, que el
tierra asiática. “Grano de arena” es otro tCn&o general, puesto que mismo término puede ser a la vez colectivo y singular, o colectivo y
designa cada una de las numerosísimas partículas que pueblan las playas, general; pero debemos poner siempre gran cuidado en evitar k confusión
ríos y mares. Término general es también éste: “particula de materia”, de los términos colectivos con los términos generales.
y más general aún que otro alguno, puesto que no existe nada en el Otra diferencia hay entre los términos, que no es tan fácil de entender.
universo que de partículas de materia no esté formado. Muchos términos hay que son nombres da objetos sólidos, que existen
2!2% bf.4RTf / TRADUCCIONES NOCIONES DE LÓGICA 229

por sí miarnos, y que podemos mover o tocar, como una pizarra, una un mismo nivel, y carece por tanto, de igualdad; hombre “inhábil” ea
moneda, una casa de ladrillo. A éstos se ha dado el nombre de términos llamado aquel que no posee la cualidad de ser hábil. Todos éstos:
concretos, e incluyen la mayor parte de los nombres que pueden ser imposible, ami-parlamentario, inmenso, desigual, inhábil, son términos
usados en plural: así hablamos de estas y aquellas monedas, de casas negativos. Muchas veces se conoce un término negativo en que comienza
de ladrillo, de montañas, de planetas, de partículas de materia, y de tantas con una de las partículas in, a, an, non, como indómito, que significa
otras cosas conocidas, visibles o palpables. Todos éstos son términos no domado; a-morfo, que significa sin forma; anodino, sin dolor; non-
concretos. nato, no nacido. Pero hay también muchos términos que hacen oficio
Los términos abstractos, por lo contrario, son también nombres; pero de negativos, aunque no comienzan con ninguna de estas particulas.
no exactamente nombres de cosas, sino de cualidades que poseen las Dícese que una pieza de metal es maleable, cuando a golpes de martillo
cosas, tales como el espesor dé la moneda, o el color de la pizarra, o al puede llegar a convertírsela en una lámina delgada; y si esto no puede
tamaño de la casa, o la elevación de la montaña. No podemos separar hacerse con la pieza de metal, diremos de ella que es “inmaleable”.
el espesor de una moneda de la moneda misma, como podemos separar Mas esta palabra es muy poco usada, y en su lugar llamaremos a la
una moneda de otra. Cada objeto tiene muchas cualidades: una moneda pieza de metal “quebradiza”; con lo que viene 8 ser el término “qu*
además de espesor, tiene peso, solidez, color, ductibilídad, maleabilidad, bradizo” el negativo de “maleable”. De este mismo modo, “opaco” ha
fusibilidad, conductibilidad, y otras muchas cualidades: de modo que venido a ser el negativo de transparente; “falso” de verdadero; “SCCO”
cada una de esas palabras, cada uno de esos términos, es un término de húmedo; “kpero” de suave. Son innumerables estos términos nega-
abstracto. Hablando con propiedad, un término absoluto no puede ser tivos, que lo son por serlo en su sentido, aunque no tienen forma negativa.
puesto en plural. No podemos hablar de solideces, ductibildudes, fusi- “In-numerable” es precisamente el negativo del término “numerable”,
bilidades, por ser estos términos abstractos puros. Verdad es que habla- tan poco usado como gráfico: éste es, lo que se puede contar; aquél,
mos a menudo de colores, pesos, magnitudes; pero es probable que lo que existe en tal número que no admite cuenta. Cuando se habla de
entonces estemas usando de estas palabras como términos concretos, y trozos escritos o hablados, “verso” es el negativo de “prosa”, y “prosa”
determinando la forma visible, corpórea, concreta, que en cierto o ciertos el negativo de “verso”; a no ser que el divertidísimo M. Jourdan
objetos han tomado estas cualidades abstractas. Es innegabie que se hubiera tenido razón cuando pensaba que podía conseguir una carta
presta mucho a confusión esta división de los términos en abstractos y de amores que no estuviera escrita en prosa, ni en verso.
concretos, y no es muy bien entendida. Pero acaso basta, para evitarla, Si Los idiomas fuesen perfectos, cada término poseería su correspon-
recordar que término concreto es el nombre de unu cosa; y término diente negativo, que significase lo contrario de lo que el término afir-
abstracto, el nombre de una cualidad de una cosa. mativo. Los substantivos y adjetivos andarían entonces más claros que
Entramos ahora a establecer la diferencia que existe,entre los térmitma ahora, en perfectas parejas. Así como “conveniente” tiene su negativo
positivos y los negativos. Como regla general damos un nombre a una “inconveniente”, y “oportuno”, su negativo “inoportuno”,-así “amable”
cosa, porque esta cosa tiene cierta cualidad. Llamamos a algunas casas tendría el suyo, “inamable”; y en vez de hacer de “oscuro” el negativo
“casas de ladrillo”, porque están hechas de ladrillos: al ferrocarril 80 de “claro”, se diría “inclaro” o “no-claro”. Las lenguas del norte de
le llama así, porque sus dos carriles son de hierro. Pero en otros casos, Europa abundan tanto en estas contraposiciones útiles, como escasean en
damos un nombre a las cosas por la razón opuesta: porque carecen de ellas las lenguas del mediodía. En castellano, como en todos los idiomas
cierta cualidad. Decimos así de un hecho extraordinario que es “im. que han nacido, o han tomado, del griego y el latín, es rigurosamente
posible”, porque no es realizable; de un discurso, que es “anti-parlamen- perfecto el negativo formado, con acatamiento de las reglas ortográficas,
tario”, cuando no se ajusta a las reglas a que han de acomodarse las por la anteposición de los prefijos in, i, non a los términos positivos de
discusiones en los Parlamentos; una distancia “inmensa”, significa una abolengo latino, y a, un, a los de familia griega. Pero en los Dicciona-
distancia que no ha sido medida o que es tal que no parece que se rios no se hallan más negativos que aquellos que han prosperado en el
pueda medir; una superficie “desigual” es aquella que no está toda a uso, y corren con más constante empleo. El espíritu científico, eacla-
!230 IffARTf / TRAD0cc10IpEG

raxdor p sintetizador de nuestra época está operando, en eate detalle


como en otros, una benéfica revolución en nuestro lenguaje.
Acarrea a menudo confusiones la costumbre de usar descuidadamente
en igual acepción doa términos negativos, uno de los cuales expresa la
total ausencia de una cualidad, y el otro mayor o menor grado de
carencia de ella. El término “pequeño” no es en realidad el negativo de
“grande”, porque puede haber cosaa que no sean grandes ni pequeñas,
sino de tamaño mediano. El negativo de grande sería no-grande, el
cual incluiria a la vez la negación de mediano y pequeño; del mismo V
modo el negativo de pequeño seria no-pequeño, que a su vez incluirfa
lo mediano y lo grande. Esto mismo sucede con los términos: caliente
y frío, claro y oscuro, pesado y ligero, que en realidad no son entre sí SIGNIFICACIóN COMPLETA DE LOS TÉRMINOS
términos perfectamente opuestos, a menos que por frío no se entienda
la ausencia completa de calor, y por oscuro la total falta de luz, lo cual
ca.4 nunca queremos dar a entender cuando decimos “frfo” y “oscuro”.
No se llegará a entender la significación real de los términos concretos,
No hay cosa alguna fría, por mucho que lo parezca y lo sea, que en sí
si no se observa con cuidado que tienen dos significaciones diferentes:
no encierre aún cierta cantidad de calor. Es cuestión de menor grado
una, la de las cosas a las cuales se aplica el término; otra, la de las
en la cualidad, y no de ausencia de ella Cuando decimos “frío” queremos
cualidades de las cosas, en consecuencia de cuya cualidades se apüco.
dar a entender “poco calor”; pero no “falta absoluta de calor”. Así,
Cuando veo una formidable estructura flotante sobre el agua, con altos
cuando se dice de una cosa que está “caliente”, no queremos decir que
mástiles y velas, la llamo “buque”, porque no me cabe duda de que
hay en ella “calor”, puesto que en todas cosas lo hay, y el negativo de
está construida para navegar, y llevar mercancías y pasajeros de una
caliente sería entonces “aquello en que no hay c81or”; sino que “hay
playa a otra. Y a toda fábrica flotante que tenga la misma apariencia
en la cosa más que mediano calor”, cuyo negativo será “aquello en que
general, y los mismos usos, la llamaré también “buque”; y a quien me
no hay más que mediano calor”, e incluye a la vez las cosas que no
pregunte por qué la llamo así, le diré que, como buque es toda fábrica
están a temperatura media, y las que podrian llamarse frías. Si una
de madera, o de madera y hierro, echada a flote sobre el agua, con
persona, pues, niega que una cosa esté caliente, no debe entenderse que
velas y con mástiles, para andar por loa marea sin obstáculo, y llevar
afirma que está fría, porque aunque puede estar ya privada del calor
frutos de un punto a otro,-siempre que yo llame “buque” a un objeto,
necesario para que se diga de ella que está caliente, puede, sin embargo,
doy a entender que posee todas esas peculiaridades: el hecho de poseerlas,
no estar fria todavía.
de poder andar por el agua, de llevar de un país a otro mercancías y
gentes, es lo que constituye el “buque”, y me mueve a llamarlo de esta
manera: de modo que el término “buque” significa, no sólo la cosa,
sino la suma de condiciones que ha de poseer para que pueda darse
este nombre a la cosa. Por otra parte, el término “buque” es el nombre
de la cosa, y hay gran número de buques que tienen su nombre especial,
como eI Hticar, el Leviathan, la Esmeralda, la Flor de Mayo.
En realidad, todo término general ordinario tiene una significación
doble: por una parte conviene a las cosas a las cuales se aplica; por
otra, con significación completamente diversa, a la~ cualidades y ~CU-
232 MARTf / TRADuccxoNEs
NOCIONES DE LÓGICA 233
iiaridades que las cosas que tienen ese nombre implican. Loa Iógicaa
palabra “almirante”, con la cual se indica el buque donde va el jefe
dicen que el número de cosas a las cuales se aplica un término, es Ia
de la escuadra, y digamos “b uque de guerra británico almirante de
extendn del término: en tanto que el numero de cualidades o peculia-
ridades implicadas en las cosas, es su intensión, que es la cualidad que vapor de hélice”. La extensión queda tan reducida que el término buque
en algunos libros de Lógica aparece con el nombre de connotación o ya no expresa aqui más que un buque solo, pero la intensión ha ganado
comprensi&. Cuando comparamoa términos que tienen entre sí una tanto que el término sirve para distinguir inmediatamente este buque de
parte común, y otra diversa, tenemos ocasión de observar sus trarioa todos los demáu
grados de extensión e intensión. Tomemos, por ejemplo, el término
“buque”, y comparémoslo con el término “buque de vapor”. Indudable-
mente, hay más buques que buques de vapor, puesto que cuando decimos
“buques de vapor”, y a excluimos los de vela, y nos referimos a los de
vapor solamente, mientras que cuando decimos “buque”, comprendemos
los de vapor y los de vela. De modo que con añadir “de vapor” a
“buque”, hemos reducido grandemente la extensión del término; pero
hemos aumentado su intensión, porque con decir “buque de vapor”, m
indica todo lo que se indica con decir 46buque”, y más aún, puesto que
ae da a entender que el buque está movido por vapor. Añadamos todavía
otra palabra: comparando el término “buque de vapor de hélioe” con
“buque de vapor”, la extensión queda de nuevo reducida, puesto que ya
excluimos del número los buques de vapor movidos por ruedas; pero
en cambio la intensión, la determinación, la significación concreta, ha
sido notablemente aumentada, porque ya se nos dice de un modo preciao
de qué manera se mueve el objeto que se llama “buque de vapor de
hélice”. Si en estos términos intercalamos otro, y decimos “buque de
guerra de vapor de hélice”, el término ae reduce todavia más, y pierde
nuevamente en extensión, puesto que ya los buques de vapor de hélice
que no sean de guerra no entran en el término; pero como el término
queda más definido, preciso y expresivo, gana en intensión. Y si w
refuerza aún el término con una palabra que concrete y particularice
más su significación, al mismo tiempo que reduce el número de los
objetos a que el término puede aplicarse, seguirá la extensión mermando,
y la iutensión creciendo, como si decimos: “buque de guerra británico
de vapor de hélice”. Cuando dijimos “buque”, el término abarcaba
todas las fábricas flotantes trabajadas por los hombres nara andar por
ríoa y mares; y ya, en este término último, la palabra “buque” no viene
a comprender más que el número escaso de fábricas navales que la
nación inglesa ha construido para defenderse de los que la ataquen, y
atacar a sus enemigos. Añadamos, por fin, al término que antecede la
VI

DELUSOCONCRETODELAS PALABRAS

Na& es tan necesario para razonar bien, como usar las palabras
propiamente. Se entiende por significación de una palabra, la cosa en
que pensamos mundo usamos de ella, y en la cual queremos que los
demás piensen al oír la palabra, o verla escrita. Casi es imposible pensar,
si no vienen a la mente las palabras propias para reflejar el pensamiento,
y es seguro que, sin el uso de las palabras, no podríamos hacer conocer
a los demás nuestras ideas y raciocinios. No hay, sin embargo, causa
más frecuente de equivocaciones y juicios falsos que la confusión que
nace de las diferentes acepciones de una misma palabra.
La palabra iglesia nos puede servir de ejemplo de esto: Por “iglesia”
se entiende generalmente el edificio de piedra, ladrillos o madera, donde
se reúnen los creyentes para los actos y ceremonias religiosos: de modo
que euando se use la palabra en este sentido, apenas habrá motivo de
equivocación. Pero también es común llamar “Iglesia” al conjunto de
gentes que tienen una misma creencia religiosa, y rinden culto a la
divinidad con iguales ritos: y ésta es la acepción de la palabra cuando
se dice “Iglesia Romana”, o comunidad de gentes que cree en las doc-
trinas de la religión católica, apostólica y romana, “Iglesia Griega”, “IgIe-
sia Anglicana”. Cuando se dice que una persona se ha pasado a la
Iglesia Romana, no quiere decir que haya ido personalmente a iglesia
alguna en Roma, sino que ha cambiado sus creencias anteriores por
las creencias de la doctrina Romana. Cada secta, además, usa de la
palabra Iglesia refiriéndose a la suya propia, y como si no hubiera más
Iglesia que la de su secta; de modo que dos creyentes en religiones
!236 MARTI / TRADucctoNEs
NOCIONES DE LÓGICA 237

distínb, que discutan sobre les creencias de eu Iglesias r@va8, muy semejante como 8e ve, al primitivo latino. Para encierra tres pala-
aplicarán. cada uno por su parte, este término común “la Iglesia” a do8 bras distintas; y puede ser, ya la preposición que a cada momento
Igk8ia8 diversas y opuestas. usamos al hablar y escribir, ya tiempo imperativo del verbo “parar”,
Todavía cabe mayor confusión en el empleo de esta palabra, porque, ya una ciudad muy conocida del Brasil. Pero estas palabras son general-
a més de lo que va ya explicaqo, suele también expresarse con ella el mente tan notorias, y de tan claro uso, que difícilmente pueden cometerse
conjunto de personas que gobiernan y dirigen el culto de BU religión, respecto de ella8 más que equivocaciones voluntarias.
el grupo de autoridades que la interpretan, legislan y representan, del En la mayor parte de los casos, las palabras van cambiando au
mismo modo que 8e suele usar doblemente la palabra Estado, significando significación por grados, y aunque se desvien de su acepción priniera,
una8 veces con ella la nación en conjunto, a la cual todos 108 hombre8 continúan siempre en relación directa con ella. Por “tribunal” 8e en-
han de hacer ofrenda de su amor, servicios y reapeto, y otras vetea la tendió al principio el lugar donde se juzgaba a los acusados de delitos,
nación en un sentido méa estrecho, y como entidad superior y gobernante y ahora se entiende por tribunal más comúnmente el grupo de jueces
de sí misma. En 108 paises en que ha prosperado la religión proteírtante, que oyen el caso, y dictan sentencia. Por “trono” se entendió primero
y donde la8 secta8 se han subdividido en ramificaciones numerosas, las el alto andamio en que aparecían en público los reyes, y ahora, cuando
confusiones en el uso de esta palabra auben de punto, porque allí 8e da 8e dice “el Trono”, 813da a entender generalmente el conjunto de prerro-
además el nombre de Iglesia a la entidad autonómica, dueña y legisladora gativas, tradiciones y poder que los defensores de la monarquía consi-
de rí propia, esto es, a cada uno de lo8 templo8 que tiene, ademáa de deran vinculado8 en los reyes.
BU sacerdote, BUS accipnistas, sus fuhcionarioe y su público, y donde 108
A las palabras que tienen dos o más acepciones, y son usadas de tal
miembros de la Iglesia discuten y votan 108 asuntos del templo. En los
modo que podemos confundir fácilmente uno de sus significados con
paises protestantes se aplica particu!armente el término “la iglesia” a
el otro, o con cualquiera de los otros, se llaman paZabraí ambiguas,
cada una de esta8 entidades aparte, sujeta acaso en lo espiritual al credo
puesto que en ellas hay vaguedad, confusión, diversidad, ambigüedad.
y autoridades de la secta, pero en lo administrativo y propio del templo,
Pocas palabras hay, sobre todo de las que sirven para expresar ideas
8ÓlO a 108 VOtÓ8 y pareceres de 8118 miembros, que son 108 adepto8 que
abstracta8 y cosas del espíritu, que estén completamente libres de este
los sostienen y forman parte constante de él. Ya no significa en este
defecto. Ya 8ea que escribamos, hablemos, o meramente pensemos,
ca80 el conjunto de personas que creen en una misma religión ; sino
debemosponer grandisimo cuidado en escoger las palabras que reflejen
el conjunto de personas que mantienen un edificio, se reúnen en él para
de una manera limpia, indudable y precisa nuestro pensamiento. La
lo8 actos de BU religión, y discuta J deciden la manera de administrarlo.
propiedad del lenguaje añade considerable fuerza y encanto a las ideas.
En muchos casos las acepciones diversas de una palabra están tan Pero nadie es tan afortunado que -como veremos de aquí a poco en
bien mercadas que apenas cabe error en su uso, ni más doble sentido este mismo libro- no caiga involuntariamente en graves confusiones y
que el necesario para producir un epigrama. “Calavera*’ BB dice de un errores singulares, por muy cuidadoso que sea en usar cn su acepción
hombre de poro juicio, y de un cráneo desnudo; “gallina” sirve a la ve.a propia la8 voces del idioma.
para designar al ave doméstica y al hombre cobarde; con la palabra Casos muy importantes hay en que parece casi imposible decidir
“dieta” se llama, ya el sistema de alimentación a que ke suele sujetar oportunamente la significación de una palabra. “Casa”, por ejemplo,
a los enfermos, ya el Parlamento en que 8e discutian hasta hace poco tiene varias acepciones. Ya es el edificio de piedra, madera, u otros
tiempo los negocios de Estado en Alemania y Polonia. Otras veces han
materiales, construido para que el hombre habite en él. Ya? cuando
venido a confundirse casualmente en una misma palabra otras de origen se habla entre comerciantes y 8e dice: “Es una casa buena”, indica un
y significación totalmente diversos; por lo que una palabra misma ea negociante o sociedad de negociuntes que merece crédito. Cuando se
en realidad más de una, como “vino”, que cuando se deriva del latfn dice a casa, casa quiere decir el hogar, lo que pudiera llamarse la
winwn, significa el jugo fermentado de la uva, y cuando se deriva de habitación espiritual, el conjunto de todos los placeres y confianzas de
tmi, forma latina del verbo ven&, ea tiempo pasado del verbo “venir”, la familia. En Inglaterra, por ejemplo, llaman “la Casa”, al Parlamento,
238 MARTi / mADtJõcIoN~

ca que se discuten y rwuelven los asuntos nacionales. “casa” es, en una


acepción, el edificio, dividido en varios grupos de aposentos en que
viven una o varias familias; y para cada una de estas familias, su “casa”
ee el grupo de aposentos en que habita, a pesar de que éste no es más
que una de las partes de la casa. Véase, pues, cuánta perspicacia y
cuidado se necesita para usar cada palabra en su acepción oportuna.

VII

C6MO Y POR QUÉ CLASIFICAMOS LAS COSAS

Ya hemos visto que la clase más numerosa de términos no es la que


sirve para nombrar objetos singulares, sino aquellos que se aplican a
muchos objetos de una misma especie, y a cada uno de ellos,-como
“hombre”, que conviene a cada uno de los centenares o millones de
hombres, vivos o muertos. Hemos llamado a esta clase de términos,
términos generales: ahora añadiremos que esta especie de términos ea
aquella que sirve para nombrar lay clases de Zas COSAP.Pero es necesario
fijar bien la significación de esta palabra clase.
Clasificamos las cosas siempre que observamos que son semejantes
en todos sus aspectos, y, por lo tanto, las imaginamos siempre en grupo.
Leche, cal, nieve, espuma de mar, albayalde, son cosas diversísimas,
pero todas tienen una cualidad común, que las comprende a todas: todaa
son blancas. Así como otras muchas sustancias y objetos, todos estos
que hemos nombrado están en nuestra mente en la clase de cosas blancas.
En este caso, los objetos diversos sólo son semejantes en una de sus
cualidades: en el color. En otros casos, suelen serlo en muchas de BUS
cualidades.
La ciase de cosas llamada “plumas”, comprende, por ejemplo, objetos
hechos de verdaderas plumas de ave, o de acero, oro, plata, cristal y otras
muchas sustancias; sin embargo, todos estos objetos se asemejan en
haber sido construidos para recoger por algunos instantes cierta cantidad
de tinta, y esparcirla convenientemente en letras o figuras sobre el papel.
Es una facultad utilísima, más útil acaso para el desenvolvimiento
de la mente que otra alguna, la de clasificar pronta y correctamente
240 NAnTf / mADuccIoNm NOCIONES DE LÓGICA 241

los objetos, y formarse idea general de ellos. Guando las cosas ron blanco la pared o el muro, con lo cual entrará a nuestros cuartos la luz
absohzmente iguales, todo lo que es verdad de una de lac cosa será reflejada sobre ellos, mientras que de otro modo, la pared o muro
verdatf de h demás que de tal manera se le purecen. Czuzndo clasifka- oscuros absorberían la luz, y privarían de ella a nuestros cuartos. Otrae
mos ia3 cosa.3correctamente, afirmanaos el grado exacto y la natur&za veces nos sirve el color blanco para aliviamos del efecto de la excesiva
de alu semejanzac, y con la ayuda generalizadora de la simple clasifi- intensidad del calor de los rayos solares: por eso ze viste tanto de
cación, recordarno al punto todo lo que sabemosdel objeto, en la forma blanco en los países calientes, y se ven a menudo muchos techos blan-
mác útil y breve. Nada ayuda tanto al conocimiento, nada ahorra tanto queados, para que así se detengan sobre los techos o la ropa los rayos
la fuerza mekal, nada prepara tanto a la claridad y solida en los tra- del sol, y no lleven exceso de calor a nuestros cuerpos. Todos estos
bajos de la inteligencia, como el hábito de clasificar con precisión y resultados útiles y numerosos nacen de la verdad o ley general que
rapidez los objetos. Con la ayuda de la clasificación, la inteligencia establece que los objetos blancos reflejan los rayos de luz.
puede abarcar a poco costo todas las nociones generales que neceaíta Los botánicos, y todos los que se dedican al estudio de los cuerpos
para hacerse una idea cabal de sí propia, y de las fuerzas y espectáculos de la naturaleza, dirigen principalmente sus estudios a obtener clasífica-
universales que influyen en ella. Con su ayuda, se concentran en grupos ciones perfectas de los animales, minerales y plantas, porque sólo por
pequeños, numerosísimos hechos aislados y desordenados, que harían medio de la clasificación esposible entender y recordar el inmensonúmero
muy trabajoso e intrincado el trabajo de la mente. Son tantos los objetos de seresvivientes. Todas las especiesde gramíneas, incluyendo el trigo,
que solicitan y atraen la inteligencia humana, que ésta, sin ordenarlos la cebada, la avena, y las diversas variedades del maíz, pertenecen a
en clases, que abarcan los objetos análogos, no podrfa llegar jamás a una misma clase, muy bien señalada y conocida. Todo el que posea
tener siquiera conocimiento de los objetos elementales. Por medio de ligeros conocimientos en Botánica puede decir sin dificultad sí una planta
la clasificación, con conocer un objeto se conocen millares, millones a pertenece a la clase de las gramíneas, o no. Hombrea y brutos se
veces, de objetos. La clasificación nos ayuda ademásmucho a descubrir alimentan principalmente con los productos de esta clase de plantas, y
la maravillosa armonía, la intima relación, la analogía rigurosa de todo se cree con mucha razón que ninguna planta que pertenece a esta clase
lo creado. Podría decirse con exactitud de la clasificación que ea la es venenosa: de aquí que el viajero a quien sorprende, al atravesar una
puerta de la ciencia. -Examinemos un ejemplo sencillo. Clasificamos comarca inhabitada, la necesidad de tomar alimento, puede sin temor
en un mismo grupo las cosas blancas, porque todas presentan igual comer 10s frutos de esta clase de plantas. Por lo contrario, el que
apariencia a la acción de la luz. No hay cosas más diferentes entre d conoce el orden de plantas que los botánicos llaman Zobeliaceae,no
que el lienzo, la nieve, la cal, y la porcelana: sólo esperamosencontrar comerá nunca sus frutos, porque sabe que casi todas las plantas de
alguna semejanzaentre ellas, porque expuestastodas ellas a la loa, ofrecen este orden, sino todas, son venenosas. Lo mismo puede decirse de las
a nuestra vista el mismo color. Los que andan por un vasto espacio flores y frutos del orden de-las sokrnaceae,a que pertenece el mortífero
cubierto de nieve, cuando el sol brilla en todo su fulgor, sienten los árbol del manzanillo. Una rápida mirada bastará a un buen botánico,
ojos lastimados, y como cegados,por el reflejo de la luz sobre la nieve: por el conocimiento que le dan las clasificaciones, para evitar cualquiera
deben pensar, pues, con razón, que si anduviesen por un espacio trasto de estas plantas que halle al paso, o para saber que ha de tratarlas con
cubierto de lienzo blanco, o cal, o arena, la luz del sol se reflejaría sobre sumo cuidado.
ellos del mismo modo que sobre la nieve, y recibirían sus ojos impresión Cosa semejante acontece con las clases de las sustancias o seres ti-
idéntica. Del mismo modo, cuando queramos que la luz se refleje, ya vientes. Las propiedades de la clase “hombre” son extraordinariamente
sabemosque hemos de usar sustanciasblancas: para que haya bastante numerosas: los que han estudiado Anatomía saben con una exactitud
luz en una habitación oscura, pintaremos el techo de blanco, o cubri- casi absoluta la forma que tiene y el lugar que ocupa-cada hueso, tendón,
remos de papel o pintura blanca, o muy clara a lo menos las paredes. músculo, nervio, glándula, víscera, tejido del organismo humano. A las
Si hay un muro o una pared enfrente de nuestras ventanas, y queremos diversas circunstancias que pueden hacer a un hombre diferente de otro,
tener en nuestra habitación mejor luz, gustaremos de que pinten de se llaman en Lógica accidentes. Un órgano 0 músculo puede ser mayor
KOCIOVES DE LÓGICA 243
242 MAnTí / TnADuccIoNE3

o menor en un hombre que en otro; pero existe de seguro en todos lo3 y seb”;n el mayor o menor grado en que estas cualidades se asemejen.
hombres, de modo que la posesión de este músculo u órgano es una La clase general de sustanciasblancas, por ejemplo, puede subdividirse
propiedad del ser humano. También las sustanciasquímicas tienen gran en las clases particulares de sustancias blancas sólidas, y sustancias
número de propiedades bien mareadas. Si un químico 3e encuentra con blancas fluidas. Como es muy útil tener nombre3 que nos digan por
un trozo de cristal transparente y sin color, y despuésde ciertos expe sí mismoscuándo una clase está contenida en otra, llamamos a la clase
rimentos decide que está compuesto de carbonato de cal, ya con esto mayor que contiene a las más pequeñas, género, y a las varias clases
sabe qué cambios sufriría el cristal, si se le tratase, como dicen loa más pequeñasen que se subdivide la mayor, especies. El género es como
químicos, con cierto3 ácidos, o si 3e le sometieseal fuego: porque el el cáliz de una rosa, que encierra dentro de sí y mantiene reubídae
químico conoce las propiedades del carbonato de cal, de que el cristal a la3 especies,como el cáliz de la rosa a sus bojas. Las “sustancia3
está compuesto. sólida3 blancas” son una especie, una rama, una división del género
“sustancias blancas”. Si tomamos “casa” como un género, “las casa3
Debemosponer, sin embargo, gran cuidado, al clasificar los objetos,
de vivienda” , que son una clase de casas, serán una especie del género
en no ser engañados por semejanza3 exteriores, de mera apariencia.
“casa” : y si tomamos “las casas de vivienda” como género, “las casas
Hay cosas que parecen muy semejante3 sin serlo realmente. Las ba-
de vivienda de ladrillo” serán una especiedel género “casas de vivienda”,
llenas, las foaas, las tortugas y otros vario3 animales, viven en el mar
y otra “ias casasde vivienda de madera”. Y como hay diversaa clasee
del mismo modo que los peces; se parecen en, la forma 8 ellos, y son
de ladrillos, todavía podemostomar como género “las casasde vivienda
generalmente clasificados entre ellos. iQuién no ha oído hablar de los
accidentes extraordinario3 y peligrosos que ocurren en la pesca de la de ladrillo”, y las casas de cada una de las clases de ladrillo serán una
de las especiesde este género.
ballena? Pues, a pesar de eso, esosanimales no son en realidad peces:
más que a los peces,3e asemejana los caballos, perros y otros cuadrúpe- Es a menudo verdaderamente difícil decidir cómo, en cada caso
dos. No pueden vivir enteramente bajo el agua, y respirar el aire que particular, se puede dividir con más acierto una clase mayor en clases
el agua contiene, como viven y respiran los peces, sino que tienen que más pequeñas. El modo más común es el de hacer de una vez tantas
salir a la superficie de vez en cuando para tomar aliento. Lo mismo especies,cuantas saltan con sus variaciones accidentales a la vista en e?
sucede con los murciélagos: es verdad que vuelan, pero no por eso momento de pensar en el género. Si pensamosen buques, al mismo
debemosclasificarlos entre la3 aves, porque, aunque tienen alas, no son tiempo pensamosen que hay buques de vela, y buques de vapor, y
susalas como las de las aves, y tienen más de la naturaleza de las ratas embarcaciones pequeñas movidas por remos. Si pensamos en bestias
que de la de los pájaros. LOS botánicos solieron un tiempo clasificar de carga, al punto se nos ocurren, y a un tiempo mismo, como que todos
las planta3 con arreglo a su tamaño, en árboles, arbustos y hierbas; pero ellos lo son, los caballos, los mulos, los burros, los camellos, y los
ahora sabemosque un árbol corpulento es a veces más semejante en elefantes. Son numerosísimas las subdivisiones que se agolpan a la
realidad a una delicada hierbecilla que a otros árboles de su misma mente, cuando se piensa en el género “libro”: una especie es la de
corpulencia. Muy poca semejanza se halla a primera vis&? entre la libros de Historia, otra la de los de Geografía, otras las de Ciencia3
tierna margarita y el fuerte cardo de Escocia; pero, no obstante esta Físicas, Ciencias Morales, Ciencias Políticas, Crítica Literaria, Novelas,
falta de analogía aparente, el botánico sabe que ambas plantas andan Poesías, Viajes: no hay especie en el Universo que no tenga SU especie
muy cercanas. El bambú ondeante y opulento no es más que una especie análoga dentro del género libro: el hombre ha querido saberlo todo:
de hierba, y la esbelta y elevada caña de azúcar pertenece a la misma existe un libro, una pirámide de libros, para todo aquello que ha logrado
familia que el trigo humilde y los sencillos cereales. o pretendido saber. Y sin embargo iqué muchedumbre de conocimien-
Al clasificar una colección de objetos, no nos limitamos a reunir en tos, qué asombrosa lectura, qué robusta lógica son necesarias para no
grupos los objetos realmente semejantes, sino que subdividimos a me- caer en magnos errores al clasificar los libros!
nudo cada clase mayor en clasesmás pequeñas,según el mayor o menor En primer lugar, es de temer que las especie3o clases pequeñas,
número de cualidadesen que dentro de la Bemejanzageneral, concuerden, a menos que no estén muy esmeradamentedilucidada3 y delineadas, 3e
244 MMlTf / TRADUCCIONES NOCIONES DE L6CICA 245

abarquen unas a otras, J no tenga cada una de por sí una entidad llamas, animales resignados y sensibles que a ninguna carga se resisten,
perfecta y enteramente propia. Si dividimos los habitantes de una pero que mueren de dolor, o de ira, cuando el indio arriero les habla
nación en hombres, mujeres, niños, mendigos, vagos, ciegos, sordo- con aspereza 0 las castiga. Y olvidamos los yaka del Tibet ; y loa
mudos y extranjeros, cometeremos numerosas faltas en la clasificación, bueyes, que como bestias de carga se usan en varias partes del mundo.
porque los mendigos, ciegos y sordomudos, lo mismo que los forasteros, De buques también hablamos hace poco, y los clasificamos en el primer
pueden ser hombre?, mujeres o niños, de modo que si se les contó una instante en buques de vela, de vapor y de remo: pero omitimos otras
vez en una especie que les comprende, ya no se puede sin trastorno lógico tantas especies, como la de los buques de ruedas, movidos, no por vapor,
contarlos de nuevo como pertenecientes a otra especie, puesto que cada sino por una manigueta o torniquete colocado en el interior del buque;
especie reúne a los que tienen, dentro del género, cierto número de la de los botes de canal, que arrastran por medio de cuerdas desde
caracteres propios, singulares, exclusivos a los individuos de aquella
Ia orilla hombres o caballos; la de las embarcaciones que se abandonan
especie, que de ningún modo pertenecen a los individuos del resto del
al natural empuje de los ríos, y las barcas cuyo viaje de ida y vuelta
género. Los vagos además se confunden frecuentemente con los men-
se confía a las corrientes.
digos, y a veces de tan estrecha manera, que se hace difícil establecer
entre ellos distinción alguna. Unos y otros, lo mismo que los extranjeros, Todas estas dificultades se evitan observando el perfecto método
pueden ser, además, ciegos o sordomudos. Más difícil es clasificar los lógico de dividir cada género en dos especies, y no más que dos, de
libros, por ser raro que los libros se reduzcan estrictamente a tratar de modo que una especie posea cierta cualidad particular, y La otra no.
un modo tan desnudo su propia materia, que ya por asuntos, ya por el Así, si divido las casas de vivienda en la especie de aquellas que estén
estilo, que engarza a veces, como sin querer, asuntos diversos, no invada hechas de ladrillo, y la ie las que no lo estén, estoy ya a salvo de
otro campo distinto del exclusivo suyo propio. Es seguro que habrá confusiones, porque una casa de vivienda ha de ser de ladrillo, o no,
confusión en las especies. Un libro de Historia de la Ciencia pudiera, y si lo es, pertenece a una especie, y si no lo es, cualquiera que sea el
material de que esté hecha, entra en la especie de las casas que no son
por ejemplo, ser con igual justicia incluido en la especie de libros de
de iadrillo. Pero no se obtiene esta ventaja si divido el género de una
Historia o en la de libros de Ciencias Físicas. Hay obras que tienen
vez en muchas especies. Supongamos, por un momento, que divido IM
tanto de biográficas como de históricas, como que la Biografía, aunque
sea en Literatura género aparte, no es lógicamente más que una rama casas de vivienda de esta manera:
de la Historia. En Inglaterra se lee con mucha alabanza un libro inge-
niosisimo de una escritora famosa, Miss Martineau: “Cuentos de ECO-
nomía Política”, cuyo libro pudiera, por su forma, colocarse en la es-
Casas de vivienda
pecie de libros de ficción, y por su enseñanza y asunto, en la de libros
de Economía Politica. De esto viene que sean casi siempre tan confusos
y deficientes los catálogos de las librerías, donde muchas obras no I I 1 1
De ladrillo. De piedra. De tierra. De berro. De ma dera.
podrían ser nunca halladas, si no apareciesen a la vez en cada uno de
los varios grupos a que, por sus asuntos diversos o carácter doble,
pueden pertenecer.
En segundo lugar, es poco probable que, por numerosas que sean Al punto se me objetará que las casaspueden ser construidas de otros
las especies en que dividamos cada género, lo sean bastante para que materiales. En las tierras de la América del Centro y del Sur, muchas
no quede fuera de ellas alguno de los objetos que forman parte del casas son de hojas de palma; los esquimalesviven en casasde nieve; en
género. Hace un instante hablábamos de las bestias de carga, y pensamos Australia es frecuente encontrar casashechasde troncos de los corpulentos
en los caballos, mulos, burros, camellos y elefantes; mas olvidamos Iaa árboles de goma.
NOCIONES DE LoCICA 247
246 MARTf / TUDUCQONES

siempre de la misma manera. Lograrfamos así una serie de clasificaciones


Todas las dificultades lógicas serán salvadas en cambio, si no divido
como las siguientes:
de cada unn vez las casas de vivienda en más de dos especies: de este modo:

Sustancias.

Casas de vivienda
I i- 1
Sólidas No sólidas.
l I
De la!lril.lo. No de ladrillo.

Glkinosas. No gktinosas.
I
De piedra. No de’ piedra.
I
I Líquidas.
J
No hquidas.

1 1
De madera. No de madera.
Gkosas. No ghosas.
/
De hierro. No de hierro.
Bastará echar los ojos sobre esta clasificación para entender que las
sustancias líquidas no son ni glutinosas, ni sólidas; y que las gaseosas
no son ni glutinosas, ni sólidas,. ni líquidas. No es posible que se halle
Es completamente seguro que en esta división queda campo abierto en esta distribución defecto alguno de lógica, porque sí realmente sabe-
para toda especie posible de casa de vivienda, porque si una casa no mos lo que son cuerpos sólidos, glutinosos, líquidos y gaseosos, no habrá
está hecha de ladrillo, ni de piedra, ni de madera, ni de hierro, todavía sustancia que no quede comprendida en una de estas divisiones, y nada
entra en cualquiera de las subdivisiones que comprenden las casas que más que en una. Y como hay ciertos objetos, la gelatina, o la goma
elástica, por ejemplo, que no corresponden a ninguna de las clases de
no son de hierro, ni de madera, ni de piedra, ni de ladrillo.
objetos sólidos, glutinosos, líquidos y gaseosos, siempre caben, en esta
Si dividimos las sustancias en dos especies, sustancias sólidas y no distribución, en una de las especies de objetos no sólidos, no glutinosos,
sólidas, no habrá sustancia que no quede comprendida en una u otra no líquidos, no gaseosos.
especie, ni que a la vez pertenezca a las dos: porque un cuerpo no Esta manera de clasificar laa cosas puede parecer inconveniente, pero
puede a un mismo tiempo ser sólido y no serlo. Es verdad que hay ea la única verdaderamente lógica. Los demás métodos de dividir un
diversos grados de solidez, y que ciertas sustancias, como el alquitrán, género en especies, sólo serán correctos si proceden con arreglo a este
la triaca, la mezcla que usan los albañiles, a paar de no haber dejado mismo principio, aunque no parezcan a primera vista construidos con-
de ser sustancias líquidas, presentan ya un estado senrisólido. Pero forme a él.
como sólo son sustancias semisólidas, no pueden ser incluidas en la Tratemos de conocer exactamente lo que hacemos cuando tomamos
clase de sustancias sólidas, sino que entran, por consiguiente, en la las casas de viviendas de ladrillo como una especie del género ccua de
otra clase, en la especie de laa de que no son sólidas. Si fuere necesario, vivienda. Es cierto que hay un número mucho menor de casasde vivienda
de ladrillo que de casas de vivienda, porque de la especie de las de
podríamos hacer una nueva clase de sustancias glutinosas, o semifluidas,
ladrillo, quedan naturalmente excluidas las de piedra, madera, hierro y
y de paso en paso, ir adelantando en nuevas clasificaciones, obtenidas
248 bíAItTf / TnADUCCIONm NOCIONES DE LÓGICA 249

toda clase de casasde habitación. Vemos, pues, desdeel primer instante, ladrillos rojos, y blancos, y azules: la presencia del color rojo en loa
que la especietiene una extensión más reducida que el género. En un ladrillos, no formará, pues, parte de la definición de casas de vivienda
sentido tiene menossignificación que el género, porque hay menosobjetos de ladrillo, sino que será un. accidente de la especie. Por accidente
llamados“casas de vivienda de ladrillo”, que los que respondenal nombre entendemos, pues, cualquier cualidad o circunstancia que puede o no
general de “casas de vivienda”. Pero en otro sentido hay mayor signifi- pertenecer a la clase, y que no le pertenece, por tanto, constantemente,
cación en ia especie que en el género, porque la especie, al reducir el sino accidentalmente. Hay otras cualidades que pertenecen a toda la
número de los objetos, les añade una cualidad que los explica mejor. clase, y que a pesar de eso no se consideran como parte de la definición.
Con decir “sasa de vivienda de ladrillo”, ya decimos que la casa está A estas cualidades se les llama propiedades de lo clase. Podríamos, Por
hecha de ladrillos. En el lenguaje de la Lógica, expresaríamos este au- ejemplo, decir que es una propiedad de todas las casasde vivienda de
mento de significación de la especiediciendo que la especietiene mayor ladrillo ser durables. Es una propiedad de la clase “setas” que sean
intensión que e¿ género: “intensión” significa aquí el número de cualf- buenas de comer. Es una propiedad del numeroso orden de las gramí-
dades que pertenecen a todos los objetos de la clase. neas el no ser venenosas.
La cualidad que autoriza la división de un género en dos o más Ya se habrá entendido bien cuán importante es poder clasificar y
especiesse llama la diferencia. En el caso que vamos examinando, el definir los objetos propiamente, puesto que, una vez que hemos hecho
ladrillo, o el estar hechas de ladrillo, es la circunstancia que distingue esto, ya las propiedades que pertenecen a las cosasse ofrecen sin esfuerzo
la especie“casas de vivienda de ladrillo” de todas las demás casas de alguno y como una consecuenciade la clasificación a la mente. No andan
vivienda. De modo que para crear la nueva especie, no hemos hecho dislocadas ni en desorden las cualidades de los objetos que nos rodean;
más que añadir una cualidad, la de estar hecha de ladrillo, a las demás algunas de ellas se derivan de otras, o están en relación estrecha con
que poseen en común todas las casas de vivienda. Estas cualidades otras cualidades. Esto se explica muy bien en las figuras geométricas.
comunes a todas las casas, que son la base del género, unidas a las Definimos la especietrián&o, diciendo que es la que comprende todcu
cualidades distintas de cada una clase de casas,-a lo que se llama en las figuras rectilíneas terminadas por tres lados. El género es “figura
Lógica la diferen&,-constituyen las especies. Esta viene a ser la defi- rectilínea”, o figura compuesta enteramente de líneas rectas; y la dife-
nición de la especie: la especiees lu suma de hs cualidades comunes deb rencia es “de tres lados”, por la cual los triángulos se distinguen de las
género, y la diferencia, que es la cualidad peculiar del grupo. Por figuras de cuatro, cinco o más lados. Pero los triángulos, además de
definicien entendemos una enumeración precisa de ¿QScualidades nece- ser figuras rectilíneas de tres lados, tienen otras propiedades invariables
sarias para determinar una cluse, y para indicarnos con exactitud qué y permanentes. Los tres ángulos de un triángulo, cuando se suman,
objetos pertenecen a una clase, y cuáles no. Nada es tan importante valen siempre tanto como dos ángulos rectos. Si desde el punto medio
como l~facultad de definir claramente las clasesde las cosas sobre h38 de cada lado se traza una linea perpendicular al lado de que arranca,
cuales discutimos; pero ésta suele ser muy dificíl tarea. En este, caso, en eI interior del triángulo las tres líneas se reunirán en un punto
la definición de la casa de vivienda de ladrillo consistirá en añadir la común, lo mismo que las líneas trazadas de manera que dividan en dos
cualidad en que consiste la diferencia, expresada en las palabra8 “de mitades cada ángulo. Y hay otras muchas circunstancias comunes a
ladrillo”, a la definición de la casa de vivienda, la que a su vez podrfa todos los triángulos, como es fácil de ver en cualquier texto de Geome
ser definida con añadir la cualidad que distingue las casas destinadas tría; a estas circunstancias comunes pueden llamarse con razón propzk
a habitación del hombre, expresada en las palabras “de vivienda” a la dades de los triángulos. Podemos definir el círculo: figura p!ana, cada
definición de “casa”. uno de cuyos puntos es equidistante de un mismo punto; pero las
propiedades de los círculos son de tal manera numerosas, que no 8ÓlO
No debe suponerse por un instante que todas las cualidades de la
caben en nuestra definición, sino que es difícil hallarlas completas en
cosa han de ser incluidas en su deiinición. Cierta cualidad puede ser
libro alguno.
poseida por algunos de los individuos de la clase, y no por otros, de
manera que esta cualidad no podrfa ir inclusa en la definición. Hay
VIII

DE LAS PROPOSICIONES

Ya tenemos idea suficiente de la naturaleaa y uso de los términos


lógicos: entramos ahora en la segunda parte de la Lógica, que trata
de las proposiciones. Vimos ya al principio que toda proposición ordi-
naria reiine dos términos, por medio de un verbo a que se da el nombre
de cópula. Nadie puede entendernos, ni juzgar si tenemos razón o no
en lo que decimos, a menos que no determinemos por medio de la
cópula la relación que existe entre los términos, 0 afirmemos una cosa
de otra. Si decimos “el aire”, sin añadir nada más, nadie podrá entender
lo que queremos decir, ni si hemos querido decir algo. Nadie podrá
respondernos,ni asegurar o negar que tenemos razón. Pero si decimos
“el aire está húmedo”, ya los que nos oyen pueden juzgar si lo que
ellos sienten está conforme a lo que en nuestra proposición afirma un
término del otro.
Tratemos de saber con exactitud cuál es la significación de una
. ..
proposicron.
Sea éste el ejemplo: “Las monedas son metákas”. Aquí tenemos
un término general concreto, “monedas”, reunido a otro término general
concreto, “metálico”, o hecho de metal. La proposición estableceque la
cualidad de estar hechas de metal es común a todas las monedas. Las
monedasson las cosasen las cuales nos hace pensar inmediata y particu-
larmente esta proposición: por eso se dice que el término “monedas”
es el sujeto de la proposición. En la mayor parte de los casosse conoce
el sujeto de una proposición en que va usado como primer término de
ella. Despuésdel sujeto “las monedas” viene la cópula “son” que une
252 MARTf / TRADUCCIONES NOCIONESDE LÓGICA 253

al sujeto con la palabra que indica la cualidad que decimos ahora que decir que no haya cópula en la proposición, sino que, por la naturaleza
el sujeto posee, esto es, ser metálico. Este último término, que completa del lenguaje, la cópula está reunida en una misma palabra al predicado:
la idea al aplicar al sujeto una cualidad o circunstancia, se llama el “El sol brilla” quiere decir: “El sol es brillante”, o “está brillando”.-
predicado de la proposición. Predicado es palabra derivada del latín, Siendo el predicado la cualidad que se atribuye al sujeto, no hay que
que significa lo que se dice, lo que se afirma o establece. Consta, pues, decir que en las proposiciones: “Benditos sean los pacificadores”, “Herm
una proposición, de sujeto, cópula y predicado, en el orden en que ahora mosa es la verdad”, la palabra bendítos, que expresa la cualidad que se
mismo los decimos. desea para los pacificadores, y la palabra hermosa, que expresa la cua-
Podríamos explicar también de otra manera la significación de una lidad de la verdad, son los predicados, puesto que son adjetivos, ,que
proposición, pero vendríamos al mismo resultado. Hay gran cantidad de expresan siempre cualidades. En castellano, como en italiano y en latín,
monedas en el mundo, y una cantidad todavía mayor de objetos hechos una sola palabra es a veces una proposición, como cuando se dice:
de metal. Cuando decimos: “las monedas están hechas de metal”, ase “Amo”. iQuién no ha oído hablar del famoso mensaje de César, en que
guramos que todas las monedas se hallarán entre las cosas hechas de dio cuenta a Roma de una de sus más rápidas conquistas? “Llegué,
metal. Si pudiéramos imaginar que todos los objetos metálicos que vi, vencí”: esto decía el mensaje. He ahí tres palabras, y, sin embargo,
existen en el Universo se reuniesen en un solo montón, y sacáramosluego he ahí tres proposiciones.
de este montón de objetos metálicos todas las monedas, habríamos sa- Ya hemos advertido que hay diferentes clases de proposiciones. La
cado todas las monedas que existen, porque si hubiese algunas que no que llevamos analizada pertenece a la clase de proposiciones afirmativas.
estuvieran en el supuesto montón, no estarían hechas de metal, puesto Al contrario de las afirmativas, proposiciones negativas son las que
que todas las cosas hechas de metal están dentro del montón. Resulta, afirman que el sujeto no está contenido en el predicado, que el sujeto
pues, de todo esto, que una proposición de la especieque acabamosde no posee la cualidad o circunstancia que expresa el predicado. Cuando
explicar #afirma que el suj&o es el nombre de una cosa o de una clases decimos: “Las monedasno son combustibles”, pensamosal mismo tiempo
de cosas, comprendida dentro de la cantidad mayor de cosas cuyo nombre en dos clasesde cosas,en “monedas”, y en “combustibles”; y concluimos
es el predicado de la proposición. Así, en la proposición: “Las monedas en seguida que las monedas no se cuentan entre las sustanciascombus-
están hechas de metal”,-“ hechas de metal” es el predicado que com- tibles, tales como el carbón, la leña, el aceite, el gas, cuyas sustancias
prende todas 1a.scosasen cuya composición el metal entra, mientras que se consumen al fuego. Si se colocaran en un museo todas las sustancias
el sujeto monedas comprende algunas de las cosas, sólo una clase da combustibles, de seguro que no figurarían en este museo las monedas.
las cosas hechas de metal. Del mismo modo, si hiciéramos un museo de monedas, no figuraría en
Hemos dicho que una proposición se compone de sujeto, cópula y él ninguna sustanciacombustible. Esta proposición negativa afirma, pues,
predicado, colocados en la proposición en el orden mismo en que loa que el sujeto y el predicado pertenecen a clases absolutamente sepa-
enumeramos. Pero es muy frecuente alterar este orden al hablar y al radas, y que ningún objeto que pertenezca a una de esas dos clases
escribir. A veces, los términos de la proposición quedan de tal manera puede pertenecer a la otra. Lo que es moneda, no es combustible. Lo
invertidos, que la proposición principia con el predicado, en vez de que es combustible, no es moneda. Bastará ver en una proposición este
principiar con el sujeto, y éste queda al fin de la proposición, donde adverbio no, que es adverbio de negación, para comprender que la
debía quedar el predicado, como cuando decimos: ‘Benditos sean los proposición es negativa. A veces, en lugar de!no, se usa nunca o jamás,
pacificadores”, “Hermosa es la verdad”. En estos casos, que son nume- que niegan de una ‘manera aún más absoluta.
rosísimos, aun en el lenguaje de las personasmás vulgares, toca a nuestro Pero las proposiciones no se dividen solamente en afirmativas y ne-
buen juicio discernir, por el carácter de las palabras y su significación, gativas: digamos, antes de pasar adelante, que pueden ser divididas de
cuál es el sujeto, y cuál es el predicado. En otros casos, sucede que no un modo completamente distinto. Las proposiciones hipotéticas no afir-
w percibe a simple vista lla cópula, el verbo que une al sujeto con el man de una manera positiva el predicado del sujeto, no dicen definitiva-
predicado, como cuando se dice: “El eol brilla”; pero esto no quiere mente que el sujeto tenga la cualidad que el predicado expresa, ni que
254 MARTf / mADuccx0~ SOCIOXES DE LÓGICA 25.5

le convenga la circunstancia que afirma el predicado: las proporicionu el vapor. la neblina. Puedo decir, pues, que el predicado en esta propo
hipotéticas sólo afirman que el predicado conviene al sujeto, bajo sición comprende universalmente a todas las nubes, a cada una de ellas
condiciones, en ciertos casos, en determinadas circunstancias. Cuando y al conjunto de ellas, a la universalidad de ellar, puesto que no hay una
decimos: “Si el agua está hirviendo, escalda*‘, hacemos una proposición sola a la cual no comprenda, estando, como están, todas las nubes for-
hipotética, que afirma, no que el agua, en todas sus formas y estados, madas de particulas de agua: por eso llamamos a esa proposición, pro-
pertenece constantemente a la clase de cosas que queman o escaldan, sino posición universal.
que pertenece a esta clase de cosas cuando está hirviendo. “Si la pólvora
Pero si decimos: “Algunas personas son sordomudas”, ya la cantidad
está húmeda, no hace explosión”: ésta es una proposición hipotética del sujeto no es universal, porque no abarca a todas las personas, sino
negativa, puesto que afirma que cuando la pólvora esté húmeda, no
particular, puesto que sólo afirmamos que “algunas personas, una parte
figurará entre las materias explosivas. Las proposiciones hipotéticas se
de la clase, una porción de personas, son sordomudas. Estas propo-
distinguen casi siempre en que llevan la particula “si”; pero acaso no
siciones en que el predicado sólo conviene a una porción, a una parte
puede decirse de ellas que difieren mucho de las proposiciones que
del sujeto, se llaman proposiciones particulares. Proposición universal.
llevamos ya consideradas. La primera de estas dos proposiciones hipo- la que comprende a todos los individuos del sujeto. Proposición parti-
téticas, por ejemplo, equivale a esta otra afirmativa: “El agua caliente
cular, la que sólo comprende a una parte de estos individuos, y deja
escalda”. La segunda equivale a esta otra negativa: “La pólvora húmeda fuera de la proposición a otra parte de ellos. Cuando decimos: “Todas
no hace explosión”.
las nubes están hechas de partículas de agua”, ya afirmamos que no
Existe una tercera clase de proposiciones llamadas disyuntivas, fáciles hay nube que no esté hecha de ellas; cuando decimos: “Algunas personas
de conocer porque llevan la conjunción o. “Los ángulos son rectos, ob- son sordomudas”, afirmamos que, si bien algunas personas lo son,
tusos o agudos.” ” La línea que describe el relámpago es recta o que- hay otras muchas que no lo son. Y como la prOpOSiCi6Jl sólo se refiere
brada.” Como se ve, eI: cada una de estas proposiciones hay más de
a una parte del sujeto “personas”, es proposición particular. La parte
un predicado, y no se dice a cuál de ellos pertenece el sujeto, sino que
del sujeto de la cual se afirma el predicado puede ser mayor o menor,
en unos casos Dertenece a uno y en otros a otro. La línea que describe
u casi insignificante, o casi absoluta, pero en tanto que la proposición
el relámpago no ea siempre recta, y si es recta no es quebrada, y si es
no comprenda todo el sujeto, será proposición particular. He aqui, cn
quebrada no es recta. Se puede elegir entre uno u otro predicado.
. . diversos grados de cantidad de sujeto, diversa3 proposiciones particula-
L aa proposiciones disyuntivas son muy importantes, pero más difíciles
de entender que otras clases de proposiciones: continuaremos explicán- W-3: “Pocos sudamericanos son torpes”: “Muchos sudamericanos hablan
dolas después de que hayamos aprendido el modo de razonar por silo- francés”: “La mayor parte de las tormentas son precedidas por 1.111
gismos. descenso en el barómetro”. Las proposiciones particulares pueden ser
afirmativas o negativas: si decimos: “Ciertas aguas de pozo no son
Ya sabemos que las proposiciones pueden ser afirmativas o negativas.
potab!cs”, hacemos una proposición particular negativa: negativa, por-
Pueden diferir también en lo que en Lógica se llama la “cantidad de lo
proposición”. que negamos una cualidad a ciertas aguas de pozo; particular, porque
Por cantidad de la proposición se entiende la porción del
sujeto a la cual conviene el predicado. Las proposiciones toman diferen- sólo se la negamos a cierta3 agua3 de pozo que no con buenas de beber.
tes nombres según sea mayor o menor, absoluta o restringida, la cantidad pero no a otras aguas de pozo, que pueden beberse sin disgusto ni
de la proposición; según convenga todo el sujeto al predicado, o parte peligro. También las proposiciones universales pueden ser negativas o
mayor o menor de él. Si decimos: “Todas las nubes están compuestas afirmativas. De modo que, como dos y dos son cuatro, ya llevamos
de partículas de agua”, claro es que queremos decir que cuantas nubes contada3 cuatro clase3 principales de proposiciones: proposiciones uni-
se crean en la atmósfera, y compone ese paisaje vario y hermoso que versale afirmativas, proposiciones universales negativas, proposiciones
llamamos cielo, están formadas de numerosas particulas de agua. Tam- particulares afirmativa3 y proposiciones particulares negativas. Procure-
bién hay otras cosas formadas de partículas de agua, como las brumas, mos saber algo más todavía de esta3 cuatro clases de proposiciones.
256 257
HAmí / TiuDucuoRs NOCIONES DE UkXA

Cuando aplicamoa una cualidad o añadimos una circunstancia a todoa circulo menor. Como el circulo menor está dentro del mayor, indica
los ejemplares, a todos los individuos, a todas las cosas comprendid& visiblemente que todas las monedasestán incluidas entre las cosashechas
eu un míamo thmino, decimos que hemos tomado el término universd. de metal, puesto que el círculo mayor, dentro del cual está el de las
mente: entonces dicen los lógicos que el témaino está distribuido; que monedas, está totalmente lleno de cosas de metal. Estos círculos noa
a todo el término ha sido aplicada la cualidad o añadida la circunstancia; irán sirviendo para explicar cuándo una ciase o término está incluida
que no queda fuera de la distribución de la -cualidad parte alguna, ni total o parcialmente en otra, o excluida de ella.
individuo alguno del término; que la cualidad se ha repartido entre todoa Estudiemos ahora una proposición universal negativa. “Ningún hom-
loa individuos del término. En la proposición: “Todas las monedas bre honrado es hipócrita.” Evidentemente la cualidad de no ser hip&
están hechas de metal”, el término “monedas”, como explicamos antes, crita se atribuye aquí a todos los hombres honrados, de modo que el
está tomado universalmente, esto es, distribuido, porque no queda parta sujeto está distribuido; pero el predicado “hipócrita” iestá tomado
alguna del sujeto, no queda moneda alguna a la que no comprenda la también en sentido universal? Para responder hemos de ver si debemos
cualidad del predicado, la cualidad de estar hecha de metal. Pero eI o no examinar a todos los hipócritas, antes de decidir que no hay entre
prediuzdo está tomado aqui sólo de una manera particular, J no csti ellos ningún hombre honrado. Pero si omitimos considerar un solo
distribuido, puesto que hay muchas cosas de metal que no son monedas: hipócrita, y resulta que éste es un hombre honrado, nuestra proposición
sólo una parte de las cosas de metal, es moneda: el predicado, pues, es no será verdadera. La proposición afirma, pues, que ningún hombre
particular. Todas laa monedas son cosas de metal; pero no todas laa honrado es lo mismo que un hipócrita, que hay separación absoluta entre
cosas de metal son monedas. El término “cosas de metal” no está dis- estas dos clases, y que ningún hombre puede ser a la ves honrado e
tribuido, no está todo colocado, no está todo aplicado y repartido, no hipócrita.
está agotado, cuando se dice “monedas”, puesto que, fuera de las mo- Veamos esto mejor en la Figura 2.
nedas,hay otras muchascosasde metal. Recordemos,pues, siempre, que El círculo en que suponemos están contenidos todos los hombres
una proposición wziversal ajirmativa, como ésta que venimos estudiando, honrados, aparece completamente separado del que suponemosque con-
distribuye su sujeto; pero no distribuye su predicado.
Podemos representamos con mucha claridad la significación exacta
de una proposición, imaginando que las cosas de que hablamos están
encerradas en círculos, como pájaros en una pajarera. Imaginad que
todas las cosas hechas de metal, y sólo esta clase de cosas, están com- NOMIRLO
prendidas en el círculo mayor de la Fig. 1, y todas las monedas en el HONRADOS

tiene a todos los hipócritas. Si cualquiera de las partes de uno de


los círcu!os cubriese una parte cualquiera del otro, ya una parte de IOS
hipócritas estaría dentro de los hombres honrados, y se indicaría COO
esto que era posible pertenecer a un tiempo a las dos clases,ser hipócrita
y honrado al mismo tiempo, siendo así que la proposición nos asegura
que no es posible que un hombre honrado sea hipócrita, ni ningún
Fig. 1 hipócrita hombre honrado. Llegamos, pues, n esta importante conclusión,
258 MARTÍ / TRADUCCIONES NOCIONLS DE LÓGICA 259

que también debemos recordar con cuidado: que la proposición universd 9,


“Ciertas vioretar son olorosas.
negativa distribuye, o toma univemdmente, su sujeto y su predicado.
“Ciertas violetas no son 0lorosasJ
Todos los hombres honrados están fuera de la clase de los hipócritas.
Todos los hipócritas están fuera de la clase de los hombres honrados. Pero no es lógico decir una cosa y querer decir otra. Cuando decimos:
Comprenderemosfácilmente que una proposición particulur afitmativa %iertas violetas son olorosasn, debe entenderseque queremosdecir sim-
IU) distribuye su sujeto, ni su predicado. Tomemos como ejemplo esta plemente que algunas lo son, dejando por completo sin afirmar si otras
violetas lo son o no. En muchoscasos,no sabremosrealmente si podemos
proposición: “Ciertas violetas son olorosas”. Es innecesario hacer notar
afirmarlo o no. Puedo sin temor alguno decir, por ejemplo, que “algunos
que el sujeto “violetas” no está distribuido, porque la proposición es
particular: se habla de ciertas violetas, no de todas. Tampoco el pre- perros desciendende lobos”, siendo casi cierto que algunos perros des-
dicado está distribuido; porque nadie puede suponer que hemos querido cienden de lobos: mas despuéspodría acaso llegar a saberseque todos
decir que ciertas violetas son los únicos objetos olorosos. Hcy multitud los perros desciendende lobos, o que algunos perros no .desciendende
de flores diferentes, y de sustancias de otro género, que también son ellos. También podríamos decir: “Algunos metales son combustibles”,
olorosas, además de ciertas violetas, de modo que esta proposición ae sin querer decir por eso que algunos no lo son. Podemos decrr con
traduce en rigor lógico en esta otra: “una clase de violetas es una clase toda propiedad que “algunos hombres, o la mayor parte de los hombres,
de cosasolorosas”. El predicado, pues, lo mismo que el sujeto, está to- ríen” sin detenernos a inquirir si es verdad que todos los hombres rfen.
mado aquí particularmente y no distribuido. No estando segurosde que algunos hombres no rían, no debe suponerse
que intentamos asegurarlo, al decir que algunos ríen. Cuando se carezca,
He aquí varias proposiciones de este mismo género: “Muchas novelas
estúpidasse publican”; “La mayor parte de los tonos en la llave menor pues, de algún conocimiento de lo contrario, debe entenderse que k
son melancólicos”; “Pocos restos de la primitiva arquitectura de los palabra “algunos” quiere decir: “algunos, y ace.ro todos”. Podemos sin
indios quedan aún en pie”; “Ciertas monedas extranjeras se confunden nin,@ riesgo decir: “Algunos perros, y acaso todos, descienden de
con las monedasdel país”. lobos”; y no habremos dicho mal, aun cuando luego se descubra que
Examinemos, por último, una proposición particular negativa, como no es cierto que todos los perros desciendan de lobos.
ésta: “Ciertas violetas no son olorosas”. Es claro que el sujeto, puesto Volviendo al uso de los círculos para explicar nuestro pensamiento,
que es particular, no está distribuido; pero no es difícil advertir que, tropezarnos con la misma dificultad.
en cambio, está distribuido el predicado. A menos que el grupo de Si trazo dos circulos que se cortan como en la Figura 3, y lleno un
violetas de que hablamos no estuviese completamente separado de la círculo de violetas, y el otro de cosas olorosas, la figura evidentemente
clase de cosasolorosas, sería incierto que eran cosassin olor. De aquí
que realmente queramos decir que “ciertas violetas no son cosas‘oloro-
sas”; de manera que el predicado “cosas olorosas” está tomado univer-
salmente.
Es difícil evitar equivocaciones al explicar estasproposiciones parti-
culares por medio de círculos; pero no son menos frecuentes las equi-
vocaciones del mismo género que cometemosal hablar y al escribir, y
es bueno estar prevenido contra ellas. Cuando decimos: “Ciertas violetas
son olorosas”, debe generalmente suponerse que queremos decir que
ciertas violetas son olorosas, y otras no; pero en este caso una propo-
sición afirmativa significa realmente lo mismo que una afirmativa y
una negativa juntas. Fig. 3
NOCIONES DE LÓGICA 261
260 MAItTf / mADuccxorms
fuera, como cn la Figura 4, esto significará evidentemente que es sabido
significa que una porción de la clase “violetasn está comprendida eu
que algunas violetas no pertenecen a la clase de las “cosas olorosas”,
la clase de las “cosas olorosas”; pero sucede entonces que otra parte
pero que es dudoso que otras violetas estén comprendidas o no en esta
de la misma clase “violetas” queda fuera del circulo de “cosas olorosas”,
de modo que la particular afirmativa y la particular negativa se muestrau clase. Esta es la verdadera significación de la proposición particular
al mismo tiempo. Para evitar la dificultad, sería acaso oportuno usar negativa.
un círculo dibujado de modo que parte de su circunferencia quedase
como interrumpida o rota. De este modo, la Figura 4 mostraria que
ciertamente existen algunas violetas en la clase de “cosas olorosas”; pero
el resto de la circunferencia, señalado con puntos, para indicar que el

Fig. 4

circulo queda allí roto, debe tomarse como indicador de que es dudoso
que haya o no otras violetas sin perfume que realmente estén fuera de
la clase de “cosas olorosas”. Esa Figura 4 indica, pues, la significación
de la proposición particular afirmativa. Si la parte rota del círculo
“violetas” queda dentro del otro círculo, como en la Figura 5, y no
IX

DEL MODO DE CONVERTIR LAS PROPOSICIONES

Conociendo ya la naturaleza de cada una de las cuatro clases princi-


pales de proposiciones, nos toca considerar los diversos modos de que
podemos derivar o inferir una proposicián de otra. Podemos poner en
muchos casos la misma verdad en diferentes palabras, del mismo modo
que podemos amoldar el barro en diferentes formas, sin que deje de
ser nunca el mismo barro. Lo mismo podemos hacer con las propo-
siciones: tanto importa decir por ejempIo: “Todas las monedas son de
metal” como decir: “No hay moneda que no sea de metal”.

COSAS

MONEDAS

Fig. 6

si, valiéndonos de nuevo de los círculos, suponemos que todas las


cosas metáhcas están encerradas en el círculo mayor, deduciremos que
todo lo que no sea metálico está fuera del círculo; J como se supone
2a MNtTf / TMDuccIoNm
NOCIONES DE L&ICA 2s
que todas las monedas están comprendidas en el círculo más pequeño,
Más difícil nos será convertir una universal afirmativa. “Todos los
incluido en el mayor, se deducirá también que ninguna de las monedas puede
pulpos son animales”* , he aquí una universal afumativa; yo afirmo (y por
estar fuera del círculo mayor, que sería lo mismo que estar fuera de la clase
esto la proposición es afirmativa) que todos los pulpos (y por esta la
de cosas metalkas. Lo mismo importa al cabo decir que todas las monedas
proposición es universal, porque los comprende a todos) son animales.
estan dentro del círculo de objetos metalices, que decir que ninguna moneda
Y es cierto que lo son. Pero convirtamos esta proposición como las
está fuera de el. De esta manera podemos cambiar siempre una proposición
anteriores: “Todos los animales son pulpos”. Y no es cierto que lo sean:
universal afirmativa en una universal negativa de la misma significación, y
el resultado es absurdo. Esto consiste en que, como llevamos ya aprendi-
hacer de nuevo el cambio a la inversa, de esta en aquélla. Por ejemplo, decir:
do, el predicado de una proposición universal afirmativa, no es universal,
“No hay cosas que no puedan ser útiles” es un modo un poco más extenso
sino particular, por lo que no se le puede convertir en universal sin caer
de decir: “Todas las cosas pueden ser útiles”. Serfa tan provechoso como
en el absurdo. Cuando decimos: “Todos los pulpos son animales”,
agradable para el alumno ejercitarse en hacer con rapidez y precisión esta
clase de cambios de proposiciones, y otros que veremos ahora. Así adquiere
seguridad la mente, y agilidad y brillantez, que son dotes muy envidiables en
el ejercicio de la inteligencia, y sobre todo en los lances de la discusibn. Lleva
siempre ventaja en el discutir el que esta habituado a fijar el sentido de las CUADAúPãDO8

proposiciones por la práctica frecuente de estas descomposiciones, análisis


y cambios.
Se cambian tambikn las proposiciones, volviéndolas al reves, y haciendo
delque era predicado, sujeto, y del que era sujeto, predicado. A esto se llama
convertir la proposicidn; y a la nueva proposición se le llama la conversa de
la primera. Pero de aquí no debe deducirse que, aunque la primera propo- no queremos decir por cierto que los pulpos son “todos los animales que
sición sea cierta. lo sea también su conversa. Si decimos: “Algunas iglesias existen”, sino solamente “una clase de animales”. La proposición, pues,
son edificios de madera”, puede trocar los términos de esta proposición, que en pura lógica sería: “Todos los pulpos son algunos animales”. Convirtá-
es lo que se IIama convertirlr, y obtener esta proposición nueva: “Algunos mosla simplemente y tendremos: “Algunos animales son todos los pul-
edificios de madera son iglesias”. El sentido no padece: la segunda propo- pos”. Pero en el predicado no se usa ni el algunos de la primera
sición significa lo mismo que la primera. A este cambio se llama conversibn proposición, ni el todos los de la segunda: de modo que, quitando todos
simple, porque necesitamos simplemente cambiar los sujetos y los predica- los, la proposición convertida queda asl: “algunos animales son puIpos”.
dos para obtener la nueva proposición. Vemos, pues, que la proposicibn A esta manera de cambiar la proposicibn se llama conversión limitada.
particular afnnativa puede ser convertida simplemente. Del mismo cambio Vemos, pues, que cuando una proposicidn universal afirmativa se cambia
son susceptibles las universales negativas: “Ningún pájaro es cuadrúpedo” por medio de la conversión limitada, produce una particular afirmativa.
equivale a decir: “Ningún cuadrúpedo es pajaro”. Para hacer esta conversión Todo esto parece muy fácil y muy evidente cuando, como ahora, lo
no he tenido más que poner “pájaro” donde decía “cuadrúpedo”, y “cuadrú- vamos desenvolviendo con precisibn y examinando con cuidado: pero es
pedo” donde decía “pájaro”. muy común habar personas que por falta de esta reflexión y análisis caen
Si explicamos esto con los dos círculos de la Figura 7, bien claro se ve en considerables errores de pensamiento. De tanto ver andar a los
que los cuadrúpedos están tan completamente apkte de los pájaros como animales, deducimos naturalmente que todos los animales son capaces
los pájaros de los cuadrúpedos. de moverse por sí mismos, ya velozmente como la liebre, ya lentamente,
como la tortuga; y de tal modo nos acostumbramos a pensar que “todos
los animales son cosas semovientes”, que, dondequiera que vemos un
!266 NOCIONES DE LÓGICA 267
MAnll / TiuDUCQO~

hmd, ya tenemos por seguro que podrá moverse por si mismo. Pero lados iguales son exactamente lo mismo que los triángulos que tienen
convirtamos más la proposición, guiándonos por su mera apariencia, y los tres ángulos iguales, puesto que el triángulo que tiene iguales los
digamos: “Todas las cosassemovientesson animales”: esto será completa- tres ángulos, tiene también iguales los tres lados: y no hay más triángulos
mente incierto, pues no sólo hay cierto número de plantas curk&kna- que tengan tres ángulos iguales que aquellos que tienen tres lados igualas.
mente organizadas, como las dioneas y las sensitivas que se mueven Pongamos en un diagrama circular, con la ayuda de un solo circulo,
casi como los animales, sino que hay una cantidad inmensa de plantas una de las proposiciones que hemos estado analizando. Escojamos, para
más pequeñas,perceptibles sólo con la ayuda de un buen microscopio, que se nos grabe bien en la memoria por lo oportuna y trascendental, la
que se mueven continuamente en todas direcciones con tanta rapidez proposición de Pope: “El estudio propio de la humanidad es el hombre”.
como los animales pequeños. Es además un hecho muy notable que Si Pope tuvo razón, el circulo “hombre” habrá de cubrir exactamente
cuando se sumergen en agua de lluvia pura partículas pequeñisimas de el círculo “estudio propio de la humanidad”. Así lo muestra claramente
barro, arcilla, vidrio o arena, y se las examina con un microscopio la Figura 8.
potente, se ve que se deslizan, vuelven y revuelven con tanta velocidad
como los insectos.
Es muy común, sin embargo, caer en error al convertir las proposi-
ciones universales afirmativas, porque hay muchos casosen que pueden
convertirse simplemente. Sucede esto, por ejemplo, cuando el sujeto y
el predicado son términos singulares. Pope, que fue un gran poeta
IESTUDIO PROPIO
inglés, dijo esta frase, muy celebrada y repetida: “El estudio propio de DI% LA
HUMANIDAD
la humanidad es el hombre”. Troquemos los términos, y veremos que
el significado de la proposición en nada se altera: “El hombre es el
estudio propio de la humanidad”.
En otros casoslos términos generales pueden coincidir exactamente.
Una de las verdades más fáciles de probar en Geometría, familiar a Fig. 8
todos aquellos que han estudiado siquiera los rudimentos de la ciencia,
es ésta: todos los triángulos que tienen sus tres lados iguales, tienen Otro modo hay aún, pero más difícil, de convertir las proposiciones
iguales sus tres ángulos. Al mismo tiempo, todos los triángulos que universales afirmativas. Si “todas las monedas están hechas de metal”,
tienen iguales sus tres ángulos tienen sus tres lados iguales. Podemos, de esto se deduce que “todas las cosas que no estén hechas de metal
pues, expresar a un mismo tiempo estas dos verdades, por medio de no son monedas”., pero hay muchas personasa quienes esto no parecerá
esta proposición: “Todos los triángulos que tienen tres lados iguales, acaso tan claro como nos parece a nosotros. Con un diagrama (Figura 9)
son triángulos que tienen tres ángulos iguales”. Convertida simplemente se lo explicaremos fácilmente. En la Figura 9, se supone que todas las
esta proposición, queda trocada en esta otra: ‘Todos los triángulos que cosas hechas de metal han quedado dentro del círculo mayor, y que
tienen sus tres ángulos iguales son triángulos que tienen sus tres lados
todas las cosas que no están hechas de metal están fuera del círculo.
iguales”. Siempre que hallemos, pues, una proposición que afirme que
Y como se supone también que todas las monedas están comprendidas
una cosa o clase de cosas “es” otra, o concuerda con otra, podemos
en el círculo menor, es evidente que ninguna de las cosas que no
arriesgar el trabajo de ver si el sujeto abarca todo el predicado, y
están hechasde metal, que son todas las que han quedado fuera del circulo
ajusta con él exactamente, o si no es más que parte de él. En aquel
mayor, puede estar comprendida dentro del círculo menor. Todavía
ejemplo que antes nos propusimos: “Todos los pulpos son animales”,
podemosexplicarlo de otra manera. Si todas las monedasestán hechasde
es claro que el sujeto “todos los pulpos” no es más que una clase
pequeña del predicado “animales”; pero los triángulos que tienen tres metal, ea imposible que lo que no es metálico sea moneda, porque si lo
MONEDAS X

w DEL SILOGISMO
Fig. 9

fuera ya sería metálico, y la misma cosa tendrfa que ser al mismo tiempo En gran parte de los argumentos que usamos comünmente, hay una
metálica y no metálica, lo que es absurdo. De toda proposición universal proposición que se deriva o extrae de otras dos proposiciones anteriores.
afirmativa podemos, pues, inferir una nueva proposición, la cual lleva Es una cosa absolutamente cierta, por ejemplo, que “todos los países
como sujeto la negativa del predicado de la primera, y como predicado independientes de la América Española son republicanos”: es indudable
la negativa del primer sujeto. que “México es un país libre hispanoamericano”; luego, puede afirmarse
El mismo cambio podemos hacer de la segunda en la primera: De la sin miedo de equivocación que “México es un país republicano”. “Todo
. .. país en que hay muchos hombres ociosos es pobre”: es sabido que “en
proposxcion : “Todos los seres que no son útiles no aon seres vivientea”,
podemos inferir sin temor de errar esta otra proposición: “Todoe 10s Turquía hay muchos hombres ociosos”, y naturalmente se asoma a los
serea vivientes son útiles”; p orque si procedemos a convertir esta última labios la conclusión: “Turquía es un país pobre”. Aparte de la clase
proposición del modo que acabamos de explicar, tendremos la primera pro- general a que por la extensión de su sujeto y predicado pertenezcan
. .. estas proposiciones, se las conoce además con nombres especiales, dados
poswon : “Todos los seres que no son útiles no son seres vivientes”, que
es precisamente la proposición con que comenzamos. en relación con el lugar que ocupan en el razonamiento. La última
proposición que derivamos o extraemos de las otras dos se llama la
concI&ón, acaso porque el argumento concluye y cierra con ella, y en
ella queda redondeado y perfecto. Las otras dos proposiciones anteriores,
de las cuales derivamos o extraemos la conclusión, se llaman premisas,
que es palabra que viene del latín, y significa “puesta primero”, “puesta
delante”, que es donde se las pone en el razonamiento.
Sin dificultad alguna entenderemos cómo la conclusión se deriva
de las premisas. Una premisa nos dice que “todos los animales de la
raza canina son cuadrúpedos’; otra establece que “los perros son ani-
males de la raza canina”. Si tomamos tres círculos, cada uno de loe
cuales contenga respectivamente los cuadrúpedos, los animales de la raza
canina y los perros, veremos que los perros están comprendidos en los
cuadrúpedos, puesto que lo están en la raza canina, que a su vez está
MARTf / TRADUCCIONEB NOCIONES DE L&XCA 271
270

comprendida en los cuadrúpedos: salta, pues, a los ojos, sin esfuerzo Vemos aquí que sólo usamos de tres términos, o de tres clases de
alguno de la mente, que “los perros son cuadrúpedos”. seres: perros, anímales de la raza canina, y cuadrúpedos. De estos tres,
Veamos, en un segundo ejemplo, cómo una tercera proposición se no aparece en la conclusión el término “animales de la raza canina”,
deriva de otras dos primeras. usado sólo para poner en relación los otros doa términos: en el mismo
“Todos los que gozan de derechos políticos pueden ser electores.” diagrama (Fig. ll), el círculo de los animales de la raza canina está
“Ningún criminal goza de derechos políticos.” entre el de los perros y el de los cuadrúpedos: por eso se le llama
“Luego: ningún criminal puede ser elector.*’ el término medio. El círculo mayor es el que contiene a todos los cua-
drúpedos, que es el término predicado de la conclusión; y por eso se
Aquí la conclusión es una universal negativa, y se infiere de dos
premisas, la primera de las cuales es una universal afirmativa, y la llama a éste el término mayor del silogismo, esto es, el término más
segunda, una universal negativa. Podemos explicar de esta manera el grande. “Perros” , por el contrario, que ocupa el círculo menor, es el
razonamiento: “Todos los electores están entre los que gozan de derechos término menor, o más pequeSo: este término menor es siempre el sujeto
políticos; por consiguiente, los criminales están separados por completo de b conclusión.
de los electores”. Valiéndonos una vez más de los círculos, veremos que
el círculo que comprende a los electores, está dentro del que comprende
a los que gozan de derechos políticos, mientras que el círculo que
comprende a los criminales queda fuera de él, de modo que ninguna
porción del círculo de los criminales toca o cubre porción alguna del
de los electores.

Fig. Il

Como hemos de encontrarnos muchas veces en las páginas siguientes


con el término mayor y el menor y el término medio, bueno será que
no apartemos de nuestra memoria que el t&mino medio es siempre aquel
que no figura en la conclusión; que el término mayor es el predicado
de la conclusión; y que cl término menor es el sujeto de la conchsión.
Conviene también, para mayor claridad, dar nombres separados a cada
Aunque en éste, y en otros muchos casos, es muy fácil ver cómo la
una de las dos premisas: la que contiene el término mayor se llama
conclusión se deriva de las premisas, casos muy numerosos hay en que
siempre la premisa mayor, o Ia mayor, como es uso decir en las cátedras
es más difícil verlo. Conviene, pues, que estudiemosel modo con que
de Lógica; y premisa menor, por el contrario, o la menor, se llama
se construyen los buenos siiogiarnos, y las reglas que hemos de tener
a la que contiene el término menor. Es lo usual y propio colocar primero
siempre presentes para su construcción. Volvamos a nuestro ejemplo
la premisa mayor; pero aun cuando se la coloque en el segundo lugar
anterior:
en el razonamiento, será siempre la premisa mayor, puesto que contiene
“Todos loe animales de la raza canina son cuadrúpedoa.”
el término mayor.
“Los perros son anímales de la raza canina.”
“Luego, loe perros son cuadrúpedos.”
XI

DE LAS REGLAS DEL SILOGISMO

Para no exponernos a tomar por silogismo lo que no lo sea, debemos


examinarlo con cuidado, y ver si se ajusta o no a ciertas reglas. Aris-
tóteles, el gran lógico griego, descubrió hace más de dos mil años estas
reglas, merced a las cuales es fácil saber cuándo un silogismo está bien
construido, y cuándo no. Aún no se ha hallado para esto método mejor
que el de Aristóteles. Las grandes verdades son escasas,y, una vez
halladas, viven largo tiempo. La ciencia de la Lógica tiene sus refor-
madores y sus revolucionarios; pero los trabajos de estos intrepidos
lógicos modernos no han conseguido sustituir aún con ventaja las reglas
de Aristóteles, tan ingeniosas como útiles. Bueno es, pues, aprenderlas.
REGLAI.-En primer lugar, el silogismo debe contener tres términos,
y no máz de tres; porque el razonamiento consiste en comparar los
términos entre sí por medio de un tercer término, al cual se llama por
eso término medio. Si fuesen cuatro, pues, los términos, habría dos
silogismos, o no habría absolutamente ninguno. Supongamos que los
términos sean: vaca, animal de pezuña, rumiante, y animal de dos
estómagos. Podemosdecir que “todas las vacas son animales de pezuña”
y que “todos los animales rumiantes tienen dos estómagos”; pero esto
no nos llevará a la conclusión de que “todas las vacas tienen dos estó-
magos”, a menos que no tengamos otra proposición que equipare los
animales de pezuña a los rumiantes. Ya con esta tercera proposición,
podemos hacer dos silogismos completos, demostrando en ei primero
que las vacas son animales rumiantes, porque son animales de pezuña,
y todos los animales de pezuña son animales rumiantes; y probando en
274 MARTí / TRADUCCIONES NOCIOIVES DE LÓGICA 275

el segundo que puesto que las vacas son animales rumiantes, tienen dos debe ser distribuido en irr conclusión a menos que no haya sido distri-
* estómagos. buido en las premisas. No debe afirmarse nada del conjunto del sujeto
El silogismo debe tener, pues, tres términos: ni más, ni menos. Y en la conclusión, si no se ha tomado antes en las premisas el sujeto en
esos tres términos se llaman: el mayor, el medio, el menor. conjunto. Sería absurdo deducir que, porque las materias frágiles no
REGLA II.-El silogismo debe constar de tres proposiciones, y de nada son a propósito para monedas, y ciertos metales son frágiles, ningún
más QZM tres, de las cuales una 6s la conclusión, y las otras dos las dos metal es a propósito para acuñarlo en moneda. Podemos, por supuesto,
premisas : la mayor y la menor. Porque si hubiera cuatro proposiciones, deducir que ciertos metales no son a propósito para ser acuñados, esto
una sería la conclusión, y las otras tres, premisas. Pero dos premisas es, los metales frágiles: pero incluir otros metales en esta especie es
son suficientes para poner en relación dos términos con un término simplemente suponer que tenemos acerca de ellos un conocimiento que
medio, de modo que tres premisas destruirían el silogismo, o harían dos no se nos ha dado en las premisas. Difícil es, a veces, conocer cuándo
silogismos. Aquí podríamos repetir el ejemplo de las vacas. Dos propo esta regla ha sido violada. De que algunos animales sean carnívoros,
sicíones nos ponen en aptitud de demostrar que la vaca es un animal y de que todos los animales consuman oxígeno, no puede concluirse que
rumiante, porque es animal de pezuña; y una tercera proposición nos todos los animales que consumen oxígeno son carnívoros. Debemos
permite ya construir un nuevo silogismo, en el que se demuestre que la recordar que la premisa menor: “todos los animales consumen oxígeno”
vaca tiene también dos estómagos. es una proposición afirmativa, que, como explicamos ya al analizarlo,
REGLA III.-Es regla muy importante que el término medio del no distribuye, no toma en conjunto, su predicado, esto es, no se refiere
silogismo debe ser distribuido, esto es, tomado universalmente, o en toda a todas las cosas que consumen oxígeno. Ya tendremos ocasión de
su extensión, una vez por lo menos en las premisas. Los ejemplos harán examinar casos de violación de esta regla aún más difíciles.
evidente la razón de esta regla, que no es de fácil explicación. Vale REGLA V.-Es muy cierto que no se puede inferir nada de dos pre-
lo mismo que decir que a menos que no tomemos en toda su extensión misas negativas. Una proposición negativa afirma que sus dos términos
el término medio una vez, las dos premisas pueden referirse a distintas difieren, y que las clases de cosas comprendidas en los términos, en vez
porciones del término medio, con lo que éste en realidad desaparece.
Si decimos que “ciertos animales son carnívoros”, y que “ciertos ani-
males tienen dos estomagos”, sería absurdo deducir que “los animales
carnívoros tienen dos estómagos”. Los “ciertos animales” que son car- INOLESES
nívoros, pueden ser, y son en verdad, completamente distintos de los
otros “ciertos animales” que tienen doa estómagos. Podemos decir sin
error que de hecho hay aquí cuatro términos, y que rompemos asi
la primera regla del silogismo, aunque parece que no hay más que tres
términos. Pero si en vez de esto decimos que puesto que “ciertos
animales son carnívoros”, y “todos los animales consumen oxigeno”,
“ciertos animales que consumen oxigeno son camivoros”, ya aquí se ve NEGROS
que’ ha de haber un buen término medio: Los “ciertos animales’* de la
premisa mayor deben ser parte de “todos los anímale-s” de la premisa
menor, y así tenemos un medio seguro de comparación entre los términos
mayor y menor.
REGIA IV.-Esta regla manda que no se afirme en la conclusión parte separadas como desemejantes. Si decimos que “ningún inglés
nada del término en conjunto, a menos que se haya hablado del conjunto ea esclavo”, y que “ningún negro es inglés”, debemos representar a
del término en las premisas. En palabras más técnicas: ningún témai~~ de quedar reunidas como semejantes por la cópula, quedan en todo o en
276 MA& / TRADuccIoNEs NOCIONES DE LÓGICA 277

los ingleses por un círculo completamente separado del de los esclavos, negros, y vemos que de una premisa negativa podemos obtener una conclu-
y a los negros por un círculo completamente separado del de los sión negativa, o no obtener conclusión alguna.
ingleses. Pero a poco que observemos, notamos que el círculo de los Dice la segunda parte de la regla que no se puede obtener una
negros, que viven aún en esclavitud muy dolorosa en algunos países, conclusión negativa, a menos que una premisa no sea negativa. Para
puede ser co!ocado completamente aparte del de los esclavos allí donde probarnos esto, no tenemos más que indicar, por medio de un círculo
todos los negros sean ya libres, o comprender parte del círculo de los auxiliar, cómo un círculo está separado de otro. No podemos indicar esto
esclavos, como indicando que parte de los negros son esclavos todavía-a sino poniendo uno de los círculos dentro del tercer círculo auxiliar, y otro
un tiempo negros y esclavos,-o cubrir completamente el círculo, cuan- fuera. Y poner un círculo fuera de otro indica, como ya hemos visto a
do se quiera hablar de un lugar donde todos los negros sean esclavos. menudo, términos separados: proposición negativa.
REGLA VI.-La última de las reglas principales del silogismo es ésta:

DE
TEZ
OSCURA 0
Si una premisa es negativa, la conclusión debe ser negativa; y no podemos
derivar una conclusión negativa, a menos que una de las premisas sea CHlNO*
negativa. Imaginemos, pues, para entender esto con toda claridad, que
una proposición negativa que separa sus términos, está representada por

00
Fig. 13
NEGROS

dos círculos separados. Si decimos: “Todos los negros son de tez


oscura”: “ningún inglés es de tez oscura”, el círculo de “negros” está
dentro del de los “de tez oscura”, mientras que el de los ingleses está fuera:
Fig. 14

Todo el que desee ser buen lógico debe recordar las reglas del silogis-
mo, y habituarse a conocer rápidamente si el argumento que se presenta
como silogismo obedece o no a esta.s reglas. Veamos aún, en algún otro
ejemplo, el modo de examinar un argumento, y ver si es buen silogismo o no.
Sea éste el ejemplo:
“Todo monarquía es gobernada por un Rey o Emperador.”
de modo que el círculo de los ingleses debe quedar separado del de los “Suiza no es gobernada por un Rey o Emperador”.
negros, dando así un resultado negativo. Es verdad que podemos arre- “Luego: Suiza no es una monarqufa.”
glar de otro modo los términos. Las premisas podrían ser: “Todos los iPuedo deducir esta conclusión de las premisas que le anteceden?
negros son de tez oscura”: “ningún chino es negro”. El círculo de los Aquí el termino medio, o sea el que no aparece en la conclusión,
negros está, como en la figura anterior, dentro del de los hombres “de es: “gobernada por un Rey o Emperador”. El término menor es “Suiza”.
tez oscura”; pero el círculo de los chinos, aunque separado del de los Y el término mayor “monarquía”. Hay, pues, tres términos, y no más de
negros, que es lo que hasta ahora afirma la proposición, puede estar tres, conforme a lo que manda la primera regla; y hay tres proposicio-
completamente fuera del círculo de los “de tez oscura”, o en parte nes, y no más de tres, como lo ordena la regla segunda. La regla tercera
fuera y en parte dentro, o completamente dentro. Tales premisas nada requiere que el término medio sea distribuido, o tomado univer-
nos dicen, por consiguiente, de la posición relativa de los chinos y los
NOCIONES DE LÓGICA 279
278 MARTí / TIuDucuoNxs
dente que, dado lo que por mentira se entiende, la primera premisa no
salmente, una vez por lo menos: y así se ha tomado aquí; porque la es cierta; porque si todo el que dice una mentira engaña, hay muchos
segunda premisa: “Suiza no es gobernada por un Rey o Emperador”, modos de engañar que no consisten en decir una mentira. Hubo cierto
es una proposición negativa, y, por tanto, distribuye su predicado. En
filósofo que intentó probar de un modo semejante a éste que los actos
cuanto a la cuarta regla, “Suiza” y “monarquía” están distribuidos en culpables de una persona no eran más que otros tantos medios de decir
la conclusión, pero también lo están en las premisas, de modo que una mentira; de modo que el que mataba a un semejante suyo, no hacía
la regla ha sido obedecida. La primera premisa es afirmativa, de modo con esto sino decir por medio de un circunloquio que no era su semejante.
que la regla quinta sobre dos premisas negativas no puede ser aquí
Sucede muy frecuentemente que los que se dedican con ahínco al
quebrantada. T am b ién ha sido acatada la regla sexta, que requiere que
estudio especial de una ciencia, suelen exagerar el valor de la ‘ciencia
ri una premisa es negativa, la conclusión lo sea igualmente: y éste es
que estudian, y desconocer o amenguar el de las que no han estudiado
el caso. El argumento que hemos examinado es, por consiguiente, un
con tanto empeño, a lo menos, como aquella en que han puesto todo au
buen silogismo.
tiempo y atención. De aquí nace que caen a menudo en la falacia de
Veamos ahora si las proposiciones que siguen constituyen un argüir que, porque sus propios estudios son muy útiles, los demás estudios
silogismo : no lo son. Comparemos en un silogismo el estudio de las lenguas griega
“Todos los minerales son extraídos de las minas.” y latina, por ejemplo, con el de las ciencias físicas. Este seria el
“Todos los carbones de piedra son extraídos de minas.” argumento :
“Luego: todos los carbones de piedra son minerales.” “El estudio del griego y el latín es muy útil.”
El término medio, que debemos siempre examinar de preferencia, es “El estudio de las ciencias fisicas no es el estudio del griego y el
“extraídos de minas”, Pero notaremos al punto que ambas proposiciones latín.”
son afirmativas; y las proposiciones afirmativas no distribuyen nunca sus “Luego: el estudio de las ciencias físicas no es muy últil.”
predicados: de modo que la tercera regla del silogismo está aquí violada, En este argumento, el número de los términos y el de las proposiciones
puesto que esta regla requiere que el predicado esté distribuido, una vea son los que las reglas mandan: de modo que no ea fácil, a primera vista,
a lo menos, en alguna de las premisas: en este caso se dice que hay conocer el punto en que el argumento es defectuoso. El término medio
o aquel que no aparece en la conclusión, es “el estudio del griego y el
una faluciu de término medio no distribuido.
latín”. Es seguro que este término está distribuido en la segunda premisa,
Esta fue la especie de falacia en que cayó una autora conocida cuando que es negativa; puede decirse también que está distribuido en la primera
pretendió probar en un libro, entre otras cosas, que usar cabello postizo premisa, que es de hecho un término singular. Una premisa es nega-
era decir una mentira. En realidad, su razonamiento venía a ser éste: tiva, y la conclusión es negativa: hasta aquí todo está conforme a
“Usar cahello falso es engañar, y decir una mentira, es engafíat también.” las reglas. Pero llevando un tanto más lejos nuestro examen, hallaremos
Mas el predicado “engañar” es particular en ambos casos, y debe enten- que la conclusión, por ser negativa, distribuye su predicado “muy útil”,
derse aquí como significando un modo de engañar. Pero falsedad se mientras que la primera premisa, de la cual es también predicado, no
llama sólo al engaño que se hace ‘con palabras, y no de otra manera. lo distribuye. He aquí, pues, el punto donde flaquea este argumento:
Para construir con estos datos un buen argumento, así debemos dis- he aquí que viola la cuarta regla, en la que se establece que no debe
ponerlos: tomarse en la conclusión como distribuido, ningún término que no haya
“Engañar es siempre decir una mentira.*’ sido tomado también como distribuido en una de las premisas.
“Usar cabello postizo es engañar? Lo cierto es, por supuesto, que puede haber diversos géneros de
estudios útiles, y que no porque sea uno de ellos el del griego y el latfn,
Luego : “Usar cabello postizo es decir una mentira”. -Suponiendo
ha de concluirse que son inútiles todos !J.J demás. Veremos esto mejor
que todo caso de engaño equivalga a decir una mentira, éste sería un
en el diagrama de la Figura 15.
silogismo irreprochable, y la conclusión sería verdadera. Pero es eví-
280 bfARTi / TlIADUcc’ONE9 NOCIOSES DE LÓGICA 281

Repwentamos los diversos géneros de estudios en círculos pequeños, regla tercera del silogismo. Pero ha de tenerse mucho cuidado en el
incluidos en el circulo mayor, que representa los estudios útiles. examen de las proposiciones. La segunda proposición no es en realidad
El circulo del griego y latin no debe ser el mismo que el de 199 lo que nos parece ser. No decimos simplemente que “todos los electores
ciencias fisicas, ni comprenderse en parte alguna el uno al otro; pero pagan la contribución de los pobres”, o que están “entre los que la
vemos en el diagrama que el círculo de las ciencias fisicas puede 9er pagan”, sino que son electores los que la pagan, de modo que no hay
colocado de modo que quede mcluso en el de ‘ktudios útiles”, 0 en más electores, en los casoscomunes, que aquellos que pagan la contribu-
parte dentro de él y en parte fuera, o completamente fuera. De modo ción de los pobres. Esta es una de las proposiciones que puede Ber
que por el hecho de afirmar que el griego y el latin son estudios útiles, convertida simplemente, de modo que vendria a quedar en esta forma:
no afirmamos, ni negamos, que el estudio de las ciencias físicas lo sea, “Todos los que pagan la contribución de los pobres son electows”:
ni que lo gea en grado alguno. Lo mismo podemos decir del estudio y como todos los cabezas de casa, excepto los pordioseros, pagan la
de las Matemáticas, de la Lógica, de las Ciencias Morales. Ninguna de contribución de los pobres, resulta, por un silogismo riguroso, que
cllas debe ser considerada como inútil, por e! mero hecho de que otras “todos los cabezas de casa son electores”.
sean útiles. Tiene ademásel silogismo dos reglas menores que pueden 9er dedu-
Valgámonos todavía de otro ejemplo. La ley vigente en Inglaterra cidas de las que ya llevamos apuntadas. La primera es que: de do9
establece que todos los cabezas de casa y jefes de familia, excepto los proposiciones particulares, ya sean afirmativas, ya negahvas, no podemoa
pordioseros, son electores: veamos cómo llegariamos a esta conclusión derivar ninguna conclusión lógica. Si decimos, pues, que algunos de
por medio de un silogismo. Supongamos que arguyésemos que todos 109que eligen los diputados al Congreso son personasbien educadas, J
que algunas personas bien educadas tienen conocimiento perfecto de 10
que el país necesita, no tenemos derecho para inferir de esto que alguno9
de los que eligen diputados al Congreso tienen perfecto conocimiento
de lo que necesita el país.
“Personas bien educadas” es el término medio, y además el predi-
cado de la primera proposición: de modo que no está distribuido.
Tampoco está distribuido cuando aparece como sujeto de la segunda
. .I
proposlcion, en lo que rompe este argumento la regla tercera de los
silogismos. Fácil es de imaginar que las personas bien educadas que
eligen diputados al Congreso, pueden, a pesar de estar educadas bien,
w ser las mismas personas bien educadas que tienen conocimiento
perfecto de las necesidadesdel pais. Nuevos ejemplos no harian más
que confirmar nuestra regla: de dos proposiciones particulares no puede
derivarse ninguna conclusión.
lo9 cabezas de casa pagan la contribución de los pobres, que para el Veamos ahora la otra regla menor que se deriva de las reglas mayores
beneficio de éstos se paga en Inglaterra; que todos los que son electores
del silogismo: cuando ambas premisas son particulares, la conclkón
pagan la contribución de los pobres ,-y que, por consiguiente, todos los será también particular. Supongamosque construimos este argumento:
cabezas de casa son electores. Esto es cierto según la ley; pero ~9e.
deduce esto del razonamiento que acabamos de hacer? El término medio “Algunos electores no son capaces de escoger buenos diputados.”
parece ser: “los que pagan la contribución de los pobres” y éste es el “Todas las personas bien educadas son capaces de escoger bueno?
predicado de ambas premisas, afirmativas una y otra: por consiguiente, diputados.”
estaria en cada una de las premisas no distribuido, lo cual violaria la “Luego: ningún c!ector es persona bien educada.”
!28!2 MANrf / TMnucc10Nrs NOCIONES DE LÓGICA 283

En semejante argumento, quebrantamos la regla cuarta del silogismo. mero que la premisa. “i Bienaventurados son 108 misericordiosos, porque
No podemos inferir cosa alguna que comprenda a todos los electora, ellos obtendrán misericordia!” El sujeto y el predicado de la conclusión
puesto que en la primera proposición hablamos solamente de alguno8 . ..
están aqui invertidos. L a proposrcron .
viene a 8er ésta: “Los misericor-
electores. Del mismo modo, siempre violará una regla u otra todo silo- diosos son bienaventurados”. Sin que haya menester decirlo, queda sobre-
gismo que, contando entre sus premisas una particular, derive de ella entendido que “todos los que obtendrán misericordia son bienaventu-
una conclusión no particular. rados”; de modo que, una vez desenvuelto en forma rigurosamente
En casi todos los libros de Lógica anda escrito que, construyendo lógica, queda asi el silogismo, que en la frase de las Bienaventuranzas
por los modos conocidos todos los silogismos a que se prestan las cuatro aparece alterado :
clases de propo8iciones que Bevamos estudiadas, se contarán diecinueve “Todo3 los que obtendrán misericordia son bienaventurados.”
clases correctas de argumentos, a las cuales se llama los diecinueve modos “Todos los misericordiosos obtendrán misericordia.”
del klogi-smo. Estos se dividen en cuatro figuras, y cada figura 8e “Luego, todos los misericordiosos son bienaventurados.”
distingue por la posición que el término medio ocupa en las premisas.
Y resulta un silogismo irreprochable.
Hace mucho tiempo que los lógicos examinaron los caso8 de cada figura
en que es válido el silogismo, y recogieron el fruto de 8u examen en Siempre que hallemos en lo escrito o hablado las palabras porque,
cierta8 curiosísimas lineas formada8 con nombre3 latinos, y que comienzan puesto que, por lo tanto, por consiguiente, dado que, u otras semejantes,
con estas palabras: Barbara Cehent, Darii, palabras toda8 escogida8 que suponen un dato que se establece, lo cual es ya una premisa, o una
de manera que las vocalea de cada una de ellas, a modo de índice proposición que se infiere de otra, lo cual es ya una conclusión, no
mnemotécnico, enseñan la clase de proposiciones que, dispuestas de un correremos riesgo en afirmar que hay en esas frases un argumento, y
modo particular, producen un buen silogismo. Pero entender vale más que éste es probablemente un silogismo. Es cierto que lo8 argumento8
que recordar. Lo que importa es saber analizar, descomponer, aquilatar que comúnmente usamos, más pertenecen al raciocinio geométrico 0 arit-
por medio del uso de la8 regla3 el valor de la8 proposiciones del eilo- mético, que al puramente lógico.
gismo. El que sabe de memoria parece que rabe; mas puede no saber. Si arguyésemos, por ejemplo, que las rocas llamadas en Geología
El que aplica reglas, penetra en la8 entraña3 del argumento, y ajusta y “piedra arenisca roja” están sobre los yacimiento8 de carbón, porque
mueve 8113partes como un buen jugador de ajedrez 811s piezas, ése de están 8obre las rocas permianas, que a su vez están sobre los yacimiento8
seguro sabe. Barbara, Cehrent, Darii es una curiosidad de los tiempo8 de carbón, habré argüido perfectamente bien. Pero mi argumento no ha
pasados: pensará mal, actuo obrará luego mal, todo el que no be sido solamente lógico, puesto que ha entrado en él el conocimiento previo
habitúe a pensar por sí. de la posición de la8 capas de rocas. Es una cuestión de altura, y
pertenece a la Geometría.
A vece no se ven en el argumento la8 tres partes, o se las ve incom-
pletas, por lo que muchos no creen que están arguyendo con silogismos,
sólo porque no colocan aparentemente sus proposiciones en el orden
con que aparecen en 108 libros de Lógica. Pero esto e3 lo mismo que
decir que la8 operaciones aritmética3 que 8e resuelven en la mente no
8on operaciones aritméticas, porque no se han ido escribiendo en el
papel los cálculos con que las hemos resuelto. Pamosísimo es d 8el’mÓP
de la Montaña, y página imponente del Nuevo Testamento. No hay
cristiano, ni hombre de religión alguna versado en la buena Literatura,
que no conozca y repita los versículos conocido8 con el nombre familiar
de las Bienaventuranzas. Pues cada uno de estos versículos consta de
una premiw y de una conclusión, y la conclusión va pue8ta eu elloa pri-
XII

DE LOS SILOGISMOS HIPOTÉTICOS

En tres clases dijimos ya que se suponían divididas las proposiciones,


a más de la división primaria en universales y particulares. En los
silogismos que llevamos analizados, se emplea la clase primera, que
es la más común. No debemos olvidar las proposiciones hipotéticas,
que son aquellas que afirman que algo acontecerá 0 será, siempre que
otra cosa acontezca 0 sea, “si” otra cosa acontece 0 es. “Si esa nación
cultiva bien sus campos, es una nación rica”: “esa nación cultiva bien
sus campos”; “luego es rica”. He ahí un silogismo hipotético, afirma-
tivo, con dos premisas y una conclusión, como un silogismo ordinario.
La primera premisa es hipotética, y consta de dos partes: el antecedente,
que comienza por la conjunción condicional “si”, y el comecuente, que
nos dice lo que sucederá si se realiza la condición que el antecedente
supone.
Sencillísimas son las reglas de esta clase de silogismos. Si el ante-
cedente es afirmudo, debe ser afirmado el consecuente. Si es negado
el consecuente, el antecedente debe ser negado. En nuestro silogismo
hipotético afirmativo se aplica la regla primera, porque afirmamos que
“esa nación cultiva bien sus campos”; y afirmamos despuésla conse-
cuencia que “esa nación es rica”. -Veamos ahora brevemente un ejemplo
en que se aplique la segunda regla: “Si la atmósfera fuera igualmente
densa a todas las alturas, no estarían cubiertos de nieve perpetua los
Alpes” pero los Alpes están cubiertos de nieve perpetua: luego “la
atmósfera no es igualmente densa a todas las alturas”. Este es un silo-
gismo hipotético negativo.
286 MARTf / TRADUCCIONES NOCIONES DE LÓGICA 287

Debe ponerse gran cuidado en no caer en la faluciu de afirmar et ea afirmativa, y ambas tienen por predicado el término medio “entiende
consecuente, o negar el antecedente, e imaginar que ae está haciendo bien su profesión”, se sigue que el término medio no está distribuido
un buen silogismo. Veamos un caso: “Si un hombre es buen maestro de en ninguna de las dos premisas.
escuela, entiende bien su profesión; Simón Hidalgo entiende bien su Negar el antecedente es en realidad infringir la regla cuarta: akl
profesión; luego Simón Hidalgo es un buen maestro de escuela”. Esto silogismo, y usar en la conclusión como distribuido un término que
resultará verdad si, por mero azar, Simón Hidalgo es maestro; pero ai no lo estaba en la premisa. En vez de decir: “Si la nieve ae mezcla
es relojero o albañil, queda visible el despropósito, por haber afirmado con sal se derrite”, pudimos decir con mayor sencillez: “La nieve mez-
el consecuente. He aquí otros ejemplos: “Si la nieve se mezcla con sal clada con sal se derrite: la nieve que cae sobre las calles no está
se derrite; la nieve que cae en las calles, en las ciudades de tierras frías, mezclada con sal; luego no se derrite”. Aquí la conclusión es negativa,
no está mezclada con sal; luego, la nieve de las calles no se derrite”. y distribuye, por consiguiente, su predicado “se derrite”; pero este
Pero esto es absurdo, porque apenas se calienta el aire, se deshace en término es el predicado de la primera premisa, la cual, por ser afir-
agua, como al contacto de la sal, la nieve de las calles: al negar un mativa, no distribuye su predicado: se ha infringido, pues, la regla
antecedente posible, no hemos negado ni afirmado los demás antecedentes, cuarth del silogismo. Este ejemplo es exactamente igual 8 aquel en
los demás estados y cambios de que es susceptible la nieve. que hablamos del estudio del griego y el latín.
Pero en realidad, las proposiciones y silogismos hipotéticos no difie-
ren de los que llevamos ya cuidadosamente analizados. Casi no son
más que un modo conveniente de establecer kas proposiciones. Volvamos
al ajemplo de las naciones que cultivan bien sus campos, fuente abun-
dosa y constante de honrada riqueza pública: he aquí cómo construi-
ríamos el silogismo, si no le diésemos la forma hipotética:
“Todas las naciones que cultivan bien sus campos son ricas.”
“Esa nación cultiva bien sus campos.”
“Luego: esa nación es rica.”
Bien se ve que éste es un buen silogismo, y de la clase más usada:
ek término medio es “que cultivan bien sus campos”. No ea de tan
sencilla conversión nuestro segundo ejemplo, pero puede quedar en esta
forma: “Una atmósfera igualmente densa no permite 14 nieve perpetua
sobre los Alpes; nuestra atmósfera permite la nieve perpetua sobre loa
Alpes: luego nuestra atmósfera no es igualmente densa”. Este ea un
buen silogismo, cu+! premisa mayor y conclusión son negativas. Todos
los silogismos hipotéticos pueden ser convertidos en silogismos ordinarios
con arreglo a uno u otro de estos dos ejemplos.
Afirmar el consecuente e inferir que podemos afirmar el antecedente,
es lo mismo que infringir la regla tercera del silogismo, y permitir en
él la presencia de un término medio no distribuido: uno de los ejemplos
anteriores lo hará evidente. “Un buen maestro de escuela entiende bien
su profesión: Simón Hidalgo entiende bien su profesión; luego Simón
Hidalgo es un buen maestro de escuela.*’ Como cada una de las premisas
XIII

DE OTRASCLASESDE ARGUMENTOS

Se engaña el que suponga que todos los buenos argumentos han


de obedecer por fuerza a las reg!as del silogismo. Sólo han de obeds
cerlas forzosamente los nrgu:T:entos en que se reúnen dos términos dis-
tintos con el ausilio de un término medio común: ésos son los silogismos,
y han de sujetarse, por tanto. a las reglas del género. Muchos silo-
gismos usamos’ en el ejercicio diario de nuestra razón: pero también
usamos de otros varios géneroa de argumentación, algunos de los cuales
no han venido a ser entendidos por los lógicos sino hasta época mu)
reciente.
Existe una clase de argumento sumamente importante, al cual se
llama silogismo disyuntivo, por más que no se ajuste a las reglas del
silogismo, ni se asemeje en nada a este género de argumentación. Hemos
dicho ya que se da el nombre de proposiciones disyuntivas a las que en
sí reúnen varios términos por medio de la partícula o. De esas propo-
siciones usamos cuando queremos dividir un género en especies, una
clase en clases más pequeñas. En lenguaje familiar, podemos decir
que: un vegetal es un árbol, un arbusto, 0 un? hierba. !Jn buque cs
un buque de vela, o buque de vapor, o buque de remos. El metal de
que se hacen las monedas es el oro, o la plata, o el cobre, o el bronce’
o el níckel. Cada una dc estas subclases, cada uno de estos Grminos,
cada uno de estos equivalentes, cada una de estas partes de la propo-
sición, enlazadas por la particula o, es una alternativa, porque podemos
elegir de entre ellas una u otra. “Otro” se dice atter en latín.
Los argumentos construidos con estas proposiciones disyuntivas obe-
decen a una regla principal: si una o más alternativas son negadas, cl
290 YARTf / TnADuccIoNEs

retro de ellac debe ser a~irnaodo. El combustible se compone de carbón


o de hidrógeno: si alguna porción especial de combustible no está
compuesta de hidrógeno debe estar compuesta de carbón. Aquí uo hay
más que dos alternativas, y en este, como en otros muchos casoa en
que las alternativa9 son dos, si negamos una de ellas, hemos de afirmar
la que nos resta.
En el lenguaje de las leyes, un acto ilegal es, según su mayor o
menor gravedad, crimen, delito o falta. Desobedecer una pequefia ley
de a9eo de la ciudad no es crimen, ni delito: luego es falta. Aquí tenemos XIV
tres alternativas, dos de las cuales son negadas, por lo que la otra ha
de ser afirmada. Los materiales que 9e usan para techar las casaa ron
tejas de barro, o tejamaniles, o troxoa de pizarra, o pencas de palma,
o zinc, o chapapote. Aquí tenemos aeis alternativas; y ei hubiéramos DELAGRAN REGLADE INFERENCIA
comprendido en nuestra proposición todas las diversas materias usadaa
para techar casas, al afirmar que una casa wtaba techada con una
de ellas, negábamos de plano que eetuviera techada con ninguna de Existe una regla muy sencilla que nos da el modo de reconocer la
las otras: afirmábamos una alternativa, y negábamos todas las demáa. certidumbre de muchos argumentos, aun de aquellos que no se ajustan
Se ve, pue9, que caben muchos cambios, conforme al número de alter- a ninguna de las prescripciones establecidas en los tratados de Lógica.
nativas negadas o afirmadas, en esta clase de proposiciones; pero ninguna He aqui esta regla: Tc& lo que es verdad de un termino, es verdad de
de ellas obedece a las reglas del silogismo, puesto que siempre hay en cuulquiera otro término, lo que equivale a esto: Puede sustituirse m
ellas una proposición afirmativa y una conclusión negativa, lo cual término por otro, cuando se sabe que ambos se refieren exactamente
infringe la regla sexta de los silogismos. a lus mismas cosas. Es indudable que un caballo es un animal, y, por
En algunos libros de Lógica be dice que, si afirmamos una de laa consiguiente, la cabeza de un caballo es la cabeza de un animal. A este
alternativas en una proposición disyuntiva, hemos de negar el resto. razonamiento no pueden aplicarse las reglas del silogismo, porque con-
Según esto, si decimos que el combustible se compone de carbón o tiene cuatro diferente9 términos lógicos en dos proposiciones: caballo,
de hidrógeno, se entenderá que el combustible que está compuesto de un animal, cabeza de un caballo, cabeza de un animal. Pero sí puede
carbón no está compuesto de hidrógeno. Pero esto no es cierto, porque aplicarse a este razonamiento la regla que acabamos de fijar, puesto que
casi todo combustible está compuesto de ambas sustancias a ia vea. no tenemos más que colocar “un animal” en ve9 de “un caballo”. Del
Cuando decimos que un buque es buque de vela, o de remo, o de vapor, mismo modo pueden ser explicados gran número de argumentos. El
ee habria de entender que si es de vapor, no puede ser de vela ni de oro es un metal: por consiguiente, una pieza de oro es una pieza de
remo, y vice-versa. Mas esto es también incierto, porque apenas hay metal. Un indio es un semejante nuestro: por consiguiente, el que
buque de vapor que no esté preparado para navegar con el simple maltrata a un indio, maltrata a su semejante. Los animales domésticos
auxilio de laa velaa, cuando la máquina se fatigue, o el viento empuje son seres que entienden y sufren; por consiguiente, el que trata mal a
al buque con más fuerza que el vapor, o el carbón que alimenta la un animal doméstico, trata mal a un ser que entiende y sufre.
máquina se acabe. Debe recordarse, por lo tanto, que cuando ae afirma Observemos con cuidado que en una proposición universal afirmativa
una alternativa, no ha de entenderse que se niegan laa demás, a menos ordinaria, como: “Un indio es un semejantenwrtro”, no podemosponer
que no exista entre ellas tal diferencia que no puedan concurrir en simplemente “indio” en vea de “semejante nuestro”. Seria absurdo
un objeto al mismo tiempo, y se excluyan una a otra. argüir que el que maltrata a “un semejante” suyo maltrataría a un
indio: el absurdo vendria de que los indios sólo constituyen una porción
292 bfARTf / TRADUCCIONES NOCIONES DE L6CICA

de nuestros semejantes. Pero en otro6 casos, como se explicó ya al asemeja, puede ser considerada como la verdadera base de razonwnimto.
hablar de los triángulos, el sujeto y el predicado de una proposición Inferimos el carácter de una cosa, del carácter de otra que hace como
se refieren exactamente a igual género y número de cosas, y, por tanto, de lleva y trae, o de tercer término. Cuando estamos seguros de que
coinciden en un todo. Todos los paralelogramos, por ejemplo, son entre ambas cosas existe una exacta semejanza, nuestra inferencia es
figura6 de cuatro lados planos, cuyo6 ángulo6 opuestos son iguales: cierta; cuando nuestra observación nos da solamente derecho a creer que
de aqui se deduce que todo lo que sepamos de las figuras de cuatro existe la semejanza, o que es probable que la haya, nuestra inferencia
lados planos puede aplicarse como cierto a los paralelogramos, y todo entonee es probable, ma6 no cierta.
lo que sepamos de los pararelogramos puede aplicarse a las figuras de
cuatro lados planos. Una figura que no tiene sus ángulo6 opuestos
iguales no puetle ser un paralelogramo. Esto es todavía más evidente
cuando los términos de una proposición son sigulares. La Luna es el
satélite de la Tierra: todo lo que sea, pues, cierto del satélite de la Tierra,
es cierto de la Luna: y cuanto es cierto de la Luna, es cierto del satélite
de la Tierra. La Luna. por cuanto hasta hoy sabemos, carece de atmós-
fera y de mares: podemos, pues, afirmar que, por cuanto sabemos hasta
hoy, el satelite de la Tierra carece de mares y de atmósfera.
Del mismo modo argüimos a propósito de las cantidades. El volcán
del Chimborazo tiene 21,434 pies de altura; por consiguiente, lo que
puede afirmarse de 21,434 pies de altura, puede también afirmarse de
la altura del Chimborazo. La altura del Tupungato, en Chile, es mayor
de 21,434 pies, como que llega a 22,450: luego es mayor que la altura
del Chimborazo. En Inglaterra hay dos iglesias antiguas y famosas que
tienen el mismo ancho: la catedral de Bristol y la abadía de Bath: de
modo que, en punto a lo ancho, lo mismo es tomar la abadia de Bath
que la catedral de Bristol. La iglesia de Santa María, en Bristol. entre
otros muchos templos de Inglaterra, es menos ancha que la catedral;
de lo cual se sigue que es menos ancha que la abadía de Bath. Por
una casualidad, otra catedral inglesa histórica, la #catedral de Exeter,
es igual en ancho a la catedral de Bristol: como podemos colocar, en
punto a ancho, la abadía de Bath en vez de la catedral de Bristol, puesto
que son iguales! tenemos que la catedral de Exeter y la abadía de Bath
son del mismo ancho.
Si examinamos con un poco de profundidad nuestro modo de razonar,
hallaremos que consiste siempre en poner una cosa o un término en
lugar de otro, con el cual sabemos que tiene en todo o en parte semejanza.
Nos valemos de la semejanza como de una especie de puente que nos
conduce del conocimiento de una cosa al conocimiento de otra: asi, pues,
la swtitucih de los semejantes, o el paso de una coso a otra que se la
xv

DEL RAZONAMIENTOINDUCTIVO

Hemos estado hasta ahora estudiando el modo de percibir la verdad


contenida en ciertas proposiciones, llamadas “premisas”, y encerrarla
en otra proposición, llamada “conclusión”: pero no hemos determinado
hasta ahora cuáles son las proposiciones realmente verdaderas, sino
aquellas proposiciones yw son ciertas cuando otras lo son. Todos loa
actos del raciocinio que hemos venido hasta aquí considerando, podrian
ser llamados deductivos, porque deducimos, esto es, llevamos la verdad
de las premisas a la conclusión: (deduce del latín, duce, llevo, de, de).
Cosa muy importante es conocer con exactitud la inferencia deductiuu;
pero acaso importa aún más el perfecto conocimiento de la inferencia
inductiva, por la cual concentramos en proposiciones generales las ver-
dades que nos revelan los hechos que vamos observando alrededor
nuestro.
Es fácil de ver que el razonamiento por sí mismo no nos enseñará
jamás cosa alguna, puesto que para obtener por medio de él la aplicación
de una verdad, necesitamos tener ya conocida la verdad. El razona-
miento sólo nos da una proposición cuando poseemos ya otras. iCómo
adquirimos, pues, las proposiciones originales? Por el uso de nuestras
propias facultades, por el ejercicio continuo y reflexivo de la mente,
por el afán leudabie de aprender por nosotros mismos todo lo que, como
en un libro siempre abierto, nos da en sus maravillas la Naturaleza;
por nuestra observación, realizada por medio de nuestros sentidos, de
nuestros oídos, de nuestros ojos; por nuestra reflexión, que hace que
las impresiones adquiridas por los sentidos en la observación produzcan
frutos. ¿Cómo llegaremos a saber que todas las partículas pequefiisimas
NOCIONES DE L6CICA 297
aaARTf / TRADucc10NEs
celebrado libro “Novum Organum”, o “El Nuevo Instrumento”, señal6 vigoro-
de agua son blancas a la luz del día, si por medio de nuestros mismos ojos
no nos fijarnos en la apariencia de las nubes, la bruma, la neblina, la espuma samente la necesidad de observar en la naturaleza, y de coleccionar gran
del mar, el vapor, y todas las demás cosas que sabemos que están compuestas número de hechos, de los que pudieran irse luego recogiendo gradual-
de partículas de agua? Parece evidente que éste es el medio propio de mente leyes generales: él previó y anunció cuán valiosos descubrimien-
tos llegarían a hacer los hombres con este nuevo metodo. Pero seria un
adquirir conocimientos, y causará maravilla saber que alguien haya pensado
error afirmar que Lord Bacon penetr6 realmente en aquella lógica inductiva
de un modo distinto: sin embargo, durante siglos enteros han estado creyen-
con cuyo auxilio Galileo, por los mismos años, e Isaac Newton y otros grandes
do los hombres que no había más medio de llegar a la verdad que el silogismo
hombres después de él, llegaron a sorprender las leyes principales de la
estrecho de la antigua escuela. Y preferían seguir a ciegas a Aristóteles, a
naturaleza. No ~610 fracasó Lord Bacon en sus tentativas de hacer
usar de sus propios ojos.
El nacimiento de la ciencia moderna, que asegura al hombre que descubrimiento alguno por su propio método de investigacibn, sino
nada puede hacer sin el ejercicio directo y reflexivo de sí mismo, remonta que no supo distinguir la verdad de los descubrimientos excelentes que
acaso a los tiempos de Roger Bacon, el maravilloso monje inglés, el por aquella kpoca habían hecho en la astronomía y cl magnetismo
profundo filósofo de Oxford, el que mantuvo que el secreto de la Natu- Copérnico 9 un hombre de ciencia inglés, llamado Gilbert. No se debe,
raleza no podría ser hallado sino en el estudio de la Naturaleza. Bacon pues, decir que cl “Novum Organum”, enseñó a los hombres el modo propio
vivió entre los años 1214 y 1294. El fue probablemente el primero que en de estudiar la naturaleza: y cuando se hable de la filosofía de Bacon,
los tiempos revueltos, apasionados y oscuros de la Edad Media, proclamó queriendo significar con ella la nueva lógica inductiva, ha de entenderse
la necesidad de aprender la ciencia, no en vagas concepciones del Uni- que se habla de la de Roger Bacon, el monje, no de la de Lord Bacon.
verso creadas por los anhelos solitarios del espíritu y su tendencia gene- La lógica inductiva estudia el razonamiento en virtud del cual
rosa a mundos mejores, sino por la observación, por la experimentación pueden derivarse de la observación de los hechos y de los aconteci-
en las cosas que nos rodean, yen las cuales hizo él mismo notabilísimos mientos las leyes de la naturaleza. A este razonamiento se llama
descubrimientos. Galileo, que no vivió, sin embargo, sino 300 años inducción, o investigación inductiva: como 10,demuestran en sus pro-
después (de 1564 a 1642), fue el más grande entre aquella cohorte de pios trabajos los grandes investigadores -científicos de estos tiempos,
hombres grandes que en Italia, Francia, Alemania e Inglaterra comen- se compone de cuatro actos distintos del entendimiento.
26 por grados a demostrar cuántas verdades importantes podía llegar En primer lugar, debemos adquirir, por observaciones y experimentos
a descubrir la observación bien dirigida. En los tiempos anteriores al de casi accidentales, conocimiento de los hechos que van a ser objeto de
Galileo, creían muchos hombres ihstruidos que los cuerpos grandes caían nuestra investigación. Este simple conocimiento de meros hechos no es
sobre la tierra con más velocidad que los pequeños, porque así lo había de ningún modo el conocimiento superior y ordenado que se llama
dicho Aristóteles. Pero Galileo subió una vez a lo más alto de la torre ciencia; porque en este primer estado los hechos andan aún sin
inclinada de Pisa, y dejó caer de ella dos piedras desiguales en tamaño, conexión en nuestra mente, y no nos permiten explicar otros hechos,
que llegaron al mismo tiempo al suelo, para probar a los amigos que llevó ni prever lo que sabremos, después que los hayamos sujetado a expe-
consigo a presenciar el experimento, que Aristóteles se había equivo- rimentación. Este estado de la inducción, este acto primero casi
cado. Aquel pensamiento de Galileo de la necesidad de ir a preguntarlo involuntario, es el conocimientoproporcionadopor los sentidos.
todo a la Naturaleza, y de demostrar todas nuestras teorías con experimen- Ya en el segundo estado, entramos a razonar sobre estos hechos,
tos, ha llevado a todos losgrandes descubn*nrientos de la ciencia moderna. lo cual hacemos inventando o imaginando leyes que pueden ser aplicadas
Muchos creen que Francisco Bacon, llamado comúnmente Lord Ba- a las cosas o hechos que vamos examinando. A esta operacibn mental
con, que vivib entre los años 1561 y 1626, fue el fundador de la lógica llamamos hipótesis, que consiste en dar por cierta, para facilitar el
inductiva y del verdadero método científico. Hombre de gran entendi- razonamiento, alguna ley o proporción general que no está demostrada
miento fue Lord Bacon yen muchos sentidos un grande hombre. En su todavía. Aquí se ve cuán importante es el conocimiento de la lógica
298 MARTI / ¶uADucwotas
NOCIOIES DE LÓGICA
deductiva, puesto que sólo por el rasonamiento deductivo podemos llegar
l conocer las consecuencias de la ley o proposición que hemos supuesto. se asemejaban mucho a varios animsles vivientes, conchas y plantas.
Ya en el tercer estado, rasonamos por medio del silogirmo, u otras Tan notables eran estos fósiles que, aunque observados sin propósito
clases de rasonamiento deductivo, acerca de los hechos particularea que previo y por mero accidente, comenzaron los naturalistas y pensadores
serían verdaderos, si la hipótesis fuese verdadera. a construir hipótesis para explicar su visible semejanza a tantos seres
En el cuarto estado, procedemos a comparar estas deducciones con vivos. Y aquellas hipótesis fueron muy diversas entre si, y muy nume-
los hechos que teníamos coleccionado3 al principiar el raxonamiento, o, rosas. Entre todas aquellas hipótesis, alcanzó especial favor la que
cuando es practicable y necesario, hacemos nuevas observaciones e supor,ía que el Diluvio había arrastrado con sus corrientes aquellas
intentamos experimentos nuevos, a fin de hallar si la hipótesis está de conchas, y ahogado anímales, que, a la retirada de las aguas, quedaron
acuerdo con la naturaleza. Si tropnamos con varios y marcado3 des- esparcidos sobre la superficie de la Tierra, e incrustrados a veces en la
acuerdos entre nuestras deducciones y nuestras observaciones, pareceri cima de altísimas montañas. Más notable por el ingenio que revela que
probable que nuestra hipótesis sea errada, y haremos bien en imaginar por su profundidad científica era la hipótesis de Voltaire, muy diferente
otra. A veces, todo el nuevo trabajo se reducirá, cuando la hipótesis de la de las aguas del Diluvio, pues el famoso filósofo de Francia imaginó
ha urtado muy cerca de la verdad, a cambiarla ligeramente, hasta que que aquellas conchas que se habían hallado por tan altos montes y tan
todo lo que se pueda deducir de ella esta de acuerdo con los hechos escondidos lugares debían haber sido dejadas caer por los peregrinos,
que ofrece la Naturalesa. que usaban capa y sombrero cuajados de conchas, y cruzaron a menudo
en otros tiempos por aquellas comarcas. Acaso era más razonable la
No por haber hallado una hipótesis que parece dar resultados con-
hipótesis que consideraba aquellos fenómenos como “caprichos de la
formes con unos cuantos hechos, debemos apresurarnos a decir que la naturaleza” , y creía que la semejanza de las formas halladas con ciertos
hipótesis hallada es totalmente correcta. Debemos continuar ensayando
anímale: y plantas, provenía de mero accidente, así como se hallan
con ella todo género de deducciones, en circunstawias diversas y con
hoy en los montes del Estado de Pueb!a, en México, riquísimo trozos
accidentes varios, y, en cuanto nos sea posible, comparar los resultados del ónix tecali que figuran guerreros armados, buques de vela, castillos
de nuestro ejercicio con los hechos que nos han suministrado los sentidoa.
y cruces, o como en el fondo de muchas maravillosas cuevas de América
Si luego de todas estas experiencias y comparaciones, resulta verdadera
se agrupan las estalactitas en forma de pájaros, columnas, lámparas,
la hipótesis por el acuerdo de un número considerable de sus deduccio- cuadrúpedos y gigantes. Otra hipótesis sostenía que los fósiles eran
nes con los hechos que han sido objeto de la investigación; si de tal en realidad restos de seres en otro tiempo vivos, sepultados en el cieno
modo ésta queda certificada y demostrada, que nos autoriza para creer o en la arena, que centenares de siglos habían ido endureciendo luego
en lo que de otra manera no hubiéramos nunca creído ni descubierto, hasta convertirlos en rocas. Luego de mucho deducir y verificar, luego
casi será indudable que la hipótesis es una ley cierta. de mucho examinar y comprobar, quedó aceptada como verdadera la
Puede, pues, decirse que pasa por cuatro estados el razonamiento hipótesis última.
inductivo :
He aquí aproximadamente el modo con que razonamos sobre estas
Primer estado: Observación preliminar.
hipótesis. Sí es cierto que el Diluvio depositó los fósiles en lls montañas,
Segundo estado: Construcción de la hipóksis.
sólo deberían hallarse fósiles sobre la superficie o cerca de ella: y consta
Tercer estado : Razonamiento deductivo.
que se les ha hallado en las entrañas de profundas minas abiertas en
Cuarto estado: Verificación.
durísimas roct;, donde las aguas del Diluvio no pudieron en verdad
Veamos ahora, por medio de ejemplos, cómo es cierto que con esta haberlas depositado. Esta hipótesis, por tanto, es equivocada. No es,
manera de raciocinar llegamos a conocer la naturaleza de las cosas, y por cierto, más sólida la de Voltaire, porque se han hallado fósiles
a descubrir sus leyes y definirlas en proposiciones generales. en montañas y en remotos países por donde no pasaron jamás los pere-
Cientos de años hace que se comenzó a observar en las piedraa y en grinos, como las regiones árticas, por ejemplo, sin contar con que la
la superficie de las roca3 expuestas a la vista, formas pecufiarcs que
hipótesis de Voltalre no explica los fósiles hallados en lo profundo de
300 MARTi / TRADUCCIONES NOCIONES DE LÓGICA 301

la Tierra. Menos fácil de destruir es la que atribuía a caprichos de la fósiles. Tampoco son totalmente redondos los troncos de árboles descu-
Naturaleza aquellos cuerpos singulares: porque es sabido que muchas biertos en ciertas minas de carbón de piedra, sino que están en parte
veces se han tomado por fósiles de plantas y animales, sustancias que como aplastados. En estos y otros muchos casospodemos, pues, argüir
no lo eran. Pero a los mantenedores de esta opinión podíamos argüir que si los animales y las plantas hubieran vivido millones de afios hace,
de eata manera: “La naturaleza toma en sus caprichos todas las formas: sus resto> presentarían ahora una apariencia semejante a la que en estos
en las ráfagas de color que embellecen el ónix del Estado de Puebla, fósiles se observa. Nos vemos, pues, obligados a rechazar toaas las hipó-
hay trozos que semejanel maxilar de un mastodonte, y otros que figuran tesis anteriores, que no están en acuerdo con los hechos, y adoptar la
un caballo, un toro embistiendo, la cabeza de una mujer pensativa, di- última hipótesis que tan bien se ajusta a todo lo observado.
versas formas, en fin, de épocas diversas: pues, si esa hipótesis es ver- La ley natural más importante que hasta hoy se ha descubierto ti
dadera, L-cómo la Naturaleza, que tomó caprichosamente unas formas, acaso la que se conoce con el nombre de ley de graoedad, la cual esta-
no tomó otra? ipor qué no hemos encontrado libros fósiles, cafeteras blece que todos los cuerpos en el espacio tienden a caer el uno haci
fósiles, sillas y mesas fósiles.3 La misma razón daría la hipótesis de el otro, con cierta fuerza que depende de la magnitud de los cuerpos
los caprichos de la Naturaleza para explicar lo que se halla, que para y de la distancia que media entre ellos. Pudiera parecer que no nece-
explicar lo que no se halla. Por lo contrario, la última hipótesis, esto sitamos de la ayuda de la Lógica para demostrar que las cosas caen
es, la que sostiene que en las edades pasadas vivió gran número de hacia la tierra, porque ya dejemos caer una piedra o un libro, ya una
animales y plantas, colosales y hoy desconocidos,cuyos restos quedaron moneda de oro o una pluma, todos estos objetos descenderáncon mayor
sepultados en las capa.0 de cieno y arena depositadas entonces en los o menor rapidez a la superficie de la Tierra. Esto fue objeto de mucha
mares, ríos y lagos, nos permite explicar muchos hechos peculiares. Sin atención entre los griegos, y es seguro que los antiguos egipcios, y otros
gran esfuerzo comprendemos cómo es posible que se hallen esos restos pueblos más antiguos aún, lo habían ya observado. Y sin embargo, no
a grandes profundidades en la corteza de la tierra, donde muchos mi- parece ser cierto que todos los cuerpos caen: las llamas, por ejemplo,
llonea de años han ido acumulando en obra sucesiva, no interrumpida no bajan, sino ascienden: el humo, las nubes, las burbujas de jabón, suben
y lentísima, capa sobre capa de roca. Y aquí podemos argüir de esta también por el aire, y no parece que hayan de caer. Aristóteles, el
manera: si sepultamos hoy en la tierra a un animal, sabemosque la más grande de los filósofos griegos, l!egó a concluir que algunas cosas
carne y las partes blandas de su cuerpo desaparecerán rápidamente, y eran naturalmente pesadas y tendían a caer, mientras que otras eran
que despuésdel transcurso de un centenar de años sólo quedarán de naturalmente ligeras, y tendían a elevarse. Hasta hace doscientos años
él los huesos, los dientes y las partes duras. Por consiguiente, si en las no se llegó a probar, por los experimentos de Newton, cuánto más
primeras edadesgeológicas vivieron animales de esqueleto, es lo natural acertado era admitir la hipótesis de que todos los cuerpos tienden a
que no hallemos hoy de ellos sino los huesos y las partes duras. Y ea caer: Newton pudo entonces explicar, no sólo los movimientos de la
un hecho que poseemosesqueletosfasiles de multitud de animales cuyas llama y otras cosas aparentementeligeras, sino los movimientos del Sol,
formas nos son, en todo lo restante, desconocidas. De los mariscos, la Luna y los planetas. Si en uno de los platillos de la balanza ponemos
también, sólo hallamos las conchas; de peces y reptiles, las especiesmás una pesa de a libra, y en ei otro una de a media libra, subirá al punto
recias; de los árboles, el tronco: de todo, en fin, las partes más durables. este último, y bajará el primero velozmente, como que lo arrastra la
En algunos casos, hasta los huesos del animal han aparecido completa- mayor fuerza. Así, si la llama es una sustancia más ligera que el aire
mente pulverizados; pero los dientes que son la parte menos destructible de su alrededor, flotaría en él como el corcho en el agua. Razonando,
del cuerpo, se conservaban todavía. pues, deductivamente, hallamos que lo que en apariencia tiende a subir,
Podemos afirmar, además, que si se entierra un bivalvo en el cieno, puede en realidad tender a bajar; pero es vencido por la tendencia domi-
y se k echa encima el peso inmenso de varias capas de roca formadu nante de otros cuerpos.
gradualmente sobre él, el bivalvo quedará comprimido y achatado. Pues Newton razonó de esta manera: Si todos los cuerpos tienden a caer
aaf se hallan, casi planas y rotas como por presión, muchas conchas el uno sobre el otro, todos los cuerpos deben caer sobre la Tierra. Pero
NOCIONES DE I.óGIC.4 303
302 MARTÍ / TRADUCCIONES

de la gravedad de Newton explicaba, sin embargo, 105 mismos hecho.s,


la Luna es un cuerpo, y por lo tanto debe, en conformidad con un evidente y era difícil distinguir cuál era entre ambas la mejor. La de Descartes
razonamiento silogístico, caer scbre la Tierra. iPor qué no cae, sino que era más sencilla, y más fácil de entender; la de Newton explicaba un
va girando alrededor de la Tierra una vez en cada mes lunar? Pensó número mucho mayor de hechos, y con mayor exactitud.
entonces Newton que si la Luna no estuviera de alguna manera sujeta por Cuando hay, como en este caso, dos hipótesis igualmente buenas,
la Tierra, debería emprender por el espacio una carrera en línea recta, necesitamos descubrir algún hecho o cosa que sea explicado por una
tan rápida como la de una piedra lanzada al aire por una honda movida de lns hipótesis, y no pueda serlo por la otra: la hipótesis que puedo
velozmente. Un cuerpo móvil se mueve en linea recta, a menos que alguna explicar todos los hechos a que se refiere, será la verdadera: aquc!la
fuerza no lo obligue a alterar su curso. Así vino a parecer probable que que deja sin explicación un solo hecho, seri la falsa. Newton indicó
en realidad 15 Luna estuviese cayendo siempre hacia la Tierra, y que esta que los cometas no describen en sus movimientos !as órbitas de los
misma constante tendencia a caer le impedía partir a través del espacio remolinos de Descartes, porque pasan precisamente a través del gran
Ln linea recta. Newton procedió entonces a probar con ingeniosísimos remolino del Sol, sin obedecer a los movimientos a que obedecen los
razonamientos matemáticos que si la fuerza de gravedad fuera tanta como planetas comprendidos en él. Aun cuando un cometa pasaba a través
suponía él que era, mantendría a la Luna moviéndose constantemente del supuesto remolino de Júpiter, más pequeño que el del Sol, continuaba
alrededor de la Tierra. Demostró también que si su hipótesis de la gravedad su n:archa como si no hubiese hallado a su paso semejante remolino.
era cierta, los planetas se moverían alrededor del Sol, como se mueven. Ahora sabernos ya que alrededor del Sol pasan gran m’nnero de cometas
Explicó en el curso de su raciocinio gran número de peculiaridades de en todas direcciones. C on f orme a la hipótesis de Descartes, cada uno
los movimientos de los planetas y de sus satélites. Probó que aun los de cllos requeriría su propio remolino aparte; pero como sólo puede
cometas, a pesar de mostrarse y esconderse de una manera irregular en haber un gran remolino alrededor del Sol, esto es, el que arrebata en
apariencia, en realidad se movían en órbitas extensas, como la ley de gra- su constante curso todos los planetas, viene a ser casi imposible explicar
vedad requiere. Las corrientes son otro efecto peculiar de la misma fuerza. los movimientos de los cometas por la hipótesis de los vórtices de Des-
De este modo vino a ser la ley de Newton una hipótesis verificada, hecha cartes. En cambio, todos los movimientos de los cometas, según lo
verdadera, de tal modo conforme con los hechos que no cabe dudar de comprueban observaciones numerosísimas, se explican sin confusión al-
su absoluta exactitud. Viene a ser así una ley natural estableda, llamada guna por la ley de gravedad que imaginó Newton.
algunas veces teoria, aunque esta última palabra se usa en sentidos diversos, Cuando algún hecho especial, como este del movimiento de los
y ha de tenerse cuidado en no confundir sus diferentes sentidos. Aquí cometas, nos permite decidirnos en favor de una hipótesis, porque lo
significa sólo una hipótesis bien comprobada. explica, y rechazar las demás porque no lo explican, podríamos llamar
Sucede a veces que dos, y aun tres, hipótesis completamente distintas, a este hecho /Lecho cruciul, porque sirve como de cruz, o de poste, que
parecen ajustarse a la vez a ciertos hechos, de tal modo que no se sabe nos señala el camino que hemos de tomar. Por razón semejante se
cuál elegir de entre ellaa. Algún tiempo antes de que Newton construyese llama experimentum crucis al que intentamos con objeto de decidir entre
su hipótesis de la gravedad, Descartes, filósofo no menos célebre que una hipótesis y otra.
Newton, había imaginado otra hipótesis para explicar el movimiento de
los cuerpos celestes. Sugirió Descartes que los cuerpos celestes eran
arrebatados en violento giro circular por una especie de grandes remo-
linos llamados vórtices, y apuntó la idea de que todos los planetas giran
alrededor del Sol en la misma dirección, como girarían alrededor del
centro en un remolino. Los satélite-s de Júpiter, que acababa de descubrir
por aquella época Galileo, parecían también dar vueltas alrededor de
Júpiter en un pequeño remolino, de modo que muchos filósofos del
tiempo de Descartes aceptaron su hipótesis como verdadera. La hipótesis
XVI

DEL RAZONAMIENTO INDUCTIVO


EN LA VIDA ORDINARIA

No nos limitamos a construir hipótesis en materias científicas. La


pura ciencia no es el único dominio del razonamiento. La razón es
infatigahl;, y mueve siempre a la voluntad a que se esfuerce para hallar
la causa de todo lo que ve. Constantemente estamos construyendo hipó-
tesis que nos expliquen los hechos en los asuntos más comunes de la
vida, y nuestra mente atraviesa a menudo aquellos cuatro estados del
razonamiento inductivo que explicamos: observación preliminar de he-
chos, hipótesis, deducción y comprobación. Y estos cuatro estados los
atraviesa la mente en unos cuantos segundos. Por ejemplo, si al asomarme
a la ventana veo la calle húmeda, y no seca como estaba una hora
antes, es casi seguro que en el instante mismo de observar el cambio
estoy ya pensando en las causas que puedan haberlo producido. Formo
varias hipótesis: puede haber llovido; puede haber pasado un carro
de riego por la calle: y si las calles se riegan con mangueras, cuyos
depósitos de agua están bajo el pavimento, como sucede en Madrid, por
ejemplo, imagino que los regadores han abierto la llave del depósito y
han vertido sobre la calle el agua de la manguera. Con gran rapidez
voy deduciendo conclusiones de estas hipótesis. Los carros de riego no
mojan por lo común las aceras de la calle, sino el centro; pero la lluvia
las moja, de un lado al menos, el lado del viento reinante a la hora
de llover. Si al mirar por la ventana he visto que ninguna de LIS aceras
está mojada, reflexiono que la lluvia no ha debido ser la causa de la
humedad de la calle: para asegurar más mi juicio miro al cielo, y si
NOCIONES DE LÓGICA 307
306 bfARTf / TRADUCCIONES
reclamante, que habita ahora una prisiólr, era Sir Roger Tichborne:
lo hallo en apariencia limpio de nubes, esto conviene con mi hipótesis la otra que era Arthur Orton, carnicero. Todavía hay en Inglaterra
del carro de r:ego; y si llegase a descubrir que las porciones húmedas crédulos que mantienen que el reclamante era Sir Roger; pero estos
de la call: son dos, anchas y paralelas, y que la humedad alcanza acaso no han de tener idea alguna de lo que es Lógica: aunque es cierto que
al borde de las aceras, mi certidumbre sería absoluta, porque así dejan muchas personas opinan así tcdavía porque la madre, hermanas, em-
las calles a su paso los carros de riego. pleados y amigos de Sir Roger afirmaron que era él el reclamante.
Con arreglo a estos mismos principios se conducen íos interrogatorios En cambio otras muchas personas juraron que no era él, y otras que
y procesos en los tribunales de Justicia. Se ha cometido un robo, y era Arthur Orton, pero no podía prestarse mucha fe a éstos ni aquéllos,
la policía viene a examinar el lugar donde se cometió. Esta es la porque el reclamante, fuera o no Roger Tichbome, había cambiado
observación preliminar. Hallan que los ladrones entraron en la casa mucho con los años. En desacuerdo tan grande de opiniones, no había
hábíltnente, y al punto comienzan a formar hipótesis sobre los ladronea. más que un medio seguro de llegar a saber la verdad; y éste era,
o sospechados de tales, que están en libertad. Continúan investigando deducir muohas pequeñas circunstancias que debían ser ciertas respecto
sobre la apariencia de los hombres que anduvieron por las cercanías en del reciamante, si realmente era quien pretendía ser: cosas que debía
la noche del roba. Si las señas de alguno de estos conviene a alguno recordar, wciones suyas de otro tiempo, marcas que debían existir en
de los que la policía tiene mdrcados como sospechosos, es probable su cuerpo. Comparemos por una parte lo que debía ser, si el reclamante
que lo prendan, porque la hipótesis de que aquél puede ser, por ser era Tichborne, con lo que realmente era; y hagamos luego, por otra
ladrón conocido, uno de los culpables, ha recibido cierta confirmación, parte, igual comparación respecto de Arthur Orton. Mientras más lige-
puesto que aquel hombre se parece a uno de los que en la noche del robo ras y en apariencia poco importantes sean esas circunstancias, mejor
anduvieron cerca de la casa. Registra la policía la casa de este hombre, prueba hacen, por lo mismo que aquel a quien se quiere probar no ha
y encuentra en ella una ganzúa y otros varios instrumentos de los que pensado probablemente en el medio de precaverse de la investigación de
los ladrones usan para llevar a cabo sus robos. Ya no cabe duda de incidentes tan sencillos e imprevistos. Resultó entonces que el recla-
que este hombre preso es un asaltador de casas; pero, si realmente es mante había escrito de Australia a su madre llamándola “Mamá”, cuando
él el autor del robo especial que se persigue, la ganzúa que se encontró Sir Roger jal?& había llamado “Mamá” a Lady Tichborne, sino “Madre”,
en su casa será probablemente la misma que usó para abrir las puertas y no erd probable que, ya en años adelantados, cambiara Sir Roger
de la casa robada, de modo que las cerraduras rcndrán en su interior esta varonil y tierna costumbre. Desconocía asimismo el reclamante
una marca que corresponda exactamente con el tamaño y ciase del ins- muchas cosas que un hombre raramente olvida, tales como el nombre
trumento empleado para forzarla. He ahí ya el raciocinio deductivo. exacto de su propia madre, su número en el regimiento en que había
Llevan la ganzúa a la casa, y la comparan con las marcas que ha dejado servido en el ejército inglés, el nombre del buque en que habia salido
al romper las cerraduras: he ahí la verificación. de Inglaterra. El reclamante no sabía francés, lo que hubiera sido
imposible en Sir Roger, que se había educado en Francia; aunque Orton
Hubo en Inglaterra un proceso curiosisimo, que puede servir de
hacía gaia del poco castellano que había aprendido en Sudamérica.
modelo de este género de razonamiento lógico. Cierto fo-nido carnicero,
llamado Arthur Orton, que había viajado algún tiempo por la América Sir Roger había aprendido latín en su niñez, mientras que el reclamante
del Sur, y aprendió en ella algo de lengua castellana, se presentó en no podía distinguir entre el latín y el griego.
Inglaterra, no como el carnicero humilde que era, sino como Sir Roger En cambio había muchas ligeras circunstancias que confirmaban la
Tichborne, perteneciente a una antigua familia, el cuai había desapsre- hipótesis de que el reclamante era Orton. ,Decía que había sufrido del
cido hacía un gran número de años y tuvo tal semejanza de cuerpo mal de San Vito; y Orton había sufrido de él, y Sir Roger no. En EU
y rostro con Orton, que la misma madre de Sir Roger llegó a tomar diario y su testamento hacía mención de personas conocidas de los
al carnicero por su hijo. Orton reclamaba la alta posición social y loa Orton, pero no de los Tichborne. No sabía además cosa alguna de los
cuantiosos bienes que hubieran pertenecido a Sir Roger. Había, por que sostenía que eran sus propios bienes. Dijo que había salido .le
consiguiente, dos hipótesis en aquel proceso: la una suponía que el
308 MARTí / TRADUCCIONES

Inglaterra en el buque “Je-ssie Miller”, en el cual se probó que Orton


efectivamente había partido. Y cuando eP reclamante pisó de nuevo el
ruelo inglés fue en seguida a Wapping, el pueblo de los Orton, y preguntó
por el antiguo carnicero que en otro tiempo había vivido allí. Casi
se hace imposible dar idea de la gran suma de hechos pequeños que
contribuyó a evidenciar la impostura de Orton. Los hechos pequenos 10
ron en sí, pero reunidos colectivamente ayudan tanto a la prueba como
los más graves y salientes. Una hebra de lino es tan frágil como las
del penacho de una mazorca de maíz; pero trenzadas varias hebras ya XVII
hacen un cordel, y trenzando varios cordeles, la hebra delgada se con-
vierte en cable que arrastra buques y derriba edificios. Podremos, pues,
comprobar una hipótesis basta el grado que nos plazca, siempre que OBSERVACIbN Y EXPERIMENTO
demostremos que conviene a un gran número de hechos diversos: que
los resultados de la hipótesis son iguales a loa hechos sobre los cuales
ae la construye. Se dice generalmente que hay dos modos de obtener el conocimiento
de los objetos que nos rodean. El primero consiste simplemente en
observar lo que sucede sin nuestra intervención. Vemos subir y bajar
la marea, y si cuidamos de apuntar en un papel las horas en que, en
varios días seguidos, la marea está más alta, observaremos que la
pleamar, o marea alta, ocurre cada día tres cuartos de hora más tarde
que el día anterior. Si marcamos las alturas de las mareas, en diversos
días, veremos también que son más altas en las épocas de luna llena
y luna nueva. Ni en éste, ni en otros muchos casos, podemos de modo
alguno dirigir o regular las cosas que vemos. Los movimientos de las
estrellas y de los planetas, los cambios de la temperatura, las tormentas,
los terremotos, los meteoros, los volcanes, son coaas todas que est&n
fuera de nuestro dominio. Para conocerlas, pues, no podemos emplear
más que la simple observación.
Siempre que nos sea posible, deberemos hucer experimentos, eato es,
reunir las cosas cuya naturaleza deseamos conocer, de tal modo que
podamos ver la impresión que causarán en ellas ciertas circunstancias
conocidas. En el experimento intervenimos en las co.w, y observamos
despu.& el resultado: la experimentación es h observación, y algo mds,
esto es, el ordenamiento de lu.s cosas cuyo modo de obrar vamos a
observar. De dos clases son las ventajas del experimento sobre la mera
observación.
En primer iugar, es casi siempre cierto que adquirimos un conoci-
miento más amplio y perfecto de las cosas que estudiamoscuando hece-
mos experimentos en ellas, que cuando lar, observamos simplemente. Ee
310 MNtTf / TFtADUCCIONES
NOCIONES DE LÓGICA 311
natural que un químico desee conocer la acción del gas óxido carbónico Otra ventaja tienen los experimentos artificiales: nos llevan 8 descu-
sobre los pulmones de los animales y los hombres. Si se limita a obser- brir su~tancius enteramente desconocidas y a averiguar SUJ propiedades.
var, tendrá que esperar a que, por mera casualidad, entre algún animal En la superficie de la tierra, no hay espacio en que no se esté ejerciendo
en un cuarto, pozo o cueva lleno de gas cuya acción desea saber. Pero alguna acción química, ya en la tierra, ya en la arena, ya en el agua:
cato sucederá muy rara vez; 9 aun cuando suceda, no se tendrá, por la y esaacción es la misma que en el mismo espacio ha venido ejercitándose
mera observación, seguridad completa de que el hogar está lleno de millares de años. Pero cuando tomamos determinadas sustancias, y las
gas óxido carbónico, pues es muy probable que estuviese mezclado con calentamos, 0 las comprimimos, o las sometemosa la accióu de In elec-
gas ácido carbónico, cuya acción sobre hombrea y animales ea muy tricidad, es casi cierto que hallaremos aJgún efecto nueuo. Grande
distinta de la del óxido. Pero con el experimento, todo esto puede are- debió ser la sorpresa de los que por primera vez vieron que habiendo
riguarlo el químico muy rápidamente. Llena un vaso de cristal de puesto a una hoguera viva de leña pesadas piedras rojas, se habían
gas óxido carbónico puro, encierra en el vaso un animal pequeno, una producido pedazos de hierro: de este experimento, y de otros semejantes,
rata, por ejemplo, y observara de un modo seguro los efectos reales hemos derivado la suma extraordinaria de beneficios que los instrumen-
del gasen loe seresvivientes. A los que pudiera parecer repugnante matar tos de hierro, las máquinas, los ferrocarriles y los buques de vapor han
una rata para que el químico adquiera un conocimiento que ha de ser producido a los hombres. Es probable que el descubrimiento del oro
luego de gran utilidad práctica a los hombres y a los animales, les se debiese también a un mero accidente, porque muchos ríos hay cuyas
haremospensar en el número excesivo de ratas que todos los días mueren arenas abundan en granos de oro. Pero la simple observación no nos
a manos de los hombrea sin beneficio alguno de la ciencia. El gas hubiese enseñadojamás que de pesado barro podíamos llegar a obtener
óxido carbónico podría ser aplicado con verdadero provecho y muy poco *sc9hermoso, fuerte y ligero metal que Je llama aluminio. Cabe entera-
costo a calentar las casas en los países fríos, y a iluminarlas, salvando mente en lo posible que, despuésde cuidadosos y tenaces experimentos,
así del frío y de otros riesgos muchas vidas, si no fuese porque es se ileguc al cabo a descubrir una liga de aluminio, o de aigún otro
venenoso; y al escaparsepor alguna abertura de las cañerías, causaría metal hasta hoy raro o desconocido, cuyas aplicaciones sean aún más
la muerte a quien lo respirase. La Naturaleza parece a veces hacer útiles que las del oro y la plata. Debemossuponer que no hemos descu-
experimentos para nuestro beneficio. Cerca de Nápoles hay una gruta bierto aún ni la milésima parte de las cosassorprendentesy maravillosas
sumamente curicsa, c;ue se llama la Gruta del Perro. Los hombrea que la experimentación y el puro razonamiento científico sacarán sin duda
pueden Jntrar en ella sin peligro; pero loe perros que entran en la de la oscuridad para mayor ventaja de los hombres.
gruta caen a poco andar, y mueren, si no se les saca pronto afuera.
Parecerá, en el primer momento, que en la cueva existe alguna sustancia
venenosapara los perros, pero no para los hombres. Pocos hechosbastan,
sin embargo, para destruir esta hipótesis, porque sí un hombre se inclina
hacia el suelo de la cueva, o se acuesta en él, de modo que su boca
quede a un pie del suelo, pronto dará señalesde sofocación. Todos los
hechos que se observan en la Gruta del Perro son fácilmente explicados
por el hcrho de que el ácido carbónico es considerablementemás pesado
que el aire, Un químico puede llenar una jarra de cristal con este gas,
y vaciarla en otra jarra, casi con tan poco riesgo como si estuviera
vaciando agua; pero un animal pequeño puesto en la jarra vacía, dará
señales de sofocación cuando comience el químico a echar en la jarra
el óxido: este experimento explica perfectamente el fenómeno de la
Gruta del Perro.
XVII1

DELOS ANTECEDENTESY CAUSAS


DE LOSACONTECIMIENTOS

Lo que con la observación y la experimentación procuramos, es


descubrir las circunstancias exactas en que ocurrira un suceso. En otras
palabras, queremos saber qué cosas han de existir para que pueda
producirse alguna otra. Todos los objetos que se reúnen para hacer
un experimento, o todas las circunstancias que preceden a algún aconte-
cimiento de la naturaleza, tal como una tormenta, pueden ser llamados
antecedentes: o cosas que van antes. Y todo lo que sucede, o es producido
después, se llama consiguiente o consecuente. En el ejemplo de la
tormenta, eI aire caliente y húmedo, sol brillante, nubes gruesas y ele-
vadas, y un descenso en el barómetro, son casi siempre los antecedentes;
y una recia lluvia, relámpagos, truenos, ráfagas de viento fresco, y
subida del barómetro, son los consiguientes. Pero no se ha de suponer
que son necesarios todos los antecedentes de un suceso para que éste se
produzca. A veces brilla el sol en todo su esplendor antes de la tormenta;
otras veces estalla la tormenta en medio de la noche: no parece, pues,
que el sol sea necesario para que la tormenta se produzca. Si una
persona cae repentinamente enferma después de comer, todo lo que
comió y bebió, carne, papas, pan, mostaza, pimienta, sal, agua, vino
y cuanto en la comida haya tomado, serán los antecedentes, y la enfer-
medad uno de los consecuentes. Pero no es de ningún modo probable
que hubiera habido una sustancia venenosa en cada uno de los platos
y bebidas de que se sirvió la persona enferma: lo que en semejante caso
hemos de hacer, pues, es hallar qué plato o bebida especial contenía el
NOCIOIVES DE LÓGICA 315
314 HAIWf / TRNWCCIONES
sobre café de la ciase del de la primera taza; y si todavía tiene mal gusto,
veneno, que es el antecedente necesario, o, como se dice comúnmente, sabemosya de una manera cierta que depende de la mala clase del café.
la causa de su enfermedad.
Si una persona que goza de salud perfecta se cae de las escaleras
Se llama cawn de un UXJO d accedente o conjunto de antecedentes,
y recibe varios golpes, de los que al fin muere, quedamos seguros de
0 los cudes sigue siempre el wxso. Muchas personashallan dificultad
que ha muerto de los goipes. Pero si ataca a una persona una congestión,
en explicarse el sentido verdadero de la causa de un suceso,que en rea-
y en ella se cae de las escaleras,y poco despuésmuere, el resultado fatal
lidad no significa más que lar COJ(Uque deben existir de antemano puré
puede haberse debido tanto a la caída, como a la congestión, como a
que el suceso pueda producirse luego. A veces, puede parecer que un
ambas, sin que la más minuciosa investigación baste acaso a determinar
solo antecedente es causa bastante para producir el suceso. Si en los
la causa verdadera de la muerte.
pepinillos en encurtido, o en 90sguisantes de lata, que tan frecuentemente
Todo el mundo sabe que una pieza de hierro pulida y brillante ae
w mezclan a las comidas, ae ha usado el cobre para darles un color
verde que los haga más agradables a la vista, parecerá que esta causa enmohecepronto si se la deja expuesta al aire. iCuáles son las causas
rola es suficiente para producir la enfermedad del que come los pepinillos del enmohecimiento? Si ponemos un trozo de hierro brillante en un tubo
de cristal, y extraemos el aire contenido en el tubo y sellamoséste, el
o los guisantes. Pero la formación peculiar del estómago, que la pre-
brillo del metal no sufrirá alteración alguna, sea cualquiera el tiempo
aencia del cobre afecta y altera, ea también un antecedente necesario.
que quede el hierro encerrado en el tubo. Pero el aire es una mezcla
No basta que nos pongamos cerca del cobre para quedar envenenados
de oxígeno, hidrógeno, vapor de agua, ácido carbónico y pequeñascan-
por él. Puede parecer que una simple chispa sea la causa de ?aexplosión
tidades de otras sustancias. En el aire flota siempre, además,una cantidad
de un barril de pólvora; pero la pólvora es aquí también, en grado igual. muy ligera de sal común. Cualquiera de estas sustancias puede ser,
causa de la explosión, así como las v-arias sustancias que entran en 9e. pues, causa de9 enmohecimiento del hierro, y para decidir cuáles son
fabricación de la pólvora. En vano intentaríamos producir :ma explosión las causas,no es suficiente separar el aire por completo, ni tratar, como
con carbón de leña, salitre o azufre aislados: pero si loa pulverizamos v se dice en quimica, el hierro con oxigeno puro, nitrógeno y vapor de
mezclamosen ciertas proporciones, y distribuimos le mezcla en pequeños agua separadamente,para ver cuál de estas sustanciaslo enmohece. Se
granos, hemos producido un objeto que hará explosión, esto es, que hallará que el hierro no se enmohece cuando se polre en contacto con
ae quemará muy rapidamente, cuando caiga sobre el una chispa encen- alguna de estas sustancias en estado completamente puro. El experi-
dida. El azufre, ei salitre, el carbón de leña, la forma especial de los mento más instructivo es tomar aire común y extraer de él toda la
granoa, la chispa, y, por completar la reseña, la ausencia de humedad, humedad: el hierro quedará perfectamente limpio y brillante en el aire
son todos, pues, arwzedentes nccesurios o cuuw de la explosión. seco, de modo que la humedad es una de kascausandel enmohecimiento
Lu gran regla para hacer buenos experimentos es h de no vuriar de del hierro. Pero no es ésta la única causa; porque sumergido en agua
perfectamente pura, o en vapor de agua, libre de oxígeno y dcido car-
cada vez más que un5 sola cosa. Nuestro propósito al hacer un experi-
bónico, el hierro tampoco se enmohece. En una mezcla de oxigeno,
mento ea conocer con exactitud 90s antecedentes que se requieren para
vapor de agua y ácido carbónico, tal como sería el aire si se extrajese
que determinado ,sucesose produzca; pero si yo altero dos o más ante-
de él el nitrógeno que contiene, el hierro se enmohece rápidamente.
cedentes al mismo tiempo, y el resultado queda alterado, no podré decir
Llevando adelante esta clase de experimentos, vendremos a concluir que
a cuál de los antecedenteses debida la alteración del resultado, ni si dos sustancias,el oxígeno y el vapor de agua, son antecedentesnecesa-
es debida a ambos Si no hallamos bueno el café que nos sirven, pensa- rios del enmohecimiento del hierro, y que el ácido carbónico, si no de
mos que depende de que el café es de mala clase, o de que no estabs un todo necesario, acelera la arción del moho. Este ejemplo demuestra
hirviendo, como debió estar, el agua con que 90 hicieron. Si hacemos que no es siempre fácil determinar con exactitud, entre los numerosos
caft nuevo con agua hirvierrdo, y otra clase de café diferente, consepui- antecedentesde un efecto, aquellos que son antecedentesnecesarios o
remos acaso una taza de café mejor; pero no sabremos por qué no fue causas del efecto.
bueno el primero que nos sirvieron. Debemos echar el agua hirviendo
XIX

AVERIGUACIÓN DE LAS SEMEJANZAS

Dijimos ya que lo que procuramos al observar y al experimentar,


es descubrir las circunstancias que preceden siempre a un suceso. Lo
primero que para esto se hace es comúnmente averiguar lo que hay
de semejante en los diversos casos en que el suceso ha ocurrido. Por
consiguiente, cuando deseamos explicar cuándo ha de ocurrir determinado
suceso, debenws comenzar por traer a nuestra memoria todo lo seme-
jante a él que hayamos visto o de que hayamos oído; y entonces compa-
raremos entre sí todas estas cosas semejantes cuidadosamente; y trata-
remos de sorprender lo que haya en ellas de idéntico.
Supongamos que vemos un brillante arco iris en el cielo, y que
deseamos saber con exactitud por qué aparece entonces, y no en otros
momentos. Queremos saber, en breve, cuáles son las causas de su
. .I
aparrcion. Debemos comenzar por comparar todas las ocasiones en que
hayamos visto arco iris. Observaremos entonces que siempre que el
arco iris ha aparecido, ha estado lloviendo en alguna parte del cielo.
Nadie vio jamás un arco iris en un cielo perfectamente sereno. En
inglés lo llaman arco cEeIhviu, precisamente porque aparece en la lluvia.
Al mismo tiempo, para que este hermoso fenómeno se produzca, las
nubes y la lluvia no deben oscurecer todo el cielo. Debe el sol estar
brillando mientras que la lluvia está cayendo. Podemos recordar con
facilidad que los arco iris aparecen en lluvias breves y accidentales, o
cuando una tormenta toca ya a su fin, y el sol principia a fulgurar
de nuevo.
No debemos contentamos con considerar sólo los arco iris ordina-
rios; importa que recojamos memorias de todos los casos en que han
318 MARTí / TRADUCCIONES
NOCIONIIS DE LÓGICA
aparecido en el cielo arcoa de colores, o aun los colores solos. A veces
se ven arco iris lunares, y en esoscasossiempre sucede que al par que refracción de la luz, pudo calcular el ángulo que se forma entre el rayo
que sale y el que entra, y determinar así el tamaño y posición de un
llueve por una parte, brilla por otra poderosamente la luna llena. Com-
arco iris, con respecto al sol y al ojo del observador.
parando los arco iris solares y los lunares, hallamos que el sol no es
requisito indispensable del fenómeno; sino que cualquier rayo de IU2 Medidos los arco iris, convinieron los resultados con los clílculos de
que brille sobre la lluvia basta a producirlo, y es el antecedente nece- Newton; mas no se contentó con esta tínica prueba aquel investigador
sario: ni es necesario siquiera que esté lloviendo para que el arco iris admirable. Demostró que una segunda, pero más pequefn, porción de
se produzca. Dondequiera que el agua caiga, si la luz brilla sobre ella, la luz que penetraba en una gota de lluvia, salía de ella en diferente
se produce. Al gunas cataratas, especialmente la de Rjukan en Noruega, dirección, de modo que, cuando era bastante viva, formaba otro arco iris
despiden nubes de finísima lluvia de espuma,pulverizada en la tremenda mayor. Es bien sabido que los arco iris muy brillantes van a menudo
caída. Si por acasobrillan directamente los rayos del sol sobre el espacio acompañados de otros más débiles, cuyo hecho comprueba por entero
que llevan esasnubes de espumapulverizada, se produce en ellas un arco la teoría de Newton. Con toda claridad hemos visto en este caso cómo
brillante, exactamente igual a un arco iris. Las gotas de agua que caen los filósofos, comenzando con la simple observación preliminar, fueron
de las fuentes muestran a veces fragmentos de un arco parecido. En gradualmente atravesando por todos los estados rigurosos del razona-
lar primeras horas de la mañana. en que la hierba, los arbustos y telas miento inductivo, y por la hipótesis, la deducción y la comprobación
llegaron a descubrir una teoría verdadera.
de araña a veces están cubiertos de gotas de rocio, suele un rayo de sol,
al brillar de lleno sobre ellas, describir en las hojas, en los arbolillos,
y en las mismas telas de araña un arco iris inverso. En el mar, los
colores del arco iris se dibujan frecuentemente sobre la espuma que
impele sobre la superficie de la mar el viento despuésde una tormenta.
Si comparamos las distintas ocasiones en que se observa la misma
clase de arco, descubrimos que wr rayo de luz y partículas de agua en
una posición particuhr, son los atiecedentes necesarioso causa.~del arco
de colores. Esto es casi todo lo que la simple observación puede decirnos,
y constituye el primer estado de la observación preliminar.
Isaac Newton explico al fin de una manera completa por medio de
hipótesis, el modo con que el arco iris se produce: aunque es verdad que
en época muy anterior a la suya ya ae había observado que 10s colores . .
semejantesen el orden de su aparición a los siete colores del arco Iris,
se presentaban también en los vasos de cristal tallado, en los diamantes,
y en otros objetos transparentes. Roger Bacon había descubierto las
circunstancias en que aparecía el arco iris. y hecho observar la semejanza
de sus colores a los que producía la luz en los cristales. Otro había ya
hallado que un rayo de sol sobre un globo de cristal lleno de agua,
ocasionaba un efecto semejante al del arco èn el cielo. Pero Newton
adelantó mucho más, puesto que halló los diferentes modos en que un
rayo de luz puede entrar en una gota de agua y salir de ella luego, de
modo de alcanzar el ojo del observador, despuésde haber sido reflejado
y refractado dentro de la gota. Conociendo las leyea de la reflexión y
xx

DE LAS COSAS QUE VARfAN EN CANTIDAD

Las causas y efectos que estudiamos en la ciencia suelen sufrir


variaciones de cantidad. Podemos hacer a un cuerpo más o menos ca-
liente o frío: podemos echar sobre él un peso mayor o menor, o probar
hasta qué grado lo atrae un imán de mayor o menor fuerza. Siempre
que podemos alterar de esta manera la cantidad de las cosas sobre las
cuales experimentamos, cabe la explicación de una regla para averiguar
cuáles son las causas y cuáles son los efectos: Debemos vara& la cantidad
de una cosa, haciéndola una vez mayor y otra menor; y si observamos
que alguna otra cosa va& precisamente al mismo tiempo, ésta será
probablemente un efecto.
Fácil es observar, por ejemplo, que cuando se introduce el aire por
medio de los fuelles en un horno, se produce mayor calor: y mientras
con más vigor se sople, más se aviva el fuego del horno; y si dejamos
de soplar, se entibia el fuego. No cabe duda, pues, de que el aire es
una de las causas que favorecen la combustión. Del mismo modo podemos
probar que la luz del sol es necesaria al crecimiento de las plantas:
en cierta parte, el sol mismo se encarga de hacer por nosotros el experi-
mento en este caso, puesto que brilla con más vigor y por más tiempo
en verano que en invierno, y las hierbas y las plantas crecen rápida-
mente en junio y julio, mientras que con trabajo se salvan de perecer
en diciembre y enero. Pero esto no nos satisface por completo, porque
el aire es mucho más caliente en verano que en invierno, y pudiera ser
ésta la razón.
Para satisfacer nuestro deseo, debemos hacer experimentos más exac-
tos, tomando varias plantas de la misma familia, sembradas en iguales
322 MARTÍ / TRRADUCCIO‘(ES

macetas, llenas de la misma tierra, y poniendo alguna6 de estas plantas


donde reciban de lleno la luz del sol, otras donde sólo la reciban en
parte, como debajo de árboles, y otras donde sólo le6 llegue la luz en
cantidad muy corta, o no le6 llegue, pero don& el aire conserve la
misma temperatura exterior. Ya colocadas de este modo, puede asegu-
rarse que el crecimiento de las plantas corresponderá naturalmente a la
cantidad de luz del sol que llegue a ellas.
En este ejemplo hemospodido aprender la necesidadde la precaución,
de no variar mds que una sola cosa a la vez. en cuanto así no6 sea posible.
xx1
Esta es de hecho la misma precaución que tuvimos en el caso del café,
y en el de la caída de las escaleras, poniendo sólo en operación una
co6a cada vea. Aquí debemos hacer una cosa mayor y menor, conser-
DE LAS COSAS QUE VARfAN PERIÓDICAMENTE
vando en cuanto podamos en la misma cantidad la6 demás cosas. Si
pusiéramos una planta alli donde tuviese a la ve6 más luz de sol y más
humedad que otra planta semejante, no podríamos saber si la diferencia
de crecimiento era debida a la diferencia de humedad, o a la diferencia Los cambios y movimientos de las cosas que nos rodean suelen ser
de luz. Del mismo modo, si queremos conocer el efecto de la humedad, per@dicos, esto es, ocur;en una vez y otra de igual manera en el trans-
tomaremoa plantas semejantes,-metidas a igual grado de luz, y a dife- curso de iguales períodos o intervalos de tiempo. El día y la noche son
rente6 grados de humedad. cambios periódicos, porque ocurren alternativamente, y la duración de
una noche es casi igual a la de la que le precede o le sigue. Pero, al
aproximarse el verano, el día dura más, y la noche menos: esto sucede,
casi sin alteración ninguna, cada año, de modo que éste es también
un cambio periódico, que depende del movimiento de la Tierra alrededor
del Sol. También las mareas que se repiten dos veces cada día 6011
fenómenos periódicos.
Cuando las cosasvarían así regular y frecuentemente, es fácil averí-
guar si los cambios están relacionados como causasy efectos, por medio
de esta regla sencilla: Las cosas que cambian en épocas exactamente
iguales son en toda probabilidad correspondientes. Casi todos los días,
el aire cobra más calor en las horas de la tarde, y si tomamos el término
medio de varias semanas y meses, vemos que el aire es siempre más
caliente como a las tres de la tarde. iVo cabe duda racional, por supuesto,
de que este aumento de calor en el aire es causado por el Sol, que llega
a su cenit, o punto más alto en los cielos, como a fas doce del día, pero
continúa calentando el aire en grado mayor que el en que se enfría,
por tres horas después. El día más caliente del año es, horas más horas
menos, el 21 de julio, cuyo día queda, por término medio, a un titer-
valo igual del 21 de junio, que es el día más largo. Aunque no tuviéramos
otros conocimientos sobre este asunto, desearíamosinferir que el calor
del verano es debido al movimiento periódico de la Tierra alrededor del
324 MARTí / TRADUCCIONES NOCIONES DE LÓGICA 325

Slo , que permite que el Sol brille con m4s energía y por más tiempo el Sol producen las auroras; pero ocurren los cambios de ambas n la
durante el verano que durante el invierno. va con tanta regularidad, que apenaspuede quedar duda de que ambos
fenómenos celestesestán íntimamente relacionados.
En otros casos, ciertos cambios periódicos nos revelan la relación
o conexión de ciertos cuerpos u objetos. Hemos hablado de las mareas Hay ya razón para creer que los tifones, o grandes tormentas que
como de acontecimientos periódicos: como las mareas se repiten con ocurren en ciertas regiones tropicales, dependen también de las manchas
intervalos como de unas 12 y 3/8 de hora mientras que el Sol hace su del Sol. Los meteorologistasestán tratando de averiguar si la frialdad o
carrera aparente a través de los cielos en unas 24 horas, no podemos calor excesivo que se observan en ciertos años, o las variaciones en la
concluir por nuestra regla que el Sol es la causa de las mareas. Tenemos cantidad de lluvia, dependen también en alguna parte de las manchas
que buscar otra causa que varíe o haga su carrera en 12 y 3/8 de hora. solares; pero debemosser muy cuidadosos en las conclusiones que deri-
vemos de cambios tan inciertos como éstos. Herschel llegó a creer que
Nada hallaremos que posea estas condiciones, pero observamos que la
Luna llega aproximadamente al mismo lugar en el cielo en noches suce- laa variaciones en el precio del maíz dependian de las manchas del Sol,
lo cual, si se comprobase, sería un utilísimo descubrimiento. Yo he
sivas a intervalos dobles que los de las mareas, o sean 24 y 3h horas.
puesto bastante de mi parte para averiguar si Herschel tenía razón o no;
Cuando la Luna es completamente nueva, se la ve en las primeras
mas no he podido hasta ahora hallar fundamento alguno de verdad en
horas de la tarde, pero cuando va ya teniendo más y más días, sale más
su hipótesis.
tarde, hasta que al fin no se la llega a ver sino en las primeras horas
de la mañana; si en las noches en que se la ve a horas oportunas,
tenemos el cuidado de ir anotando la hora en que llega un día tras otro
a cierto punto del cielo, hallaremos que cada noche toca a él tres cuartos
de hora más tarde que la noche anterior. Esta misma es la alteración
que se nota en la hora de la pleamar en las mareas: luego es muy pro-
bable que la atracción que la Luna ejerce sobre el océano sea la causa
de las mareas. Newton demostró esto de tal manera que no queda de
ello duda alguna, y explicó por qué había dos mareas cada 24 y 3/a
horas, en vez de una.
En los últimos treinta o cuarenta años se han descubierto cosas
curiosísimas a propósito de las variaciones de la atmósfera del Soi y la
de la Tierra. Ya hace setenta años sabían Herschel y otros astrónomos
que las manchas que se notan en la faz del Sol son más numerosas y
grandes unos gños que otros. Después de haber estado examinando
año tras año las manchas solares, se vino a descubrir, grado por grado,
que, a intervalos de once años aproximadamente, ocurrían los años en
que las manchas del Sol eran muy numerosas. Hubo muchas manchas
en el Sol en 1837, en 1848, en 1859, en 1870, y comparativamente pocas
en los años medios de cada intervalo, 1842, 1853, 1864. Se observó
también que en ciertos años eran mucho más frecuentes y extensos que
en otros esas magníficas y maravillosas aglomeraciones de luz en el
cielo que se llaman auroras, y icosa extraña! cuando hay muchas manchas
en el Sol, hay muchas hermosas auroras, como sucedió en el otoño de
1859, y en 1870. Todavía no se puede explicar cómo las manchas en
xx11

DELMODO DERAZONARPOREXPERIMENTOS

Se equivocaría el que supusiese que la simple realización de un expe-


rimento es un razonamiento inductivo, que nos revela, sin más trabajo,
las leyes de la naturaleza. Los experimentos sólo nos dan los hechos
sobre los cuales razonamos Iwgo. Si, despuésde haber envuelto bien
en una frazada un trozo de hielo, lo pongo junto a otro trozo de hielo
no envuelto en lienzo alguno, y observo que el hielo descubierto se
deshace rápidamente, mientras que el trozo cubierto se conserva con
muy poca merma, no he hecho más que observar dos hechos: no tenemos
aquí más que dos observaciores. Si de esto me adelanto a establecer
que un trozo de hielo envuelto en una frazada se deshace con menos
rapidez que otro trozo que no esté envuelto, ya tendremos aqui un
caso de razonamiento inductivo, pero un mal caso, porque mí consecuen-
cia no es siempre verdadera. Si la temperatura del aire ambiente, y de
otros objetos, está bajo el grado de congelación, ninguna de las dos
piezas de hielo se deshará. Los experimentos, pues, no dan más que
hechos: el razonamiento cuidadoso se encarga luego de dar a conocer
los casos en que volverán a observarse hechos iguales. La reglo general
es que lac mismas causas producen los miuntA efectos. Todo lo que
sucedeen un caso, sucederá en todos los casossemejantes,siempre que
los casos nuevos sean semejantesen realidad, y no en mera apariencia.
La ventaja de poder hacer experimentos consiste en darnos a conocer
con exactitud los accidentes y circunstancias que concurren en el expe-
rimento, y en que nos permite variar y sustituir estas circunstancias
y accidentes, averiguando así cuáles de ellas son importantes, y cuáles
no 10 son. Si quisiéramos fijar con exactitud las circunstancias en que
328 M.ARrf / TRNWCCIONES

volvería a deshacerse el trozo de hielo, habríamos de marwr la tempe-


ratura del aire, y repetir el experimento una vez y otra en diversas
temperaturas. Habríamos también de tener en cuenta si está el sol
fuera, o si puede alcanzar al hielo el calor de algún fuego encendido
cerca de él o el de cuerpos calientes que existan en sus alrededores.
Cuando hayamos comprobado con repetidos ensayos el efecto que
todas las causas concurrentes pueden tener en el resultado, estaremos ya
en capacidad de deducir confiadamente que semejantes causas produci-
rán semejantes efectos. Pero nunca se puede tener en esto una certeza
absoluta. Siempre es posible que hayamos olvidado la cosa que real- XX111
mente es necesaria al resultado del experimento. Puede ser el olvido
muy poco probable; pero siempre ez~posible. A cada paso confiesan los
químicos que cierto experimento que creían dominar y entender perfecta- DEL MODO Y OCASI6N DE GENERALIZAR
mente, les produce resultados imprevistos. A veces, pueden explicar estas
excepciones y fracasos. Puede suceder que se hayan encontrado con una
hueva sustancia que se parecía a otra que les era familiar, pero cuyas Es muy dificil explicar cómo podemos siempre razonar de una
propiedades eran en realidad distintas de las de la sustancia conocida. cosa o una clase de cosaa por medio de la generalización, cuando en
Así se descubren generalmente los cuerpos nuevos. realidad no tenemos modo de asegurarnos de que las cosasse asemejan
Para poder por medio de observaciones y experimentos aprender las entre sí en los puntos importantes. Un comerciante en vinoa generaliza
leyes de la Naturaleza y prever los acontecimientos venideros, debemos en pequeña escala cuando asca de una pipa de vino un solo vaso, e
aplicar et proceso de generaliza&&. Generalizar es deducir una ley infiere que la calidad de todos los demás vasos que se saquen de la
general de casos particulares, e inferir que lo que sabemos que es cierto misma pipa será igual a la del vaso que ha sacado. Pero aquí ya el
de UIUW cwnta.s cosas, es cierto también de todo el género o cluse a qw comerciante sabe que es igua! en todas sus partes todo el vino de la
estas cosas pertenecen. Mucho juicio y habilidad se requieren para gene pipa. Del mismo modo un corredor que vende algodón, maíz o azúcar,
ralizar con corrección, porque todo depende del número y carácter de saca de cada partida de estos frutos una muestra, que represente verda-
los casos sobre los cuales razonemot3. deramente la clase de toda la partida, y el comprador toma los frutos
en la creencia de que todos ellos son iguales a la muestra.
iQuién puede decir que ha hallado en la naturaleza unn muestra
exacta y segura de las cosaa.3 Porque todas las piedras que hemos obser-
vado vuelven a caer al suelo cuando las lanzamos al aire dpodemor
asegurar que todas las piedras habrán de hacer lo mismo? Y si 10
aseguramos, ien qué basamos nuestra argumentación? Tenemos que
derivar una ley general de hechos particulares. Para derivar la ley
general, nuestro raciocinio ha de atravesar los cuatro estadosya expli-
cados del razonamiento inductivo. Despuésde haber hecho ciertas obeer-
vaciones, tenemos que construir hipótesis ajustadas a las circunstancias
o leyes de las cuales proceden. Luego hemos de razonar deductivamente;
y despuésde comprobar las deducciones en cuantos casos sea poaibla,
llegaremos a saber haata qué punto podemoa fiar en ellas respecto de
NOCIONES DE LÓGICA 331
330 MARTf / TRADUCCIONIES
a que en este caso se llega ha sido confirmada por la hipótesis de la
los COS futuros. Pero los filósofos han repetido con mucha frecuencia gravitación de Newton, y las observaciones que se han venido haciendo
este dilatado procedimiento, que casi siempre Ilevg a esta conclusión: sobre los movimientos de los cuerpos celestes.
las CONS que son semejantesen varias de su propiedades, serán proba-
Como segundo ejemplo de buena generalización, veamos qué podemos
blemente semejantesen más propiedades. Ya hemos visto que no hay,
inferir a propósito de los brillantes colores de las pompas de jabón con
sin embargo, en esto certidumbre, y que es difícil conocer cuándo podemos que los niños se divierten tanto. Si generalizamos con demasiada prisa,
inferir sin riesgo unas cosas de otras, a menos que no hagamos del acaso deduciremos que toda agua de jabón poseerá estos mismoscolores
caso una teoría completa, lo cual nos lleva a estudiarlo en todas sus brillantes; pero si examinamosel agua de jabón que diariamente usamos,
circunstancias, elementos y probabilidades. reconoceremosque hemos deducido mal. Para saber cuándo hallaremos
La única regla con que podemos auxiliarnos es ésta: Si las cosas colores semejantes,no debemosperder oportunidad alguna de examinar
sólo se asemejanen algunas de suscualidades, debemosrepetir ciudadosa- el hecho nuevamente. Cuando se esparce en una capa delgada un poco
mente nuestra observación antes de inferir que estas propiedades se de alquitrán sobre el agua, como sucedea menudo en los embarcaderos,
encontrarán siempre reunidas en otros casos. Vemos que cuando se el alquitrán presenta esos mismos hermosos colores: sin embargo, sólo
tira una piedra al aire, cae sobre la tierra: lo mismo sucederá si se en lo delgado de la capa se parecen en este caso el alquitrán y la pompa
tira al aire un trozo de madera, de metal, o de hielo, o una hoja de de jabón. Cuando se rompe un cristal grueso, y examinamos con
de árbol, o una pluma, o un pedazo de papel: hasta las telas de araña cuidado la rotura, solemoshallar en ella colores semejantesen apariencia
y laa cosas más ligeras y sutiles caerán en tierra si se las tira al aire, a los de la pompa de jabón, aunque tal vez menos brillantes: y si
a menos que el viento no se lo impida. Todos estos cuerpos son materias apretamos una contra otra dos láminas de vidrio, o aún mejor, una
sólidas, y es fácil observar que su caída en tierra no parece depender lente casi plana con una lámina de vidrio, se verán también los colorea
del color, tamaño, forma u otras propiedades especialesde las cosas. cerca del lugar donde se tocan ambas. Es difícil decir en qué se parecen
En resumen, las cosasque caen no se asemejanen circunstancia ninguna el alquitrán, el agua de jabón y las roturas de los vidrios, a menos que
aparente, sino en el hecho de que caen, y en que son materias sólidas. no se nos ocurra que entre las dos superficies del vidrio hay un espacio
Observando más, veremos que también los líquidos tienden a caer sobre estrecho lleno de aire. Tenemos, pues, que los colores se presentan en
la tierra, como sucede con la lluvia. No parece que caigan las nubes, tres casosen que la luz cae sobre una capa muy delgada de materia con
el humo, el vapor y el polvo: pero inquiriendo bien, veremos que en todos dos superficies brillantes inmediatas. Con poco más que observásemos,
estos casos las partículas de los cuerpos están realmente cayendo, con veríamos que éste era un caso muy bueno de generalización, y que
tanta velocidad como las capas de aire más pesadasque ellas se lo per- toda lámina muy delgada y transparente sobre la cual da la luz, pro-
miten. El aire mismo cae muy rápidamente, cuando hay un espacio ducirá el mismo fenómeno de los colores. Siempre, pues, que veamos
vacío en el cual puede caer, Hallamos, pues, que ni la cualidad de la estoscolores, debemossuponer que existe una lámina delgada de materia
solidez siquiera es necesaria para dar a los cuerpos la propiedad de que ios produce. iQuién no ha admirado los hermosísimosy delicados
caer; sino que todos los cuerpos, en cuya composición entra en algo colores de la madreperla? Pues esos colores provienen de la extrema
la materia, tienen también peso. Habiéndose presentado reunidas en delgadez de las capaa de la concha en que se forma.
tantos casos estas circunstancias, tendremos razón para esperar que en
cuantos casos observemosen lo futuro, las hallaremos también reunidas.
Concluimos, pues, que todos loa cuerpos tienen la propiedad de caer del
mismo modo que las piedras y otros objetos que hemos observado. En
otras palabras, aprendemos la ley general de que todas las cosas que de
asemejan en estar hechas de materia, se asemejarán también en la
propiedad de caer hacia la tierra, cuando no se lo impida otra fueraa
mayor. &te ea un ejemplo perfecto de generalización: y la conclusión
XXIV

DEL RAZONAMIENTOPOR ANALOGfA

Se habló al principio dc este libro del modo con que comúnmente


pasamos en nuestro razonamiento de una cosa a otra que se le parece,
como de una naranja a otra, o de los montes de oro de California a los
de Australia: a esto se llama razonamiento por anulogúz, y se diferencia
sólo en grado de esa otra clase de razonamiento que acabamos de llamar
generalización. Cuando muchas cosas se asemejan en unac cuantas pro-
piedades, razonamos sobre ellas por generalización. Cuando unou cwntcw
cosas se asemejan en muchus propiedades, el CQPO es de anulogúa. Si
sucede que solamente un número muy reducido de cosas se asemejan
en un número muy reducido de condiciones, no tendremos base para
derivar conclusión alguna de esta semejanza vaga. Pero cuando hay, ya
un número considerable de cosas visiblemente semejantes, ya un número
considerable de propiedades en que muestran semejanza, tenemos alguna
base para inferir que las mismas propiedades se hallarán reunidas en
otros casos. La regla para razonar por analogía es, pues, que si dos o mác
cosas se asemejan en muchos puntos, se asemejarán probablemente en
más punbos.
Si vemos una máquina con caldera, cilindro, bomba de aire, rodillo
de pistón, cigüeñal, y otras partes más que se parecen en un todo a las
partes de una máquina de vapor, no dudaremos en llamarla también
máquina de vapor, en asegurar que tiene pistón, válvulas, y otras partes
no visibles exteriormente, como todas las maquinas de vapor. De esa
misma manera razonamos sobre la materia de que está hecha cada cosa.
Si en el cambio de una moneda de oro nos dan un peso de plata icómo
334 MARTÍ / TRADUCCIONES
NOCIONES DE LÓGICA 335

nos aseguraremos de que es un buen peso, realmente hecho de plata?


astrónomos a pensar que loa espacios planos y oscuros que aparecen
Todo lo que podemos hacer es examinar la moneda, y observar si después
en la superficie de la Luna eran marea: imaginaban que la Luna tendrfa
de frotada queda bien blanca y lustrosa, si en ciertos puntos de su super-
Gturalmente océanos, y mares de varios tamaños, como la Tierra.
ficie está cubierta por esa pátina negra peculiar de la plata, si la moneda
parece dura, y si produce un sonido claro y vibrante sobre el suelo, una Con ayuda de poderosos telescopios se ha averiguado ya, sin embargo,
losa de mármol o un cristal. Si tiene todas estas condiciones, y el cuño que en la Luna no hay mares, ni ríos, ni otra alguna de las formas que
es además exactamente igual al de todos los demás pesos acuñados en en la Tierra toma el agua.
la Casa de Moneda, diremos que el peso es indudablemente de plata, A veces la analogfa entr8 las cosas es tan completa y exacta que no
y que es un buen peso: esto es, que ha mostrado todas las propiedades podemos dudar de ella un solo momento. Los chinos tienen tablas
de la moneda de plata, cuando se la sometió a un examen apropiado para matemáticas de los números llamados logaritmos: al examinar estas
comprobar si las tenía. tablas de los chinos, se halló que tenían las mismas equivocaciones que
algunas tablas de logaritmos inglesas. La analogía era tan completa
A pesar de las múltiples maneras de reconocer una moneda, es sabido
que andan en circulación, y pasan de una persona a otra, muchas monedas que debemos creer que los chinos copiaron sus tablas de logaritmos de
los ingleses: ésta es la única hipótesis que puede explicar tal semejanza.
falsas. En este y otros muchos casos se ve que el ruzoncunknto por ando-
Al caminar por las aceras de las calles, es fácil ver que la superficie de
gíu es una gufu muy insegura. Ocasiones hay en que se cometen lamenta-
las baldosas es desigual, y que la piedra hace ondas, exactamente como
bles errores de juicio. Muchos niños se han envenenado a consecuencia
la arena fina de la playa, cuando acaba de retirarse la marea. A veces
de haber comido ciertas frutillas, de que creyeron que podían comer
se notan en las baldosas agujeros semejantes en forma y tamaño a los
sin riesgo, por parecerse mucho a otras que se comen, y que no enve-
que, después de una lluvia abundante, ae observan en una superficie
nenan. Laa personas que no están habituadas a distinguirlos, confunden
arenosa: y veces hay en que se observan huellas de insectos y pisadas
con mucha frecuencia los hongos venenosos con las setas. En Noruega
de pájaros y otros animales. No podemos explicar estas notorias anu-
se dan poco las setas, de que la gente del país no hace uso alguno:
logias entre las baldosas de las aceras y la playa del mar, sino suponiendo
una vez hallé yo en Noruega unas cuantas, que di en una posada a que
que laa baldosas se han formado realmente de la arena y el lodo deposi-
me cocinaran, y me divertí mucho con la gente de la casa, que volvió
tados por las olas en la playa del mar, innumerables años hace.
con las manos llenas de florea de humedad, y se empeñaba en que las
Los geólogos están constantemente razonando por analogía, y afir-
comiese. He ahí un caso olaro de equivocación en el razonamiento por
mando por lo que ven hoy lo que debió haber existido en los tiempos
analogía. Hasta los animales razonan en cierto grado de este mismo
en que se estaban formando lentamente las que hoy son rocas seculares
modo. El perro que una vez ha sido apaleado, huirá siempre del palo;
y durísimas.
y como apenas ha habido perro a quien no haya tocado en suerte alguna
Marte parece ser, de todos los planetas, el que tiene más analogfa
pedrada, pocos perros habrá que al vemos hacer el ademán de coger
con la Tierra. Cuando se le examina atentamente, se descubren en él
una piedra, no emprendan la carrera, aun cuando cerca de nosotros DO
porciones más oscuras, que se cree que son mares, y otras más claras,
haya en realidad piedra alguna que coger.
que son probablemente espacios de tierra. En cada polo del planeta
Mucho se aprende en las ciencias por analogía. Sabemos que la Luna hay además un espacio blanco y redondo, que decrece cuando el planeta
.
tiene montañas, porque en su superficie existen ciertas manchas que está en tal posición que el lugar queda expuesto a los rayos del Sol, y
tienen desde la Tierra la misma forma y apariencia que las montañas se levanta en el caso contrario. Estos espacios blancos obran, pues,
de la Tierra tendrían si se las viese desde la Luna. Las montañas de la exactamente lo mismo que las masas de nieve y hielo aglomeradas en los
Luna proyectan mayor sombra cuando el Sol se va poniendo, p menor polos ártico y antártico de la Tierra. La analogía es tan perfecta que
cuando se está alzando; que es lo mismo que sucede con las montañas, concluimos, casi sin reserva alguna, que Marte tiene regiones de nieve y
J con todos los cuerpos en la Tierra. Pero la analogía llevó a los antiguos’ hielo en sus polos, Como la Tierra.
336 MARTI / 7luDucc10NEs PrOClOSES DE LócIca 33:

En el razonamiento por ana&@, no huy modo de asegurarnos de algunos, que los dueños de periódicos han sacado grandes ventajas pecu-
que estamos razonando bien. La única regla que podemos dar es, que niarias de haher reducido a un ccntaìo cl precio dc ios diarios que
mientras más se asemejen dos casos, más probable es que sean semejantea vendían antes a seis, y es también cierto que el Gobierno saca más
en otros accidentes, y en especial en aquellos que hayan de estar íntima- beneficio del correo desde que ven& los sellos más haratos, ipor qué no
mente relacionados con los accidentes en que ya se asemejan. No sólo ha dc rebajarse asimismo el precio de los tciegram;is?: el GolJierw
ea muy probable que las manchas blancas que se observan en el planeta sacaría así del ramo de tc!+r:lfos mayor provecho. ¿Por qué no se
Marte estén formadas de hielo y de nieve, sino que debemos también rebajan, añadían, lo mismo que los diarios y lo s sellos, los prwio- de
inferir que Marte tiene atmósfera, y vientos, nubes, lluvia y otros fenó- pasaje en los fcrrocarrilrs ? Pero los que así rcilcsiunakm, rcflexinna-
menos de esta especie muy semejantes a los nuestros. Algunos llegan Lan mal. Las analogías de que derivaban sus conclusiorws eran nicra-
a creer, razonando siempre por analogía, que en el planeta Marte hay, mente superficiales. Antes de formular sus preguntas, debieron averiguar
con toda probabilidad, seres vivientes, más o menos parecidos a loa por qué los dueños de periódicos podían vender sus diarios a un centavo,
animalea y plantas de la Tierra: pero tales razonamientos no tienen toda- y el Gobierno SIJS sellos a tan bajo precio; dcbicron ver si las circcns-
via bases seguras. Para no exponernos a gravea errores, y a caer en tancias eran las mismas en el ramo de telégrafos y en el de ferrocarriles
conclusiones confusas, jamás debemos quedar satisfechos con meras ana- que en los de periódicos y correos.
logías, sino, apenas conozcamos un hecho, tender a buscar las leyes A poco que hubieran averiguado, hnbrian sabido que no son ion
generales que lo rigen. centavos que reciben por la venta de sus diarios 1~ que permiten a
Al parecer, cuando se razona por analogía, se va de un hecho a los dueños de periódicos vcndcrlos n tan IJ;ljo precio con provecho,
otro, sin fatigarnos con los rigores de la inducción y deducción: mas sino lfls crecidas sumas que, en atencibn a In gran circulaci6n de e:ios
esto lo hacemos por una especie de suposición, y tales razonamientos no diarios, pagan los fabricantes, vendedores, tenderos, y toda clasc de
son nunca razonamientos concluyentes, Debemos inquirir celosamente gentes, por insertar anuncios en ellos. Ni en telégrafos ni en ferroca-
qué leyes generales de la Naturaleza revelan los hechos que observamos; rriles hoy fncnte alguna de beneficios análoga a la de los anuncios.
e inferir después lo que ha de suceder con arreglo a estas leyes. A gran En cuanto al precio de los sellos de correo, habrían visto que‘si el
extensión podemos llevar este modo de razonar, en el caso de las manchas Gobierno inglés saca provecho pecuniario del manejo de este servicio
blancas de Marte. Sabemos muy bien que los rayos del Sol derriten la público, lo debe a que un cartero puede cargar y repartir a un mismo
nieve y el hielo, y observamos con exactitud cómo se producen estos tiempo muchas cartas, y con igual facilidad que deja una carta cn su
efectos en las regiones árticas. destino, deja media docena. Ei correo puede, pues, generalmente, des-
empeñar mayor servicio sin ocupar mas empleados, y mientras mayor
Estamos, pues, convenientemente preparados para explicar por de-
sea el número dc cartas, mayor es el provecho. Cnu los telégrafos, no
ducción el alzamiento y decrecimiento de las manchas blancas de Marte.
sucede esto.
Pero esto no puede aplicarse a los supuestos habitantes de aquel planeta.
Nadie ha podido aún averiguar cómo llegaron a existir los seres vivientes Un telegrafista no puede comunicar una docena de despachos a travEs
en la Tierra; ni se sabe de nadie que haya podido producir de la de los alambres al mismo tiempo, ni siquiera dos despachos; y el
materia muerta un ser vivo. No podemos, por lo tanto, argüir por encargado de repartir los telegramas que llegan, no puede repartirlos
deducción que han debido producirse seres vivientes en el p!aneta Marte, todos de una vez, como el cartero las cartas, que llegan todas juntas,
por el mero hecho de que su superficie y atmósfera sean en algunos sino uno a uno, como los alambres los van trayendo, y haciendo pro-
aspectos semejantes a los de la Tierra. bablemente para cada telegrama un viaje especial. Mientras más despa-
Por fiarse de analogías ligeras, caen muchas veces en error las gentes. chos se comuniquen por el telEgrafo, mk empleados telegrafistas y
Pocas cosas hay en Inglaterra, ni en nación alguna, tan baratas como repartidores se necesitarán. Lo que no ocasionó gasto ninguno excep-
los periódicos y los sellos de correo. Puesto que es probado, sé decían cional en correos, ocasionaría un gasto excesivo en telégrafos. Si el
338 MABfl / mADucuoNE8

Gobierno redujese, pues el precio de los telegramas tanto como el de


los sellos, en vez de ganar con la reducción como en el ramo de correoa,
sufriria una considerable pérdida. Vemos, pues, que no se debe confiar
mucho en el razonamiento por aualogia, a menos que no investiguemos
cuidadosamente las causas J leyes de las cosas sobre que razonamos, 7
empleemos en la investigación el razonamiento deductivo y el inductivo.

xxv

DE LAS FALACIAS

Para saber cómo acertaremos, conviene saber en que casos y de qué


modo es posible que erremos. Al dar a un hombre las señas del camino
que debe tomar, no deberemos decirle solamente las sendas que ha de
seguir, sino las que ha de evitar. Es, pues, una utilisima parte de la
Lógica la que enseña los modos en que comúnmente se yerra al raciocinar.
Los errores y equivocaciones en el razonamiento se llaman fahcius,
esto es, modos de razonar que engañan. Pero nc debemos confundir una
opinibn falsa con el mal razonamiento que nos ha conducido a ella. La
palabra falacia es, en verdad, antigua. En un sentido, es una falacia
que la luna rige el tiempo, porque detenidas y cuidadosas investigaciones
han demostrado que no hay correspondencia entre los can’Gos de la
luna y los cambios del tiempo. Pero esto es una falsa opinión, una
opinión falaz. La falacia lógica consiste en el mal razonamiento que ha
ido conduciendo gradualmente a los hombres a creer en el poder de la
luna. En una o dos ocasiones, pnede alguien notar un cambio de tiempo
en el día de la luna nueva, y tenerlo por cosa tan rara que llame sobre
ella la atención de sus vecinos, que acaso recuerden también haber
observado una o dos veces por sí mismos cambios semejantes. Pero será
razonamiento errado el que concluya que, porque en unas pocas oca-
siones ambas cosas hayan sucedido una tras otra, la una haya de ser
la causa de la otra.
Hay, por lo menos, doce lunas nuevas cada año, y el tiempo cambia
en muchos paises por lo menos una vez a la semana, cuando no más
de una vez en el mismo día. Es probable, por lo tanto, que una u otra
340 MARTí / TRADUCCIONES

vet coincidan la luna nueva y el cambio del tiempo. Pero la mayor


parte de IOS que creen que la luna afecta el tiempo, no lo creen porque
así lo deduzcan de experiencia propia, sino porque lo han oído decir
así frecuentemente. Este no es un mal razonamiento, como el que dio
origen a la opinión falsa; no es más que la repetición simple de la falsa
opinión. En lógica debemos usar solamente la palabra /&iu, para
indicar un Cazonamiento falso, no una falsa creencia.
Dando, pues, a la palabra esta significación, debemos recordar aquí
XXVI
lo que dijimos acerca de los modos de caer en conclusiones erróneas,
al tratar de la lógica deductiva. Siempre que quebrantemos las reglas
de convertir proposiciones, las del silogismo, o cualquiera otra de las que
hemos dado para guiarnos en nuestras inferencias, caeremos en falacia
DE LAS FALACIAS DE AMBIGOEDAD
Si del hecho de que todos los animales ordinarios que nos son conocidos
tienen la facultad de moverse por si mismos, inferimos que todo objeto
que tiene el poder de moverse por sí mismo es un animal, violaremos La clase más común del mal razonamiento es tal vez el wo de términos
la tercera regla del silogismo, y tendremos un caso de “falacia del ambiguos, esto es, de términos que tienen más de un significado, y ea
término medio no distribuido”. Cada vez que se quebrante cualquiera un lugar significan una cosa, y en otro lugar otra. En una palaha quU
de las reglas del silogismo, se cometera una especie distinta de falacia. 4i.en.edos significados dktintos hay realmente dos palabras. Si un enfermo
A la violacion de la primera regla, se llama “falacia de los cuatro arguyese que su padecimiento era un resfriado, y que, como todo ren-
términos”: si intentamos derivar una conclusión de dos premisas nega- friamiento desaparece con el calor, el suyo desaparecería tambiio con
tivas se dice que ha habido “falacia de las premisas negativas”. Todo él, seria absurdo confundir un resfriado o catarro con la ausencia de
el que haya puesto atención en lo que dijimos del silogismo, entenderá calor. Argumentar de este modo es tan defectuoso como usar cuatro
sin dificultad estos y otros muchos casos de falacia. Pero puede parecer términos en el mismo silogismo, y viene a parar en iguales errores.
que un argumento se ajusta a las reglas dadas, y, a pesar de eso, por Pero hay casos en que es difícil conocer que estamos usando la misma
alguna confusión en la significación de las proposiciones o términos, palabra en dos significados diversos.
sea un argumento falaz; tratemos de conocer los casos en que con más Cuando se promulgó en Inglaterra la ley que impone castigos a loa
frecuencia ocurre esta clase de falacias. pordioseros que pidiesen limosna por casas y calles, se dijo que aquella
ley comprendería también a las Hermanas de la Caridad, que por casas y
calles suelen pedir limosna, y a cuantos se ocupan en recoger dinero
para propósitos de beneficiencia. Es indudable que un pordiosero pide
limosna: pero no debemos convertir esta proposición simplemente, y
decir que todo el que pide limosna es un pordiosero. Al pordiosero
lo caracteriza, no sólo el limosnear, sino el vivir de lo que limosnea, y el
ao hacer cosa útil a nadie, ni trabajo alguno provechoso, en cambio de
lo que recibe. Cuando la ley castiga la mendicidad, ha de entenderseque
se aplica solamentea los mendigosque pordiosean para su propio sosteoi-
miento, con carga y desagrado de la comunidad en que viven, Muchos
pleitos oacen de la dificultad de entender el verdadero sentido de las
342 MARTí / TRADUCCIONES NOCIONES DE LÓGICA 343

palabras. La significación indecisa de una palabra puede a veces pro- de los que pensaban que, porque casi todos los testigos presentados contra
ducir guerra entre grandes naciones. Famosa ha sido la disputa que el reclamante podían equivocarse, el conjunto de todos los testigos podía
surgió entre los Estados Unidos de la América del Norte y la Inglaterra equivocarse, por lo tanto. Repasando, pues, lo que decía y hacía el
con motivo de la guerra civil que dividió a aquellos Estados, disputa reclamante, podía objetarse que pudo haber olvidado el francés, y el
grave que se conoce en el Derecho Internacional con el nombre del nombre de su madre; haber equivocado el numero de su regimiento;
“caso del Alabama’*; y toda ella giraba, sin embargo, sobre el modo de haber confundido el nombre de su buque con el de otro buque, y así
entender la expresión “equipar un buque de guerra”. El Derecho Inter- con todo, en el centenar de hechos sobre que versó el proceso. Pero
nacional permite la construcción y venta de buques de guerra, siempre aunque un hombre, en las circunstancias del caso, hubiera podidp hacer
que no se vendan estos buques completamente equipados para el combate: alguna de estas cosas, es sumamente improbable, y en verdad totalmente
pero había opiniones diferentes sobre la significación de la palabra inconcebible, que las hubiera hecho todas a un tiempo, si aquel hombre
“equipados”. hubiera sido realmente, como pretendía, Roger Tichborne. La reunión
. En la época de la Revolución Francesa, algunos filósofos mantenían de un gran número de hechos ligeros e independientes,produce muchas
que los reyes y gobernantes han de hacer exactamente lo que al pueblo veces lo que se llama en Derecho y en Lógica “evidencia circunstancial”,
agrade, porque ellos son “los servidores del pueblo”, y los servidores que constituye, cuando es segura y abundante, una prueba tan completn
deben obedecer a sus dueños. Aq ui hay una visible falacia de ambi- cuanto puede desearse.
güedad. No cabe duda de que los reyes y gobernantes deben servir a Los artesanos de Europa y de los Estados Unidos de la América
sus pueblos, entendiendo por servir, hacer lo que en conjunto sea más del Norte han organizado una especiede gremios, o “ligas de artesanos*‘.
beneficioso al pueblo que gobiernan. Pero hay poca analogía, si es que Los miembros de estas ligas caen a menudo en una falacia de la clase
hay alguna, entre el servicio en este sentido, y el servicio que prestan que vamos examinando. Sostienen, por ejemplo, que los albañiles, limi-
los lacayos, porteros y demás criados de las casas, pagados para hacer tando el número de los aprendices, pueden imponer el aumento de aua
lo que las personas que los pagan les ordenen. En el mismo error caen salarios, por lo más escasoque será entonces el número de gentes de su
los que creen que un diputado ha de votar conforme a los deseos de la oficio. Lo mismo sostienenlos carpinteros, los maquinistas, los tejedores,
comarca que lo elige, por el hecho de haber sido elegido en represen- todos los diferentes grupos de artesanos. Es absolutamente cierto que
tación de esta comarca. cualquiera de estos gremios podría conseguir lo que se propone, hasta
cierto estado; pero de esto no se infiere que todos los gremios pudieran
Varias especies de falacia produce la ambigüedad, más fáciles de
hacerlo a un mismo tiempo, porque cada gremio, al aumentar sus
conocer unas que otras. A veces la confusión ocurre entre el sentido
salarios, tiende a causar en cierto grado perjuicio a los demás. En este
colectivo y el sentido general de un mismo término. Recuérdese lo que
ejemplo, como en otros, puede verse que una distinción lógica, que
se dijo ya de la necesidad de tener presente la existencia de los términos
parecía absurdamente obvia cuando se la estableció por primera vez,
colectivos. Sería visiblemente absurdo concluir que porque es indudable
puede en realidad pasar desapercibida para gran numero de personas,
que “todos los libros de la Biblioteca del Museo Británico nos darán
y causarles con la confusión que acarrea daños ,muy serios.
idea del reinado de Alfredo de Inglaterra”, cada libro especial de la
Probablemente es de este mismo género la falacia en que se cae
Biblioteca del Museo ha de hablarnos del reinado de Alfredo. Cuando
cuando se dice que un hombre muy rico puede dar a una casa de
decimos “todos los libros de la Biblioteca del Museo Británico”, queremos
beneficencia una buena suma sin que padezca por eso su riqueza. Es
decir “todos ellos junto”, puesto que entre ellos están, y de ellos forman
cierto que su riqueza no padecería, si la buena suma no hubiera de ser
parte, los que puedan darnos idea del reinado de Alfredo. Otros casos
dada más que una sola vez. Pero el mismo argumento podria continuarse
hay, y muy numerosos, en que la confusión rio es tan evidente, y en
que es probable que muchas personas JIO puedan percibir dónde w usando en muchos otros casos, e indefinidamente: y poco quedaría de
esconde el error. Ya hemos hablado del proceso de Tichbome. Ea la fortuna del hombre más rico si accediese a lo que el argumento
probable que el absurdo clamor que originó aquel proceso célebre naciese propone en cada uno de los infinitos casos en que puede ser usado.
344 MMtTf / TRADUCCIONES NOCIONES DE LhCA 345

No ea el importe de cada donativo separado lo que ha de tener en Otras falacias provienen, no de confusión en el significado de alguno
cuenta el donante, con relación a su fortuna, sino el importe de todos de los términos, sino del sentido indeterminado de la sentencia entera.
loa donativos que se esperan de él. Véase por un ejemplo cómo puede ponerse un puro disparate en la
A veces caemosen la falacia opuesta a Ia que acabamos de describir, forma de un silogismo aparentemente bueno:
y concluimos que, porque algo es verdad del conjunto de un grupo de “Ningún licor espirituoso deber ser bebido con exceso.”
cosas, lo mismo será verdad de cada una de las cosas del grupo. Esta “El agua no es ningún licor espirituoso.”
es lo falacia de argüir de lo colectivo a lo general. Todos los soldados de
“Luego, el agua debe ser bebida con exceso.”
un regimiento pueden tomar por asalto una ciudad; pero sería absurdo
Parece que “ningún licor espirituoso” constituye aquí un buen tér-
suponer que cada soldado del regimiento puede tomar la ciudad por sí
solo. Las ovejas blancas comen mucho más que las ovejas negras: esto mino medio; pero no es asi, sino que en realidad hay dos premisasnega-
es cierto, pero no porque una oveja blanca romo mis que una negra, sino tivas de las que no podemos derivar conclusión alguna.
porque hay más ovejas blancas que negras. Todos los miembros de una Hay una especiede falacia, común en los oradores y en todos los que
corporación, pueden, con el cambio saludable de opiniones, haber llegado tienen que defender una mala causa, que consiste en probar h conclusión
en conjunto a una buena decisión; pero de esto no se sigue que cada errónea, y en dejar a los demás que imaginen de un modo confuso que
miembro de la corporación hubiera llegado por si mismo a una deci- el caso queda establecido. Esto hizo el irlandés de un cuento, a quien
sión igual. se perseguía por robo con la evidencia de tres testigos, que le habían
Los profesores de Moral gustan mucho de fortalecernos el ánimo visto cometer el robo de que se le acusaba: el irlandés propuso llamar
con varios excelentes proverbios, tales como este latino: “Labor omnia treinta testigos que no lo habían visto. Igualmente Iógica fue la de-
vincit”: “El trabajo lo vence todo”. Es dificil fijar bien el sentido de fensa de aquel a quien llamaron materialista, y contestó diciendo: “No
esta frase. Puede significar que no hay dificultad que no venza al cabo soy materialista; soy barbero.” Es probable que se nos ocurra re-
un hombre laborioso. Puede querer decir que una cantidad suficiente cordar la diferencia que hay entre aconsejar y hacer lo que se aconseja,
de trabajo realizará cualquier empresa practicable. Pero, por supuesto, al amigo oficioso que viene a ilustrarnos con su mero parecer en un
no ha de concluirse que, porque una gran cantidad colectiva de trabajo caso difícil. Pero hasta un ebrio puede denunciar elocuentemente los
llegue a levantar una pirámide, o a abrir un canal, o a compilar una males de la embriaguez, y no hay conexión directa entre la fuerza lógica
enciclopedia, el trabajo individual de una sola persona puede llevar a de un argumento y el carácter de las personas que lo usan.
cabo empresastamañas. El buen proverbio vale prácticamente poco, Otra especiemuy peligrosa de falacia, y no muy advertida en los libros
porque cada cual puede dar a la palabra “todo” la significación que le de Lógica, aunque semejante en algo a esta última de “la conclusión
plazca. Dicese también, como para estimular el amor propio, que “lo errónea”, es la de suponer gzuz lo ineficacia de un argumento tiende a
que un hombre hace, otro hombre lo puede hacer”. Como yo soy un probar la conclusión contraria. Ciertos abogados tienen por prueba muy
hombre, puedo inferir lógicamente de estas premisas que puedo descu- importante la que se llama en lengua de Derecho la coartoda, y consiste
brir las leyes principales de la Química, como Lavoisier, o inventar un en probar que el acusadoestaba en otra parte que en la en que se cometió
nuevo modo de hacer el acero, como Bessemer,o escribir el Hamlet, el delito, en la hora en que éste se estaba cometiendo; pero otros aho-
como Shakespeare, o revelar las sublimes inquietudes del espíritu hu- gados creen que ésta es una prueba muy arriesgada, porque si no se
mano, como Platón, o conquistar la mitad del Asia, como Alejandro la puede demostrar de una manera absoluta, deja en los jueces mayor
Magno. El proverbio será cierto solamente en cuanto se entienda que sospechay opinión contraria. Supóngaseque se acusa a un hombre de
haber cometido un crimen en cierto pueblo, y su abogado intenta probar
quiere decir que, en un conjunto de muchos millones de hombres, puedo
que no pudo ser el acusado el autor del crimen, porque a la misma hora
hallar aquellos que sean capaces de hacer todas estas cosas. Los pro-
verbios suelen parecer muy profundos, porque son muy ambiguos. en que se cometió, la una de la madrugada, por ejemplo, estaba en un
346 MNtTf / TRADUCCIONE9 NOCIONES DE L&XA 347

pueblo cercano. Mas la coartada no puede probarse de un modo com “Nada es más fácil de explicar”, responde al punto el médico IgnareIIe:
pleto, y resulta que sólo hay prueba de que el acusado estuvo en el “ea muda porque ha perdido el uso de la palabra”. “Sí, sí”, replica eI
pueblo distinto del del crimen hasta las 12 de la noche. Y sucede que padre; “pero, ipor qué ha perdido el uso de la palabra?” Ignarelle tiene
precisamente en una hora se puede ir con descanso de aquel pueblo al ya lista la asombrosa respuesta: “Todos nuestros mejores autores están
otro vecino en que el crimen fue perpetrado. Quedan, pues, los jueces, de acuerdo en declarar que la pérdida del uso de la palabra consiste pre-
en el derecho de inferir que el acusado pudo estar en el pueblo del delito cisamente en el impedimento de la acción de la lengua.”
a la una de la madrugada. Pero no habrá fuerza alguna lógica en esta La manera más frecuente de caer en esta clase de falacia consiste en
inferencia, a menos que la justifique el carácter dudoso de los testigos emplear nombres que implican nuestra desaprobación en algo, y argüir
empleados para probar la coartada, o la visible mala fe con que SC intentó después que porque algo que desaprobamos pertenece a ese género, debe
la prueba. ser condenado. Cuando varios diputados se empeñan en el Congreso en
Ningún nhnero de tentativas vanus de probar u.na proposición basta una discusión muy apasionada, es probable que alguno de ellos falte en el
a desmentirla. Hay en Mecánica una ley general, notoriamente cierta, calor de la discusión a las prácticas habituales en los Parlamentos, o use
conocida con el nombre de “paralelogramo de las fuerzas”. Gran número palabras demasiado vivas que en los Parlamentos no deben nunca ser
de ingeniosisimos filósofos han aguzado la mente y escrito sendos libros pronunciadas. Es posible, pues, que, a propósito de la conducta de este
para demostrar esta ley famosa; pero ninguno ha conseguido demos- diputado se razone así:
trarla sino suponiendo que alguna otra proposición casi exactamente igual “No deben pronunciarse en el Congreso palabras antiparlamentarias.”
es cierta, lo cual está excluido de la sana lógica. Muchos hombres de “Las palabras de ese diputado han sido antiparlamentarias.”
buena voluntad han publicado argumentos ilógicos para probar la exis-
“Luego, ese diputado no debió pronunciar esas palabras.”
tencia de Dios; pero por fortuna, el fracaso de sus tentativas no ha hecho
La forma de este razonamiento es irreprochable; pero aquí no hay en
mella en la verdad que esperaban demostrar.
realidad más que una apariencia de razonamiento. “Antiparlamentarias”
Acabamos de ver qUe muchos filósofos han intentado probar una son llamadas las palabras que en un Parlamento no debe pronunciar un
ley de Mecánica, lo que no han podido hacer sino suponiendo cierta diputado. Y lo que en este caso hay que averiguar es precisamente lo
una proposición casi igual a la que querian demostrar. Esta es la falacia que ya damos por averiguado: que las palabras del diputado fueron
de la petictin de principio, que consiste en tomar por cierto aquello antiparlamentarias.
que ha de ser probado. Muy importante ea conocer bien esta falacia, Los adversarios del sistema de exámenes repiten sin cesar que se pre-
por lo difícil de sorprenderla y explicarla, y por ocurrir de diversas ma- cipita inconsideradamente a los alumnos en la víspera de los exámenes
neras. A vetea proviene de dar un nombre a una cosa, y suponer que para que consigan ser aprobados en ellos, y que los conocimientos adqui-
ya hemos explicado la cosa. Lo mismo un bombre cuerdo que un niño ridos con esta ‘bprecipitación’T son de escasisimo valer, si valen algo.
pueden preguntar racionalmente por qué se ve a través de un cristal. Me parece que hay aquí un razonamiento equivocado, que consiste en
Nadie ha podido hasta ahora explicar por qué se ve a través de loa crh- suponer que todos los alumnos que se presentan a examen son “preci-
tales, vidrios, y otros cuerpos sólidos, mientras que a través de la mayor pitados” de la misma manera. Si un alumno, incapaz aún de entender
parte de los sólidos no se puede ver. Muy a menudo oimos decir que una proposición de Euclides, la aprende de memoria, y la recita y de-
se puede ver a través del vidrio, porque “el vidrio es transparente”. Pero muestra luego en la sala de examen, como si entendiese lo que está demoa-
aquí estamos suponiendo lo mismo que necesitamos demostrar: decir que trando, tendremos un caso censurable de precipitación, del cual sólo
una cosa es transparente es absolutamente lo mismo que decir que se aprovecha el alumno en haber ejercitado algo la memoria. Pero si eI
puede ver a través de ella. Nadie se ha burlado de esta clase de falacia alumno, azuza;0 por la proximidad del examen, estudia con empeño
con más ingenio que MoliiBre. En una de sus excelentes comedias, el algunos libros de Euclides y puede responder con conocimiento las pre-
padre de una joven muda desea saber por qué ha enmudecido su hija. guntas que sobre ellos le hagan, es cierto que habrá precipitado su estudio
MARTí / TRADUCCIO~
348

para lograr buen éxito en su examen; pero la precipitación ha rido


en este caso absolutamente distinta de lo que fue en el caso anterior.
Aunque el alumno olvide al cabo de algunos meseso años los problemas
que de esta manera aprendió, no por eso aprovechó menos su inteligencia
todos los beneficios que deja en la mente el estudio concienzudo de
los problemas arduos de la Geometría.

XXVII

DE LAS FALACIAS EN EL RAZONAMIENTO INDUCTIVO

Hemos visto ya que es sumamente impropio y defectuoso el modo


con que se suele argüir de un caso partkular a otro, inferir un hecho
de otro hecho. Se basa este modo ligero de razonar en la suposición
de que existe analogía o semejanza general entre ambos hechos; pero
en la mayor parte de los casos,se hacen estasinferencias sin cuidar antes
de averiguar que tenemos razones suficientes en que fundarlas. Es error
muy común el pensar que porque una medicina ha sentado bien a una
persona, sentará bien a otra; y el de imaginar que lo que cura una en.
fermedad, curará otras también. Hay en todas las personas, cualquiera
que sea su edad, tendencia a hacer generalizaciones precipitudas y falaces.
La dificultad no consiste en inferir, sino en inferir bien. De tal manera
está constituida nuestra mente, que no podemos evitar el reunir en una
misma clase las cosas que se parecen. Apenas empieza el niño a pro-
nunciar sus primeras palabras, ya obedece a esta inclinación natural de
la mente. Llama “papá” no sólo a su padre, sino a cuantos hombrrs ve,
porque observa que separecen los demáshombres a su padre, y no puede
apreciar aún las diferencias o semejanzasque hdya entre ellos. Ya di-
jimos que un perro que ha sido apaleado, se atemoriza cada vez que ve
coger un palo, aun cuando la persona que lo coja no tenga la menor
intención de golpear con él al perro. Pero en estoserrores no caen sólo
los perros y los niños, sino personas dotadas de un raciocinio más ele-
vado y educado que el de ellos, a pesar de lo cual generalizan con gran
precipitación y notable descuido.
No hay cosa más frecuekte que la publicación de un libro de viajes.
Una persona aficionada a escribir, o que lo tiene de oficio, atraviesa en
350 MARTf / TIUDIJCCIONXS NOCIONES DE LÓGICA 351

ferrocarril una nación extraña, vuelve a la suya, y publica un libro sobre gran parte de sus columnas a lo que saben que ha de agradar o sor-
la nación que acaba de ver, como si no le quedara ya cosa que saber prender a sus lectores, en tanto que nada dicen de los innumerables
de ella. Juzgan de los millones de habitantes que la pueblan, por unos sucesos domésticos y pacíficos de la vida diaria. Los periódicos, además,
cuantos de ellos que conocieron superficialmente y de pasada en los suelen desfigurar apasionadamente hasta las mayores hazañas y virtudes
hoteles y caminos de hierro. Si acontece que dos o tres de los que cono- de los pueblos y hombres que. miran como sus enemigos. iQuién ha
cieron los engañan, ya infieren que toda la nación es desleal J traicionera. de pretender formar juicio de Francia por lo que dicen de ella los perió-
Es muy frecuente juzgar de los pueblos salvajes o semicivilizados por dicos alemanes? A creer lo que cuentan los periódicos ingleses de la
los datos desfavorables que se tienen de una sola porción de sus habi- vida en los Estados Unidos de la América del Norte, no hay caballero
tantes. Muy probable es que los salvajes que viven en las costas de tierras americano que no esté siempre de codos en el mostrador de una tienda
no exploradas, como Nueva Guinea, por ejemplo, hayan sido maltratados de bebidas, o con 1s pistola levantada sobre sus más íntimos amigos:
por los tripulantes de los buques que hacen el tráfico por aquellas co- y es seguro que abundan los Estados Unidos en caballeros respetuosos
marcas, de lo cual viene naturalmente que los salvajes de estas costas y pacíficos, y que hay norteamericano que probablemente no ha visto
no vean con buenos ojos a los extranjeros. Pero eso no ha de sernos en toda su vida disparar una pistola.
bastante ya para generalizar e inferir que todos los habitantes de un De esa misma manera se suele juzgar con excesiva severidad a las
país tan extenso como la Nueva Guinea sean exactamente iguales a los “ligas de artesanos” y a otras varias sociedades de trabajadores. Parece
de la costa. Hasta hoy, no ha sido posible a viajero alguno penetrar sin cierto que, una u otra vez, se han valido esas sociedades de personas
riesgo en el interior de la China, por lo que apenas pueden conocer los que han castigado, por medio de actos violentos e ilegales, a los asociados
extranjeros algo más que Hong Kong, Shangbai, Cantón, Hankow, que han roto las leyes del gremio; pero sería injusto suponer que todos
y algunos otros puertos abiertos al comercio en las costas de China: no loa trabajadores, o todas las sociedades de artesanos, son absolutamente
se tiene, pues, derecho de inferir que toda la inmensa población de China, iguales: nada habria más injusto que juzgar a todos los trabajadores por
es como la de los escasos puertos en que se permite la entrada a los los actos desesperados de algunos. de ellos.
extranjeros. En los tres párrafos anteriores han quedado descritos varios casos
No es de ningún modo razonamiento bueno el que supone que otras de generalización precipitada y falsa; pero no es difícil distinguir las
cosaa o personas son como las cosas o personas que hemos visto. En el tres especies más notables de este género de malos razonamientos. Unas
caso de la muestra de vino, de que antes hablamos, sabemos que el vino veces, inferimos equivocadamente lo que es cierto de un gran número de
está bien mezclado, porque es de su naturaleza estarlo, y si acaso se cosas, y, como regla general, es también cierto de algún caso especial
hubiera posado un poco en el fondo de la pipa, podemos sacudirlo y que no está comprendido propiamente en la regla. Llevamos la genera-
mezclarlo bien, para que la muestra nos dé idea completa de su cuerpo, iizacion demasiado lejos. Otras veces, partimos de lo que sólo es cierto
color y sabor. Pero no podemos mezclar de la misma manera que las en algunos casos especiales, y lo consideramos como si fuese cierto de
partículas del vino la población de una nación, y no tendremos derecho, muchos casos, y como si constituyese regla general. Y otras ocasiones
por consiguiente, para generalizar acerca de ella, para formar de ella argüimos de un caso particular y peculiar, otro particular y peculiar
un juicio general, sino después de haber conocido tal‘ número de habi- también, de modo que no hay entre ellos conexión real o analogía alguna.
tantes, de cada una de las clases sociales y diversas comarcas de la nación, A la primera de estas falacias, puede llamarse fakzciu de lo general a lo
que sea ya muy probable que conozcamos muestras fidedignas de todas especial; a la segunda, de lo especial a lo general; a la tercera, de lo
las clases principales de la nación que estamos estudiando. No debemos especial a lo especial.
formar juicio acerca de ninguna nación o ciudad por lo que digan de Es regla general que todas las plantas crecen porque absorben car-
ella los periódicos. Como las gentes leen de preferencia en los diarios bono del aire bajo la influencia de la luz del sol; si encerramos, pues,
una planta en una cueva donde no le llegue jamás la luz del sol, halla-
todo lo que hiere su atención por extraordinario y grave, asesinatos, robos,
remos, por regla general, que la planta no crece. Pero esta regla general
accidentq funestos, motines, hechos absurdos, los periódicos consagran
352 MARTI’ / TRADUCCIONES NOCIONES DE LÓGICA 353

no debe aplicarse a ciertos casos especiales, por ejemplo, a las plantas La segunda especie de las falacias que vamos estudiando es la que
que se nutren de un bulbo o tubérculo: las papas, los jacintos, las alca- argaye equivocadamente de un caso especial una ley general. Si del
chofas de Jerusalén, y otras plantas semejantes, brotarán y crecerán par- hecho de que el arsénico, la estricnina J el ácido prúsico producen Ia
cialmente en la sombra. Los hongo-vejines, las setas y otras clases de muerte cuando se los toma en grandes cantidades, deducimos que pro-
hongos son en tantos aspectos diversas de las plantas de flor, que natu- ducirán siempre la muerte, nos engañaremos de seguro, porque la medi-
ralmente vacilamos en aplicarles ninguna regla que hayamos deducid) de cina usa muy frecuentemente de ellos como de buenos remedioa, en
la observación de esta clase de plantas. Un hongo puede, en realidad, porciones sumamente pequeñas y muy diluidas. En los países donde
crecer nutriéndose del carbono contenido en la tierra, y sin el auxilio de existe la funesta costumbre de tomar con exceso licores espirituosoa, hay
la luz del sol. Gran parte de las setas que se comen en París, donde sociedades de temperancia, que dirigen todos sus esfuerzos a lograr que
son muy solicitadas y afamadas, crecen en cuevas debajo de la ciudad; se prohiba la venta de licores, y a remediar los estragos que causa el
y la trufa, que no es más que una especie de hongo bueno de comer y abuso de ellos. Estas sociedades de temperancia suelen alegar como razón
de gusto verdaderamente delicado, crece casi siempre bajo tierra. de su hostilidad a los licores alcohólicos, que el alcohol es un veneno.
En los asuntos de Derecho corremos a cada paso peligro de aplicar Es totalmente cierto que las bebidas alcohólicas, como el ron o el whisky,
una ley a casos que no fue la mente del legislador que se tuviesen por tomadas en gran cantidad, pueden causar la muerte, lo mismo que un
comprendidos en la ley. Aun en los casos en que no se mencionan excep veneno muy activo. Y es cierto también que nada es tan pernicioso a
ciones especiales en las leyes, estatutos o reglamentos, es evidente que la saiud como el hábito de beber frecuentemente esos licores en cantidades
existen siempre tales excepciones. Muy oportuna es en los ferrocarriles excesivas. Pero de estos hechos no puede inferirse que el alcohol es un
la prohibición de que los pasajeros salten del tren, mientras éste está en veneno, cuando se toma en porciones pequeñas y mezclado con bastante
movimiento. Pero queda subentendido que esta prohibición no com- agua. Acabamos de ver que los venenos más activos se convierten en
prende a los empleados del ferrocarril, los cuales, con la práctica de medicinas cuando se les usa en dosis suficientemente pequeñas. Todo es
bajarse del tren cuando éste está en marcha, corren en ello mucho menos cuestión del grado o cantidad en que se les use.
riesgo que los demás, y muchas veces se ven obligados, por las exigencias Sólo nos queda ya que examinar la tercera especie de generalización
de su empleo, a hacer lo que a los pasajeros se prohíbe. Tampoco se falsa, que consiste en argüir de un caso especial otro caso especial, entre
podría castigar a un pasajero por haber violado esta prohibición, si demoa- los cuales no existe conexión verdadera. De que esté permitido a un
trase que hubiera corrido más peligro quedándose en el tren que saltando hombre asaltado a golpes por otro defenderse de él a golpes, y derribarlo
de él: como el objeto verdadero de la ley es librar de peligro a los pasa- en tierra si a ello le alcanzan las fuerzas, no debe inferirse que esté
jeros, en este caso no qued,aría violada la ley. permitido qce dos luchadores de oficio se den de puñetazos y se derriben
No hay ley inglesa más clara que la que establece que ningún inglés en tierra en una plaza pública. El primer caso es de defensa necesaria
puede ser reducido a esclavitud. En los versos de una canción popular y justa: el segundo es una exhibición innecesaria y repugnante. Cada
anda la ley: uno es un caso especial, pero no hay analogía alguna entre ambos. Eo
“Muerto será un bretón, mas nunca esclavo.” Inglaterra, como en otros pueblos de Europa, existe la perniciosa cos-
tumbre de hacer apuestas en las carreras de caballós. Los defensores de
Sin embargo, en Inglaterra, como en casi todas las naciones, no hay
esta costumbre alegan que no se debe censurar a los que en las carreraa
día en que los tribunales no condenen a algunos delincuentes a trabajos
corporales en las prisiones del Estado, lo cual no es en realidad más que apuestan a este o aquel caballo, como no se censura en la Bolsa a los que
juegan al alza y baja del algodón o del maíz, que depende a veces de
un nombre nuevo puesto a la esclavitud. Lo que aquí sucede, por supuesto,
meros caprichos del azar, como el que un caballo gane (r pierda en Ia
es que la regla general respecto al estado perpetuamente libre de los
carrera. He aquí otros dos casos en que tamp’oco existe analogía. Se
ingleses, no se hizo para ser aplicada a los ingleses criminales, por más
que rara vez pensemos en esta excepción cuando repetimos el verso permite la especulación en algodón o maíz, como otras especulaciones
semejantes, porque ellas avivan y mantienen el comercio, y de ellaa viene
popular.
354 MARTí / TRADUCC1ONES

geueralmente, no sólo beneficio directo para los que toman parte en la


especulación, sino provecho público. Pero no puede decirse 10 mismo
por cierto de la especulación en las carreras de caballos, de las que no
se saca beneficio alguno general, y en las que las enormes cantidades
que se pierden no llegan a ser nunca compensadaspor los provechos de
los que ganan.
Fácil es ver que esta falacia de un caso especial a otro, no es más
que una clase de falacia de falsa analogía, ya arriba explicada. Nunca
se repetirá bastante que, por una parte, todo el buen razonamiento con-
siste en swtituir cosas semejantesentre si, y en inferir que lo que es
verdad de una cosa será verdad de todas las que se le asemejen, en los
puntos de semejanza que estén comprendidos en el caso. Por otra parte,
todo tazononaien~oincorrecto consisteen poner una cosa en Agar de otra,
cuando no huy entre ellus la semejanza necesaria
Ese ea el objeto de las reglas de la lógica deductiva: ponemos en capa-
cidad de juzgar con la mayor precisión posible cuándo nuestro razona-
miento es correcto, y cuándo es falso.

Você também pode gostar