Un lector se enfada por negarle diferencias significativas a la izquierda y la
derecha políticas, y de paso me califica de derechista y superficial; bueno, si soy lo primero porque prefiero la razón, los argumentos y el papel, a los gritos, las consignas y murallas, de acuerdo; y lo segundo, también lo acepto (debo comprimir en menos de 375 palabras lo que originalmente escribo en dos páginas). Y también le concedo que existen izquierdosos y derechosos que propinan izquierdazos y derechazos.
Sin duda estará de acuerdo con la siguiente definición descriptiva que
presenta un notable izquierdista francés, H. Weber, en su librito (de 80 páginas que vale 34.000 pesos, FCE) titulado La Izquierda explicada a mis Hijas : “La IZQUIERDA es ante todo un a actitud frente a la sociedad basada en una concepción del hombre. Son de izquierda los que no se resignan a la injusticia, el desatino, la violencia, la barbarie del mundo. Los que ven la responsabilidad de dicha situación en la mala organización de la sociedad y no en la voluntad divina o la naturaleza de las cosas. Los que pretenden mostrar el cambio al mundo mediante la acción colectiva para hacerlo más conforme a los valores que sostienen: libertad, igualdad, solidaridad, razón, derechos humanos, democracia, defensa de la naturaleza”.
Extraño, por decir lo menos, que hubieran ignorado tan autorizada
caracterización grandes líderes autoproclamados izquierdistas como Stalin, Mao, Castro, Pol Pot, Chávez, Ortega el “nico o nica” (o sea oriundo de Nicaragua). Pues si eso es ser de izquierda, yo también lo soy, al igual que quienes creemos en el HUMANISMO y otros tildados de DERECHA como nuestro presidente, el de Israel, el de España. La tinta roja o azul es mero maquillaje.
Esta aclaración nos recuerda las trémulas y hermosas definiciones de “liberal”
que fabricaba Serpa, para luego presentarse como el auténtico liberal y endilgarse los piropos, halagos y valores de su propia definición. No señores: uno es lo que es y las cosas son como son y no como las forzamos en nuestro favor. En sueños o delirios un militar podrá actuar como General, pero se despertará desorientado al escuchar: “¡Levántese, cabo Pérez!”.