EL BEBEDOR Un nio, paseando por un bosque cercano al pueblo en el que pasaba las vacaciones, encontr una solitaria casa, perdida entre los rboles. La puerta estaba abierta; y al no responder nadie al tocar con los nudillos, la entreabri con cuidado. All, en medio de una sala desvencijada, se encontr a un hombre bebiendo. Fue una visita muy corta, pues hundi al nio en una gran melancola. -Qu haces ah? -pregunt al bebedor que estaba sentado en silencio ante un sinnmero de botellas vacas y otras tantas botellas llenas. -Bebo! -respondi el hombre con tono lgubre. -Por qu bebes? -volvi a preguntar el nio. -Para olvidar. -Para olvidar qu? -inquiri el nio ya compadecido. -Para olvidar que siento vergenza -confes el bebedor bajando la cabeza. -Vergenza de qu? quiso saber el nio deseoso de ayudarle. -Vergenza de beber! -concluy el bebedor, que se encerr nueva y definitivamente en el silencio. Y el nio, perplejo, se march. "No hay la menor duda de que las personas mayores son muy extraas", segua dicindose para s el nio durante el resto de sus vacaciones.
Y yo s que en m no mora el bien, porque el querer el bien est en m, pero no el hacerlo. Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. La Senda Antigua Iglesia Pentecostal P.O. Box 8169 Glendale, Arizona, 85312 (623) 776-7917 ________________________________________________________________________
(...Pero)la ley del Espritu de vida en Cristo Jess me ha librado de la ley del pecado y de la muerte (Romanos 7:18-19 y 8:2) (c) El Principito, Antoine de Saint Exupery