Prefacio de AVERIL CAMERON

El Bajo Imperio romano

284-430 d. de C.


Las principales ideas y los nfasis que aparecen en este libro y en el volumen
paralelo, El mundo mediterrneo en la Antigedad tarda, 395-600 (Barcelona, 1998), se
han ido desarrollando a lo largo de ms de veinte aos de enseanza y actividad acadmica.
Aunque en el curso de este perodo el Bajo Imperio romano se haya puesto de moda, sobre
todo bajo la novedosa etiqueta de Antigedad Tarda, no exista todava, curiosamente,
ningn libro de texto para estudiantes de habla inglesa. Me siento por eso muy satisfecha de
poder cubrir esa laguna. Mi propio enfoque debe mucho a la influencia recibida durante
aos de mis colegas de Historia Antigua, sobre todo de aquellos con los que he mantenido
relacin en los Ancient History Seminars del Institute of Classical Studies de Londres. De
entre ellos no ha sido poca la influencia de Fergus Millar, que puso en marcha los
seminarios y ha alentado una concepcin amplia y generosa de la historia antigua,
insistiendo a la vez en la gran importancia que tiene una presentacin clara y til. Lo ms
destacable de todo ha sido, no obstante, las generaciones de estudiantes de Clsicas y de
Historia que, aun no siendo especialistas, me han hecho volver una y otra vez a los viejos
problemas y animado a buscar nuevos hallazgos.
El libro se elabor con prontitud y con un enorme placer, en parte como respiro de
proyectos ms dificultosos y recalcitrantes. Si bien puede decirse infinitamente ms de lo
que se abarca en este limitado abanico, espero que por lo menos ofrezca un buen punto de
partida desde el que los estudiantes puedan acercarse a este fascinante perodo. Una
caracterstica de este tipo de libros consiste en incorporar fragmentos traducidos de fuentes
contemporneas; en el caso de Amiano Marcelino, las he tomado de la edicin Penguin de
W. Hamilton. Quiero manifestar mi gratitud a Oswyn Murray, editor de la coleccin en la
que aparece este volumen, por su sabia manera de guiarme, as como a otras personas por
su ayuda en diversos aspectos, sobre todo a Dominic Rathbone y Richard Williams.
Aunque sobra decirlo, no son responsables de los defectos de este libro.