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Esnifando letras

Recopilación de la Bitácora
“Cosas que nunca te diré”
por Eva Márquez
(Año 2009)
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(Fotografía: Eva Márquez)

“Esnifando letras” consiste en la recopilación de los escritos (poesía y


narrativa en todas sus vertientes) de los autores publicados en la Bitácora
“Cosas que nunca te diré” durante el año 2009.

Edición, maquetación y diseño: Eva Márquez


Web: http://cosasqnuncatedire.blogspot.com
Email: Enaipau@gmail.com
Fotografía portada y contraportada: Ángel Muñoz Rodríguez.

Todas las imágenes y fotografías (excepto portada, contraportada y las


imágenes de las páginas 2, 6, 7, 57 y 81) han sido extraídas del banco de
imágenes de Google y, pertenecen en primera y última instancia a sus
respectivos autores y, en todo caso, a los fotógrafos que en su día retrataron
dichas imágenes.

Este proyecto ha visto la luz gracias a:

Ana Patricia Moya y Andrés Ramón Pérez García, por animarme a realizarlo.
Ángel Sáez García y Catalina Gómez Parrado, por su labor correctiva.
Antonio Calleja, por su inestimable ayuda en la maquetación del mismo.
Y especialmente, gracias a la profesionalidad de Ángel Muñoz Rodríguez, por
realizar esta portada y contraportada ajustándose fielmente a mis indicaciones e
instrucciones.
3

Este Documento se distribuye bajo Licencia

Creative Commons Reconocimiento – No Comercial – Sin Obras


Derivadas 3.0 España.
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Hoy, me parece absurda la idea de buscar una justificación al


propósito de esta sencilla iniciativa, que, por otra parte, no consiste más
que en reunir, con cierto orden y en un mismo documento, todos los
escritos poéticos y narrativos de los diversos autores que, durante el
pasado año 2009, han sido publicados en este blog, “Cosas que nunca te
diré”, que gestiono con la mejor intención (aunque no de manera tan bella
como quisiera). La explicación es simple: ¿y por qué no?

Hace algo más de un año, cuando decidí comenzar a escribir una


bitácora, no tenía ni la más remota idea de lo que en ella escribiría, ni de
qué hablaría, y ni tan siquiera de cuánto tiempo me duraría esta nueva
neura mía. Mucho menos me importaba si alguien, detrás de mi pantalla,
más allá en la vorágine de este mundo cibernauta, llegaba al blog y leía
todo cuanto en él escribiera con mi nombre o publicara con la firma de
otros. La razón para comenzarlo fue simple: paliar los síntomas de ese
virus llamado Amor y desamor.

No recuerdo en qué bitácora leí que el acto de iniciar un blog y de


escribir en él era una acción puramente exhibicionista, y aunque razón no
le faltaba a ese enunciado, para mí, ha sido la psicoterapia perfecta para
vomitar los ardores cardio-emotivos que a diario me acompañan. Y sin
duda, ha sido mucho más barata, efectiva y saludable que acudir a la
consulta del psiquiatra y tomar los antidepresivos por él prescritos.

“Esnifando letras” es una recopilación de todos esos escritos. La


selección de los mismos no obedece a ninguna razón que puedas
entender. No conozco ni conocía a los autores, que tan generosamente
me han dado su permiso para aparecer en esta atípica colección, y tan
sólo a unos pocos he tenido el gran placer de conocerlos en persona
después de llegar a sus letras. Sin embargo, todos y cada uno de estos
autores, con sus escritos, con sus poemas, nacidos de sus entrañas, con
sus relatos, paridos desde la imaginación, y con sus capacidades de saber
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comunicar, han logrado formar un todo homogéneo, un bálsamo curativo


perfecto para mi dolencia.
Gracias a ellos, he llorado, he reído, he disfrutado, me he
identificado, he soñado, me he sentido copartícipe, siendo una parte
espectadora de pequeños pedazos de otras vidas; y con ello, me he
convertido en una adicta, esnifando letras de vida ajena; comprendiendo
que a veces, muchas veces, no tiene sentido buscarle una razón a la vida.
Lo quieras o no lo quieras, estás dentro de ella, y contigo y sin ti va a
continuar. Todos vosotros me habéis enseñado a desgranar cada décima
parte del dolor, a colocar cada cosa en su sitio, a disfrutar cada cuasi
segundo del bienestar que llega por sí solo y, a escribir dónde, cuánto y
qué parte de mí me duele; y sobre todo, a valorarme a mí misma por
encima de todo. Aprendiendo con ello, a curarme.

Hoy, atentando nuevamente contra el título de este blog, os reitero


mi agradecimiento por vuestro saber escribir, por vuestro saber
desnudaros para los demás, por vuestro saber compartir dolores y
alegrías; en definitiva, vuestro saber daros a los otros sin pedir nada a
cambio. Vosotros, con vuestros escritos, habéis contribuido a que pudiera
exprimir todo el néctar que contiene ese proverbio sueco que dice que
“una alegría compartida es una alegría doble; una pena compartida es la
mitad de una pena”.

Es posible que el miedo a entregarse al prójimo que a todos nos


invade a diario, el miedo a vernos desprotegidos y a sentirnos vulnerables
ante el ser humano que tenemos enfrente nos impida darnos sin tapujos,
y nos estemos convirtiendo en almas enjauladas dentro de píxeles,
suplicando por una comunicación con el exterior; pero si de algo estoy
segura, tras esta aventura bloguera, es de la patente necesidad que todos
tenemos de intercomunicación mutua. Y de la imposibilidad de vivir solos.
Ahora sé, que, sienta cuando sienta dicha necesidad, siempre habrá
alguien ahí fuera dispuesto a escucharme (leerme) y a intentar cobijarme
bajo el porche de sus propias experiencias.

Sin más dilación, os doy mil gracias a todos por vuestra participación
en este “Esnifando letras”, y ya sabéis lo que os toca hacer ahora.
Es vuestro turno.

Eva Márquez.
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“Dad palabra al dolor: el dolor que no habla,


gime en el corazón hasta que lo rompe”
William Shakespeare
7

Ana Patricia Moya, Ana Pérez Cañamares, Ana Vega, Ángel Petisme Ángel
Rodríguez, Ángel Sáez García, Ada Menéndez, Alberto Batania, Begoña
Leonardo, Catalina Gómez Parrado, Dani Orviz, David González, David
Morán, Dioni Blasco, Eduardo Andradas, Eva Vaz, Hasier Larretxea, Francisco
Cenamor , Gsús Bonilla, Inma Luna, Isabel García Mellado, Javier Das, Jorge
Ampuero, José Ángel Barrueco, Juako Escaso, Andrés Ramón Pérez Blanco,
Leire Olmeda, Lluís Pons Mora, Mario Crespo, Marta Zafrilla Díaz, Mario
Fernández, Mª Rosa Comas, Pedro Chincoa, Rolando Revagliatti, Santiago
Tena, Uberto Stabile, Víctor Sierra, Yolanda Sáenz de Tejada, Roberto Arévalo
Márquez, Enrique Arias Vega, Virginia Barbancho.
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Botas en la ventana
Cuando desperté estaba
destrozado en un hospital
por haber pasado
un par de largos días
tirado en el estiércol
al borde de la nada.

Con cara de rata inflamada


y una sonrisa insaciable
salí de aquel lugar escuchando
aquello que siempre me decían:
- ¡tú verás lo que haces con tu vida!
Poco o nada quería hacer con ella.

Pero vi que todavía llevaba puestas


aquellas botas que me regalaste
Así que les hice un buen nudo
y las lancé con toda mi fuerza
consiguiendo dejarlas
al segundo intento
colgadas en el semáforo,
ese que hay justamente
enfrente de tu ventana.

Y así, por cojones, fijo


que al verlas dando vueltas
te acuerdas un instante
de lo que siempre decías
cuando te llevaba a casa.

Y espero que al menos


le provoque una carcajada
aunque sea estúpida
a ese comemierdas
que va ahora a tu lado

Y tus padres que me vieron


tantas veces presumiendo
de que tú me las compraste
dirán que a mi cabeza
ya no le llega para más.
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Y al ponerse de pronto
el semáforo en rojo
comprendí que no eran
las botas sino el reloj
lo que debía de dejar
para siempre
a la sombra de tu ventana.

Dioni Blasco
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Paradojas de la belleza
¿Cuántos kilos de marfil se necesitan
para construir el teclado de un piano?
¿cuántas toneladas de elefantes hay que abatir
para escuchar en los salones
una polonesa de Chopin?

¿Cuántos bosques más deben talarse


a cambio del placer de Shakespeare o Quevedo?
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¿Cuántas montañas se deben arañar


para que el metal y la piedra se sueñen
entre las manos de Brancusi o Giacometti?
¿Cuántos esclavos de guerra se deben emplear
para que los tiranos levanten sus cruces,
construyan sus pirámides...?

¿Cuánta naturaleza hay que ultrajar


para que las top-models nos fascinen
con sus potingues, sus sombras, sus pestañas postizas,
por la divina comedia de las revistas y las pasarelas?

¿Cuánta ignorancia más se debe financiar,


cuánta depredación se debe tolerar,
cuánta vida se debe exterminar
para que lo vacuo, el lujo, la fanfarria
nos entretengan y nos envilezcan?

La muerte se exhibe con distante belleza,


retorcida cosmética, seductores demonios,
pero huelen tanto a descomposición
todas sus industrias y sus estrategias,
que a veces quisiera dejar de esculpir,
pintar, escribir, cantar, contemplar,
para no ser Cómplice, ni un segundo más,
de la Casquería.

Ángel Petisme
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cansancio ajeno

hay cada mañana una mujer maría


que se sienta al borde del abismo de su cama
mira hacia abajo antes de saltar
y duda sin remedio de si irá al trabajo

hay cada tarde un hombre manuel


que se sienta cansado en un banco del gimnasio
mira su peluda barriga que no baja
y piensa en sacar mañana todo su dinero e irse

hay también cada mañana un joven raúl


que coge sus libros para ir al instituto
mira con ojos dormidos el desorden de su mesa
y encuentra el cedé que le gustaría quedarse a escuchar

hay cada atardecer una abuela cipriana


que abandona con paso cansado el cementerio
mira con envidia la tumba del marido
y siente que pronto se liberará de su pesado cuerpo
Francisco Cenamor
hay cansancio en estos días extraños
y aunque me levanto de la mesa y lo dejo
me dan ganas de escribir al final del poema
que tal vez sean mis ojos los que se han cansado.
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Santiago Tena

Te lo voy a contar: yo sé el secreto


el secreto es saber que no depende
para nada de ti, que todo pasa
según ha de pasar, que no hay salida, esfuerzo
o decisión posible, todo fluye
según ha de fluir

el secreto no es forzar el flujo,


ni creer que esforzarse por fluir
conduce a algo,
el secreto no es querer fluir, más bien
es el secreto saber que todo fluye por si solo
y por tanto volar, no sufrir si no es lo que yo quiero,
no sufrir si no logro, si no puedo,

más bien saber seguro que no puedo,


que puedo pero no cuando yo quiero,
que quiero pero no cuando quiero querer,
el secreto es tan solo estar seguro
de que todo sucede cuando ha de suceder,
de que todo mi esfuerzo canta en vano,
de que no es en mi esfuerzo donde está
la llave del deseo
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es secreto es saber que todo es, que todo incluso yo


es lo que es, y que ser y pasar y suceder son como un todo,
que en el todo los tres, los dos, los cuatro
somos un solo estar, un solo suceder,
el secreto es querer que el suceder perfecto,
creer que el suceder perfecto,
saber que el suceder eterno
es en mi un solo ser con el suceder pleno
que aun no atisbo,
el secreto es saberse relevado
del deber de intentar,
el secreto es quererse liberado,
el secreto es volver,
ser inocente, ser Dios todo inocente
como el ninho inocente
que es mi fe .

HAY UN POEMA AÚN QUE NO SE HA ESCRITO

y el poema soy yo
cuando sé que tú eres
poema en mi poema,
en ti y en lo que ves,
en lo que mi hombro dice cuando apoyas
en él toda tu vida,
y cada vez que dices que me quieres
me hago poema yo,
y cuando con la mano
buscas mi protección
yo soy niña también,
también soy tú.
Y no voy a hacer caso
a quien quiera tratarte con dureza,
voy a ser todo padre,
todo amor, todo madre,
todo hermano pequeño,
todo bebé en tus brazos,
voy a ser todo tú.

Santiago Tena
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Muelas y señales (fragmento)

Hete aquí viviendo como un gusano


día tras día, genio del hambre,
fiel a una vocación sagrada.
John Fante

Maldigo a quienes creen que ser bohemio y maldito es agradable y


encantador.
Me llamo Martín de Acero y soy escritor. Algunas personas, en esta
ciudad, se empeñan en ofenderme despojando mi identidad de ese
sustantivo, pero siempre dije que si uno pasa la mañana escribiendo
cuentos, o fragmentos de novelas, o ensayos, o lo que sea, bueno, el caso
es que no es barrendero, ni notario, ni empleado de oficina. Es,
simplemente, un tipo que escribe, que se dedica a escribir. No hay vuelta
de hoja.
Tengo veintinueve años y en breve voy a cumplir los treinta y sé que quizá
estas páginas no vean nunca la luz. No me importa. Llevo los zapatos
gastados y rotos y los dobladillos del pantalón hechos trizas. Mis camisas,
a menudo, conservan los lamparones del día anterior. Suelo ir por la calle
sin afeitar, con barba de una semana, y en invierno me pongo un abrigo
largo, uno de esos que llaman tres cuartos, que me otorga el aspecto de
bohemio cuya etiqueta se empeñan en adjudicarme. Mi estampa no es
elegante y nunca me he puesto traje y corbata, pero siempre salgo a la
calle con el cabello limpio. En las cafeterías a las que acudo pido café o un
zumo que me revitalice el organismo, y los sábados procuro
emborracharme, así que, en teoría, para los habitantes de esta ciudad
estoy empezando a tomar una inusual fama.
Aún vivo con mi familia. Pertenecíamos a la clase media. Pero eso era
antes. Ahora me temo que somos de la clase baja. A veces nos cuesta
llegar a fin de mes sin que nos corten el agua caliente o sin que la
compañía de la luz nos deje a oscuras.
Quizá sea mi aspecto, pero algunas personas me consideran un escritor
maldito y un bohemio en regla. Para ser un maldito nadie tendría que
haberme publicado, y algunas de mis obras circulan por ahí. Y, si doy pinta
de bohemio, tal vez sea por mi bajo nivel de vida.
Escribir es un trabajo. La gente piensa que es una aventura romántica.
Nada de eso. Procuro madrugar, me siento ante el ordenador y las horas
transcurren. Es un ordenador viejo que va a trompicones y tiene las teclas
desgastadas. Cuando la mañana termina, suele dolerme el culo y en la
espalda tengo molestias.
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Un escritor vende poco, salvo si es uno de esos tipos célebres que arrasan
en las librerías y cuyos libros todo el mundo regala por Navidad. Los
críticos y los esnobs acostumbran a machacar sus novelas y su reputación,
pero no veo nada de perjudicial en enriquecerse escribiendo. Si un doctor
se enriquece sanando enfermos, ¿querrá eso decir que es un mal médico?
Hace unas semanas pasé unos momentos malos. Muy malos. Debía algún
dinero y, a menudo, me encontraba a esa gente con la que había
contraído deudas.
-¿Cuándo demonios vas a pagarme?
-Pronto, muy pronto.
-¿Vas a ganar algún premio gordo?
-Sí, Alfredo, voy a ganar un premio gordo y luego te pagaré.
-Más vale que sea cierto.
Por supuesto, era mentira. No es barato enviar relatos y novelas a los
concursos. Cuesta dinero. Dinero para el cartucho de tinta, dinero para
hacer copias en la copistería, dinero para los sobres y los sellos y también
para los envíos certificados.
En aquellos días de los que hablo no llevaba mis cuentas muy mal. Con mis
ahorros podía permitirme salir los fines de semana, invitar a una chica de
vez en cuando a cenar y comprar folios y cartuchos de tinta. Entonces me
cogí un catarro (a pesar de que era verano) y empezaron a dolerme las
muelas. [....]

José Ángel Barrueco


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Deseo
Quedarme tan solo
un instante más
enredada en las sábanas de la cama
que huelen a nosotros dos
una noche cualquiera amándonos.
Porque te deseo,
deseo, deseo,
deseo que fluye por mi cuerpo
en forma de silueta
que dibujan dos cuerpos
amándose,
amándose como nosotros dos
absortos en el deseo,
el deseo,
ese deseo que aún permanece intacto
en el hueco de tu ausencia.
Porque anoche,
como tantas otras,
tu cuerpo y el mío
cabalgaron juntos hasta perderse
en el abismo que se crea
a nuestro alrededor,
cuando en el centro mismo
del magma que forma
la esencia de nosotros dos
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amándonos, tu cuerpo y el mío,


fundiéndonos en una misma noche,
en lo más profundo una madrugada que estalla
de lo que no se dice, y se rompe bajo unas sábanas,
que apenas se ve, que quiebra en cierto modo
y que, sin embargo, todo amanecer posible
se percibe lentamente pues el día se transforma ya para
en el jadeo agridulce siempre
que se nos escapa de la boca en el momento mismo
cuando a punto estamos en que cruzas la puerta,
de rendirnos tras la batalla, te abalanzas sobre mí,
y ese último beso se alza y el felino que se esconde dentro
entonces me abandona
junto a las miradas febriles porque niega toda defensa
que aún aguantan en pie y es entonces
las embestidas del amor cuando he de admitir lo evidente,
y es entonces el deseo,
que al fin susurro con el alma misma, que el deseo me conduce a ti,
que lo que a ti me ata porque el deseo
en ese instante me transforma en la mujer
es el deseo animal que escribe estas palabras
porque no hay más explicación ahora que ya te has ido.
empírica Desearte me conduce
ante el hecho más evidente entonces
que puede producirse en una cama, hacia mí misma,
entre dos cuerpos que entrelazados, hacia el centro neurálgico
en un baile lento y rítmico, del deseo mismo
a veces convulso e indeterminado, que empuja toda vida
pero del todo lúcido hacia delante.
pues, allí y ahora, Deseo de tener,
ellos se conocen y tenerte, desear sin más,
conocerán mejor que nunca, deseo al fin y al cabo
allí, el deseo, que me mantiene viva,
el firme deseo, deseando…
de penetrar más allá
del alma del otro
se convierte en la respuesta
definitiva,
aquello que conjuga
en un breve silencio
Ana Vega
que se interrumpe
por el suspiro último de tu boca
y la mía,
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Guijarros y carmín

una rodilla ensangrentada


y el rímel corrido
entre las piernas
la paliza me la debías
-no preparé a tiempo la cena
merecía el latigazo con el
cinturón de cuero
-era cierto que me habían visto
con otro
era tu deber saltarme un diente
-no me acosté con él pero deseé
hacerlo
era justo que me jodieras dos
costillas
-encontraste la cama sin
preparar
y la comida deshecha
tenías derecho a abrirme el labio
-a pesar de tus gritos no pedí
perdón
ni grité hijoputa mientras me
molías a palos
no lloré al ver de nuevo sangre
en mi camisa
no pedí perdón
ni grité Marta Zafrilla Díaz
ni lloré tampoco
cuando alejándote de
espaldas te rompí la cabeza con
el horrible jarrón que
nos regaló tu madre por
navidad.

Puto jarrón.
Me corté en un dedo con
su horrible cerámica pintada con
flores azules.
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Cambio de sentido
Si decides cambiar tu vida,
si decides que llegados a un punto
nada tiene sentido,
si decides largarte de donde estás
o por el contrario decides volver a tu casa,
recuerda,
no dejes que tu vida
se estanque,
no te permitas
no poder avanzar
ni retroceder.

Porque al final
empezarás a echar de menos,
empezarás a pasarlo mal,
empezarás a verle sentido
a lo que dejaste atrás
y no hay peor sensación
que la de pensar
que a lo mejor
te equivocaste.

Tu vida ha cambiado,

tú has cambiado,

así que empieza


a caminar
de una vez,
el sol está saliendo
justo
delante de ti.
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Si te quedas parado,
si te sientas y nada te hace
continuar,
entonces en tu espalda
sólo sientes su caricia.

La vida te deja de lado


si no reparas
en agarrarte a ella con fuerza.

Nada te hará moverte


si, antes en tu cabeza,
no has tenido ese deseo.

Porque un día te miras


al espejo
y ves que tu mirada
se ha derretido.

Porque aunque
no lo deseases
no hiciste nada por evitarlo.

Piénsalo.

La vida
no espera a nadie.

Ni a ti.

Ni a mí.

Y el día menos pensado


querrás mirar atrás

y sentirte orgulloso.

Para no tener
que guardar en un cajón
todos esos interminables
Javier Das minutos.

Ese tiempo en que


no dijiste ni hiciste nada.

Ese tiempo
en el que te has ido muriendo,
ese tiempo
en el que has enfermado
sin conocer las causas.
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24

nervios y médulas remotas


morfologías del alma
algo que ladra al silencio
y lo deshace
abriéndome las venas
hasta llover en mí y desterrarme
más allá de la escritura
y su danza profética
sombría o luminosa
baba abortiva
pero fértil.

Jorge Ampuero
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26

G
S
Ú
S

B
O
N
I
L
L
A

Sé que no estoy en mi juicio


y que me falta inspiración.
Todo me saca de quicio
qué desilusión!
ROSENDO MERCADO

DESILUSIÓN
para Sonia Fides

a medida que trago la vida


tomo conciencia de ella –no mucha- ,
pero me pasa. y me pasa
que al igual
que a las gallinas

necesito muy poco.

si acaso, una miajita de luz


algo de alimento,
y un lugar
donde reposar mis huevos.

la lucha
me enseñó -también-
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a excretar
sólido
y
líquido
en una misma deposición.

-no sé
si lo entendí bien-
supongo
que la felicidad
consiste

en cagarme de miedo
o
mearme de risa

según voy abriendo


o
cerrando

períodos.

Gsús Bonilla
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EL CLAN PRIMIGENIO (Microrelato)


Darak era el mejor cazador de la tribu. Todo el clan dependía de él desde que una mala
cacería se llevó a cinco de sus hombres. Pero ya nada de eso le importaba. No desde
que apareció aquella extraña mujer de piel blanca como el invierno. Llegó a él una
noche, envuelta en bruma, hermosa y distinta. Encontraron un lugar privado en una
gruta escondida. Apenas recordaba sus encuentros, retazos de caricias prohibidas,
sangre y pasión... Sólo sabía que le pertenecía, que aquella mujer poseía su cuerpo y su
mente, nublando su voluntad. Darak permanecía confinado en la cueva, pues su piel
ardía al contacto con la luz. Ella llegó con las sombras y le dio el último beso. Ahora ya
estaba preparado. Pronto visitarían el poblado para crear su propio clan: los primeros
hijos de la noche....

Catalina Gómez Parrado


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Quiéreme
Manifiéstate de súbito.
Choquémonos, como por arte mágico
en este sitio,
un Miércoles.
Pidámonos disculpas. Sonriámonos.
Intentemos tirar el muro gélido
diciéndonos las cuatro cosas típicas.
Caigámonos simpáticos.
Preguntémonos cosas.
Invitémonos
a bebidas alcohólicas.
Dejémonos llevar más lejos. Déjame
que despliegue mi táctica.
Escúchame decir cosa estúpidas
y ríete. Sonríeme. Sorpréndete
valorándome como oferta sólida.

Y a partir de ahí

quiéreme.

Sin rúbrica, pero por pacto tácito


acepta ser mi víctima.
Déjame que te lleve hacia la
atmósfera,
acompáñame a mi triste habitáculo.
Sentémonos, mirémonos,
relajémonos y pongamos música.
De pronto, abalancémonos
besémonos con hambre,
acariciémonos,
Desnudémonos rápido
y volvámonos locos. Devorémonos
como bestias indómitas.
Dani Orviz Mostrémonos
solícitos en cada prolegómeno.
Derritámonos en abrazos cálidos
Virtámonos en húmedos océanos.

(sigue)
30
Ábrete a mí, abandónate y
enséñame Y en ese instante
el sabor de tus líquidos.
Mordámonos, toquémonos, quiéreme.
gritémonos
permitámonos que todo sea válido Apenas pasen un par de centésimas
y sin parar, sintamos al unísono un relámpago
de éxtasis limpio y cándido,
follémonos. y en un crescendo cinematográfico
dejémonos de artificios y máscaras.
Follémonos hasta quedar afónicos Rindámonos a la atracción magnética
Follémonos hasta quedar escuálidos. que gritan nuestros átomos
Durmámonos después, así, y sintámonos de placer pletóricos
abrazándonos. por sentirla recíproca.
Unidos en un abrazo simétrico
Y al otro día perdámonos por esas calles lóbregas
regalándonos en cada parquímetro
quiéreme. con besos mayestáticos

Despidámonos rígidos, y márchate que causen graves choques de automóviles


de regreso a tus límites y estropéen los semáforos.
satisfecha del paréntesis lúbrico
pero considerándolo algo efímero Y para siempre
sin segundo capítulo.
Deja pasar el tiempo, mas quiéreme.
sorpréndete
recordándome en flashes
esporádicos
y sintiendo al hacerlo un sicalíptico
látigo por tus gónadas.
Dejemos que se haga fuerte el vínculo,
unamos nuestro caminar errático,
Descúbrete a menudo
declarémonos cómplices,
preguntándote
descubramos restaurantes asiáticos,
qué será de este crápula. compartamos películas,
Y un día, sin siquiera proponértelo contemplemos bucólicos crepúsculos,
rescata de tus dígitos mi número charlemos de poética y política
llámame por teléfono y celebremos nuestras onomásticas
y alégrate de oírme. Retransmíteme, regalándonos fruslerías simbólicas
ponme al día de cómo van tus en veladas románticas.
crónicas
y escucha como narro mis Y entre una y otra
anécdotas.
Y al final, algo tímidos, citémonos. quiéreme
En cualquier cafetín de corte clásico (sigue)
volvámonos a ver, sintiendo
idéntico
vértigo en el estómago.

(sigue)
31

Dejemos de quedar con el


grupúsculo Comprémonos un piso. Y yo contestaré tan solo
de amigos. Que los follen por la Hipotequémonos
Llenémoslo con electrodomésticos quiéreme.
próstata. y aparatos eléctricos,
Pues si ponemos el asunto en y paguemos en precio de las Quiéreme aunque te premie
diáfano dádivas salpicándote
solo eran una pandilla de regalándole nueve horas periódicas en escándalos cíclicos
imbéciles. a trabajos insípidos y te insulte, y te haga sentir
Cerrémonos, y en un afán que permitan llenar el frigorífico. minúscula
orgiástico Y mientras todo ocurre, solo y me pase humillándote
con afición sigamos y me haya vuelto un sátrapa
quiéreme, que roza cada día el coma etílico
explorándonos
y me haya vuelto politoxicómano
buscando como ávidos del fondo de tu útero y me conozcan ya en cada prostíbulo.
heroinómanos saquemos unos cuantos hijos
el subidón de aquel polvo pálidos, Continúa queriéndome
iniciático. bauticémoslos con nombres de mientras pasan espídicas las décadas
apóstoles, y nos envuelve el tiempo
llenémoslos de amor y maquiavélico
Y aunque no lo logremos. Da contagiémoslos en un líquido amniótico
con nuestra lóbrega tristeza crónica. que borre el odio que arde en
igual. Apuntémoslos a clases de música nuestros glóbulos
de mímica y de álgebra, y nos arroje al hospital geriátrico
y démosles zapatos ortopédicos, a compartir habitación minúscula
Quiéreme. aparatos dentales costosísimos, inválidos, mirándonos
fórmulas matemáticas sin más fuerza ni diálogo
Para evitar que nuestra vida y complejos edípicos que el eco de nuestras vacías cáscaras.
íntima que llenen el diván de los
psicólogos. Quiéreme para que pueda decirte
se corrompa con óxido
cuando vea la sombra de mi lápida
busquémonos alternativas Releguemos nuestro ritual erótico Y antes de que venga y cierre la mano
lúdicas de la muerte mis párpados:
apuntémonos a clases de kárate a la noches del sábado
o de danzas vernáculas cuando ellos salgan vestidos de “Ojalá,
juntémonos en cursos góticos ojalá como dijo aquel filósofo
gastronómicos. a ponerse pletóricos el tiempo sea cíclico
Presentémonos ciegos de barbitúricos. y volvamos de nuevo
Paguémosles las tasas académicas reencarnándonos
a nuestros mutuos próceres
a los viajes a Ámsterdam. en dos vidas idénticas,
anteriores del árbol genealógico Dejemos que presenten a sus y cuando en el umbral redescubierto
y a lo largo del cónclave cónyuges de una noche de miércoles pretérita
sintámonos con ellos algo tras chocarme contigo
incómodos y al final, entreguémoslos girándote, me digas: "Uy, perdóname"
más felices de haber pasado el para que los devoren las le ruego que permita el dios auténtico
trámite. mandíbulas que recuerde en un segundo
de este mundo famélico. epifánico
cómo será el futuro de este cántico
Y ya sin ellos cómo irán nuestras flores
corrompiéndose
Y quiéreme después. Sigue quiéreme cómo acabaré odiándote
queriéndome, cómo destrozarás cuanto fue insólito
a lo largo de apuros económicos en este ser,
continuando con el proceso y de exámenes médicos, cómo la vida empírica
lógico mientras que nos volvemos nos tornará en autómatas patéticos
antiestéticos hasta llevarnos a la justa antípoda
juntemos nuestras vidas en un
más cínicos, sarcásticos, de nuestro sueño idílico."
sólido
nos aplaste el sentido del ridículo
matrimonio eclesiástico, y nos comen los cánceres y úlceras.
casémonos a la manera clásica, "Y sabiendo todo esto, anticipándolo
hagamos un bodorrio Quiéreme aunque nos quedemos pueda mirarte directo a los ósculos
pantagruélico, sin diálogo y conociéndolo muy bien. Sabiendo
y cual pájaros de temporada en Y te pongan histérica mis hábitos. el devenir de futuras esdrújulas
éxodo Enfádate, golpéame, hasta grítame destrozando en un pisotón mi brújula
vayámonos de viaje hacia los y como única válvula catártica
desahógate en relaciones adúlteras
trópicos
con amantes más jóvenes te diga
y bailemos el sóngoro cosóngoro
mientras bebemos cócteles y regresa entre lágrimas y súplicas
exóticos. perjurándome que aún sigues solo
amándome.
Y al regresar, sentemos nuestros
cráneos. (sigue)
(sigue) quiéreme.”
32

Cuando Crezca la espiga de trigo en mi corazón, la tierra en mis ojos, la palabra


abandone mi boca y mis manos escriben aullidos de viento, antes que la vida desgaste
mi nombre y certifique de muerte mi historia, que el tiempo me desgarre del día, me
borre con una losa de mármol. Hablare de las lunas dormidas del invierno, vencido de
primavera, de la amnistía que el sol concedió a la noche, de la arena de mar que fue
lapida de olas desorientadas, de el agua altiva que se desprendió del cielo, del beso
que calladamente, dejo esparcido amor, de las nubes que asaltaron abril, de las flores
sepultadas de llanuras de nieve tardía, de la lluvia que se hizo arco iris en el altiplano
del horizonte, de los ríos que suben las montañas, que se alejan del océano, de los
latidos que disemina el alma, esperando que el vivir no le asfixie. El día que el mundo
me derribe de su seno, que la brisa y la luz, sean los únicos presentes de mi muerte,
porque de mi vida ya hice muchos testigos.

Eduardo Diego de Andradas


33

Polvo de estrellas
A él se lo escuché:
al científico,
al escritor:
a John Gibbin:
Básicamente, dijo,
somos polvo de estrellas.
Sí, repitió,
eso es lo qué somos:
polvo de estrellas.
Convendría no olvidarlo.
Tenerlo siempre presente.
Polvo.
No estrellas.

D
A
V
I
D

G
O
N
Z
Á
Pesadillas
L
últimamente E
mis sueños
suelen ser Z
auténticas
pesadillas
mejor así

no me asusto
tanto

al despertar.
34

EXCUSA

no, yo no trabajo
en una fábrica de armas
ni levanto muros de cemento armado
o redes de alambre de espino
no, yo no trabajo
en ese ramo de la construcción
ni soy el brazo de la ley
que trata de llegar al cuello
o a las ropas de inmigrantes i legales
cuando tratan de pasar por encima
de esos muros y alambradas
ni tampoco soy,
en otro orden de cosas,
el gancho, la porra, el rifle o el arpón
que asesinan a sangre fría
focas, ballenas o cualquier otra especie
animal que se les ponga por delante
no, yo no trabajo
en ninguna de esas historias
o en otras por el estilo
no, lo lamento,
yo no tengo vuestra excusa
yo no tengo
crías que alimentar.

David González
35

DIARIO

Los recuerdos son náufragos


flotando en nuestra memoria

Solemos rescatarlos
con asiduidad:
unos necesitan una ducha
y un simple afeitado

El resto
Algunos,
además de aseo,
alimento
o cuidados intensivos

Unos mueren sucios y ahogados

El resto
se acuesta cada noche con nosotros.

Víctor Sierra
36

No estoy limpia
No estoy limpia. Vengo de un cuento de hombres y mujeres tan verdad y mentira como
cualquiera. No hace falta contar lo que se ve en mis brazos, lo amordazado de mis ingles. Tú
sabes. Yo aprendo. Esa es la parte buena del negocio. Que estoy dispuesta. Quería decírtelo
personalmente mientras te abro la boca para que puedas devorarme. Me pongo así en tus
manos y empieza el juego. No estoy limpia. Atrás se quedan cosas que me han dejado estrías
en la tripa, rayas blancas, brillantes, en las que puedes colocar tu lengua para que lama a
trompicones la inexperiencia que dan los años, las señales que delatan mi edad de árbol.
Empezaré soplando el color de tu carne. La acercaré a mis labios, me hundiré en el sabor de
cada trago como si fueras mi nutriente. Luego, cuando conozca tu grado de acidez, llegaré a
más. No habrá contemplaciones. Seré una plaga de dedos que entren y salgan y arañen,
froten, lleven y traigan líquidos y olores. Seré dientes que hagan crujir tus huesos y arrebaten
las regiones más blandas. Seré una pierna dúctil y escurridiza anudada en tu origen. Me
ensartaré en todos tus extremos hasta verme inundada. No estoy limpia. Ya lo ves. No es
necesario que me tapes ahora. No es necesario. No tengo nada que ocultar. Las manchas que
arrastramos son las que nos dan forma. Ahora quiero que te quedes aquí, que me dejes hacer,
que me dejes hacerme.
Inma Luna
37

Historia de almohada (cuasi – no – haikus)

Cadenas

Hambre de tu piel.

Sed de tu boca.

Esclava de tu cuerpo.
Dedos deslizándose

Testigo: el colchón.

Aromas de fruta mezclados.

El mundo en tu vientre.
No-amor

Sábanas húmedas.

Aliento cálido en mi
nuca.

Ana Patricia Moya Mi corazón ausente.

Sin título

Vacío.

Cambio mi papel de buena de la película

por la de la malvada bruja de cuento.

Todo es vacío.

Manzanas envenenadas para los amantes,

algunos se atragantan con un gusanito

y otros se comen los pedazos sin cuestionar nada.


38

Demasiado vacío.

Un temblor recorre la piel áspera, colmada

de caricias de soledad: alguien tira la fruta roja.

Me desafía a la transformación de mi verdadero yo,

me insinúa que vuelva a ser triste princesa.

Tan vacío…

Y, como bruja que soy ahora, ignoro las intenciones

- sean buenas o malas: no sé si es cordero o lobo disfrazado -

y remato con un espectacular número de escapismo.

No encuentro placer en joderle a nadie

pero, en la moderna selva urbana de hipocresías,

carente de valores e ilusiones,

sólo te queda ser una astuta y cobarde bruja.


39

Bragas

Abro los ojos, perezosa. Me encuentro nuestras bragas encima de la


mesita de noche, los sujetadores y el resto de la ropa tirada por el
suelo de mi cuarto. A mi lado, está ella, durmiendo, respirando
rítmicamente; me gusta mirarle cuando duerme, pero jamás lo
confesaré. Me levanto, me pongo una bata y me voy a la cocina. A mi
regreso a la habitación, con una taza en la mano, me la encuentro de
píe, frotándose los ojos y estirándose. Yo me apoyo en la pared, la
observo, en silencio, con curiosidad lujuriosa: es cierto que no tiene
un cuerpo espectacular, pero para mis ojos es una mujer bellísima a
pesar de su estatura, su barriguita y sus marcadas estrías. Sus
imperfecciones me resultan de lo más erótico. Ella me gusta, y lo
sabe; me sonríe y comienza, muy coqueta, a vestirse. Le ofrezco
quedarse en la cama todo el día si quiere… ella dice no. Le invito a
almorzar fuera con unos amigos… y rechaza la oferta… no sé por que
me molesto en insistir con insinuaciones porque siempre obtengo un
no por respuesta… pero bueno… la fuerza de la costumbre, quizás.
Termina de arreglarse, le da un sorbito a mi café, me besa y
prometemos vernos la noche del próximo sábado. Con el portazo de
despedida, me siento en la cama. Aspiro fuerte por la nariz: su
aroma se mezcla con el de la taza. Sí: es una egoísta. Va a lo que va.
Sexo… todo es sexo. Estuvo claro desde el principio. A pesar de que
llevamos acostándonos meses, somos desconocidas. El roce no hace
el cariño, sino el placer. Ella se limita a abrirse de piernas y evitar
abrir su corazón. Sí… es egoísta… muy egoísta… pero, pienso, que yo
también soy egoísta por pretender quererla.

R
E
L Ana Patricia Moya
A
T
O
40

...Y entonces llegaba el buen tiempo


del casi verano, como hoy.
Los días de parques, de bicicletas, de combas, de pelotas saltarinas...
Días de sombras con helado de fresa
a la orilla del Duero...
Días de grillos y ranas,
como hoy.
Días de largos paseos nocturnos
de refrescos/tormenta,
B lluvias torrenciales en diez minutos
corriendo por Santa Clara.

E Días de películas refugio


en el cine Barrueco
para contarnos...
G Del que nos gustaba.
Días de juegos de niñas
O de caras empolvadas en cromos
y flores con olor a naftalina.
Ñ Días de besos, de versos;
tímidos apuntes en el papel
A del chicle más duradero del mundo.
...Y los días de verano,
de las vacaciones.
Días plácidos, consentidos, perezosos...
Apretando el paso camino de la piscina
L sofocados y felices,
donde exhibíamos nuestros progresos
E entre ahogadillas tirándonos en bomba
y salpicando al indeciso,
O como haces tú.
Subversivos días sin colegio,
N con postillas, orgullosas heridas de guerra
recuerdo de batallas por el descampado...

A Días de madres con escotes,


de padres en pantalón corto
con sandalias de penitente.
R Mejor sin calcetines ¡por favor!
Días cálidos, remolones.
D Días de siestas interminables
sin sueño y con cuento,
O como hoy.
41

Me voy de este cuento


Cántame la canción que nos libere
y cuéntame un cuento.
Uno, donde nadie se acomode
donde el amor llegue lento
detrás del respeto.
Pasos, que acaricien la alegría
de alcanzarte
Que suave, se apoderen de la risa,
de la melodía de ser libres y completos.
Tú, me contaste uno antiguo,
rancio y verde...
La condena que enloquece a Cenicienta.
¿Dónde están las perdices
que no quiere la princesa?
Yo no quiero un príncipe encantado
quiero, encantarme con el príncipe.
Me voy de este cuento...
Hay un tren a las diez.

Donde quiero ser


Hay un espacio
un trozo de tiempo
donde el peso de la tierra se relaja.
Un punto exacto.
Donde aterrizan profetas
videntes del lodo
saltimbanquis no terrestres
cuerdos y fogoneros del universo.
Un lugar donde mi mundo se dilata
donde encuentro el infinito
el lugar al que regresan las palabras.
Allí, donde germinan tus flores
tus besos...
Tus versos.

Begoña Leonardo
42

Amor invisible (relato)

Los primeros acordes del piano de aquella canción siempre sonaban en mi


mente cuando menos lo esperaba. Esa melodía lenta, tranquila y pausada
que me recordaba la misma debilidad, la misma ilusión, el mismo secreto
que el de la chica de aquella letra. Era como si aquella cantante la hubiese
escrito para mí, que hablase de mí, aunque por otro lado era imposible,
porque ella era de Nueva York y yo del otro lado del charco. No sabía nada
de mi vida, ni me conocía, por lo tanto ¿Por qué iba a escribir sobre mí?
Aun así, daba igual, eso era lo de menos, la cuestión era que cada vez que
surgía aquella melodía, emergían de mí diferentes sentimientos
encontrados: Tal vez alegría, tal vez tristeza... no sé, al final, cuando acaba,
sólo sentía una cosa: pena, pena de mí, de mi vida, de mi fracaso de vida.
¿Alguna vez habéis estado enamorados? Yo sí, desde hace mucho tiempo.
Aun lo estoy... y de una persona a la que no conozco. Por no conocer, ni
siquiera sé si existe.
Apareció hace mucho tiempo en mi memoria, emergiendo de una de las
fantasías que tenía de pequeña, cuando entonces todas mis amigas salían
con sus novios y yo me quedaba relegada en casa, sin ningún plan, sola,
aburrida. Solía quedarme en mi habitación, con la puerta cerrada a cal y
canto para que mis padres no me viesen llorar, y ponía la música en alto
para dejarme llevar por las letras románticas de amores perfectos. De ahí
emergió él.
Al principio no era más que la imagen difusa de ese concepto romántico
de mi príncipe azul. Un simple chico que estaba a mi lado, enamoradísimo
de mí, y que me susurraba al oído las canciones que me acompañaban en
aquellas tardes. Pero luego, con el paso del tiempo, aquel chico empezó a
cobrar otra dimensión.
Empecé a imaginar como era su mirada, sus impactantes ojos azules con
los que me observaba abnegado, sus cejas bien definidas y sus pestañas
perfectamente alineadas. Luego dibujaba sus labios, ni muy anchos ni muy
estrechos, bordeados por una fina y delicada barba muy sutil, sus
pómulos, su mandíbula y su aterciopelado cabello rubio... una cara de un
hombre bello, varonil, de expresión serena y muy gentil.
Continué imaginando como era el torso de su cuerpo y su altura, un poco
más alto que yo, pero solo un poco, y después su forma de vestir, su
manera de sonreír, el aliento de su boca, su olor, su tacto sobre mi piel...
Así, poco a poco, con el paso de los años, fui imaginándome cada cosa de
aquel chico que me acompañaba en mis horas más solitarias, y fui
otorgándole una personalidad afín a la mía.
43

Era un hombre bueno, romántico, comprensivo, fiel... era mi hombre


perfecto, con el que bailaba al son de la canción del piano, quien me
acompañaba en mis entrañables viajes por el mundo de mi mente. ¡Y no
existía! Al menos, no en este mundo.
Hasta que llegó un momento en el que tuve que salir de mi ilusión. Él solo
vivía en mi memoria, no era real, y yo necesitaba alguien de carne y
hueso. Mi época de niña ya había acabado y el mundo que me rodeaba
era distinto, no aquel tan cruel que uno vive en plena adolescencia, y
empecé a salir, a conocer gente, a hombres reales.
Eran tan diferentes a él... De todos los que conocí, no encontré a ninguno
que se aproximase a esa visión romántica que me había creado. Mi
hombre imaginario era tan perfecto que nadie lograba superarle, y en
consecuencia, terminaba por dejarles. Eso sin contar mi absurda sensación
de estar haciendo algo malo, como si tuviera remordimientos por ser infiel
a un hombre tan perfecto, cambiándole por estos otros tan normales... Y
aun así, él me perdonaba, pues cuando llegaba a casa, sola, después de
otra noche fracasada, él volvía aparecer, ofreciéndome su mano y me
preguntaba con su amplia sonrisa - ¿Me concedes este baile? - y yo
bailaba.
Le abandoné en dos ocasiones. Dos momentos de mi vida donde ya no se
aparecía en mis sueños. La primera vez fue hace diez años, cuando conocí
a un chico que... se parecía tanto a él. Es más, creí que era él. Tanto
tiempo buscándole y al final le encontraba. Me sentía tan dichosa, tan
afortunada.
Estuve con aquel chico durante dos años: el primero fue maravilloso, el
segundo ya no tanto, donde todo lo mágico y bonito fue desapareciendo
lentamente, hasta que al final se rompió del todo. Fue entonces cuando
me dejó y volví a estar sola... bueno, sola no, Él volvió aparecer, con su
amplia sonrisa.
Pasaron los años y decidí volver a buscarle. Si podía verlo en mis sueños,
tenía que existir en algún lugar, estaba convencida de ello. Y empecé una
ardua búsqueda por toda clase de sitios, locales y ambientes sin tener
mucho éxito: Me topé con toda clase de hombres; ejecutivos, obreros,
oficinistas, funcionarios, profesores, catedráticos, informáticos,
barrenderos... y él no estaba. Tan solo conocía una especie de masa
babosa que no tenía nada que ver con la imagen que habitaba en mi
memoria... Hasta que un día me topé con un hombre, un pelín más bajito
que yo, pero muy bueno, comprensible, cariñoso... y me dije: Se parece
mucho.
Inicié así una segunda relación convencida, no tanto en haber encontrado
44

a mi hombre perfecto, pero sí de tener a aquel que más se le aproximaba.


Tal vez ya había empezado a ser consciente de que él no aparecería y
debía conformarme con lo que me daba la vida. Al fin y al cabo, aquel
muchacho era un buen hombre, aunque no fuese exactamente Él.
Pero, a medida que pasaba el tiempo a su lado... no sé, al final volvía
recurrir a mi hombre perfecto, a dejarme llevar en sus bailes en un
enorme salón vacío donde solo estábamos los dos, moviéndonos al ritmo
de un vals, con el tiempo detenido en aquellos instantes tan
emocionantes.
Terminé dejando a ese hombre que tanto me quería. Y es que yo no podía
amarlo mientras siguiera enamorada de mi hombre perfecto, y él se
merecía una mujer que le quisiera tanto como él me quería. Entonces, me
prometí a mí misma que nunca más lo volvería hacer. No estaría con nadie
por el simple hecho de que se aproximase a mi imagen de amor perfecto.
No, el siguiente sería porque de verdad le amase.
Así he llegado hasta hoy, en mi búsqueda por el amor perfecto.
Aun no lo he encontrado, y ya he empezado a asumir que jamás lo
encontraré. Porque él no existe. Sólo habita en los salones de mi memoria,
y aparece solo cuando le invoco en mi soledad.
Puede que esté viviendo una mentira, mi propia mentira, y por eso,
tumbada en el sofá de mi casa, escuchando aquella canción de piano que
habla de una mujer enamorada de un hombre a quien jamás ha visto, al
que jamás ha tocado, pero al cual conoce perfectamente, no puedo evitar
sentirme patética, absurda, tonta: Por estar esperándolo, por seguir
buscándolo, por creer que le encontraré, por pensar que él está en otro
lado buscándome a mí... Luego me detengo y digo: Vale, él no existe, pero
mi amor por él sí ¿Acaso no basta con eso? ¿No es suficiente con eso?

Roberto Arévalo Márquez


45

La historia del príncipe (cuento-relato)


Erase una vez, en un reino muy lejano, un príncipe que vivía en un gran castillo. Era el
hijo mayor del rey y a sus espaldas tenía las más grandes y mayores hazañas. Su padre,
ya anciano, se reunía con él todos los días, y trataba de instruirle en el arte de reinar para
que, cuando ya no estuviera, su hijo supiera guiar al pueblo.

Era un joven muy atento, trabajador y muy eficiente, por lo que el anciano no tenía
dudas sobre su valía. Sin embargo, había algo que fallaba. Su hijo, el futuro rey, estaba
solo. Su timidez y su falta de amistades hacían que jamás hubiera conocido una mujer.
Pasaba mucho tiempo estudiando y el poco tiempo libre que le quedaba solía emplearlo
en perfeccionar, lo que le convertía en un heredero muy huraño.

Un día el rey hizo llamar a su hijo. Se encontraba débil, y pronto debería cederle el
trono. No obstante, no quería que esto sucediera sin que el príncipe tuviera a su
princesa. Y con este mismo objetivo, tuvo una audiencia con él.

- Hijo, has de saber que un rey no es nadie sin su reina -comentó el anciano- tú has visto
mi reinado, mis logros y mis éxitos. Sabrás que todos fueron conseguidos gracias a la
reina, a tu madre.
- Claro que lo sé, padre -respondió con firmeza el príncipe.
- Pues bien, es hora de que encuentres a tu princesa. Es un imperativo que asciendas al
trono del lado de una mujer que te ayude. Y debes hacerlo pronto, pues casi no tengo
fuerzas y no me gustaría irme sin tener a mi hijo en nupcias.
46

- Pero, padre, yo no conozco a ninguna mujer que desee quererme. Ni siquiera sé lo que
es el amor.
- Tranquilo, hijo, pues los árboles del bosque arrastran un rumor. -susurró el anciano
con una pícara sonrisa- dicen que, más allá de la espesura, se encuentra una princesa en
apuros. Su madrastra, celosa de su extraordinaria belleza, ha vertido una maldición
sobre ella y ahora descansa en un sueño eterno hasta que los labios de un príncipe la
despierten. Vive lejos, muy lejos de aquí. Por eso es necesario que partas de inmediato.
Toma el corcel real y galopa raudo hasta la espesura. Allí encontrarás a siete enanos que
custodian su ataúd de cristal. Pídeles que te dejen verla, y posa tus labios sobre los
suyos para romper la maldición de su madrastra.

- Pero ¿Y si no se rompe?
- Se romperá, hijo. La maldición caerá con el primer beso de amor.
- Pero yo no la amo -contestó desconcertado.
- Es infinitamente bella, hijo mío. Cuando la veas, quedarás prendado por su belleza y la
amarás. Entonces tus labios se convertirán en el néctar de su salvación.

El príncipe, sin rechistar más a su padre, tomó el caballo real y galopó tal y como le
había ordenado el rey. Viajó por el bosque, cruzó el río, ascendió por las más altas
montañas y sufrió al solitario desierto, hasta que al fin entró en la espesura del lejano
reino.

Entonces, el tímido príncipe aminoró la marcha, mientras se sumergía en sus miedos


acerca de la belleza de la muchacha a la que debía despertar. ¿Y si no se quedaba
prensado de ella cuando la viera? ¿Y si al posar sus labios, ésta continuaba dormida?
Jamás se había enamorado, no sabía lo que era el amor, y tampoco le daba muchas
garantías aquello de encomiarse al azar, a la probabilidad de quedarse atrapado de la
mujer más bella. Todos sus logros habían sido fruto del trabajo y esfuerzo, y que todo
quedase en el aire, a la espera de que una emoción apareciese en el instante de
encontrarse con ella, sólo le creaba más inseguridad. Pero prosiguió con su camino
hasta que topó con los siete enanos a los que había hecho mención su padre.

- Buenos días -irrumpió con la voz quebrada- Soy un príncipe de lejanas tierras. El
bosque dice que aquí hay una princesa en un eterno sueño.

Los enanos le miraron con desconfianza, recelosos por si se trataba de algún tipo de
artimaña de la madrastra de la muchacha, pero tras deliberar entre ellos, y de analizar
las facciones del apuesto príncipe, optaron por dejar que la viese.

Finalmente se encontró con ella. Sí, era hermosa, y metida en aquel ataúd de cristal daba
cierta sensación de fragilidad. El príncipe la miró detenidamente, con un nudo en la
garganta y con un peso en el estómago que jamás había sentido. ¿Sería el amor? Se
preguntaba, y sin más dilación, se acercó a ella y acarició las pálidas mejillas. A su
alrededor estaban los siete enanos, todos expectantes.

- ¿Por qué no la besa? -preguntó uno de los enanos.


- Tengo miedo de que no se despierte, que mis labios no sean aquellos que la saquen de
la maldición
- Si está enamorado de ella, su beso la despertará. No tema.
47

- Pero no sé si esto es amor o sólo es miedo a fracasar por primera vez en mi vida. Me
siento extraño. Siempre he estado muy seguro de mí mismo, porque mis éxitos
dependían de mi esfuerzo, y me he esforzado siempre mucho. Pero ahora, no depende
de mi perseverancia o de mi trabajo, sino de la suerte.

- Pero príncipe, eso es el amor: suerte. ¿Por qué no la besa y así sale de dudas?

El príncipe miró a los enanos y luego a la dama que yacía a su lado. Era cierto, era muy
hermosa. La mujer más bella que había visto a lo largo de su vida. Era imposible no
enamorarse de ella. Hizo acopio de valor y se reclinó suavemente sobre ella. Sus labios
sólo se posaron como una leve caricia, para luego aferrarse con más energía, como si
desease que a través de ellos la muchacha recobrara las ganas de vivir y despertara de su
sueño. Se reincorporó y esperó unos segundos, extasiado por la emoción que fluía por
sus venas, convencido de que ésta despertaría.

Pero la muchacha no despertó. El príncipe lo intentó de nuevo, ahora con más fuerza, y
después probó tres veces más, incapaz de creer que sus besos no sirvieran para ayudarla.
Pero la princesa siguió dormida y la tristeza y la pena inundaron el lugar, donde todos
los presentes lloraron por ella. Todos salvo el príncipe, quien lloraba porque, antes del
amor, había conocido el fracaso.

Roberto Arévalo Márquez


48

sábado, mientras baño a mis hijas…

Isabel tiene 12 años. En su cuerpo (abrigado por mis besos) se adivina el


mar de hormonas que la inundan, irrumpiendo en su cerebro con la
necesidad animal de sentirse mayor.
Dentro de su piel, su corazón fluye tan vertiginosamente que casi puedo
acariciarlo con mis manos.
La comparo contigo y con tus amigas, niña desconocida, con esa miseria de
vida que os compra y os vende como perras en edad de parir, cuando sólo
sois niñas sin infancia en edad de jugar…

Jasmin

era la mejor,
de lo peor.
Sus amigas
la llamaban
Labios de Oro y
con sólo 14 años
(una noche)
se acostó
con 12 soldados
italianos.
—Seguro que Dentro,
no durmió—. apoyado en un
Son las once de contenedor,
la noche en la espera un soldado.
Sarajevo, —Esta vez
en la base militar es francés—.
de la OTAN. Pagará 50 marcos
(La que los alemanes
defiende). por una felación.
La niña, Pero ella se
que no lleva llevará 10.
minifalda Seguro que el soldado
para no quedarse tiene madre,
atrapada o hermana,
entre las alambradas, o hija,
pasa escondida que es peor…
en un asqueroso Y seguro que no sabe
abrazo de (el mal nacido)
Yolanda Sáenz de
la noche. que Jasmin, Tejada
esa noche,
al volver a
su casa,
desapareció.
49

DICE GUILLESPIE
Dice Guillespie que la muerte no es lo peor
que no es el dolor la mejor escuela
ni el hambre nos convierte en campeones.
Dice Guillespie
que no son más fuertes quienes más pueden
que los son quienes más resisten
quienes de la derrota levantan caricias.
Dice Guillespie
que lo más peligroso nunca es el peligro
que lo más peligroso es la seguridad
con la que eludimos siempre el mismo peligro.
Dice Guillespie
que no es un hombre acabado
que es sólo un hombre que está acabando
que nunca el final sustituye al fin,
porque en realidad
dice Guillespie
que le dijo Parker
que le contó Cortázar
que en lugar de hacer el amor
ya va siendo hora
que el amor nos haga.

Uberto Stabile
50

Rostro Interminable

F El libro total es tu cuerpo. Y para todas


O
T las leyes del ciclo,
O
G
aplica las variaciones del nombre.
R Vuelve a los mismos materiales
A
F
22 letras + un punto + un espacio + una coma.
Í Como esa vez que regresas
A
a una biblioteca desconocida
P donde una serpiente se muerde la cola.
E
D
R
O
Caótica musa de vida. Renacen los sexos,
figuración abierta, semántica del deseo
C
H senos suspensivos, medias con tinta,
I secretas despedidas, voluptuosidad
N
C ilimitada.
O
A
Subes en la parada de un labio
bajas lentamente hacia una nube

de pezones mamantis
servidos en una bolsa
de incertidumbre al vacío.

Apoya el boca a boca. Aprueba el curso


de liberación humana. La noche es cíclica
la imagen retornable. El lenguaje
Pedro ensaya combinaciones narra conflictos
se posiciona
Chincoa muta suave
cuela incorrecciones
esculpe curvas
refuerza el placer.

Para un masaje cardíaco

inyéctese dopamina.
51

Lo que sé de mutaciones

Lo sabemos
desde hace tiempo
nosotros
los europeos
los yanquis
los chinos
la especie invasora
somos como la perca del Nilo
nocivos si hablamos de efectos
en un ecosistema de infarto
donde caen balones de oxígeno
parcheados con tiritas
de cualquier oenege
¿Y las causas?
Piénsalo
cuando esperas tu turno
en el mercado
observa
el ojo del pez como suda
quién sostiene
esa mirada inquietante.

Pedro Chincoa
52

Porque
Y qué hago
Porque tengo huesos y sed
Y qué hago con el alma y te debo y me debes cosas
ésta que no existen
que se mudó de mí ni tienen latido.
qué hago con la luna de mi
calle Porque los años no curan los versos
con lo escrito en mi retina los enredan
qué hago los inclinan hacia la voz
qué hago que guardas en las cenizas sobre la
vagando tierra
entre bloques altos como el un árbol
cuello que esconde su piel de gallina
que no se deja tocar y con y no se aparta de ti
ni de aquel hortelano
las llaves de casa
que llora
y las del miedo
todavía.
qué hago con lo vivido en
invierno
Porque hay hombres que anidan las
colgando en las manos
venas.
y lo que debe venir y no
Que no se los lleva el aire.
viene qué hago
si la paz y la lanza
si la ternura y el fuego
si la razón se dispara
y se estrella todita contra
este milenio
huérfano de nadie
escarmentado de besos
Virginia
que no sabe qué hacer
consigo
Barbancho
vencido qué hago
con la mitad ajena
o qué
con lo que ya nunca ha
sido.
53

BIENVENIDO A LA REPÚBLICA INDEPENDIENTE DE TU CASA


(relato)

Hoy no tengo nada que contar. Mi vida es un coñazo. Bueno, podría contar lo
que hice ayer. Ayer fui a trabajar. Luego fui a comer. Un menú barato. Entre el
café y la copa de coñac me estuve trabajando a la camarera. Está buenísima... La
copa de coñac, digo. La camarera, pues verán, un poco como yo, fea y algo
gorda. Pero es igual, ambos necesitábamos follar. Lo hacemos a menudo.
Siempre hay un roto para un descosido. Te paso a buscar a la salida. Podrías
pasar por IKEA y comprarme una mesita pequeña de estudio. Joder, me va a
salir caro el polvo. IKEA está a cascarla de aquí. Grandes pasillos que recrean la
casa de tus sueños. De tus sueños proletarios. Artículos baratos y de baja
calidad, pero bonitos. Me dieron un metro de papel y pensé que era para
medirme la polla. 24. Le dije a una chiquilla que pasaba por allí… ¿y tú, qué es
lo que te mides? En el camino a IKEA bebí demasiado coñac. Los de seguridad
me sacaron del brazo. Lo bueno es que no tuve que pagar la mesita, se
olvidaron que llevaba un objeto de la mano. Unos fascistas. Joder, y eso que es
una república independiente, si llega a ser una monarquía totalitaria igual me
encierran en la Bastilla. Un rato después me fui a buscarla. A su casa, la casa de
mis sueños. Yo tomé la Bastilla y ella su anticonceptivo. Después montamos la
mesa de IKEA. Sin instrucciones. ¿Quieres casarte conmigo?, se escapó de mi
boca.

Mario Crespo
54

Mi ego
discrepo
con mi ego
todo los días
por el simple hecho
de arrebatar
unos míseros segundos
a la cruel realidad
que rodea nuestras ciudades

el paro

el hambre
y no hace falta irse ya a África

la falta de formación
y la poca educación
que ello conlleva

la necesidad de una buena hostia


a tiempo
a muchos malcriados
delincuentes precoces
y carne picada
de esta sociedad
que poco o mucho
le da igual
asuntos así

el miedo a salir
a sobrepasar el umbral
de mi bloque
por si tropiezo
con el tío del frac

mi recelo
a dejar de dialogar con mi ego
pese a darme jaque mate
diario
y tener que curar
las heridas de mi rey
con algún ansiolítico

prefiero
estar encapsulado
con mi ego
y mis tristes pelotas
a que cualquiera
de los terrores anteriores
me las castre.
55

F
O
T
O
G
R
A
F
I
A

Á
N
G
E
L

R
O
D
R
I
G
U
E
Z

empollón

era un empollón

UN EMPOLLÓN

y eso

antes

igual que ahora

es motivo para arrinconarte

ser y hacerte distinto


por obligación de los demás

los que de enanos


inician carrera de matones

prescindí del estudio


casi un año

a cambio
me alineé
con la jet set de la clase
56

las notas cantaron solas


como los capones de Don José
mi profesor
al conocer los motivos

volví a la clase obrera


con la sensación
amarga
del que se sabe descolocado

ninguneado

desalojado

igual que ahora.

Ángel Rodríguez Muñoz


57

F
O
T
O
G
R
A
F
Í
A

E
V
A

M
Á
R
Q
U
E
Z

Si existieras
mujeres que vuelan
El invento a dos metros del suelo
interesantes
paso uno inteligentes
guardar el alma en un lugar impecables
húmedo y oscuro que te descolocan
paso dos que te arrastran
verterla en un cuerpo en ebullición que te manejan
paso tres que te hacen víctimas
remover cuidadosamente de su deseo
sin derramar una gota que vuelan
hasta que el alma se disuelva que trato de atrapar
o esperar a que el cuerpo se haya consumido sin más éxito
paso cuatro que el fracaso
difrute y contemple de ver como se alejan
la propia desaparición. dejándome el recuerdo
de su ausencia
a dos metros
del suelo.

Mario Fernández
58

Soy NADA

Soy la mujer más hermosa


Los camareros me silban
Mientras compro tabaco
Y me agacho para recoger la
vuelta

Apuntándoles con
mi trasero
Hermoso Soy la mujer más
Porque soy la mujer inteligente
más hermosa Resuelvo problemas
ajenos
Todo el mundo
escucha
Y desea mis opiniones
Inteligentes
Porque soy la mujer
más inteligente

Soy la mujer más simpática


Ilumino viviendas oscuras
Donde la gracia no habita
Resplandezco con mis ojos
Simpáticos
Porque soy la mujer más
simpática
Frente a mí se sienta
Pero, entonces, un día subo al una mujer
metro Aún más hermosa
Convencida Más inteligente
De ser la mujer más hermosa Más simpática
Más inteligente
Más simpática La miro
Totalmente convencida La observo
La analizo

Yo soy diminuta
Estúpida
Aburrida

Y la diosa
Ada Menéndez
Ni percibe mi
presencia.
59

Soñé una tinta dentro de mi corazón,


tan repentina y lenta como mi amar y de un color
cualquiera.
Soñé un significado dentro de mi ser,
una marisma de escombros y caricias.
Soñé una tarde en que los pájaros de la ciudad
recortaban las grúas del centro,
y el viento había muerto por inanición,
y el Sol mal suponía que éramos de arena, nos abrasaba.

He ahí la síntesis. Lo único que puedo recordar.


El resto pertenece a la realidad, y no es fiable.

Lluís Pons Mora


60

La tarde siguiente a la noche que


subimos a la sierra a cazar estrellas
cayó una tormenta de rayos y truenos en
medio de agosto,
y gracias a ella se limpió el patio y el
corazón de nuestro amigo,
de nuestro amor, de nuestra casa.

La noche anterior a la tarde que cayó la


tormenta de verano
vimos varias perseidas tirarse sobre las
montañas,
fumamos marihuana todos juntos al filo
del barranco,
y pasamos frío; hacía mucho frío,
y gracias a él nos arrejuntamos, nos
refugiamos unos en otros,
y se congeló el corazón del enemigo.

Lluís Pons Mora


61

Quiste paterno Recuerdo que sueño

Estamos hartos Dibujo una nota musical


pero no subimos las que en el recuerdo suena
manos al pensamiento absorto.
Nos comprometemos
haciendo que nuestras En el espacio onírico
sombras respondan las formas indescifrables vigilan
a ultranza desacomodando sin extenuarse
por la firma aprisionada la fantasía que nos lee desde dentro.
en el papel
Nos compadecemos del
vecino
dejando correr la propia
sangre Aliento de vida
por el hediondo pasaje Inhala la muerte para sobrevivir a la desgracia;
del vertedero
Sólos, en el nirvana que entierra el hambre.
Repudiamos la riqueza
desigual Las palomas del parque no comulgan con esa pazni
a cambio de la miseria los poemas cobran por la desgracia hecha arte.
equitativa
Suplicamos al cielo
por lo que debemos
hacer
y no para corresponder
por lo que hemos hecho.
David Morán
62

Á
N
G
E
L

S
Á
E
Z

G
A
A VUELTAS CON LOS
R
CONDONES C
Í
(NO ME TOQUES LOS CAJONES)
A
No hay quien a “rojilla” entienda.
Quien sufría candidiasis
Reprocha que satiriasis
No exhibiera antaño el menda,
A la hora de la merienda.

Que el coito se retrasara EL “AFFAIRE” DE PALMA ARENA


Me propuso y que comprara
Preservativos aduje, Algo huele a putrefacto
Sí, hasta el cielo del empuje En la España del momento.
Y el orgasmo, y no olvidara. Da la tele el documento
Y, además de grima, el acto
A la cita no acudió Da asco, por falta de tacto.
Quien cien excusas me dio,
Un rimero de embelecos. ¿Quién se saltó lo ordenado
Con los lagrimales secos, Y no siguió al delegado
Servidor la repudió. Del Gobierno? ¿Qué decencia
O presunción de inocencia
Vivió el quinteto, esposado?
63

No sé si quiero
No sé si quiero saber
cuánto pasa por el mundo.

Saber qué está ocurriendo


con estas gentes,
en esas calles y esas plazas.

Que me cuentes con voz de cada día,


que me enseñes con precisión
de última conquista electrónica,
las caras y los cuerpos
de esos que no saben

"lo mucho que hemos avanzado".

No sé si quiero
María Rosa Comas Cerdá

saber que no es posible,


el ruedo de una flor enamorada
del sol y de la lluvia,
que no es posible la bienvenida
de una voz en una lengua
distinta a la del que llega,
ni una mano blanca sosteniendo
el desmayo de una mano negra,

ni un trozo de pan compartido,

ni la dulce sonrisa
de una madre que amamanta
sin miedo a violentos personajes,
ni angustia por dolorosos presagios.

Un rostro de mujer,
son muchos rostros.

Un niño aterrado,
son muchos gritos de niños asustados.

Un hombre con miembros amputados,


son muchos hombres sin mañana.

Porque su miedo es el Miedo,


Porque su hambre es el Hambre,

Porque su muerte es la Muerte.


64

Silencios Dormidos
De la seda de los sueños
y del agua de los llantos,
la memoria es una cuna;

donde duermen los silencios


que se envolvieron
en hilos de seda y sal.

Mejor que duerman;


si se despiertan
tendrán su metamorfosis;
María Rosa Comas Cerdá
serán palabras

que irrumpirán con fuerza,


rompiendo los cimientos
de todo lo construido.

Ausencia

En esta orilla...
todo es silencio.
Sin un murmullo
las olas lamen la arena,
y con sigilo se retiran.

Quedan al sol:
los peces muertos,
conchas que contuvieron vida,
largos tallos de algas
escupidas sin pudor
por un mar implacable,
yo sin palabras,
y tus recuerdos.
65

Te conté lo que nunca dije:


lo oíste respirado en mis pechos

de caracol asustado en una madrugada

de marzo.

Pasó abril y en septiembre

respondiste a mi secreto

con hojas perdidas del árbol

que abrazaste cuando decías

mentiras que quise creerme.

Lo peor de todo

te lo digo ahora.

Leire Olmeda
66

64 MUJERES FUERON ASESINADAS POR SU PAREJA EL AÑO


PASADO EN ESPAÑA

LEGÍTIMA DEFENSA

Cuando el juez le preguntó


Por qué tuvo que matar, Mona, seria, respondió:
-Fue el calor y la humedad-.

Nacho Vegas.

Lo hice porque tenía que hacerlo.

Me lo pedían
las varices.
Me lo dijo el
espejo.

Lo hice sin más motivos


que mi tristeza.

Lo hice porque me dolía


la conciencia. E
Porque me dolía la espalda. V
Porque me dolía la fregona. A
Porque me dolía su carne
Asfixiándome el útero cuando
V
tenía que descargar.
A
Lo hice porque me dolía Z
la artrosis
que me dejó en las últimas
vértebras rotas.
67

Lo hice porque aún


me quedaba sangre
en los pechos
de su último
mordisco.

Lo hice porque había que hacerlo.

Lo hice porque a los niños


les hubiera gustado
que fuera él…

Y no yo.

Eva Vaz
68

La película que nunca vi (relato)

No me siento culpable. Si Begoña me hubiera esperado a la puerta del cine, nada de esto
habría ocurrido.
Así es que llegué tarde, como siempre.
—Es allí —le dije al acomodador, al divisar la nuca familiar de Begoña y un asiento
libre a su derecha.
El cine estaba de bote en bote. En la pantalla, la acción transcurría de noche.
—Hola, cariño —dije a mi chica. Y la besé en la mejilla mientras, como de costumbre,
introducía mi mano en su entrepierna.
—¡Aaaahhhhhh! —chilló la otra, como la sirena de una fábrica.
El tipo de al lado se sobresaltó.
—Asun, ¿qué ocurre?
A la tal Asun le había dado un ataque de nervios. Y a mí, el mayor sofoco de mi vida.
Me había equivocado de chica.
Antes de que el otro me soltase un guantazo de órdago, me estaba escurriendo de mi
asiento.
La bofetada le llegó, como un obús, a un tipo de la fila de delante, que se había girado
para saber qué pasaba. Yo, en mis prisas por huir, pisé salvajemente a un señor gordo y
me di de bruces con un niño que comía cacahuetes. La esposa del agredido gritó, sin
69

saber a quién:
—¡Salvaje!
El niño arrollado gimió:
—¡Mamá! ¡Mamá!
Un individuo de la fila de atrás se indignó:
—¡A ver si se callan!
De dos filas más allá se oyó:
—¡Que nos dejen ver la película!
Un amigo del que recibió el guantazo se rebulló y pegó a ciegas. También se equivocó
de destinatario.
—¡Su puta madre! —se indignó el recién llegado a la trifulca.
—¡Mi niño! —se desesperaba la madre del chaval de los cacahuetes.
—¿Qué pasa allí? —preguntaba otro, gritando.
Un acomodador corría por el pasillo, con un zigzagueante haz de linterna delante de él.
Tropezó con un espectador que se había levantado a fisgar. También dijo:
—¡Aaaahhhhhh! —mientras esquiaba sin esquíes por el pasillo central.
Al final se oyó:
—¡Craaaac!
Y otra voz femenina:
—¡Federico, un señor está encima de mí!
—¡Mi niño! —seguía la madre de antes.
—¡Su padre! —se oía dos filas más allá.
—¡Toma, tú! —antes de un sonoro cloc en otro lado.
—¡Que no se oye la película! —llegaba desde el fondo.
Uno de la primera fila de arriba, que se había asomado a ver qué pasaba, cayó con
estrépito sobre el patio de butacas.
—¡Desgraciado! —se seguía oyendo abajo.
—¡Mi marido! ¿Qué le hace a mi marido?
—¡La luz! ¡Que den la luz! —entraba en liza otra voz.
—¡Un hombre que vuela! —había gritado uno que vio caer al del gallinero.
—¡Que venga la policía! —intentaba imponer una persona de orden.
—¡Federico, que me violan!
—¡Mi niño!
—¡Maricón!
Cuando llegó la luz, a mí me cogió gateando por el pasillo lateral, muy cerca ya de la
puerta de salida. Entre doscientas y trescientas personas se hallaban enzarzadas en un lío
70

fenomenal. El tenue ruido de unas sirenas se aproximaba desde fuera.


Al día siguiente, como si nada hubiese pasado, le dije a Begoña:
—Ya podías haberme esperado en el cine.
—Y te esperé —respondió—. Pero ayer el espectáculo se dio en el cine “Ideal”, al otro
extremo de la ciudad. ¿No has visto el periódico?
Me quedé lívido. Así que me había equivocado de película. Un grueso titular del
periódico ponía: “Vandalismo en un cine”. Después explicaba: “Cincuenta heridos, tres
violaciones, quince carteras robadas y daños por valor de dos millones y medio de
pesetas”. En otro destacado, el periódico aventuraba una hipótesis: “Se sospecha de una
banda organizada de delincuentes juveniles”. Y acababa con una llamada: “¿Hasta
cuándo tendremos que seguir aguantándolo?”
Un sudor frío comenzó a correr por todo mi cuerpo. Inocente, Begoña preguntó:
—¿Vamos otra vez al cine?
Pero yo no he vuelto nunca más.

Enrique Arias Vega


71

Alberto Batania

El jardín botánico

Entre el gris de los geranios y un trébol de jilgueros,


en la línea recta que va de Lauros a Basauri,
bajo robles y encinas, perales y manzanos
que no siempre están en flor,
allí me enamoré de Iratxe y su boca sin calendario.

Todo fue así, tal como digo,


pero, al ser yo un proyecto de poeta,
quise demostrar en verso
la amplitud de mis sentimientos,
y leídas en las grandes páginas de la poesía universal
las palabras excelsas que se deben escribir,
pronto me olvidé de esos nombres,
pues me parecían
demasiado simples,
demasiado pobres,
72

demasiado claros,
y halladas en los libros las palabras
(nunca sabidas hasta entonces)
de rododendro, meliloto y aladierno,
los pájaros
(nunca vistos por mí)
como la oropéndola o el aguanieves,
lugares
(a los que nunca he ido)
como Tracia, Arcadia y Antioquía,
nombres de mujer
(ya olvidados)
como Tisbe, Perséfone o Deyanira,
elegí éstos para referirme a aquéllos,
y en lugar de escribir, por ejemplo,

Iratxe camina entre los ciruelos de Lauros...

escribía esto:

Deyanira vaga entre los rododendros de Antioquía...,

sin saber qué mujer pudiera ser Deyanira


(nunca conocí ninguna)
qué árbol sea un rododendro
(pero es tan bella, la palabra)
qué lugar Antioquía
(sonoro, refulgente, señero).
Pero un día,
paseando por El Prado,
me dio por entrar
en el Jardín Botánico,
y cuando vi lo que realmente era
un aladierno,
lo que realmente era
un rododendro,
73

lo que realmente era


un meliloto,
me quedé muy confundido:
no, la realidad no confirmaba
la belleza de sus nombres.

Desde entonces ya no quiero Deyaniras


sino Iratxes.
No quiero oropéndolas
sino jilgueros.
No quiero rododendros
sino los manzanos de Lauros,
aunque no siempre estén en flor.
74

LIMPIEZA (relato)
Marcelina se levanta cuando todo el mundo sueña, antes incluso de que los
tenues rayos de un desganado sol por tan inmemorial rutina, intenten
calentar el cuerpo y el alma (si la tuvieren) de los desdichados
madrugadores, prestos para acudir a sus lugares de trabajo donde cada día
mueren un poco más, a cambio de conseguir el pan y la sal.
Marcelina, antaño luz y ahora la sombra más errante de esta ciudad que
huele a muerte en cada rincón.

Marcelina, ducha fría en esta alborada sin cantos de pájaro. Y, de


desayuno, las lágrimas de la noche anterior. Noche sin luna, por
supuesto. En esta ciudad no hay poetas.
Marcelina, camino al trabajo. A un lugar donde se derraman los sueños.
Donde los hombres expulsan sus miserias en sórdidos habitáculos en los
que proyectan los monitores de televisión toda clase de escenas de sexo
muy explícito.
Marcelina, limpia, fija y da esplendor a esas infectas cabinas donde las
miserias de sus ocupantes son derramadas a cambio de unas monedas.

Marcelina, a veces ríe. Pues seguro que alguna de estas miserias que
recoge ha podido ser provocada por ella. O por lo que fue ella.
Marcelina fue conocida hace tiempo como Mengana Bananas, toda una
estrella del porno clásico (sí, en el porno existen los clásicos).

Marcelina sabe que alguna de las míticas películas que protagonizó junto
al malogrado Fulano Flauta aún se visionan en estas cabinas. Toda
aquella generación de actores, la mejor generación de actores del cine X
han sido olvidados. Y el abismo los devoró. A todos, excepto a Marcelina
quién, pese a todo, pudo levantarse.
Marcelina ahora limpia los blancos, espesos y pegajosos fluidos que
derraman los clientes del sex-shop al visionar, después de tantos años,
sus películas.
Marcelina así se siente y se sentirá siempre Mengana Bananas. Y no
pierde, ni perderá nunca, su único patrimonio. Su orgullo.

Andrés Ramón Pérez Blanco


75

En las noches errantes la


luna, desdentada, devora
sueños.
Me derramé en ti: lloré
recuerdos.
Ausencia de cariño en
las miradas.
No te ensucié con mis
viscosas miserias. Sólo
brotaron lágrimas en el
tiempo de alquiler.
La luna, desdentada, por
asolar las almas de
meretrices y poetas
atormentados.

Andrés Ramón Pérez Blanco


76

Aunados

Los otros personajes me expulsaron


de todas mis películas

Me diluyeron, me exoneraron
me fusilaron o enterraron vivo

Me extirparon los otros personajes


alentados por el director o por el guionista

Según cada propuesta fílmica


por los productores, por los técnicos
y una vez hasta por mi representante

No desisten en colaborar
en la concepción irrefrenablemente mutilada

de mi trayectoria.

Rolando Revagliatti
77

¿cuánto papel se necesita


para disecar el cadáver de un niño?

¿cuántas veces habría que repetir


la palabra sangre
hasta conseguir un olor semejante?

¿cuántos pares de ojos caben


en uno solo de los gritos
desgarrados entre labios?

¿cuántas veces repetirme


el valor de la libertad
para no lanzar la piedra?

¿cuántas veces convencerme


de esta misma libertad?

¿qué lluvia es necesaria


para borrar el rastro
de lo que nunca he hecho;
cuántas palabras para creer
en las palabras
y una vez más, así, justificarme?

¿cuántos humos deberé disimular


para no hacerme consciente del incendio?

Juako Escaso
78

Yo,
quien se escurre en
giros,
que se escudriña
bajo la sombra
interminable
de los últimos versos
punzantes,
afilados, ladeados,
ecualizador de la
verborrea
sin piel, escamas
ni saliva espumosa,
no soy poesía
Esto
no es
poesía
Aquí
y ahora
nada es poesía.
Y te preguntarás:
¿y entonces, qué es la
poesía?
¿Dónde se encuentra?
La poesía
no es más
que todo lo que creías
que no era.
Todo lo que
no has sabido
sentir
ni vivir,
hasta esta palabra
hasta este verso.

Hasier Larretxea
79

(Según estricto orden de aparición)

Dioni Blasco (http://dionisioblasco.blogspot.com/)


Ángel Petisme (http://www.angelpetisme.com/)
Francisco Cenamor (http://franciscocenamor.blogspot.com/)
Santiago Tena (http://stenapoeta.blogspot.com/)
José Ángel Barrueco (http://thekankel.blogspot.com/)
Ana Vega (http://elcuadernogriego.blogspot.com/)
Marta Zafrilla Díaz (http://nuncaprendiasilbar.blogspot.com/)
Javier Das (http://callados.blogspot.com/)
Isabel García Mellado ( http://laotrapequenyita.blogspot.com/)
Jorge Ampuero (http://jorgeampuero777.blogspot.com/)
Ana Pérez Cañamares (http://elalmadisponible.blogspot.com/ )
Gsús Bonilla (http://gsusbonilla.blogspot.com/)
Catalina Gómez Parrado (http://relatossorprendentes.wordpress.com/)
Dani Orviz (http://novedadesincreibles.blogspot.com/)
Eduardo de Diego Andradas (http://elleteoenverso.blogspot.com/)
David González (http://www.davidgonzalezpoeta.com/)
Víctor Sierra (http://victorsierra.blogspot.com/)
Inma Luna (http://inmalunatica.blogspot.com/)
Ana Patricia Moya (http://www.revistagroenlandia.com/ana_patricia.htm )
Begoña Leonardo (http://aquinohaycerraduras.blogspot.com/)
Roberto Arévalo Márquez (http://esperandoserleido.blogspot.com/)
Yolanda Sáez de Tejada (http://yolandasaenzdetejada.blogspot.com/)
Uberto Stabile (http://ubertostabile.blogspot.com/)
Pedro Chincoa (http://chincolandia.blogspot.com/)
Virginia Barbancho (http://jardinesprivados.blogspot.com/)
Mario Crespo (http://mariocrespo.blogspot.com/)
Ángel Muñoz Rodríguez (voltios) (http://angelrodriguezpoeta.blogspot.com/)
Mario Fernández (http://www.bubok.com/libros/10300/antes-de-ti)
Ada Menéndez (http://gotasdelcantabrico.blogspot.com/)
Lluís Pons Mora (http://lluisponsmora.blogspot.com/)
David Morán (http://neurocosmo7.blogspot.com/)
Ángel Sáez García (http://blogs.periodistadigital.com/otramotro.php)
Mª Rosa Comas (http://mrcomas.lacoctelera.net/)
Leire Olmeda (http://saturada.blogspot.com/)
Eva Vaz (http://minombre.es/evavaz/)
Enrique Arias Vega (http://www.articuloz.com/authors_159838.html)
Alberto Batania (http://neorrabioso.blogspot.com/)
Andrés Ramón Pérez Blanco (Kebran) (http://elkebrantaversos.blogspot.com/)
Rolando Revagliatti (http://www.revagliatti.net/)
Juako Escaso (http://deliciosamentira.blogspot.com/)
Hasier Larretxea (http://www.hasierlarretxea.com/)
80

Declaración de Intenciones 4
Dioni Blasco 8
Ángel Petisme 10
Francisco Cenamor 12
Santiago Tena 13
José Ángel Barrueco 15
Ana Vega 18
Marta Zafrilla Díaz 20
Javier Das 21
Isabel García Mellado 23
Jorge Ampuero 24
Ana Pérez Cañamares 25
Gsús Bonilla 26
Catalina Gómez Parrado 28
Dani Orviz 29
Eduardo de Diego Andradas 32
David González 33
Víctor Sierra 35
Inma Luna 36
Ana Patricia Moya 37
Begoña Leonardo 40
Roberto Arévalo Márquez 42
Yolanda Sáez de Tejada 48
Uberto Stabile 49
Pedro Chincoa 50
Virginia Barbancho 52
Mario Crespo 53
Ángel Muñoz Rodríguez (voltios) 54
Mario Fernández 57
Ada Menéndez 58
Lluís Pons Mora 59
David Morán 61
Ángel Sáez García 62
Mª Rosa Comas 63
Leire Olmeda 65
Eva Vaz 66
Enrique Arias Vega 68
Alberto Batania 71
Andrés Ramón Pérez Blanco (Kebran) 74
Rolando Revagliatti 76
Juako Escaso 77
Hasier Larretxea 78
Datos de los autores 79
81

“Mis palabras suben volando, mis pensamientos se


quedan aquí abajo; palabras sin pensamientos nunca
llegan al cielo.”
William Shakespeare
82

Esnifando letras: recopilación de la Bitácora “Cosas que nunca te diré”


gestionada por Eva Márquez (Año 2009)
Dirección web: http://cosasqnuncatedire.blogspot.com
Email: Enaipau@gmail.com

Publicación electrónica gratuita.


Editada, maquetada y diseñada por Eva Márquez.
Fotografías de Ángel Muñoz Rodríguez (portada, contraportada e imagen de la
página 55), Pedro Chincoa (página 50), Ana Patricia Moya (página 38), Eva
Márquez (páginas 2, 6, 7, 57, 81 ), Juako Escaso (página 77) e Ignacio Navas
(página 71); el resto de las imágenes, han sido extraídas del banco de imágenes de
Google y pertenecen a los respectivos autores retratados en ellas.
Todos los contenidos de esta publicación están protegidos bajo Licencia Creative

Commons.

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