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1. Troncalidad y familia.
Yo creo que el Art. 811 CC ha de situarse en el gran debate del siglo XIX,
que fué el del sentido de la foralidad ante un código civil general de las Españas. El
derecho foral Navarro esta basado en la autoridad del padre, la conservación indivisa del
patrimonio familiar y la elección de un sucesor a un patrimonio indiviso. Ahí, en ese
contexto, se sitúa la troncalidad del derecho foral Navarro. Mientras que el derecho
sucesorio de Castilla, al contrario que el Navarro, es divisorio y desvinculador, su
principio fundamental es el de dividir la herencia lo mas posible, para evitar la
formación social de castas propietarias y desvincular la propiedad, y además para acabar
con los privilegios hereditarios de la nobleza.
Las fuentes Navarra, que aparecen dispersas y asistemáticas en el XIX, no tienen una
regulación coherente y univoca de la troncalidad. Aparece reconocida y regulada en el Fuero General,
para recordar que las heredades del muerto sin hijos no han de tornar a los padres y ascendientes sino a la
hermandat o a los mas cercanos parientes de donde provienen los bienes (Capitulo VI, titulo IV, libro II),
y parece, aunque esto es mas dudoso, que en los bienes troncales el llamamiento es individualizado y
respecto de dichos bienes no hay partición entre los hermanos (capitulo IX del mismo titulo y libro).
Cuando por ley 44 de las Cortes de Tudela de 1583 se introduce con carácter general la sucesión de
ascendientes, oponiéndose en este punto al Fuero General, se hace necesario recordar a continuación por
leyes de las cortes de Pamplona de 1596, 1600 y 1604 (Novísima Recopilación de Joaquín de Elizondo,
Leyes IV, V, VI, del titulo XIII, del libro III), que en los bienes troncales debe seguirse el fuero y los
bienes volver al tronco de donde provienen. En el XIX unánimemente aplicaba la troncalidad solo a los
bienes raíces de abolengo, considerando el termino troncal como análogo a inmueble, el llamamiento
preferente se determinaba desde el origen de los bienes entre los herederos legales del causante de la
reserva (véase Yanguas, Diccionario de los fueros del reino de Navarra, reedición de la edición de 1828-
29, Institución Príncipe de Viana, Pamplona 1964, Pág. 224). A mi me parece que el gran problema con
el que se enfrenta la troncalidad en Navarra en los albores del XIX es deslindar entre sucesión troncal y
sucesión en los mayorazgos. La doctrina Navarra se decanta por entender que en Navarra se aplica la
legislación desvinculadora aunque continua vigente el régimen histórico de sucesión troncal (ALONSO
Recopilación y comentario de los fueros y leyes del antiguo Reino de Navarra, reedición Pamplona 1964,
Pág. 410 y sigs.). La jurisprudencia del Tribunal Supremo interpretando el derecho histórico de Navarra
entendió con anterioridad al código que la troncalidad en Navarra significaba la exclusión del
llamamiento a los ascendientes en la sucesión legal, pues antes de llamar a ascendeintes se debia llamar al
tronco de donde los bienes proceden (STS 9 nov. 1868), y que la sucesión troncal se refería solo a la
sucesión de los inmuebles no de los muebles (STS 9 de mar. 1871). La interpretación que se hace del
régimen de la troncalidad en el derecho Navarro en la época inmediatamente anterior a la codificación es
que ha perdido el sentido de sucesión vinculada (desde el origen primero de la reserva a una línea o linaje
propio de las vinculaciones y mayorazgos) y se configura como exclusión del llamamiento a ascendientes
en la sucesión intestada de los bienes raíces, y seguramente como indivisibilidad de los bienes de
abolengo, aunque MANRESA, al comentar el Art. 811 del CC, (Comentarios al Código civil español, 4
ed., VI, Madrid 1911) opina que los ascendientes eran llamados en Navarra en usufructo (Pág. 245), lo
que parece basarse en lo declarado incidentalmente por la STS 9 jun.1883, relativa a Navarra.
Llamar al Art. 811 CC sucesión troncal era en sí mismo una concesión al espíritu
troncal del derecho Navarro, porque es evidente a mi parecer que el Art. 811 CC no instituía ningún orden
troncal de sucesión, porque no reconocía ningún origen para el tronco sucesorio, y tampoco definía el
linaje preferente de unos bienes en la sucesión, sino que el Art. 811 se configuraba como una mera
limitación a la sucesión de ascendientes. Esta relación entre el Art. 811 CC y el régimen navarro de la
troncalidad ha aparecido siempre clara a los tratadistas del derecho foral Navarro. FERNANDEZ ASIAN
(la troncalidad, en “estudios de derecho foral Navarro”, Pamplona 1952) , afirma que el Art. 811 CC se
baso en el derecho navarro y concretamente en la ley 6 titulo,13 libro 3, de la Novísima Recopilación de
Navarra., y cita en este sentido el trabajo de SALAMERO RASA (Las sucesiones intestadas en Navarra,
Pamplona 1928), que afirma que es en el derecho navarro en el que se investigó siempre el origen de los
bienes en el conflicto entre llamados, en coherencia con los principios e indivisibilidad del caudal
hereditario propios de la tradición foral. También considera de tradición Navarra empezar a contar el
orden de lo llamamientos desde el causante de la reserva. Siguiendo a SALAMERO RESA, y en base a la
indivisibilidad natural del patrimonio troncal, afirma también FERNANDEZ ASIAIN que el derecho de
Navarra no hay representación en la delación troncal, planteando una cuestión que apasiona después a la
doctrina y jurisprudencia del derecho común. Afirmación dudosa porque en el derecho Navarro se
recogió expresamente la representación al menos para la sucesión en los mayorazgos, anteponiendo la
línea a la proximidad del parentesco (ALONSO, cit., Pág. 410). MANRESA, que como es sabido fue uno
de los autores del texto del Art. 811 CC por haber formado parte de la subcomisión redactora, cita
también como precedente del Art. 811 CC el derecho de Navarra, aunque luego, en razón de la cuadratura
del circulo, es contrario a considerar el Art. 811 una especie de sucesión troncal (véase, Comentarios al
Código civil español, 4 ed., VI, Madrid 1911, pag. 245). El mismo autor cita posteriormente el régimen
del derecho foral de Navarra, para sostener que el llamamiento debe hacerse solo a los mas próximos
parientes dentro del tercer grado (Pág. 269). Y repite esta opinión GONZALO DE LAS CASAS, (citado
por SERRANO GARCIA, La reserva troncal del Art. 811 CC, Barcelona 1991, nota 169 en la Pág. 61).
VALVERDE (Tratado de derecho civil español, V, 3 ed., Valladolid 1926, Pág. 231 y sigs., explica que
la subcomisión de códigos formada por MANRESA, GOYENA, DURAN y FRANCO redactó el Art.
811 CC con el fin de armonizar la legislación Castellana y foral, especialmente la Navarra, donde regia el
sistema de troncalidad. Por su parte MUCIUS SCAEVOLA, afirmaba en su primer comentario al código
que el precepto supone una consagración en el Código de la troncalidad de Navarra (citado por
BARACHINA y PASTOR, Derecho foral español, III, Castellón 1912, Pág. 637). También la STS de 2
de mar. 1956 expresamente considera la institución fundada en el derecho de Navarra, la STS 1 de
febrero de 1958, considera el Art. 811 CC “una formula de concordia o avenencia mediante la
incorporación al código civil de una especial legitima o reserva constitutiva de una troncalidad
restringida”, y la STS de 21 diciembre 1989, habla de acercamiento al sistema de las regiones forales.
Como la troncalidad esconde el gran misterio de los orígenes, su pervivencia esta ligada subliminalmente
al gran debate sobre los orígenes, que apasionaba a ciertos escritores tradicionalistas del XIX. Navarra es
el reino originario de la península, los condes de Castilla se independizaron unilateralmente y por la
violencia, traicionando sus orígenes y su dependencia al reino de Navarra, se inventaron la historia
apócrifa de don Pelayo, rey visigótico, para ocultar los orígenes viciosos y rebeldes de su reino castellano.
Castilla no tiene troncalidad porque no tiene orígenes. Como los seres espirituales son seres inmóviles
están definidos por sus orígenes, si en sus orígenes hay rebelión están condenados a ser desgarrados por la
rebelión. Navarra y su reino, que no conocen sus orígenes, detentan por ser el reino primero (el que
identifica la troncalidad) la legitimidad histórica de la sucesión a la corona de las Españas. Ante estas
críticas el legislador se aviene a introducir subrepticiamente la troncalidad sin reconocerlo, lo que
significa asumir la identidad del reino de Navarra (la troncalidad como preferencia en razón de la
primogenitura). Sin embargo, lo escaso de la reglamentación sobre troncalidad y la difícil interpretación
de lo regulado demuestra lo poco que el legislador sabía sobre troncalidad en la época de la codificación,
ante las mil caras de la troncalidad.
Hay unas diferencias esenciales entre la nueva troncalidad inventada por Alonso Martínez y
la troncalidad tal como parece que se aplicaba en Navarra en los tiempos inmediatamente anteriores a la
promulgación del código civil: en primer lugar la troncalidad se refiere en Navarra a bienes raíces de
abolengo, mientras que el Art. 811 CC no distingue la clase de bienes; en segundo lugar el llamamiento
en la troncalidad es en Navarra un llamamiento intestado a favor de unos parientes tronqueros lo que
excluye el llamamiento a ascendientes, mientras que el código llama a ascendientes a la sucesión pero
luego rectifica dicho llamamiento con la técnica de la reserva. Otras diferencias son también
significativas: en Navarra los bienes troncales son indisponibles por quedar vinculados al orden de
sucesión troncal, mientras que en el régimen común se reconoce al reservista un cierto poder de
disposición, similar al régimen de la reserva viudal, lo que tiende a aproximarse a una afección de valor
mas que a una vinculación autentica de los bienes en concreto. La troncalidad se organiza en Navarra al
servicio de la indivisibilidad del patrimonio familiar agrario (seguramente nobiliario en su origen, aunque
luego reconvertido al perder su identidad tras las guerras carlistas la nobleza Navarra y al aplicarse en
Navarra la legislación desvinculadora), mientras que en el código “la troncalidad” solo atiende a
excepcionar el orden de la sucesión de los ascendientes, sin que tenga un sentido de identificar una
autoridad o de conservación de un patrimonio familiar indiviso o indivisible. En Navarra el sentido de la
troncalidad sigue ligado a la idea de favorecer la autoridad del padre, mientras que el Art. 811 CC no
excepciona el sentido divisorio del régimen sucesorio. Otras instituciones aparecen ligadas en Navarra a
la troncalidad como la reversión de ascendientes, y los retractos gracioso y gentilicio, que el derecho
común desconoce o trata con un sentido más restrictivo que el Navarro. Parece evidente que el derecho
sucesorio es el primer instrumento conocido de reforma agraria, y los dos modelos de derecho sucesorio
que se contraponen son aquel que pretende dividir la propiedad y formar una casta social de pequeños
propietarios (es el modelo romano de sucesión que mediante las legitimas y la interpretación divisoria del
régimen legal y testamentario de sucesión pretende dividir la propiedad porque parte del principio de
Caton de que los latifundios perdieron a Roma), y aquel otro modelo que pretende concentrar la
propiedad y establecer un modelo familiar agnaticio y autoritario (nobiliario incluso) al que responde
propiamente el derecho Navarro. A parte de otras razones antropológicas y religiosas, seguramente el
modelo agrícola de producción se adapta mejor el régimen divisorio mientras que el modelo ganadero
quizás predica la mayor concentración de la propiedad.
La existencia del excelente trabajo del Prof. Serrano García, que resume en detalle y con
precisión el debate doctrinal sobre la reserva troncal, me mueve a limitar este trabajo al comentario de la
jurisprudencia, en especial de la más reciente, sin detenerme a un examen pormenorizado de las diversas
corrientes doctrinales sobre el Art. 811 CC. En especial el merito fundamental que encuentro en la
jurisprudencia consiste en que en el debate sobre su fundamento y en el conflicto entre reservatarios, ha
elaborado un efectivo y real llamamiento sucesorio, lo que presta coherencia al propio sistema sucesorio
común mas allá de limitarse a comer la manzana que le ofrecía la simplicísima tentación doctrinal de ser
el Art. 811 del CC, un invento de Alonso Martínez (como parece insistir la doctrina “avergonzada” quizás
de haber transigido ante el derecho foral Navarro, vease por todos MANRESA cit., Pág. 258). Se trata por
otra parte de un apasionante ejemplo jurisprudencial de razonamiento jurídico por el método del caso, y
por el encadenamiento doctrinal de unas sentencias que tras examinar y debatir las soluciones ofrecidas
por sentencias precedentes, razonan sobre el fundamento y justicia de nuestro sistema sucesorio, y sobre
el fundamento y justicia del Art. 811 CC, lo que a pesar de las contradicciones acaba construyendo un
edificio conceptual de notable coherencia. El sentido de la reserva troncal parece además revivir con
peculiar fuerza en los tiempos presentes ante la crisis del sentido y contenido de la reserva vidual en los
supuestos de separación u divorcio, lo que nos sitúa en el contexto de la gran justicia intrínseca y
sabiduría del Art. 811 CC.
3. Sobre la naturaleza jurídica del régimen sucesorio del Art. 811 CC.
Si la reserva vidual fuera preferente el reservista debería poder mejorar entre reservatarios que
fueran hijos legitimarios del reservista y el causante de la reserva, porque se aplicaría el régimen
preferente de la reserva vidual. La STS de 27 de feb. 1971, claramente concluye, con cita de la línea
jurisprudencial mayoritaria anterior, SS. TS de10 de noviembre de 1953, 8 de junio de 1954, 30 de mayo
de 1956, 14 de diciembre de 1957 y 5 de diciembre de 1958, que la reserva del Art. 811 CC “no pierde su
aplicabilidad y eficacia por la circunstancia de que sus beneficiarlos reúnan, además de esta cualidad, la
de hijos comunes del matrimonio compuesto por el reservista y la persona de quien los bienes procedan”.
Fórmula que parece provenir textualmente de la STS de 29 de oct. 1968. La jurisprudencia mayoritaria
afirma también como luego vamos a ver que el reservista ex Art. 811 CC no puede mejorar entre los hijos
comunes reservatarios. Sin embargo esta corriente no es unánime y la tesis de la excepcionalidad de la
reserva, que no se aplica cuando los reservatarios son hijos comunes del reservista y causante de la
reserva, fue resumida, como digo, por la STS de 25 de marzo de 1933, que sentó las bases de lo que luego
sería la formulación restrictiva de Vallet de Goytisolo y declaro cuando al fallecer el último ascendiente
queda sólo una descendencia común, la diversidad de líneas ha desaparecido, y con ella la razón de la
reserva, puesto que no existe posibilidad de que dichos bienes vayan de la familia paterna a la materna, o
inversa; y, además, siendo la reserva de artículo 811 una limitación impuesta a la legitima, que
corresponde a los ascendientes, no puede tener lugar, postura que se mantiene después también en
innumerables sentencias de Audiencias provinciales, como luego se dirá.
Así lo afirma la S. de la Audiencia de Cáceres de 19.10.00, que recuerda que los bienes son
indisponibles por el reservista y que el acto de disposición por el mismo es nulo de pleno derecho.
Aunque otras sentencias así SS TS 4 dic.1933, 10 de nov.1953, 8 de jun. 1954, 27 feb. 71, 7 jul. 1978,
afirman que los bienes son disponibles bajo la condición resolutoria de si existen parientes reservatarios
en el momento de fallecimiento del reservista. El aroma real de la reserva trocal es quizás mas riguroso
que el de la vidual, pues en la troncal es muy infrecuente que no queden reservistas dentro del tercer
grado del causante de la reserva.
Por ser un patrimonio separado, no parece que los bienes reservados recibidos por
el reservatario deban responder de las deudas del reservista, ni la cuantía de los bienes
reservados debe computarse para fijar la cuota legitimaria del reservatario (STS 5. dic.
1958, el criterio contrario se mantuvo en la STS 4 de ene. 1911), la reserva se refiere no
solo a bienes inmuebles en concreto sino a todos los bienes y a su subrogado si se
enajenaron (SSTS 7 nov. 1912 y 20 abril 1917). El reservatario no recibe los bienes a
título de heredero y no participa en la partición del caudal del reservista (STS 21 mar.
1912).
La curiosa STS de 23 mar. 92 se plantea un curioso supuesto el padre nombra herederos a su hijo
en la nuda propiedad y a su esposa en el usufructo y dispone que en caso de premoriencia de alguno de
sus herederos los bienes se entreguen a un asilo de ancianos. El hijo premuere y la madre le hereda
abintestato. Los hermanos del testador reclaman al fallecimiento de la esposa los bienes que esta heredó
de su hijo provinentes del padre afirmando la parte demandada la primacía del respeto a la voluntad del
causante, y, por tanto, de la sucesión testamentaria, para resolver la cuestión planteada, y que el
testamento referido dejan a las claras su intención de impedir que los bienes llegaran a manos de sus
hermanos al instituir, en los supuestos que prevenía, heredero universal de todos sus bienes, derechos y
acciones al asilo de ancianos de la Villa de Llanes. La Sentencia acoge la demanda y no da un sentido
restrictivo de la troncalidad y ha tenido en cuenta que lo que se discute no es la herencia del testador sino
la de su esposa, y que se cumplen claramente los requisitos del Art. 811 CC.
Otra gran cuestión que se plantea con la publicación del Código civil, es si el
llamado por el Art. 811 sucede al reservista o al causante de la reserva (o al origen de la
reserva). A mi me parece evidente que de las soluciones aportadas por la jurisprudencia
se deriva que el reservatario sucede al reservista y no al causante o al origen de la
reserva, pocas veces se ha mantenido tal cuestión como motivo autónomo de casación
pero en la STS 21 oct. 1991 que así se hace frontalmente la sentencia concreta que el
reservatario sucede al reservista y no es un mero fideicomisario, el reservatario se
determina y adquiere los derechos en el momento de fallecimiento del reservista (así se
desarrolla la cuestión en la particularmente importante STS 30. dic. 1897, que continua
lo establecido en la STS de 16 dic. 1892, y luego se continua en las SSTS 6 de jul. 1916,
19 feb. 1935, 2 jul. 1963) y por eso si el ascendiente renuncia a la herencia de su
descendiente causante no hay reserva (STS 1 de feb. 1957), y la razón es porque el
código no define que es línea, ni donde empieza el tronco, a los efectos del Art. 811 CC,
y porque el Art. 811 CC no es un orden especial de sucesión.
Es decir que la sucesión en los bienes troncales es una sucesión ordinaria del reservista pero
sujeta a ciertas restricciones: se determina la preferencia por el orden de llamamientos propios (testados o
intestados) del reservista, pero solo entre los llamados que cumplan las condiciones del Art. 811 (que
estén en el tercer grado de parentesco con el causante y en la línea del origen de los bienes).
Manifestaciones recientes de esta corriente jurisprudencial es la S. de la Audiencia de Asturias de
23.02.00, que cita jurisprudencia anterior. Aunque en esta última sentencia hay otras razones ocasionales,
pues el testador ha estado al cuidado de los hijos del segundo matrimonio y tal circunstancia se destaca en
la distribución hereditaria por el testador, por lo que la sentencia no acoge la pretensión de los hijos del
primer matrimonio de distribución igualitaria. Esta corriente es muy restrictiva al concepto de troncalidad
y a la investigación de los orígenes de los bienes hereditarios y a penas presta sentido al concepto de
línea. Otra consecuencia de esta corriente sería que el reservista pudiera mejorar a los reservatarios en su
testamento, aunque no fueran legitimarios del testador.
Sin embargo, la línea se interpreta por otra jurisprudencia, que creo que
es mayoritaria, como un llamamiento particular a los parientes (mas cercanos) dentro
del tercer grado del causante de la reserva, llamando a los herederos del causante de la
reserva, que vivan al fallecimiento del reservista y siempre que estén en la línea de
procedencia de los bienes. La reserva funciona así como un orden de preferencia según
el origen de los bienes; es curioso que en la mayor parte de las ocasiones se plantea el
supuesto en el conflicto entre hijos de diversos matrimonios, y frente a la voluntad del
reservista de mejorar a los hijos del segundo matrimonio. No se trata en consecuencia
solo que los bienes no cambien de línea tras el llamamiento de un ascendiente, sino
también el establecer una preferencia entre aquellos parientes que están en la línea de
procedencia de los bienes, como principio de exclusión entre los herederos del
descendiente causante.
Esta doctrina sobre la línea parece formularse por primera vez en la STS 19 de dic.
1910. El concepto de línea solo sirve para complementar la cercanía de parentesco del causante de la
reserva excluyendo aquellos parientes que no lo sean de la línea de procedencia de los bienes. La
preferencia de la línea sobre la cercanía en grado en la colateral se delimita muy claramente en la STS 1
jul. 1955, en dicha sentencia el hermano de la madre premuerta (tercer grado en la línea colateral del
causante de la reserva) es preferido al hijo de su hermana (de la hermana de la madre premuerta) habido
del mismo marido y en el que concurría la condición de estar en el segundo grado del causante de la
reserva (el hijo del primer matrimonio fallecido respecto de los bienes heredados por el padre y que
provienen de su madre premuerta). Es decir que fallece en primer lugar la madre (origen de la reserva),
hereda su hijo (causante de la reserva), que fallece (segunda transmisión) y hereda el padre (reservista), se
prefiere entonces al tío del causante de la reserva por parte de madre, que al hermano de vinculo sencillo
(hijo del segundo matrimonio del padre) que sin embargo no pertenece a la línea (materna) de donde los
bienes proceden por ser hermano de vinculo sencillo. En la STS de 2 de marzo de 1956 la madre (origen
de la reserva) transmite los bienes a sus hijos (causantes de la reserva) que al fallecer lucran al padre
(reservista), el conflicto se manifiesta entre la abuela de los causantes de la reserva y sus hermanos de
vinculo sencillo hijos del segundo matrimonio del padre reservista, proclamando la sentencia la
preferencia de la abuela por pertenecer a la línea recta de donde los bienes proceden. En la STS de 11 de
oct. 1989, en el mismo sentido, los bines que el padre (reservista) heredo de su hijo premuerto (causante
de la reserva) son preferidos los hermanos de la madre (origen de la reserva y tíos del causante) a la hija
del segundo matrimonio del padre reservista que también es hermana pero solo de vinculo sencillo y ese
vinculo sencillo no es por la línea de procedencia de los bienes.
Este limitado examen de los orígenes se debe a que no existe otro origen jurídicamente
relevante en el derecho civil (como pudo ser el abolengo, la religión, la nobleza, etc.…). No se investiga
tampoco la naturaleza de los bienes (muebles e inmuebles, vinculados, rústicos o urbanos, etc.…), ni
como los adquirió el origen de la reserva (si son adquiridos o recibidos de una estirpe familiar). Si hay
segundas nupcias o si hereda un ascendiente se examina el origen de los bienes al regular su sucesión.
¿Por qué? Porque si hay segundas nupcias o sucesión de ascendientes, se ha quebrado el orden natural de
la sucesión, la reserva salvaguarda así el orden “natural” de sucesión.
La línea es así la fundamental distinción entre la reserva troncal y la vidual, en la troncal se tiene
en cuenta exclusivamente el origen de los bienes, en la vidual además del origen se tiene en cuenta el
segundo matrimonio. Por ello me parece a mí que de interpretarse que la reserva vidual no se aplica a los
supuestos de disolución, divorcio o nulidad del matrimonio, la reserva vidual adquirirá un sentido
claramente sancionatorio de las segundas nupcias que le haría inconstitucional.