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PSICOLOGOS SOCIALES ;PARA QUE? * Pareciera que la pregunta que nos convoca: Psicélogos Sociales gpara qué? no sélo ha promovido en nosotros una reflexion acerca de la insercién social de nuestro rol; sino que ha sido una oportunidad para reencontrarnos con un Jenguaje silenciado durante afios y para muchos hoy olvida- do cuando no decididamente revisado: el lenguaje que habla del compromiso ideolégico-po'itico de quien trabaja en sa- lud mental. EF] lenguaje que articula conceptos como depen- dencia, liberacion, relacién y lucha de clases en la proble- miatica de la salud. ‘ En lo que aqui se ha expuesto el para qué ha remitido en forma casi inmediata al para quién,al dénde y al por qué de nuestra tarea. Y remite también a un cémo es ejercida esa funcién, al planteo de una metodologia de trabajo que en distintes. campos de operacién busca ser -coherente con ese para qué,.ese para quién y-ese dénde. &De donde surgen estas coincidencias que parecen ho- mogeneizarnos aun en la heterogeneidad de perspectivas y experiencias que aqui se han vertido? Creo que la respuesta * Intervencién en la Mesa Redonda sobre el tema realizada en la Escuela de Psicologia Social, 24 de agosto de 1984. a 167 a esta pregunta debemos buscarla en Ja génesis histérica que tiene entre nosotros el rol Psicélogo Social, y fundamental- mente en la concepcién de hombre que subyace a nuestra practica. Concepcidén de hombre que define el criterio de salud orientader de nuestra tarea. Hablamos de una génesis histérica y esto nos lleva a remontarnos a los origenes de este rol, que no nace en una isla, en un lugar de privilegio, sino que surge en un hospital psiquidtrico, en una institucion asilar, lugar de marginaci6én cuya estructura devela por si misma la significacién quie los hombres, sus necesidades y sufrimientos tienen para este sistema social. Nace este rol como intento de romper con las modalidades instituidas de comprender y abordar la enfermedad mental, Nace entre nosotros cuando en la década del 40 Enrique Pichon-Riviére descubre que existen relaciones de determinacién reciproca entre mundo intemo y mundo externo, cuando visualiza como causantes de Ja enfermedad no sélo procesos intrapsiquicos, sino también procesos intersubjetivos, que determinan la intrasubjetivi-° dad, Esto lo Mevara a afirmar la eficacia del vinculo, de las relaciones reales, de la interaccién, en Ja configuracién de toda conducta, normal o patolégica. La Psicologia Social como teoria y con ella la funcién del Psicélogo Social, se configuran entre nosotros cuando el sujeto es comprendido como un ser socialmente determina- do, emergente de una complejisima red de vinculos y rela- ciones sociales. E] rol que hoy ejercemos comienza a deli- nearse cuando Enrique Pichon-Riviére, en su servicio, abre un’ espacio para el protagonismo de sus pacientes, para la asuncién de roles sociales operativos e instrumenta Ja pro- duccién grupal como herramienta terapéutica, en la biisque- da de crear condiciones para que surjan nuevas formas de relacién entre sujeto y contexto, para que ésta sea una relacién de aprendizaje, de creatividad, de transformacién reciproca. Es ése un momento de ruptura y salto cualitativo en la experiencia clinica y en la coneeptualizacién de Enri- que Pichon-Riviére, ruptura y salto que él definira como un 168 pasaje del Psicoanilisis a la Psicologia Social. Esa ruptura y ese salto lo llevaran a extender su practica y su reflexién, iniciada en el campo de la clinica y de Ja formacién de terapeutas, al dmbito institucional y comunitario. Desde ese origen se Ileg6é, en una trayectoria en la que no faltaron vicisitudes y contradicciones, al presente de un rol, a las formas actuales que los distintos expositores han desplegado para ustedes. Menciondbames al comenzar, como elemento coherenti- zador de lo que aqui se ha escuchado, la existencia de un criterio de salud, que le otorga direccionalidad, sentido a la tarea psicolégica. Quizds su explicitacién y desarrollo pueda ser mi aporte a la definicién del para qué del Psicdlogo Social, r Plantearé aqui algunas ideas trabajadas, con Enrique Pichon-Riviére a comienzos de la década del ’70, y que han sido para mi desde ese momento, objeto de permanente reflexi6n. Deciamos entonces que toda definiciOn, todo eriterio de salud y enfermedad no incluye s6lo una concep- cién del psiquismo y de Ja conducta. Va mas alld, ya que se funda explicita o implicitamente en una concepcién del hombre y del mundo, del orden social e histérico y conlle- va un proyecto de sociedad, de vida. Si el hombre puede ser caracterizado como un ser de necesidades, que sdlo se satisfacen socialmente en relaciones que lo determinan, no habiendo en él nada que no sea la resultante de la interac- cién entre individuos, grupos y clases; si entendemos al _hombre como configurandose en una actividad transforma- dora de si y del contexto, ese hombre es para nosotros, esencialmente el sujeto. de la-praxis, de.la. historia, el pro- ductor de su vida material, del. orden social y el universo simbélico que lo alberga. Desde esta concepcién de hombre, la elaboracién de un criterio de salud significa el andlisis de las formas concretas que toma esa relacién fundante sujeto- mundo. ;Qué investigaremos entonces? Las posibilidades de ese sujeto para desarrollar esa accién ‘transformadora, ese aprendizaje de lo real. Pero si lo que indagamos es una 169 relacion muestra mirada no focalizard slo a uno de los términos, mo se centrard sélo en el sujeto, analizaremos también sus condiciones de existencia, evaluando hasta qué punto esas condiciones concretas favorecen u obstaculizan esa dialéctica, ese aprendizaje, De alli que nuestra mirada se centre también en el orden social. ia saind mental consiste entonces en una adaptacién activa, ex um aprendizaje, en la visualizacién- y resolucién de las contradicciones internas y las que emergen en esa rela- ion sujetoamundo. Hablamos de adaptacion activa, de aprendizaje éComo lo entendemos? Como una relacién con la realidad en la que hay apropiacién y transformaci6n: apropiacio6n instrumental de la realidad para transfor- marla” (E. Pichon-Riviére). Decia que estos conceptos fueron trabajados con Enri- que Pichon-Riviére en los primeros afios de la década del 70; anos aquellos de masivas moyilizaciones y luchas popu- lares; alos que psiquiatras, psicdlogos, terapistas ocupa- cionales, asistentes sociales, psicopedagogos, psicdlogos so- ciales, tomamos conciencia de que éramos trabajadores de la salud mental, y desde alli nos planteamos la pregunta por el lugar que nos cabia en Ia lucha por la liberacion que li- braba nuestro pueblo, Esto dio lugar no s6lo’a fecundisi- mos debates, sino y fundamentalmente, al desarrollo de nuevas formas de practica y organizacion en el campo de la salud. Como hemos dicho, esas practicas y esos debates han sido olvidados cuando no descalificados por muchos de no- ' sotros, atrapados en el escepticismo, individualismo y retro-.. ceso ideolégico que se observa en nuestro sector social. Por. oy ae 630 la pregunta que hoy nos convoca: psicdlogos sociales épara: qué? tiene para’ mi resonancias ‘de una historia re- ciente. Historia devastada, silenciada Y que creo imprescin- dible tescatar, Porque nuestro pueblo sigué luchando por su liberacién y porque sigue planteado el interrogante de nues- tro lugar em esa lucha. Fue entonees, en ese contexto socio-politico de los afios °70 cuande a partir del retrabajo del concepto de nece- 170 sidad, de la concepcién del sujeto como ser histérico, in- cluimos con Enrique Pichon-Riviére el concepto de con- ciencia critica en la elaboracién del criterio de adaptacion. Definimos entonces como conciencia critica el “reconoci- moiento de las necesidades propias y las de la comunidad a la. que se pertenece, conocimiento que va acompafiado de la estructuracién de vinculos y desarrollo de tareas que permi- tan resolver esas necesidades”. La conciencia critica es una forma de vinculacién con lo real que implica Ia superacién de ilusiones acerca de la propia situacién, como sujeto, como grupo, como pueblo. Esto se logra, como lo sefiala Marx, en un proceso de transformacién, en una praxis que modifica situaciones que necesitan de la ficcién para ‘ser toleradas. Esta concepcién, de hecho, incluye la prictica politica en su sentido mas amplio, dentro del criterio de adaptacion activa. De alli que el rol del psicdlogo social sea el de promover el protagonismo de los sujetos. Configurar, en un vinculo con otros, espacios en los que sea ‘posible a esos sujetos acceder a su propia necesidad,. conocerla, apropiarse de ella y darse la posibilidad de satisfacerla. Hablamos de conciencia critica. Como psicélogos socia- Jes, como trabajadores de Ja salud mental estamos obliga- dos a lograr esa lectura de la realidad, a lograr el reconoci- miento de nuestras necesidades como pueblo,:el recono- cimiento de nuestra verdadera situacién en términos de salud. Y gcual es esa situacién? El Estado es un instrumento de las clases dominantes. La organizacién social de Ia salud, en tanto parte del Estado, noes ajena a-esa -funcién-de dominacién- Frente-a esa-organizacién de la salud, frente a- Jas normas vigentes de lo sano y lo enfermo, que condensan la ideologia dominante, frente a las instituciones que expre- san los intereses de esas clases la pregunta es, como se ha sefialado acd: salud para quiénes. La respuesta: salud para el pueblo. Y para que esto pueda darse, el psicélogo social debe trabajar en el replanteo de Ja organizacién social de la salud. Salud para el pueblo implica salud por el pueblo. Con esto se identifica la promocién del protagonis- 171 mo, de la conciencia critica, del desarrollo de nuevas for- mas de crganizacién de la salud y distintos aspectos dela vida comunitaria. x Y¥ esto requiere de nosotros no sélo que conozcamos a ese pueblo y sus necesidades, Significa que encaremos nues- tro trabajo como una tarea colectiva, en una unidad del ensefiar y el aprender. Requiere de nosotros una transforma-, cién ideolégica profunda, que implica. la certeza, la convic- cién de que es el pueblo el sujeto de la.conciencia critica y de la historia. Para poder cumplir nuestro rol sosteniendo como técnicos espacios para el protagonismo y el reconoci- miento de la necesidad es preciso, como actitud psicolégica, el abandono de Jas fantasias narcisisticas y mesidnicas de la hazafia personal y creer honda Yy consecuentemente en el trabajo colective, en la infinita creatividad, potencialidad y xiqueza de la tarea grupal, institucional y comunitaria, Sdlo asi podremos dejar atras las palabras y pasar a la accién transformadora. 172

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