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SOY ECOLOGISTA, PERO A ESTE PINO LO TALO

Entre fines de los ’60 y mediados de los ’70 los argentinos nos
conmovíamos con la producción cinematográfica de un entonces
joven director. Fernando “Pino” Solanas, que de él se trata, fue el
responsable de dos películas de cine militante que marcaron la época:
“La hora de los hornos” y “Los hijos de Fierro”. En ese
entonces, yo era un niño, de modo que a ambas pude verlas recién
con el retorno de la democracia.
Particularmente, la segunda me impactó mucho, de modo que no
puedo menos que exaltarme ante lo que se presenta como la próxima
producción de Pino, y que sería ni más ni menos, la continuación de
“Los hijos de Fierro”.
Estoy hablando concretamente de “Los Cara de Fierro”, la que
según adelantan allegados a la producción será protagonizada por el
ahora anciano cineasta; el guión (siempre según la fuente citada)
será elaborado en colaboración con técnicos del FMI, funcionarios
despedidos de Lehman Brothers, delegados de la Internacional
Socialista y telemarketers de Greenpeace, para que quede bien en
claro la vocación de apertura e institucionalidad del director con
botánico apodo.
Como es de esperar, a un protagonista excedido en años y
balbuceos izquierdistas, le corresponderá una heroína a tono
(naranja): Elisa Carrió, quien en el film equilibrará los desvaríos
extremistas de Pino con advocaciones a la virgen. Con ella
emprenderán (según reza un esbozo de gacetilla) una lucha
encarnizada contra toda forma de “autoritarismo”, “atropello contra
las instituciones”, “excesos del populismo”, y a favor de la “libertad
de expresión” de los medios que informan objetivamente a la
población y que en los últimos tiempos le ha dado generosos espacios
a los ditirambos petrolíferos de Pino y a los vaticinios apocalípticos de
la amazona anaranjada, así como también defenderán a capa y
espada la supervivencia de la “Arcadia agro-ganadera” que se ve en
peligro de desaparición por la voracidad totalitaria.
Como en toda producción que aspire a la proyección internacional,
en “Los Cara de Fierro” el mal estará encarnado por un villano; aquí,
la mano petro-mineral de Pino construye un personaje a la medida:
Cleto, que será al principio un felón, pero hacia el final se convertirá
en felón, rufián y pusilánime, trabando amistad con la pareja
protagonista y, ya los tres juntos, saldrán a combatir a la verdadera
encarnación del mal: Néstor y Cristina.
Este intrépido trío Cara de Fierro también saldrá en defensa de
una joven “esperanza blanca”, cercada en un banco por la furia
populista que le exige la entrega de reservas. Es aquí en donde
Solanas introduce otra escena memorable: la noche inmediata al
rescate del rubio mancebo, el protagonista sueña y en el sueño grita
que “no debe pagarse la deuda”, “la deuda es ilegítima”; y entonces,
entre gran cantidad de humo (como en “El exilio de Gardel o “Sur”)

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se entrevé la gruesa figura de la heroína, quien le retruca: “Pinito, la
deuda debe pagarse, pero no con excedentes de reservas, sino
recortando partidas presupuestarias destinadas por los demagogos a
motorizar la economía con obra pública, fomentar el crédito, la salud,
el trabajo y otras sandeces…”, Pino frunce ligeramente el ceño, pero
luego de un instante de vacilación, se ilumina, corre al abrazo
redondo de Lilita, quien acompaña al “filmmaker” hasta Tribunales, a
fin de demandar penalmente a “la madre de todos los males”. Fin del
sueño y de la escena.
En fin, según escuché por infidencia de un asistente, el final de
“Los Cara de Fierro” queda abierto, supongo que especulando con la
secuela “Los Cara de Fierro II”.
Aquietado mi entusiasmo inicial, no sé si la película de marras
tendrá aceptación entre el público. Lo que doy por seguro es que
tendrá eco y éxito rotundos en la prensa.

Marcelo Fernández Portillo


Santa Rosa-La Pampa
República Argentina

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