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Maestra Nora E. Tyler Elenes
El
recreo
es
el
momento
dentro
de
la
vida
escolar
que
los
alumnos
de
todas
edades
más
añoran;
también
como
adultos,
quién
no
recordará
con
cierta
melancolía
los
juegos
que
inventaron,
las
travesuras
que
en
ese
corto
tiempo
hicieron
o
aquel
algodón,
zanahoria,
pepino,
jícama
con
chile,
torta
de
jamón,
paleta
helada,
alegría
o
chuchería
que
se
recuerda
como
única
ya
que
no
habrá
otra
en
ese
contexto
más
sabrosa;
de
allí
que
en
los
primeros
días
de
clase
al
preguntar
a
los
niños
de
primero
que
te
gustó
más
de
tu
escuela
contestan
sin
lugar
a
dudas;
el
recreo.
Ser
alumno
de
primaria
(salir
a
las
12:30
o
entrar
a
las
14:00)
en
la
actualidad
en
este
mundo
moderno;
con
ambos
padres
trabajando,
con
hijos
cuidados
en
el
mejor
de
los
casos
por
la
abuelita,
tía,
hermana
mayor,
empleada
doméstica
o
en
el
peor
en
la
calle
y
dirigidos
por
una
televisión
agresiva
y
poco
educadora;
viendo
novelas,
programas
violentos
sin
control
de
nadie,
en
un
escenario
del
que
muy
pocas
familias
escapan
y
que;
trasladado
a
la
escuela
ha
alterado
y
trastocado
el
ambiente
escolar.
Ese
contexto
familiar
y
extraescolar
que
se
vive
por
lo
menos
en
la
ciudad,
permea
al
interior
de
cada
centro
educativo
y
así
se
ha
podido
observar,
escuchar
o
presenciar
situaciones
como
estas:
Siendo
el
recreo
el
momento
de
esparcimiento
o
descanso
a
la
mitad
de
la
jornada
escolar
y
donde
confluyen
todos
los
alumnos,
los
maestros
han
impuesto
una
serie
de
reglas
que
los
alumnos
deben
seguir
(Salir
cuando
toque
el
timbre
y
formarse
rápido
al
terminar
el
recreo,
no
jugar
con
balones
ni
correr
en
determinados
espacios,
no
llevar
cosas
de
valor
o
peligrosas
como
cuchillos
o
cerillos,
depositar
la
basura
en
su
lugar,
respetar
a
sus
compañeros
y
maestros,
respetar
los
turnos
para
comprar
y
entrar
al
baño
etc.)
Recordemos
que
las
escuelas
urbanas
llegan
a
tener
hasta
700
alumnos.
Conversación:
Felipe
le
pregunta
a
Pedrito,
¿Por
qué
lloras?
(alumnos
de
primer
grado),
entre
sollozos
contesta:
Estaba
jugando
con
mi
moneda
se
me
cayó,
rodó
y
uno
grande
me
la
quitó
porque
dijo
que
era
de
él
y
ahora
no
puedo
comprar
nada.
Felipe: Acúsalo con la maestra.
Pedrito: No puedo porque no se quién es.
Las
niñas
(tercero):
Allí
vienen
(se
refieren
a
un
grupito
de
niños
que
las
corretean
para
molestarlas
y
jalarles
en
el
pelo)
hay
que
esconderse.
Las
alumnas
de
sexto:
gritando
desde
el
balcón
del
segundo
piso
(aunque
otra
regla
es
que
nadie
se
quede
arriba
y
por
seguridad
las
rejas
de
la
escuela
están
cubiertas,
ya
no
se
puede
ver
hacia
adentro)
a
cuanto
muchacho
pasa,
ya
que
sus
compañeros
de
grado
son
unos
tontos
que
sólo
piensan
en
el
futbol.
Incidente:
Una
maestra
acude
al
llamado
de
que
unos
de
quinto
se
están
peleando;
Llega
separa
a
los
del
pleito
que
se
están
golpeando
en
serio
y
pregunta
¿Qué
pasa
aquí?
Es
que
éste
me
quitó
mis
estampas
y
no
me
las
quiere
dar.
No
es
cierto
no
se
las
quiero
dar
porque
me
las
vendió
a
cinco
pesos
y
ahora
quiere
que
se
las
regrese
y
eso
no
es
justo.
Maestra;
Lo
siento
pero
tendrán
que
ir
a
la
Dirección
porque
esa
no
es
la
manera
de
arreglar
sus
diferencias,
por
lo
pronto
denme
sus
estampas
en
la
Dirección
se
las
regresan.
Olivia:
alumna
de
primero
muy
contenta,
¡maestra!,
¡maestra!
,
fíjese
que
un
niño
grande
me
compró
la
torta
que
me
hizo
mi
mamá
en
tres
pesos
y
yo
me
compré
ésta
paleta
de
limón.
Maestra:
Olivia
no
debes
hacer
eso,
¿sabes
el
tiempo
que
tu
mamá
invirtió
en
hacerte
una
rica
torta
nutritiva
para
que
la
disfrutaras
en
el
recreo?
Olivia:
Sí
pero
no
me
da
dinero
para
comprar
y
yo
quería
una
paleta
de
limón.
Maestra: ¿Sabes quién es el niño que te compró la torta?
Olivia: Sí uno grandote con pelo negro y ojos cafés.
Maestra: Olvídalo pero por favor no andes vendiendo tu torta.
Generalmente
en
la
cooperativa
dado
que
todos
los
alumnos
salen
al
mismo
tiempo
para
comprar
se
hace
una
larga
fila,
en
donde
los
grandes
abusan
de
los
pequeños
en
todo
sentido,
se
meten
en
la
fila
para
salir
pronto,
empujan
o
piden
a
sus
compañeros
ya
formados
que
les
compren.
Pero
lo
más
grave
es
que
como
los
pequeños
no
saben
el
valor
del
dinero,
los
niños
grandes
los
engañan
y
no
les
dan
bien
el
cambio.
Conversación:
Mamá
a
la
salida
de
la
escuela:
Rodrigo,
¿Qué
te
compraste
con
el
dinero
que
te
di?
Rodrigo: Me compré una gelatina de leche. Mamá: ¿Y qué más?
Rodrigo: Nada más, yo quería una torta pero ya no me alcanzó.
Mamá: Cómo que no te alcanzó, pero si te di diez pesos.
Rodrigo:
Mira
le
di
la
moneda
al
que
me
vendió
la
gelatina
y
me
dio
una
medianita
y
una
chica
y
me
dijeron
que
no
me
alcanzaba
para
una
torta.
Mamá:
Está
bien
mañana
hablo
con
tu
maestra.
Incidente:
Alfredo
(niño
de
segundo)
Maestra,
Agustín
me
debe
cinco
pesos
pero
no
me
los
quiere
pagar
y
yo
quiero
comprar
una
jícama
con
chile.
Maestra:
A
ver
Agustín
si
le
pediste
dinero
prestado
se
lo
tienes
que
pagar,
por
qué
no
quieres
hacerlo.
Agustín:
Ay
maestra
no
ve
que
hoy
no
me
dieron
gasto?
Refiriéndose
a
que
no
le
dieron
dinero
para
gastar.
Maestra:
Está
bien
pero
mañana
sin
falta
le
pagas
porque
tienes
que
hacerte
responsable
de
lo
que
pides
¿Dé
acuerdo,
Alfredo?
Mañana
te
paga.
Suceso:
Arturo
niño
de
sexto:
jugando
futbol,
Jorge
ven
refiriéndose
a
un
niño
más
pequeño,
¡ve
a
comprarme
una
torta!
Jorge: Yo, porque.
Arturo: Porque se me da la gana y si no vas ya sabes (amenaza).
Jorge: Está bien pero me das tantita.
Al
finalizar
el
recreo
a
pesar
de
las
indicaciones
del
reglamento
el
patio
queda
inundado
de
basura.
En
esta
breve
lectura
se
puede
apreciar
y
dar
cuenta
de
las
prácticas
cotidianas
en
la
escuela
y
si
bien,
siempre
se
han
suscitado
pleitos
y
desavenencias
entre
los
alumnos,
creemos
que
ahora
son
de
otro
tipo
con
más
agresividad
y
violencia
de
allí
el
famoso
bullying
(anglisimo
para
denominar
la
violencia
escolar),
pero
ese
es
otro
asunto
digno
de
analizar.