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La aceptabilidad de! riesgo segun las ciencias sociales Mary Douglas En esta abra no se trata de hablar de los riesgos a los que tenemos que entrentarnos diariamente en la sociedad moderna. Ni tampoco del control de esos mismos riesgos. Las presentes lineas se refieren al problema de la acepta- bilidad tal y como aparece en las distintas ciencias sociales, centrandose concretamente en la aceptabilidad del riesgo. A pesar de las recientes criticas que estan recibiendo tanto las ciencias en general como las ciencias. sociales en particular, Mary Douglas se olvida de los determinismos biolégicos y de las Investigaciones médicas para adoptar un enfoque de la aceptabilidad del riesgo en el que se destucan sus Implicaciones éticas; sus rela clones con la ecologia y la economia; la tendencia de la Psicologia a despreciar su dimensién social; la intluencia del juicio moral; la codificacién a que la someten las. instituciones sociales; etc. En consecuencia, la esperanza 1al de este libro no es realizar grandes demostraciones, sino dar una oportunidad a un cierto acercamiento que hasta ahora no habia gozado de demasiada suerte: un ensayo de método antropolégico que, a su vez, toma Prestados elementos tanto de los enfoques econémicos como de las teorias de la eleccién racianal. Como dice el introductor del libro, Joan Bestard, en el caso de Mary Douglas “los analisis de los peligros que invaden al individuo contemporéneo no pueden hacerse sin Prescindir de un andlisis cultural de la distribucién de la culpa en diferentes niveles sociales.” Siempre en la vanguardia de las mas nuevas perspec. tivas de andlisis dentro de la antropologia social, la obra de Mary Douglas incluye titulos tan imprescindibles como Pureza y peligro, Simbolos naturales, Risk and Culture 0 How Institutions Think, ISBN 84~693-0178-5 INTL i 9 1788649"301780! Dwi Maio a q Mary Douglas ™ La aceptabilidad del segun las ciencias sociales Paidés Studio times tls blades: 1. P.-Allbs, A Béin, M, Fourauy ots - Seualiades accents tend 4A Montagu - {Qs s el hombre? Mili Fe” mad eras ‘ i Dekovie Lohorpaus = La supersiion “Paton y Mc. halon = La inelgercie arial Moles “Et htsch DalLagoy,P-A Rove - Eo dl por Wate do a teria froma also a RRP TPE MARL CDPRRERP PEE 2 a i 400, ©. Losila- Elcne de terar JOr, J Bassa y Ri, Frexas El cine de cionca cen 128. 3 Wont “Vote aos cn pal (19781082) 100, € Keng - Misra de los ucias espavoie hasta 1482 110. A. Orizy M. J, Piueres Le pintura en efcine 11. M. Douglas La acoptabiied cat resge segun ascends sociales emeson £t posmadernismoo flies euturl de captain avanzado Mary Douglas La aceptabilidad del riesgo segun las ciencias sociales Prdlogo de Joan Bestard PAIDOS ‘Bata - Buonos Arse Meco “Thule orginal: Ask acoaptaity accoraing tothe seca sciences PPubieade en gle por Russel'Sage Foundation, Nueva York “Tracuccisn de Vitor Absardo Martinez vision Wonca de Carles Salazar Cubieta do Maro Eskenazi 1 edieén, 1006 aman amen poten on tes ih ash lone ae SERARAR cites rem ees eae oe Peaaeensees ee (© 1985 by Russell Sage Foundation, Nuova Yor © de tdas las ediciones on castaiano, Ediciones Pais eica, SA. ‘Marano Cub), 82-0802 Barcelona Estoril Paidés, SAIC, Dotenea, 599 - Buenos Akos (S0N: e1-499-01785 Depésio legal B-1.2141995 Impreso on Novagr, 8. Pulgcerd, 127 08016 Barcelona Impreso on Espana -Protedin Spain SUMARIO Prologo, Joan Bestard 2... 2... Agradecimientos... . . Introduccion... ee El surgimiento de una nueva subdisciplina . PercepciGn del riesgo... 2... Fleccién y riesgo wee. . Riesgos naturales... Credibilidad . ta ery . Biisqueda del riesgo y seguridad ante todo. - Limitaciones institucionales .. 2.2... . . Riesgos codificados. Pv PYeNe Bibliograffia.... oe Cuestiones morales en la aceptabilidad del riesgo. . 7 19 25 43 37 B 89 105 115 129 ML 155 PROLOGO Seguir la obra de Mary Douglas ha sido siempre un constan- te descubrimiento de nuevas perspectivas de andlisis dentro de la Antropologia Social, Ha abierto continuamente nuevos campos y siempre nos ha hecho ver desde un nuevo dngulo actividades so- ciales que ya crefamos suficientemente analizadas 0 que nos pa- recfan opacas para el andlisis antropolégico. Su obra es amplia y vva desde una monografia cldsica sobre los lele (1963) hasta los anélisis sobre las nociones de riesgo y culpa (1992). Ante su am- plia bibliograffa era un problema para el lector de lengua caste~ Mana que las traducciones se hubieran parado en Pureza y peli- gro y Simbolos naturales. Nos perdiamos la parte de su obra que trata con mas originalidad nuestra cultura contemporénea, con sus ritos, sus simbolos y sus formas de clasificar y percibir la rea- lidad. Dificilmente podfamos conocer este paso que muchos an- tropSiogos de la generacién de Mary Douglas han dado desde el anélisis de 1a conducta racional primitiva a las propias conductas contempordneas no comprensibles desde 1a pura racionalidad ‘instrumental y utilitarista, La traducciGn de La aceprabilidad del riesgo segiin las ciencias sociales empieza a llenar este vacio y con seguridad nos ayuda a comprender mucho mejor nuestra condicién contempordnea. En el prefacio a su libro How Institutions think (1987), Mary Douglas presenta una curiosa genealogfa de sus obras. Dice que siempre ha escrito hacia atrds, que este libro era una introduceién a Pureza y peligro, y también un prologo a La aceptabilidad del riesgo (1986), que era, a su vez, una introduccidn a Risk and Cul- ‘ture (1982), Este, por otra parte, era una argumentacién desarro- Mada de un articulo aparecido en Implicit Meanings (1975). Ya 10 LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO jjuicio de la autora, todos tenfan que haber sido publicados antes ‘de su primer libro sobre los lele, Siguiendo este principio de es- cribir hacia atrds, trata de enriquecer las ideas anteriores y desa- rrollar en nuevos contextos ideas recibidas de la tradicién socio- l6gica, Esta tradicién se sitiia claramente dentro de la genealogia intelectual que proviene de Durkheim y Mauss. Se trata de apli- car las worfas de estos autores a nuestra conducta ordinaria. Asf, desde Ia teoria del don de Mauss, analiza nuestras conductas de consumo, En The World of Goods (1978) critica Mary Douglas el individualismo metodolégico del consumidor solitario y nos hace ver cémo necesitamos bienes para descifrar nuestro émbito social y para situar nuestra identidad social. Si la propuesta de ‘Mauss entraba en el programa general de Durkheim, Mary Dou- glas siempre nos ha hecho ver la importancia de las propuestas, durkheimianas y nos las ha situado claramente dentro de las pre- cocupaciones del pensamiento actual. Se trata de considerar el pensamiento humano como originariamente social y desarrollar esta idea en una teorfa de la cultura que dé cuenta del origen so- cial de las categorfas cognitivas. Ha insistido en la relacién que tiene la cultura con la vida cotidiana y en c6mo los simbolos y los rituales no estén separados de la actividad diaria y son ele- mentos bésicos en la construccién de la experiencia social. Asi analiza los elementos culturales mas observables de la vida coti- diana —os bienes que circulan, las formas de tratar el cuerpo, las formas de clasificar las cosas en limpias 0 sucias, arriesgadas © seguras— como lenguajes sociales a través de los cuales se crean las Ifneas de demarcaci6n externas e internas de los grupos sociales. La cultura es precisamente este esquema de clasifica~ cin que da significado a los sfmbolos concretos reafirmados en elritual y en el discurso. Asi, la nocién de polucién tiene signifi- cado en la medida en que revela un sistema de clasificacién a tra- vés del cual se diferencian las distintas colectividades humanas. Siguiendo la tradicin de Durkheim, insiste en el origen social de las categorfas conceptuales, en que el pensamiento humano tiene una base social y en que es en el mundo social donde se constru- PROLOGO n yen los conceptos. Por ello en How Institutions think hace com- patible un andlisis sociolégico de las instituciones con un andli- sis filos6fico de las categorfas cientificas. Propone una teorfa de las instituciones que corrija la visién normal no sociol6gica de la cognici6n, asf como también una teorfa cognitiva que supla la debilidad del analisis institucional. Una de estas debilidades ha sido precisamente la tendencia en la tradicién durkheimiana a reificar las categorias y personificar los grupos. Esto desaparece totalmente en los andllisis que hace Mary Douglas. Las catego- rfas no son cosas, son posiciones. El concepto de cuadrfcula le sirve para analizar esta dimension social de las categorias. El uso que hace el individuo de los sistemas de clasificacién depende de su posicién en un determinado ordenamiento social. Por ello en Risk and Culture analiza la forma en que construimos determi- nadas categorfas culturales a partir de ciertas posiciones sociales. Las nociones de riesgo no estén basadas en razones précticas 0 en juicios empfricos. Son nociones construidas culturalmente que enfatizan algunos aspectos del peligro ¢ ignoran otros. Se crea, asf, una cultura del riesgo que varfa segén la posicién social de los actores. Una cuestin interesante desde el punto de vista de la histo- tia de las ideas es la que pregunta por el tipo de relacién que hay entre los intereses por los conceptos de contaminacién y tabii tal ‘como aparecen en Pureza y peligro y los intereses por el andlisis del riesgo en las sociedades contemporéneas y su aceptabilidad de acuerdo con las ciencias sociales. En otras palabras, ;por qué La aceptabilidad del riesgo, puede ser considerado como un pr6- logo a Risk and Culture que, a su vez, es una introducci6n a Pu- reza y Peligro? {Qué relacién hay entre los conceptos de conta- minacién ritual que los historiadores de las religiones nos han hecho ver y la contaminaci6n de la naturaleza que, como nos recuerdan continuamente Jos ecologistas contemporneos, es uno de los principales peligros que condicionan nuestra existen- cia? {Qué relacién hay entre la noci6n de tabii como un sistema de proteccién de la sociedad de los peligros que la amenazan y la 2 LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO nocién de riesgo como un sistema de protecci6n de nuestro futu- 10 social? El argumento principal de Pureza y peligro se basa en que la idea de contaminscién se relaciona con la vida social: es en la ‘vida social donde atribuimos peligro a determinados elementos de la naturaleza y establecemos determinadas normas respecto a ‘nuestra relacién con estos elementos. El marco en el que se de- senvuelve el argumento del libro gira en torno a las creencias re- ligiosas de 1as sociedades arcaicas y el andlisis de las abomina- ciones del Levitico se convierte en uno de los puntos centrales del desarrollo de la argumentacién. Se trata de demostrar cémo la idea de suciedad (impureza) puede ordenar la experiencia huma- nna mediante operaciones de exclusi6n e inclusi6n. En Gltima ins- tancia el orden social se relaciona con el orden de percepcién de Jo natural. Es un argumento que podria tener aceptabilidad siem- pre que lo circunscribiéramos a las creencias de las sociedades ar- caicas. {Cémo se puede aplicar a la experiencia de la modernidad que busca el control de la naturaleza mediante categorias cientifi- cas? Se trata de aceptar el reto de emo encajar este tipo de ani sis en los peligros que encontramos en nuestra sociedad contem- pordnea definida por la globalizacién de sus estructuras. No se trata de una simple transposicién metaférica para descubrir los primitivos en nosotros mismos, la parte no racional de nuestra conducta racional segiin principios, sino de llevar hasta las sitti- ‘mas consecuencias analiticas el principio de que es en el mundo social donde se construyen los conceptos que nos sirven para pen- sar nuestro entorno. Como hemos visto, Mary Douglas ya habia levado a cabo este ejercicio al aplicar al andlisis del consumo en la sociedad contemporénea las ideas de Marcel Mauss sobre el, don surgidas en el marco de un andlisis de tas prestaciones en las, sociedades arcaicas. Una forma de superar Jos anélisis utilitaris- tas del consumo era analizar los circuitos de donaciones que deti- mitan los contomnos sociales y mantener la idea de Mauss de que no existen donaciones libres. De esta manera se podia poner de manifiesto el principio social en las conductas de los consumiido- PRLOGO 13 res, Se trata de desarrollar la dimensiGn social en unos andlisis ‘que suelen ser individualistas. El objeto no es sélo el individuo que acta racionalmente en el mercado, sino las «externalidades» del mercado, es decir, la dimensién social del individuo, De la misma manera que el andlisis de la conducta del con- sumo puede proporcionar una teorfa de Ja cultura que comple- mente la teorfa de la elecci6n racional, el andlisis de la percep- cién del riesgo puede proporcionar una teoria de la cultura que complemente la ciencia cognitiva de la percepcién. Si la percep- cién del peligro y la forma en que la gente explica las desgracias han podido ser analizadas culturalmente en sociedades con un sistema de prohibiciones y tabties religiosos, {c6mo puede ser analizada culturalmente la percepcin de los peligros tecnolégi- cos que tan agudamente impregnan la conciencia contempordnea desde los afios setenta? Una forma de caracterizar los cambios de la percepcién del riesgo que induce a analizar las bases sociales de su codificacién, puede consistir en contrastar la nocién de pecado de nuestros pa- dees, tal como muchas comunidades tradicionales han caracteri- zado al mal, con el riesgo de las acciones de los padres actuales sobre el futuro de las generaciones futuras, tal como nuestra con- dicién contemporinea caracteriza los peligros que nos amena- zan. Ambas formas de caracterizar el peligro tienen sus rafces en la sociedad. Mientras que el lenguaje del tabi y del pecado es claramente un lenguaje de una comunidad moral que determina Ja percepcién del mal que le sobreviene, el lenguaje del riesgo es un lenguaje del individuo, un lenguaje probabilistico centrado en los resultados de las acciones individuales. Nuestro lenguaje in- ddividualista hace opaca la dimensi6n social de la percepcién del riesgo. Las ciencias sociales, sin embargo, no pueden partir de este sujeto individual libre de todo arraigo cultural y prescindir de las categorfas de percepcién fabricadas en la interaccién so- cial, El debate actual sobre el riesgo no se hace a partir de un len- guaje individualista —de un individuo neutro y libre de toda j6n cultural, sobre el que muchas ciencias sociales tratan 4 LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO de sustentar sus andlisis acerca de nuestra capacidad de acepta- cidn de riesgos—, sino a partir de un lenguaje politico que tiene que ver con las construcciones culturales sobre el futuro elabora- das por los diferentes grupos de nuestra sociedad. La cognicin de peligros y la eleccién de los individuos ante determinados riesgos tiene més que ver con ideas sociales de moral y de justi- cia, que con ideas probabilisticas de costes y beneficios en la aceptacién de los riesgos. Ulrich Beck en su libro sobre la sociedad del riesgo (Risiko- gesellschaft, 1986), ha caracterizado la sociedad contemporé- nea a través de la nocién de riesgo, como una de las eategorfas centrales de la inseguridad de la experiencia contemporénea. Los riesgos en nuestra sociedad son infinitamente reproducibles. Es tuna categoria social y, por tanto, los riesgos de la tecnologia son considerados como peligros que afectan a la sociedad y como signos de una crisis institucional de la sociedad industrial. Sin ‘embargo, dado el proceso de individualizacién social de la mo- demidad, se conciben los riesgos sobre la base de las cosas que los individuos hacen. Un sujeto no solamente toma responsabili- dades, sino que también asume riesgos, actéa probabilisticamen- te como quien juega a las cartas, Muchas teorfas del riesgo asu- men este sujeto como el punto de partida, no pretenden dar cuenta del lugar del individuo en la sociedad, ni explicar las ca- racteristicas de este individuo, ni restituir a la nocién de riesgo su valor como categoria social. Asi han surgido las disciplinas que analizan el riesgo a partir de la elecci6n selectiva del individuo. Las paradojas en estas disciplinas surgen cuando hay que hacer andlisis del riesgo teniendo en cuenta su aceptaci6n piblica. En- tonces los conocimientos expertos de estas disciplinas se desva- necen para poner en juego‘las relaciones sociales en Ia construc- cidn de la categorfa del riesgo. Dado el cardcter de categoria social que tiene la nocién de riesgo, en las cuestiones referentes su aceptabilidad nadie es un experto, o todo el mundo es un ex- * TraducciGn castellana en preparacién en Barcelona, Paid. PROLOGO 15 perto, porque los expertos presumen Io que se supone que hacen posible y producen: el sesgo cultural a través del que percibimos los peligros. La aceptabilidad cultural del riesgo, ast como los limites de todo conocimiento sobre el riesgo que no tenga en cuenta su per- cepci6n cultural, es el objeto de andlisis de este libro de Mary Douglas. Cada forma de organizacién social esté dispuesta a aceptar 0 evitar determinados riesgos. «Valores comunes condu- cen a miedos comunes», dice Mary Douglas en un libro anterior sobre Riesgo y cultura (1982). Los individuos estén dispuestos a acepiar riesgos a partir de su adhesin a una determinada forma de sociedad. Las disciplinas que se dedican ala investigaci6n del riesgo en nuestra sociedad no pueden prescindir de este sesgo cultural que ordena nuestra forma de percibir los peligros. Una de las paradojas que seftala Mary Douglas en el andlisis del ries- go consiste en que el piblico no ve los riesgos de la misma manera que los expertos que To analizan desde un punto de vista técnico. El problema tampoco se reduce a una cuestién de edu- cacién pOblica que acerque los conocimiento expertos @ los co- nocimientos populares. Los miedos a una central nuclear no se reducen a un mayor control de su seguridad y a una mayor in- formacién sobre su funcionamiemto. La aceptacién de sus riesgos 10 es simplemente una cuestién de elecci6n probabilistica de de- terminados peligros para conseguir determinados beneficios por parte de individuos libres de todo prejuicio cultural. Igualmente, la polucién natural no es simplemente una cuestién de la natura- leza. Lo que se considera polucionado es el orden politico 0 eco- ‘n6mico que provoca los desastres naturales. Si se percibe que la naturaleza necesita ser protegida es porque se considera que de- terminados grupos en la sociedad han rebasado sus Ifmites de in- tervencién. Al discutir acerca de los limites de la empresa huma- na sobre la naturaleza, se discute sobre valores sociales, sobre los limites de la sociedad y sus peligros. Los andlisis de los peligros ‘que invaden al individuo contempordneo no pueden hacerse sin prescindir de un andlisis cultural de la distribucién de la culpa en 16 LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO diferentes niveles sociales. El andilisis neutral del riesgo no pue- de prescindir del andlisis cultural de la atribuci6n de culpas. Si, como ya habfa sefialado claramente en Pureza y peligro, la cul- pabilizacién de la victima esté en relacién con la aceptabilidad piiblica del peligro, zpor qué no relacionar Ia atribuci6n de res- ponsabilidades a propésito de determinados peligros (polucién, inflaci6n, paro, guerra) con una forma de proteger determinados valores compartidos socialmente? Los grupos sociales utilizan el riesgo para controlar sus incertidumbres y afirmar sus normas en la sociedad. El debate sobre los riesgos naturales és un debate ‘moral y politico. {Qué tipos de cambios ha habido en nuestra so- ciedad para que la ciencia y Ia tecnologfa, antes fuentes de segu- ridad, se hayan convertido en fuentes de riesgo? Al plantear li- mites a la ciencia y a la tecnologia, se dibujan los limites de la sociedad, es decir, sus normas y sus valores. Uno de los dilemas que sefiala Mary Douglas en los anilisis de las ciencias sociales sobre el riesgo consiste en que, por una parte, clige sus temas de andlisis a partir de la idea de un indivi- duo libre de prejuicios culturales —un individuo racional— y de contingencias sociales —un individuo trascendental—. En estos anélisis sucede como si s6lo pudiéramos percibir la cultura en las ‘otras sociedades y los individuos reales en las interacciones coti- dianas. Por otra parte, en el mundo real de continuo debate pi- blico las percepciones del peligro estin relacionadas con claros Juicios de valor —los grupos sociales utilizan el riesgo para con- trolar las normas sociales—. Este libro de Mary Douglas nos abre nuevos caminos de anélisis para superar este dilema. Intro- duciendo la perspectiva cultural, es posible volvera situar el and- lisis del riesgo en el mundo real en que vivimos. El riesgo se con- vierte asf en categoria social y en forma que traza los cambios en Ja sociedad contemporsnea. Joan Bestard Universidad de Barcelona AGRADECIMIENTOS Agradezco a la Russell Sage Foundation su apoyo en los pri- meros pasos de esta investigaci6n y a la Northwestern University su ayuda especialmente generosa y constante, sin la cual no hu- biera podido realizar este estudio. Manifiesto también mi agra- decimiento al Intemational Institute for Applied Systems Analy- sis de Austria, al Social Science Research Council de Inglaterra, que me brind6 la oportunidad de entrevistarme en Oxford con psioslogos sociales en el mes de marzo de 1982 y a la Wenner Gren Foundation, que corri6 con los gastos del viaje que realicé Inglaterra y Francia en 1983-1984, El trabajo que hice con Aaron Wildavsky me llevé directa- mente a interesarme por estos problemas y es mucho lo que le debo. La mirada penetrante y la pluma aguda y encendida de Ro- bert Merton me ayudaron a formular la propuesta original de in- Vestigaci6n. Pensar racionalmente sobre la racionalidad es siem- re muy dificil y, como de costumbre, mi marido me ofrecié su valiosa ayuda, Ademés, otros buenos colegas me aconsejaron sobre algunas Partes del texto: Michael Thompson, Kenneth Friedman, Philip Schrodt, Barry Barnes, Constantine Zervos, Howard Kunreuther, David Edge, Lola Lopesa y Bruno Latour. Doy también las gra- las a Mary Anne Joseph y a Anwar Ahadi por la ayuda que me Prestaron en la investigacién. Manifiesto mi agradecimiento de lun modo especial a Helen McFaul por su habilidad y su pacien- Cia al preparar este estudio después de los numerosos borradores. Estoy muy agradecida a Priscilla Lewis porque me ayuds y ani. M6 como editora, INTRODUCCION En un primer momento se pretendié que este texto fuera una recensi6n de la literatura sobre las influencias sociales en la per cepcién del riesgo. Sin embargo, resultaba dificil conseguir la forma usual de una recensi6n literaria, Cuando hay que abstraer ‘un cuerpo de trabajo extenso pero concentrado, cabe relacionar dentro de un tinico marco varias dreas e innovaciones fronteri- 2as. En este caso el trabajo relevante se encuentra por completo fen las dreas limitrofes, y falta el nicleo central de interés en las influencias sociales sobre la percepcién. Al mismo tiempo un cuerpo muy importante de trabajo contempla la percepcidn del riesgo como un fenémeno individual y no social. En primer lu- gar, examinar cul es el estado de la cuesti6n en este campo sus- tancial robarfa todo el tiempo y toda la atencién al plan de con- Junto, ya que parece que esta cuestién no se encuentra en ningiin estado. La mejor estrategia serfa la de utilizar la cuestiGn de la aceptabilidad del riesgo para centrar 1a atencién lo més posible en factores sociales. Con el cambio de titulo se hace obviamente necesario referirse a los pocos lugares excepcionales donde se emplea este enfoque. Parece que el olvido de la culturaes tan sis- tematico y esté tan afianzado que nada que no significase un am- plio vuelco en las ciencias sociales lograria producir un cambio. El titulo describe con precisién el contenido de estas paginas. No se trata del riesgo. A quienes deseen instruirse sobre los ries- 20 que corremos en nuestros dias les aconsejamos que no sigan Jeyendo este trabajo, pues no trata sobre cémo gestionar el ries- 20. Los que desean aprender cémo manejar riesgos de todo tipo deberfan ahorrar su tiempo y no leer més. Estas notas versan so- bre la pervepcién tal como se analiza en las diversas ciencias 0 LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO sociales, y el punto de mira se centra en la percepcion del riesgo segiin las ciencias sociales. Purity and Danger (Douglas 1966) presentaba una aproxi- macién antropolégica a la cognicién humana que este volumen desarrolla. La idea central es que los humanos prestan atenciGn a un determinado modelo de desastres, tratdndolos como presagios ‘0 castigos. Sobre la base de este razonamiento podria decirse que habria siempre una mutua adaptacién de pareceres sobre los pe- ligros naturales y sobre las visiones acerca de c6mo funciona la sociedad: los premios y los castigos estdn almacenados en el en- tomo. Purity and Danger fue bien recibido con la irrecusable re- serva de que su argumento no es aplicable a Ia ilustrada sociedad occidental, En 1978, Aaron Wildavsky, presidente entonces de la Funda- cin Russell Sage, se preguntaba si la antropologfa hacia sus ané- lisis culturales s6lo para los pueblos tribales y para las civilizacio- nes antiguas. A nosotros, los modems, se nos exime siempre de sus hip6tesis? El estaba interesado en interpretar un cambio cultu- ral en la América contempordnea: la nueva consciencia de los peligros tecnol6gicos... Fue un privilegio colaborar con él en ta elaboraci6n del argumento de Risk and Culture (Douglas y Wil- daysky 1982). Aunque ambos libros se situaban en la respetable tradici6n de Durkheim y Mauss, la opinién de los criticos compe~ tentes sobre Risk and Culture fue que se trataba de una obra o bien insolita o bien escandalosa, y en cualquier caso dificil. Por eso pa- recié importante examinar la opuesta marea intelectual contra cu- yas corrientes tiene tan poca fuerza el tema de influencias sociales Sobre la cognicién. De abi la pretendida recensién literaria. Un examen mas detallado no revela marea, sino cierta inercia; no co- rrientes opuestas, sino cierta timidez. ‘A veces, la curiosidad de los estudiosos se centra con fijeza en determinadas formulaciones y problemas, olvidando otros. Los psiedlogos estan bastante de acuerdo en que cuando esto su- cede no es por casualidad. La sociologfa de la percepcién —que incluye la historia, filosofia y sociologfa de la ciencia, y la socio- INTRODUCCIGN 21 logia del conocimiento cotidiano— se interesa especialmente en Jas persistentes lagunas de informacién. Cabe esperar algunas zzonas castiales de desinterés debido a la imposibilidad de atender a todo a la vez. Pero un olvido programado es més intrigante. Una persistente miopia, la selectividad y las contradicciones to- leradas suelen ser sefial no tanto de debilidad de percepcién ‘cuanto signos de una fuerte intencién de proteger determinados valores y las formas institucionales que los acompafian. Las ac- ‘uales Iagunas en la investigacién sobre la percepcién del riesgo pueden utilizarse como ejemplo paradigmético. La actividad in- telectual se realiza en la historia. Ninguna forma de conocimien- to tiene el privilegio de verse libre de las presiones culturales contempordineas. Los vacios y contradicciones en un sistema de Pensamiento son una buena guia del marco institucional que lo sostiene y da vida, __ La discusiGn profesional sobre la cognicién y Ia eleccién no dispone de un trabajo te6rico continuado sobre las influencias sociales que seleccionan determinados riesgos para la atencién publica. Con todo, es dificil mantener seriamente que la percep- ci6n del riesgo es un asunto privado. Ni cabe sostener que la cul- tura sea tan estética como para poder ser puesta entre paréntesis. El problema lo constituyen precisamente los importantes cam- bios culturales que se han producido desde 1969, Es necesario estudiar de forma sistertica las bases sociales de la credibili- dad, pero precisamente porque se supone que el perceptor indi- vidual actia sin la ayuda de nadie, las Iineas construidas cultu- ralmente entre realidad y ficcién, y entre la naturaleza y la cultura se tratan como evidentes. En consecuencia, los estudios sobre la percepcién del riesgo estén dentro de Jos mismos confi- hes que estaban Iamados a transcender. Alno haber un lazo entre el andlisis cultural y la ciencia cog- Ritiva, es inevitable que se produzcan choques entre la teoria y la evidencia, Puesto que la teorfa no se ajusta de forma radical, se tiende a invocar la irracionalidad para proteger la definicién ex- cesivamente estrecha de racionalidad. Asi, en lugar de una teoria 2 LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO sociolégica, cultural y ética del juicio humano, se hace hineapié de forma no intencionada sobre la patologia perceptiva. Lamentablemente, este informe no puede pretender ser com- pleto, ni siquiera gozar de una plena actualizacién, El campo de muestreo es demasiado heterogéneo y el proyecto ha encontrado en su camino numerosos callejones sin salida. Lo mejor que cabe esperar es que no se haya pasado por alto un enfoque sistematico yy sociol6gico de la percepcién. En el capitulo 1 se enumeran los temas morales que convier- ten la percepcién del riesgo en una importante materia de interés para Jos poderes pilblicos. Los filésofos han hablado mucho so- bre justicia y moralidad en la asunciGn del riesgo, pero se ha di- ‘cho poco sobre cémo un determinado conjunto de principios mo- rales afecta a la percepcién del riesgo. El capitulo 2 describe el surgimiento de una nueva subdisciplina dedicad a la pereepeién del riesgo: sus origenes en la ecologfa, psicologfa y economia. EL capitulo 3 comenta las aproximaciones de la psicologfa a la per- cepeién del riesgo y su tendencia ano tener en cuenta la dimen- sidn social, El capitulo 4 considera el lugar que ocupa el riesgo cn la teorfa de la elecciGn. Es éste el paradigma dominante del pensamiento social occidental. Su incapacidad para abordar fines ‘morales da raz6n en alguna medida de la debilidad te6rica de la nueva subdisciplina, pensada para obtener una fuerte respuesta ‘moral por parte del pdblico. Desde el capitulo 1 hasta el capitulo 4 las notas se alejan més y més de las preocupaciones del mundo real y se aproximan hacia la pura teorfa. El capitulo 5 significa un nuevo arranque. Explica c6mo el juicio moral esta involuerado en la peroepcién del riesgo, incluso en nuestra propia sociedad. ‘A partir de ahi, en los capitulos 6, 7, 8 y 9, se analiza la cuestiGn de cémo esté codificada en las instituciones sociales la percep- cién de riesgos. La dificultad reside en que la aproximacin constructiva se hace desde la antropologia y, por consiguiente, no se dispone de la pericia suficiente para analizar la sociedad contempordnea. En fechas recientes han aparecido algunas criticas severas de INTRODUCCION B la ciencia y las ciencias sociales, que desplicgan nefastas fabulas de una indagacién desviada por la preocupacién por intereses profesionales 0 por un compromiso politico, incluso por el mero engrandecimiento personal de un investigador. Este libro presen- ta un tipo de argumento que difiere mucho del de Stephen Jay Gould (1981) sobre el determinismo biolégico utilizado al servi- cio de una supremacfa racial, o de 1a de Edith Efron (1984) sobre la inescrupulosa distorsi6n de las representaciones de Ia toxici- dad en la investigaci6n sobre agentes carcinégenos. En primer ugar, la manipulacién no se sospecha por ningiin sitio. Ademds, el sesgo sistemético del que se habla aquf es el mismo con inde- pendencia de la adscripcién politica. Es un sesgo incorporado en In estructura de las disciplinas de las ciencias sociales, algo pare- cido a como Joseph Gusfield (1981) muestra que la tendencia a echar la culpa de los accidentes de tréfico al conductor ebrio est incorporada de forma estructural en las profesiones legal y ase- guradora. Estas criticas de la investigacién contienen una directa leccién moral: el esfuerzo por lograr una objetividad mAs perfec- ta, Pero en el caso de Ja percepcién del riesgo, el sesgo se debe en parte a una ardiente dedicacién a Ja objetividad que ha demar- cado areas a las que nadie entra por miedo a traicionarla, El pun- to débil es més bien la timidez que asume que es imposible esta- blecer un sistema conceptual objetivo que incluya la relacién de la mente con los compromisos sociales. En consecuencia, la pre~ tensiGn de este libro no es la de objetar, sino la de iniciar un enfoque de la percepcién del riesgo al que no se ha dado una portunidad, Porque, como bien ha dicho Tom Nagel (1980), abandonar la biisqueda de una concepci6n objetiva de la mente Porque no puede ser completa, seria como desistir de la axioma- tizacién en mateméticas porque ésta no puede ser total. CUESTIONES MORALES NLA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO. Este capitulo indica las cwestiones del riesgo ‘que involucran a la justicia social y considera el olvido de esa parte del tema de la aceprabilidad del riesgo. En cada generaci6n se cita al banquillo de los testigos a ‘una u otra rama de las ciencias sociales para interrogarla sobre problemas candentes: hambruna o recesi6n econémica, causas de la guerra o del crimen, Durante la tiltima década y antes, tales preguntas urgentes han girado en torno a los riesgos de Ja nueva tecnologfa. La radiacién nuclear, los desechos qui- micos, el ashesto y el plumbismo han sacudido los temores y la conciencia de las naciones industrializadas occidentales. Como respuesta a ello, ha surgido una nueva e importante sub- disciplina de las ciencias sociales que aborda de forma espe- cifica cuestiones que la industria y el gobierno han planteado acerca de la percepcidn del riesgo (véase la tabla 1 en pags. 28-31) La recepcién piblica de cualquier politica sobre el riesgo dependeri de ideas piiblicas estandarizadas acerca de a justi- cia. Se ha sostenido con frecuencia que la percepcion del riesgo est determinada por cuestiones de equidad. Cuanto mas de- Pendan las instituciones del compromiso personal y no de la co- accion, tanto mayor seré su Sensibilidad explicita para la equi- dad. El umbral de la aceptabilidad del riesgo en el puesto de abajo es mas bajo cuando los trabajadores se consideran ex- Plotados. La consciencia de riesgos médicos se incrementa si lit Profesivin médica es sospechosa de cometer actos de negligen- 26 LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO cia. Cuestion distinta es la de si la sensibilidad mas aguda a los riesgos hace que los individuos sean mas prudentes a la hora de evitarlos. EI concepto que Rawls tiene de la justicia como equidad (1971), en el que se basa su filosoffa moral, permite tomar en consideracién la vyariacién social o cultural en conceptos de equidad. Pero esas variaciones influiran en la percepcién del riesgo. Ademas, la variacién en los valores se corresponde con la variaci6n en posibles tipos de organizacidn. Selsnick (1969) constat6 que equidad significa una cosa para los obreros ma- nuales no cualificados (equidad como tratamiento igual para todos) y otra para los cuadros administrativos, profesionales y ejecutivos (equidad como justo reconocimiento de la habilidad individual). La equidad como igualdad parecerfa apropiada en un sistema altamente atributivo en el que no hay oportunidades de ascenso personal y con alguna expectativa proveniente de la negociaci6n colectiva; la equidad como premio al mérito resul- taria atrayente para aquellas personas que disponen de oportu- nidades de promoci6n. Esto es importante si la afirmacién de que «la mejor prediccién de la oposici6n a la energia nuclear es la creencia de que la sociedad americana es injusta» (Rothman y Lichter 1982) es cierta. En algunos andlisis profesionales se cree que el existente re- parto de riesgos implica que una norma aceptada de justicia dis- tributiva sustenta la estructura moral de la sociedad, Quienes se encuentran en los sectores mas favorecidos de la comunidad en cuanto a la incidencia de las tasas de morbosidad y mortalidad tal vez tiendan a no pensar con demasiada profundidad en sus injus- ticias. Sin embargo, otros juzgarian carente de equidad a una so- ciedad que, de forma sistematica, expone a un gran porcentaje de su poblacidn a riesgos mucho mas. altos que al afortunado sector cimero del 10 por ciento. CUESTIONES MORALES EN LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO = 27 Los pobres corren mas riesgos Una mirada superficial a las estodisticas laborales y sanitarias de los Estados Unidos de América muestra que, por debajo de un deter- minada nivel, los ingresos son un buen indice de la exposicion relati- va a riesgos de todo tipo. El porcentaje de personas incapaces de elercer su actividad principal debido a una enfermedad crénica de- crece. a medida que aumentan Jos ingresos. En 1976-1977 los ingre- $08 tuvieron Un mayar impacto que la raze sobre las limitaciones de la actividad de uno persona, pero la tasa de mortalidad de los minorias de condicién econdmica o social muy bajo fue en 1977 mds alta que la de les blancos de todos los niveles de edod hasia los 80 aios [Ministerio norteamericano de Salud y Servicios Humanes 1980a:2). los trabajadores de cuello azul daban una tasa de 40,6 personas accidentodas por 100 empleados. Una media de un 21 por ciento de trabajadores de cuello azul y el 19,89 porciento de los trabajadores agticolas se lesionaban en el tabajo, frente a un 5,1 por ciento de trabajadores de cuello blanco. En ingresos inferiores a 10.000 dola- res, la situacion empeora (Ministerio norfeamericano de Salud y Servi- clos Humanos 1980b]). los efectos sen acumulatives. La exposicién excesiva al plumbis- mo constituye especialmente un peligra para tos nifios pequefios de familias pobres (debide en gran parte a la pintura de viviendas ulili- zada antes dé los aos cuarenta y a las emisiones de los automdévi- les, agravade por la corencia de hierro y por la intraalimentacién| (Ministerio norteamericano de Salud y Servicios Humanos 1985). Asi- misma, los efectos del tabaco aumentan en gran medida en las per- sonds cuyas Ocupaciones exponen sus pulmones a sustancias irritan- re 2s decir, las personas que trabajan entre humos y polvo de la abrica. 28 LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO Tabla 1 Crecimiento de la investigacion sobre la percepcién del riesgo I. INSTITUCIONES DE INVESTIGACION Fecha Institucién Presidente 1969 NSF Technology Assessment Joshua Menkes and Risk Analysis Group, 1800 G Street N. W. Washington DC 20550 Principios International Institute for Howard Kunreuther de los afios Applied Systems Analysis setenta Risk Group 2361 Laxemburg, Austria 1976 Decision Research Robert Kates 1201 Oak Street Roger Kasperson Eugene, OR 97401 1978-1979 Institute for Risk Analysis William Rowe ‘American University Washington, DC 20016 1979 National Research Council 2101 Constitution Avenue N. W. Washington, DC 20418 1979 Center for Philosophy and Public Douglas MacLean Policy University of Maryland College Park, Maryland 20742 1980 Hudson Institute Max Singer 1500 Wilson Boulevard. Suite 810 Arlington, Va 22209 (CUESTIONES MORALES EN LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO 29 1980 1981 Society for Risk Analysis Robert B. Cumming Oak Ridge National Laboratory ak Ridge, TN 37830 Institute of Resource Ecology CS. Holling University of British Columbia Vancouver, BC., Canada Technology Assessment Section Harry Otway System Analysis Division Joint Research Center Comission of the European Communities 1-21020 Ispra (Varese), Italia Center for Technology and Policy Studies P.J.M. Staten P.O. Box 541. 7300 AM Apeldoom, Holanda CUESTIONES MORALES EN LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO 31 LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO 30 HOA MAN HOA MON, wonoaioug gma ‘woe ou jay Hd J YOK vounounyz ay ps soins SreNpRAH AWSHAAII HOA WN yypt “OHI GAZ sh SrA AO tmboev0. 4h mur wortuy one a03241 901d WOT UO| syssieuy ysANA04 KO}90S yoy “onIN LI-SK ‘Boyouyoau. pans 12 Ko}9198 HD “H WAU -0L svoREUOUD Jo WoUNSDHEY ASN 36 498107 61 fy so noadsy yeo0n) ayn prewoy miu puESoss2001g VOSI2oq, vsvit 180 yer pantaaieg saa renioy Jo siseuy unc epsounog WoseN YouON sy uo doyp HO) jeuONEWND] scien 8h 40) 621508 ony mousy ——_yspy yo wopsdaning ongnd wotaig ‘austin 121099 surois ined dayeyo,4 uondaaiag ¥SP owasoy (AEN JONI YosRas94 UDI HOHE ru sqoiea west amnsuy JAIN uoueH Bus plo se" OMI ‘weg uneost ——saouoiag ay ymuonnuian Se toa Suuds SOW 'Y sn07 pow tujagey 1ompong “vowrpuniog wow "Wee loc aw2D Kinqueg 861 KEIN atuaptsong oto Jopeuisaieg sopen2ig, eypay) SOSHHONOD “H 2 LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO Dado que la actual distribucién de riesgos refleja s6lo la vi- gente distribuci6n de poder y posicién social, el tema de la justi- cia suscita cuestiones politicas fundamentales. Se ha dicho ati- nadamente que los problemas (éenicos del anilisis de riesgos « (Orgonizacién Mundial de la Salud, 1978: 19). No se incluye aqui el intenio de defini el grado de dafio. ) «1a mayor porte de la bibliagrotia sobre esla cuestién comienza con la tesis de que cabe estimar el riesgo (R} como una clase de pro- ducto de la probabilidad (P) del evento que regula la gravedad del dafo (0), © R= P x D» {Campbell 1980}. Los benelicios enttan en esta eecuacién porque fata la seguridad como una medida de la aceptobil dad de algin grado de riesgo. las dos defniciones conllevon implica Ciones poltics diferentes. Al concenttrse sélo en frecuencios probo- bles de malos resultados, lo primero definicién no da quebraderos de cabeza a los encargados de elaborar una politica sobre cémo compa rar los dafios con los beneficios, y algunos autores afimorian que allo ‘evita de forma inteligente las pretensiones cientficas de los célculos de uilidad. Es interesante constatar que la idea de que el riesgo significa sélo probabilidades de perjucio esté muy extendida, incluso donde el stiesgobeneficio» es un método comporade deliberadamente con el ondlisis de costo beneficio. {Qué significa riesgo razonable? {Qué son niveles de riesgo aceptables? Es contrario al riesgo el piblico americano? ,Cémo se compagina esta nueva imagen de la aversién al riesgo con la favorita vieja imagen del estilo de vida americano segiin la cual Jos emprendedores se hacfan ricos corriendo riesgos? ;Percibe de forma diferente el riesgo el pablico profano que los expertos. ‘y, en caso de discrepancia, cmo se puede reducir? ;En qué me- dida es nueva la confrontacién de los industriales implacables y un pdblico temeroso? Los interrogantes evocan la invectiva de EL SURGIMIENTO DE UNA NUEVA SUBDISCIPLINA 45 Blake contra los crueles propietarios de fabricas del siglo 1x. Si esta perspectiva da la analogfa correcta, una regulacién estricta serfa sin duda conveniente, Pero la regulaci6n es costosa, asf como lo son las medidas de seguridad. Entonces la cuestiOn se amplia ala asignacién de los costos de una produeci6n segura y, de ahi, alos méritos y deméritos generales del crecimiento eco- némico. El desarrollo industrial jamés elimina del todo los peli- gros; al excluir una fuente de peligro introduce otra. El asbesto fue en un principio un gran descubrimiento para comprobar los, datos de un incendio; el plomo era un medio para suministrar el continuo abastecimiento de agua. Quizss la soluci6n correcta era rechazar el crecimiento econémico. Sélo si toda la nacién fuera de una misma opiniGn serfa mAs clara la tarea del gobierno: la educacién del publico debe reducir el desacuerdo. Encuestas tempranas muestran que los trabajadores de cuello azul son en su mayorfa favorables a la energia nuclear para fines pacificos. ;In- dica esto que un gobierno paternalista deberfa educarlos para que se distanciaran de sus propias visiones miopes? El movimiento obrero oficial en Norteamérica esta dividido en torno a esta cues- ti6n, La gente preocupada por el medio ambiente fue considera- da en un primer momento como una élite de clase media intere- sada en preservar sus vacaciones en la montaiia 0 como una poblacién rural interesada en sus propios patios. Conciencia piblica de riesgos Un némero considerable de sondeos de opinién y otras investiga iones documentan este asunio, pero los resllados lenden a no ser con- luyenies. la rese’ia mas consistente ene de la encuesto que Mitchell Fealizora para los Recursas pore el Futuro (1979). En 1974-1976 se Pensé que el grupo de presién promedioombiental se diferencioba I eromente del resto de ka poblacién por ser més joven, con niveles més tos de ingresos y de formacién, y con un status profesional més alto. los miembros de las cxganizaciones promedioambientoles (una propor ibn muy pequefia del gron pablico] mostoban estas distinciones mucho 46 LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO més que el grupo mas amplio de las simpotizontes del movimiento pro- medioambiental (Mitchell 1979, 1980b; logan y Nelkin 1980}. Entre: los simpatizantes del Movimiento contra la Energio Nuclear, kas mujeres esioban més compromitidas que los hombres [Nelkin 198 1a, 198 1b}, la encuesto realizada pot el New York Times y la CBS de 1981 de- leclé que el movimiento promedicembienta tenia las siguientes caroc teisticos: joven, urbano, y personas que vivion en las cosias Este y es te. No detectd que ingresos, formacién, raza, idenificacién con un Partido o posicién ideolégica ofectoran de forma signiicativa al opoyo a polticos ambientales Varios invesigodores han insisido en fas limitaciones del conoci- miento piblica de riesgos (Kunreuther y otras, 1978), que los individuos sobreestiman de forma copiichose algunas calegorias de riesgo y sobestimon ciras (Harvey 1979), que el piblico tiende o sobreestimar paligros de sucesos infecuentes y « subostimar los de eventos comunes (Slovie, Fischhoff, y Lichtenstein 1979a, 1981), que en contexios fami: liares el individuo privade hace una estimacién muy aproximada de res gos reales (Green 1980; Green y Brown 1981a], que los individuos flenden a ser optimistos acerca de las probabilidades afectadas por si propia conducta (lolonde 1974) Durante los atios sesenta, e! movimiento de critica se difunde Y consigue un amplio apoyo nacional contra los residuos nuclea- res y quimicos, contra la inadecuada protecci6n de las personas que trabajan con asbestos, y contra la contaminacién de la atmés- fera y de las aguas. Movimientos paralelos aparecen en Europa y cen Jap6n, Pero en los Estados Unidos de América fue tan exitoso que consigui6 parar el desarrollo de la energia nuclear. Kasperson (1980) escribié: «El futuro de Ja energia nuclear se encuentra en una encrucijada critica, Si no se encuentra dentro de unos pocos afios una soluci6n socialmente aceptable y realizable al problema de los residuos nucleares, es probable que el crecimiento de Ia energfa nuclear como fuente de produccién de energia termine por detenerse en USA y en otros muchos pafses.» Alvin Wei berg (1982), en defensa de lo que 1 considera una industria en riesgo, propone investigar y educar para prepararse para una se- gunda era nuclear, asumiendo que la primera era est ya cerrada EL SURGIMIENTO DE UNA NUEVA SUBDISCIPLINA 47 en los Estados Unidos de América, Suecia, Austria, Noruega y Dinamarca. Sin embargo, la industria medra en otros lugares. La perpleja comunidad nuclear desea saber por qué ha llega do a ser tan impopular. Para ellos el problema reside en una tré- sia diferencia entre una exagerada percepcién piblica de los pe- ligros reales que acechan y los hechos cientificos. Para el piblico no indiferente existe una diferente discrepancia trégica segtin 1a cual la otra parte ha exagerado la seguridad. La nueva subdisci- plina de la percepcién del riesgo surge como respuesta a estas importantes preocupaciones y est constituida por tres discipli- nas diferentes: (1) hay la aproximacién técnica, que va del andli- sis del riesgo al andlisis de la percepcién; (2) est la aproxima- cidn ecoldgica: (3) se da la aproximacién de la ciencia cognitiva. Sofisticadas teéricamente, pero ingenuas en el pensamiento so- cial, cada disciplina transfiri6 slo una pequefa parte de sus mé- todos tradicionales al nuevo campo. (1) La contribucién técnica asume que el ptiblico se compo- ne de individuos aislados independientes que se comportan de forma natural como ingenieros. Ellos quieren conocer los he- cchos, y estos hechos, una vez presentados con claridad, les con- vencerdn de la inocuidad o riesgo de una propuesta. Hay que de- ciral pablico cual es su carga normal de riesgo al eruzar una calle © al conducir un coche en la vida cotidiana, y qué riesgo adicio- nal correrd si se sitéa en la vecindad de una central de energia ‘nuclear. El riesgo esté calculado a veces en dfas o minutos des- contados de Ia expectativa normal de vida, o en porcentajes frac- cionados de varias partes de mill6n e ilustradas con grificos. La comprensién acabaré con el miedo. Riesgobeneficio os ingenieros se sentian impacienies con las cienclas sociales. Los métodos utlizados en la tecnologia para la identificacién y evaluccién del riesgo podrian exienderse a cvesliones de oceptobilided social 48 LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO (Stair 1969; Farmer 1981). El iesgobenelicio era un método para in terpretar el consenso contemporéneo sobre valores sociales. Start, lo mando de la economia el término «preferencia revelador, y buscando el origen de lo aciuoldistibucién de riesgos a través de muchos ocivi- dodes, pretendia mosirar que lo que es tolerado puede ser considerado como una distbucién tolerable. Su primer ejercicio produjo algunos conceptos interesanies: {7} el concepio de limites de aceprabilidad: la aaceptablidad del riesgo cumenia con el incremento de los beneficios denio de cietla escola; (2) niveles naturales de riesgos: parece que el pblico ignora riesgos sivados por debajo del nivel de los riesgos no- tucales;[3} los iesgos corridos de forma voluntaria son tolerables miy por encima del nivel natu! de enfermedad, pero rora vez los corides cde forma involuntara; (4) la distincion ene riesgos crSnicos y cokasié- ficos. Este arficulo original y de gron influencia en la evalucién de nue vas ideas, que senié los rminosiniciales de lo discusién de la percep parece ridicule porque no prestan la con- sideracin suliciente a las diferencias importantes existentes en ka nohr tolezo de los riesgos provenientes de estos dos tecnologias (Slovi Fischhoffy lichienstein 1981. Poco se ha dicho {Green 1980} sobre si el conceplo compuesto absttacto de sriasgos» entra alguna vez en el ppensamiento individual sobre la toma de riesgo: ri sobre la desigual dis Wibuci6n de riesgos a través de las categories sociales. Stor est6 con- vencido de que es imporianie no permitr que la valuntod de la mayorio sea onulada por las minorios. Para una recensién imparciol de Star vase Slovic, Fischhoffy Lichtenstein 1979p. Que los mélodos cvonificados de evoluacién de riesgo son alk mente manipulables es alge tan conocido, que aquéllos no tienen la au- toridad ni e peso objets que sus usuarios pretenden. Asi OSHA adop- 16 uno linea dura y firme contra lo cuonificacién del riesgo [al menos para los corcindgenos en el lugar de trabajo} en fos deliberaciones del Interagency Regulatory Lisison Group's Ponel sobre evaluacién del ries 90 [Carter 1979), Todo el que haya leido o Self [1975] sobre las for- EL SURGIMIENTO DE UNA NUEVA SUBDISCIPLINA 49 tasios implicadas en la evaluacién del volor de una iglesia notmanda en el elaborado ondlisis de cosirbenelicio empleado por la Comision Ros- kil sobre el emplazomienlo del tercer oeropuesto londinense, compren- deré por qué el ACB oplicado a amplics cuestiones sociales cayé en grave descrédito en Inglaterta desde 1970. la critica del planisamien- to de Star es un tema unificador para los estudios iniciales de la per cepeién del riesgo (Kates 1977: 5; Otway y Cohen 1975; Slovic, Fischhoffy lichienstein 1979b, 1981) El resultado no ha apaciguado los temores piblicos, sino que ha provocado una acalorada serie de reproches contra la irrele- vancia e inexactitud de tales medidas. Critica del riesgo-beneficio Para hacerse una idea de la misficacién y dal furor léase ol informe de Inhaber {1978} al Canadian Atomic Energy Conttol Board y su ar culo en Science (1979}, en el que se argumentaba que las fuentes de eneigia nucleares son més segutas que las convencionoles. «El informe de Inhaber es una ciénaga de errores, incluye doble cémputo, uso fy cbuso) alismente selectivo de datos, hipStesis insostenibles, inconsisten- en una norma que permite uve los tertatenientes escapen a toda responsabilidad «simplemente per Titiendo que la noturaleza siga su curso». En este caso, uno compari Que poseia tierras en Malibd rehuyé tode responsabilidad cuando un esprendimienio de tiertas desiruyé un hogar; la compatiia. ‘argumento- ba diciendo que no se le podia responsabilizar de todo desaste nat: ‘al [los Angeles Times, 21 de diciembre de 1981). «Asi como se alion las nociones de actos de Dios y actos del hombxe, olro tanto sucede con '6 distincién enite intencién, accidente e incidente> (Kates 1977: 56). Button, Kates y White {1978} hon sosterido siempre que #los peligros £0 por definici6n fenémenos humanos+ De igual manera Fischhoft y (95 (1978), pero es més facil decitlo que tomarlo en cuenta en el ané- Isis consecuente “ LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO. Incluso la definicién de peligro como incapacidad de afron- tamiento se ubica atin dentro de! modelo de los actores. Pero, al ‘menos, esta definicién conecta causas fisicas y consecuencias sicas con la capacidad de afrontamiento de un sujeto racional, Esto esté mas préximo a una teoria de la percepcidn, ya que per- mite que las expectativas acerca del afrontamiento creen la cua- Jidad de peligro, y una teoria de la percepci6n es necesaria para reflexionar sobre la aceptabilidad del riesgo. Afrontamiento El énfasis sobre la capacidad de afrontamiento: acompafia a un con junto diferente de suposiciones sobre la gestién del riesgo. En vez de ‘xumir como el ideal une reduccién general del riesgo, Clark supone {ue la gestion elicaz del peligro debe tratar de incremenior lo copact dod de tolerar el error y mejorar asi la capocided de osumir riesgos productivos (Clark 1977]. Centrar de nuevo el punto de mira en lo co- acidad de afroniamiento ayudaria a comprender los ospecios sociolé- gicos y culuroles de la pereepcién del riesgo Parece muy plausible que la preocupacién principal del su- Jeto perceptor sea si el afrontamiento es factible, dificil o impo- sible. No hay percepeiGn hasta que los perceptores correspon- dientes codifican a informacién para la interpretaci6n. Los economistas hablan a veces de la informacién como si fuera un agente activo que fluye, impacta, se pierde o es detenida por obs- taculos en su senda, una posesién que unos tienen y de la que otros carecen. Estos habitos de discurso repiten una teoria de la percepcién vigente en el siglo xvut, segain la cual las impresiones sensoriales Hegan a la mente del perceptor de la misma forma que una luz potente golpea I retina del ojo. Pero la informacién ti siquiera se convierte en informacién hasta que el perceptor no la ve y codifica de algin modo. (3) La ciencia cognitiva ha tendido a dominar la percepcién del riesgo extendiendo sus suposiciones y métodos psicométri- EL. SURGIMIENTO DE UNA NUEVA SUBDISCIPLINA, 55 cos a la totalidad de la escena. Esto significa que, desde un pun- to de vista técnico, el trabajo mis sofisticado de la subdisciplina se encuentra bajo la égida general de la teorfa del comporta- miento racional, aceptando sus axiomas e hipdtesis restrictivas (véase capitulo 4). Aunque inicialmente los diversos tipos de tra- bajo aparecfan unidos a diversos grupos de autores nombrados, se ha dado entre ellos una tendencia creciente a converger, sien- do coautores de las piezas primordiales expertos pertenecientes a diversas adscripcione: Cuando una disciplina establecida aborda un campo nuevo, algo acaece de forma inevitable a sus métodos. A veces se trans- fiere una regla empirica; a veces, s6lo una metéfora. Los inge- nieros dieron un salto atrevido cuando aplicaron su método regu- lar de trabajo a la aceptacién publica del riesgo. La mayorfa de sus problemas de andlisis derivan de no tomar suficiente con- ciencia de los cambios de metifora. La «tolerancia» de la fatiga fisica aplicada a una mquina, significa algo bien diferente de la tolerancia humana de los insultos o adversidades; asimismo, las ideas de «carga de riesgo» y «fatiga». Pero su ejercicio no es una mera fachada ret6rica, puesto que permanece fiel a las pricticas normales de la ingenieria, donde se revela que Ia tolerancia no deja de funcionar. Los ingenieros no establecen diferencia algu- na en el método tanto si agregan las fatigas que un puente o un sistema humano revelan que pueden soportar. Pero lo que ellos hacen no tiene mucho sentido por razones que reiteraremos en las paginas siguientes. Por contra, los bidlogos que pasaron a la percepcién del riesgo se enfrentaron a la dificultad opuesta, habiendo dejado atrés la ma- yor parte de su equipamiento tedrico. ;Qué puede hacer un ecélo- 20 sin un ecosistema y qué es un ecosistema sin limitaciones de re- cursos? Dichos biélogos utilizan una tosca nocién de le percepcién, como si se tratara de ver qué riesgos hay. y no de se- leceionar una pauta de lo que hay. Las propiedades de las pautas no se imponen por la fuerza al ojo de los perceptores. Por eso. las importantes cuestiones de la percepcién del riesgo nunca pueden 56 LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO analizarse con un inventario de los rasgos fisicos de los aconteci- mientos, de su escala de dafio, de cardcter repentino o de duracin. La ciencia cognitiva merecerd nuestra consideracién en los capitulos 3 y 4. La idea de racionalidad debe dominar el estudio de la percepcién del riesgo. La idea del agente racional, percep- tor del riesgo, se basa (;debe basarse?) en el modelo del investi- ‘gador racional. Ambos sienten la necesidad de buscar orden en el mundo; ambos reconocen una inconsistencia, ambos evaliian la probabilidad. m PERCEPCION DEL RIESGO Este capitulo compara et tratamiento de la percepeién en los seres hunanos y en los animales. Lapsicologéa animal sostiene que las respuestas emocionales que alertan, mantienen 0 distraen la atencién contribuyen ‘de manera posiiva al funcionamiento del organismo ya la supervivencia de la especie. La psicologia humana trata de separar habitos y emocianes (rales com el miedo 0 la excitaciéin) del examen de la cognicién. Entales tests, los humanos tienden a actuar de maneras ‘que ponen en tela Ue juicio los conceptos bésicos de racionalidad. La investigacién se centra entonces en la inadecuacién del aparato perceptivo humano, en la disfuncién. Exnecesarioincluir de forma sistemética en los estudios de la percepcién del riesgo piblica los procesos sociales implicados en la formacién de los eonceptos. Los resultados mejor establecidos de la investigacién del ries- g0 muestran que los individuos tienen un sentido fuerte, pero in- Justificado, de inmunidad subjetiva. En actividades muy familia tes existe la tendencia a minimizar la probabilidad de malos resultados. En apariencia, se subestiman aquellos riesgos que se consideran controlados. Uno cree que puede arreglarselas en s ‘tuaciones familiares. Y se subestiman también los riesgos que con- llevan los acontecimientos que se dan rara vez, Nuestra primera Pregunta sobre la percepcidn del riesgo es por qué tantisimas per- sonas, en su rol de profanos. opinan que los peligros cotidianos son inocuos y se consideran a si mismas capaces de arreglirselas cuan- do los hechos demuestran que no poseen tal capacidad. 58 LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO Inmunidad subjetiva (a experiencia de la Notional Commission cy Produc Safety cons- toa que el consumidor esté dispuesto a opiot por un liger. chorro en el precio en lugor de optar por un inctemenio de seguridad comprado @ boo precio. a famifcridad porece generar eonfianzo et los granjeros {que viven en dreas de inundacién White 1952) yen los kmaderes, los peatones en zonas de trfico y los conductores; Ine que wen ceten de Centres nucleares estén menos preocupados pore radiarién que clas personas (Guedeney y Mende! 1973}; los ingenieros y mecSnicos lien den o tener une confianza excesiva en sv propia tecndagia (Slovie, Fischhofy lichstenstein 1981). En algunos ocupaciones de ato riesgo, los benelicios incrementon la confionza y fomilividod (les 1981). Sin embargo, lo familiaridad funciona o veces en el sentido opuesto (Slovic, Fischhoffy tichsiensiein 1980) Se tiende a ignorar Jos peligros cotidianos mas comunes. En el otro extremo de Ia escala de probabilidades, también se tiende a restar importancia a los peligros mas infrecuentes, y de baja probabitidad. Agrupando estas tendencias, el individuo parece cortar la percepci6n de los rieszos altamente probables de mane- fa que su mundo inmediato parece més seguro de lo que es en realidad, y como corta también su interés en los acontecimientos de baja probabilidad, los peligros distantes también palidecen. Para una especie bien adaptada para sobrevivir, hacer caso omi~ so de los acontecimientos de baja frecuencia parece una estrate- gia altamente razonable. El atender por igual a todas las bajas probabilidades de desastre diluiria la atenciGn y la descentraria peligrosamente. Desde el punto de vista de la supervivencia de la especie, el sentido de inmunidad subjetiva es también adaptative si permite que los seres humanos se mantengan serenos en medio de los peligros. que osen experimentar, y que no se desestabili- cen ante la evidencia de los fracasos. Aquf reside seguramente uuna de las diferencias interesantes entre la psicologia animal y la humana. Tal vez algunos de los problemas sobre la evolucién de Ja conducta social podrian pormenorizarse en propuestas verifi- PERCEPCIGN DEL RIESGO 9 cables sobre las fuentes sociales de la confianza y los efectos be- néficos de la sobre-confianza para la raza humana (Trivers 1972). Sometidos a prueba formalmente, los seres humanos no pa- recen servir para pensar racionalmente. También tienen una me- moria débil y errética. Investigacion de la memoria Le invesigacién de le memoria se baso en gran medida en el len- guole, mienttes que una gran parte del recuerdo y de la cognicién hu anos es independiente del habla. Es significative que los intentos de cescblecer paralelos de lo amnesia humana en experimentos de labora tof con enimoles fracasaren, Nadel {1 980) sugiere que quizé sea de- bido a que la memoria human se telaciono con el lenguaje de uno ma: neta especial. Parte de la respuesta humana @ los peligios esia envoizeda en nesta noturalezo onimal. Esta es uno de las razones por las cuoles el conccimiento psicolégico de la percepcién humana del fiesgo se encuenta en un estadio elemental. Ademis, esudios de lo me- mora humana sugieren que no podemos abordar la cognicién humene esludiando la debilidad de fa memoria. £| libro Memory |1980), de Eli- zabehh lofus, dice mucho mas sobre por qué olvidamas que sobre céme recordamos. lo time parece suceder de forma cloramente cor plichosa : Dado que en e! caso de la memoria humana lo que esté almace ftado y €s recuperable depende del control de a clenciin, y puesto que Io atencién depende de sefales y presiones sociales, la cueslion esti en enfocar el problema desde e! éngulo adecuado y centar la atencién en a codificacién que el individuo realize de la experiencia social. ‘A quienes saben cudles son realmente los riesgos. los psic6- logos recomiendan que se concentren en una mejor comunica- isn con el piblico profano, Aun cuando sea por lo general una advertencia sabia, en este caso la educacién sobre el riesgo no ha conseguido un resultado muy alentador. 0 LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO. Pobreza de la educacién Un coro de consenso sobre cun poco se puede conseguir medion- te Ia educacién piblica para una mejor percepcién del riesgo es per cepiible en autoridades tales como Roder (1961) y Nelkin (1974), quien describe la masiva camparia suece para educar al piblico acer- cade Io energia nuclear y oitas fuentes de energia. Slevic, Lichtenstein y Fischholf (1974), escribiendo con referencio especial al problema del fiesgo nuclear declaran: « (pg. 33} Peto este coro es contrapesado por otto (que incluye @ veces las mis mas voces} que recomienda hacer un mayor esfuerzo para mejorar ka comprensién piblica mediante mejores campafias educativas. Se unen al segundo coro Kunreuther y otros (1978). elas pruebas existentes res- pecio a la medida en que la publicidad de los medios, las peliculas 0 las exposiciones gréficas han generado preocupacién por fturos de- sostres no son muy tonguilizadorase. Kunreuther y sus cooulotes escri- ben {pég. 251) citadiendo: «Si se considero que la ayuda gubemna- menial es deseable, habrio que hacer un esfverzo concertado por distribuir informacion o la poblacién ofeciodas (pag, 254). En un es- tudio realizado para le Fire Research Station, Green y Brown (1981) ‘oclaraban primero qué se enliende por el término stiesgos; luego em controron que donde se dispone de estimociones objetivas suficiente- mente fables y precisos, las opiniones de los encuestados son bastante precisos. Parece que la gente adopt primero una posicién moral —qué debe existi— y conecio eslo con consideraciones progméticos que mi ran hacia un futuro complejo. Bajo esta luz tiene sentido recomendat ‘que se impart més y mejor informacion PERCEPCION DEL RIESGO. 61 la fe en lo educacion es el siguiente paso légico que deriva de fo ‘oceptacién iniciol de lo percepcién del riesgo como un problema de percepcién incorrecta por el publico profono. Tal planieamiento lleva o Io tecomendacion aliernativa de un contol regulador més esticto 0 de mas invesigacién psicolégica sabre el allo de comunicactén. la teovia de la eliquetacién se fjo en cémo el modo de presentacién ofecia « lo ‘evaluacién. Lo conferencia referide por Morris y ots {1980} dio una panotdmica de la teoria de lo eiquetacién oplicada a lo percepcion de Tiesgos; en ella se habl6 de si a regulacién diteco, los fuerzos dal libre mercado © la efiquetacién compulsive (una forma de regulacién} resut ton mejor para los diferentes riesgos de salud. Kosperson y otros {1980} ‘ofecen un sumorio citico de los argumentos a favor y en contra de la educacién pilblica sobre la energia nuclear. La desilusi6n producida por la dificultad de educar a la gene- ralidad del pablico sustenta otra tendencia que casi termina por amarnos a todos irracionales. Cohen (1981) argumenta que las condiciones para la racionalidad son tan flexibles que al invocar toda la baterfa de motivos y metas a los que un individuo se ad- hiere se puede exonerar cualquier decisién de la acusacién de irracionalidad. E\ argumemto espera en esencia que el pensa- miento racional se ejerza mediante dos tipos de competencia: por un Jado, una competencia panhumana universal en operaciones 6gicas (evitando contradicciones y esperando coherencia); por el otro, una competencia adquirida de forma cultural de recono- cer, ensamblar y clasificar elementos particulares. Cohen apoda a la combinacién «intuicién» y arguye que, como nunca se pue- de determinar el input de la cultura, no hay modo de probar que eleccién o decisin alguna sea irracional. Antes de esta reivindicacién més bien débil de nuestra racio- nalidad, la percepcién del riesgo habria moderado ya su termino- logia manteniendo que los individuos no son irracionales, sino debiles en pensamiento probabilista. Pero cuando consideramos lo que requiere el entender el probabilismo, no parece tan dificil. En apariencia, solo necesitamos comprender tres cosas: casuali- dad. independencia estadistica y variabilidad de muestra (Ho- 2 LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO garth 1980, cap. 2). Ademis, cuando consideramos una actividad técnica cualquiera, vemos que cada uno de nosotros, sin tomaren consideraci6n Ia instruccién, es capaz de utilizar los tres princi- pios. Cazadores, pescadores, agricultores y marineros utilizan su comprensién del probabilismo para evaluar sus materiales, ta conducta pronosticada del pez o de Ta oveja, de las mareas o del tiempo. Ellos saben todo acerca de la variacién aleatoria en la precisiGn de sus instrumentos, dejan de lado interferencias pru- dentes de un muestreo demasiado pequeiio; y, sin saber de esta- disticas, saben mucho acerca del equivalente préctico de ta inde- pendencia estadistica, De no ser asf, no sobrevivirfan por mucho tiempo como artesanos o navegantes, etc. Lo dificil no es la pric- tica informal del pensamiento probabilista en un contexto fami- liar, sino el andlisis formal de la probabilidad. Mentalidad primitives Todo la discusién sobre la capacidad humane de pensar de forma probabilista muestra una incémoda semejanza con la discusin de fino- jes dal siglo pasado sobre la mentalidod pimiiva Wynne 1982"; Levy Bruhl 1966), Los nativos de los teririos colonioles parecian fener uno comprensién perverso y poco seria de la légica; los administadores iustados trataban de entender su debilidad intelectual esdianda an ‘ropologio. Brion Wynne le da lo vuelta la analogia cuondo ridicul za las pretensiones tealizedas en nombre de lo racionalided cientfica: ‘la percepcin de la erica como una omenaza ¢ todo modo de per somiento es coractersica de las sociedades primitivas que tienen uno experiencia aislad y homogénea, Porece que no hay discontinuidedes intrinsecas entre pensamiente cientfico y primitivo; las diferencias rest den en olgunas coractersicas sociales importanies+ (1982b: 168], En concreto, Wynne atibuye la rigidez intelectual ol oislamiento social Puesto que los cientificos que utilizan de forma explicita la teorfa de la probabilidad fracasan también en esos tests que de- jan confundidos a sujetos que han recibido una educacién me- PERCEPCION DEL RIESGO 63 nos formal, debemos considerar con mayor detalle las preguntas de los experimentos de psicologfa. Resulta que todos estén rela- cionados con un determinado campo de experiencia, el de la teoria de la probabilidad como tal (Krantz y otros 1983). La in- vestigacién experimental que compara sujetos con diferente grado de educacién formal puso de manifiesto eémo se usan heuristicamente versiones intuitivas de la ley de los grandes né- meros. La educacién formal aumentaba la frecuencia y calidad de su uso, En otras palabras, las intuiciones aprendidas culturalmente gue gufan nuestro juicio en cualquiera de nuestros campos de competencia nos ensefian suficientes principios probabilistas, pero estén ligadas fuertemente a la cultura, Todos nosotros esta- mos perdidos cuando nos aventuramos més all del aleance de nuestras intuiciones culturalmente constituidas. Tal vez, el pro- babilista técnicamente competente estarfa tan perdido si se le pi- diera predecir fuera de su experiencia de especialista, aunque fuera experto en estrticturar el problema de manera formal Aungue esto pueda salvar a los seres humanos de la acusa- cin académica de no ser capaces de pensar de manera probabi- lista, deja algunos problemas précticos para la percepcién del riesgo. En conereto, increment el abismo entre el juicio de la persona experta y el de la profana. Si la gente s6lo puede pensar de manera probabilista desde una posicidn de competencia ex- perta, y sino hay manera de que todos o la mayoria de nosotros Meguemos a ser expertos en armamento modemno o en energfa nuclear, sigue abierta la cuestiGn de cémo tenemos que hacer un juicio politico de tales riesgos. Esta historia arranca con una ne- cesidad de entender por qué los expertos de Ia industria y el Go- bierno no pueden convencer al pubblico de la inocuidad de la nue- va tecnologia. La tendencia generalizada de los humanos resulta ser la contrapuesta, no temerosa por naturaleza, sino més bien excesivamente intrépida y reacia a dejarse persuadir de ta reali- «dad de los peligros. Pero si se piensa que una minorfa poderosa (los industriates) inflige loy peligros en cuestiGn a una mayorfa 4 LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO indefensa no se evoca el sentido de inmunidad subjetiva. La di- ferencia esté en que 1a actitud respecto de los riesgos infligidos por otros es politica. Es posible que el piblico que considera la nueva tecnologia esté més enfadado que temeroso. Quizd la cues- tidn en modo alguno sea la percepcién del riesgo, sino Ia indigna- cién por el embaucamiento y la explotaci6n. Si es asf, necesita- mos comprender las actitudes adoptadas ante Ia inculpacién. La teoria de la atribucién pretende proporcionar un marco amplio en el que considerar como se distribuye la culpa. Teoria de fa otribucién Pora un resumen véase Heider (1 958]. los estudios inspirados en ka teoria de la aribucién han idenfficado un sentido de un lugor de cor- iol y un sentido de indefensin en las respuesios al estés. Los estudios de la percepcin del riesgo y del esis se solopan debido a la constr tocién de que una expectotiva generalizada de ejercer el contr redt ce la experiencia de estés ones y Davis 1961; Roter 1966), El enfo- que es onélogo cl interés por los esudios de percepcién dal riesgo en sujetos que perciben que sus flesgas son asumidos de forma involuntar fia la coleccién de ensayos ediiados por Hamillon y Warburton 11979) resalta las fuentes mas cloramente cognitivas de afroniar la fati- ge [véaxe «Aftoniomienio», en el cap. 2). Sin embargo, las Fuentes prin- Cipales del opoyo y de fo confianza socioles se encuentian aqui de for ma exclusiva en la temprana infancy en ls lozos familiares, Uno de los escos0s intenios (Brown y ots 1975} de relacionar el estiés con un contexio social adulto més omplio presinde del énfosis cognitv. Primero esté el juicio en cuanto a las causas, sean naturales 0 hhumanas. $i el dafio es obra del hombre, la atribuci6n de respon- sabilidad y la inculpacién va al lugar de control. Existe la opci6n de reconocer nuestra propia falta, revertir la culpa sobre otro, de- Cidir si el otro estaba informado y motivado para hacer dato. Si somos ya hostiles al presunto agente del perjuicio, nuestra censu- ra tiende a ser mAs severa: y si sospechamos que el agente se be- PERCEPCION DEL RIESGO 65 neficia de nuestra pérdida, el juicio adverso es atin més severo. ‘Aunque los psicélogos constatan que la gente difiere en la medi- dda en que culpa, recibe culpa o exonera, su sesgo profesional les inclina a indagar en la estructura de la personalidad para explicar las diferencias. La teorfa de la atribuci6n presta escasa atencién al centrenamiento social que selecciona y refuerza determinadas acti- tudes de inculpacién, Pero esto se entiende sin dificultad. No se han establecido atin pautas sobre cémo tener en cuenta de forma sistemética los valores generados en el entorno social. Cuando retormamos a la investigacién de fos valores consta- tamos que o bien utiliza categorias administrativas estandariza- das para fijar en segmentos de la sociedad valores expresados 0 bien evita encontrar el origen de las expectativas de riesgos en cualquier categoria definida socialmente, Los psicélogos comienzan a reconocer este problema. Jas- pers (1981) sostiene que se ba pasado por alto la naturaleza so- cial de las actitudes hasta el punto de tratar respuestas manifies- tamente sociales como disposiciones del individuo. Refiriéndose ‘a su propia obra temprana sobre la diferenciacién cognitiva y emocional afirma: «Se necesita un punto de vista verdaderamen- te social para comprender que lo que aparenta ser un proceso de diferenciaci6n individual que aumenta con la edad del nifio es en realidad el emerger de una jerarquia compartida de respuesta que requiere una explicacién social». Otras debilidades metodo!6gi- cay que dimanan de la misma dificultad son analizadas en Ger- ‘gen y Gergen (1973, 1982). Salir de la ardua investigaci6n de en- cuesta con conjuntos de expectativas que descansan unas en otras es interesante (Mitchell 1980a, 1980b), pero serfa atin me- jor salir de los datos a la teoria de la percepcién del riesgo. Sindromes de valor Algunos estudiosos hen talado de exominar lo agrupocién de oct tudes en funcién de sus incompatibildades y ofinidodes. Spongler ie LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO (1980, 1981) desorolla el concepto de sindrome: «Un conjunto de conceptos concurtentes que incluyen emaciones relacionadas y predis posiciones de decisién que forman una pauls actiudinal identfcable los sindromes. tienen un carécter colectivo, incluyen ideas morales del bien y del mal, y reflejan uno experiencia social compartida. Los sin domes se caracterizan por las creencias que seleccionan y por las con- sideraciones diolécticas interelacionadas que ignoran. Este es uno de los pocos casos en que el estudio de la percepcién del riesgo est inter resado en la otencién selectiva. Pero no da el paso siguiente de consi cderar cémo las olineaciones sociales action como factores de enfoque. Heberlein y Black (198 1} tralan de identificar «moléculas de conducia, rnormas, creencias, cpoyo social y-voriables esiructurales, reconaciende la complejidad de las estuctutas normativas en la sociedad moderna. ‘Orr investigacion en curso trota de relacionar los valores con eshate: gics sociales y cognitivas, Por ejemplo, Stollen y Tomas {1981} estén elaborando un estudio para identificor cuatro respuestas o lo amenaza tecnclégica lla segura, fa defensiva, la vigilante y la adoplatival. Ev dentemente, pronto halxé una confianaa y sofisicacién mayores en el trate con la zona inkérfacial entre los percepciones del individuo y los cactitudes pablicas (Back y Gergen 1963}. Nuestro conocimiento de la percepeién del riesgo est con- trolado por Ia eleccién de métodos. ‘Metodologia fundamental Hon despertado mucho interés los problemas metodolégicos, ke ma- yoria de ellos comunes a todos los intentos de identficor acttudes y var lores piblicos y no especficomente caractersicos de la percepcion det riesgo. Thomos llama la atencién sobre dificites problemas de agregar cién (1981); Green y Brown alertan sobre los efectos de las escalas que oparecen en los cuestionarios {1980}. Nadie expresa una critica tan completa como Plt (1978}, que discute temas de politica sobre el riesgo como ejemplos de graves problemas no resueltos que subyacen en Ia contemporénea fearia social. (1) Un problema nace de los efectos de oidenar de diversas maneras respuesias a cuestiones de eleccién riesgobenelicio: En el plano individvol del andlisis, uno puede conser PERCEFCION DEL RIESGO o guir una medicién absolutomente inconsisterte, , Hebb lomenta que, a pesar de este consenso prc fesionol, exist el problema de llevorio @ su conclisién légica: «Una lineo de pensamiento incompleta arranca preacupada por el estimulo 0 configuracién del esiimulo como la fuenie y control de accién; con el fiempo se topo con los hechos de alencién et., y luego se lila @ com venir en que la atencién es un hecho importante, sin caer en fa cventa de que esto es incompatible con las propias suposiciones anteriores» (Hekb 1949: 45]. En la percepcién del riesgo, los investigadores es- tn de acuerdo en que lo selectvidad de la afencién es el lema central y, ol mismo tiempo, siguen categorizando la configuracién de los esi- rmulos. En Dovglas {1978} se oftecen sugerencias sobre cémo se podtion idenificar en la experiencia social diferencias relevonies para fomentar tal experimentocién cognitiva. Este enfoque fue formulado en Douglas (1966] como un desarrollo explicio de los trabajos, aludides arriba, realizados en los afios cuarenta y cincuenta en el campo de la psicolo- gia de la percepcién La estructura social es un sistema moral; la responsabilidad social crea las lineas principales de equilibrios entre costo y be- neficios, y produce los diferentes modos de categorizar el mun- do fisico. Como en los animales, la atencién humana se guia por el interés de sobrevivir. Pero para los humanos, la supervivencia incluye el tipo humano de comunicacién. y ello implica el esta- blecimiento de categorias conceptuales para el discurso public Una psicologta cognitiva que ignorara el proceso pareceria tri vializar su propio proyecto. Sin duda, se autodescalificaria para considerar la aceptabilidad del riesgo. Iv ELECCION Y RIESGO La teoria del sigho XIX acerca del riesgo trazaba una separacién entre el juego y la asuncién de otros riesgos. Dentro de la moderna teoria de la eleccién, se presentan dentro de una teor(a integrada la aversion al riesgo y la bisqueda del riesgo. Este capitulo sefala algunas limitaciones de ta teorta de la eleceién para el tema de la indagacion de los niveles piblicos de ta tolerancia det riesgo. La teoria de la eleccién aplica ta logica al acto de elegir. El ar- _gumento racional es el que no es contradictorio en sf mismo; y 10 mismo sucede con la eleccién racional. Para ser racional, una eleccién no niega a otra. Un comportamiento racional implica Cierta clasificacién de alterativas en funciGn de la conveniencia relativa. La logica de la elecci6n atafie a preferencias no contra- . Un ejemplo de! uso politizado de los argumentos de Tas pers- pectivas mds pesimistas es una carta reciente publicada por la Unién de Cientificos Interesados que contiene las siguientes ase- veraciones: «istos son los hechos: un accidente de wna planta po- dria matar al menos a 45.000 personas, causar datios materiales por un valor de 17.000 millones de délares y contaminar un érea de la extensién de Pennsylvania». Obsérvese que quienes desa- rollaron este argumento de las perspectivas mas pesimistas no hhacen mencién alguna de las posibilidades minésculas que se le conceden (Slovic, Fischhoff y Lichtenstein 1979). ‘Nuestra primera pregunta sobre la percepci6n del riesgo es por ‘qué tantas personas, en su rol de profanos, opinan que los peligros cotidianos son inocuos y se consideran a s{ mismos capaces de ha- cerles frente cuando, en realidad, carecen de esa capacidad. Una visién de sentido comiin del riesgo no encaja con esto, La visi6n de sentido comin sitdia al individuo en un contexto social de seres interdependientes que ofrecen y retiran apoyo: Una reputacién de temeridad, bajeza, locura o cobardfa destruira las oportunidades de que el individuo cuente con la ayuda de la comunidad. Si un gru- ‘po de individuos ignora algunos riesgos manifiestos tiene que ser porque su entramado social les estimula a obrar asi. Podemos su- poner que su interacci6n social codifica gran parte de los riesgos. El cambio (de rumbo) arriesgado Hobria. que resumir cqui una tentative sostenida de predécir el efecto del grupo social sobre las actiudes respecio del riesgo. Al tiempo que ve ‘CREDIBILIDAD 107 fficabon la hipotesis de lo conformided, algunos psicblogos sociales se dieron cuenta de que los dotos suministaban alguna evidencia en favor de |a hipétesis contraria —cambio de rumbo arriesgado— que sugiere ‘que los grupos loman decisions més orciesgadas que los individuos (Sto- ner 1961; Nordhoy 1962}, Los psicblogos sociales siguieron con gron ‘entusiasmo esta hipdtesis hasta 1971. Desde entonces un creciente nb: mero de especialisias ho puesto en tela de juicio la bibliografia sobre el combio ortiesgade, tanto por mativos concepiuales como metodoligicos (Miers y Lamm 1976). Ahora parece exislr un consenso en cuanto @ que al fendmeno fiene poco que ver con el riesgo per se La invesigacion so- bre el cambio arriesgado se ha reetiquetado ohora como «cambios de leccién de grupo» o «polarizacién giupal de aciides. La mayoria de los estdios vilizaba un disefio llamado Cuestionario de Dilemas de Bleccién en inglés: Choice Dilemmas Questionnaire CDQ]. Pare. una descripcién del cuestionario, véase Wallach, Kogen y Bem 1962). Para una metodologja altemaiva que incliye estudios sobre el jvego véose Zajonc y oles (1968). Se hon ovanzado numerosas tearias para expt car @l fendmeno del combio de rumbo arriesgado. La teoria del riesgo come valor argumento que hoy un valor cultural igade a la toma de ries go [Brown 1965}. Algunos individuos suponen que ellos defienden los valores culurales con més éxilo que otros; cuando descubren de hecho que sus elecciones no son fon arriesgodas como los de ottos, cambion de direcci6n y se encaminan hacia riesgos mayores. Para variontes de esta leotia véase Pri (1971) Fraser y altos (1970), Pora un test emp ‘ico de lo teoria del riesgo como valor, véase Carlsson y Davir (197 1} ‘A.una teorla alternative que trata de explicar el cambio [de rumbo| aries gado podtiamos dor el apelaive de tear de la dilusiin de responsabi- lidod. En ella se argumente que los grupos tienden « tomar decisiones sms arriesgadas que los individuos porque hoy olguien con quien com- partir la vesponsobilded de la decision (Wellach, Kogan y Bem 1974} Para variantes de esia teoria wéase Dion, Baten y Miler (197) E] andlisis experto del riesgo considera como su unidad de toma de decision al agente individual, excluyendo de la eleccién toda retroalimentacién moral o politica que tal vez. él reciba de la sociedad que Io rodea. El agente racional de la teoria est des- culturizado. El sentido comin espera que toda eleccién y deci- 108 LA AGEPTABILIDAD DEL. RIESGO sién sean hechas con consulta. El agente racional de sentido co- mmiin es un ser cuyos valores y elecciones estén enmarcadas en una determinada cultura. Para una exposicién bien matizada de esta visi6n de la cultura véase Alexander (1979), para quien cul- tura en términos evolutivos significa 1 aspecto central del entorno en ¢! que cada persona nace, en el que tiene que wiunfar 0 fracasar, desarrollado de forma gradual por la colectividad de humanos que nos ha precedido en la histo- ria, y con una inereia refractaria a los deseos de los individuos... EL afin de los individuos seria usar a cultura, no necesariamen- te cambidndola, para fomentar su propia reproduccién... No im- portarfa que fuera un legislador que hace leyes, un juez que las interpreta, wo policfa que las hace cumplir, un abogado que las usa, vn ciudadano que las obedece, un criminal que las transgrede: puede verse cada uno de los comportamientos como una estrate- ‘gia concreta dentro de las sociedades gobernadas por Ia ley... La sabidurfa convencional invocada de forma activa es el sentido en el que utilizaré el término «cultura». Puesto que es apta para ser elevada (como en una cultura alta) 0 degradada como una explicacién residual (como cuando unos motivos ra- cionales parecen inadecuados), una explicacién no mistificada de la cultura ayudard en el inicio de este argumento. Cultura es la coleccién, pablicamente compartida, de principios y valores usa- dos en un tiempo cualquiera para justificar una conducta. Dado que la conducta humana misma es canalizada en instituciones publicas, los principios y valores mantienen las formas de la vida institucional. Puesto que esta vida tiene lugar en un entorno de- terminado, con unos recursos fisicos concretos, con unas técni- cas de explotaci6n y presiones pablicas, la cultura de un tiempo y lugar habla en favor de las soluciones actuales a cuestiones po- Iiticas y medioambientales. En un sentido fuerte, representa los miiltiples andlisis de costo-beneficio que equilibran todos los in- tereses de los individuo como agentes que dependen de las deci- jones de otros. En este sentido, el término «cultura» correspon- (CREDIBILIDAD los de al sentido que el individuo tiene de entorno social, de con- frontacién y de apoyo a la par, en el que él tiene que luchar por sus imtereses y luchar en favor de la comunidad y en nombre de la. # Cultura representa asf el bien conocido sentido de consulta y negociacién en cada crisis importante, asi como el sentido de es- tar provisto de conductos habituales por los que se pueden despa- char las cuestiones no controvertidas. La cultura parecerfa ser el principio codificador por el que se reconocen los peligros. Las pautas culturales de qué constituye riesgos apropiados ¢ inapro- piados emerge como parte de la asignaci6n de responsabilidad y son fundamentales para la vida social. Cuando se le pregunta por los riesgos que afronta, un individuo tiene que responder par- tiendo de alguna norma culturalmente establecida de cautela de- bida. Asi, un montafiero audaz alardearé més bien de cémo se negé a moverse en condiciones climatolégicamente adversas; un esquiador olfmpico se ufanaré mas bien de su cuidado del equipo. Ambos, negando que se arriesgan, afirman que evitan riesgos ab- surdos. Los Ifderes militares tienen que tomar riesgos para los hombres que tienen a su mando tras afios de escuchar relatos de batallas célebres; ellos saben del posible ostracismo a causa de un juicio equivocado que cuesta vidas, o incluso se les formard un consejo de guerra si han sido cobardes o temerarios (Keagan 1976). Toda persona enferma sabe que el rol de enfermo incluye consulta entre amigos, y aceptar su consejo o estar dispuesto a de- safiar su enfado si la enfermedad empeora y no se ha seguido su consejo. Las decisiones sobre qué médico elegir o qué régimen seguir estan sujetas a la crftica de la comunidad. Percepciones de enfermedad La percepcion de riesgo en la vida cotidiane corre paralela a la per: capcién de lo solud, y es verosimil que sea contolada de forme ton es cho per las estordorizadas pereepciones de la capacidesi de alr ho LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO tamienio, de responsabilidad y reciprocidad, En la sociclogia médica 4@ hon reclizado ‘rabojos ‘elevates sobre los procesos sociales que fran a quién hobra que consular ente la familia y os vecinos, © qui habria.que seleccionar coma médico, y las fuentes de outeritad ka crediblidad de ests dhimas. El individuo que adopia un rol de enfermo se ve.a si mismo coms un mismbro de la comunidad teropéutca, y ol consejo que obtiene depende de los carocersticas de su entramado (Boswell 1969; Henderson, 1935; Jantzen 1978; Fox 1980). Los jugadores mas empedernidos repudian el reproche de que corren riesgos, e insisten en que ellos no juegan con suerte, sino con pericia. Juego los jugadores afitmon que respetan lo habilidad de sus compatieres de juego més que lo cuontia de las genancias. Uno invesligacién real 2zada en Gran Bretaiia pone de manifesto que jugadcres habitucles er Varios jueges de azar sastienen que la hablidad, no la svt, exolica las pauias del éxito (Downes 1976; Zola 1964) Cuanto mas aislada est4 una persona, cuanto més débil y dis- persa es su red social, menos sujetas estén sus decisiones al es- crutinio piblico, y mas define él mismo sus propias normas de riesgo razonable. Pero tan pronto como hay una comunidad, se debaten y establecen socialmente las normas de aceptabilidad. Esta actividad constituye la base definidora de comunidad. ‘Una comunidad utiliza su acumulada experiencia compartida para determinar qué pérdidas previsibles son més probables, qué probables pérdidas serdn més perjudiciales y qué daios se pus-

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