aa: CARLOS MINANA BLASCO samSiempre he cretdo que el bambuco paso del Cauca al To-
Jima; de alla Cundinamarca, y de Cundinamarca al Sox
de Santander. Algo se baila en Artioquia, egion vecina
del Cauca, mas es desconocida en la Costa del Atlantico,
¥ su titmo musical no produce alla ningtn efecto en las
Enrique Naranjo Martinez, Popayan, 1949
N 1984, después de leer varias veces el
tomo I del Diccionario Folklorico de Co-
lombia de Harry C. Davidson, del cual
mas de 400 paginas estan dedicadas a re-
copilar todo documento que mencione la
palabra “bambuco”, quedé bastante confundido
ante tanta informacion, muchas veces contradic-
toria, Para ordenar las ideas no Se me ocurris otra cosa
que ir anotando en un mapa de Colombia las fechas
en que aparecta citado el bambuco al lado de cada
poblacidn. Y, poco a poco, el mapa empez6 a contar
su historia, a mostrar sus ires y venires, los personajes
que lo tocaban y lo bailaban, los que lo denigraban y
lo ensalzaban... Y el mapa le dio la razon a Enrique
Naranjo. Olvidado en un archivador, hoy lo desem-
polvo con una mirada mas critica, sopesando cada-una
de las fuentes y enriqueciéndolo con otras.
Las fientes documentales que se han conservado
nno nos dicen mucho acerca del bambuco, peto es lo
tunico que tenemos para empezar a especular.'
Danza del bambuco en Ia aldea det Bordo
Los documentos muestran que el bambuco como
tal (es decir una musica que la gente llamaba y reco-
nocia como “bambuco” y que la bailaba en pareja
suelta) es un fenomeno de comienzos del siglo XIX,
‘que “aparece” en el Gran Cauca y se dispersa ripida-
mente por el sur —incluso probablemente hasta Pert
siguiendo ta Campana Libertadata— y por el norte a
través de las riberas del Cauca y de! Magdalena, con-
virtiendose, en menos de 50 anos, en musica y danza
“nacional”
Ei primer documento histerico confiable en el que
se cita el bambuco es una carta del general Francisco
de Paula Santander fechada el 6 de diciembre de 1819.
La escribe desde Bogota al general Paris, quien se en-
contraba en Popayin, y con humor le dice:
Refréscare en el Purace, bafiate en et rio Blanco, pastate
por el Ejdo, visita las monjas de a Encarnacion, tomales
el bizcachuelo, divierete oyendo a nt batallon, balla una
1 outa vee el batabuca, no alvides en los copies el mu
chuyseo,
Es decir, que eso que llamaban bambuco forma-
ba parte de la idiosinerasia local caucana come el pe
sco por Ejido o las monjas de la Encarnacion, Nume-
rosas fuentes posteriores confirman esta asociacion
entre el Cauca y e! bambuco.
Independientemente de si fue cierto a no queso-
nara en la batalla de Ayacucho (Pert) en 1824 entre
las tropas colombianas ~cosa que ha intentado demos-trar Hernan Restrepo-, queda también claro en las
fuentes que el bambuco en sus comienzos estuvo li-
gado a la musica militar, alas bandas de vientos que
acompafiaron a los ejércitos en esa convulsionada €po-
ca; es decir, el bambuco fue una musica guerrera, En
la lucha por la hegemonfa colonial a nivel mundial,
los ingleses estaban ganando la batalla contra el im-
perio espanol apoyando los movimientos independen-
tistas de los criollos. No es gratuito que en esa época
estuviera de “moda” la contradanza inglesa (country
dance) y que La Vencedora y La Libertadora ~melodias
que celebraton las victorias de Bolivar~ fueran con-
tradatizas. No es gratuito tampoco que Bolivar reci-
biera apoyo financiero, militar e incluso bandas de
miisicos de Inglaterra para sts campafas. Era claro
que habia que negar la musica del enemigo espanol, y
mas en una confrontacion belies. La contradanza set-
via para lograr esa “oposicidn musical” pues se aso-
ciaba al aliado inglés. Pero se necesitaba algo criollo,
algo local, del gusto popular, con fuerza rftmica y per
ccutiva para enardecer los animos en la batalla, que mo
tuvieraese “sabor” de To espatiol o de los blancos, pero
{que tampoco fuera exelusivo de los negros 0 los ind-
genas... Definitivamente cenia que ser algo "nuevo",
algo mestizo, y es0s requisitos los cumplia el bambu-
co. Una (0 unas) musica que, como diriamos ahora,
fusionaba formas africanas, indigenas y espafiolas, y
que -ademas- se relacionaba profundamente con for-
mas mestizas similares que se estaban produciendo
en esos momentos en toda la América colonial espa-
fhola (marineras, cuecas, bailecitos, sones). Fruto de
Jas guerras, los movimientos de poblacién contribu-
yeron notablemente a acelerar la difusion y la interac-
ion de estas musicas en todo e! subcontinente
Segun las fuentes, el bambuco en esta época era
‘una musica relacionada con el pueblo, con las clases
bajas, con los trabajadores del campo. A veces no era
bien visto por la cultura “oficial” e incluso se prohibio
cn la iglesia pues era amigo ~y todavia lo es hoy en el
Cauca andino y del Pacifico~ de
los aguinaldas en Nochebuena. El
bambuco estaba ligado con la ima-
gen de la mujer que acompand a
las tropas, con la trabajadora del
pueblo: las hapangas cancanas, las
Gintureras del Tolima y del Huila,
las guanehas y bolsiconas de Nari-
fo, las juanas del Valle, las chapo-
leras de la region antioquetia, las
peonas, las vivanderas, las de me-
dio pelo... “Tesoro de pobres ¢s, ¢ ai, que nadie se lo
quita”, dijo Rafael Pombo en unos versos de 1857.
Sin embargo, ripidamente logré legitimidad oft-
cial. José Maria Vergara en su Historia de la literatura
en Nueva Granada, publicada en 1867, dice de él:
Su danza es enreramente oFiginal; su musica es singular,
yen fuerza de su merito y de su poesia se ha converte
fen miisca y danza nacional, no solo de las clases Dajas
sino aun de las ats, que na lo bailan en sus salones,
pero que la consideran suya (..). Es de todas niesteas
cosas Io tinico que encierra verdaderamente el alia y el
aire de la patria,
Este sentimiento nacionalista y patriotica con el
‘que se ha asociado al bambuco desde el centro y suit
del pais es més que justificado por el momento histé~
rico en que surgi6; sin embargo, y como tambien lo
muestran las fuentes documentales, ese sentimiento
no es generalizable a todo Colombia. El ceniralismo y
el “peso historico” que recibio esta musica llevo a que
duranie muchos afios se negaran otras miisicas regio=
nales tan nacionales como el bambuco, legando in-
cluso a identificarse hoy el 1érmino “masica colom-
biana” con las miisicas de la region andina y central
Remen bien esa tambora,
tambora de Coconuco;
‘mi pareja esta ganosa
de una mane de bambuco,
Popayan, 1952
pesar del reconocimiento que rectbio de towas
las clases sociales en el siglo XIX, el bambuco
raidoso de flauta, vientos y tambores, el bam-
buco guerrero y popular, todavia no podia entrar en
los “salones, aunque mis de una vez lo hizo con su
entusiasmo arrollador. Habla queaclimatarlo pues “no
esta bien el ruido de la tambora en un salon” (1848)
“Tanto se ha afinado el oido en esta época, que ya no
se requiere un sonide fuerte para levar el compas
como sucedia antes; por cuya razon se han suprimido
latambora iel redoblante” (1854)
| Enesta ¢poca empezara a sonar
el bambuco en las salas de con-
cierto, eso si, en versiones muy
libres y mas parecidas a una fan-
tasia, como la obra para piano de
Manel Maria Parraga. Las or-
quesias de salon lo integraron a
sus formatas estilizindolo y
orientandolo hacia el virtwuosis-
mo. Afios después caeria en labohemia y saldria renovado en sus letras, convertido
en cancion romantica. El bambuco guerrero termind
sichdo pariente del pasillo fiesteto, y las formas mas
lentas y narrativas del bambuco acabaron. pareci¢n-
dose al vals y al pasilio-cancion.
Este proceso ha llevado, paradojicamente, a que
el llamado “ritmo nacional” por excelencia, enrique-
ido por una larga historia, desconozca sus origenes
negros ¢ indigenas y ya no se reconozca en ellos, con-
tradiciendo su pretendida legitimidad “nacional”
Los que negaron o niegan sus origenes se basan
«en ebuscadas etimologias 0 en superficiales analisis,
ausicol6gicos. Se afirma con frecuencia que la mtsi-
ca “negra”, como la anullana y la cumbia, es binatia y
que el bambuco es ternario, como alguna mnisica es-
paola, Sin embargo, los estudios sobre las miisicas
aficanas ~relacionadas con el comtinente americano—
¥y antillanas han mostrado que en sus estratos mas
‘ntiguos son bimétricas, es decir, combinan las acen-
tuaciones ternarias con las binarias, lo mismo que la
cumbia tradicional -no la comercial, la misica del
Pacifico y, obviamente el bambuco, como lo sefiala~
ton Andrés Pardo Tovar y Jesus Pinzén Urrea en 1964
en un trabajo pionero titulado Ritmica y melédica del
folelor chocoano,
En la practica también se niegan sus origenes al
desconocer su diversicad y subvalorar las distinas for-
‘mas de bambuco que sigtien haciendo hoy los negros,
Jos indigenas, los campesinos: jugas, arrullos, bam-
bbucos viejos, currulaos, kuchwalas, meweikulhs, bam-
‘bucos guambianos, bambucos campesinos del Maci-
20, tajalefas... Bambucos con una tradicion de mas
de doscientos aitos pero también bambucos de hoy.
A veces pienso que los crucanos indigenas, ne-
_gtos, mestizos y blancos, sin necesidad de tanto anali-
sis, han sabido desde siempre que el bambuco es de
todos elios porque cacla vez que se encuentran tocan-
dose reconocen el unoenel otro.
Notas
‘EL echo, por ejemplo, de que en algunos lugares como Bogota
encontremos con mas frecuencia cltado en ls libros el bambuco
puede deberse a que realmente era mds popular alli, otal vez Lo
ms probuble—a que se publicaban muas libros y revistas. Por otra
parte, el que se mencione la palabra “hambuco” poco nos dice de
como sonaba realmente
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