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MANIFIESTO CIERRE BOULEVARD ANIMALISTA

Concluye ya, Compañeros, esta jornada en la que aquellos que ladran, rugen,
gruñen, rebuznan o barritan, se han valido de nuestras voces para expresarse,
puesto que a ellos la Naturaleza les ha incapacitado para articular palabras y por
lo tanto, ante el hombre, experto en hacerse el sordo y el ciego cuando prefiere
no saber, permanecen condenados a la indefensión y al olvido, un olvido que en su
caso trae consigo desamparo, dolor y muerte.

Termina un día que hemos dedicado a los derechos inexistentes de los animales, a
una ficción a veces hipócritamente legitimada en algún papel, otras, ni eso, pero
que en todo caso, es una herida en nuestros corazones y una deuda pendiente en la
conciencia de la Sociedad. Lo más trágico es que para la mayor parte de los
políticos, es sólo una promesa ignorada y probablemente, la más insignificante de
sus preocupaciones.

Regresaremos hoy a nuestros hogares con los ojos húmedos y con los puños
apretados, con una sensación de rabia, de dolor y de incomprensión, pero por
encima de todo eso, lo realmente importante, lo que cuenta para aquellos a los que
decimos defender, es saber si la lejanía en el tiempo y el difuminado en nuestra
memoria de las imágenes de crueldad, convertirán la indignación en resignación y
la angustia en un pesar soportable. Porque si eso ocurre, una vez más esta batalla
la habrán ganado los de siempre, los violentos, lo que con cuchillo, rifle o
piedra, en campo abierto, en ruedos o en jaulas, acorralan y atacan a sus eternas
víctimas con un resultado que se repite una y otra vez: el hombre alejándose por
su pie y con las manos manchadas de sangre, mientras el perro, el toro, el corzo,
el cerdo, la gallina o el mono, agonizan y mueren, siempre solos, porque no hay
mayor soledad que la de aquel cuyo crimen se justifica, por más que mil ojos
contemplen sus convulsiones y mil oídos escuchen sus últimos estertores.

Si el día de hoy, es sólo un acto más al que por haber asistido creemos ya
satisfecha nuestra cuota de compromiso y de solidaridad, entonces toda esta lucha
habrá sido un inmenso fracaso y más nos valdría, en ese caso, asumir nuestra
condición de maltratadores, tal vez no por acción, pero sí por omisión, por
debilidad y por cobardía.

Sin embargo, quiero pensar que no es así. Es más que una sospecha, se trata de una
certidumbre y sé, que todos somos conscientes de lo necesario de mantenernos
constantes y firmes en nuestra defensa de los derechos de los animales. No pedimos
nada para nosotros y eso nos hace menos vulnerables. No pueden comprarnos porque
ningún beneficio propio pretendemos obtener con esta causa. Y no tenemos miedo,
pues sabemos que la impunidad para cometer injusticias a lo largo de la Historia,
no ha encontrado resistencia en actitudes pasivas o en voluntades tibias, sino que
ha sido derrotada cuando enfrente, se alzaba una multitud decidida e insobornable
cuyos brazos, entrelazados hasta convertirse en uno sólo, quedaban dotados de una
fuerza incontenible, la fuerza de la razón.

He ahí uno de los secretos para esta victoria, Compañeros, que significa el
derecho a la vida del resto de los animales: la unión. Aglutinar y armonizar
nuestros esfuerzos puesto que nuestra demanda es sólo una. Avanzar sin permitir
que la crueldad de los brutos encuentre ni un solo resquicio por donde
quebrantarnos. Esa es nuestra mejor arma y su miedo, pues saben que ante una
organización adecuada y la suma de nuestra fortaleza, todas sus farsas quedarán al
descubierto y ya les será imposible ampararse en la miserable cobertura legal que
todavía les asiste, ya que en ese instante, los responsables políticos no podrán
permanecer impasibles por más tiempo ante nuestras demandas si éstas las profieren
millones de gargantas.
Y la otra condición indispensable para acabar con tanto sufrimiento es la memoria.
De poco servirá esta jornada si hasta la próxima convocatoria nuestra rabia
permanece aletargada, si vivimos del recuerdo del día de hoy, y aguardando
pacientes a que se nos vuelva a llamar para acudir a una manifestación o a una
concentración. No, el animalismo es una labor diaria, constante y que ha de estar
presente en todo momento en nuestras vidas, porque relegarlo a un segundo plano,
es transigir con la muerte de miles de animales cada segundo que pasa. Los que
matan no conceden tregua a sus víctimas, ¿vamos a ser tan necios de dársela
nosotros a los asesinos?.

No nos quedemos en meros comparsas de este movimiento, no podemos conformarnos con


que nos digan dónde y cuándo tenemos que situarnos, que consignas gritar y qué
debemos de sostener en nuestras manos. Exijamos de aquellos que lideran todos los
colectivos la suma de recursos, de voces, de estrategias y de objetivos,
hagámosles comprender que no luchamos por unas siglas, sino por los animales y que
su liberación, no se obtendrá con escaramuzas particulares, pues sólo podrá
alcanzarse con una unión plena y efectiva, dejando de lado intereses particulares
y enfrentamientos tan absurdos y egoístas como peligrosos.

Memoria y Unión Compañeros. Esas son las claves y los objetivos que hoy hemos de
llevarnos en la mente y en el corazon para no perderlos de vista jamás. Memoria,
Unión, y por supuesto, todo nuestro agradecimiento por haber compartido estas
horas y contribuir a que Boulevard Animalista se haya hecho realidad como lo que
pretendía: ser un espacio de entendimiento y de compromiso por la defensa de los
animales, un espacio que es nuestra obligación ampliar y nuestro deber no
abandonar nunca, no al menos hasta que no haya ni un solo animal padeciendo a
manos del hombre.

Gracias a todos.

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