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60 — de la humanidad eatuviera loca ¥ enferma, si careciera de amor y de salud zpor qué no? De ser ello cieyto, los escrirores que renuncian a Ia accién y adoptan ung anaTquia negativa y abstracta, estarian justificadoa, En el punto de mira de Sir Hugh Walpole habia cierto matiz de indilereneia hacia el eacritor revalucionarig y el escritor imlividualista. No podemos decir con segutidad cémo o cuando surgirin los poderosos novelistes de} futuro, pero si deben describir la realidad intima y hablar en un lenguaje mds adecuado ala nueva moral y a los nuéves valores intclevtuales, todo hace supenex que tomen un camino andloge al de los recientes precursores de a actual novela, que han tratade de revelar’ —eatre otras cosas— Ia realidad de lo irreal, especialmente en el caso de Kafka, la intenvporalidad del tiempo, la forma que yaoe enterrada baja la aparente informidad de la experiencia humana, y los medios de interpre- tar el presente a través del pasado y el mundo exterior a través del mundo subjetive. HUGO MANNING Los Libros Jonce Luis Boncrs: Fl jurdiu de senderos que se bifurcan. (Sur, Buenos Aires, 1941). — Borgee, come las filégofos de Tin, ha descublerta las posibi- lidades Hterarias de ly metaficica; sin duda el leclor recordard el momenta en que también él, acbyecogido, las presintid en una pagina de Leibnitz, de Condi- Nac ode Hume, La literatura, sin embargo, sigue dedicada a un publico absorto: on la mera tealidud; a nrultiplicarle sa comparttide mundo de acciones 5 de pasio- nes. Pero las necesidades suclen sentitse retrogpeclivamente, cuando existe lo que ha de satisfacerlas. El Jardin de senderos que se bifuroan crea y satisiace la necesidad de una literatura de la literatura y del pensamiento. Es verdad que el petsamiento —que e3 mas inventive que la realidad, pues ha inventedo varias para explicar una sola— tiene anteecdentes literarios’ capa ees de preocupar. Pero los antecedentes de cetos cjerciclas de Borges no estén la tradicién de poemas como De rerum nofure, The recluse, Prometeus un- —&1 bound, Religton et religions; estin en la mejor tradicign de la filosofia y on las novelas policiales. Tal vez el género policial no haya preducido un libro. Pero ha producide un ideal: un ideal de invencin, de rigor, de elegancia (en el sentide que se da a#la palabra en ias matemitices) pare los argumentos, Destacar la importancia de Ip construccién: éste es, quizd, el significado del gémero en la historia de la literatura. Hay otra rasén para hablar aqui de obras policiales —la exeiting quakty (and a very excelent quality it is)— que siempre buscan los autores de sate género, que los de otres génerog (en ef afin de producir obras meritorias, sunque sea de lectuta meritorin} suelen olvidar, y que Borges conzigue ple- namente. No hay duda que Henry James ha escrito licidos cuentos sobre la vida de Jog escriteres; que las pesadillas de Katha, sobre las postergacioncs infinitaa y las jerarquiag, no se olvidaran} que Paul Valéry inventé a M. Teste, héroe de Joe problemas de la creacién poética. Pero los problemas nunca hablan sido el interés principal de un cuentu. Por sus temas, por Ta manera de, tratarlos, este libro inicia un nuevo género en la literature, 0, por lo menos, renueva y amplia el género narrativo. Tres de an producciones sun fantasti una cz policial y las cuatra restantes ienen forma de notas criticas a Libros y autores imaginarios. Podemos aeralar inmediatamente algunas virtudes generales de estas notas. Comparten con los cuentes una superioridud sobre las novelas: para el autor, ia de na demorar su espiritu (y olvidarne de inventar) a lo largo de quinientas o mil paginas justi- ficadas por “una idea enya expnsicién oral eabe on pocos minutos”; para el Teetor, Ia de exigir un més yurlado ejercicio de la atencién, Ia de evitar que le Jectura degenere en un habito necesario para el suefio. Ademés dan al autor la libertad (dificil en novela: o en cuentos) de considerar muchos aspectos de sua ides, de criticarlas, de proponer variantes, de rcfutarlas. En ‘conversaciones con amigos he sorprendido errores sobre lo que en seas notas es real o es inventado. Mis ain; conozco a una persona que habia dis- 2 En el prologo, Borges incluye eotre los cuentas fantdeticos a Pierre (Menard, qutor del Quijote. La futencién de Menard es funtéetica, pero Jambién son fantdsticos Tlin y HE geerctmiento de Afmotésior, No vo rezones para incluic ona y excluir los otres. Lo claai- fico entre Jas nota porque, evidentemente, es el comentario de una obra litersriv icreal. 62 eutido con Borges El acercamiento de Almotdsin y que después de leerlo pidid a su Librere la novela The approach to AlMitesim, de Mir Bahadur Ali, La persona no era purticulurmente vega y entre la discusidn y Ia lectura no habia transcurrido un mes. Esta increible verosimilitud, que trabaja con materiales [untastions y que se afirma contra lo que sabe el lector, en parte se debe a que Borges no sdlo prepone un nuevo tipo de cuentoa, sino que ha eambiado laa con- venciones del género, y, em parte, ¢ la irreprimible seduceién de Jos libros inven- tados, al deseo justo, secreto, de que csos libros existan, Algunas convenciones ze han formado por inereia: es habitual (y, en gene- ral, reconfortante) que en Iss novelas no haya aparate critica; es habitual que todas Ins personajes sean ficticios (si no ge trata de novelas histéricas). Otras convencianes —Ia historia contada por un personaje, o por varios, el diario encon- trado en Ja isle desierta— tal vez fucron un deliberado recurso para aumentar la verosimilitud; hoy sirven para que el leclor sepa, inmediatamente, que estd leyendo una novela ¥ para que el autor introduzca ¢l punto de vista en el relato, Borges emplea en estes cuentos recurses que nunca, o casi nunca, s emplearon en cuentos a cn novelas. No faltara quien, desesperado de tener que hacer un cambio en sa amente, invoque Ia di in de Jog géneros contra este cam- bio en las historias imaginarias. La divizidn de los géneros es indefendible co- mo verdad absoluta: presupone la existencia de gineros naturales y dofinitives, ¥ el descubrimiento certero, por hombres de un bre pitula del tiempo, de las formas en que debera expresarse el interminable porvenir. Pero como verdad pragmatica es atendibte: si los poetas escriben merog sonetos, y no souetos que sean también diccionatios de ideas afines, habrA algunas probabilidades mis do que deszcierten menos. Puede agrezarse a esto que la invencién, 0 modifivactén, de un génere y la subsigniente experiencia indispensable para practicarlo bien, no son Ja miltiple tarea, u suerte, de un solo eeeritor, sino de varias genevectones de escritores. Fl prineipiante no se propone inventar una trama; se propone inventar una literatura; los escrilores que siempre buscan nuevas formas suelen a con serena macsttia esa ser infatigables principiantes. Pero Borges ha cumy labor propia de varias generacionea de eseritores. En sus nuevos cuentos nada gobra {ni falta), todo estd subordinado a las necesidades del tema {no hay gaa valientes insubordinaciones que hacen moderna cualquier escrito, y lo efvejecen) .. No ‘hay ona linea ociosa. Nunea el autor sigue explicande un concepta después — 63 que el Icetor Jo ha comprendido. Hay wna salsia y delicada diligencia: Jas citas, Jes simetrias, Ins nombres, ios caléloges de obras, las notas al pie de laa paginas. ias asociaciones, Jas alusiones, la combinacién de persenajes, de paises, de libros, reales ¢ imaginarios, estan eprovechades en su mas apudn eficacia. El calélogo de las obras de Pierre Menard no ea uma enumeracién caprichusa, © simplemente. suliriea; no es una broma con sentide para un grupo de literatoe: es la historia de Ins preferencias de Menard; Ia hicgrafia esencial del eectitor, au retrato mas seonémico y fie, La combinacién de personajes reales e irreules, de Martinez Estrada, por un Indo, y de Herbert Ashe o Bioy Casates, por olro, de lugares como Ughar F Adrogué, de libros como The Anglo American Encyclopedia y La Primera Enciclopedia de Tliin, favorecen Ia formacién de ese pais en donde los argamentos de Berkeley hubiera admitido répliea, pero no dada, y de su creida imagen en la mente de Jos lectores, Estos ejercicios de Burges producirdn tal vex alin comentador que los cae Wifiqne de juegos, ;Quered expresar que son dificiles, que estén esctitos con premeditacién y habitidad, que en ellos sc trata con pudor los efectos sinticticen ¥ los sentimientos humanos, que ne apelan a la retorica de malar nition, denun- ciade por Ruskin, o de matar perros, practicada por Steinbeck? 201 suyrerira gue hay otra literatura mis digna? Cabria, tat vex, preguutar si las opcracio- nes del intelecio son naenos dignas que las operaciones del azar, o ai la interpre- tacién da Ia realidad es menos grave que la interpretacién de los deseos y de las cacofonias de una pareja de ensmorados. 30 clemara contra la hercjia de tra- tar literariamente problemas tan staves? Quizé todo acahe en una condena gee neral, y sentida, del arte. El cusnte més narrative de esta meric (y uno dé los mas poéticos), cl de e- tilo main Inno, es el iiltime que Borges ha cserite: El jardin de senderos que se bifurcan. So trata de ung historia policial. sin detectives, ni Watson, ni otros inconvenientes del género, pera con el enigma, la sorpresa, la solucién jnata, que en particular puede exigirse, ¥ no obtenersc, de Jos cuentos policiales. Creo también que Las rainas circulares sobresale per el esplendor de au forma; que Pierre Menard, autor del Quijote, es €l mas perfecto y que Thin, Wgbar, Orbis Tertius es el mas rico. Seria interesante hacer un censo de Ja fecuniidad de este libra, de os problemas que plantea, de. los argumentos de libros, de las bases de idiomas, de las interpretacionrs de la realidad y'del tiempo, que propone. 64 — Fa cuanto al estilo —tlugiarlo seria superfluo—- convendriq razonar su evulucién y, mas avin, (siguiendo a Menard) intentar un estudio de jas actuales costumbres sinticticas de Rorges. Pero son temas que oxceden esta notd. Tal vez algtin turista, o algtin distraido abotigen, inquiera.si gate libro es “representative”. Log investigndores que cagrimen: esta palabra no se resignan a que tod obra exté contaminada por Ia época y el agar en (que aparece y por la personalidad del autor; eae detorminismo los alegra; tegistrarln os el motive que tienen para leer, En algunos casos no cometen la ingenuided de interesarse por Io que dice un libro: se interesan por To que, pese a las intenciones:del autor, refleja: si consultan una tabla de Jogaritnes obticnen In vision de-un alma. En general se inleresea por los hechos politicos, sociales, sentimentales; saben que una noticin vale por todas Tas invenciones y Henen une cfertiva aversién por la Hiteratura y el pensemients. Condunden Jus estudios literarios con ol turisma: todo Tibro debe tender al Baedeker. Pero jqué Baedckers!’ Eu versos arritmi- ¢os y a ltavés de la observada norma de que un arlista que se respeta jamda con- deaciende « explivarse, y a través de las aspirecionca del autar, de ser Whitman, de ser Guillanme Apollingire, de ser Lovea, y de reflejat una vigorosa perto- nalidad. Y jqué novelas! Con personajes que son inatituciones ¥ con Mr. Do- Nerd, que ventajosamente ulude al capitalismo extranjero. Cotaboran en la ten- dencia las ideas fazeistas (pero mds atitiguas que ese partido) de que deben ate- sorarse Iocalismos, porque of clios deseunsa la sabiduria, de que la gente de una aldea es mejor, mas feliz, mas genvina que la gente de las ciudades. de Ja superio- zidad de: La ignorancia sobre Ja educacién, de lo natural sobre lo artificial, de lo simple sobre Io complejo, de las pasiones subre la inteligencia; le idea de que todo terato debe ser un Isbrador, 0, mejor todavia, un producto de la terta (La iniciacién y el perfacoionamicato on la carvera de las Tetras exigen dures aanri- ficios: descubrir un pueblo que no esté ocupado por uingyin eseritor, nacer alli y damiciliatse tenazmente). Son tambien estimulog de esa tendencia Is fortuna literarie que han logrado algunas selvas del Continente y el exagerado prestigia que nuestro campo aleanzé en nuesira ciudad y cn cl extranjere (donde se le co- noce por patipa y, aun, por pampas). De la pampa nos quedan loe viajes lar- gos ¥ algunas incomodidades. Estamos en ix periferia da Ios grandes. bosquea ¥ de la arqueclogia de América, Creo, sin vanagloria, que podemos devepeio- narnog de nuestro folklore. Nucstra mejor tradicién cs ws pais futuro. En a — 65 oteyeron ‘Rivadgvia, Sarmiento, y todos los que organizaton Ia Repiblica. Po- demos scr ecudnimes y igicoe: un pasada breve na permite una gran acumula- cién de errores que después haya que defender. Podemos prescindir de cierto provineialiame de que adolecen algunos eurapros. Ex natural que para un fran- céa la literatura sea Ja literatura francesa, Para un argentine cs natural que su literatura sea tide Ie buena literatura del mundo. De esa cultura, en la que tra- bajan; o trabajaron, William James, Bernard Shew, Wells, Ega de Queiroa, Rus- sell, Croce, Alfonso Reyes, Paul Valéty, Julien Benda, Jorge Luis Borges, y de la Argentina posible y quizi venidera que le corresponde, este libro eg repre- sentative. - : : ADOLFO BIOY CASARES Envarbo Matzea: Todo verdor perecerd, (Espasa-Calpe Argentina. Rue- nos Aires, 1941). —- {Qué replicarin ahora los nacionalistas Hterarios cha angorta” ante esta nueva novela de Eduardo Mialleal Potque tamb: autor de Todo werder perecerd huba de sufrir la: embestida directa o cl reproche insidioso de Ing simplificadures, por no Hamarles cimples. De quienes no com- ciben que el acento genuine se logre precisumente por el carina de ls universalidad. Pero ya Mallea drmosirs, deeds el Nowturna Europea, que la mejor manera de encontrarse une a. si mismo es salir de sus bardas nalives, corroborandolo acta segnide en Lo civdad janto al ria inmdvil, Hiro palente —sin argumentes, con Ja plistica ejemplifieacién del creador novelistico— que quien sulo mi mundo desde lag tapiag de su paisa, corre el riesgo de no entender ni vuelve a evidenciarlo por Ia misma via Lacitu, pero elocuente, de su mis reciente novela, toda ella eurgida de un mundo provinciano urgentino, embebida de realidad cotidiana y habitada por pereonajcs que parecen crinaciones de esa miema atméafera, No ea, sin embargo —triunfo excepeional—, nna novela varal ni cosa parecida. El libro no necesita tomar tal disfraz, mi eus persondjes abundar en tipismoa, ni ebuear del “voseo", para que nos egue desde todaa aus pagines un veho de autoctonia y de veracidad tebivicas. Porque aqui la genuinidad es de almas y no de anécdotas, es profunda y no cortical, os de dentro a fuera y no al revés.

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