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las perfecciones con que han sido hermoseados. Conocen y ven en el mismo Dios clara y
directamente la infinita grandeza y perfeccin divinas, y ven que l es toda verdad, y que en l
est toda la dicha y es la fuente de todo bien. Ven con toda certeza y en gozossimo deleite que
Dios es tan infinito y perfecto, que no solamente no puede ser ms de lo que es, ni tener ms
bienes de los que posee, sino que ni su infinito entendimiento puede pensar en toda la eternidad
nada ms grande que su propio ser, ni concebir alguna perfeccin que actualmente no posea y
goce.
Con su altsima ciencia, los ngeles aman a Dios y sienten inmenso gozo en amarle como a
supremo bien y ltimo fin; se le estn deleitable e incesantemente ofreciendo, y en este
voluntario acatamiento reciben del Seor felicidad eterna e inenarrable deleite.
Si pensamos en la bondad de Dios, ella nos ensear igualmente que debe ser amado sobre
todas las cosas y ms que nuestra vida. Porque Dios es la bondad esencial. Nuestro
entendimiento no puede pensar ninguna cosa ms amable que la suprema Bondad, ni bien
alguno que atraiga el amor y produzca el amor como la Bondad infinita, origen y causa de toda
otra bondad.
La muerte, voluntariamente aceptada y ofrecida, es la entrega a la Suma e infinita Bondad; al
Sumo amor, a la perfecta dicha.
Por eso huir de la muerte es rechazar la felicidad.
San Agustn ya sealaba el orden en que hemos de amar a Dios, a nosotros y al prjimo: A Dios
hemos de amarle incomparablemente ms que a nosotros mismos; al hermano, como nos
amamos a nosotros mismos; y cuanto ms amemos a Dios, ms nos amamos a nosotros mismos.
Con el mismo amor de caridad amamos a Dios y al prjimo, pero a Dios, por Dios; a nosotros y al
prjimo, por Dios (3).