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EDITORIAL

Acta Científica Venezolana 52: 1-2 , 2001


La Universidad Venezolana:
¿Docencia contra Producción Científica?
Antonio Eblen-Zajjur
Facultad de Ciencias de la Salud
Universidad de Carabobo
aeblen@uc.edu.ve
La situación universitaria venezolana requiere una profunda
y especialmente objetiva reflexión que amalgame
las diversas tendencias del pensamiento en aras de respaldar
la comunidad ideal y universal de valores humanos
que la conforma. Me aventuro a realizar algunas reflexiones
mas con la osadía del ingenuo ignorante que con
arrogancia del poseedor de la verdad.
Muchas universidades crearon Cátedras y Facultades
mediante la contratación selectiva de recursos humanos
de alta calificación, caracterizados por ser investigadores
de renombre nacional e internacional, que sin importar
su nacionalidad y con demostrada capacidad en la producción
de conocimientos, fueron los pioneros. La fase
de fundación y consolidación de estos grupos permitió la
creación de semilleros de estudiantes que eventualmente
se incorporaron a las Cátedras completando y generando
la tan vital tríada de producción universitaria: Investigación,
Docencia y Servicio/Extensión. El país obtuvo lo que
requería en términos de profesionales en las áreas prioritarias
de la Medicina, la Ingeniería, el Derecho y la Educación,
proceso en el que varios alumnos fueron ganados a
la idea de la investigación y la generación de conocimiento
en la universidad.
Un evento socio-político de la década de los años 70
transformó radicalmente la actividad universitaria de entonces
y hasta el presente, se trató de la masificación estudiantil,
la universidad libre y popular en la que, casi de
la noche a la mañana, se incrementó indiscriminadamente
la matrícula, llegando en algunos asignaturas a pasar
de 100 alumnos por año a 1000 ó 1500 alumnos por año.
Los recursos docentes colapsaron, el numero de profesores
de alta calificación se hizo ridículamente escaso y
en consecuencia, la masificación estudiantil trajo implícita
la masificación docente, la incorporación rápida, muchas
veces descontrolada, de profesionales que con la categoría
de contratados, cumplieron las enormes cantidades de
horas docentes y que junto a los investigadores se vieron
inmersos en un docentismo voraz, sin tiempo para las
actividades científicas o de extensión, con una homologación
salarial presentada como un gran logro, pero que en
la realidad, junto a los demás factores y luego de casi 3
décadas, terminó por amputar y diluir todo deseo por la
vinculación social, la investigación y el aporte de conocimientos
pertinentes.
Los deficitarios presupuestos universitarios, impidieron
la oferta de concursos de oposición adecuados en numero
y calidad, lo que unido a la caída en el poder adquisitivo
del docente universitario hizo a la universidad poco atractiva
como carrera de vida. Los pocos que respondían al
llamado Universitario fueron un puñado de idealistas con
empeño verdadero y amor a la universidad acompañados
de una cantidad de oportunistas que sin otras alternativas
profesionales también se incorporaron pero para vivir de
la universidad y no para la universidad. En éste contexto,
las actividades de investigación llegaron a ser consideradas
sólo para genios o en el mejor de los casos, como
actividades de pasatiempo marginal realizadas por unos
pocos cuando la carga docente lo permitiera. La evaluación
de las universidades al igual que sus presupuestos
anuales llegó a fundamentarse en el número de sus egresados,
lo que conformó la universidad “docentista” que se
hace necesario reformar.
La ley contempla el ascenso de los profesores en el
escalafón universitario mediante Trabajos de Ascenso los
cuales, ya sea por tratarse de profesionales contratados,
falta de capacitación en investigación, sobrecarga docente,
interés exclusivo en el aumento salarial, o por algún
otro factor bien sea coyuntural o permanente, no presentaron
la calidad suficiente para cristalizarse en publicaciones
que difundieran conocimientos pertinentes. Aún en
la actualidad, pocas son las universidades nacionales que
se aventuran a presentar el porcentaje de Trabajos de Ascenso
de sus profesores que generan publicaciones en
revistas acreditadas nacionales o internacionales.
En la década de los 90 y ante la experiencia relativamente
favorable de otros países latino americanos, surge
una serie de bonificaciones que intentan motivar y premiar
a quienes rompiendo el esquema docentista tradicional y
a pesar de todos los factores adversos ya descritos, producen
conocimiento relevante plasmado en publicaciones
acreditadas. Se trata del Sistema de Promoción al Investigador
(SPI) el cual, es un medio de acreditación de científicos
nacionales, que se vinculó, por decisión gubernamental,
a la asignación de parte del presupuesto de las universidades
en el denominado coeficiente variable. Esto obligó
a las universidades a incentivar y promover sus actividades
científicas así como a incorporar y capacitar intensa y
agresivamente recursos humanos que garanticen el incremento
en el número de investigadores acreditados y así
elevar la asignación de sus presupuestos. Según cifras
del Consejo Nacional de Universidades y de la Oficina de
Planificación del Sector Universitario, para el año 2.000, el
porcentaje de científicos acreditados en las universidades
nacionales fue apenas un 9% de los 17.629 profesores
con dedicación exclusiva o tiempo completo, quienes paradójicamente,
deben realizar actividades de investigación
por Ley.
El ingreso de un investigador a la universidad no es tarea
fácil. Aunado a la dificultades propias de todo inicio en
un ambiente nuevo, el investigador debe lidiar con la apatía
e inercia de sus colegas improductivos. Es aquí donde
debe hacer énfasis en no ceder a la tentación de invertir
esfuerzo y tiempo en motorizar cambios de actitud mucho
menos de aptitud, en colegas que no han mostrado interés
en la investigación durante 10 ó 15 ó 20 años. Mucho más
productivo es concentrar esfuerzos en la selección e incorporación
de estudiantes a las labores de investigación,
son ellos la verdadera esperanza de cambio universitario y
de producción de conocimientos, además de generar verdaderas
vocaciones de investigadores.
Es menester hacer mención al culto del “Congreso o
Simposio” en el cual y de manera muy difundida, el docente
lleva su investigación sólo hasta la presentación de
un resumen en un Congreso o Simposio. Esta práctica
es considerada, por un gran grupo de docentes, como el
objetivo final de la investigación al punto de darle erróneamente
la categoría de “publicación”. En la otra cara de la
moneda, lamentablemente, muchas investigaciones universitarias
de calidad no son enviadas a revistas científicas
acreditadas, por falta de asesoría, limitaciones de idioma,
subestimación de nuestro propio trabajo, o por simple
temor.
¿Cómo incrementar la productividad en las universidades?,
una respuesta simplista a esta pregunta sería
irresponsable, sin embargo hay que considerar alternativas
que si bien no son la solución podrían formar parte de
la misma, nos referimos a una serie de propuestas que en
su conjunto deben ser consideradas y discutidas; medidas
como la exigencia del título de Maestría o Doctorado para
el ingreso, un número preestablecido de publicaciones
debidamente acreditadas para el ingreso y para la permanencia,
un proyecto de investigación aprobado por un ente
financiador, la eliminación del Trabajo de Ascenso y sustituirlo
por publicaciones en revistas científicas acreditadas
nacionales e internacionales las cuales al contar con
múltiples árbitros externos a la universidad garanticen la
originalidad, la pertinencia y la trascendencia de la investigación.
La implementación de un adecuado y obligatorio
plan de capacitación así como la creación de oficinas de
asesoría científica dependientes de las direcciones de investigación
de las facultades podrían ser de enorme ayuda
en el incremento de la producción y difusión de los conocimientos.
Es evidentemente que existen insuficientes candidatos
que cumplan con el perfil requerido, lo que obliga a
los Departamentos, Facultades y Universidades a realizar
una intensa campaña de captación de recursos humanos
de alto nivel, empresa por demás difícil en un país donde
a la persistente fuga de cerebros se ha sumado la fuga de
personal científico especializado.
Se hace necesario convertir a la universidad en una
alternativa atractiva como carrera docente y de investigación,
en este sentido ya existen proyectos de promoción
de la Carrera Académica Universitaria que intentan
heterologar el salario en base a la productividad científica
y humanística del docente, dichas propuestas deben
ser apoyadas y enriquecidas en el entendido que las mismas
premien considerablemente la productividad y eviten
la permanencia del “docentista” improductivo. Esto último
representa una justa y equitativa medida que junto al régimen
de permanencia estudiantil depurarían a nuestras
universidades incrementando las oportunidades de ingreso
de los más capaces.
Ningún cambio impuesto por la fuerza es duradero ni
sincero, su instauración es el mero uso de una máscara
que lleva implícita una mordaza. El fin no puede justificar
a los medios, por el contrario, son los medios racionales,
espirituales y experimentales los que hacen a la Universidad
y los que mediante su propia decisión lograrán los
cambios que ella y el país requieren en libertad y paz.
Antonio Eblen-Zajjur
2

EL GÉNERO EN LA CIENCIA VENEZOLANA (1990-1999)

Hebe Vessuri y María Victoria Canino

Hebe Vessuri. Antropóloga. Dip. Anthr., B.Litt. y D. Phil., Universidad de Oxford.


Investigadora Titular, Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC).
Dirección: Departamento Estudio de la Ciencia, Sección: Conocimiento y Desarrollo,
IVIC, Apartado 21827, Caracas 1020-A, Venezuela. e-mail: hvessuri@reacciun.ve

María Victoria Canino. Socióloga, Universidad Central de Venezuela (UCV), Candidata


al Ph. Sc., IVIC. Profesional Asociado a la Investigación, IVIC. Dirección:
Departamento Estudio de la Ciencia, Sección: Conocimiento y Desarrollo, IVIC,
Apartado 21827, Caracas 1020-A, Venezuela. e-mail: mcanino@ivic.ve

Resumen

Se hace un intento de describir la condición de género en la ciencia en Venezuela. El


estudio se centra en información de instituciones representativas de diferentes segmentos y
niveles de actividad. El supuesto básico es que sólo cuando se acumule la información
compilada en estos niveles estratégicos, será posible apoyarse en una fuente de datos más
general, exacta y útil para la elaboración de políticas y para monitorear la evolución de la
equidad de género y de la actividad científica nacional propiamente dicha. Mientras tanto,
el nivel institucional, cuando se lo considera desde la perspectiva de los diferentes
contextos de actividades relacionadas con la ciencia, proporciona una riqueza
particularmente significativa. Se analiza la dinámica del género en la educación superior
pública y privada, centros de I+D y en la actividad científica nacional, analizando un
grupo representativo de instituciones venezolanas de educación superior e I+D. Se
comenta documentación obtenida de estudios de casos particulares en base a entrevistas a
investigadoras en diferentes disciplinas e instituciones y se discute el tema de la autoridad
y el poder actual de las mujeres en los contextos académico y de I+D.

Summary

An attempt is made to depict the gender condition in science in Venezuela. The study
concentrates on information from representative institutions of different segments and
levels of activity. The basic assumption is that only when information compiled at these
strategic levels is accumulated, it will be possible to rely on a more general, exact and
useful data source for the elaboration of policy and for monitoring the evolution of gender
equity and of the domestic scientific activity proper. Meanwhile, the institutional level,
when considered from the perspective of different contexts of science-related activity,
provides a particularly significant interpretive richness. Gender dynamics is analyzed in
public and private higher education, R&D centers and in the national scientific activity,
considering a representative group of higher education and R&D Venezuelan institutions.
Documents obtained from specific case studies based on interviews to female researchers
in different disciplines and institutions are commented, and the topic of authority and
power of women in the academic and R&D contexts today are discussed.

Resumo

É feita uma tentativa de descrever a condição de gênero da ciência na Venezuela. O estudo


se centraliza na informação de instituições representativas de diferentes segmentos e níveis
de atividade. O suposto básico é que só quando se acumule a informação compilada nestes
níveis estratégicos, será possível apoiar-se em uma fonte de dados mais geral, exata e útil
para a elaboração de políticas e para supervisar a evolução da eqüidade de gênero e da
atividade científica nacional propriamente dita. Enquanto que, o nível institucional,
quando é considerado desde a perspectiva dos diferentes contextos de atividades
relacionadas com a ciência, proporciona uma riqueza particularmente significativa. É
analisada a dinâmica do gênero na educação superior pública e privada, centros de I+D e
na atividade científica nacional, analisando um grupo representativo de instituições
venezuelanas de educação superior e I+D. Se comenta documentação obtida de estudos de
casos particulares em base às entrevistas a investigadoras em diferentes disciplinas e
instituições e discute-se o tema da autoridade e o poder atual das mulheres nos contextos
acadêmico e de I+D.

PALABRAS CLAVE / Género en Ciencia / Educación Superior / Investigación y


Desarrollo /

Recibido: 05/03/2001. Aceptado: 08/05/2001

Un problema que enfrentan quienes hacen política científica en América Latina es la falta
de datos estadísticos respecto a grupos sub-representados. Si bien puede argumentarse que
los datos cuantitativos son insuficientes para hombres tanto como para mujeres, el tema de
las mujeres en la ciencia es particularmente opaco (véase Valdés y Gomáriz, 1992;
UNICEF, 1992). En este trabajo se ofrece una visión de la situación del género en ciencia
en Venezuela, a partir de una base empírica parcial. A pesar de su destaque y obvia
relevancia, la perspectiva del genero fue descuidada en el estudio de las ciencias sociales
hasta los años 60 o inclusive más tarde. Adoptamos aquí el uso del término género ya
común en la literatura especializada, para referirnos, por oposición al sexo, a los roles y
características socialmente diferenciados atribuidos al sexo biológico femenino y
masculino. El género se usa como un principio de organización cognitivo o "esquema" para
estructurar percepciones de uno mismo o de otros y para guiar el comportamiento
individual con relación a ellos. Estas percepciones también forman parte de nuestra
identidad (Cheung, 1999). El estudio se concentra en información correspondiente a
instituciones representativas de diversos sectores y niveles de la actividad en la década de
1990. Cuando se logre acumular información recopilada a estos niveles estratégicos, se
contará con una fuente de datos más general, exacta y útil para la elaboración de políticas y
para monitorear la evolución de la equidad de género y la propia actividad científica
nacional. Mientras tanto, consideramos que las instituciones estudiadas son particularmente
significativas y permiten aportar algunos elementos novedosos sobre el quehacer científico
en esta nación sudamericana.

El Género en la Educación Superior

El número de mujeres que accedió a los estudios superiores en Venezuela creció en forma
notable en el último medio siglo. En el proceso se fueron dando cambios en la concepción y
organización de la vida institucional y en algunos contenidos respecto de los estereotipos
nacionales e internacionales, especialmente como consecuencia del incremento en el
número de mujeres estudiantes, docentes e investigadoras, pero también por otras causas
eminentemente locales, que por falta de espacio exploramos en otros trabajos.

El género en las universidades públicas

a) La Universidad Central de Venezuela (UCV). La UCV es la institución matriz de la


educación superior venezolana, fundada en 1826. Durante mucho tiempo fue la única
institución nacional que proporcionó formación profesional y académica. En el presente, si
bien comparte estas funciones con un conjunto de instituciones públicas y privadas, y
aunque adolece de dificultades de variada índole, continúa siendo la institución que en
términos numéricos produce el mayor contingente de egresados en ciencias e ingenierías en
el ámbito nacional, y tiene el mayor número de programas de postgrado y de
investigadores. Los egresados han aumentado en forma constante desde 1950 y ese
aumento se ha dado en buena medida gracias al aporte femenino. La evolución de los
egresados en la década de 1990 revela una institución con una población femenina
dominante. El 66% de los egresados en dicho lapso han sido mujeres.

A excepción de las Facultades de Ingeniería y Agronomía y Veterinaria en las restantes


nueve predominan las egresadas (Tabla I). A diferencia de lo que se reporta con frecuencia
en la literatura sobre el tema, la evidencia sugiere que las mujeres que buscan
entrenamiento en CyT en Venezuela no encuentran obstáculos significativos. En la Facultad
de Ciencias las mujeres predominan en la población total de egresados durante la década
analizada con un total de 1186 (55%); de las cinco carreras que allí se ofrecen, ellas siguen
sub-representadas en sólo dos: Física (donde son el 22,6%) y Matemáticas (36,7%), aunque
ya constituyen la mitad o la mayoría de las carreras de Química (51,2%), Biología (67,8%)
y Computación (55%). Con relación a las ingenierías, en muchos países éstas son
consideradas un ámbito casi exclusivamente masculino, especialmente en campos como la
Ingeniería Eléctrica o Mecánica. Hay excepciones, sin embargo. En la ex URSS todas las
especialidades de ingeniería tenían elevados porcentajes de mujeres, en Cuba en 1988 se
reportaba que el 55,3% de los graduados en ciencias exactas y tecnología eran mujeres
(CEPAL, 1991) y en la Universidad Nacional de Ingeniería de Nicaragua en 1990 las
mujeres constituían el 70% de los estudiantes de ingenierías (Koblitz, 1996). En la Facultad
de Ingeniería de la UCV, que como dijimos es una de las dos facultades de esa universidad
que todavía guardan un perfil más "masculino", con 29,4% de mujeres entre sus egresados
de la década de 1990, tiene sin embargo una presencia femenina variable en la población de
egresados según las carreras. No hay egresadas en Ingeniería Hidráulica, de donde salieron
sólo 3 egresados varones, y es mínima la presencia femenina en los egresados de Ingeniería
Mecánica (15,8%). En las restantes es superior al 20%, y llega ya al 55,7% de los egresados
de Ingeniería Química, al 47,6% en Ingeniería Hidrometeorológica y al 40,3% en
Ingeniería Metalúrgica. En la Facultad de Agronomía y Veterinaria, la otra Facultad
"masculina", las egresadas mujeres en la década bajo análisis son relativamente más
numerosas en la carrera de Médico Veterinario (42,7%) que en Ingeniería Agronómica
(39,5%). No obstante, estos valores indican que se ha dado una marcada feminización de la
población en estas dos carreras cuyos egresados, por otra parte, experimentan dificultades
en el mercado de trabajo (Vessuri y Cruces, 2001).

El género en el postgrado de la UCV: La población total de egresados de los diversos


cursos de postgrado entre 1990 y 1999 fue de 7943, de los cuales el 74,6% correspondió a
egresados de cursos de Especialización (Tabla II). De los egresados de los 150 cursos de
Especialización ofrecidos por las diversas facultades en la década considerada, el 59,7%
fueron mujeres. Los cursos de Maestría ofrecidos por la UCV en el mismo lapso fueron
166; en éstos la proporción de los sexos es pareja: las mujeres constituyen el 49,6% de los
egresados. En el nivel del Doctorado en esa universidad la proporción de mujeres
egresadas, 47%, es un poco menor pero igualmente significativa. Los egresados del
doctorado más numerosos fueron los del área de Ciencias Naturales y Exactas, siendo las
mujeres el 54%, con números más expresivos en Química (59%), Biología Celular (68%) y
Botánica (70%). En Ecología las mujeres constituyen el 45,2%, en Matemáticas el 43% y
en Física el 33,3% de los egresados en la década, aunque en el caso de Física significa una
mejora en la proporción de mujeres con respecto a las egresadas de licenciatura. En el
doctorado en Ciencias Agrícolas el 46,9% de los egresados de ese nivel en la década fueron
mujeres.

(b) La Universidad Simón Bolívar (USB). La USB, fundada en 1969, estuvo inicialmente
orientada a las ingenierías, pero en el tiempo ha ido diversificando su oferta de estudios. En
su sede principal de Sartenejas, en pregrado ofrece carreras en las áreas de Ingeniería,
Arquitectura y Urbanismo y Ciencias Básicas. Es interesante observar, a pesar de su énfasis
más técnico-científico, una relativamente amplia presencia femenina en su población
estudiantil la cual ha ido afirmándose paulatinamente. En la década de 1990, las mujeres
constituyeron el 32% de los egresados de Ingeniería, el 50% de los de Ciencia Básica y el
67% de los de Arquitectura y Urbanismo. La participación de mujeres en la población total
(sumando pregrado y postgrado) de egresados fue del 39%, mientras que respecto a la
población de egresados de pregrado aumentó de 35% en 1990 a 41% en el 2000. Sin
embargo, cuando consideramos las carreras individualmente se observan diferencias
notables. Por ejemplo, Ingeniería Mecánica tiene sólo un 19,6% de presencia femenina
entre sus egresados de la década, e Ingeniería Eléctrica tiene 31,7%. Por el contrario, en el
periodo Ingeniería de los Materiales opción Polímeros registra 72,1% de mujeres entre sus
egresados.

El género en el postgrado de la USB. La población de egresados de los programas de


postgrado en la década del 90 fue de 2005 personas. En la USB, a diferencia de lo que
sucede en la UCV, el total de egresados de programas de Especialización fue un poco
menor que el de egresados de Maestrías, representando el 48% y el 49% respectivamente,
mientras que los del Doctorado fueron solamente el 3% del total de egresados de postgrado.
Pero justamente en el nivel de Doctorado son más las egresadas mujeres que los hombres,
tanto en el caso de Ciencias Físico-Naturales (23 mujeres y 21 hombres) como de las
Ciencias Sociales y Humanidades (10 y 9 respectivamente). A nivel de egresados de
Maestría y Especialización, los porcentajes de hombres y mujeres son bastante similares.

El género en las universidades privadas:

(c) La Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), institución de educación superior de


carácter privado, fue fundada en 1953. La Facultad de Derecho es la que tiene una
población más numerosa, seguida por las Ciencias Económicas y Sociales, Humanidades y
Educación. Las tendencias del género son bastante similares a las que se observan en la
UCV. Con algunas excepciones, el panorama del género en la UCAB muestra un claro
predominio de las mujeres entre los egresados de pregrado. Las excepciones son, en orden
decreciente, Educación mención Filosofía, Ingeniería Civil, Filosofía e Ingeniería
Industrial.
El género en el postgrado de la UCAB: La población de egresados de postgrado de la
UCAB apenas superó la decena en 1978 y la centena en 1986. Sin embargo, interesa
destacar que a partir de 1988 las curvas de crecimiento de la población de egresados
femenina y masculina de la UCAB se separan con un marcado crecimiento de las mujeres.
Las cifras relativas de la participación masculina ha disminuido del 50% en 1980 al 32% en
el 2000. La abrumadora mayoría de los egresados de postgrado lo hacen de cursos de
Especialización (84,3%). Sólo un 15,6% del total de egresados de postgrado lo hacen de
programas de Maestría y un 0,16% de programas de Doctorado. En las únicas dos áreas
donde hay mayoría masculina es en Ciencias Económicas y en Ingeniería, aunque las
mujeres llegan ya al 47,8% y al 46,7%, respectivamente, de los egresados en la década.
Resulta de interés observar la mayoritaria presencia femenina entre los egresados de
postgrado en el área de Gerencia (66,1%) y en Derecho (59%).

La formación técnica superior en carreras cortas

En relación con la formación de recursos humanos se exploró si había diferencias marcadas


entre las universidades y las otras instituciones que conforman el subsector de la educación
superior. En algunos países, como Francia y Canadá (UNESCO, 1999), el segmento de la
educación superior que comprende a un conjunto variado de instituciones diferentes de las
universidades es mayoritario, atendiendo a una demanda masiva de carreras cortas. En
Venezuela la importancia de ese segmento ha venido creciendo en el tiempo hasta alcanzar
el 47% de la población de egresados del subsistema de educación superior en la década del
noventa. Se verificó que las tendencias respecto a preferencia o discriminación por género
son las mismas en el sector público y el privado, y en las carreras largas y cortas, como se
desprende de la Tabla III.

En 1970 se decidió promover desde el Estado los Institutos Técnicos Superiores para la
formación de profesionales en carreras técnicas de duración intermedia. En estos treinta
años, al primer Instituto Universitario de Tecnología (el IUT-Región Capital), le siguieron
otros, totalizando 49 instituciones en 1998, 22 públicas y 27 privadas. Si bien han hecho su
contribución al desarrollo regional y al avance de la educación superior técnica de corta
duración, su impacto ha sido menor al esperado y la matrícula no ha crecido al ritmo que se
preveía inicialmente. El tema es complejo y el período en que se dio la experiencia ha sido
de profundos cambios en el clima de la industrialización y el desarrollo económico
nacional. Para los propósitos que nos ocupan en este trabajo, basta con mostrar que también
en este ámbito de la profesionalización técnica ha habido participación femenina no
despreciable. Se estudiaron dos de estas instituciones, el Instituto Universitario de
Tecnología "Federico Rivero Palacio" en el área metropolitana de Caracas (IUT-RC) e
Instituto Universitario de Tecnología de Cumaná (IUT-C).

d) El IUT-RC y el IUT-C. El IUT-RC comenzó sus actividades en 1971 y desde entonces


proporciona educación técnica de duración intermedia de alta calidad. Muestra una
participación creciente de mujeres en su población de egresados, con un promedio de
42,7% en el lapso 1995-1998. En 1995 había 36,2% de mujeres entre los egresados de ese
año, con una tendencia creciente en 1996 y 1997 hasta alcanzar el 47,9% de los egresados
en 1998 (OPSU 2000). Las mujeres también tienen una presencia significativa en el
personal docente, constituyendo en 1999 el 43,4%, valor que asciende ligeramente al
considerar al personal con dedicación exclusiva (44,1%) y tiempo completo (55%). Pero en
relación con el personal a tiempo convencional vemos que las mujeres constituyen sólo el
7%. En la categoría del personal a dedicación exclusiva la relación de los sexos fue pareja
en todos los niveles, siempre las mujeres con un porcentaje de participación un poco más
bajo que los hombres.

En el IUT-C, fundado en 1973, en el lapso 1990-1995 la participación femenina en la


población de egresados fue mínima sólo en Electricidad (8%). En Química representó el
34,8% y en Biología, la tercera de las carreras ofrecidas, el 42,6% de los egresados. La
evolución del personal docente también revela aspectos de interés. Las mujeres
constituyeron el 36% del personal ordinario y el 40% del personal especial (contratado,
docente libre y auxiliar) en la década pasada. El 86% del personal docente está a dedicación
exclusiva, manteniéndose la relación hombre/mujer. Entre el personal ordinario, se observa
para el lapso considerado (1990/1999) un igual número de Instructores hombres y mujeres,
un 41,4% de mujeres Asistentes, un 36,5% de mujeres en el nivel Agregado, un 38% de
mujeres en el nivel Asociado, y 28% de mujeres en el nivel Titular, es decir que se confirma
una tendencia a la disminución de presencia femenina en los niveles más altos del
escalafón.

Para cerrar esta breve incursión por los espacios del pregrado y postgrado en Venezuela a
través de la consideración del género en algunas instituciones, mencionaremos el caso del
postgrado de un instituto de investigaciones.

(e) El Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC). Este es un instituto


público de investigación creado en 1959, que ha buscado siempre un patrón de excelencia
científica como consustancial con su misión. Desde su nacimiento se constituyó en un
ejemplo de la investigación a tiempo integral, albergando a algunos de los mejores
investigadores en el medio científico nacional. Entre 1959 y 1999 egresaron 652 personas
del postgrado del IVIC, de las cuales 335 (51,4%) fueron mujeres. El 18% del total de
egresados obtuvo el Doctorado y un 82% obtuvo la Maestría. Con el grado de Doctor hay
un ligero predominio de los hombres: las mujeres constituyeron el 47%, mientras que en la
Maestría, el 52% fueron mujeres. El 14% de los egresados fueron extranjeros. Las áreas del
conocimiento con mayor número de egresados son Biología (con 450 egresados) y Química
(con 141 egresados) con amplio predominio de los egresados con grado de Maestría (359
en Biología y 120 en Química). En ambos niveles las relaciones de los sexos en las dos
disciplinas con mayor presencia de estudiantes se mantiene. Predominan las mujeres en
Biología (53,8% con Doctorado y 60,4% con Maestría en ese campo) mientras que en
Química sucede lo contrario (33,3% y 37,6%, respectivamente, son mujeres). En el período
90-99 las proporciones se mantienen en cuanto a egresados por género (Tabla II).

El Género en la I+D

No se cuenta con información oficial reciente sobre el total de personal ocupado en I+D en
Venezuela. La información disponible en el sitio web del Ministerio de Ciencia y
Tecnología hasta marzo del 2001 incluía los valores publicados por el Consejo Nacional de
Investigaciones Científicas y Tecnológicas (Conicit) en 1998, que se referían al personal
acreditado en el Programa de Promoción de la Investigación (PPI) en 1997. Esa
información, inclusive con los valores más recientes correspondientes al año 2000 son
considerados en la sección sobre el PPI, más adelante. Pero evidentemente hay más
personas activas en I+D que las pertenecientes al PPI. Estimaciones recientes ubican el
total en alrededor de 4500 personas. Es claro que se necesita este tipo de información con
urgencia, ya que ni en el esfuerzo regional conjunto de la RICYT (1999) ni en el
internacional de la UNESCO (1999) se cuenta con información sobre el tema referido a
Venezuela. En esta sección se analiza la situación en algunas instituciones clave dentro de
la I+D nacional por considerar que aportan luz excepcionalmente valiosa sobre la
participación femenina.

I+D-IVIC

El IVIC es el más renombrado centro académico de I+D. Fue establecido para generar
nuevo conocimiento a través de la investigación científica y el desarrollo tecnológico así
como para el entrenamiento de recursos humanos de alto nivel. Pretende ser una fuente de
información científica así como de asesoramiento y servicios externos, asegurando el
acceso directo a/y la difusión de conocimiento científico en el país. Un principio definitorio
central es la noción de ‘calidad’. La ciencia que se busca hacer en el IVIC es la del ‘estado
del arte’. Esto implica seguir los criterios y valores de la ciencia ‘internacional’:
publicaciones científicas arbitradas y medidas de impacto comunes en la comunidad
científica del mainstream. Sin embargo, sin perder el énfasis en la ciencia básica, su foco
está comenzando a cambiar para reforzar sus actividades científicas y tecnológicas y
renovar su posición como agente importante en el desarrollo CyT de la región en las nuevas
condiciones de competitividad internacional. Hay indicios que en un futuro próximo
establecerá metas estratégicas, evaluando el proceso de investigación con criterios más
complejos, es decir, que además de los criterios de calidad se prestará más atención a la
contribución de la actividad de investigación que hace la institución a la estructura tecno-
económica nacional.

La actividad de investigación del IVIC se organiza en 53 laboratorios distribuidos en diez


centros y departamentos. En algunas unidades la presencia femenina entre los
investigadores es escasa mientras que en otras es más frecuente, lo que está generalmente
relacionado con la situación de las disciplinas a nivel general. Cuando se considera el
personal de rango del Instituto, es decir, el que esta directamente vinculado a la
investigación, es preciso distinguir a los investigadores propiamente dichos (incluyendo a
los postdoctorantes) del personal científico de apoyo a la investigación, denominados
Profesionales y Técnicos Asociados a la Investigación (PAI/TAI). Con respecto a los
primeros se observa, entre los rasgos estructurales, un fuerte predominio masculino (el
67,4% de los investigadores son hombres), relación que se mantiene a nivel de los nuevos
ingresantes (los postdoctorantes, de los cuales el 66,6% son hombres). El cuerpo de
investigadores es el que tiene la responsabilidad de llevar adelante la misión fundamental
de la institución, la investigación y la docencia avanzada. El mérito y la autoridad
evolucionan en dirección ascendente de la siguiente manera: en la base de la escala está el
Investigador Asociado I o Postdoctorante, seguido por Asociado II, Asociado III, Asociado
Titular y finalmente el Investigador Titular (Tabla IV).

Como se adelantó en el párrafo anterior, el otro grupo constitutivo del personal de rango,
con el que los investigadores y los postdoctorantes comparten el espacio de la
investigación, comprende una categoría heterogénea. Algunos tienen rasgos similares a los
investigadores, mientras que otros son bastante diferentes. Se trata del personal de apoyo
científico, clasificado como PAI o TAI. Dada la diversidad de los niveles de capacitación y
funciones de los PAI y TAI, ellos ocupan un espacio que envuelve, real o potencialmente,
una serie de tensiones derivadas de problemas de status, responsabilidades y funciones
reales. Una parte de esta categoría ocupacional desempeña funciones de servicios que
pueden llegar a ser bastante rentables y otra apoya la investigación académica, sin
complementos salariales. En vista de que las calificaciones, incentivos y modalidades de
trabajo de los diferentes laboratorios difieren significativamente, como también lo hacen las
formas de evaluación y reconocimiento que se les da por parte de su supervisor inmediato,
un investigador individual es el "jefe" directo del PAI o TAI. Esas tensiones adquieren
importancia porque los PAI constituyen el 27,3% del personal del Instituto, mientras que
los investigadores y postdoctorantes comprenden sólo el 12,6%. Además,
significativamente, entre los PAI la proporción de mujeres es elevada, constituyendo el
55,1%.

Hasta recientemente el personal administrativo y obrero no participaba en la toma de


decisiones relacionadas con el destino de la institución. En este grupo el predominio
femenino es sustancial: el 69,3% son mujeres llegando al 80% en el caso del apoyo
administrativo (Tabla V). La situación ha venido experimentando algunos cambios en vista
del papel más intenso del sindicato, aunque ninguna mujer ha presidido a éste. La
considerable presencia femenina en el IVIC (aunque no primordialmente en funciones
directas de investigación) se refleja, entre otras, en las reivindicaciones gremiales que han
logrado consolidarse en el tiempo, como son las facilidades de guardería infantil y escuela
primaria, colonia de vacaciones en las épocas de receso escolar, y se observa
fundamentalmente en las cadenas de solidaridad que se establecen entre mujeres y también
con los hombres que aceptan la presencia de niños en los lugares de trabajo cuando sus
madres se ven obligadas a llevarlos consigo porque no tienen con quién dejarlos algún día
de paro o en período de vacaciones.

I+D-INTEVEP

El INTEVEP es una filial de Petróleos de Venezuela, cuyo objetivo es la investigación y el


apoyo tecnológico en múltiples campos del negocio de los hidrocarburos. Fue creado en
1974 con el propósito de fortalecer la capacidad tecnológica de la industria venezolana de
los hidrocarburos, a través de la investigación básica orientada, investigación aplicada y
desarrollo; servicios técnicos especializados, ingeniería conceptual y básica, información y
asesoría. Según datos del propio INTEVEP, en 1999 el personal permanente comprendía
1557 personas, de las cuales el 35% eran mujeres (INTEVEP, 1999). Cuando se considera
al personal profesional propiamente dicho, 1024 personas, su perfil académico refleja un
13% con Doctorado, 24% con Maestría y 63% de Licenciados e Ingenieros. El promedio de
edad es de 39 años y el promedio de años de servicio es 11 años. Según datos
institucionales de 1994 (INTEVEP, 1994), entre los doctores el 77,3% tenían título
obtenido en el exterior contra el 42,4% de los que tenían Maestría (Tabla VI). Los
ingenieros y licenciados procedían, en cambio, abrumadoramente de instituciones del
ámbito local (sólo 5% y 6,5% respectivamente habían estudiado en el exterior). También se
observa que de los doctorados en el exterior, las mujeres representaban sólo el 17% del
total, mientras que de los titulados con Maestría eran el 31% y de los que habían obtenido
una licenciatura el 25%. De los que habían obtenido título en el país, las mujeres
constituían el 28% de los doctores, el 41% de los magisters, el 30% de los ingenieros y el
49% de los licenciados, lo cual permite inferir que a medida que avanza la formación se le
hace más difícil a la mujer viajar al exterior, debido probablemente a sus compromisos
familiares.

Para obtener una idea de la participación femenina en la actividad de I+D en INTEVEP se


puede analizar la productividad relativa de hombres y mujeres. Para una institución de
investigación y desarrollo tecnológico como ésta, las patentes son un indicador valioso.
Una revisión de los autores participantes en 242 patentes de INTEVEP entre 1979 y 2000,
discriminados por sexo y orden de autoría confirma los resultados esperados, de una
participación femenina del orden de un tercio a un cuarto que la de los hombres, hasta el
sexto autor. A nivel del séptimo autor los valores se igualan y para noveno y décimo autor
hay dos mujeres por cada hombre (Tabla VII). Otra medida de productividad relativa al
género, la obtenemos de una información sobre los investigadores que en el lapso 1993-
2000 sometieron trabajos a consideración del Comité Editorial de INTEVEP, para su
eventual publicación. Esto no indica productividad real sino intención de publicar a través
de la presentación de manuscritos para su revisión por el Comité. Las mujeres fueron el
31% de los potenciales autores que presentaron manuscritos. Como muchos de esos
trabajos son de autoría múltiple podría plantearse si se trata de los primeros autores o
autores principales. Al tomar en cuenta a todos los participantes en los manuscritos
presentados a consideración del Comité, la participación femenina baja ligeramente al
29,6% del total de co-autores de trabajos.

El Programa de Promoción de Investigador (PPI) y la investigación académica

El PPI es una estructura nacional representativa que acredita a los investigadores a través de
los mecanismos usuales de la propia comunidad científica y busca darles, de ese modo,
mayor visibilidad en el medio nacional. Creado por el CONICIT en 1990 después de
prácticamente una década de esfuerzos por parte de miembros de la comunidad científica
para lograr su implantación, ha ido creciendo lentamente, consolidándose al cabo de una
década como expresión típica de los individuos más profesionalizados de la comunidad
nacional de investigación académica. Con casi 2000 investigadores, constituye el núcleo de
la comunidad científica nacional, sugiriendo que se ha consolidado un estrato de
investigadores pequeño pero bien capacitado.

En 1999 había 1695 investigadores acreditados en el Programa, de los cuales 59% eran
hombres y 40% mujeres, con 1% de casos en los cuales no fue posible identificar el sexo
por la forma como estaba disponible la información (PPI, 1999). La diferenciación por sexo
y categoría da resultados interesantes, como se aprecia en la Tabla VIII. La presencia
femenina es prácticamente igual a la masculina en el nivel de Candidato y a medida que se
eleva la categoría en la carrera, la proporción femenina disminuye (sólo hay un 22% de
mujeres en el Nivel III). Esto puede interpretarse de dos formas: o bien se trata de un patrón
de comportamiento en el que la mujer inicia la carrera pero luego la abandona o permanece
en un nivel relativamente bajo de actividad investigativa para dedicarse al hogar y los hijos
(típicamente en el Nivel I donde su presencia es ligeramente superior al promedio general
de participación femenino, o fuera de él), o bien hay un impulso reciente de mayor
participación femenina.

Cuando se toma en cuenta las áreas de conocimiento en que el PPI agrupa a los
investigadores acreditados, también se observan algunas diferencias significativas. La
menor presencia relativa femenina se da en las Ciencias Físicas, Químicas y Matemáticas
(29%) y en las Ingenierías, Tecnologías y Ciencias de la Tierra (35%) mientras que en
Ciencias Sociales las mujeres son el 47% y en Ciencias Médicas, Biológicas y del Agro el
44% (Tabla IX)
Los datos del PPI permiten tener una idea de la tendencia del género en la investigación en
las instituciones académicas. La Universidad del Zulia es la que presenta una situación más
equilibrada en cuanto a la participación de investigadores de ambos sexos. Le sigue con un
47% de participación de investigadoras la UCV, mientras que la Universidad de Los Andes
con un 32% de mujeres investigadoras acreditadas, y la categoría "Otras Instituciones" con
33%, presentan porcentajes bastante más bajos de participación femenina, lo cual sugiere
líneas de investigación y acción futuras.

Datos adicionales los aporta una encuesta de opinión realizada en 1997 (Vessuri y
Benaiges, 1998), la cual incluía una muestra representativa de integrantes del PPI y de
investigadores nacionales no pertenecientes al Programa, que podría tomarse como
representativa de la población activa en investigación en el país. En dicha encuesta se
consideraron, entre otras, las variables de edad y sexo. El 43% está entre 40 y 49 años, 16%
está entre 35 y 39 años, y 15% entre 50 y 54 años. Hay un 13% que tiene 34 años o menos,
llegando a 15% entre las mujeres. También se observa una mayor concentración de mujeres
en los tramos de 35 a 49 años (64%), que pudiera explicarse por la brecha debida a la etapa
de procreación y crianza de hijos, y una mayor concentración en el caso de los
investigadores de sexo masculino en los tramos de 40 a 54 años (61%). Para ambos sexos
se confirma una correlación previsible entre edad y niveles en el PPI y son pocas las
excepciones: en el caso del sexo masculino, hay un investigador de Nivel III en el tramo 35
a 39 años y tres en el de 40 a 44 años, mientras que para el mismo Nivel III apenas si hay
una investigadora en el tramo de 45 a 49 años y tres en el tramo de 50 a 54 años. La mayor
concentración femenina correspondió a investigadores del Nivel Candidato, entre 30 y 34
años, y en el Nivel I, entre 45 y 49 años, mientras que las mayores concentraciones
masculinas se dieron en el Nivel Candidato (30 a 34 años) y Nivel I (40 a 49 años). Otra
evidencia sugerente que proporciona la citada encuesta de opinión sobre el PPI se refiere a
la actividad laboral con que se autodefinieron los encuestados. El 65% se identificó como
profesor investigador, la categoría usual del ámbito universitario público venezolano. A
ellos les siguió un 19% de personas que se autoclasificaron como investigadores y un 8%
como profesor. No hubo diferencias marcadas entre los sexos.

Vertientes del Tema del Género en la Actividad de Investigación


Las historias de vida de las investigadoras ofrecen un ámbito precioso para analizar el tema
del género en ciencia e ingeniería. Los estudios de caso desafían el supuesto implícito en
cierto tipo de historia de la ciencia, que las vidas personales de los practicantes de la
investigación, hombres tanto como mujeres, no tienen valor explicativo para la naturaleza
de su trabajo. En la literatura reciente, se pone al descubierto que hay una variedad de
formas y estilos de vida en la combinación de las dimensiones científicas y domésticas en
las trayectorias personales de científicos y científicas (Abir-Am y Outram, 1989). Las
especificidades nacionales y culturales prometen iluminar los aspectos cruciales que
favorecen o traban el pleno desarrollo de la creatividad femenina en las distintas áreas de la
ciencia. En el caso de Venezuela, no existen suficientes datos para estimar
cuantitativamente variaciones significativas en los patrones de reconocimiento nacional e
internacional de las científicas venezolanas y en las formas de interacción entre el mundo
de la ciencia y del hogar. No obstante, el examen de vidas de mujeres actualmente activas
en investigación permite ganar una comprensión más cabal del proceso en curso.

La estructura de la familia en Venezuela experimentó cambios importantes en los últimos


cincuenta años, especialmente la de clase media, dentro del proceso general de
urbanización, secularización y modernización. Los estereotipos frecuentes en la literatura
suponen que las mujeres (como los hombres) siguen un modelo "masculino" de éxito
académico, el cual implica un compromiso a tiempo completo con el trabajo científico y
relaciones competitivas con los pares, que no necesariamente es un patrón universalmente
seguido por los hombres de ciencia (de allí nuestro uso del término "masculino" en este
párrafo entre comillas). Hay dos tipos de clichés clásicos en relación con cuestiones de
género: 1) Mujeres que siguen el modelo "masculino" y esperan que otras mujeres lo hagan
también. No es raro que estudiantes mujeres se sientan desconcertadas y desalentadas
porque no entienden el por qué de la apropiación del modelo "masculino" para hacer
ciencia por parte de sus profesoras o las presiones que se ejercen sobre ellas. Las mujeres
científicas que siguen el modelo "masculino" creen que ayudan a sus estudiantes mujeres
endureciéndolas para sobrevivir en un ambiente "duro". 2) Mujeres que intentan delinear un
modelo alternativo, permitiendo un equilibrio entre el trabajo y la esfera doméstica. En
Venezuela hay ejemplos que se acercan a uno u otro de estos clichés. Por otra parte, los
modelos de rol han ido cambiando en el tiempo, haciéndose más parecidos a medida que
fue madurando la actividad profesional en el campo y, paralelamente, en tanto que el sector
académico universitario y los centros de I+D dejaron de ser bastiones masculinos.

Entre investigadoras más maduras, se observa que la familia no necesariamente dificultó su


carrera, especialmente cuando su status socioeconómico les permitía contar con apoyo
doméstico, sino que tal vez sufrieron más por el ethos de la actividad científica cuando
comenzaban su carrera. Cuando les tocó estudiar todavía se podía hacer una carrera docente
en la universidad sin mayores exigencias públicas que la de enfrentar a estudiantes en un
salón de clase o a colegas en el contexto "familiar" de la escuela o facultad. Las científicas
e ingenieras de más edad que entrevistamos encontraron en su momento pocos modelos de
rol. Casi siempre fueron las primeras mujeres en su campo en el medio local, en la
institución o grupo de investigación donde trabajaban, y encontraron pocas colegas
femeninas en su carrera científica, con lo cual inevitablemente confrontaron el problema de
la compatibilidad de la condición femenina con los intereses científicos. El problema se
hacía más complicado porque en un país en desarrollo, sin tradiciones científicas
significativas, la definición del rol científico tendió a ser rígida, restrictiva y
convencionalmente reduccionista, y eso afectó tanto a los modelos de rol para los hombres
como para las mujeres de ciencia.

Más recientemente, el desafío de hacer una verdadera carrera científica o técnica, es decir,
produciendo conocimiento nuevo en un laboratorio, en el campo o en el ámbito industrial,
según su lugar de trabajo y disciplina, incrementaron las exigencias de tiempo y
concentración y por tanto debieron competir con hombres de potencial y logros
comparables o inclusive menores para la obtención de cargos, reconocimiento y
recompensas, y sobre todo, autoridad científica legítima. Las mujeres jóvenes tienden a
disponer de una gama más amplia de modelos de comportamientos femeninos en el campo
científico que las científicas e ingenieras que se iniciaron en la vida profesional hace veinte
o treinta años. Con el tiempo, comenzó a darse un estilo de vida que reconocía la necesidad
de interacción entre las dimensiones doméstica y científica de forma conjunta por los
miembros de la pareja, especialmente entre científicos. Es común encontrar que una
científica trate de gerenciar los roles de esposa, divorciada, viuda o madre además del
propiamente profesional. En el presente, la mayoría intenta definir un estilo de desempeño
que busca equilibrar los roles de trabajo y no trabajo (científico) enfatizando la cooperación
en el sitio de trabajo con miembros de su equipo de investigación. No obstante, en general,
pareciera que el alcance y naturaleza de la producción científica femenina sigue
dependiendo más estrechamente de las circunstancias familiares que la producción
masculina.

En la práctica del laboratorio experimental, el aislamiento es ampliamente reconocido como


un problema para las mujeres, que trae consigo una variedad de consecuencias negativas,
incluyendo en casos extremos la exclusión del acceso a las fuentes informales de
información profesional que contribuyen al desarrollo de la carrera y el proceso científico y
con ello la pérdida de la autoconfianza. Los individuos aislados no sólo carecen del capital
social subyacente al éxito, sino también de apoyo psicológico. El status marginal asociado
con el género y las circunstancias familiares se combinan no pocas veces con la experiencia
de la transculturación y el desplazamiento geográfico en búsqueda de oportunidades
educativas y empleos. Extranjeras o provincianas, estas mujeres enfrentan un doble status
minoritario en las instituciones que las reciben, donde las tradiciones corresponden al
estereotipo masculino.

La marginación social e intelectual se ha venido corrigiendo a lo largo de las últimas


décadas. La integración de una mujer talentosa en una unidad de investigación dentro de
una estructura jerárquica en una disciplina dominada por hombres puede ser bastante
dificultosa. Con todo, las posibilidades en un país en vías de desarrollo, con poca tradición
científica, pueden ser mayores que en un medio más competitivo. La contigüidad de
colegas femeninas, cuando éstas existen, que ayudan y con las que se comparten problemas
e inquietudes, mejora las condiciones para el logro científico. Asimismo, resulta favorable
un ambiente más abierto, con un flujo amplio de estudiantes, como suele ser el que ofrece
el medio universitario. Pero siempre la ecuación de pareja aparece como crucial, tanto para
favorecer como para trabar un desarrollo personal.
El grado de conciencia de género desplegado por las mujeres pioneras a las cuales se
entrevistó, particularmente en relación con sus aspiraciones y oportunidades en ciencia, es
un rasgo también observado por otros autores (Rossiter, 1982; Fox-Keller, 1985; Haraway,
1991; Pycior et al., 1996). Cuando se es la "primera" mujer en un cargo particular,
disciplina, título o logro científico, se encuentra a pocas colegas en su carrera científica e
inevitablemente se confronta la cuestión de la compatibilidad del hecho de ser mujer con
actividades científicas. Las experiencias personales se compaginan con estrategias y
proyectos de vida o con su ausencia, según los casos, para producir trayectorias
individuales que no hacen más que explorar las posibilidades del campo. Hay quienes
responden apoyando la educación de otras mujeres y abriéndoles el acceso a la ciencia.
Algunas tienden a estar más absorbidas en la consolidación de su posición como estrellas
científicas y suscriben formas extremas de cientificismo, considerando a la ciencia como la
vía de expresión suprema de su talento. Otras, independientemente de su capacidad que a
veces es reputada extraoficialmente en la disciplina inclusive como superior a la del esposo,
prefieren desarrollar un estilo profesional más sosegado, menos competitivo, a la sombra de
otras figuras, masculinas o femeninas. En varios casos, observamos fuertes niveles de
frustración. Pero no siempre es el caso.

Género, Autoridad y Poder en el Medio Académico y en la I+D

A diferencia de lo que con frecuencia reporta cierta literatura pareciera que las mujeres en
Venezuela tuvieron menos dificultades de convertir su potencial científico en puestos
profesionales remunerados en la universidad e inclusive el instituto de investigación. Como
parte del proceso de expansión de la economía la sociedad ofrecía canales de logro
lucrativos en los negocios, la banca, etc. para los hombres educados; en esas condiciones,
las instituciones universitarias incorporaron también abiertamente a las mujeres, las cuales
consiguieron escalar posiciones en el escalafón y la responsabilidad administrativa, aunque
más difícilmente en las de autoridad (véase:
www.un.org/womenwatch/daw/public/index.html).

En este sentido, es claro que la posición de las mujeres en el medio científico-técnico ha


mejorado, aunque todavía hay mucho por hacer en materia de igualdad de oportunidades.
Suele argumentarse que el crecimiento del porcentaje de científicas en un área de trabajo
especializada se da por razones esencialmente negativas. Por ejemplo, se suele decir que en
la última ronda de programas de ajustes estructurales y recesión económica, las
universidades públicas en América Latina están siendo particularmente golpeadas. Aun
cuando el porcentaje agregado del contingente femenino aparece como razonablemente
bueno, por ejemplo, para la docencia universitaria como sector bastante feminizado,
especialmente en los rangos más bajos de instructor o asistente, esto no necesariamente
indicaría una mayor actividad científica. Podría explicarse otra vez como resultado de la
tendencia a que los hombres abandonen las universidades en busca de puestos más
lucrativos en el sector privado. Sin embargo, este tipo de razonamiento no nos parece del
todo válido en el caso venezolano. Hay evidencia clara de una presencia femenina real
creciente en posiciones de responsabilidad y poder vinculadas a las capacidades técnicas-
profesionales independientemente del hecho que las mujeres puedan ser efectivamente
segregadas o marginadas en algunos campos científicos y técnicos.
Ese crecimiento se refleja en la participación en el aparato de gobierno. En el Poder
Ejecutivo Nacional, en 1995 había dos mujeres sobre el conjunto de 22 ministros, una de
las cuales en la cartera de Familia y otra como Ministro de Estado para la Juventud (áreas
tradicionalmente asociadas con la "naturaleza femenina"). En 1998, había 2 ministras sobre
21, pero ya en Hacienda y Trabajo (áreas "más masculinas"); en 1999, 2 ministras sobre un
total de 21 ministerios, en los cargos de Hacienda y Ambiente y en el año 2000 se
designaron 3 ministras sobre 15 (20%) en Trabajo, Ambiente y el mega-ministerio de
Producción y Comercio. Ese último año también fueron designadas 5 vice-ministras (2 en
Educación, 1 en Salud, 1 en Ciencia y Tecnología y 1 en Turismo (Castañeda, 1998;
Castillo y Jiménez, 2000). En el CONICIT, desde 1980 hasta la fecha en el Directorio de
ese organismo ha habido sólo un 17% de participación femenina y no se observa una
tendencia ascendente. La participación femenina en el mismo lapso ha sido aún más baja
(12%) en la composición del Consejo Superior del Conicit.

Aún en situaciones en las que las mujeres han ganado acceso e influencia en los cuerpos de
investigación, la distribución de poder y liderazgo entre mujeres y hombres sigue siendo
muy desigual. En el IVIC, que tiene una estructura jerárquica con el Consejo Directivo
como la mayor autoridad formal de la institución y el Director (y Subdirector) como las
máximas autoridades ejecutivas, entre 1968 y 1999 hubo 26% de participación femenina
como integrante del Consejo Directivo. Pero apenas se revisa la composición del mismo, se
observa que de las mujeres el 71% ocupó la función de secretaría/asesoría jurídica. En toda
su historia de 32 años sólo hubo una mujer en función directiva, como Subdirectora (Tabla
X).

El INTEVEP, a su vez, tiene dos tipos de carrera, la técnica y la gerencial. La estructura de


poder y responsabilidad de esta última tiene a la Presidencia en el ápice y en la base a los
llamados líderes de negocios, que son quienes venden la cartera de proyectos dentro del
propio INTEVEP y hacia fuera a otras filiales de PDVSA y empresas. Los líderes de
negocio son el eslabón entre la componente técnica y la gerencial. En la estructura
gerencial se encuentran cuatro gerentes generales, entre los cuales no hay ni nunca hubo
una mujer en la historia institucional (también hay gerencias funcionales y administrativas,
pero son menos interesantes desde el punto de vista del poder, si bien reportan directamente
a la Junta Directiva). Luego están los subgerentes generales. Tampoco hay mujeres en estos
momentos, aunque en la historia de INTEVEP hubo una mujer que ocupó hasta este año
una posición a ese nivel, que es el máximo alcanzado por una mujer en la institución.
Luego están las gerencias de departamento: sobre 18 cargos hay cinco ocupados por
mujeres. Más abajo están los líderes de negocio, entre los que hay varias mujeres. En 1999
las mujeres perdieron dos puestos de responsabilidad. De las nueve que quedan en la
estructura de poder institucional, dos no tienen mucho poder real, y sólo tres, gerentes de
departamento, manejan bastante personal y recursos financieros. En la carrera técnica
también se puede manejar personal y recursos financieros pero sólo de los proyectos que
controla el jefe del proyecto y éste es quien evalúa a su personal técnico pero siempre debe
discutir los casos con el/la gerente del departamento y por otra parte, la viabilidad misma
del proyecto debe ser discutida con el líder de negocio.

La UCV nunca tuvo ni Rectora ni Vicerectora. Los decanatos ocupados por mujeres en la
década también han sido pocos. En el Consejo Universitario actualmente la presencia
femenina se concentra en una sola Decana sobre nueve, un porcentaje menor de la
representación profesoral y estudiantil y en las secretarias del Consejo, que
tradicionalmente han sido mujeres. En una facultad técnica como es la de Ingeniería, en
toda su historia, hubo 25 decanos hombres y ninguna mujer. Pero comienzan a observarse
cambios en las unidades de esa facultad. De once directores de la Escuela de Ingeniería
Química, por ejemplo, 9 fueron hombres y ya alli se observa que hubo 2 directoras. En la
actualidad cuenta con cuatro departamentos, tres de los cuales son dirigidos por mujeres y
uno por un hombre. Pudiera argumentarse que las jefaturas de los departamentos implican
una mayor carga de trabajo administrativo, de allí que no resulte tan atractivo al sexo
masculino porque no necesariamente se consigue acumular mucho poder. En cambio hay
seis laboratorios, (de los cuales casualmente uno está por desaparecer y es justamente el
que se encuentra dirigido por una mujer). Los otros cinco están dirigidos por tres hombres y
dos mujeres, una de las cuales se encuentra encargada temporalmente del mismo. Los
laboratorios parecieran ser más atractivos para los hombres que los departamentos, ya que
la actividad de investigación ofrece más desafíos y resulta más interesante, vinculada a
convenios, recursos, congresos, publicaciones, etc.

Parece deseable que haya más mujeres en posiciones de responsabilidad y autoridad en las
instituciones de conocimiento y en las instituciones políticas y económicas, del orden de
una masa crítica de alrededor del 30% en lugar del 2% o el 3% que se da en el presente.
Con semejante cantidad, la fuerte cultura masculina en las instituciones pudiera cambiar ya
que las mujeres incorporarían una nueva manera de pensar. La visión para el siglo que
comienza debiera tener como importante componente una mayor participación de mujeres
en el gobierno, el sector privado y la sociedad civil, incluyendo áreas como la producción y
reproducción del conocimiento, la resolución de conflictos y el mantenimiento de la paz
para que el liderazgo refleje fielmente la sociedad como un todo.

Conclusión

La evidencia de la base empírica desafía la visión de una comunidad científica masculina


en Venezuela. Al mismo tiempo, los estudios de caso confirman (con las inflexiones de la
herencia sociocultural peculiar del país) los hallazgos de la mayoría de los trabajos en la
sociología de la ciencia que sugieren que, a pesar de avances notables y de situaciones de
verdadero empuje femenino, persisten las desigualdades entre hombres y mujeres en
ciencia (véase Etzkowitz et al., 2000; Eynden, 1994). Por otro lado, la dimensión
institucional del trabajo y las entrevistas realizadas a investigadoras en distintos ambientes
de trabajo sugieren que los contextos institucionales inciden de diferentes maneras sobre el
desarrollo de la potencialidad femenina, especialmente en cuanto a que en algunos persisten
en mayor medida patrones de comunicación y una organización del trabajo inadecuados
para las mujeres. De esta forma se observa que los estereotipos que a veces se encuentran
en la literatura para caracterizar la situación de género en un país particular, pueden
aproximarse más a una condición más frecuente en una institución que en otra.

Con esto queremos decir que la situación del género en la ciencia que se hace en Venezuela,
y probablemente en todas partes, es muy compleja, aproximándose a un mosaico colorido
más que a una pieza unicolor. Con todo, si alguna conclusión general puede alcanzarse
sobre el tema, es que hay relativamente menos discriminación para hacer ciencia que en
otros países, tanto de América Latina como más avanzados. Hay prácticamente tantas
mujeres como hombres en la actividad académica en un país donde hay poca ciencia. Los
datos del PPI sugieren que todavía hay una frontera de expansión en la actividad científica
profesional acreditada por parte de las mujeres lo cual es factible, ya que la proporción de
mujeres en programas de formación de investigadores es considerablemente mayor que la
proporción de mujeres en cargos de investigación independientes y no sólo como miembros
subordinados de equipos de investigación bajo liderazgo masculino.

La evidencia recogida revela, por otra parte, las maneras como las situaciones personales y
familiares imponen condicionantes y problemas e inducen estrategias y enfoques al trabajo
científico que son específicamente femeninos. A pesar de la existencia de sistemas de apoyo
familiares (familia extensa) o sociales (guarderías, pre-escolar, servicio doméstico) las
científicas venezolanas enfrentan las restricciones comunes del sistema de investigación
científico, incluyendo la coincidencia de la etapa de gestación y crianza con el período en el
que se espera una elevada productividad de la investigación. A menudo las científicas
tienen un desarrollo más tardío que sus colegas masculinos en cuanto a productividad. Si
bien pareciera haber cierta divergencia entre logro educacional y empleo entre las mujeres,
en las condiciones favorables de algunos contextos institucionales éstas demuestran tener
niveles similares de productividad a los hombres en su actividad científica a través de
diferentes tipos de publicaciones, mientras que es todavía más frecuente encontrar que
tienen entre un tercio o un quinto de la productividad de los hombres.

La combinación y los non sequitur entre los resultados de los distintos tipos de análisis que
sirven para sopesar e interpretar su validez relativa, sugieren que hay mucho más en la
actividad científica que lo que refleja el cuadro usual de la organización científica moderna.
Parece obvio que el aumento de la participación femenina (más del 50% de la población
venezolana) en la actividad científica sólo puede ser beneficioso. Con un mayor número de
personas habrá más pluralidad en las ideas, enfoques y situaciones, y por lo tanto en
métodos y teorías-y esto sólo puede conducir a una ciencia más rigurosa. Estimular y
respetar la diferencia proporciona la base más prometedora para una ciencia no
discriminadora.

La ciencia y sus actividades relacionadas de investigación son una importante fuente de


crecimiento económico. Las tendencias consistentes que hemos identificado demuestran
que las mujeres están crecientemente representadas en dichas actividades y por tanto son
agentes directos en la construcción de la riqueza nacional. Finalmente, esas tendencias
positivas son importantes porque sugieren una permanencia de actitudes sociales
modificadas hacia las mujeres activas en la fuerza de trabajo científica.

AGRADECIMIENTOS

Este estudio fue financiado parcialmente por la UNESCO-ORCYT (Contrato No.


883.112.0) y por el IVIC. Las autoras agradecen la colaboración de Elder Gonçalves y
Enmanuel Rodríguez, y especialmente de Abelardo Sulbarán, en la obtención y
procesamiento de datos, así como a los funcionarios de las instituciones que proporcionaron
información.

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11. INTEVEP (1999) Nómina de personal. Gerencia Funcional de Recursos Humanos.


INTEVEP. Los Teques.

12. INTEVEP (2000) Acervo Tecnológico. Consultoría Jurídica. INTEVEP. Los Teques.

13. IVIC (1990-1999) Informes Anuales. Instituto Venezolano de Investigaciones


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15. Koblitz AH (1996) Challenges in interpreting data. World Science Report. UNESCO.
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16. OPSU (2000) Boletín Estadístico de Educación Superior Nº 17. Consejo Nacional de
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18. Pycior HM, Slack NG, Abir-Am P (Eds) (1996) Creative Couples in the Sciences.
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19. RICYT (1999) Principales indicadores de ciencia y tecnología


iberoamericanos/interamericanos. Red Iberoamericana de Indicadores de Ciencia y
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20. Rossiter MW (1982) Women Scientists in America. Struggles and Strategies to 1940.
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21. UNESCO (1999) Anuario Estadístico. UNESCO. París.

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23. UCAB (2001) Estadísticas de Pre y Postgrado. CDCH y Dirección General de


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En Machado C (Ed) Agronegocios 2000. Situación actual y perspectivas en Venezuela.
Ediciones IESA. Caracas. (en prensa).

La Asociación Venezolana para el Avance de la


Ciencia*
María Cristina Di Prisco
Investigadora del Instituto de Biomedicina de la
Universidad Central de Venezuela
Las asociaciones para el avance de la ciencia
surgen en Europa como una necesidad de establecer
el vínculo entre los científicos y los cambios surgidos
en la sociedad y como una tribuna para el
intercambio de ideas y discusiones de importancia
sobre el desarrollo y la promoción de la actividad
científica. Fueron producto de la Revolución
Francesa y la nueva de aceleración de la producción
manufacturera82.
Así comenzaron a surgir asociaciones para el
avance de la ciencia en Suiza (1822), Inglaterra
(1831), Italia (1839), Estados Unidos (1848), Francia
(1872) y Austria (1888), entre otras.
El éxito de los primeros encuentros realizados por
estas asociaciones fue notable, al atraer visitas de
hombres de ciencia, facilitar la comunicación entre
los investigadores, impulsar la ciencia en una
dirección más sistemática y mejorar las condiciones
para la realización del trabajo científico. Mas aún, su
papel difusor de la actividad científica fue
fundamental. La creación de esta asociaciones y su
nueva organización contrastaba con los esquemas
mantenidos anteriormente en el mundo por las
academias.
Los resultados exitosos alcanzados por estas
asociaciones sirvieron como ejemplo a los países
menos avanzados, los cuales consideraron la
creación de estas instituciones como un factor
necesario para impulsar al desarrollo de la ciencia en
sus sociedades.
En América Latina, el surgimiento de las
asociaciones para el avance de la ciencia comenzó
en el presente siglo y la fundación de estas
instituciones coincide con el proceso de
modernización de estos países83.
Se fundaron asociaciones para el avance de la
ciencia en Argentina (1933) y en Brasil (1948), siendo
esta última, todavía hoy, una de las más dinámicas
de la región. En Perú se fundó una, pero desapareció
rápidamente, y en Ecuador se creó otra, impulsadas
ambas por la UNESCO. En Venezuela la asociación
para el avance de la ciencia (AsoVAC) surgió en
(1950). Las siglas escogidas para AsoVAC fueron
inicialmente las de AVAC las cuales debieron
cambiarse por las de AsoVAC, ya que las primeras
coincidían con las de la Asociación Venezolana de
Autores y Compositores.
La creación de AsoVAC estimuló la formación de
una comunidad científica nacional más madura.
Hasta entonces la actividad científica del país se
había manifestado debido a la existencia de
esfuerzos individuales que se agrupan en algunas
instituciones que surgieron a partir de 1936 y en las
cuales se realizaban trabajos de investigación
relacionados con las áreas médicas y del agro.
En el año 1951, como consecuencia del ataque
gubernamental a la universidad y la supresión de su
autonomía, la AsoVAC pasó a funcionar en los
locales del Colegio Médico. Fue entonces cuando
Francisco De Venanzi creó la revista Acta Médica
Venezolana que fue órgano divulgativo de este
colegio y también de la seccional medicina de la
asociación.
De Venanzi liderizó la gestión de la creación de
AsoVAC. En uno de los primeros editoriales de Acta
Científica Venezolana (sin firma), probablemente
escrito por él, se manifiesta: “en los países
latinoamericanos existen una serie de factores
comunes en relación en relación con la raza,
desarrollo económico, ambiente, etc., que tienen su
repercusión lógica en el avance de la ciencia. En
general puede decirse que la mayor parte de los
factores son negativos. Si se aparta la imaginación
viva del latino que se encuentra frecuentemente en
nuestros países, nos queda el pesado lastre de la
falta de tradición y escuela, la intranquilidad espiritual
y la tendencia a la dispersión que con la inseguridad
económica y la falta de recursos técnicos que exige
la investigación moderna, contribuyen efectivamente
a frenar todo progreso. ¡Trabajemos por la
incorporación definitiva de nuestro país al conjunto
de las naciones civilizadas!»84.
El Dr. Humberto García Arocha en su discurso de la
sesión inaugural de la X Convención anual, realizada
en 1960, recordaba: «Todo comenzó a suceder en
una vieja casona, con solera de colonia y patios
arbolados, que otrora fuera hospital de lázaros,
cuartel de artillería y maestranza, luego escuela de
oficios, liceo y en la ocurrencia del recuerdo, sede del
Instituto de Medicina Experimental de Caracas. De
maestranza la tradición y de maestro nuestra estirpe.
Augusto Pi Suñer al frente y tras él, un ralo cuadro de
reclutas. Francisco De Venanzi, un hombre cuya
expresión humana es sinónimo de terquedad, nos
convocó una tarde de Octubre de 1949 para
hablarnos de la iniciativa y planes que germinaban en
su mente. Analizó la necesidad de hacer conjunta la
obra dispersa, de fundar la asociación que nos
reuniera a todos y de echar las bases de un
organismo científico que se extendiese por toda
Venezuela»85.
El profesor Augusto Pi Suñer, para la época
director del Instituto de Medicina Experimental (UCV),
acogió esta iniciativa con mucho interés y él mismo
convocó a algunos científicos. La proposición de
crear a la AsoVAC fue recibida favorablemente. La
influencia que tuvo el profesor Pi Suñer en estos
sucesos, aconsejando y asesorando, no tiene lugar a
dudas.
Se acordó designar una comisión organizadora que
estuvo integrada por Vicente Peña, profesor de
Terapéutica de la UCV; Oscar Agüero, investigador
clínico del campo de la Obstetricia de la UCV;
Werner Jaffé, bioquímico del Instituto Nacional de
Nutrición; Herman Kaiser, químico industrial, y
Francisco De Venanzi, quien elaboró el proyecto de
estatutos, revisado posteriormente por el Dr. Julio
Diez, jurista venezolano. El 20 de marzo de 1950 se
firmó el acta constitutiva en el Auditorio de la Cruz
Roja Venezolana, la cual recogió 56 firmas (ver
anexo).
El discurso de inauguración del acto de instalación
de AsoVAC, a cargo del Dr. Vicente Peña, se publicó
como editorial el primer número de Acta Científica
Venezolana. Se esbozan allí las características de la
nueva organización en base a los estatutos
elaborados, así como las perspectivas que ofrece el
cultivo de la ciencia. Las condiciones históricas y
sociales dentro de las cuales se realizó la fundación y
organización de la asociación hacía imperativo las
tareas de promoción y difusión de la ciencia en el
país, tareas que AsoVAC ha cumplido en forma
regular y permanente a través de sus diversos
programas.
En el Capítulo Primero de los estatutos que elaboró
la Comisión Organizadora de la AsoVAC en 1950, se
hace una profesión de fe: «con el desarrollo científico
en el país contribuyese a crear nuestro bienestar
material y moral que, asociado a estas mismas
ventajas en las demás naciones, formará un orden
social nuevo constituido por factores humanos libres
de prejuicios y supersticiones, de dogmatismos y
esclavitudes, de personalismos incondicionales,
conquistando así el goce de una vida en que se
disfrute de entera libertad espiritual sin que las
opiniones dispares sean motivos de discordias; una
vida que sea campo fértil para cultivar toda semilla,
por exótica que sea, de bien y progreso
universales»86 .
El emblema de AsoVAC fue creado por el artista
Durbán y la colaboración prestada fue gestionada por
el critico musical Israel Peña, hijo del Dr. Vicente
Peña. La Universidad Central de Venezuela prestó su
colaboración en las gestiones que condujeron a la
creación de AsoVAC.
Decía Gustavo Arnstein (1975a) en su discurso
para conmemorar los 25 años de AsoVAC. «Era el
primer eslabón de una todavía corta carrera de
eventos, que iban a darle asidero, identidad y
concreción a la ciencia venezolana. AsoVAC ha sido
pionera y adalid de cada uno de esos sucesos, y De
Venanzi siempre a su lado, como el primer escudero
de la lucha, soportando las embestidas adversas sin
rechistar, con la mirada fija en el objetivo propuesto.
A base de convicción, de sudor impoluto y de
inagotable terquedad fue cimentado bastiones sobre
los que sustenta su modesta pero digna existencia
esa ciencia venezolana».
En 1953, se fundó el Instituto de Investigaciones
Médicas, sostenido por la Fundación Luis Roche, el
cual jugó un papel primordial en el desarrollo de la
ciencia nacional en aquellos momentos. Se creó un
núcleo de trabajo científico encabezado por su
director Marcel Roche y su director asociado
Francisco De Venanzi. La relación de AsoVAC con
este Instituto fue muy estrecha y posteriormente con
el apoyo de FUNDAVAC, se organizó el primer curso
de entrenamiento en el manejo de radioisótopos
dictado en el país87.
FUNDAVAC
Cuatro años después de la creación de AsoVAC,
en 1954 y por iniciativa del Dr. Werner Jaffé
(miembro del Consejo Directivo de la AsoVAC) se
creó la Fundación Venezolana para el Avance de la
Ciencia88.
La primera junta directiva fue encabezada por el Dr.
Juan Francisco Stolk. FUNDAVAC, institución que
estuvo integrada por empresarios y gente ligada a la
industria alcanzó auge y prestigio, logró un
funcionamiento interno planificado y estable, y cada
vez con mayor entusiasmo para aumentar el número
de miembros. Organizaba actividades como cenas
trimestrales, programas de televisión y su boletín
informativo que nació en 1956. En algo más de año y
medio de trabajo, FUNDAVAC creó y administró
becas para la formación de jóvenes venezolanos en
el exterior, otorgó fondos para trabajo de
investigación, suministró los fondos de viajes para
que destacados científicos especialistas de renombre
universal visitaran el país y cumplió con una
importante tarea de divulgación científica.
FUNDAVAC contribuyó activamente en la
organización de un Instituto Oceanográfico que había
sido propuesto por el profesor Alonso Gamero y que
fue el origen de la Universidad de Oriente.
Es necesario destacar la importante función
divulgativa tanto para la ciencia como para AsoVAC,
que por esos años cumplió el programa «Ventana a
la Ciencia», que se presentaba semanalmente en
televisión y en el cual colaboró activamente el
profesor Francisco de Rosson.
Es evidente que el trabajo realizado era una
conjunción de la AsoVAC y FUNDAVAC: Cabe
destacar que para el momento de la creación de
FUNDAVAC, no existía en el país ningún organismo
que financiara la actividad científica. Esta institución
fue la primera en otorgar becas y financiamiento para
viajes de investigadores.
La influencia y apoyo de FUNDAVAC para la
construcción del edificio sede de FUNDAVAC y
AsoVAC fue decisiva. Se construyó en el terreno
donado por Colinas de Bello Monte, C.A., y su
administración ha sido siempre competencia de
FUNDAVAC. Posteriormente, y por un período de
varios años, FUNDAVAC se trazó líneas propias que
no necesariamente coincidían plenamente con los
intereses de AsoVAC. Cesó entonces aquel
entusiasmo inicial de trabajo conjunto, lo cual se
debió en parte a las condiciones diferentes que
comenzó a vivir el país. En un editorial de ACV, decía
la profesora Sonia Torres que el proceso de
industrialización se estaba realizando con una
dependencia total de la tecnología foránea y nuestros
empresarios respondían al estímulo del mayor
provecho económico. De manera que dejó de ser
atractivo para los industriales las actividades de
investigación y desarrollo en Venezuela89.
Debido a la preocupación que suscitó esta
situación, AsoVAC y FUNDAVAC a través de sus
directivas y miembros, han realizado intentos para
buscar una forma de trabajo que dé frutos para
ambas organizaciones90.
EN 1991 fueron organizadas por FUNDAVAC unas
jornadas de reflexión a las cuales AsoVAC fue
invitada. Producto de esta reunión se decidió poner
en práctica posibilidades de trabajo conjunto, entre
los cuales podríamos citar los planes de conformar
una base de datos de investigadores y publicadores
como servicio de información de la AsoVAC a sus
miembros y el nombramiento de un representante de
FUNDAVAC en cada programa y en cada capítulo de
la AsoVAC para lograr una colaboración más
estrecha en el trabajo.
Proyectos Promovidos
La organización de AsoVAC se planificó para
abarcar todo el territorio nacional. Inicialmente se
establecieron cuatro divisiones: División Central,
integrada por miembros del Distrito Federal y estados
de Aragua, Carabobo y Miranda. La División
Occidental por los estados Falcón, Zulia, Táchira,
Mérida, Trujillo, Cojedes, Lara, Portuguesa y
Yaracuy. La División del Sur por los estados Guárico,
Apure, Barinas, Bolívar y los Territorios Amazonas y
Delta Amacuro; y la División Oriental por los
miembros de los estados Anzoategui, Sucre,
Monagas. Se crearon además seccionales como la
de Física y Matemática y la de Geografía. Se
comenzó a estimular la creación de nuevos capítulos
y así surgieron en 1956 el Capítulo Zuliano, el cual
fue necesario reinstalarlo en 1967. En 1960 se creó
el Capítulo Aragua, región fundamental para el
progreso nacional por la importancia de los centros
de investigación y de educación superior que allí
existen. Para el año 1964 la AsoVAC ya contaba con
los capítulos de Aragua, Carabobo, Central, Mérida,
Oriente y Zulia. En 1973 se constituyó el Capítulo
Centro Occidental con sede en Barquisimeto, donde
se crearon en 1980 la Seccional Falcón que pasó a
ser Capítulo en 1984 y también ese año la Seccional
Yaracuy. En 1991 se creó el Capítulo Yaracuy 91. La
existencia de estos capítulos ha tenido gran
importancia en la organización y desarrollo de las
comunidades científicas locales.
La influencia y la proyección de AsoVAC, ha jugado
un papel significativo en la creación y formación de
importantes instituciones científicas que se
concretaron a partir de 1958 con el gobierno
democrático. En 1952, De Venanzi fue invitado por la
UNESCO para participar en Montevideo en una
reunión de científicos latinoamericanos con el objeto
de establecer prioridades a la ayuda que esta
organización prestaría par al creación de laboratorios
científicos en la región como portavoz de AsoVAC,
De Venanzi propuso la creación de institutos de
ciencias básicas para impulsar el avance científico
general y el progreso industrial de Latinoamérica.
Propuso también para Venezuela la creación de un
instituto oceanográfico y de biología marina 92. Estas
propuestas fueron presentadas al gobierno
venezolano, sin que esto tuviera mayor repercusión.
A la caída de la dictadura y para insistir en estos
asuntos, se estableció un diálogo con el nuevo
gobierno democrático en el cual AsoVAC y sus
miembros activos jugaron un papel significativo93.
Así, la Universidad Central de Venezuela y la
Fundación Luis Roche trabajaron en función de la
creación de una nueva organización de la ciencia y la
fundación de varias instituciones. Marcel Roche se
encargó de estructurar una nueva institución
aprovechando las excelentes instalaciones del
Instituto de Investigaciones Neurológicas y
Cerebrales, el cual dio paso al Instituto Venezolano
de Investigaciones Científicas (IVIC) en 1959, se
formó el Instituto Oceanográfico en la Universidad de
Oriente también en 1959, se comenzó a elaborar un
proyecto de ley para la creación del Consejo Nacional
de Investigaciones Científicas y Tecnológicas
(CONICIT), el cual se fundó en 1967. La participación
de AsoVAC ha sido continua y permanente a través
de su representación en el Consejo Superior del
CONICIT. También se fundaron otras instituciones,
como la Facultad de Ciencias en 1958, el Consejo de
Desarrollo Científico y Humanístico de la UCV en
1958 y el CENDES en 1961, entre otros. Otras
universidades, además de la UCV, fundaron
Escuelas y Facultades de Ciencias: la Universidad de
Oriente (UDO) en 1959, la Universidad de los Andes
(ULA) en 1969, la Universidad Simón Bolívar (USB)
en 196994. Fue una época muy productiva en la
creación de instituciones que influirían en el
desarrollo de la ciencia y la tecnología nacionales. En
las Universidades del interior se generó también un
ambiente favorable para el desarrollo de la ciencia
donde AsoVAC tuvo también gran participación. La
influencia de AsoVAC en la generación de
instituciones ligadas al desarrollo de la ciencia ha
sido bien reconocida, a tal punto que hoy la
participación de la asociación en diferentes
instituciones está garantizada a través de las
representaciones que mantiene en diferentes
instituciones científicas nacionales e internacionales,
tales como el Consejo Nacional de Investigaciones
Científicas y Tecnológicas (CONICIT), la Asociación
Interciencia, Centro Nacional para el mejoramiento
de la enseñanza de la ciencia (CENAMEC), Fondo
Editorial Acta Científica Venezolana, FUNDAVAC,
Comisión Nacional de Cooperación con la UNESCO,
el Centro de Investigaciones Astronómicas (CIDA);
así representaciones en diversos jurados de premios
científicos 95 .
La organización de las diferentes sociedades
científicas que se han afiliado a la ASOVAC ha sido
también de gran valor para reforzar el movimiento
científico nacional. De esta manera, cada sociedad
continúa desarrollando sus propios programas, pero
se establece un ambiente propicio al intercambio de
trabajos interinstitucionales, al aumentar las
posibilidades de contacto y discusión entre
investigadores de diferentes áreas y entre un número
cada vez mayor de personas sobre los problemas
relacionados con la actividad científica nacional 96.
Existen en este momento dieciocho asociaciones
científicas afiliadas a la AsoVAC, dos en proceso de
afiliación y seis sociedades en proceso de formación.
También la AsoVAC ha brindado su apoyo a la
creación de programas para el desarrollo científico
nacional. Como ejemplo reciente está el apoyo e
impulso que la AsoVAC, junto con otras asociaciones
de científicos, APIU (Asociación para el progreso de
la Investigación Universitaria de la Universidad
Central de Venezuela), Sociedad Galileana de la
Universidad Simón Bolívar y ASOINIVIC (Asociación
de Investigadores del IVIC), dio recientemente para
la puesta en marcha por parte del Ejecutivo Nacional,
del Programa de Promoción al Investigador, que fue
instalado por el CONICIT en diciembre de 199097.
Desde el mismo comienzo de la Asociación se
organizaron las convenciones anuales y se editó la
revista Acta Científica Venezolana para establecer
comunicación y vincularse con pares de todas las
latitudes, con el objeto de mostrar los resultados de
investigación científica nacional y estimular el interés
por la ciencia en los grupos todavía incipientes.
Posteriormente aparecieron otros programas, como
el Festival Juvenil de la Ciencia y el Fondo Editorial
Acta Científica Venezolana.
Convenciones anuales
Con la creación de AsoVAC comenzó la
organización de las convenciones anuales. El acto
inaugural de la Primera Convención Anual, se realizó
el 29 de enero de 1951. Durante esta convención se
presentaron alrededor de 130 comunicaciones libres,
que abarcaron temas variados sobre las áreas en
que se trabaja en el país para ese entonces, época
en que predominan las áreas médicas: anatomía,
bacteriología, parasitología, farmacología, patología
general y fisiopatología, odontología y farmacia.
La importancia de esta primera reunión fue
comentada en sucesivos editoriales de la revista Acta
Científica Venezolana. Peña (1951) comentó que
«eventos como éste estimulan y ponen en
movimiento los resortes internos de los recursos
científicos y los de los medios intelectuales
especializados. Además despiertan y estimulan en el
público no preparado curiosidad e interés, que podría
transformarse en franca decisión de incorporarse a la
investigación de los fenómenos de la naturaleza
desde los infinitamente pequeños hasta los que
ocupan rangos superiores en la escala de la vida».
Desde esta convención se establecieron pautas para
el futuro y la AsoVAC asumió la responsabilidad de
llevar adelante el programa según indica el editorial
(1950 b).
Las convenciones anuales se realizaron en
diferentes etapas históricas. Durante la primera
(1950-1958), se realizaron todas en Caracas, pero en
diferentes sedes. Al inicio de esta década ocurrió la
aguda crisis universitaria que culminó con su cierre
en los días que se realizaba la I Convención. Durante
estas primeras convenciones el esfuerzos estuvo
dirigido a estimular la participación de todo aquel
relacionado de alguna manera con la ciencia del
país. En el Editorial (1953ª) se comentó una de las
primeras convenciones. Allí se hizo un llamado a la
necesidad de ser más estrictos en la forma de
presentación de los trabajos, de utilizar mejor los
métodos estadísticos y mejorar la forma de expresar
los resultados, así como la necesidad de ajustarse al
tiempo indicado para la presentación de los trabajos
científicos.
Para 1954, época de la IV Convención Anual, se
notó un aumento en la participación de disciplinas
relacionadas directamente con la investigación
científica en el área de la biología, quizás debido a
que ya existía la licenciatura de Biología en la
Facultad de Ingeniería de la UCV. Por el contrario,
fueron escasísimos los trabajos en Química, Física y
Matemática, áreas todavía no desarrolladas en
Venezuela. En esta convención se organizaron
también las II Jornadas de Anatomía Patológica98 .
Refiere un editorial de ACV99: «fue satisfactorio
registrar... una amplia participación en esta última
reunión anual. Nuevas secciones funcionaron este
año y las presentaciones de trabajos en general,
dieron una impresión de mayor solidez». Estos
comentarios se refieren a la V Convención Anual de
la AsoVAC. Fue en esta reunión cuando por primera
vez se abrió una sección de Sociología, realizándose
también todos los esfuerzos para vincular la ciencia
venezolana con todos los otros sectores públicos del
país100.
Durante esta década ya se habían logrado varios
objetivos: el apoyo necesario para la asistencia de
invitados nacionales y extranjeros a las
convenciones, principalmente con la ayuda de
FUNDAVAC; otro logro ya conseguido fue el
entrenamiento adecuado en la presentación de las
comunicaciones libres, lo que representaba un
entrenamiento de la comunidad científica del país
que podría luego ser utilizado en niveles
internacionales. Además se destacaba la ardua tarea
que significaba para los investigadores la
organización de los mismos.
L.M. Carbonell, quien ejercía la Secretaría General
de la Asociación durante la VII Convención, resaltó
algunos aspectos de la evolución de las
convenciones anuales, en lo que respecta a los tipos
de trabajos presentados, su calidad y la repercusión
que tenían estas actividades al facilitar la realización
de congresos y la organización de diversas
sociedades científicas101.
Una segunda etapa de las convenciones es la que
se inicia con el período democrático. Para la IX
Convención Anual realizada en 1959, se había
logrado hacer modificaciones en la organización de
las reuniones; una de las más importantes fue la
exigencia de un resumen escrito de los trabajos, que
permitiera la lectura de las comunicaciones
previamente a su presentación con el objetivo de
seleccionar los trabajos que se permitirían y de este
modo alcanzar la excelencia científica. En esta
ocasión hubo importantes aportes procedentes del
IVIC, Museo de Ciencias, Instituto Venezolano de
Cardiología, Banco de Sangre, Facultades de
Ciencia, Medicina, Veterinaria, Economía, Farmacia,
Humanidades y Odontología de la UCV, Instituto
Oceanográfico de la UDO, Instituto Nacional de
Nutrición, Servicios Shell para el Agricultor y otras
Instituciones y particulares. Esto indica que para la
época hubo un incremento para las contribuciones a
las convenciones, lo cual pudiera indicar que se
estaba generando interés por el desarrollo científico
102. Refiere el editorial de 1959 que con los avances
logrados en las convenciones se contribuiría a
conseguir tres objetivos fundamentales: « En primer
lugar, Venezuela podrá presentar con orgullo a
propios y extraños este acontecimiento científico. En
segundo lugar, el ambiente cultural evolucionará
notablemente, creando mejores oportunidades para
el investigador y fomentando el debido acatamiento
a su excelsa actividad y finalmente, la AsoVAC verá
retribuido su sostenido anhelo de fomentar, impulsar
y estimular la actividad científica de nuestro país,
anhelo que ha logrado mantener durante duros años
de prueba, pero que debe germinar y dar sólidos
frutos en el ambiente democrático que se ha dado en
Venezuela103 .
Arnoldo Gabaldón fue invitado para la sesión
inaugural del año 1959. Su discurso se tituló Sobre
el Progreso de la Ciencia en Venezuela, en el cual
destaca que a los médicos les había tocado jugar un
papel importante en el desarrollo científico que se
llevaba a cabo y que ello tenía su demostración en el
predominio de trabajos en el área de Ciencias
Medicas , 75% para esa convención. Le seguían las
Ciencias Físicas y luego las Ciencias Sociales en una
proporción muy pequeña. Señalaba Galbaldón que
en el mundo entero los fondos y los recursos
humanos dedicados a las ciencias sociales eran muy
bajos. Resaltaba así mismo la necesidad de hacerles
avanzar, e indicaba que esto contribuiría a mejorar la
convivencia de los hombres y a evitar la destrucción
del medio ambiente. Hizo notar el hecho de que en
Venezuela existían todavía muy pocas personas
dedicadas a la investigación científica y en cambio
había en general mucho interés por dedicarse a las
actividades lucrativas. Para ilustrar esta situación
indicaba que existían un gran número de becas que
no habían sido utilizadas. Señaló que FUNDAVAC
debía hacer el máximo esfuerzo para mejorar esta
situación y que debería lucharse con firmeza por
lograr el todavía proyecto de Consejo Nacional de
Investigación Científicas 104.
En la X Convención Anual, se conmemoraron los
diez años de existencia de la AsoVAC, lo cual le dio
realce e importancia a esta reunión. En esta ocasión
se recibieron más de 300 comunicaciones.
El Secretario General de ese momento, Tulio
Arends, se refirió en su discurso a las etapas de
inicio de la AsoVAC y a sus más resaltantes
fundadores, así como también a la proyección e
influencia de la AsoVAC en la organización científica
del país105.
En relación a los aspectos organizativos y técnicos
para próximas reuniones, se decidió desminuir el
número de presentaciones de trabajos libres y se
trata de planificar mesas redondas y otro tipo de
actividades que permitieran enfocar un tema desde
diversos ángulos, así como también una mayor
discusión.
Se destacó también la importancia de seleccionar
los coordinadores de secciones entre los
investigadores más expertos con el fin de lograr
mejorar definitivamente la calidad de las sesiones.
La Tabla N° 1 muestra el crecimiento de números
de trabajos presentados en la primeras diez
convenciones anuales; además se observa que las
áreas predominantes eran las relacionadas con las
ciencias médicas.
Tomando en cuenta los aspectos comentados
podríamos concluir con que estas reuniones dejaron
sentir su influencia tanto hacia la comunidad
científica del país como hacia la sociedad en general.
El mejoramiento de la formación de los científicos
venezolanos se vio favorecido, estimulándose el
interés entre los investigadores a presentar trabajos
originales, lo cual requería de un entrenamiento
sobre la forma de presentación de un trabajo
científico en corto tiempo.
Esto contrastaba con la forma convencional que se
había utilizado hasta ese momento en el país: las
exposiciones de carácter retórico en las academias.
En segundo lugar, estas actividades fueron un
estímulo para que los institutos de investigación
plantearan y pusieran a discusión sus trabajos. Se
cumplía así con un mejoramiento de la parte
académica, lográndose también el vínculo entre las
deferentes áreas de la ciencia. Las convenciones
también contribuyeron con la formación de individuos
racionales y emocionalmente maduros mediante el
estudio, la investigación y la meditación; y los valores
éticos de la ciencia fueron siempre resaltados
durante las convenciones anuales106. Se trató de
lograr una participación universal de todos los
venezolanos convocada por AsoVAC. FUNDAVAC
participó activamente en las primeras convenciones
apoyando la invitación de personalidades nacionales
y extranjeras. La inclusión del sector estudiantil en
estas reuniones cumplió un importante papel, el cual
todavía sigue vigente.
Es necesario destacar la colaboración de otras
instituciones en el desarrollo de las convenciones
anuales y fundamentalmente el constante apoyo de
la UCV y posteriormente de todas la universidades
del país, soporte que es relevante todavía en
nuestros días107.
A partir de la X Convención Anual, quizá por el
impacto que representó el proceso democrático
sobre el movimiento científico, aumentó el número de
trabajos presentados. La comunidad científica se
hizo más exigente con sus pares y se observó un
aumento en el número de investigadores que
salieron al exterior para cumplir períodos de
formación.
Se reflejó el auge de las nuevas instituciones y la
importancia que comenzaron a darle las
universidades a la investigación científica, concretado
con la creación de la Facultad de Ciencias y del
Consejo de Desarrollo Científico y
Humanístico108.progresivamente comenzaron a
aumentar los trabajos de ciencias básicas.
Sin embargo, en la década de los setenta se
observó un estancamiento en el número de trabajos
enviados a las convenciones de la AsoVAC, el cual
comenzó a incrementarse nuevamente después de
1975, y se hizo máximo en 1980(Fig. N°1). Es en
esta época cuando se comienza a rotar la sede por
ciudades del interior del país, innovación que fue
bastante exitosa y que se mantiene hasta hoy. Se
comenzó además la edición de los resúmenes de los
trabajos presentados, en los suplementos de ACV.
Es importante señalar que es en este período cuando
se instaló y se caracterizó regularmente el apoyo del
CONICIT para este programa.
Texera (1985) comenta algunos aspectos
interesantes de las convenciones anuales en el
período que va de 1970 a 1985 cuando el número de
comunicaciones pasó de 321 a 1873 y el número de
autores que enviaban trabajos a las convenciones
iban de 270 a 2500. refiere esta autora, que el éxito
descrito podría deberse a que en este período se
estaban cosechando los logros de la inversión en
Ciencia y Tecnología que se había logrado en los
años sesenta, a saber, creación de instituciones y
cientos de jóvenes becados cumpliendo labores de
formación en el exterior.
En 1980, el número de trabajos ascendió a casi
1200. Ese año la convención se realizó en la
Universidad de los Andes. Comenzaron a
incorporarse nuevas áreas y disciplinas, a realizarse
simposios, foros y diferentes tipos de actividades
académicas en las más diversas áreas.
Se pudiera entender que la participación de los
investigadores en estas convenciones es una forma
de medir la productividad científica. Sin embargo,
esto no es estrictamente exacto, porque la medida de
la productividad de una comunidad de investigadores
requiere un estudio mucho más complejo. No
obstante, el número de trabajos, las áreas
representadas y el éxito de las discusiones en las
convenciones anuales, podría tomarse como un
indicador del avance de nuestra comunidad
científica.
Al revisar los informes de la convenciones más
recientes (1982-1990) se observa un aumento en el
número de los eventos especiales, tales como
conferencias, simposios, seminarios y foros en forma
importante, con participación de invitados nacionales
y extranjeros. En la Tabla N°2 se indica cual ha sido
la evolución de las convenciones anuales desde el
año 1982 hasta 1990, en cuanto al número total de
trabajos presentados y su distribución por grandes
áreas, expresada en porcentajes. Se puede observar
que ya en esta etapa no se detectan diferencias
resaltantes en cuanto a la cantidad de trabajos que
se presentan en la convenciones relacionados con
las áreas biológica-biomédicas y básicastecnológicas109.
La caída drástica del número de trabajos
presentados en 1989, coincide con el descenso en el
número de publicaciones de autores venezolanos.
Esto ha sido ya reportado específicamente en el
campo de la salud110.
La vinculación de la sociedades científicas con las
convenciones anuales es un aspecto de interés.
Estas agrupaciones han cumplido un papel
fundamental como colaboradores en la organización
de las convenciones y arbitrajes de resúmenes en
sus áreas respectivas. Ha sido importante su aporte
para la participación de invitados extranjeros, en la
organización de conferencias magistrales que ya son
tradicionales, así como la realización de las
asambleas correspondientes dentro del marco de las
convenciones. Sin embargo, algunas sociedades han
comenzado a organizar sus reuniones científicas
fuera del marco de la convención en el número de
trabajos presentados en las convenciones en áreas
especificas. Este último aspecto ameritaría un
análisis más profundo, cuyas conclusiones serían de
gran importancia para la organización de los futuros
encuentros.
Las convenciones anuales siguen siendo uno de
los medios fundamentales para la difusión de la
actividad científica en el país. Después de cuarenta
años ininterrumpidos de realización de las
convenciones, la comunidad científica debe luchar
por su continuidad. No obstante, sería necesario
incluir ciertos cambios o modificaciones en la
organización de estas reuniones, a fin de aumentar
su excelencia y lograr una proyección de mayor
impacto sobre los científicos y la sociedad en
general.
acta científica venezolana
Con el advenimiento de la AsoVAC y la
consecuente organización de la comunidad científica
fue necesario crear un órgano divulgativo que
difundiera su actividad y que fuera capaz de informar
acerca de los avances más relevantes de la ciencia
mundial, contribuyendo de esa manera a fortalecer
las diversas áreas de la ciencia del país.
Tal como consta en el acta de instalación de la
AsoVAC, uno de sus objetivos primarios era la libre
difusión de los conocimientos. Con este objetivo se
creó la revista Acta Científica Venezolana (ACV). El
primer número de la revista corresponde a los meses
mayo-junio de 1950, bajo la dirección de una
comisión redactora constituida por Vicente Peña,
Félix Pifano, Enrique Tejera, Oscar Agüero, Werner
Jaffé, Hernán Kaiser y Francisco De Venanzi.
En el editorial del tercer número del mismo año
(1950c) se comentó sobre la importancia de disponer
de una revista buena y adecuada para la publicación
de los resultados de los trabajos de investigación; se
resaltaba el peligro de la proliferación de revistas
científicas en un país con poco recursos humanos y
económicos que pudieran dedicarse a estas
actividades.
En las palabras leídas por Vicente Peña (1951) en
la asamblea de instalación de la AsoVAC, se decía:
se dispondrá de un órgano periodístico de
publicidad que en primer término contendrá material
venezolano original, secciones varias con sus
especialidades en las diversas ramas de la ciencia
sin omitir estudios de otra índole relacionados con la
técnica o con el conocimiento.
En las primeras etapas de la ACV, W. Jaffé
(miembro del Consejo Directivo de la AsoVAC), se
responsabilizó de la edición de la revista.
Refería el editorial (1956), que a pesar de grandes
estrecheses económicas y con dificultades para la
consecución de artículos de calidad, se había podido
mantener la revista durante 6 años. Para ese
momento la distribución abarcaba todo el territorio
nacional y se distribuía a unos 400 centros
bibliográficos e instituciones de todo el mundo. Se
hacía notar la importancia de que ACV fuera
indexada en revistas periódicas, lo cual la
incorporaría a la literatura universal. Desde
noviembre de 1965 ACV fue incluida en el Index
Medicus; y en 1963 se incluyó en el Current
Contents. Ya en 1964 se decide incluir en forma
permanente resúmenes en inglés para todos los
trabajos publicados en la revista.
El arbitraje de pocos trabajos que se recibían era
realizado por la misma Junta Directiva de la
asociación. Es de hacer notar que en los primeros
números, los autores de los artículos publicados eran
principalmente los mismos miembros de la Junta
Directiva. En este período era difícil obtener artículos
escritos o conferencias.
En el año 1957 se instaló una comisión redactora
bastante amplia, formada aproximadamente por 21
personas. Para el año 1969 Federico Pannier se
encargó de la edición de la revista; ya para esta
época se establece en forma permanente y regular el
sistema de arbitraje, el cual fue fundamental para
cercarse al criterio de garantizar su calidad.
En 1969 el Consejo Directivo de la AsoVAC
consideró necesario reactualizar y hacer más
dinámica la edición ACV. Ocurren entonces cambios
importantes en el formato de la revista, se
modificaron las portadas, se introducen colores en
ella y se cambia el tamaño. Se nombran por primera
vez los editores de campo. Se trataba en definitiva
de hacer menos estática la revista, intentando a su
vez que un número mayor de personas participaran
en su elaboración. Los archivos de la revista se
trasladan del IVIC al edificio sede de FUNDAVAC
AsoVAC.
Cabe destacar un nuevo tipo de actividades que
organizó para esta época el Consejo Directivo de la
AsoVAC y que se refiere a las expediciones
científicas que tenían carácter multidisciplinario y las
cuales eran reflejadas por la revista con mucha
distinción111.
Otro aspecto que se trató de fomentar para este
momento fue la inclusión de investigadores
extranjeros en el comité editor con el objeto de lograr
mayor vinculación con grupos internacionales.
Las discusiones que realizaban los miembros del
Comité Editor durante esta etapa versaban sobre el
carácter multidisciplinario de la revista y sobre su
capacidad de transmitir o mostrar el tipo de
investigación que se realizaba en el país, aspectos
que aún hoy tienen vigencia y son materia importante
de consideración. Las editoriales de ACV han
constituido siempre un medio de discusión y
planteamientos sobre problemas de la ciencia
nacional.
En el año 1975, momento en que la AsoVAC llegó
a su 25° aniversario, se da un nuevo impulso a la
asociación y se trata de vincular a la revista a la
región latinoamericana. Se nombró entonces por
primera vez a un editor jefe y a una comisión editora.
Con el objeto de plantear algunos problemas que
experimentaba la revista para esos momentos, se
promovió una reunión con el CONICIT, incluyendo
invitados especiales como Marcel Roche, Francisco
De Venanzi, y Tulio Arends, entre otros. Se consiguió
así el financiamiento del CONICIT.
En esa misma época era importante lograr que los
investigadores del IVIC publicaran en ACV y con este
fin se llevó a cabo una reunión con el director de este
instituto. Se trataba de lograr que la comisión
clasificadora del IVIC, considerara y tomara en
cuenta los trabajos publicados en Acta. Sin embargo,
esto no fue aceptado.
En 1983 la revista fue excluida del Current
Contents, lo que originó gran preocupación general e
impactó fuertemente a la comunidad científica. Las
razones esgrimidas para tomar esta determinación
fueron que tenía poco impacto y que los científicos
venezolanos preferían hacer sus publicaciones en
revistas foráneas. El mismo director del Institute of
Scientific Information sugirió que para reactivar la
revista se le cambiara el nombre y se diera una
dimensión menos local, tratando de captar un
mercado más amplio. Se sugirió además disminuir el
número de áreas que abarcaba y la periodicidad de
la revista, así como aumentar el número de
publicaciones en inglés. Sin embargo, estas
sugerencias no encontraron eco. Se han originado
múltiples discusiones en diversos sectores a partir de
la eliminación de ACV del Current Contents. Estas no
han contribuido a lograr a lograr cambios en la revista
que resulten en aumentar su impacto internacional.
Actualmente con la puesta en práctica del Programa
de Promoción de Investigador que ha originado de
nuevo discusiones sobre las problemáticas de la
publicaciones científicas en nuestro país112, parece
haber un clima propicio para reanudar los intentos de
promover ACV internacionalmente, lo que podría
contribuir en un futuro a que ésta fuera aceptada de
nuevo en el Current Contents. Si se lograra estas
iniciativas tendríamos mayores posibilidades de
alcanzar este objetivo.
Es importante recordar que la proporción de
revistas periódicas incluidas en el Current Contents
del Science Citation Index es mínima en relación al
número de revistas periódicas del mundo entero, que
llegan actualmente a un número cercano a 70000.
Por otra parte, solo la mitad de la producción
científica de los países en desarrollo que responde a
estándares internacionales de calidad está incluida
en el SCI. Ciertamente, nuestros autores son citados
con mucha menos frecuencia que sus pares de los
países centrales que publican en revistas de gran
impacto, pero la práctica de citas de referencia de la
comunidad científica muestra claramente que ésta
está incluida, por ejemplo, por el lugar donde se
realizó la publicación y no por la calidad del trabajo113.
Aspecto sobre la evolución de ACV en relación a
su política editorial, el tipo de trabajo que se han
publicado en el tiempo, los resultados que se
persiguieron, el papel que se ha buscado para la
revista en el conjunto de publicaciones científicas
nacionales e internacionales y el tiempo de
colaboración que ha recibido están descritos en un
interesante trabajo de Vessuri (1987). La autora
elabora, además al final del trabajo ciertas
proposiciones estratégicas que, a su modo de ver
influirían en mantener la vigencia de la revista.
ACV está indexada en diversos sistemas de
difusión tales como Biological Abstracts, Excerpta
Médica, Zentralblatt fur Matematik, Mathematical
Reviews, Chemical Abstract Service,Index Medicus
Titles, Biblioteca Regional de Medicina (BIREME),
Periódica CICHUNAM; Cambridge Scientific Abstract,
Current Advances in Plant Sciences, Biotechnology
Abstract, Chemical Abstract e Index Medicus.
Recientemente se han incorporado cambios en ACV
que han contribuido a aumentar el número de
publicaciones, facilitar el manejo posterior de la
información y a internacionalizar la revista. Se
introdujo, por ejemplo, la sección de Avances de
Investigación en 1983 y se aumentó la velocidad de
publicación. Luego se introdujeron en las
comunicaciones palabras claves y se mejoró la
identificación de los trabajos. Asimismo se modernizó
y se actualizó el formato. Además, a partir de 1987
ACV introdujo su propio sistema de montaje y de
levantamiento de texto y diagramación. Se ha
logrado también una conexión más fluida con los
autores.
Durante la primera etapa de la vida de la revista
existió la posibilidad de cubrir los gastos de impresión
con avisos comerciales y este aporte dejaba aún un
exceso que era utilizado por la AsoVAC.
En la actualidad el financiamiento de la revista se
costea con aportes de FUNDAVAC, de AsoVAC a
través de su membresía, CONICIT, de los CDCH de
las universidades Central, de los Andes y Lisandro
Alvarado, así como también con aportes de la
Fundación Polar.
La iniciativa de los pioneros de la AsoVAC de crear
ACV, es digna de aplauso; es una revista que aún
con sus característicos problemas se ha mantenido
en el tiempo, durante 40 años en forma
ininterrumpida114, que sin pretender sustituir a las
revistas especializadas ni reemplazar al sistema
internacional, constituye un elemento clave en el
establecimiento de sistemas de investigación en el
país y en el desarrollo de la ciencia nacional.
Sin embargo, ACV necesita promover discusiones
fundamentales a través de AsoVAC y otras
asociaciones, para lograr los cambios necesarios que
le permitan no solo sobrevivir sino lograr la fuerza y el
impacto que requiere cualquier sistema de
publicaciones en el mundo.
Festival Juvenil de la Ciencia
El atraso científico del país preocupó a la AsoVAC
desde sus inicios, entendiéndose como una de las
causas la deficiente formación científica en los
estudios secundarios. En este sentido, al comienzo
de la década de los sesenta, la AsoVAC realizó
severas críticas al tipo de educación secundaria que
se impartía en el país, las cuales señalaban la
existencia de un exceso en la aplicación teórica, de
un gran número de profesores con actitud dogmática
y de un escasísimo trabajo práctico que ayudara a
demostrar las teorías. Se recomendó la formación de
un estudiante más racional, con mayor capacidad
explicatoria, cuestionador y que se interesara por la
actividad científica. La AsoVAC propuso entonces un
modelo de liceo que llenara todas las expectativas,
idea que quedó en el vacío.
El primer concurso de dibujos infantiles sobre
motivos científicos y de la naturaleza, organizado en
1960 en el marco de la X Convención Anual, fue la
primera vez que AsoVAC se vinculó con jóvenes
estudiantes, educadores e institutos de educación
básica (Editorial 1960). En mil 1961, Francisco De
Venanzi creó la sección juvenil de la AsoVAC, que
funcionó solamente con estudiantes universitarios y
no alcanzó nunca a estudiantes de secundaria115.
En 1967, la directiva de AsoVAC reunió a grupos
de investigadores y docentes quienes consideraron
que era de importancia fundamental la organización
de actividades o reuniones científicas con jóvenes y
estudiantes de educación media. Ese mismo año se
puso en marcha un programa que entonces se llamó
«Feria de la Ciencia>. En la promoción y
organización de esta actividad tuvieron singular
participación los profesores Luis Segundo Jordán y
Mariluz Carrero. El nombre del festival juvenil de la
ciencia (FJC) fue sugerido por el profesor Alonso
Gamero, investigador, docente y decano de la
Facultad de Ciencias de la Universidad Central de
Venezuela. El Consejo Directivo de AsoVAC nombró
una comisión asesora integrada por docentes e
investigadores quienes establecieron las pautas de
trabajo del FJC.
En 1968, la AsoVAC, con la cooperación del
Ministerio de Educación, del IVIC, de la Universidad
Central de Venezuela, del Instituto Pedagógico de
Caracas y con financiamiento parcial de la Fundación
Shell y la Fundación Ford, organizó el Primer
Festival Juvenil de la Ciencia, en el cual participaron
Caracas, Valencia, Maracaibo y Mérida. A partir de
esa fecha, los Festivales se han realizado sin
interrupción, no sin padecer algunos inconvenientes
en el transcurso de los años, debidos en gran parte a
la falta de financiamiento.
En las fases iniciales, el programa se vinculó
particularmente con el IVIC y con sus investigadores,
así como también con el Ministerio de Educación,
particularmente con supervisión especializada de ese
ministerio en las áreas de química, biología, ciencias
de la tierra y puericultura. Al frente de esta
supervisión se encontraba la profesora Yolanda
Carrero.
En 1989, se realizó en Panamá, bajo los auspicios
de la UNESCO, la asociación Panameña para el
Avance de la Ciencia y la Universidad de Panamá, un
seminario regional para «promotores de centros de
ciencia y actividades relacionadas>. Allí se acordó
denominar a todas esta iniciativas como actividades
científicas juveniles no formales, quedando así
definido el FJC como un programa de educación no
formal, creado y coordinado por AsoVAC y dirigido a
estudiantes de la tercera etapa de la educación
básica, de educación media diversificada y
profesional que voluntariamente deseen participar.
En sus etapas iniciales, el festival era
responsabilidad de las directivas de los capítulos de
AsoVAC y existía un coordinador nacional. En el año
1979, se crearon las coordinaciones regionales.
Desde hace varios años funciona la Comisión
Nacional Coordinadora que sustituyó a la figura del
coordinador nacional.
La nueva organización del festival permitió su
crecimiento tanto en cantidad como en cobertura
geográfica. Sin embargo, esto no repercutió en el
mejoramiento de la calidad de los trabajos, la cual
dependía más bien de los docentes asesores del
Ministerio de Educación. A partir de 1975, el FJC se
vinculó al Centro para el Mejoramiento de la
Educación para la Ciencia (CENAMEC). El
CENAMEC contribuyó con dos programas
fundamentales: en primer lugar los talleres dirigidos a
docentes y a estudiantes; se entrenó a los docentes
para darle seguridad en su función asesora, así
como también suministrarles información en las
distintas actividades científicas juveniles. En segundo
lugar los campamentos, que trataban más bien de
proporcionarles al estudiante la metodología
necesaria para realizar alguna actividad de
investigación.
El FJC contribuye a que se detecten problemas de
la región que puedan ser analizados a través de este
programa. Los capítulos de AsoVAC organizan
talleres, jornadas y otras actividades dirigidas a los
estudiantes que participan en el FJC, el cual se
realiza anualmente en tres etapas: local, regional y
nacional.
El crecimiento numérico y la cobertura territorial del
festival, así como las actividades necesarias para
elevar su calidad, han generado costos crecientes
que conducen a uno de a uno de los problemas
principales: su financiamiento. Los recursos
económicos con que el programa provienen de
AsoVAC, CONICIT (institución que casi desde el
nacimiento del programa ha contribuido con él),
Fundación Polar, FUNDAVAC, IBM, Petróleos de
Venezuela y el Ministerio de Educación, entre los
más importantes por su aporte de manera regular. En
1985, el FJC firmó un convenio con la Fundación
Polar para financiar gran parte del programa durante
tres años. Este financiamiento contribuyó
notablemente a darle estabilidad. Hay otras
instituciones que también han contribuido de manera
importante: Instituto Nacional de Hipódromos,
algunas corporaciones de desarrollo regional,
empresas e industrias públicas y privadas del área.
Además no debemos dejar de nombrar a los
miembros de la AsoVAC que con su contribución a la
asociación colaboran con este programa. En los
últimos años el FJC se ha enfrentado a crisis
financieras que han puesto en peligro su
financiamiento. En la búsqueda de una solución
adecuada, los diferentes entes patrocinantes, con
respaldo de la AsoVAC, han tomado la iniciativa de
crear un fondo dotal que funcionaría como una
Fundación que garantice los recursos necesarios
para el programa.
En los últimos cinco años el FJC ha atendido en su
etapa local de 36000 a 40000 estudiantes, con un
número de trabajos participantes que oscilan entre
12000 a 15000 en la etapa regional el programa ha
atendido entre 1300 a 1500 estudiantes con un
número de trabajos que oscilan entre 450 a 500 y en
la etapa nacional 180 estudiantes presentaron 60
trabajos.
El FJC tiene funcionando 23 años ininterrumpidos y
a pesar de las deficiencias financieras se ha logrado
que participen en la etapa local más de 100000
estudiantes, en la etapa regional mas de 25000 y en
la etapa nacional más de 3600. El FJC se lleva a
cabo actualmente en 22 entidades federales y más
de 10000 docentes de diferentes sectores participan
en él116.
En relación a las características de los trabajos
presentados se observa que el 69% son de tipo
experimental, el 25% de tipo descriptivo y el 6% de
tipo documental117.
Tomando en cuenta los últimos tres años, las áreas
que se presentan en el FJC con más frecuencia son:
biología y biomedicina 57%, ciencias básicas y
tecnológicas 26% y ciencias sociales 17%.
Algunos estudiantes han representado a Venezuela
en eventos científicos juveniles a nivel internacional,
como por ejemplo, en Japón, Ecuador, Bolivia, Israel,
Panamá y Venezuela; aunque muchas oportunidades
se han perdido por la falta de financiamiento.
Cabe destacar que durante el período en que se ha
realizado el FJC, se ha logrado incrementar el
número de trabajos de los estudiantes de educación
media; la participación de un mayor número de
profesores e investigadores en estas tareas y la
creación de un mayor interés por la ciencia.
Se ha visto que en los últimos 10 años ha
predominado la participación de estudiantes de la
educación privada. Es importante resaltar que en
esta última tendencia debería revertirse y que
deberían tomarse medidas para incrementar la
participación de estudiantes procedentes de la
educación pública.
Habría que evaluar con un estudio de seguimiento
si la existencia del FJC ha incrementado la
inclinación hacía la investigación científica entre los
estudiantes como profesión y si ha propiciado
habilidades y madurez mental en sus participantes.
Fondo Editorial Acta Científica Venezolana
La editorial desplegada por ACV para el año 1980,
necesitaba expansión y reajuste debido al desarrollo
mismo de la actividad de investigación científica
nacional. En este sentido, se pensó que era
adecuado establecer mayores estímulos y apoyos a
la actividad editorial en el país. Se incluirían aquí los
apoyos necesarios tanto para la revista ACV como
para la edición de libros de interés para diversas
áreas. Se pensaba que era necesario colocar la
actividad de difusión de la ciencia al mismo nivel del
desarrollo alcanzado por la actividad de
investigación.
Así se propuso la creación de un fondo de
financiamiento para esta actividad: de un fondo
editorial que operara a través de una fundación.
El proyecto se presentó por primera vez en el
marco de la XXXI Convención Anual, en 1981. El
fondo editorial es auspiciado por la AsoVAC,
institución que tiene la mayoría de los representantes
del consejo editorial. Como resultado se han editado
más de 60 textos
La vigencia de AsoVAC
La actividad de la AsoVAC se ha desarrollado a lo
largo de sus años de existencia, bajo la influencia de
los procesos sociales y políticos ocurridos en nuestro
país en particular y en el mundo en general. Debido a
su creatividad y a sus acciones permanentemente
ceñidas de seriedad, la asociación ha logrado
alcanzar un gran prestigio.
Los objetivos trazados por la AsoVAC desde sus
inicios en función de promover el desarrollo de la
ciencia estuvieron destinados entre otras cosas, a
institucionalizar la actividad científica en el país y tal
como lo señala Ardila (1981) se destacan acciones
como: lograr apoyo financiero para el fomento de la
investigación científica en nuestro país, acciones
para vincular esta actividad a las universidades,
funciones para impulsar y apoyar su desarrollo en
diversos institutos de investigación, acciones
tendientes a vincular la ciencia con la educación
media y con otros sectores para involucrarlos en el
proceso de desarrollo científico.
Con la finalidad de que el trabajo de la asociación
se hiciera cada vez más amplio y universal y para
que sus postulados adquirieran cada vez más fuerza,
fue necesario establecer el vínculo de esta
organización nacional con comunidades científicas
del mundo; esta idea fue desarrollada por sus
fundadores desde los mismos inicios de la
asociación118.
La AsoVAC se afilió a la Asociación Interciencia
desde el momento mismo de su creación en 1975.
Interciencia agrupa a las asociaciones para el
avance de la ciencia de América y posee un órgano
divulgativo, la revista Interciencia editada en
Venezuela, la cual ha logrado obtener un buen
impacto en el continente.
En 1989, AsoVAC atendió la convocatoria que
motorizara un grupo de científicos ingleses con el
objeto de discutir acciones concertadas de la
comunidad científica y proponer la creación de una
«Unión Internacional de Asociaciones para el Avance
de la Ciencia>119. En una carta escrita a la AsoVAC
por Lord Dainton, coordinador de esta reunión y de
fecha 5 de diciembre de 1989, se explican
claramente los objetivos de esta iniciativa.
La vigencia de asociaciones para el avance de la
ciencia en países como el nuestro, es una necesidad.
La falta de visión para el análisis del futuro que
observamos en nuestros políticos, la falta de
planificación y el desconocimiento de los beneficios
que pueden proporcionar las actividades científicas y
tecnológicas, hace necesaria la función formativa,
guiadora y de liderazgo de estas asociaciones. La
AsoVAC ha cumplido cabalmente esta función a
través de los años; ha tenido un papel fundamental
en la toma de decisiones en materia de política
científica, ha sido fundamental y siempre oportuna
tal como corresponde a una institución solamente
comprometida con sus principios de promoción y
difusión de la ciencia en el país.
La AsoVAC, con su representación en el Consejo
Superior del CONICIT y en otras instituciones y por
su carácter multidisciplinario transmite la opinión de
los científicos sobre problemas diversos.
En la década de los ochenta, período de aguda
crisis fiscal en el país, con evidente repercusión en el
sector de ciencia y tecnología, AsoVAC propició una
serie de claras y determinantes denuncias120, que
seguidamente han incidido, entre otras cosas, en las
recientes tomas de decisiones que han permitido
mejoras en la actividad científica y tecnología
nacional. Hemos observado en los años 1990 y 1991
aumento del presupuesto del CONICIT y la
instalación del Programa de Promoción al
Investigador, hechos positivos en su crecimiento.
Aún cuando AsoVAC continúa ejerciendo la
actividad de estímulo y apoyo para el desarrollo de la
ciencia venezolana, las necesidades actuales de
nuestra comunidad científica exigen que se
promuevan dentro de la asociación transformaciones
que le permitan no sólo hacerse más atractiva para la
comunidad científica del país, sino que su
contribución sea determinante para que esta misma
comunidad científica desarrolle los cambios
necesarios para sobrevivir y progresar.
Existe actualmente la necesidad de un liderazgo en
la comunidad científica que exprese las necesidades
de sus miembros, que vele por sus intereses y que
evidencie el papel de la actividad científica y
tecnológica, papel que la AsoVAC en conjunto con
otras asociaciones y sociedades científicas debe
cumplir en los próximos años. Además, la AsoVAC
junto con las otras organizaciones que reúnen a los
científicos del país debe trabajar promoviendo la
organización, el crecimiento y la modernización de
nuestra comunidad científica presentando a su vez
labores de asesoría al Estado con el objeto de
elaborar un plan nacional de ciencia y tecnología121.
Sin la existencia de la AsoVAC, sin el conocimiento
de la historia de esta asociación, no podría
comprenderse la historia y el desarrollo de la ciencia
venezolana.
Sin embargo, en los próximos años se le exigirá
más a la AsoVAC, institución que tiene todavía
pendiente una difícil tarea que a través de sus líderes
capaces y con buena formación académica debe
hacer cumplir.
82. Bernal, 1964.
83. Ardila, 1981.
84. Editorial, 1950 a.
85. García Arocha, 1960.
86. Peña, 1951.
87. De Venanzi, 1975; Roche 1984.
88. Editorialll 1953 b.
89. Torres, 1978
90. Herring y Pirela, 1988.
91. González, 1991.
92. De Venanzi, 1975.
93. Editorial, 1958 a.
94. Roche, 1979.
95. Roche, 1979.
96. Bifano, 1976.
97. Marcano, 1991.
98. Editorial, 1954 a.
99. Editorial, 1955.
100. Nazoa, 1955.
101. Carbonell, 1957.
102. Editoriales 1958 by 1959.
103. Editorial, 1959
104. Gabaldón, 1959.
105. Arends 1960; Editorial 1960.
106. Editorial 1953 a.
107. Rodríguez Lemoine, 1981.
108. Idem, ibídem.
109. Informes Finales Convenciones Anuales
1982, 1983, 1984, 1985, 1987, 1988,
1989 y 1990; González, 1990
110. Díaz Polanco y col. 1991.
111. Medina E., 1969.
112. Viana Di Prisco, 1991.
113. Gaillard, 1989.
114. Rodríguez Lemoine, 1989.
115. De Venanzi, 1961.
116. Carrero Y. Comunicación personal.
117. Idem, ibídem.
118. De Venanzi, 1975.
119. Di Prisco, 1990.
120. Urbina, 1985 a y b; Di Prisco, 1986; CDN,
1986; Di Prisco, 1987; Di Prisco y col.,
1987; Arocha-Piñango y col., 1990.
121. García Sucre y Marcano, 1990.
ARDILA, Marta Ch. (1981): Origen y Evolución
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Licenciado en Sociología, UCAB:
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creación del Consejo Nacional de Investigaciones,
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EDITORIAL (1950c): Revistas Científicas, ACV, 1:
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*Publicado en Cuadernos Lagoven “La Ciencia en
Venezuela: Pasado, Presente y Futuro, Editorial Arte,
S.A., 1992 páginas 35-49, ISBN 980-259-470-9
LA CIENCIA EN TIEMPOS DE CRISIS:
Perspectivas de la universidad venezolana
César Américo Badell *
Si alguna bondad tuvo el
movimiento de renovación universitaria de
finales de los 60, fue la de popularizar el
sano principio del criterio crítico. Por ello me
siento en la línea indicada cuando voy a
someter a criterio crítico mis puntos de vista
acerca de la universidad venezolana
deseable y necesaria en función de la
problemática del desarrollo nacional en
tiempos de crisis.
Los científicos sociales hablan del
futuro como algo relativamente tangible en la
medida en que, de acuerdo con las
tendencias habidas en el pasado, se pueden
prever las variaciones del mismo. Esta
predicción es siempre azarosa, sobre todo
cuando la misma se hace en organizaciones
sociales que aún no han encontrado
asentamiento y estabilidad social, como es el
caso de la sociedad venezolana y sus
organizaciones.
Tal como ocurre a nivel mundial,
corresponde a las instituciones de educación
superior el mayor y más intenso esfuerzo en
el quehacer científico; como contraparte, y
es el caso venezolano, según la Carta Magna
de la Constitución es obligatoriedad del
Estado dotarlas de los recursos necesarios
para que dicho esfuerzo sea exitoso, y por
ende utilizar el producto final que se genere
de dicha actividad en beneficio del país.
Así como la dictadura había
permitido el desarrollo del país basado en la
cultura del cemento y de la ostentación, a mi
juicio, la democracia ha podido
perfectamente asumir con toda dignidad y
responsabilidad el fortalecimiento del
sistema educativo y del sector científico de
manera articulada al proceso
productivo y de desarrollo social, por demás
fundamentado en la auténtica relación con el
proceso de reactivación, producción y
despegue para que, desde el punto de vista
financiero, la investigación pueda cosechar
frutos de su colaboración con la industria y el
mercado, pero no al costo de perder su
libertad académica, cualidad que hace de la
Universidad un agente particularmente activo
del cambio científico, cultural y tecnológico,
dotado de propia iniciativa y capaz de
asumir un protagonismo crítico en la materia.
A diferencia del investigador al
servicio de la iniciativa privada, a quien sólo
se le permite investigar en campos rentables
y según precios del mercado ajenos a la
misma investigación, el investigador puertas
adentro de la universidad está en
condiciones, como hasta ahora lo ha hecho,
de dar como prioridad a su investigación el
medio social en donde se desenvuelve y la
búsqueda de soluciones a los diferentes
males que le aquejan, sin importar cual
pudiera ser la incidencia de sus resultados
sobre el sector económico o político. Es acá,
entonces, donde radica la notable diferencia
entre ambas actividades; la investigación en
la universidad ha demostrado no permitir
manipulación de sus resultados, y eso la hace
vulnerable del sector capitalista y oficialista.
Los problemas que afectan
actualmente la educación superior
venezolana tienen su origen en la estructura
de relaciones que se han dado durante las
dos últimas décadas entre los sistemas
universitarios, la sociedad y los gobiernos, lo
que hasta cierto punto ha permitido un
deterioro en la calidad de nuestras
universidades.
Como institución generadora de
nuevos conocimientos y formadora de
graduados de alto nivel o postgraduados, la
universidad deseable y necesaria debe
afrontar el reto sobre el rumbo que en
tiempos de crisis deberá darse a las
sociedades. Para ello será necesario
visualizarla dentro de un escenario de
desarrollo sustentable y de la solidaridad,
que implica una globalización del
conocimiento que tome en cuenta las
dimensiones ambiental, cultural, social y
económica, que pasa por una mayor
integración, articulación y evaluación
sistemática de los procesos locales e
internos; todo ello en función de un equilibrio
entre la finalidad intelectual (difusión y
expansión del conocimiento), finalidad
humanística (desarrollo integral de la persona
y búsqueda de la verdad a través de la
indagación), y la finalidad utilitaria (respuesta
a las necesidades de la sociedad, formación
de profesionales aptos y con vocación de
servicio, la investigación con misión de
desarrollo, servicios de consultoría y
asistencia técnica).
El panorama que actualmente
tenemos no permite más improvisaciones, el
estrangulamiento intelectual producto de la
insipiencia organizativa, funcional y
operativa, falta de integración y
coordinación, y lo que es más importante, la
casi nula conciencia nacional sobre la
necesidad de volcar mayores recursos al
desarrollo de la investigación como único
medio de desvincular al país de la
dependencia tecnológica, es cada vez más
agobiante. Por eso se impone un cambio en
el rumbo que pasa por una necesaria
evaluación institucional que extirpe el
existente aburguesamiento para el trabajo
intelectual, que no para el trabajo creador, y
contribuya a construir en nuestro país la
necesaria universidad, que de la universidad
necesaria impuesta, obligante y obligada, una
necesaria universidad que vaya más allá de
las banalidades ideológicas que sólo hacen el
juego a quienes no desean una universidad
eficiente y productiva.
Es necesario que se discuta con
pasión nacionalista el derecho que tenemos
los científicos e investigadores de
proporcionar nuestra cuota de participación
en el desarrollo armónico y total de nuestro
país. Así lo han entendido otras naciones con
muchos menos recursos que la nuestra, y
evitar con ello seguir propiciando el éxodo
de destacados y calificados investigadores
hacia el exterior, o en el mejor de los casos
hacia el sector de la producción.
Perder un investigador no es cuestión
de perder la costosa inversión que hubiera
podido significar su formación científica, lo
que no es medible económicamente es todo
lo que ese científico o investigador huido
pueda dar, que vale mucho más. Para ello,
es necesario que el sistema político nacional
se acostumbre a utilizar este recurso y
hacerle preguntas para la resolución de los
variados problemas existentes, así como
entiendan además, que los actores en el
sector científico y tecnológico no hemos
derrochado nada, y ese lujo del que a veces
se habla existe en algunos de nuestros
institutos o centros de investigación, no es
comparable, ni someramente, con el alto
prestigio logrado por su producción y
calidad de su personal y trabajos realizados,
pese a las limitaciones que de costumbre le
son impuestas. Las instituciones universitarias
por su parte, deben establecer mecanismos y
estrategias para ser igualmente útil a los
demás sectores de la vida nacional.
Ese esfuerzo que necesariamente
habrá que hacer, deberá hacerse con una
dinámica que concluya con la inercia a la
cual estamos siendo arrastrados. Algunas
acciones ya en marcha habrá que
fortalecerlas, tal es el caso del Sistema de
Promoción del Investigador, Programa del
Investigador Novel, Programa de
Regionalización del CONICIT a través de
los FUNDACITES o Comisionadurías,
beneficios por productividad científica y
académica; otras habrá que insistir para su
efectividad, tal es el caso de:
- Un Plan Nacional de Ciencia y Tecnología
articulado con todos los sectores de la vida
nacional, y en particular con la participación
de los investigadores, sean civiles o militares.
En este particular, resulta conveniente
destacar la imperiosa necesidad de
articulación e interacción con el sistema
científico y tecnológico que requieren
nuestras Fuerzas Armadas; el personal
altamente capacitado así como los
laboratorios debidamente dotados ofrecen
enormes posibilidades para ello; este
esfuerzo requerirá de una decisión política de
trascendencia, el cual rompa con el esquema
tradicional en procura de la inamovilidad y
reconocimiento de la actividad científica
desarrollada para los efectos de los ascensos
correspondientes;
- Una estructura legislativa y jurídica (Ley de
Ciencia y Tecnología, por ejemplo) que
contemple entre otras cosas la formulación
de una Ley de tributación mínima
indispensable, política y moralmente
irreprochable, de la ciencia y la tecnología,
así como un cuerpo normativo que permita
legitimar extra e intra-universitariamente la
profesionalización de la ciencia y de la
tecnología, y permita coordinar los diferentes
esfuerzos entre los organismos que planifican
esta actividad (CONICIT, CDCHT) y los
organismos donde se hace la ciencia (IVIC,
Universidades, INTEVEP, básicamente).
Con esta acción se lograría una mayor
visibilidad dentro del estado venezolano y la
necesaria articulación del concepto de
política pública y su relación directa con el
proceso científico y tecnológico hasta el
presente vinculado por la Comisión de
Ciencia y Tecnología de la Cámara de
Diputados del Congreso de la República, la
que tímidamente articula sus intereses pero
que aún no logra credibilidad necesaria que
le permita asumir un proceso de
representación plena;
- A los estados mineros y petroleros,
asignarles recursos extraordinarios para el
desarrollo de proyectos de investigación y
financiamiento de innovaciones tecnológicas,
sobre la base de áreas prioritarias
debidamente definidas que articulen las
demandas del sector externo con las de las
instituciones generadoras de conocimiento;
- Cumplir y hacer cumplir el Decreto 133 y
toda aquella iniciativa que resulte en
beneficio de la utilización de nuestro
potencial científico y tecnológico por parte
de las empresas públicas y privadas.
En estas acciones, entre otras, radica
la esencia en la búsqueda de nuestra propia
identidad y soberanía: Bajo las condiciones
actuales e inmediatas futuras, debemos tratar
de aprovechar al máximo el potencial ingenio
nativo y recurso humano altamente calificado
existente.
*Ing. César Américo Badell.
Profesor jubilado de la Universidad del
Zulia. Asesor Permanente del Núcleo de
los CDCHT y sus equivalentes en las
universidades del país.

EDITORIAL
VINCULACIÓN UNIVERSIDAD-SECTOR EXTERNO:
UNA ESTRATEGIA GERENCIAL.

Durante los últimos años ha habido una creciente convicción de la necesidad e


importancia de vincular la actividad científica y tecnológica de las universidades y sus
centros de investigación de forma más estrecha y formal con su entorno, con el propósito de
satisfacer a éste sus requerimientos de servicios, de investigación y desarrollo, así como de
educación continua; de manera que pueda enfrentar las demandas presentes y futuras con
mejores perspectivas de éxito.

Esta colaboración entre las universidades y el sector externo, entendido este último según
Muga (1) como una amplia gama de organismos, instituciones, empresas y particulares
hacia los cuales la universidad puede entregar su aporte, sería ventajosa para ambas partes
al unirse características y competencias complementarias para producir una sinergia, lo cual
conduciría al beneficio mutuo.

Las universidades poseen una dotación importante de recursos humanos calificados,


infraestructura, equipos y laboratorios, con la finalidad de cumplir sus objetivos internos de
docencia e investigación. Sin embargo, mediante una estrategia gerencial adecuada, el uso
de estos recursos podría extenderse hacia objetivos externos, tales como contribuir a
resolver la demanda de prestación de servicios científicos y tecnológicos de su entorno,
obteniéndose de esta manera logros significativos para la universidad.
Tradicionalmente estos dos sectores se han visto enfrentados por diferencias de
concepciones respecto al papel que ellos deben cumplir, las diferencias de intereses en
cuanto a los servicios y beneficios que cada uno espera obtener del otro, así como por la
escasa disposición para iniciar un acercamiento.

Es así, como la universidad pretende generar conocimientos y difundirlos hacia la


sociedad, contemplando el bienestar social. El científico siempre ha tenido la libertad para
elegir la materia de su investigación y publicar los resultados obtenidos sin restricciones.
Por su parte el sector externo, particularmente el sector productivo, tiene intereses
específicos, quiere investigaciones aplicadas a la solución de sus propios problemas y desea
exclusividad en cuanto a los resultados.

En esta circunstancia, es innegable la necesidad que un sector tiene del otro para
solventar sus deficiencias. Estos entes han tenido y tienen por delante un desafío de
proporciones, que de afrontarlo exitosamente no sólo contribuirían a mejorar el bienestar de
la sociedad, sino que también habrán dado pasos importantes tanto en su crecimiento
académico y económico como científico-tecnológico.

En las universidades Latinoamericanas, similar a los países desarrollados, empieza a


inculcarse la apertura y búsqueda de alianzas con el sector productivo como medio
fundamental para gestionar, por diversas vías, la obtención de recursos económicos
complementarios a los otorgados por el Estado para su funcionamiento. Esto ha ocasionado
cierta inquietud en los representantes universitarios, por cuanto se pudiera desvirtuar el
papel fundamental de la universidad.

Es conocida la confrontación entre la cultura universitaria y la cultura de las empresas.


Por un lado, en las universidades se cuestiona si éstas deben involucrase en esta relación y
tipo de actividades; hay desconocimiento y temor por el mundo empresarial; a la
posibilidad de perder la libertad académica y al inmediatismo de los proyectos
empresariales. Del lado del empresario, hay recelos de diversa naturaleza y
fundamentalmente existen dudas acerca del cumplimiento de las tareas concertadas en los
plazos determinados y acerca del mantenimiento de la confidencialidad de los resultados
obtenidos (2).

En este contexto Espinoza (3) sugiere, que en la relación universidad-sector productivo


es necesario el establecimiento de una política formal que regule todo el esfuerzo de
vinculación, para evitar desvirtuar el papel principal de la universidad.

Si bien es válida esta inquietud sobre el papel a futuro de las universidades, Moreno (4)
plantea, que nunca la vinculación de la universidad con el sector productivo va a ser una
fuente determinante de recursos para la universidad. En los Estados Unidos, las más
prestigiosas universidades sólo reciben por su vinculación con el sector productivo, entre
15 y 20% de sus ingresos totales. En los países latinoamericanos está lejano el día en que
una universidad pública reciba el 10% de sus ingresos totales por contratos con el sector
productivo. Aunque esta fuente de ingresos no es despreciable, las universidades no van a
deformar su misión y sus objetivos por obtener ingresos de parte de las industrias, en
porcentajes tan minoritarios.
En América Latina, al igual que en los países industrializados, existen importantes
experiencias de vinculación universidad-sector productivo, tal es el caso de la Rectoría de
la Pontificia Universidad Católica de Chile quien en 1978, como una manera de abrir
caminos de vinculación con el sector productivo, preparó con diversos grupos académicos,
un minucioso catálogo de las acciones que la universidad estaba en condiciones de efectuar
si le eran requeridos para la producción de bienes y servicios (5).

La publicación de dicho catálogo tuvo inmediato impacto en los sectores empresariales


públicos y privados, acercando efectivamente a las partes y creando hacia el interior de la
universidad una conciencia clara de vinculación. En la actualidad el cien por ciento de las
unidades académicas realizan actividades de vinculación y cuentan con personal
especializado en el tema.

Por su parte, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), tratando de dar


respuesta al problema de la vinculación con el sector productivo, creó en 1983 la Dirección
General de Desarrollo Tecnológico con el objeto de vincular su potencial tecnológico con
las demandas de la industria, proporcionado a la comunidad universitaria diversos servicios
de gestión para lograr la expedita transferencia de tecnología al sector productivo (6).

Similar a estos países en Venezuela existen importantes experiencias en las universidades


nacionales, mediante la creación de empresas apoyadas en sus centros de investigación y
desarrollo que buscan la interacción con el sector externo. Tal es el caso, entre otros, del
Centro de Innovación Tecnológica de la Universidad de los Andes, el Departamento
Académico de Conversión y Transformación de Energía de la Universidad Simón Bolívar,
Corpórea Producciones de la Universidad Central de Venezuela, el Centro de Estudios de
Corrosión de La Universidad del Zulia (3).

Además de estas dependencias universitarias dedicadas a la solución de problemas en el


área de ingeniería, las universidades públicas venezolanas cuentan con renombradas
instituciones en el área de la salud que también han logrado vincularse con sector externo,
tal es el caso, del Instituto de Investigaciones Clínicas “Dr. Américo Negrette”, la Unidad
de Genética Médica y el Instituto de Enfermedades Cardiovasculares en La Universidad del
Zulia; Desarrollos Bioalergenos y Facfar, del Instituto de Medicina Experimental y
Facultad de Farmacia de la Universidad Central de Venezuela respectivamente, entre otros.

Existen también, anexos a varias universidades publicas nacionales, otras instituciones


como el Parque Tecnológico Universitario del Zulia, la Corporación Parque Tecnológico de
la Universidad Simón Bolívar, la Fundación Parque Tecnológico de Barquisimeto y la
Corporación Parque Tecnológico de Mérida, cuya misión es la vinculación con el sector
productivo, con el propósito de dar respuesta a las necesidades de este sector a través de las
investigaciones y servicios desarrollados en dichas universidades.

Los logros alcanzados por las universidades publicas venezolanas, en los últimos años,
en su intención de vinculación con el sector externo pudieran acrecentarse y consolidarse
mediante un adecuado plan estratégico gerencial que permita una mayor difusión y
promoción de los resultados de sus investigaciones y servicios, de tal manera que puedan
llegar de una forma más amplia y directa, a un mayor número de potenciales clientes.
Gilberto Campos

INVESTIGACIÓN 1
a sido una constante entre los grupos dirigentes
del país que se han atrevido a otorgar financiamientos
importantes a la actividad científica, pedia a cambio resultados
“útiles” que resuelvan “problemas” de la sociedad. Este
fenómeno ocurre, cada vez con más frecuencia, con los montos
que en las universidades se asignan a la actividad científica. Se
clama por la resolución de los problemas del país y se está
convirtiendo en un compromiso moral de quienes reciben recursos
para ocuparse de estos asuntos.
Sobre las anteriores afirmaciones deben hacerse algunas acotaciones
que ayuden a clarificar y sopesar compromisos sociales
de la ciencia académica que se hace en las universidades.
No es suficiente con declarar que los temas de investigación
financiados obtendrán resultados que resuelvan problemas sociales
de un modo potencial. De hecho, Roche y Freites (1983)
lograron mostrar que ante la exigencia de planificación estadal
de la actividad científica, los investigadores son capaces de
mostrar la importancia de sus trabajos para atender las prioridades
nacionales. Pero de allí a resolver problemas, ciertamente
hay un largo y complejo trayecto.
Por ello, ante una nueva arremetida en esta dirección utilitaria, es
conveniente hacer algunas acotaciones. Antes que centrar la
atención en estos temas, es preferible que los grupos de investigación
sean capaces de hacer investigación de la más alta
calidad. Que su formación sea muy exigente y que además sean
capaces de saber qué es lo que se está investigando actualmente
en su campo disciplinario y establecer vínculos con grupos
altamente productivos en el mundo. Crean que lo anterior es
lo suficientemente complejo como para dejar que “los problemas
sociales” los identifiquen y los traten de resolver otros, por ejemplo
los profesionales y los técnicos egresados de la educación
superior y las universidades.
Hay algo más: proponer resultados tangibles y concretar los
mismos en la resolución de problemas nacionales implica la participación
de muchos otros actores, en gran parte alejados de la
acción de la Universidad. En primer lugar, es necesaria la existencia
de una demanda del conocimiento por parte de los potenciales
usuarios. En algunos casos, los potenciales usufructuarios
son los organismos del Estado interesados en la aplicación
de una política o como clientes de un bien o servicio. En otros
casos son empresas, públicas o privadas, que se beneficiarían
del resultado de la investigación de la Universidad.
Otro aspecto que incide en la red de vinculaciones en el que
debe invertirse para que la capacidad de investigación se concrete
en solución de problemas nacionales es en la calidad de
los resultados. Condición esta que implica económicamente menor
costo de las soluciones existentes en los mercados y de forma
adicional técnicamente superior o similar a lo existente y ello
requiere inversiones financieras y humanas muy elevadas. Hay
otros aspectos que deben tomarse en cuenta tales como: el
grado de atención a los potenciales clientes en la implementación
de los resultados por parte de quienes desarrollen o construyan
las soluciones.
Finalmente, es necesaria la existencia de fuentes de financiamiento
sistemáticas, suficientes que incluso estén dispuestas a
arriesgarse tanto al éxito como al potencial fracaso de la investigación
y el desarrollo adelantado.
Humberto Ruiz Calderón
E-mail: ruiz@ula.ve
La función primaria de la Universidad es la de propiciar la más
alta calidad de su personal de planta para formar profesionales,
hacer investigación y publicarla. Ayudar a resolver problemas de
la sociedad, siempre es posterior y surge como consecuencia
de lo primero. Para ello es básica la acción de muchos otros
actores. De la función primordial no se debe apartar la Universidad
ni debe aceptar que le planteen problemas de conciencia
sobre el particular. Existen infinidad de ejemplos en el plano internacional
sobre esta lógica, pero es quizás la fundación de INTEVEP,
a partir del grupo de Petróleo del IVIC, lo que muestra más
fehacientemente en Venezuela este orden, en la construcción de
la ciencia y en la posibilidad de su carácter aplicado.
La función del Estado es hacer que el conocimiento científico sea
un bien necesario y utilizable en la sociedad venezolana tanto
para las agencias del gobierno como para las empresas privadas.
Esto requiere de un nivel de desarrollo cultural y educativo
del país que comienza por elevar el nivel medio educativo de la
población, de sus clases medias y de sus grupos dirigentes.
Adicionalmente, es el Gobierno el ente encargado de establecer
las normas jurídicas para propiciar el mercado que permita soportar
financieramente la investigación.
En este número de INVESTIGACIÓN, se presenta un informe sobre
parte del esfuerzo que la Universidad de Los Andes viene haciendo
desde 1995 para transferir al entorno más cercano la investigación
que se realiza en la institución. Los denominados PIC (Programas
Institucionales Cooperativos) son la expresión más acabada
que se desarrolla desde nuestra institución para tratar de atender,
desde la capacidad de investigación de la ULA, “problemas” del
medio. Son proyectos que deben contar con el respaldo de instituciones
y actores sociales para aplicar sus resultados. La experiencia
ha sido fructífera, pero no tanto como para mostrar resultados
que hayan logrado involucrar en magnitudes importantes a otros
actores distintos a la propia Universidad y a sus investigadores.
La sección Honor al Mérito está dedicada al Dr. José Manuel
Briceño Guerrero quien se destaca como el más importante investigador
en el campo humanístico que tiene la ULA. De la
amena y profunda entrevista realizada por Nellyana Salas quiero
destacar el hecho de que en su extensa y reconocida obra, las
preguntas que le han permitido fundamentar y cumplir con su
labor de maestro son las referidas al ser: “¿quién soy yo?, ¿qué
es el hombre?, ¿por qué existimos?, ¿para qué?, ¿qué sentido
tiene la propia existencia?” Pero lo más importante, desde mi
punto de vista es aquello que abre la puerta hacia una estética
del pensar cuando asegura; “las preguntas fundamentales no existen
para ser respondidas, sino para ser sentidas”. El Dr. Briceño
Guerrero es un meritorio profesor que nos permite mostrar con su
ejemplo las funciones medulares de la institución. Pedir que su
obra sirva para algo más allá de sentir
las grandes preguntas que han ocupado
a los filósofos de la humanidad, además
de ocioso es absurdo. Tanto, como
asumir que la ciencia académica deba
ocuparse prioritariamente de la aplicación
de sus resultados. Lo que se le debe
pedir a quienes la hacen es que su trabajo
sea de excelencia.

INVESTIGACIÓN 1
a sido una constante entre los grupos dirigentes
del país que se han atrevido a otorgar financiamientos
importantes a la actividad científica, pedia a cambio resultados
“útiles” que resuelvan “problemas” de la sociedad. Este
fenómeno ocurre, cada vez con más frecuencia, con los montos
que en las universidades se asignan a la actividad científica. Se
clama por la resolución de los problemas del país y se está
convirtiendo en un compromiso moral de quienes reciben recursos
para ocuparse de estos asuntos.
Sobre las anteriores afirmaciones deben hacerse algunas acotaciones
que ayuden a clarificar y sopesar compromisos sociales
de la ciencia académica que se hace en las universidades.
No es suficiente con declarar que los temas de investigación
financiados obtendrán resultados que resuelvan problemas sociales
de un modo potencial. De hecho, Roche y Freites (1983)
lograron mostrar que ante la exigencia de planificación estadal
de la actividad científica, los investigadores son capaces de
mostrar la importancia de sus trabajos para atender las prioridades
nacionales. Pero de allí a resolver problemas, ciertamente
hay un largo y complejo trayecto.
Por ello, ante una nueva arremetida en esta dirección utilitaria, es
conveniente hacer algunas acotaciones. Antes que centrar la
atención en estos temas, es preferible que los grupos de investigación
sean capaces de hacer investigación de la más alta
calidad. Que su formación sea muy exigente y que además sean
capaces de saber qué es lo que se está investigando actualmente
en su campo disciplinario y establecer vínculos con grupos
altamente productivos en el mundo. Crean que lo anterior es
lo suficientemente complejo como para dejar que “los problemas
sociales” los identifiquen y los traten de resolver otros, por ejemplo
los profesionales y los técnicos egresados de la educación
superior y las universidades.
Hay algo más: proponer resultados tangibles y concretar los
mismos en la resolución de problemas nacionales implica la participación
de muchos otros actores, en gran parte alejados de la
acción de la Universidad. En primer lugar, es necesaria la existencia
de una demanda del conocimiento por parte de los potenciales
usuarios. En algunos casos, los potenciales usufructuarios
son los organismos del Estado interesados en la aplicación
de una política o como clientes de un bien o servicio. En otros
casos son empresas, públicas o privadas, que se beneficiarían
del resultado de la investigación de la Universidad.
Otro aspecto que incide en la red de vinculaciones en el que
debe invertirse para que la capacidad de investigación se concrete
en solución de problemas nacionales es en la calidad de
los resultados. Condición esta que implica económicamente menor
costo de las soluciones existentes en los mercados y de forma
adicional técnicamente superior o similar a lo existente y ello
requiere inversiones financieras y humanas muy elevadas. Hay
otros aspectos que deben tomarse en cuenta tales como: el
grado de atención a los potenciales clientes en la implementación
de los resultados por parte de quienes desarrollen o construyan
las soluciones.
Finalmente, es necesaria la existencia de fuentes de financiamiento
sistemáticas, suficientes que incluso estén dispuestas a
arriesgarse tanto al éxito como al potencial fracaso de la investigación
y el desarrollo adelantado.

LA CIENCIA Y LOS PROBLEMAS NACIONALES


EDITORIAL
FOTO: ARGENO PRAT

Humberto Ruiz Calderón


E-mail: ruiz@ula.ve
La función primaria de la Universidad es la de propiciar la más
alta calidad de su personal de planta para formar profesionales,
hacer investigación y publicarla. Ayudar a resolver problemas de
la sociedad, siempre es posterior y surge como consecuencia
de lo primero. Para ello es básica la acción de muchos otros
actores. De la función primordial no se debe apartar la Universidad
ni debe aceptar que le planteen problemas de conciencia
sobre el particular. Existen infinidad de ejemplos en el plano internacional
sobre esta lógica, pero es quizás la fundación de INTEVEP,
a partir del grupo de Petróleo del IVIC, lo que muestra más
fehacientemente en Venezuela este orden, en la construcción de
la ciencia y en la posibilidad de su carácter aplicado.
La función del Estado es hacer que el conocimiento científico sea
un bien necesario y utilizable en la sociedad venezolana tanto
para las agencias del gobierno como para las empresas privadas.
Esto requiere de un nivel de desarrollo cultural y educativo
del país que comienza por elevar el nivel medio educativo de la
población, de sus clases medias y de sus grupos dirigentes.
Adicionalmente, es el Gobierno el ente encargado de establecer
las normas jurídicas para propiciar el mercado que permita soportar
financieramente la investigación.
En este número de INVESTIGACIÓN, se presenta un informe sobre
parte del esfuerzo que la Universidad de Los Andes viene haciendo
desde 1995 para transferir al entorno más cercano la investigación
que se realiza en la institución. Los denominados PIC (Programas
Institucionales Cooperativos) son la expresión más acabada
que se desarrolla desde nuestra institución para tratar de atender,
desde la capacidad de investigación de la ULA, “problemas” del
medio. Son proyectos que deben contar con el respaldo de instituciones
y actores sociales para aplicar sus resultados. La experiencia
ha sido fructífera, pero no tanto como para mostrar resultados
que hayan logrado involucrar en magnitudes importantes a otros
actores distintos a la propia Universidad y a sus investigadores.
La sección Honor al Mérito está dedicada al Dr. José Manuel
Briceño Guerrero quien se destaca como el más importante investigador
en el campo humanístico que tiene la ULA. De la
amena y profunda entrevista realizada por Nellyana Salas quiero
destacar el hecho de que en su extensa y reconocida obra, las
preguntas que le han permitido fundamentar y cumplir con su
labor de maestro son las referidas al ser: “¿quién soy yo?, ¿qué
es el hombre?, ¿por qué existimos?, ¿para qué?, ¿qué sentido
tiene la propia existencia?” Pero lo más importante, desde mi
punto de vista es aquello que abre la puerta hacia una estética
del pensar cuando asegura; “las preguntas fundamentales no existen
para ser respondidas, sino para ser sentidas”. El Dr. Briceño
Guerrero es un meritorio profesor que nos permite mostrar con su
ejemplo las funciones medulares de la institución. Pedir que su
obra sirva para algo más allá de sentir
las grandes preguntas que han ocupado
a los filósofos de la humanidad, además
de ocioso es absurdo. Tanto, como
asumir que la ciencia académica deba
ocuparse prioritariamente de la aplicación
de sus resultados. Lo que se le debe
pedir a quienes la hacen es que su trabajo
sea de excelencia.

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