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PAULA WEBSTER y ESTHER NEWTON MATRIARCADO: ENIGMA Y PARADIGMA* Introduceién ¢Por qué tracr otra ver a colacién la controversia en torno all ma- triareado? {No est ya muerta y enterrada con el siglo xix la no- cién de un perfodo matriarcal en la historia social? Las autoras de este trabajo habfamos aceptado, sin lugar a dudas, que los hom- bres habjan sido siempre dominantes, que tal dominancia se habia mantenido incluso en sistemas matrilineales, y que, de todos modos, la biisqueda de los orfgenes era una pérdida de tiempo. Por parecidas razones, ambas hemos Hegado a replantearnos en ‘su totalidad la cuestién del matriarcado, La cosa comenz6 al impli- camos con el movimiento feminista, y posteriormente con nuestra participacién en una sesién colectiva de antropologia de la mujer. Uno de los primeros trabajos que. nos hizo reflexionar fue «Woman the Gatherer» (La mujer recolectora),** por Sally Linton (1970), Como empezé la familia? ¢Por qué las mujeres necesitaron a los hombres en primer lugar? ¢A qué se parecia la sociedad paleolitica? 2Era entonces mejor Ja posicién de las mujeres? Las dos nos dedicamos a la ensefianza, y los estudiantes empe- zaron a Yenirnos con preguntas, muy intéresados en nuesiras res- uestas a estas cuestiones. Respuestas que nosotras no. posciamos necesariamente, como bien nos débamos cuenta; cuestiones que nosotras no habfamos suscitado expresamente. Y, de forma erecien- te, tanto los estudiantes como los preocupados por la cuestiOn fe- minista fuera del contexto antropolégico nos han venido pregun- tando: «Y del matriarcado, zqué? gOpina usted que existié alguna ver?s, O incluso: «No eree usted que sf existid?», Al principio muestra respuesta era: NO. A lo cual ellos replicaban: «¥ ¢por qué no?» Cuanto més nos velamos obligadas a pensar acerca de ello, tanto més empezdbamos a preguntarnos si no pudiera ser que, + Comunicacion co ma 718 reunion vay Stina, pesca e la American Anthropolo- #1 Atcogido ea esta anilola (N. de las Es) 8 efecto, hubiéramos recibido un lavailo de cerebro en las insti- tuciones académicas, invariablemente dominadas por varones, como algunas de nuestras hermanas feministas nos insinuaban. Esta acu- sacién nos condujo finalmente a reexaminar las evidencias y afirma ciones acumuladas por Bachofen (1967) y Engels (1972) a favor de la existencia de un matriarcado, con el fin de quedarnos tranquilas de una vez por todas, en un sentido o en otro. Asi pues, originaria- ‘mente nuestra pretensién era «dejar sentado» de alguna forma si el matriarcado habia existido o no. Pronto descubrimes que las feministas habian comenzado ya a estudiar a Bachofen y Engels especialmente desde un punto do vista te6rico, Las afirmaciones de Engels en favor de la tesis de un perfodo universal de matriarcado estén basadas escuetamente sobre 1 materialismo histérico. Las instituciones vienen determinadas por las condiciones materiales; y como con anterioridad a Ia so- iedad de clases las mujeres compartieron con los varones las ta- reas de produccién, eran iguales a éstos. Esta teoria, puesta en elacién con el problema del status de la mujer y el origen de la monogamia, ha sido analizada y criticada por Leacock (1972), Selig- son y Sherbo (1972), Schein y Lopate (1972), Gough (1971), y el Congreso de Filadelfia (1977). Fl tipo de evidencia necesario para Probar o desautorizar Ja teoria de Engels podria venir de lo que la farqueologia descubra acerca de la organizacién social durante el paleolitico, o de Ia etnografia de las sociedades pre-estatales que atin hoy perduran, Y ésta es una tarea inmensa que, como apunta Lea- ‘cock, apenas ha comenzado. Bachofen fundamenta su teorfa del matriarcade en Ios perfor dos universales de Ia evolucién social, para lo cual la organizacién religiosa es pieza clave. Sostiene que las religiones basadas en la ssupremacia femenina> fueron dominantes durante los estadios pri- mitivos y, a partir de entonces, fueron suplantadas por las religio- nes patriarcales, Estas sociedades primitivas poseian clanes regidos por madres, semejantes a sus andlogos en la organizacién social. Tal teoria contiene muchos puntos débiles, tanto si se la considera internamente, como desde una perspectiva metodologica. Algunas de cestas deficiencias han sido sefialadas por Seligson y Sherbo. Aunque Ja arqueologia de Ia historia clisica y precldsica en Europa ha le- vado a cabo un ingente trabajo, nosotras no nos encontramos cua- Iificadas para evaluar la mayor parte del mismo. Evidentemente, fl que existan religiones en Jas que aparece una diosa-madre, inde- pendientemente de lo bien documentadas que estén, no prueba de manera automética Ia existencia de un matriarcado, nj siquiera evidencia un status superior de la mujer. ‘De todos modos, para no duplicar trabajos que ya habfan sido he- ‘hos con antelacién, pasamos directamente a un conjunto de estu- dios y libros de reciente aparicién. Partiendo del trabajo de Engels © Bachofen, algunos de estos estudios reafirman Ia existencia del ‘matriarcado, modifican las teorias originales, o edifican sobre ellas y aportan nuevas evidencias. A que Jefamos la literatura de 4 afirmaciones y negaciones —toda ella escrita por mujeres— comen- zaron a emorger varias posiciones clave. La mas interesante de éstas Que las feministas que defendian una «edad de oro» en la cual Jas mujeres posefan el poder y/o no fueron oprimidas (decimos edad de oro» porque no todas ellas aceptan el término ), xno la interpretaban como el espejo opuesto del «patriarcado>4 ‘Nosotras habjamos estado pensando acerca del patriarcado como de un sistema en el que los hombres, en cuanto clase social o gru- po, eran dominantes sobre Ia clase social o grupo de las. mujeres. Esta es la situacién que hoy tenemos en Norteamérica y lo que ve- ‘mos en todas Jas sociedades de nuestros dias, sean o no patrilines- les, En otros términos, para nosotras, epatriarcado»=dominancia masculina, Esperébamos que «matriarcado»=dominancia femenina, Pero incluso donde el autor inequfvocamente postulaba un sistema fundamentado en la dominancia femenina (Davis, 1971), el sistema ‘era visto como algo basado en principios diferentes de los sistemas de dominancia masculina que conocemos. En otros términos, no ha- ‘bia acuerdo acerca del significado de la palabra «matriarcado», que ‘al mismo tiempo era usada a menudo para significar algo bastante diferente de su opuesta, ? 2. Glas diferencias biolégicas entre hombre y mujer son vistas como algo importante en sf, y conducen a otros tipos de diferencias psicosexuales universales 0 innatas? 3. gCual es el origen de la opresién de la mujer en nuestros dias? '4. ¢Qué se entiende por liberacién, y cémo se produciré? 1, Definicién dei matriarcado Cinco de nuestras autoras, ninguna de las cuales es antrop6loga, aseguran que hubo un tiempo en que existié el matriarcado (De Beau- voir, Reed, Firestone, David, Diner). Las otras tres, antropdlogas, nniegan que existiera nunca un. «matriarcado». gDe qué, tipo de so- ciedad estén hablando? Cuando contrastamos las. varias defini ‘cones, encontramos efectivamente que hablaban de dos tipos,dife- Tentes: un matriarcado con «dominanciae, y um matriarcado de ssigualdad>, En buena légica, pensibamos: «matriarcado» deberia_significar €l poder de Ja mujer, como grupo, sobre los hombres, © sea, domi nancia femenina (acerca de este punto, véase Borun e¢ af.: 7, y Se ligson y Sherbo: 4), Pero solamente dos autoras (Davis y Diner) sostienen que las mujeres estaban en situacién de dominancis en el smatriarcados. Las otras tres que usan el término (Reed, Firestone, De Beauvoir) no describen un tipo de sociedad en que las mujeres poseian el poder sobre los hombres, sino més bien un orden. social ‘el que la posicién y el status de la mujer eran (p. 206). Por otra parte, si siguales= no significa «los mismos», ghabré que entender un equilibrio de poder? Leacock, Reed, De Beauvoir, Gough no tratan semejante problema, Todas cllas abogan por una revolucion socialista, como paso previo més @ menos suficiente para Ih instauracion de la: igualdad entre hombres y mujeres, con tal que esto incluya una socializacion de los cuidados maternales al bebé, ¥ la liguidacién del matrimonio monégamo, Pero zquién puede ga- Jantizar que las futuras revoluciones socialistas acabarén con el ma- timonio monégamo? Las mujeres siguen todavia claramente opr midas en los pafses socialistas. Y gqué ocurrira si estos cambios, Tlevados ineluso a la practica, no son suficientes para liberer-a Ia ‘mujer? Ninguna de las autoras se aventura més alla de la sugo- reneia de crear una camarilla politica de mujeres, dentro de Ia re volucion socialista, encargada de velar por los intereses de Ia mu- jer. Gough soslaya la cuestién de cémo oponerse al total monopo- lio masculino de la fuerza, que para ella es el probable origen de Ja opresién de la mujer, ya desde tiempos de la sociedad cazadora y primitiva, ‘Borun et al. recomiendan explicitamente la eliminacién de Ia opresion debida al sexo a través de un equilibrio de poder. Para elias, la dominancia masculina ha sido un comportamiento adapta- tivo propio de circunstancias primitivas, pero actualmente nos con- Guce a la mutua destruceién, y debe abolirse, Como antfdoto de las tendencias agresivas del hombre, proponen una «politica parcial: mente dominada por la mujer» ¢ igual control sobre la tecnologia. Todas parecen astistarse de las posibles implicaciones que surgirian de una situacién de equilibria de poder. Un equilibrio de poder, no es mas bien una situacién notoriamente inestable y abocada a nu- merosos conflictos, mis que de armonia y cooperacién, como las fautoras suponen? Por qué tendria que desaparecer el antagonis- ‘mo de los sexos sefialado por De Beauvoir, Diner, Davis y Fires tone? Existe aqui un problema constante, que consiste en el fracaso de exponer con claridad las implicaciones del poder cuando éste se relaciona con la mujer. Para las autoras anteriormente citadas, en tierto modo, la opresién de la mujer como grupo podria haccrse desaparecer sin necesidad de que éstas, en cuanto grupo, se hicieran con el poder, Qué xazin habria para que los hombres desistieran de su actitud de poder, simplemente porque la dominancia mascu- Tina ya no se explica como comportamiento «adaptative»? {Como po- 100 dremos contar con, que los hombres estén de acuerdo.en gue su dominancla ya no beneficia a los intereses de Ja. raza humana? Por otra parte, Davis (y, quizd slo implicitamente, Diner) re- cchazan la nocién de igualdad o equilibrio de poder y propone, en st. lugar, una sociedad con dominancia femenina. Puesto que la mujer fue primeramente desposeida por la fuerza, podria esperarse que Da- vis abogara por Ja formacién de un nuevo ejército de amazonas para remediar la situacién; pero no aboga por esta solucién, por que afirma que el propio patriarcado esté atrayéndose su pronta destruceién, Para Davis, Ia dominancia femenina instauraré la igual- dad y armonia entre Jos sexos y pondra término a todos los males, de los que hace responsable a la vigente dominancia de los hom- bres, y a la supremacia 102 verdadero rol de la mujer. Tal, vez, buena parte del.libro de Davis no sea tan fantistica como parece. Finalmente, se admita o no Ja existencia de un primitive matriar cado, la controyersia, al menos, impulsa a mujeres (y hombres) ha- cia el futuro, desafiéndonos a imaginarnos una sociedad. en la que las mujeres deberian ser liberadas, libres y (quiza por primera vez) oderosas, Hasta ahora no existe literatura utdpica) feminista que nnos ayude @ hacernos una idea de la sociedad del futuro, en la que ‘nuestra liberacién sea presentada como un hecho ya ocurrido.” Qué aspecto ofreceria una sociedad en la que nosotras tuviéra- ‘mos poder politico y autoridad? La mayorla de las mujeres viven tan oprimidas y reprimidas, que no podemos imaginarnos @ nosotras mismas en posicién de poder, y, si Hegaramos a imaginarnoslo, nos asustaria la idea de hacer proposiciones concretas, Quiza ésta sea la razén por Ja que admiramos y respetamos a todas las mujeres que se enfrentan seriamente con la cuestién del matriarcado, Y Da- vis nos merece un respeto especial, porque ella no tiene miedo a salir de casa cojeando, ni a que la liamen «locas. Existe en el terre- no de Ja ciencia un recinto para los visionarios, para los intuitivos ¥ los arriesgados. A los hombres con tales cualidades se los lama ‘egenios». ‘Las mujeres en el campo de la ciencia se sentirén molestas por el libro The First Sex, a causa de su insistencia en que las mujeres son biologica.y moralmente superiores a los hombres, a causa de ‘su método poco cientifico y, tal vez, sobre todo por su tono airado. Todo esto es una afrenta a nuestra idea de ciencia social y objetivi= dad incondicional. Algunos antropélogos han Megado a: negar que ‘exista una real neutralidad ideoldgica en las ciencias sociales; cuan- do tal argumento se aduce a propésito del imperialismo 0 del ra- cismo, muchos estan de acuerdo, Nuestro propésito, en nuestro aso, se limita a orientar la misma critica al prejuicio del sexo en antropologia. Y, siendo sinceras, confesamos que la célera es no Pocas veces el mévil de nuestra motivacién. Solamente que esta eéle- a no es académica y, por Jo tanto, es silenciada o.encubierta bajo el Ienguaje del discurso antropol6gica «respetable». Nosoiras cree. ‘mos que, para llegar a una nueva comprensién de Ia mujer en la sociedad, tendremos que forzar algunas de las viejas fronteras hasta sus limites y crear paradigmas nuevos en cl proceso. Lo que més nos afecta, como feministas y antropdlogas, es el pe- ligro de una escisién que est4 apareciendo en el movimiento de Ii beracién de la mujer. Muchas mujeres en el movimiento se. estén aferrando @ la teoria del matriarcado como a una verdadera historia de la mujer y como a un modelo ideal (anitico 0 no). No nos ence remos en nuestra imagen de, chicas buenas, hijas de pap, que por encima de todo defendemos 1a sabiduria convencional de la antro- sari, ,Womer Out of History: A RerStory Anihotogy (Bortreedom, 172) es un NTE La en excepelda ol recente ‘hro'de Monique Wits, qoe ler por titulo Les Guerriliees, ora 103

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