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1. Sobre la carencia autoerética del paranoico! «Fl punto débil de la evolueion det paranoico debe hallarse en algtin punto de la fase del autoerotismo, del narcisismo y de ta homesexualidad. . »» (S, Freud, -Puntualizaciones psicoanaliticas sobre un ca- s0 de paranoia deserito autobiograficamentes, 1911) Los pocos comentarios que siguen sobre el caso de la anelizante paranoica de Freud (Un caso de paranoia que contradice la teoria psicoanalitica»)? representan, sinte- tizados, ciertos aspectos de lo que nosotros llamaremos «grieta autoerdtica del paranoico», una «teconeiliacién» con el género human, sino inicanente de un «eompromiso razonable» consistente en hacer desaparecer a la humanidad «bajo sus especies reales» y en transformar las «formas huma- nas» que Schreber tolavfa era eapaz de pereibir, en «ima- genes de hombres hechos de cualquier manera». Sélo al precio de esta desaparicién del género humano puede Schreber preconizar, describiendo sus eonflictos de 1895, Ja solucién de la emiseulacidn. Al proseguir la leetura se comprucba que, en “ealidad, no se trataba sino de una solucién temporaria. En el capitulo XXII, ailtimo de Jas Memorias y redaetado on septiembre de 1900, esta solu- cién evoluciona hacia otra, esta dofinitiva: «. . pero decir que chora, . . una eviracidn real pueda produeinse todavia hoy, esto no me aventuraria @ afirmarlo por cuanto luego tuve que echarme atras respecto de la convieeién que te: nnfa en el pasado y segiin la cual la humanidad habia desa~ parecido completamente de la superficie de la tierra, Es posible, pues, y hasta verusimil que las costs permane can hasta el fin de mi existencia en estos esboz0s soster dos de feminidad (les senos); y que sea en tanto hombre como deba finalmeate, con la muerte, dejar el lugar» Schreber conserva su pene; la emasculacion y la transfor- macién en mujer notuvieron lugar. Por lo tanto, su solu- cién tiltima y defini:iva no es aceptar la cestracion sino volverse bisexuado, a imagen del Sol-Dios. Bn su regre- sién, Schreber fue mas alld de la diferencia de sexos; inal- canzable desde ahora debido al horror a la castracién, podrai mirar derechc al sol, su doble. Schreber es como las divinidades maternas deseriptas por Freud en Un reewer do infantil de Leona-do da Vinci: «Ninguna deellas reine en sf los verdaderos érganos genitales de los dos sexos (..) simplemente aiaden a los senos, atributo de la ma- ternidad, el miembro viril, segtin las primeras represen- taciones que se hack el nifio del cuerpo dela madre». De este modo, pensan.os nosotros, tedos los esfuerzos de Schreber por encontrar la palo eonducen a identifiearse agen materna originaria». con una 7B Ahora bien, esta bisexualidad delirante, ges vinicamen- te una soluciéa para evil Ja castraciéu? La explicacién €s insuficiente, Slo graciasa la representacién bisexuada de sf mismo alvanzara Schreber Ja voluptuosidad», que él consideraré como una parte de «beatitud divina» concedi- a a los hombres. Escribe en el penultimo capitulo: «Lo que se exige es que yo me mire a mi mismo como hombre Y mujer en una sola persona, consumando el coito conmi- g9 mismo». He aquf la completud, la beatitud gracias a su bisexnalidad caracterizada por el «yo me mire a ini mismo» y por el «coito conmigo mismo». Cuando Schreber desembora en el deseo y en el fantasma celirante de la bisexualidad, esta es su manera propia de declarer, a través de su insistente «o —o mi— mismo», que la solu- ciGn definitiva de su conflicio esta en la reflexién sobre sf, rj mas ni menos que en el ejercicio de una actividad auto- erdtica. Con su regresiéa, Schreber suprime toda atrae- cidn erdtica homo y heterosexual; ya no podr tratarse de castracién, de transformacién en majer ode acoplamiento impuesto, La bisexualidad delirante, verdadera fortaleza autocrética, conduce a una retraccién narcisista radical Desde este momento, los hombres desinvestidos eexual- mento ya no son una fuente de engustia y, en consceucn cia, Schrober podréi terminar sus Memorias y escribir la declaracién dirigida al perito en julio de 1904: «Ahora sé muy bien, y desde hace largo tiempo, quelas personas que ‘veo ante méno son “imagenes de hombres hechos de eual- quier manera’: son verdaderos humanos. ..». El autoera- Lismo que fevorece Ja desexwalizacion de los lazos sociales ha abierto otra via: la posibilidad de una escision del Yo que vuelve compatibles la persistencia del delirio y la adaptacion social. Llegados a este punto, se impone otra pregunta. gs suficiente ver en el autoerotisme schreberiano un asunto puramente genital? Schreber afirma que el coito consigo mismo y «las précticas para el calentamiento sexual (...) no tienen nada que ver aqui con las representaciones ha- bituales del onanismo». {Por qué no ver en esta formu- lacién, antes que una (denegacién, a revelacidn de cierta vordad secreta? Pues es probable, dado el universo emi- nentemente oral del ddirio de Schreber, que el autoerotio- ‘mo genital enmascare en realidad un autoerotismo oral, suerte de onanisimo oral que no se corresponderfa, eviden- temente, con las «representaciones habituales del ona- nism». En un articulo anterior," hemos dicho que el chupeteo de una parte del cvers0 en el lactante, por lo general el pulgar, tiene por funcisn el apropiarse de lo que es pacifi- “cante en el objeto-macre; mejor dicho, de lo que es el ob- jjeto-madre en este periodo: un elemento compuesto ninc- ‘madre indivisible, Segsimos aqui a Freud (1938)en «Con- clusiones, ideas, problemas», donde considera que el nifio se piensa como «yo soyel pecho», y s6lo una vez perdido es- te arribaria el «yo tengo el pecho», es decir, «ya no lo soy. El chupeteo dal pulgar de Ia primera época, aquello por lo cual el nifio se separa ¥ sale de la continuidad nifo-madre volviéndose auténomo, constituiria una etapa intermedia entre «ser» y «tener»: «Yo tengo-soy el pecho», segtin la bella formulacién de andré Green. Gracias al éxito de este autoerotismo, la espiracién schreberiana y la de todo lactante pueden coneretarse: la «distineién sin separe- ciém», la ~unién sin fusiéns, como solia decir Francis Pas- che a propésito de Schober, retomando la formula sufi de Ton ‘Arabi. 12 Pero, en el plano dé las relaciones sociales, el chupeteo tardio seré répidamerte considerado como objeto de irri- sin y hasta coma sigro de cetraso mental. Se comprende de qué modo, para el presidente Schreber —siempre ea 20, y 8. Botella, » G, Heng (1977) 16d. 11, Greon (1976) «Un, autre, Neutre: valears narclesiques du me sme-, Nouvelle Revue de Payshanalyse, n°13, 1978, Publieade tiome de vie, nareiesiome demort, Minuit, 1988. Uno, otto, nextre: va- lores nareisistas de lo nuestro», en Narvisisma do vida, nareisisma de ‘muerte, Anorrorta, 1983.) 2 Muhye al-Din Ibn ‘Archi, maestro espiritual deta mnistiea musul nana: «En realidad, no bey unien ni separacién, como no hay ale} rmiento nl acereamiento, Hay union sin unifiaciin, acercemiento sin proximidad y alejamicmio sn ninguna idea de lejos y de cove Le erate units, Bditione oriontalse, Pacis, 1977, Véase también Sami-Al ‘Lange arabe ot langue mystique: les mots aux sens opposés et le con- ceptd'incoascients, Nouvele Revue de Peychanalyse, n° 22, 1980. 80 pos de su resguardo autoerdtico y disponiendo como tnico escudo sélo de su inteligencia, de sus pensamientos— no habria sido soportable confesarse que la solucion de su conflicto serfa regresar al nivel de la sbeatitud» del chupe- teo: «Qué puede ser mas horroreso para un humano ée mi especie que la amenaza. . . de caer en la imbecilidad, es: cribe, Para él, la tinica solucisn aceptable para represen- tarse «la beatitud> de un autoerotismo oral era traducir- Jo, en conformidad con su yo, a un lenguaje sexual més evolucionado, el de une bisesualidad y un eoito consigo mismo. Ante las amenazas de desorganizacién hacia su narei- sismo, que incluirian sus deseos orales ligados a la bis queda autcerstica, Schreber encuentra la pacificacién en sus pensamientas, en la creacién de un delirio. Como si, en él, la creacién del delirio asf como la actividad del pen- samiento delirante representaran el éxito de un ecto au- toerétieo con valor econémico similar al del autoerotismo oral, heredero de Ia relacién continua nifio-madre. All donde Leonardo da Vinei, para remontar «ol infe tunio de su vida amorosa», erva, pintando, figuras andré- ginas con sonrisas de una beatitud extética, «figura en la que una (. ..) fusidn bienaventurada del ser masculine con el ser femenino ilustra la realizacion de los deseos del nitlo fascinado en otro tiempo por la madre»,!* el presidente Schreber, sin el aura de semejante misterio, sin triunfalis- mo y probablemente sin la misma felicidad, no puede sino pensar, pensar nada mas que en si mismo, embarcandose en una carrera lancinante en pos de algo de Ie «fusion bie- naventurada», de la luz de una mirada materna, de bra- ‘8 que lo mecerfan. Llegados al término de nuestros comentarios sobre el caso del presidente Schreber, concluiremos provisoria- mente con la observacion siguiente: un aspecto importan- te de la estructura paranoica estarfa dado por un desfa- llecimiento fundamental en la organizacién erotica del universo oral. Para precisar nuesira concepcién, vamos 188, Froud (1910) Un sonvonindienfancede Léenard de Vine, op. eit [Wn recuerdo de infarcia ce Leonardo da Vinci, en AB, vol. XI 1979.1 81 a presentar nuestro punto de vista sobre la nocién de autoerotismo oral, su valor econdmice y su influencia en. 1a eonstituci6n y funcionamieato de la vida psiquica. Aun- que deseonfiamos de la faseinacion ejercida por el uni- verso arvaico —René Diatkine denuncio repetidas veces este hecho, con acierto—,"* optamos por una perspectiva genética, {Por qué? La experiencia analitica con ninos 0 adultos no siempre nos permite acceder a una reconstitu- cidn del pasado a través de la relacién transferencial; a ve- ces, «fragmentos de \erttad histérieos» nos son suyeridos simplemente por ciertos estados 0 acciones. Por con: guiente, si queremos hacer avanzar nuestros conocimien- tos sabre los basamentos del funcionamiente psiquico, habré un momento en que deberemos introdueit una tem- poralidad en la elaboracién de nuestras intuiciones. Este procedler, conducente, pues, a una recanstitucién tedrica de la génesis, en si diseutible, puede ser mejor aceptado a condicién de que no nos engafiemos, de que no olvidenios que, sea come fuere, ‘a genética es sélo un medio, una he~ rramienta para acerramos a zonas desconocidas del psi- quismo. La confrontacién permanente de la genética con la clinica psicoanalitica debe servimos aqui de guia, de brijula. 2, Los autoerotismos primarios y los autoerotismos secendarios Tratamientos de ninos muy pequeiies e intervencio- nes terapéuticas en parejas lactante-madre!? nos Tleva- ron a conceder la meyor importancia a les autoerotismos y,en particular, al chupeteo del pulgaren la relacién nitio- madre 4 R Diatkine (1974) Informe ante el © Lenguas Romances: +Réve, illusion et connaissance, Revie Frangaise de Psychanatyse, x0, “74, A979), sLe psychanalysie ut Tenfanl [Nestle Recue le Peychansalye, wf 18, 1979, 3G. yS. Botella (1976) «Tivo casos of anorexia nervosa, Journal of Chitd Psychotherapy. vol 4, n°4, 1 82 El primer objeto se formaria eon las sensaciones des- pertadas por Ia luz del rostro de la madre, el contraste piel-cabellos, el brill de sus ojos. ., por su olor, su voz. y también el contacto, la presién contra el cuerpo mater | __ no... porel pezén en la boca, lo efectos del alimento en ol __aparato digestivo, .. par los euidadas de la picl y de otras zonas erégenas, .., por la manera de ser sostenida, lleva do, etc,, primeras vivencias donde lo que es de la madre 0 del nino resultarfa indistinto para este. Bl Inetante soria a la vez la sensacién despertada por su propia boca camo la despertada por el pecho, a la vez su propia lengua como el pezén o la luz del rostro de la madre. El nifio se confunc ria lo mismo con los brazes y manos de su madre al prodi- gar los cuidades, como con sus propios miembros. Estas diferentes sensaciones, al comienzo indepen- dientes unas de otras, se pondrian en relacisn, se enlaza- rian bajo los efectos de la investidura de la madve, sin lo cual corren el riesgo de quedarse sin ligazén, dispersas, Por momentos mis o menos reunidas, por momentos di persadas, estas sensaciones se concentrarfan cada vex mas en torno de la vivencia de los cuidados, en particular el de la mamada, Aclaremos que no ten¢ in el caracter de representacion psiquica, en todo caso en el pleno senti- do del termino, y no supondrian un verdadero reconoci miento del objeto.’lampoco se podr hablar de fusida ode confusion, mecanismos relativamente tardies, testigos de tun deseo de no-distinciin del objeto que exige, paraddjica: monte, cierta concieneia de un si mismo separadodel otro. Este equilibrio sucumbira de manera gradual a las conmociones evondmieas, Ante el dolor de la espera, el hhebé se defender mediante una satisfuecién alucinatoria del deseo que reproduee el universo continuo de la expe- riencia de satisfaccion. Después de su fracaso, «el apara. tomental debe decidirse a representarel estado de hechos real», y en el intervalo de estos dos funcionamientos mentalos —uno que se ha vuelto insuficiente y el otro atin © Frou (1911) Formulations sur ies deux principes de Fodvenit paoehique, on 0.C., PUR, vol XI, pig. 14, [sFormulaciones sobre los dos ‘principios del acaccor psiquices, en AZ, vol. XII, 1860} 83 no del todo operative— adquiriré toda su importancia el chupeteo del pulgar.A través de ¢l, lo que era simple re- produccién al producirse la satisfaccién ahucinatoria, ob- tendra un cardcter ce «apropiacién», Mediante la repeti- cién «a voluntad», independiente del estado de nevesidad, el pequenio se apropaa del placer bueal con su pulgar en Tugar del pecho; con su mirada vuelta hacia el interior, se leva la mirada de su madre, .. Todas las otras sensacio- nes de la experiencia de satisfaccién vendran a agruparse alrededor de este oje Al reproducir él mismo lo que el ob- jeto aporta, el autoerotisma representa la primera con- quista, la primera antonomia, como lo sefalaron M. Fain y P. Marty. De este nodo, el nifo que, al chuparse el pul- ‘gar, intenta manterer Ia relacién continua perjudicada por los estados de desamparo, facilita paradéjieamente el advenimiento del objeto y perveceiona, on consecuencia, elcorte, Freud lo dice de manera magistral: -E] elemeate ‘autocritico que extraia su satisfacciin del pecho materno ‘atisfaciendo al mismo tiempo el hambre del lactante, ad quiere su independencia en el acto de chupar; el nifo se desprende de un objeto ajeno y Jo reemplaza por un 6x gano o region de su propio cuerpo, La tendencia bucal se ‘vuelve autoerdticar.!7 En la evelucién normal, los primers encuentros ma- no-boca, fortuitos al comienzo y probablemente mecani- cos, adquirirdn ensoguida valor de «apropiacion». Si el chupeteo persiste, podr asociarse, con la evolucién,a una verdadera actividad fantasmatica, pero en tiltima instan- cia representara siempre un sustituto pre-representacio- nal de la relacién primitiva nifio-madre. Su meta va ad vergir segtin la edad, las circunstancias, la estructura psi- quica del nifo: por gemplo, el chupeteo podra estar desti- nado a desalojar a la representacidn, @ «no pensar», como decia un niio de cinco aftos atendido en terapia por uno de nosatros. En cierias casas, el chupeteo seguir’ siendo un acto puramente meciinico carente de un valor de apropia- 1 §, Proud (1916-17) Leyons d'iniroduction @ la psychanalyse, en 0.C., vol. XIV, pag. 840. Conferensias de introduecisn al psicoundiiss, en AB, vols. WVXVI, 19°81] 84 cion delos cuidados maternos y desprovisto de cortejo fan- tasmaitieo. En nuestro trabajo con Genevieve Haag sobre los prolegémenos del chupeteo, intentamos mostrar de qué modo el nifio, cuando su objeto ne ha poseido las cualida- des adecuadas 0 cuando él mismo ha sufrid los estragos de las catastrofes y en consecuencia sus autoerotismos del inicio no se unificaron suficientemente en el interior de una relacién, s6lo pada utilizar elementos autcersticos dispersos de sus érganos, sin reunitios en un acto de chu- peteo del pulgar. Este nino sobreinvestiré las zonas erdge nas: el ojo en lugar de la mirada, las sensaciones muscu lares de los miembros en lugar desus funciones, los nuidos ¥ movimientos de las visceras, el vértigo ensordecedor, ete., y donde cada una de esas zonas labora por su cuenta, En lugar del pulgar on la boca con la mirada vuelta hacia él interior, se observaré por ejemplo, en un momento da do, un dedo que araiba, en ot70, la mirada que se engancha a.un punto huminose, oun chasquido de lengua, ete, es lo que puede ocurir en un nif autista. Queda por determi nar la importancia de estos autoerotismas dispersos, su grado de persistencia en la evolucién normal ast como 1a posibilidad de una yuelta a este modo de funcionamiento una vez «superado»! y reemplazado por un autoerotismo unificado En resumen, estamos bosquejando autcerotismos de dos tipos, calificables de primarios o dispersos y de secun- darios 0 unificados pero sin que ello suponga ebligatoria- mente una sucesién temporal. Las denominaciones de pri- marios y secundarios destacan la cualidad de la relacién con el objeto en el mismo sentido con que Freud distingue entre narvisismo y masoquismo primarios v secundarios, Les autoerotismos secundarios, eayo modelo es el chupe- teo del pulgar, implican la apropiacion de la relaciin con- tinua. Se constituyen segtin un espectro definido, en un extremo, por una aprehensién violenta de lo que forma la relacién continua y, en el otro, por Ia «impregnaeién pasi- sSuperador se utiliza aquf en el sentide que Freud da a este sor. imino en La inquictanto oxtraiioza- [+L0 ominoso-) de 1910. va» descripta por P, Luquet.® Cuanto mas enriquecié al nifio la primera relacién eon improntas de sus cualidades —de su ritmo, sus tiempos fuertes y débiles. .. sus llenos y £~ vacios—, cuanto més se cimenté con satisfacciones, mas rico ser el nifio en autoerotisinos secundarios. En el desarrollo normal, los autoerotismos serian de entrada secundarios, siendo el destino de los autoerotismos pri- marios el quedar reunidos va en la primera relacién y ser retomades por el nifio bajo la forma de un autoeratismo secundario. A diferencia de este tiltimo, que esta capacita- do para retener la excitacién, los autoeratismos primaric son ante todo sabreinvastiduras de la descange por sf mis- ma, hasta su agotamiento, Constituyen, sin embargo, In fuente de cieria satis 'nceién autoerética y representan una organizacién mining de la libido; on forma, por ejem- plo, de masoquismo erigeno,2° como los golpes autooréti- Si cos del niio autista, Se trata de una biisqueda extrema f° donde el nitio, no pudiendo unificarse en el seno de una re- lacién, debe organizarse alrededor de su propio cuerpo.2! Asi como el chupeteo del pulgar representa la apro- piacion por el nino del universo hijo-madre, sobre todo el dela mamada, de iguel modo el reconocimiento progresi- vo de que otros elementos de la relacién continua le perte- necen a él mismo es significativo de actos de apropiacion. I cuerpo erdgeno se constituye de veras a partir del mo- mento en que el lactanse puede sentir que el mismo placer procurado otrora por os elementos de la relacién conti- nua, es fuente de ese placer integramente a su disposi- cin. En esta apropiacién del placer experimentado en Ia relacidn continua estéel fundamento del autoerotismo se- "9 P, Luquet (1961) «Les identifications précoces. Rapport au XX" ‘Congres des Paychanalyste: de Langues romanes., eve Prancatse ce Payehanalyse, 1962, aimer» especial 20 §, Froud (1994) Le prostime économique du masochism, on O.C. PUF, vol. XVIL (sEl problena eeondmico del mascauismo>, en AE, vol XIX, 19794) 31g, y J. Kestemberg, en su informe anteel Congreso de Psicnanalis tes de Lenguas Romances ce 1965, ven igvaimente dos fases encel euto- erotismo, perola primera fese:n0 tiene, senalan ellos, un verdadero va- Jor autorréiio,(-Contributon a la perspective génétique en poyelane- Ison, Revue Frangaise de Pychanalyee, n° 5.8, 1958.) 88. cundario, yasto movimiento del que también forma parte el -mirarse» autoerdtico, que nos interesa particularmen- te para la comprension de la paranoia. 3, Mirar; ser mirado, mirarse Concebimos la organizacién del -mirarse» eritico se- grin cl juego complejo de actividady pasividad inherente a la constitucién de todo autoerotismo secundaria: en an movimiento activo, la mirada del lactante atrapa la mi- rada de la madre mirando al nino que se deja mirar pasi- vamento, Pero no nos engafiemos: esto es mas una mets- fora que una deseripeién. Aqui no se trata tanto de incor. porar o de introycetar on el nivel psiquieo la mirada, los ajos de la madre, sino de la capacidad dol nifio para repro: ucix, on una unifieacién operada en el nivel sensorio-mo tor, lo que siente mientras la madre lo mira. De hecho, cuando hablamos del «mirarsey nos referimos a la repro: duccidn autoerética, independientemente del objeto, del «ser mirado» originario, La transformacion precos de este «ser mirado» en «anirarse» autoordtico es tn salto cualite tivo fundamental. Asi como, mas tari, la reedieion de es te «mirarses autoerdtico en la capacidad de autoobser- vacién sera también un hecho decisivo. Su importancia pocira verificarse en los fracasos del paranoico en este as- ecto, Freud, en ese mismo ato 1915 durante el cual escribe el caso de la analizante «admirada, espiada, fotografiada», defiende, en «Pulsiones y destinos de pulsién», sus ideas sobre le pulsién de mirar. Encontramos en este texto las guiente lamativa afirmecién: el punto de partida de la pulsién de mirar no es la actividad dirigida sobre un obje- toextrafio, Existiria un estadio preliminar donde el objeto se hallarfa en el cuerpo propio: «La pulsién de mirares,en efecto, al comienzo de su actividad, autocrdtica», eserihe Froud. Si «vor» en esta época es mais bien «sentir», si los primeros movimientos del «mirar» se constituyen por re- produceién de la sensacién de ser mirado por la madre, ‘antes do separarse do esta y de poder entonces mirarla en el sentido pleno del iérmino, podemos decir, eon Freud, que el «mirar es, al romienzo, autoerdtico. Cada enal sabe que una reparticion armoniosa de las tres corrientes de la sulsion de mirar (mirar, ser mirada, mirarse) en la economia libidinal, es indispensable parael buen funcionamiente de todo individuo. La analizante de Freud, «admirada» por su enamorado a causa de «su belie- za, en parte develad», se dira espiads, fotografiada con _ intenciones malévolas. La mirada procedente del otro, por benévolu que sea, es rivida siempre porel paranoico como peligrosa, porque «ser mirado» lo coloca en una pasividad insoportable. Notamps en efecto, que, en la paranoia, la reparticién de las tres modalidades del «mirar» signa cier- tas caracteristicas propias de esta afeccién. La forma acti- va emirar» es ejercida con facilidad; Ia forma pasiva «ser mirados es intrinsecmente inasumible; pero sélo en la via media reflexiva, «mirarse», en esta mezcla de activi- dad y pasividad, ser a la vez el sujeto que mira y el obje- to mirado, se hunden probablemente las raices de la pa- ranoia. Con Sehreber, heros concluido que el paranoico sufria de un desfallecimiento en la constitueién de su autoerotis- mo oral, Ahora, proponemos la idea de que este defecto se extiende a la no-organizacién del «mirarse» autoerdtico. Para explicarnos al especto, debemos examinar las in- trincaciones entre «mizarse», «ser mirado» y percepeién del objeto, En la perspective de nuestro desarrollo, cabe inter- pretar el primer objeto-madre como aquello que se ins- cribe de estas satisfarciones repetidas bajo la forma de un autoerotismo secuniario. «Situaciones de satisfaccién repetidas han creadoese abjeto, la madres, escribe Freud en 19267 Si ese objeto-madre nace en la satisfaccién, en cambio la percepeiény la representacién de la madre na- cen en la sombra de It insatisfaceisn; los ojos del nitto sélo se abrirdn definitivamente en la frustraciéa, en el odio. La «vista» tendré la tarea de colmar el vacto, de evitar el % 8. Freud (1820) Inhbbition, sympiome et angolese, en O.C., PUR, vol. XVIT, pig. 285, Unhibicisn, efntomay onguetia, on AB, val. XX, 19791 88. estado de desamparo; sla imagen: advendré para aliviar el terror dando forma al afecto. Con la pérdida del objeto- satisfaceidn, la «no-vista», hasta entonces sinénimo del placer de la relacidn continua, ser asociada al desampa- 19; los prolegémenos del ver pasaran a ser equivalentes del Hilflosigheit, para siempre. En este punto del recorrido, y poseyendo percepcién y figuracién del objeto el mismo valor econémico indistinta- mente, el nifio, ante el dolor de la pértlida, se instalaria en tuna dependencia absoluta respecto de la pereepcisn dela madre, «se suspenderfa> tanto de su vista eomo de su figu- raciéa, si sus tendencias autoersticas no intervinieran al mismo tiempo, Con el «mirar» autaexétieo se forma la dis- tincidn «aqui» — wallfs, que funda las primicias de las ro. presentaciones del adentro-afuera. 4. El doble primitivo compuesto En condiciones normales, «el cuerpo de la madre es el primer espejo»,” en el sentido de que el bebé inviste este cuerpo como primer modelo, I] lactante conseguira reu- nir esos «disjecta membra siguiendo el modelo de la ma- dre, siendosu reflejo; atrapard, como.el pechoy la mirada, sus propios miembros, Todo lo que no pueda ser apro- piado resultaré exterior para el lactante, No seguimos a ‘Tausk* cuando describe un tiempo de la evolucién nor- mal en que el nitio considera su propio cuerpo como exte- rior. Aqui se trata, a nuestro juicio, de una falla en la rela- cidn continua primitiva. La etapa siguiente del esquema genético de Tausk —la identificacién con el cuerpo pro- ‘pio-— nos parece la solucién tiltima del lactante (;futuro esquizofirénies?) que le permite unifiearse a través de st propio cuerpo y no del cuerpo y la mirada de la madre. 258, Pasche, «Le bouclior de Persée ou payehose et réalité-, Revue Francaise de Psychanalyse, n“5-6, 1971, Publicado en Le seas de la psy chanalyse, PUE, »Le It rovges, 1988. *V, Tausk (1919) »De Ia gense de “Tapparell& nfluencer” aw cours 60 In Echizophrénie:, ox Oacvres paychanalytiques, Payot 89 La madre en tanto espejo remite a la nocion de doble. Decirrque la madre es el primer espejo equivale a suponer que ella es el primer ¢oble, es decir que el pequefio tendra della lo que ya tienepotencialmente él mismo, su cuerpo erdgeno se reilejara sobre el cuerpo de le madre, Al mismo tiempo, seria correcio pensar que el pequeno ne puede cexistir al comienzo mas que como doble de la madre, en el sentido de que se vivird segtin lo que reciba de ella. De he- cho, este doble se ajerce ya en el sena de la relacién con- timua, donde «ser mirado», cuerpo erégeno y percepcicn del doble guardan estrecia interdependencia y constituyen la base del «mirarse- aatoerstico. La apropiacién del doble primitivo compuesto® tione ol valor de un primer esbozo de identidad, process sumamente complejo sobre el cual yolveremos en los capitulos que siguon. Por ahora, reto- memos Conjerencias de introduccién al psicoandlisis, donde Freud continta en estos términos la cita preeeden- te: «BI desarrollo ulterior (entiéndase, de la actividad au- toerstica) persigue (.. .) dos fines: 1° renunciar al autocro- tismo, reemplazar elobjeto que forma parte deleuerpo del individuo por otre que le sea ajeno y exterior; 2° unificar los diferentes abjetos de las diversas tendencias y reem- plazarlos por un objato unico, Este resultado sélo puede ‘obtenerse si ese objeto tinicoes a su vez un cuerpocomple- to semejante a su cuerpo propio» Una de nuestras analizantes, paranoica con momentos delirantes y cuyas sesiones se desarrollaban frente # fren- te, permanecia fijada en la misma actitud corporal duran- te todas ellas, al acecho del menor gesto del analista. En la calle se sentia observada, espiada. Suficientemente avanzada la terapia, el tratamiento continus con la ana- lizante recostada en el divan, Muy a menudo experimen- taba esta la necesicad de volverse para mirar, para con- trolar al analista, hasia que se instalé la siguiente rela- 25 .FI doble es una foumacién porteneciente a los tiempos psiquicos primitives, iempos superados en las quedebia de tener un sentido mas Denéroles (8, Freud, -Lo sminoso), Hablamos silo de as bases de sem timiento del deble; con eldesarrollo adquirira, por supuesto,contenids 90 cién materna primitiva: la analizante tiene la conviecién de que el analista la mira continuamente. .. de que una madre la admira. Esta investidura del anelista como ma- dre primitiva contemplando maravillada a su hija, parece capital. P.-C, Racamier senala cbmo la defensa paranoica apunta ante todo a proteger al sujeto de deseos pasives di- rigidos primariamente hacia su madre.?® Nuestra anali- zante nos hace pensar que los deseos pasivos del paranci- oo tenderian a condensarse bajo la forma de «ser mirado» por la madre. En su cura, uit auuvirniento simultaineo de la investidura de la «mirada» cel analista y de su propio cuerpo dejéndose mirar, transforma paulatinamente a este cuerpo, hasta entonces inmovilizado, en cuexpo ers- geno unificado; Jo cual falta justamente, hemos dicho, en todo paranoicp. En efecto, no debe equipararse demasiado répido la actitud corporal orgullosa del paranoico a una verdadera investidura libidinal de su cuerpo; muy por el contrario, la actitud altanera es un artificio, alimentado porla megalomansa, que el paranoico utiliza para unificar un cuerpo no bastante investido libidinalmente, earente do erogeneidad. Enoste porfodo en que Ia analizante inviste la «mirada admirativer del objeto-madre-analista, surge un suetio cuya interpretacién revela su deseo de pasear por la calle completamente desnuda para que se admire su cuerpo. Aterrorizada hasta entonces por las miradas, ahora se desviste con esinero para atraerlas. Aprende & nadar para mostrarse en las piscinas. Con eierta sorpresa, se ve leva- gaa una relaciéa sexual con una pareja. El analista des- ‘cubrird que la atraccion sexual era aqui secundaria y has- ta inexistente, y que el deseo profundo era que la pareja admirase su cuerpo, ser mirada por representantes pa- rentales, Le mismo que la analizante de Freud, la nuestra se encuentra en una problematica de escena primitiva, pero aqui el delirio de ser espiada, observada, es reempla- zado por el deseo de ser admirada. Bl hecho es sorpren- dente: la expansién del exhibicionismo en nuestra anali- 28 P..0, Racamier (1980) «De Vobjot — non oljots, Now Francaise de Psychanalyse, n° 20, He Revue aL zante coincide con el decaimiento de su persecucién; da observadora y la perseguidora hostil y malévola» éeserip- ta por Freud desaparece en provecho de la mirada admi- rativa de la madre; vale decir que, a partir del memento en que el paranoico accede a un cuerpo erdgeno que él puede mostrar, exhibir; la paranoia pierde terreno. Po- drfamos emplear, pues, la firmula siguiente: la exhibiciin es el antidoto de la paranoia. 2? 5. La suspension paranoica respecto del objeto real En 1922, Freud describe al paranoien como aquel que espera de todos losextratios algo como amor».25 Entre los r mostré la necesidad quo tiene ol parancico de engancharse permanentemente a un objeto real, exterior, pero a condicién de poder tenerlo «al aleance ya distancia».29 Compartimos por entero estos puntos de vista. Bs cierto que, en tiltima instancia,el verdadero mo- do relacional del paranoico, més alla de la proyeccién, es una suerte de suspensitin respecto del objeto exterior; pero esta gran necesidad de dicho objeto exterior le resulta in- soportable y le suscita odio.2° Con la misma insistencia y permanencia que esta «suspensidn», el paranoico ejerce una fuerza contraria que, aun conservando un estrecho vinculo con el objeto exterior, vuelve aceptable a sus ojos ese sometimiento. El mecanismo principal que utiliza con ese fin es la proyeccién: «E21 me odia, me persigue», en Iu- gar de “Tengo necesidad de su amor», £9 FrieValentin nos comunieé eleaso do una pacionie parancica cuya, actividad delirante ced en ol momenta en «ae ops dein acu madre, mientras miraba una foto suya «iQue linelo cuerpo tienes!» % S, Broil (1922) Sur quelques mivanismes ncerotiques dans le ousie, ta paranoia, Promosexualité. [Scbre algurios mecanismos neu- oticos en los clos la paranoia y lahomosexsalidad,on AE,vol-XVII, 1979) ‘9 P.-C. Racamicr (1966) -Esquisse d'une clinique payelianalylique de la parnnatias, Revue Frangaive de Paychanalyee, n° 1, 1966 ® La susponsisn del objet exterior, consoconcis dunn careneie av tocrética, no es uns exclusive éel parancico sino gue esta presente enotras pstucturas. 92 El tratamiento de nuestra analizante ilustra bien este problema del paranoivo. Antes de investir la mirada del analista, ante la menor impresién de acervamiento reeu- refa antomdtizamente a maniobras que le garantizaban Ja puesta del analista a distancia. Por ejemplo, evocaba un recuerdo en el que detestaba algo propio de él. Ast lo transformaba en un «animal malo», como deta, y de ese modo lograha hacer desaparecer el «cerca», vivido como peligro de sametimienta. Una ver reintreducida la distan- cia, se serenaba, En otros momentos, con ayuda de sus proyeeciones, se aplicaba a una auténtica eaceria a fin de procurarse un objeto malo, perseguidor, distinto del ana- Ay que esegurava un alejamiento de este. Preocupacio- nes hipocondriacas referidas a una parte de su cuerpo representaban otra maniobra dirigida al mismo fin. En nuestra analizante, el cambio ligade a la investida- ra de la «mirada» del analista va inutilizando gradual- mente estos mecanismos y marva un viraje en su evolu ci6n, Su cuerpo vuelto erdgeno marca una barrera de pro- teceién contra el impulso desmesurado que la propulsa hacia el objeto. La adquisicién de una erogeneidad del cuerpo prepara ahora un yinculo con el objeto, garanti- zando a la ver cierta distancia de este, De todos mods, aunque ciertamente pueda preseindir ahora de un objeto exterior perseuider, no por ello deja de necesitar suspen- dorse del objeto extorior; para ser mas exactos, tiene neco- sidad de su mirada». Pensamos que permanecersien esta dependencia mientras no pueda acceder al »mirarse» au- toerstico, Para concluir, y basados en estas verifieaciones el nieas y en nuestra elaboracién genética antes expuesta, planteamos esenetalmente dos cuestiones: mas alla de la Proyeccion y de las complicaciones homosexuales, lo esen- ial del funcienamiento del paranoico es lo que nosotros Hamamos la suspensién paranoiva; gtiene esta suspension del paranoico un vincule directo can la del nifio que no lo- gra un verdadero movimiento autoerético secundario? En espera de mayores certezas, podria afirmarse que si el paranoico logra aleanzar su unidad, es al precio de la sus pensién respecto del objeto exterior, y que si tolera esta 98 nsion, es al precio de la proyeceién, Al tiempo que detesta su depondencia absoluta, se encadena a su objeto para no hundirse nunca mas en las tinieblas del no-objeto cena locura ée losautoerotismos disperses. Desprovisto de un verdadero cuerpo erogeno, primera fuente del senti- , miento de identidad, est condenado a iren pes de una fi- gure que refleje ese cuerpo, y buscar un doble, Un doble evidentemente del nismo sexo, pero no tanto por atrac- cién homosexual ccmo con la esperanza de aleanzar su identidad, y ello sobre el modelo de 1a relacida primitive en espejo con su medre, El perseguidor, el objeto exterior eminentemente nareisista, ese doble suyo del que esta suspendido desde siempre, es quizé lo que no pudo ser «atrapador del dable primitivo compuesto; Io que significa que este doble representa una parte de la relacién conti- nua, perdida, que é no pudo hacer suya, Ta injusticia de Ia que el paranoico se cree vietima podria estar aguf: un fragmento de su ideatidad, de su nareisismo, sele ha esca~ pado con el doble, Mientras no tenga un enerpo erdgeno, el paranoico seguir siendo parenoico, es decir, seguird sus- pendido de su perseguidor, y mientras no aleanco el -mi- rarser auloertico, se suspenderd del objeto exterior, Es- cuchemos a Freud: Después del caso Pliess (.. .) una par || te de la investidura homosexual fue retirada y utilizada para el incremento de mi propio yo. Yo he triunfado allt | donde el paranoico fracasar.?* 818, Freud (1910) Lettre 8S, Foronesi da 6 setabee 1018, on Corres. pondaneo Proud ~ Feroresi 1908-194, Calmann-Lésy. 4 2. El trabajo en doble! «Psique es extensa, eller no to saber, Sigmund Preud, «Conclusiones, ideas, problemas», 1938 No dudamos de la importanciaque tiene la estrecha re- lacién transferencia-contratransferencia como eje central del anélisis en toda cura; sin embargo, en este capitulo nos interesara dilucidar ante todo la existencia de ciertos process psiquicos cubiertos a mayor parte del tiempo por ladinamiea de la transferencia-contratransterencia y pro: curaremos poner al descubierto ciertas situaciones en las que una compiicidad casi siempre homosexual incons- ciente establecida entre les dos protagonistas de la sesion, impice la aparieién de cierto modo relacional que, por su ‘earicter desacostumbrado 0 extraio, es vivido como per- turbador, ¢ incluso como desorganizador; modo relacional en el que una extensién de psique hasta entonces ignora- da tiende a salir a le luz. Inieialmente, nuestra intuicién Se apoyard sobre una idea situada a mitad de eamino en- tre la hipstesis cientifica y la ficci6n, y que coneieme a la evolucién del pensamiento de Freud y a sus transferen. clas sucesivas sobre Pliess, Jung, y hiego Ramain Relland 'y Moisés, al final de su vida, Ta orientacién de nuestra bisqueda ante Ie nocién de Wostidura homosexual puedeser eomparada a la aetitud } Capitulo quo tiene su origen en un articulo de 1984, «homesemua: ite inconsciente et la dynamique du double en séance» (Revue Fran (galve de Psychanalyse,n° 4, 1984), Kevisado y aumentado.n 1995: Le jamique du double en séances, en Monographies de fa Reve Fran te de Payehanalyse

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