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MIGUEL NIETO NUNO COORDINADOR Literatura y comunicacion EDITORIAL CASTALIA © Editorial Castalia, S.A., 2010 Zurbano, 39 28010 Madrid Tel. 91 319 5857 Fax 91 310 2442 http://www.castalia.es Coordinacién de la obra: Miguel Nieto Impreso en Fareso, S. A. Impreso en Espafia ISBN: 978-84-9740-301-6 Depésito Legal: M-29882-2010 ESTE LIBRO HA RECIBIDO UNA AYUDA A LA EDICION DE LA CONSEJERIA DE ECONOMIA, INNOVACION Y CIENCIA DE LA JUNTA DE ANDALUCIA /—_— JUNTA DE ANDALUCIA Queda prohibida la reproducci6n total o parcial de este libro, su inclusion en un sistema informético, su transmision en cualquier forma 0 por cualquier medio, ya sea electr6nico, mecanico, por fotocopia, registro u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del copyright. Dirjjase a CEDRO (Centro Espaiiol de Derechos Reprogrificos, www. cedro.org) si necesita fotocopiar 0 escanear algiin fragmento de esta obra. Nuevos horizontes de los estudios literarios en el siglo XxI Manuel Angel Vazquez Medel Catedratico. Universidad de Sevilla Sin duda, el lector 1 avisado habr4 apreciado ya en nuestro titulo un in- tencional guifio hermenéutico: la palabra horizonte esta fuertemente con- notada desde que la hermenéutica gadameriana ? desarrollé la idea de un borizonte comprensivo, asi como la de fusion de horizontes, fundamen- tal para nuestra reflexién, ya que la precomprensién de los textos se rea- liza desde la realidad hist6rica del individuo, situado en su campo cultu- ral 3 y condicionado por dimensiones materiales y econ6micas, asi como 1 Por supuesto, me refiero a lectoras y lectores. Cuando en las proximas lineas apa- rezcan referencias en masculino genérico, como término no marcado, estoy pensando —a menos que indique lo contrario— en mujeres y hombres. ¥ lamento que nuestras lenguas, surcadas —como dice Carlos Fuentes— por la memoria y el deseo, conserven las huellas del androcentrismo. Un aspecto clave de los nuevos estudios literarios y cul- turales es la introduccién de una mirada mucho mAs femenina, mas gineconcéntrica. Cf. ‘Vazquez Medel, M.A.: Mujer, ecologia y comunicacion en el nuevo horizonte planeta- rio, Sevilla, Mergablum, 1999 y, muy especialmente, “Escribir/Inscribir lo femenino en el discurso”, en Pbilologia Hispalensis, vol. XVI/2 (2002), pp. 9-19 2 CE. Gadamer, H.G.: Verdad y Método I. Fundamentos de una hermentutica filos6- fica, Salamanca, Sigueme, 1977; Verdad y Método I, Salamanca, Sigueme, 2002; Fi giro hermenéutico, Madrid, Catedra, 1990. 3 Bourdieu, P. (1992): Las reglas del arte. Génesis y estructura del campo literario, Barcelona, Anagrama, 2005. 35 36 MANUEL ANGEL VAZQUEZ MEDEL por el capital simbélico y los imaginarios sociales. En cada coyuntura los textos se producen de manera diferente desde la historia efectual de ese momento; por ello, el sentido del texto esta referido al contexto del autor, pero también —y en gran medida— a la situaci6n histérica del intérprete. Nosotros tenemos nuestro propio horizonte comprensivo, interpreta- tivo, vital y experiencial acerca de los estudios literarios, como conse- cuencia de todos los discursos que nos han precedido, que han entrado en didlogo (0 en confrontacién) y que hemos activado y hecho pertinen- tes en nuestras mentes. Como su etimologia indica, el horizonte marca el limite de nuestra vision. En nuestros dias, insertos en la dinamica de constitucion de nuevos paradigmas transmodernos del conocimiento * ,aceptamos lo limitado de nuestras perspectivas, asi como nuestra propia implicacién como observadores en lo observado. ‘Afiadiré algo més: tras la innegable utilidad del proceso de comparti- mentacion de los conocimientos de la ciencia moderna, que ha permiti- do avances desconocidos en los mds diversos 4mbitos de estudio —y sin renunciar a que ello tenga que ser asi, dadas nuestras esenciales limita- ciones— reclamamos ese didlogo fecundo entre las ciencias que ha de llevar —sorteando las imposturas intelectuales denunciadas por Sokal— a una comprensién mucho mas dindmica, reticular y plena de lo huma- no, en relaci6n con el resto del universo del que formamos parte. Com- partimos asi la idea expuesta —entre otros— por Edgard O. Wilson cuan- do propugna la necesidad de una consilience, convergencia 0 unidad del conocimiento 5. Se trata de superar la division de ciencias humanas, na- turales y sociales. Es bueno recordarlo en dias de replanteamiento en Ia transmisién de conocimientos, habilidades y saberes: “Si acabamos re- nunciando a nuestra naturaleza genética frente al raciocinio ayudado por las maquinas, y si también renunciamos a nuestra ética y nuestro arte y nuestro significado mismo, a cambio de un hAbito de divagaciones des- preocupadas en nombre del progreso, imaginandonos como dioses y ab- sueltos de nuestra antigua herencia, nos convertiremos en nada”6. 4 Fried Schnitman, D.: Nuevos paradigmas, cultura y subjetividad, Buenos Aires, Pai- dés, 1994. 5 wilson, £.0. (1998): Consilience. La unidad del conocimiento, Barcelona, Galaxia Gutenberg-Circulo de Lectores, 1999. 6 Idem, p. 436. Ello no implica ninguna “tecnofobia”: se trata de impulsar lo humano, sin el olvido de las realidades constituyentes. Cf. Vazquez Medel, M.A., “El Gran Mediodia Sobre la Transhumanizaci6n’”, en R. Morales Astola - J. Rodriguez Fito (eds.): Pensar la gestion cultural en Andalucia, Geca, Huelva, 2003, pp. 26-44. NUEVOS HORIZONTES DE LOS ESTUDIOS LITERARIOS By Los estudios sobre los procesos de la comunicaci6n literaria —consi- derada en todas sus dimensiones y etapas— han experimentado grandes transformaciones en las tiltimas décadas. Tras la efervescencia de las po- éticas inmanentes, que reclamaban —en el marco del estructuralismo— aproximaciones “intrinsecas” a las obras 0 textos literarios (estudios so- bre la “obra en si”7), diversas llamadas de atenci6n desplazaron el centro de atencién hacia los procesos de lectura y recepcion. Asi se culminaba el completo movimiento pendular que partia de la constitucién de las “modernas” ciencias de la literatura en el positivista € historicista siglo xrx, que habfa dotado a los estudios literarios de los nue- vos instrumentos de las emergentes ciencias del hombre: la sociologia, la psicologia, la indagaci6n historica con voluntad de rigor y método (tan- to individual —biografia— como social —en muchos casos, de inspira- cién marxista)... En sus origenes “cientificos” los estudios literarios atendian a todas las circunstancias de la génesis 0 producci6n de las obras literarias, y en su época de esplendor, voluntad de conocimiento quasi mathematico, y fe- cundas relaciones entre lingiifstica y literatura, los investigadores se cen- traban en el “texto en si”, Luego, en todas las derivas postestructurales se ha puesto el énfasis en el papel del lector y de los contextos de recepcion en los complejos procesos de re-producci6n de significados y sentidos de la obra literaria, al tiempo que se consideraba muy especialmente lo que ahora conocemos como “perspectiva de género"8. Bien es cierto que, si somos justos, hemos de reconocer que la buena critica de raices decimon6nicas (atin vigente en buena parte de los inves- tigadores de historia literaria) nunca fue del todo “extrinseca”, y que ilu- miné no pocos aspectos de las obras a las que se aplicaban. Como tam- bién es cierto que ni en los momentos de mayor rigor del estructuralismo inmanentista dejé de apelarse a los contextos pertinentes que ayudaban a una adecuada comprensi6n de los textos. Igualmente —y excepto al- gunas posiciones muy radicales— la critica deconstructiva de raiz derri- diana, la neohermenéutica literaria impulsada por la fenomenologia y Gadamer, las diversas poéticas y estéticas de la recepci6n y otros postes- tructuralismos nacidos a la sombra de los emergentes estudios culturales nunca olvidaron del todo que el texto es algo que surge en un momento 7 Cf. Garrido Gallardo, M.A. (ed.): La crisis de Ia literariedad, Madrid, Taurus, 1987. 8 Quiero recordar aqui, como homenaje a su autora, desaparecida en plena juventud, Luna, L: Leyendo como una mujer la imagen de la mujer, Barcelona, Anthropos, 1996. 38 MANUEL ANGEL VAZQUEZ MEDEL determinado, en una red compleja de condicionamientos influencias; que se transmite y circula a través de cauces materiales y sociales que constituyen los diversos c4nones, y que es recibido con unas claras orien- taciones de significados y de sentidos, que finalmente fija el receptor. Afortunadamente, antes de cruzar esa linea simb6lica del cambio de siglo y de milenio, los mejores estudios literarios habian decidido que los diversos métodos no tienen por qué ser excluyentes, que asedios com- plementarios (jincluso contradictorios!) iluminan aspectos y dimensiones de la obra literaria, y que tenian poco o ningin sentido las rigidas fron- teras y compartimentaciones en los asedios a la literatura (teoria literaria, critica literaria, historiografia literaria, historia literaria... y todas sus po: bles combinaciones: teoria de la historia literaria 0 historia de la critica teraria, por ejemplo). Al tiempo que todo ello sucedia en la instancia metadiscursiva, la creaci6n literaria se ha ido transformando ante nuestros ojos y ha comen- zado a adquirir dimensiones epigonales. El espiritu finisecular del xx también proclamaba el fin ( la muerte) del sujeto humano (a Ia zaga de Foucault), del arte, de la literatura... Incluso de otras formas artisticas como el cine, y es frecuente —cada vez mas— hablar de “imagen post- cinematografica”. Lo cierto es que, si siempre la creaci6n, la circulaci6n y la recepcion de la literatura —especialmente en el 4mbito euro-occidental— ha esta- do vinculada a la evolucién de otras formas y expresiones artisticas no verbales, todo ello se ha potenciado en el siglo xx y toma perfiles pro- pios en el estudio de las relaciones entre literatura y comunicaci6n 9 (li- teratura y periodismo, literatura y cine, literatura y publicidad, literatura y nuevas tecnologias). Aunque vivimos una época de simultaneidades entre diversas funda- mentaciones tedricas, métodos y tendencias, en estos afios iniciales del siglo xxt los grandes investigadores del hecho literario procuran construir metadiscursos consistentes en si mismos, pero que no han perdido la vo- luntad de ser regidos por el discurso-objeto a que se refieren. Discursos criticos (0 teéricos, o histéricos) que ya no pretenden alcanzar e imponer verdades incuestionables, sino mas bien procurar un diélogo fecundo y alcanzar, en todo caso, consensos de validez. Se trata de construir los 9 Umutia, J.. La verdad convenida. Literatura y Comunicacién, Madrid, Biblioteca Nueva, 1997. NUEVOS HORIZONTES DE LOS ESTUDIOS LITERARIOS 39 nuevos estudios literarios en didlogo con las obras objeto de nuestra re- flexion, en didlogo con las comunidades que acreditan su competencia en la lectura e interpretaci6n de discursos, pero sobre todo en didlogo con la vida, en constante actualizaci6n de la experiencia presente. Sin ol- vidar que el rigor no tiene por qué estar renido con la creatividad 1. Todo ello constituye un cambio de enfoque radical que, precisamente en el momento en que se delimitaban férreamente “Areas de conocimien- to”, cuestionaba este imposible centramiento disciplinar y reclamaba los territorios compartidos, la interdisciplinariedad o incluso una transdisci- plinariedad en la que los planteamientos de partida renuncian a sus bases fuertes, a favor de nuevas perspectivas, nuevas miradas, nuevos enfo- ques... Basta realizar una somera revisi6n bibliografica para entender la im- portancia que en nuestros dias tienen los ambitos compartidos: filosofia y literatura!!; pintura y literatura?2; mtsica y literatura!3; fotografia y lite- ratura’4; cine y literatura’; periodismo y literatural®; literatura y nuevas tecnologias....17 10 Creatividad ha legado a ser una de las palabras-clave en el Ambito de los estudios literatios, frente al automatismo y mecanicismo que solia imponerse en los “andlisis de textos” al uso. De la ya abundantisima bibliografia sobre creatividad recomendamos: Mas- low, A.H. (1971): La personalidad creadora, Barcelona, Kairos, 2005; Gardner, H. (1982). Arie, mente y cerebro. Una aproximacién cognitiva a la creatividad, Barcelona, Paidés, 2005; Goleman, D.-Kaufman, P.-Ray, M. (1992): BI espiritu creativo, Barcelona, Zeta, 2009; Bohm, D. (1998): Sobre la creatividad, Barcelona, Kairés, 2002. 1 Asensi, M., Literatura y filosofia, Madrid, Sintesis, 1999. 12 Garcia Berrio, A-Herndndez Fernandez, T:: Ut poests pictura. Poética del arte vi- sual, Madtid, Tecnos, 1988. 13 Abbate, C. (ed): Musica y Itteratura. Estudios comparativos y semiolégicos, Ma- ditid, Arco Libros, 2002. Ans6n, A.: Novelas como dlbumes: fotografia y literatura, Mestizo, Murcia, 2000 15 Pefia Ardid, C.: Literatura y Cine. Una aproximacion comparativa, Madrid, Cate- dra, 1992; Gimferrer, P. Cine y Literatura, Seix Barral, Barcelona. 2% ed. Ampliada, 1999; ‘Sanchez Noriega, J. L De Ja literatura al cine: teoria y andilisis de la adaptacion. Prol. de Jorge Urrutia. Barcelona, Paidés, 2000; Wolf, $.: Cine/Literatura. Ritos de pasaje, Pai- és, Buenos Aires, 2001. 16 Chillon, A.; Literatura y periodismo. Prél. M. ‘Vazquez Montalban, Valencia, Aldea Global, 1999. 1 Talens, J.: “El lugar de la Teoria de la Literatura en la era del lenguaje electrénico’, en Villanueva, D. (ed.): Curso de Teoria de la Literatura, Madrid, Taurus, 1994; Sanchez Mesa, D. (comp.): Literatura y cibercultura, Madrid, Arco Libros, 2004; Barrosa Villar, E. (ed.): Comunicacion, universo artistico y nuevas tecnologias, Sevilla, Alfar, 2005; Vilari- fio, M-T.-Abuin, A. (comps.): Teoria del bipertexto. La literatura en la era electronica, Madrid, Arco Libros, 2006. 40 MANUEL ANGEL VAZQUEZ MEDEL En la época de los saberes “liquidos”!8, y no de la solidez monolitica anhelada en otros tiempos, hemos de aceptar e impulsar las fluencias e influencias. A nuestro juicio, son —sin excluir otras perspectivas y apor- taciones— cuatro las grandes claves para los avances futuros: I. Adoptar la mirada abierta de un nuevo comparatismo literario y cultural, que va- ya mis alla de las interinfluencias o de las coincidencias; II. Aceptar los instrumentos de la nueva semi6tica hermenéutica y transdiscursiva; I. Incorporar a nuestros estudios las sélidas aportaciones de la poética y la estética del imaginario, la mitocritica y el mitoandllisis; y IV. Integrar di- namicamente estos diferentes asedios, dilucidando sus puntos contra- dictorios, desde la nueva teoria de los polisistemas!, atin en constitu- cién. Intentemos aproximarnos a estos cuatro frentes, desarrollando especialmente el primero. I. HACIA UN NUEVO COMPARATISMO LITERARIO Y CULTURAL 1. De la cicatriz de Ulises al sacrificio de Abraham La comtin invocacién que, al reflexionar sobre la escritura literaria, ha- cen Borges? y Pessoa —a través de su heterénimo Reis—2! a Homero no es fortuita ni casual. El convencimiento de que, al menos en nuestro mar- co cultural, la creaci6n verbal estética debe estar atravesada, transida, por el latido de los grandes creadores se reitera una y otra vez en los mas autorizados te6ricos y criticos. Es bien sabido que encuentra, por ejemplo, en Harold Bloom, toda la fundamentaci6n de su teoria de la ansiedad 0 la angustia de las influencias: “Shelley pens6 que los poetas de todas las €pocas contribuian a la creacion de un Gran Poema perpetuamente en formaci6n. Borges observa que los poetas se crean sus propios precurso- 48 Debemos a Zygmunt Bauman la oposicion entre una modernidad sélida y una mo- demidad liquida, que se caracterizaria, metaféricamente, por esa capacidad de adapta- cién y cambio de los fluidos, con un nuevo sentido de la espacialidad y de la temporali- dad. Cf. Bauman, Z.: Modernidad liquida, Buenos Aires, Fondo de Cultura Econémica, 1999 ie Arte, dliquido?, Madrid, Sequitur, 2007. 2 Iglesias, M. (Comp.): Teoria de los polisistemas, Madrid, Arco Libros, 1999 2 “Homero compuso la Odisea; postulado un plazo infinito, con infinitas circunstan- i y cambios, lo imposible es no componer, siquiera una vez, la Odisea", en Borges, JL El inmortal, en Obras completas, Barcelona, Emecé, 2002, vol. I, p. 421. 1 “En el més pequefio poema de un poeta debe haber algo por lo que se advierta que ha existido Homero. La novedad nada significa por si misma sino hay en ella una te- laci6n con lo que la precede. No hay propiamente novedad sino hay tal relaci6n’, en Pes- soa, F: Poesia, Madrid, Alianza, 1997, p. 190. NUEVOS HORIZONTES DE LOS ESTUDIOS LITERARIOS 41 tes. Si los poetas muertos, como insistié Eliot, constituyen el progreso en conocimientos de sus sucesores, estos conocimientos sin embargo son la creacion de sus sucesores, hecha por los vivos para salir al encuentro de las necesidades de los vivos” 2. La palabra se teje y se desteje en la lan- zadera de la experiencia humana. No se trata s6lo de fuentes e influen- cias, ni siquiera de lo que ahora se denomina siguiendo la sociologia de Bourdieu “campo cultural” (un mismo espacio cultural compartido). Se trata de que hay algo de comin en todas las fabulaciones humanas. To- das ellas suponen un trasfondo comin de deseos y temores, de alegrias y tristezas que se encarnan en mediaciones culturales. Cuando, en plena II Guerra Mundial, Erich Auerbach escribe en Es- tambul, casi sin apoyo bibliografico, su obra monumental Mimesis. La represeniacion de la realidad en la literatura occidental *3, una vez mas invoca a Homero. “La cicatriz de Ulises” se titula el primer capitu- lo de su obra ejemplar. En él —detengimonos por un momento— se nos recuerda la escena del canto xIx de la Odisea en la que la nodriza Euriclea reconoce a Ulises por la cicatriz del muslo. Circunstancia que aprovecha Homero para insertar un espléndido flash back sobre las causas de la herida, a la vez que despliega los procedimientos funda- mentales de su escritura (jqué maestria ya, en uno de los textos funda- cionales de occidente, en la experiencia del espacio y de la memorial, iqué capacidad para dislocar el tiempo de la fabula del de la historia y el discurso!), Erich Auerbach describe magistralmente el fragmento, destacando perfiles insospechados de las estrategias poéticas y narrativas homéricas, acudiendo de inmediato a la correspondencia epistolar entre Goethe y Schiller sobre lo “retardador” de la poesia homérica —a la que conside- ran a la vez paradigma de toda poesia épica— frente al principio de “ten- sion” caracterizador de la escritura dramitica. Auerbach va tejiendo asi, en su espacio critico, un verdadero coro de voces, polifonico en sentido bajtiniano, manifestacion de puntos de vis- ta diversos que presentan sus propios horizontes, intereses y circunstan- cias, y a partir de ahi selecciona y privilegia un espacio para la compara- cion: “La particularidad del estilo homérico —nos dice— se hace atin mas 22 Bloom, H. (1973): La angustia de las influencias, Caracas, Monte Avila Editores, 1977, p. 29. 25 Auerbach, E. (1942): Mimesis. La representacion de la realidad en la literatura oc- cidental, México, Fondo de Cultura Economica, 19° 2 MANUEL ANGEL VAZQUEZ MEDEL clara si se confronta con un texto asimismo épico y antiguo, sacado de otro mundo de formas. Lo voy a intentar con el sacrificio de Isaac, un re- lato compilado por el llamado Elohista”’4. Cum-parare, como veremos de inmediato es parar, pre-parar y contemplar (re-parar) en paralelo dos (0 més) realidades distintas para apreciar sus similitudes y diferencias. Las paginas que siguen, sin duda perfectibles y superables desde el horizonte mismo que establecen, son ejemplares. Auerbach desgrana progresivamente diferencias en los 6rdenes tematico, narrativo, genéri- co, estilistico... Y al final de este pértico ejemplar de Mimesis traza toda una teoria mayor sobre los ejes por los que discurre la escritura y las di- ferentes representaciones de la realidad en el marco cultural de occiden- te: “Hemos comparado —dice E. Auerbach— los dos textos y, en rela- ci6n con ellos, los dos estilos que encarnan, a fin de obtener un punto de partida en nuestro estudio de la representaci6n literaria de la realidad en la cultura europea. Ambos estilos nos ofrecen en su oposicién tipos ba- sicos: por un lado, descripcién perfiladora, iluminacion uniforme, liga- z6n sin lagunas, parlamento desembarazado, primeros planos, univoci- dad, limitacién en cuanto al desarrollo histérico y a lo humanamente problematico; por el otro lado, realce de unas partes y oscurecimiento de otras, falta de conexi6n, efecto sugestivo de lo tacito, trasfondo, plurali- dad de sentidos y necesidad de interpretacion, pretension de universali- dad hist6rica, desarrollo de la representaci6n del devenir historico y ahondamiento en lo problematico”?>, La riqueza del planteamiento de Auerbach y la potencia de un andli- sis comparado capaz de inducir, desde textos concretos, grandes lineas de comprensi6n de lo literario, parece fuera de toda duda. Dificilmente podriamos reprochar este arranque desde dos textos fundacionales: la Odisea y la Biblia. Una y otra cimentan tradiciones y se encuentran en el trasfondo mismo de la constitucién del pensamiento y la sensibilidad en occidente, si bien su radio de influencia alcanza buena parte del planeta. Pero, gy nuestro propio arranque? por qué estoy dando tanto relieve a una obra —Mimesis— que, por importante que sea, parece estar ya al- g0 lejos de las tendencias actuales del comparatismo literario? En primer lugar, porque desde el caso concreto, y no desde la especu- lacién vacfa, se nos ponen de relieve posibilidades y limites del compara- 24 Idem, p. 13. 25 idem, p. 29. NUEVOS HORIZONTES DE LOS ESTUDIOS LITERARIOS 4B tismo. Comenzando por las cualidades del comparatista: una persona de amplios conocimientos culturales, profundo sentido de la historia cultural y literaria, dominio de varios idiomas, sensibilidad al didlogo intercultu- ral... Un perfil verdaderamente dificil de aleanzar, que pocos investigado- res retinen, pero que se da en casos paradigmaticos como George Steiner 0 Claudio Guillén, como acertadamente recordaba Dario Villanueva 26, Se trata, en este caso, de condiciones del investigador que ninguna metodo- logia, por acertada que sea, puede suplir. Una comparaci6n entre realida- des diversas resulta tan rica como el trasfondo 0 campo de conocimientos en que se realiza, y ste slo puede ser proporcionado por la competen- cia cientifica y cultural, asi como por la perspicacia y sensibilidad del in- vestigador, En segundo lugar, ademis, por los supuestos metodolégicos que sub- yacen a nuestro texto de referencia, que sefialan hacia un campo flexible, en el que la capacidad de intérprete (hermenéutica) del comparatista es insustituible, sin que ello signifique la ausencia de método y rigor. Auer- bach va mas alla de los planteamientos monocausales, ya que entre los textos comparados no cabe postular ningiin tipo de relacion genética, fuente o influencia, aunque estima los procesos historicos en que se ges- tan ambos textos, destacando algunas claves anal6gicas. El suyo es un ca- So tipico de entre los considerados por Schmeling: la aplicacion de crite- tios formales orientados a subrayar convergencias y divergencias entre ambos textos es un caso claro de colaboracién entre los enfoques de la teoria literaria y la literatura comparada. Todo ello sin olvidar otras pautas de recepcién, comprensi6n e interpretacién de los textos en determina- dos momentos de Ia historia (aunque Auerbach se centre, fundamental- mente en el pre-romanticismo y el romanticismo; esto es: en el momento de fundacién y legitimacion de la conciencia euro-occidental moderna). En tercer lugar, el caso que comentamos es una prueba palpable de que los dominios distintos de las ciencias de la literatura no son exclu- yentes: aqui vemos sucederse momentos de consideracion sincr6nica y analitica propios de la critica, consideraciones diacronicas de Ia historia literaria y, por supuesto, pautas y claves comparatistas mas especificas de la literatura comparada. Todo ello sin que falten slidos fundamentos de una teoria literaria implicita. 26 Villanueva, D.: “Literatura Comparada y Teoria de la Literatura”, en Villanueva, D. (ed.): Curso de Teoria de la Literatura, Madtid, Taurus, 1994. 44 MANUEL ANGEL VAZQUEZ MEDEL Deberiamos ir més alla. La Literatura Comparada es un espacio de vo- ces miltiples, como qued6 dicho més arriba. Podriamos dinamizar aho- ra la aportacion de Auerbah (sin duda perfectible) desde nuestro propio horizonte interpretativo (tan distinto, pese todo al suyo). Desde él se nos revelan los dos textos comparados no sélo como estrategias discursivas distintas que han gravitado (y atin gravitan) sobre nuestro espacio cultu- ral. Y la propia operacién comparatista deja la huella del tiempo y las cir- cunstancias, de las tradiciones ideolégicas en que se inserta. éNo es la propia literatura —en todas sus fases: la creaci6n literaria, la transmisién en marcos sociales especificos y su recepcién— algo que tie- ne que ver con una herida humana (y su posible cicatriz), con el recono- cimiento, con el viaje iniciético de Ulises hacia ftaca, hacia una patria ide- al, con la biisqueda de la identidad? {No es cierto en el fondo, como afirmaba Robert Graves, que s6lo hay una historia, la de la Bisqueda? ;Y no tiene que ver simulténeamente con una ética y una estética del sacti- ficio y la fidelidad, de la obediencia y la dacién, con la gratuidad en los limites de lo incomprensible y el indulto de la palabra? El viaje de Ulises y el sacrificio de Isaac estan en el trasfondo de una estirpe cultural. Reflejan realidades esenciales de lo humano y nos llaman a crear y recrear su realidad desde todos los perfiles y en cada enctucija- da del camino. Y han estado y estan presentes en el fondo de nuestro imaginario cultural. En un caso, el de Ulises, subrayando el esfuerzo pro- pio aun con el concurso, ayuda (y obstaculizacién) de los dioses. En el otro, el del Sacrificio de Isaac, revela la fuerza de la confianza, el acata- miento y la entrega a una divinidad absolutamente trascendente, por en- cima de toda lgica 77 Ahora podemos avanzar algo mas en nuestra especulacion, porque hemos fijado un espejo, o un espacio habitado por espejos en el que po- der contemplarnos. Necesitamos, también, la lampara. A fin de trazar un recorrido que nos permita fijar los principales pro- blemas y perspectivas del comparatismo literario en la actualidad, co- menzaremos haciendo una referencia al comparatismo como fundamen- to epistemolégico, como modo de conocimiento y de sentimiento; pasaremos a contrastar las diferencias de contexto entre los momentos 27 Recordemos aqui a Kierkegaard en Temor y Temblor, cuando relata el sactificio de Isaac: Abraham sacrifica su amor de padre (lo estético) y su deber de padre (lo ético) por su relacién con Dios (lo religioso). Sacrifica lo finito Gentimiento) y lo universal (deber moral) y lo hace por algo infinito y particular, que es Dios. - NUEVOS HORIZONTES DE LOS ESTUDIOS LITERARIOS 45 fundacionales del comparatismo en la modernidad y nuestra situacion actual en esta crisis de la modernidad y del fundamento, a la vez que de emergencia de una civilizacién multicultural, transnacional y planetaria; finalmente, y ya pasando a nuestra siguiente etapa, con las herramientas que nos proporciona una semiética hermenéutica y transdiscursiva o de la transcendencia discursiva, procuraremos esbozar algunas de las gran- des tareas del comparatismo en la actualidad, sin obviar otras posibles orientaciones e inquietudes. Entre nuestros retos, fundamentalmente dos: incorporar en nuestro campo escOpico (en el espacio cubierto por nuestra mirada critica) creaciones literarias ajenas a nuestro marco occi- dental, desde una actitud no etnocéntrica, y abrir nuestra actividad a la comparaci6n de los procesos de comunicaci6n literaria con otras realida- des artisticas no verbales y con otros procesos comunicacionales. Sin ol- vidar nunca la imprescindible perspectiva de género. 2. El comparatismo como clave epistemologica Comparar es nuestro modo fundamental de pensamiento (y de sen- timiento). $6lo cuando apreciamos aquello que diferencia dos o mas realidades sobre el fondo de una base comtin podemos distinguirlas (o apreciar que pertenecen a una misma clase 0 grupo). Podemos estable- cer opciones (separar), articular sistemas valorativos (preferir), compren- der (al reparar en algo), pensar (pesar, sopesar colocando en los brazos de una balanza objetos diferentes)... Se trata, en suma, de afrontar el gran problema de la vida y del pensamiento: el problema de la identidad y de la diferencia; el problema de la unicidad y de la pluralidad... Y apreciar los complejos nexos existentes entre los diferentes seres, productos y realidades Entre lo uno y lo diverso, titulé muy acertadamente Claudio Guillén su Introducci6n a la Literatura Comparada. En ella, desde sus paginas ini- ciales, afrontamos el problema de la unicidad y de la escision, de la plu- ralidad del universo. Una unidad que no s6lo cuestiona un creador como Borges ("Cabe sospechar que no hay universo en el sentido organico, uni- ficador, que tiene esta ambiciosa palabra"), sino un cientifico como el No- bel Ilya Prigogine ("en el momento en que nos encontramos, no estoy en condiciones de decirle si la noci6én de universo tiene todavia sentido"). Lo tinico cierto es que apreciamos un mundo de pluralidades, pero que ese mundo es también una construcci6n social e individual a la vez. 46 MANUEL ANGEL VAZQUEZ MEDEL En la crisis de la modernidad todo se ha escindido atin mas: no sdlo po- blamos un mundo de seres y objetos plurales y distintos; comenzamos a intuir que, en el universo de lo humano, existen muchos mundos, tanto reales como posibles. La aspiracién a una unidad final, hoy curiosamen- te reforzada por la nueva fisica, no puede ser abordada del mismo modo que en el marco del romanticismo: “Llegados a la €poca moderna —nos dice C. Guillén— no sélo la unidad de Ia literatura nacional —que sirvié primero de sustituto y refugio— es una engafifa. Hoy es irreductible la literatura a una tradicién Gnica, accesible tan tranquilamente al talento in- dividual, como suponia TS. Eliot. Es irreductible la historia literaria -al igual que las demés historias- a una sola teoria totalizadora, Es irreducti- ble la literatura a lo percibido por el lector que se cifie al andlisis 0 la des- composicién de unos pocos textos solitarios. No se rinde la literatura a la angosta mirada del critico monometédico; ni a la del perito en una sola €poca, un solo género. Es irreductible la literatura a lo que producen y ensefan un puftado de paises del Oeste de Europa y de América. No puede tampoco reducirse a aquello que cierto momento y gusto tienen por literario y por no literario” 28 Cierto. Pero esta irreductibilidad de la literatura solo puede servirnos de instrumento de conciencia, a la vez que de incentivo y acicate, Por un lado, debemos recordar que la literatura nunca se nos entrega ente- ra, que siempre hay algo en ella que no se pliega a nuestra comprensién (yen lo que, en todo caso, nos podemos implicar pero no podemos ex- plicar). Es evidente que cada uno de nosotros, desde la limitacion de nuestro horizonte cultural y comprensivo s6lo podemos acceder a sim- plificaciones, a reducciones de lo literario (como de lo real, en suma). Conviene tenerlo en cuenta. Y, como reto, intentar ampliar los limites de ese horizonte que sabemos muy bien desde Wittgenstein que son los li- mites de nuestro mundo (no del mundo). Esto es: de la realidad cons- truida en el lenguaje por nuestra sociedad, y presente en nuestra mente més que de lo real inaccesible. Pero la conciencia de nuestra debilidad (en la linea mas rigurosa de la pragmdtica bermenéutica de Richard Roxty y del pensiero debole de Vat- timo y otros) no puede ser paralizante. Sabemos que nuestra mente es li- 28 Guillen, C. (1985): Entre lo uno y lo diverso. Introduccin a la Literatura Compa- rada, Barcelona, Critica, p. 34. Hay nueva edicion: Entre lo uno y lo diverso. Introduc- cién a la Literatura Comparada (Ayer y hoy), Barcelona, Tusqueis, 2005 NUEVOS HORIZONTES DE LOS ESTUDIOS LITERARIOS 47 mitada, pero que s6lo desde esa limitacién es mente y puede articular Procesos comprensivos. Y esos procesos comprensivos son siempre comparativos (y, por tanto, relativos: esto es, fundadores de relaciones, en un horizonte de relatividad y no de relativismo). Sabemos que nues- tras comparaciones dependen de nuestros puntos de vista, de nuestros conocimientos y de nuestros intereses. Pero no puede ser de otra mane- ra. Se nos insta a dar razon de lo que vemos, de lo que apreciamos. Y procuramos que mantenga, en relacién con el objeto, un principio de co- reccion. ‘Comparar’ es palabra que procede de la raiz indoeuropea per(d)-1, “producir, procurar”: parar, orig. ‘preparar, disponer de’> ‘poner en tal 0 cual estado 0 posici6n’ > ‘situar’> ‘colocarse’> ‘detenerse’> ‘ir a dar en un lugar, tener alli posada’> ‘parar(se)’. Comparte, pues, raiz con otras pala- bras que nos ayudan a comprender la profundidad de su significado: am- parar (< *anteparare: prevenir de antemano, disponer un parapeto de- lante de algo), separar, reparar, preparar, disparar.. Por supuesto con ‘comprar'... Incluso con 'emperador' y, con sufijo *par-yo-, con pario (pa- rir, pariente...) El comparatismo, como fundamentacién metodolégica, pertenece a todas las ciencias 2°. Ademés, funciona tanto en el nivel teérico como en el experimental. Incluso la psicologia perceptiva nos dice que los datos del mundo objetual externo que llegan a nosotros a través de los senti- dos no llegan a convertirse en objetos de conocimiento hasta tanto no han sido contrastados (comparados) con un complejo repertorio que te- nemos almacenado en nuestra mente. No puedo ni siquiera ‘ver’ nada en su mismidad, en su singularidad, en su irrepetibilidad. Lo veo desde los moldes, las formas, los repertorios, que tengo previamente almacenados en mi cerebro, que funcionan como categorias, formantes @ priori de mi entendimiento, condiciones de mi precomprensién. 29 Cf, Sartori, G.-Morlino, L. (comps.) (1991): La comparacion en las ciencias socia- Jes, Madrid, Alianza, 1999. Alli afirman: “No existe una logica de la comparaci6n exclusi- va de la ciencia politica y una diferente en la sociologfa, en la economia o en otras cien- cias sociales, No existen tampoco opciones y decisiones de un estudioso perteneciente a un sector de las ciencias sociales que no deban ser asumidas o no sean relevantes tam- bién para otros cientificos sociales’. Por cierto: abogamos desde aqui a eliminar las arti- ficiales barreras entre ciencias sociales y humanidades. Tal vez la creaci6n literaria, por lo que tiene de social, de lingUistica, de estética, se encuentra en el mismo punto de inter- seccién. 48 MANUEL ANGEL VAZQUEZ MEDEL En el marco de la reflexi6n literaria, el comparatismo ocupa un lugar central, por mas que su desarrollo sistematico sea relativamente reciente (algo mas de un siglo), e incluso la constitucion de la Asociacion Interna- cional de Literatura Comparada (AILC/ICLA) date de 1954 en Oxford, y su primer Congreso se celebrara en Venecia en 1955 39 George Steiner nos recuerda: “Todo acto de recepcién de una forma dotada de significado, en el lenguaje, en el arte 0 en la miisica, es com- parativo. El conocimiento es reconocimiento, bien en el sentido platoni- co —que remite al recuerdo de verdades primigenias—, bien en sentido psicolégico. Queremos entender, ‘situar’ el objeto ante nosotros —el tex- to, el cuadro, la sonata— otorgandole el contexto inteligible ¢ informati- vo de la experiencia previa relacionada con el mismo. Intuitivamente, buscamos la analogia y el precedente, los rasgos de una familia (de ahi, Yamiliar’) que relacionan la obra que es nueva para nosotros con un con- texto reconocible. En el caso de la innovacion radical, de la estructura poética, representativa o musical que nos sorprende por carecer de algu- na manera de precedentes, el proceso de respuesta es un complejo mo- vimiento encaminado a incorporar lo nuevo a lo ya conocido. Incluso la originalidad extrema comienza, a medida que entablamos un didlogo in- terrogativo con ella, por hablar de los origenes” 31 La “Literatura Comparada” es una parte fundamental de las Ciencias de la Literatura, que tienen en comin su objeto material (el conjunto de discursos considerados como literarios), si bien difieren en su objeto for- mal (0 punto de vista desde el que se aproximan a su objeto): la critica literaria utiliza criterios sincr6nicos y analiticos; la historia literaria, dia- cr6nicos; la teoria literaria, abstractos o de caracter general; la “Literatura Comparada”, especificamente comparativos, sin por ello prescindir de los instrumentos que le proporcionan los otros ambitos del saber litera- tio. En ocasiones se tratara de un problema de énfasis mas que de espe- Cificidad, pues los estudios comparados de literatura no son los tinicos en utilizar pautas comparatistas (que también estan presentes en los estu- dios de literaturas nacionales), ni son éstas -como ha quedado dicho- las Gnicas presentes. 50 De la ya inabarcable bibliografia recomendamos Romero Lopez, D. (comp.): Orien- taciones en literatura comparada, Madrid, Arco Libros, 1998; y Gnisci, A. (ed.): Introduc- ci6n a la literatura comparada, Batcelona, Critica, 2002. 31 Steiner, G. (1996): “;Qué es literatura comparada?", en Pasién intacta Ensayos 1978-1995, Madrid, Siruela, 1997, p. 121 NUEVOS HORIZONTES DE LOS ESTUDIOS LITERARIOS 49 A pesar de su corta existencia, la Literatura Comparada ha experimen- tado varias crisis, y desde luego, exige —como vimos antes— un conjun- to de conocimientos verdaderamente amplios a quienes desean ejercitar- se en su prictica: dominio de idiomas, de historia general y de cultura, de teoria general de la significacion, de otros cédigos y sistemas de co- municaci6n no verbales... En una fase de la historia de la humanidad en la que estudios recientes afirman la duplicacion cuantitativa de la infor- maci6n cada cinco anos, el perfil del perfecto comparatista se nos esca- pa. Por ello, su actitud abierta y su amplitud intelectual son en nuestros dias tan importantes como su formaci6n. En su insaciable curiosidad, el comparatista es, como nos dice Claudio Guillén, “quien se atreve a mo- lestar, no pocas sino muchas veces a los amigos y colegas”32. Esto es: quien constantemente amplia su competencia cultural para apreciar per- files y dimensiones que de otro modo podrian pasar inadvertidas. Ademés, no podemos detenernos s6lo en la importantisima tarea del comparatismo entre textos literarios de distintos tiempos y lugares, a tra- vés de procesos de transcodificacion homogénea (0 traducci6n), pautas tematoldgicas, genéricas, estilisticas, etc... sino que debemos situar en el centro de nuestras consideraciones esas sutiles relaciones entre la crea- ion literaria y otros productos no literarios (que cuando se relacionan entre si genéticamente implican una transcodificacién heterogénea), de entre las que las relaciones entre cine y literatura (por su importancia en nuestros dias) deben ocuparnos especialmente, sin olvidar las conexio- nes entre creaci6n literaria y artes plasticas, mUsica, pensamiento, etc Un desarrollo sistematico de las categorias modificativas aristotélicas (adici6n, supresion, inmutaci6n, transmutaci6n), sobre el fundamento de una base comin, nos ira adiestrando para avanzar en el mejor conoci- miento de estas complejas relaciones entre productos culturales. El com- Paratismo, al situar dos o mas discursos (al modo de figuras) sobre el fon- do comin en el que resaltan similitudes y diferencias, opera a través de dos estrategias basicas: o bien la utilizacién de lo comin en beneficio de la diferencia, o bien la apreciaci6n, por encima de matices o rasgos dife- renciales de aquello que tienen en comin las realidades comparadas. La experiencia de muchos afios de trabajo compartido en el Semina- rio de Doctorado “Tendencias y métodos del comparatismo literario y 32 Guillén, C. (1985): it, p. 10. 50 MANUEL ANGEL VAZQUEZ MEDEL cultural” me ha desvelado la importancia fundamental del conocimiento abierto y solidario, del papel activo que el comparatista debe adoptar, del aprendizaje por inferencia e inducci6n, partiendo de casos concretos que inmediatamente despiertan otras asociaciones... Y me consta la fascina- cién que se experimenta cuando se permite personalizar el objeto de nuestra indagaci6n, adaptar la investigacion a nuestros intereses vitales, a nuestra sensibilidad, utilizando los métodos mas diversos, y haciendo gala de una gran creatividad. Y, en efecto, con los correctivos necesarios, este trabajo que parte de discursos concretos (sean verbales, pictoticos, fotograficos, cinematograficos...) y es capaz de relacionarlos bien sea por conexiones genéticas, bien por trasfondos comunes mas basados en las estructuras antropolégicas de los imaginarios humanos, bien por otros tipos de nexos (incluso los que, con raz6n o sin ella, se establecen al vincular unos y otros discursos). Siempre hay un gran enriquecimien- to, al tiempo que se ensancha nuestra propia competencia cultural y se afinan nuestros criterios. Recuerdo casos de extraordinaria agudeza: el seguimiento del mito de Antinoo, desde sus raices hist6ricas, a las dos ex- traordinarias interpretaciones de Pessoa y Margueritte Yourcenar; 0 la ori- ginal revision del relato ovidiano de Apolo y Dafne, como mito para la “crisdlida” de Lolita, en Nabokov y en el film de Kubrick... Hasta el pro- vocativo contrapunto entre la construccién de la subjetividad en el auto- rretrato de Durero y la destruccion de la subjetividad en una cancién del desaparecido grupo 091.. fayamos ahora, sin abandonar nuestro hilo conductor, a la segunda clave. IL, LA NUEVA SEMIOTICA HERMENEUTICA Y TRANDISCURSIVA COMO CAMPO UNIFICADO PARA EL ESTUDIO DE LA CULTURA. Y DE LA COMUNICACION LITERARIA, La semiotica transdiscursiva nos puede proporcionar ciertas claves tedricas desde las que toda comprensién de un producto cultural se nos revelara como una peculiar forma de comparatismo (y de puesta en valor), al tiempo que pone a nuestra disposicion muy precisos instru- mentos de anilisis. En efecto, frente a la fecunda —pero muy limitada y estatica— semi6- tica estructural y textual de la inmanencia, proponemos el desarrollo de una dindmica semi6tica sistémica e interpretativa (hermenéutica) de la NUEVOS HORIZONTES DE LOS ESTUDIOS LITERARIOS 51 transcendencia discursiva. Es el marco mas adecuado para la compren- sion de las sociedades y los productos simb6licos complejos, unidos por mexos miltiples en redes culturales. Coincidimos en este sentido con la propuesta de semidtica critica de Gonzalez de Avila y con las exigencias que plantea en estos momentos: “la superaci6n definitiva del principio de inmanencia, la inscripcién del sentido en el cuerpo del sujeto humano, la enunciaci6n como piedra an- gular del discurso y la existencia de enunciaciones colectivas 0 aperso- nales, la insercion de la semi6tica dentro del paradigma cognitivo, la re- lacion entre eognici6n y accion, la reformulacién del modelo de la somunicacién y del control en la semiosfera, la polifonia o monofonja del discurso social, la universalidad de los mecanismos semiéticos y, por ltimo, la ontologia —hoy muchas veces percibida como bioldgico-cog- nitiva— del sentido” 33. La interdiscursividad 0, mejor, la transdiscursividad —si consideramos aquélla una de las posibilidades de ésta— no remite a un hecho aislado © que afecte en exclusiva a la relacion entre algunos discursos* (0 tex- tes). Esto es: no se trata de que, por ejemplo, descubramos en unos dis- ‘cursos si y en otros no la huella de otros que lo hacen posible. Por el con- "ario, todo discurso, por su propia naturaleza, esta abierto y remite a ‘tos: unos previstos desde la productividad emisora, otros convocados en el complejo proceso de la circulaci6n social y otros, finalmente, pos- tulados (acertadamente © no, que esa es otra cuesti6n) por esa re-pro- ductividad receptora sin la cual el texto no existe como contenido de onciencia (Gnico estatuto gnoseologica y humanamente posible de un fexto). Ni siquiera estamos hablando, con una nueva y ociosa terminologia semozada, de la tradicional perspectiva de las fuentes e influencias que, 53 Gonzailez de Avila, os, 2002, pp. 9-10. Nuestra insistencia en la necesidad de una consideraci6n discursiva no es un capri- ‘cho terminol6gico, sino que pone de relieve un importante cambio de enfoque. La meta- fora del “texto”, del tefido que entrelaza relaciones horizontales (sintagmaticas) y vertica- ss (paradigmaticas) fue muy fecunda en el marco de la semiotica inmanente. El objeto de contemplaci6n de la nucva semi6tica de la transcendencia y las interacciones discur- sivas es, obviamente, el discurso, considerado din4micamente en toda la complejidad de ea proceso que incluye, pero excede la consideraci6n del tecto. CF. Vazquez Medel, M.A.: “Discurso”, en Ortiz-Osés, A.-Lanceros, P, (Dirs.) (1997): Diccionario interdisciplinar de Hermenéutica, Univ. de Deusto, Deusto, pp. 149-154. + Semi6tica critica y critica de la cultura, Barcelona, Anthro- §2 MANUEL ANGEL VAZQUEZ MEDEL con todo, supone un importante antecedente para la elaboracion y desarro- llo de las nuevas teorias transdiscursivas y, en general, del comparatismo literario y cultural... Pero que —como veremos mds adelante— carece de instrumentos operativos y formales de identificacion de procesos trans- discursivos en el flujo de la cultura. Todo texto —y habr que recordar mas adelante nuestra teoria exten- dida del texto, como una parte esencial del fluir discursivo— se constitu- ye en una reticula de encrucijadas, y es captado y significa no por su in- manencia, sino precisamente por todo aquello que lo transciende: desde el cOdigo verbal, audiovisual, etc. en que queda cristalizado, hasta las de- terminaciones genéricas que nos permiten adoptar, en relacién con él, unas determinadas actitudes y unas concretas expectativas. A partir de ahi, toda realidad se constituye en un anclaje con otros textos de la cul- tura, en relacién con los cuales debe ser definida y comprendida. Y he- mos de dejar aqui simplemente mencionado el grave problema acerca de la capacidad de referencia de los textos a algo externo a otros textos: ges posible que la referencia nos lleve mas alld de esa pared en la que se es- tablece la Gsmosis entre textos (que someten, a través de codificaciones, el principio de entropia) y el caos pre-gnoseolégico que para nosotros se da en la fluencia de lo real? Si ello ha sido y es asi desde siempre, la conciencia del fendmeno (la transdiscursividad y la incognoscibilidad radical de lo real en si) y su ex- plicita “rentabilizacion” artistica surgen en la culminaci6n y en la crisis misma de la modernidad, de tal manera que nuestro siglo se caracteriza (aplicando los tipos basicos de transtextualidad establecidos por Genet- te35): a) En lo que se refiere a los fenémenos propiamente intertextuales 36, por una potenciacion de otros textos en cada texto artistico, a modo de guifio al lector y a la vez como recurso de ensanchamiento significativo e incluso de filiacién y legitimidad discursivas; el dialogismo —con todo lo que implica de afirmaci6n de posiciones que interactian y de conflic- to— se ha potenciado en nuestra Epoca desatando eso que Vattimo lla- ma “el conflicto de las interpretaciones”. 55 Cf. Genette, G. (1982): Palimpsestos. La literatura en segundo grado, Madrid, Tau- tus, 1989. 36 Mendoza Fillola, A.: Literatura comparada e Intertextuatidad, Madrid, La Muralla, 1994.

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