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ISLAMOFOBIA
NOSOTROS, LOS OTROS, EL MIEDO
Icaria Ms Madera
NDICE
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toda normalidad a Francia. Tnez, lleno de musulmanes potencialmente violentos, era un lugar amenazador; Francia, llena de
franceses individuales, segua siendo un pas acogedor, amenazado
en todo caso por algunos borrosos tunecinos y que mereca por
eso tambin la solidaridad activa de un viaje de turismo.
Estos dos ejemplos banales revelan un imaginario islamofbico asumido con tanta naturalidad que acaba por parecer razonable
y, en cualquier caso, inevitable considerar ms amenazados a los
franceses que a los tunecinos, y ello aunque los asesinos de Pars
fueran franceses y aunque la mayor parte de las vctimas del terrorismo en Tnez en los dos ltimos aos hayan sido tunecinas.
Del mismo modo se concede mucha ms importancia meditica
y moral al asalto a una sinagoga que a 50 mezquitas, cifra de los
ataques antimusulmanes registrados solo en Francia y solo entre
el 8 de enero y el 10 de febrero de 2015. O se juzga sensato y
democrtico que la polica francesa, antes ya del atentado de Pars, mandase a las comisaras del pas una lista de indicadores,
todos ellos de carcter racial e islamofbico, para identificar
a los sospechosos de radicalizacin: barba larga sin bigote,
indumentaria musulmana, cabeza rasurada, rechazo del
tatuaje, prdida de peso ligada a ayunos frecuentes () y, por
supuesto, retrica poltica relativa a la injusticia en Palestina,
Iraq o Siria e inters por la historia del islam.
La islamofobia est hasta tal punto homologada que no puede
resultar extraa, al calor de la crisis, la ascensin de partidos o
movimientos de ultraderecha en Europa en las ltimas dcadas,
desde Pegida al Frente Nacional francs, de la Liga Norte italiana
al Vlaams Belang belga, del Partido de la Libertad austriaco al Jobbik hngaro, fuerzas rampantes que se nutren, en cualquier caso,
de las polticas gubernamentales y de las rutinas de los medios de
comunicacin. Los discursos de nuestros polticos sobre tolerancia
y estado de Derecho chocan sin parar con las leyes migratorias,
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