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‘MILCIADES PENA Hiroaia fmentana 1 FICHA TECNICA Prop. Moatne Canin. Bute tabojo, preparado_y exerto por Mitadet Peta dornte los aos 1955'x 1087, forma parte te 1 sitio de mayor entergudarn sobre ln fonmniSa y as las clases socials exe Rito wae Ties ah eee ANTES DE Sas a erro ner lntdos como unkdados‘ndopendicnten x lta corr eta de los mitmos figura en ln contatapa on a wisi hee Sats SS MAYO Gabe aclanar que al captule tobre la Coloteciin . ante S. Jill co ete tomo, spares Formas Sociales del emo wn aticule Independiente en a revista Fichos de Imanigatin Bconimice 9 Soc (S10; i ‘Trasplante Espafiol de 1000). al Nuevo Mundo Pom revindas, camblindose ‘en algunos cus por cliciones mis modecas de la misma cbr, Ediciones Fichas ‘Buenos Aires Copreghs por ‘icones Flekas Pedro Stra Contentes 1513 2 EDICION CAPITULO I ESPANA Y AMERICA ePorgué Estudiar a Espata? Durante decenas de siglos las diferencias en el nivel de vida de las distintas comarcas del mundo civilizado ‘fueron comparativamente pequefias. Existian aquellas por cierto, pero el ineremento de la poblacién, que la falta de medios de produccién adecuados no permitia enfrentar ‘con inerementos iguales o mayores en Ja produccién, man- tenla mediocre igualdad entre la mayor parte de los ha- Ditentes de las distintas regiones, Habfa, eso si, desniveles abiamales entre el bienestar de unos muy pocos privile- gindos y la zaparrastrosa miseria de la gran mayoria, Pero hace nos trescientos aflos este cundro comenzé a cam- iar, de modo lento al principio, vertiginosamente después. Algunos contados paises acusaron un aumento paulatino de poblacién y también de.capacidad produetora, Ellos de- vinleron entonces —combatiéndose entre si y sucediéndose en el contro hegemSnico— las potencias directoras del mundo, las més présperas y poderosss. Hablamos do In- giaterra, Francia, Alemania y Estados Unidos. Su pro- reso fue producto del capitalismo industrial, esto es, de i Miletades Pen, La burguesia desempess aria ere! ae gran ate Ho supimos cuanto podia dar de s{ el trabajo uaa faba rein Cre manos y las catedrales gética, Ls horus hs fo : Sei a et = Bodltien capscided productora y sus métod, Bor une inguletud y una dindmice incesanta."vs mtodat ‘Aguel mereado local y nacional que so bastnta ohogrtt Seemann aa aaa oe 'erdependencia, todas las naciones. ore Ara Antes de Mayo ‘enerigias y tantos elementos ereadores (Manifesto Comu- niate, 65). Para tomar en sus manos el poder econdmico y polt- tico, y estructurar Ia sociedad @ su imagen y semejanze, Ja burguesia industrial tavo que desalojar a los maestros de los gremios artesanos, a los seflores feudales, en euyas ‘manos se eoneentraban las fuontes de riqueza. Su ascenso fue fruto de uha lucha victoriosa contra el régimen feu- dal. A medida que crecfan los medios de produecién y transporte sobre los que cabalgaba la burguesia industrial, resulté que las condiciones on que la sociedad feudal pro- ducia y comerciaba, la organizacién feudal de la agricul- ‘tura y la manufactura, en una pslabra, el régimen pre- capitalista de la propiedad, no correspondia ya al estado de las fuerzas produetivas, Obstrufa la produceién en vea de fomentarla, Habiase convertido en una miltiple traba para su desenvolvimiento. Bra menester hacerla saltar y salté. Vino a ccupar su puesto la libre concurrencia, con Ja constitucién politica y social més o menos demoeratien a olla adecuada, que permitia la hogemonfa econémica y politica de la clase en ascenso (Manifiesto, 66). Tal fue la mentada revolucién demoeratieo burguess. El proceso se manifesté en distintas formas en los Gistintos paises, y su expresién politica fue diferente en cada uno. La consolidacion politica de la burguesia se ex- pres como violenta revolucién popular en Francia en 1789 y 1848, y en Inglaterra como guerra civil primero y Inego, en.el siglo XIX, eomo lucha por la reforma electo- ral y arancelaria, En Estados Unidos la lucha se produjo em torno a Ja evolucién de la esclavitud y culminé en la guerra civil de Norte contra Sur. En fin, en Alemania hubo coneiliacién y mutuo acomodamiento’ de burgues{a, Bobleze y realeen bajo la direccién bonapartista de Bis. mare 10 Milefades Pefia Nien Espafia ni en Améries Latina ocurrié nada come Parable, De alli proviene la esencial identidad entre Be, paha y América Latina, En el mundo moderno, Ia ee men && colonias se caracterizan por su atraso y dependencia respecto a otras potencias. Ni una ni elves pudieron desarrollarse hasta hoy como naciones capitalin [BS industriales, vale decir, no han podido realizar 1o fun. Gamental de le’ revolucién democrdtico-burguesa, erst ¢mbargo, tanto Espalia como América Latina sire yieron a la expanaién mundial y al trianfo del capitate industrial en Europa —donde estuvo continado haste A uesis, atizando con ello el elemento revolucionario- que se escondia en Ia sociedad feudal en descomposicion, Gat @l crecimiento de Ia burguesia brotaban necesidsdos mot vas que ya no bestaban a satistacer los frutos locales sing ue requerian productos coloniales y muy especialmente oro y plata. ¥ estos productos provenian de Américes Ta, tina. Metrépoli y eolonias sirvieron asi al florecimients del capitalismo industrial; entraron para beneficio en al remolino de la acumulacién capitalista. Ambas fueron en srunajes decisivos en In estructuraeién del. moderna men, cado mundial, en la difusién del intereambio mercantil Por los cuatro confines de la tierra, Pero ni en Espane ni gu América hispana jamda hizo pie firme el capitalise industrial, En su aisencia, Ia revolucién democritice, Durguesa se qued6 en ideal 'tedrico 0 caricature politicn sin legar jamds a una realidad triunfante Bsa es, en sus fundamentos 1a famosa herencia que Espaila dejé en sus posesiones de Améries, herencia de la que la misina Espafia no se ha desprendido todavia. Uns function periférica en Ia platea del capitalismo mundial p2 Faquitismo insuperable del eapitalismo industrial in. terno. ¥ por to tanto atraso, dependencia, estancamienta, u Antes de Mayo exo tudlar a Espafia como eapltulo primete de'la historia lntinamericana. Las ‘ers téricas que generaron su fracaso como nacién moc son las mismas que con igual resultado actuaron —) ‘tdan— sobre Latinoamérica. ac Los Mitos Respecto 2 Espafia realidad ofrece cierto grado de resistencin¢! Bas ‘Pero en el proceso del Se er : fons ‘2 su vez para compensar si debilidad ane repoamee Siiaerere ee ee Robe ma en eee eee a eg ore Feviste un carkcter extraordinario. El Binomlo grandezs- ee ees aonidas ps niceren a con ‘ewe oir rne han ee ninguna Secsien oe un ee eee an lesarrollo econémico. Apenas ymbrarse - “ los historiadores burgueses, ee fees Sem pin cin ni es en rn lo lo es que sritores mat i. Hig eet rtendeg ot “Compan pallies al adalaate técnico y cultural ce pala: Ningén otro estaba en esa época (fines del siglo ) 7 See ore es ee Win Ss Espen i ine Se tape rites imient rica ¢] progreao’ econémico per SR dha repr erin fp 2 Miletadea Pea “el primer imperio mmanufacturero she cig fanaa 2 fe peter age ing Pash tease ee ate feel eatmcnt ae Sirens rn J Por Jo pronto, la unificacién nacional 2 de Espafia to- aavis'no ce habia iogrado en al siglo NV seg aes fon los Borbones (Larraz, 17). Como Io sdvirtis More Pose @ la unificacion puramente externa realizada por Iot ores Catélicoy“Bepata, come teens una Alomeracién de tal dirigidas repetion Te, Mamee = nae iy canteen oe ers tne fae: tia’ Soe 192 y 204). Hay un fené: c an fendmento, que a entre sari cael ba ara Integra cconémica ens # provincias de Espafta. La economia e estaba tan desintegrada del resio, que se Hoge act oS oben feet gxporiacién de mineral de hierro uo wlan sero sino al resto de Espatia’” (Salyer, Mertoatinn ay eran extranjeras en Custilla, Navarra, Catalu; Yorn de sterte que Ie mettadese Gta as fee Antes de Mayo = Ge peaje cuantas veces pasaban de una a ota zona fisesl, La exhuberancia de la vida municipal, que on los primeros afios de 1a reconquista aislaba a las eiucades hasta el pune to de parecer hijas emancipadas de la patria, se habe de- bilitado con el tiempo, formando pequefias naciones lla- madas a formar uns monarquia poderosa, Entretanto cf a pueblo se gobernaba a su modo, sin hacer causa comin con los demés pueblos peninsulares; aunque obedeciendo al mismo soberano, calebraban cortes separadas, gozaban Ge distintos fueros, y en fin, conservaban su autonomla” (Colmeiro). Verdaderamente, si se tiene en cuenta la realidad de Expafia bajo los Reyes Catélicos, bajo Car- log, V y aun después, se observa “la supervivencia Inalte- vada de las economfs auténomas de cada uno de Ios cinco eines poninsulares, sin que ninguna organizacién su- perpuesta y asimiladora abriese camino a ln idea de que formaban parte de una economia nacional unitaria, se comprieba que le de cada reino no llegé @ fundiree en cl crisol de Ta ‘inics nacionalidad. El aragonés era conside- rado extranjero por el castellano, y viceversa. Si las ba- rreras aduaneras interpuestas los disceiaban econémica- mente, el trato fiscal que se daban entre sf no diferia. del que dispensaban a los extranjeros. Aun dentro. del territorio de un mismo reino nuevas aduanas dificulta- ben el trénsito de Jos ‘mercaderes y los. sobreeargaban, sin averiguar si se trataba de mereancias obtenidas den- tro del mismo pais. Si la diversidad de aduanas escindia, 4 los reinos, los regimenes fiseales, monetarios y rentis- ticos eran también distintos” (Carande, 101). Faltaba, pues en Espafia, antes, durante y después de la conguista de América —época en. que se ubiea el comienzo de su supuesta “decadencia’— ese requisito bésico y a la vez consecuencia primarisima del desarrollo industrial capitalista, es decir, la unificacién nacional. Inglaterra y Franeia, en cambio, ya hsbian avanzado largamente en este camino. Mitelades Pena ‘Antes de Mayo = flamencos, franceses y florentinos” (Haberler). En 1548 las cortes de Valladolid se quejan de que In industris ‘textil no es capaz de abastocor a la mayoria de la pobla~ eién y confian en la importacion de tclas extranjeras (Carande, 163). Pese a su enorme produeclén de lana ‘“fabricaban los espafioles los géneros de lana eon poco arte —cuenta Colmeiro— lavdndoles mucha ventaja en bondad y baratura Francia, Inglaterra y Holanda’ Un nuevo hecho confirma el atruso del desarrollo ea- pitalista espafiol. La mayor parte do las actividades co- Pe fextil- de Inglater: 2 No es cierto qu. ales ¢ industriales se hallaban en manos de extran- ‘pass a que mereiales ¢ jes se halla 108 de extran cite dep aa Greendet de In inusiia etranjeras Te jeres, judlos sobre todo, hasta su expulsion. "Como los lonta, 14). Siempre fue asi" °° A™élee (Pulgurés, co. asuntos financieros se hullaban on manos do los judioe en, ta ‘tes de 1492 y en ellos se encontraba también eircunscripto te 1s HeftPerioridad industrial de toe flamencos dui el peauefio comereio, quedé a los espaficles aélo el cambio econdmnica’ Petia et un hecho irrebatible dele haven, de sua productos brutos con las manufacturas del extran- deonimica. Llegaron a crear la primert ingens Jere y al transporte de estos tejidos por max” (Haberler). (rRortacién a base de lana extranj exit “Los judios formaban en Espafia el mayor y mas paderoso grupo comercial, pasando por sus manos casi todas las operaciones de cambio eon el extranjero” (Klein), Los judfos eran los financistas de loa reyes, y distrutaban por eso de privilegios que la raquitica burguesia espaiiula ja- ‘més so76. Gozaban los judfos el privilegio de no ser apre- sados por Geudas, y, como abusaban de ese privilegio para estafar a sus colegas eristianos, éstos reclamaron en las la Edad Media ha 2 rae ¥ a 108 Patses ¥ eortes el retiro de tal privilegio a los judios, pero e! Rey Gioridad industrial que 1a Espasa del 160) ges, SUPE; Enrique If rechazé su pedido. Ahora bien: en todas las de su pasado. histérieo, ‘Economica no recibiera naciones, al comienzo de su desarrollo, los eomereiantes fina Edad Media inferior a Inglaterra'e Pepat® tuvo son sobre todo extranjeros, y esta caracteristica perdura Fa ej, “A excencién de Barcelona °y Tans Le santo menos progress el'pais en sentido capitalists in. ind nari deo Espaiia en el siglo XV fue mu; ne la dustrial. En Inglaterra, por ejemplo, el comereio exterior vendo apenas desarrollo. A consécuencia deer net fue acaparado Dor extranjeros mientras el pais fue prin- jesesarin Tos produces de fo™uegueneis do ext Te eran cipalmente un exportador de materias primas. Esto cam re aus, alia de Espatia en vellones tenis weet Ue Di radicalmente al compés del progreso industrial bri- #® adquirirla, a precio elevado, ‘bajo In peli. volver tinico (Brentano, eit. por Ledn). Fue precisamente el re- le pafios tardo econémieo de Espafia lo que les permitis a los judios 16 Milefades Petia sengerya tu Paielén dominayte mucho mis tno g laterra'y Francia (Ledn, 81). ¥ le a Je Sucon etd Undicands al atrasoprecsanete net {ue Jo gue caracteriza al capitalismo judfo es 9s carketer samc arora, ex dei emia oe cree de Broducclin va existente ¥ no, como” el eapiteliome indus, portador de un nuevo’ y grogrenve astra oe procs rasar eon el feudalismo (Marx, rn mentale pres de a burgaet ep at fa ek ent eas Antena es Sen Tus Adana SY eters Seabees es Pa ie eerie fees cre tess ape cee ae ,artir de ia expulsion de los judiog se pressjo wh easton iis ernie gna eee eee oe eae. ‘era demasiado atrasada y ‘oti pote sae ag deta Bipat Caine ce = aoe se acentué més todavia, porque comerciar erg utara ew eee Sepsuheam era erm ta is jane fee ubbaiatrin ts fe more ig acta cericn cr eerar gociaban en Espafia de 6 pares los 5” (Coimeras ne BI floeeimlento de a flgunas cludades 26 inserta bién —aunque parezea contradictorio— a suai aa Antes de Mayo ww atraso general de Espafia. Bl privilegio de las eiudades de tna vida auténoma es la aimétrica eontrapartida fel idéntico derecho de los sefores feudales, y, como tal, es un elemento earacteristico de la Edad Media. Le auto- homia de las ciudades fue progresiva on tanto sirvio de Gpoyo e las monarquias para poner en vereda a los no- fbles. Pero devino reaccionaria cuando intenté perpetuai ge contra le monarquia absoluta, que inieiaba le uniti- cacién nacional, superando Ia autonomia local de nobles y ciudades en la unided general de le nacién. El creci~ Inlento del poder independiente de las ciudades —por Jhuy democrética que sea su organizacién interna— equi- Yale on eintesis a la desintegracién del Estado Nacional, tin el cual no ay revolucién demoeratico-burguesa Do- ble. La independencia de las ciudades significa que o sus puertas es preciso pagar derechos de aduana, exac- famente igual que en los puentes o caminos controlados por los sefores feudales. Por eso, en mAs de una ocasiGn, Jor sefiores feudales hicieron frente comim con las clu- dade: contra las monarquias absolutas defendiendo sus privilegios locales contra Jos intentos de unificacién na~ Fonal (Mereantiliemo). Al aparecer el capitalismo —se- fiala Marx— no sé6lo se liguida la servidumbre de la gleba, ‘sino que declina y palidece la existencia de ciudades so- beranaa, que es una de las manifestaciones del esplendor de la Edad Media (Capital, I, 2). Era tan agudo el eopirita separatista de las ciuda- des espafiolas que cobraban impuestos hasta sobre los ‘articulos que los ganaderos trashumantes levaban sobre @i lomo de sus ovejas. Cludades como Sevilla y Cadiz, ciudades de depésito de mercaneias, defendian a toda cos- {fa sus privilegios particulares opon{éndose a la integracion Ge la economia nacional (Mercantilismo). Por otra parte, ninguna de las ciudades habia logrado traneformarse en fl centro econémico del pais, como ya lo era Londres en Gran Bretafia, Todo esto revela, no el poderfo de la bur- # Milctades Peta srvesia expafcla, sino su atcas i 70 atraso, que le impadta superar fu prvilegios mon cieien para zane east o"tnglaterr coneeeuenels in crear de ‘outa pals entero y con ein ia contraliaacion poltien terns pad ek aaropcin Genter nope a ieee (Engl Cony 12), sis palabra de Enaaotetecnis'a'siera ts gl XV slven lanblen cise despa wnt sina exp] titismo). “Las “ taclones corporaiivas que feartas su desarrollo (Jaurds, 1, 79). En Espana, on carta Gzagerado do Ins trabas corporativas pareces eee, Antes de Mayo 19 caracterizaron siempre mucho més por Ia calidad artesa- ‘pal de su produceién que por su gran volumen y barstura, (Carande, 254), Mas la revolucién industrial que multi- plied el desarrollo capitelista se dejé sentir precisamente én lo que Espafia no tenia: en la industria text!l produe- fora de articulos baratos en gran cantidad. La Debilidad de la Burguesia y la Ausencia de una Politica Mercantilista Nada revels tanto la extrema debilidad de la burgue- ‘a espaol como su incapacidad para influir decisiva- mente on la politica del Estado inclinéndola # su favor, fal menos en esa variante coneiliable con la monarquti que era el mercantilisnio. Lo que Adam Smith llam6 improplamente “sistema mercantil” era en realidad, como indicé List, un sistema industrial. La esencia de la polities mereantllista era uni- ficar In nacién. Como indica el mejor estudioso del pro- blema, el mereantilismo procura disolver los exclusivismios Tocales de la Edad Media en un poderoso exclusivismo nacional que fortalezea al pais frente a sus competidores extranjeros. Proponiendo una rigurosa reglamentacién ¥ planificacién de Ia econcmia nacional para sus transaccio- nes con el exterior, el mercantilismo bregaba en todo mo- mento por la libertad de comercio en el sentido de eliminar Jos particularismos Jocalistas que dificaltaban el tréfico ‘interno. Pose a la falsa versién acufiada por Adam Smith, él mereantilismo no buscaba el oro por el oro mismo sino como medio de fortalecer Ia economia nacional, y por ello, mediante una balanza de pagos favorable, estimulaba el desarrollo industrial que permitia exportar artieulos ma- 20 Milciades Petia nufactarados y com rar ater —ecia ‘un ministro ingles ante En Espafia jamés exis en jamés existié una politica mon bo por de pronto unifieacion real del pals Mi inact dacién de 1 Saclén de los particularismos locales, “A pesar de las pro. sere ae tra ro C Ree bee Castilla recaudaba el mismc tril aobre as eran inrodueidas en eh aretonsi Serle dese ol interior que sobre ls trata dando af = Bn Emad) te tel oa Tata ot —e gules se ha repel, nin el fa Oe {gue s@ inepiraban en prinelpios mercantiistas ee fimalaron con reconocido fervor in gunaderia do meee St parte po He rca rica. Una coneepeién mercantili : ieee, fee ee ene al extranjero ae ean z ra urado que se la indust ia = ages més cuanto que la fepduscida de oe ros era insfilentn l grade de ragueris le tmperieey (Garand, 168). "ha pat peecton cantilista de promover Ia ste scored ere i nn om eet epee ae payee la de géneros y frutos, Varias ries ba pected permiten sacar del reino; pocas I que pen mula mrnue,e falbe gecesi nSalar eee Antes de Mayo ae EI tinico elemento presuntamente mercantilista de la potitica espatola fu0 ol afin por conservar los metales pre: Roos dentro de las Zronteras del reino. Pero el parecido es Site aparente, El mercantilismo no sdlo buscaba acumular soales; explicaba que para logrario habia que exportar Tas que lo que ee importaba y para ello era preciso vender Rrticalos mantifacturados e importar materias primas, En Sambio la politica espafiola no hacia sino continuar |e tra- Gicign metaligta de la Edad Media, que procuraba atesorar {entro de cada reino, Zeudo o ciudad, los metales preciosos Gor medios escuetaniente Policiales. “Para los verdaderos Prercantilistas, partidarios teOrieos y pricticos de la doc- Trina de la balanza de comercio, el derrame ininterrumpido Gb los metales preciosos de Espafia era prucha infalible de Que gu politica superaba ala anterior, Ia cual se contentaba Sin prohibir Ia exportaciOn de metales preciosos, sin preo- Cuparse del equilibrio de la balanza de comercio o del su- Serdvit de exportaciones. En efecto, Espafia sexuia aferray Be a Ia vieja politica “metalista” y por ditimo viése abli- gada a dojar que la plata fluyese de ella “come la uvia Hye del tojado"” (Mercantilismo). Mucho antes de. este {esximonio reciente del mejor conocedor del mereantilismo, Colmelro habia observado ya que el affn de los Reyes Ca- folicos por conservar los metales precioses no tenia nada de ‘eoveantilista sino que significaba perseverar “Yen la poll fica comercial do la Edad Media’ Nada demuestra mejor la ausencia de una politica mercantilista y la debilidad de ln burguesia espaficla mefecto Y causa operantes en aceién reefproce— que la politica ante las industrias de las colonias americanas. Pa- {a los mercantilistas las eolonias no podian ser otra cosa igue fuentes de materias primas requeridas por Ta metré- Foti y mereado de las industrias metropolitanas. Por ello Hempre que las colonias inglesas trataron de fomentar las ‘empresas industriales, el Departamento de Comercio de la Gran Brotafia se hizo presente para impedirlo. Cuando * Miletades Pea Pennsylvania pretendié fomentar Inglaterra lo prohibié en virtud de que “no podia esperercg Ia concesién de proteccién por Ins leyes a una manurastens Gis somplttera con Is de Inglaterra por In desventaja que slo suponta para ese pals”. También ge vetd tuna ley de Nueva York que trataba de fomentar el desarrollo te 1 industris de ienzos para velas de barcos, porque era "nas {epiaoce para Inglaterra que se importara a la metropoll $22 al cAiamo recogido en Ins plantaelones con el objeto Be elaborarlo”. ¥ Iuezo se veté una ley de Massachorsoe, $on el argumento de que “la aprobacién de leyes pare cf fomento de las manufacturas que enusaran desvoniclon Gh onalguler modo a Ins de este Reino ha sido consldersta siempre como impropia”,. En este rubro nada era teen Para el Departamento de Comercio de Inglaterra, nl esc, Pabs a su celo protector de In industria metropoliianas Aat Tegé hasta prohibir la aprobacién de las leyes sanciome das en Virginia y Marvland que prevefan la fundacioe ao Tuevas cludades, por cuanto las mismas debian conducts al establecimlento de industrias v atracr hacia af « hon bres del campo dedicados hasta entonces a la preduccion tabscalera (Haecker, p. 148). Detrts de todas entas mene Gas estaba In burguesia ingless, pronta a defender win, Gustria y aerecentarla mediante ia explotacién de las oo industria del ealzado, Nada de eso ccurria en Espafia. Al contrario, cuando 2fluencia de los metales preciosos extraldos de Pateg 7,J3, inauficlencia de la industrin eepafiola provoes Genont Hoss] aumento de los procios y escasez general Ine Crrvy fe Valladolid (1548) pedian a la Corona que aé penigien, le Libre importacion de productos extranjeros’ pane ee 3p, desarrollase Ia industria en América. (i DPA). For clerto que no existia preocupacion algun ro Proteger a la industria ecpaficla, y las cortes ~presurton 23 Autos de Mayo srganos de 1a burguesla— demestraben, o} acangrejado thas de In Dorguesia espaol. Hate criterio do combetir Ihgouaes hundlendo@ a induitria ver de aprovecharia toes aelenay Ia aevnulacion, Ge expita seve claramen- {ip toperrvenes del epiite de as clodades madloevae pole comercial procurabe por anbre fade er fa oa sme ea tna flentements, Bepatn fered una poitien Mberal para con fe'indusirin de sus colonias (Harton, 196); Tas cortes ‘Gntnuaron Feclamando en todo momento, que se Prob. fore In exportacn de géneron para Aroérice, y 6 emt Bicones obedeco la pettca de poner trabas af eomercio 2h ina exlonfan,habitandove cn slo puerto y Timitando fan Jetion'n las pocas oportunidades de fotas y galeones Ravens), De todo esto no ue deaprende,evidentemente sav cortes tuviesen interés. en fomentar i indurte SeGonal iaberler), nt. que in bores expafl 6 als Tige demasiado ligada al desarrollo indus Esparia, Intermediaria Comercial ss Se Jo del comarcio con sus eslonias que ert als Set pare eraser a comeeo Je'Berae Cac at moutria jel comereoextanie- & ‘movian detrés de aquél. “Llegaron ee Tallee y ropied iad de une, sola ciudad del pain 7 lane aitas interiores de Hspasa y lag que eva oar del mar Cantabrico o del Madttarziase Ope eae me ARES dat muro Amin or ee ape de los tributos al vee #6 Corre mm oe municipales y otras ‘Colmei a cal Soros asi ocurriera, dads la escasa capacidad 24 Mitctades Peta industria espatola Yorsble a sv'derarous, Baral ae fc jeres de Francia se enconis6 wie ae ssa Lome frst rns ty Me apie ig ed sera lees Se deen Seley rats Bem ae Says era anerore eae Ponentes liicidos de Ia pi Gteaney: gained la pujante burguesia (Mercantilismo' ontrarlo eucedia. en Espa, donde We ee Antes de Mayo 25 ccantilistas se recluteban en los alrededores de la Corte $...en el clero (Hamilton, 197). La burguesia espafiola Ya ineapaz de elaborar el pensamiento burgués. La tarea Fecafa. en otras clases y grupos sociales que estaban dema- Hado lucrativamente Vineulados al estancamiento de Es- patia para intentar nada serio en el sentido de superarlo, Como ha observado Carande, “al estudioso de las ciu- dades medicevales de Castilla y de los otros reinos penin- Sulares le sorprende el exiguo peso que tuvo, en compara- ‘elén con otros paises, el tipo de cludadano patricio enri- ‘queeido con el ejercicio de actividades industriales o mer- Cantiles. Sedes de floreciente economia, cuyo comercio es- {aviera, exclusivamente, en manos espafiolas, no se en- euentran en el pais. El gobierno local de las ciudades de Castilla lo detentaban caballeros o hidalgos, agricultores © artesanos, algunos letrados, pero rara vez mercaderes, debido a su exiguo nimero més que a una eliminacién ssistemética”. Es sabido que cuando los judios fueron ex- pulsados, sus puestos pasaron no a In burguesia espafiole ‘sino a loa comereiantes extranjeros. El estudio de la politica de Jos representantes de las ciudades ante las cortes denuncia con mayor nitidex,to- Gavia la debilidad de la burguesia espaficla. No sélo hay fncoherencia total en la politica propuesta por las ciuda- ddes, sino que hay una permanente desorientacién que tlen- Ge a resolverse en el apoyo a la tradicional politica de las ‘eiudades medievales, completamente opuesta al desarrollo del moderno capitalismo industrial Milotades Pen EI Raquitismo Estructural de Espatta Neon Hees a inde hair kta a inte pooa's Za Mei grant de denis de ea Ee ouput fae ft cer ils rein ni Stet Brin aha Sein me ie no St 2 are Ss Sta ee ea a eels mee otros paises, Hubo en realidad ‘Mo estructural, crisis de estructure tie fue agravada por Ia inflacion Que eitieasse gamete tras que en Espatia arruiné a ie onal “8 tos in6 a la endable industria =St Glmientoe de a economia se resinlonen festa “31 es lad” (Curande, 59). Esta debilidad de Ia aan ra la c< burguesta. Y esto explica e] tortale- ia noble la Iglesia, que erat ore Gesarrolio capitalista industrial ““demecre Que impedia la comercial. el ek Jpantando aus heredades y posesiones ek Sent ae ton op race de personas pladosas, de donatioes cntee cmpras que hacian con ef scbsan fs, deb derecho a heredar a la multitey to eres Antes de Mayo a mujeres que entraban on las congregaciones religiosas, y por dltimo, con el beneticio de sus tratos y comercios, pies egociaban en ganados y lanas, abrian boticas y tabernas (Colmeiro). “Durante el siglo de decadencia la Iglesia parece haber sido la inica institucion que erecié. Mucho antes del final de la Edad Media la extensién de la mano ‘muerta y el aumento del nimero de conventos fueron con- denados en las cortes y en los escritos de los filésofos mo- rales; pero # lo largo del siglo XVI la Iglesia gané terreno yen el XVII progress a trancos de gigante. En 1619 ol Gonsejo de Castilla informabe que el excesivo mimero de clérigos ¢ instituciones eclesidsticas estaba arruinando & Espafia, y los economistas espafioles del siglo XVII eon- cuerdan exsi undnimemente en este juicio, Hay razén para creer que la cifra conjunta de sacerdotes, religiosos y monjas se duplicé eproximadamente en ese siglo, y se elevaba al final del perfodo a casi 180,000 en una. pobla- cién total de menos de 6 millones de habitantes. El celi- ‘bato eclesidstico contribute a la despoblacién, y ie distri- buelén indiseriminada de limosnas agravaba el ya gra- ve problema de la ociosidad y Ia vagancia. Aunque se ha exagerado generalmente Ia incompetencia de la Iglesia como terrateniente, el aumento do In mano muerta quo acompafiaba a Ia expansién eclesitstica tue probablemen- te uno de los factores de la decadencia agricola. Durante fl siglo XVIT la censura religiosa sobre Ia prlabra ex cerita y hablada sofoed sin duda en todos los ‘pafses euro- ‘peos el progreso intelectual, del cual ha dependido siem- Pre en gran medida el progreso econémico; pero debido 8 Ja dure mano de le Inquisiclén, la interferencia de la Iglesia on e] saber fue en Espafia donde aleanzé mayores Proporciones” (Hamilton, 128). ° El creciente predominio de la Iglesia perpetuaba el estancamlento de Ia economia espafiola. ¥ ste estanea- miento dejabe sin trabajo productivo grandes ndcleos de pablacién, cuyas tinicas ocupaciones posibles eran la 28 Miletades Petia Yagancia @ secas o la vagancia religiosa untada en éleo, X gto, # su turmo, reforzaba el peso de la Iglesia, “Debemes en justicia disculpar Ia inclinacién de los ea: pafioles refugiarse en lo sagrado, Poeas eran Ins pro. fesiones que convidaban con esperanzas de fortuna” (Col. meiro). La potencia que asi gané el catolicismo fue una traba suplementaria de tipo superestruetural para el di sarrollo capitalista, porque es bien sabido que en conte: posiclén al protestantismo, verdadera ideologia del capi. falismo en la etapa de la seumulacién primitive, la re Ueion catélica fue en su esencia y apariencia la religion (el feudalismo, Marx sefialé que la confiscacién de lon bienes eclasidsticos fue una de las fuentes de Is acum, jaelén primitiva. “E) patrimonio eclesidstico era cl ha. luarte religioso detrés del cual se atrinchoraba #l régi. men antiguo de propiedad territorial, Al venirse aqudl @ tierra éste no podré mantenerse en pie” (Capital 1, 2), Ast ocurrié efectivamente en Inglaterra, y poste- riormente en Francis, Pero en Bspafia fue la Iglesia guien confiseé a la nacién para afianzar au propis cow, mulacién, (Ver Bagi, 43, sobre Io sucedido en Inglate. tre, donde “la Iglesia romana era como en todo el con- tinente europeo el mas grande propietario territorial ¥ el princlpal sostenedor de! régimen territorial"), Junto a Ja Iglesia crecieron también Jos latifundios de la nobleza a causa de los mayorazgos, y las vincat laciones (Hamilton y Colmeiro). De este modo quedd efectivamente bloqueado el camino de la revolucion ate, mocraticoburguesa. La mendicante burgues{a espatiola, como su colega rusa o polaca, no tenia fuerza alguna Que oponer a las potencias del pasado. Todavia a cn mienzo del siglo XIX la iglesia espafole poseia 9.000.000 de fanegas, la nobleza 28.000.000 y la clase plebeya 37.000.000, pero la mayorfa de las tlerras nobles y ple- beyas estaban amayarozgadas y, por tanto, imposibilita, 29 Antes de Mayo ino pera sumen jenacion, lo cual cerraba el camino para aumen- ase de ia do painter Priston. Muy oces ere tat Jfcio, las localidades. donde estos Dr © Samira cit: por Bags, Economia 152), amu ee Castilla contra Carlos V eh Mi ern density nt te Bears mates eeraaeey Ge i entonces habria comenza¢ ete Ei iseweal Hebe barn 3 eos Sees iy idencia en cuanto al 30 del pal Ee a cE jesarvalo nacional sino Ios derecios politicos del teror i y de las masas populares” (Ramos, ee No hay un solo hecho que sustente oe ee oe presuradas. Con su clarividencia habitual, Mans obser Sas Sor eee oe Seagate mae mete ee rece tee Pa eae et seein ts tae han rchatren homer By sone Sige nino tamblén de gravar en ing puertas dela coda! \ productos “extranjeros” provenient teas a mien arn eater eating heat ae kmeaa wha a setae = fs ely a ae Ganndo abten! .a naclonal bajo la férrea di oe ae me Jos elementos varios de la ie hare en eat ae oe wl a rs de la Edad Media por el gobierno gener: 19). La insurreceién de Castilla en werent otro objetivo qua el puramente nogative ty fender sus privilegios medievales contra el centralismo de la monarquia, Pero ¢l centralismo absolutista de le mona: $epaiola sclo tenia ‘una semejansa aparente cor a raest jinglés 0 francés. “Fue en el siglo XVI cuandy ea ta se presenta como un ¢ ivilzador, See eee te cay eres trario, mien istocracia se sumergia en la in sin perder ninguno de sus Jas ciudades perdian su poder ‘medieval sin ganar en iio feta", svcd ee ht ser incluida dentro de nutaelon. Este de los muni El cardcter peculiar de] Pafiol,se corresponde perfeciamente bien cn le actus absolutismo contralista es- Ge M Milelades palpi ni f: ‘especialisima del grupo social en que respaldé su absorbentdle, at joa de unifiencién burocraticn de Espafia, Desde jego, 1A monaraufa, a partir de los Reyes Catslicos, roveché el’ antagottismo entre la nobleza, Ins citidades 7 la Iglesia para debilitar a los tfes. Pero su respaldo Yuecte fueron toe gariaderes traahutnantes, agrupados fen el Honrado Concejo de In Mesta. “Le vida pastoril frashumante fuvo una evidente influencia en In destruc- cién de. las fronteras de Ia Edad Medid, que hablan {mpedido todo progreso en les actividades comerciales. Lis marches de los pastores con sus rebafios, largas y metédieds, extendieron el mereado de los productos pas- toriles més alld de los limites locales ¢ incluso allende jas fronteras.” (Klein). Pero las citdades —y las drde- nes eclesiasticas, y Ia nobleza —oponfan toda clase de trabas a la peregrifiaeién de los ganados mestefios, sea para obtener fondos, sea para proteger a la agricultura ¥ ganaderfa loesles agrupadas en torno a la ciudad. Des- de luego, los ganaderos mestefios aspiraban a la centra- lizacion: “1 nacimiento de un fuerte poder central fie un bélsamo para los maltratados ganaderos, pues les pro poreioné un alisdo y un defensor contra iss constantes exacciones de los recatdadores de arbitrios locales.” (Klein). Ya su vez Ia monarguia no disponia dé ins trumento més-adecuado pars derribar el loealismo que la migraciones de ln Mesta ‘esa gran marea de In unica riqueza del pais con su flujo y reflujo a través de Ie peninsula” (Klein). La monarquia delegé en la Mesta en forma de privilegios, funciones administrativas y has- ta judiciales y fiscales que correspondian al Estado cen- tral, y de esie modo “las cludades, los monasterios, las casas mobiliarins, las érdenes militares, deseubren en la Mests, con razén, un poderoso freno de las inmun!- dades y mercedes qué tradicionalmente gosaban”. Dé este modo Ia Mesta fue sin duda un instrumento a Miletades Pefig centralizador favorable a Ie unidad nacional, Pero el sélo hecho de que la monarqufa delegase en una institu. cién particular —de dmbito nacional, 2 diferencia de jas ciudades— tunciones propias del Estado, demuestra las debilldad de la propia monarqufs en euanto moderna monargufa absoluta, en cuanto estado soberano naclo. nal, independiente de todo otro poder dentro de las fron teras en que ejercia su autoridad. Pero hay més, Si le Mesta impulsaba a Eepafia hacia adelante en el sentido nacional, tendia en cambio 0 detenerla en el aentido del desarrollo industrial. Su interés bésico era la exportacién de lana, y la intustria textil espafiola le resultaba un estorbo, igual que a los eomerciantes que vivian de la exportacién de lana y In importacion de manufscturas extranjeras. Cuando Carlos V intents limitar la exportacién de lana a la mitad de Ia produc. ion anual, propiciando as{ la industria paflera naclonal, surgieron tales protestas por parte de la poderosa Mesta syle Auien la Corona dependia para obtener emprés. Htos— y de los gremios de Burgos donde se almacenaba, Ja Jana para la exportacién que se restauré la antigua, Proporcién de 2/3 para la exportacién y 1/3 para ¢l con- sumo nacional” (Klein) El doble papel de la Mesta y Ia naturaleza asidtica Gel centralismo regio —manifesizeiones de la debilidad ge la mendicante burguesia espafiola— ponen de mani- fiesto la tragedia de Wspaiia; tragedia en el sentido hese Hiano: situacién que no tiene ninguna salida hacia ado- lante. No hay en Espafia ninguna clase con intereses y fuerza como para emprender el eamino de la tevolucion Semocréticoburguesa. La ‘débil burguesia sélo acieria a defender sus privilegios locales, medievales, revelando ast su incapacidad para elevarse a clase nacional, Pero el centralismo monfrquico —que no se respalda en la bur- guesia contra los nobles sino predeminantemente en los Banaderos trashumantes contra Jos nobles y las burgue- Antes ile Mayo 33, les tampoco busca una real unificacién nacio si ead gn of desarrollo capitalists, Apenas le Intaresa CTaboluto control buroertico para expoiae todas las feslnes 9 stifacr as voracen nacsliaden et ch carla. Bn fin, la organizacon que més potentemente se interesa en realizar la unidad de la eee oe Gs foe wanaderos— os por su lima natralca Host desarrollo del capitalismo industrial. Ning Ce = Gin aca acorde a lag Tareas que ol desarrollo Gal ca talismo industrial les at asignado; ae Silence oe trientn hacia ra costy hacia une, peeallar combina von de in ros y regrenives que Ias new lin como motores dela Tevluedn democratcobunguesa HEI eayo mts patético de sia eomblnataria endiabnds Jo burgues{a, que defiende sus libertade =. $ato te opans a le uniiearion eu talon 9 esr iguiente de tn gran mercado interno, for eeshumanies, que. presinan infeneamente’ por Ta a aclonal pero se oponen al desarrollo de, la ‘niwrrn salgmando' apa fe Tuneén de expen de lana supeditado crénico al industrialismo foraneo. ispafia donde é¢ da ests Desde luego, no es solo en Bspafia ge da ota ituacién sin salida en que los intereses nacional fede fs laces se entreeraan ¥ sorbinan para, Derpe tuar ef estancamiento y blognear el camino hacia la revo- Iuelon democrdtieoburguess. Igual situacion encontra os en Rusia, en Talis, en Chine, en general e todos es que comenzaron el siglo XX sin haber lo IGS Ubjetivos Ge Ta revoluelon antedicha, 34 Mileiades Peiia Los Reinos de Espafta eran s6lo “Indias de Extranjeros” Posiblemente el factor més importante Jackin del cardcter pecular del desarrallo histories note: fol sea la reconquista, esa obstinada lucha de esel ocho Siglos ‘contra Ia dominacién arabe, Por de pronto la re conquista —eonvirtiendo a Espaha en un gigantesco campamento durante siglos— impidié el dessrelle “so tna agricultura préspera y estable, ceasionando el predes minfo de Ia ganaderia, Pero el ‘capitalismo indesteal f6lo puede surgir de las entrafias de la economis acticne Ja en evolucién, nunea del pastoreo. “Los morose cristianos se hacian una guerra cruel taladrando loo as Boles, incendiando las mieses, robando o destruyenté }08 ganados, poniendo a saco Ics lugares deeguarnecidve endo cautivos y Hevando Ia tierra a fuego ¥ sanses’ Estos saltos y correrias se repetian alternativamente yor na y, otra parte, y entonees el labrador perdla or hacienda y quedaba arruinado” (Colmetro). Como exten Poblacién —la ganaderfa demanda ‘mucho me ae obra que ls agricultura —que hubo ‘de valeween is on "ae conformando asf el gusto espaiiol las las heroicas y su desa] 7 ivi- dades productivas (Carande, 102-6), Psa es Por otra parte la reconguista, consumlen siaa de le poblacién, no fue clita propicio hart alone, Simiento de una clase capitalista nacional, ‘en el’ detic sentido de que fuera espafiola —es decir, no ‘extent {era— 7 de que sus intereses abarcaran tod el pale eno fueran puramente locales. Hasta au expulsion, los ionine veron ol sector més fuerte, Luego esta posislos Ine Antes de Mayo s paron otros extranjeros, Ademés —otro aspecto de! mismo problema— las mayores inversiones de capital en Espafia no pertenecfan a la burguesfa espaficla sino a Jos grandes banqueros internacionales de la époea, En Francia la burguesia fue duefia rentistica del Estado moderno antes de apoderarse de él politicamente (Jaurés, L, 56). En Espafia los duetios del Estado eran rentistas jeros, cuyo interés era sostener a Ie monarai —como Ia soga sostiene al ahorcado— en detrimento de ‘cualquier aspiracién de apoderarse del Poder que pudiern alimentar la, burguesta espafiola. Si el crédito del Estado fue uno de los primeros medios de desarrollo polttico de Ja burguesia (Jaurée, I, 58) en Espafia, puesto en ma- nos de banqueros exiranjeros, sirvié precisamente parr anonadar el desarrollo politico de la enclenque burguesin nacional. Todo eso quiere decir que Espafia —ya en la época de au esplendor. imperial— era una nacién semicolonial, abastecedora de lana para la industria extranjera y cuya economia se hallaba controlada por extranjeros y en ‘manos de ellos. La similitud con Rusia es en este sentido ‘pasmosa. Como ocurria en Rusis, las Imeas magistrales el comercio y las finanzas espafiolas conducian, al ex- tranjero, asignando un papel dirigente al capital comer- cial y baneario del exterior, dando un cardcter colonial a todo el movimiento eapitalista en Espafia (ver Trotsky, Historia, 1, 26). Las operaciones de crédito, concertadas por Car- los V, decidieron, con su larga serie de empréstitos, qué camino siguirian muchos de los tesoros de las Indias. Hacla Flandes, Alemania e Italis, pasando o no por ‘Medina, salieron, en pago de capitales anticipados por Jos banqueros, sumas Inmensas acompafiadas de canti- dades tan grandes de intereses y de cambios acumulados durante varios afios, en ocasiones muchos afics, que 36 Milefades Pefia Hegaban con ereces a duplicar el volumen del capital reeibido (Carande, 225). Los comerciantes espafiles tu- vieron que padecer ls concurrencia forasters en buen mimero de sus propias actividades, desplazades per les extranjeros que las efarcian dentro del pais. EI dictamen de las Cortes de Valladolid en 1548 merece ser trans- cripto: “Que habjendo sido socorrido V.M. en Aleman ¥ en Italia, ha sido cousa de que vengan tanto mimero do extranjeros que, no satisfechos con los negocios de ‘VM. de eambios y consignaciones, y no contentos con que no hay maestrazgos, ni obispados, ni Estados que No arrienden y disfruten; compran todas las lanas, ‘sedas, hlerro y cueros y otras mereaderias y mantenimientos que es lo que habfa quedado a los naturales para tratar y vivir’. Desde luego, “si los extranjeros acaparan tantas manifestaciones del’ comercio en la peninsula y tan gran- de es Ia parte de beneficio obtenida en Eapatia” (Caran- do, 168), 1a debilided de lo burguesfa espafola es, pues, algo mas que uma presuncién. ‘Ya en 1528 se quejaban las cortes de que Jos sreno- veses fueran duefios de los grandes negocios, haciendo ‘préstamos en gran eseala que recaudaban luego con rédi- ‘tos inconcebibles y fabulosos (Cortés, 1523). Las casas genovesas eran duefias absolutas de la industria del ja- ‘b6n, producto que a principios del siglo XV alcanz6 una gran importaneia, asi como también del tréfico de le seda de Granada, la mas famosa de su tiempo. Las Cortes de 1642 hablan de Jos siguientes artieulos que se hallaban monopolizados por los genoveses: “cereales, lanas, seda, cero, ete.” (Haberler) En su Memorial ai Rey para que no salga dinero del Reino, Luis Ortiz podia explicarle a Enrique II que con las materias primas de Espafla y de América adqu ridas por las naciones exttanjeras por un ducado, manu- facturaban esos paises articulos que vendian después 9 Antes de Mayo 37 Espatia por 10 6 100 ducados. Ortiz se lamentaba do ‘que ios espafioles habien sufrido mayores agravios de los que los que habia sufrido América de Espafia 4 cambio de los metales preciosos los espaficles les da- ‘an a los indios bienes o brujerias de mucho o poco velar: pero mediante la compra de productos manufacturados eon sus Propias materias primas, Espatia estaba enrique- tlendo a otros paises y convirtiéndose en el hazmerrele Ge las naciones” (Hamilton, 198). El capital extranjero siguié manejando Ins finanzas y €l comercio de Ja nacién afin mientras la corona sé ‘empefiaba en dictar reglamentaclones de exaltado naclo- nalismo econémico. En 1772 —Spoea de Carlos IV— los franceses tenfan en sus manos el mayor volnmen de lez fransacciones mercantiles que se realizaban en CAdiz, eorriente principal del eomereio hispano; 79 casas de comercio mayorista pertenecian a capitalistas franceses, después de los cuales venian en importancia los eavita: listas Stalianos evingleses (Altamira, cit. por Bagth, Eco noméa, 152). Las Cortes de Valladolid de 1548 expresaron. muy eoncisamente la Tealidad de le sliuaci6n al manifestne due los reinos de Espafia se empobreefan cada ver més ‘y vienen a ser Indias de extranjeros” (Levens). Las deudas piiblicas de las monarauias sbsohu fueron uno de los motores més importantes de 1a acu: laci6n primitive. Los tinos exhorbitantes de interés per- mitieron cosechar beneficios fabulosos a los banqueros internacionales. Esas ranancias “fueron factoras impor- tantes en Ia acumulacién del cavital, la mayor parte del eval bused probablemente salida en Ia industria, y el comercio, y las finanzas” (Hamilton, 5). En Esvaha las gananclas fueron astronémicas, pero las inversiones en ‘su economia nulas. “Los banqueros no se contentahan con cobrar caros sus anticipos. Ms pedian y mas obte- 38 Milelades Pete. nian. Como grandes comerciantes, monopolizaban ciartos negocios; como acreedores de 1a corona administraban sus rentas; como industriales acaparaban las materia primas y las importaban transformadas, a expensas de Jas fuerzas productivas del pais” (Carande, 8) Marx sefial6 que los empréstitos obtenidos por In- glaterra en Holanda arruinsron a Holanda y favorecle. yon Ie acumulacién del capital inglés, Con Espatia ocus ‘rrié Jo contrario, Se arruiné ella y enriquecié a los banqueros internacionales. En plono esplendor imperial fue en realidad un pa{s semicolonial. Sus colonias de Amériea no tendrian un destino mejor cue el da Ia Ma dre Patria, Esquemas y Criterios La ralz do Ios mitos en torno a la supuesta prope: ridad capitalista de Espafia es envel fondo una meapa: cidad pars pensar dialécticamente y soportar esta con. tradiecién: quo un pa{s atrasado en el desarrollo burgués capitalista haya descublerto y conquistado América, C6. mo de una nacién tan atrasada podia nacer el Imperio? Si Espefia hubiera sido atrasada el descubrimiento debié haber sido realizado por Inglaterra. Tal es el esquema de} sentido comin que no puede comprender que el desarrollo hlstorieo no es armonioso y lineal sino eontradictorio y desigual, con el resultado de que las superestructuras po. ftieas nunea se corresponden mecinieamente como dlen: tes de engranajes. El desarrollo de la foven burguesta europes, que cabalgaba sobre las crecientes fiereas prow ductivas, demandaba con urgeneia le apertura de nuevas Tutas sobre el globo, en lo cual ya estaba implicite ef Antes de Mayo 89 ‘eseubrimiento de América. Lo “Iégico” —si por légica entendemos Ia ausencia de contradicciones y el esque- matismo preestablecide— hubiera sido que el descubri- mmiento corriera a cargo de las potencias con mayor desarrollo burgués y no de Espafla, que marchaba a la fetaguardis, Pero semejante légica abstracta es extravia a Ja historia. Fue Espafia quien por ‘una combinacién de Pkocesos superestructurales descubrié América, lo que no gs sino una temprana manifestacién do la ley del desarro- Hio desigual, comin a toda Ja historia, y particularmente visible en el capitalismo. Pero a la larga In estructura econémica hizo sentir su accién y Espafia perdié bien ‘pronto el monopolio de sus colonies y se transformS en ligente intermediario de Inglaterra y Francia, que luego habrfan de heredarle coio metrépolis econémicas de ‘Amérlea Latina, Pero el pensamiento formalista esquemético —aun- que hable lenguaje marxista— no puéde comprender exe entronque desigual de estructura y superestructora. A la indeza imperial de Esvafia necesita, inventerle uns Ce 'ae peonperidad copttaate que nunca tive, Del mie ‘mo modo, fosilizado su pensamiento por el esquema gene- tal de la revolucién democréticoburguesa en los paises donde triunf6 antes de finaliznr el siglo XIX, no com- que en los paises atrasados se da tma cofbinacién de intereses de clase completamente distinta. Y no puede ni imaginarse que en Espafia no es Ia burguesfa —raqui- tien y mendicante, aferroda todavia e gus privilegios lo- eales de la Edad Media—, quien se esfuerza por lozrar Ja tmidad del pais sino los ganaderos trashumantes. Pero ‘una unidad a su modo, desvinculada del desarrollo indus- ‘trial interno, teniendo asf un cardcter combinado progre- sivo-regresive. El marxismo ensefia a buscar las claves para enten- er el proceso histérico en los intereses de clases y gru- 40 Milcindes Pea pos, Ese método permitis advertir que en Inglaterra, Francie y Alemania, la burguesfa, legada a cierto grado Ge desarrollo, tenfa' tales y cuales intereses, entre ellos Ja unidad det pais. E} esquematismo disfrazado de marxis- mo saca de alli la conclusion de que en todo el mundo todas las burgnesias tuvieron iguales intereses y se de- dics, —lupa o telescopio en mano— a deseubrir 0 inven- tar “burguesing progresistas”, y cada ver que aparece tuna reslizacién politica que en Francia o Inglaterra fue impuesia por la burguesfa grita: “he ab{ la burguesi aungue en el pats en cuestién ella se haya opuesto a tal politica, Los elementos peculiares de cada situacién na- cional se les escapan por entero-y no ven nada de lo que es sin embargo caracterfstica de los paises atrasados: el desarrollo combinado, os decir, la coexistencia de etapas Aistintas del desarrollo hist6rico, Ia trasposielén de ta- Teas y clases, Ia reslizacién de tareas “progresivas” por clases reaccionarias que dojan su sello de reaccion en todoa los elementos de progreso y Ia temprana ardens- cién renccionaria de las clases “progresistas” de acuerdo al esquema clisico trazado por el Manifiesto Comunista en base nl desarrollo de la revoluci6n democréticoburguesa en Inglaterra y Francia. Para esta gente sera siempre un misterfo tan im- penetrable como el de la Santisima Trinidad ese método concreto de anflisle histérleo —s] vinleo marxista— que ie permite s Engels descubrir que al comienzo del si glo XVI la clase més nacional —“de mayor espiritu nacional”— en Alemania no era la burguesfa sino la noblesa, ya. que ésta era poderosa cuando lo era el Im- perlo y Alemania estaba umide. (Engels, Cempesinos, 20, CAPITULO 1 LA COLONIZACION DE AMERICA Sangre, Lodo y Civilizacién América estaba fuera de Ja civilizacién propiamente aicha cuando don Cristébal Colon pisé su tierra ror primera vez. Gierto es que los mayas quiz4 hubleran podido ensefiarle astronomia a los europeos. Cierto es uo los caminos y acueductos inedsicos eran admirables. Pero en a conjunto las més avanzadas sociedades indi- genas de In América precolombins se hallaban recién en fi estado medio de la barbarie. tin no eabian Iabora® el i ‘no podian prescindir de sus armas e ins- framentos Ge pletras La colonisclon eapafole cort, desde luego, toda posibilidad de ulterior desarrollo ‘autGnomo, pero aporié, simulténeamente, tun sistema de produceién ‘superior, incorporando América al mercado mundial. Por eso pudieron triunfar un puflado de con- quistadores contra las multitudes indigenas que se les opusieron, Aunque ese sistema de produccién traido per Espafia se alimentaba de carne indigena masacrada en minas ¥ obrajes. at oles Is cultura; preparando att cbjcvamente y peso 4 oct dence las bates pare In emancipactén de toda la, humantia joni nena” Ja colonizacién espafiola es mo tee ete a tren nde at ey tpriemo, aie prelanden dar a Irene ae oso clin de Aindclee Latin ef ena = i emancpa. Supuesto esplendor Precolombino, que la colonizacién habria truncado. Pero semejante grandeza pretérita y gemejanté frustracién no es més que una ifusién anti. Por ot parte, slo el chime enstamdo de un extbiey como Stern puede pone: que Espafa “guera eleva al indo” (Zdeny, 108) 2, “los nogros eran bien tatados en Hispano Amdsea” (Hone S'0) En cuanto a los indios, el testimonto de Tupac Ama- Te) nt tuntos otra describe eon mony ane eran las alturas evangélicas hasta donde slevados por Hspaa, ) wt™* donde Tos Indios eran {Nos oprimen en obrajes, chorilles y cata cocales, minas y chreeles en nuestros pueblos aia See Antes de Mayo 43 bertad en-el menor tiempo de nuestro trabajo; nos ecogen como a brutos y ensartados nos entregan a las haclerdas para laborat, sin mAs socorro que nuestros pro- plos bienes y & veces sin nada”. Es la pintura de tn sistema de explotacién de quince y més horas de labor cotidiana, abonadas con dos reales miserables y a veces con simples “vales” que no se pagan. Y entre los vejé- menes salen a relucir los tratos brutales en la mina de Potosi, donde “los indios rinden la vida con vémitos de sangre”, En fin, bastard citar algunos parratos de una condena de muerte dictada por a Real Audienei de Caracas para borrar cualquier duda. Dice Ia eristia- nisime y muy eatéliea eondena: “que sea sacado de Ia céreel, arrastrado a le cola de una bestia de albardo y conducido a la hora”... “que muerto naturalmente en ella por mano del verdage, le sea cortada Ia cabeza y des- ceuartizado; que la eabeza se lleve en una jaula de hierro al puerto de La Guaira... que se ponga uno de los cvar- tos a la entrada del pueblo de Macuto” y asf los demas en distintos lugares (citado en Guifiand, Epifania, 46 y 58). Todo esto quiere decir cue los espafioles demostrs ron ser tan buenos como cualesquiera otro, incluso tanto como los ingleses, para explotar bratalmente e) trabajo hhumano que encontraron en América (asi como el que importaron de Africa). f Renuitara un exceto de’ candides polemizar aqul con Sierra quien somtiene Je ocarente teorla de que Ia revels encaberada por Tupse ‘Amani se dehi6 x lon excesos de vn tnpector (Hitori, 3) © con la ‘pinién de otro defensor de la pndota Emps8a para quien todo fue cher de lax tnrigas que levaban a cabo los agentes bxitinicos (aac, T, 142), Tgual que toda la etape de la acumulacién primitiva capitalista —de la cual fue parte integrante y prineipalt- sima— la conquista y colonizacién de América derraman 44 Miletades Pefia sengre_y lodo por todos sus poros. Como afirma Marx en Bi Capital "del sistema colonial cristiano dice un hom- hbre que hace del cristianismo su profesién: Los actos de barbarie y desalmada crueldad cometidos por las razas ‘que se Taman cristianas contra todas las religiones y to- dos los pueblos del orbe que pudieron subyugar no en- cuentra precedentes en ninguna época de Ia historia uni- versal ni en ninguna raza, por salvaje e inculta, por Gespiadada y cfnica que ella sea” (1, 2). Esto demuestra el cardcter esencislmente inhumano Gel capitalismo, pero no puede servir de argumento para negar el tremendo salto adelante de las fuerzas produc- tivas que la humanided logré mediante este sistema de explotacién. Y In conquista y colonizacién de América —talificads por Marx como “eruzada de exterminio, es- clavizacién y sepultamiento de la poblaeién aborigen en Tas minas”— no fue mAs que un eslabén en la expart- ssién mundial del naciente capitalismo. El Mito de Iz Colonizacién Feudal Durante muchos afios ee ha repetido que 1s, coloni- zacién espafioln en América tuvo un earfcter “feudal” (Mariétegui fue, entre los marxistas, uno de quienes mas temprano y con mayor énfasis inslstié en esta tesis. (Siete Ensayoe, 12). Aparte de que Colén descubris Amé- rica esa es quizé la afirmaciin més repetida acerca de la colonizactén espafiola, Nosotros en cambio, sostenemos que ef contenido, los méviles y los obfetivos de la coloni- zaci6n-espafiola fueron decisivamente capitalistas. 1 Vale la pena diseutir al respecto? Si se tratara de una cues- tign académica (tal como el origen exacto de Ia palabra ‘Antes de Mayo 45 jaucho, por ejemplo) no valdris Ia pena detenerse en la Ratslion. Pero doterminar el exacto cardcter de la colo- Siesoi6n espafiola tiene una importancia mada acadé- Juice, Baste decir que la conoeida teoria sobre el carécter Mfeudal” de la colonizacion sirvié durante largo tiempo fp Jos moscovitas criollos como telén de fondo para afir- har que la Argentina “muestra adn hoy en su estructura Fasros inconfudiblemente “feudales” (Puiggrés, Colo qe, 23) y para enrollar 1a madeja de una fantasmagd- Toa revolucion “antifeudal” que sbriria el camino # uns supuesta “etapa” capitalista. ‘Atedos a sis dogmas y compromisos poltcot y frenados por sm ‘propia incapacided, lo tniriooe comunistas posteriores « Puigarés usa Pa Uefiniciin de le colonia como sociedad feudal silo para oponerse al focalimo on Ja Argentina de hoy, puesto que sigaiicaie “proponernoe fy tareas hittéclonstoerstectes” (Paso, Colonia, 9.). Y a negetiva al ‘ivtalismo se extiece no so a América Latina sino incluso al Africa don- fe Leoueran Paso (curioso elemplar “mardsts") ve neyativamente el paso {les formas colectivas de propiedad de Ia Herr porgue es om sito “de tapas histéreas muy importantes para ponerse a le altura de los fpacblos mks adelantados” (idem, 118). ¥ esto foe excrito cuatro afoe spate de ls Revolucién Cobana! Sorgio Bagi ha sefialado correctamente que “las coonits"Apans tune do Ainirica no nurgieron a In vida para repetir el cielo foudal, sino para integrarse en el huevo ciclo capitalista que ‘se inauguraba en el mundo. Fuoron descubiertas y conquistadas como un episodio ms de un vasto ddo expansion comercial del capi- talismo europes. Muy pocos lustros después de iniclada su historia propiamente colonial, la orfentacion que van fomando sus explotaciones mineras y sus cultivos agrico- Jes descubren a las claras que responden a los intereses predominantes entonces en los grandes eentros comercia- Jes del viejo mundo” (Bagi, Economia, 104). 46 Milclades Pefte Nadie, ni aun los obcecados teorizantes del “fouda- lismo” colonial, han negado que el descubrimiento y con- Quista de América tuvieron objetivos perfectamente comercisles. Bfeetivamente, cuando eastellanos y portu. gueses tocan las costas americanas Ia existencia de un activo mercado internacional europeo es un hecho desde hhace mucho tiempo. Las explotaciones del extremo orien- te, Jas factorias que se establecen en las costas de Is India, el reconoeimiento y después el tréfico con las cos ‘tas africanas, el descubrimiento y eolonizacién de Amé rica, son meros episodios de esa formidable revolucién comereial que esté conmoviendo a Europa. Hay en el viejo mundo un mercado internacional que absorbe con avidez una cantidad de productos de otros continente Castellanos y portugueses, al ponerse en contacto cont nueva realidad americans, estuvieron movidos por una misma necesidad, por un igual propésito: hallar algo que Pudiera ser vendido en el mercado europeo con el mayor Provecho posible (Bagi, Economia, 68). De modo que el objetivo de la colonizacién y conquista fue eminente- mente capitalista; producir en gran escala para vender en el mercado y obtener una ganancia. Hay por Jo tanto, una neta diferenciacién con los procesos de colonizacién realizados en el seno del feuda~ Hismo europeo, tales como el desplazamiento de los ger~ manos hacia el Este, cuyo Gnico propésito era obtener tierra: pera subsistir, La pequefia economia agraria y el artesanado inde- pendiente —indicé Marx— forman en conjunto la base del régimen feudal de produccién. Fl régimen feudal en la agricultura supone que el seflor no puede explotar toda su tierra por si mismo o por un administrador, en- tonces concede parcelas a los campesinos, que se convier. ten en pequetios propietarios, pero sometidos a una multitud de censos y apretados con lazos personales in Antes de Mayo ar numerables. La produceién feudal se caracteriza por Ia divisién del auelo entre el mayor nimero posible de tri- bbutaries. Por eso estaba salpicado de pequetias explota- clones campesinss, interrumpidas s6lo de vez en cuando por grandes fincas sefioriales. Hl siervo de la gleba, aun- “gue sujeto a tributo, era duefio de una parcela de tierra (Marx, Capital, 2, 8). Es decir que por paradojal que esto resulte a primera vista, el régimen feudal supone Ja pequetia propiedad de la tierra, De ahi Ia pequefa es- cala de la produccién disponible para el mercado y @ redueido volumen del intercambio, Ahora bien, el sistema de produceién que los espatio- Jes estructuraron en América era francamente opuesto a esta estructura bésica del feudalismo. Si alguna caracte- ristica bien definida e ineuestionable es posible encontrar en la economia colonial es la produccién en gran escala (minas, obrajes, plantaciones) para el mercado. Desde los primeros tiempos del régimen hasta sus tltimos dias, ella eondiciona toda la actividad produetiva (Baga, Hco- ‘noméa, 117). Es posible que las primeras encomiendas hayan tendido a ser autosuficientes, pero on todo caso, ello estuyo perfeclamente condicionado al hallazgo de me- ‘ales preciosos. Descubierto el metal, Ia unidad autosu- ficiente se quiebra con estrépito. Los indios comienzan a producir para el mercado europea o local, y el sefor vive con la mente puesta en el mercado. Ademés de me- tales preciosos, Potos{ y In zona adyacente no producian practicamente nada, De otras regiones del virreynato le enviaban alimentos y los més diversos productos. De todas partes del mundo Je llegaban objetos de lujo. No puede darse un caso més claro de producelén para el mereado, Ex fala tocluso In supoticiin de que al monopoio comercial ‘erpaol Impedia e Int Amérious comerciar en gran eacala. Como sostiene en un trabejo reciente, “ht colonies rectfan toda clase de i Miletades Peta main eres) ee ‘bajos; podian exportar sus productos peewee eee sore ae poeel Roepe ee | pope eae ee ees ee ee oo ee each ree ee eee oe a eee oor eet oe eer Buenos Aires fue otra eludad colonial que en el si- gio TUTE ia ead ta‘tonatdad de man tigen ca centracién urbana de la época del capitalismo comercial fen Buropa, Era le puerta de entrada de una incesante corriente de mereaderies que co distribuian después en tuna vata zona que slcanzabs al Alto Perd (Bagi, eo ‘nomfa, 129). En el Noroeste argentino, que se hi que- Tido presentar como prototipo de colonizacién feudal, los cbrajes “fabreaban ‘aides que Unewben 8 erpritre las mereados de Chile, Potosi, B 0s, @ in ieee Buenos Aire fue fundae por segunda yer on 1580 para *abeic poets « Ia Serra” como solitaba el leeeiado Mattenzo una déexta inter (Fite, Hombre, 264). Siete afos deepoés, In alden que apenss footaba 60 pobladores, envba sus primeras exportaciones de géneres ‘confecconador en Tacumaia con destino al Bratl. Aunque ese 2 de fetiembre so recuerda ahora como et dia de la Sndutra foe ea realidad 1 primer esboro de la puiante fuerza comercial de Buenos Aires y ti origen de tuna poderosa Eurguesia itermediars, Antes de Moyo 0 Cara ‘etistica del Capitalismo Colonial Pero —se dird— aunque I sociedad colonial produ cia pare el mercado, [as relaciones de produccién de donde fibtabe la mercancia (es decir, las relaciones entre. los Pabajedores y 103 propistarios de los modios de produc gn). eran feudales, puesto que se basaban en 18 suje- SiGn personal del trabajador. El error de este criterio cede en que la servidumbre no exa el régimen predomi Terite en ta colonia, La obra de Bag y Ins investigaciones Re 'siivie Zabala (amen de otras) revelan eatogdrleamente ate “en las colonias espaficlas predominé Is esclavitud en $rema de selarig bastardeado, siendo de menor importan- tavie esclavitud legal de los negros y el salario libre" GBagd, Beonomto, 127), Bs jusio sefialar que Maristegul Riicee ésto parcislmente (Siete Ensayes, 856), pero ot "Gredominio de 1a esclavitud y.el salario, a la vez que la pecs importancia de Is servidambre —en el sentido his Porto somndmico— nos eonfizma en la creenola de que el ‘nen colonial gel trabsjo se asemeja mucho més el wietalismo que el feudalismo” (Bags, Beoncmta, 102). Bien entendido, no.se trata del capitallsmo indus- trial, Es un capitalisme de factoria, “capitalismo colo- isl", que a diferencia del feudslismo no produce on Dequefia escala y ante todo pare el consumo locel, sino tnogran escala, utilizando grandes masas de trabajado- Seay con la mira puesta en el mercado; generalmente el mercado mundial, 0, en su defecto, el mercado local es- Trncturado en torno a los establecimientos que producen para la exportacién, Estas son caracteristicas decisive; Prente eaplialistas, aungue no del capitalismo industrial que se earseteriza por el salario libre. 50 Milefades Pefia En este sentido la colonizacién espafiola anticips Is, obra que el capital imperialista realiza en Africa, en Asia y en algunas zonas de América durante las ditimas éeadas del siglo 19 y primeras del 20, cuando los gran- des consorcios imperialistas levantan ‘sistemas de pro. duceién hibridos, que siendo en lo esencial capitalistas, ssemejan bastante a la esclavitud, Pero si Ia ocupactén del mundo por el cepital en el dtm siglo colaboré an impedir el surgimlento de las zonst atraralas de ly Inumeniad, no puede mencs que reclbirse con tora la teora avanzada por cleros catdlicos que “mientras lot pueblos cviizados por Espefin y ‘Portugal son baluartes de Ia ciizaclin occidental, los pagblos coos. {tedos por les mclooes protesantes ~en aquellos en que no. hubo sustituelin de poblacioner Ia civilizaclin occidental wile ha penetra fen las lites” (Polgbs, Historis, 15). Pretender que la. emplotcién f sangre y fuego de los indlos fue umm obra pladote pare fncorporar Doeblos a la religién catélicn, y mada parece a lt eriatnes que cme tian los protestanter, serh una teorla que pad comvencer 9 lag sefo- ritas de la Universidad del Salvador, pero de ninguna manera al mis timid Biche pentante, Por supuesto, el capitalismo comercial posee una va- riedad de rasgos feudales que se combinan con él sin modificar empero eu estructura capitalista. “Hay una etapa en Ie historia capitalista en In cual renacen clertas formas feudales con inusitado vigor: la expansion del capitalismo colonial. En las colonias la posesién de la tierra, aparte del luero que se busca en el tréfico de sus productos, va acompafiadas de ciertas reminiscencias foudales. "El poseedor, compafiia o individuo, aplica allt su ley sin apelacién, gobierna sobre la vida y los bienes sin preocupacién juridica o ética alguna, inventa en su beneficio todos los impuestos que su imaginacién y la: Posibilidades del lugar le permiten'” (Bagi, Econo: ala, 102). Antes de Mayo au Que a lo largo de toda la historia colonial hay en la ‘América Bspafoln tn tipo de sefor euyos hibits, euy Afgucion y cuya mentaligad guardan estrecks seme} Aon el tefor del Medioevo no puede eaber la menor Hun EL senhor do engenho y el feshendeiro de ganado ane eaté, en Brasil; el encomandero, ol minero, al laifun- ite ol Cultivador de cacao y de aztear, el obiapo, el 70: Gfere, el estanciero en Ins colonias espafiolas, tienen una sittehdn fendencia 0 considorarse sefiores absolutos den- Fro de sus Cominios tervitoriales, jefee militares locales menosprecio de la autoridad central, y a efercer sobre Sis subordinados una justicis-de inspiracién feudal. ‘Tar- fie puede deeirse Io mismo do los propietarios de inge- tos Je las Antillas beitinicas y de los plantadores de ta- favo Ge. Virginia y_ Inu Carolinas. Pero los. “sefiores Feadales” americanos tienen con los europeos algunas di- ferencias dignas de notarse: las bases materiales de sus Hquezas no son feudos cerrados, unidades. autocuficl {os sino minas que prodicen para el exterior, 0 indice tmcomendados, o ingenios, 0 estanclas, 0 ranchos euyos productos se exporvan, Como dijera Bags, América fue Tne “eoneepeién de casia sobre una realidad de clases (Beerustura, 102). Per su parte Aldo Férrer, que siguiendo © Bagi reconoce que ln preducetén en América se destimba sl mercado mundial, explice el fro argentina en lot siglo xvary xv por la falta de productot expor- lables ya consigulente ausencia de copitiliacin (Economie, 52) lo que no se preguata siqulere et por qué ningura zon de América pels vinewleda sl mereado mondial y con abundante poblaeia fave impulto pars desarollarse como sucedié en la Amérien del Nate, Defic le toctedad colonial como “eonomis primar de subsis. feels” es, aiemés de fal, una manera de mustracrte mediante abe tracclones econdmicns, del estudio de las formas de produccién y propie~ ad, Que ese métods en Ferrer no es une casualidad Jo prueba el hecho ‘gue para él el rango distintico do la sociedad feudal era “la ausencia 52 Milefades Pei de prope tenco y <1 contglnte etencamsent de la product dad” (Ferrer, Economia, 17). " - Rodolfo Puiggrés, historiador de formacton nist qe bac tse tart hore sepentin con propésito de eneontrar en ella —o, en todo exso, inven. ‘tar— los elementos feudales a los cuales contraponer Is correspondiente burguesia progresista, hizo un descubri- miento que, guardando las distancias, es por lo menos tan ‘trascendental como el de América, Se trata de que “La conquista colonizadora trasladé las formas de produc cid... del feudalismo ibérico en. decadencia” y que Tue. go “América dio oxigeno al axénico feudaliame. .. do la Peningula ibérica” (Pulgerés, Eepafa, 8). Siguiendo 4 Puiggrés, Leonardo Paso dice también que en América “ta colonizacién fue feudal” pero con injertos esclavistax (Colonia, 46 y 50). ¥ un apéstol del disparate que eseri- 16 un Ubro titalade “Araérica Latina un Paid” dico que las colonies espafiolas “desarrollaben su economia sobre bases Zendales’. (Ramos, 26). = Pese a las afirmaciones sobre Ia eolonizacién feud €] mismo Puiggrés reconoce que “el descabrimienta a mérica fue una empresa Ilevada a cabo por comercis tea y navegantes™ y favo objetives perfectamerte comer ciales (Colonia, 9). Hay una evidente contradiccién entre esa afirmacién ¥ ia tesis sobre el caracter de la coloni- zacién, que Puiggrés esquiva con Ia teorfa del “pucnte’ seyin Ya cual los objetivos comerciales de In conquista de América sirvicron de pasarela pare que en estas tierras arraigara el feudalismo espafiol. Evidentemente, Puiggrés y Cia, entienden por feudalismo la produecion de merean- fas en gran eseala eon destino al mercado mundial, y mediante el empleo de concentraciones de mano de obra semiasalariada, similares a las que muchos siglos después ‘acostumbra levantar el capital financiero internaelonal ‘en las plantaciones afroasisticas, Si esto es feudalismo ‘Antes de Mayo 88 eabe preguntarse con cierta inquictud qué seré capita- fismo. Pero esta pregunta no preocupa a Puiggrés, quien ‘el “carécter eminentemente feudal del dominio SSpafiol on América” en base a que “la Corona consi- Geraba al nuovo continente feudo directo suyo y vasa- fos a sus habitantes, y no colonias en el sentido que Gesde al siglo XVII les ha ido dando a. sus dominios co- mmerciales” (Puiggrés, Colonic, 16). Aunque parezea, lo Tontrario, estas palabras no pertenecen a un especialista fn derecho comparado, sino & un historiador que se pro- Gama marxista, Pero ‘nada es més extra‘io al marxismo que el cretinismo juridico, y nada mas relevador de un Impenitente eretiniamo juridico que caracterizar como feudal la colonizacién espafiola, no por la estructura de gus relaciones de produceiGn, sino por la forma jurl- ica que asume el vineulo entre las colonias y la Corone eepafiols. La forma que reviste Ia relacion entre las Colonias y Espafia tiene, indudablemente, en lo juridico, Gn acentuado eolor feudal. Pero, bajo esa forma juridies, Gl contenido econémico-social dé las colonias gira en tor- no a Is produccién para el mercado y la obtencién de gananciaa —lo cual da a ese contenido tn decisive caric- fer capitalista, pese a todos los matices feudales que lo ‘envuelven. Nuevamente se tropieza aqui —en la tesis de Puig- grés— con el pensamiento esquematico y formal, que Sintos errores origina en el proceso del conocimiento; Bepefia era feudal; “luego”, su colonizacién fue feudal. Perfecta deduccién formal ¥ perfecto error. Los espafio- Jes Hegados a América encontraron una realidad nueva, jnexistente en Espafia; y el resultado fue que, aun cusn- do subjetivamente quisieran reproducir la estructura de Ia sociedad espafiola, objetivamente construyeron algo muy distinto, La Espafia feudal levanté en América una Sociedad basicamente capitalista —un capitalismo colo- nil, bien entendido, del mismo modo que, a la inversa, 84 Milefades Pea en Ia época del imperialismo el capital financiero edifica en sus colonias estructuras capitalistas recubiertas de reminiscencias feudales y esclavistas. Este es precisa- mente el caricter combinado del desarrollo histérico. El pensamiento formal no capta esto, y por eso, en general, ho capta absolutamente nada de lo esencial. El Mito de Ja “‘Superioridad’” de la Colonizaciéin Inglesa ‘Mal que Je pese a los espafiolistas, la fabulosa des- proporcién entre los destinos histérieos de la Amérien de habla ingleta y la América espafiola reside en los diferentes proceso’ de colonizacién a que fueron someti- das. Pero, ten qué aspectos de la colonizacién esté el oric gen de la tremenda diferencia ulterior? i8i en la “raza” anglosajona— habria que explicar la América espafola como resultante de alguna inferioridad innata de la “raza” latina —o, lo que 05 lo mismo, si el vertiginoso engrandecimiento de Norteamérica obedeee a la supe. Hioridad de Ia “raza” anglosajona”— habria que expli- car otro enigms. ;Por qué motivo esa “raza” anglosn- Jona, que en el norte de los Estados Unidos edifics el capitalism més progresista de la Tierra, a6lo fue capaz en el sur de Estados Unidos de levantar una sociedad esclavista, monoproductora y semicolonial respecto. a In slaterra, mucho més parecida a la América espafola que al norte de los Estados Unidos? En esto como en todo, Ia raza —que por otra parte nadie sabe bien en qué con- siste— no explica absolutamente nada, Vemos que la “raza” anglosajona cuando se instala en una region mo- noproductora de tabaco 0 algodén, con mano de obra es- Antes dé Mayo 55 lava a su disposicién, construye uns sociedad similar 1 Ie que levanta 1a “raza” latina en base al trabajo del indio 0 a la volteada de vacas, y diametralmente opuesta 2 la sociedad que los anglosajones levantan en el norte de los, BE,UU. donde tuvieron que vivir de su propio trabajo como granjeros. Y esto hignifica que el factor determi- ante reside en la estructura de la socleded y no en el plasma germinativo de espaficks o ingleses, Ahora bien: si la teorfa de la “raza” es absurd, tam- bién lo es, y més peligrosa porque se reviste de marxistx, Ja tesis que se podria denominar de la “herencia social”. Segin esta tesls, Norteamérien progress porque recibié en herencia el desarrollo burgués de Inglaterra, mien tras que el resto del continonte se estanc6 en virtud de la herencia feudal espafiola que le tocé en suerte. Esta teo- ria fue adelantada en un principio por Mariétegui (Siete Ensayor, 12 y 58), pero es Rodolfo Puiggrés —auien con su presunto marxismo ha logrado sembrar conside- rable confusién en torno del pasado y del presente del pafs— el que Ia desarrolla hasta gl fin en los sieuientes ‘términos, que no tienen desperdicio: “Loe ingleses que arribaron en el Mayflower y que siguieron llegando dese de 1620 2 1840 —dice— trasplantaron al nuevo conti- nente los rérmenes de desarrollo capitalista aue traian de mu patria originaria. Transfirieron a América sus hbitos de trabajo indenendiente, y su téenica avanzada y no necesitaron del trabaio servil, sino aue, por el con- trario, ésta constinfa un obstéenlo para el desarrollo del social que implantaban. Se instalaron en pecuefia extensiones de tierra que trabajaron en forma intensiva”. Esto —afirma Puigerés— ocurrié en el Norte de Esta dog Unidos. En cambio, “Ia inmigracién verifieada des- pués de-1648 estaba integrada, a diferencia de la prime- ra, vor elementos feudnles encabezados por narte de Ia nobleza. Esa inmigracién se estableciS en el Sur, en Vir- ginia, y —dice Puiggrés— implanté formas de produe- 56 Mileiades Pefta cién y bébitos de vida que correspondian a su origen feudal, La explotacién del trabajo de indios y negros, en forma cervil y esclavista, constituyé su base social. Mien. tras la corriente inmigratoria burguesa impulsé la pe- queBia propiedad rural y el desarrollo manufscturero, la corriente inmigratoria feudal se afirmé en la gran pro- pledad territorial y en Ia economfa doméstica’” (Colonia, 22-8). En la misma vena siguen los comentarios actualed Gel partido que rompié con Puiggrés y sfirman que “los colonizadores de América del Norte arrasaban con las comunidades primitivas e instauraban, mediante el in greso de colonos, el régimen capitalista” (Paso, Colonia, 40). Como se ve, la diferencia fundamental entre ambos consiste en que Paso ni siquiers sefiala la diferencia entre ‘el Norte y el Sur de los Estados Unidos. En primer lugar es necesario sefislar el cardcter mistico de la teoria puigrosista. “Los ingleses trasplan- taron los gérmenes de desarrollo capitalista... transfi- rieron sus hébitos de trabajo independiente y no necesi- taron del trabajo servil’, Los “gérmenes” en cuestién eran —parece— tan poderosos que resistian a todas las ‘varlaclones del tiempo y de espacio, En el nuevo conti- nente los “gérmenes capitalistas” segufan siendo capita- Tistas, y los “gérmenes feudales” seguian siendo feuda- Jes, Buiggrés no parece ni sospechar siquiera que si en ‘al Norte los ingleses no emplearon trabajo servil y se Gedicaron # las pequefizs explotaciones rurales, fue por- ‘que el terreno no permitia hacer otra cosa, mientras que quiere decir, evidentemente, que si un feliz portador de Jos ““gérmenes burgueses” hubiera desembareado no en el Norta, sino en el Sur, en Virginia, no se hubiera dedi- eado en modo alguno a cultivar algodén y tabaco em- pleando mano de obra esclava en grandes extensiones de tierra, sino que —fiel a sus “gérmenes” progresistas— se hhubiera dedicado a Ia pequefia empresa agricola. ¥ a la invorsa, sein Puiggrés, si un retrégrado portador de Antes de Mayo oT vigérmenes” foudales hublera desembareado en las dridas srras de Plymouth, de seguro que, conseeuente con sux ‘gérmenes", hubiera acaparado grandes extenstones’ de terreno pedrogoso y puesto sobre ellas grandes masas de eselavos dodicadcs quién sabe a qué. Como se ve Puig tiene el mismo eriterio historico que el catélico ra, segin el cual los espafoles se abstenian de exter- minar Indios porque eran catélices (no porque el indio fatincamericano ‘podia scr explotado).... mientras que Jos ingleses mataban sisteméticamente los pleles rofas no pordue estos no servian para ser explotados, sino por~ Que... foe ingleses eran protestantes...1 sea que Puiggrés, Paso y Cia., en vex de explicar la conducta social por los elementos objetivos que la oi ginan (tierra, disponibilidad de mano de obra, naturs- {eza de la producein) eluden la explicacién cientifica con una teais acerea do imponderables “gérmenes”” Un siglo antes que estos eaballeros, Marx se, bur- Inba ya de semejante teorfa, sefialando el absurdo de imponer el capitaliemo en las coloniss donde sobraba el terreno libre para ocupar: “Desde luego —dice— deseu- brid Wakefield en las colonias que Ia poseaién de dinero, modios de subsistencia, maquinas y otros medios de pro- Guceldn no da a un hombre el carfeter de capitalista si Yaka el complemento, el trabajador asalariado, el otro hombre obligado a venderse voluntariamente. Descubrié que el capital no es una cosa, sino una relacién social entre personae que se establecen mediante cosas, Nos cuenta, por ejemplo, esta triste historia: el sefior Peel levé consigo de Inglaterra a Swan River, en Nueva Ho- anda, medios de subsistencia y de produccion por valor de 50,000 libras osterlinas. Fue tan previsor, el sefior Peel, que llevé también consigo 8.000 personas de la clase trabsjadora, hombres, mujeres ¥ niffos. Llegado al lugar de su destino, “el sefior Peel se qued6 sin un eriado para. 88 Mileiadea Pefte, hacerle la cama o Hevarle agua del fo", {Desgraciado sefior Peel que todo lo habia previsto, excepto exportar Swan River las relaciones inglesas de produecién! (Mare, Capital, 1, 25). Por otra parte, es totalmente errénea Ja nfirmacién de Puiggrés de que Is inmigracién “feudal” que se radi- 6 en Virginia legé después que Ia inmigracién “bur. guess” que se radicé en el Norte. Las cosas ocurrieton al revés, Los primeros colonizadores ge establecian én Vite ginia hacie 1607, y el primer cargamento de esclavos negros llegé a Virginia en 1819 (Haecker, Proceso, 65). Y precisamente era Virginia a donde se dirigian éontta: tados por la Virginia Company los peregrinos que a rats do un aceidente de navegscién anclaron en Plymouth. Si hubieran legsdo « Virginia, los “‘gérmenes” burgueses Ge estos perezrinos hubieran quedado en invernhdeto, y se hubleran dedicado a explotar esclavos con tanto em efio como el més “feudal” de los plantadores (plane tadores quopor lo demés, pese a Puiggrés, no tentan absolutamente nada de feudales, puesto que vivian pens dientes y dependientes del mercado mundial para el cual producian mercancias en gran escala), Pero en e) Norte de Estados Unidos el terreno sélo permitia cultivar el suelo en pequefias parcelas sobre Iss cuales el trabajo esclavo o servil tenfa eseasa o ninguna utilidad. ‘Fueron cireunstancias tangibles de clitna y terreno, més bien que diferencias misticas en los motives 0 en los “gérinenes", Jo que explica el contraste entre el Notte y €l Sur de los Estados Unidos y del continents todo. “Ademés de brindar pronta prosperidad, el tabaco Gio decidido impulso al desarrollo social en el Sur de Es- tados Unidos, determiné que la tierra debia ser cultiva- da, primordialmente no por pequefios terratenientes como 0 establecidos al Norte, en Nueva Inglaterra, sino mas Antes de Mayo 59. blen por mano de obra servil dirigida por los amos de as grandes propiedades” (Beard, Rise, 45). En cambio en el Norte el clima y el suelo de Nueva Inglaterra, suma- dos Ia abundancia de tierra y Ia escasez de mano de obra, hieleron imposible una economia de plantacién como a surehia. Los puritanos no prescindieron de las grandes plantaciones con esclavos porque tuvieran objeciones que hacer contra la servidumbre o la esclevitud; contrataban sirvientes blancos, se esforzaban por esclavizar a los in- dios y utilizaron a los siervos negros siempre que en ello hhubo beneficios que cosechar. Procedieron asi porque des- enbrievon que en una tierra de largos inviernos, de cam- pos erlaados de piedra y de cosechas harto diversas, era econdmicamente imposible realizar en gran escala Ia ser- vidumbre. Como se hallaban, pues, regidos por factoras ‘que estaban més allé de su ‘postblo dominio, los purita~ not a9 extendieron por Nueva Inglaterra bajo la direccién de los agricultores duefios de tiertas Iiares; y quienes no podtan soportar nquella ardua carrera o ho amaban le ruda vida entre colinas y rocas, encontraron salida para sus capitales y energias en alta mar (Beard, Rise, 55). Bases Reales de Dos Destinos Diferentes Esta apreciaciGn de las diferencias enire 1a ecloniza- cién realizada por lot ingleses on el Norte y Sur de Esta- dos Unidos; ayudaré « tomprender la diferencia entre la colonizacisn ingiesa en el Norte de Estados Unidos y Ia colonizac\én espatiola desde México a la Argentina, tan similar en lo fundamental a Ia colonizacién el Sur de Jog Estados Unidos. En €l Norte de Estados Unidos, los ingleses buseaban 60 Miletades Pefia lo mismo que sus hermanos en el Sur, y que los espatiolee més al sur todavia: buseaban metales preciosos materias primas évidamente reclamados por el mercado mundial, y Tnano de obra indigena fécilmente explotable e intercam- Diable por Ia carne africana. “Su affin de cosechar oro no ‘era menor que el de los espafioles. Se habieran regoci- jado si hubleran encontrado, vencide y explotado # una antigua civilizacién americana —otro México u otto Perd—; y mu trabajo en la India asf lo revela”. pero “la zona geografica que cayé en sus manos no rindié al pring cipio el preciado tesoro. En lugar de indigenas que qui- sieran someterse a ta eselavitud, en lugar de vetustas civilizaciones maduras para la ‘conquista, los ingleses eneontraron un inmenso continente de tlerra y selva vir- gen, apenas colonizadas por pueblos indizenas que ore- ferian la muerte antes que el cautiverio” (Beard, Riga, 11). ¥ con el agravante de que sélo en el Sur el terreno ¥ Is produecién eran aptos para emplear grandes masns de trabajo esclavo importado, Si los plantadores del Sur emplearon trabajo esclavo y Ios puritanos del Norte se decidieron a trabajar con sus propias manos, no fue por- que unos portasen consigo “gérmenes” feudales y los otros ““gérmenes” bursrueses, sino porque el medio am- Diente en que se radiearon ‘no les permitié hacer otra cosa. Los puritanos del Norte no tenfan escrépulos tara esclavigar a sus semejantes, ya fueran de su propio color © de cualquier otro. Se esforzaban como los espaficles ‘para reducir a los indios al estado de siervos v hasta clerto punto silicron airosos; pero el espirity altivo del piel roja lo “‘convertfa en un ‘mal elemento para trabajar ‘bajo el Iétigo” (Beard, Rise, 105). ‘Marx —que no crefa en “‘gérmenes”— lo sefialé con exactitud y concisién: “Aquellos hombres virtuosos del protestantismo, los puritanos de la Nueva Inglaterra, otor- garon en 1703, por acuerdo de su Asamblea, una prima de 40 libras por cada oscalpado indio y por cada piel roja ‘Antes de Mayo 6 spresoiio; en. 1720 el precio era de 100 libras. Fl Parla~ frento britinteo deelaré que la caza del hombre y el escal- fo eran recursos que Dics y lo naturalesa habfan puet {pon sus manos” (Marx, Capital, 1, 25). En América Latina los espafioles —igual que los in- geses en al Sur do los Estados Unidos— encontraron productos f6eciles de oxplotar en gran escala para colo- farlos en el mercado mundial. Pero a diferencia de los colonizadores del Sur Norteamericano, no tuvieron que Sepender exelusivamente de la carne africana, porque encontraron enormes masas de mano de obra indigena facilmente explotable. En Ins eolonfas espafiolas eristaliz6 bien pronto un sistems ce explotacién capitalista colonial fem gran scala, basado en el trabajo del indio o del blan- fo proletarizado, con destino al mercado mundial, Desde ‘su hora inicial, América Latina vive fundamentalmente fn funcién del mercado mundial, y cuanto més crece, més fe acenta esta caracteristiea, que en rasgos generales le Independencia de Espafia logr6 acelerar. En el Norte de Estados Unidos, en cambio, proliferé una clase de pe- quefios granjeros que empleaban principalmente el tra- ajo fainillar, acompafiados por el inevitable ladero de Ia pequefia agricultura, es decir, Ia industria artesanal. Esta Clase vendia en el mercado mundial, pero también inter- cambiaba entre af ¥ con los artesanos, y a partir de ella {uo ontretejiéndose un extenso y sélido mercado interno, Esta clase necesitaba demasiado de la tierra y era dema- ‘sisdo numerosa y fuerte para permitir que ninguna clase ‘terrateniente so la expropiara y frenara el desarrollo na- cional en interés de Ia renta agraria.~Por otra parte, In eercanfa del mar y la aspereza de la vida en tierra, unida fala presenele de grandes bosques, facilitaba la vocacion nacional por el mar y la construceién de barcos, lo cual era en si mismo, aglutinante y punto de partida de una tradicién industrial, “EI suelo poco hospitalario de Nueva 2 Milefades P, Inglaterra dirigia, desde el principio, la industria de puritanos hacia el mar, a le pesca, el trafico maritimo, comereio y todos los diveraos intereses relacionados empresas de esa indole. Los bosques locales provelan ro para maderas y tablones, pino para méstiles, resinas Ja obtencién de trementina y alquitran, los campos p1 @uefan cétiamo para la fabrieacién de cuerdas; y habi minas de hierro pare fabricar anclas y eadenas. 1P; qué iba a ser el hombre esclavo del suelo si podia domi el océano? A todo lo largo de la costa septentrional, es cialmente en el litoral de Nueva Inglaterra, habia 7s donde ne hacian balandrus y goeiae mognificas (Bea Sobre estas bases se estructuré on el Norte de Est dos Unidos una democracia igualitaria, sin mis desig dad que-la que surgia del enriquecimiento y la destrucel originados por la competencia. © sea, el clima ideal el florecimiento del capitalismo en todas sus formas, especialmente, en su forma revolucionaria, es decir, capitalismo industrial. En América Latina, en cambio, las caracteristic del terreno y la produccién, y la disponibilidad de ab dante mano de obra ind{gena, facilité ol temprano mon« polio de Ia propiedad de bienes de produccién —terra, minas, vacas— por una reducida minoria privilegiada qua se enriquecia vendiendo en el mercado mundial, La pro- duecién colonial no estaba orientada por las necesidades de las comunidades nacionales, ni siquiera por los intere- 8e3 de los productores locales. La produccién se estructuré ¥ se transformé todas Ias veces que fue necesarlo para encajar dentro de un orden de cosas determinado por Ins metropolis (Bagi, Eeonomta, 122). As{ quedé frenado par falta de estimulos el desarrolio del mercado interno, ¥ se estructuré una sociedad oligdrquica hostil #1 desarvolla de la agricultura basada en granjeros y al capitalieme indus- intes de Mayo 63. En os primeros afios del siglo XIX voces autoriza- Jo indicaban de un extremo a otro del continente. Abad ‘Queipo, obispo de Michoacan, exponfa la situacién de féxico: “Lejos de desmembrarse las haciendas se han aue #tado de mano en mano”. Y en el Rfo de la Plata, al ro extremo de la Amériea Hispana, Manuel Belgrano bia palabras que ain corresponden perfectamente 6 realidad: "Hay potentados de Europa que no ton se- jores de otras tantas Jeguas como los terratenientes his- jpanoamericanos” (citado por Bagi, Beonoméa, 236). Men- fora. en si Historia de la Ganaderia Argentina, dice que finalizar el siglo XVIII la media docena de’ propleta- Pris con titulos perfectos poselan centenares de miles de Feguas cuadradas (9' Buenos Aires, y revel6 que sobre 6,000 habitantes quo po- ). En 1744 fue levantado un censo de dlaban ia campafia y 10.000 que habitaban on la ciudad, aélo el 1 % (186 personas) eran propietarios ... y posefan 28,000 kilometros cundrados. Sarmiento escribié que “él error fatal de 1a coloni- sacién espafiola en la América del Sur, Ia laga profunds que ha condenado a las generaciones actuales a la inmo- vilidad y al atraso, viene de la manera de distribuir las tierras”. Sélo falta agregar que el “error” era inevitable vista la presencia en América Latina de mano de obra, minas o productos fécilmente explotables. Si los puritanos ‘tripulantes del Mayflower hubieran tocade tierra en el mismo sitio que Pizarro 0 Herndn Cortés, también ellos hubieran cometido gustosos el mismo, “error”. E] Norte de los Estados Unidos constituy6 una ver- dadera colonia, es decir, un territorio virgen colonizado por inmigrantes libres (Marx, Capital, 1, 25). De ahf la Tapidez con que creelé su poblacién europea, eatructuran- do un considerable mercado interno y aportando todas las técnicas y habilidades de la civilizacién europea. En la América espaiiola, en cambio, los territorios coloniales 64 Miletades Pofta eran en realidad, paises conquistados donde —eon eacop. idm del Rio de le. Plata— los indios eonstituisn la inmen- sa mayorfa de la poblacién, oprimida por una redueida Tinoria de europecs. "Todo cesarfa si ellos faltasen”, de- Cia. de los indios una ley de Indias. La enorme eantidaa de mano de obre disponible, le exhaustiva explotacion que de ella ge hizo, y los buenos precios que se pagaban en Buropa por los productos ecloniales, permitieron una pre- coz y cuantiosa acsmulacién de capitales en las coloniaa espaliolas. El niicleo de beneficiarios, lejos de irse arnpliando, fue reduciéndose en proporeién eon la masa do Ia pobla- ‘eign, como se desprende del hecho cierto de que el mimaro do curopeos y erlollos desocupados aumentara sin cesar (Bagd, Beonoméa, 118, también Estructura). Esta acue mulacién de capital que es a la ver producto y signo del proceso capitalists, brotaba no del trabajo productivo de Jos colonizadores, sino de su ultra parasitaria explotacién de las espaldas indigenay. Desde e] vamos América Latina nace pues con una caracteristicn oligrquica y antidemocrética, —tan anti- Semoeratiea como lo era el Sur de los Estados Unidos— por la elemental razén de que la aplastante mayorin de Is Poblacién era semi o totalmente esclava o proletaria. La democracia burguesa, el hébito del autogobierno local gue tanto admirabe Sarmiento en e] Norte de Estados Unidos, no podian, desde luego, floreeer en la América ‘Bspafiola. En una soeledad on que 1a minoria parasitaria de origen extranjero, vivia del trabajo casi esclavo de les grandes masas indigenas tenian forzosamente que flore- cer la oligarquia ¥ 16 dictadura militar como métodos pre dilectos de gobierno. Antes do Mayo 65 Rio de la Plata: Maldicién de la Abundancia Fécil E! territorio actualmente argentino se inserta_en el cuadro general de la colonizacién espaficla con caracteris- ‘eas particulares que Jo diferencian del resto, Por do pronto, no existen dentro de sus confines mietales precio- sos, Mano de obra explotable la hay —aunque no dema- siado abundante— en el Oeste y en el Norveste. Pero no poste aplicdrsela a nada que ¢] mercado mundial deman- le con avidez, y que enriquezca fabulosamente a los ex- plotadores del indio, so no significa sin embargo, qoe In actividad econémica tuviera un caricter puramente do- méstico, ya que existen industrias que producen para el rmerendo local y para Ia exportaciin hnelt las zonas talne~ ras. Junto a ellas hay también empresas agricolas explo- tadas con trabajo indio y mediante el trabajo de los pro- Dios colonizadores, especialmente aiii donde, como en Ci 50, lon indios eecasean. Sobre estas bases se estructura una sociedad estable, alejada de los grandes centros del mercado mundial, y orientada hacia el mercado interno de Tas coloniaa; sotiedad donde vive y xoblerna apacible- monte ima oligarqula de terratententes, dvefios de obra jes y comerciantes, Debe destacarse que en la zona de San Juan y Mendoza, donde los indios explotables eran parti- cularmente eseasos, los espafioles se mostraban también particularmente laboriosos, edificando una sociedad agri- cola bastante produetiva que exportaba a otras regiones de la colonia vinos, aguardientes, trigo, harinas, frutas Ssecas, tejdos, te. “Ein el Norte existié desde los primers tiempos de la eonquista una explotaciin ganadera, agrico- Ja ¢ industrial basada sobre la mano de obra indigens. 66. Milefades Pefia las estancias nortefiae la agricultura se diversities, se is Sle bo cle uoater, fio que también ss eomrs ‘trigo, cebads, malz, algodén, adil, vifas, y se industrializé elobardndose nceites, herinas, pafios, vinos, lienzos y tods lage de tejidos. El comercio y las industria basados en el trabajo manual, constituyen el mas fuerte preservativo de Ia eivilizacion en el Norte argentino (Cont, Contrib. eign, 12). No puede hablarse aqui de un “orden feudal (Paso) porque esta definiclén confunde, sugiriendo la Smagen de una econom{a autosuficiente asentada en la servidumbre.Y, en realidad, se trataba de una sociedad precapitalista mercantilizada. Pero otra era In regién que habia de eclipsar y do- minar el resto del territorio argentino, hasta llegar # ser en el lenguaje universal sinénimo de Argentina, Se trata del Rfo de In Plata, zona tremendamente diferente del resto de Ins colonias espafiolas, Por de pronto era la dni- ‘ea zona con caracteristicas de verdadera colonia moder- na, es decir, de territorios virgenes colonizados por inmi- grantes libres. No hay aqui indios que se presten a traba- Jar para los amos espafioles ,porque los pampas eran como deeian con desprecio los espatioles— “imposibles de domesticar”. No hay tampoco metales preciosos, ni ‘tabaco o cacao, ni nada que justifique el empleo de gran des masas de mano de obra esclava. Aquf el nico modo de sobrevivir es trabajar, y ast debieron hacerlo desde un principio los colonicadores. Por todo esto el Rio de, la arece extroordinariamente a] Norte de los Bs- iaton Unidos, ¥ vies carateristins del Rio de la Pata ~reanactevstleas de verdators colonia, carente dl prove- tre de una poblacién indigena a le cual exploter— lilce por aué-e) Rio Sein Plats foe la ron Sonde mls ‘temprano y més completamente se afianzé lu moderna economia capitalista, donde més crec!6 la poblacién en el mis breve plazo y ello explica también por qué el Rio de Antes de Mayo 67 Ja Pinta se desprendio mAs prontamente de las caracteris- ‘ticas de la colonia espafiola. Pero existe una ‘lecisiva diferencia entre el Rio de Is Plata y el Norte de ks Estados Unidos, En esta region de Estadca Unidos te na'waleza ofrecia terra no demasiado i, explotable s6lo en pequefias extensiones, bosques sélo utilizables en astilleroy y mar que resultaba particu. Jarmente acogedor frente a ia aridez terrena, All sin el trabajo intenso y productivo no habia forma de subsistir, ‘menos atin de progresar. Después vino la expansion hacia 1 Oeste, donde habla cnormes praderas que constituian la oportunidad dorada para que une clase terratenients Se apoderara de ellas y viviera pldcidemente dé la renta agraria. Pero ya entonces los granjeros yanguis tenfan fuerza suficlente para matar en el huevo cualquier inten- to en ese sentido, v Ia propiedad de Ta tierra quedé razo- nablemente a] alcance de las grandes masas inmigrantes En el Rio de le Plata, on cambio, estaba In Pampa, ese enorme océano de hierbas donde ia teologia vacuna, si le hublera, colocaria seguramente el paraiso. En un principio los colonizaderes tu ‘subsistir, pero sélo en un principlo. Después pampa y vavas hicieron lo suyo, :Para qué araftar la tierra? {Para qué salir a efrontar rio y mac, si la Pampa servis cieros Yenrne que el mercado mundial reclamaba con tanta ave dez,como el metal de Potosi o el tabaco de Virginia? Pron. to los colonizadores rioplatenses descubrieron que el ca. mino de la fortuna no requerfa conquistar indios. Basta: ba con acaparer tierras, no por la tierra misma, sino por las vacas que sobre ella’crecian sola. Asf nacié, erecia, ¥ se enriqueeié pagos de siete leguas una oligarquia pro. pictaria de tierras y vacas, y una elase comercial intima mente vineuleda a aquella por lazos de sangre y pesos, que smontonaban cueros primero, care despues, y los exper taban, acumulando capitales que se reproduelan automa 68 Mileiades Petia ticamente, Como los plantadores del Sur de Estados Uni- dos, estas clases vivian pendientes de la exportacién. y ‘su enriquecimiento no les exigia ni la iniciativa del bur. gués industrial, ni el trabajo personal del granjero. Las vacas se reproducfan para ellos, y ellos juntaban tierras para las vacas. La agricultura les producia alergia y po- nian el grito en el cielo cuando se hablaba de fecilitar la proliferacién de los agricultores. La oligarquia estancieril ¥ comercial se apropio de las riquezas de la Pamps, y con allo edificé una civilizacién del cuero y Ia carne, basada mucho menos en ¢l trabajo productivo del hombre que en la prodigatidad de la naturaleza. Cuando més tarde In Argentina se acoplé s Inglate- ra como una colonia econémica, pagaba con ello NO “el tributo de haber sido descubierta y colonizada por Espafia ‘en el periodo de la putrefuccién” como dice una opinion insolvente de tantaa (Ramos, América, 48). Lo quo paga- ba, en realidad, era el precio de tener tuna naturaleza que permitis a su clase dominante enriquecerse con escaso es fuerzo y nula iniciative. Geogratia y Estructura Social El dispar destino de las colonias inglesas y espafiolas ex América esté east integramente contenido, en germei fen los distintos clementos naturales y humsnos que I colonizadores encontraron en las distintas regiones. Las condiciones de la naturaleza exterior pueden agruparse econémicamente en dos grandes eategorias: riquesa na- tural de medios de vida (fecundidad del suelo, abundancia de pesca, ganado, ete.), y riqueza natural de medios de trabajo (saltos de agua, rios naverables, maderas, meta- Jes, earbén, ete.). El capitalismo industrial se caracteriza Antes de Mayo 60 isamente por ol uso intensivo y extensivo de los me- Bos de trabajo que In naturaleza brinda (Marx, 1, 21). Fue la fortuna de los colonizadores del Norte de Estados ‘Unidos hallar una 2ona donde los medios de vida no eran demasiado abundantes, sino més bien eseasos; no habla mano de obra indigena explotable ni productos que con- Vintera explotar importando esclavos, y donde abundaba fon cambio, la riqueza natural en medios de trabajo, que hubleron por fuerza de desarrollar los propios coloniza- dores aplicéndose al trabajo productivo agricole indus- As{ se estableci6 una estructura social ideal para el capitalismo industrial. Hn el Sur de Estados Unidos y en ‘SAmériea Latina, por © contrario, ingleses y espafioles en- contraron minas y/o elimas fértiles y mano de obra indie gena (que cuando se extinguia o no bastaba podfa ser Feemplazada por sudor afrieano). Y semejante combina~ cién de factores arrojaba, sin mayor esfuerzo por parte Qe los colonizadores, todo aquello que el mercado mundial freaueria con elevados precios. La minorfa parésita que fast se enrigueefa, sobre el lomo de una inmensa mavoria semi o totalmente esclava o proletaria, vivia pendiente del mereado mundial. desinteresada del trabajo vroductivo, dela diversificactin de la produccién —que silo neriticio podia acarrearle— y de too lo que nodia facilitar el des- arrollo de la industria eapitalista. Ellos mismos eran ea. pitalistas, pero capitalistas colonlales, capitalizndores del Otrago y de las riqueras naturales apenas trabajadas por el hombre. En al territorio argentino, la zona que mis se parecié alo que era el Norte de los Estados Unidos en los prime- ros tiempos de Ia colonizacién puritana fue, quizé, en lo que a la evolucién del trabajo productive se refiere, la gona de Cuyo. Pero esta zona se hallaba demasiado ale- jada de los puertos que conectaban con el resto del mun- Go, y no pudo recibir mas poblacién ni evitar el estanca- 0 Milctades Pefia, miento al nivel de una sociedad précapitalista y mercane 4il, eetable y medianamente préspera. Las restantes zonas del Norte y Noroeste no producfan para el mercado mun. ini y tenfen el estigma del trabajo indio eselavizado, so. bre al cual se empinaba el parasitiamo de los conquista- dores, En Tucumén, 26 blancos vivian del trabajo de 8.000 indios. En Santiago del Estero, 12,000 indlos mantenfan 8 48 parfsitos (afios 1580-85, Coni). Pero un siglo des. pués el niimero de indios habia, disminuide como caudal de rio en la seca, devorados por las minas del Alto Perio fagados al Chaco (Levene). Alf empezé Ie crisis de estas regiones, porque los esnafioles nunca pudieron roempla. zar el perdido trabajo del indio. La constante absorcién de mano de obra indice ‘ue hacian los cerros peruanos —en narticsilar e] insacin- ble Potos!— arruin6 a numerosas familias de Ia olfearania mediterrénea en Ins regiones de Cordoba. Salta, Juine y sus alrededores. Los indios eran arrancados de Tas Inbo- res soricolas, de In crin de zanado y de las manufacturas doméstiens —nctividades que hecian bain el control v nae ra el beneficio de nauelin mencfonada oliesranin medite- rrénea— y trasladados en masa al Alto Peri pera ser arrojados en las minay (Best, Beonomta, 84). En el Rio se In Plate. done en términos absolutes no escaseaban los medios de trabeio suministredos por In naturaleza, eran relativamente ecensos frente 9 In abundancia de medias de vida ane la Pamna brindaba a torrentes, La exredieién de don Pedro do Mendoza traio 44 yeguarizos y 1a Pemoa los eonvirtié en 80.000. Con Ine vacas ocurrié alo semeiante, v siempre sin esfuerzo al- szuno por varte del hombre. Powos hombres bastabsn nara, Jevantar inmensas rioneres. Sopin Azara. a nrincinins del siglo XIX el cnidario de un eapataz v diez neones ara Jo requerido nor diez mil cabezas de ganado vacuno, Es- tos hombres dedicados a su oficio productan al afio varios Antes de Mayo n millares de pesos més que si hubieran aplicado sus esfuer- 40s # sembrar trigo. Flas dearla este elelo sein el cul once homes tartan rs sender una etic de gamo, y sla que procan te veces Iie que #1 emplaran nat etferca cm is axrcalre com In yeaa {icon que m tata do on tatape ie, on geal» cabull, que fer Ine carcteritine del ubtante dex compatas (Blas, Vira, 51), En om relcién econimica y no en urn “contabulacloy” Ge fe tnmdcron te tase buen pare de la hina argentina Mediot de Wide facimente epotbler_y_Ierstvamentecomerciiedst con Seraneo, con excita babsio productive por parte de lov hebtastss, tram kos ir con ave Se tein la vin de Buenos Aker « Hoes del sto xe La ganaderia, eolumna veriebral de la economfa rio platense, no era tanto una ocupacién de los habitantes, en fl sentido de trabajo productive, eomo un medio de sub- sistencia que estaba al alcance de la mano. Esta distincién fue hecha ya por Sarmiento en su Facundo (obra tan rica fen sagaces observaciones de este género como errénéa en ‘su tesis general). Marx indie5 que el suelo mAs fructifero no es el més adecuado para el tesarrollo del sistema ca- pitalista industrial. “Este régimen presupone el domini del hombre sobre Ta naturaleza. Una naturaleza demasis da prédiga leva al hombre de la mano como a nifio en an- daderas, No lo obliga, por imposicién natural a desenvol- ver sus facultades”. Y eitsba Marx palabras de un eco- nomista inglés que viene muy a propésito cuando se es tudia el desarrollo de la ries zona rioplatense ¥ su cor traste con el Norte de Estados Unidos: “Como la riqueza natural es la mas grata y beneficiosa, hace al pueblo ne- sligente, orgulloso y expussto a todos Jos libertinajes; en cambio, In segunda (la naturaleza hostil) imnone el ecto, la cieneia, la pericia, Ia sabiduria de los Estafion... Ni puedo imaginarme tampoco que haya. peor maldicién para un pueblo que vivir sobre una zona de tierra en la que Ia R Miteiades Petia produceién de medios de subsisteneia y de alimentos Tealice en gran parte de un modo espontineo y el cli ‘exija o admita pocos culdados en lo tocante a clima y techo. Claro esta que también puede darse el extremo con- trario, Un suelo que no dé fruto por mucho que ge lo tra. baje es tan malo como el que da sin trabajar productos abundantes” (Marx, Copital, 1, 28). Con wa visin que deblan enviar muchor “tmarists” de este ‘slo, Alberdl dacia que: “La América que da fates sin tabelo ¥ sia caltive, seri poblads por oslosae y por asdavos, expltada por otros Cclosor umpedores... Dichotot Jes peebloe que tienen por morads ton suelo pele; eles sexta como la Prusla, come la Holands, como Tk ‘ein Toglatewa en Europa ye nueva Inglaterra en Amieica, Todo fexth compenmdo bajo el tl: el suelo pobre praduce al hombre rico, ‘Abert, Obras, VIL, 198). Resulte demesindo c6modo ser liberal a costa de Es. yaa y atribuirie a su colonizacin, supuestamente “feu- Gal” (Sebreli, Historia, 18) al atraso posterior de Ams- rica, Latina, En realidad so impone la conclusién de que €l medio geogrético —en ol amplio sentido de las disponi- Dilidades de medios de vida, de medios de trabajo y mano de obra— es la causa principal del fabuloso progreso del Norte de Estados Unidos, as{ como del atraso del Sur de ‘ese pais, de América Latina en general y del Rio de 1a Plata en particular. La Pampa slumbré tna eivilizacién del euero —aue Tuego fue de la carne— tan préspera pese a su carketer atrasado que hasta obnubil6 Ia conciencia ‘ue ge trataba de un pais atrasado, haclendo concebir la Hlusién retrégrada de que con vacas podia construirse una ‘gran nacién moderna. “Antes —eseribia José Hernandez tan tarde como en 1874— no se admitia la idea de un ‘pueblo civilizado, sino cuando habia recorrido los tres grandes perfodos del pastor, agricultor y fabril. En nues- ‘tra época, un pais cuya riqueza tenga por base Is vans deria, como In provincia de Buenos Aires y las demés del Antes de Mayo ga litorat argentino, puede, no obstante, ser ian respetable y, civilizado como #] que es rico por la perfeccién de sus 14- bricas” (Prélogo al Martin Fierro), Sin embargo, esa era precisamente Ia herencia que dejé la colonizacién espa- fola en el Rio de la Plata: “vacas, vacas, vacas", como jecia Sarmiento; aprovechamiento pasive de lo que la naturaleza brindaba, Es decir, herencia de atraso y de sumisién al comprador extranjero de lo que se sacaba de las vaces. Pero no hay en esta ni un solo gramo de “ Galismo”. Se trata de un expitalismo colonial, orientado hacia el mereado exterior y desintoresado del mercado in- terno, es decir, del conjunto de Ia nacién. CAPITULO I LA INDEPENDENCIA ‘Los Movimientos de la Independencia Buscaban el Distrute del Estado Propio Ei poder real —el econdmico— de le sociedad colo nial se hallaba en manos de las oligarquias terratenientes ¥ comerciales hispano-riollas. La jerarquia burocratica de virreyes, gobernadores, capitanes generalte, ete, t2- nia la misiOn de proteger fos intereses de Espafia (es de- cir, de la Corona y el comercio de Cadiz), pero en la reali- dad de Is colonia debfa forzosamente oscilar entre e208 Intereses y los de las clases dominantes de In colonia; més de una vez debia aceptar sus exigencias en contraposicién de los intereses de Ia metrépoli. Esa burocracia importa- da fue el dnico grupo social dominante en la colonia a qulen la Independencia vino a liquidar. El movimiento que independlzé a las colonias latino- americanas no trafa consigo lun muevo régimen de produc- cién ni modificé In estructura de clases de la sociedad co- lonial. Las clases dominantes continuaron siendo los te- rratenientes y comereiantes hispanc-eriollos, igual que en la colonia, Sélo que la alta burocraeis enviada de Es- 15 76 Milelades Peta pafia por la Corona fue expropiada de su control sobre of Estado, La llamada “revolucién” tuvo pues, desde luego, un carfeter esencialmente politico. Lo que Mariategu! ob- servé on Perd vale para toda América Latina: La revolu. Gin no representé el advenimiento de una nueva clase Girigente, no correspondié a on transformacién de 1a es. tructura econémica y social y fue, por lo tanto, un hecho politico (Siete, 86 y 40). Lo mismo decia Alberdi: “Nues. Ten revolucion ha sido politics, ha cambisdo el goblerno ho la sociedad, que nada tenfa que eambiar para ser lo (que hoy es. La prueba es que conservamos los cédigos eivi- Jes y colonialee” (Postumos, V, 268), {tas clases dominantes de la colonia y los grupos flo- tantes que no encontraban ceupacién lucrativa dentro de Ie eotrecha estructura colonial (tlos abogados!) necesita- ban eontar eon un Estado propio, directamente manejado por ellos, que les ofreclera ocupacién. La forma de este Zatado ~—-monarquia 0 repdblica— no les preoeupabe de- tnasiado, ni tampoco au relacién con Espafa, siempre que Tita concediera suficiente autonomfa & aus colonias y no Gurante mucho tiempo los gobiernos revolucionarios ai uleron jurando fidelidad a la corona de Espafia. Fue Is Eindmica de la Lucha contra los agentes de la monarqufa espafiols, em fen retornar al estado anterior = 810, 1a que condujo a la proclamacién de la independencia. La colonia significaba “la nacién gobernada por otro pais y para otro pais” (Alberdi, Péstumos, V, 57). 0 ses, Feniendo en cuenta ante todo los intereses de 1a Corona ¥ del comereio de las ciudades privilegiadas. “El poder im- perlal espafiol tuvo siempre una actitnd de desconfianza Jiacia el surgimiento de grupos sociales privilegiados muy poderosos en América” (Bagi, Estructura, 78). Por e80, Tras de tna vez Jas antiguas oligarquias coloniales cho- Caban con 108 representantes de la Corona ({dem, 187), jen Antes de Mayo n ‘Los levantamientos y cruentas guerras civiles que si rs as 2u que siguen, fen varias colonias, & las aplicaciones de las Leyee Novas —sigle XVI— “son el testimonio inequfvoco de la exis vencia de oligarquias locales poderosas cuyos intereses econémicos los llevan « exigir la més extrema autonomia politica” (fdem, 188). La vida colonial estuvo repleta de ‘conflictos entre las oligarquias locales y la Corona y fue cualquier cosa menos una “siesia” (Sierra, Ideas, 185). ‘La lucha de ls independencia se Hev6 contra loa funcio- narios y militares espafioles. Por eso el objetivo y conte- nido dé la revolucién fue puramente politico, sin afectar Ia estructura de clases. “Dentro del pais no’ habfa lucha de clases en cuanto al objet Sn de, clase on cuanto al objeto de a revolulén” (Alberdi, Todas las clases dominantes de ls colonia —criollas o eabsar_sesnion mua Soh Gee BTS Satis apis a0 Grcsua 9 tae ans ea aparato estatal para realizar sus propios fines. Para al- gunos sectores —los comerciantes y ganaderos de Buenos formes cas ce ae tae drei ep Ear sna eta eee corona mafiola; para otros, como los i) sailiagon supe ctbisided ot relotaonslotore mire si te de “distincién y honra” (Coni, Gaucho, 112), se trata- ba de encontrar ccupacién lucrativa en un Estado proplo Shes tela oe ae ee Hastie ad tact pelea, ea ee a ease oe capar al centralismo virreynal que los perjudicaba en be- neficio de otras regiones. Las fuerzas més heterogéneas eoincidian, por las m4s contradictorias razones, en el de- sco de liberarse de la directa dependencia de la Corona espafiola. Sélo los funcionarios reales se oponfan. La he- terogencidad del frente antivirrelualista, y ol contradi torio sentido de los intereses que los movian, queda indi- cado por multitud de hechos. El levantamiento altope- 8 Mileiades Peta ruano de Chuquisaca de mayo de 1809 —cuyo propésite no era obtener el Hbre comercio con Inglaterra puesto gue las mercaderias Inglesas introducidas por Buenos Ai- fes liquidaban la produecién local de géneros y otros ar- tleulos— tiene igual objetivo que e} movimiento de Mayo de 1810 en Buenos Aires, que entre otras cosas buscabn tun intereambio més libre con Inglaterra, sin interferen- cias virreyneles. Por otra parte, Martin de Alzaga —es- pafiol y leal sl rey— maniobraba para obtener la autono- mia polities y-administrativa del Rio. de la Plata y era sometido a proceso, En las actas del proceso consta que, segin Alzaga, “Espafia sabia bien que América no nece- ssitaba de ella para nada” (Guifiazd, Bpifanta, 67). Y en 1809 Alzaga encabezaba un movimiento contra el Virrey, y con él colaboraba Mariano Moreno, que en esta oc hizo su primera intervencién piblica en polities. Sin em- bargo Moreno tenfa posicién tomada en favor de un libre intereambio con Inglaterra, que Alzaga no estimaba de- masiado, Hl objetivo de Alzaga era ‘‘formar otra Espafia ‘Americana en la que ellos continuarian mandando ¥_do- minando” (Saavedra, citado por Gandia, Revisién, 52). ‘Los acontecimientos producidos en Buenos Aires du- rante el gobierno inglés del general Beresford demostra- ‘ron que las clases dominantes bonaerenses no tenian ce- masiado desagrado por aceptar un protectorado inglés ‘due lag independizase de Eapafia garantizéndoles autono- nis politica, Fue s6lo cuando Beresford indicé claramen- te que lo Gnico que podia otorgar era el status de colonia inglesa en cambio del de colonia espafiola, cuando el celo ‘patriota considers oportuno expulsar al intruso britdnico. La crisis dela monarquia espafiola ocasionada por la invasin napoleénica hizo “madurar las brevas” sexin la expresién de Cornelio Saavedra, para el replanteo de las relaciones entre las colonias y Espatia. El estado colo- nial, que asentaba su base en las clases dominantes de la Antes de Mayo 9 colonia, pero era manejado desde las edspides por hilos no demasiado fuertes convergentes en Madrid, y osellaba ‘entre estos dos polos, paso de lleno a manos de ias oligar- {quis coloniales, macho més fuertes que\la lejana, derro- tads y coutiva monarquia espafiols. Para deleite de infi- nitas generaciones escolares 1os historisdores oficiales de Ia oligarquie argentina han creado la f&bula de la “re- volucién” del 25 de mayo y del arrojado “partido patrio- ta’” que dosoncadend ese movimiento “por la independen- cia” —tébula ésta sélo apta para estudiantes no muy pre- coces, Pero no hubo en realidad “revolueién” ni au obje- tivo fue “la independeneia”, ““;Revolucién? {Revolucién contra quién? {Contra el Rey? “—Estaba prisionero y cautivo, ,Contra las Juntes Espafiolas que lo representaban? Elias mismas habfan invitado a Sudamérica a crear Juntas de su especie 1Con- tra In ley? La ley misma autorianba esas juntas {Contra los virreyes y los representantes del rey? Ellos mismos Fenunciabsn su poder y convidaban al pueblo a crear Jun- tas Gubernativas {Contra los Cabilios? Los Cabildos mis- ow nombesban Jas Juntan...” (Alberdl, Béstsmos, En Buenos Aires fue el virrey Cisneros quien con- ‘yoe6 a las clases dominantes a decidir el gobierno futuro, de modo que él fue el autor del movimiento de mayo (Gan- fia, Revisign, 40). Bien, entendido, con el propésito de continuar con el Estado en sus manos, Pero los eomercian- tes. y estancieros fueron més potentes que la, burocracia virreinal y la desbancaron. Para obtener la independen- cia? No hay prueba de ello. En un principio las clases do- minantes del Rio de la Plata no sentian ninguna necesldad de romper con Fernando VII. Hace muchos afios Alberdi cits el testimonio de Roses —retomado més recientemente por Gandia— en el sentido de que el movimiento de Mayo no se hizo para sublevarse contra el rey sino para ejercer 20 Milctades Peta el poder en su nombre (Alberdi, Péstumos, TV, 64 y Gan- ‘ia, Revision, 248). Bolivar se habia quejado de que en la ‘colonia a las clases dominantes ‘‘n{ aun al ser instrumento de la opresion se nos ha concedido. Estébamos ausentes del universo en cuanto es relativo a la ciencia del gobierno ¥ administracién del Estado” (Guifiaxd, Epifanta, 68). E! objetivo inmediato de los movimientos como el de Mayo ‘en Buenos Aires fue subsanar esa anomalis, sin plantesr- se por el momento la separacién de Espatia. Por eso los “patriotae” juraban por Fernando VII, Suponer, de acuer- dbva le versién escolar, que lo hacien para ganar tiempo ¥ dividir el frente enemigo, es una nifleria preudomaqn Yélica buena solamente para argumento de pelicula “his- Xoriea’” made in Hollywood. Bl objetivo inmediato no era romper con la earona sino liquidar lo que Moreno laraabs “egos mandones de alto rango” que "proclamen diaria- mente al rey Fernando; pero en este respetable nombre no busean sino un vineulo que nos ligue a Ia Metrépoli en ‘cuanto goa un centro de las relaciones y una fuente del poder que ejercen entre nosotros” (Sierra, Ideas, 213). Los tinicos que desde el primer momento estuvieron ‘conveneidos de que Jo que se buscaba era la independencia fueron los buréeratas espafioles desplazados del Hstado, quienes de inmediato pusieron el grito en el cielo y ex- ‘tremaron las cosas para lograr el apoyo de la metrépoli y reeiperar sus pussies afirmando que los nuevos gobier~ nos buscaban “una absoluta independencia de estas Amé- ricas” (Carta de Cisneros en Vedia y Mitre, Unidad, 47). Pero en realidad fue la violenta resistencia opuesta por la burocracia y los militares dependientes de Madrid lo que acentué Ia lucha hasta el punto en que s6lo podia termi- naree por la independencia. Con su lucidez acostumbrada, ‘Alberdi lo vio asi, Los nuevos gobiernos americanos “po- ‘sesionados del poder por la interdiccién del rey, empeza- ron por ejercerio en nombre del Rey y scabaron por ejer- Antes de Mayo a1 corlo en nombre del pueblo americano” (Péstwmos, TV, 65). En diciembre de 1812 el vizeonde Strangford comue nicaba a la cancillerfa inglesa que le preocupaba observar (en esos momentos “el primer indieio de una confesada de- terminacién por parte de Buenos Aires de declararse com- pletamente independiente de su vinculacién europea: El fracaso de le mediacién propuesta ha levado al Goblerno de Le Plata a creer quo no hay esperanza alguna de indu- cir a Espafia a convenir un arregio justo y amistoso; una especie de desesperaciin pareceria haberse apoderado de Jas personas que tienen s su cargo la autoridad euprems, y temo que considersn que la Unica posibilidad para su seguridad personal consiste en compromieter a Ia nacién, junto con ellos mismos, en el mayor grado posible” (Webs- ter, 121). ¥ en junio de 1814 el mismo Strangford eseri- bia: “Tengo el honor de acompafiar copia de una carta que he recibido del Gobierno de Buenos Aires anunciando Ja ruptura de la reciente negociacién en las Provincias del Plata a consecuencia del carécter intratable del Gene- ral Vigodet y de su obstinado rechazo de cualquier pro- puesta tendiente a una coneiliacién. Vd. no dejaré de notar la profunda desesperacién que trasiuce In adjunta carta, s6lo mitigada por 1a esperanza de que pucda indu- cirse’'a Gran Bretafia a interponer sus buenos offcios a fin de proteger a los habitantes del Plata contra la ven- ganza de Espafia, Han agotado pricticamente todos los medins de sumisién, pero es en toda forma evidente que las autoridades espanolas legitimas prosiguen la contien- da, no con el propésito de retrotraer a su fidelidad a las provincias rebeldes, sino para permitir que Espafia les inflija un castigo espantoso y efemplar” (Webster, 181). ‘Todavia en julio de 1214 Ia independencia no era cosa decidida y Strangford podfa recomendar al gobierno por- ‘tefio “que aproveche 1s situacién creada por Ia restau- 82 Milefades Peto racién del Rey de Espafia para enviar a ese monarea dipu. tados encargados de poner a sus plantas la expresién ine. ‘quivoca de su deseo de retornar w su fidelidad”. Y eu re- comendacién tuvo eco en Buenos Aires, ya que en noviem. bre informaba que "el Gobierno de Bs. As. ha aceptado Ia recomendacién contenida en mi earta del 15 de jullo y fen consecueneia han designado Diputados para que so dirijan @ Espafia a fin de comunicar directamente a So ‘Majestad Catélica en persona los sentimientos de sus siib- ditos transatlénticos y sus deseos de unirse a la monar- quia eapafiola on condiciones justas y honorables. Los di- putados désignados para esta importante mision son D. Manuel Belgrano y D. Pedro Medrano” (Webster, 182 y 188). ¥ agregaba: "Abrigo el deseo de que el Gobierno ‘espafiol no deje escapar esta oportunidad, quizés Ia ol. fima, de restablecer un entendimiento amistoto entre Es. pafia y sus colonias”. Pero la Corona y los intereses privilegindos del co mercio de Cadiz no querian transaccién de ninguna clase, ¥ Ja buroeracia y el aparato militar espaiiol subsistente en América expresaban cumplidamente esa intransigen- cia con una politica feroz de represion Contra los rebeldes. “Parecerfa —escribia San Martin en 1817 —que los ex afloles estuvieran empecinados en convertirlas (las tie- rras de América) en un desierto, tal es el eardcter de la guerra que hacen. Ni edades ni sexos escapan a la espada ¥ al pstibulo, Han reducido # cenizas, un sinnémero de lugares. En résumen, hablando sin prejuicios, parecen ser bestias, més que sefes dotados de razén. Puedo probar ‘esta acusacién por la condueta del mismo Capitén General Espafiol que desempefié el comando supremo en esta pro- vineia (Chile). Dias antes de mi entrada, formul6 en los periédicos locales amenazns de darme muerte, no en Ia forma propia de los militares, sino en la hores, como fuera un salteador de caminos” (Webster, 768). No es de extrafiar, entonces, que San Martin y el ejército fueran Antes de Mayo 88 de los més decidides exponentes de la indopendencia xb- soluta, En estas condiciones, el arregio era imposible y Ia Independencia inevitable, cualquiera hubiera sido la in- tonelén iniclal de los revolucionarios amerieanos. Desde luego, 1s custodios de la historia oficial consi- wran que esta interpretacién del movimiento de Mayo es la més aviesa & que puede someterse el mismo” y resulta ‘“inevitablemente desmedradora del gran anhelo emanci- pador” (La Nacién, mayo 5, 1957). Es, efectivamente, tan aviesa y desmedradora para las leyendas escolares como puede serlo un alfletazo para un gobo, pero no es nues- tra la eulpa de que la historia oficial Sen um gigantesco La Independencia no Fue (no Quiso ser) una Revolucién Democrética-burguesa Se ha afirmado que la revolucién de Mayo fue un mo- vimiento democraticoburgués “porque puso los cimientos de la scberania popular ¥ porque se inspiré en las ideas, Jos intereses y las perspectivas de desarrollo de la bur- guesia” (Puigrés, Moreno, 184). Variantes del mismo Sema son las afirmaciones de que Mayo fue “parte inte- grante del ciclo mundial de Ia revolucién democraticobur- guesa” (Puiggrés, Los Caudillos, 1) 0 de que fue “expre- sign de la lucha ‘simulténes por la revolucién burguesa tanto en Espafia como en América” (Rivera, 20). Marié- ‘tegui, a quien pertenece, la prioridad en el planteo de es- ‘ta interpretacién, afirmaba que “en Sudamérica existin ya una burguesfa que, a causa de sus necesidades e inte- reses econémicos, podia y debfa contagiarse del humor revolucionario de la burguesia europea” (Siete, 15). a Miletudes Peta Por elerto que esa interpretacion no es més que Is teaducei6n y recetructuraci6n en términos marxistas de Ia tradicional novela de 1a historia oficial. Indudablemen. te, la independencia de América Latina facilité su plena ineorporacién al mercado mundial y su subordinaciGn sin intermediarios al capitalismo inglés. Hn las condiciones del siglo XIX la dependencia de América Latina, y par- Hoularmente del Rio de la Plata, respecto a Espafis, era jun absurdo econémico que no podia durar (Roberts, 2). Le baratura de las mercancias inglesas tenia que hacer sentir sus efectos en todos los confines de América, sin a molesta barrera intermedia de Espafia. Por eso, como Yo sefialé Alberdi, “la independencia americans es el re- ‘sultado natural ¢ inevitable de las necesidades econémi- teas, de los intereses generales de la civilizacién de ambos snundos” (Péstumos, V, 74). Ahors, esas necesidades econémicas son evidentemen- te loa necesidades econémicas de la burguesia y los prow Guetores capitalistas de ambos mundos, como decia Albers ai. Por otra parte, sin la revoincién burguesa que hizo el poderfo capitalists de Inglaterra y Francia, el rey de Es- pafia no hubjese eafdo prisionero en 1809 dejando asi “ma- Guras las brevas” para Ia independencla de América. Por fllo la independencia de América ‘'es un detalle de la ro- yolueién de Espafia como ésta es un detalle de la revolue clén francesa y europea” (Alberdi, Péstumos, V, 72) en lun doble sentido. Porque fue decidida por las necesidades dol desarrollo de la sociedad capitalista curopea, creada ‘por las Tevoluciones democrdticoburguesas de Inglaterra } Francia, y porque fue el avance de la revolucién demo- craticoburguesa de Francia sobre Espaiia lo que permitio Ja eclosién de la independencia americans. “Europa, o por mejor decir, Francia, dejando a Espafia y a Améries Sel Sur ein Rey, en 1810, dej6 a América del Sur duefia de sf misma... Si habfa en esto un cambio, si este era uns revolucién, esa revoluvién era obra de Europa, no de Amé Antes de Mayo 85 rica, que ere agente pasivo de esa novedad. Es verdad que ese cambio empezando europeo se volvié americano” (Al- berdi, Péstumos, TV, 65). Tal es da vineulacién —por cierto indirecta— que tuyo Ia Jamada revolucién de Ja independencia Istinoame- rieana con él eiclo de la revoluelén democraticoburguesa, dentro del cual América era agente pasivo, como lo sefislé “Alberdi, Pero de alli no se desprende en modo slguno que ‘el movimiento de la Independencia haya sido una revolu- ‘elén democréticoburguesa. Del mismo modo que del he- eho de que la revolucién socialista rusa produjose 1a in- ‘ependeneia de Polonia en 1917, no se desprende que haya ‘sido socialista el movimiento polaco que logr6 In indepen- Gencia, Loe supuestos fundamentos del eardcter demobur- yds de'la Hamada Revoluci6n de Mayo ilustran perfecta- mente que no ge trataba de una revolueién democrético- ‘burguesa. “puso los cimientos de 1a soberania popular”, se stirma, Pero la tinica soberania que trajo In Independ: ‘cia fue la de las oligarquias locales sin e] estorbo de Is Corona espafiola, En cuanto a la soberania popular en el sentido democréticoburgués de un gobierno elegido por ¢! ‘pueblo, pasaria por lo menos un siglo antes de que tuviers tm minimo de aplicacién. Ya veremos un poco més abajo ‘que Jos revolucionarios no eran ni siquiera republicanos convencidos y fueron las circunstancias més que sus de- fseo8 lo quo Jes impldi6 coronar alguna cabezs hueca en Gisponibilidad, Ni como elogio ni como reproche puede de- ‘irse de los politieas de la Independencia que hayan pen- fsado facilitar o tolerar el acesso al goblerno de las erandes masas explotadas. Espafioles y criollos —confiesa Mitre— Coincidian en impedir quo el populacho “*tomase en. In gos fién de los negocios pliblicos una participscién directa ¥ activa” (Franco: Caseros, 87). De modo que 1a soberania ‘popular, uno de los eimientos de la poco zélida construc- 86 Milefades Pei ein que quiere hacer de Mayo una rovolucién democré- ecburguesa, ae derrumba por ausencia de un solo hecho que lo sustente. _, Bn cuanto a que Ia independencia “so inspiré en les ideas, los intereses y las perspectivas de desarrollo de la ‘burgues{a”, hay que preguntarse ante todo ide qué bur- guesia? De'la inglesa, no hay lugar a dudas. De la burgue- ‘sla comercial de las regiones portuarias de América, tam- bién. Pero también en interés de los terratenientes, mine ros y demés productores para el mercado mundial, y tam. ign en interés de oligarquias quietistas y aristocratizan- tes como las del norte y noroeste de la Argentina, Alto Perti, etc, Si todos estos intereses se contagiaron del hu mor de Ia burgues{s revoluclonaria europea, el contagio quedé puramente en euestién de humor, 0 a lo sumo se agregé la adopeién de alguna tactica politica, como en la actualidad cualquier movimiento polities eombstiente se asimila el sistema de organizacién celular originalmente introdueido por los bolcheviques rusos. Pero, los intereses de esas clases —burguesas y no burguestis— en los cuales indudablemente se inspiré la independencia, jtenfan algo que ver con una revolucién democraticoburguesa? La re. ‘volucién burguesa —como toda revolucién social— sig- nifica 1a expropiacién de antiguas clases dominantes, In modifiescién en las relaciones de propiedad, el ascenso de nuevas clases al poder. Nadie en América Latina tenia interés en introducir estos cambios, y menos que nadie la burguesta comercial, y por supuesto nada de esto signifies a independencia. La revolucién demoeraticoburguesa no puede darse sin Ja presencia de una clase burguesa con intereses nacionales, es decir, basada en la existencia de un mercado interno nacional —no puramente local—, una clase que tenga urgencia por aplicar sus capitales a Is in- dustria. Pero-tal clase no existfa en América Latina en Tos tiempos de la independencia. Hay burguesia, pero es casi exclusivamente comercial e intermediaria en el co- Antes de Mayo er ‘mereio extranjero, o sea, eminentemente portuaria y anti- nacional, Y los productores para el mercado interno son artesanos u oligarquias interiores para quienes el desarro- Wo capitalista es una amenaza mortal, no una esperanza y ‘menos un programa revolucionario & apoyar. En euanto a la clase productora més importante de la colonia —es- taneleros en la Argentina, y en genersl, en toda América Latina, prpductores para el mercado mundial—, son a no dudarlo capitalistas, sus intereses son capitalistas, pero de un capitalismo colonial que, como el capitalismo escl vista, es enemigo del desarrollo industrial y —aunque por Tazones diametralmente opuestas— tan enemigo de Ja revolucién democrdticoburguesa como el més feudal noble de la Edad Media. Una revolucién democréticobur- guesa hecha por latifundistas y comerciantes enemigos de toda industria nacionsl, es un absurdo tan redondo como un tridngulo de cuatro éngulos. En semejante disparate viene a parar la historiografia supuestamente marxista que en vez de aplicar el criterio del Manifiesto Comunis- ‘ta —es decir, los intereses de clase como fuerzas motrices de Ja historia— al estudio de la sociedad colonial, preten- de encajar ésta en los mareos de una interpretacién del desarrollo democréticoburgués en Inglaterra y Francia que s6lo tiene con el nuestro analogias de superficie y profundas diferencias de fondo. En algunos, como Mariftegui, esto es producto, de un intento de pionero, honesto, pero rudimentario, de inter- pretar Ia historia latinoamericana con criterio’ marxita. En otros, como Puiggrés, es ol resultado conscientemente ‘buscado de la pasquisa de un prsado feudal y los corres- pondientes elementos democréticos progresistas capaces de justificar desde ¢] pasado los distintos frentes demo- erfticos indieados en ol presente por lon proteicos intere- ses de Mosed. Pero en todo caso el resultado es confusio- nismo y desorientacién. Por otra parte, la afirmacién de que Is revolucién era, 88 Milefades Peta democriticoburguesa “porque se inspiré en los intereses del desarrollo de la burguesia’” (Puiggrés) pone en evi- Gencia un esquema segtin el cual intereses burgueses sig- nifican revelucién democréticoburguess ; espejismo que tiene su fundamento en Ia ereencia de que el capitalismo es forzosamente democrético ¢ industrial. La burguesta es revolueionaria s6lo cuando puede aportar un nuevo ré- gimen de produceién. Pero, iqué novedad podian aportar en este sentido las burguesias latinoamericanas en gene- ral y la burguosia comercial portefia en particular? Su interés més claro era el comorcio libré con todo el mando ¥en especial con Inglaterra, lo que significaba ahoger cualquier desarrollo auténomo industrial, que es la eser cia do Ia revolucién democriticoburguesa (la falta de co- mereio libre, por su parte, no permitia tampoco el des- arrollo auténomo sino el estancamiento auténomo). Las burguesias que primero lograron eatructurar enteramente & su semejanza dos poderosas naciones —Inglaterra y Franela— trazaron con métodos propios un camino en 1a historia universal que todos los paises habrian de reco- rrer, pero con ritmos muy distintos ¢ impulsados por fuer- gas tauy distintas combinadas en distinta forma. Sobre las vias del progreso hacia a produccién de mercaneias en eecala creciente pasaron las burguesias francesa ¢ inglesa remolcando a sus respectivas naciones como potentes lo- comotoras. Muy atrés pasan vebfeulos de diferente tipo tirados por traceiones muy distintas a la locomotora, y a ‘veces arrastrados por veh{culos mayores, carentes ‘ellos mismos de autonomia. Seria un error fatal confundir un carrito mal tirado por una mula o un acoplado arrastrado ‘por un tren con Is poderosa locomotora del comienzo por el hecho de que todos vayan sobre la misma via. Cuando se pasa de la ley de tendencia generat al estudio de los cascs partieulares, hay que poner cuidado especialisimo en no tomar el esquema por realidad y obtener gato en ‘yer de liebre. Asi, por ejemplo, el Manifiesto Comuniata sefiala con entera’correcci6n que el prodigioso desarrotlo de los medios de transporte que se inicis en el siglo XIX fue obra de la burguesia. Hl aserto es irrebatibie. Pero no se trata de una abstracta burgues(a universal sino con- eretamente de la burguesta inglesa. Dedueir de es apre- claclén general que todas las burguesfas del mundo han ‘sido propulsoras o han tenido interés en estimular el des- ‘arrollo de los medics de transporte, seria un eoberano error. En Rusia, por ejemplo, la burgues{a se opuso ira- cundamente a Ia introduecién y desarrollo del ferrocarril, porque éste permitia el ingreso barato al pais de baratas mercancias extranjeraa que Ia arruinaban. En cambio fueron los archirreaccionarios terratenientes rusos quie- nes propiciaron los ferrocarriles, porque les facilitaban Is colocacién en el mercado mundial de sus abultadas co- sechas de cereal. En algunos lugares los intereses de la burguesia la Smpulsaban a realizar una revoluelén democréticobur- ‘gtissa, En otros, aus intereses In inclinaban a la perpetua- cién del orden econdmico y social existente, tal fue el caso en América Latina y en la Argentina. Entre otros, los in- tereses inspiradores de la independencia eran los de la burguesin comercial. Pero no por eso Ia independencia fae una revolueién democréticoburguese, ya que la bi guesia comercial no tenfa ningin motivo para buscar una ‘transformacién democrétiecburguesa que en la colonia earecfa por completo de bases materiales. EI Mito de la Participacién Popular en Ia Emancipacién La teorfa de que el movimiento de la independencia fue ‘una revolucién democréticoburguesa necesita atri- 90 Miletades Petia buitle a las acciones politieas que produjeron la indepe dencia un contenide demoerético y popular, ya que es im- posible una revolucién democraticoburguesa hecha en. con- tra oa espaldas de las grandes masas. “La poblac masa se dej6 arrebatar por la corriente renovadora”,“sol- dados y civiles de extraceién plebeys, la “eanalla’” calo- nial eternamente exeluida de la vida politica, rompieron la elausura det Cabildo y obligaron « firmar él acta de na- cimiento dal gobierno propio” (Puigards, Moreno, 188, 214), ‘Tales son algunas de las fantasias populistas en tornd al movimiento de Ia independencia, Pero las hay peores todavia. “La revoluciin de Mayo desencadend un Yasto y profundo movimiento de masas en lus campafias y las masas se levantaron... La presion de este movi- Iniento de masas reclamaba una serie de reivindicaciones Ge carécter democratico, como ser: reparto de tierras...” ‘Puigerés, Los caudillos, X). Esto demuestra que el len- Guajetmarviste empleado sin eserSpulos por In verdad Puede servir para construir las més fantésticas novele- Flas y presentarias como historia, Las tinicas masas exis. tentes en la eampafia eran los gauchos, ya que los agricul- tores no pasaban de una exigua minotia, Pero afirmar {que los gauichos exigian cl reparto de la tierra es algo tan deseabellado que hay que leerlo varias veces para conven- eerse de que efectivamente eso y no otra cosa es lo que est& sobre el papel. Porgue si habia algo que a las masas Ge la campafia —es decir, al gaucho— no le interesabs para nada era la tierra (*}, El gaucho reclamaba la libre ieee woah emai Antes de Mayo 91 apropiacién de Ja carne, tal cual existia en los primeros si- los de la colonia, antes de que la carne se valorizase y fuera celosamente guardada por estancieros y seladeris- tas, Pero tierra, ipara qué queria el gaucho? { Acaso para trabajarla? Si alguien le hubiors propuesto a una mor tonera gaucha repartirles tlerras para que las cultivasen hubieran sido acribillados antes de terminar la oferta por- que lo que mis despreciaba 1 gaucho gra abandonar su caballo para inclinarse a arafiar la tierra. “En la regién pastoril y pampeana el trabajo que no era de a caballo era enérgicamente resistido; el gaucho, y aun el palsano porteflo se consideraban deshonrados si trabajaban a pie” (Cont, Gaucho, 858). Toda la idealizacién populista y democrética de los movimientos por la independencia tienen exactamente la misma falta de seriedad que esta fantas{a acerca de los ‘gauchos que piden el reparto de tlerras... Los mismos te6ricos de 1a supuesta movilizacién po- pular desmienten sus fantasias populistes cuando pisan en la realidad y se atienen a Jos hechos. El pueblo que su- puestamente se habria movilizado “resultaba poco menos ‘que una abstraccién en las condiciones econémico-sociales de la época”” y era imposible “‘una insurreccién general” contra. los virreyes, dado "el bajo nivel del pueblo” (Puig- ‘gr6s, Moreno, 286 y 109). Bn realidad la sociedad colonial Presentaba més que suficientes conflictos entre las masas trabajadoras y las oligarquias dominantes como para pro- ducir un sordo conflicto que estallaba a veces en vastos movimientos de masas. Asi ocurrié antes, durante y des- pués de las luchas por Is independencia, Pero en ningin ‘momento esos movimfentos fueron parte del proceso de la independencia; de ningiin modo fueron el respaldo popu- ‘deen Ie sda de le cv Kaley cru ele pollen, peabe ee (Tipe Hire 10 a Milefades Petia incontrolado de la alta polttica de Ins oligarquias crio- oy ree’ cnten Bape, af menes del moo en ave las masas trabajadoras de los suburbios parisinos fueron el respaldo de ta y Ta pequefia burgues{a en su Tacha contra 1a nobleza. Los movimientos de masas pro- @ucidos durante las luchas por la, independencia consti- {nfan un movimiento aparte de la independencis, y no se dirigia tnica ni principalmente contra Wapsfia sino contra fas clases dominantes de la Colonis. Ambos movimientos cooxistieron, se superpusieron, se contradijeron las més de las veces, Pero en ningsn caso uno —el movimiento Ge las masas explotadas fue el respaldo del otro— Ia Iu- ‘cha de las clases dominantes © contra la Corona espafiola, Nelgef lpg eee tre TTedeque ent los pons ys ioe y negro (tna como el pia honpeyeecagt oe whe Tae ee ee eet re opty pe a ra epee Sin ee tds oe Sear ep peepee any Seer a ae creme Se as oe te Stephon een Seenaie Seat akon aoa ae Antes de Mayo 98 1707, «infame y detertables porgue aspimbs a desta la sjerarqua de las cates.” (Bugs, Eaructoro, Ll), Por allo es totalmente falso stirmar que “las clases més oprimides del pueblo anhelaban ardientemente. Ia emancipacion, del yugo espafiol”” (Puiggrés, Caudillos, 240), En realidad, eomo lo observé Alberdi, “éra constan- te que los indigenas apoyaban més bien a Iss autoridades, espafiolas” (Péetumce, TV, 64). Los emisarios portefios no tenfan inconvenien‘e en propagar Ia emancipacién del Indio en-el Alto Perd, porque total en Buenos Aires no existfan encomiendas y pars nada necesitaban Jos estan- cleros o‘comarciantes del trabajo indigens. Pero ia situa- cidn de Ie oligarquia altopervana era muy distinta, y por 80, “lo que llev6 al eolio el encono de los peruanos contra Castelli fue Ta emaneipacign do los indios prociamada por Gi, ol 25 de mayo de 1811, on ins proximidades del lago Titieaca” (Lafont, Historia). Hn al Rio de la Plats, el Secretario principal del Gobierno de Buenos Aires Je ‘ex- plicaba al embajador Strangford, en ocasién de pedirle que Inglaterra indujese a Espafia a un arregio con us co- Tonias, que “cualquier gobierno es mejor que la anarquia, y hasta el mis opresor ofreceré mas esperanzas de prow. eridad que la voluntad incontrolads del populacho” (Webster, 188). La Asamblea del afio 18 abelié la esclavitud. Todos Jos escolares lo ssben. Pero zhube elli “presién de ias ma- sas"? ;So trata del “ideario democrético de Mayo” puesto en accién? Si asi fuera, habria que explicar porgué In pre si6n de las masas séio obtuvo resultados tangibles en este punto, y porgué el mentado Ideario democrético sélo aa se trasunt6 en hechos. Mucho mds probable es que se tr taba de una maniobra “demagégica” para obtener la sim patia de Inglaterra, tar ansiosamente buscada. por los Eobiernos portefios. Y ai éste fue el objetivo, seguro que 94 Milefades Pefia dio en el blanco, porque en 1814 Strangford le comunicaba ‘a su gobierno que “por lo menos en un aspecto el gobierno de Buenos Aires parece tener un derecho justo y s6lido a nuestra proteccién y buenos oficios, y que el noble ejem- plo que ha ofreeido a estos paises por la abolicién de la esclavitud de los negros en lus Provincias bajo su auto- Tidad parece hacerlo acreedor al favor y simpatia de la acién cuyos prineipios al respecto ha proclamado y cu- yas ‘ha adoptado” (Webster, .184). Y que In- glaterra le daba importancia al problema se deduce de Jas instrucciones de Cénning a un enviado a México, quien entre las cosas de capital importancia que debia averiguar para que el gobierno briténico se pronunciara ‘acerca. del reconocimiento del gobierno mexicano figu- aba: “Ha abjurado del tréfico de esclavos y lo ha abo- lide” (dem, I, 601). ‘Todo parece indicar que, como el temprano espi- ritu de tolerancia religiosa, Ia abolicion de Ie eeclavioud fue un eubproducto del libre comercio con Inglaterra y de la ereciente influencia de aquella nacién en los asuntos del Plata. "La revolueién de Mayo no fue un alzamiento gene- ral de las poblaciones del Virreynato contra el rey, sino fl resultado de una conjuracién limitada, que al pi cipio sélo reflej6 los deseos de los hacendados de Buenos ‘Aires y los de un corto mimero de personas a quienes herfa la forma arbitraria de distribuir los eargos pablt cos, la intolerancia religiosa y polftica y el sistema mercial mantenido por Espafia en el Rio de la Plat ‘(Alvares, 31), “La revolucion de Mayo fue cbra de eabil- dantes, o8 decir, de los hombres de pro, de los duefios de Jas vacas y las luces. No podia ser de otro modo. El pueblo de que hablan las crénicas fueron en le oeasién unos euan- tos correveldiles trafdos por French y Beruti para dar color local a la cosa” (Franco, Paz, 18), “Tanto los patriow Antes de Mayo 95. tas que encabezaban el movimiento revolucionario como los espafioles... perteneefan a lo que podfa Hamarse Ia parte aristocratica de la sociedad. Las tendencias de ambas fracciones eran esencialmente conservadoras en cuanto a la subsistencia del orden pdblico, y esto hace que se’ encontraran de acuerdo en un punto espital, como era el de impedir que el populacho tomase en la gestién de los negocios piiblicos una participacién activa y directa” (Mi tre). “La Revoluelén de Mayo de 1810 fue hecha por les autoridades municipales y militares” (Alberdi, Pdstu- ‘mos, TV, 186). “En 1a masa popular no habia fermenta- ciones de protesta o rebeldia. La Revolucién fue hecha por una infima minorfa, en un ambiente frio, sin que los revolucionarios consiguieran que el pueblo se penetrara del espiritu que a ellos animaba. Eran alrededor de 800 Jovenes patricios, conducidos por 8 6 10 caudillos que se agitaban exigiendo de los vecinos el apoyo del movimien- to. ¥ een minoria se mpuso porque conts con el apoyo de la milicia” (Ibarguren en La Nacién, oct. 6 1924), "No fe exacto que el pueblo haya aislado con su creciente ulu- lar a los \iltimos ‘representantes del coloniaje espafiol en el Plata, También es pura adulacién politica de cardcter contemporaneo el afirmar que de la “masa colonial” s¢ levants un poder que destroz6 a Ia Metrépoli. Todas las slecciones de Juntas, llamadas impropiaments revolucio- nes, lag hicieron clases elevadas de comerciantes, hacer Gados, funcionarios, abogados, ete. Fue el pueblo eonscien- te y responsable. Las masas no hicieron absolutamente nada” (Gandia, Revisién, 225). Estas palabras de los his- torladores de las més diversas tendencias contienen toda Ja verdad acerea del papel de las grandes masas en el movimiento de la Independencia. Ellas no demuestran absolutamente nada “contra” las masas sino que eviden- cian la Kimitacién de las lamadas Revolueién de Mayo cuyos objetivos puramente politicos no tenian por qué arrebatar de pasién « las masas. Desde luego, los historia- 96 Mitoiades Peta reaceionarios pueden utilizar esta susencls de mo- etetehSn popular para idealizar la colonia y pintaria Como un paraiso en quo las massa vivian apae{lements wrotegidas por Ins leyes do © bien para rar Be ig Historia nacional eo la obra de minorias selects, Sin que las masas hayan sabido hacer otra cosa que per- furbar y dificaltar la obra de la civilizaclén, En cuanto fa esto, sabe decir que si las masas no se Ienzaban a le Tucha por ol movimiento de Mayo, luchsban sf por otras ‘cosas y trabajaban para que los estancieros y comer- Giamtes tuvieran tiempo de hacer su Iamada revol ‘ign, ¥ el no se movilizaron por la independencia es porat fn "Formentacién y Ia robeldia lntontes no. encontraba ‘expresion en tn movimiento que der un Gar taumir al poder en nombre de Fernando VIL ¥ 0 Porque la Colonia fuera un idilico invernadero. En rea- Hdad, “no sélo no ay en Amériea colonia donde no se hayan do levantamientos, motines y revolucio- ‘age, [ile casita, sino que es dif quo tramsourm Un decenio ain gue go produaca uno de esos stallidos ‘Amar6, jefe famosa y conocida, Fikcilones: favo. sniltiples predacesores 7 cortinvade- res” (Bags, Estructura, 140) Los Hacendados y el Comercio Libre is cess cdi renin « wens

spl rea slaw, see a gaecn Ce les pts len ines Cert er oe ceca 00 She's arr ane te ee ean on on eee) av Soa ars sac, Ih gait Mon te vhs Gra hannew Pol eee (hic etn te) Mitcindes Peta oe ncorporac Jas incorporada or Ie fern al trabajo de I rae do ey conten a reancla do la provincia de Bo A), ‘otra se alists en los ejéreitos de ja ind ahs eh PA fate foo lng rotors” lag Gad trears orporemnle due el autor de ea eekelta atten eeor due cba Trans fueron mDUMOraS ¥ fervorosas combatientes de la indepondencia na Aus Jeliay in ene on papa era ura epie do oro ‘atm ulnar de toges los ganeos, Poco vale ieee pore ae tein potinsxpotar 7 i oer ar Thuy suporor al conaue intrao. Bere deapoés de Mayo, Tats las naircloes cloves Ia expowtai, sare asaho man wortajonn ave ants el Neg Teme pore. is exportacisn . gl ‘88 dai joe “ocaié since one st imi Ol se cated grin goede cere habe Gur dal egbea omient = Sa tira, och mr wea yea en ence eave Ba Ace y sal a a oe angus gn come peo tele itancia tba a ser sustituido por el trubajar nigunos meses ew 2 irene On ian Lin enn bee se SESE pa cqumsiews de ernest ites dete eal yma peau rene bt ren como ok SU Sey Tae Cake ce tt pens eatin ss the Se ten on eich ei, a ming Sass Pac ats dens env smmme tn ia Tram toe or ene gee se tera oe Se ero dae 8 8 way Aras aie em orm nmin eo et 2p al wo en, ite" Slams en nh ew ea es ge: Inperate mit on a wrap el territarlo sin peraniso del mismo yuer. Los ax ne ae eer chee de wvice nilir, © 2ot nie de coscubo obi Antes de Mayo 99 | primera vez, y dex a segunda, en caso de rerltar aptor para las fotigas del eéccto™ (Alaren, 72) #Podia ser grande el fervor revolucionatio “patrié- Fico”! de estas masas asf lanzadaa bruscamente de la ‘limitada libertad 9 Ia eselavitud apenas disimulada? En él interior, las consecuencias de la independencia fueron igualmente desastrosas para la economia regio- nal. Los productos ingleses, més finos y mAs baratos, srrasaron Jos talles coloniales incapaces de soportar Is competencia de le industria més adelantada del mun- So, Con todos estos antecedentes en vista, es por lo menos dudoso que las masas se hayan sentido arrebe- tadas de entusiasmo por el cambio que trajo consigo la lepens Yo poder local debié significar ante todo la posibilidad de escupar al control de las clases dominantes y por eso al gobierno portefio se quefaba de que “lenta y gradual- mente han cambindo las costumbres del pueblo en todas esas provinelas; apenos obedecen al Gobierno General, gue con gran diffcultad ha mantenido el orden” (Webs. ter, 187). El Programa Elitista y Oligitquico de Mayo Pero si el movimiento de Mayo no era popular y democrético por Ia participacién de las grandes masas, jlo era acaso por su uma y por los objetivos que Je fijaban sus dirigentes? A la noveleria populista e torno al supuesto alzamiento de macas le signe, como i 100 Miletades Pea catarro Ia tos, Ia noyeleria en torno al ideario democré- ico revoluelonario de los dirigentes, o por lo manos de Bigunos dirigentes de la Wamads revolucién de Mayo. Y desde Iuego aqui entra en juego ese indiscutible talento Golltico que fue Mariano Moreno. Inevitablemente, la Jncidez de este reptblico impoe respeto. Su Plan de Ope- racionea y sus Instrueciones.... (como la prédiea de Mon- Teagude) demuestran una penetrante comprensién de lo que es el Estado —la violencia organizada— y de la es- frategia y tdctica @ emplear par apoderarse de esa ma- quinaria y hacerla servir a los propios fines, contra sus dhtiguos usufructuarios, “La moderacién fuera de tiempo fo © cordura ni es una verdad”, “Los cimientos de una neva repiblies nunea se han cimentado sino con el ri- gor y ef castigo", —“ningtn estado envejecido puede Tegenerarse ni cortar aus corrompidos abusos in. ver- Jervarroyos de sangre”—, “es evidente que tocando al Hombre en sus intereses claudica no e6lo el patriotismo poavia buena fe y demés elrcunstancias que Jo adornan” (Gutiazi, Epifonia, trenscripeién del Plan). Estos pa- Inbras de Mariano Moreno comprometen el respeto, fasta Ia gratitad de todo marxista, porque desnudan y explican los tinicos métodos que la historia pone a dis- Dosisién de una clase social para arrancarle el Poder pes enemigos, Este extremismo de Mariano Moreno, que tn realidad implica el Gnico realismo sereno en los mo- mentos eruclales de le lucha por él poder, ya que como ‘i mismo lo decia: “no se podré negar que en la tormen- fa se maniobra fuera de regia”, reflejan indudablemen- fe la intransigencia apasionada Ge todo un estrato social de la colonia —abogados, intelectuales, aspirantes po- Iiticos— a quienes los estrechos marcos de la sociedad colonial no ofrecfa ninguna ocupacién o en todo caso hlinguna ceupecién a nivel dd sus ambiciones de conce- Nonarios de la intelligentzia. Edmundo Burke advirtié ‘que entre los mayores peligros que afrontaba el dominio Antes de Mayo x01 colonial briténico en Nortcamérica placesba el exceso de ‘sbogados, ya que su profesion hace a estos “sagaces, inquisitives, diestros, prontos para el ataque, listos para Ie defenan y Denes de recursos» Yeuando grandes hono- res y graniies emolumentas no adseriben ese conoeimien- Zod servicio del Bstido se convierte en tn formidable adversario del gobierno”. (Beard, Rise, 169). En las colonias espafiolas estos grupos sociales debian estar fenteramente dispuestos llegar hasta el fin con toda energia para apoderarse del Sstado, mucho mAs conse- Ccientemente que los hacendados o comerciantes cuys frgencia no era tan grande Dor cuanto de todos modos contaban con el poder econémico, que on todas las épo- ‘eas y latitudes inclina a ln pradeneia y el conserva ‘ismo, Pero de Ia admirable clarividencia politica de Moreno y do au cabal energia no se desprende en motio alguno que su politica haya sido revolucionarla —en el sentido Cientifico de cambio de la estructura de clases— nt que ‘Gesparramara s manos. lenas gérmenes revoluciona- ios” como dice un historiador a quien el deseubrimiento de la palabra gérmenes ha permitido salir del paso en todos los cagos en que su errada eoneepeién Jo leva a un callején sin salida. (Puiggrés, Moreno, 872). La pol ‘tea de Mariano Moreno no era ni podia ser demoert tico-revolucionaria, porque las clases y la sociedad en ‘que actuaba no daban para eso. No podia, serlo por con- tagiarse del humor revolucionario de los jacobinos fran- ceses (como creia Maridtegui y muchos otros con él), ni por la presién de las masas revolucionarias de los auchos que reclamaban. .. tiorras, prosiéa que no existe ‘ino en Ia fantasia de don Rodolfo Puigerés, nl —eomo afirma lain recién Uegado al foro de I imaginacién en libertad— poraue “una fuerza superior” actué sobre tla y le hizo “trascender ideoldgiea y polftieamente sus propias bases materiales” (Rivera en Polttica Obrera, 102 Miletades Pefia 1956). Entre los “‘gérmenes” de Puiggrés y Ia ‘fuerza superior” de Rivera, elijan los tedlogos. Los hechos de- muestran que la id politica de los dirigentes revo- luelonarios no Ilegaba ni siquiera al planteo de Ia Repi- blica, Jo que en sf mismo no hubiera sido prueba mucho extremismo, “La revoluclin de Miyo de 1810 no foo mis republicans que ‘monerquitt, estndo al tenor de sus documentos. ~Decir que los dori ‘mentor mienten 10 es hoor a sus autores; et tnmltar ls revolucén, Ft acta firmada en eto dia Jo decara textualmente: “Se depuso al ‘Virey en nombre del Rey". El goblerna proviscio de Ia primera Junto, creado en em acta, fue und etpecie de Regencia, en favor del rey cautive, La funta conservadora de la woherania del Safer don Fernando ‘VI, como se Tamé ta sequnda junta de Diputados de todas lat pro- vinclar, dio un reglamento para el gobierac provicorio, de carkcter ‘monkrquico, poss en él se saivnban los derechos dinisticcs del rey de Eapaia en las jrovincias argentinas. Buenos Alves desconocis ese eglamento, y el goblemo de tres, expocie de Regeacia, y dio wn Extatuto Provincial, siempre « nombre de don Fernando XII. Ese gobierno ete reglamento. monimquice en e! fondo dureron hasta 1814 En ete ‘fo el goblemo independiente envis a Rivadavia y a Belgrano & neyo- car con Espafi la coronacién de un pelacipe espaol en carkcter de Jefe de wna monarguia contituconal independiente, como bise de la az. El partido optesto » em iden fue mlx Teor: clrecis a bk corona de Gran Bretata ol gobierno de lt provincas argentinas (Alvear on BLA), Rechazadas ambes miras por Europa, el Congreso de Tacumie tdeclans la independenca de las provineias en. 1818, pero no condend 4a monarawia, nl proclamy! la repiblica, Basta leer mus actns, No pote conlenarla, poes el congreso era monarguira, et decir, lo eran sus rmiembrot. Fue durante mus sesiones que Belghano propuio organtzar cl pais bajo Ia dimstia de los Tocas Tadavia en el reglament ont titucional que ese congreso dio en 1617 no so bablé de repblicn. ‘Tampoco fe proclamada In ropiblica en la consttucién definitive que se preparé en 1619, La primera constitueién que hablé de cepébiice Antes de Mayo 108 fue la titania de 169, x decir, 16 ates deepnde de Ia cevoluctin de Meng” (Alberti, Pértumes, WW, 118-81) 4¥ of Plax de Marino Morenot Admirable ya lo hemos diche por su Iucidez politica, pero no es el pro- grama de una revoluciin democrética mi nada que se Je parezce, Sv objetivo era tarver 9 la hurceracia virrei- nal y sus aliados —que ta! era el cbjetivo de ls revolu- nada méa, y @9 no es una revohi- ica. Ha verdad que Mariano Moreno invi- taba al levantamiento de iow guuchoo orientales contra Jos restos del poder vizreinal, pero también los eapafio- Jes Hamaban a los indios a levantarse contra Jos eriolios. Hs In téctica de provocar levantamioutos en la reta- guardia del enemigo, y nada mAs. Decie gue esto era pro- Voar “Is insurrescidn popular” y que por tante “el plan ‘morenista respira por todus loz pervs el eapiritu de Ia, sublevaciin de lad masis contra el orden social exis- tente y abre ol caxce de wna democraala amplia y efve- tive” (Puisgrés, Couditios, 56 y 57) es jugar con pala- ‘bras. El levantatniento pedia ser popalar en el sentido de que participarian las grandes masas, pero no porque condujes al pueblo hasta el gobicrno, ni menos aun por- aub se propusicae In aubleveviin de lax masne contra el orden social existente. Hi orden social era el régime de los estancieros, de los eumorciantes, de ua lado, y del otro de los gauehos, ‘poones, artesanos y domésticas, LA sue Dlevacién contra ese orden social significapa dar las estancias a los gauchos, echar del cabildo a Ide hacends- dos y comereianies y poner an su lugar a los gauchos, ¥ dems trabajadores. Esto y aélo ésto podia ser una suble- vacién scciel, es

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