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FICHA Nº 3
Hasta ahora te hemos recomendado una vida sana para mejorar tus
aptitudes mentales y la habilitación de un espacio apropiado para estudiar en las
mejores condiciones posibles.
A. Relajación:
Es lo más útil contra la angustia y la ansiedad que a menudo provocan las
tareas escolares, sobre todo en los periodos de exámenes. Para ello debes estar
cómodo y, para alcanzar la relajación, practicar algún tipo ejercicio físico o mental.
He aquí varios ejemplos:
B. Concentración:
Sin concentración, es decir, esa capacidad que tenemos para prestar
atención de manera consciente y voluntaria, no hay estudio. Motivo por el cual gran
parte del alumnado, aunque dice que ha estudiado durante varias horas, reconoce
que apenas aprendió algo. Para alcanzar ese estado de máxima atención hay que
procurar dos condiciones:
1) en primer lugar, eliminar las interferencias exteriores que nos distraen (ruidos).
C. Motivación:
Para aprender debes mantener interés por aquello que estás aprendiendo,
encontrar motivos y razones. Esto resulta fácil con las asignaturas que nos gustan
pero es más difícil con las materias que odiamos. Sin embargo, incluso con éstas
últimas, es necesario buscar una motivación.
Por otra parte, no olvides que todos los conocimientos tienen alguna utilidad.
A menudo los alumnos dicen frases del estilo para qué estudiar latín si yo quiero ser
ingeniero; esta asignatura no me servirá de nada. ¡Qué equivocación! Está
demostrado que el estudio de las lenguas clásicas desarrolla extraordinariamente la
capacidad de razonamiento: una habilidad necesaria en todos los aspectos de la
vida. Lo mismo cabe decir de la música y las artes plásticas.
En la vida, sea cual sea nuestra más íntima aspiración, alcanzar los objetivos
programados siempre cuesta esfuerzo. Así pues, estudiar implica constancia y
sacrificio, pero ambos son indispensables para alcanzar futuras satisfacciones.