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2. EL CONTEXTO IDEOLOGICO EN EL QUE NACE LA CIENCIA ECONOMICA I. LASACRALIZACION DE LA CIENCIA Bhpedestal sobre el que'se ha’encumbrado la ciencia'en la civilizaci6n occidental pro- cede,:en gran parte, de que ésta constituy6 un ariéte eficiente para demoler Jas an- y atacar las formas de autoridad que aquéllas yustificaban. Ocupan- do la religion un lugar prioritario en el antiguo orden de ideas, una buena forma de combatirlo fue anteponer una nueva concepcién del mundo en la que todo pudiera ser explicado por la ciencia. De esta forma, se ofrecia, a través de ella, hberaral home bre'del yugo de'la Providencia y, en general, de’su temor a fuerzas sobrenaturales. que te trascendian; mostrando que con el solo recurso a la razon podia conjurarlas ‘hacerse duefio de su propio desuno. Pero en'la medida en que tales propésitos ‘liberadores se cumplfan, aparecieron , Ciertamente, hace tiempo que cayé en desuso el culto a la diosa razén insutuido en la época de la Revolucién francesa, la proposicién de Saint-Simon de construir templos en honor de Newton no ha progresado, ni es frecuente encontrar titulos como los citados, ni cientificos que como Augusto Comte se consideren ¢| mas «alto sacerdote de la Religién de la Humanidad». Aunque hoy se esconden con pudor los, signos externos del nuevo culto teligioso; ello no quita para que en medios acade- micos’se siga respirando un inconfundible tufillo a sacristia, pues este culto subsiste, ‘como subsisten, en buena medida, las creencias que lo hicieron posible y los resul- Es raro que quien se haya interesado por el funcio- namiento de las «comunidades cientificas», y observado los ritos iniciiticos que en ellas se practican, no haya reparado en este simil religioso. a \Unsvcomunidad:ciemtfies esta formada por practicantes de una especialidad cientifica. Han pasado por una iniciacién profesional y una educacién similar en un grado que no tiene com- paracién con la mayor parte de otros campos. En este proceso han absorbido la mismna lte- ratura técnica y desentraiado muchas de sus propias lecciones, Por regla general, las fronte- ras de esta literatura tipo marcan los limites de un tema cientifico*, En ella se cuida la educacién de los nedfitos adiestrando a los estudiantes con ejem- plos tipo para que alcancen la forma de ver el mundo propia de los cientificos: «slo después de cierto numero de esas transformaciones de la visidn, el estudiante se con- vierte en el habitante del mundo de los cientificos y responde en la misma forma que ellos»’. La economia, al igual que otras ramas de! conocimiento, se ha visto afectada por el proceso de sacralizacién sefalado. Los economistas constituven’ unz'«comumadad Gientifica»;comparable a tas existentes entre los practicantes de otras discaplinas, con sus-especiahdades -y. capilias, y con sus ritos micriticos muchas veces madecuados, parzesclarecer.los.problemas practicos del. mundo actual, pero eficaces para crear venclos-cieatilicos.esa forma. particular de-ver el mundo que-se mantiene desde jos* > Biografis del mansfiesto comunista. Incroduccién historia de Wenceslao Roces y notas aclaratorias de Riazinoy, México, Compaiia General de Ediciones 1961, p 403 * La eapresién alemana ¢s der Komunistenstolz der Unichlbarkeitey la cita Arthur Lehning en un anticulo que versa precisamente sobre esta cuestin: «E] catecismo marnista. Una vtopia disfrazada de iencias, Cuadernos de Ruedo Ibénco, nim. 55-57, enero-junio de 1977, pp. 41-58. * A, Soria, ob. cit, p. 102 “TS. Kuhn, Estructura de las. ob. cit, p. 272 7 Ibid, p. 177. oi. ie iene 2 Contexto origenes de la amada ciencia econénti¢ar Y—como se’ha indicado— esta sacrali- zacién desemboca inevitablemente en lo que pudiéramos denominar salienacién Gientifiew, al cobrar la ciencia yuelos propios y someter a los individuos a sus dic- tados, lo cual se acentia en el caso de la economia y, en general, de las ciencias que tratan del comportamiento humano y que en su afin objetivador acaban reduciendo al hombre a unos cuantos procesos unidimensionales 0 imponiéndole servidumbres en nombre de una determinada idea de sistema '®, en vez de orientar sus esfuerzos hacia el mejar disfrute po- sible de su corta existencia. Desgraciadamente, no serian éstas las ensefianzas que prevalecieron tras el esta- blecimiento de la nueva visién césmica. La pequefiez y la fragilidad del ser humano y de su entorno que ésta denotaba, no se traduciria en una actitud de los hombres mas humilde y cooperativa orientada a mantener, mejorar y hacer habitable su re- ducida morada planetaria. Antes al contrario, el antiguo antropocentrismo se vio sus- tituido por otro nuevo y mis eficiente que permitid elevar el orgullo de los hombres a las mis altas cotas y ejercer un profundo desprecio por el entorno material en el que se desenvolvia su existencia. En esta situacién «la idea de que la felicidad hu- > Ibid, p. 299. ; "© Romans de Voltasre smivas de ses Contes en Vers, Paris, Libraine Garnier Fréres, sin fecha, p. 189. Contexro mana depende de los progresos de la raz6n, era la mis consoladora que se nos pudo ofrecer (...} pues los progresos de la raz6n son en el hombre la sola cosa que no tie- ne limites»'' ‘Larfe ilimitada en Jas posibilidades de la ciencia seria el medio llamado wrestablecer él antropocentrismo en el seno de la nueva cosmologia, manteniendo larficci6n de que, a pesar de todo, el ser humano seguia ocupando é! centro del uni- veri: Pues se impondria la creencia de que los hombres podrian consteuir su mun- do segiin sus deseos sobre cualquiera que fuese el mapa c6smico en que se vieran envueltos: no se necesitaba ya contar con ¢l entorno mas que cuando ello pareciera conveniente. Eh hombre segufa siendo, pues, el centro, y el unrverso y ia naturaleza ‘eran-ahora las fuerzas a someter. La raz6n, ia ciencia, la técnica, el trabajo, consti- IIL, LA IDEA DEL PROGRESO En este ensalzamiento de la ciencia, este triunfo del espinitu cientifico contribuy6 a generalizar'la y i d ido sevestaba moviendo y se moveria siempre por fa senda deseablede “uni progreto lindefinido. Pues la ciencia venia a ser el motor basico que, con el tiem- PO, permitiria acercarse cada vez mas a la verdad absoluta y ganar cotas més altas en lo material y en lo creativo. * ‘Semejante créencid de que cuanto mas +modernos» mis habremos «avanzadow emtodos'los érdenes se acab imponiendo en el siglo XVil tras una larga pugnacon darveneracin existente hacia los antiguos, facilitando tal imposicion las incuesuona- ebles-mejoras en el arte de navegar; los grandes descubrimientos geogrificos y; cier- tamente, el desplome de la cosmologia aristotélica'?. Pues «mientras los hombres sos- tuviesen que griegos y romanos habjan alcanzado, en los mejores dias de su civili- zacién, un nivel intelectual que la posteridad no podria sofar con alcanzar, mientras que la autoridad de sus pensadores se diese por sentada, sdlo podia ocupar el primer plano una teoria de la degeneracién que excluia una teoria del progreso»", Cierta- mente, la idea de la degeneracién del mundo y de la sociedad humana habia sido la 1 4 modo de advertencia del editor, Voltaire, L’homme aux quarante écus, ibid, p. 230 " El matemitico Juan Pérez de Moya, hablando de la carta de marear afirmaria en 1568: «desta los modemos tienen mis noticias y experiencias que los antiguos y asi se ha de estimar en mis Jo que dello sabe el piloto mis ignorante de los que han ido algunas veces 4 Indias de nuestro tiempo, que lo que sintieron todos lor antiguos y por esta causa, en cosas de la navegacién en més tengo la opinién de un moderno que la de Ansiételes» (J. Pérez de Moya, Fragmentos mathematicos, 1568), ref. José Maria L6- per Pitero, El arte de navegar en la Espasa del Renacimiento, Barcelona, Labor, 1979, p. 260. ” John Bury, La idea del progreso, Madnd, Alianza, 1971, p. 68. Elcontexto deolégico en el que nace la cencia econbmica 5 dominante en la historia de la humanidad hasta que la creencia en el progreso em- pezd a generalizarse en el siglo XVII. La idea de un proceso regresivo aparece reflejada en la obra de Platén y Arist6- teles y esborada por los pensadores mat influyentes de su época. Como seinla Bury", el verso de Horacio: «Damnosa quid non inminuit dies?» («el tiempo de- precia el valor del mundo») expresa el axioma pesimusta aceptado en la mayor parte de los sistemas de pensamiento de la Anugiedad. El pensamiento cristiano medieval tampoco constituy6 un campo propicio para que germinara en él la idea del progreso: la creencia en el pecado original, en el fin del mundo y en el juicio universal, estaba contraindicada con Ia fe en una fuerza irre- frenable que —al margen de la Providencia— empujaba a !a humanidad hacia un pro- greso material y moral definidos inismo cOntribuyé a desterrar ta teoria cichica de la-evolu- ci6n'del mundo formuladz por fos anuiguos gnegos; sustituyéndola por ja ideade ‘una’evolucién winica € irreversible y ayud6 a’generalizar-la conciencia de ta unidad del:género humano, allanando eb-camino hacia el nuevo orden de ideas: Asimisme, ‘Contribuy6 a desacralizar la naturaleza: «la naturaleza en sf misma no es Sagrada paravel seguidor de Cristo», concluye Charles Davis en su estudio sobre la Gracia de Dios en la Historia'®, Y al separarse lo divino de lo natural, al romperse la inte- gracién arménica del hombre en la naturaleza, reflejada en los antiguos panteismos, sedespojaron de todo sentido moral sus relaciones con el entomno fisico-naturalpro- pictindose el proceso de degradacién ecolégica de todos conocido, a la'vez que sc | X facilit6 el desarrollo de ta ciencia experimental base de la nueva fe en el progreso. Esta ciencia —«que no ha podido constituirse mis que desacraizando a la na° turaleza»!6— empieza por presentarse como compauble con la visién cristiana del mundo: «se:trata.de-resutuiral hombre, en gran parte; la soberania y-el poder que tuvo al comenzo de ja creacion {...} recuperemos los derechos que son parte de |X fhtestrodivino legado 2 través dei trabajo, inventando 0 ejecutando», nos exhorta Bacon". Y esta «ampliacion de las fronteras del imperio humano a todas las cosas posibles» —matiza— la realizarin los hombres «mas con el sudor de su frente que con el de su cuerpo. Asi la nueva ciencia experimental apareceria inicialmente li- gada a la idea de una Providencia activa que empujaba a la humanidad por el buen % Ibid, p. 22 ° Charles Davis, God's Grace un history, Londres, 1966, p 25, ref. John Passmore, La dad del hombre frente « le naturalera, Ecologia y radwrones en Ocadente, Madrid, Alianza, 1978, p26 Mircea Eliade, Forgerons et alchumases, Paris, Flamanion, 1977, p. 154. (Herverotyalgwumistas, Ma- dei, Alianza, 1983}, Francis Bacon, On the interpretation of nacure; y New Atlantu, Works, Spedding, Elis sad Heath, vol. 3, pp. 156 y 222, ref bud, p. 4 (Hay traduccién en Foatanells, Barcelona y en #CE, Ménico, respec tivamente), “ Contexto generscitin. Pero, como ya apuntd alguno de los criticas contempordneos de Male- branche, la sdea del progreso se mostraria cada vex mis incompatible con a ortodo- ia relipiosa. En clecto, tat ides se acabaria: construyendo, por una parte, sobre la.aceptacion dea exsstencia de leyes materiales inmutables | que funcionan sin necendad de que intervenes ta divins Providertéia; sobre las que se puede construir un conocumenjo enable cade ver mis completa Descartes con su teoria mecinica del mundo y su doctrina de la inmutabilidad de la ley natural aportaria los instrumentos necesarios para ello. Por otra, se construiria sobre el franco reconocimiento del valor de la vida terrenal, propiciado durante e] Renacimiento, que desembocaria més tarde en las teo- vias wulitaristas De esta manera, ered siglo xvit se fue formando el contexto en eb que tomatia cuerpe ‘no s6lo ta fe en una tendencia seretrenable que empuyaba a la humanidad shacts ef progreso, sino también ia i - pretension de darle un fundamento centifico para sconuderario como algo seguro y necesario. La formulacién de una teoria que ase- gurara el desarrollo siempre ascendente del conocimiento cientifico, ocuparia un lu- gar central en esta tarea. Fontenelle seria —segiin afirma John Bury'*— «el primero en formular la idea de! progreso del conocimiento como una doctnina completa» Ciertamente, la idea de un orden natural y de una naturaleza humana invarsables so- bre la que aquel construyé su teoria del progreso indefinido del conocimiento y s0- bre la que otros pensadores progresistas construyeron sus especulaciones, quedaria desplazada cuando, tras la publicacion de la obra de Darwin El ongen de las especes (1859), se impuso una nueva concepcién de la naturaleza en la que la evolucion y el cambio aparecen como leyes supremas. " i dentro det marco de swpropio planeta. «La evolucion, al despoyarle de su glona como ser racional espe- aalmente creado para ser el senor de la Tierra, le da un floyo arbol genealoprco»”, creencta en el progreso en penerai, y en io coentitico en pat ‘téeular, smo que ésta hubo de retormularse sobre ia base de Lax nuevas teorias: habe ‘que mostrar que Is evolucién transcurria en We direceién deseada La obra de Spe cer ocup6 un iugar destacado en ests tarea, tratando de demostrar que el progreso | deta humamidad no habia do un aceidente sino una evalucién oblisda dentro dei Movimento chsmico general onentado hacia la ae: Gumiento permineia ir descubriendo tas leyes dei cambio La obra de Marx y Engels, que apuntaba en este mismo sentido, seria mis di- vulgadora de tal orden de ideas. Marx saludé con entusiasmo Ia teoria de la evolu- cion de Darwin. Cuando un aio después de su aparicibn habia leido El ongen de las especies, le escribid a Engels sefalando que «es en este libro que se encuentra el fundamento hist6rico-natural de nuestra concepciéne (carta a Engels, Londres, 19 de dicrembre de 1860). Pues Marx veia en la teoria de la evolucién de las especies ¥ " tnd, p. 16. Thnd., p. 00. a ees ee EL contexte idecloqin en el que mart la cence econtemas v de la seleccidn natural de Darwin un apoyo a su teoria de la evoluciOn de las socoe- dades, constatando un paralelismo entre ambas Pero, al igual que otros creyentes en el «progreso» del siglo XIX, a Mara le incomodé que Darwin 00 setialara con da ridad que fa evoluaén natural apuntabs necesanamente hacia el «progreso». Pues, aunque éste terminaba su obra con una pincelada de optimismo, en els no ve de- mortraba que las especies —0 el hombre— te movieran hacia una meta predeterm- nada. Y ante la ausencsa de tal meta, la selecorbn natural —como la lucha de clases~ seria un designio cruel y no una garantia de mejora. Frases como la de Engels de que «entre nosotros (los alemanes) el odio ex mas necesano que el amor, ai menos en un primer momentos (carta a Piotr Lavrov, Londres, 12.17 de sonembre de 1875) en ausencia de la jusuficaci6n de! eprogresos sélo tendrian sentido en labsos de algin sadomasoquista declarado. Asi, Marx saludaria con doble enrusaemo wna obra que representaba, segiin él, «un progreio importante con relacion a Darwons, et des amsres Fire Pa forts;'1865): el progreso; que en Darwin ex puramente accrdental, estt presentady fwem(carta a Engels, Londres, 7 de agosto de 1866). Este paralelismo cove as cen cas de la naturaleza y las ciencias sociales se repeuria a modo de sintesss en Ht dex curso pronunciado por Engels como homenaye posrumo tras la muerte de Mart deseubierto tt tev de tx evanacion de ia aaivraiene organeca ae ‘Bueno planeta. Marz es aque! COMRUTWOTE que derermena ef cure de ia hastoris humana, tev tan heminoss ¥ Yinc!e. que basen: ‘hacerla conocers: E511 ley que aseguraba el vavaoce de las ruedas de la historias en el sentido del eprogresos, 0 era vera que la fe en el desarrollo imparable de las «fuerzas productivas» oatiaacs de que ie miguinede que, rompiendo ix envoirura capitaista que dittcuitada su avance, sf coohans qué scabaria travendo ef socialism Aunque ¢| caracter mecimco de tal relavon causal aparecia suavizado en este caso al introducar como tslabéa intermedio fa xtuacion del proletanado en La lucha de clases Las elaboraciones de Marx despizzaron asi ai campo mas cascundie de 10 voeIal; terreno para que la fe en ¢/ poder de fx trenologs alewera anuguo honzonte de-un estado estaconano dasado en uiipiy de:que «la times manera de hallar ta felicidad ba de buscarse en ia sumusion 2-tales fuerzasw'y tn u Contexto @Qué papel ocupa la economia dentro de las ciencias sociales? {Qué relacién tie- ne con la ideologia dominante en la civilizacién industrial? Qué funcién desempe- fan de hecho sus especialistas? Responder a estas preguntas exige descubnir los pre- supuestos sobre los que se asienta la ciencia econdmica, explicitar Jas limitaciones inherentes al aparato conceptual y al lenguaje comunmente empleados en ella, tareas éstas a las que nos enfrentamos en los capitulos siguientes. V. CAMBIO DE PERSPECTIVAS Pero no podemos terminar el presente capitulo sin antes recordar que lasfronterasw deelad Ciencias dOW Waturaleza, sus puntos de cc ya forma de onentar en elas ‘la inivestigaci6n, que parecian tan claramente i nel siglo XIX dentro ‘Wel wnivers6 newtoniano, comenzaron 2° Desde hace mis de medio siglo nos encontramos inmersos en una verdadera revolucidn con- ceptual y una vez mis estan siendo modificadas las ideas que tenia el cientifico (aun- que no todavia las del lego) sobre el espacio, la materia, la energia y la estructura del universo. Son dificiles de prever las consecuencias iltimas de esta revolucién conceptual. Ello no solo por la extremada y creciente especializacién de los cientificos naturales, que hace cada vez mis dificil informarse ¢ interpretar globalmente los desarrollos parcelarios de sus conocimientos sino, sobre todo, por el caracter ambivalente de es- tos desarrollos. Mas adelante (infra, Sexta Parte: PERSPECTIVAS) pasaremos revista al interés que ofrecen estos desarrollos con vistas a la formulacién de nuevos enfo- ques de lo econémico. Quedan por recoger la mayoria de los frutos, dulces o amargos, que brotan de esa revolucion conceptual iniciada en el campo de Ia fisica con la crisis del universo newtoniano en el que se arropaba la civilizaci6n industrial. Entre las creencias que estin en cuestionamiento, como hemos apuntado, se esta viendo amenazada la po- sicin de privilegio ocupada por la ciencia en el actual sistema de valores. Al vacio y ala inseguridad creados por el desmoronamiento de la anterior visi6n omnicom- prensiva del mundo, se afiade la magnitud creciente de los impactos negativos sobre Ja biosfera y sobre el bienestar y la felicidad de los hombres que acarrean los logros de la nueva ciencia experimental, observandose una pérdida de fe en la ciencia como panacea capaz de resolver los males de la actual civilizacién y un renacimiento de la modestia entre los cientificos. Cabe anticipar que la revolucién conceptual en curso no ha alcanzado todavia el campo de la ciencia econdmica, que sigue reproduciendo a escala interna el modelo epistemolégico de la mecinica newtoniana. Modelo que sirve de base para avalar la creencia en el «progreso econdmico» mediante el incesante aumento de la «produc- cién», ya sea éste lineal o bien a base de saltos mas o menos revolucionarios siguien- do el esquema darwinista de evolucién. El que antes o después se modifiquen los presupuestos hoy vigentes en esta rama del conocimiento, dependera en gran medi- El contexto ideolégico en el que nace la cencre ecomémecs Poy da de que se quiebre la fe en la capacidad de los antiguos enfoques para resolver los problemas econdmicos que suscita la actual crisis de civilizacton y se cree un am- Diente receptivo alas nuevas ideas tanto entre las «comunidades cientificas» mas di- rectamenteimplicadas, como entre los legos en la materia. Esperamos que los capitulos que siguen contribuyan a este doble proceso, al des- cubrir, por una parte, las limitaciones inherentes a tales enfoques y, por otra, las po- sibihdades de creacién de otros nuevos que estén mas en consonancia con los desa- rrollos operados en otras ramas del conocimiento cientifico

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