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MONIKA FROMMEL Frankfurt am Main, REA. La lucha contra la delincuencia en el nacionalsocialismo* lo orignal: Verbrechensbekpfing im Nationasocaliomus, publicado cht und Rechsicre im Dritten Reich, Ringveresung der Universiti Kil, 1090. Traduceign de Franciso Muor Conde Los jueces alemanes pronunciaron durante el dominio nacionalsocialista unas 60,000 penas de muerte; de ellas unas 16.000 los Tribunales ordinarios y especiales; las otras 40.000 fueron pronunciadas por los Tribunales de guerra entre 1941 y 1944, Ello excede con mucho, desde un punto de vista pura- mente cuantitativo, de la cruel normalidad con que suelen actuar los Tribunales penales en tiempo de guerra. Sirva como dato comparativo el que mientras que entre 1914 y 1918 se pronunciaron unas 300 condenas a muerte, solo en 1942 se pronunciaron mas del doble cada mes, unas 700 (1). Una vex acabada la Guerra, ta Administracign de Justi- cia tuvo que enfrentarse con la dificil tarea de valorar desde el punto de vista juridico-penal los principios juridicos que se utilizaron para legitimar estos crimenes y la conducta de los que los cometieron, Pero se quit de encima el problema de (1) Mantied MesserschmiguPritz Willer, Die Vehvmacht im Dieus- 1 des NS, Zerstirung einer Legende, 1987; Desir Garb, In jeden Eine! ‘is sur Tadesirafe. Der Milirstrafrechter Erich Sclvinge. Ein dewiches Jarstenleben, 1989 (Schwinge representa una teorts antliberal del bien {ico; aunque no era una jurista naz, ru gran influerea, como domes ‘oa ls tabs citado) Sobre a discusiny andisis del perfodo nazi en Jos aos $0, Ce por}, MichoelStollis y Dieter Simon, en: NS-Recht in istorischer Pers pti, Kolloguium des Instiuts foe Zeiigsshiche, 1981, p. 13s Jigen Habecmass, Vom ofenchen Gebraach der Hiscorie: Matin Brosat, Wo sch de Geistescheiden; estos dos sitios trabajos publicador en: "Historier ‘wi, Die Dokumentation der Kontroverte um die Eincgartighlt der nati ralsocilsnschen Judenverichtung, 198T (P2439 189 8). 45- ‘un modo realmente notable; dando un auténtico ejemplo para los que tienen muy poca memoria y a pesar de todo siempre quieren creer en un happy end, para los que, ciertamente, admiten que Ia idea del Derecho fué conculeada y un poco conmovida pero consideran que sigue incélume extendiendo sus manos sobre la Justicia, la diosa con los ojos vendados: esa diosa que no sabe exactamente lo que ve, To que quiere ver 0 n0 ver y que con bastante frecuencia sabe, pero acta como sino viera nada, 1. LA GUERRA ENTRE LA ADMINISTRACION DE JUSTICIA Y LA POLICIA EN LA EPOCA NAZI. Las numerosas monografias existentes sobre las rela ciones entre la Administracién judicial de Justicia penal y la Policia en el Tercer Reich (2) ponen de relieve Ia necesidad de revisar las viejas concepciones y, a la vista del extenso mate- rial disponible, plantear nuevas cuestiones, La primera fase, la toma del poder y su establizacién, termind como ya ha demostrado convincentemente Gruch- ‘mann, con el intento golpista de ROhm. Tras el aniquilamien- to de la SA, las $$ se convirtieron en el principal oponente de la Administracién judicial de Justicia, decidiendo a su favor la guerra de trincheras que hasta entonces habfa habido de forma més o menos encubierta por ocupar el espacio polf- tico de la Administracién de Justicia. Constituye un mérito de Gruchmann haber descrito de manera precisa las fases de esta lucha, ampliando con ello en una dimensién importante el espectto de los datos de que ya se disponia sobre la implanta- cién institucional del poder politico y su fortalecimiento corganizativo. Me gustarfa seguir este planteamicnto y vincu- larlo a mis propias investigaciones en torno a la “lucha contra (2) Lothar Gruehmann, Juste tm Drtten Reich, Anpassung und UUnterwerfung in der Aera Girtaer, 1988; Gerhard Werle, JustcStrafrecht land polcelliche Verbechensbldmpftung im Driten Reich, 1989, 46 los delincuentes habituales” desde el punto de vista poticial y juridico (3), La Ley (alemana) contra delincuentes habituales Peligrosos es de 24.11.1933. Con ella se dis ala Admi- nistraci6n de Justicia penal amplias competencias para imponer medidas preventivas a los llamados delincten- tes por “tendencia”, entre otras, el internamiento en ccustodia de seguridad por la comisién de varios delitos dde menor gravedad. Sus fundamentos politicocrimina- les y numerosos detalles habfan sido ya elaborades a principios de los affos 20, al margen de la ideolegia nacionalsocialista (4), y especialmente se habfan apli- (8) Véase al respect, mis aby: Monika Frommel, Priventionsmodelle in der deutschen Strafewrek Diskussion. Bezichungen rwischon Recttspbilosophie, Dogmatik, Rechispol tc und Exfahrungswisseaschatien, 1987, Die Bedewung der Taterypenehre bei der Entstehung des 211 SGB im Jahre 1941, 2 1980, 559, on der Strafrachsreform cur “Rechsemeueran”, en: Roteutinee (Fig), Recht, Rechisphilosophie und Nationalsozilismus, Beihett 18 des ARSP, 1983, p.45 5, Sirf n Republik und Fubverswat. Vorusg a den 7. Stabe: ‘eigenag in Frankfur, 1983 a; (Dokumentation, hg. von den Vercnigurgen der Stavertedigr, 1984, p. 27, Die Rolle der Erfahrangswissenschaft in Franz von List “esanter Srufrechtswissenschaft en: Lisat der Verauntt, Kriminalsozilogische Biliografie Wien, 1984, Jp, 11, Hef 2, p. 36 38. Strafrecht zwischen francisischer Revolusion und Paulsirce: Seat Justi und Polizei, Vorrag auf dem 26, Rechishistorikerag in Frankfurt aM. 1986, Aken des 26. DRE, hg. von D. Simon 1987, p, 169, Ungesibne Nachtresgsjusis, en STERZ, Zeitschrift fe Liter, ans und Kulturpolih, Graz 1987, Nel, p. 16 8 (4) Véase mis tabajos Pravenionsmodell,p. 83 9 esp. 87 shay Gaschichte der Verbrechenstipologe,citados en nota 3 I sistema dulista para Inca conta los delinuentes “profesiona- es” © “habituales" domina el panorama doctrinal desde st aeptaciin por Kall y v, Listen la DIZ 1929, p. 301. El Projecto de 1927 prevelala esto di de seguridad par el reincidente que habia sido condenad enteric & Ja pena de muerte o de reelusion (pt. 59); la Tey de 1933 reaunei, en cam “AT cado en los paises de tradiciGn jurfdica anglosajona (5). Pero es evidente que la “lucha” contra la “delincuencia habitual” fué empleada con éxito por el nacionalsocia- lismo para crear un clima politicocriminal favorable a sus intereses. Tanto desde el interior, como de cara al exterior (6) constituia un buen pretexto para institucio- ‘io. a exalquier tipo de Timiasin defn egalmentey deja la imposiein de ‘medidas de seguridad en manos del jue? de I*instancia contra el gue slo ‘ae run de easacin. El Tribunal Supreme (Reichigericht) interpret cl ‘alo, <2 de forma tan extensivs que incluso neg la posbiidad de recurso ‘de casseién en caso de imposicién de una custaia de seguridad, lo que “ampli enormemente las facltades de los Tribunals para imporela, Ct Fiz Hartung, Jurist ante vier Reichen, 191, p. 100, quien se vanaloria de esa spotaci, (5) Como indice Werner Guisler, Die Sickerungsverwahrung im englschen und dewschen Reclt, 1967, aunque pueden observarse paalels ‘os ideldgicos enre ambos ples, el eontexto politico eriminal era corple- Tamente diferent. Por muy reaccinaria que fuera entonces tambo la polti- en ingesa,en glare la medida se aplicaba slo a delineventes que habian ‘ometico delitos viokntos 0 graves conta la propiedad, mientras queen Ale mania aplicaba también a einidentes en pequetios hurts, abusos sexual de pocs monty todo tipo de delincuentes molestos. A Ta misma conclusion llega Joachim Kelimer, Der Gewoahnhet verbrecher und die Sicherungsvenaahrang, 193445 (parte de un Proyecto de Investigcin diigido por Hlimuth Mayer en Kil, en 1961). (6) Ya Hanns Ker en 1933 exigiaen su lito Nationalsosatisisches Srafrecht una pe sinew de cusodia. Franz Guwer y Roland Frise pro- pgnarea, en cambio, una solcién duals formlada legalment (ct. Git- novFreser, Das neue Siraecht, 1934). También de car al exterce se prop: so este sistema en el Congreso de Criminologia celebrado en Roma (publica fn: Beirige rar Rechisereverung,cuadero 8, Berlin 1938), en el que se pre- Se w informe de reser sobre el ta, seguido de una erica de Hellmuth Mayer. Es digna de mencionarse la reaccién que despet la eica de Mayer ‘los meios nazis. Uno de los reactors de la revista Monatscrit fir Ki minalbologie, Sievers, no quso dejar sin contestaciny Ta publicé como apéndice a Ia recension dl amicuad, pero resptable Tratado de Hellmuth Mayet, Das Siafecht des Deutschen Volkes, 196, queen dcha revista hizo en 1937 v, Wedel. 302), Deo al respect Siewert: “EL autor debe conesar ‘que Eso slo ha sido plasmado legalmente en la Ley conta el deincvente ‘abi, ana prea irfuable dl contenido socialist del pensaiento dev. Lisa, ee no estaba orienta a individu, sino Ia comunidad -48- nalizar la lucha policial contra 1a delincuencia sin ‘mayor resistencia. Actualmente nadie afirmaria que en ello se pretendiera solo culminar antiguos anhelos de reforma aplicando las diversas tipologias de delincuen- tes que servian de base a esta ley contra delincuestes hhabituales (7). Hay muchos datos que demuestran que con esta ley se queria reunir desde un punto de vista estratégico, distintas corrientes y que, por ello, apoyada por grupos politicocriminalmente heterogéneos, por partidarios del Derecho penal de voluntad de corte nacionalsocialista (8), por el ala derecha de la escuela de von Liszt (9) y por los representantes de un Derecho (7) De un modo especialmente claro se muestra esta tendencia a is ‘unguir en el Derecho nazi un evoivcién “sana” y ota “patoigica™ en Hein ch Henkel, quien dice en su Staferfabrensrech en 1983 (ed, 1968, p. £9.60): "Retospecivamente, se pueden ditingui la reformas qu ce hae rani de 1933 en dos grupos: por una pane, las diigidas a continuarsancs Froyectos anteriores que no habian pod llevarse a cabo hasta entonces, ero que respondian a necesidades objetivasy completaban el derecho vgen- te hasta entonces. Por oua parte, hbo reformas que slo bascaban la conse ‘ici deforma patolégica yreprobable de metas polticas autoitarias.” ata explicacidn es también scogidaprobablemente sin ser cansien- 1: de wasfondo politico, pr Claus Roxin Sraferfahrensrecht, 21 ed, 1989, 432, También parcoe superadalatesis de Michael Stolle (Narionalocia- Teicher Rech, en Handwirterbuch der deutschen Rechisgeschict, no 3, ‘um. mary 837s (esp. 88, abajo), de que a Ley conta el delincvente ab ‘ual no fué mis que la continuaién de la reforma del Derecho penal cou ‘medios nacionalsocialistas. Ello supone ignorar las diferencias exisentes centre el Proyecto de 1927 y a Ley de 1933; pero sobre todo ignoca el dite {2 contento ene que se dieon uno ot texto (8) Friedrich Schastcin, Nacionalsozilistisches Stafrect, ZS0W 5, 1934, 603: Kark Klee, Das Problem der Sicherungssrafe, ARSP 28, 1934035, 495 s, (496): “EI delincuente habitual incomegiblesienteétnism «6mo su tga exstencia debe ser apagada. Esto ocure deforma drat on la pena de mur” (9) Que acents a continudad dela tipologia de delncuenes de von Lise en a Ley conten el delinewene habia, cf. Franz Exner, Das Syst der sicherden sod bessernden Massregen, ZSCW 523, 1934, 629 5; o1 mmo, Die Reihshriminalivik vom 1934 und die Entwinckng der Kriminali seit ser Netanclon Revetiton. MSc Kimbo! 194R, .16 (donde se ofecen Atos extaditicos dels itor obtenidor en la nueva Politica erin, -49- penal retributive lo mais duro posible (10). Estos ti ‘mos fueron los que implantaron en la Ley contra delin- cuentes habituales el dualismo exacerbado entre penas y medidas, pretendiendo combinar explicitamente la retribucién juridica con una profilaxis policial efectiva de la delincuencia, una concepeisn que, obviamente, le venfa muy bien al aparato politico de poder nacionalso- cialita (11). Desde el pun to de vista psicosocial, este tono belicista satisfacfa unos sentimientos que, como ‘cure especialmente en tiempos de inestablidad pol a, exigian que la Policia y la Justicia acabara con la delincuencia profesional. Pero lo que normalmente no ‘es més que un simbolo politico, fué entonces una rea dad sangrienta La estrategia nacionalsocialista de asumir los plantea- mientos de los penalistas conservadores en su ret6rica renova dora y utilizarlos en la consecucién de sus propésitos, tuvo éxito; y buena prueba de ello fue la amplia acogida y aplica- cién que tuvo Ia ley; entre 1934 y 1942 fueron condenadas a internamiento en custodia de seguridad mas de 16.000 perso- nas (12). Probablemente fueron también enviadas a campos de (10) Edmund Merger, en su acto Die Strata ale Gances, ZStW 7, 1938, 675 ss. scuNd el coacepto de “cupabiidad por la condcién de vida”, pire legitimar la ageavacign de la pena de los reincidents. Bockel- ‘mann se distancié con precancién de esta tara en su Stadion zum Terra: frecht, on I, 1939, y tomo 4, 1940, Well sav su “eulpabilidad de autor” rabulistzamente,descubriendo “una medida preventiva en forma de pens” cfr. su Peesnlichkeit und Schuld, ZS1W 60, 1989, 428 Cir. mi aniclo en Safjustizunds Polizei im Driten Reich, et. pe ReiferSonnen, 1984, . 86 ss. (publcado tambign en Anuario de Derecho penal 1989, traduccion de Muto Conde), (11) Concepeiones de esta clase en su forms ms exagerad se ‘ncvenun tas la intoducein en 1941 dela pena de mere “para la proee ‘idn de fa comunidad populae” en: Dahm, Toderstrafe und Tatertyp, DR 1942, SI: Merger, Tatypen, Tétertypen und Charaltertypen, Deutsches Str Srechis, 9, 1942, 108; Exner, Siwnwandel in der newestten Entwicklung der Safe en Peschrfit fir Koblrausch, 1944, p. 44; Lange, Taterschuld und Todestrefe.2S1W 62, 1942, 175. (12) Helmer, ota 8 -50- concentracién, aunque hasta hoy apenas nadie se acuerde de Ios Hlamados “eriminales” asesinados en esos campos de exter- rminio, ya que no se les considera victimas del Nacionalsoc lismo, ni son identificados como grupos. Ello explica también que esta Ley contra delincuentes habituales no sea considera: da ni siquiera hoy como un ejemplo caracteritico de fa Polt ‘a criminal nacionalsocialista. En lo que sigue, voy sin embargo a recordar brevemren- te los argumentos que, desde una perspectiva puramente juri- dica reflejan el cambio silencioso habido en el perfodo nazi, para concentrarme luego en el aspecto institucional destacado por Gruchmann, La Ley contra delincuentes habituales es, comparada con el Proyecto de Cédigo penal de 1927, vaga e indetermina a, Ademés, en su interpretacién tanto el Tribunal Supremo, ccomo os Jueces inferiores renunciaron a cualquier tipo de recisin. Incluso se Heg6 a calificar automsticamente c1al- «quiet condena anterior con la calificacién de “delincuente por tendencia”, lo que suponia la imposicién det internamiento en custogia de seguridad. Comparada a otros paises que tienen ‘na institucin semejante (Inglaterra), ello constituye une 2vi- cente desproporcién. Las sentencias no se pronuncian s6lo contra delincuentes condenados varias veces anteriormente, sino por razones mucho més superficiales. Cuando aiin no se Iba decidido la guerra de trincheras entre Ia Administracién 4e Justicia y la Polica, los Tribunales penales aplicaron la ley sampliamente, demostrando asf, ademés de su lealtad al régi- smen, que la Administracin de Justicia podia llevar a cabo la “lucha contra la criminalidad” con la misma eficacia que el terror policial. De este modo se iba todavia més lejos de lo que permitia el estado de excepeién politica, normalizando el sistema nazi. Las téenicas que se habian utilizado para tomar «l poder y eliminar a los adversarios politicos, fueron ahora utilizados para reprimir los dlitos contra la propiedad y todos aquellos detitos que se Jerivaran de una forma irregular de s vida, sunque no constituyeran un peligro concreto para los ciudadanos. Con ello, los Tribunales devaluaban indirecta- mente la labor de la policia. Asf las cosas, no resulta sorprendente que paralelamen- te surgieran otras instituciones como el arresto de seguridad, ‘una medida puramente policial aplicable también a los mis- mos “enemigos”. La base juridica para que la policfa a través de esta medida pudiera también enviar gente a los campos de concen- tracién, la ofrecié un Decreto de 14.12.1937 sobre “lucha pre- ventiva contra la delineuencia” (13). Antes de este Decreto, ya se habia legalizado esta medida policial del “arresto preventi- vo", apoydndose en la Ordenanza Imperial para la “proteccién del pueblo y el Estado”, de 28,2.1933, que, aunque conforme a su tenor literal, slo podfa ser utilizada contra los “enemi- 0s” politicos del Nacionalsocialismo, también se aplic6 a los amados “delincuentes habituales”. ‘Veamos el argumento que oftecié como explicacién de ello, un delegado gubernamental en una sesién secreta de Ia polieta: “Esta Ordenanza parece, segiin reza en su pre- mbulo, sélo aplicable por los Tribunales de Justicia contra los actos violentos comunistas hostiles al Esta- do, pero como se sabe desde hace tiempo, un preémbu- lo es s6lo el motivo, no un elemento integrante de las leyes. Por es0, no hay inconveniente alguno en aplicar- la también a todos los que de forma dafina para el Estado o el pueblo ponen en peligro con su conducta la reconstruccién del pueblo alemdin” (14) La reaccién doctrinal a esta legalizacién de hecho de 1934 fue uniforme, Ninguna voz se alz6 contra esta equipara- (03) Schafstein, Varbeugehah, 2S:W 58,1939, 307 (14) Hane Tesmar, DR 1936, 135, 52 cin entre diversos tipos de delincuentes (15), Al contrario, la aplicacién extensiva fué saludada con jabilo. Cualquiera que fueran sus intenciones, los Profesores de Derecho penal s6lo entonaron miisica de acompafiamiento académico al concierto en el que, en tono amenazante se definfa la lucha contra la elincuencia como una tarea de la policfa. Los comentaristas académicos no pudieron, sin embargo, evitar que esta lucha se llevara a cabo a grandes voces y con todo el despliegue de niedios propagandisticos (16). Todo ello me induce a mantener la tesis de que lo espe- cffico del nacionalsocialismo no eran los concretos elementos ideol6gicos (en sf mismos considerados), que igualmente se cencontraban formulados en otros planteamientos: ni tampoco la forma en que aparecfan mezclados, sino la peculiar comt nacién de la ideologfa con el realismo politico. Su plasmacién Juridica y su fortalecimiento organizado establecieron un doble dominio, que, por un lado, tendfa a una juridificacién intensiva en la que, al mismo tiempo, se eliminaban los dere hos subjetivos. La polémica sobre el individualismo y el liberalismo di6 lugar a un concepto juridico apenas desarrollado, Sin las ideas liberales que querian garantizar con el derecho esferas de libertad, s6lo queda de éste una especie de autoritarismo jutidificado; el Derecho penal se convierte asf en el “Derecho de la lucha contra el delito” al que es inmanente una tendencia ‘a conceder a la policfa un papel de primer rango. Con ello se disefiaba el programa para apoderarse del aparato de poder de a Administracién judicial de Justicia, El posterior reforza- miento organizativo duplicando las diversas competencias judiciales y policiales no fué otra cosa que el asentamicnto ‘

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