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GUINEA ECUATORIAL POLITICAS / POLTICAS / DISCURSIVIDADES Benita Sampedro Vizcaya {coord.) 238 DeVESTIDOSY COLONIZAGION EN GUINEA 4 IntRODUCCION EQUATORIAL. ENBUSCADE AGENCAS FSCONDIDASENLAS NARRATAS (COLONALES (1840-1514) HILVANANDO DERECHOS EN (AS FUENTES ABIERTAS LAUTERATURA DE GUINEA ECUATORIAL (CDLONIAL SOBRE GUINEA 0 COMO DESCOLONIZAR ECUATORIAL ELARCHIVO COLONIAL. fe 72 MEDICINA COLONIAL Y LITERATURA FRANQUISTA: UA UBICUIDAD DE LA EL.CASO DE LAS NOVELAS DE LITERATURA GUINEANA LIBERATA MASOLIVER. - 58 UA HERENCIA FRANQUISTA, EN LAS RELACIONES LAS COMPLEJIDADES DE CCULTURALES ENTRE UNA IDENTIDAD HIBRIDA EN ESPANA Y GUINEA DOS NOVELAS DE JOAQUIN ECUATORIAL MBOMIO BACHENG 92 110 ESTADO, RELIGION, ‘TRABAJO Y HAMBRE CRONOLOGIA 106 . JUAN BALBOA ioe NNO HA VUELTO crom! En sus estudios sobre la relacién entre co- lonialismo, racismo y el concepto de trabajo, Anibal Quijano ve las claves de la modernidad a partir del viaje de Colén en 1492. Lo que se inauguré entonces fue la modernidad en base al capitalismo global. El nuevo poder transatlénti- co clasificé a los seres humanos segiin una cate- goria racial por la cual unos, los blancos, tenfan derecho a recibir un salario por su trabajo, y otros —indios, mestizos, negros, mulatos— que- daban apartados de ese privilegio por su origen biolbgicoysufenotipo, es decir, por su raza (Qui- jano 208). El producto de su trabajo -porque el trabajo se convirtié en un medio de produccién metcantil~ no se pagaba, sino que se exigia de forma violenta, Los indios de las encomiendas y luego en sus relaciones de servidumbre no co- braban por sus mitas. Los negros esclavizados no recibian compensacién salarial pactada por su trabajo, que era de por vida. Anibal Quija- no nos advierte de que las relaciones coloniales que se inauguraron en América en 1492 han mantenido su carécter de dominacién y violen- - Estado, religion, trabajo y hambre cia todo este tiempo, transformandose, eso si. La prueba de ello est en la persistencia de las relaciones sociales y econémicas presididas por el racismo, definido como la desigualdad entre los que se arrogan el derecho a poseer riqueza y trabajo asalariado estable y aquellos a los que se les niega en base a su origen biolégico. Pues bien, mutatis mutandis, la historia de Guinea Ecuatorial, como la del resto de Afri- a, reproduce las relaciones asimétricas de trabajo y produccién coloniales incluso des~ pués de la independencia. £1 nuevo Estado Inaugurado en 1968 se apropié con extrafia naturalidad de las précticas de semiesclavitud y servidumbre que habian existido durante el periodo colonial espafiol. Que el régimen de Franco declarara Guinea Ecuatorial “materia reservada” tras concederle |a independencia no fue sino un acto de sinceridad no exento de ironia: los horrores que se contaban del nuevo 1en dictatorial inducian a la comparacién con las atrocidades cometidas por Espafia y sus funcionarios coloniales s6lo unos afios an- test, Pero, aun dentro de Guinea Ecuatorial, lo definido por Anibal Quijano tiene una singular validez para el caso de la isla de Annobén. Los habitantes de esta isla fueron protagonistas y victimas de la historia moderna desde su en- trada en la narrativa de los paises europecs, del tréfico de esclavos, de las colonizaciones tras su abolicién y de los procesos de indepen- dencia y postcolonialidad. Este territorio de ‘escasos 17 km?, como cuenta el investigador Arlindo Caldeira, alcanzé su independencia de facto entre los siglos XVIII y XIX gracias a ser muy isla, es decir, a que sus habitantes usaron todos los recursos a su alcance para hacer de las invasiones planeadas por otros tarea qui- mérica, imposible de explicar y menos de jus- tificar en cuanto a beneficios se tratara’. Sin 1 Ua lectua de los ensayas de Sus Cclorialeppafot en Guines refela tn paroram de violencia tanto epistamoligca (Guinea en blanco y negro) come fsa (Un ‘quardia chi en io sebe , sabre todo, per canrarse en ita de 1 Norn sabe la época ‘rnobin, ene! casa del cabo RestituteCastila, que qusainstarer allpmanu mitor on regimen anareuista nade ms proclemarce a In Replica en Espana. Le précticas eels en fs Tenorios Eepictes dal Golf de Guinea en el primer ter del siglo XX, Cando el esedndale lage ala propia Sociedad cs Naciones,h sido extucadas pr lain Sundlata [Frm iovng to Neoslovery The ight of Def and Perondo fin tha Er of Mooliton, 182? 1980), Un cierto ecn de estas sucesas se ve enellbeo de Bacio “Antonio Rebollo Estupendse mitenoe dela Guineo expat, con ta vedn mds arcana als hechos eel emo, dentro de in fdscursa atiolonal pero no andcoionials, 2 Flensaye dealers tenetaimport fais de Annobsn en e celia, y ou poster filo XX. La mayoia dele referencias a naoben si “descubimiento” por los portugueses ede ener d ‘Mio Huewe 0 Ana Bo en portugues asa ext stud 2360 km, ‘aprosimadamente a oeste dela costa continental acaray 3 180 kal sure oiela de a Toms, Lar ene istéieas a deseriben ‘coma deshabitadacvande arbaron los portugueses, pero de ello ra hay total seguridae. Lo que ses pobislén es ‘novertariamente dle orig continental, Los antepezrdos ce lee lanneboneses fueron en algunos asosescavos que legsron ais ‘ce Angola val sia de So Tomé a a primera iad del silo 2 (Calera 2006: 100), La dana y las corentes marinas no baci a alia ya egada a Anobsn un asunta fe La oro cl aisle tampoco ayo als intresesportuueses 2 estableer ts economia eclavi cde cert intended Sinerbarge Anabén fie used por los inarcosnegreros como puerto de eacala hast ‘abolcin del trifle de ecivos en ls primers dcades del slo 0 Tras al Tato deel Pad de 1778, Annabeny junto con sla de Fernando Poo actus Bioko y uneextnsa és costera dele zona ‘ontnentl que ocuparis pate delos actuals tertria de Nigeria, Camerin, Gabon y por supuest fs pert continental de Guinea storia, fe trasferida por Portuga 2 Espa, que ania su dominio coli de Annaben. Este dominio sin embargo no iso fective hasta mis de un silo despues, La poblaisn annchonesa Siguio consiledndose parts de Portugal, logrando wn gobiere autonome recanocdo en le primera mifad del so xX el unico tertoria en Aen oéciletal que gb de un gobiern lea! no blanco compuesto por un conse eleido por a poblacin, Caldera ha estudio este perfodo hstrica en su ensayo "A replica nears de Ano Bony spin ala se goué dena Independencia (de facto entre 1700 1885, cuando Espa insta tmisioners daetianoe (Caldera 2008: 296 ys, primeres embargo, fue tras la independencia de Guinea Ecuatorial, el 12 de octubre de 1968, cuando su poblacién se vio asaltada por las précticas de un Estado moderno que eché mano del tra~ bajo forzado y las deportaciones de la pobla- ci6n masculina como pocas veces habian co- nocido en la historia®, Las diferencias étnicas del nuevo pais independiente fueron explota- das por el electo presidente Francisco Macfas Nguema para instituir un régimen eonémico muy similar al de las plantaciones del régimen colonial espaol, ahora expropiadas, y donde el trabajo agricola era forzoso y no remune- rado, fenémeno que se generaliz6 a partir de 1975 (Bolekia Bolek 130}*. Sin rasgarse las vestiduras al repasar la his- toria de su pats, el escritor guineano Juan To- mas Avila Laurel nos ha ofrecido dos obras de ficci6n hermanadas por el tema y el lugar de su argument, la isla de Annobén, que aun- que peguefia en tamafio ha sido tatida por las tempestades de la historia. El perfodo que decide novelar es el de los afios setenta, mo- mento culminante de su abandono y su sole- dad, y que coincide con los afios formativos de la propia infancia del escritor, originario de la isla (Avila Laurel 2005: 12). Awala cu sangui (Malabo, 2000) y Arde el monte de nache (Ma- drid, 2009) son historias paralelas de abando- no desde la perspectiva de los abandonados. Cuentan los avatares de un grupo de annobo- neses que sobreviven, viven y mueren en su. isla durante los afios posteriores a le indepen- dencia de Guinea Ecuatorial en pleno régimen de Francisco Macias. En estas novelas, las olas del mar —que les habian protegido de las ase~ chanzas exteriores- impiden a los protagonis- tas salir de su isla sin correr un claro peligro de naufragio, El mar, y cémo nav2garlo, es una ciencia que sélo conocen los annobone- ses, pero ese conocimiento no les asegura una vida feliz 3 Los annoboneses no heblan votado mayorttartamente al candidato francisco Macias Nevoms en lis elecciones presidenciales prevas a la independenca, lo que el nuevo ‘avumié como una arent Al poco de prodamarse el , Macias deport a los annabonese: de ails de Femando Pao 2 Annobén (Bolekia Boleké 123). 4 Ls ropatriscién de 25,000 trabajadoresnigerianos tas seros en [3 sla de Bioko, des es plamtacienes de cacao mano de obra, lo que movié al nueva rgimen a recuric 2 ia prctca de los trabajos forzados del perodo clonial, en un régimen laboral ue fue denunciado como necascavista por alguna racionales(inger-Gcuma? 133) Juan Toms Avila Laurel desciende de an- noboneses por padre y madre, aunque nacié en Malabo en 1966°. Su relacién con la isla natal de sus padres fue bastante intensa en los primeros afios de su vida. A diferencia de otros escritores guineanos de la generacién de la independencia (como Francisco Zamora Lotoch, Donato Ndongo Bidyogo, 0 Juan Ma- nuel Davies), este hecho politico de la inde- pendencia lo vivié desde dentro del pais y en su Infancia, pues tenia sélo dos affos cuando se proclams. Sus padres eran ambos maestros de escuela y desempefiaban su funcién en An- nobén, a la que se habfan trasladado, y donde Avila Laurel vivid hasta los siete u ocho afios, los primeros de la dictadura de Macias y del absoluto abandono de la isla. Alli presencié las deportaciones de la poblacién masculina capaz de trabajar por parte del régimen del dictador, lo que recoge en Awala cu sangui. Sus propios padres fueron destinados como maestros a Malabo, lo que se debe de inter- pretar como un objetivo de aquel régimen para desestabllizar la identificacién étnica y ragional de los annohonases, expulsando da la isla a los elementos con mas capacidad de entander y negociar estrategias con las insti- tuciones del Estado. Lo que vio y oy6 de niio en Annobén, y luego en Malabo con respecto a Annobén, lo convirtié en materia central de estas dos novelas en un momento de su vida, pasados los cuarenta afios, en que se impuso a si mismo reflexionar sobre ese pasado tré- zico de los afios setenta del siglo pasado, que inicid el éxodo y particién en dos de Ia pobla- cién annobonesa, entre su isla propia y Mala- bof. El momento de la escritura de Juan Tomas Avila Laurel en estas dos narraciones coincide con el boom del petréleo en su pats, especial- mente en la isla de Bioko. Pero de Annobén sigue sin hablarse. Annobén es, en su trayec- toria literaria, un cronotopo que nos explica Guinea Ecuatorial como si fuera una sinécdo- que de un pais olvidado a su suerte, Estas no- 5 Avia fen Su ensayo “Laila de Annob de annaboneses nacdos ya ‘consideran parte de ell, Tel el caso Laboch, 9 eu hermane Armando Zana, nel MapilLobech 5 Segun el censo de 1990, habla menos de 2.090 habtantes en Iaisla de Annobn pare exe alo, mientras que la ira de anno2onezes en Malabo sunerab fs 1.600 (Past 2 velas de Annobén magnifican como una lupa el momento peor de su historia. Como escritor, Avila Laurel se formé en los affos noventa y hered6 la tradicién de los auto- res guineanos que escribfan fuera del pais, pero ‘también la de los que ya pudieron hacerlo den- 110, tras la calda del régimen de Macias en 1979, como Maria Nsue Angie, la autora de la novela Ekomo (1985), importante punto de referencia para escritores de la generacion de Avila Laurel or inaugurar una nueva forma de narrar a la vvez lirica y trdgica. Ekomo as la historia de una mujer fang que se enfrenta a la muerte de su marido y amor de su vida en un tiempo histe rico que amenaza tempestades politicas, los affos anteriores al proceso de las independen- cias de los paises africanos, llenos de una vio- lencia extrema que fue silenciada durante afios. Esa violencia, trégica y lirica, protagoniza las pa- ginas de Awala cu sangui yde Arde el monte de noche. Los personajes de Awala cu sangui son tun grupo de hombres y mujeres, mas mujeres que hombres, que construyen el sentido de su existencia en un territorio marginal de un pats marginal, Guinea Ecustorial. La novela es preci samente una critica mordaz a este concepto de marginalidad que implica por defecto un cen- tro, es decir, el primer mundo de los paises ri cos, el mundo de los paises desarrollados por el capitalismo industrial que se inicié precisamen- te cuando los annoboneses no aceptaron ser un es- labén més en el tréfico esclavista que usaba las islas atlanticas de Arica como factorias y estaciones de paso en el Pasaje intermedi hacia los territorios ame- ricanos, Como conse- cuencia de no colaborar, / Annobén quedé al a ee | margen de la gran historia, algo que cuenta Avi- la Laurel desde la perspectiva de una peripecia de los esfuerzos por llevar a una mujer grave- ‘mente enferma de un lado de la ista al otro, ala capital, donde estd el dispensario médico, pero a donde sélo se puede llegar por mar. El resto de la novela es un anidlisis del contexta de estas dificultades y una narracién del viaje en cayu- co que lleva a los protagonistas a alta mar tras un cambio inesperado de corrientes, lejos de la isla, sin esperanza de poder regresar. Perdidos y entre alucinaciones, se enfrentan a la visién de los monstruos del océano, EI Estado independiente postcolonial, here- dero del colonialismo esclavista, oprime a los personajes de Awala cu sangui utilizando un discurso que sacraliza sus nuevas instituciones. En Guinea Ecuatorial era facil para las nuevas autoridades eliminar la jerarquia de la iglesia catdlica y el clero que quedé tras el fin del ré- gimen colonial espafiol. El clero guineano y la intelectualidad educada en la antigua metré- polis -la mayoria a través de los seminarios eran presentados como colaboradores y quinta uulumnne Uel viejo sistema ahora eliminade. Cl nuevo Estado impone una doctrina politica a través del uso de una retérica vagamente so- cialista, fruto de su acercamiento a la esfera soviética y a la China de Mao, discurso que en Awala cu songui se revela vacio’. La sacraliza- cién del poder del Estado requiere espectaculo y puesta en escena. El Estado postcolonial dic- tatorial se define por su actuacién, una mezcla 7 Come va denunclare anata Ndonga Bidyago en su Historia e (o tempest, ol réginen d2 Macias, constuido 2 partir fel paride nico, desarrllo una press politica basada en tlveros elementos Camb el modelo de produccin hacio una tcoletivizacin de vogos ntes socialites (Sunda 1988: 17) — Te que justiicaba las deportaciones de la poblaclén masculina 1 cela 2ona continental y dels ila mas pene fla en mano de obra de as plantaciones de cacao Ge fo isla de Bioko. En materia rligioss a ilesia catic fos Decseguida y sus sscerdotes cuanco no fueron encarceados Tuvieron su ectividades restingides al mximo, Las iglesias tmismas fueron o tapiadas 0 converidas en almacenes destnades a otros menesteres. El dscurso anticolonialta dle Matlee tha digo contra Expafa y sue plies, a ls que ‘constantemente acusabo de urair consprationas cont l pleno cultural, destacaban elementos co Is flocofs de Is Sutentciad afcana de citadores como Mobutu Sesé Selo (Roberis 137), con le susttucién de topénimos de In époce colonial par otro autsconas. Sant seb, capital, se convitis fen Malabo; la isle de Femanda Poo pasé 2 lamarse Macias Nguama; Annobén recibié ol nombre Pa Gal, 0 Paps Gallo e fa ezmbon, en hanor de simbolo representative de Macias (el fall}, que fguraba tombién en los blotes dels nueva moneda nacional ekuele, que susttuyé 2 la peseta guineara (Néongo Bidyoga 1977: 224 ys de prepotencia masculina y repeticién incesan- te de la retérica oficial: 1 Boina roja era de tal talante que mientras hablabs de su jefe, interrumpia sus disertaciones para dar 6rdenes ala cor- te que le seguia sobre sus preferencias gas- ‘tronémicas. Hablaba del trabajo creador y de repente sefalaba con el dedo y manda- baa “detener un pollo”... Luego, como era representante de Macias, no supo cémo hacer para conseguir una teta bonita, pues Macias no ensefaba eso. Y mand6 a sus armados y revolucionarios milicianos po- nner mala cara y llamar con ella. alas chicas, paara meteries miedo. No les metié miedo, sino que consiguié ser aborrecido por toda Ia poblacién... Perdié su dignidad. Era la maxima autoridad en toda la insula (Awala ‘cu songui 3) La forma de resistir a este Estado represor, como antes al colonial y antes atin alos intentos de esclavizar a a poblacién, es la propia cultura y las précticas religiosas. Las protagonistas de esta resistencia son las mujeres, que siguien- do una tradicién que se origina en el siglo XVI, rinden culto a san Juan, santo patrén objeto de rituales de propiciacién, figura protectora y a veces terrible: "El San Juan modosito y ama- ble que conocemos en los Evangelios no tiene nada que ver con el de Awala. 0 quizd cuando est entre los negros adopta otro semblante y ‘es mas severo” (Awala cu sangui 15). Es una re- ligién sin clerecia oficial, en la que los sacrista~ nes vestidos de blanco realizan ceremonias de acuerdo a las verdaderas necesidades de la co- munidad. En Awala cu sangui, las mujeres de- jan comida ante la estatua del santo para que otros que pasan y tienen hambre la coman Esta es una religién de solidaridad y respeto, que les sirve pata interpretar correctamente lo que pasa ante sus ojos durante los horrendos hechos de 1977 ocurridos en Annobén. El bar- codel Gobierno que llegé a la isla traia Srdenes de llevarse a toda la poblacién adulta mascul: nna para trabajar en las plantaciones de cacao dela isla de Bioko. El Estado postcolonial, como el colonial, practica la esclavitud. Son los nifios quienes revelan en sus pesadillas nocturnas la realidad que los adultos niegan en sus horas de vigil. Los nifos lloran por la noche: ven un monstruo, un demonio vestido de rojo, Cuan- do esto acurre dicen que el nifio tiene metido al Jandjal. Este nifo se convierte en el desafio. mas poderoso al Estado de cosas opresivo con el incesante terror en sus ojos. El Jandjal es una figura de posesién misteriosa que trae la muerte al nifio y constituye una metafora en la novela para representar la situacién general de la poblacién de la isla y su impotencia ante las fuerzas externas. Los nifios se despiertan de noche y ven monstruos vestidos de rojo. Sig- nificativamente, s6lo la luz de las lémparas de petréleo -no hay electricidad- les puede cal- ‘mar. El Jandjal es la dictadura que mantiene a todos en una actitud de estupor y silencio, que s6lo los nifios denuncian sin poder evitarlo. La nica fuente de luz en la noche, el petrdleo, es un bien escaso y que disminuye a medida que los terrores nocturnos de los nifios aumentan. Es el Jandjal, el Estado. El Estado moderno basa su legitimidad en un discurso cientifico esencialista que despla- 2a e imita al discurso religioso. Este discurso presenta al Estado como benefactor y donan. te de bienes de consumo manufacturados como el jabén, las cerillas, el petrdleo, el al- cohol y hasta los aparatos de radio que luego no funcionan porque es imposible obtener las pilas de repuesto que llegan de China. El Estado no es capaz de cumplir sus promesas de bienestar y no logra desplazar las creencias tradicionales que tienen en el mar su origen y su fin trdgico. Una fuente de luz en medio de! Cielo, lejos y en el mar, sin explicacién cienti- fica, el sandjawel, es lo que los annoboneses de Awala cu songui conocen desde antiguo: “en nuestra Africa no existe todavia ciencia en los poblados que duermen a oscuras (..) La dinica luz era el sandjawel, y metia miedo” (4wola cu sangui 25-26). El culto al protec- tor San Juan, las mortales pesadillas infanti- les del Jandjaf o la igualmente funesta luz de! sandjawel hacen de la sociedad retratada en Awala cu sangui un mundo de secretos y me- dias verdades, en lucha contra la opresién que viene de fuera y las formas de opresién gene- radas en su propio seno, un lugar donde los nifios mueren de terror o desaparecen junto a los rios sin que haya alimafias que los puedan atacar en la fauna de la isla. Annob6n, sobre todo en Awala cu sangui, es un lugar finito en su aislamiento ¢ infinitud: Y ocurre esto por lo que ya dijimos al hablar de este lugar y de su geografia fisica, humana y psiquica: un pueblo pedregoso, al fado de la mar, con una playa rocasa y angosta y abrazado en dos lenguas de mon- tafiaarbolada es siempre un aueblo oscuro (..) nadie esta tranquilo en un ambiente donde se eree, e deja de croor, se teme al guin peligro, se ignora lo que puede pasar, no se conoce lo que se tere. Nadie esté seguro en un lugar asi (Awalacu sangui 30), El mar para los annoboneses de las nove- las de Avila Laurel es un espacio sagrado, a la vez fuente del alimento principal, el pescado, y lugar donde se encuentra la muerte, debido a sus corrientes y sobre todo a la fuerza con que bate las costas de la isla. El mar tiene sus leyes, y el Estado moderno aparece como un dios maivado, es una de esas cosas que viene del mar y trae consigo la muerte, con la llegada de sus barcos prisién, la prohbicién de pescar ola destruccién de los cayucos ordenada por el régimen de Macias para evitar la huida de los insatisfechos. En Awala cu songui los sacrista- nes predicen epidemias cuando avistan el bar- 0 del Gobierno. La religién de los annobone- ses les proporciona memoria para no fiarse del mar, fuente de proteinas y también de muerte. El mar es también la causa de la divisién del trabajo en la sociedad annobonesa narrada en estas dos novelas. Los pescadores son todos hombres, fo que los convierte en agentes del sustento y manutencién de la poblacién. Al ser los Gnicos que saben remar, también son detentadores del poder de transportar a los demas ~mujeres, viejos, nifios— de un lugar a otro, Pero dejar la playa en cayuico es un riesgo tanto fisico como politico. £! mar embravecido puede volcar el cayuco; y dejar las costas, sin permiso oficial, era un acto subversivo. El cuer- po de agua que comunica a los habitantes de ‘Annobén de un pueblo a otro v con el resto del mundo es un sitio de contradiccién, tinico ca- mino para romper el aislamiento y al tiempo el, ‘camino por el que llega el poder destructivo del Estado. La isla en medio del Atléntico en donde ‘curren los acontecimientos de Awala cu san- > Mapa de Guinea Ecuatorial. guiy de Arde el monte de noche es lo opuesto al estereotipo asociado con el paisaje tropical del turisig muderny 0 lus libros de viajes ate tiguos. Las playas son lugares pedregosos que no invitan a pasar unas vacaciones a personas de paises ricos. En estas novelas la playa es a donde van los hombres a defecar por la noche © las brujas a bafiarse, también de noche. Las montafias de la isla son obstdculos para la co- municacién entre aldea y aldea. Rodean a los pueblos con sus sombras. Son lugares de niebla donde habitan péjaros raros y blancos, antesa- la de precipicios y muerte. Ni playa ni monte son lugares propicios, como ya lo habia descri- to Avila Laurel en Awala cu songui y como lo recuerda el escritor cuantas veces sea necesa- rio, tanto en sus ficciones como en sus ensayos: ‘Annobén encarna, pues, la pobreza del sur, el sur de todos los pobres, El sur de un mundo de norte rico. Pero como Annobén es pequefio, habria que acercarse bastante para descubrir su realidad (..) Ahora abri- mos la boca: mientras nos consumiamos cen la miseria mas abyecta nuestras aguas daban de comer a los cludadanos de po- tencias extrafias, 0 no extrafias, pero que na costa de nuestra muerte (Cémo convert este pais en un paraiso 12-13). Juan Tomés Avila Laurel pone patas arriba el discurso colonial del primitivismo al inser- (ar la falla de UGrnnputu (emnporal en ur mateo postcolonial. Nadie tiene reloj en el pueblo de pescadores que es Awala. El control del tiem- po, su medida, es un signo de la modernidad, la propia modernidad que ha abandonado a la gente de la isla a su aislamiento. Annob6n se ha convertido en un lugar primitivo por causas histéricas. Su carencia es el resultado de la agencia humana. No es un pueblo o isla sin historia, habitado por seres salvajes, como queria hacernos creer Hegel con respecto a toda Africa -la que él conocia como reposito- rio inextinguible de mano de obra esclaviza- ble®, Annobén, en las novelas de Avila Laurel, es un pueblo creado por la historia, el empuje europeo por dominar a otros pueblos. Anno- bén representa una sintesis de la relacién entre capitalismo, modernidad y trabajo. Volviendo a la cita inicial de Anibal Quijano, tanto en Awala cu sangui como en Arde el monte de noche el narrador insiste en diferenciar entre el trabajo asalariado, que ocurre fuera de la isla y reali- zan solo los hombres, y el trabajo dentro de la 8 “Aiea no es una porte hstéries el mundo, no puede mostrar hingin ge de movimiento o desarrallo”y los habtantes de Africa representan “el estado cel homie naturel, salvaje y sin domestica {Hegel 92-83. Taduecén mia a partir dela edn cn ng) la, con participacién masculina y femenina. EI trabajo en Ia isla se concibe como servicio reciproco, participacién de la comunidad, Es el trabajo que Anibal Quijano llama “trabajo sin mercado” (Quijano 205). En Arde ef monte de noche se dedican paginas 2 describir cémo se construye un cayuco. Detenerse en el proceso de la construccién del cayuco ofrece al lector de la novela el privilegio deun proceso cultural leno de ceremonias. Para hacer un cayuco se necesita un arbol grande. La decision de qué rbol elegir corresponde a un hombre ya ma- duro y conocedor, pero el permiso lo tiene que dar una mujer, porque los érboles estén enrai- zados en Ia tierra y la tierra es de las mujeres en la sociedad tradicional annobonesa (Arde ef monte de noche 12). En la construccién del ca- yuco colaboran todos. Se vacia el tronco elegi- do en el bosque mismo y los hombres lo trans- ortan monte abajo con erormes dificultades durante todo el dia, en medio de un canto de trabajo que muestra el respeto del maestro de esta actividad por el esfuerzo fisico de los mas jévenes, Por eso da las érdenes cantando: jAaale, toma suguewa! iAlewa! Aaaailee, toma suguewa. ~iAlewa! (Arde ef monte de noche 17). 2 Le traductin del propio text: "¢Pedamas trarun poco de esto? /Tiemost ‘cayuco (Guinea Ecuatorilh Mientras, las mujeres preparan una sopa de malanga que al final del dia recompense el trabajo de los hombres. Pero esa sopa ha sido pedida por ellos también respetuosamente, porque la malanga la cultivan ellas. Construir un cayuco y llevarlo hasta la playa constituye una forma de trabajo no asalariado ni comer- cializado que refuerza los lazos de solidaridad necesarios en una comunidad entre hombres y mujeres, jovenes y viejos. El narrador de Arde el monte de noche no es parte integral de esa comunidad solidaria. Vive en una casa que no da al mar, sino al mon- te, El protagonista de esa casa es su abuelo, un hombre misterioso, calificado como loco. El abuelo no participa de los actos sociales de la comunidad, se mantiene al margen, no se junta con otros viejos en el vidjl, el lugar de reunién junto a la playa. All los viejos ayudan a los pescadores jévenes a subir sus cayucos a la parte alta de la playa, por lo que reciben respetuosamente algo de pescado que llevarse 2 casa. El abuelo, antiguo navegante, ya no es parte de este mundo comunitario. Su familia, sunieto, sufre hambre par ello. éPar qué? Fst secreto, que al final nunca revela el narrador adulto al investigador universitario que le en- trevista, esté relacionado con el trabajo. Seguin el narrador, el abuelo habria estado trabajando lejos de la isla para uno de esos barcos mer- cantes que se divisan a lo lejos en el mar. Por lo tanto, el abuelo es uno de esos hombres que han sido obligados por las circunstancias de una economia colonial a buscar su modo de vida no en la pesca, sino como marinero, lejos de su gente. Como consecuencia, el abuelo no es parte del mundo de los pescadores y de sus intercambios culturales y sociales, El abuelo vive sus dias literalmente de espaldas al mar. La Isla de la novela es victima de las précticas extractivas pesca, personas- de las naciones ricas que la empobrecen. E| abuelo, que baila como los ibos de Nigeria con los que ha com- partido su vida lejos, ahora viejo y enfermo, ha regresado sin nada que ofrecer, excepto con una colonostomia y una bolsa en donde se de- positan sus excrementos a la vista del narrador, todo un simbolo fisico de relaciones coloniales yneccoloniales. El abuelo, nos dice el narrador, con los ibos, que son gente canibal, expre- sién méxima de la otredad: “Sabia yo, por lo que se decia, que muchos extranjeros no iban allaiglesiay que se com/an a la gente. Comian a los demés” (Arde el monte de noche 40). No ze debe ignorar cl papel de la reli las relaciones coloniales. Con la independencia de la América espafiola todo este entramado religioso se vino abajo sélo en parte, porque lo sustituyé el nuevo simbolo de lo absoluto: el Estado nacional soberano, que, como todo lo malo, viene de afuera. Awala cu songuiy Arde el monte de noche se hacen eco de una amplia tradicién oral en la isla de Annobén en donde un profeta del siglo XIX, Ngunsalu Mana Bizga, recibié revelaciones de los santos y las almas de los difuntos que le advertian que la llegada de los misioneros espafioles iba a traer “cos- ‘tumbres depravadas de ultramar” (Armando Zamora Segorbe 74)". En la isla de Annobén, hay una religion y dos précticas, 0 dos religio- nes. El cura de Arde el monte de noche es una figura externa a la comunidad pero insertada en ella, individuo respetado al que se llevan ofrendas como a representante de un dios distante y poderoso, pero desconocido. Vive en la casa de la iglesia. Se le lleva pescado en ofrenda, coma a los santos, pero es una figu- ge aca ae tera TUR Gali con el que el régmen de Ma se conocia también a profeta annobonés que pred ra ausente en Awala cu sangui. En esta nove- la, el Estado ha sustituido a la Iglesia catélica y ha convertido a su presidente en una figura ‘mesianica que impone el trabajo forzado a los hombres de la isla, transportandolos a Malabo y las plantaciones de Bioko. La comunidad de la ista vive fracturada. Estén los hombres que han emigrado contra su voluntad y a los que se les permite practicar la pesca con cayuco en Bioko. Son prisioneros y constituyen una espe- ranza vana para las mujeres. ¥ estn los viejos y los nifios que sobreviven en Annobén. Aquellos mandardn dinero, ropa, jabén, volveran para realizar esa boda tantas veces pospuesta, aun- que no puede haber bodas ahora porque las iglesias estén cerradas por decreto presiden- cial, El nuevo culto al Estado esté organizado por el PUNT, el partido unico! Instrumento del Estado, el idioma espafiol aparece en las novelas de Avila Laurel con su carécter contradictorio. En Awala cu sangui hay un petsonaje que escucha 2 sus hijos re- citar consignas politicas aprendidas en la es- cuela, Este hablante de la fa d’Anbén ve cmo us hijos repiten el nuevo eredo politico en un idioma extrafio y al tiempo reminiscente del pasado colonial”. El espatiol se convierte en ambas novelas en una metalengua de la pro- pia narrativa. Los personajes de Ia isla no ha- blan espafiol entre si y sin embargo el espafiol es el idioma en que Avila Laurel escribe estas, dos novelas cuyo lector implicito permanece ambiguo, porque es ostensiblemente alguien externo a Annobén. La critica a la situacién lin- gilistica de la isla queda patente. Fa d’Amb6 es un idioma esencialmente oral, que no se escri- be, a pesar de que la mayoria de los annobone- ses sabe leer y escribir (Post 27). El Estado de Guinea Ecuatorial hereda y reinscribe el idioma se describe la nevesidad salieran ala calle con la chaps del PUP Indo astra acto y deers 1a praife ofeiles, culto ala personalidad de hs colonial, el espafiol, como lengua nacional y lengua extranjera impuesta al mismo tiempo. La relacién entre el Estado y la religién es mucho més insidiosa en Arde el monte de no- che porque se articula a través de las relaciones de género en la sociedad. Las autoridades de- claran a una mujer tenida como bruja —maligna por creerse que tiene tratos con el Maligno— apestada social al dar contra ella una orden de arresto domiciliario. Nadie puede hablar con estas personas, dos mujeres viejas, nadie puede “hacer ejercicio d2 aquellas costumbres nuestras” (105), la practica de la solidaridad tradicional, darles unos plétanos 0 ira pedirles un carbén para encender el fuego por la noche. Después de establecer elexilio interior de estas dos mujeres por arden del Estado, se estable- ce el proceso general de toda la comunidad de evitar cualquier contacto fisico 0 social con ellas. Sus cuerpos son descritos por el narrador, que recuerda los hechos de su infancia, como algo peligroso: sufren un calor desacostumbra- do, se bafian en la playa desnudas y de noche. Estas mujeres representan el mal, tienen rela~ cin con ol Maligno (107). La condena politica ‘no puede tener fuerza suficiente sino se decla- ra a estas mujeres brujas. No se puede hablar de ellas, no se les permite ir a trabajar a sus plantaciones, no se las puede visitar y ellas no pueden ni hacer favores: no pueden ni ofrecer la fuente del fuego cuando mas se necesita, en la noche. El Estado se apropia de una creencia y sacraliza su poder violento presentandose como brazo ejecutor de la voluntad popular, gestionando para sus propios intereses el mie- do de todos. El miedo metafisico esté intimamente liga~ do a la escasez de alimentos, provocada por el aislamiento violento de la gente de Annobén. La esclavitud, el régimen colonial y ahora el Es- tado postcolonial, se afianzan y se administran a través del hambre. Estos tres regimenes han usado en Africa occidental técnicas de acoso, violencia y aislamiento de poblaciones enteras cuyo resultado ha sido el desequilibrio demo- gréfico y la destruccién ce las formas tradicio- nales de producir alimentos. En la ista de Anno- én las dos novelas de Avila Laurel describen cémo la poblacién masculina se ha visto obliga- da, por la fuerza 0 por lascircunstancias, a emi- erar “a la isla grande” (en referencia a Bioko, antigua Fernando Poo), dejando a mujeres y nifios expuestos a la indigencia, el hambre y la muerte. El narrador de Arde el monte de noche ‘cuenta al final de su historia como el hambre le ‘empujé a él y otro amigo a perseguir un pajaro blanco hasta la cima de un monte que daba a Un precipicio. El pescado, fuente principal de proteinas para la poblacién de la isla, es un bien escaso, porque apenas ya quedan pesca- dores. Es un trabajo de hombres pescar, como es de mujeres el cultivar las fincas, de donde se obtiene la otra fuente principal de la alimen- tacién, que es vegetal. EI hambre cambia las relaciones sociales y divide a la poblacién en- tre quienes tienen hombres que salen a pescar y quienes no tienen acceso directo a la pesca. Mientras, el pescado es literalmente robado por los grandes pesqueros de “un pais ai 0” en presencia de los propios islefios, que se acercan a mendigar bienes de consumo esen- ciales: jabén, cerillas, cigartillos ..y alcohol. El mismo alcohol que adormecié la voluntad de os antiguos esclavos, las poblaciones coloniza- das y en el presente de la narracién de ambas novelas, a una poblacién masculina que no es capaz de cubrir las necesidades alimenticias de la poblacién que depende de su esfuerzo. Con razén las mujeres de la isla en Arde ef monte de noche llaman al tabaco que cultivan “su mari- do” (69), porque es un producto con valor de cambio, que les permite comprar el trabajo de los hombres, el ‘nico producto vegetal que cultivan sin valor alimenticio, pero necesario en una economia en donde se ha introducido la division de género del trabajo, y donde los hombres controlan a las mujeres a través del pescado que capturan. Es la administracién pa- triarcal del hambre. Como administrador del hambre, el Estado también administra la persecucién religiosa, permitiéndola como forma de control y de des- viar la atencién sobre su poder destructor. En Arde el monte de noche se produce una trage- dia en forma de incendia que provocan un par de mujeres sin querer mientras trabajan en sus plantaciones de tubérculos. Este fuego amena- za seriamente la estabilidad econdmica de los habitantes, porque quema una parte impor- tante de la fuente de sustento, Poco después empieza 2 propagarse un rumor que acusa a la madre de una de estas mujeres de ser bruja, © maligna, en el lenguaje de la novela. Lo que cocurre a partir de entonces es una répida suce- sin de espantos que obedece a un régimen de persecucidn en el que el patriarcado ~adopta- do como ideologia por el Estado- se reafirma a través del linchamiento de una mujer. La per- secucién tiene la forma de una caza, que como sefiala Grégoire Chamayou, es la forma teatral y favorita de los opresores para deshacerse de los seres oprimidos. Es la forma de demostrar la superioridad social, en la que se caza a se- res humanos sabiendo que son seres humanos {Chamayou 8). La escena de la caceria de esta mujer acusada de brujeria esta precedida por la formacién de lo que Chamayou llama la jatt- rfa, un grupo de gente que se subleva contra el orden establecido, aparentemente. Citando a Elias Canetti, Chamayou define la jauria como un grupo de animales que se juntan para bus- car una presa y quieren su sangre y su muer- te (Chamayou 123-124). La escena de la caza y muerte de la mujer acusada de brujeria estd precedida por la aparentemente anecdética muerte a pedradas de un perro, que realizan Unos nifios (Arde el monte de nache 76), signi- ficando asi que la violencia es la préctica que estructura las relaciones sociales de la isla. En la siguiente pagina, el nifio que participé en la matanza del perro también fue testigo del apa- leamiento de la mujer, que intenté huir refu- gidndose en la misién, donde el cura catolico nola defendié, uno de los pocos hombres de la isla que no sabe remar, que habla latin, que se expresa en un idioma ajeno al pueblo, ininteli- gible. La escena terrible acaba con la violacién de la moribunda a manos de los hombres: Corrié aquella mujer con las fuerzas que recuperé en su tiempo dentro de la iglesia y luego cayé al poco de salir, yfuimos testi- 0s de que no solamente siguid la lluvia de palos de sus perseguidores sino que uno de ellos metfa su palo en la desnudez de aque- lla mujer. Metia su palo en aquella mujer, y lo removia, como si no fuera suficiente con meterlo. éNo era aquello una grada- ci6n malvada de aquellos hechos que, por si, no tienen calificacién? jMeter el palo en la desnudez de una mujer ala que estaban matando! Todos los cerca de los hechos lo vimos, y yo estaba ifos que estuvimos cerca, llorando, pero no habia dejado de correr para seguir viendo aquella inhuma- niidad (Arde el monte de noche 78). Esta violacién y muerte puiblica de una mu- jer desnuda y perseguida resume la naturaleza del Estado patriarcal, que busca enemigos po- liticos y religiosos como forma de control a tra- vés de la violencia, El Estado se inhibe en este acto de violencia colectiva que esté estructu- rado en el derecho ancestral sobre la vida y la muerte que tenia el pater familias (Chamayou 130). EI linchamiento de esta mujer conlleva el uso de un instrumento félico el palo- para ejercer el acto de violencia maxima, dejando a la victima muerta e insultada. El Estado patriar- cal, al permitir estos actos de violencia y muer- te, reduce el valor intrinseco de las mujeres, titulares de la tierra porque la trabajan, una tierra que el Estado quiere controlar'®. Para ello, se sirve de la religidn a la que intenta susti- tuir, permitiendo el asesinato colectivo de una bruja, chivo expiatorio de la frustracién de los hombres, que aceptan su papel violento como compensacién al despajo de sui derecho a vivir en la tierra donde nacieron. El linchamiento, con la escena de violacién sexual publica, deja aténitas @ las mujeres, que asisten al via crucis de la bruja en silencio, llevandose las manos a la cabeza La violencia del Estado intenta instaurar un orden de dominio masculino en una sociedad que ha valorado tradicionalmente més a la mu- jer. El Estado, que se ha lievado a los hombres a la fuerza lejos de la isla, impone incluso la ética del matrimonio para reducir el valor de la mu- jet, y quien lo representa no es sino uno de los pescadores a los que el Estado prohibia vivir de su trabajo: El hombre creyé que, al menos antes de: aceptarlo, debia mostrar su enfado. Las co- sas nose hacen sin mostrar el carnet. Cuan- do se acercaba la mujer, cambié de talante 433 Francisco amore he denunciado en sus exrtas el uso de les costas de Anna, as coma dl lago volednica en el centro de le isle, para depésto de materoles industales tices. Segin Samuel Mba Morbe, os “barcos de la muerte legaban, durante fos aos ochena ynoventa del silo pasado pare dejar lun cotgamento’ de contenido desconacicoy posblemonte radioactive ese Estados Unidos. El éptmen de Teodoro Oblang ptmité que uns compte bresicslagara a arojar haste diez milones de bares de aste mater. Ver West Afric, 20 de gosta de 1988, y£] Pols, 22 de septiembre de 1988, Yy puso mala cara. No tardé en empezar a cemitir sus quejas ya exhibir las razones que rmantentan a las mujeres ena pobreza. Dijo algo sobre por qué permanecian solteras. Saan-a (Juana) no quiso replicarle; sélo se ‘acordé de que reconocié que Maalia era hija de su casa y se lo record6. £1 hombre dijo otra tonteria més y luego les dijo que bajaran inmediatamente con la enferma (Awota cu sangul 21), La cita anterior, que corresponde a la es- cena central de Awala cu sangui, en que dos mujeres tienen que llevar sobre sus espaldas 2 otra, Maalia, enferma de gravedad hasta la playa para luego seguir por mar hasta la capi- tal de la isla en donde se encuentra el i dispensario médico- representa a un Estado y una religién unidos para silenciar alas mujeres, dejarlas sin voz y sin vida, como en la escena del asesinato colectivo de la mujer acusada de brujeria en Arde e! monte de noche donde se produce e! mismo efecto. El Estado patriarcal se apropia también, pues, de la moral sexual cotélica para justficar su violencia, culpando a las mujeres solteras pero con hijos del hambre y la pobreza que el propio Estado ha provoca- do con el desequilibrio demografico que ha instaurado, llevandose a los hombres, los ma- ridos, padres y hermanos, a trabajar lejos de la isla de Annobén. La novela Arde el monte de noche incluye en suficcién uno de los episodios mas tragicos de la historia reciente de Annobén, el de la epidemia de célera que asolé la isla en 1973. Caus6 entre 350 y 400 muertos en una poblacién que no re~ basaba los 2.000 habitantes. El régimen de Fran- cisco Macias impidi la llegada de ayuda médica y humanitaria. Hay numerosos testimonios de los hechos, que el propio Avila Laurel presencié siendo un niffo de seis afios, sin comprender to- talmente lo que estaba pasando". En la forma Se aie aee eta een ice de Macks #15 Presidente Vito ea Ecvatrial raneleo Zamora, enfadar al Samangen Isla de Annobén (Guinea Ecuatorial) de contar lo que pasé durante aquellos dias, el narrador se fija en el papel de la religion como gestora de la muerte colectiva e imparable que el niffo testigo ve en forma de miltiples entie- rros y de cruces que el texto sefiala tipografica~ mente. La religin, en un régimen esclavista, co- lonial o postcolonial, queda reducida al papel de celebrar la muerte con cantos tristisimos, tinico testimonio de una sociedad Incapaz de impedir los estragos de la epidemia de célera que cae so- bre la isla tras la cacerfa de la bruja: Y las mujeres ataviadas de luto abrian sus gargantas y cantaban en nuestra lengua aquello de “le pusieron una corona de es- pias, luego le clavaron en la cruz, y luego ‘muri, y le fueron a enterrar para salvar a los pecadores”. Ahora lo digo todo de se- guido, pero dicho en nuestra lengua, canta- do por las mujeres de nuestra lengua, tenia otro ritmo mortalmente més lento y sabia yo que lo cantaban por lo que pasaba en mi isla y no por lo que habia pasado con Cristo (Arde el monte en la noche 90)". Ni la religién tiene remedios para la mor- tandad ni el Estado la ciencia moderna que representa y que lo legitima~ puede hacer otra cosa que dar pastillas para que las victimas mueran dormidas. Ante este panorama, el na~ rrador adulto que recuerda su nifiez habla de los silencios, los secretos, lo que no se puede decir abiertamente: “Se vivi6, durante varias, semanas y meses, la instalacién del espiritu de la muerte y del mal sobre la isla del mar del At- lante” (Arde ef monte de noche 81). La llegada de la epidemia y la muerte colectiva, interpre- tada como un castigo, pone todo en cuestion. Los cayucos ~fuentes del sustento de la isla y cuya construccién es un canto a la vida y a la solidaridad al comienzo de la novela~ se con- vierten ahora en atatides improvisados para los muertos (Arde el monte de noche 87). Cada muerte es un cayuco menos, un paso mds ha- cia el hambre (Arde el monte de nache 92). La lista de muertos de la epidemia de célera que sora Segotbe ind xlste un forma de hablar antigua entre la poblacén qua ze uss en Ine caremoniasreliginsae 2 cargo de ten los funerales ce esta escena lo haran en ess variante, que el arador veduce al ‘ques spre ha traido el barco de gente “amiga” y blanca ‘ocupa dos paginas (98-99) y en ella se registran sus nombres annoboneses originales: Mené Jachiga, Mamentu Lavana, Pudu Kenente, Ma- guntin Jambab’u, Toifi Yaya... Se entierran los tiltimos vestigios de un mundo que se acaba. En este estado de cosas, hasta los santos tra- dicionales enmudecen, y las procesiones roga- tivas se convierten en una pregunta en vez de un remedio (113). La muerte de la bruja, que sigue a la narraci6n de la epideria de cdlera, es la Unica respuesta colectiva a la tragedia, que instala el miedo generalizads que hace callar incluso a los viejos videntes. Estas dos novelas de Juan Tomas Avila Laurel centradas en la historia reciente de Annobén acaban de una forma similar: los personajes se encuentran en medio del mar, persiguiendo un barco fantasma en el hori- zonte que quieren que sea su salvacién, pero que no lo es. Ese barco, el barco esclavista 0 el barco del Gobierno, o el barco pesque- ro extranjero, lleva dentro las semillas de la destruccién de la sociedad islefia. Ese barco se lleva ¢ lus hombres, v Lge la epideinia, y se confunde con la luz etérea del sandjawel, que significa la muerte. La isla de Annobén se revela en estas novelas como un barco anclado en medio de la historia de la moder- nidad del océano Atlantico. Annobén es un microcosmos olvidado de la historia transat- lantica entre Africa, Europa y América. Olvi- dado porque sus habitantes, representados en los pobladores individuales y colectivos de Awala cu sanguiy Arde ei monte de noche, sufren a manos de instituciones poderosas, las instituciones de la modernidad, como si fueran victimas de dioses inapelables. El es- tado poscolonial sustituye |a legitimidad de la religién de los tiempos coloniales y escla- vistas. Sustituye el régimen de trabajos for- zados que fue la esclavitud -lo que puso a Annobén en los mapas de la modernidad— por otras levas igualmente onerosas y des- humanizadoras. El estado poscolonial, como la religién colonial, es un culto a la muerte. Por eso estas dos novelas se revelan como protesta contra ese régimen de muerte y como grito que son, se convierten en una afirmacién de la vida, al dejar una crénica de los habitantes de Annobén y su tragedia cul- pablemente silenciada ¢ interesadamente olvidada. Como explica Fernando Coronil en un ensayo en que pone en solfa las catego- rias occidentalistas de la geografia y la histo- ria, la labor del historiador, del cronista, ha consistido en hacer que los muertos hablen (81). No se trata simplemente de hablar de! pasado en el presente, sino de que el pasado hable de un futuro posible de lectores anno- boneses que lean las novelas de Avila Lau: rel sabiendo sin lugar a dudas que lo que en ellas pasa no fue ficcidn. Annobén no existe porque si, Raza y geogra- fia -ser negros y estar en medio del océano At- lantico- son una misma realidad inextricable Vivir una tragedia aislados e incomunicados lle- V6 a unos jévenes a embarcarse en un cayuco para decir al mundo que se estaban muriendo sus parientes, sus vecinos, su gente. Ese mun- do estaba a trescientos kilémetros pero podia estar en la luna. Porque los trescientos kiléme- tros que separan Annobon de la costa mas cer- cana los ha convertido la historia moderna en una distancia sideral que permite que la isla se convierla en el basurery de las raciures rita. Las dos novelas sobre Annobén que ha escrito Juan Toms Avila Laurel son dos cayucos que anuncian a un mundo inerédulo que hay una Isla en el Atlantico con gente, y que esa gente, Por supuesto, tiene una historia que contar. ¥ en esa historia estamos todos incluidos, ino- centesy culpables. i Baltasar Fra-Molinero Universidad de Bates Obras citadas AVILA LAUREL, Juan Toms. Avia cu sang. 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