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Publicado en: Revista de Neuropsiquiatría. Lima, Perú. Diciembre de 1947. Vol. 10. No 4.
inquisitiva realista, penetró con inequívoca derechura en el mundo interior del enfermo. Con un
agudo sentido del valor científico de los datos inmediatos de la experiencia vivida, y un espíritu
despejado acerca de la tarea infinita que entraña el saber propio de la índole humana, siempre
circundando de arcanidad, asentó los fundamentos de la psicopatología general. En ésta la vida
anímica anormal – lo mismo que la normal – nunca llega a constituirse objeto de conocimiento
exhausto, pero es susceptible de una iluminación progresiva merced a la reflexión dirigida y
regulada por las respectivas ideas de totalidad, siempre que con ello se respete el dominio
empírico de los métodos científicos, forzosamente abocados a fenómenos y relaciones
parciales, dentro de direcciones determinadas por la naturaleza de los hechos estudiados.
Después de veinte años dedicados a filosofar, en los que plasma la grandiosa discusión
sobre la existencia que le coloca en la primera línea de los pensadores contemporáneos, vuelve
a cultivar la abandonada psicopatología, enjuiciando su contenido y sus posibilidades con
mayor profundidad y con más puntos de vista que antes ~ tal es el origen de la cuarta edición de
la obra objeto del presente comentario. Esta vez no se trata sólo de una edición corregida y
aumentada, sino de una revisión completa y de una reestructuración a fondo. La extensión del
texto es casi el doble de la que tuvo en la edición inmediata anterior.
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Acerca de la Psicopatología general de Jaspers
hombres que pasan ciegos aunque con los ojos abiertos ante el mundo del enfermo y los que lo
perciben con claridad gracias a su sensibilidad y don de simpatía.
“La vibración de la propia alma al unísono con los acontecimientos de la ajena exige
del investigador pensar y examinar tal experiencia. Ser impresionado no es conocimiento, sino
fuente de intuiciones, que ofrece al conocimiento el material indispensable. Examen frío e
impresionabilidad son inseparables y no se oponen. La observación fría sola no percibe nada
esencial. Sólo ambas en conexión recíproca pueden conducir al conocimiento. El
psicopatólogo, que realmente ve, es un alma vibrante que permanentemente se adueña de lo
experimentado, a lo cual da forma racional.
“La crítica de los fundamentos del conocimiento en su propia esencia se pregunta frente
a los objetos: ¿En qué disposición de ánimo los concibo? ¿Han adquirido falsa o correcta
jerarquía en materia de esencia e importancia para la concepción de la realidad? ¿Qué hago con
ellos? ¿Cómo influyen sobre mi conocimiento del ser? Para quien adquiere conocimiento es
necesario un trabajo sobre la esencia de su ser. Sólo es conocimiento completo aquel en que el
mismo que conoce se acreciente; este conocer requiere ampliarse no sólo nivelando sino
ascendiendo.
El contenido del tratado de Jaspers está dividido en seis partes a las que precede una
extensa introducción y sigue una serie de anexos. La primera parte trata de los factores
parciales de la vida anímica anormal, considerados desde los puntos de vista de la
fenomenología, de la psicopatología del rendimiento, de la somatopsicología y de la psicología
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Acerca de la Psicopatología general de Jaspers
objetiva. La nota dominante y ejemplar aquí es la precisa descripción de los datos, con el
énfasis cargado sobre las diferencias específicas de los diversos fenómenos psicopatológicos.
Nunca se elogiará lo suficiente la significación de la fenomenología jaspersiana, en una época
en que la gran mayoría de los psiquiatras, obcecados por el afán interpretativo, encaran los
datos de sus pacientes como mera representación de algo distinto, que les parece esencial, y con
ello descuidan el escrutinio de lo que es objeto real de su aprehensión clínica. Olvidan así que
incluso caen por su base sus interpretaciones, ya que para aventurar una conjetura, precisa saber
qué es efectivamente lo que se trata de reducir a otra cosa supuesta. Jaspers ha enriquecido
nuestra disciplina con verificaciones y distinciones fundamentales, llenas de consecuencias
incluso para la práctica. Así, es clásico ya el criterio de distinción entre la delusión y la idea
delusiva, entre la alucinación, la pseudoalucinación y la convicción corporal sin sensación.
En la segunda parte, sobre los nexos comprensibles de la vida anímica, Jaspers expone
las relaciones genuinamente psíquicas de los fenómenos y de los mecanismos anormales, la
actitud del paciente respecto a su enfermedad, y el estudio de la personalidad. Lo fundamental
aquí es la comprensión de las reacciones anímicas patológicas, el fluir de los estados y actos,
derivados unos de otros, y la manera como son vividos por el sujeto. No se trata de una
reducción genética a base de supuestos absolutos, como en el caso del psicoanálisis, sino del
descubrimiento de la actividad conexiva de lo anímico, basado en los datos de la vida
consciente. Por cierto que los llamados mecanismos especiales implican la intervención de
factores extraconscientes, cuyo estudio inició Leibniz y al cual Nietzsche hizo avanzar con sus
grandes aciertos, que Freud ha vulgarizado, en el doble sentido que se da a esta palabra. Jaspers
se limita a analizar la variedad de las conexiones evidentes y de las manifestaciones
psicodinámicas típicas, sin caer en la estrechez y falsedad de ninguna teoría.
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Acerca de la Psicopatología general de Jaspers
Versa la quinta parte del libro sobre el alma anormal en la sociedad y en la historia. Son
objeto de esclarecimiento: el significado que tiene la situación sociológica para el enfermo; las
investigaciones relativas a la población, las profesiones, la ciudad y el campo, así como otros
grupos; la conducta asocial y antisocial; la psicopatología del espíritu; los aspectos históricos de
los desordenes psíquicos. Infinidad de campos en los que se relaciona el mundo de la cultura
con el del psiquiatra, campos a menudo ignorados por éste, aparecen aquí llenos del más alto
interés. Entre los temas correspondientes a esto es digno de mención especial el enjuiciamiento
de los problemas que plantea la patografía, asunto tratado por Jaspers magistralmente y con
mayor detalle en su estudio acerca de Strindberg y van Gogh y en su gran obra sobre
Niestzsche.
La sexta y última parte, dedicada a la integridad del ser humano, contiene una ojeada
retrospectiva sobre la psicopatología, el examen de la cuestión de la esencia del hombre, las
relaciones entre la psiquiatría y la filosofía, los conceptos de enfermedad y de salud, y el
sentido de la práctica. Sin duda esta es la parte que encontrará más jugosa el lector de amplia
cultura. De la mirada retrospectiva sobre la psicopatología es grato recoger las palabras
iniciales del enigma concreto: “Casi en cada capítulo hemos topado con el enigma, esto es, no
con las cuestiones provisorias, que encontrarán una respuesta, sino con aquellas que para este
método de conocimiento son, fundamentalmente, misterio. Lo que es un enigma, podemos
saberlo con la medida de una inteligibilidad. Fuera del círculo de esta inteligibilidad no se
explica un hecho. Éste pertenece tal vez a otro círculo de lo inteligible, para lo cual hay otros
enigmas. Por consiguiente, cada enigma es la invitación a reconocer el fracaso de una manera
de inteligir, y a la vez invitación a buscar otra manera según la cual ese hecho ya no es enigma
sino fundamento de una penetración. Los enigmas están permanentemente en el límite de una
manera de conocer”.
problemas de la práctica profesional del especialista, sobre todo en lo tocante al sentido, las
posibilidades, las ilusiones y los límites de la psicoterapia. Pero he de contentarme con señalar
su extraordinaria importancia y novedad, pues no se prestan a un breve examen sinóptico. Por
la misma razón, sólo enumero los títulos de los anexos: el examen del paciente, la tarea
terapéutica, el pronóstico, y la historia de la psicopatología como ciencia.