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SEMIOTICA Y FILOSOFIA® — DEL LENGUAJE Umberto Eco Editorial Lumen _ Thule original Semioticn ¢ larga def tinewagrio Traducetin R_ P. Bidiogrefa 2 congo de Mefena Lozano Publicado poe Editorial Lamenl, 5... Ramon Miquel i Planas, 1D - 08034 Barcelona. Reservaclog lof derechos de edicidn ton lengua castellana para todo et mundo. Primera ediciéa: 1990 6) 1964, Glullo Einasdi editere s.pa., Turin Depisien Legal: D 40774-1990 (SBN: 4-268.1196-7 Princed in Spain M INTRODUCCION I > Este libra reorganiza una serie de cinco ‘articulos' semid- eos escritos entre 1976 y 1980 para la Enciclopedia Kinau- i. Casi cinco afios separan Ja redaceién del primer articulo fa del ultimo, y muchos mas han transcurrido desde 1976 Ja fecha de la presente introduccion. Era inevitable que i rectificaciones, andlisis mis detallados, nuevos es- ules. Por'esa razdn los capitulos de este libro, aun con- ervaide ta estructura de Jos articulos originales, han sido ijeto de algunas modificaciones, Sobre tado el segundo ¥ él quinto han cambiado de ordenacidn; ¢) cuarto se he enri- quecide con parrafos nuevos, En muchos casos el pdrrafo nuc- se limita a ahondar el andlisis original, otras veces, hay ificaciones mas breves que transforman la perspectiva de junto. Todo ello corresponde a la linea de mis publicacio- de estos dltimos anos. Como revela el indice, este libro examina cinco conceptas ue han dominado ‘todas las discusiones semidticas: signo, agnificado, metafora, simbolo y codiga, y las toma en con- sideracion desde el punto de vista histérico y en el contexto mareo tedrieo esbozado en mis obras inmediatamente an- _teriores —Tiaiado de semidtica general (1975) y Lector in fa- Sufa (1979)—, aunque, eso creo, to sin corregir en algunos casos la punteria, Estos cinco temas son y han sido también ‘temas centrales en toda discusién de filosofia del lenguaje. oe de temas basta para justificar el titulo del 7 4 Ante todo la cleccidn es una consecuencia casi natural del proyecto de Teconstruccidn historiografica que caracteriza el tratamiento de cada tema, Desde el segunda congreso inter- nacional de semidtica (Viena, 1979) he venido insistiendo en ja necesidad de Ilcvar a cabo una verificacién y reconstruc- cidn del pensamiento semidtico (para camenzar, cl occiden- tal) a partir de la época cldsica. En los ultimos afios he trae bajado en csa direccién en cursos, seminarios, congresos, ast como encargandome de la mayorla de los articulos histdri- cos para el Encvelopedical Dictionary of Semiotics, que se publicara préximamente, ¢ interesdndome por la literatura, cada vez mas abundante por suerte, que se ha ido publican- do sabre el tema. Cada vez estoy mas convencido de que, para comprender mejor muchos de los problemas que atin nos preo- cupan, cs necesario volver a analizar los contextos en que de- terminadas categorias surgieran por primera vez. Ahora bien, clando se recorre la historia de esas conccptos, nos encon- {ramos con estudiosos de medicina, de matemuaticas, de cit cias naturales, con Tetdricos, con expertos.en adivinacion, con einblematdlogos, con cabalistas, con tedricos de las artes vi- suales; pero sobre todo aparecen filasofos. No me refiero solo alos fildsofos dellenguaje (desde el Critifo hasta hoy-en dia}, sind a todos los fildsofos que comprendieron hasta qué pun- to el andlisis de la lengua y de otros sistemas de signos eg fun- damental para entender muchos otros problemas, desde la éti- ca a la metafisica. Cuando esta relectura se lleva a cabo corectamente, nox damos cuenta de que todo eran fildsofo del pasado (y del presente), ba claborado de alguna manera una semidética, No podemos entender a Locke si no tenemas en cuenta que, como dice en el iltimo capitulo del Ensaye, Ja esfera del conocimiento humano se reduce w fisica, ética ysemidtica. No creo que pueda catenderse la filosofia pri- Mera de Aristoteles si no se parte de su observacion de que él ser se dice de muchas maneras; ni existe mejor definicién. del ser precisamente, que aquella por-la que el ser-eslo que el lenguaje dice de muchas manezas. Asi podriamos canti- mar con otras referencias: por ejemplo, a Ja semidtica sub- yacente {y no tan implicita) en Ser y tiempo. Asi las cosas, como no asombrarse de que los manuales de historia de la Filosofia ‘borren' esas semidticas, como si 8 snecesidad de remontarse al problema del signo para com- der toda une filosofia répresentase una amenaza que debe "ser eliminada para no perturbar los sistemas y las imagenes ‘confortables que la tradicidn ha forjado. Por otra parte, en vel segundo capitulo veremios como: la tradicion medieval re- conoid pero al mismo tiempo ocultd, relegd alos margenes discurso, los formidables problemas semidticos que sus- seitaban inevitablemente los comentarios a las Categorias de istdteles, __ Pero incluso sin tratar de derivar toda filosofia de una ‘Semidtica, nos basta con examinar la tradicién de la fllosofia ‘del lenguaje. Esta no se reduce (como en la actualidad}a una ‘especulacion situada entre la Logica formal, la ldgica de los Tenguajes naturales, Ja semantica, la sintaxis ¥ la pragmati- ca, enfocada sdlo desde cl punto de vista de los lenguajes ver- bales, La filosofia del lenguaje, desde los cstoicos hasta Cas- ‘Sirer, desde los medievales hasta Vico, desde Agustin hasta Wittgenstein, ha abordado fedos los sistemas de signos, y al hacerlo ha planteado una ‘cucstién redicalmente semidtica. I Preguntarse sobre las relaciones entre semidtica y filosa- fia del lenguaje obliga a distinguir ante todo entre semiticas especifieas y semidtica general. “Una semidtica especifica es una gramatica de un sistema dé Signos particular. Hay gramaticas del lenguaje gestual de Tos cordomudas norteamericanos, gramaticas del inglés y gra- taticas del sistema de sefales de tratico, Utilizo el término ‘gramatica’ cn el sentido mas amplio posible, que incluye, junto con una sintaxis y una semantica, una serie de reglas pragmiaticas. Aqui no me propongo inda- gar cuales podrian ser las posibilidades y los limites de una Ciencia humana, pero considera que las semidticas especifi- 8s tas maduras pueden aspirar a un cstatuto cientifico, in- cluyendo la capacidad de prever los comportamientos semid- sicos *medios’, ¢ incluyendo la posibilidad de enunciar hipdtesis falsables. Es evidente que nos encontramos ante un campo muy amplio de fendmenos semidsioas, y que existen 9 diferericias notables entre un sistema fonoligico —que se ol paniza mediante sucesivos ajustes ésiructurales'y cuya apli- ‘eacido llevan a cabo los hablantes sobre la base de una com petencia no formulada en forma explicita— y un sistema de sefales de trafico impuesto a través de una convencién expli- ¢ita por Ja que los usuarios conocen claramente las reglas de competencia. Sin embargo, las mismas diferencias podrian lo- ealizarse en el continuo de las ciencias naturales, ¥ sabemos hasta qué punto las capacidades de prediccion de la fisica di- fieren de las dela meteorologia, como ya adyertia Stuart Mill. Estoy hablando de semidticas cspecificas, no de semnidti- ¢a gpliceda: esta ltima representa una zona de limites im- precisos por lo que preferiria hablar de practicas interpretativo- descriptivas, como lo-es la critica literaria de base o inspira- cidn semidtica, respecto a la cual no creo que debamos plan iearnos problemas de cicntificidad, sino mas bien de persua- pividad retorica, de utilidad a los efectos de Ja comprension de un texto, de capacidad para lograr que el discurso sobre el texto resulte controlable intersubjetivamente, Desde 1978 se establecié una polémica cordial entre Emi- lio Garroni y yo (desde su Ricognizione della serniotica has- ta si reciente intervencién en ¢l libro de entrevistas publica- do por Marin Mincu: Lo seriotica fetieraria in ftafia) que podia sugerir una posible tigidez de nuestras respectivas pos- turas: Garroni, por su parte, consu desconfianza dela diver- sificacion de las semidticas cspecificas y com su exigencia de una nécesaria fundamentacién filosofica; yo, en cambio, in- Citando a enfrentar los riesgos de una exploracidn empirica, postergando ¢l problema filosofico, Pues bien, sobre la base de Io que vengo diciendo, esa oposicién deberia resultar me- nos tajante. Estoy convencido de que las semidticas especificas deben abordar sus propios problemas epistemologicos inter- nos, es. decir, reconocer y denunciar sus metafisicas implici- itas, puesto que ¢s imposible, por ejemplo, dcterminar en cual- quier sistema (a texto} unos rasgos ‘pertinentes’ sin antes plantearse el problema epistemoldgico de definir Ja pertinen- tia. Pero se trata de un problema propio de toda ciencia, y TO creo que sea irresponsable afirmar que a veces una inves- tigacién cientifica puede progresar perfectamente sin interra- Barge sobre sus propios fundamentos filosoficos. Sera el fild- 10 fa, o<] cicntifico mismo cuande filosofa sobre su forma proceder, quien sc plantee ese tipo de interrogacién; sin “embargo, no es raro-el caso de investigaciones filoséficamen- te ingtnuas que aun asi han permitido descubrir fenémenos Sy esbozos de leyes que luego otros formularian de una mane- qa mas rigurosa y sistematica. E] casa de una semidtica general es diferente, Considero que ¢s una disciplina filosdfica, porque no estudia un siste- ma particular sino que pone categorias-generales que hardin -posible la comparacin entre sistemas diferentes. Para una se- mudtica general, el discursa filosofico ne es ni aconsejable ni urgenie sind, sencillamente, constitutive, £Cémo llevar a cabo esta interrogacién filosdfica? Hay “al menos: dos vias. Una es la que han recorride tradicional- mente las filosotias del lenguaje (y no me refiero a lo queac- ‘tualmente se entiende por filasofia del lenguaje en muchss diniversidades norteamericanas, y que suele ser mera, aunque “tml, ejercitacion en un sistema semidtico especifico, por ejem- plo una semantica formal de los valores de-verdad) el inten- do de deducir un sistema de la semiosis, esto es, la construc— “con de una filosofia del hombre como animal simbdlico. __-La otra via podria caracterizarse como una ‘arqueologia’ dé los conceptos semidticos. Sin dnimo de incardiar a Fou- ‘cault, me atendré al modelo de arqueologia que propone Aris- ‘tételes en la Merafisicg. Una ver establecida la necesidad de determinar un objeto de la filosofia primera y que ese objeto 8 cl ser, a¢ procede a examinar lo que han dicho de 4] quie- -hes Io abordaron antes. {Todos han hablado de él dela mis- tha manera? Si Is respucsta fuese negativa, ppor qué enton- 8 ese objeto de un saber antiguo, y en cada caso diverso, 40 ha percibido siempre como si de alguna manera fuera el Thismo? Si -Aristeteles hubiese tenido que proceder como algunos filosofos del lenguaje, la solucion habria side bastante sim- ple. Estos fildsofos advierten, con razén, que hablar del sig- Mificado de una palabra no es igual que hablar del significa- doide un sintoma atmosférico o de una experiencia perceptiva, ¥deciden que son problemas que deben ahordarse por sepa- Fado y por disciplinas distintas. Por consiguiente, el fildsofo del lenguaje se ocupara de las oraciones, posiblemente sélo ll de las oraciones bien formadas, y dejara que el psicdlogo de la percepcién resuelva por qué determinados trazos en una hoja de papel me recuerdan un conejo. De esta manera se pre- serva el criterio de la especializacign, indispensable para evi- tar conflictos en 1a distribuciim de los cargos académicas y en la reparticidn de los fondos piblicas y privadas, Axistoteles hizo lo contratio, No sélo examind los dis- elses filasdficos del pasado, sino que. tocd.en lo vive de esas usos lingilsticos y descubrid que ef ser se dice de muchas ma- neras. ¥ decidio que precisamente por eso vale Ja pena: pre- guntarse si no seria posible adoptar el punto de vista de la identidad profunda que rigetodas esas diserepancias, 4D6nde encuentra el fildsofo esa identiclad profunda, purs- toque no aparece cn la superficie? Puede fingir que la cn- cuenira, al igual que Parménides, pero en realidad fy postu- tg. Postula las condiciones mismas del discurso que permite abordar fendmenos distintos desde un punto de vista unitario, Hay que apreciar el acto de coraje filoséfico —y semidti- £o— que hace posible la Mefafisiea. Que es el ser, puesto quese dice de muchas maneras? Precisamente lo que se dice de muctas taneras. Cuando reflexionamos sobre esta solu- e100, advertimos que todo el pensamiento occidental s¢ apa- ya-en una decisién arbitraria. Pero qué-arbitrariedad mas genial, gPuede el fildsofo probar lo que postula? No, no como Jo hace-el cientifico. El filésofo trata deintroducir un con- geplo que le permita interpretar de manera global una serie de fendmenos, y que permita a otros fundamentar sus pro- Pies interpretaciones parciales. El fildsofo no deseubre la sus- tancia, postula ese concepto. Cuando el cientifico deseubre Que la dialéctica sustancia-accidente no le permite explicar cier- tos fendimenos nuevas, no refuta una hipdtesis cientifica: sim- Plemente, cambia de criterios epistemoldgicos, descarta una metafisica decisiva, Tl _ Alora bien, lo que postula una semidtica general puede depender de una decisién tedrica a de una relectura de los 12 5 linguisticos de los otigenes. Hacer que el pensamiento se TO significa necesariamente rechazar él pasado: a yc- “significa yolver a ¢1, no sélo para cutender lo que efecti- yamente se dijo, sino también lo que hubiera podida decirse, menos lo que puede decirse ahora (quizd s5lo ahora) al feet lo que entonces se dijo, (Creo que esto es [lo que hay que hacer con el concepto cen- ‘tral de todo pensamiento sobre Ja semiosis: el concepto de _ Sefalemos ante tado-que la semidtica comtemporanea pa- jece agitarse angustiada frente a una disyuntiva. pCudl es el soncepto fundamental: el signo o La semiosis? La diferencia. s importante y cn definitiva vuelve a proponernos la vieja dislincién entre pensamiento del Epyov ¥ pensamiento de la vapyern, Si releemos la historia del nacimiento del pensa- Tuento semidtica de este siglo, digamos desde el estructura- “lismo ginebrino hasta los afios sesenta, podria parecernos que, comienzo, la semidtica se perfila como pensamiento del “e12n0; lucgo ese concepto empieza a ser puesto en tela de jui- hasta su disolucion, y el interés se desplaza hacia la ge- acién de los textos, hacia su interpretacidn, la deriva de ‘Was interpretaciones, las pulsiones praductivas, el placer mis- “tno de ta scmiosis. Aclaremos en seguida que este libro intenta superar esa iyuttiva, precisamente represando’a ios origenes del con- ‘tepto de signo, para mostrar que esa disyuntiva aparecio en “Ulla. etapa tardia y por una serie de razones que se analizan °en el capitulo primero. En pocas palabras, y para no repetir Jo que diremos a continuacién, se trata de redescubrir que Te idea original de signo no se basaba en Ja igualdad, en la COrrelacidn fija cstablecida por el cédigo, en la equivalencia entre expresién y contenido, sino en [a inferencia, en la inter- Pretacion, en Ja dindmica de la semiosis. Bl signo de los ori- Benes no comesponde al modelo ‘a = b', sinc al modelo ‘st @entonces...: Para decirla con Peirce, es certo que la semio- 419 €$ «una accion o influencia que es, o entrafia, una coope- Tation de tres sujetos, el sino, su objeto y su interpretante, de manera tel que esa influencia relativa no pueda en modo alguno reducirse.a acciones entre pares» [C.P, 5.484]; pero Ssta definicién de la semiosis solo sc opone.a la de signo si 13 olvidames que, cuando Peirce habla de signo en este contex- to, 10 fo coneibe en absolute como entidad biplanar sino cero expresion, como representarien, y que cuando habla de ob- Jeto piensa tanto en el Objeto Dinamico —aquello a lo que el signa se refiere— como en el Objeto Inmediata —aquello que el signo expresa, au significado. Por consiguiente, sdlo hay signo cuando una expresidn queda, inmediatamente, atra- pada en una relacidn triddica, en la que el tercer término —el interpretante— genera automaticamente una nueva interpre- tzcidn, ¥ asi hasta el infinito, Por eso para Peirce el signo no es sélo algo que cstd én lugar de otra cosa, 0 mejor, lo esta siempre, pero sélo-en relacién con cierto punto de vista o ca- pacidad. En realidad, el signo es fo que stempre sos hace co nocer algo mas (CP, §.332). He aqui en qué sentido en los capltulos de este libro apa- rece el objeto «signo», central en toda especulacidn semidti- ca del pasado ¢ indisolublemente ligada al proceso de inter- pretacion. Asi, en él segundo capitulo, al reexaminar las vicisitudes tle la teoria grecomedieval de la detinicidn, se descubre el ori- gen de un cortocircuito que alin aflige, Inexorablemente, a las semanticas formales'y a las filosofias del lenguaje ligadas a la idea de significado como sinconimia, y ala idea de un len- ‘gulaje natural donde no es posible la infinitud de la interpre- facién. No por ello la destruccién del concepto «simple» de Signo debe conducir, como se vera también en los capitulos sobre el simbolo y sobre la metdfora, a los excesos opuestos de la‘interpretabilidad descontrolada y a la conviccidn decons- tructivista de que i n'y a pas de veal sens d’un texte. Iv ACeste PUNTO una semidtica general (y aqui hay que asu- mir la responsabilidad de afirmar que ésta se presenta como. la forma més madura de una Filosofia del lenguaje tal como Jo-fur en Cassirer, en Husserl 0 en Wittgenstein) tiene preci- samente el deber de elaborar cates s que de permitan ver 4H selo problema alli donde las apariencias indicarian, en cam- ‘big, una multiplicidad de problemas irreductibles. 14 A la objecion habitual del fildsofo det lenguaje corte de qniras {algunos se citan en el libro, pero segun cl criteno eco- ico de la pars pro tofo), que distingue entre el modo de ificar de una nube y el modo de significar de una pala- a responderemos que una semidtica general no se basa en absoluto en la conviccién de que ambos fenémenos son de ja misma naturaleza. Por el contrario, al reexaminar la histo- Tia del problema descubriremos precisamente que se necesi- taron varios siglos, desde Platén a Agustin, para atreverse a afirmar sin ambages que una nube (que significa lluvia fun- giouando como indice) y una palabra (que significa su mis- ma definicion funcionando como ‘simbolo’) podian subsu- mirse en la categoria mds amplia de signo. El problema candiste, precisamente, en averiguar por qué se legd a ese pun- 40 ¥ por qué, como veremos, se volvio luego a abandonarlo, en una dialéctica continua de aproximaciones totalizantes y fugas particularizantes. Afirmar que una nube es distinta de una palabra es tri- guntarse, quizds basdndose sdlo en algunos irreductibles usos dingtiisticos, o en algunas tenaces y seculares reiteraciones tea- Ticas, qué es lo que podria emparentar ambos objetos. Todos los capitulos de este libro, 0 casi todos, giran alre- dedor de csa pregunta obsesiva, de esa sospecha antigua y venerable, aunque para contestarla elaboren aparawos catcgo- Males que parecen tipicos de fa semiotica mas reciente, desde #lconcepto de enciclopedia hasta el criterio de interpretacién, Pero también en este caso se trata de descubrir Ja necesidad, Ta virulencia maz 0 menos manificsta de csas nociones, en el Sorazon mismo de las discustomes que las fundan. Desde luego, no se trata de buscar una «verdad» tradicia- Nal hasta ahora oculta, sino de construir nuestras respuestas, probablemente las que sélo nosotros podemos dar ahora, sobre la base de otras respucstas olvidadas, y de muchas preguntas | ehudidas. Enero de 1984 iy SEMIOTICA Y FILOSOFIA DEL LENGUAIE CAPITULO I SIGNO E INFERENCIA éMuerte del signo? _ Precisamente'en cl transcursodel siglo en el que la semi se ha consolidade como disciplina se han producide una de declaraciones tedricas sobre la muerte o, en el-mejor jos casos, la crisis del signa. duda, es corrécto que una disciplina someta a examen, todo, ¢] objeto que la tradicién le ha asignado. Aunque’ iblemente ligado al termine TeNGclov (que suele tra- ic ‘por ‘sintoma’), el térming griego oT|HETOV aparece ya ima térming técnica en la escuela hipocrdtica y en la espe- culacidn parmenidea; la idea de una doctrina de los signos cuerpo con los estoicos; Galeno usa el término onpeco- sy 8 partir de entomces, cada vez qué en la historia del Nsamiento occidental surge la idea de una ciencia semidti- Eonar que se la denomine, siempre es definida como ing de los signos' (cf. Jakobson.19/4; Rey 1973; Sebeok dorov 1977]. Sin embargo, puesto que la nocién de adquiere significados no homogéneos, e9 justo some- laa una critica severa (aunque sdlo sea en el sentido kan-- __-tiatie'del termino). Lo curioso es que esta critica ya se ha he- cho pues la nocidn es puesta en tela de juicio desde el momento 10 El que aparece. ‘Lo malo‘es que durante las ultimas décadas esta razona- ble aétitud critica ha degenerado-en moda, Y asicomo se con- aidera de buen tono iniciar un curse de filosofia anunciando. 19 la muerte de la filosofia, o un debate de psicoanalisis anun- ciando la muerte de Freud (la propaganda cultural del mo- mento abunda en tales estelas mortuorias), muchos piensan lambicn que es util abordar la semistica anunciando la muerte del signo, Pucsto que tal anuncio raras veces va precedido de un analisis filosofico del concepto o de una reconstruccién sobre la base de la semdntica histdrica, lo que se hace es con- denar a muerte a algo desprovisto-de carmé de identidad: a Tends, por tanta, resulta fei] resucitar al muerto cambian- dole sélo cl nambre, Por Io demas, esta sala moderna contra el sipno se limita a repetir un rite antiquisime. En ¢l curso de los ultimos dos mil quinientos afios, ¢l signo se ha visto sometide a una es- pecie de ocultacidn silenciosa, El proyecto de una ciencia se- midtica se ha mantenico a través de los siglos: unas veces en forma de exposicidn orgdnica (pensemos en el Organon de Lambert, cn Bacon, en Peirce, en Morris o en Hjelmsley); con mas frecuencia como serie de indicaciones:dispersas en el:con- texto de andlisis mds generales (Sexto Empitico, Agustin .o Husserl); en ocasiones en forma de anuncio exp: de una tarea que deberd realizarse como si todo lo realizado hasta el momento debiera someterse a una reelaboracién en clave “semiotica (Locke y Saussure): Todas estas exposiciones, indi- caciones ¥ anticipaciones apenas si aparecen en la historia de la filosofia, dela lingiiistica o de la ldgica, como si se tratase de exorcizar un fantasma. El problema es presentado, ¥ lue- po cludide, Bludir no significa eliminar como presencia, sing falar como nombre (y por tanto como problema autdnoma): SC usaban signos y se construian gramaticas de esos signos Para producir discursos, pero no se queria rccomocer como fiscurso filosfica a una ciencia de los signos. En cualquier tas, los grandes manuales de historia del pensamiento ca- Ilan cada vez que un pensador del pasado ha hablado de esa Ciencia, De abi el cardcter marginal de la semidtica, al menos has- ta este siglo. Después se produjo una explosidn de interés tan. obsesiva coma cl silencio que la habia precedido. Si cl siglo XIX evolucionista habia abordado todos los problemas des- dela perspectiva bioldgica, y el siglo XIX idealista lo habia hecho desde la perspectiva histdrica, el sigho XX, que empe- 20 enfocandolos desde la perspectiva psicoldgica o fisica, ha borado cn su segunda mitad una «mirada» semidtica to- falizante que desde Ia ferspectiya de la semidtica abarca in- “cluso los problemas de Ja fisica, Ja psicologia, la biologia y Ja historia. {Triunfo del signo, negacién de una negacién milenarla? No parece que seq asi, porque a partir de ese momento 5 cuan- -do-(a diferencia de Hobbes o Leibniz, Bacon o Husserl, que hhablaban de los signas sin complejos) gran parte de la semnid- fica actual se comporta como si su tarea consistiese en decre- Tarel fin de su propio objeto, 2. Los signes de una obstinacion, Indiferente a las discusiones tedricas, ¢l habla cotidiana iyclos diccionarios que registran sus usos) se obstina en utili- “gar la nocion de ‘signo’ de las mas variadas maneras. Incluso demasiado. Un fendmeno de este tipo merece ser examinado SOn citrla alencion. 2.1. -Inferencias naturales. En primer lugar, encontramos un bloque de usos lingtifs- eos scmtn los cuales el signo es ‘indicio evidente del que puc- den extraene deducciones con respecto.a algo latente’ En chte “sentido se habla de signo en el caso de los sintomas médicos, 6s indicios criminales o atmosféricos; se usan expresiones como ‘Dar signos, o sefiales, de impaciencia’, ‘No dar sig- TOs, Sefiales, de vida’, ‘Mostrar Jos signos, o los sintomas, del embarazo’, ‘Dar siguos, o-muestras, de no querer desis- tir’. También hay signos premonitorios, los signos de la des- Stacia, los signos de fa legada del Anticristo. La orina que Se llevaba a examinar se lamaba antizuamente ‘sienum’ y asi “Sacchetti observa: «No lleva éste el signo al médico, sino un diluvio de orinar. Esto sugiere la existencia de una relacién Stnecaéquica, como si el signo fuese una parte, un aspecto, Tia manifestacién periferica de algo que no se mucstra ente- Taniente; algo latente, pues, pero no del todo porque de ese 21 ‘iteberg emerge, al’ mengs, la punta. © bicw la relacion parece 7 2.2. Equivalencias arbitrarias. metonimica, Testo quélos diccionarios hablan de signo tam- Be Hign como «cualquier huella visible que un cuerpo deja en El lenguaje corriente deslinda tambien una segunda cate- una superticies. Indicia de un contacto, entonces, pero indi- 7 Borla cuando dice *Hacer un signo, ogesio, de saludo’, ‘Ofre- cio que a través de su forma revela aleo de la forma del im- ‘er Un signo, o prueba, de estima’, “Expresarse con Signos’, presor. Pero esos signos, ademas de revelar la indole del im- _ Elsigno es un gesto, emitido con la intencidn de comunicar, presor, pueden convertitse en sefias, marcas reveladoras del Osea de transfcrir a otro ser una representacidn o estado in- objeto impreso, como sucede en el caso de los moretones, ara- F femo propios, Naturalmente, se supone que, para que-latrans- fiazos y cleatrices (signos particulares). Por ultimo, a esta ca- ‘ ferencia dé resultado, tiene que haber alguna regla (un cddi- teporia pertenecen también los vestigios, las ruinas, los sig- i £0) por la que tanto el cmisor como cl destinatario pucdan nos de ung antigua grandeza, de asentamientos humanos o | ‘entender la manifestacian del mismo modo. En este sentido, de Florecientes comercios del pasado. / » se reconocen:- come signoé los banderines navales y las sefia- En todos estos casos no importa que el-signo haya sido les de trifico, las insignias, las marcas, las ctiquetas, los em- emitido con intencion ni que sea el resultado de una emision i blemas, los colores heraldicos, las letras del alfabeto. Los dic- humana. Cualquier acontecimiento natural puede ser signa; cionarios y cl lenguaje culto deben admitir entonces que asi Morris (1938, pag. 20), al intentar fundamentar la doctri- también son signos las palabras, esto es, los elementos del len- na de los signos, afirmaba que «algo es signo sélo porque d - guaje verbal. El hombre de Ja calle no reconoce facilmente “alguien lo interpreta como signo de algo diferentes y que «la "gue las palabras son signos; cn los paises de idioma anglosa- semidtica, por tatito, nose ocupa del estudio de un tipo par= jon el término sige supiere inmediatamente la pesticulacién ticular de objetos, sino de los objelos corrientes.en Ia medida de los sordemudos (Hamada sign Janguage), no las manifes- f(y adlo en ella) en que participan en el proceso de semiosise. faciones verbales. Sin embargo, resulta ldgico que si un letre- Con todo, lo caracteristico de esta primera categoria de ' rd indicador es signo también lo sca una palabra o un entin- ‘Signos parece ser que la relacidn de remisidm se basa.en un ciado. En todos cates casos parece qué la -relacién entre el “mecanismo inferencial: sf ¢l.cielo estd rojo al atardecer, en- aliquid y lo que éste sustituye es menos precaria que en los fonces manana hata buco ticmpo. Es el mecanismo de la im- _ dela primera categoria. Son signos que no parecen expresa- plicacién fildnica: p > q. En esta categoria de signos pensaban dos por la relacién de implicacion sino por la de equivalen- los estoicos cuando decian que el signo es «una propasicion cia (p = q. Mujer = donna o femme; mujer = animal, hu- constituida por una conexion valida y-reveladora del conse- mano, hembra, adulto} y que, ademas, parecen depender de cuente» [Sexto Empirico, Contra fos materndticos, VII, 245]; decisiones arbitrarias. Hobbes cuando definia el sieno como «el antecedente evidente : del cousecuente, y, a la inversa, el consecuente del antecedente, mh cuando las mismas consecuencias sc han observado con an- 2.3. Diagramas, terioridad: y cuanto mis frecuente cea observacion menos in- 3 cierto el signo» [Leyiardn, I, 3]; ‘Wolff cuando lo definia camo ® Pare perturbar la clara ‘oposicidn entre las dos categorias aun ente del que se infiere la presencia o la existencia pasada 4 Mencionadas, indiquemos que también se habla de signo en 0 Tatura de otro enten [Ontologia,§ 952]. el caso de los llamados ‘simbolos' que representan objetos y relaciones abstractos, como las formulas logicas, quimicas, algebraicas, y los diagramas. También ellos parecen arbitra- rios como los signos de la segunda categoria y, sin embargo, St diferencian claramente de estos tiltimos, En efecto, si en 23 la palabra mujer’ se altera el orden de fas letras, la expre- -sién st vuelve irreconocible; si, en cambio, sc la eseribe 0 se Ja pronuncia de modos muy distintos (en rojo, en letras géti- cas, con acento regional), las variaciones de la expresién no modifican la comprension del contenido (al menos en un pri- mery rudimentario nivel de significaciém). Por el contrario, en el caso de una formula de estructura o de un diagrama, Jas.operaciones que se evan a cabo en la expresion modifi- can el contenido; y si cstas operaciones se llevan a cabo con- forme.a ciertas reglas, el resultado proporciona nuevas infor- maciones sabre el contenido. Alterando las lineas de un mapa topogrifico se puede pronosticar la disposicion eventual del Tespectivo territorio; inscribiendo tridngulos en un circulo se descubren nuevas propiedades del circulo. Esto obedece a que JAIE8Os SENOS existen correspondencias puntuales entre ex- presién y contenido: de modo que suelen ser arbitrarios pero contienen clementos de motivacidn. Por consiguiente, los sig- nos de la tercera categoria, aunque emitidos por seres huma- NOs ¥ con intencidn de comunicar, parecen obedecer al mo- delo-de los signos de la primera categoria: p > g. No son Naturales como los primeros, pero se los denomina ‘icdnicas’ Oo “analdgicas’. _ 24, Dibujos : Un caso bastante similar es el de los dibujas, que el dic- sionarlo reconoce como signos (y ¢l habla corriente italiana, que los Mama disegni) al referirse también a «cualquier pro- ceditniento visual que reproduzca los objctos coneretos, como eldibujo de un animal para comunicar el ‘objete.o el concep- tO comespondientess, ;Qué thenen en comiin el dibujo y el diagrama? EI hecho de que en ambos pueden llevarse a cabo transformaciones con fincs progndsticos: pinto un bigote en ml retrato y sé qué aspecto tendré si me dejo crecer el bigote. 2Qu¢ los distingue? £1 hecho (sin duda solo aparente) de que eldiagrama responde a reglas de reproduccidn precisas y muy codificadas, mientras que el dibujo parece més ‘espontaneo’. Sucede también que el diagrama reproduce un objeto abstracta Mientras que el dibuje reproduce un objeto concreto, Pero 24 no siempre es asi: los unicornios del escudo real inglés repre- “sentan una abstraccién, un objeto ficticio, en todo caso, una “clase (imaginaria) de animales. Por otra parte, Goodman 11963] analiza largamente la dificil diferencia entre una ima- gen humana y la imagen de un hombre determinado, En qué reside la diferencia? ;En las propiedades intensionales del con- fenido que el dibujo reproduce, o en el uso extensional que decide hacerse del dibujo? ©] problema ya figura (sin resol- yerse del todo) cn cl Cratifa de Platén, 2.5. Emblemas, El uso comin, no obstante, tambien llama signos a los dibujos que reproducen algo cn forma estilizada, de modo que no importa tanto. reconocer la cosa representada como Un-contenido ‘distinte’ al que la cosa representada remite. La eruz, la medialuna, Ja hoz y el martillo, representan el cris- Hanismo, el islamismo y cl comunismo. Son icdnicos porque, -aligual que los diagramas y dibujos, permiten manipulacio— nes dels expresiGn que influyenen el contenido; pero son ar- bitrarios por el estado de catacresizacion al que han llegado, El habla corriente los lama ‘simbolos’, pero en el sentido con— trario al que se emplea al decir que las formulas y diagramas son simbolos. Los diagramas admiten muchos usos, pero con- forme a reglas precisas; la cruz y la medialuna son embleras que remiten a un campo definido de significados indcfinidos. 2.6; Blancos. Por ultimo, cn italiano existen expresiones como «Colpi- re nel seenon, «fenere.asegno» [Dar en el blanco], «Passa- reiisegnoy» [Pasar de la Taya), «Pure wt segno dove si deve tagliaren [Hacer una marca donde debe ir el corte]. Aqui los signos son ‘blancos’, termina ad quae, que s¢ usa come punto dé referencia para proceder ordenadamente («Per filo ¢ per segno»). En este caso, cl aliquid no estd en lugar de sino que estd alli donde sc dirige esa operacién; no hay sustitucion, hay Jaservceidnt. En este sentido es signo para cl navepante 28 la Estrella Polar. El meecanismo de temisién es de tipo infe- fencial, pero con alguna complicacion: si aliora p, y sf des- pués haces 2, enforces obtendras q 3. Intensidn y extensidn. Demasiadas cosas son signo, ¥ muy distintas entre si. Pero en medio de csta zarabanda de homonimias sc introduce un nuevo equivoca, jEI signo és «res, practer speciem quam in+ gerit sensibus, aliud ‘aliquid ex se fuciens in cogitationem ve- res [Agustin, De docirina christiana, U, 1, 1], 0, como el mismo Agustin sugiere en otra parte, algo con lo que se indi- can objetos o estados del mundo? :F! signo es artificio in- tensional © extensional? ‘Tratcmos de analizar ahora una tipica marafia semidtica. Una bandera roja con la hoz y el martillo equivale a comu- nismo (p = q). Pera si alguien lleva una bandera roja con Ta hazy el martillo, entances ei probable que sea comunista {p > q). O bien, supongamos que yo afirme /En casa tengo diez gatos. tCudl es el signo? ;La palabra /gatos/ (felinos domésticos), el contenido global del enunciado (en mi vivienda albergo diez felinos domeésticos), fa referencia al hecho de que se.da el caso de que existe en el mundo de la experiencia real una determinada casa donde existen diez determinados ga- tos? ,0 bien al hecho de que si en casa tengo diez gatos, en- Bice ean ee de eenacie Slficiente, enfonces cs difl= ja tener también un perro, y enfo as aficionado a los animales? t ss Daye ae ‘Mas atin jen todos estos casos es signo la manifestacidn concreta 0 el tipo abstracto? ;La emisién fondtica [gato] o elmodelo fonolégico y léxico /gato/? gEl hecho de que ten- ga fic et merc diez gatos en casa (con todas las inferencias Bosibles) o la clase de todos los hechos de esa naturaleza, en virtud de Ia cual cualquiera qué tenga diez gatos en casa dard Sefiales de ser aficionado a los animales y de ta diffcultad de fener un perro? En éste laberinto de problemas parcceria realmente apor- tino deshacerse dela nocién de signo. Més alld de la fun- cldn de estar en Igor de el resto de las identidades desapare- 26 ‘24 ‘ee. Lo tinieo que parece indiscutible es la actividad de signi- “ficar. Parece comun a los seres humanos (y Ja zoosemidtica “se pregunta si esto no serd también propio de muchas espe- ‘cies animales) producir acontecimientos fisicos —o tener la gapacidad de producir clases de acontecimientos fisicos— que sustituyen a otros acontecimientos o entidades, (fisicos y de ‘otra indole) que los seres humanos no estan en condiciones de producir en el acto de la significacién. Pero entonces la faturaleza de estos aliquid y el modo del estar en lugar de, ‘asi como la naturaleza de aquello a lo que se remite, sc frag- mentarian en una multiplicidad de artificios imposible de re- eomponcr. Los procesos de significacién serian el artificio in- definible al que los seres humanos, incapaces de tener todo ef mundo (realy posible) al alcance dela mano, recurtirian para suplir la ausencia de los signas. Conclusidn fascinante pero ‘Literaria’; solo desplazaria el problema, porque .como funcionan, pues, los procesas de sig- fificacidn? ,Son todos.de la misma naturaleza? La discusion sobre la muerte del signo se cifra en la dificultad de resolver este problema sin que la semidtica sea capaz de dotarse de un objeto (tedrico) de alzuna manera definible. 4. Las soluciones: efusivas. Algunos afirman que el término ‘signo’ se aplica a las en- tidades lingitisticas, convencionales, emitidas.o emitibles in- tencionalmente con objeto de comunicar, y organizadas en un gistema descriptible conforme a categorias precisas (do- ble articulacion, paradigma y sintagma, etc.), Todos los otros fenémencs que no sean subsumibles alas categorias dela lin- fllistica (y que no scan claros suceddneos de las unidades lin- pilisticas) no serian signos sino sintomas, indicios, premisas para inferencias posibles, y su estudio corresponderia a una ciencia distinta [Segre 1969, pag. 43]. Otros adoptan una de- cisién andloga pero consideran que esa otra cicocia es mas general que [a lingiistica y en cierta modo la abarca, Malm- berg [1977, pag. 21], por ejemplo, decide llamar ‘simbolo’ a todo elemento que represente otra cosa, y reserva el término *signo” para «las unidades que, como los signos del Ienguaje, a7 presentan doble articulacidn y deben:su existencia a un‘acto. de slgnificaciony (donde. ‘significacion' equivale a comuni- tacién intencional). Todos los signos son simbolos pero no lodos los simbolos son signs, Decisién moderada que, sin embargo, no llega a determinar a) en qué medida los signos pueden estar emparentados con los simbolos, ¥ &) cual es la Ciencia que debe estudiar los simbolos y sobre Ja base de qué categorias. Ademdas, en ese contexto novse aclara Ja diferen- cia entre extension ¢ intensién, aunque esté sobreentendida que la-ciencia de los signos es de naluraleza intensional, A veces la distinciin entre las distintas esferas se propone con objetivas epistemoldgicos mds radicales. Véase la siguicnte tesis de Gilbert Harman; «E] humo significa (means) fuego ¥ la palabra combustion significa fuego, pero no en el mis- mo sentido de significa. La palabra significar es ambigua, De- cir que el humo significa fuego equivale a decir que el humo es un sintoma, una'senal, una indicacidn, una prueba del fue #0. Decir que la palabra combustidn significa fuego quiere decir que la gente usa esa palabra para significar fuego. Ade- mas, 10. existe un sentido ordinario de la palabra Ssignificar conforme al cual la imagen de un hombre signifique tanta un hombre como ese hombre. Esto sugicre que Ja teoria de los signos de Peirce abarca, al menos, tres temas bastante cis- tintos: una teorfa del significado que-el emisor quiere dar a entender (intended meaning), una teorfa de la prucha yuna troria de la representacion pictérica, No hay razon alguna para pensar que esas teorias tengan principlos comunes» (1977, pee. 23). La argumentacidn de Harman tropieza ante todo con log habitos lingiisticos; spor qué desde hace mas de dos mil afios Ja gente se empefia en llamar signos a unos fenémenos que deberian subdividirse en tres erupos distintos? Harman po- dria replicar que se trata de un caso normal de homonimia, tomo el de la palabra /bechefor/, que signitica graduado de Ptimer nivel, pajé de un caballero, vardn adulto no-casado ¥ foca que no copula durante el celo, Pero un filésofo del len- guaje interesade en los.usos lingiisticos deberia preguntarse Piccisamente por las razones de esas homonimias, Jakobson ha sugerido la posibilidad-de que un unico nuclea semantico Brofunde constituya la base de la aparente homonimiade /a- chelor/: se trata de cuatro casos en los que cl sujeto no ha Tegado'a ta conclusién de su curricula, ya sea éste social o ‘hi ico. 2Cual esa razon semintica profunda de la homo- nimia de “signo/? En segundo jugar, la objecién de Harman tropleza contra el consensus gentiunt dela tradicion filosofi- ca. Desde los estoicos al medievo, desde Locke hasta Peirce, desde Husserl hasta Wittgenstein, no sdlo sc ha buscado el fundamento comin entre tcoria del significado lingilistico y teoria dela representacidn ‘pictdrica’, sino también él funda- mento comin entre teorla del significado y teoria dela infe- rencia, a = Por tltimo, la objecién trapicza contra un instinto filo- séfico que Aristételcs define inmejorablemente cuando ha- Bla. del ‘asombro' que mueve al hombre a filosofar. (En casa tengo diez gatos/': ya nos lo hemos preguntado, el significa- do ges el contenide comunicado (intended meaning) o el he- cho de que yo tenga diez gatos (del que pueden inferirse otras ‘cualidades mias)? Puede responderse que el segundo feno- meno no lene nada que ver con el significado lingutstico, y pertenece al universo de las pruchas que pueden construirse utilizando los‘hechas que representan las proposiciones. Pero, ‘él antecedente que evoca el lenguaje yes realmente tan facil de separar del lenguaje que lo ha representado? Cuando abor- demos ¢l problema de! onysiov estoico, veremos cudn ambi- Bua ¥ corevesada cs la relacién que existe entre un hecho, la proposicién que Jo representa y el enunciade que expresa cea Proposicién. De todos modos, lo que dificulta tanto distin- guilt entre ambos problemas es precisamente el hecho de que en une como en otro alignid stat pro aligue. No porque va- neecl modo del estar en dugar deha de negarse que cn ambos casos actia una singular dialéctica de presencia y ausencia, aNo serd ésta una razén suficiente para preguntarse por la existencia de un mecanismo comin, por profundo que sca, al que ambos fenémenos obedezcan? Fulano tlevaien la solapa un di: ivo con une hee y un martillo, jEstamos ante un caso de significado intencional (Fulano quiere decir quees comunista), de representacin pic- fOrica (ese distintivo representa simbdlicamente la unidn en- te obreros y campesinos) o de prueba inferencial (si lleva ese distintivo, entonces cs comunista)? El mismo acontecimicn- to pertenece al dominio de cada una de las tres teorias que 29 Harman distinguc. Ahora bien, sin duda un misma fenome- no puedé ser objeto de teorlas totalmente diferentes: ese dis- tintivo pertenece a la esfera de la quimica inorganica por la materia con que esti hecho, a Ja fisica por estar sujeto a la ley dela gravedad, a la mercedlogia por ser un producto in- dustrial comercializable. Pero: en el caso. que estamos con: derando se trata de un fendmeno que es al mismo.ticmpo ob- jeto de las tres (supuestas) teorias del significado, dela Tepresentacion y de Ja prueba, uintca y exclusivamente por- que na esid en lugar de st mismo, no estd cn lugar de la ma- hifestacion de su composi molecular, de su tendencia a caer hacia abajo, de su posibilidad de ser empaquetado y trans- Portada, sino que este en virtud dele que estdé fuera de dt, En este sentido despierta asombro y se convierte en el mismo objeto abstracto de la misma pregunta tedrica, 5. Las desconsirucciones def signo fingtitstica. Las eriticas que figuran a continuacidn tienen un rasgo en comun: ante todo, aun cuando hablan del signo en: gene- fal ¥ se reficren también a otros tipos de signas, sc basan en la estructura del signo lingtlistico; cn segundo lugar, tienden a disolver el signo en una entidad de mayor o menor alcance. 5.1, Signo. versie figura, El signo es una entidad demasiado amplia, El andlisis fo- noldgico de los significantes lingitisticos, considerados coma efecto de la articulacién de unidades fonoldgicas menores, ¢ inicia con la determinacién de los otovyeia ¢staicos, al- canza la madurez con la determinacién hjelmsleviana de las Jiguras-y. culmina con la teorla jakobsoniana de los rasgos adistintivos, Por al solo, este resultado tedrico no pone en tela de juicio la nacién de signo lingiiistico porque la unidad ex- Presiva, aunque scgmentable y-articulable, sigue concibién- dose como totalmente correlativa de su contenido. Sin em- barge, en Hjemsley surge la pasibilidad de determinar figuras también nel plano del contenido. 30 “Habra que decidit Go veremos en el segundo capitulo) si esas figuras del contenido pertenccen @ un sistema Finite de diniversales metasemdnticos o si son entidades linguisticas que {nterienen alternativamente para aclarar la composicidn de “otras cntidades linguisticas. Pero el descubrimiento de una articulacion del contenido en figuras hace que Hjelmslev atic me que elas lenguas...' no pueden describirse como sistemas de signos puros. Por cl fin que generalmente se les atribuye, “son plimera y principalmente sistemas de siznos; pero por su ‘estructura interna son primera y principalmente algo diferente, saber: sistemas de figuras que pueden usarse para construir 08. Al analizarla mds detenidamente, la definicidn de len- a@oomo sistema de signos s¢ ha revelado, por tanto, como poco satisfactoria. Hace referencia tinieamente a las funcio- ‘nes externas de Ja lengua, a su rélacidn con los factores no “Hingitisticas que Ja rodean, pero no.a sus funciones propias, @las Internas» (1943, trad. esp. pag. 72]. __-Bijeimslev sabe muy bien que no existe una corresponden- “Gia punto por punto entre las figuras de la expresidn y las fi- pliras del contenido, ¢3 decir: los fomemas no transmiten seg- ‘mentos minimes de significado, aunque precisamente desde ‘este punto de vista pueda recanacerse, por ejempla, que en Jioro/ éllexema expresa «bovino + macho + adulto» mien- tras que el morfema expresa «singularidad. ¥ si el sistema delas figuras del contenido fucse mas rico y no estuviera or~ “ganizado sdlo segun inclusiones de género-y especie, deberla ‘decitse que /tor-/ expresa también (y en bloque} «cormudo ++ mamifero + ungulado + reproductom, eteétera. Sin em- argo, elhecho es que esas correlaciones se dan entre un Rin- fagma expresive y un ‘paquete' de figuras del contenido, co- Trelacionadas con esa expresién en virtud de la funcidn signica, Peto correlacionables, en una funcion diferente, con otros sin- tagmas expresivos. Por tanto, ¢l sieno (o la funcidn signica) aparece como la punta emergente y reconocible de un reticu- lado de uniones y disyunciones abierto sicmpre a una ulte- Hot combinatoria. El signo lingiistico no es una unidad del sistema de significacién sino una unidad reconocible del pro- eeso dé comunicacién. Como es evidente, la propuesta hjelmsleviana (muy fecun- da pare todo el desarrollo de una semuintica estructural) no 3 da razdn de otros tipas.de sigmos en los que los dos funtivos No parecen ulferiormente analizables en figuras. O bien una nube que anuncia la tormenta, o el retrate de la Gioconda nO sn signos, o bien hay que reconocer que existen signos sin figuras de la expresidn y en los que parece peligraso ha- blar de figuras del contenido, Pricto [1966] ha ampliada cla- Tamente ¢l campo de una sistematica de los signos al recono- cer la cxistencia de sistemas sin articu laciones, sistemas dotados sélo de segunda articulacion y sistemas dotados sdlo de primera articulacién, Bl bastén blanco del ciego, presen- Gla pasitiva que se vuelve pertinente por oposicién a la ausen- cia de dicho baston, significante sin articulaciones, cxpresa én forma genérica la ceguera, pide paso, postula compren- siGn por parte de los presentes, expresa, en summa, una Hebu- losa de eontenidos. Bn el plano del sistema, el baston es bas- tante pobre (presencia versus ausencia), pero cn el plano del uso comunicativa es bastante rica, Si no es un signo, habra que encontrarle otro nombre, porque esta claro que algo es. 4.2. Signo versus enuticiado, En los mismos aftos en que Hjelmslev criticaba el forma- to demasiado amplio del signo, Buyssens criticsba su forma- to demasiado pequefio. La unidad semidtica no serta el sig- no, sino algo correspondiente a) enunciado, que Buyssens llamaba ‘scma’, El ejemplo que da Buyssens no se refiere-a los sigmos lingilisticos sino a las sefales de trifico: «Un sig- No No tiene significacién: una flecha, separada de las sefiales de circulacién, nos recucrda diversos semas relativos a la di- Teccion de los vehicules; pero por si sola esa flecha no Per- mite la concrecidn de un estado de conciencia: para ello de- berd tener determinado color, determinada orientacién, deberd figurar ea detcerminado Ietrero situado en determinado lugar; lo mismo sucede con Ja palabra aislada, por ejemplo mesa; Se TOS aparece come miembro virtual de diferentes oraciones en las que se habla de diferentes cosas; pero por si sola no Pemnite reconstruir el estado de conciencia del que sc habla» 11943, pag. 38], Curiosa oposicién: Hjclmsley se desinteresa del signo por- gz “de todas maneras, la aficmacion i le interesa la lengua como sistema abstracto; Buyssens sinteresa del signo porque le interesa la comunicacién IO acto concreto. Bs evidente que el debate entrana la opo- mn titre intensién y extension. Lamentable homonimia: Tasenidntica componencial llamard “senias’ a las figuras hjeln- “slevianas (menores que cl signo} y la tradicidn que arranca de Buyssens (Prieto, De Mauro) llamard ‘semas’ a los enun- ‘tiados mas amplios que el signo, En cualquier caso, ¢l sema de Buyssens es Io que otros Hamarian enunciada, o acto lingllistico realizado. Asombra, 4 Ide Buyssens de que io no tendria significacion. Si es cierto que nominanticr laria Sed universalia siznificantun habrd que decir mas bien que la palabra ‘mesa/ por si ola no nombra (no se re- fiere a) nada, pero posee un significado, que Hjelmslev hu- biese podido descomponer en figuras. Buyssens admite que “#8ta palabra (al igual que la flecha) puede sec micmbro vir- ‘tial de diversas oraciones. ;Qué hay, pues, en él contenido ‘de /mesa/ que fa predispone para entrar en expresiones coma Via'sopa esd en la mesa/ o /La mesa es de madera/ yno expresiones como /La mesa come pescado/ 6 /Se lavo la con la mesa del comedor/? Habrd que decir entonces “gue, precisamente en virtud de su posibilidad de ser analira- dan figuras del contenido, la palabra /mesar debe remitir tanto a entidades semanticas atomicas como a insfruccianes Bitextuales que regulen sus posibles inserciones en Segmen- dingiiisticos mas amplios que el signo. Por consiguiente, el signo debe seguir postulandose como entidad intermedia entre el'sisterna de las figuras y Ia serie indefinida de las expresiones aserlivas, interrogativas, impe= fativas, a las que esta destinado, Si luego, como sugiere De Mauro [1971] sizuiendo a Lucidi, esa entidad intermedia no debe lamarse ‘signa’ sino ‘hipasema’, es una mera cucstidn terminoldgica. Pricto [1975], habia aclarado este aparente conflicto en- tte Hielmslev y Buyssens al decir que el sema (en el sentido dé Buyssens) cs una «unidad de funcidn mientras que la fi- Sees una «unidad de économiaw. Hielmslev decia que el Sigho esting Unidad de funcidn y la figura una unidad deeca- omia. Se trata sélo de determinar no dos sino tres Cy quizd els 33 mas) niveles en los que el nivel inferior siempre es unidad de economia de lo que en el nivel superior es unidad de funcion, Sin duda, la distincién de Buyssens abre el camino para Jas criticas que oponen al signo el acto lingtiistico en su con- erecion y complejidad. Pero va en Platén y en Aristdteles, en los sofistas ¥ en los estoicas encontramas las distinciones en- dre el significado de los nombres y Ja naturaleza pragmatica de Ja pregunta, de la siplica, de la orden. Quienes a una se- madntica de las unidades signicas oponen una pragmatica de Jos enunciados desplazan Ja atencion desde los sistemas de significacion hacia los procesos de comunicacién (ef, Eco 1975], pero se trata de dos perspectivas complementarias. No se puede pensar en el signo-sin verlo de alguna manera carac- terizado por sudestino contextual, pero no se puede explicar por qué alguien comprende determinada acto linguistica si nose analiza la naturaleza de los signos que dicho acto con- textualiza. Bl desplazamiento de la arencion desde los signas hacia el enunciado reitera sdlo lo que ya se sabia por sentido comin, a saber, que todo sistema de significacion se elabora con objeto de producir procesos de comunicacion, Enfocar uno de fos dos problemas no significa eliminar el otro, que penance en segundo plana; en cualquier caso, significa pos- tergar su solucion, o suponer que ya existe, 2.4, El signe como diferencia. Los elementos del significante se constituyen en un siste- ma de oposiciones en el que, como decia Saussure, slo -cxis- ten diferencias. Pero lo mismo sucede en el caso del sistema del significado; en cl conocido ejemplo que da Hielmslev [1943, tradsesp. pag. 81] sobre la diferencia del contenido de dos términos aparenremente sindnimos como /Folz/ y. “bois, aquello en lo que Jas dos unidades de.contenido differen es en los limites de segmentacién de una porcidn del continuum. fHoiz/ es, en alemdin, todo lo que no es Baw ¥ no cs /Waid/. Pero también la misma correlacién entre el plano de la expresiény el plano del contenido se basa en wna diferen- cla: remisién, reenvio reciproco entre dos elementos hetera- Béneos, la funcidn signica se alimenta de la dialéctica entre a4 presencia yausencia. Sobre la base de esta premisa estructu- ral, todo ¢l sistema de los signos pucde disolverse en una red de fracturas, ¥ la naturaleza del signo puede identificarse con esa ‘herida’ o ‘abertura’ o ‘divergencia’ que al constituirlo to anula. Aungue retomada con brio por el pensamiento postestruc- turalista (piénsese en particular en Derrida), esta idea surge mucho antes, Leibniz, en su breve escrito De organo sive arte magne cogitand, al buscar unos pocos pensamientes cuya gombinatoria permita derivar todes los demas, como en el caso dé los niimeros, determina Ja matriz combinatoria fun- damental en Ia oposicién entre Dios y la nada, la presencia "Yip ausencia, Dialectica elemental que tiene un parecido asom- “bros con el calculo binaria, Desde una perspectiva metafisica puede resultar fascinante ‘Observar que toda estructura oposicional se basa en une di- ferencia constitutiva que anula los diferentes términos. Pero “eeinnegable que para concehir un sistema de ‘oposiciones, en elquéaleo sc percibe como ausente, es necesario postular algo ‘Bresente (al menos en potencia). Sin la presencia de uno no emerge [n-ausercia del otro. Las consideraciones que se ha- cet sobre la importaricia del elemento ausente valen simetri- Pamente pare ¢] clemento presente; y las consideraciones que hacen sobre Ja funcidn constitutiva de Ja diferencia valen “Bara los polos de cuya oposicion surge la diferencia, Por tan- (6, 5c trata de una argumentacion que se muerde Ia cola. Un fonema es, sin duda, una posicidn abstracta en un sistema, ‘Que sélo adquiere valor por causa de los otros fonemas que de Sponen. Pero para poder reconocer la unidad emic es Hecesario formularla de alguna manera come efic. Con otras ‘Pélabras, la fonologia construye un sistema de oposiciones Para explicar el funcionamicnto de una seri¢ de presencias fo- Higticas que de alguna manera, si no preexisten a su fantas- Ma, almenos son indisociables de él, Sin gente que cmita so- fides no existe la fonologia, aunque sin el sistema que postula ly fonologia la gente seria: Incapaz de distinguir los sonidos QUE emite, Los fipos se reconocen porque se realizan como especiinencs concretos. No se puede postular una forma (de 1a expresidn o del contenido) sin presuponer una materia y AI Ver que esta asociada, ni antes ni después sino en el acto 35 mismo de concebirla, con une sustancia. Aunque generados'por la pura solidaridad sistematica, también los elementos de la forma del: contenido (que Peirce habria llamado ‘objetos inmediatos’, producidos por el uso mismo del signo) se pueden manifestar y analizar (y descri- biren su naturaleza formal) precisamente porque pueden co- nocerse en forma de interpreranies, cs decir, de otras capre- siones que de alguna manera deben ser emitidas: Asi pues, él signo como pura diferencia se conteadice desde el momen- To en que, para nombrarlo como ausencia, se producen sig- mos perceptibles. 5.4. El predominio del significante. Scgun se responda a la pregunta planteada puede nacer ‘otra critica a la nocidnide signo. Si de éste siempre se conoce slo la cara significante, cuya continua sustitucion permite que cmerjan las arcas de significado, entances la cadena se- Thidtica no es sing una ‘cadena significante’, Como tal la ma- nejaria incluso el subconsciente, en el caso-de que estuviera constituide como lenguaje. A través dela aderivan de los sig- Tificantes se producen otros significantes, Como resultado mas omenos directo de estas conclusiones, el universo de los sig- nos y de los propios enunciados acabaria anulandose en la actividad de fa enunciacidn, No es dificil reconacer em este Tiicleo de posturas una tendencia de derivacién lacaniana que genera discursos diferentes pero de alguna manera solidarios: Ahora bien, esta critica sc basa cn un equivaco o -vicio lingiistico. Basta con reemplazar todo [o que los tedricos de esa tendencia dicen de los ‘significantes’ por ‘significados' para que su discursa adquiera un sentido comprensible, El equivoco o vicio deriva de la obvia comprobacion de que los significados sdlo pueden nombrarse por medio de otros sig- nificantes, como deciamos en el parrafo anterior. Pero en los distintos procesos de desplazamiento o condcnsacion estudia- dos por Freud, y aunque se multipliquen los mecanismos de deriva y germinacién casi automitica, no existe —es impor. tante destacarlo— juego algune que, por ligado que csté a todo tipo de asonancias, aliteraciones y semejanzas de expre- 36 SiGn, no s¢ proyecte inmediatamente sobre el conglomerada dedas unidades de contenido y no resulte incluso determina- doen profundidad por ¢sa proyeccion. En el paso de Herr/- Jsignore/a /Signorelli/, de reminiscencia freudiana, juega una seric de diferencias expresivas basadas sobre identidades-y pro- fics deslizamientos de contenido. Tanto, que ¢l ejemplo freudiano sélo resulta comprensible y producible para alguien que conozea el alemin y el italiano y sea capaz de reconocer #n ellos funcioncs signicas completas (expresidn mas conte: mido), Quien no sabe chino es incapaz de producir lapsus in- terpretables en chino, a menos que un psicoanalista que sepa chino no le demucstre que tenia recuerdos lingitisticos repri- midos y que, sin querer, ha recurrido a expresiones chinas, Undapsus que tenga sentido debe movilizar figuras de conte- mide; sisdlo moviliza figuras de expresién, se trata de un error Mecanico (de imprenta, de dactilografia, de fonacién). Ya Io'sumo movilizard clementos de contenido solo para el in: " térprete; pero enitonces a quien habra que psicoanalizar scra | Gecir que cl signo se disuelve en la:cadena significante es Una tmanera metatorica de decir que el sujeto hablante {o'es- ibiente, Oo pensante) puede estar determinado por Ja [dgica elas signos, Por su «baba» o sedimento intertextual, por J eljuego amenudo casual (casual al principio, nunca al final) entre cxigencias de la cxpresion y exigencias del contenido. Pero en tal caso, lejos de poner en tela de juicio la nocién Me signd, 1a nocidn de cadena siznificante se alimenta de ella. iS) Signo versus texto: Con todo, es cierto que Ja Hamada cadena significante pro- duce textos Qué arrastran ¢l recuerdo de la intertextuatided que los sustenta. Textos que generan, o pueden generar, dife- ‘Fentes lecturas o interpretacioncs, tegricamente infinitas. Se atirma, entonces (pensemos, sin olvidar las distintas infleria- dies, en Ja linea que cnlaza al iltime Barthes con el tltimo ‘Pettida, con Kristeva), que la significacién pasa sdlo a tra- Ves de los textos, porque los textos serian el lugar donde cl fentido se produce y produce (prictica significante). De-ese af tejido textual podrian extracrse los siznos-del diccionario, come equivalencias codificadas, solo a costa de un entume- cimiento y una muerte del ‘sentido’. Esta critica no solo retoma la objecién de Buyssens (la comunicacion solo se produce en el nivel del enunciado) sino que cala mas hondo. Un texto no es sdlo un aparato de co- municacion, Bs un aparato que pone en tela de juicio los sis- temas de significacién preexistentes, a menudo los renueva, veces los destruye. Sin pensar necesariamente en textos a esle respecto ejemplares, como Finnegans Mike, mquina tex- tual para liquidar gramaticas y diccionarios, seflalemos que es en el nivel del texto donde se producen y viven las figuras retéticas. Ahi el mecanismo textual vacla y enriquece con fi- guras-del contenido los términos que el vocabulario ‘literal’ creia tan univocos y bien definidos. Pero si podemos hacer una tetdfora (cf. cl articulo «Metaforay en la Enciclopedia Sinavel, TX, pags. 191-236, y el capitulo 3 de-este libro) y lla- thar al leon. /rey dela selva/, afiadiendo a «ledn» una figura de «humanidads, y proyectando sobre la clase de los reyes una propiedad de «animalidad», es precisamente porque tanto #rey/ como /ledn/ preexistian como funtivos de dos funcio- nes signicas codificadas de alguna manera, Si, antes del tex- to, no existicran signos (expresién y contenido), toda metd- fora se limitaria'a decir que algo es algo, En cambio dice que ese algo (lingistico) es al mismo tiempo ofra cosa. Auin asi, las tematicas de Ja textualidad.contienen una idea fecunda: para que la manifestacidn textual pueda vaciar, des- truir o reconstruir funciones signicas preexistentes, es nece- Sario que la funcién incluya algo (a saber, cl reticulado de Tas figuras del contenido) que sé presente ya como grupo de instmicciones orientada hacia la construibilidad de textos di- ferentes. Mas adelante (en el pérrafo 9) cxaminaremos mejor este punto. 3.6. El signo como identidad. Conforme a esta objecin, el signo estaria basado en las categorlas de ‘semejanza’ o ‘identided' y csta falacia lo in- seflaria coherentemente dentro del marco de una idcologia a8 sujcto. El sujeto como supuesta unidad trascendental que abreal mundo (oa quien el mundo se abre) en el acto de wresenitacidn, el sujeto que transfiere sus representacio- nes a oltos sujetos en el proceso de comunicacion, es una fic- cion filoséfica que ha dominado toda la historia de la filo- sofa. Por el momento no discutiremos esta critica, pera trataremos de ver en qué sentido Ia nacidn de signo estaria Sasociada a la nocidm (en crisis) de sujeto: «ras la mascara da socializacion y del realismo mecanicista, la ideoloala lin- istica, que impregna la clencia del signo, erige al sujeto- signa come centro, comienzo-y fin de toda actividad trans- weuistica, ¥ lo encierra, Io instala én ¢u palabra, que el po- “siitvisme concibe como un psiquismo ‘localizado* en el cere ro» [Kristeva 1969, pig, 69]. "Para afirmar estos necesario haber decidido identificar Signo con el signo lingiiistico y el sino lingiifstico ean el elo dela cquivalencia: p = q, De hecho, Kristeva define igno como ‘scmejanza’. El sizno «conduce exigencias di- derenciadas (objeto-sujeto, por un lado; sujeto-interlocutar, or otro) a un corenio (2 una unidad que se presenta como uneiado-mensajc), sustituyendo a las practicas un sentido, las diferencias una semejanza» [ibia, pag. 70). «La rela- ion iiistituida por el signo serd entonces un acverdo de di- Fergencias, una identificaciin de diferencias ibid, pag. &4]. ‘Puts bien, lo que ahora hay que contestar es precisamen- tsa idea de que cl signo es semejanza. ecuacidn, identifi- ‘acim. Habra que mostrar que no es semejanza, identifica- Sion y ecuaciin entre expresi¢n y contenida. Las consecuencias ie esa Uemostracion sobre la relacidn sujeto-objeta y sujeto- ‘nterlocutor, que no afectan inmediatamente al andlisis que oie levando a cabo, sc expondrdn en la conclusién (cf. _ Ante todo digamos que en la perspectiva peirciana el sig- fe no aparece como semejanza ¢ identidad: «Ua signo cs algo Mediante cuyo conocimiento conocemas algo mas [Peirce A504, CP 8.332), Como veremas, el signa es instruccién para Ainterpretacion, Mecanismo que Meva un estimulo inicial a SHS mas Temotas consecuencias iativas. Se Parte de un signo Pata recorrer toda Ja semiosis, para Hegar al punto en que el'signo puede étigendrar su propia contradiccion (de otre 39 modo no serian posibles rsos mecanismos textuales Hamados literatura’). Para Peirce (como la propia Kristeva recuerda [1974, pag. 43)), el signo es una proposicion en germen. Pero para que podamos ver el sieno de esta manera serd necesario que reeotramos por la menos el primer tramo de su historia. Previamente, sin embargo, habra que eliminar una nacion in- cémoda: la de signo lingiiistico, Nos toparemos con ella den- tro de poco. Por ahora podemos soslayarla porque no es una nocién que haya surgido:al principio y, de hecho, ¢5 un pro- ducto cultural bastante tardio, 6. Signs versus paighras. El: término que Ja tradicion filosdfica occidental tradujo luego como ‘signunt y ‘signo’ es, en griego, ojpctov. Apa- rece como término técnico-filoséfico en el siglo ¥, con Par- ménides y con Hipdcrates. A menudo es sindnimo de TEK UN pov, “pruchba’, ‘indicio’, ‘sintoma’, y una primera, ¥ de- cisiva, distincidn entre ambos términos s6lo aparece en la Re- tdrica aristotélica. Hipdcrates encuentra la nocidn de indicio en los médicos que lo precedieron. Alemeon dice «de las cosas invisibles y de las cosas mortales los Dioses tienen certeza inmediata, pero alos hombres Jes toca proceder por indicios (texpaipstuar)» [Didgenes Laercio, Vidas, VIII, 83). Los meédicos cnidios co- nocian-el valor de los sintomas: parece que los codificaban en forma de equivalencias. Hipdcrates decide que el sintoma es equivoco si no-selo valora contextualmente, tamando en cuenta elaine, las aguas, los lugares, Ja situacién general del cuerpo, yel:régimen que podri modificar esa situacién. O Sea: ai p enfonces q, pero siempre y cuando concurran los fac- tores y, z. Hay un eddigo, pero no-es univoco, El sintoma pro- porciona instrucciones para su valoracién en contextos dife- rentes, El sintoma se crea, se corivierte en funcidn signica (ya 82 trate de onpeioy o de texuiprov) sdlo en cl acto de Ja in- ferencia légico-conceptual [cf, Vegetti 1965). Se ha sugeride qué postulados andlogos valen para la ciencia indiciana de la historiografia, a-partir de Tucidides, [cf. Ginzburg 1979). A Hipécrates no le interesan los signos lingilisticos. Por 40 r fio parece que entonces él término “signo' se-apli- ‘ease a las palabras. Las palabras eran mombre (6vopa}, Par- ” saénides se vale de esta diferencia para oponer la verdad del samiento del ser al cardcter ilusorio de la opinicn y ala acia de las sensaciones. Ahora bien, si las représentacio- " pesson falaces, los nombres son sdlo etiquetas, igualmente falaces, aplicadas a las cosas que creemos conocer. Parméni- re. ‘usa siempre GvoudCey para dar un nombre arbitrario, derindola verdadero, pero de hecho no corresponde a fa verdad [Pasquinelli 1938, pig. 405]. El nombre instaura una udoegiivalencia con la realidad, y con ello la oculta. En cambio, cada vez que usa el término ‘signo’, Parménides -ha- E {una prueba evidenie, de un principlo de inferencia: «De que dice que es... exdsien muchisimos signos (otjuata)s | (Simplicio, Fisiee, 175, 31). i T tanto. los nombres (las palabras) no san sigmas, y los son algo distinto. Por otra parte, también Herdclito dice: " eElsefior, cuyo oriculo se encuentra en Delfos, no dice (Aéye) fC sculta, sino indica (ajpaiver» [Diels y Kranz 1951, 22, 2 93]. Comoduiera que se interpreten Agyery y¥ crave ame 1976), parece que tampocoven este caso existe ho- ldgid entre signos y palabras. Bn Platén yen Aristételes, cuando'se habla de las. pala- piensa ya-en una diferencia entre significante y signi- ¥aobre todo entre significacion (decir gud es wna cosa: qué también desempefian los términos singulares) y tie (decir que une cosa es: funcidn que sdlo desempe- éniinciados completos). Pero Aristételes, en toda su Rica, en que se ocupa del lenguaje, es reacio a-utilizar Palabra onuectov para referirse a las palabras: ) Enun célebre pasaje del De Interpretatione [16a 1-10] pa- rece ¢ que las'‘palabras son signos{onpetc). Pero sigamos ors Tazonamiento. Ante toda dice que las palabras son imbolos (obyfiokc) de las afecciones del alma, asl como las Hetras dell alfabcto son simbolos de las palabras, Lucgo aclara Quetanto las letras como las palabras no son iguales para to- dos, lo Que remite a algo que recalea mejor en loa 20-30: las Palabras y las letras se instauran (nacen) por convencidn, se Sonvierten en simbalas y enello difieren dc los sonidos que €miten los animales para manifestar sus afecciones internas. 4 Como también repeticd Tomas en su comentario a este texto, los sontdas que emiten Ios animales (inarticulados) son sig- os naturales, como el gemido de los enfermos. Por tanto pa- rece claro que cuando Aristoteles tiene que definir los nom- bres recurre al técmino /‘simbola/ [cf. también Di Cesare 1981 ¥ Lich 1981]. Adviértase que /simbolo/ es un término bas- tante.menos fuerte y definido que /signoy, y que en toda la tradicién de la época equivale a ‘marca de reconocimiento' (hoy hablariamos de ficha; véase también lo que-se dira en el capitulo sobre: el. simbolo). Enel pasaje que viene a continuacién [siempre 160 5] Aris- toteles: precisa que, a diferencia de-las letras y las palabras, Jas afecciones del alma son semejanzas o simulacros (hoy di- Hamos ‘iconos") de las cosas, pero no se ocupa de esta rela- cién, que en cambio examina ene] De Anima. Alaclarar esta diferencia entre palabras y afecciones del alma, afirma, en forma casi incidental, que las palabras y Jas letras son ante todo signos (oneic) de las afecciones del alma, y por tanto podria parecer que asimila el concepto de simbolo al de sig- Ho.A primera visia podoia pemsarse que utiliza ‘signa? en un sentido:lato, casi metafdrico, Pero hay algo mds. Si Aris- toteles se esta ateniendo al uso comin (al que, como vere- thos, s¢ remite cn la Reforica} entonces esta diciendo que las palabras y las letras son prvebare indicios de que existen afec- clones del alma (son la prueba de que al emitir palabras al- guien tiene algo que expresar), pero el hecho de que sean in- dicio de una afeccién no significa que como tales (las palabras) Posean el mismo régimen semidtico que las afecciones. Esta hipotesis parece confirmada por el modo en que Aris- tételes, un poco mds adelante, usa /signey cn un contexto que qQuiza sea uno delos.mas arduos del De Jnverpretatione, don- tie debe establecer que el verbo, fuera del enunciado, no afir- mala existencia mi dela accion ni del sujeto que acta, ¥ que Ti siquiera el verbo ser, por si solo, afirma que algo exista de hecho. ¥ eneste contexto [I6b 19-y sigs.] dice que ni siquiera #ser/ o /no set/ son signe de la -existencia de la cosa. Pero Jo que quiere decir cuando sugicre que un verbo puede ser Signo de la existencla de la cosa:se aclara antes [en 16b 5-y sigs.], cuando dice que.un verbo es siempre «signo (anpeiov) delas cosas dichas de otron. Tomas comenta detenidamente 42 ite pasaje ¥ excluye de entrada la interpretacion que a noso- “fros nes resultaria mis obvia pero que entonces no podia serlo tanto: que el verbo (y todo cl cnunciado que contiene el ver- hovses 4) significante, la expresién, el vehiculo de una predi- cacton {y cl enunciado el vehiculo de una proposicidn). To- mds aclara que el pasaje debe entenderse on un sentido mucho miss inmediato, esto.es, que la presencia del verbo en cl enun- ‘giado es prueba, indicio, sintoma de queen ese enunciado se std afirmando algo distinto, | Parconsiguiente, cuando Aristoteles dice que ni siquiera oerbo /ser/ por si solo’es signo de la existencia dela cosa, ‘quiere decir que la enunciacion aislada del verbo noes indi- io. de que se este aftrmando la existencia de algo: para que verbo pucda tener ese valor de indicia es necesario que esté Ainidg aloe otros términos del enunciada, el sujeto y el predi- ‘cade (por tanto el verbo /ser/ es indicio.de asercidn de exis- ‘tencia, ode predicacion de la inherencia actual de un predi- An sujeto, cuando aparece en contextos como /x es #x es, en el sentido de «x existe de hechan). Estas observaciones nos revelan en qué sentido Aristéte- desno-consideraba en absoluto que tas palabras debfan defi- Titse como signos. Asi, mientras que en la Refdrica el signe Slemipre: sc ‘entenderd como principio de inferencia, en todas Jas paginas que escribe sobre el lenguaje verbal, el término mistico (simbolo) se rige por el modelo dela equivalen- puede decirse incluso que es Aristételes quicn instaura modelo dela cquivalencia para los términos ling Os: eltérmino es equivalente a su definicién y es plenamente con- ae ella (como veremos enel segundo capitulode este “hbra), ___ Bl signo aparcee en cambio en la Rercitfee [1357a, 1 - 13576, 38}-donde $2 dice que los entimemas se deducen de los yeto- Rimiles (cindra) y de lox signos (anjeta). Pero los signos se ‘Histingucn en dos categorias logicamente bien diferenciadas, Sy El Primer tipo de signo tiene un nombre particulary, TER LT pov, en el sentido de ‘prueba’. Puede traducirse como aIBRO TeCesario’: si tiene fiebre, entances esta enfermo: si tiene Teche, entonces ha parido. El signo necesario puede traducir- een la afitmativa universal: “Todos los que tienen febre es- Enfermos’. Adviértase que no instaura una relacion de eq 43 valencia (bicondicional): de hecho se puede estar enferme (por ¢jemplo de dlcera) sin tener fiebre. El segundo tipe de signo, dice Aristoteles, no tiene unnom- bre particular, Podria llamarse ‘signo débil’: si tiene la respi- racidn alterada, entonces tiene fiebre. Se ve que la conclusidn es solo probable, porque el sujeto podria respirar en forma alterada por haber corrido. Transformado cn premisa solo da- ria una particular afirmativa: ‘Hay algunos que tienen la res- piracion alterada y tienen fiebre’ (la forma Idgica no es la de Ja implicacion sing Ja de la conjuncién). Adviériase que el Signo débil.es tal precisamente porque cl signa: necesanio no instaura una equivalencia. De hecho, se obtiene un signo dé- bil convirtiendo la universal afirmativa, en la que se traduce el signo necesario, en una particular afirmativa: la subalter- nade “Todos los que tienen fiebre estan cnfermos* da preci- samente, con arreglo al cuadrado Idgico, ‘Hay algunos que ae fermos ¥ tienen fiebre’ (que es precisamente un signa Sin embargo, también el signo débil es bueno retoricamen- te; mas adclante se veri la Importancia que esto tiene. En re- idtica pueden usarse como pruchas técnicas el recurso. a lo yerosimil (lo que sucede en la mayoria de los casos) yal efemn- Plo (mapaéerypa), que resulta dificil distinguiride lo yerosi- mil: Didgenes aspira a la tirania porque ha pedide una euar- dia; de hecho anteriormente Pisistrato pidié una guardia y cuando la obtuvo se convirtid en tirano, y otro tanta habia hecho ‘Tedgenes de Megara. El ejemplo es silo una induceidn. Ageumenta a partir de dos proposiciones que individualmente ne dicen'nada y juntas no permiten const in silogismo apodictico porque aidil sequitur geminis ex particularibus unguein. El hecho es que a Aristételes no le resulta facil moverse entre estos distintos ipos de signos, Conace el silogisme apo- dictico pero no conece, al menos no con claridad tedrica, el silogismo hipotético, es decir, precisamente la forma p > q que sera la gloria de los estoicos. Par eso especifica esque- mas aTguMentativos pero no se detiene demasiado en su for- ma ldgica, pace los estoicos (hasta donde puede reconstruirse su isima semidtica) parecen fundir claramente doctrina je. con doctrina de los signos. En cuantoal lengua- bal, distinguen netamente entre otpaivoy ‘expresidn’, every ‘contenido’ y tyyzdvov ‘referente’ Parecen re- la triada-sugerida ya por Platén y Aristoteles, pero n con un refinamiente tedrico que falta incluso en le sus repetideres contempordneos. expresién no sdlo profundizan la multiple articula- (6 que también distinguen entre la simple voz emiti- Jaringe y los musculos articulatorios, que aun no articulado, cl elemento lingilistico articulado y 1a propiamente dicha, que subsiste sdlo como correla- 7 correlacionable con un contenido. Lo que equivale Sipuiendo a Saussure, que cl signo lingiiistico es una f¢ dos caras; Agustin, siguiendo a los estoicos, [la- cto a ese verburn vocis que no sdlo.foris sonaf sino én es percibide y reconocido come correlate de un ments o condis. Para los ¢stoicos, el riesgo que co- dhirbaros es el de percibir la voz ffsica pero no reco- mo palabra: no porque no tengan en su mente una lente, sino porque no conocen Ja regla de la En este los estoices van mucho mas lejos que sus. ¥y establecen el canicter ‘provisional’ ¢ inestable signica (el mismo contenido puede formar une n de otra lengua}: quizd porque, como. en (1948),.al ser todos de origen fenicio, son los Totelectuales no griegos que irabajan en tierra gric- aiensan ¥ hablan en una lengua distinta'de la nativa. Son 40 superar ese etnocentrismo |i istico que habia. do al propie Arisiételes a determinar las categorias imiversales a través de los términos de una lengua par- cuanto al contenido, éste ya nocs, como cn los pensa- precedentes, una afeccidn del alma, imagen mental, per- N, Pensamicnto, idea. No es idea en el sentido platoni. ela metafisica estoica es materialista; y no la es en O psicoldgico porque tambien en ese caso seria ‘euer- ag po’, hecho fisico, altcracion del alma (que también es cuer- po), gello irt#breso en la mente: los estoicos sugieren, en cam- bio, la idea. de que el contenido es un ‘incorporal’ [ef, Bré- hier 1928; Cloldschmidt 1953]. Son inco'Porales él vacio, el lugar, el tiempo y, por tanto, jas relacioneS €spaciales y las secuencias cronoldgicas, ast como Jas acciones ¥ los acontecimientos, Los incorporales no son cosas sing eStados de cosas, modos de ser. Son incorporales la superficie Ecometrica o la seccién cénica carente de espe- sor. Los incOtPorales son enttia rationis en la medida en que un ens rarjofls €s una relacién, una manera de mirar las co- sas. Entre 105 incorporales los estoicos incluyen el AgKrdv, gue se ha traducido de diversas formas como ‘expresable’, ‘gic tum’, o *decible. El jexto¥ 69 Una categoria semidtica, Sintetizanda las eon- clusiones cle’ los intérpretes mas convincentes podriamos de- cir que el AERTAY es und proposicidn: el hecho de que se dé el acontecimiento de que Dion camine, en el momento en que se expreca, 5 UN AeKtov. El prime problema que surge es el de ta relacién entre el onpawéenevoy yel Acktoy. Si «Didn caminan es ‘proposi- eién (y por tanto incorporal), jtambién seran incorporales «Didn» y ee@Tnay? Sexto Empirico, tan rico en testimonios sobre los est@lcos, pero tan ingraro con ellos que nos lleva a sospechar qué no los haya entendido bien, identifica oTijlawvdwevOv con Acktov, como si se tratara de sindnimos [Contra fos matematicos, VIU, 12]. Sin embargo, la solucién no parece tan sencilla. Los estoicos hablan de Aektt com- pletos ¢ incompletos. El Xextév completo es la proposicidn, los kexté incompletos son partes, piezas de proposicion que se combinan i la proposicidn mediante una serie de-vineu- los sintdcticos. Entre los AEKTeé incompletos figuran el suje- toy el preaicado. Parecen categorias gramaticales y léxicas 3, or tanto, @tegorias de la cxpresidn, pero son categorias del contenido. De hecho, ef sujeta (asi suele traducirse el tér- ming rt&ois) cs él ejemplo mis tipico del case, porque la atencién por /#8 proposicioncs asertivas hacia que el sujeto 80 Viese como ¢l Caso por excelencia. Ahora bien, el casa no és la flexidn (categoria gramatical que expresa el caso), sino el contenido expresado o expresable; hoy dirjamos que es una icin actancial. En este sentido, el sujeta, ciemplo nde AExtdv incompleto, cs un incorporal, De esta ma- estoicos ya habian despsicologizado la semantica, y S30 ONLMVOREVOV puede traducirse como ‘contenido’ en ido. hjelmsleviano, posicién en un ‘sistema, resultada de una segmentacién abstracta del campo noético, unidad cul- ‘(rio imagen mental, ni pensamiento pensado, ni engra- tanto, los contenidos son elementos incorpdreas ex- os por las expresiones lingiiisticas que se combinan para ici enunciados que exprésan proposiciones, El Acktov feta como srepresentacion del pensamientow cs «lo que ‘ser transmitide por el discursoy [fbid., 70]. asta aqui los éstoicos no han introducido atin el signa Mm telov, Cuando hablar del signo parecen referirse a Inmediatamente cvidente que permite sacar conclu bté la'existencla de algo que no ¢s inmediatamente ey Elsigno puede ser commemorative y entonces nace de ociacion, confirmada por la experiencia previa, entre tecimientos: sobre la base de la experiencia sé que humo-entonces debe de haber fuego, O bien puede scr iva y entonees remite a algo que nunca ha sido evi- Probablemente nunca lo serd, como los mavimientos uerpo Tevelan los movimientos del alma, o como el he- de que los humores pasen a través dic Ja piel indica que de existir unos poros perceptibles (aunque de hecho no. Perciba). En todas estos casos los signoas parecen ser acontecimientos fisicas; el humo, la presencia de le- he ue revela el parto, la luz que revela el dia, y asi sucesi- rite, embargo, también ¢s significative que los acanteci- tos, los estados transitorios de los cuerpos, sean incor- En realidad Sexto reconoce que el signo del que se eld inferencia no cs el acontecimiento fisica, sino la pro- cron en que se expresa. El signo es la proposicién ante- He en una’ premisa hipotética mayor valida que sirve para el consecuente [ibid, 245] 4 sca «una proposicién e hte verdadera en un cond: hal verdadero, y capaz Tevelar el consecuenten (Bosquefos pirrdalcos, 11, 104). Enveste sentido, el modelo estoice det signo tiene la for- | Midge la implicaciin (p > q), donde las variables no son rea- aT lidades fisicas, y tampoco acontecimientas, sino proposicio- Nes en que se capresan los acontéecimientos, Un penacho de humo no es signe si el intérprete no reconoce ¢] acontecimiento como aniecedente verdadero de un razonamiento hipotético isi hay humo...) que se correlaciona por inferencia (mas-o me- os necesaria) con el consecuente (... entonces hay fuego), Sexto-se divierte demostrando que es insostenible esta solu- cidn en virtud dela cual el signo se convierte co una relacién Idgica, porque (sostiene) el campesino y el navegante que per- ciben acontecimientos atmosféricos y derivan inferencias a par- tir de ellos deberian ser versados en Idégica. Como si los es- toleos, én lugar de prescribiz, no describiesen las reglas del buen razonar (logica utens, no logice docens): también cl na- vegante inculto, en el momento en que reconoce el signe coma tal, transforma el dato bruto en algo que, como dirla Peirce, tiene el cardcter de una Ley. Por eso los estoicas pueden de- cir, ¥ dicen, que el signo es un Aekz6v, ¥ por tante un incor- poral, El signo no ce refiere a ese hume y a ese fuego, sino ala posibilidad de unarelacién de antecedente a consecuen- te que nge coda espécimen del humo {y del fuego). El signa 63 tipo, no espdcimen. Ahora esta claro como.se asocian necesariamente, en la aemidtica éstoica, la doctrina del lenguaje y la doctrina de los signos: para que existan signs es preciso que se formu- Jen proposiciones ¥ las proposiciones deben organizarse con- forme a una sintaxis ldgica que se refleja y cs posible en la sintanis lingiistica, [ef. Frede 1978], Los signos sdlo afloran ena medida en que son expresables racionalmente mediante los elementos del lenguaje. El lenguaje se articula en la me- dida en que expresa acontecimientos significativos, Adviértase que los estoicos atin no dicen que las palabras Sean slenos (a lo sumo dicen que las palabras sirven pana trans- mitir fipos de signos). La diferencia Iévica entre el par ONLatvow/anpawopevoy y el onusioy se mantiene, Pero el hecho de que tengan-claramente la misma rata elimoldgica Fone en evidencia su afinidad, Con Ia. terminologla de Lot- man, podrlames hacer decir a los estoicos que la lengua es Un sistema modelizador primaria mediante él cual también Se expresan los otros sistemas. Siempre valiéndonos de teorias contempordneas [ef, tam- 48 Todoroy 1977) podriamos decir entonces que término lin- jo Natural s¢ constituyen co una doble relacion fignificacion o en una doble estratificacién semidtica que traduce en el modelo hjelmsleviano de la comotacidn (en E c La palabra /humoy se reficre auna parte del contenide SConvencionalmente se registra camo «humo». Ahora hay posibilidades, tanto en direccidn intensional como exten- a) chumo» connota «fuegom sobre la base de una re- ntacion enciclopédica que también toma en cuenta rela- smetonimicas de efecto-causa (como sucederia en una dilca de casos que Lomase en cuenta ‘actantes’ coma Cau- Agente); &/ el enunciado “hay humos expresa la propo- ion «hay humo que, siempre en virtud de una competen- fclopédica subyacente que incliuys frames y scripts (vase ndo capltulo de este libro), sugiera como inferencia ra- ble wentonces hay fuego» (fendmeno que también sew al margen de operaciones concretas de referencia a es- del mundo}; ¢/ en-un proceso de-‘referencia @ cstados mundo, fa proposicidn «aqui hay humoe, sobre la hase da competencia enciclopédica, conduce a la proposicién tanto aqui hay fucgo», a la que luego deberd asignarse walor de verdad. Podemos preguntarnos qué sucede cuando percibimos el Htecimiento fisica constituide por nube.o por un pe- de hume, Como aconiecimiento fisico no difiere de un Onido cualquiera que podemos percibir sin atribuirle perti- ‘heicia semidtica (como le-ocurreal barbara). Pero si, sobre S base de una regla previa, sabemos que el humo, en gene- Tal, remite al fuego, entonces asignamos pertinencia al acon- decimiento como espécimen expresivo de un contenido mas “general y cl humo percibido se convierte en cl contenida per- Septivo «humo». Este primer movimiento, dela sensacién a 1a percepcidn cargada de significado, es tan inmediato que $€tiende a no considerario semidticamente pertinente, Pero 49 la ghoseologia siempre ha puesto en tela de juicio esta supuesta inmediatez entrée sensacion y percepcion. Inclusa desde la pers- pectiva medieval donde, aunque la simplex apprehensio, pri- mera operacién del intelecto, aprehenda en el fantasma la cosa en su esencia, solo cs en cl acto del juicio, cs decir, en la se- funda operacidn del intelecto, donde la coga se reconoce como existente y pertinente a los efectos de predicaciones ulterio- Tes, No ¢5 casual que la gnoseologia hable de ‘significado’ perceptive mi que el término ‘significado’ parezca ser al mis- mo tempo una categoria semintica y una categoria de la fe nomenologia de la percepcidn. En realidad, incluso para apre- ender, en una serie de datos de Ja sensacién, la forma «humo», tengo que puiarme por el convencimiento de que él humo ¢s pertinente a los efectos de inferencias ulteriores: en caso contrario, el humo que la sensacion me presenta si- gue steno una mera percepcidn virtual a la que aun debo decidir si asignaré pertinencia como humo, neblina, miasma, Oemanacion cualquiera que no dependa de un fendmeno de combustion. Solo si ya poseo la ley general en virtud dela cual ‘si humo entonces fuego’ estaré en condiciones de vol- ver ‘significante’ el dato: sensible viéndolo como.ese humo que puede revelarme la presencia del fuego, Puedo decir, pues, que, incluso ante el hecho natural, los datos de la sensacidn se me aparecen come expresiones de un contenido perceptive posible que en un segundo nivel puede aprehender, ya sea extensionalmente o intensionalmente, como Signo que me remite,en general y cn concreta, al fuego. Esto esta va implicito en la propia gnoseclogia estoica donde las cértezas dela ‘representacion cataléptica’, requieren, adn asi, una verificacién mediante la.prueba de la inferencia logico- conceptual, La representacidn cataléptica propane la presen- tia de eleo que podria ser humo (salvo engafio de los senti- dos): sélo despues de la verificacidn inferencial, sdlo desputs de que se ha verificado extensionalmente la consecucncia del humo, el fuego, podemos estar seguros de Ja certeza de Ja per- copcién. La légica semidtica estoica es el instrumento de ve- fificacién de la percepcidn. : Unijicacion de las teorias » predominio de fa fingdistica, Algunos siglos mas tarde, ene] De magisire, Agustin le- yard @ cabo Ja asociacion definitive entre teoria de los signos feoria del lenguaje, Reconoceri el genus de los signos, del que los sigtes lingilisticas son una specie, ‘al igual que las in- signias, los gestos, los signos ostensivas, Dicciséis siglos an- ede Saussure, Pero con ello Agustin lrga a Ia tradicidn posterior un pro- que ni siquiera los estoicos hablan resuelio con ¢lari- dad ¥ cuya solucion él, Agustin, prevé aunque sin precisarla do manera inequivoca. | Lo que quedaba sin resolver en la solucién estoica era la ) diferencia entre Ja relacion (que Hjelmslev lamara de deno- taeidn) entre expresion lingti(stica y contenido, por una par- te, y la relacidn entre proposicidn-signo y consecuente-signi- ficado, por Ja otra. Da la impresidn de que el primer nivel $e rive atin por Ja equivalencta, mientras que el segundo se Basa indiscutiblemente en la implicacion: : Sinembargo, debemos preguntarnos si esta diferencia no seni efecto de una curiosa ‘ilusidn dptica’, Veamos camo puda Producicse, Desde el momento en que Agustin intraduce la dengua verbal entre los signos, la lengua empieza a hallarse eomoda en ese mares. Es demasiado poderosa, estd articu- dada de una manera muy precisa ¥ por tanto cs demasiada analizable mediante métodos cientifiens (pensemios en todo fo que ya-hablan hecho hasta entonces los gramaticos hele- ‘nistas) como para someterse ficilmente a-una teorla de los Sig08 que surge para describir las relaciones entre aconteci- Miéntos naturales, vagos ¢ inaferrables (ya veremos hasta qué Punto ta implicacién estoica estaba epistemoldgicamente.abier- f2@ un continuo de relaciones de necesidad y de debilidad). que se Va afianzando Ia ides (y valdria la pena estu- digr detalladamente este momento de la historia de la semid- Hea) de que la-lengua no solo és el sistema semidtico mis, 31 ail “o mejor, analizable sino tambien el que permite modelizarto- Gos los demas sistemas transformando eualquicr semidtica cn el plano de su contenido, el modelo det signo tinguistico va imponiéndose paulatinamente como cl modelo semiotic por excelencia. Pero cuando se Mega a esta conclusidn (y podemos consi- derar que el proceso culmina en Saussure}.el modelo lingtiis- Heo ya ha cristalizado en su forma mds ‘trivial’, respaldada por los diccionarios y, lamentablemente, por gran parte de Ja logica formal, que sdlo tiene que /lenar a titule de ejemplo sus ‘simbolos’ yacios. Asi se abre camino la nocién de signi- ficado Lingtiistico como sinonimia y definicién esencial. Fue Aristoteles quien legé ¢l principio de equivalencia (bi- condicional) entre término y definicidn Por género-y especie, Porque solo trabajaba con férminos catecorematicas desting- dos a insertarse en proposiciones asertivas. Los estoicos, en tambio [cf. Frede 1978; Graeser 1978], consideraron que toda Calegoria sintactica enc su comtrapartida semdntica, también los términos sincategorematicos, Si log Lecth completos na- cian de una combinacién de Meta incompletos, también de- bian tener contenida las conjunciones, los articulos y los pro- nombres. Agustin mostrar que tambien las Breposiciones Henen significado. 9. El modelo: ‘insireccional’ En cl De magistro-[1, 1] Agustin analiza con Adeodato | yerso virgiliano «si nihil ex tanta superis placet urbi relin- Guin y define las ocho palabras como «acta..; signa»; luego 88 pregunta por el significao de /si/ y reconace que este tér- ming transmite un significado de «duda». ¥. puesto que ree conoce que «non esse sienuim nisi aliquid significet» esta obli- gado a definir también el significado (claramenie no cl Teferente) de (nihil: ya que es imposible que s¢ emitan sig- hos para ne decirnada, y puesto que el significado de nada’ TO parece ser un objeto ni un estado del mundo, Agustin con- cluye que ese término expresa una afeccién del dnima, a sca, clestado de la mente que, aunque no reconozca algo, reco- Hoce al menos la ausencia. Hoy dirfamas: un operador légi- 52. que debe tener un régimen: en el espacio abstracto Bo Agustin pregunta qué significa .ex/ y-descarta de no la definicion sinonimica conforme a la cual significa- de/. E) sindnimo es wna interpretacion, pero a su vez tam- in debe ser interpretado; Agustin concluye, pues, que /ex/ fica na especie de scparacion (secretionem quandam) fespecto a aquello.en que estaba incluide. ¥ afiade una ieruccidn’ ulterior para su descodificacion contextual: a ¥e- expresa scparacion de algo que ya no existe, como. cuan- ciudad citada en el verso ha desaparecido; otras veces separacion de algo que permanece, como cuando se que unos mercaderes vienen de Roma, For tanto, cl significado de un término sincategoremdti— un bloque (una seri¢, un sistema) de instrucciones para bles inserciones contextuales, y para sus distintos usos ico en contextos diferentes (pero todos igualmentete- bles. conforme a un cdédiga). hora bien, si esto cs posible enel caso de los sineatego- sticos {no lo sera también cn el de los categorematicos? echo tal es la solucién que se estd imponiendo actual- in las semanticas componenciales orientadas hacia el do, Este tipo de semanticas instruccionales [cf. Schmidt H ban tenido diversos precedentes en la ldgica de los re- de Peirce []M2a, OF 2.379; 1870, CP 2.64; of, tam- i Eco 1979, § 2, en las distinias gramdticas de casso [cf. Hmore 1968; Bierwisch 1971; Bierwisch y Kicfer 1970], en Modelos semanticos con selecciones contextuales y circuns- Jea [Eco 1979, § 2.11] y en'su reformulacion pare Ja de- mbiguacién de la metafora. Aqui podemos prescindir de un andlisis detallado de esas Modelos, que se refieren a una tcorla intensional del signifi- ¥ temitimos simplemente.a nuestra propia experiencia dc hablantes. Si alguien empieza a-hablar y me dice /corre/ Nip es de ningiin modo cierto que yo, sobre la base de mi com- “Pétencia lingilistica, me Hmite a reconocer uma parte de con- | 'hido representada por la articulacién de algunas figuras como «accién + fisica + veloz + con las piernas, ete». Este 4ipo de simplificaciones slo. bastaban en la época en que Hjelmsley debia establecer, en condiciones de laboratorio, la 53 posibilidad minima de wna descotmposicidn del significado en figuras ¥ demostrar que existia (,incorporalmente?) el con- tenido, liberando esta nocién de las hipotecas mentalistas y psicologistas debidas, en parte, a la ligereza con que las dis. cipulos dé Saussure habian tepresentado el significado de /r- bol/ mediante el croquis de un érbol. Pero una vex superada esa fase necesaria de laboratorio es preciso afirmar tambien qué, fan pronta camo percibe corms me dispongo, recana: ciendo un espacio de contenido estructurada como bloque de instrucciones contextuales, a una serie de expectativas, Por ejemplo: "Corre la voz de que..’, ‘7Corre bien nuestro cam- pedn!...", *yCorre Luis en la préxima prueba’,,, ‘Corre para adelgazar...', ‘{Corte hacia su ruina!": Lo que revela que en cada uno de los ejemplos propucstos “corres Liene una valen- cia seméntica diferente. Disponerme-a afrontar estas disti tas posibilidades significa inspeecionar el espacio del conte- nide para prever cudl de todas sera la mds probable sobre la base de los elementos contextuales que han precedido o-su- cederin a la aparicion del término. El tipo semantico es la descripcién de los contextos en los que es razonable que se dé ‘el término. Pero entonces la significacién connotada es posible por- que ya en el primer nivel de significacion (aquél donde emi- Hentemente v ante todo funciona el signo lingiistico) no existe Mera equivalencia sino implicacian. Cuando el término lingilsti¢e parece regirse por la pura equivalencia es porque setrata sencillamente de una implica- CIO catacresizada o “adormecida’ Sdlo la inercia y la pereza de la competencia nos hace créer que el /fumo/ =/smoke/ = «humo = «materia eascosa producida por un proceso de Combustion. En realidad la regla es: si aparece en los con- textos x, y, entonces materia gaseosa producida por la cam- bustin, pero én tal caso, enronces Tucgo; si, en cambio apa- Tece en log contextos 2, k, entonces actividad de ingestion de gases producidos por la combustion de determinadas hicrbas + sujeto agente + tiempo presente, etc. El hecho de que un dicclonerio registre distintos bloques de instrucciones en dos Omds articulos considerados haménimos s6lo responde a me- Tas apreciaciones de economia diddctica, Lo thismo sucede en el proceso de reconocimiento de acon- 54 fentos Halurales que luego peneran una proposic Ta percepcidn es interrogativa y condicional, y siem- igc (incluso cuando no se es consciente de ello) por principio de ‘apuesta’. 5/ esos datos perceptivos especiti- enionces quizd chumon, con tal de que otros elementos ntextuales autoricen a considerar apropiada la interpreta- pemeptiva. Ya Prince cra consciente de que la percepcidn proceso indiciario, un hervidero de semiosis en germert. echo de que se produzca sin esfuerzo no invalida la exis- ia del mecanismo como tal (1868, C2 5.266]. > Sdlo queda por resolver el problema de las llamadas se- i stituirves, semidticas cuyo plano del contenide es la de otra semidtica: en el alfabeto Morse /.—/ =/a/ yiceversa, con plena bicondicionalidad. Bastaria con decir Sema’ sustitutivas representan semidticas degradadas. yo que también en este caso la equivalencia aparece como plicacion ‘adormecida’: tambien el Morse es un sistema de Tucciones para sustituir las Ictras alfabéticas por puntos $i luego un lector competente del Morse salta diree- nte. de la expresidn en puntos y Mneas al fonema corres+ fente (como sucede en la Lectura alfabética) la ii enminado fonema lo |tevara a formular previsi ja fitura secucncia sintagmatica, asi como ¢] reconaci- ta del fonema esta respaldado por las inferencias que la ela sintagmatica precedente autoriza. fants no existe diferencia de estructura semidtica en- gificacién de primer y de segundo nivel (y se utiliza esta fincion porque el par denotacidnconnotacidn es equivo- ido 3 que en las teorias semdnticas extensionales ‘de- significa referencia y remite a un valor de verdad), ibjeto fluctuante que el habla corriente Jama ‘signo' en Btan diversos existe como objeto tedrice unificado al ser ruldo por la disciplina que lo estudia, aglutinando di- ios dentro. del mismo csquema formal p> q. Que cambia septin los fendmenos es la fuera de-csa im- ion. Slo primero, enforces lo segunda. Pero jcudl es Tegimen epistemoldgico de si ¥ de enrances? 35 10. Codipos fuertes y codigos débiles. i jenosnecessrios y Signos déblles (cf. § 6). Las se ocupaban de puros mecanismos'formales de cluden el problema. Sera Quintiliano [fnsritutio 9) quien, al ocuparse de las reacciones de una fordnie, trate de justificar, canforme una jerars ide epistemologica, todo tipo de signe que Tesul- asivo" Quintiliane no se aparta-de la clasificaciin raristotélica, pero advierte que los sipnos nece- La implicacidn estoica era la implicacién filénica, la im- plicacién material de la logica moderna. Como tal, no se pm. Tunciaba sobre la -validez epistemolégica del vinculo entre an. tecedente y consecuente. Los estoicos dan todo tipa de ejemplos. 'Si-es de dia entonces hay luz’ cs una equivalencig {bicondicional); ‘Si es de dia entonces Didm camina’ es un ejemplo de implicacién material sin ninguna validez episte- ferirse al pasado (si ha parido ha estado ne- moldgiea; ‘Si tiene leche cntonces ha parido’ es una inferen- con un horibre), al presente (si sobre el mar s¢ cis de efecto a causa basada én inducciones precedentes; ‘Si 5 syiento fuerte, necesariamente hay olas) yal futuro St -yt una antorcha, cntonces llegan los enemigos" parece una fierida en cl corazén necesariamente morird). ilacién bastante vaga, porque la antorcha también podria scr es cviderite que estas relaciones supuestamente. agitada por amigos, pero Sexto considera que este signo es gon en realidad distintus combinaciones dela re- convencional suponiendo que s¢lo recanozea sobre la base misa/efecto, La relacién entre parto y copula (signo deun acuerdo previo: en tal caso el valor epistemoldgica no fs ico) 3e remonta del efecto a la causa, mientras que dependeria ya de leyes naturales sino de Ieyes sociales. Sexto, te itre hetida ¥ muerte (signo progndstico) va de que con este ejemplo incluye a todos los signos conmemora- posibles efectos. Esta distincién, por lodemis, tivos entre los signos basados en una -correlacién arbitraria, i oa a la distincidn entre signos necesarios y sig- reconoce el cardcter inferencial de los signos convencionales. . Si toda causa no Temite necesariamente a sus efec- En tal caso, el régimen epistemologico del si-enfonces tiene ic yles (signa prognésticn débil}, no todos los efectos el mismo caracter legal de las normias instituidas por fos cé- la misma causa de manera necesaria (signa diag- digos juridicos (véase el Gltimo capitulo de este libra). d No slo existen efectos que podrian tener causas Por iltimo, Sexio considera que los signos indicatives ca- quienes agitan la antorcha: los enemigos o los ami- tecen de valor epistemoldgico: no puede decirse que si un ham- que tambien habria que distinguir entre causas ne- bre cae en la pobreza cs porque ha despilfarrade su hacien- caNsas suficientes. El oxigeno es causa necesaria da; podria haberla perdido en un nauttagio o haberla regalado ustidn (de lo que se deriva: si combustidn enton- 8505 amigos, Con mds razin es vago el signo indicative que ) pero cl frotamiente de una cerilla sdlo es causa va del paso de los humores a través de la piel ala afirmacion dela combustidn (en concomitancia con otras cansas de que existen poros perceptibles. El consecuente es efecto de p Podria decirse entonces que el signo débil de Ar una mera hipotesis. Sexto concluye que los signos indicati- ‘signo de efecto a causa suficiente (si respira mal en- vos 0 existen, pero ahora sabemos que gran parte de los dese fiebre), pero cuando lo cxaminames mejor ve- cubrimlentos cientificos se basan en inferencias hipatéticas signo débil también tiene una ‘necesidad’. Sola de este tipo, que Peirce Wamaba afduecciones yen las que ¢l TG TeMtiite 2 una‘causa sino a una clase de causas: si la consecuente resulta de la hipdtesis que pone, hipotéticamen- meh, entonces sin duda aeuien que la ha encendido y te, una Ley de Ja cual el consecuente seria extonces-cl Caso a1 Tes ion acclerada, entonces neccsariamente al- asl como el antecedents seria el Resultado, wel ritmo cardiace (clase de acontecimientos a los Aristoteles, que se ocupaba de argumentaciones capaces wnbién pertenece la fiebre}. Estos tipos de signos ten- de explicar de alguna manera los ¥inculos de necesidad que iconsecuente necesario, sdlo que ese consecucnte aun Figen los hechos, establecia wna-distincién de fuerza episte- eid jado amplio y debe circumscribirse (pasaje de la cla- 56 7 57 sé 4 uno de sus miembros) sobre la base de otras inferencias contextuales, coma bien sabia Hipdcrates. Lo mismo sucede en el caso del lenguaje verbal, donde podemos:nombrar una entidad por sinécdoque de género a especie. En lugar de decir “hombres/ decimos /mortales/. Peroel signo progudstico de causa a efecto plantea proble- mas igualmente complejos. Tomas (Summa Theologige, 1°, q. TO,art. 2: ad 2"; 3*, q: 62] dice que la causa instrumen- tal puede ser‘signo desu posible ctecto: si el martillo, enton- ces las operaciones que éste podria verosimilmente realizar, Agies como procede la policia: encuentra armas en un piso y deduce su posible utilizacidn delictiva. Pero es eviderte que tambicn este tipo de signo esté abierto a inferencias contex- tuales: el indicio varia segiin que las atmas se encuentren en fa casa de un presunto terrorista, de un policia, de un arme- To. 4 Por qué Tomas no habla por ejemplo de la causa eficiente? i.La presencia en la ciudad deun conocido asesino no puede ser signd de une accién delictiva que se propone llevar a. cabo? Yen cuanto a la causa final, jno funcionan asi las argumen- taciones basadas en el cui prodesi? Parece, pues, que todos los signos proendsticos son débi- les por el cardcter epistemologica de la implicacion (el vincu- Io no cs necesdrio) mientras que lossignos diagndésticos pue- den serio por la generalidad del implicatum (una clase de consecuentes demasiado amplia). Actualmente, la epistemo- Jogia, la [égica inductiva y la tearia de la probabilidad saben evaluiar-cstos distintos grados de fuerza epistemologica. Pera preguntémonos por qué Aristételes, y mds atin Quintiliano, no se atrevieron a incluir todos los tipos de signos cntre las pruebas posibles, reconociendo, claro esta, su distinta fuerza epistemelécica. Lo que sucede es que en el plano retdrico los vinculog se basan mds bien en convenciones y opiniones di- fundidas, Quintiliano cita come verosimil (epistemolézica- Mente bastante débil) la siguiente argumentacton: si Atalan- ta va de paseo con muchachos por los bosques, entences probablemente ya no sca virgen. El hecho es que en determi- nada comunidad esta atgumentacin verosimil puede ser tan convincente como un signo necesario. Depende de los cédi- re ¥seripts (ef, Eco 1979] que esa comunidad registre como eTIOS’, 38 ‘Ahora bien, este biato entre certeza “cientifica’ y certeza dal? constituye la diferencia entre leyes'e hipotesis cienti- 5 y codigos semidtices. La necesidad de una prueba cien- ‘tHfiea tiene poco que ver con la necesidad de una prueha se- omidtica. Desde el punto de vista cientifico la ballena es un “mamifero, pero para la competencia de muchos ¢s un pez. ‘Para la ciencia el limon es necesariamente un agrig y no cs necesariamente aniarillo, Pero para el lector de una poesia (Montale: acLe trombe d‘oro delle solarita [Los Aureos clari- nes de la solaridad], / firroni,en Movimenti) el limén cs un ‘into amarillo, ¥ el hecho de que sea un AgTiO no cs pertinente, Por tanto, en el plano semidtico las condiciones de nece- sidad de un signo-s¢ determinan socialmente, ya sea confor- ea codigos débiles o a codigos fuertes, Bn este sentido, un acontecimiento puede ser signe seguro, aunque desde el punto ‘de vista cientifico no lo sea. Esta jerarquia de necesidad se- Ainidtica es la que rige lus correlaciones entire antecedentes ¥ “consecuentes y las asimila forzosamente a las. correlaciones “entre expresiones ¥ contenidos. “Cuando, también desde el punto de vista semidtico, la clase ‘de los.consecuentes es muy imprecisa, surge el signo aun no “todificado, codificado en forma vaga (el ‘simbolo’) o en vias ‘de codificacidn [ef. Boo 1979, $3 sobre los procesos de in- “vencidn del codigo). Normalmente esta invencion del codigo: Ja forma de la mas audaz de las inferencias: la abduc- iin o hipdtesis, “Wi. Abduecidn e invencidn del eddigo. Peirce describe ampliamente la-abduccion o hipdtesis en distintas pasajes de su obra (ef. en particular 1902h, CP. 2.96, 1878, CLP 2.619-35], Comparada con la deduccién ¥ la in- duccidn ésta genera los tres esquemas inferenciales de la fi- fura siguiente, donde las casillas trazadas con linea continua €xpresan fases argumentativas para las que existen proposi- eiones ya verificadas, mientras que-las casillas trazadas con linea cortada expresan las fases argumentativas producidas por el razonamienta: 59 comporianiento de Marte fuese comun al del resto de Jos pla- netas, Bl comportamiento de un planeta se transformdé en sig- no-de un comportamiento planetario general, Tan pronto como Ja regla se codifica, toda ulterior mani- festacién del mismo fendémeno se transforma en signo cada vez mas ‘necesario’. Aqui, evidentemente, nos interesa la ne- eesidad semidtica: e] surgimiento del sol es para los moder- nos Signo del movimiento terrestre, de la misma manera que para los antiguos lo era del movimiento solar. Desde él pun- to-de vista scmidtico lo que interesa ante todo (en-el plano intensional) es ¢] hecho de que-el acontecimiento es signo con Tespecto a una regia. Desde el punto de vista cientifico lo que interesa (en cl plano extensional) cs que cl estado de cosas expresado por la proposicidn-regla se dé. Poro ésa es otra cuestion, La diferencia que Harman (cf. §-4) establecia entre teoria del significadg-y teorla dela prueba se refiere mas bien, den- tro del mismo fenomeno signico, ala diferencia extensidn/in- tension, entre verificacién epistemoldgica de la verdad de la prucbe y verificacién semidtica de su necesidad cultural, o sea del grado de codificacién al que algo veros{mil ha podi- do acceder. i. Les modes de produecidn signice. En Eco [1973] se propuso una tipologia de los modos de Produccién signica que aqui se reproduce en la figura 1. En este caso lo que interesa de Ja tipologia es la correlacidn en- tre expresién y contenido, A tabefecto se introdujo la distincién entre rario facilis ¥ ratio diffiellis. Se tienen signos producidos por ratio facilis cuando cl tipo expresivo est4 formado previamente. El-con- tenido «caballo» se expresa mediante diversas tipos expresi- Vos preestablecidos, segun las diferentes lenguas, y.correla- cionados arbitrariamente con el contenido, ton independencia delas marcas, semas 0 propiedades semanticas que circuns- criben el espacio de contenido «caballow. Se ticnen signos pro- ducidas por ratio difficilis cuando, a falta de un tipo expresi- vo formade previamente, sc lo modela con arreglo al tipo bz Rreimieininnra MBusurat | Muss Betleers = = Hortwtintésics. ‘eaioe proyectos e hipsndificashes endifizndas ¢ hipeieadifacaday em: Unédlades prammeticaliradiy prove: mogia(dades de peruine Coatheurert por tomar anteelacien ‘Mod ie Retocialy 63 abstracto del contenido. Un diagrama con el que se desce og: tudiar las posibles conexiones (ferroviarias, de carreteras, pas- tales, administrativas) entre Turin, Bolonia ¥ Florencia, debp confeccionarse conforme al tipo de relaciones espaciales que ge Recho pobiernan la relacin espacial entre esos centras, Turin esta al noroeste de Bolonia, Bolonia.al nordeste de Flo- ronda, Florencia al sudoeste de Bolonia, ete. Cuando decj- mos de Aecho debe entenderse ‘conforme a la representacion cultural que se da del territorio’. Una orientacion de hecho también existiria en el caso de que, dentro del dmbito de un Mundo posible, se estudiaran las relaciones entre Utopia, Atlantida y Paraiso terrenal, De hecho, en cl mundo posible dela geometria utopica, Atlantida y Witopla se encuentran al oeste del Paraiso terrenal. En todos estos casos las relaciones que existen en el pla- nodel contenido se proyectan (en cl sentido cantogrifico del término) sobre el plano de la expresién. Es evidente que esta telacién de ratio aifffetiis reformula la telacidn tradicional de ‘iconismo’, pero no lo hace suponiende que solo exista ico- misma visual. Un diagrama de organizacion empresanial cons- truido en forma de arbol preyecta en forma de relaciones ¢s- paciales (alto/bajo} lo que en el contenido son relaciones jerdequicas o flujos de informaciones o preseripciones. Con tal de que la regla de proyeccion sea constante, los resultados obtenidos mediante Ja manipulacidn de la expresion son diag- nésticos o progndésticos con respecto a la situacién pasada 0 futura del contenida. La verificabilidad extensional de la prognosis y Ia diagnosis se da gracias a un procedimiento ul- terior, que precisamenie es posible cn virtud del isomorfis- mo establecido en el plano intensional. Desde luego, hay que decidir si la verificacién extensional ha de hacerse con res: pecto al estado de cosas reconocida como ‘mundo real’ ocon respéecto a un mundo posible: en este ultimo caso el mundo posible ¢5 una ficcidn légica que reformula en términos tensionales relaciones intensionales [ct. Eco 1979]. Un mun- do posible es un sistema (si bien parcial} de forma del conte- nido. De todas maneras, la expresién de la posicidn de la Atlantida en un mapa es signa, en determinado mundo posi- 64 jerrenal hay que buscarlo hacia el este ‘definiciones podemos considerar los ma- jon signica representados en la figura 1, sin Pcuadro no clasifica una tipologia de signos sino jmaneras de producir signos: Io que se deno- alabra, una sefial de circulacién, un enun- ele ser el resultado de modos de produccion wio-difficilis, una huellao impronta dice que, configuracidn én uta superlicie imprimible, miniila clase de agentes impresores. Si la -huc- yectonalmente hacia determinada direccién, ica Und direccién virtual del agente impre- 4] reconocimiento dela huella hace posible Fextensional; si esta huclla en este sitio, en- Por dgusin miembro concreto de esa clase iuellas. Fatio facilis (no tienen Telacién isomorfica tenido}, las sintomas remiten a una cau Paid vinculados sobre la base de una expe- Mienhos codificada. Puesto que la vinculacion otivada naturalmente, su relacion de necesi- es bastante fuerte, Sin embargo, cl sintoma MUCHOS casos a una clase de agentes muy amplia. Ncodigos fuertes como’tos dela sintomatologia mé- efinir relaciones de necesidad muy cercanas a . Un caso de equivalencia bicondicional cs el tiliano: si vive entonces respira y si respira en- 65 12.3. Indicios. YVinculan la presencia o la ausencia de un objeto con lag comportamientos posibles de su probable posesor: mechones de pelos blancuzeos cn un divan son indicio del paso de un pate de angora. Sin embargo, normalmente remiten a una clase de posibles posesores, y para ser utilizados extensionalmente requieren mecanismos abductives, Véase la siguiente abduc- clin de Sherlock Halmes, que Conan Doyle Jama ingenua- mente deduccidn: «La observacion me dice que usted hac. tado en la oficina de correos de Wigmore Street esta mafana, pero la deduccién me permite saber que envié un telegrama desde alli... La observacidn me dice que tiene un poco delodo rojo adherido al taldn de los zapatos. Justo enfrente de la ofi- cina de correos de Wigmore Street estan rehaciendo el empe- dradoy han dejado a la vista una capa de tierra que es dificil na piser cuando se entra én el edlificio. La tierra tiene un rono peculiar que, por Jo que sé, no suele encontrarse en los alre- dedores. Esto es observacion. El resto es deduccién... Sabla que usted no habia escrita una carta, porque estuve sentado. frente a usted toda la matiana. Tambien he visto que sobre su escritoric tiene una cantidad de sellos y de tarjetas posta- les. ,Para qué, pucs, itia a la oficina de correos si no para despachar un telegrama?» [The Sige of Four, cap. 1). La derra roja en los zapatos es un indicia, Pera es indicio del hecho de que se ha pisade tierra roja. Para decidir que es la de Wigmore Street es necesario excluir, sobre la base dé otras consideraciones, que Watson sc haya alejado del barrio. El indicio se vuelve revelador sdle sobre la base de una ab- duccién mas amplia. Es nécesario haber formulado ya una hipdtesis sobre los movimientos de Watson y-cl tiempo cot. que ha contado para haccrios. El hecho de que Watson tU- yiera sellos-en su casa es un indicio muy ¥agoy a lo sume st tia indicio (negative) de carta despachada, no la prescicla, sino la feta de un sello, Como no falta-el sello tenemos ull jndicio (doblemente negative) del hecho de que Watson no ha despachado cartas uulizando su propia reserva domest- ea. Es necesario haber formulade ya la hipatesis de que Wal- 300 es una persona lo bastante ahorrativa como para no 10- mar la decisidn de comprar sellos por el camino, ¥ lo bastante 66 para no tomar tepentinamente la decisidén de carla; sdlo sobre la base de una serie de ab- selye pertinente el indicia negative de la no- sdlo después dé que Watson ha manifcita- or la prodigiosa adivinacién, Holmes esta apuesta abductiva-cra correcta [cf, Eoo 1981, 19831. 1 erepectiva, también son signos los raspos es- i isuales, soTIOTOS} cuya Tecurrencia {o establecer la autoria de un texto. Pero tam- filoldgicas se tigen por la ‘conjetura’ (que muestras-y muestras ficticias. nos visto con el ejemplo que propone Agustin, n objeto puede desempeiiar muchas funcio- . Puede remitira une clase de objetos a la que mos miembros de esa clase, puede representar plica, un consejo de alguna manera vincu- de objetes. Puedo indicar una cajetilla de Wesar €l concepto de cigarrillo, de fumar, ordenar que vayan a comprar cigarrillos, ‘fumar, para sugerir cual ha sido la causa de guien, Las ostensiones son signos débiles que en teforzarse mediante otras expresiones con iotica. Dentro del mateo de situaciones de recisas él sipno ostensive puede adquirir cicr- 4 scmmidtica; en el contexto de pasar lis- Wada significa que el sujeto que leva a cabo oftactor del nombre proferido, En el caso de de las muestras ficticias valen las reglas retori- jwico (la parte pore] todo, ua geste re- tomportamiento completo} o metonimico (la ac- -€l instrumento, un objeto evoca su contexto), ‘mel arte del mimo. a7 12.4, Vectores: Entre las modalidades regidas por netic difficitts, las vec- tores (flechas, dedos que apuntan, marcas direccionales en una huella, entonaciones ascendentes o descendentes) pare- cen los mas ligados-a un destino extensional. Como los indi- ces de Peirce, parecen volverse expresivos sdlo en relacién con un objeto o estado de cosas. En efecto, como hemos dicho a propésita dela flecha de Buyssens, también los vectores ex- presan un bloque de instrucciones para su insercién contex- tuel ef. Eco 1975 § 2, analisis de los indicadores]- Una fle- cha que se vende en uma tienda de placas de seflalizacida expresa como contenido Ia instruccién de que, dondequiera que se la coloque, ordenara o aconsejard tomar cierta ditec- cidn (si quieres salir, enfonces toma por aqui; si no quieres chocar con otros ychiculos, y sino quieres que te multen, en- tonces‘avanza’ en el sentido al que apunta el extremo de la flecha). En presencia del vector lingilistico /él/ la instruccidn que se desprende consiste en buscar en le secuencia contex- tual inmediatamente anterior Ja aparicién de un nombre pro- pio, de un sustantivo maseulino, de una-descripcidn definida que exprese ¢humano + varén, ala que pueda referirse /EL/. Ental sentido son vectores también los signos que hemos de- finido como: “blancos’ (cf. §2.6) y, por tanto, los limites y perimetros. Si Romulo habia marcado los limites de Roma, entonces (si Remo los hubiese transegredido) ere signo de que hubiera debido morir. El confin sefialado representaba a la futura ciudad, por el poder que lo habia instituido, por las penas que ese poder estaba en condiciones de aplicar. Desde nega, segum los contextos, los vectores pueden adquirir, nor- malmente por convencién, mayor o menor necesidad, Una flecha puede ordenar o aconsejar. 12.6. Estilizaciones. Pertenecen a esta categoria (regida por rerio facilis) las in- signias, ademas de los emblemas y divisas, on cl sentido re- Natentista y barroco del término, donde las expresiones del tipo reconocible constituyen yerdaderos textos enigmaticos que 68 onatriitse mediante ingeniosas inferencias. También exiatir estilizaciones regidas por codigos fuertes, como 2 es y las figuras de los naipes; olras se rigen por cd- mas débiles y estan abiertas a contenidos multiples, como ados ‘simbolas’, sobre todo los denominadas ‘arque- mandala, esvastica china). Unidades combinatorias. fa regida por ratio facilis, abarea tanto las pala- el fenguaje verbal coma los gestos de los alfabetos qui- eddigos de sefiales navales, muchos elementos del je seliales de trafico, ete. Véase en Prieto (1966) como ‘expresién como el contenido pueden ser objeto de sintaxis combinatorias. Parece tratarse del reperto- cioies signicas que mds se basa en la equivalencia, icondicionalidad de la relacidén es bastante dudosa. a sefial naval significa «enfermo a bordo», pero moa bordo es un-signo muy vago del hecho de que esa sefial. La seflal xenfermo a hordow abrird mas ultiples consecuencias ilativas y, por tanto, connotard ferencias semidticas posibles. También una unidad inatoria implica siempre un paquete de opciones con- idades’ pseudocombinatorias. elementos de un sistema expresive no correlaciona- fan contenido (al menos no sobre la base de un codi- Hijelmsley (1943, trad. esp: pags. 151-159] notaba que tle ‘sistemas simbélicos’ en el sentida de que, aunque lerpreiables, no son bipfaneres (el posible contenida mea la expresién): si un movimiento de ajedrez tie- nficada, éste consiste en la serie de movimientos wlte- BS Que ese movimiento permite llevar a cabo. A este géne- ‘Pertenccerian los juegos, las estructuras musicales, los formalizados, las combinaciones de elementos pic- os no figurativos. Pero los sistemas “monoplanares’ se 69 caracterizan por hacer aparecer cada antecedente como un signo progndstico del consecuente, y Jakobson [1974] ha des- tacado en varias ocasiones este aspecto de las composiciones musicales y de la pintura abstracta, remisidn constante de la parte al todo-y de una parte a otra, estimulacién de expecta- tivas, fendmeno de ‘significancia’ difundide a lo largo de tada la extensidn de una textura cronoldgica o espacial. Por tanto, debemos disentir con Hielmslev y definir como cardcter coms- titutive del signo no la ne-conformidad biplanar, sino preci- samente la interpretabilidad (cf. § 13}. 12.9. Estimulos programadas. A esta categoria pertenccen los estimulos capaces de sus titar una. respuesta no mediata, y que resultan significativos del efecto previsto- solo para quien los emite, no para quien log recibe, Si cl critcrio. scmistico fuese la cquivalencia sim- ple, deberiamos excluirlos del rango de los signos. Desde la perspectiva que aqui nos interesa constituyen, en.cambio, un caso design débil que de la causa actuada permite inferir eLefecto posible y mds o menos probable. 12.16. Invenciones. Esta categoria, descrita ampliamente en Eco [1973], abarca los casas extremos de ratio aifficilis en los que la expresion 2é inventa casi siempre en él momento de definir por primera vez el contenido, Por tanto, la-correlacién no esta fijada por un cidigo, esta solo commenda, En estos. casos, el procedimien- to abductive permite al intérprete reconocer Jas reglas de co- dificacién inventadas por el emisor, Pueden ser grafos, figu- Tas topoldgicas, invenciones pictéricas o lingilisticas (por ejemplo, el lenguaje transmenial de la vanguardia rusa o el iltime Joyce). A veces hay reglas previas que ayudan a com- prender el funcionamiento de una nueva codificacion (en los Brafos, en los experimentos lingiisticds), otras voces, en. cam- bio, la Invencién permanece mucho tiempo no-ignificativa, o-significa a lo sumo su negativa.o impasibilidad de. signifi- 70. », incluso en-este caso, confirma que la caracteristica del signo consiste en su capacidad de estimular in- Conclusions. fe panorama de-las posibilidades de produccion signi- frad6 que existe un continuum semidsico que va codificacién mas fuerte a la mas abierta ¢ indeter- La taréa de una semicitica general consiste en deter- {como estamos haciendo aqui) una estructura formal ae subyaccia todos estos fenomenos; la de la implica- genera interpretacioncs. ea de-las seniidticas especifieas consistird, en cam-~ establecer, conforme al sistema signico estudiado, re- e Mayor a menor necesidad semiotica de las implica- (regias de institucionalidad). riferio de inferprehancia, tanto, el signo no sélo requiere que exista sustitucién ‘Stat pro aligtuo) sino también que haya una posible wcion. interpretacién (o criterio de interpretancia) debe en- 16 que entendia Peirce cuando reconocia que todo i (signe o expresidn o secuencia de expresiones luce una expresién precedente) no sdlo retraduce el lamediato’ o contenido del signo, sino que amplia su stdin. E) criteria de interpretancia permite partir de igHO para recorrer, etapa por etapa, todo el circulo de la sis. Peirce decia que un térming cs une argumentacion Entaria [IM2¢, CP 2.342-44]. Cuando digo ‘padres ya ido ‘un predicado con dos argumentos: si padre, en- alguien que es hijo de este padre. El contenido interpretado me permite ir mds alld del sig- Ofiginario, me permite entrever la necesidad de Ja futura tacion contextual de otro signo, A partir de la pro- in «todo padre tiene o ha tenido un hija» podemos le- 7 gar a explorar toda una topica argumentativa, y el mecanis- mo intersional me predispone para formular proposiciones que deberdn verificarse extensionalmente, Ahora esta claro cudn discutible es la condena del signo basada en la imputacién de igualdad, semejanza, reduccidn de las diferencias. Esa condena se basaba en la reduccicn a signo lingiilstico ‘Mano’ entendido como correlacién y regi- do-por la equivalencia cieza, sustitucidn de lo idéntico por idéntico. En cambio el signo es siempre lo que me abre a.algo distinto, No existe interpretante alguno que, al adecuar el signo que interpreta, no desplace, al menos minimamente, sus limites. Interpretar un signo significa definir el segmento de con- tenido transmitido, cn sus relaciones con los otros segmentos derivados dela seementacidn global del- contenido. ¥ definir una parte mediante ¢] uso de otras partes, transmitidas por otras expresiones, Con la posibilidad, si la interpretacion se licva muy lejos, de que acabe poniéndose cn tela de juicio no s6[o el contenido determinado al principio sino también el miso critcrio global de segmentacién. Esto significa poner e0 tela de juicio cl modo en que la forma del contenido ha stementado el continuum, Hijelmslev sugiere la existencia‘de un continuum de la ex- Presion y un contingum del contenido, Bn realidad, el mode. lo de la’ funcidn signica, a la luz de la semidtica de Peirce, deberia reformularse de la siguiente manera: La materia, el continuum de que hablan y mediante el cual hablan los siznos, es siempre la misma; es el ‘Objeto Dindmi- 72 ‘Peirce, que motiva el signo pero que éste no explica in- jatametite, porque la expresion delinea un Objcto Inme- (el contenido). Determinada civilizacion organiza el con- ido. en forma de campos, ejes, subsistemas, sistemas Jales, no siempre cohcrentes entre sf, a menudo articula- conforme a la perspective contextual escogida (y ‘con- puede ser tanto la cultura de un milenio como una poesia diagrama). Estos segmentos de contenida no correspon: dio a entes fisicamente reconocibles (mujer, perro, casa), mceptos abstractos (bien, mal), a acciones (correr, comer}, meros y especies (animal, figura plana), sino también a Telaciones (encima, antes, hacia, si-y entonces, en}. Entre estos segmentos, articulables en secuericias mas iplias, s¢ establecen vinculos inferenciales conforme a las Odalidades ya descritas, Para expresar estos segmentos se igen stementos formalizables y formalizados del conti- | que es Jo mismo de que se habla, es decir, lo mismo o scgmentado por el contenido. A veces, los elementos ma- sescogidos para expresar ultilizan sezmentos del conti- M no conformes al continuum expresado (sonidos para far relaciones espaciales), otras veces el mismo. sezmen- Continuum es materia de expresion y materia de conte- (relaciones espaciales en un diagrama para expresar re- § cspaciales en una superficie tridimensional). La Materia segmentada para expresar expresa otras seg- taciones dela materia. En este juego, cl mundo (el conti- , la espesa pulpa de materia en cuya manipulacidn con- da semiosis) es puesto en tela de juicio, signa tres signo, ante la formulacién de Obietos Inmediatos y su cons- tedefinicién a través de sucesivos interpretantes, se mo- Hea permanentemente la forma atribuida al Objeto Di- _ Sicabla decir, pues, que cl signo como igualdad ¢ identi- dad corresponde a una nocién de sujeto csclerosada (e ideo- ldgica}, el signo como Momento (siempre en: erisis) del pro- -Ceso de la semiosis es el instrumento mediante e] cual el propia 73

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