Você está na página 1de 5

Relato con

mencin especial
en el I Certamen
de Relato Breve
El Blog
Onanista

En un principio, pareca una fiebre corriente que la


hija de los vecinos haba contagiado a mi hermano Lucius en
uno de sus encuentros en el establo. Pero no hubo
convalecencia; todo fue a peor. Pronto empezaron las
pstulas; ms tarde vinieron los delirios. Lucius sucumbi,
pero para entonces el mal que lo aquejaba se haba
trasladado tambin a Fabia, la primognita. Noticias
similares llegaron de la granja contigua. Luego, del resto de
la aldea. Madre rogaba a los dioses que velaran por la salud
de su hija. A m, sus plegarias slo me provocaban
somnolencia. Prefera confiar en los beneficios de la
mandrgora.
En casa de los vecinos ya no quedaba nadie. Cuando
tambin
mis
padres
comenzaron
a
padecer
irremediablemente esta afeccin, perd la esperanza. Madre
deca, lnguida, que era designio de Plutn llevarse a su
morada las almas de todos los aldeanos. Nunca me haba
interesado la religin, por lo que pens que sus palabras eran
meros devaneos espirituales. Madre muri. La honr con el
sepulto, y determin que tena que huir. Sin tiempo ni
atrevimiento para decir adis a mi hermano Desiderius, que
todava cuidaba de padre, agrup unos ligeros brtulos y
emprend mi huida a lomos de nuestro caballo.
Me desorient cuando, en medio de una profusa
niebla, fui incapaz de hallar el camino. Slo tena delante de
m un ro, del cual no poda ver la otra orilla. Los chillidos
agonizantes de los enfermos que luchaban en su ltimo

estertor aumentaron mi urgencia. De pronto, pude atisbar


una sombra entre la bruma. Una pequea barca se aproxim
a m, con su barquero invitndome a abordar. Acced con
suma presteza, si bien el anciano me exigi que un peaje le
fuera pagado a cambio de la travesa; me pareca justo.
Tras retribuirle holgadamente con un denario,
tomamos rumbo hacia la ribera opuesta. El sentimiento de
alivio tras haber dejado mi aldea vino acompaado de
amarga comprensin: era la primera vez que sala de mi
pueblo natal, acaso la ltima. Quizs no tendra un hogar al
que volver.
Todava me era imposible divisar tierra. Qu hay en
la otra orilla? pregunt. Para ti, puede que no haya
absolutamente nada. Era un anciano parco en palabras y
desabrido, pero quise conversar con l para acallar los
horrsonos gritos, que todava eran audibles en medio del ro.
Le pregunt por qu haba aparecido en un momento tan
oportuno. Simplemente respondi: Estabas en la orilla
equivocada. El dilogo enseguida muri, aunque pude
arrancarle un nombre. En silencio, me concentr en pensar lo
que me deparara la tierra al otro lado del ro. No hubo
sonido alguno hasta que o varios ladridos.

Fin.

Você também pode gostar